domingo, 30 de octubre de 2011

La grandeza de los hombres humildes




La larga trayectoria política de Juan Mari Bandrés se agota justamente cuando se cumple el mayor de sus sueños y nos deja, como hubiera querido, en un Euskadi libre de violencia, al que dedicó los mejores años de su vida, siempre en favor de que los hombres y mujeres de su territorio, alcanzaran verdaderamente sus sueños de libertad.
Debido a su forzoso retiro, puede que resulte para los jóvenes un perfecto desconocido, pero su lucha data de aquellos años oscuros de la dictadura, en que no era fácil decantarse por un camino de justicia y la vida quedaba condicionada para siempre, si tenías el atrevimiento de salir del redil.
Su actuación como abogado defensor de Mario Onaindía, en el famoso Juicio de Burgos, ya le valió la desafección de un régimen, que juzgaba en causas sumarísimas a sus opositores, en tribunales militares, condenándolos de antemano, en algunos casos como éste, a muerte, sin la menor duda razonable que pudiera probar su inocencia.
No había entonces demasiados abogados valientes, dispuestos a sacrificar su trayectoria profesional para colocarse al lado de lo justo y las vicisitudes que rodeaban las puertas cerradas donde se decidía la suerte de los encausados, no era plato de gusto para quien decidía tomar este sendero y repercutía gravemente en su vida personal, poniéndolo en el punto de mira de un férreo aparato policial ,deseoso de llenar las cárceles de supuestos enemigos de su nefasta ideología.
Una vez instalada la democracia, Bandrés fundó en Euskadi un partido de izquierdas (Euskadiko Esquerra) y empezó a dedicar su tiempo a tratar de convencer a los miembros de Eta, de que continuar su camino de violencia carecía de sentido en un arco político en el que tenía cabida cualquiera de las reivindicaciones territoriales que quisieran llevarse al Parlamento, incluidas las favorables al independentismo, tan reclamadas desde los dominios de los abertzales.
Consiguió reinsertar a los miembros de ETA político militar en la sociedad y se convirtió a partir de entonces, en un nuevo enemigo de las viejas glorias etarras, que no estaban dispuestas a renunciar al terror que causaban sus innumerables atentados, ni a la importante fuente de ingresos que representaban las recaudaciones del impuesto revolucionario y el pago por los secuestros realizados, a lo largo y ancho del país.
Decepcionado por su impotencia para terminar con la lacra social que representaba para su pueblo un bastión de guerrilla instalado en los mismos cimientos de la vieja Europa y aunque nunca renunció a la esperanza de ver cumplido su sueño, su vida derivó hacia la defensa de los derechos humanos y por ello, fue reconocido, en innumerables ocasiones.
La grandeza de Juán Mari Bandrés estribó en la simplicidad de su postura humilde, a pesar de ser una figura política de primer orden, antes, durante y después de la transición. Su falta de ambición y su demostrado interés por asuntos íntimamente relacionados con los más desfavorecidos, probablemente le privaron de la importancia real que su valía personal merecía y le relegaron a un segundo plano, lejos de los fastos y el boato en el que se movían otros mucho más interesados en alcanzar el poder y menos en obtener el bienestar de las mayorías.
Perdemos con su marcha a un hombre bueno, cuyo nombre ha quedado enterrado entre otros muchos que con él, contribuyeron desinteresadamente a mejorar la vida de sus conciudadanos, aportando lo mejor que tenían, sin exigir a cambio esas prebendas tan de moda, que ahora reclaman los políticos de turno como pago de sus desastrosos servicios.
La lucha entonces era cuestión de ideología y bastaba y sobraba con la satisfacción de poder aportar un grano de arena a la construcción de un futuro mejor para todos nosotros.
Esperemos que su enfermedad le haya permitido tener la satisfacción de marchar, sabiendo que a su tierra llegaba al fin la paz, por la que tanto dio, durante sus años en activo. Nadie la mereció más que él.

jueves, 27 de octubre de 2011

Ni un minuto de sosiego

Si Mariano Rajoy ha llegado a pensar por un momento que el suyo será un mandato tranquilo, la cruda realidad se encargará de demostrarle cuán equivocada es su apreciación y el precio que habrá de pagar por ese sillón de poder, por el que tanto ha peleado, durante sus largos años de opositor.
La pérfidas intenciones de los poderosos europeos, que ayer hicieron como que perdonaban a Grecia la mitad de su deuda, para salvar una situación extrema de conflicto popular, ni han dado, ni darán un minuto de sosiego a los hermanos pobres de la Comunidad, a los que cada vez exigen sacrificios más grandes, para saciar sus ansias de colonización encubierta y su clara pertenencia a las corrientes de un capitalismo feroz.
Naturalmente, las cosas siempre serán más fáciles para un partido conservador que comparta las tendencias ideológicas de los que ahora gobiernan el eje franco- alemán, que para los endeudados progresistas que un día creyeron ser parte de esas élites que nunca los admitirán, de buen grado en sus filas.
También para los aguerridos banqueros resultará más cómodo tratar con personal procedente de los consejos de administración de grandes empresas que con pelagatos desarrapados que, a lo sumo, consiguieron, no sin esfuerzo, una formación universitaria, en los años en que nos hicieron creer que la igualdad estaba al alcance de todos y que podíamos aspirar a subir escalafones en las escalas sociales establecidas.
Pero de todos modos, cuando de establecer hegemonías se trata, no suele cederse gentilmente el paso a los que vienen detrás y ha quedado históricamente establecido que el pez grande se come al pequeño, sin demostrar el menor síntoma de arrepentimiento.
No debe hacerse pues grandes ilusiones el candidato del PP, en que le sea permitido afrontar la crisis como le de la real gana ni en que los ojos amenazadores que acechan a su amadísima patria, volverán la vista hacia otro lugar cuando el poder cambie de dueño.
Puede que llegue con la intención de hacer del mundo laboral una gran empresa estatal de trabajo temporal, en la que ofrecer a unos cuantos miles de españoles un puesto a cambio de un salario de hambre y albergue la intención de recortar de la bolsa de las prestaciones sociales y de privatizar la sanidad y la educación, que tanto cuestan al estado, pero habrá de contar en todo ello, con el beneplácito de los dueños de Europa y sus planes se frustrarán, si no son del agrado de quienes manejan el capital o no cumple todas las órdenes venidas desde arriba, a rajatabla.
También ha cometido el imperdonable error de ningunear la indignación popular, permitiendo a sus lacayos inferir innumerables improperios, que no le han grajeado precisamente simpatías entre los verdaderos sufridores de la crisis, con lo cual, contar con el apoyo de la ciudadanía es prácticamente, para él, una misión imposible de difícil resolución, que habrá de colocarlo en una incómoda posición, frente al grueso de una población cansada y harta de la inutilidad de sus políticos.
Así, el ansiado ascenso a la Moncloa será en realidad un tortuoso camino de sufrimiento personal para este insípido líder sin carisma y sin programa, cuya aspiración no parece ser otra que obtener una mayoría absoluta, para no tener que contar con nadie en sus misteriosas decisiones futuras. Me pregunto a quién culpará de su más que probable fracaso.



miércoles, 26 de octubre de 2011

La cosecha de Túnez




Las primeras elecciones democráticas en Túnez, han dado el triunfo a un islamismo moderado, que hace su entrada en la política del país, como resultado de la revolución de los jazmines protagonizada por el mismo pueblo, que ha acudido masivamente a las urnas para expresar su voluntad.
El resultado defrauda un poco a nuestra mentalidad occidental, acostumbrada a asociar islamismo con férreas dictaduras teocráticas, represoras de los derechos humanos y cercanas a un fanatismo ideológico, comúnmente radicalizado por la ignorancia y el analfabetismo de las masas.
Ciertamente, Túnez podría correr el peligro de que algo así pasase después de los comicios, pero teniendo en cuenta que fue precisamente en sus calles donde empezaron los movimientos en contra de las tiranías establecidas en el Magreb, cuesta creer que recién salidos de una terrible experiencia, los tunecinos puedan llegar a permitir ser doblegados por una nueva barbarie, que corte de raíz sus aspiraciones de libertad, con los argumentos que fueren.
De todos los movimientos habidos, el de Túnez ha sido, sin duda, el que menos efectos negativos ha acarreado y el menos sangriento, en cuanto a pérdidas humanas se refiere, por lo que habría que considerarlo como un éxito rotundo para su población.
Así mismo, las manifestaciones de los ganadores de las elecciones, que han creído ver en Turquía un ejemplo a seguir en sus políticas venideras, parecen augurar un modelo mixto, cercano a los occidentales, pero conservando a la vez las costumbres propias de las naciones árabes, fuertemente ancladas a su religión.
Sin embargo, se impone sobre todo una modernización en cuestiones educativas, capaces de sacar a la población de la pobreza a que ha sido sometida durante los años de la tiranía, a través de un aprendizaje que no será fácil, pero que debe acometerse con ímpetu y sin pausa.
Las ansias de libertad de los tunecinos, no llegarán a verse colmadas si permanecen sumergidos en la ignorancia a la que los condenó su antiguo gobierno y la religión se encarga de frustrar sus expectativas, con premisas ajenas a los avances que mueven el mundo, con dogmas obsoletos.
Pero la voluntad soberana de los pueblos ha de ser aceptada tal como es y el peligro de la injerencia occidental en este proceso de democratización, debe ser evitado también, si lo que se pretende es mantener el derecho a la identidad, que caracteriza a cualquier territorio libre.
Serán fundamentales los primeros pasos de este nuevo gobierno que, probablemente, serán analizados con lupa por los otros países que también decidieron librarse del lastre que les mantenía anclados al pasado y que ahora se están planteando estrategias de futuro, sin tener muy claro qué hacer.
Evidentemente, la situación de Egipto o la de Libia, conforman realidades distintas y los caminos por los que han llegado hasta aquí, nada tienen que ver con el recorrido por Túnez, pero el hecho de ser los primeros en visitar los colegios electorales y poder emitir sus votos sin el terror como telón de fondo, les confiere una importancia de proporciones incalculables a los ojos de sus vecinos y los colocan en el punto de mira de las grandes potencias mundiales, deseosas de saber a qué atenerse, en su avidez de enriquecimiento insaciable.
También constituye Túnez la esperanza de cuantos aún no han sido capaces de levantarse contra las tiranías y el espejo en que se miran ahora cuantos aún son víctimas del miedo, en otras naciones menos afortunadas.
Es pues primordial, medir milimétricamente las acciones, para no defraudar a ninguno de los que creímos en su lucha y desde cerca o desde lejos, apoyamos su derecho a conseguir un modo de vida mejor y un futuro en libertad para sus generaciones venideras.

,

Memoria de nuestros maestros





Tengo un vago recuerdo de la imagen de mi primera maestra y aunque conservo fresco en la memoria su nombre, la identifico desde la perspectiva de mis cuatro años escasos, cuando entré por primera vez en una escuela.
Me pareció entonces una señora mayor que recogía su pelo en un moño pequeño detrás de la nuca, de piel blanca y manos finas y pequeñas. Tenía una voz dulce y un amor por la música, que orientaba a enseñar a los párvulos como yo, por medio de canciones.
Se llamaba Pastora y lidiaba pacientemente con unos cuarenta niños recién llegados a un pequeño colegio de barrio, un poco lejano de las rígidas doctrinas impuestas por la dictadura, en aquellos años grises que nos tocó vivir.Trabajaba nuestra educación sobre una base de alegría, que traspasaba las paredes de las aulas instalándose para siempre en lo que seríamos después y permitiéndonos moldear el carácter propio, con generosidad hacia los que compartían nuestro espacio, con ciertos aires de gran familia.
Tengo grabada en la memoria la enorme emoción que sentí la primera vez que fui capaz de leer una frase y comprender a un tiempo su significado, como si de pronto se abrieran las puertas del cielo para dejarme entrar a hurtadillas y curiosear todo aquello que se escondía a nuestros ojos, con un halo de misterio infinito.
Ya entonces yo pasaba horas muertas garabateando mil letras en papeles cuadriculados y perdía la noción del tiempo intentando decir algo coherente con aquellos signos recién aprendidos, que daban lugar a las historias que la gente escribía después en los libros, cuya simple contemplación me alucinaba, a pesar de mi corta edad.
Podría decir sin temor a equivocarme, que aquel primer curso fue el más importante del resto de mi vida y aquella primera maestra, el eslabón que me ancló a una vocación que permanece inalterable en mí, sin la menor duda de haber equivocado el camino.
Ahora que los docentes son despreciados por una sociedad que no comprende el verdadero sentido de su labor, a menudo me asalta este primer contacto con la escuela , a sabiendas de que tal vez, si no hubiera tenido la suerte de tropezar con la señorita Pastora, yo jamás me hubiera atrevido a escribir una línea y me habría orientado hacia otros menesteres menos gratificantes, que habrían condicionado mi vida con la tristeza de no haber intentado siquiera acercarme a este mundo de ensueño.
Ese toque de magia, que nos hace recordar a través de los años la imagen intacta de algunos de nuestros maestros, es un elemento común a la mayoría de las personas , ejerciendo sobre nosotros una influencia positiva cuando alguna dificultad nos asalta y evocamos la calidez de la infancia y la felicidad que alguna vez tuvimos cuando superamos un reto que creíamos insalvable o fuimos capaces de aprender conceptos que permanecieron grabados en nuestro interior para siempre.
Quizá no sabríamos explicar por qué, pero en un momento determinado de nuestra vida, alguien nos encendió la chispa del interés por una materia y avivó el fuego inagotable de nuestra vocación, dejándonos boquiabiertos con una explicación detallada y concisa sobre cualquier cosa que, hasta entonces, no había llamado nuestra atención.
Una gran parte de lo que somos lo debemos sin duda, a nuestros maestros. Sin ellos, la carga genética que traemos, la orientación particular de cada ambiente familiar y las amenazas externas de un mundo despiadado, hubieran hecho de nosotros seres individualistas, de egoísmo sin límite y escaso bagaje cultural. Todo lo que aprendimos, tiene detrás el esfuerzo de alguien que decidió orientar su vida a poner en manos de otros sus conocimientos, para perpetuar en el tiempo las historias que una vez le interesaron también, de manera especial, abriéndole las mismas puertas que ahora nos abren a nosotros.
En mi caso, aquello que me enseñó con ahínco mi primera maestra y que no es otra cosa que esto que sigo poniendo en práctica cada tarde, con el mismo entusiasmo al contar las historias, que cuando hilaba aquellas primeras letras sobre los humildes cuadernos del cisne, en un rincón de la habitación, se me ha consolidado dentro,como un pilar en el que apoyar mi existencia, sin defraudarme jamás. He de reconocer que nunca he querido hacer ninguna otra cosa y que aunque el rostro de mi primera maestra esté desdibujado por el paso del tiempo, las huellas de su labor están intactas en cada una de las palabras que plasmo en esta ventana abierta al mundo, por la que lanzo mis pensamientos.

Para Clara.

martes, 25 de octubre de 2011

Unos días después

Las primeras reacciones al comunicado de Eta, no han roto ninguna de las expectativas que teníamos los que desde hace tiempo, esperábamos el abandono de las armas.
Airados por que el hecho no se haya producido bajo su mandato, los populares acuden al tema recurrente de las víctimas, proclamándose defensores a ultranza de sus derechos, como si para los demás no fuera prioritario el dolor y sólo con sus métodos pudiera ser resuelto el problema a satisfacción de todos.
Por el contrario, para los socialistas, el cariz positivo de lo ocurrido supera con creces cualquier dificultad añadida que pudiera darse, en el futuro, hasta que las heridas lleguen a cerrarse, dando paso al olvido de este negro episodio de la historia de Euskadi.
Lágrimas y emociones incluidas, haber podido contar el final estando en el poder, minimiza los efectos de la debacle venidera y da credibilidad al candidato Rubalcaba, que en cierto modo, aportó soluciones a un conflicto enquistado con los anteriores ministros de interior, y felizmente resuelto ahora, para su satisfacción personal.
Salen de la oscuridad miles de simpatizantes de Bildu, que toman las calles advirtiendo que las reivindicaciones de soberanía no se han olvidado ni se olvidarán. A nadie debe extrañar este hecho, ya que de no haber contado con un amplio apoyo popular, Eta jamás habría podido sobrevivir cincuenta años.
La etapa que se abre, aún habrá de traer un cambio en las instituciones vascas y probablemente, los abertzales experimentarán una subida notable de votos, que les llevará a ocupar escaños en el Parlamento español, con más representantes de los que la mayoría espera.
Pero al contrario de poder ser considerado éste como un hecho negativo, su aterrizaje en los organismos del Estado será sin duda, uno de los mayores retos a que se han enfrentado, ya que nunca compitieron de igual a igual con otros contendientes políticos.
Nada desgasta más a un partido que los años de poder. Enfrentarse a la realidad cotidiana de los pueblos y tener que tomar decisiones altamente impopulares para lo que se considera el bien común, acaba por derrotar cualquier teoría previa, por preciosa que fuera, y pone en evidencia la auténtica valía de quienes han sido elegidos para representar a los ciudadanos, que aguardan con impaciencia la ocasión de retirar su voto a los en algún momento les defraudan.
El tiempo, que todo lo cura, terminará pues de poner a cada cual en su sitio y ya se verá en qué queda el empuje independentista, cuando se apoye únicamente en la fuerza de las palabras.
Me quedo en todo esto, con el ejemplo esperanzador de la hija de Ernest Lluch, que comento que tras conocer el comunicado, su intención fue correr hasta la tumba de su padre y susurrarle: se acabó.
Nada más cerca de la generosidad que este perdón sin condiciones, que pone por encima a los que nunca serán víctimas, del sufrimiento de los que ya lo fueron, para su desgracia.
Que la vida continúe sin incidentes, es el mejor síntoma de que todo transcurre con total normalidad y debemos alegrarnos de poder estarlo viviendo.


domingo, 23 de octubre de 2011

La muerte del tirano

La crudísima ejecución del tirano Gadafi, a manos de las hordas enloquecidas que lo capturaron, ofrece una visión dantesca del comportamiento de los seres humanos en situaciones límite y echa por tierra cualquier atisbo de raciocinio que pueda atribuirse a nuestra especie, demostrando que en ciertos momentos, nada hemos avanzado desde la prehistoria.
Tras cuarenta años de férrea dictadura y ocho meses de negativas continuas a dejar el poder, que han costado un elevadísimo número de vidas humanas de civiles, el cuerpo muerto de Gadafi, masacrado y vejado hasta la saciedad, es expuesto en un centro comercial como un trofeo, para que las miradas curiosas puedan saciar su sed de morbo, con la contemplación del doloroso espectáculo del opresor, reducido a la más infame de las miserias.
Poco parece importar a la Comunidad Internacional cómo se han producido los hechos, e incluso se da por bueno este espantoso crimen de guerra, en la esperanza de que los rebeldes vencedores en el conflicto, muestren su disposición de reabrir el mercado del petróleo, que es, en suma, lo único y verdaderamente importante de esta historia.
La conveniencia de hacer desaparecer ahora a Gadafi del panorama político, pretende hurtar a la memoria colectiva los años en que se admitió su régimen como válido, se estrechó su mano sin preguntas y se obviaron las condiciones de vida del pueblo libio, a cambio de prebendas económicas a favor de occidente.
El deplorable espectáculo de su muerte, grabada en directo a modo de documento en el teléfono móvil de uno de los participantes en la barbarie, pone en entredicho cualquier atisbo de justicia universal que pudiera resolver legítimamente estos temas y echa por tierra la definición de ética aplicada al comportamiento de las masas, cuando las circunstancias les dan el poder de decisión sobre el destino de aquellos que antes las masacraron con sus actitudes tiránicas.
El sadismo llevado a extremos inenarrables, que todos hemos podido ver en los escasos minutos que dura esta grabación macabra, no deja lugar a excusas para quienes practican ante nuestros ojos la ferocidad de su odio, sin el menor respeto a las leyes, equiparándose en su actitud con la de quien reprimen y dejando claramente al descubierto de lo que serían capaces, de encontrarse en la situación de privilegio que disfrutaba quién durante tantos años los oprimió.
Si no se abre inmediatamente una investigación que lleve ante los tribunales a los actores directos de este carnaval sangriento, la esperanza de que el pueblo libio pueda asentar su futuro en una idea igualitaria y justa para su nación, habrá muerto junto con el tirano, arrastrada por las calles de un país, que merece otra visión de la vida, que la que ofrecen éstos que ahora, se ufanan de su botín humano, sin el menor respeto a la decencia.
Dejar pasar la ocasión de censurar drásticamente lo ocurrido en Libia, sería abrir una peligrosa puerta a los que en un futuro próximo, decidieran alzarse contra los regímenes totalitarios que los gobiernan y permitir que las masas asumieran el papel de los jueces, ejecutando sin derecho a defensa a los encausados, desencadenando probablemente una cadena imparable de linchamientos, a lo largo de una geografía demasiado poblada por
iluminados, capaces de perpetuarse en el poder, por encima de los pueblos.




jueves, 20 de octubre de 2011

Ha llegado la paz

Conmocionada por la noticia de que ETA decide por fin abandonar las armas y con la urgencia de ofrecer una noticia de última hora, construida más a golpe de corazón que de cerebro, me complace esta tarde sentarme a escribir la buena nueva que ayudará sin duda a mucha gente a recuperar la vida que perdieron cuando tuvieron que asumir el terror como parte de su rutina diaria y que ahora podrá al fin, volver a respirar un aire limpio, sin miedo a pronunciarse sobre su pensamiento y sabiendo que podrá tener un futuro sin sobresaltos, en su propio país.
Muchos quedaron en un camino de sinrazón que anteponía la imposición violenta de una lucha nacionalista al bienestar común de sus propios conciudadanos y es natural que sus seres cercanos esperaran un final diferente, pero las expectativas que se abren con este paso para su territorio y el hecho de poder convivir con las personas que lo habitan sin ningún tipo de sospechas, quizá podrá paliar el dolor que les aflige y hacer que cuando pase el tiempo, lleguen a comprender que lo verdaderamente importante era sin duda, llegar a un final.
Sin esperar las reacciones de los líderes políticos, los que durante una gran parte de nuestra vida nos hemos visto obligados a convivir con este fenómeno y las terribles secuelas que ha ido sembrando entre nosotros, estamos hoy convencidos de que esta noticia es la más importante que se produce en el país desde hace muchos años y que con la llegada de la paz a Euskadi, acabarán por cerrarse todas las heridas abiertas que ha enfrentado en una guerra abierta a sus habitantes, hasta el punto de hacer enemigos a los vecinos y provocar en ellos una estela de odio difícil de superar.
Recordarán mis lectores que yo estaba segura que la paz llegaría y que incluso en varias ocasiones ya lo había anunciado como inminente. Algunos, con los que trato a diario, se negaban a la evidencia de que ya resultaba insoportable, en el Continente europeo, sostener una situación de conflicto armado que chocaba frontalmente con la bien ganada libertad de defender en las urnas cualquier tipo de derecho, incluso de la auto determinación.
Es por otra parte lógico, que la decisión haya sido tomada con el gobierno de España aún en manos de los socialistas, que se han esforzado verdaderamente en llegar a acuerdos políticos con la organización, como en la última tregua, después fallida, con una postura menos intolerante que la de un Partido Popular, empecinado en los métodos policiales y represores como única vía para resolver el problema y declarado defensor de unas víctimas a las que ha manejado como moneda de cambio durante toda su etapa como oposición.
El anuncio de ETA viene a ser además un enorme espaldarazo para el aspirante Rubalcaba, por más señas Ministro de Interior mientras se gestaba la idea que hoy se consuma, y al que los populares ya daban como perdedor en los próximos comicios y como artífice principal de una grandísima derrota de los socialistas, cantada en todas las encuestas.
El gran triunfo del fin del conflicto vasco pone ahora en las manos del virtual perdedor una oportunidad de proporciones aún incalculables y ha de afectar sin duda las previsiones de Rajoy, que va a perder votos en Euskadi, no solo a favor del PSE, sino también de los abertzales.
Queda ahora un enorme camino por delante, en el que cada cual habrá de demostrar lo que verdaderamente le importa, sin el socorrido comodín de la violencia terrorista, sacado de la manga para apretar los corazones de la gente, cada vez que flaqueaban otros argumentos. Queda mucho que perdonar y que olvidar y habrá que ser generoso si se pretende que las heridas sanen sin posibilidad de recaída. Es una enorme puerta abierta a la esperanza que por fin devuelve a Euskadi la ilusión de vivir.


miércoles, 19 de octubre de 2011

El maltrato más cruel

Desde que la violencia de género se ha convertido en delito y los machos prehistóricos ya no pueden cargar impunemente sus frustraciones sobre sus parejas, a las que creen poseer en su totalidad bajo su dictatorial mandato, parece haber nacido una nueva y malévola modalidad de herir en lo más hondo a las que se deciden a dar el paso de abandonar el calvario para iniciar una nueva vida, trasladando su impotencia y maldad a la figura de los hijos.
El maltratador, en su atormentado delirio, no soporta que su pareja mantenga ningún tipo de relación afectiva con quienes la rodean y procura un total aislamiento del entorno llegando a sentir celos enfermizos, hasta de su propia descendencia. Es por eso, que acorralado ahora por un sistema judicial que le persigue, le vigila y procura mantenerle alejado del lugar en que se encuentre la que tuvo la osadía de dejarle, va maquinando sórdidamente la manera para herir en lo más profundo la “desfachatez” de quien le denunció y llega incluso a ser capaz de asesinar con toda frialdad a sus descendientes, con tal de causar dolor a la que consideraba únicamente suya.
Este incomprensible argumento, deja absolutamente al descubierto qué tipo de persona puede esconderse en él y hasta qué punto estaba justificada la urgencia de la separación para las valientes que acaban por decidirse a iniciar el tortuoso camino de ser fugitivas para toda la vida.
Por desgracia, con demasiada frecuencia, las barreras establecidas por la sociedad son rotas y acaban en resultado de muerte, como prueban los cincuenta y tantos casos de mujeres asesinadas por sus parejas este año.
Otras veces, las cosas ocurren inesperadamente y salen a la luz los peores instintos en acciones directamente dirigidas a la inocencia infantil, como medio para probar que desde lejos, también se tiraniza, a través de otro tipo de delito.
Los expertos están de acuerdo en afirmar que la mente del maltratador no puede cambiarse y que en ningún caso, son afectados por ningún tipo de enfermedad nerviosa, sino claros exponentes de simple crueldad, aderezada por grandes dosis de egocentrismo y falsa vanidad, que les lleva a no admitir en modo alguno que les dejen.
Si se han tipificado las penas contra la violencia de género, habrán también de ser tipificados con máxima dureza los delitos cometidos contra los menores que son fruto de las tumultuosas relaciones que se establecen entre estas parejas.
Ha de caer en estos casos, todo el peso de la Ley sobre las espaldas de aquellos que se creen en posesión de la verdad, proyectando su instinto animal contra seres de su propia sangre, como forma de afirmar su hegemonía machista y obsoleta.
El caso de los niños desaparecidos en Córdoba, parece a priori, un ejemplo de libro de cuanto acabo de decir y la sociedad necesita sentir que se hace justicia en este tipo de situaciones que son en sí, una aberración imposible de asimilar o disculpar y una afrenta imperdonable para el género humano, sin distinción de sexos, afortunadamente.




martes, 18 de octubre de 2011

El intercambio

Nunca sabremos la importancia real que tiene el canje de un solo soldado israelí por un millar de palestinos, o quizá no queramos creer, a causa de nuestra natural desconfianza, que esta liberación sea un paso para el entendimiento entre dos naciones enemigas, pero es verdad que en estos días, que en nuestro país se discute acaloradamente sobre las concesiones en un proceso de diálogo, el intercambio parece, a simple vista, un gesto de generosidad por parte de los más poderosos hacia los débiles y la imagen de los que vuelven al hogar, de una y otra parte, ayuda a mirar al mundo con una visión más humana de la que, desgraciadamente, se nos muestra.
Quizá en el acuerdo esté implícita una prohibición velada para que no vuelvan a plantearse en Naciones Unidas exigencias de creaciones de nuevos estados o algo aún más oscuro, que no será revelado a los medios de comunicación, al menos por ahora.
El enquistado problema de Oriente Medio, de difícil análisis, es también otro de los conflictos territoriales de envergadura, de cuántos se suceden ante nuestros ojos habiéndose convertido en rutinarios, como si ya nadie esperara una solución ni cercana, ni lejana, que ahuyentara el fantasma de la muerte de
los que conviven con ella a diario por las calles de sus ciudades.
Y sin embargo, la resolución de estos temas puede ser posible, si la voluntad y el esfuerzo de los implicados son verdaderamente sinceros y los hombres tratamos de comprender que, al fin y al cabo, tampoco es tan importante la procedencia de cada uno de nosotros.
No es fácil convivir con la violencia, ni llegar a la conclusión de hacer de ella un único medio para sobrevivir o adoptarla como parte de lo cotidiano, sin dar la menor importancia al elevado precio que pagamos por esa convivencia.
Cualquier gesto, por pequeño que sea, de acercamiento mutuo entre contendientes, es válido, si va encaminado a mejorar el futuro de la mayoría y consigue que la paz no sea un concepto abstracto que contemplamos desde lejos y que algunos, incluso nazcan y mueran sin haberla conocido, como si habitaran una parte del mundo donde la barbarie no pudiera ser dominada por la razón.
Nada importan los auténticos motivos de la noticia que hoy nos llega, si es el comienzo de una serie de actos parecidos, capaces de traer un poco de alegría a los endurecidos corazones de los adversarios eternos y encauza la negociación que mantienen, sacándola del compás de espera en que se encuentra anclada, mientras la gente considera prácticamente imposible encontrar una salida.
Quizá podría seguirse ahora por derribar el muro que convierte en ghetto los territorios palestinos e impiden la libertad de circulación de sus habitantes, por medio de la fuerza. O por dejar entrar los barcos de ayuda humanitaria a los que se impide el acceso a los necesitados de productos básicos, acabando con el bloqueo que no permite crecer a los que se encuentran en el lado más débil de una balanza, claramente inclinada hacia el platillo de los poderosos.
Pero me quedo con la fotografía del niño palestino que se cuelga de la ventanilla del autobús para abrazar a quien probablemente, es su padre y con las tímidas palabras del prisionero israelí que dice que nunca perdió la esperanza de volver. Los sentimientos siempre acaban por igualarnos, por muy lejos que creamos estar los unos de los otros.




lunes, 17 de octubre de 2011

El fin y los medios

La comisión internacional encabezada por Kofi Annam y Jerry Adams, se ha pronunciado ayer en el País vasco, aconsejando una paz negociada para ETA, sin alcanzar un consenso pleno, como era de esperar, para las conclusiones obtenidas de una reunión que, a priori, debe ser aceptada como algo positivo, si con ello se llega a un final feliz.
El conflicto vasco, enquistado en la sociedad española desde hace demasiados años, recorre ahora una nueva vía en un intento de ser resuelto, que es aceptada por una gran mayoría de la ciudadanía de este territorio, aunque rechazada de plano por el Partido Popular y naturalmente, por los familiares de las víctimas, que no pueden considerar ninguna otra salida más que la de que el peso de la Ley caiga, inexorablemente sobre los verdugos de aquellos que perdieron.
Toda negociación, sin embargo, se nutre de concesiones de las partes y en ninguna que alcance el éxito podría hablarse claramente de vencedores y vencidos. Es de entender que el dolor provocado por la organización terrorista durante sus años de vida, resulte imperdonable para quienes sufrieron en primera persona sus acciones y vieron cómo sus vidas se veían truncadas cuando les arrancaron a personas cercanas, de manera violenta, sin que ningún tipo de justicia les parezca satisfactoria para paliar el delito, aunque muchos de los autores materiales estén pagando ahora, en las cárceles, por ellos.
No se engañen los afectados por la actitud de los conservadores, ni les crean a su lado en este tema, porque para ellos se trata simplemente, de una cuestión de votos. Aún cuando ETA entregara las armas y pidiera públicamente perdón a las víctimas en un acto de contrición difundido internacionalmente por todos los medios de comunicación, para los conservadores, si no se producen estas acciones bajo su gobierno, no sería suficiente.
Que el Partido Socialista, perdedor en todas las encuestas, de cara a los comicios del veinte de Noviembre, se apuntara ahora el tanto de firmar una paz en Euskadi, representaría para los virtuales vencedores una pérdida de votos demasiado valiosa, que daría al traste con su sueño de alcanzar una mayoría absoluta, que les permitiera gobernar en solitario durante los próximos cuatro años.
Es por eso, que critican a la comisión internacional alegando un desconocimiento garrafal de la realidad vasca y no admiten comparaciones con antiguos procesos como el irlandés o el sudafricano, sin querer admitir que todos los problemas territoriales se parecen y que a veces, los medios empleados para alcanzar un acuerdo que termine con ellos, suelen justificar su fin, si es para el bien de la mayoría.
Si como es de esperar, se termina con la lacra social que durante años ha ensuciado la faz democrática del país con acciones injustificables de violencia permanente, habremos pues de agradecer eternamente a estos expertos mundiales, su colaboración en algo que nosotros solos, no hemos sido capaces de resolver.
Los ciudadanos estamos cansados de asistir a diario a la utilización partidista del conflicto vasco como arma arrojadiza, cada vez que se abre un proceso electoral y lo único que realmente nos interesa, incluso por encima de quién nos gobierne, es tener la seguridad de que las heridas empiezan a cerrarse y olvidar, cuanto antes, que el horror existió.
Si esta es la oportunidad de conseguirlo, sería un gravísimo error desaprovecharla por guerrillas internas entre partidos mayoritarios con ambiciones de poder y desde luego, quizá no podríamos perdonar que los encontronazos habituales entre ellos arruinaran la ocasión de firmar un acuerdo. Pero ya sabemos por experiencias anteriores, que nuestros políticos caminan por derroteros distintos de los nuestros y que para ellos gobernar, está por encima de los intereses del pueblo.


domingo, 16 de octubre de 2011

Las semillas de la indignación

Los malos vientos de la crisis, que han derribado con su furia el modo de vida de millones de personas, ha empezado a esparcir por el mundo las semillas de la indignación, que van fructificando en ciudades que nada creían tener en común, ofreciéndonos el fruto impagable de devolver la ilusión a la humanidad.
La tiranía detentada por los valores económicos sobre la gente de bien, ha ido minando las expectativas de futuro que se creían consolidadas tras los años de cierta bonanza y ha dejado al descubierto las auténticas intenciones de los avarientos de poder, colocando al grueso de los habitantes del planeta, en una situación insostenible de desamparo, que ya no solucionan los gobiernos ni los gobernantes, y que les ha hecho entender de repente, que sólo cuentan con su propia fuerza para intentar cambiar el rumbo de su destino.
La estela de los movimientos iniciados en España, explosionó ayer en las ciudades más importantes de Europa y América, lanzando una tarjeta de visita recién estrenada, a los políticos que quieran tener una idea clara de lo que puede llegar a convertirse en un inesperado giro, que acabe con sus propósitos de enriquecimiento, para traer un poco de justicia a los ciudadanos, cansados de ser objeto de explotación y dispuestos a dejar de serlo.
El impacto de millones de personas echadas a la calle reclamando derechos elementales que hasta pocos años hubieran sido incuestionables, da una idea de la desastrosa gestión de los dirigentes en cualquier lugar que quisiéramos citar y de la intención generalizada de cambio que busca la sociedad de nuestros días, desechando cualquier intervención gubernamental al uso, siendo como son los políticos, prisioneros de los mercados de valores y de la sinrazón de los banqueros.
La noticia de hoy, que ha saltado a la primera página de todas las agencias informativas, no es más que un comienzo y una seria advertencia de que también a los desheredados de la tierra nos queda algo que hacer. El inmenso poder de convocatoria de las redes sociales, que nos fueron lanzadas por los propios capitalistas como un goloso anzuelo a morder que reportara incontables beneficios, no puede ya ser detenido y las masas acuden solícitamente a la llamada de quienes intentan remediar parte de su dolor, comprendiendo la situación en que se encuentran y compartiendo el mismo sitio que ocupan, en las escalas más bajas de las sociedades, ahora destrozadas por el concepto economía.
No palidecerán estos movimientos. Tienen la fuerza y la frescura precisas para sacar al mundo de su degradada caducidad y de las corruptelas generalizadas que lo han ido invadiendo, mientras estábamos dormidos.
Irán creciendo porque las mayorías están hechas del mismo material que los que ahora se encuentran ocupando las plazas y las calles de las ciudades y porque la lujuriosa avaricia de los desaprensivos, al no conocer límites, acabará por romperse en pedazos si los que hasta ahora éramos sus juguetes, nos unimos en su contra sin miedo al fracaso.
Me alegro de estar en este sitio ahora. Porque tengo la impresión de estar asistiendo a un fenómeno histórico de proporciones inmensas, que acabará escribiendo el futuro de la humanidad en un idioma distinto al que sólo nos obliga a obedecer órdenes mientras nos roba nuestra esencia.
Me alegro de estar aquí para poder contarlo y para, desde mi humildad, difundirlo hasta donde lleguen mis palabras, que son las mismas que las vuestras.

jueves, 13 de octubre de 2011

Una enfermedad inoportuna

Atacada por uno de esos virus malignos que te introduces voluntariamente una vez al año, llamados vacunas, no me ha quedado otro remedio que recluirme en mis aposentos y tomar una dosis de analgésicos para mejorar los escalofríos que recorren sin pudor mi espalda.
No es que yo tenga tendencias masoquistas, ni que la edad me haya traído una de esas manías tan comunes entre los mayores, de coger cierto apego a los profesionales de la medicina y a los lugares en los que habitan, convirtiendo en rutina las visitas a los Ambulatorios, como si de un agradable paseo se tratara.
Trato de remediar con esta práctica anual, los efectos de la terrible gripe, que me tiene cierta querencia y suele visitarme con regularidad, haciendo auténticos estragos en mí, obsequiándome con todos los síntomas posibles para un paciente y dejándome después hecha un guiñapo humano, de piel y huesos.
Nunca antes había yo reaccionado a la vacuna como ahora y esta vez creo que ha sido, a causa del modo en que me ha sido administrada la siniestra dosis medicamentosa, por una ATS rauda como una bala, que ni siquiera me dio tiempo a desabrocharme la manga, cuando inyección en ristre, me clavó en el brazo un banderillazo ciertamente caliente, que ya comenzó a jorobarme desde el mismo momento en que se introdujo en mi piel y que me ha dejado un recuerdo similar al causado por una picadura de avispa, con montículo a modo de volcán, al que no hacen efecto anti inflamatorios orales, ni cremas, pues no desaparece.
Esta profesional, que no se caracterizaba precisamente por su locuacidad, ya que no oí su voz más que para preguntarme mi nombre, debía estar hasta el moño de la labor que le había sido asignada y supongo que cuando mi turno llegó, tras cuatro horas de vacunaciones ininterrumpidas, sentía ya la necesidad imperiosa de perder de vista a la ancianidad allí congregada e ir a otros menesteres más lúdicos en los que realizarse mejor y en dos palabras, me mandó a paseo.
Puede que suene a tontería, pero en esto de la medicina, es muy de agradecer una buena actitud hacia el paciente y suele ser
habitual que se produzca con mucha más rapidez la mejoría, si la visita del profesional va acompañada de cierta amabilidad y respeto, e incluso de algún tema banal de conversación personal que dé a entender que existe una cierta proximidad humana y un poco de comprensión hacia las dolencias que nos afligen.
Además, nadie estudia temas relacionados con la salud bajo coacción o amenaza, y al estar hechos exactamente del mismo material que quienes nos hallamos al otro lado de la mesa, habría que presuponer una dosis de complicidad implícita entre nosotros y por qué no, unas mínimas reglas de educación, porque así los seres humanos nos diferenciamos de las bestias.
Pero hay acémilas con bata blanca, que en vez de hablar rebuznan y aunque afortunadamente, no son mayoría en el panorama actual de la medicina española, a veces tenemos la mala suerte de tropezar con una de ellas y recibimos, naturalmente, la correspondiente coz que de su natural se espera.
El caso es que me van a permitir un receso en mis noticias diarias, mientras mejoro de esta enfermedad pasajera, no sé si inducida por el maldito virus de la gripe que a pequeña escala me inyectaron, o por el tropiezo con la banderillera muda que se encargó de administrarmelo. Saque cada cuál la conclusión que mejor le venga.



miércoles, 12 de octubre de 2011

La fiesta de la guerra

Se pone en marcha la parafernalia militar, el fasto y el boato, la música marchosa que marca el paso de los desfiles y las tribunas se llenan de personalidades de rancio abolengo que olvidan, por un día, sus diferencias, como demostración de amor patrio y admiración por la tropa que salvaguarda el honor, de potenciales enemigos.
Los soldados sin graduación esperan que empiece la fiesta, ataviados con uniforme de gala, entonando canciones de cuartel ante los bares, con actitudes diametralmente opuestas a la recia disciplina que luego mostrarán, cuando se ponga en marcha la maquinaria y el pueblo aguarde con banderitas en las manos, la llegada de los Reyes, los príncipes, las infantas y los políticos, en una fila interminable de coches oficiales, ellos de traje oscuro, ellas de modelito nuevo, para conmemorar, no se sabe muy bien, si la unidad de las razas, o la fuerza irresistible del valor guerrero que caracteriza a nuestras fuerzas armadas.
Tanques, tanquetas, fusiles y toda clase de perversos artilugios, de tierra mar y aire, son puestos en estado de revista y relucen como soles, perfectamente manejados por sus belicosos dueños y pasado el momento de los saludos, de las inclinaciones de cabeza, de los taconazos y las reverencias, todo empieza a encajar a la perfección, como en un enorme rompecabezas en movimiento, que comienza a circular por las calles de la ciudad.
Ante la algarabía popular, pasan la infantería y los artilleros, los guardias reales y sus caballerías engalanadas, marinos, artificieros, guardias civiles, legionarios y toda suerte de gente armada, marcando el mismo paso, al son de la misma música bullanguera, poblando las avenidas de raído de botas y blandir de brazos, capitaneados por la famosa cabra, cuyo cometido nadie conoce y cuya opinión a cerca de este tipo de eventos no se le consultó jamás. Pobre animalito.
Gobierno y oposición, charlan amigablemente en los palcos olvidando pasadas rencillas. Los graves insultos vertidos desde los púlpitos mitineros, parecen agua pasada, a juzgar por el intercambio de sonrisas, y los gritos en contra que recibieron en pasadas ediciones de esta misma celebración se subsanaron, colocando a la multitud a una distancia suficiente para que no molesten en absoluto, la dulce paz de sus ilustres señorías.
Pasan los aviones, dejando una estela roja y gualda tras de sí mientras realizan mil piruetas en el cielo y se iza un banderón de proporciones que rayan en la horteridad, mientras el calor arrecia sobre las masas curiosas y algunos hacen su agosto con la venta ambulante de bebidas y bocadillos.
Los periodistas aguardan estoicamente el paso de la comitiva, intentando captar alguno de esos momentos memorables en que alguna personalidad tilda de “coñazo” la fiesterita y los flashes se disparan una y otra vez , también los de la prensa rosa, muy interesada en contar a sus lectores si alguna de las señoras ha repetido modelito, por aquello de la crisis.
Todo termina con una recepción seguida de almuerzo, este año un poco deslucido por la cojera del rey, que ha entretenido bastante a la concurrencia, con aquello de coger y soltar muleta durante toda la mañana y con la revisión de tropas hecha en jeep, en lugar de a pie, como mandan los cánones.
Esto de jugar a las guerritas, que tanto agrada a los defensores de la patria, que insisten en demostrarnos cada cierto tiempo, que tenemos un ejército moderno y bien equipado, dispuesto a dar la cara por nosotros, si hiciere falta, tiene sin embargo un impedimento que todos olvidan mencionar y que, dada la época que atravesamos, es algo muy a tener en cuenta, ahora que hay que arrimar el hombro para paliar la crisis: el precio exacto del evento.
Montar un acontecimiento de esta categoría, no debe resultar barato y muy al contrario, el costo de poner en marcha a los participantes, los vehículos, los aviones y su correspondiente combustible, sin duda ha de ser alto para las arcas del Estado.
Si a ésto añadimos el presupuesto de la recepción palaciega y el del rancho que hayan tomado probablemente, los participantes en el desfile y sus familiares más directos, el montante de la operación, a cargo de los españoles, se dispara.
No importaría dar este tipo de caprichos a los amantes de la suntuosidad de galones y estrellas, si al mismo tiempo no se estuvieran produciendo recortes drásticos en temas que a todos atañen, como la sanidad o la enseñanza, si no nos hubieran rebajado los sueldos y congelado las pensiones y si hacer la cesta de la compra no fuera un reto peligroso cada día, para los cinco millones de parados que tenemos a nuestra espalda, con toda suerte de carencias.
Ni a ellos, ni a nosotros, de veras, nos importa un bledo el color de los trajes de los militares, la tecnología de los carros de combate y esos aviones que nos muestran en el desfile y que por cierto, nada tienen que ver con los que luego se emplean, en episodios como el del Yak 42, de tan triste recuerdo.
Ahorrar suspendiendo sine die eventos como éste, sería un buen ejemplo de ahorro para los españoles, a los que no hace falta para nada, al menos de momento, salir a contemplar batallitas fingidas, mientras van cayendo sin que nadie lo remedie, en las garras de la pobreza.





lunes, 10 de octubre de 2011

Degradación laboral

Me cuenta el propietario de un pequeño negocio familiar, que cada vez es más frecuente el caso de personas que se ofrecen para trabajar, a cambio de salarios que no alcanzan el mínimo interprofesional y lo incluyen en su currículo, como si de un mérito más se tratara.
Desesperados por la imposibilidad de remontar los gravísimos problemas que sufren a consecuencia de la crisis y los largos periodos de inactividad que padecen, muestran con esta posición la verdadera crudeza de la tragedia que vivimos, e igualan a este país con los que perteneciendo al tercer mundo, denigran a los trabajadores con míseras remuneraciones de hambre, acabando con cualquier resquicio de dignidad que pudiera elevarlos a la categoría de personas.
La figura de los inspectores de trabajo, sale bastante mal parada de este trance, si, como es de suponer, más de un desalmado aprovecha el ofrecimiento y contrata al operario, cruzando la línea de la legalidad para su propio beneficio, ya que horarios y remuneraciones son bases legítimamente sentadas para todas las profesiones en nuestro territorio y no hay posibilidad de negociación cuando de estas cuestiones se trata.
Estamos también, sobre todo en el sector de la hostelería, ante casos de jóvenes que son contratados a prueba durante dos días, sin salario, y después despedidos sin explicaciones para ver con asombro cómo su sitio es ocupado por otro, en las mismas circunstancias.
Otros empresarios, ofrecen con toda claridad y sin tapujos un par de horas de cotización y sueldos de cuatrocientos euros, a cambio de jornadas de más de ocho horas, e instan a retirarse de las entrevistas, a aquellos que no acepten implícitamente sus condiciones o reclamen otras mejores.
La reforma laboral, con su facilidad para el despido, no sólo no ha conseguido paliar el desempleo que nos azota, sino que, como puede verse, ha traído consigo una situación de picaresca empresarial, que al parecer nadie vigila ni penaliza.
Tampoco hay noticia hasta ahora, de que existan denuncias a este respecto por parte de nuestros acomodados sindicatos, ni es tema de ninguna de las campañas electorales que pululan por el territorio nacional, ni está escrita su persecución en ninguno de los programas políticos de los partidos que luchan por el poder.
No es ya que necesitemos con urgencia una solución al problema del paro. Exigir que las condiciones para los trabajadores que lo encuentren estén dentro de unos límites de humanidad y respeto para ellos, es una obligación ineludible y mirar por su estricto cumplimiento, lo más prioritario para todos aquellos que aspiren a representarnos en el futuro que nos aguarda.
La degeneración de valores en que nos encontramos inmersos, la falta de escrúpulos de quienes tratan de enriquecerse por medio de la explotación descarada del esfuerzo de los demás y el viraje a la derecha de cualquier política relacionada con el ámbito laboral, abre una herida profunda en los mismos cimientos de nuestra sociedad y sienta precedentes inaceptables para los derechos ganados por los trabajadores del mundo, durante años de dura batalla.
La imagen de los operarios del futuro será, si todo sigue así, desoladora y falta de cualquier esperanza. Tal vez a Europa le convenga y convenza esta indecencia y en el fondo seamos, como desde hace tiempo se pretende, pura mercancía devaluada por decreto.






domingo, 9 de octubre de 2011

Durán y su visión de Andalucía

Me pregunto cómo habrán sentado las declaraciones del señor Durán i Lleida a los millares de andaluces que procedentes de un pasado franquista que no tuvo piedad con los territorios del sur, se vieron obligados a emigrar a Cataluña para trabajar en las modernas fábricas allí instaladas con el beneplácito del dictador.
Muchos de estos emigrantes se asentaron allí, llegando a sentir Cataluña como algo propio y aportando todo el esfuerzo de su trabajo a la consolidación de una de las autonomías más punteras del país, mientras Andalucía permaneció durante décadas relegada al papel cañí que se le quiso asignar desde las altas esferas de entonces y con unos recursos diezmados que retrasaron su incorporación a la modernidad, sin que ningún nacionalista catalán se pronunciara en contra de esta injusticia, ni considerara un agravio comparativo nuestra pobreza.
No les pareció entonces pecado hacer uso del trabajo de los andaluces en beneficio propio, ni se puso objeción alguna a “prestar” parte de su sagrada tierra a los recién llegados, si estos cumplían estrictamente con los horarios laborales y revertían las ganancias obtenidas en consumir en los lugares en que habían decidido asentarse.
Nada sabe, creo, el señor Durán, ni ninguno de los burgueses pertenecientes a su formación ni de hambre, ni de miseria, ni mucho menos de la ignorancia que Andalucía ha llevado a la espalda, por imposición, durante demasiado tiempo.
Cómodamente instalados en una clase media alta, de esas que te permiten residir en hoteles de cinco estrellas si trabajas fuera de tu ciudad, la vida diaria de los jornaleros andaluces, queda demasiado lejos y es demasiado dura, para ser siquiera considerada por un político de la derecha catalana, que ni siquiera es capaz de entender, según dicen, el idioma que se habla en las regiones agrícolas de Andalucía.
Molesta al señor Durán al parecer, que los trabajadores andaluces que cobran el subsidio agrario de cuatrocientos euros, tomen una copa al final de la jornada en la tasca de la esquina, en la que él no entraría por nada del mundo, ante el riesgo de ser contaminado por los vapores populares que allí se cuecen, y acostumbrado como seguramente estará, a terminar la noche con un licor de primera en la cafetería del Hotel Palace, de Madrid, dónde se aloja habitualmente.
Hablar de la diferencia de sueldos sería sin duda, herir los sentimientos de los obreros andaluces y no haría más que ahondar en un sentimiento anticatalanista, que hasta tendría cierta razón de ser, si nos limitáramos a prestar oídos a quienes como el señor Durán son el vivo ejemplo de la más feroz xenofobia.
No entraré al trapo, ya que provengo de una tierra milenaria que ha sabido aprender de cuántas culturas se han asentado en ella, sumando experiencias positivas de lo bueno que quisieron traer los que aquí vinieron y acogiendo a las gentes de buena voluntad, sin exigir el abandono de sus costumbres o de su idioma, rompiendo fronteras para convertirnos, como somos, en un territorio abierto ideal para ser ciudadano del mundo.
Coartar la libertad de las personas, acotar los espacios, cerrando rendijas a cualquier influencia exterior, implantar por decreto un modo de vida para todos, negando cualquier posibilidad de cambio o apertura a las mentes inquietas que deseosas de acumular nuevos conocimientos, se afanan en un aprendizaje digno de ser admirado, no deja de ser un modo dictatorial de administrar el poder y una forma de volver a la caverna, racista, insidiosa y a todas luces retrógrada y deleznable.
Mande pues, el señor Durán, si le dejan, en su coto cerrado, ahora que ha conseguido el voto de sus conciudadanos, y olvide el modo de vida andaluz, que desde luego, no conoce, ni le interesa. Pero le informo, que nuestro desarrollo ha sido espectacular en los últimos tiempos, que hemos sido pioneros en leyes sociales aún impensables en su programa y que al menos de momento, disfrutamos de una sanidad pública sin recortes, una enseñanza estatal de innegable calidad y sobre todo, de un pueblo decidido a salir de la crisis sin necesitar ofender a nadie con la verborrea barata de un vendedor ambulante barriobajero.
Si quiere, puede venir a comprobar in situ, cuánto le digo. Seguro que será acogido con la amabilidad que nos caracteriza. ¡Y no tendrá que hablar andaluz!


jueves, 6 de octubre de 2011

Con la complicidad de los jueces

El desconocimiento demostrado por la judicatura sobre la violencia de género, ha generado con demasiada asiduidad conflictos entre las partes, que en más de una ocasión han terminado con resultado de muerte.
La larga lista de mujeres fallecidas a manos de sus parejas, ya debiera haber aportado experiencia a los encargados de juzgar los casos, al menos para llegar a intuir que no se puede dar alas a un agresor interpretando literalmente pasajes de la ley, si lo que está en riesgo es la vida de una persona, aunque la denuncia se base en el maltrato psicológico, verbal o acompañado aún de golpes sin demasiada contundencia, porque ha quedado demostrado que este tipo de situaciones son siempre el primer paso de una escalada paulatina de violencia, con impredecible final para la víctima que lo padece.
Pretender ignorar los insultos proferidos por los maltratadotes, o ir al diccionario para buscar otra acepción de determinadas palabras que en un contexto de agresividad son proferidas en un tono peyorativo, es embadurnar un proceso que en todos los casos debería ser ejemplar y convertirse en cómplice del malhechor al que se ampara, con la gramática en la mano, mientras se le abre la puerta para continuar sus prácticas de sadismo.
Parece a simple vista que persiste una elevada dosis de machismo en jueces que no han sabido adaptarse a la evolución de los tiempos y que permanecen anclados a un pasado de nefasta memoria para el género femenino, cuando un cachete o una ristra de improperios se consideraban como parte normal de la relación de pareja y los hombres eran una casta privilegiada en posesión de la razón, sólo por serlo.
La reincidencia del juez Juan del Olmo en este tipo de interpretación de las leyes es reiterativamente sospechosa para los colectivos que luchan por atajar de raíz los problemas relacionados con la violencia de género y habría que preguntarse seriamente por qué se mantiene a esta persona en los juzgados de familia, probada como está, su aversión hacia las denunciantes y su favoritismo descarado hacia los delincuentes a los que da la razón, desde su posición de poder.
Pasar por alto esta complicidad encubierta que cualquier día derivará en la muerte de una de las mujeres que tengan la mala suerte de topar con este individuo en las salas de los juzgados, pone en tela de juicio la validez de todos los esfuerzos que se hacen por parte de la administración para erradicar la violencia y deja en permanente desprotección a unas víctimas indefensas, que no hacen nada más que tratar de salir de la insostenible situación que viven en sus propios hogares.
El triste recuerdo de la mujer quemada y muerta por su agresor, a la que el juez había obligado a compartir vivienda con él sólo unos mees antes, pulula sobre nuestras cabezas y aún nos preguntamos cómo no se actuó contra él en cuanto se produjeron los hechos.
Ahora tendremos que aguardar que éste, a quién absuelve Juan del Olmo de todo delito, vea por fin a la “zorra en la caja de pino”, como vaticinó en una conversación telefónica con su propio hijo. Según la interpretación de su señoría, solo será un “animal astuto” muerto.

miércoles, 5 de octubre de 2011

Elogio del valor

Mientras el primer mundo se fragmenta, hecho pedazos en las manos caprichosas de unos cuantos especuladores sin escrúpulos y los parias de la tierra aguardan con paciencia infinita la mísera ayuda tendenciosa de unos benefactores sin conciencia, el tiempo pasa inexorablemente, sin que nadie se atreva a dar un paso proclive a determinar cómo será el futuro para todos nosotros, ni a marcar directrices capaces de atraer a los hombres hacia otros modelos más justos de emplear la riqueza.
La fracasada globalización, que nos ha llevado a las puertas de la agonía, a la sinrazón de la hegemonía de la economía sobre los individuos, permanece inalterable en su sólido pedestal desde el que domina la tierra, insensible al grito cada vez más estrepitoso de aquellos a los que despojó de cuánto tenían y sumando sórdidos dividendos obtenidos a base de explotación y corrupción de las ideologías.
Enquistada la comodidad entre nosotros durante demasiado tiempo, la valentía se ha convertido en una virtud residual de la que casi todos carecemos. Atados en corto con la esclavitud que da deber favores impagables, todos los mecanismos de defensa quedaron anulados al tiempo en que consentimos entrar en la mentira colectiva que nos vendieron como una forma de prosperar segura y eterna.
La promoción descarada de las Ciencias como únicas materias de interés, empujando desde la escuela a los alumnos más aventajados hacia ella y desaconsejando a los brillantes cualquier cosa relacionada con la humanidad y el pensamiento, ha conseguido en poco tiempo, que todos seamos capaces de manejar computadoras y todos los avances tecnológicos que han querido imponernos, a cambio de perder nuestra innata capacidad de raciocinio, olvidando lo acaecido en la historia del mundo en que vivimos y en muchos casos, hasta sin conocer siquiera el nombre de la provincia más cercana a nuestro lugar de nacimiento.
Nos han robado nuestros idiomas, orientándonos a uno común casualmente hablado por los económicamente más fuertes, evitado la socialización encerrando a los individuos en casa obnubilados ante una pantalla capaz de atravesar las fronteras para ofrecernos la realidad virtual de conocer nuevos individuos a los que nunca tendremos en frente y hacer que veamos como algo negativo la confraternización con los que tenemos más cerca, premiando la violencia como una forma de fortaleza y virilidad entre los frágiles adolescentes, cuya única ilusión en la vida es holgar en una habitación desordenada exigiendo derechos que nunca ganaron en su corta existencia, tristemente manipulada prácticamente desde la cuna.
Es esta una forma de matar la esperanza de la humanidad convirtiéndola en un ente impreciso, al que llevar y traer por caminos previamente marcados y decididos sin su participación ni consenso.
Ni siquiera nos queda la opción de poder pasar a una clandestinidad desde la que empezar una lucha faraónica para restaurar un modo de vida distinto en el que basar los principios en los que ayer creímos, porque los que no conocieron la libertad no sienten su falta, ni quieren oír hablar de su reconquista.
Así, no es de extrañar que el puñado de hombres que han decidido expresar en las calles su oposición al sistema, sean tildados de locos e iluminados por los padres de todas las patrias, probablemente inquietos por la estabilidad de su bien urdida teoría de alienación, vapuleada por un puñado de héroes urbanos víctimas de una indignación infinita.
Los pequeños pasos que han empezado a darse desde estos movimientos son, sin embargo, a todas luces insuficientes, si el quiste de la ignorancia mal intencionada que instalaron en nosotros deliberadamente, no es extirpado a la mayor brevedad y se propicia la propagación de muevas ideas, entre la embrutecida humanidad que camina adormilada hacia su propia muerte.
Convendría pues aclarar, que hay valores que deben permanecer entre nosotros, como señas de identidad de nuestra especie, que siempre se diferenció de las demás por su racionalidad y por las aplicaciones que de ella se derivan, desde que nos levantamos del suelo para empezar a construir otro Universo.


martes, 4 de octubre de 2011

Crear un paraíso

La nueva subida de las cifras del paro en Septiembre, viene una vez más a demostrar la ineficacia de todas las medidas tomadas en la reforma laboral y pone en la calle a cerca de cien mil españoles, que pasan a engrosar las interminables colas de las oficinas del INEM, ya de por sí suficientemente nutridas.
Siguen sin ser nada halagüeñas las perspectivas de futuro para nuestro país y aún el representante de los grandes empresarios exige mayores recortes, naturalmente en exclusivo beneficio de sus representados, mientras los asalariados ven con estupor derrumbarse su modo de vida, sin que nadie haga nada por remediarlo.
Ahora dice Grecia que puede aguardar hasta Noviembre sin recibir un segundo rescate. La población está en la calle con un recorte del 25% de su sueldo y su país en manos de las caprichosas manos de unos cuantos entendidos en finanzas estupendamente afincados en Europa, de esos que cuando deciden retirarse, firman finiquitos de veinte millones de euros y que, naturalmente, nunca entendieron ni entenderán, de fatigas ni miserias.
Hay además un montante considerable de economía sumergida, produciendo intereses para sus propietarios allá donde hayan decidido colocarlo y cuyo destino no parece interesar a nadie averiguar, como si nos sobraran medios para superar la maldita crisis y los impuestos fueran sólo cosa de los trabajadores con nómina a los que hacienda no da respiro, esté como esté su actual situación.
Tal vez sería una buena idea convertir a España en uno de esos paraísos fiscales dispuestos a recibir fortunas escamoteadas a loa estados sin hacer preguntas impertinentes, ya que al ser la puerta de África y el primer peldaño para acceder a Europa, su situación estratégica le proporcionaría rápidamente avispados clientes capaces, ellos sí, de multiplicar capitales a velocidades extremas y de proporcionar al territorio que los acoja suculentos beneficios que lo coloquen en una situación de tranquilidad, de esas que duran toda la vida.
De este modo ya no habría que estar mirando si se turba el gesto de la señora Merkel, ni estar en vilo cada vez que aparecen las noticias de todos los descalabros que se producen a diario en países hasta ayer, garantes de solidez y ahora arrastrados por el lodo de los mercados bursátiles, sin que nadie se atreva a servirles de aval en sus arriesgadas políticas.
Uno añora los tiempos en que se levantaba con cierta sensación de alegría y creía que su plan de vida estaba asentado en el tiempo, contemplando un plácido futuro para sus descendientes, sin sombras acechantes que enturbiaran el horizonte.
Ya que nuestros políticos han demostrado con creces que son capaces de cerrar los ojos a las miles de historias truculentas que ocurren a su alrededor, sería una buena maniobra hacer de la corrupción un modo de vida para el país que habitan y aprovechar el tirón de lo que tan bien saben hacer, para convertirse en administradores reales de sus amados capitalistas y de paso, alegrar nuestra triste existencia con una inyección que empezara a llenar nuestros esquilmados bolsillos. Algo nos tocaría ¿no?

lunes, 3 de octubre de 2011

El largo camino de la paz

Si ETA no se da prisa en finalizar sus conversaciones internas para ultimar el proceso de paz y como se intuye, el Partido Popular gana las elecciones el próximo 20 de Noviembre, habrá asesinado toda posibilidad de entendimiento con el estado español y perderá una oportunidad de oro para reintegrar a su gente a una sociedad cansada de que sus acciones no terminen nunca,
No basta ir tanteando el terreno ofreciendo pequeños pasos de supuesto arrepentimiento, ni tiene un valor efectivo el comité de mediadores que han buscado para que verifique su tregua. Después de cuarenta años de violencia continuada, en un territorio que ha perdido la noción de vivir con naturalidad su realidad cotidiana, resulta verdaderamente inútil intentar prolongar en el tiempo la vida de la organización, como excusa para intentar conseguir determinados privilegios, que serían más fáciles de obtener desde las instituciones políticas, si finalmente se llega a la paz.
Al Partido Socialista, aún en el poder, le vendría bien poder proclamar un éxito de estas dimensiones para, al menos, recortar distancias con sus adversarios más directos y a los abertzales, el hecho de haber conseguido la resolución del eterno conflicto, les aportaría una entrada de votos considerable, de parte de grupos que últimamente, habían decidido desvincularse de cualquier acción que tuviera que ver con el terror y de todos aquellos que lo promocionaban como la única salida para Euskadi.
Todo el esfuerzo que se hizo en la última tregua, se vería así recompensado para quienes lo protagonizaron entonces y el camino a seguir contaría con menos obstáculos que salvar, que con la derecha al frente del poder.
La baza de Bildu en los ayuntamientos, quizá podría valer para intermediar cualquier acción encaminada a un final menos doloroso y la predisposición de los que gobiernan Euskadi en la actualidad, actuaría como un potente motor para conseguir los objetivos previstos.
La tardanza en entregar las armas que parece propia de antiguos dirigentes con peso en la organización, no debiera ser óbice para detener el proceso, pues si bien ellos no conocen otro modo de vida que el que ellos mismos se marcaron cuando tomaron la decisión de colocarse en el bando en el que se encuentran, los jóvenes que han nacido en otra época, desean en cierto modo, empezar a protagonizar su propia historia y en ellos se nota cierto hastío de las manidas declaraciones impuestas por sus superiores, sin que se vislumbre ninguna posibilidad de triunfo por esta vía, que es un reducto anticuado en la estructura de la nueva Europa.
La declaración de los presos, como estamento más afectado de la organización, a favor de alcanzar la concordia, empieza a poner en tela de juicio la férrea e incuestionable unión de los integrantes de ETA y es la balanza que acabará de inclinar su ideario hacia la legalidad, o hundirlo definitivamente en el pozo oscuro de la incomprensión hacia los deseos de su propio pueblo, hasta que lleguen a desaparecer.
Si en el mes largo que falta para las elecciones no llega la declaración esperada, la cabeza de la serpiente que ha sido el símbolo de ETA durante su larga existencia, acabará siendo cortada o bien por el hacha que la acompaña, o en alguna operación orquestada por el gobierno entrante, que no tendrá piedad con ninguno de sus integrantes, como ya han declarado tantas veces.
Sin que sepamos muy bien de qué lado se encuentra la pelota en estos momentos, por el bien de todos, reclamamos urgencia en poner término al largo camino de la paz.

domingo, 2 de octubre de 2011

Calor humano en Wall Street

El centro mismo del capitalismo mundial está siendo invadido por una marea de desheredados, en una protesta sin precedentes, que recuerda las imágenes posteriores al crac del 29, dirigida ahora en contra de un sistema que durante años ha sido vendido como una panacea, por los gobernantes de turno, en toda Norteamérica.
Agotados por los efectos de una crisis salida de este mismo lugar, provocada por la multitud de hipotecas basura otorgadas por la banca norteamericana y conscientes de que no tendrán otra herencia que ofrecer a sus hijos que las deudas eternas contraídas en los supuestos años de bonanza, han decidido lanzarse a la calle como última salida a la situación desesperada que padecen, absolutamente desprotegidos por el estado y sin ninguna perspectiva de mejora en el largo futuro que les aguarda.
La desilusión provocada por el gobierno Obama, en el que vieron una esperanza de salir de los últimos lugares de la cadena oligárquica, asentada en su territorio por una ley tácita que no permite injerencias en los estamentos económicamente superiores, ha terminado por aumentar la aflicción de los parias del país más poderoso del mundo, y ha puesto, al fin, en marcha a miles de ciudadanos, amparados en el ejemplo de lo ocurrido en otros lugares del planeta, en cuanto han podido comprender que no están solos en su indignación y que la unión hace la fuerza.
Se espera con expectación el tipo de respuesta que Nueva York dará a este acontecimiento inaudito que empieza a ensombrecer la lujosa imagen de riqueza ofrecida, en la que la actividad diaria marca el camino a seguir por el resto de las naciones del universo, pero lo que suceda ahora podría convertirse en un arma de doble filo para los dirigentes americanos y si se decantaran por reprimir las manifestaciones con dureza, como parece tras las setecientas detenciones practicadas, hasta podrían tambalearse los cimientos del concepto de libertad que durante años se han encargado de exportar fuera de sus fronteras, como garantes de los conflictos ajenos, en los que han estado interviniendo.
La importancia que este grito libertario de los que ya nada tienen que perder representa para otros territorios afectados por los efectos de la crisis, es innegable y aporta nuevas fuerzas a los argumentos ya esgrimidos por las asambleas que los ciudadanos están organizando en las calles del mundo, dejando una evidencia incontestable de que la causa de los problemas es común y de que están dispuestos para afrontar la resolución de los conflictos, sin dar un paso atrás en sus pretensiones, una vez identificado el enemigo.
Tampoco ellos se sienten representados por sus políticos, ni les consuela la verborrea fácil salida de las tribunas de los que un día eligieron en las urnas para que defendieran sus intereses y también ellos, más que nadie quizá, ven que es posible hacer caminar al mundo por otra realidad menos opresiva y violenta.
Bienvenidos.