jueves, 30 de diciembre de 2010

Annus horribilis

En esta tarde lluviosa, proclive a la meditación y que inclina a la melancolía, ayudada por el ritmo cadencioso con que las gotas borbotean sobre el suelo, repentinamente, parece haberse esfumado la bulliciosa sensación navideña y un silencio coincidente con el momento en el que escribo, me susurra una cierta tristeza, que no es otra cosa, que un reflejo de la inseguridad vivida durante este año que está a punto de convertirse en pasado.
No me dejo abatir, pues una de mis virtudes a resaltar, es, sin duda, no haber llegado a perder nunca la capacidad de un asombro, que casi siempre viene acompañado de grandes dosis de esperanza en que todo, por nefasto que sea, mejorará.
De hecho, intuyo entre los negros nubarrones iluminados por la tormenta, una pequeñísima abertura por la que se filtra un minúsculo rayo de sol, que va a parar directamente al cristal que tengo enfrente, provocando un efecto intermitente de ceguera que me impide ver el teclado para distinguir qué tecla pulsar para construir las palabras.
En principio, había pensado enumerar la abultada suerte de catastróficas desdichas que hemos tenido que soportar juntos desde que tomamos las uvas en 2009, sacudiéndonos como podíamos los primeros efectos de la crisis y lanzando bengalas al viento rogando a los dioses que barrieran de nuestro mundo los malos auspicios para llevarnos, por mejores mares, a un futuro menos incierto.
Pero, ya he enumerado una a una durante varios meses, las vicisitudes que se han ido sucediendo en este annus horribilis, las he desgranado y compartido desde la tristeza, la irritación y la amargura, con amigos y desconocidos a los que nunca veré, las he gritado libremente, sin censuras ni mordazas, las he analizado, me he atrevido a proponer soluciones y, además, he cumplido uno de mis mas viejos sueños haciéndolo y aún me quedan alas para seguir volando mientras me lo permita mi aliento y sepa que hay alguien ahí detrás.
Así que hoy quiero resarcirme proponiendo a mis lectores un ejercicio de fácil realización, que tal vez suavice la aflicción que ha sacudido nuestros corazones libertarios y que consiste, única y exclusivamente, en acudir a un solo pensamiento que haya puesto una nota de alegría en nuestras vidas, en este periodo angustioso que nos ha tocado sufrir.
Estoy segura que todos, si buscamos, encontraremos ese recuerdo capaz de arrancarnos una sonrisa, que nos deleitará
al rememorar ese instante, por corto que fuera, en el que perdimos la noción de la realidad para columpiarnos en la nube de algo hermoso y que una situación, un rostro, una mano sobre nuestros hombros o, simplemente, el silencio apetecido de un minuto de soledad, conseguirá la magia de hacernos evocar que la vida merece la pena.
Y mañana, cuando alcemos las copas entre amigos, cuando las tracas sonoras recorran las calles y los rincones de todos nuestros pueblos, donde quiera que estemos, cuando los fuegos de artificio esparzan su olor a pólvora por el aire y hasta perdamos la consciencia con su estética colorista y mágica, quizá estemos dispuestos a construir algo mejor, dejando atrás, como en una niebla envolvente de amnesia inducida, todo lo que los hombres fuimos capaces de hacernos los unos a los otros, para despertar los sentidos a un cierto regusto de belleza.
Vamos a pensar todos al unísono, que el año nuevo será mucho, pero que mucho mas feliz.

miércoles, 29 de diciembre de 2010

La oratoria de los necios

No parecen dolerle prendas a la Iglesia Católica, a la hora de hacer comentarios sobre temas de una vida que, en todos sus ámbitos les es ajena –dada su aparente falta de conexión con la realidad- pero que no pueden permitir que arruine sus dogmas, ni siquiera cuando, por mera evolución, se aparta de los derroteros marcados por los pastores de sus rebaños.
La última necedad salida de los labios de uno de sus altos cargos, cuyo nombre no merece siquiera mención, es una curiosa teoría que, según ellos, demuestra que la violencia de género es mucho más abundante entre aquellos que decidieron unirse sin pasar por el sacramento eclesiástico, sin aclarar si fue por descreimiento o por abominar de los costos múltiples que reporta que se santifique dicha unión.
Habla , en primer lugar, este necio interlocutor desde una postura de celibato que difícilmente puede permitir una visión próxima a la realidad de la vida en común y que, por otra parte, invita a una unión vitalicia a los que pasan por sus púlpitos, desdeñando toda posibilidad de arrepentimiento en los cónyuges, haya por medio o no, maltrato, sobre todo si este se produce por parte del hombre hacia la mujer, a la que ni siquiera permiten ejercer el sacerdocio, en una posición incomprensible de absoluto machismo.
Durante años, eso lo conocemos bien los mayores, han alentado a las señoras a las que dirigían espiritualmente, a soportar con paciencia los defectos y las numerosas infidelidades de sus maridos, con la excusa de que la debilidad carnal del macho de la manada, era proclive a hacerlos caer con mayor facilidad en el pecado de la lujuria y que el papel de la esposa, no era otro, que el de ser la balanza equilibradota de la vida familiar, siempre dispuesta a perdonar en una actitud de sufridora paciente, que para sí hubiera querido el santo Job, en según qué casos.
Eso sí, todo cambia cuando el tribunal de la Rota recibe una sustanciosa cantidad en alguno de los casos de nulidad que le llegan. Ahí tenemos, bien cerca, famosos a los que se ha dispensado de su palabra marital, con o sin maltrato por medio, y a veces, hasta sin móvil aparente que pudiera mover la muy cerrada razón de estos jueces de lo divino y de lo humano.
Si efectivamente, este y otros necios, hablaran desde una postura realmente cristiana, su primordial obligación sería poner toda su voluntad al servicio de las víctimas de la violencia de género, como víctimas que son, y desdeñar por absurdo, de qué manera fue constituida su pareja e incluso qué religión o ideología profesan, dada la urgencia de algunos casos en los que se teme, incluso, por la vida.
Pero de nuevo, la vanidad, el pavoneo y la imperiosa necesidad de atraer nuevos clientes, prima sobre las directrices de su primera doctrina y la falta de humanidad que demuestran estos oradores de sotana de alta costura, no hacen otra cosa que corroborar la poca importancia que tiene para ellos, cualquier `problema que escape a su necesidad de control y al ansia de poder que caracteriza a las altas esferas vaticanas.
Cójanos Dios confesados, si en algún momento de nuestras vidas hemos de depender de la ayuda de estos elementos lenguaraces e inoperantes, porque puede bien llegarnos la muerte aguardando en la puerta de una Iglesia, una caridad cristiana absolutamente desconocida para los que habitan en ella.


El cierre de la ira

CNN + abandona su emisión televisiva, por falta de audiencia, tras una interesante andadura en la que ha procurado, con seriedad, reflejar lo acaecido en una sociedad circundante, a la que, al final, parecen interesarle mucho mas otros temas de corte hortera, que lo que pudiera ofrecer esta cadena, nacida para cubrir, durante veinticuatro horas, un espacio exclusivamente de noticias.
Se quedan los espectadores de izquierdas, sin un referente al que acudir, ciertamente bastante partidista, en el que poder contemplar a sus ídolos periodísticos, enfrentarse de manera permanente con los profesionales procedentes de las ideologías conservadoras, en una defensa a ultranza de las posturas de los gobiernos supuestamente progresistas, y liderados por la indiscutible personalidad de Iñaki Gabilondo.
Nadie resta valor al maestro, ni quita mérito a la necesidad de tener un platillo en la balanza donde sopesar las opiniones de los llamados diarios liberales, frente a canales carpetovetónicos como VEO o Intereconomía, pero ,últimamente, la excesiva alabanza de unas decisiones gubernativas, claramente deleznables para los intereses de las clases trabajadoras, han terminado por cabrear al personal que acostumbraba a visitar a este medio, llevándolo sin duda, a la situación que ha determinado su cierre.
Pero ocurre, que literalmente, se echa de menos un periodismo independiente, sin cortapisas ni censuras partidistas, donde se relate la verdad, en toda la extensión de la palabra, porque las filiaciones políticas, con o sin carnét, se ven irremisiblemente sometidas a cuestiones disciplinares nada convenientes, cuando de información se trata y, casi siempre, se acaba cometiendo el gravísimo error de fanatizar las opiniones, sin el menor reconocimiento a ningún mérito del contrario, mientras se edulcoran los dardos envenenados de los propios, demostrando una ceguera profesional que anula toda posibilidad de ser libre.
Es mala la esclavitud, de la clase que sea, y mucho más la que te hace depender de tus propias palabras, porque es difícil después desdecirte de lo que quedó grabado o impreso y los demás, al tener memoria, se convierten en un recordatorio permanente de tus frases que, a veces, te acompañan durante toda la vida como si hubieran sido las únicas que pronunciaste a lo largo de los años.
No se puede negar, que nos quedamos un poco huérfanos de información con este cierre de la ira, pero si la lección es aprendida con inteligencia, tal vez, los errores no vuelvan a repetirse. Ahora, nos queda esperar que llegue a nosotros algo mas que las salidas de los famosos al supermercado y los elogios pintiparados que sus cadenas afines, por supuesto, seguirán dedicando al insulso Mariano Rajoy y su séquito, hasta su probable llegada al poder.


lunes, 27 de diciembre de 2010

La foto vaticana

Si Luís García Berlanga viviera, habría disfrutado de lo lindo con esta fotografía, hecha de cara a la Navidad, en la que se ve a Benedicto XVI protagonizando el hermoso gesto, de invitar a cenar a cincuenta pobres, el día de Nochebuena.
Esa idea ya la plasmó nuestro gran genio del cine, recientemente fallecido, cuando en 1961 rodó su obra maestra “Plácido”, que, en clave de humor, relataba la enorme hipocresía de la alta sociedad española cuando, tratando de paliar su aversión por los más desfavorecidos, invitaba a sus mansiones de lujo a un pobre de solemnidad, para festejar las fiestas navideñas.
Este gesto papal, en mayor escala, denota exactamente lo mismo que la película de don Luís, como si por azares del destino, una mano juguetona hubiera calcado la esencia del negro humor que caracterizaba al maestro, convirtiendo en realidad las durísimas escenas del film, sin otra repercusión posible, que la de obtener una imagen que demuestre la “enorme preocupación” que sienten los corazones clericales por las carencias de las clases deprimidas, eso sí, un solo día del año.
Naturalmente, la foto ha dado la vuelta al mundo, tal y como se esperaba, y la conciencia, supuestamente atormentada, del Estado mas rico del mundo, parece haberse tranquilizado, tras no haber hecho absolutamente nada por ayudar a los que han sufrido con dureza la crisis, a pesar de las innumerables posibilidades que posee este pedazo de tierra en el que habitan los descendientes directos de aquel que predicó, con su ejemplo, el abandono total de los bienes, para echarse a los caminos con el único tesoro de una túnica raída y unas sandalias de pescador.
Puede que el guiño del pontífice, primorosamente preparado por sus asesores, llegue a convencer a sus adeptos de la caridad que le mueve y sea capaz de hacer saltar la lágrima fácil de algún católico de pacotilla, que seguramente contemplará la escena con rendida admiración para su ídolo religioso, pero, a poco que se ponga a funcionar la inteligencia, resultará lógico llegar a la conclusión de que si sólo hubiera cincuenta pobres en el mundo, la labor cotidiana de todas las organizaciones humanitarias sobraría, sobre todo si sus penurias fueran exclusivamente el costo de la cena de un día, incluso aunque el menú se tratara de toda una larga carta de los alimentos mas caros de todos los lugares de la tierra.
Si Benedicto XVI quiere, en verdad, hacer un gesto válido por la humanidad, tendría yo la osadía de proponerle, que cambiara sus ricas vestiduras por un simple mono azul de trabajo y pasara una temporada, por ejemplo en Haití, realizando trabajo de campo, codo con codo, con los voluntarios que por allí se mueven desde que este pueblo fue azotado sin consideración por la tragedia. Esos si que son pobres de verdad. Esos si que son, efectivamente lugares y calles de enfermedad y miseria y, en sitios como ese, es donde está la labor que debe realizar quien predica el cristianismo y no bajo las bóvedas primorosamente pintadas por algún artista del renacimiento, en la comodidad de su Estado capitalista, que ni siquiera tiene la decencia de abrir una pequeña ventana por contemplar la desolación que padece el mundo y, mucho menos, ayudar a combatirla.
Y es igual en cuántos idiomas sea este señor capaz de felicitar la Navidad, en su mensaje Urbi et Orbe, porque las palabras se las acaba llevando el viento y sólo las obras, cuando están bien hechas, permanecen.


domingo, 26 de diciembre de 2010

Una gloriosa ausencia de noticias





Superada la primera parte de los excesos navideños, nos disponemos a afrontar una nueva semana de preparativos, para que la segunda acometida, que nos llevará de la mano al año nuevo, resulte, otra vez, un éxito culinario y un motivo para reunir a la familia, tan difícil de hacer coincidir, con esta vida ajetreada que cada uno llevamos en nuestros respectivos ámbitos.
Son estos días de calditos suaves y platos ligeros, con los que engañar a los pobres estómagos, hinchados sin consideración, de todo tipo de alimentos apetecibles, regados con una amplia gama de vinos y licores mezclados con diversos líquidos gaseosos y rematados con mazacotes dulces, bombones y golosinas de dudosa procedencia, que casi siempre acaban reclamando con urgencia, un antiácido que contrarreste los efectos nocivos de tan nutrido festín.
A diferencia, el panorama informativo anda bastante famélico, a causa del periodo vacacional, y únicamente nos espera a los gacetilleros como yo, esperar a después de Reyes, para que, una vez retomada la actividad, y habiendo engordado todos unos diez Kilos de media, la cosa se ponga un poco mas interesante y se pueda construir algún artículo con enjundia.
La crisis, afortunadamente, no ha afectado la capacidad de movimiento de los españoles y el ambiente de las calles de las ciudades es espectacular, no se sabe si con intención de consumir o no, salpicado por el alumbrado instalado para la ocasión y, en cierto modo, con un aire eufórico, antes de que llegue la temida cuesta de Enero, en la que volveremos a una realidad menos idealizada por la leyenda.
Alguna perla deja esta laxitud política, como la voluntad del presidente Zapatero de agotar la presente legislatura, sin que aclare en qué condiciones piensa hacerlo, ni qué maquiavélicas intenciones le rondan por la cabeza para acabar de fastidiarnos, pero la sola mención de su propósito, da un poco de canguelo, una vez comprobada la sarta de desaciertos con que se ha comportado meses atrás, pero la intriga será despejada en cuanto se reincorpore a su puesto en la Moncloa.
Ya que estamos en un inciso, habrá que echarle un poco de humor a lo que nos rodea y, en previsión de males mayores, disfrutar de cuanto podamos, comer con voracidad, por si llegan las vacas flacas, y pasar ampliamente de las impertinencias de la clase política, sin tolerar que también nos arruinen los pocos momentos en que nos es permitido no tener que soportar su presencia en los medios de comunicación, ni aguantar sus mutuos insultos de arrabaleras baratas, desde los escaños del Congreso, que pagamos nosotros, para mas INRI.
A ver si se van todos a Laponia a pasar las fiestas y se convierten en cómicas estatuas de hielo, sin posibilidad de descongelación, por lo menos hasta la primavera, porque está claro que vivimos mucho mejor sin ellos y, sobre todo, sin su calenturienta imaginación a la que no vendría mal, tampoco, un enfriamiento permanente que cauterizara la mala intención que con nosotros demuestran, sin la menor consideración.

jueves, 23 de diciembre de 2010

Treinta años son nada...

Las letras de los tangos, desgarradoras, trágicas, insolentes en sus textos arrabaleros de relaciones imposibles, guardan dentro de sí, títulos impagables que cualquier escritor de renombre hubiera, sin duda, deseado inventar para lanzar al mercado algún best seller, en algún momento de su vida.
Pero no solo las letras de los tangos han relatado dramas en el país en que nacieron. La historia de Argentina, en los últimos treinta años, ha superado con creces cualquier experiencia traumática que haya podido relatar su música, dejando tras de sí una estela de sufrimiento insuperable y un regusto amargo de impotencia, para los muchos afectados por los horrores practicados durante la dictadura, que se instaló en sus hogares en 1978, de la mano del general golpista Videla.
Del terror que produjo en la sociedad lo que estaba ocurriendo alrededor, sólo un grupo de mujeres de inusitada valentía, tuvo, desde el principio, conciencia plena y arrestos suficientes para plantar cara a los desatinos, sin otro armamento, que un pañuelo blanco sobre la cabeza y las fotos de sus hijos y nietos desaparecidos entre las manos, acudiendo desde entonces, todos los jueves a la Plaza de Mayo, en un gesto desesperado contra el olvido propuesto por los depredadores que detentaban el poder.
Estas mujeres, que han recorrido el mundo contando sus historias, buscando apoyos para la desesperación de su locura emocional, denunciando sin tregua la manera en que les fueron arrebatados, sin que nunca volvieran a saber nada de ellos, hasta treinta mil personas, cuyos nombres llegaron a hacer desaparecer de los registros civiles, como si nunca hubieran nacido, son ahora un grupo de ancianas –las que sobreviven- que ayer vieron culminado su deseo de justicia, cuando los tribunales condenaron al dictador a cadena perpetua, acabando con la inexplicable impunidad con que había escapado hasta ahora, a su dilatada culpabilidad en los asesinatos de la época en que usurpó el poder.
Entretanto, solamente una pequeña parte de los niños nacidos en las cárceles del terror y entregados fraudulentamente a familias adictas al régimen, han podido ser recuperados por sus combativas abuelas, aunque la mayor parte, permanece en destinos desconocidos, aunque se sigue intentando, mediante pruebas de ADN, demostrar su auténtica procedencia, para restituir, en parte, el dolor sufrido durante más de tres décadas por estos familiares, que no se rinden.
La emoción de saber que, al menos, el causante primero de este sufrimiento, pasará el resto de su vida en prisión, no devuelve a los muertos, pero ayuda a volver a creer en que existe la justicia y es castigo ejemplar para quienes pudieran albergar, en un futuro, la tentación de repetir episodios como este, amparados en que nunca antes ningún dictador hubo de rendir cuentas de sus tropelías, ante una sociedad diezmada por sus atropellos inexcusables.
En algún otro rincón del mundo, donde quiera que esté, también el Juez Garzón, que tanto se ha implicado en esta causa, habrá esbozado la sonrisa del deber cumplido. Y seguro que las ya abuelas de la Plaza de Mayo, asimismo, habrán recordado su nombre, junto a otros muchos, que perpetuamente las apoyaron en su reivindicación de justicia. El Papa no. Inexplicablemente, el Vaticano siempre se negó a recibirlas.

miércoles, 22 de diciembre de 2010

Apoyar alas minorías




He de confesar, que me irrita sobremanera leer en la prensa los resultados de las encuestas, sobre la intención de voto de los españoles, que parecen haber asumido sin rechistar que en este país, sólo existen dos partidos políticos y que cuando uno falla en las expectativas que de el se esperaban, la solución a todos los males pasa, necesariamente, por votar al otro.
Es como si una niebla espesa ocultara de forma permanente el amplio arco político que poseemos y, de no ser por vascos y catalanes, con sus partidos nacionalistas, de ser preguntados, daríamos por inexistentes a las formaciones minoritarias, a las que nunca damos oportunidad por culpa del maldito voto útil.
Pero hay algo que siempre escapó a mis cortas entendederas y es el hecho de cómo un votante de izquierdas, que se supone que al acudir a las urnas, lo hace movido por una determinada ideología, puede, en los siguientes comicios, dar un giro de ciento ochenta grados a sus creencias y otorgar su confianza a una formación de derechas, sin conflicto alguno entre sus hechos y su filosofía de vida.
Curiosamente, jamás se da el caso contrario, y los votantes conservadores, llueva o ventee, permanecen inamovibles en su posición, por muy mal que hayan ido las cosas e independientemente del candidato que les represente, pues llevan escrito a sangre y fuego su sentido del patriotismo y su supuesta españolidad, que jamás les permitiría hacer concesiones a cualquier pensamiento que les apartara de su marcado camino.
A unos y a otros, quisiera recordar que hay un amplio abanico ideológico, que apenas se escucha en el parlamento, ni en los medios de comunicación, dada su escasa representación real, que tal vez merecerían un poco de confianza en sus perspectivas de hacerse con el poder, aunque sólo fuera por comprobar qué tal se vive bajo el mandato de otros, que no fueran los ya manidos rostros socialistas y populares, con sus terriblemente desgastados discursos de populismo barato y demagogia sin límites.
Al menos, mereceríamos los ciudadanos la oportunidad de escuchar a los grupos minoritarios e incluso, acaso, podríamos otorgarles un poco de nuestra confianza para bajar de sus pedestales a todos estos que se creen en posesión de la verdad y el poder, de forma permanente.
Sería un gustazo acabar con un sistema rotatorio, en ambos casos de muy mal recuerdo, y abrir ventanas para que entre aire fresco y renovado en nuestras vidas, sin tener que soportar, de nuevo, las mentiras permanentes, los reiterados insultos mutuos y la gran estafa de quienes tan crecidos se hallan, en su cómoda posición que les permite llegar una y otra vez arriba, sin haber hecho nada por merecerlo.
Esto se llama dar un vuelco. Y casi siempre, un revulsivo que agite las serenas aguas del pancismo, obligando a dar un paso atrás a los que, continuamente, pecan de orgullo y altanería, viene estupendamente para dejar claro que nadie ocupa cargos vitalicios en una democracia y que quien los ocupa, debe ganarlos día a día, por supuesto respetando la opinión popular, que no es otra cosa, que la encargada de dar un sitio en el hemiciclo, sólo a quien de verdad sea digno de ello.



martes, 21 de diciembre de 2010

Reclusión forzosa

Con la nariz pegada al cristal, veo caer una impresionante tromba de agua que anula la idea inicial de salir, ante la imposibilidad física de no acabar calada hasta los huesos, en esta húmeda entrada de invierno que ya preludia la Navidad.
El pensamiento se traslada automáticamente a poblaciones como Écija, que han resultado ya anegadas en días anteriores y a las familias que se han visto, de repente, en la calle, a consecuencia del temporal, sin que nadie asuma su responsabilidad en estos hechos, como si los permisos municipales para construir en zonas inundables correspondieran por sorteo, o los diques de contención de aguas, fueran competencia de las familias y no de los Ayuntamientos o del Estado, según lo establezcan las leyes.
Claro que con esto de la crisis, las arcas municipales andan llenas de telarañas, tampoco se sabe a ciencia cierta a causa de qué antiguos dispendios, y las obras fundamentales se encuentran retrasadas mientras los fondos cedidos para tal fin, suelen ser reiterativamente empleados en levantar y cubrir zonas determinadas de los pueblos, cuando no es en viajes o comidas de los señores ediles, muy necesarias para estudiar ,in situ, qué cosas conviene afrontar y cuáles no, para no perder ripio en los próximos comicios municipales.
Que la vecindad adolezca de seguridad ante los desastres naturales carece de importancia, si entre los afectados no se encuentra ningún cargo del consistorio, porque, a fin de cuentas, lo normal es que estas historias siempre ocurran a los más desfavorecidos y son precisamente estos, los que generan menos impuestos, en relación con otros de mayor poder adquisitivo.
Mientras tanto, algún descerebrado sin mucha idea de arte, ha robado y vendido una escultura de Chillida, al peso, a un chatarrero que tampoco debía ser un pozo de conocimientos, por la ridícula cantidad de treinta euros, sin que ni uno ni otro dieran importancia al hecho de almacenar la obra entre los hierros retorcidos que se agrupaban a la intemperie de algún solar desvencijado y mugriento. No se sabe qué habrán hecho con el resto de lo robado, pinturas de varios autores de renombre mundial, pero, a lo peor, aparecen cualquier día decorando las paredes de algún Club de carretera, que haya tenido la deferencia de adquirir el lote completo a precio de saldo.
Si no amaina pronto el temporal, el meteorológico, aunque también el político, puede que no nos quede otro recurso que poner la imaginación a funcionar, en la reclusión forzosa de nuestros respectivos aposentos. Y puede que eso no convenga demasiado a los mandatarios que gobiernan nuestra gris existencia, no vaya a ser que se nos ocurra una idea luminosa, de las que cambian el curso del mundo y los mandemos a hacer puñetas, acompañados de toda su cohorte de babosos intrigantes, retomando el digno lugar que nos corresponde en este loco devenir de altibajos anímicos. Así que a ver si hacen algo porque empiece a lucir el sol y podamos, al menos, pasear por nuestras calles y plazas en las próximas vacaciones, que, además, es gratis.








lunes, 20 de diciembre de 2010

Adivina, adivinanza...

Debería implantarse, como asignatura obligatoria en las escuelas, una que bien podría llamarse, “Interpretación del lenguaje político”, y que resultaría de gran utilidad a los pobres usuarios que han de enfrentarse a diario, con el enrevesado discurso de los que se suben a la palestra, proclamándose a sí mismos como representantes del pueblo, aunque jamás utilizan el idioma que solemos manejar, o bien, se dedican a tergiversarlo, hasta conseguir que no entendamos nada de lo que en sus peroratas nos cuentan.
Los que peinamos una que otra cana, con frecuencia, dudamos de las intenciones de este tipo de interlocutores, pues el grado que da la experiencia, demuestra que la mayoría de las veces, bajo las frases bien construidas y los buenos auspicios que, para auto bombo , reclaman los unos y los otros, se esconden mensajes subliminales que suelen acabar derivando en sorpresivos decretos, dictados por imposición, y que, curiosamente, casi siempre resultan contrarios a nuestro interés, aunque- eso sí- dulcificados con la excusa recurrente de la necesidad perentoria.
Es por eso, que conviene afinar el oído y poner a trabajar hasta la última neurona activa de nuestro cerebro, no sólo para descifrar la verborrea del orador de turno, sino también para procurar que no escape a nuestra inteligencia, cuánto quiso en verdad decir mientras, entre sonrisas, mostraba su pretendida inocencia, de cara a la galería, cuando en realidad, nos iba apuñalando por la espalda, a ser posible, sin que notáramos enseguida los efectos del frío acero al hundirse en nuestras castigadas costillas.
Valga un ejemplo. Merece un premio quien sea capaz de aclarar con toda nitidez, las declaraciones que hoy ha dejado caer el ministro de trabajo sobre la ley de pensiones y la edad de jubilación, que tanto interesa al público en general, pero que tan sabiamente ha conseguido convertir en un enrevesado jeroglífico de imposible traducción, si no se maneja con soltura, la jerga inmunda con que tratan de confundirnos, estos que aún creen hablar para un país, con un índice de analfabetismo cercano al que padecíamos en los años cuarenta.
Ahora resulta, que lo que en principio había suscitado recelos por doquier, movido a nuestros acomodados sindicatos a salir a las calles, cabreado a los trabajadores agotando su ilimitada paciencia y encendido los ánimos de manera furibunda, no es más que un dulce caramelito, que una vez tragado, permite a cada cuál, según su esfuerzo, profesión, o vida laboral, jubilarse cuando le de la real gana, cobrando la máxima pensión, y , ha faltado decir, darse a una vida opípara, gracias al buen hacer de este equipo económico, que tan buenos resultados está dando, como hemos podido comprobar en los últimos tiempos.
Qué habrá detrás de este discurso, es una incógnita de carácter absoluto, pero, permítanme, poner en juego mi capacidad de indagar para rebuscar en la trastienda y, seguramente, muy pronto aflorarán, como salidas de la nada, una serie de cláusulas que todo el mundo olvidó prudentemente mencionar y que, de cierto, habrán de mostrar en su cruda realidad, la verdad de esta historia, con sus flecos, su intríngulis y las puñeteras exigencias que la madre Europa quiera añadir al empalagoso dulce que hoy se nos vende a precio de saldo.
Así que me permito recomendar a los miembros de la Real Academia de la Lengua Española, que se afanen en editar a la mayor brevedad, un volumen capaz de hacernos discernir aquello que nos ocultan, en sus arengas, nuestros amigos políticos, que tanto han demostrado querernos en los tiempos que corren y, a ser posible, que los reprendan con una severa regañina, e incluso que los castiguen al rincón de los díscolos, por su reiterada manía de alborotar la clase con cuentos que ya no se creen, ni los enanos de la guardería.

domingo, 19 de diciembre de 2010

Cuento de Navidad

Hace años que adquirí la costumbre de felicitar las Navidades a mis amigos, escribiendo un Cuento de Navidad. Me pareció una alternativa diferente a la clásica postal, que todo el mundo guarda en los cajones, y lo más cercano a lo que mejor sé hacer, como muestra de cariño hacia los que considero queridos.
Este año, la nómina de personas que se han aproximado a mi círculo, ha aumentado considerablemente, desde que se me ocurrió abrir esta ventana, por la que lanzo mis opiniones al mundo y que me devuelve unas estadísticas inesperadas para la humildad de mis pretensiones.
Así que he decidido compartir también mi cuento con vosotros, sugerentes desconocidos, que me hacéis el favor de dedicar parte de vuestro tiempo a leer lo que escribo, que parece que os interesa, y que me seguís, a veces, desde sitios a los que nunca hubiera soñado llegar.
Muchas gracias por vuestra perseverancia y paciencia. Felices fiestas para todos, donde quiera que estéis.

Una pandemia misteriosa

En un viejo desván, Sara, que había cumplido treinta años en el 2045, dio por casualidad, con un amarillento y desvencijado manuscrito cubierto de polvo, que llamó su curiosidad de manera inmediata. Su contenido eran una serie de artículos, cada cuál con un título diferente, que parecían datar de un mismo tiempo, el 2010, para más señas.
Enseguida sintió una especie de magnetismo que la atrajo a hojear, por encima, la temática variopinta de la que parecía constar su hallazgo y, después de ponerse en contacto con su madre, fue informada de que el asunto no era otro, que uno más de los múltiples intentos de su abuela por encauzar la necesidad de escribir, que la había acompañado durante toda su vida.
Aquellas páginas impresas, habían sido, en origen, un ya anticuado blog de noticias diarias, de índole personal y colectiva, que había sido lanzado al mundo, sin cortapisas, pacientemente elaborado y cuidadosamente seleccionado en su temática, cuando aquella antigualla de Internet, era tecnología puntera en todos los hogares del planeta.
Sara inició con avidez su lectura, sentada en un rincón bajo la ventana de su cuarto, en la misma postura en la que solía colocarse su abuela cuando en la adolescencia iniciaba una vocación literaria narrando el tortuoso mundo amoroso de su adolescencia, o componiendo versos de clara influencia Becqueriana, sin permitir que nada ni nadie la distrajera de su ensimismamiento, hasta que la abandonaban las musas.
Enseguida llegó a la conclusión de que el año 2010 había sido un año difícil y aunque reconoció personajes estudiados en los libros de historia, la perspectiva desde la que estaban escritos los artículos, en muchas ocasiones, difería notablemente de las respuestas que había de dar en sus exámenes, si quería conseguir una nota que no manchara su brillante expediente.
Pero, en conjunto, la satisfacción de conocer de primera mano, una actualidad tan lejana y el vínculo familiar que pululaba por la habitación como un polvo mágico y envolvente, subyugó su intelecto y. por qué no decirlo, le robó el corazón causándole una indescriptible emoción que la mantuvo quieta durante una gran parte del día, absorta en una visión del pasado, que nada tenía que ver con la sosegada actualidad de que se disfrutaba, en el momento que le había tocado vivir.
Así transcurrieron las horas, en una deseada soledad, tan común a cualquier labor de investigación, y que a veces la hacían releer con asombro descripciones que ahora resultaban impensables, o hechos supuestamente probados, que de ninguna manera habrían sido tolerados por las personas que formaban parte de su generación.
Todo el año descrito en aquellas hojas macilentas, fue almacenándose en su retina, en una serie de imágenes inventadas, que adquirieron la dimensión de un realismo arrebatador, pasando instantáneamente del hondo sufrimiento a la alegría, nadando a la vez, sobre las tortuosas olas de un océano, como en la calma chicha de un mar de felicidad, si el artículo que leía trataba temas íntimos o de un humor sarcástico que definía situaciones, efectivamente jocosas.
Devorada por el ansia, apenas quedaban ya entre sus manos, seis o siete hojas del libreto, cuando descubrió el título con que había sido encabezado el artículo del día de nochebuena, y cuando concluyó, las piezas del rompecabezas que había estado manejando sin saberlo, encajaron como movidas por un resorte escondido en el fondo de uno de esos mecanismos secretos, que abren puertas ocultas en las mansiones tocadas por las leyendas de fantasmas nocturnos, que se pasean por sus pasillos sin poder alcanzar la paz de su retiro eterno.
Decía así:

Una pandemia misteriosa

Ayer, todos nos despertamos atacados por un virus de carácter desconocido, que afectó inexplicablemente a nuestros comportamientos naturales, en lo que parece ser una pandemia de carácter mundial, sin que, por el momento, los científicos hayan encontrado una fórmula para hacernos regresar a nuestra pasada realidad, ni conseguido paliar los efectos que, sobre nosotros, ha originado esta extraña experiencia.
Parece que los primeros síntomas tuvieron lugar en Asia, donde, al unísono, los millones de trabajadores que se hacinaban en las fábricas, en eternas jornadas laborales, pagadas con míseros salarios de hambre, se rebelaron contra las mafias que los dirigían, haciéndose con las empresas, en un alarde inusitado de osadía que, inmediatamente, acabó con su esclavitud, a la vista de la imposibilidad de reprimir a las nutridas masas que protagonizaron el suceso.
Mientras, los campesinos hispanoamericanos, tomaron por asalto las fértiles tierras de los magnates ,e hicieron valer sus derechos de posesión, basados en la antigüedad étnica que los avalaba como dueños, y recluyeron a los hacendados en sendos aposentos, bajo la estrecha vigilancia de nutridos grupos de indígenas, hasta que no les quedó otro remedio que aceptar una rendición incondicional a las reivindicaciones usurpadas durante tanto tiempo.
Todos los habitantes de los países considerados como integrantes del primer mundo, ocuparon desde primeras horas de la mañana las sedes bancarias más cercanas a sus domicilios, retirando los fondos celosamente guardados y administrados por los usureros del siglo XXI y paralizaron el movimiento de todas las Bolsas, en las que ya las caídas de las economías, habían empezado a manifestarse, en cuanto las noticias saltaron a los medios de comunicación del planeta
Árabes y africanos, parecieron despertar de su reiterada ignorancia y en cuanto descubrieron la tiranía a la que habían estado sometidos durante toda la vida, se instalaron cómodamente en palacios y emiratos, dándose con felicidad al goce, hasta ahora desconocido, de cuántos placeres disfrutaban sus gobernantes, estableciendo un reparto, más que justo, de las incontables riquezas que guardaban los inexpugnables muros de las fortalezas en las habitaban sus verdugos, ciegos a la miseria y desolación de sus súbditos.
Los esfuerzos de los poderosos, resultaron inútiles ante la superioridad numérica de los afectados por lo que ellos consideraron, un ataque bacteriológico de corte revolucionario, expandido simultáneamente por todos los rincones de la tierra y que, claramente, hería de muerte un sistema que, hasta ahora había puesto en sus manos las riendas del Universo y acababa, para los pobres, con la grave crisis que nos ha afectado sistemáticamente durante tanto tiempo.
Pero, ataque o no, nunca lo sabremos, el levantamiento sorpresivo de las masas, en acciones no programadas con anterioridad, pero efectivas en todos los ángulos, estaba dando resultados y aquella denostada justicia, en la que ya tan pocos confiábamos, por fin estaba colocando a cada cuál en su lugar.
Nadie acudió a su puesto de trabajo, por lo que, por un día, el mundo quedó suspendido en una atmósfera que no generó beneficios y todos los asalariados lanzaron una sonora carcajada que recorrió los cielos, tiñéndolos de un color libertario.
Y aunque cayó la noche, que suele traer intrínsecas intrigas solapadas, en su absoluta oscuridad, ya nada volverá a ser lo mismo. Por fin, el hombre ha despertado de su amnesia inducida y es el dueño de sí mismo, habiendo vencido por goleada a los depredadores de su propia especie.
Esta mañana, aún con la resaca de todo lo vivido, instalada en nuestras mentes renovadas por esta entrada de aire fresco en la tristeza de nuestra vida anterior, hemos caído en la cuenta de que es Nochebuena y que, por vez primera, hemos convertido en realidad aquello que definían en los libros como “El espíritu de la Navidad. Y, sin mirar atrás, afrontamos una nueva era que, ojala, no vuelva a conducirnos a situaciones similares a las que, hasta ayer, gobernaban nuestros actos .Lo mejor, es que ni siquiera ha habido víctimas y que los únicos perjudicados por esta pandemia misteriosa, ya adolecían de una enfermedad difícilmente curable: la ambición.

Paca Álvarez
24/12/2010



Que el próximo tiempo que nos aguarda, sea mejor y más igualitario para toda la humanidad. Felices fiestas.

jueves, 16 de diciembre de 2010

Un momento de ira

Era cuestión de tiempo que algo así pasara. No todos somos capaces de actuar con resignación cuando el destino se nos tuerce y acaba por ahogarnos la desesperación de no encontrar ningún camino que nos lleve a una salida digna, para nosotros mismos, y para quienes de nuestro trabajo, dependen.
Era cuestión de tiempo que la estabilidad mental de muchos españoles se acabara quebrando y que las consecuencias de esta enfermedad, aparentemente eterna, para los que han recorrido un largo camino de frustración, en una búsqueda infructuosa de un medio para salir adelante, terminara produciendo actos de consecuencias irremediables, como los acontecidos ayer en Olot, sin que se tenga la seguridad de que hechos como este, no vayan a repetirse en los próximamente.
Tanto tensar la cuerda, tanto despreciar el elemento trágico que conlleva a cada casa el prolongado desempleo, la desesperanza que produce acudir sin resultados, una vez y otra, a las oficinas del INEM, tanto abusar del peligroso juego de desheredar del único tesoro que poseen, su trabajo, a las personas de bien, negándoles sistemáticamente las deudas antes adquiridas con ellas, cerrarse en banda a las ayudas solicitadas, privarlas de su sitio habitual de residencia, por una falta evidente de medios para hacer frente a la usura de las hipotecas vitalicias, había de reventar por algún sitio y Pere P., seguramente vio caer la gota que hizo rebosar el vaso de su paciencia y también de una estabilidad emocional, que resolvió a tiros contra quienes consideraba inductores de su particular calvario.
Su imagen en las portadas de todos los periódicos, es un aviso desgarrador de que la impotencia puede llegar a ser tan peligrosa, como para llevarla a una violencia extrema, que después de cobrarse cuatro vidas humanas, hacen exclamar a un hombre la frase: “Yo ya estoy satisfecho”.
Hiela la sangre el sólo pensamiento de que la historia de Pere P., no es ahora un caso aislado de degeneración de un sistema incapaz de resolver la vida de un gran número de habitantes de nuestro país y que la supuesta enajenación que sacudió su espíritu, hasta llevarlo a la consumación de estos hechos, quizá, podría ocurrirnos mañana a cualquiera de nosotros.
Es por ello, que a los politicastros que manejan nuestras vidas, sin detenerse en un análisis profundo de las tragedias personales que acarrea su ineficacia, habría que hacerles ver con prontitud, este reflejo esperpéntico de nuestra sociedad, que camina con paso rápido hacia actitudes que, de otro modo, nos parecerían monstruosas y decirles, que está en sus manos abandonar su reiterativa preocupación por las cifras macroeconómicas, que no son otra cosa, que una reunión, a gran escala, de pequeñas economías familiares como la de este presunto asesino, que no creyó ver otra posibilidad para la resolución de sus múltiples problemas.
Ahora, seguramente, la señora Justicia, ciega como dicen que es, dejará caer todo el peso de la ley, de manera ejemplarizante, sobre este desgraciado caso, sin detenerse a calcular si su anterior aplicación, en las reivindicaciones de este pobre hombre, hubiera ,tal vez, evitado el desenlace que hoy se maneja en las páginas de sucesos.
No se sabe aún, cuántos ramalazos de locura producirá esta crisis, ni hasta cuándo seremos capaces de mantener la serenidad necesaria para soportar las vicisitudes que nos están trayendo a la puerta los devaneos descarados que con los dueños del capital, se traen nuestros políticos, ni si tendremos las agallas necesarias para mantener la cordura mucho más.
Ni siquiera podemos, llegados a este punto, conocer qué nuevas tropelías se cometerán contra nosotros al día siguiente a la publicación de este artículo, que hoy escribimos con el corazón roto por todos aquellos que no serán capaces de canalizar su ira.



miércoles, 15 de diciembre de 2010

Un empobrecimiento paulatino



A todas las penurias económicas que ya teníamos, como consecuencia de esta interminable crisis, habremos de añadir, a partir de Enero, una importante subida en el recibo de la luz, que parece que rozará el diez por ciento, y que ,en parte, se invertirá en remendar la problemática del carbón, que, por lo visto, acabaremos pagando los de siempre.
No sé qué idea tendrán nuestros políticos de nutridos bolsillos, por lo general, del poder adquisitivo que disfrutamos los pocos españolitos de a pie, que aún tenemos la suerte de conservar un jodido puesto de trabajo, pero da la impresión de que nuestros sesudos representantes deben creer, que los sueldos que tanto trabajo nos cuesta conseguir, consisten en una especie de goma de mascar, capaz de estirarse hasta el infinito, y del que se puede disponer cada vez que a uno de ellos, le asalta la idea prodigiosa de añadir un nuevo gravamen a cualquier producto de estricta necesidad, como si nuestra sociedad disfrutara de un periodo de bonanza que le permitiera, sin desdoro, todos los dispendios.
No quiero ni pensar en la situación en que quedarán ahora, esas familias, cuyos miembros engrosan las nutridas listas del INEM, si han de añadir al hambre que ya padecen, el frío que habrán de sufrir este crudo invierno, ya que en sus delicadísimas circunstancias, no van a poder permitirse, ni tan siquiera, encender una triste estufa con la que calentarse, dado que las nuevas tasas serán, para ellos, del todo inadmisibles.
Esta ceguera institucional, que se acompaña de una sordera que no oye el grito desgarrador de un pueblo, que ve como se aproxima a un empobrecimiento similar a la hambruna de los años cuarenta, se acompaña además, de un lenguaje ininteligible para el grueso de la población que contempla atónita cómo todas las soluciones propuestas, augura un futuro desesperanzador y un alejamiento, aún mayor, de los que ya no representan a nadie, ni a nada, que no sean sus propios intereses de permanencia en el poder.
Y es normal, que en contextos como este, la desesperación de los más afectados vaya degenerando en actitudes de violencia, que hasta resultan excusables, si se desmenuza la dificultad con que han de afrontar el día a día, estos desheredados por el derrumbe del ladrillo y por la ambición desmesurada de los usureros que regentan la Banca.
Al menos, uno espera la ayuda de aquellos que subidos a una tribuna pública, a simple vista, le parecieron personas como el, de aquellos en los que, en un momento determinado, depositó su confianza, creyendo de buena fe que representarían sus intereses de clase ante los posibles atentados que pudieran mermarlos, hasta colocarlos en bretes como los que, actualmente, se ven obligados a soportar, pero la espera se hace interminable y el mensaje que a uno de viene a mente es meridianamente claro: para la próxima vez, no cuenten con nosotros, porque, seguramente, ya seremos mendigos y no seremos dignos siquiera, de ser empadronados en ninguno de sus censos.






martes, 14 de diciembre de 2010

Verdades a medias

Las explicaciones ofrecidas sobre la pasada huelga de controladores, y los factores que rodearon las vicisitudes vividas por miles de viajeros en esos días, las ofrezca quien las ofrezca, parecen insuficientes y da la sensación de que todos guardaran información en la manga, con la intención de dulcificar una cruda verdad, que podría muy bien haber desembocado en una catástrofe de dimensiones astronómicas.
Tampoco parece que nadie se interese en exceso por hacer comprobaciones de cómo se organizó el paro ni de qué otros sectores hubieran estado dispuestos a secundarlo, de haber triunfado en sus pretensiones esta élite de altos vuelos, que ha aprendido concienzudamente, y con aplicación, los métodos utilizados por una clase trabajadora tradicional, cuando no le ha quedado otro remedio para reclamar sus derechos.
Está claro, que una puesta en escena de tal envergadura, siempre tiene detrás un nutrido grupo de organizadores, que se encargan de ordenar las secuencias, estudiar el terreno y proponer el momento oportuno para pasar a la acción, en la esperanza de obtener unos resultados óptimos y siempre jugando con el factor sorpresa, que suele ayudar bastante en estos casos.
No me explico por qué el gobierno, y en este caso, los ministros implicados en este tortuoso asunto, ni siquiera han entrado en las polémicas reuniones que los líderes de los controladores mantuvieron, unos días antes de la huelga, con dirigentes del Partido Popular, ni se han detenido celosamente en averiguar qué se discutió en esos encuentros, sospechosamente cercanos al desastre, ni si tras esas conversaciones existía una trama política que aunaba esperanzas para, si la situación se hacía insostenible, exigir una pronta dimisión del Presidente Zapatero, probablemente seguidos por los pilotos, e incluso, más tarde, por los transportistas de carreteras, lo cual hubiera provocado una paralización total del país.
Algo similar pasó ya en Chile en el año 1973. Todos sabemos cómo acabó el entonces presidente Allende y sería inútil ahondar ahora en los detalles de una historia archiconocida, cuyos desastroso resultados aún colean en los tribunales, defendidos por personas honradas, como el oportunamente defenestrado Juez Garzón.
Tal vez este inexplicable silencio, conlleva el precio de un apoyo a la propuesta de prolongación del Estado de Alarma que el gobierno tiene en mente proponer a votación, en el Congreso, en previsión de que algo similar a lo ocurrido semanas atrás, pudiera repetirse en Navidad, privando de su libertad de movimiento a las muchas familias que aprovechan estas fechas para volver a reunirse, si viven habitualmente separadas.
La pregunta es qué pasará después. Porque si se ha de dar una militarización permanente, para que el control aéreo de la nación funcione con la normalidad deseada, mal pintan las cosas para nuestros mandatarios y otro gravísimo problema viene a sumarse a la ya larga lista de desatinos que se vienen sucediendo desde que comenzara esta maldita crisis.
Y si, como resulta previsible, en el momento en que se levante el estado de alarma, los controladores vuelven a retomar el camino iniciado, propiciando a través de subterfugios inadmisibles, otro caos en nuestros cielos ¿tendrá el señor Rubalcaba nuevos argumentos con que mitigar sus acciones, si ahora no ha arrancado, de raíz y con todas sus consecuencias, el cáncer de la ambición por la que se mueven quienes urdieron el primer intento?
Excuso decir que este territorio, tan zarandeado por tantas desgracias, tiene un único y exclusivo dueño: el pueblo soberano.
No es como ellos se piensan, un feudo del Partido Popular, ni de ningún otro partido político, ni de los controladores aéreos o terrestres, ni de ningún otro colectivo que en cualquier momento quiera erigirse como salvador de la patria. Es hora de que quede muy claro este concepto porque el último salvamento al que fuimos sometidos, nos costó una dictadura de cuarenta años y un retraso intelectual del que aún arrastramos secuelas, como es fácil comprobar, al oír el discurso manido al que se agarran aquellos que elegimos para que nos representaran, cosa de la que nunca nos arrepentiremos bastante.

lunes, 13 de diciembre de 2010

Lo que nunca muere

El pasado fin de semana, tuve la suerte de poder reunirme, después de mucho tiempo, con un grupo de amigos de eterno recuerdo, ya que aún poniendo a funcionar a tope la memoria, tendría que hacer infinidad de juegos malabares, para poder establecer desde cuando se anclaron a mi vida, para permanecer en ella hasta el día de hoy.
Sí recuerdo, la desbordante juventud que iluminaba nuestros rostros en aquellos primeros encuentros, la risa fácil y desbordante con que inundábamos las calles a nuestro paso, los amores incipientes, exagerados en todas sus dimensiones, a causa de la edad, y los secretos confiados a media voz, mientras éramos apenas lanzados al mundo, como todos, sin habernos desprendido todavía, de la venda que impide ver la oscuridad que lo envuelve a medida que transcurren las épocas que te asaltan después.
A pesar de no ser nada especial, aquel grupo alocado de gentecilla un poco atrevida, que pululaba por ambientes casi siempre festivos, como no podía ser de otra manera, dada nuestra inexperiencia, comprobaría más tarde que había sido tocado por la fortuna de transformarse en gente buena, de esa que sobrevive con valor a las vicisitudes que le depara el futuro, y cuyos ojos, ya en la madurez, son capaces de conservar el reflejo de la sorpresa y la ilusión.
Aquellas relaciones amorosas, iniciadas entonces, acabaron cuajando en casi la totalidad de los casos. Las vocaciones, se hicieron posibles a través del trabajo, y todos fuimos agraciados con el premio de crear familias, cuyos hijos, podemos presumir de haber educado y querido hasta verlos convertidos en una nueva generación poderosa y pujante.
Miraba yo las caras de mis compañeros de mesa, en la certeza de cada uno de ellos encerraba muy dentro un espacio que no le permitía olvidarse de que me conocieron y una pequeña campana que, de vez en cuando, tintineaba en sus oídos susurrando mi nombre para sumarlo a la lista de llamadas imprescindibles que se suelen hacer en ocasiones como estas.
Y por mi parte, reconozco, que entre los que me rodeaban en ese preciso instante, reconocía sin dudarlo, a una gran familia afectiva a la que no paraba de acariciar y besar, con ese sentimiento de amor desinteresado que sale directamente del alma, en una necesidad urgente de dar y recibir el calor de los que resultan necesarios en la andadura de la vida.
Es tal la magia que rodea estos minutos irrepetibles, cercanos a lo que debe ser la felicidad, que ni siquiera se repara en los cambios físicos experimentados en el transcurso de los últimos cuarenta años, y te parece
estar aún sentada con las mismas personas, en unos escalones de cualquier parque, sin medios económicos para permitirte un refrigerio, o incluso dejándote robar algún beso mientras te sonroja la espontánea salida de la infancia que te asalta sin avisar.
Son estos, los amigos de siempre, los que se llevan tatuados a fuego en el interior con esa tinta indeleble, que no se desdibuja con las desdichas que te rozan, ni se pierden en los anales del recuerdo como sombras vagas que ahora dudas de haber conocido alguna vez.
A ellos, que no son otra cosa que un pedazo inseparable de mi vida, quisiera hoy convertir en noticia y lanzar su imagen maravillosa a las ventanas abiertas de los que siguen mis escritos, como un ejemplo de lo que no debiera desaparecer en este mundo del que hablamos a diario, con cierto pesimismo.
Volver a verlos, besarlos, oírlos, contar viejas historias que ahora suenan remotas, anticuadas e increíbles, sigue siendo el mayor tesoro que poseo en esta trayectoria inestable que caracteriza mi indomable rebeldía.
Son, un valor seguro, en este inhóspito mundo que habitamos y un remanso de paz en las agitadas aguas que rodean esta absurda modernidad que nos amenaza. Son, deben ser, eso que nunca muere.

domingo, 12 de diciembre de 2010

El precio de la gloria

La larga y nefasta sombra del dopaje, ennegrece bajo sus alas las historias de muchos atletas, en su ambición por rozar el cielo desde el podium, utilizando para ello métodos nada recomendables para su propia salud física o psicológica.
Algunos valientes, se han atrevido a ponerse delante de los medios de comunicación para contar sus historias o las de sus compañeros, desatando las iras del entorno elitista que les rodeaba, negando la evidencia de que cuanto narraban era cierto y que, aún debajo de su sinceridad, se movía un submundo paralelo, la mayor parte de las veces, controlado por médicos, terapeutas y cargos relacionados con un deporte, que poco tiene que ver con el esfuerzo individual y colectivo, y mucho con los beneficios que generan, en poco tiempo, los atletas que alcanzan la categoría máxima, en alguna de las disciplinas.
Todos recordamos, por ejemplo, la experiencia referida por Pedro García Aguado, campeón de waterpolo, en la que reconocía su adicción a las drogas, de las que después tuvo la valentía de salir, corriendo mejor suerte que su compañero Jesús Rollán, que murió a causa de ellas en extrañas circunstancias, no se sabe si por accidente o por propia decisión.
Es fácil reclutar jóvenes y prometerles que cumplirán todos sus sueños. Es, relativamente sencillo, si les acompañan ciertas cualidades, retirarlos del mundo, hacerles ingresar en centros destinados a los llamados deportistas de élite, comenzar a entrenarlos y ofrecerles, a temprana edad y alejados de sus familias, un montante económico cuantioso, que la mayoría no sabe cómo administrar, cayendo en tentaciones nada deseables.
Lo importante para federaciones y atletas, no es otra cosa, que conseguir un máximo rendimiento en las competiciones a las que acuden y, aunque nadie se atreva a decirlo, nada importan los medios utilizados para este fin, ni los juguetes rotos que sea preciso crear, si los resultados son los apetecibles.
De todos es sabido, que en estos centros de élite circulan todo tipo de sustancias, que el crecimiento de la masa muscular de los atletas puede ser, literalmente, acelerado, si las circunstancias lo requieren, parado, como en el caso de las niñas de la gimnasia rítmica, adecuadamente regulado, si su especialidad necesita adecuarse a un determinado peso, o multiplicado si la competición está cerca y se supone que no darán la talla.
Los chicos, en su ilusión por alcanzar las metas propuestas, suelen pasar por el aro de cuantas sugerencias les sean ofrecidas e incluso conocen a la perfección el modo de tomar sustancias y en qué momento, para dar negativo después, en los controles a los que son sometidos.
Continuamente, son creados nuevos compuestos que escapan a las revisiones periódicas, en cuanto la evidencia de que fueron usados por alguno de ellos, se convierte en noticia y acarrea una sanción para quien los ingirió o para el que se atrevió a suministrárselo.
Si todos los que, por alguna razón, quedaron en el camino, teniendo que afrontar después su cruda realidad, lejos de los oropeles del triunfo, sin oficio ni beneficio, se atrevieran a detallar lo que vieron y vivieron, sin pelos en la lengua, ni en la conciencia, quedaríamos asombrados al comprobar cuántos nombres engrosan la lista de los que padecieron este fenómeno que ahora se quiere hacer aparecer como un hecho puntual, en un intento desesperado por no salpicara las instituciones con su podredumbre.
La operación galgo, no es más que la punta del iceberg de lo que encierra, en sus entrañas, el día a día de muchos de nuestros atletas, en todas y cada una de las disciplinas deportivas a las que decidieron o los empujaron a dedicarse.
Dan igual, los manifiestos que muchos de ellos firmen, negando la triste realidad que convierte la verdad en el espejismo de los triunfos pasajeros a los que se llega por tener celos de la velocidad del viento. Una vez alcanzados, se desvanecen y a veces, la imagen que queda después, pasado el tiempo, nada tiene ya que ver con la de los niños reclutados a los que alguien hizo las mejores promesas del mundo.
Algunos, muchos, ni siquiera son capaces de convivir consigo mismos, sin las relajadas costumbres adquiridas, mientras dura la corta “carrera” que los mueve a ritmo frenético hacia la gloria.
Habría que fijar los ojos, sin dudarlo, en la frialdad de los directivos, ocupados en la supuesta forja de unos héroes sustentados sobre peanas de barro mal fraguado, e investigar su segura implicación en esta creación de falsos mitos a cambio de sustanciosos beneficios y adoptar, con ellos, medidas tan ejemplarizantes, que toda esta parafernalia establecida alrededor del deporte, quedara enterrada para siempre junto con sus posibilidades de volver a acceder a puesto alguno, a perpetuidad, aunque hubiera con ello que tirar de la manta más grande que haya existido, desde que se inventó esta expresión, hace ya tanto tiempo.



jueves, 9 de diciembre de 2010

El vaso vacío

En este incierto diciembre, en el que han sucedido tantas cosas, y que aún no sabemos qué nos deparará en los días que le restan, con el fantasma de la triste Navidad que se aproxima, para las miles de familia que hacen cola ante las oficinas del INEM, cuesta un poco sacar siquiera una sonrisa, en esta tensa espera de futuro inmediato, que no augura buenas perspectivas sociales, por muy lleno que nos empeñemos en contemplar el vaso del optimismo.
Recopilando los acontecimientos mas recientes, en que nos hemos encontrado, al mismo tiempo, con la desastrosa huelga de controladores, que empuja sin querer a tener malos pensamientos de índole catastrofista, la detención del señor Assange, en el intento de acallar la voz de una crudísima verdad que representa la cotidianidad de los pueblos invadidos, la larga cola de la trama Gurtel, con sus ramificaciones de evasión de capitales al extranjero, y la constante beligerancia entre los partidos que conforman nuestro denostado arco político, son pocos o ninguno, los motivos de alegría que le quedan a nuestro sufrido pueblo, que no hace últimamente otra cosa que esperar que el próximo paso, sea todavía peor que el anterior, mermando del todo sus posibilidades reales de encontrar una salida.
Se empeñan en hacernos creer que nos encontramos ante un bache pasajero, que se irá arreglando poco a poco, pero ya nada volverá a ser lo mismo y es tal la ferocidad que el sistema capitalista está demostrando para subyugar a los que nunca tuvimos otra riqueza que la de nuestro trabajo, que cuando el paisaje desolador que nos rodea, se abra a nuestros ojos sin las cortinas de humo embriagador que lo envuelven, la imagen que se detendrá en nuestras retinas, será aterradora y, probablemente, irremediable.
En algunos sitios, una tímida respuesta a la rapidez con la que se suceden los acontecimientos, trata de paliar esta desolación, intentando transmitir que es posible otro discurso para encauzar un camino menos tortuoso que el que nos ha tocado andar y que el esfuerzo colectivo de los más pequeños, podría aportar nuevas ideas capaces de demoler sin miramiento, un sistema asfixiante, cuya atmósfera nos resulta ya irrespirable.
Sin embargo, el miedo “convenientemente” arraigado durante años, en un modo de vida cómodo, que ha ido minando con su placidez nuestra capacidad de pensamiento, nos impide tomar iniciativas como la de retirar los fondos de los bancos, o la de salir a las calles para gritar que basta ya, que hasta aquí hemos llegado y que, sin nosotros, ningún juego engañoso llegaría a ser posible.
Es evidente, que cansa considerablemente predicar en desierto mientras contemplamos el grado de adocenamiento de las masas, que nada hacen por mejorar o cambiar un porvenir, que, al fin y a la postre, no deja de ser más que el reflejo de sus posibilidades vitales, envuelto en una engañifa política, que no contempla más que el brillo del neón de las grandes empresas que deciden por nosotros, sin ni siquiera llamarnos a consulta.
Y aunque no decaemos en el esfuerzo continuado por hacer salir a la inmensa mayoría de su ceguera psicológica, es tal la decepción por el fracaso que una y otra vez obtenemos como única respuesta, que a veces la desesperación nos mina el espíritu y nos apetece, sinceramente, tirar la toalla.
Entretanto, el que sobrevive al látigo castigador de la crisis, sigue el sendero comercial que marcan las normas de las fechas que se aproximan e invierte su ilusorio montante en los brillantes comercios, abiertos 24 horas, preparando, como cada año, la celebración de las fiestas.
Pero, realmente, ¿queda algo que celebrar?

miércoles, 8 de diciembre de 2010

La verdad silenciada

En este mundo, poblado mayoritariamente por elementos acostumbrados a hacer de la mentira un modo de vida, empecinados en llevar la ambición hasta sus últimas consecuencias y forzados por las corrientes en el poder a renegar de principios, ideología e incluso de la propia identidad, se paga caro ser un espíritu libre y la defensa de la verdad, es sistemáticamente silenciada por la represión de los que no pueden soportar que salga a la luz, incluso a pesar de su evidente prepotencia.
Julian Assange, fundador de Wikileaks, está empezando a conocer las consecuencias que acarrea el intento de abrir una ventana al infinito, para lanzar, a través de ella, toda esa información reiterativamente sesgada u oculta, que demuestra las auténticas intenciones de los Estados opulentos cuando maniobran para conseguir doblegar o invadir a otros menos afortunados, que, simplemente, incomodan su política de capitalismo feroz, por razones que ahora no vienen al caso.
El precio a la valentía de enfrentarse a los colosos que todo lo manejan, no suele ser barato. Aunque para quien tanto tiene, resulte fácil conseguir sacar ases sin fin de la manga, incluyendo supuestos delitos, como en este caso, que sean capaces de arrancar de raíz, cualquier cosa que escape a sus largos tentáculos de manipulación permanente.
Amordazar o liquidar a los que dan un paso adelante, desafiando al pastor que conduce la manada, siempre ha traído una respuesta contundente, en un intento rotundo de recordar quien maneja los hilos que mueven el planeta y, sobre todo, que quien abandona el sendero, probablemente acabe tendido en él, con un par de balazos en la cabeza.
Seguramente, esta habría sido la primera intención con respecto a Assange, pero la evidencia habría sonado tan clara para las personas de cierta inteligencia, que la grave acusación de varios delitos sexuales, probablemente mediante compra de testigos, cumplirá igualmente la función deseada, al mismo tiempo que desacreditará para siempre la reputación de este hombre, para que acabe cayendo en el olvido.
Es obligación inaplazable de los que nos sentimos identificados con él y no solemos hacer concesiones partidistas cuando nos sentamos a redactar lo que consideramos una opinión neutral en lo que concierne a las noticias, hacer llegar a la mayor gente posible, un grito desgarrador de alerta, para que estas puestas en escena, magistralmente ensayadas y orquestadas, no den el fruto apetecido y se respete la libertad de expresión en su extrema pureza, si queremos que la sociedad sea consciente de cuánto ocurre a su alrededor y de la clase de comportamientos que practican los que detentan el bastón de mando.
Hacer otra cosa, sería reverenciar al becerro de oro, en una inadmisible renuncia a nuestra ideología, a nuestra capacidad para transmitir noticias fidedignas y a nuestro inalienable derecho a poseer la verdad completa de las informaciones que nos llegan, sin hacer desaparecer aquellos capítulos vergonzantes en los que ofenden las actitudes de determinados elementos.
Por ello, y porque aún nos queda un resquicio de ilusión, en que parte de la judicatura no baila al son que le tocan, conservamos cierta esperanza en un rápido esclarecimiento de este caso y en que al señor Assange, le sea permitido proseguir con la interesantísima labor iniciada, haciendo uso de su libertad de comunicación, ahora en entredicho, con esta pantomima altamente sospechosa de manejo encubierto.
No sabemos qué clase de jueces se hacen cargo del caso, ni si los vientos que los mueven soplan de un lado u otro de esta tensa cuerda, cuyos extremos alcanzan una disparidad de imposible reconciliación.
Pero los ojos del mundo se han posado sobre ellos y analizarán hasta el mínimo detalle del transcurso de este juicio, porque en este barco viajamos todos y es mucho nuestro interés por conocer cuál será nuestro destino y, sobre todo, si podremos elegirlo nosotros, sin coacciones ni peligro.


lunes, 6 de diciembre de 2010

Humo enriquecedor e hipocresía

No se sabe por qué, pero cada subida de impuestos que se le ocurre al gobierno de turno, grava irremisiblemente el bolsillo de los fumadores, acercando el precio de la cajetilla de tabaco, a las desorbitadas tarifas europeas o estadounidenses.
Al mismo tiempo, los ministros de sanidad, repiten hasta la saciedad los perjuicios que el tabaco causa en la salud de sus consumidores, y a las prohibiciones ya establecidas, el próximo dos de Enero, se añadirá la de fumar en todo el sector hostelero, volviendo a desoír las protestas de los dueños de los locales en cuestión, y acercando, cada vez más, a los que estamos enganchados a este absurdo vicio, a una especie de categoría de apestados, malmirados y vejados, en un puritanismo exagerado que, claramente, merma nuestra libertad de acción, de decisión y de elección, discriminándonos frente al resto de los habitantes de nuestro país.
Este doble juego, que, por una parte fabrica el veneno que corroe las venas y los pulmones de los ciudadanos y contribuye al enriquecimiento de las arcas del Estado, cada vez que hace falta un empujoncito para sanear la economía, y por otra, lo convierte en el enemigo público de la sanidad colectiva, haciéndolo aparecer como una de las primeras causas de muerte y reiterando a diario cuán nocivo resulta consumirlo habitualmente, es sin duda, una contradicción paradójica de difícil entendimiento, a poco que se ponga a funcionar la lógica normalidad de una mente sana.
Si la gravedad del consumo del tabaco es, como alegan, de consecuencias irreparables, la solución a tan terrible enigma es tan simple, como dejar de fabricarlo y comercializarlo, aunque sea por decreto, apechugar con las secuelas médicas que el “mono” producirá durante un tiempo en la mente enferma de los que fumamos, y, por supuesto, decir adiós a las jugosas ganancias que este asunto genera, pero que, en cierto modo, volverá a igualar la categoría de los ciudadanos que caminamos por las calles, sin que algunos tengamos, de vez en cuando, que entrar en cabinas de hidrofumaje de un metro cuadrado, ante la mirada repulsiva de los que nunca adquirieron esta costumbre, o tuvieron los redaños suficientes para abandonarla, por voluntad propia, o por estricta prescripción médica.
Habría que preguntarse también, si los defensores a ultranza de estas leyes represivas, serán capaces de contemplar en breve, con idéntica contundencia, los efectos nefastos que otro tipo de drogas legalizadas, como el alcohol, produce en colectivos mucho más amplios que el de los fumadores, o si a nosotros nos agrada, por ejemplo, tener que convivir con las masivas botellonas organizadas en las calles, o con la lata que los borrachos de turno se dedican a dar en los bares, pronto libres de humo, pero no de estos elementos.
Seguramente alegarán, que el que bebe, no perjudica a nadie, pero olvidan, por ejemplo, la altísima tasa de accidentes de tráfico, con resultado de muerte, que provocan, o el dineral que supone la limpieza de los múltiples deshechos orgánicos e inorgánicos, que sus multitudinarias reuniones dejan como regalo en las calles de todo el país.
Tampoco importa la posesión de drogas mas duras, si son para consumo propio, e incluso, nadie puede llamar a nadie la atención por esnifar cocaína en un centro público, sin importar que por allí pululen niños pequeños, embarazadas, o ancianos, que bien podrían convertirse en víctimas de los efectos alucinantes que los estupefacientes provoquen en sus variopintos consumidores.
No sé si existen por ahí asociaciones o clubs de fumadores, que, como yo, se sientan absolutamente cabreados por esta postura de hipocresía permanente, que no hace otra cosa que discriminarnos en actos que suenan rotundamente como anticonstitucionales, pero si los hay, y mientras las posturas no adopten un único camino a seguir en este asunto, tienen mi apoyo asegurado, aunque mañana me de la ventolera de dejarlo, pero porque lo quiera yo.

domingo, 5 de diciembre de 2010

Promotor en la sombra

Si se confirman las últimas informaciones sobre la huelga salvaje de los controladores aéreos y, como se cuenta, los líderes de los huelguistas, se habían reunido con miembros del Partido Popular, hace aproximadamente un mes, en un intento de aunar esfuerzos para derribar al Presidente Zapatero, ya no estaríamos hablando de una canallada de quienes no desean perder sus privilegios, sino de un golpe de Estado en toda regla, con gravísimas responsabilidades, que habría que depurar inmediatamente, si no se quiere que la enfermedad se propague burlando totalmente nuestro sistema democrático.
Este vehemente anhelo por alcanzar el poder, al precio que sea, sin importar las instituciones ni los procesos a seguir, según marcan las leyes, no puede ser admitido de ninguna de las maneras y supone una traición alevosa a lo que tantos años nos costó conseguir a quienes nos tocó malvivir durante la dictadura.
Esta imperdonable agresión, esta bofetada en la cara de todos los españoles, con el agravante de una permanente negación del conocimiento del conflicto, con las críticas a la actuación del gobierno mientras desde la oscuridad acordaban el desarrollo y fecha de esta huelga, merece una investigación exhaustiva y un castigo ejemplar y público que, ojala ,conlleve una derrota electoral también para esta oposición desleal y avariciosa.
Supongo, que ya estarán preparando en la trastienda de algún lugar de moda, lo que piensan hacer en cuanto cese el estado de alarma y se acerquen las fiestas navideñas. Me pregunto si estos señores, que ahora se declaran abiertamente defensores de los derechos humanos, líderes de los pensionistas, amigos de los contribuyentes y salvadores imprescindibles de la madre patria, han pensado una sola vez en su vida en el pueblo o si, como parece evidente, su única preocupación radica en llegar a La Moncloa, aunque para ello hayan de avasallar leyes e historias personales, burlándose descaradamente de la justicia.
Pues bien, tampoco estos son merecedores de ninguna confianza. Son sibilinos, falaces, retorcidos en sus argumentos, con ambición sin límites, y, lo que es peor, calzados con la inocente piel de cordero que oculta la peor de las bestias bajo la espesura de sus lanas.
Entre unos y otros, nos han dado el fin de semana, arruinando las vacaciones a miles de personas sin ningún miramiento y habrá que estar alerta para que situaciones así no vayan a repetirse pasado mañana, consiguiendo finalmente lo que pretenden, despreciando olímpicamente nuestra opinión y nuestros sentimientos.
Al final, claro, estamos hablando de capitalistas, en ambos casos.
Controladores y populares, pertenecen sin duda a una misma clase social pudiente y lejana de las masas trabajadoras a las que estas acciones perjudican, en exclusividad.
Por favor, vamos a mirar a la izquierda y a dar una oportunidad, que ya merecen, a grupos que ahora son minoritarios para acabar con este bipartidismo que nos ha llevado a la triste realidad que sacude ahora nuestros días. No sea que en cualquier momento, nos hagan dar un paso atrás y tengamos que volver a la vida de otras épocas, de triste recuerdo y oscuridad total.

sábado, 4 de diciembre de 2010

TRabajando en fin de semana

La militarización de los aeropuertos, a causa de la huelga solapada de los controladores, me mueve la conciencia y me arrastra hasta el ordenador, como si necesitara cumplir con el deber de haceros llegar las noticias.
Hasta ahora, me había impuesto, como cualquier trabajador, respetar los fines de semana para el ocio y, a pesar de los difíciles momentos que hemos atravesado juntos, nunca antes, desde que existe este blog, me había apeado de la idea de renunciar a este derecho para acercarme a mi ventana de noticias.
A esta hora, el espacio aéreo nacional, ha sido abierto, probablemente, ante el temor que causa pasar a la jurisdicción militar, que como muy bien sabemos, suele ser implacable con los delitos cometidos en su área, sin eximentes posibles para estos infractores obligados por decreto a movilizarse bajo el mando castrense.
Suponemos que el caos se irá normalizando poco a poco, aunque gran parte de los ciudadanos que hubieran decidido viajar en este largo puente, hayan tenido que pasarlo tirados en las terminales, abandonados de la mano de Dios y de la poca previsión del ministro Blanco, personalmente empecinado en acabar con los privilegios exagerados de la alta burguesía de los aeropuertos,
No hemos visto, por cierto, ni al señor Zapatero ni al líder de la oposición ofreciendo ninguna explicación u opinión a la ciudadanía, del gravísimo conflicto acaecido. El primero, es de suponer que teme lo peor, si es que la situación se prolonga. No es el primer Presidente que se ve obligado a dimitir por la presión de los transportes, de la clase que sean, y el segundo, desde que se ha enterado de la opinión que el ex presidente Aznar tiene de el, guarda celosamente la ropa, no sea que la situación le mueva a una vuelta apresurada a la política, como salvador de España.
Si han aparecido los pesos pesados de ambos partidos: Rubalcaba, muy en su papel, justificando con bastante lógica la militarización y coincidiendo con Pons, en que es este un caso claro de chantaje a todo el País, pero sólo en eso, pues, evidentemente, el representante popular, a renglón seguido, ha culpabilizado al PSOE de no haber abortado los reiterados intentos de este colectivo por organizar tamaño desmadre.
Nadie habla, por cierto, de la situación de los españoles en el extranjero, sin un destino al que regresar de sus viajes, aunque yo sé de buena tinta, por ejemplo, que un representante de El Corte Inglés, se halla en estos momentos en Egipto, a cargo de los viajeros que se encuentran allí por medio de su empresa.
No sabemos qué pasará cuando dentro de quince días termine el estado de alarma. Además, las fechas coincidirán entonces con los desplazamientos de Navidad y si la cosa no se remedia de alguna manera, a lo peor los controladores vuelven a la carga y los sufridos contribuyentes que hayan confiado sus vacaciones a las compañías aéreas, se comen los turrones y cantan los villancicos en Barajas, El Prat, o cualquier otro punto de la Nación desde los que no vuelvan a despegar aviones.
Ya iremos viendo.

viernes, 3 de diciembre de 2010

Emergencia nacional

El caos provocado por los controladores aéreos, en un alarde de prepotencia, provocado por las medidas adoptadas en el último Consejo de Ministros, coloca al país en una situación de emergencia, con los aeropuertos cerrados y miles de viajeros, aquí y en todo el mundo, sin saber qué será de su destino, al menos en los próximos días.
La tolerancia continuada con este colectivo de trabajadores, cuyos sueldos podrían equipararse a los de cualquier magnate capitalista, trae ahora estos lodos, que bien pudieran ser la puntilla que acabe de apear del poder al .muy maltrecho presidente Zapatero.
Coincidiendo además con el puente de la Constitución, casi todos nos vemos afectados por esta huelga encubierta, claramente secundada por los médicos que firman sin pudor, las falsas bajas que, alegando estrés, solicitan todos y cada uno de los que abandonan su puesto, en un claro ejemplo de insolidaridad con los que, ya desde el principio, somos los que, en el fondo, estamos sufriendo en carne propia los efectos de la crisis.
Se impone, ante todo, contundencia, y ya que el gobierno ha dado todas las facilidades a los empresarios, para que el despido sea libre, puede que la medida más efectiva en este caso, sea la de poner de patitas en la calle, a todos y cada uno de estos elementos, seguros de que no quedarán, ninguno de ellos, en una situación económica difícil, ni se verán en la necesidad de acudir a subsidio alguno para tener que alimentar a sus opulentas familias.
El jarabe de palo, aplicado en ciertas ocasiones como esta, surte mágicos efectos en aquellos presuntuosos que, sistemáticamente, se niegan a reconocer la imposibilidad de mantener unos privilegios que vienen disfrutando, a fuerza de presión, y que les coloca a años luz de la masa mileurista que puebla ahora nuestro territorio.
Si hay que militarizar los aeropuertos, para eso está el ejército y si hay que formar con urgencia a nuevos controladores, una larga lista de cinco millones de desempleados, espera una oportunidad, que muy bien pudiera ser esta.
Sería de comprender, que el gabinete de crisis convocado por el gobierno entendiera, que no se puede seguir tolerando el continuo chantaje que este colectivo acostumbra a poner en práctica cada vez que se intuye un aumento de viajeros más alto de lo normal y que, hasta ahora, ha causado siempre un efecto positivo en sus absurdas reivindicaciones.
Probar un poco de la intranquilidad que sacude a la mayoría de las familias españolas, tal vez consiguiera bajarles de un pedestal de soberbia, al que nunca se debió permitir que subieran, por mucha importancia que tenga su labor para la seguridad de las personas.
Y de paso, si el colectivo médico persiste en la actitud de continuar regalando bajas a quienes no padecen enfermedad alguna, se impone también una investigación en profundidad de su profesionalidad, e incluso sanciones si , como es evidente, se extralimitan en el cumplimiento de sus funciones.
En espera de una solución rápida del conflicto, mi angustia aún se agrava, porque aún no sé si mis hijos habrán o no de permanecer en el aeropuerto de El Cairo, si el espacio aéreo español continúa cerrado en las próximas horas.
Estaremos en contacto.

jueves, 2 de diciembre de 2010

Nadie en quien creer

La obsesión de José Luís Rodríguez Zapatero por asistir sistemáticamente a las empresas, en detrimento de los trabajadores, se ha convertido en una manía reiterativa, que cada vez lo aleja más de cualquier teoría relacionada con el socialismo.
Al mismo tiempo, ninguna de las medidas ideadas da frutos en la creación de empleo y otra vez, sube el paro, al mismo tiempo que se anticipa la amenaza de retirar el ridículo subsidio que reciben los desempleados de larga duración.
Quisiera yo saber, si alguno de los bancos que recibieron inyecciones económicas durante la crisis, ha empezado ya a devolver el montante con el que fue socorrido, o si hay, al menos, visos de que próximamente lo haga. Porque si así fuera, quizá podría utilizarse lo recuperado, en auxiliar a aquellas familias que contemplan con desesperación un calendario que se va haciendo eterno, en su búsqueda cotidiana de un medio de vida.
Que se sepa, ningún banquero, ni siquiera esos “pobres necesitados”, receptores de las ayudas estatales, se ha visto en la situación de arreglarse con menos de 500 euros al mes, ni ha tenido que recurrir a Cáritas, o a los comedores sociales, o a las basuras de los Hipermercados, para alimentar a sus familias. Y la urgencia, en cualquier caso, es siempre tratar de resolver los problemas, según su gravedad, y no según innumerables bailes de trucadas cifras macroeconómicas, porque las macroeconomías, no forman parte humana de los pueblos.
Con esto quiero decir, que ya es hora de que quien quiera que sea que nos gobierne, aprenda con rapidez, cuáles son las prioridades del país y sólo con ser medianamente listo, enseguida llegará a la innegable conclusión, de que lo primordial es cualquier intento por alejar a los habitantes bajo su mando, de la miseria.
Poniendo un poco más de cuidado, es seguro que a renglón seguido, a poco que miren las caras de asombro que se nos pone al pueblo ante su incomprensible diálogo de besugos, les quedará meridianamente claro que no entendemos su discurso, ni nos interesa nada que se aleje de los gravísimos problemas que padecemos desde que, por su mala gestión, llegamos a este punto de indigencia.
Restablecer la concordia entre políticos y votantes, de verdad, va entrañar enorme dificultad, según se desarrollan los acontecimientos. Nada hay peor que un estómago vacío para pensar con claridad y es fácil desviar las ideas hacia caminos nada recomendables cuando aprieta la desesperanza.
Es tal el hartazgo y la apatía que estamos empezando a sentir, que de continuar por este sinuoso sendero de oscuridad total, se puede esperar cualquier cosa, sobre todo, si al mismo tiempo, no paramos de recibir noticias de casos de corrupción, de políticos capaces de emplear auténticas fortunas en viajes, cenas o trajes, sin la menor preocupación por echar una mirada al negro panorama en que se desarrolla la vida cotidiana de sus propios compatriotas.
Y aún se atreve a pronosticar el presidente, una mejora sustancial para el año próximo, aparentemente convencido de la credulidad de quienes le escuchamos, como si el nivel cultural de los españoles, hubiera quedado anclado a los años cuarenta y el país siguiera teniendo un alto índice de analfabetos a los que llevar al huerto, en su bendita inocencia.
Afortunadamente, algo hemos avanzado desde aquellos años, tanto, que hasta somos capaces de pensar por nosotros mismos y por ello saber, cuando se nos miente y cómo responder si las trolas que nos están contando, se contradicen en su totalidad con la realidad que nos asalta cada día.

miércoles, 1 de diciembre de 2010

Sobran los comentarios




Empieza Diciembre con un gobierno que no renuncia a seguir con las reformas, que hace tiempo emprendió contra los trabajadores, y sin que el problema más grave del País, el paro, tenga visos de solución que remedie la agónica situación de las familias que lo padecen.
Habla Felipe Gonzalez contra los banqueros europeos, augurando próximos disgustos similares a los de Grecia e Irlanda, si la actitud adoptada no da un giro radical, hacia otros derroteros, libres de la especulación practicada por los magnates, que nada tienen que ver con las miserias de las personas o las naciones.
Hay que admitir que el discurso del ex presidente, sigue siendo mucho más apetecible que el de cualquiera de sus sucesores y que su talla política, se encuentra a años luz de cualquiera de los nombres que pudiéramos citar en el panorama que ahora nos rodea.
Puede que se le olvidase comentar, voluntaria o involuntariamente, que si la madre Europa es, efectivamente, quien nos asfixia, tal vez, nos convendría salir de su paternalismo, yendo por libre en esto de la política, porque hay naciones que así subsisten.
Suenan rumores sobre la vuelta de Gonzalez a la política, probablemente- si es que lo hace- como remedio a la catástrofe que anda provocando Zapatero y que, a la vista de los resultados en Cataluña, se espera sea de considerable tamaño.
Esta supuesta vuelta, podría contrarrestar la, ya celebrada, victoria del PP, puesto que, sin duda, Felipe cuenta con un peso político suficientemente grande, hasta para hacer olvidar a los ciudadanos, todos y cada uno de los errores de sus compañeros de partido, con su imparable verborrea, que tan convincente siempre resultó.
Mientras, nos encontramos a la espera de conocer las nuevas propuestas del gobierno, con las uñas sacadas y los tambores de guerra preparados, por si como se teme, se tratan de otras mermas de derechos para nuestra clase y hay que salir a la calle, con medidas mucho más contundentes y oportunas, que la huelga del veintinueve de Septiembre.
Tenemos la Navidades encima, y es posible, que el consumo para estas fechas, se convierta en un indicio claro de la auténtica situación que sufrimos. Al menos, los cerca de cinco millones de parados, no creo que estén para demasiados gastos y los que aún mantienen, a duras penas, el puesto de trabajo, en vista del camino que ha seguido este supuesto gobierno socialista, seguramente opten por ahorrar cuanto puedan, por si las vacas flacas llegan en los próximos meses.
Y los bancos, obteniendo beneficios, las hipotecas, volviendo a subir y la izquierda, como abducida por esta somnolencia capitalista, sin despertar el menor interés en los votantes, permitiendo que los errores de un inepto, ponga en bandeja de plata a la derecha, la llegada al poder y la total destrucción de los derechos de la clase obrera.
Obsérvese como en las televisiones, las intervenciones de Gaspar Llamazares, son sistemáticamente cercenadas, sin permitir que lleguen a los oídos de los espectadores. Sobran los comentarios.

martes, 30 de noviembre de 2010

Bajo qué bandera



Uno, inocentemente, piensa que pertenece a un País con soberanía propia, que goza de absoluta independencia en la toma de las decisiones que le atañen, que es dueño de administrar justicia en los asuntos delictivos que le conciernen y que, en resumen, es libre de discernir lo que resulta más conveniente a sus intereses, sin injerencias extranjeras, en lo que se ha dado en llamar, asuntos patrios.
Hemos compartido muchas veces la mala opinión que se tiene sobre la función de nuestros enrocados jueces, fiscales y responsables de la administración ecuánime de la justicia, sobre los ciudadanos y ahora sabemos, además, que altos cargos estrechamente vinculados con este mundillo desastroso, pierden frecuentemente la poca dignidad que aún conservaban y se ponen a las órdenes de funcionarios de la nación más poderosa del mundo, arrastrándose ante sus designios, con la fidelidad ,mal entendida, de un perro temeroso del castigo que pueda aplicarle su enfurecido amo.
El ocho de abril del año 2003, el cámara José Couso resultaba muerto, en una acción premeditada de fuerzas estadounidenses contra un hotel de Irak, habitado íntegramente por periodistas, que, en esos momentos, llevaban la cobertura del conflicto armado.
Desde entonces, su familia y todas las personas de bien, que desde el primer momento consideraron el hecho como un vil asesinato, han estado, sistemáticamente, reclamando justicia y los autores del crimen, siguen gozando de total impunidad, mientras los encargados de mover el asunto, en un descarado alarde de hipocresía, no sólo no investigaban la verdad, sino que consentían en ser violentamente presionados por el gobierno de Washington para que el caso fuera, finalmente, olvidado.
No cabe mayor ignominia. No hay calificativos aplicables al señor Conde Pumpido, fiscal general del Estado ESPAÑOL, capaz de someter su voluntad y los intereses de sus compatriotas, en este caso luctuosos, al mandato tiránico de la supuesta madre de todas las democracias.
Es de rigor preguntar bajo qué bandera militan nuestros representantes judiciales, quién mueve realmente los hilos de los que nos gobiernan y en qué grado de indefensión nos encontramos los ciudadanos de a pie, cuando nos enfrentamos a la magnitud de un coloso, capaz de cualquier cosa, para salvaguardar su imagen impoluta de defensor de las causas de otros.
Sospechosamente, una de las exigencias establecidas en las conversaciones entre las partes, era la de que, bajo ningún concepto, el caso pudiera llegar a manos del Juez Garzón, ya que, su opinión sobre la aplicación de la justicia internacional, resultaba subversiva, a los ojos “inocentes” de los buenos hermanos de Norteamérica.
Imaginamos que a la familia de José Couso, la noticia le habrá caído como un gran jarro de agua fría. En quién podrán confiar a partir de este momento, es una incógnita de difícil respuesta, que probablemente mermará significativamente su ánimo y sobre todo, su esperanza en aclarar las circunstancias en que perdieron a José y en que paguen su culpa los culpables.
No están solos, por supuesto. Todas las personas de bien, nos unimos al escalofrío que habrá recorrido su espalda y no cejaremos en el intento de que su causa sea, finalmente, llevada ante unos tribunales independientes.
La opinión que se genera en nosotros es la de ser, al fin y a la postre, apátridas sin derechos, marionetas de la feroz gestión de los magnates sin escrúpulos que poseen todas las riendas que manejan el mundo. Y el dolor de saber que nuestra libertad termina, en cuanto choca con los intereses del Coloso, nos deja sin argumentos, hasta para escribir esta crónica, no sea que desde alguna oficina siniestra, muestren un interés desmesurado por la libertad que se demuestra en este blog, y me lo anulen sin mediar palabra.


lunes, 29 de noviembre de 2010

Crónica del evento

El resultado de las elecciones catalanas, consiguió eclipsar, totalmente, el notición familiar del año, sin darme oportunidad de hacer una pequeña referencia, siempre en clave de humor, a lo acontecido el pasado Sábado y que representó, al fin, para mi hija, uno de los días más felices de su vida.
No empezamos muy bien, porque a pesar de haber seguido la tradición de llevar los huevos a las puñeteras clarisas, amaneció lloviendo a mares, con un viento semi huracanado que levantaba a un santo del suelo y sin perspectivas de cambio, a corto ni largo plazo, lo que nos hizo adoptar una postura de resignación, con lo que más tarde se confirmaría, como una boda pasada por agua. Nos asaltó la tentación de pasar de nuevo por el convento y exigir la devolución inmediata de los huevos, porque, aunque las aparentemente dóciles monjitas, hicieron promesa de rezar porque luciera un sol radiante, o claramente no hicieron los deberes, o sus súplicas fueron desoídas de la manera más burda.
Sin embargo, una vez asumida la idea de la posible mojadura, probablemente acompañada de congelación, ya que la sensación térmica rozaba la tiritona, comenzaron los innumerables preparativos y nos dio una risa floja, que ya nos acompañó hasta la misma hora del enlace, en que fue sustituida por los nervios de rigor, que en parte, paliaron la presencia y el apoyo de los buenos amigos.
Y a raíz de ahí, todo salió a pedir de boca. A ratos más satisfactorio para unos, y a ratos, para otros, según creencias y gustos, como suele suceder en estos y casi todos los casos.
La novia, estaba radiante, hermosa y como rodeada de un aura de felicidad, que, particularmente, me causaba una sensación maravillosa, como si en un instante, viera que mi objetivo en la vida, se desarrollaba en vivo y en directo delante de mis ojos.
Las reacciones, no se hicieron esperar. Hubo quien no pudo contener las lágrimas y quienes, como yo, aguantamos estoicamente el tirón, a pesar de que el corazón latía con fuerza y la emotividad salpicaba la piel con un toque repentino, cercano al escalofrío.
Pero, poder reunir a la familia alrededor de la misma mesa, reencontrarse con amigos que habían venido desde lejos para acompañarnos en el trance, ver vibrar a los más queridos, sin perder la ilusión porque no fallara ni faltara nada, la alegría desbordante de los jóvenes, que no desfallecieron un instante en su interés por la diversión, compensaron los sinsabores y cansancio de los últimos tiempos y acabaron por crear una magnífica atmósfera que se prolongó hasta la amanecida.
Y aunque en la mayoría de los casos, resultaba difícil reconocer quien se escondía detrás de las galas que se lucieron en el evento, hay que ser consecuente y admitir, que un poco de potingue, puesto por manos expertas aquí y allá, acaba obrando maravillas, incluso en las que, como yo, ya tenemos unos añitos.
En fin, mientras escribo estas líneas, los ya recién casados, viajan a Egipto y los demás, tratamos de recomponernos del vapuleo sufrido de unos meses acá, intentando con fuerza desconectar de la parafernalia que rodea a este tipo de acontecimientos para volver a la normalidad cotidiana que tanto hemos echado de menos.
Y ahora que lo pienso, no sé bien si voy a ser capaz de vivir sin la modista, el fotógrafo, la esteticién, la peluquera, la ponedora de uñas de porcelana, la organizadora de banquetes nupciales, el agente de viajes, el oficiante de la ceremonia, la orquesta, y el teléfono sonando las veinticuatro horas del día.
También a mi hija, creo, le costará un imperio sacar de su vida a toda esta caterva de seres absorbentes, así que, antes de caer en un aburrimiento total, tal vez se decida a darme la satisfacción de hacerme abuela, cosa, esa sí, que me encantaría probar, porque debe ser algo delicioso.


domingo, 28 de noviembre de 2010

Quien siembra vientos...

Nunca sabremos qué pensaría el señor Rodríguez Zapatero que iba a pasar en las elecciones catalanas. Su excesiva confianza en sí mismo, probablemente le ha jugado una mala pasada, ofreciéndole una edulcorada visión de su gestión, absolutamente lejana de la realidad que percibimos los que sufrimos las consecuencias de sus coqueteos con el capitalismo, es decir, los trabajadores, que somos los que, al final, acudimos a las urnas.
Bueno, pues ya se le han despejado las dudas y, como habrá podido comprobar, esa clase obrera, a la que se ha dedicado a mancillar durante la última etapa de su mandato, ha dado una respuesta contundente a su nefasta tarea y ha apeado del poder a su representante en Cataluña, en una debacle electoral nunca conocida hasta ahora en esa zona del territorio.
Como resultaba evidente, Convergencia ha vencido sobradamente en los comicios, y lo que es peor, la derecha del Partido Popular, ha conseguido situarse como tercera fuerza política, acompañada también, por un par de pequeños partidos emergentes, de corte claramente independentista.
Esta es la muestra exacta, de lo que ocurrirá en el resto del País, si las medidas económicas del gobierno siguen haciendo más caso a las órdenes de Europa, que a la llamada desesperada de un pueblo que no consigue ya soportar más vejaciones en su propia dignidad y que desea con vehemencia, una política económica que soluciones el gravísimo problema de desempleo que azota a miles de familias.
No nos valen las consignas dictadas desde Alemania o Francia, cuya economía ya emerge de la crisis, con un reforzamiento claramente favorable para sus intereses, ni nos convencen las explicaciones que nos da la señora Salgado como fiel seguidora de los designios que le dictan al oído desde las grandes instancias. Es insuficiente, como ellos mismos nos dirían, para las clases trabajadoras, este giro bestial que está dando un partido, teóricamente de izquierdas, y la gente se plantea, como es normal, un cambio urgente que los saque del pozo en el que se encuentra sepultada y dónde cada día que transcurre, le son apretadas las clavijas hasta asfixiarla en su totalidad.
Avisado queda el PSOE, con voz rotunda, de que quien siembra vientos, recoge tempestades y su vertiginosa caída en Cataluña, no es otra cosa, que una demostración de su ineficacia en llevar las riendas de la nación, quiera ahora darle, el cariz que desee, a fuerza de maquillaje post electoral, de ese que nadie cree cuando lo oye a través de los medios.
Es tal el hartazgo de las clases trabajadoras, que la primera respuesta que ha podido dar, ha dejado las cosas en su sitio.
Vaya pues, el señor presidente, fijando bien su mirada en las barbas del señor Montilla, y echando las suyas a remojo, porque esto será lo que obtenga en cualquiera de las consultas que haga y la respuesta de funcionarios, pensionistas, parados, amas de casa y estudiantes, por poner un ejemplo profesional de quienes representamos a los votantes que un día le dimos el poder.

,