miércoles, 31 de enero de 2018

Un paso atrás



Después de una tarde convulsa, en la que miles de personas se manifestaron en  Barcelona, exhibiendo caretas con el rostro de Puigdemont y llegando hasta las puertas mismas del Parlament, reclamando una Investidura imposible, Tele5  hace pública esta mañana una conversación mantenida, a través del móvil, entre el ex Conseller Comín y el propio Puigdeemont, en la que el segundo dice literalmente que “otra vez se ha terminado la República catalana” y que “esto se acabó” haciendo alusión a que la estrategia del PP los ha derrotado y que dedicará, a partir de ahora, su vida a gestionar su propia defensa, cayendo en un victimismo exagerado, mientras presume abiertamente de haber hecho un gran sacrificio.
Los mensajes, que deben haber sido captados por alguno de los periodistas de Tele 5, presente en un acto que se celebraba ayer tarde en Bélgica, hablan también de la posibilidad de canjear la marcha del ex President, por la libertad de los encarcelados, mostrando un cierto tono de enojo tácito, con la decisión de suspender el pleno de ayer, tomada por Torrens, a primera hora de la mañana.
Con ciertos signos de abatimiento, Puigdemont se duele de que su supuesto sacrificio y el de sus compañeros en Bélgica, no haya servido para coronarle en olor de multitudes, como President de la Generalitat, de manera telemática, como seguramente  esperaba y sugiere, una especie de rendición por parte de Esquerra Republicana, acusándola en cierto modo, de haber perdido una batalla, que sólo para él mismo y sus partidarios, podía tener alguna posibilidad  de ser ganada.
Comín, que no ha certificado en ningún momento la veracidad de los mensajes, pero que ha decidido denunciar a la Cadena que los ha hecho públicos, esta misma mañana, apenas habla en esta conversación compartida, abrumado quizá por la naturaleza de las palabras que en ese momento estaba recibiendo a través de su móvil.
A más de uno le gustaría pensar que Puigdemont ha puesto por fin los pies en el suelo, pero la lectura entre líneas de estos mensajes enviados,  un rato después de que todos sus planes se frustraran son la suspensión del pleno en el que esperaba ser investido, son más, una rendición forzada por unas determinadas circunstancias, que una decisión personal para allanar el camino del futuro que espera a esa Catalunya, a la que tanto dice defender. Es el suyo, un lamento salido de las entrañas, al verse superado por una realidad que había estado queriendo ignorar durante su estancia en Bélgica y que ha llegado, como una apisonadora, a desbaratar el sueño de ser coronado como  mártir, de la que ha sido su causa.
“Esto se ha terminado”, dice, y en sus palabras se adivina una cierta nostalgia de los tiempos de popularidad vividos durante los últimos meses, como si la decisión tomada ayer por Roger Torrens y suponemos que apoyada por su Partido indefectiblemente, le hubiera robado toda esperanza y arrancado de cuajo las ganas de continuar en una lucha, que fuera de su círculo, todos consideraban ya estéril, desde hace mucho tiempo.
Ahora, cabe esperar que en los próximos días, o quizá horas, una vez que los mensajes han salido a la luz, Puigdemont tenga la valentía de reconocer ante los suyos, su amarga derrota y que los catalanes, puedan recuperar , a la mayor brevedad posible, el Gobierno de sus Instituciones, bajo el mando de cualquier otro candidato que se dedique a restañar las heridas abiertas, durante el transcurso de este proceso.
Poco o nada, importa su nombre. La labor que tiene por delante quién sea elegido como nuevo President de la Generalitat, es un reto difícil de asumir y un camino tortuoso, que habrá de andarse bajo la estrecha vigilancia del Gobierno español, con Rajoy a la cabeza.
La unidad del movimiento independentista está rota y resulta embarazoso imaginar que pueda volver a recomponerse, ahora que las posiciones de cada cual, han puesto en evidencia un claro desencuentro.
Desde la cárcel de Extremera, uno de los más perjudicados por esta historia,  Oriol Junqueras, debe estar esperando ansiosamente que Puigdemont se decida a echarse a un lado, a ver si de este modo consigue convencer a los jueces de que pueden concederle la libertad, una vez sofocado el foco de mayor peligro.
Los Partidos Constitucionalistas y también Podemos, han recibido con incuestionable incredulidad la publicación de estos mensajes intercambiados en el día de ayer y no dan crédito a que las aguas puedan volver a su cauce sin haber tenido que tensar más una situación, que la verdad, ya resultaba imposible de mantener, por mucho más tiempo.
La gente de a pie, acostumbrada a que los políticos cambien de opinión, en cuestión de segundos, necesitamos pruebas fehacientes de esta reacción de Puigdemont, para dar por zanjado el asunto de Catalunya. Nada nos gustaría más que poder recuperar nuestras vidas, sin tener que soportar esta angustia que nos ha mantenido en tensión durante más de un año y que ha impedido, por su dificultad, que se haya prestado la atención necesaria a otros problemas mucho más importantes, que todos, catalanes y españoles, por desgracia, aún tenemos.

martes, 30 de enero de 2018

El precio de la arrogancia



Justo a las diez de la mañana, Roger Torrent, President de la mesa del Parlament de Catalunya, comparecía ante los medios para explicar que se había tomado la decisión de aplazar el pleno para la Investidura, previsto para las tres de esta tarde, hasta el momento en que se dieran las circunstancias precisas para que Carles Puigdemont pudiera ser nombrado President de la Generarlitat, aclarando literalmente, que el independentismo no se moverá ni un milímetro de la postura adoptada ni presentará a otro candidato que no sea el ex President, ahora exiliado en Bruselas.
 Desafiando en cierto modo, el fallo del Tribunal Constitucional o quizá, esperando que pasen los diez días previstos hasta que se resuelva el recurso presentado por el PdeCat, a Torrent no le ha temblado el pulso a la hora de reconocer su apoyo incondicional a las tesis defendidas por los separatistas, aunque esta decisión incide aún más, si cabe, en la  brecha abierta en la sociedad catalana, prolongando la incertidumbre que produce no saber qué puede ocurrir, a partir de ahora, con el futuro que les concierne.
A pesar de que han sido muchas las voces que pedían un cambio de candidato para la investidura, en vista de que las posibilidades de Puigdemont, parecen estar cada vez más agotadas, nadie ha querido escenificar, en vivo y en directo, sus discrepancias con el acuerdo adoptado por los dirigentes independentistas, temiendo quizá una reacción adversa de las masas enfervorizadas que siguen fielmente las consignas establecidas para intentar alcanzar el objetivo que les mueve.
Puede que Torrent tenga previsto iniciar conversaciones con  el Gobierno español, en los próximos días e incluso que esté verdaderamente convencido de poder conseguir superar todos los obstáculos que impiden a Puigdemont regresar de Bruselas, pero si el empecinamiento independentista se ha convertido en doctrina, el del Presidente español no será menor, sobre todo porque si cediera en estos momentos a lo que se le propone, todos estaríamos de acuerdo en decir que habría fracasado en sus tesis, estrepitosamente.
Así que estamos, exactamente dónde estábamos hace sólo unos meses, pero con una multitud de complicaciones añadidas, que enmarañan superlativamente la posibilidad de que Catalunya pueda recuperar la normalidad, en un breve espacio de tiempo.
Todo lo que se ha hecho, aplicación del 155 y celebración de elecciones incluidas, no ha servido absolutamente para nada, si no es para que se alargue en el tiempo el gravísimo enfrentamiento que sacude la médula de Catalunya y también del país y que nos aleja cada vez con más fuerza de la resolución del conflicto, ahondando en las diferencias que nos separan y convirtiéndolas casi en irreconciliables, como todos estamos viendo.
Podría ser incluso, que el Gobierno español moviera ficha dilatando la aplicación del 155, hasta dentro de un par de años, a ver si las cosas se tranquilizan, pues como bien sabemos, Rajoy suele confiar en que el paso del tiempo produzca un desgaste en los acontecimientos que generaron los problemas, dulcificando el fragor de los primeros momentos y concediéndole la oportunidad de buscar una solución conveniente para sus intereses, cuando mejo le cuadre.
El hartazgo que produce la eternización que está sufriendo este conflicto en el Estado español, bien podría contagiarse a los partidarios del separatismo, haciendo decaer de manera considerable el ímpetu y la ilusión con que afrontaron el transcurso del proces y haciéndoles desear que se arbitre un camino para que las Instituciones catalanas vuelvan a manos nativas, en lugar de ser gobernadas por políticos procedentes del Partido Popular, como ocurre en estos momentos.
Así que el aplazamiento dictado por la mesa esta mañana, podría volverse en su contra, definitivamente y sólo el milagro de que el Constitucional fallase a favor de los independentistas, cosa hartamente improbable, lograría que las aspiraciones expuestas por Torrent pudieran hacerse efectivas, coronando a Puigdemont como President.
Entretanto, los comentarios de la calle, empiezan a sugerir que el exiliado debería echarse a un lado, si su amor por Catalunya es cierto y permitir que fuera nombrado cualquier otro candidato, con tal de acabar a la mayor brevedad posible, con la humillación de depender directamente de las decisiones de los conservadores, que sólo representan a una minoría testimonial, en el Parlament de Catalunya.
Ya veremos. Pero el camino, en lugar de allanarse, se ha llenado de nuevos escollos que hacen impracticable recorrerlo, con la concordia que sería necesaria, para poder cerrar una herida que momentáneamente, sangra y empeora considerablemente.
Las dotes de los políticos implicados en esta historia, quedan definitivamente en entredicho y se podría afirmar, sin temor a equivocarse, que ninguno de ellos nació para afrontar el arte de la diplomacia, tan necesario para limar asperezas.




lunes, 29 de enero de 2018

Conjeturas



A estas horas de la tarde y con un viento endiablado recorriendo una gran parte de la península, todas las miradas de los medios se dirigen al Parlament  catalán, en dónde mañana se  intentará por todos los medios celebrar una Sesión de investidura, sin que por el momento se sepa cuáles son las intenciones del único candidato  propuesto, Carles Puigdemont , después de la resolución que adoptara el Tribunal Constitucional, la noche del pasado sábado.
Todas las conjeturas que podamos hacer entre este momento y las tres de la tarde del día de mañana, son meramente especulativas y nadie se atreve a aventurar afirmaciones sobre cuál será la postura que finalmente adopte el ex President de la Generalitat o si finalmente asumirá el riesgo que podría suponer  para él salir de Bruselas y regresar a España, para hacer frente a las cuentas que tiene pendientes con la justicia.
La jornada de mañana será, sin ningún género de dudas, una de las más extrañas de cuántas hemos vivido, en la vida parlamentaria de este país, desde que se instaurara la Democracia y desafía todas las reglas conocidas hasta ahora por los ciudadanos, tiñendo de una sórdida anormalidad, un proceso que debiera ser rutinario y esperanzador, como ha venido sucediendo en todas nuestras Comunidades, cada vez que se elige un nuevo Presidente.
Tanto se ha tensado la cuerda, tanto se ha enrevesado este proceso que incumbe sobre todo a los que habitan en tierras catalanas y tantas cosas han sucedido en tan sólo el último año, que resulta prácticamente imposible arriesgar un cálculo aproximado de lo que podría suceder en la Sesión prevista para mañana o predecir, simplemente, si al menos llegará a celebrarse, si finalmente Puigdemont decide no regresar, como parece probable, aunque no se podría descartar tampoco, porque nada es seguro en estos tiempos.
La posición adoptada por los partidos independentistas, descabezados en su totalidad, por el exilio de unos y la prisión de otros, es sin embargo, firme y serena y al menos, de cara a la galería, no parecen estar dispuestos a elegir otro candidato que no sea el acordado, por lo que esta investidura podría alargarse, quizá, demasiado tiempo.
Estas horas de reflexión, de tensa espera, que todos aprovechan para reafirmarse en lo dicho con anterioridad y para lanzar dardos envenenados contra sus oponentes en esta absurda lucha de banderas y patrioterismo, deben estar siendo vividas por los catalanes en general, piensen como piensen, con grandes dosis de incertidumbre, pues si la investidura no se materializara en la jornada de mañana, la aplicación del 155 podría prolongarse, sine die, impidiendo una vuelta a la normalidad que resulta ser absolutamente necesaria para que las Instituciones y Organismos catalanes recuperen un ritmo que perdieron y  que es vital para salir adelante.
En su línea, el Presidente del Gobierno español deja que el tiempo transcurra, medianamente satisfecho por el fallo del Constitucional, pero sin hacer nada más, que forzar una vigilancia policial exhaustiva de fronteras, calles y hasta cloacas, en un intento desesperado de impedir que Puigdemont pudiera presentarse por sorpresa en un Parlament, en el que seguramente se le permitiría hacerse fuerte, rodeado por una multitud de personas dispuestas a no dejar que detuvieran, al que consideran como mártir de su causa.
Echando la vista atrás, este tipo de acciones no le han salido demasiado bien a Rajoy y la colocación de las urnas el uno de octubre, fue una prueba más que evidente de su fracaso, por lo que si fuera ésta la opción elegida por los separatistas, su prestigio personal quedaría seriamente dañado, probablemente esta vez, de manera irrecuperable.
Por otro lado, están los tribunales, que han vuelto a negar a Junqueras y a Jordi Sánchez la posibilidad de poder hacer acto de presencia en el pleno, pero que quizá, sintiéndose burlados por las mil circunstancias acaecidas de un tiempo acá y resentidos contra el modo de actuar que ha caracterizado a un separatismo que no acepta sus decisiones, harán todo lo posible porque se cumpla estrictamente la Ley, sin ninguna contemplación hacia Puigdemont, represente lo que represente.
El PSC, herido por los resultados obtenidos en las pasadas elecciones, ha dado hoy un paso al frente, en un intento de anticiparse a la hecatombe que se prevé para mañana y se ha atrevido a pedir, naturalmente en contra de lo que opinan quiénes simpatizan con la causa independentista, un aplazamiento de la Sesión prevista, aunque esta petición, podría volverse en contra de las aspiraciones en Catalunya, de este Partido.
La expectación, que no puede ser mayor, preocupa y mucho por las contingencias que pudieran producirse a partir de mañana y no puede, sino generar además, una cierta inquietud, en lo que atañe al futuro de esta Catalunya a la que tanto respetamos y queremos, aunque las cosas se hayan torcido entre nosotros, últimamente.
Lo único que se puede hacer es esperar, a ver cómo se desarrollan los acontecimientos y en estos momentos, rogar que alguna de las partes ponga un poco de voluntad en recuperar la cordura, para poder salir de este agujero negro que nos absorbe a todos, querámoslo o no, sin que se adivine una brizna de luz que nos aporte un poco de esperanza, en este desierto.



domingo, 28 de enero de 2018

Los niveles de las tragedias



La decisión del Tribunal Constitucional, que no permitirá Puigdemont ser investido telemáticamente o por delegación en otra persona, pero que no colma todas las expectativas que albergaba el Partido Popular, cuando presentaba el recurso, admite sin embargo, que el candidato presentado por el independentismo catalán pueda ser investido, si compareciera en el Parlament, por lo que el ex President,  ha optado por solicitar permiso al juez Llerena, para poder estar presente en la sesión del próximo   Martes, sin que por el momento se sepa cuál será la respuesta que reciba, dada la situación judicial en la que se encuentra.
 Naturalmente, los conservadores  y también los Ciudadanos de Rivera  esperaban una mayor contundencia, por parte de los diez magistrados, que ayer tardaron casi ocho horas en lograr un consenso, pues estaban prácticamente seguros de que el Tribunal prohibiría tajantemente la posibilidad de que Puigdemont pudiera ser candidato a la Presidencia de la Generalitat, pero el clima de tensión que se ha extendido como la pólvora en la judicatura, en los últimos tiempos, ha hecho que se optara por la moderación, en lugar de elegir un camino que sólo podría haber acarreado, un nuevo recrudecimiento de los enfrentamientos.
Así que el gran triunfo que se han atribuido los populares está lejos de ser auténticamente cierto y la verdad es que ahora todo vuelve a quedar en manos de lo que diga el Juez encargado del caso, que se encuentra ante un problema de extrema dificultad, que deberá quedar resuelto antes del Martes, día fijado por el Parlament, para la sesión de investidura del nuevo President.
Porque si Llerena permite la presencia de Puigdemont, estaría incurriendo en una especie de agravio comparativo que perjudicaría ostensiblemente a Junqueras  y a los demás encarcelados, a los que se ha denegado la posibilidad de acudir al Parlament, justamente ese mismo día, por lo que se crearía un malestar generalizado en la sociedad catalana, haciendo prácticamente imposible la necesaria conciliación, que tanto conviene arbitrar, en esta nueva etapa que se abre y que nace herida de gravedad, por la naturaleza misma del conflicto.
Entretanto, en Afganistán, los talibanes perpetran uno de los mayores atentados conocidos, en los últimos tiempos, que deja un centenar de muertos y más de doscientos heridos en Kabul, una tragedia que empequeñece hasta hacerlo casi invisible, esta especie de episodio esperpéntico que aquí estamos viviendo.
En este Domingo de Enero, nos invade la sensación de que estamos haciendo una gran montaña de un grano de arena y mirando lo que ocurre, no tan lejos de nosotros, no puede, sino parecernos que en cierto sentido, estamos haciendo el ridículo más espantoso, ante la ingente multitud de personas que sufren a diario los espantosos efectos de las guerras.
Este enfrentamiento nuestro,  queda indiscutiblemente empequeñecido por la magnitud del drama que se ven obligadas a vivir cientos de miles de personas y por la extrema violencia en que se ven envueltos una serie de países, que no debieran sernos ajenos.
Mientras incurrimos en el error de adherirnos a una guerra de banderas y territorios que no tiene otro sentido más que el de reclamar una identidad y que bien podría resolverse por la vía del diálogo y la negociación, el terror de las armas, el hambre, la miseria y la desolación, la destrucción paulatina de un buen número de naciones y la degradación de sus muertos y sus supervivientes, nos ofrecen un ejemplo preclaro de hasta dónde somos capaces de llegar los hombres, cuando nos empecinamos en poseer, en exclusividad la razón, para desgracia de nuestra propia especie.
Las noticias de ese holocausto inaceptable y de la situación en que se encuentran los refugiados y los que huyen, como pueden de la violencia y de las guerras, habrían de constituir, en sí mismas, una fuente inmediata de reflexión, no sea que cuando nos queramos dar cuenta, nos encontremos inmersos en una vorágine parecida a la que ellos sufren, siendo como son, igual que nosotros, inocentes.
Contar la actualidad de mi país, no me reconcilia en absoluto, con el horror que siento hacia lo que está ocurriendo. Es más, me avergüenza enormemente estar hablando hoy de si Puigdemont  estará o no el martes en Catalunya o de si el Gobierno de Rajoy seguirá aplicando allí el 155, en caso de que apareciera.
Ojalá y todos los problemas de este mundo, fueran como éste nuestro.


jueves, 25 de enero de 2018

Un respiro efímero



Guardándose la espalda, el Partido Popular interpone un recurso ante el Tribunal Constitucional, oponiéndose a la candidatura de Puigdemoint para ocupar la Presidenccia de la Generalitat, apoyándose en el argumento de las circunstancias que se dan alrededor de este personaje y muy fundamentalmente en el hecho de que en estos momentos, en España, se le considera como un prófugo de la Justicia.
No quiere esperar el PP a ver qué sucede en los próximos días, en el Parlament de Catalunya y temiéndose que vuelva a forzarse una situación en la que se le conceda a Puigdemont la posibilidad de gobernar a distancia y  a quienes le acompañan en Bruselas, la oportunidad de delegar el voto en otras personas que sí estén presentes, da un paso al frente adelantándose a cualquiera que sea la decisión que se tome a este respecto, confiando en que el Constitucional ponga freno a las intenciones veladas que se adivinan, por parte de los independentistas, en los próximos días.
No sale, como suele suceder, Mariano Rajoy, a  contar estas novedades a la prensa y, por ende, a los ciudadanos, sino que vuelve a delegar en Soraya Sáenz de Santamaría, a quien ha convertido en una sparring, que  para los golpes que podrían socavar la naturaleza de sus decisiones y también, seguramente, para evitar la posibilidad de que alguno de los profesionales presentes en la rueda de prensa, pudiera preguntarle sobre lo ocurrido ayer en el juicio de la Gurtel, cuestión para la que, con toda certeza, no le vale ninguna respuesta.
Como si nada hubiera ocurrido y alegando que lo declarado por Costa, no es más que una estrategia de defensa, a la que por supuesto, tiene derecho, la postura de los conservadores sobre este tema, vuelve  a ser la de enrocarse en un elocuente silencio y distraer la atención hacia otros problemas diferentes, en este caso, el de Catalunya, como estamos viendo, en este momento.
Convencidos de que esta vez, a pesar de la gravedad de los hechos, tampoco ocurrirá nada y de que podrán continuar disfrutando de una impunidad que en cierto modo, se está convirtiendo en eterna, los populares miran hacia otro lado, negando la evidencia y ni siquiera se atreven a dar de baja en su militancia a Francisco Camps, al que Mariano Rajoy, hace algún tiempo, declarara públicamente  su amor incondicional, en una plaza de toros abarrotada de público que acudía a uno de los actos financiado ilegalmente.
Conviene más, estirar el tema de Puigdemont y sus veleidades cotidianas, en Bruselas o allá dónde se encuentre y echar más leña aún, si cabe, al enconado problema catalán, demostrando claramente que no existe, por su parte, ninguna voluntad de poder alcanzar un acuerdo.
La jugada, anunciada con toda solemnidad por la Vice Presidenta del Gobierno, dirige escrupulosamente la mirada de los medios de comunicación, exactamente hacia dónde se quiere y entierra, con mano artesana, los gravísimos hechos acaecidos ayer, ofreciendo un respiro transitorio a quienes debieran estar hoy respondiendo por su responsabilidad política en el asunto de la Gurtel, que por cierto, dicen desconocer, como si no entrara dentro de sus funciones, la obligación de estar informados al detalle, de lo que ocurre en su propio Partido.
Los ciudadanos, que vemos la maniobra como una repetición de otras muchas que ya se utilizaron anteriormente, nos preguntamos sin embargo, qué hace la oposición, mientras vemos con asombro, cómo algún que otro líder de Ciudadanos aplaude la decisión del Ejecutivo, a pesar de confesar abiertamente que conocían desde hace años, lo que estaba ocurriendo en Valencia.
Correspondería, por tanto, a los medios, no permitir que ningún Partido político se desprendiera del equipaje que constituye la prueba de su flagrante participación en asuntos oscuros de corrupción, mientras se desvía la atención a otros hechos y aunque es sabido que el problema catalán tiene la importancia que tiene, la actualidad de hoy, tendría que estar centrada en las declaraciones de Costa y no en las intenciones de Puigdemont, que poco o nada importan a la Sociedad en general, hastiada de la duración de este conflicto.
Exigir al gobierno que separe los temas escrupulosamente y que ofrezca a los ciudadanos, con urgencia, una explicación aceptable sobre su participación en lo sucedido en Valencia, tendría que ser, obligatoriamente inaplazable, pues no basta con acudir a la manida táctica del desconocimiento, para eludir responsabilidades, en este caso penales, que debieran ser asumidas por los dirigentes del PP, como por cualquier otra persona que hubiera incurrido en delito.
No se entiende, que el PSOE de Pedro Sánchez no haya pedido ya dimisiones, ni que los ciudadanos de Rivera se apunten a la estrategia de dejar pasar el tiempo. Esta clase de líderes, que permanecen inmóviles, mientras suceden cosas de este calado en su propio país, no merecen, perdónenme sus votantes, ni siquiera que se piense en ellos como posibles candidatos a la Presidencia.

miércoles, 24 de enero de 2018

Confesiones desesperadas



Mucho hemos tenido que esperar los ciudadanos de este sufrido país, hasta escuchar de boca de un destacado dirigente del PP, en una sala de juicio, algo que todos intuíamos como cierto, pero que nunca había sido relatado de manera tan clara y contundente, cómo para despejar cualquier resquicio de duda que pudiera quedar, en el corazón de algunos incautos.
Ha sido Ricardo Costa, esta mañana, el que desmintiendo todas las afirmaciones vertidas durante años por sus compañeros y hasta por el propio Presidente Rajoy, en reiteradas ocasiones, ha confesado y admitido que en el partido popular de Valencia existió durante mucho tiempo una trama de financiación ilegal, conseguida a través del cobro de dinero negro a una serie de empresarios, a cambio de la concesión de obras públicas y que no sólo Francisco Camps conocía y respaldaba estas prácticas continuadas, sino que también los dirigentes de Génova estaban al tanto de lo que ocurría, a través del que fuera su tesorero, el célebre Bárcenas.
A Costa no le ha quedado otro remedio que claudicar en la postura de negación que había mantenido desde siempre, pues la categórica declaración de varios encausados en el caso de la trama valenciana de la Gurtel y sobre todo, la de nueve empresarios que  han reconocido haber pagado periódicamente grandes cantidades de dinero, al Partido conservador, le ha puesto entre las cuerdas, señalándole como uno de los principales responsables de estas corruptelas y obligándole a confesar la naturaleza de sus delitos, aunque tratando de evitar quedar, ante los jueces y los ciudadanos, como el único responsable de lo que durante años ocurriera en la sede de los conservadores en Valencia.
Aparentemente tranquilo y seguramente habiendo alcanzado algún tipo de acuerdo con la fiscalía, tácitamente, el que fuera uno de los hombres fuertes del PP, en esta Comunidad, en sus años de gloria, ha desmontado, punto por punto, la defensa a ultranza sobre la honestidad de esta Formación que sus compañeros han venido intentando, por activa y por pasiva, dejando con sus palabras, a los pies de los caballos, no sólo a la que fuera la plana mayor de los conservadores en Valencia, sino también a los actuales dirigentes de Génova, que presuntamente aceptaban y aplaudían el torrente de dinero que inyectaban los empresarios, a los que después contrataban, para financiar sus faraónicas campañas electorales o para enriquecimiento propio, como en algunos casos queda en evidencia.
Esta confesión, que pone al PP en una dificilísima situación de riesgo, de la que le va a ser prácticamente imposible salir, viene a dar toda la razón a las afirmaciones que ya apuntaba el Juez Garzón,  antes de su defenestración y destierro y deja claro que el fantasma de la corrupción que ha perseguido a los conservadores, durante los últimos años, no era una alucinación, sino una triste realidad que pone en tela de juicio su honestidad y capacidad para continuar gobernando más tiempo.
Mientras se producía la declaración de Costa, Mariano Rajoy  intervenía en el programa de Carlos Alsina, en Onda cero y afirmaba que personalmente, no estaba al tanto de lo que había ocurrido en Valencia, intentando zafarse de emitir  una opinión sobre lo que acababa de suceder en la sala del juicio, alegando que su única obligación era la de gobernar el país y no la de estar informado sobre lo que acontecía, en el seno de su propio Partido.
Esta premisa, que le ha salvado milagrosamente en muchas ocasiones de verse envuelto en escándalos mayestáticos, de los que ha conseguido escapar, simplemente dejando pasar el tiempo, no parece que vaya a funcionarle en esta ocasión, sobre todo si finalmente se puede juzgar a Camps, por reiteración de delitos y se le fuerza, como se ha hecho con Costa, a buscar la benevolencia de los tribunales, para con su causa, forzándole a confesar que obedecía órdenes de las más altas estancias, situadas en Génova.
Quizá haya llegado el momento de que los socialistas den un paso al frente y se decidan, de una vez, a presentar una moción de censura, que seguramente ganarían, porque Ciudadanos no puede ni debe permitirse, votar en contra, si es que alberga alguna esperanza de llegar al gobierno.
Es la ocasión propicia para echar al PP y no caben, en estos momentos, argumentos que justifiquen que un Partido que se está viendo envuelto constantemente en sucios asuntos de corrupción, continúe rigiendo el destino de los ciudadanos, normalizando la reiterada comisión de estos delitos.
La principal misión de los Partidos opositores, no es otra que vigilar los movimientos de  la Formación en el Gobierno y procurar, cuando se detectan este tipo de acciones, activar los mecanismos a su alcance para evitar, a la mayor brevedad posible, una degeneración de las Instituciones, que  afectaría directamente al funcionamiento del país, y al bienestar de los ciudadanos que  en él vivimos.
La corrupción, que se ha instalado entre nosotros, como una plaga incontenible, es la peor forma de traición que los políticos pueden infringir a su pueblo.
Se impone pues, arbitrar las medidas que sean menester para terminar de raíz, con ella y si han de rodar cabezas, que rueden. Ninguno de estos implicados pensaba, mientras se cometían los delitos, en ninguno de nosotros, como es evidente.


martes, 23 de enero de 2018

Del miedo y la pobreza



Demoledor, el informe anual emitido por Oxfam intermon, que califica  a España como uno de los países en los que más ha aumentado la desigualdad social en los últimos años y que presenta, para la mayoría de los ciudadanos un panorama desolador, que no hace sino confirmar la angustiosa teoría de que una buena parte de nuestra sociedad, se encuentra en situación de riesgo de extrema pobreza.
Hace tiempo que sabemos que la base de la economía mundial se basa fundamentalmente en el enriquecimiento y empoderamiento de unas selectas minorías, que apoyadas en un sistema de capitalismo feroz, han logrado, a través de los nefastos efectos de una crisis provocada, seguramente de manera consciente, someter a su voluntad a más del noventa por ciento de una población que se ha rendido ante la amenaza y el miedo y que esas élites, cuya ambición no parece tener fin, consigue una gran parte de sus beneficios de la explotación directa de unos trabajadores, a los que ni siquiera garantizan la seguridad que permite gozar de puestos de trabajo fijos y unos salarios dignos, a los que mantienen sumidos en una situación de angustia permanente, pues resulta muy fácil despedir, gracias a la impagable ayuda de una reformas Laborales decretadas in extremis, con la excusa de que resultan estrictamente necesarias para poder escapar de una bancarrota segura, como ocurrió en España, en cuanto los conservadores llegaron al poder.
Así hemos pasado, en nuestro caso, de   formar parte de un territorio  en el que existían varios estamentos sociales, capitaneados en su mayoría por una numerosa clase media que había conseguido vivir  desahogadamente, únicamente con el rendimiento de su trabajo, a subsistir  en una nación en la que esa clase media ha ido desapareciendo, casi en su totalidad, transformándose en una masa ingente que lucha denodadamente  por la supervivencia, estableciendo una competencia feroz con sus propios compatriotas, para escapar del fantasma del desempleo, aunque sea a base de enlazar empleos temporales con horarios abusivos, que les proporcionan unos emolumentos que ni siquiera les permite cubrir las necesidades más perentorias, a las que todo ser humano tiene derecho.
Instalados en un clima de  inestabilidad y sobresaltos permanentes, los españoles hemos sido hasta ahora incapaces de reaccionar de manera masiva contra las anomalías que se han hecho costumbres en nuestro panorama laboral y se podría decir que nos ha invadido un inexplicable conformismo, quizá porque el hecho de vivir aterrorizado,  paraliza cualquier posibilidad de rebeldía, que pudiera ayudarnos a transformar la terrible situación que soportamos y evitarnos la condena de ser esclavos de los que desde la sombra manejan, con tal iniquidad, nuestros destinos.
Unos hemos corrido peor suerte, perdiendo, empleo, vivienda y todo aquello que podría servir para conservar la dignidad personal que nos han ido arrebatando con cada uno de estos sucesos y otros, malviven en un panorama familiar francamente desolador, en el que a base de trabajar de sol a sol, apenas consiguen cubrir los gastos mensuales que se generan en el hogar, por lo que podría considerarse que se encuentran al borde mismo del abismo de la pobreza.
Y entretanto, las grandes fortunas, ocultas a la curiosidad de las miradas de la gente corriente, continúan aumentando hasta límites insospechados, proporcionando a sus dueños más poder para manejar y manipular a su antojo nuestras vidas, mientras la cobardía de los Gobiernos y también de este nuestro, protegen el anonimato de sus dueños, traicionando cualquier principio de la honestidad que le deben a lo que formamos parte de los pueblos.
Hemos sido, derrotados por un enemigo sin rostro que poniendo en práctica la perversa teoría del miedo, nos tortura, nos amordaza, nos reprime, nos aliena y nos conduce por un camino trazado de antemano, para desposeernos paulatinamente de todos nuestros derechos.
Los pobres, son infinitamente más fáciles de manejar y más aún, si no se les ofrece ninguna posibilidad de adquirir ningún tipo de conocimiento, instalándolos en un bucle  pavoroso de inestabilidad, de la que no se les permitirá escapar, bajo ningún concepto.
Y cuando ya han tocado fondo, se empieza a modelar el argumento de que las cosas van mejorando, creando conscientemente un espejismo de ilusión, que aunque no se corresponde con la realidad cotidiana que todos estamos viviendo, impide  dar pasos atrás, confiando, porque se desea confiar, en un futuro que nunca llegará a producirse, porque la situación a la que nos han llevado es, para los que manejan los hilos de la Economía, sin duda, la que más conviene.
Esta pobreza disfrazada de normalidad en la que vivimos, ha venido para quedarse y los milagros que nos prometen los Gobiernos no existen, porque no existe voluntad de hacer frente a las desigualdades que compartimos.  
Pobres somos y pobres continuaremos siendo, si no logramos vencer el miedo.


lunes, 22 de enero de 2018

La gira danesa



Desafiando las advertencias de la justicia española y haciendo un nuevo alarde de la osadía que le viene caracterizando últimamente, Puigdemont viaja a Dinamarca, dónde teóricamente, podría ser detenido si se diera curso a la orden internacional que pesa sobre su persona, aunque no parece que esa sea la intención, al menos de momento, del juez encargado de su caso, quizá por no dar   la causa independentista un motivo que la lleve a tomar decisiones in extremis, de cara a la próxima elección del nuevo President, sea quien fuere la persona finalmente elegida para ocupar el cargo o bien para evitar que Puigdemont, tras ser apresado, pudiera acogerse a la posibilidad de ser representado por otra persona, para obtener la Presidencia.
Los Partidos constitucionalistas, sin embargo, con el PSOE a la cabeza, exigen que se lleve a cabo la detención, pues visto desde fuera, la reiterada costumbre de Puigdemont de moverse indiscriminadamente de un lado a otro de Europa, más parece una mofa descarada hacia las Instituciones del Estado Español, que la lucha por unos ideales de quién se considera a sí mismo un exiliado político, obligado a estar confiscado en un incómodo retiro que por otra parte, nadie le ha impuesto.
Con los ojos fijos en la creciente ola de separatismo que está haciendo mella en Groenlandia, el ex President de la Generalitat se ha adjudicado a sí mismo el papel de una serie de causas perdidas protagonizadas por determinadas minorías europeas y no duda en desplazarse a dónde sea menester, con tal de hacer ver a la opinión pública que la idea que defiende no están extraña como la mayoría pensaría, a juzgar por los casos que se dan, en este momento, a lo largo y ancho del viejo continente.
Endiosado por la adoración que despierta entre sus fieles seguidores y resguardado por la protección que se ha creado alrededor de su persona, Puigdemont debe estar convencido de que la Justicia española acabará claudicando y permitiéndole volver, sin que se produzcan consecuencias y persiste en el pensamiento de ser coronado, allá dónde le plazca estar, como el nuevo President de Catalunya, sin que importe demasiado el cariz que han tomado los acontecimientos, para otros menos afortunados que él, que continúan en prisión preventiva, por orden de los jueces.
Alguien debería aclararle que resulta bastante difícil que su predicción se haga efectiva, pues el partido en el Gobierno, primero y el juez encargado de su caso, después, ni olvidan ni perdonan los agravios que presuntamente ha cometido contra las Instituciones del Estado español y menos aún, su precipitada huida hacia Bélgica, mientras sus compañeros en la aventura separatista eran inmediatamente encarcelados, acusados de graves delitos, que él mismo compartió plenamente, durante aquellos días en que soñaban juntos la ansiada proclamación de la República catalana, en su Parlamento.
Ya Joan Tardá apuntaba anoche, en el programa de Ana Pastor, que la única salida conveniente para solucionar los problemas que ahora mismo se dan en territorio catalán, sería que los socialistas se animaran a presentar una moción de censura contra Rajoy, por la causa que fuere y que la Formación a la que pertenece, estaría dispuesta a secundarla, sin ningún tipo de contraprestación, con tal de recuperar una normalidad, que ahora  mismo, no parece que vaya a hacerse efectiva.
Pero una cosa es lo que piensan los dirigentes de  Esquerra Republicana y otra bien distinta la que tienen en mente los del PdeCat, con el propio Puigdemont a la cabeza, pues la realidad deformada que se contempla desde el retiro de Bruselas tiene poco que ver con los acontecimientos de toda índole que se viven a diario, dentro del territorio catalán y mucho más, desde la prisión de Extremera.
No  va a ser fácil convencer a Puigdemont  de que se eche a un lado, para permitir que otro ocupe el puesto por el que ha estado luchando durante todo el proceso y menos aún, cuando nadie tiene la valentía de hablarle a la cara con claridad, quizá por temor a perder el apoyo de cientos de miles de ciudadanos que creyeron de corazón, que la independencia era posible.
Es Puigdemont, en estos momentos, el gato al que nadie se atreve a ponerle el cascabel, como en aquel cuento de los ratones y sólo un milagro, que no creo que se vaya a producir, podría apearle de la peana dorada que han creado a su alrededor, su propio ego y la enfermiza fidelidad de unos cuantos iluminados que le arropan, como capitán de ssu causa.
De momento, la ruta turística emprendida cuando se desplazó a Bruselas, continúa y ahora disfruta de una estancia en Dinamarca, sin que podamos aún aclarar cuál será el próximo destino que elija, para ir conociendo poco a poco, todas las ciudades europeas.
Quién o quiénes financian este trasiego, es para nosotros, al menos, un misterio que seguramente, algún día terminaremos por comprender, cuando pase por fin esta tormenta y recuperemos todos, ese punto de cordura que perdimos, cuando nos enzarzamos en este absurdo enfrentamiento.

domingo, 21 de enero de 2018

El silencio de TVE



La contundencia de las declaraciones de los acusados del caso Gurtel en Valencia y la de los nueve empresarios que han reconocido el pago de comisiones al PP, a cambio de la concesión de obras públicas y la emisión de facturas falsas, como parte de una trama que recuerda las prácticas mafiosas, al parecer, carecen de importancia para los encargados de  seleccionar los contenidos de los informativos de la Televisión Pública que sufragamos entre todos, pues en medio de la tormenta mediática que se ha declarado estos días, en relación con este gravísimo asunto de corrupción,  el Ente ha mantenido un sospechoso silencio, que hace cada vez más evidente la existencia de una presunta manipulación reiterada, por parte del gobierno.
Mientras el resto de los medios dedicaban sus portadas en masa a lo ocurrido en este importante juicio, que coloca al Partido conservador entre las cuerdas y que recuerda a la ciudadanía que los asuntos de esta índole parecían ser una constante en muchas de las masivas campañas electorales que el PP protagonizara, en sus mejores tiempos, TVE, abría su informativo principal, con la noticia del temporal que azotaba a Holanda y apenas dedicaba unas palabras banales a lo sucedido ese día en una sala de juicios, rodeada por un hervidero de periodistas que afortunadamente, ofrecieron una información fidedigna, de lo que allí estaba sucediendo.
Como si España fuera una República bananera, en la que la sólo se conoce la verdad que quiere relatar una prensa oficial al servicio de un único Partido, Televisión Española hace alarde de un servilismo feroz que no permite a sus trabajadores ejercer la profesión del periodismo con dignidad, manteniéndoles amordazados en todas aquellas noticias que perjudiquen de algún modo la buena imagen de la Formación que dirige Mariano Rajoy, poniendo en duda la inteligencia de unos espectadores, estupefactos ante la manipulación de la realidad que les ofrece un Ente que, teóricamente, nos pertenece a todos.
Muchas veces hemos oído a estos profesionales quejarse amargamente de la situación que se ven  obligados a soportar, para conservar sus puestos de trabajo y reclamando la posibilidad de poder informar con libertad de las noticias que se producen en el país en el que vivimos, sin que estas peticiones hayan sido en absoluto tenidas en cuenta por quienes dirigen la televisión pública, como demuestra el tratamiento que se da a cualquier novedad que afecte directamente a la buena imagen del PP o a la de cualquiera de sus principales dirigentes.
Absolutamente avergonzados por el descaro con que se atreven a emitir, un día y otro, los informativos pertinentes, los ciudadanos hace tiempo que decidieron orientar sus preferencias hacia otras cadenas, en las que la imparcialidad y el buen ejercicio del periodismo constituyen la primera obligación de los informadores y dando por sentado, que mientras Mariano Rajoy permanezca en el poder, el Ente público habrá de estar, necesariamente al servicio de la Formación que dirige.
Como ya ocurriera en Tele Madrid, durante la etapa de Esperanza Aguirre, los informativos de Televisión Española y más aún si cabe, los de Veinticuatro Horas o Informe Semanal, se han transformado en unos espacios tediosos, presentados por unas figuras siniestras, hieráticas y carentes de emotividad, que se limitan a leer lo pactado con sus dirigentes, sin ningún entusiasmo y sin atisbo alguno de credibilidad ante la audiencia y que siguiendo fielmente la voz de su amo, roban a la poca audiencia que les queda, la oportunidad  de ser informada de la verdadera actualidad y por tanto, la ocasión de formar su propia opinión sobre sucesos que en la mayoría de los casos, le afectan de forma directa.
El tratamiento dado al juicio de la Gurtel de Valencia, ha traspasado todos los límites imaginables en esta materia y aunque ya estábamos acostumbrados a que estas cosas sucedieran a diario delante de nuestros ojos, con total impunidad y sin sonrojos, no podemos, ni debemos callar, si queremos realmente recuperar una televisión pública digna, de la que podamos sentirnos orgullosos, como contribuyentes reales que somos, de su funcionamiento.
Porque aunque el evidente silencio de TVE sobre esta y otras materias, no nos haya impedido conocer, a través de otros medios, la verdad, mantener con dinero público un Organismo dedicado a ofrecer una información sesgada, tendenciosa y sin calidad alguna, parece una aventura abocada directamente al fracaso, por lo que resulta urgente que los gobiernos dejen de elegir, como hasta ahora, a los  directivos de esta Empresa, que genera pérdidas millonarias a las arcas del Estado al que pertenecemos, desde hace demasiado tiempo.
No se puede, sino condenar esta degeneración del periodismo y también de un Sistema que permite a los políticos en el poder, utilizar tácitamente a su favor, los medios de comunicación que pertenecen al Estado y no a un determinado Partido.
Imprescindible, para estos medios, aceptar el principio de imparcialidad tan necesario para una buena práctica del manejo de la información y contar con verdaderos profesionales que hagan cierta la afirmación de que la prensa es el cuarto poder, capaz, con la verdad, de derribar gobiernos cuando lo merecen,  como ha ocurrido en otros lugares del mundo.

jueves, 18 de enero de 2018

Pensionistas en pie



Ante las reiteradas muestras de triunfalismo que esgrime el Gobierno, sobre el asunto de las pensiones, a nuestros ancianos y ancianas no les ha quedado otro remedio que salir a las calles para reclamar el derecho a recibir una jubilación que les permita vivir con dignidad, pues la mayoría de este colectivo ha de tratar de salir adelante con unos recursos que en nada se corresponden con sus largos años de duro trabajo y hasta hacer frente a la precariedad que se ha instalado como una plaga entre sus hijos, con los que en muchos casos se ven obligados a compartir, su techo y su comida.
Indignados por las presunciones de Ejecutivo y muy particularmente con el Presidente Rajoy, que se jacta de haber sido el artífice de una subida de pensiones, que como mucho se reduce a un par de euros más al mes, mujeres y hombres de avanzada edad, se hayan resueltos a volver a la lucha, al menos para desenmascarar  la falacia que pretenden hacernos creer, desde los medios, tratando de convencernos de que se está haciendo todo lo posible, porque nuestros jubilados puedan llegar a fin de mes, sin agobios ni carencias.
Primero, se han gastado la hucha de las pensiones que heredaron de Zapatero y que ha desaparecido poco a poco, con la aquiescencia de los conservadores y ahora buscan desesperadamente una solución para poder hacer frente a los pagos mensuales que corresponden a este colectivo, sin querer admitir, que la única salida que podría arbitrarse para este fin, sería terminar, en la medida de lo posible,  con las altísimas cifras de paro que sufrimos y que los empleos fueran correspondidos con sueldos dignos que permitieran reactivar el consumo de las familias y una mayor aportación a la Hacienda Pública de los que son aún contribuyentes.
Sin asumir que el poder adquisitivo de los pensionistas ha mermado, desde que el PP llegara al poder, cerca de un diez por ciento  y que a esta pérdida considerable habría que añadirle la escandalosa subida que ha experimentado la factura energética y el pago de las medicinas retiradas por el Ejecutivo, de las recetas de la seguridad social, Rajoy no parece dispuesto a reconocer que este es otro de los grandes problemas que se le han ido de las manos y trata a los ancianos, como si todos tuvieran una tara mental, cuando se dirige a ellos con un discurso, claramente engañoso, manipulador y siniestro.
Hartos de ser acusados de ser una lacra para el país, mientras miran con asombro el enorme montante que ha desaparecido, a causa de los innumerables casos de corrupción, los jubilados han creído oportuno recordar al Presidente que las pensiones no son en absoluto un regalo que les hace el Gobierno, sino una devolución paulatina de su propia contribución a las arcas del Estado, durante el transcurso de la vida laboral, que en muchos casos traspasaron, con mucho, los cuarenta y tantos años  y que merecen una compensación, equiparable a lo que antes pusieron.
Este sistema, que se sostenía perfectamente hasta que el PP se hiciera con el poder, comenzó a empeorar con la aprobación de la espantosa Reforma Laboral que el Gobierno sacara adelante, gracias a su mayoría absoluta, al principio de su mandato y que ha dejado en la calle a cientos de miles de trabajadores y reducido a límites irrisorios los salarios de aquellos que han tenido la suerte de conservar su puesto, pero que han perdido ese estado de bienestar del que disfrutaban, antes de que se nos obligara a todos, a pagar los efectos de la interminable crisis.
Los empleos que se crean y que sirven para reducir ostensiblemente las cifras de parados, de cara a la galería, son en su mayoría no ya temporales, sino efímeros y los emolumentos percibidos a cambio de estos trabajos precarios se han equiparado a niveles asiáticos, por lo que resulta imposible que la contribución de este tipo de empleados, pueda sufragar, en modo alguno, ni el pago de las pensiones, ni el sostenimiento de los sistemas públicos en general y muy especialmente de la Sanidad o la Enseñanza.
Los pensionistas, se han convertido para los políticos en una patata caliente que se lanzan unos a otros, sin que nadie decida quedarse con ella, para intentar una solución real al problema y para el PP en general, en una inaceptable carga que no desea llevar a su espalda durante mucho más tiempo, por lo que parece normal que los jubilados pidan, en todas sus manifestaciones, un cambio urgente de Gobierno.
No se ha querido dar cuenta Rajoy de lo mucho que debe a este colectivo, de mujeres y hombres valientes, que en los peores años de la crisis, han evitado, con su decisión de compartir lo poco o lo mucho que poseen, con los hijos que han quedado en paro o han sido desahuciados de sus viviendas, un estallido social de  incalculables consecuencias y que gracias a ellos, a nuestros ancianos y ancianas, le ha sido posible poner en práctica unas políticas de recortes, que si no hubiera existido su ayuda, hubieran llevado a muchos jóvenes parados al borde de la desesperación y por ende, a la disposición de hacer lo que fuera, por evitar tales desmanes gubernamentales.
Ha hecho mal, porque como estamos viendo estos días, los hechos cometidos en el pasado, terminan por pasar factura de manera contundente y ya les digo yo, que la capacidad de perdón de los ciudadanos, sobre todo de los mayores, hace tiempo que se agotó y el concepto que quedará en su memoria sobre la actuación de este Presidente, no va a ser precisamente agradable, sobre todo por ese afán de querer hacerles creer una realidad, que sólo existe en su mente.

miércoles, 17 de enero de 2018

Fuentes de conflictos


En un clima de considerable emotividad, los independentistas catalanes consiguen nombrar Presidente de la mesa del Parlament al representante de Esquerra Republicana, Roger Torrent, que acepta el cargo frente a unas cuántas sillas vacías, adornadas por grandes lazos amarillos que reclaman la libertad de los presos y la vuelta de los presuntos exiliados en Bruselas y para ellos son, precisamente, las primeras palabras de este jovencísimo Presidente, que requiere también que pueda hacerse efectivo el mandato de la ciudadanía, en un intento de que se olvide lo pasado, para empezar de cero, esta nueva andadura  que se presenta, desde el principio, convulsiva y difícil.
Los constitucionalistas, que se ven rabiosamente desbancados por los mismos a los que combatieron denodadamente, hasta la aplicación del 155, por parte del  Gobierno  español, tendrán que admitir que todos los esfuerzos que han hecho para conseguir dar un giro de 180 grados en la política catalana, han resultado ser absolutamente inútiles, a pesar de que Ciudadanos haya ganado las elecciones e Inés Arrimadas se haya convertido en la líder de la nueva derecha catalana, arruinando las perspectivas del PP, al que la Sociedad en general, considera como el principal artífice de que las cosas hayan llegado hasta un punto de puro y duro enfrentamiento.
Seguimos, aunque las cosas hayan cambiado en cierto sentido, exactamente en el mismo lugar en el que nos encontrábamos antes de que se produjera la proclamación de la efímera República y aunque ya no veamos las mismas caras y la mayoría de los líderes que protagonizaron el proces, estén en prisión, en Bruselas o hayan decidido retirarse de la vida política, el canto de Els segador, coreado con énfasis por las filas separatistas, nos recuerda que la solución del problema no ha llegado y que los argumentos esgrimidos con anterioridad sobrevuelan el Parlament, con la misma fuerza que hace sólo unos meses.
Entretanto, el juicio de la Gurtel en Valencia se aplaza sorpresivamente hasta el viernes, pues se especula con la posibilidad de que Pedro Crespo y el bigotes pudieran estar negociando un acuerdo con la fiscalía, similar al alcanzado por Correa y a Ricardo Costa se le viene encima un terremoto con el que no contaba, por lo que su defensa deberá darse prisa si quiere rebatir con cierta seriedad el argumento que le coloca como único responsable de la recepción del dinero procedente de las comisiones cobradas a los empresarios ilegalmente y tendrá, seguramente, que  tratar de probar que la Cúpula de Génova y Camps, conocían y aceptaban como válidos, todos y cada uno de sus movimientos.
El rostro de Costa, que no ha querido pronunciarse ante la prensa, sobre esta última jugada, que ya se da como segura para el próximo viernes, denotaba esta mañana una insoportable inquietud, que no podía ocultar tras la media sonrisa que trataba vanamente de esbozar, detrás de su silencio.
Mal se le ponen las cosas al PP de Rajoy, en Catalunya y en Valencia, pues mientras los independentistas se jactan de su innegable triunfo sobre las fuerzas españolistas, Correa, Crespo y el bigotes, encuentran un apoyo tácito a sus versiones, por parte de la fiscalía y  lo que era una sombra de sospecha de corrupción, va cobrando cuerpo, amenazando seriamente la estabilidad de todo el  Gobierno.
Tan desolador es el panorama que se augura  para la Formación conservadora, en los próximos tiempos, que si la izquierda estuviera unida y dispuesta a dar un paso adelante para hacerse con el poder, no encontraría un momento mejor para hacerlo.
Pero mucho me temo que será Albert Rivera quién rentabilice esta debilidad gubernamental, atrayendo a su causa a una buena parte de electores, cansados hasta el hartazgo, de guerras  partidistas, conflictos irresolubles, casos de corrupción y discursos famélicos, que lo único que desean es alcanzar estabilidad y que careciendo de ideología, han empezado a creer en el empuje de Ciudadanos, aunque sea de derechas.
La verborrea imparable de Rivera, su afán por hacer creíble el discurso que muchos quieren oír y la impagable ayuda que le ha prestado Arrimadas en Catalunya,  presagian una carrera de fondo hasta la Moncloa, que  hace sólo unos meses, era un puro espejismo.
Sánchez e Iglesias, han protagonizado demasiados desacuerdos, terminando con la paciencia de una buena parte de la población, a la que han defraudado hondamente.
No todo el mundo tiene convicciones inamovibles y en política, los que deciden el futuro son, seguramente por desgracia, los que suelen guardar
silencio.


martes, 16 de enero de 2018

Mirando hacia atrás con ira


La inmensa tela de araña que constituye el caso Gurtel y la enmarañada trama que encierra en la oscuridad de las trastiendas en las que transcurrieron los acontecimientos, parece ir aclarándose, a pequeños pasos, en el transcurso de los juicios que se van celebrando poco a poco y ofrece un panorama que varía considerablemente en cada momento, avanzando y retrocediendo, según cambian las versiones de los implicados, que en muchos casos han decidido, tras verle las orejas al lobo, prestar su colaboración, con el propósito de rebajar la cuantía de las penas a las que se enfrentan, por los hechos que presuntamente, cometieron.
Muchos, como es el caso de Correa, miran hacia atrás con ira,  desengañados de la actitud que para con ellos ha tenido un Partido Popular, con cuyos dirigentes se codearon, al más alto nivel, en otro tiempo y que les ha ido abandonando a su suerte, convirtiéndoles en una especie de apestados a los que han llegado a negar conocer y a los que no han dudado en tildar de mentirosos, con la mera intención de salir indemnes, de tan enrevesada corruptela.
El área valenciana de la Gurtel está deparando muchas y variadas sorpresas, que cercan cada vez con mayor intensidad a la cúpula de los conservadores, colocándolos en una dificilísima situación de la que les va a resultar  casi imposible escapar, ahora que nueve empresarios se han decidido a contar en la sala, los avatares que rodearon a sus experiencias con la adjudicación de obras públicas y reconocido explícitamente el pago de cuantiosas comisiones, para la consecución de las mismas.
También Ricardo Costa, el que fuera número dos de Francisco Camps, en su etapa como President de la Generalitat valenciana, ha terminado por encontrar una vía de escape, tras el descalabro sufrido en el juicio de los trajes, en el que su jefe salió absuelto y queriendo curarse en salud, parece que va a declarar que el asunto de las comisiones se ponía siempre en manos de la Cúpula de Madrid, aunque todos eran conscientes en Valencia, de lo que estaba ocurriendo.
Esta intención, vuelve a poner en el punto de mira a Camps, como responsable principal que fuera, de los asuntos de la Comunidad que regentaba, a la vez que lanza un dardo envenenado a Rajoy y su equipo, que ya no saben cómo desembarazarse de la contundencia de unos argumentos, que les señalan directamente como implicados en este oscuro asunto que parece no tener fin, a juzgar por lo que estamos conociendo.
La declaración de los empresarios, viene a dar toda la razón a lo que Correa está defendiendo últimamente, aunando unos criterios con los que sólo difieren los representantes de un Partido Popular, que sin embargo, no podrá nunca negar la ostentación que demostrara en aquellas Campañas electorales que culminaban en la Plaza de toros de Valencia y en las que Rajoy intervenía, al más puro estilo americano, como una  estrella de cine, mientras era aclamado por un sinfín de cargos locales, que luego han terminado teniendo serios problemas con la justicia.
Algunos de estos cargos, que han sido después repudiados por el que fuera su Partido hasta límites inimaginables y que han conocido en carne propia los nocivos efectos de la más absoluta soledad, hartos de lidiar con las consecuencias de pertenecer a una trama imposible de urdir individualmente, señalan, inexorablemente, con el dedo, a los líderes de las más altas esferas, que inexplicablemente han conseguido, hasta ahora, zafarse  de cualquier tipo de responsabilidad en este asunto.
Pillan estos cambios de postura al PP,  en horas bajas, pues los resultados electorales en Catalunya y el ascenso torrencial de Ciudadanos que auguran las encuetas, han mermado considerablemente su nivel de aceptación entre los votantes de la derecha y el fantasma implacable de los casos de corrupción, pende como una espada de Damocles sobre este Partido, hace ya demasiado tiempo.

Los momentos  de gloria y despilfarro, de amistades incondicionalmente íntimas y de exaltación permanente entre pesos pesados, terminaron y llega la hora de afrontar la contundencia de la verdad. El pasado no perdona y acaba volviendo.

lunes, 15 de enero de 2018

Dicen que la distancia es el olvido



Mientras la sentencia del caso Palau  condena a Convergencia a pagar casi siete millones de euros por el cobro de comisiones en la adjudicación de obras públicas, Puigdemont no parece estar dispuesto a renunciar a la absurda quimera de ser investido President de la Generalitat, en su amado retiro de Bruselas y permanece enrocado en la postura que ha venido manteniendo desde que conociera el resultado de las ajetreadas elecciones en Catalunya, consiguiendo superar en número de votos al que fuera su Vicepresidente, Oriol Junqueras, que permanece en prisión, a pesar de varios intentos fallidos para  lograr una libertad, que de momento, el juez no está dispuesto a concederle.
Advertido por activa y por pasiva de que sus intenciones resultan ser prácticamente imposibles y avisado por sus propios servicios jurídicos de  lo insostenible que resulta su plan, Puigdemont continúa viviendo una agradable realidad paralela, en la que su fiel cohorte de admiradores le rinde periódicamente pleitesía y en la que se mantiene, como un Emperador, sentado en el trono que ha creado para sí mismo, coronado por los laureles efímeros de una fama ganada a base de un discurso que sin embargo, en su propio territorio, ha quedado sin duda, obsoleto.
Cada nuevo movimiento que hace, cada intervención ante las cámaras de las televisiones que aún muestran interés por lo que tiene que contar y cada paso que da, en el  mundo de fantasía de su recién proclamada República, como la creación de una página Web o la misteriosa llamada de una de sus abogados al equipo del Juez encargado de su caso, perjudica sin embargo, de manera considerable a la causa de quiénes permanecen encarcelados preventivamente, pues agotar la paciencia de los encargados de administrar justicia en España ha de tener necesariamente un límite y ha quedado muy claro que nadie está dispuesto a plegarse a sus reiteradas exigencias.
Muchas son las voces que claman, abierta o tácitamente, porque Puarigdemont se eche a un lado, para que pueda arbitrarse una solución al problema de la investidura que viene y esa aparente unidad de criterio que mantuvieron los Partidos encargados de gestionar el proces, ha estallado estrepitosamente provocando mil y un daños colaterales, que no obstante,  no parecen afectar, ni física, ni moralmente, a quien se considera a sí mismo, como caudillo del movimiento independentista.
Porque renunciar a la idea de ser telemáticamente investido Presidente, supondría para Puigdemont quedar relegado a una deshonrosa segunda fila, en la que la popularidad adquirida en estos últimos meses, desaparecería de inmediato, condenándole a un ostracismo absolutamente indeseable para quien ha tocado el cielo de la notoriedad, aunque sea de manera efímera y también, porque los postulados que ha venido defendiendo tan enfáticamente, serían a inmediatamente reemplazados por otros mucho menos convenientes para su futuro, obligándole a tener que decidir si prefiere permanecer, sine die, en Bruselas, o regresar a España, en la que le esperaría una inmediata detención, como todos sabemos.
Y sin embargo, mientras estas cosas suceden, sus compañeros de aventuras permanecen encarcelados, en unas condiciones que en nada deben parecerse a las que él mismo disfruta en Bruselas y el destino de su bien amada Catalunya, para la que dice vivir, pende de un hilo, en un ambiente absolutamente enrarecido, en el que se mezclan los sentimientos encontrados de gente que hasta hace bien poco tiempo, convivía en perfecta armonía.
Poco o nada deben importar a Puigdemont estas circunstancias adversas, cada vez que juega una mala pasada a los que esperan en las cárceles poder retomar sus caminos, dejando atrás los malos momentos, por no hablar de lo que deben opinar, a estas alturas, los millones de ciudadanos que confiaron en su gestión y que ahora se ven defraudados por el cariz que están tomando los acontecimientos.

El futuro que aguarda a esta Catalunya, en la que al que fuera su President parece interesar mucho más su propio prestigio personal que el bienestar de los catalanes, no puede ser más desalentador. También en este territorio, está claro que nadie está dispuesto a renunciar al poder, aunque para ello las personas hayan de soportar toda clase de vejaciones y sufrimientos.

domingo, 14 de enero de 2018

Inquietantes encuestas



Después de las Navidades, los resultados de las primeras encuestas   sobre intención de voto, revelan, por primera vez en mucho tiempo, un importante descenso del PP y colocan al Partido de Albert Rivera, como el preferido por los electores, siguiendo la estela de lo ocurrido hace sólo unos días, en Catalunya.
Tampoco el PSOE, y menos aún, Podemos, salen nada favorecidos de esta consulta, por lo que el panorama político, en el caso de que se celebraran ahora mismo nuevos comicios, cambiaría de manera radical, perjudicando seriamente a las izquierdas.
Este trasvase de votos, tiene mucho que ver con la posición que cada Formación ha defendido durante la crisis de Catalunya y pone en evidencia que las preferencias de los ciudadanos tienen poco o nada que ver con las inclinaciones ideológicas y mucho con la manera en que se actúe en cada uno de los momentos de importancia que vivimos, quizá porque el ritmo vertiginoso en el que nos movemos, condiciona fuertemente la naturaleza de nuestros pensamientos.
Así, se castiga al PP por haber permitido que las cosas llegaran en Catalunya hasta dónde han llegado, sin haber hecho absolutamente nada por solucionar mucho antes la crisis, hasta que se ha visto forzado por unas circunstancias, cuya gravedad ha traspasado todos los límites que habíamos conocido hasta ahora, desde el comienzo de la Democracia.
 Se premia la tenacidad de los seguidores de Rivera, defendiendo a capa y espada la aplicación de medidas drásticas, prácticamente desde que la crisis derivara tan peligrosamente y también, la presión ejercida sobre los populares hasta forzarles a llevar a la práctica, in extremis, el artículo 155, que era lo que realmente deseaban todos y cada uno de los votantes españolistas en Catalunya y que se vieron defraudados por la inoperancia del Ejecutivo de Rajoy, que esperaba ilusoriamente y como siempre, que el tiempo y el aburrimiento, le solucionaran también, este problema.
Arrastra  Ciudadanos, a ese sector de votantes itinerantes que fluctúan entre el ala derecha del PSOE y cualquiera que les ofrezca una alternativa que consideren aparentemente un poco más progresista y que parecen haber encontrado en la firmeza de los de Rivera, durante el llamado proceso, un apoyo que acalle una conciencia que nunca les habría permitido votar al PP, por diversas razones, pero a quienes les parece que Ciudadanos podría ser una buena opción, para no romper del todo con los esquemas de la política tradicional y lejos, al menos de momento, de los sucios asuntos de corrupción que acucian a conservadores y socialistas.
Los votantes de izquierdas, implacables como viene siendo costumbre, con los errores cometidos por su propia gente, se habrían dividido en dos bloques bien diferenciados que se empeñan denodadamente en agrandar la brecha que ya separaba anteriormente a PSOE y a Podemos y no perdonan, al primero haberse alineado con las tesis de la derecha, apoyando abiertamente la aplicación del 155 en Catalunya y al segundo, su aparente indefinición durante el recrudecimiento de la crisis o bien, acusándole de cobardía, al no haber sabido o querido explicar con suficiente claridad, por qué no tomaban partido por alguno de los dos bandos en contienda.
Así que el panorama que auguran las primeras encuestas del año, asesta un mazazo casi definitivo a las esperanzas de la izquierda, que hace sólo unos meses podría, de haber querido limar asperezas partidistas, terminar con el reinado de Mariano Rajoy, para emprender un camino que nos alejara para siempre de la regresión que hemos sufrido, inexorablemente, pero que dejó pasar aquella oportunidad, poniendo por encima de la necesidad de afrontar los problemas de manera unitaria, los intereses particulares de cada Formación, como ha solido ocurrir en este país, en varias ocasiones, históricamente.
Con la batalla aparentemente perdida, no queda a Sánchez e Iglesias otra opción que rendirse ante la evidencia de que Rivera les va ganando la batalla, por goleada, e ir acostumbrándose a la idea de que su infinita ambición, le hará luchar denodadamente por ir ganando puestos en su carrera hacia la Presidencia de la Nación, que seguramente conseguirá, si los gravísimas equivocaciones cometidas, no se remedian.
Con un PP roto, acuciado por los problemas de corrupción, agotado por los malos resultados obtenidos en las elecciones catalanas y con el fantasma del independentismo pisándole los talones tácitamente, el triunfo del joven Rivera, como representante de la nueva derecha, no sólo estaría asegurado, sino que además, sería celebrado, no sólo por el sector empresarial y por Europa, sino también por ciertos sectores del propio Partido Popular, que no dudan en manifestar su descontento con la manera de hacer política, del flemático Rajoy y su equipo.
Evidentemente, haríamos mal en aceptar, sin pelear, los resultados de estas primeras encuestas, pero su publicación, sí que podría considerarse como un serio aviso a navegantes que en modo alguno debe ser desoído, por ninguno de aquellos que hace sólo unos meses aspiraban a conseguir un cambio radical, en el sistema de gobierno.
Sería un error imperdonable para la izquierda,  no hacer una autocrítica feroz de lo ocurrido durante este último año en el país y sobre todo, permitir, por meras cuestiones partidistas, que Rivera avanzara, sin oposición, hacia Moncloa, triunfalmente.

viernes, 12 de enero de 2018

Aviso: nevadas



Entramos en un fin de semana que se presenta complicado para la meteorología y en vista de lo que ocurriera hace sólo unos días, los responsables del Ministerio del Interior no paran de mandar mensajes a los ciudadanos y hasta se han atrevido a recomendar un set de supervivencia para conductores osados que decidan desafiar a los elementos, aunque no aclaran dónde se pueden adquirir los mil y un artilugios que aparecen en las fotografías y que seguramente, serán absolutamente necesarios, si hay que pasar veinte horas atascado en una carretera, bajo un temporal del carajo y sin los correspondientes auxilios estatales.
Tanta amabilidad y profusión de ideas e información, en cierto modo, escaman bastante, pues el mensaje oculto que leemos los humildes contribuyentes en estos anuncios, nos parece que está directamente relacionado con una altísima probabilidad de que las escenas que hemos visto la semana pasada, se repitan y que lo que quieren decir en realidad es que los que se atrevan a ponerse al volante, sí o sí, tendrán que buscarse la vida, si el tiempo se complica, porque la verdad es que los medios con los que cuenta este Gobierno, padre de todos los recortes, para estos menesteres, son claramente insuficientes.
Sin que haya  trascendido si el Ministro Zoido o el señor Serrano tienen previsto volver a su amada Sevilla esta misma tarde de Viernes, o a cualquier otro destino más cálido y acogedor que, pongamos por caso, Burgos o Palencia,  nosotros, que no tenemos mando en plaza, ni un carguito que nos asegure la calidez de un despacho desde el que dirigir cotarro alguno, tenemos claro que si nos surge la imperiosa necesidad de realizar un desplazamiento, habremos de vérnoslas, por enésima vez, con el metro y medio de nieve que vemos a través de la ventanilla, mientras pasamos la gélida noche en nuestro vehículo, eso sí, perfectamente equipados para la ocasión, si es que hemos seguido las instrucciones que nos dieron y que podrían convertir la velada, en una especie de atracción turística.
A los que no tenemos la intención de salir, pues el mejor destino estos días es permanecer en los propios aposentos, mirando lo que caiga del cielo, tapados con la manta y calentitos, nos suenan sin embargo, estos consejillos urdidos de prisa y corriendo, un poco a cuento chino y preferimos, porque ya sabemos que estas historias se repiten intermitentemente todos los años y que gobierne quien gobierne, poco o nada se hace por solucionar la indefensión de los ciudadanos ante las inclemencias del tiempo, por lo que estamos seguros de que las  escenas pasadas no serán las últimas que tengamos que contemplar en éste y otros muchos inviernos, pues no hay voluntad ni dineros, para arreglar lo que nuestros mandatarios deben considerar una nimiedad, a juzgar por lo que están tardando, en ofrecer una solución al problema.
Vayan, si es que van a salir, abrigados hasta las cejas, con el depósito bien lleno, si sus bolsillos se lo permite, al precio que están los combustibles,  avituállense de provisiones y agua, como si fueran a pasar un puente en un lugar aislado  de todo signo de vida y no olviden, al menos, las cadenas, para que cuando llegue la ayuda, diez o doce horas después, puedan salir pitando del lugar en el que quedaron atascados la noche anterior, con Kit, o sin Kit de supervivencia.
No se puede, estamos convencidos, sacar de dónde no hay. El Ministro también lo sabe, aunque para él resulte mucho más cómodo hacer creer que tenemos los medios suficientes para evitar estos problemas y ese sea el argumento que esgrima, otra vez, cuando pase el fragor de la nevada que viene acercándose a la Península, a marchas forzadas, según dicen.

jueves, 11 de enero de 2018

Un año malgastado



Tras un año frenético, en el que el problema catalán adquirió repentinamente una importancia desmesurada, desbancando inexplicablemente a los conflictos personales que han venido afectando a los ciudadanos durante los terribles tiempos de la crisis, como si un halo de patriotismo obsoleto se hubiera apoderado de pronto de las conciencias de las mayorías,  poco a poco, parece que vamos despertando del espejismo que creímos ver en la lejanía del paisaje y recobrando la razón que perdimos, abducidos por una batalla que aún continúa sin encontrar un camino por el que ser resuelta.
Ahora que amaina la tormenta y que ha quedado demostrado que el asunto de la independencia no sólo resultaba ser una mera ilusión que ha sido reprimida con dureza por los poderes del Estado, nos percatamos de que este tiempo que hemos empleado en absurdas guerras de banderas y símbolos y en enfrentarnos los unos con los otros, muchas veces, como si nos fuera la vida en ello, no ha servido para sacarnos del oscuro pozo en el que nos encontrábamos sumidos y que a nuestro alrededor, la gente continúa malviviendo en la misma precariedad laboral que soportaba, antes de que diera comienzo el conflicto, que los precios de productos fundamentales como la electricidad, el agua o el gas, siguen disparándose sin que nadie les ponga freno, como cada primero de año y que los sueldos permanecen estancados en unos niveles irrisorios que nadie se atreve a discutir, por miedo a ser enviado directamente a unas colas del INEM, que no premian en absoluto, las exacerbadas manifestaciones de españolidad que algunos han protagonizado, en los últimos tiempos.
Los asuntos de corrupción, que aparecen a diario sumándose a la larga lista que ya conocíamos todos y que no acaban de ser juzgados y sentenciados por la justicia, pero que parecieron quedar relegados a un segundo plano por la otra actualidad, son ahora retomados por los medios de comunicación como si acabaran de producirse en estos momentos y hasta los parlamentarios de la oposición, que no han hecho otra cosa durante este largo año, que  prestar toda su atención a lo que sucedía en Catalunya, vuelven a una carga que desde luego, jamás debieron abandonar, pues sería importante defender que todos los delincuentes monetarios devolvieran la totalidad de lo robado, a la mayor brevedad posible.
Comenzar la cuesta de Enero con un frío del demonio, vuelve a convertirse para muchas familias en un auténtico infierno, porque nada se ha hecho para resolver la pobreza energética y la opción de los alquileres se ha disparado ahora que la banca ha perdido el filón que para ella supuso durante muchos años el asunto de las hipotecas eternas, que alguna gente nunca podrá terminar de pagar, bien porque perdieron el empleo, bien, porque su salario fue degradado a niveles asiáticos, sin esperanza de poder recuperar el estado de bienestar del que gozaban, en los tiempos de la bonanza que se fueron.
La epidemia de gripe, hacina a los enfermos en los pasillos de los hospitales públicos, en los que nuestros excelentes profesionales no dan abasto para atender las miles de urgencias que les llegan, porque aunque ya nadie lo recuerde, sufrieron unas pérdidas de personal irreparables, cuando se hicieron los recortes y nuestros escolares han vuelto de las vacaciones a unos Centros gélidos en los que han de permanecer con los abrigos puestos, porque las Delegaciones carecen de fondos para cubrir el presupuesto que debiera dedicarse a calefacción, amén de otras carencias importantes, de las que no se hablaba, casi desde que Mas decidiera reclamar su amada independencia.
Y por si fuera poco, el saqueo a que ha sido sometida la hucha de las pensiones mantienen a nuestros ancianos con el alma en vilo, pues no debemos olvidar que en muchos casos, son ellos los que salvaguardan   la economía de varias familias y perder de repente ese soporte, haría peligrar la estabilidad del país, irremediablemente.
Así, que permítanme la osadía de no prestar demasiada atención a lo que pueda ocurrirle al señor Puigdemont en Bruselas, ni tampoco a cómo piensan solucionar la constitución del Parlament, en los próximos días, los de uno y otro bando, porque sinceramente, en mi opinión, los asuntos que conciernen a Catalunya, siendo como son importantes, no constituyen en absoluto, una vía que pueda solucionar la multitud de problemas que se ciernen a nuestro alrededor y me parece que ya hemos dedicado demasiadas horas de nuestras vidas a este peliagudo asunto, que no parece tener remedio.
Habrá que luchar, porque mejoremos todos en general, haciendo frente a las injusticias que contra este sufrido pueblo se cometen a diario impunemente y habrá que hacerlo, por una evidente razón: no podemos ni queremos continuar así y hemos desperdiciado un año entero, en el que tal vez, podríamos haber ganado infinidad de cosas necesarias para nuestro sustento.
Quería, hacer un recordatorio de la interminable lista de amargas vicisitudes que nos afligen y dejar claro, para quiénes lo quieran entender, que el mundo ni empieza ni acaba en Catalunya. Afortunadamente, existen otros muchos y diversos lugares donde la gente reclama su derecho inalienable a vivir dignamente y habrá que combatir por ello.