Tras un intenso año de noticias, que hemos tratado de plasmar
como realmente ocurrieron y sin tener que soportar las presiones que infunden
los poderes a los medios convencionales, llega la hora del merecido descanso
estival, aunque en estos momentos, he de reconocer que el panorama que nos
circunda no ha perdido un ápice de interés y que produce cierta desazón
abandonar la tarea diaria, aunque las
compensaciones que se ofrecen a cambio, en el plano amistoso y familiar,
merezcan realmente la pena.
Quiero, como otras muchas veces hice anteriormente, agradecer
la fidelidad de todos los que siendo para mí absolutamente desconocidos, han
tenido la deferencia de sentarse a leer mis artículos todos los días y sin los
que sería imposible continuar, por aquello de que la vanidad del autor podría
verse seriamente afectada y también porque en cierto modo, entre ustedes y yo, se ha establecido cierta querencia,
difícil de explicar al no existir entre nosotros más vínculo que el mensaje que
trato de transmitir cuando me siento en la soledad de esta habitación, para
contar una noticia.
Mucha gente abomina de la política, convencida de que los que
la llevan a la práctica forman parte de un grupo de individuos despiadados,
capaces de hacer cualquier cosa por obtener una parcela de poder, pero su
razonamiento pierde fuelle desde el instante en que quiéranlo o no, la política
maneja sus vidas y las de todos, condicionando
el destino de los pueblos y por tanto, parece lógico que al menos,
sepamos a qué atenernos, por medio de la poca o mucha información que se nos
transmite, para después tomar las decisiones que consideremos oportunas, acorde
con lo que esté ocurriendo.
A ustedes, está claro, y a mí, este mundo de truculencia
teatral y luchas encarnizadas, escandaloso y violento, donde los haya, carente
de sentimientos y tragicómico, que a veces muestra con crudeza extrema todo lo
que los seres humanos son capaces de hacer, nos fascina y es por eso y porque
la resignación y la mansedumbre nunca resultaron ser buenas consejeras para el
género al que pertenecemos, que muchos decidimos defender la transparencia por
encima de la opacidad y atrevernos a opinar libremente sobre la complicada
realidad cotidiana que nos aflige, en este mundo globalizado que camina a pasos
agigantados, si no se remedia, hacia una rápida auto destrucción, para
desgracia de cuántos amamos tanto a la Tierra.
En el plano nacional, ha sido este un año especialmente
farragoso, en el que hemos sufrido los efectos de un tsunami de corrupción que
no parece tener visos de amainar, a la vista de lo que vamos conociendo, pero
también, un periodo en el que se han venido sucediendo una serie de cambios,
que preludian, por su intensidad, el final de una era de alternancia en el
poder, que no complace en absoluto a las cabezas principales del bipartidismo,
pues parecen haberse alineado en un frente común, dejando de lado las
diferencias ideológicas que parecían separarles, con tal de no dejar marchar
ciertas posiciones de privilegio, que han ostentado durante demasiado tiempo.
Hemos tenido, guerras partidistas llevadas hasta las últimas
consecuencias, repetido elecciones, soportado estoicamente el manido discurso
de las presunciones de inocencia de los que después resultaron culpables, visto
a toda una Infanta, sentarse en el banquillo de los acusados, para declararse
por voluntad propia, poco menos que idiota y buscado sin conseguirlo, una
explicación lógica, a que el PP continúe en el Gobierno.
Nos han mentido, manipulado e intentado hacer creer historias
que resultaban inconcebibles, utilizado en beneficio propio, a través de
promesas electorales que nunca se cumplieron, apretado hasta la saciedad,
obligándonos a malvivir mientras los corruptos malversaban a manos llenas los
recursos que por cierto, eran nuestros y hasta acusado de producir presiones a
gente que por causas ajenas a la voluntad de los ciudadanos, simplemente, se ha
muerto, tratando de crear una intensa cortina de humo que tape la podredumbre
que se cierne impunemente alrededor y
que pone en el punto de mira, a los “prohombres” que en muchos casos no son,
más que probados delincuentes.
También hemos tenido alguna que otra alegría, sería
imperdonable negarlo, como la irrupción de nuevas Fuerzas en el Parlamento, que
por cierto y pese al evidente enojo de los viejos Partidos, han venido para
quedarse y con la intención de tratar de transformar este Sistema decididamente
deteriorado, por el mal hacer de los que se consideran a sí mismos, salvadores
de una Patria, que sin embargo, a todos nos pertenece.
Y en esta tesitura, hemos llegado al verano caliente que
estamos viviendo y en el que por primera
vez, las noticias continúan sucediéndose al mismo ritmo vertiginoso, que en
épocas más frías, por lo que da cierto recelo marchar, aparcando esta práctica
delirante, por unas cuantas semanas, en las que podría suceder cualquier cosa,
que lamentaríamos perdernos.
Sin embargo, resultaría incoherente defender los derechos de
los trabajadores y renunciar a las vacaciones, al mismo tiempo, por lo que
toca, a partir de hoy, desconectar, cerrar el equipo y mirar a los días que se
avecinan, con esperanza e ilusión, sin que nada ni nadie estropee esta
oportunidad anual de cambiar de paisajes y practicar otras actividades no relacionadas con el submundo de la política.
Si ustedes están a punto de hacer lo propio,
deshiníbanse, saquen partido de las
situaciones que vivan, amen cuánto tengan que amar y déjense llevar, aunque
sólo sea brevemente, por la fuerza natural de sus sentimientos. Toquen con la
punta de los dedos, la felicidad y no miren atrás, que ya habrá tiempo, cuando
volvamos a la rutina, de retomar contactos, luchas e intenciones, para lo que
se avecine luego.
Así que me atrevo a mandarles un beso.