lunes, 29 de febrero de 2016

Sin acuerdo


En sólo unas horas, Pedro Sánchez se dirigirá al Congreso de los diputados para defender sus propuestas en la Sesión de Investidura, en el que podría haber sido un momento histórico para él, pero que ha desperdiciado seguramente por las enormes presiones venidas desde su propio entorno, decidiéndose por un pacto con Ciudadanos que no le reportará nada más, que un estrepitoso fracaso.
Las esperanzas de los españoles, puestas en un pacto de izquierdas que derogara la mayoría de las leyes aprobadas bajo el mandato de Rajoy y que han lesionado gravemente los derechos sociales y laborales de todos, se marchan por el desagüe, a causa la feroz oposición que los señores del IBEX 35 vienen demostrando ante cualquier cosa que lesione sus privilegios y también por la sumisión a su mandato que los líderes de los Partidos tradicionales y muy especialmente los del PSOE, exhiben sin ningún pudor, aún sabiendo que traicionan la voluntad de la mayoría de los ciudadanos, que esperaba de su Partido, la valentía de saber afrontar la llegada de un tiempo nuevo, en el que los cambios fueran posibles.
Frente a eso, escudarse detrás del temor a la supuesta radicalidad de Podemos y en teorías conspirativas que no han podido ser demostradas, hasta hoy, por ninguna de las múltiples vías que se han abierto desde todos los frentes orquestados por el bipartidismo, se ha convertido en una tónica general, con la que se pretende manipular a un electorado que muy a su pesar, se ha visto obligado a sufrir durante  las dos últimas legislaturas, una serie interminable de recortes impuestos que le han llevado al borde mismo de una desesperación, de la que están deseosos de salir, para recuperar al menos, la dignidad perdida, a causa de la violencia política de que han hecho alarde, los dos últimos Presidentes.
Si a esto le sumamos la entrada en escena de Albert Rivera, como líder modelo de pulcritud, encabezando un Partido perfectamente identificado con las tendencias neocapitalistas, que a día de hoy manejan el mundo y con unas dosis de ambición comparable con la que pudiera mostrar cualquier candidato a la Presidencia americana, la oscura ecuación que han dejado los resultados de las pasadas elecciones, bien podría ser resuelta, si se le prestara la ayuda adecuada, sin escatimar en medios económicos, para relanzar su publicidad y para, a ser posible, conseguir que todos los ojos de los españoles se centren únicamente en su figura, convirtiéndole en el dirigente de un  nuevo Partido mayoritario que desbanque de un plumazo, a los dos que han ostentado durante años esa distinción y que han sucumbido al desgaste de las luchas internas y la corrupción, sin posible remisión para ellos.
El pacto de PSOE con Ciudadanos, no nos engañemos, podría responder perfectamente, a esa primera etapa de la historia y el sacrificio de Pedro Sánchez, que no ha sido capaz de anteponer sus propias creencias, a las exigencias de los poderes que le rodean, no supondría más que  un daño colateral sin importancia, si finalmente se logra el objetivo soñado, que no sería otro que colocar a Rivera, al frente del próximo gobierno.
Si para ello hay que emplear dos sesiones fallidas de investidura, se emplean y si hay que ir a nuevas elecciones, triplicando el esfuerzo y los medios necesarios parta doblegar la voluntad de los electores, no les quepa la menor duda de que se hará, pues sería una inversión tremendamente rentable, de la que se obtendrían a largo plazo, múltiples beneficios.
Claro que la infravaloración que se hace de la mentalidad de unos españoles, a los que los terribles efectos de la crisis han conseguido despertar del largo letargo en el que les había sumido el estado del bienestar, podría dar al traste con la estrategia, aunque para eso ya cuentan sus organizadores con la tan socorrida táctica del terror, que con tanta destreza han manejado mientras desmantelaban nuestro antiguo modo de vida y por medio de la cual, han conseguido arrastrarnos hasta el punto en el que ahora nos encontramos y del que nos va a costar mucho salir, en contra de tales enemigos.
Sin embargo, sucumbir a los cantos de sirenas de los que ahora nos prometen mejoras, siendo como son, los mismos que han propiciado el grave retroceso que hemos sufrido en todos los aspectos fundamentales de nuestra existencia, dar marcha atrás en nuestra intención de voto, apartándonos de la izquierda en la que creemos, para abrazar al nuevo ídolo que nos proponen los causantes de todos nuestros males, como solución a los mismos, sería como admitir que se ha muerto nuestra voluntad y que hemos sido, finalmente, abducidos por una alienación colectiva que socava los mismos cimientos de nuestro auténtico pensamiento.
Todo es cuestión de reflexionar sobre si lo verdaderamente importante es vivir… o si nos conformamos meramente, con ir sobreviviendo.






domingo, 28 de febrero de 2016

Dos días después del pacto


La intención de voto de los españoles, tras el pacto del PSOE con Ciudadanos, no sólo no aumenta las posibilidades de los socialistas de cara a unos posibles Comicios, sino que coloca a Podemos tres puntos por delante del Partido de Pedro Sánchez y a solo cinco puntos del PP de Mariano Rajoy, que sigue cayendo, tras conocerse los nuevos casos de corrupción que inhabilitan a muchos de sus miembros.
Debía pensar Sánchez que acorralando a Pablo Iglesias con el texto del pacto en la mano y colocándole en la tesitura de que si no votaba a su favor en la Investidura, lo estaría haciendo al lado del PP, conseguiría de la Formación morada, al menos, una abstención, seguro de que por su inexperiencia en cuestiones políticas, se dejaría llevar fácilmente hasta el punto deseado por el socialista, con tal de que no se diera una coincidencia con el voto de los conservadores, a los que ha criticado tan duramente, desde hace tanto tiempo.
Pero la falta de práctica en la política de altos vuelos no convierte a los recién llegados en imbéciles y menos aún, cuando se trata, como en el caso de varios líderes de Podemos,  en politólogos que por su profesión, han de estar necesariamente acostumbrados a barajar toda clase de situaciones más o menos adversas, aunque sólo sea en teoría.
La estrategia del acorralamiento no ha funcionado en absoluto , a pesar de haber obtenido el apoyo de un setenta y nueve por ciento de su militancia y ahora se encuentra, con una Investidura que se le viene encima para los primeros días de esta semana y sin apoyos suficientes para afrontarla, ante la rotunda negativa  de todos los demás Partidos, incluidos los nacionalistas del PNV, que ven en Rivera un enemigo cerval a cualquier insinuación de separatismo, venga de donde venga.
Así que la pompa mediática con que se ha tratado la firma de este acuerdo, se ha visto inmediatamente desinflada por la cruda soledad en que han quedado, tanto el aspirante Sánchez, como su ahora socio Rivera, preludiando que no será posible que la investidura del primero llegue a buen fin y que seguramente, habrá que ir de nuevo a Elecciones.
Contar de antemano con lo que pueden hacer los demás, en esto de la política, supone aceptar un enorme riesgo, sobre todo cuando anteriormente se ha menospreciado a un rival que por otra parte, ha obtenido en las urnas, un mismo número de votos y más aún, si su proyección de futuro, con respecto a la tuya, se intuye de imparable ascenso, mientras tus perspectivas continúan siendo a la baja, probablemente a causa de una mala gestión, que no complace en modo alguno a los ciudadanos que son, en definitiva, los que eligen y destituyen Presidentes.
Pedro Sánchez, ha malinterpretado el mandato de las urnas, decantándose por una derechización que no implica, sino una continuidad en las políticas ejercidas por el PP, durante los últimos cuatro años, en lugar de aceptar que una amplia mayoría del electorado, deseaba un gobierno de progreso, pues de haber querido otra cosa, Albert Rivera estaría ahora justamente en el sitio en que se encuentra Podemos y no en el cuarto lugar que ha obtenido su Formación, en las pasadas elecciones.
El pacto propuesto por la izquierda, al que Sánchez no ha prestado ninguna atención y a cuyas reuniones ni siquiera se ha dignado a acudir, probablemente porque ya se encontraba cerca del acuerdo con Ciudadanos, era sin embargo, la opción por la que apostaban once millones de españoles, que indiscutiblemente, no van a perdonar la falta de respeto que el líder socialista les ha infringido y menos aún, que haya pretendido arrastrar a sus representantes, cuando ya estaba todo decidido, a rubricar obligatoriamente un acuerdo, que en nada se corresponde con las líneas de su pensamiento y mucho menos, con el calado de los programas electorales presentados por todos ellos, antes de las pasadas elecciones.
La estrategia de compararlos ahora con el PP, si no acceden a sus pretensiones, pone en evidencia que la manera de tratar este asunto, por parte del PSOE, no ha sido más que una especie de espejismo que por unos días, hizo pensar a los españoles que el cambio era factible, dejándolos después caer en la cuenta de que lo que desde el principio se buscaba, no era más que una continuidad para el bienestar personal de los partidarios del bipartidismo y de algún otro recién llegado, que como Albert Rivera, no pueden disimular su ambición por pertenecer a la casta reinante en este País y a la que le cuesta admitir que todo se ha transformado.
La negativa de Podemos, la honradez de permanecer fiel a su pensamiento, su atrevimiento al denunciar que este pacto no se corresponde con una voluntad de cambiar y hasta la impertinencia de no dejarse doblegar por la llamada de los poderosos, no puede, sino beneficiarle en el caso de que haya que acudir otra vez a las urnas y ya veremos cómo quedan finalmente los demás, si tal circunstancia se diera.
La mala costumbre de creer que los ciudadanos somos incapaces de entender lo que sucede en política, puede, por primera vez, pasar una enorme factura a aquellos que maquillando a su antojo las verdades más absolutas, pretenden manipular la voluntad popular, siempre en su propio beneficio. 


jueves, 25 de febrero de 2016

Girando a la derecha


Se ha instalado entre nosotros, desde hace mucho tiempo, la insana costumbre de utilizar las Campañas electorales para lanzar a los ciudadanos promesas de calado social, con la intención de ganar sus votos, que después se terminan casi siempre olvidando o transformándose por otras medidas que nunca llegan a la altura de aquellas que se reflejaban en los programas, lo que teóricamente, supone un evidente incumplimiento de contrato de aquellos que las emitieron, pues suelen perjudicar grandemente las expectativas de un  amplio núcleo de electores, que se sienten absolutamente engañados en su realidad cotidiana, sin tener medios para reclamar, ni modo alguno de reprochar al Partido que eligieron,  exigiéndole la obligación de llevar a cabo, lo que un día fueron sus ofertas.
En la última legislatura, el PP no sólo incumplió todas y cada una de aquellas promesas que le reportaron una cómoda mayoría absoluta con la que gobernar tiránicamente, sino que además, en casi todos los casos, las medidas adoptadas fueron exactamente las contrarias de las expuestas en Campaña, para perjuicio de toda la ciudadanía.
Pronto ha empezado el PSOE de Pedro Sánchez a deshacerse de sus propias palabras, con este pacto que ha firmado con Ciudadanos y que supone una derechización de sus posturas, más fuerte aún que la que ya veníamos observando desde hace algún tiempo, cometiendo la torpeza de redactar un documento, incluso sin la seguridad de llegar a conseguir gobernar, en el que no solo no se reflejan ni una  de las derogaciones de las leyes aprobadas por el PP, sino que tácitamente, se agravan, llevándonos de nuevo a una política de recortes que sin duda ha de complacer enormemente a los prebostes europeos, pero que indigna sobremanera a una sociedad, que ha votado en su mayoría, para que hubiera un gobierno de progreso y con la idea, ayer desmontada, de que al PSOE todavía le quedaba algún resquicio de esa ideología de izquierdas que preconizaba su fundador y que ahora parece haber muerto definitivamente, a juzgar por sus inaceptables propuestas.
Bien está que los socialistas teman que Podemos termine fagocitando a su Partido y que por esa razón, se dé hacia la Formación de Pablo Iglesias, un rechazo casi frontal, a la hora de negociar acuerdos, pero lo que deberían preguntarse los líderes socialistas, si de verdad aprecian su permanencia en el panorama político español, es por qué se ha producido este fenómeno en tan poco tiempo y qué ha llevado a los ciudadanos a cambiar su intención de voto, propiciando que Podemos, en sólo dos años de existencia, haya conseguido colocarse al mismo nivel que el PSOE y continúe ascendiendo.
Seguro que el abandono de ciertos principios fundamentales, directamente relacionados  con la socialización de la riqueza y la devolución de la dignidad a los trabajadores y que incluso quedan reflejados en las siglas que aún exhibe el Partido de Pedro Sánchez, en las palabras Socialista y Obrero, tiene mucho que ver con esta debacle electoral que vienen sufriendo en los últimos comicios y que esa clara derechización, la obediencia a los mandatos europeos y el abandono de la defensa de los sectores más vulnerables de la sociedad y ahora, este absurda preferencia por el Partido de Rivera, en lugar de articular un pacto de izquierdas, que se correspondería más, con la primigenia ideología del PSOE que fundara el otro Pablo Iglesias, va a traer nefastas consecuencias que no tardaremos mucho en ver y que ya han empezado a manifestarse, en forma de críticas, en boca de los ciudadanos y de algunos medios.
Los errores, que inevitablemente se acaban pagando, más temprano que tarde y mucho más si se han cometido conscientemente y no se observa ningún tipo de arrepentimiento, suelen revelar la verdadera naturaleza de quienes los cometen, poniendo al descubierto, incluso todas aquellas cosas que se pretenden ocultar, pero que salen a la luz nítidamente, colocando a cada cual, exactamente en el sitio que merece.
Cuando ayer Pedro Sánchez definía al PSOE como un Partido de Centro izquierda, congratulándose de haber pactado con Ciudadanos, que consideraba como Centro derecha, cometía uno de esos errores de apreciación que a los ojos de los ciudadanos, resultan ser del todo imperdonables, porque muchos de ellos, siempre pensaron que los socialistas representaban a la izquierda en este País y que por tanto, su compromiso habría de estar, necesariamente, con los más desfavorecidos, por lo que deseaban otro tipo de acuerdo mucho menos tradicional y más comprometido, de verdad, con un cambio radical de las políticas ejercidas en los últimos tiempos.
Rendido a los pies de Rivera, descalificando severamente a Podemos, acusándolo de propiciar un gobierno del PP y echando sobre la espalda de sus líderes toda la responsabilidad de no conseguir la investidura, Sánchez está cayendo en la trampa urdida por el ala conservadora de su propio Partido y convirtiendo, a los ojos de los electores al PSOE, en representante de la derecha.
Mucho lamentamos la falta de valentía de este líder que seguramente, será efímero y poco tememos a tener que volver a las urnas, que definitivamente, serán las que dirán cual es la realidad de nuestro pensamiento.
Sin embargo, los políticos de este País, deberían acostumbrarse a admitir que cuando uno fracasa estrepitosamente, es porque se equivocó radicalmente en sus planteamientos. Podemos, ni tiene, ni tendrá la culpa del hundimiento del PSOE si se produce. Los juegos de riesgo tiene estas cosas: unas veces se gana y otras, simplemente, se pierde.


miércoles, 24 de febrero de 2016

Pánico a Podemos


Al final,  Pedro Sánchez  se rinde a los encantos de Albert Rivera y pacta un acuerdo de supuesta gobernabilidad con Ciudadanos, aunque numéricamente, de no recabar  otros apoyos con urgencia, nunca conseguirá ser investido Presidente de este País, ni por tanto, formar gobierno.
Han bastado varios encuentros para que el líder socialista se haya decidido por seguir el sendero marcado por los barones de su Partido, abandonando la vía más lógica de negociación que la izquierda esperaba como una oportunidad de cambiar realmente las políticas aplicadas durante los cuatro años por el PP y que representaría para los españoles, un acercamiento al progreso.
Pero los señores del bipartidismo han  demostrado que más que luchar por los intereses ideológicos de cada cual, la prioridad en este momento, es liquidar las aspiraciones de Podemos y el pánico a que Pablo Iglesias y los suyos  pudieran formar parte del futuro gobierno, ha convertido la negociación en un frente común contra las políticas de izquierdas en general, lo que seguramente y si no se produce un milagro de última hora, nos llevará de cabeza, a la celebración de nuevos Comicios.
Pero reflexionando sobre lo ocurrido, si el miedo a que Podemos pueda alcanzar ciertas cotas de poder, se coloca por encima del interés general de los españoles, la falta de respeto que se comete contra los cinco millones de ciudadanos que votaron al Partido de Iglesias en las próximas elecciones, empieza a convertirse en una constante intolerable, que probablemente habrán de soportar durante los próximos cuatro años, si es que finalmente, alguien consigue formar gobierno.
La campaña de permanente desprestigio que determinados medios de comunicación han venido practicando contra la Formación morada durante los últimos tiempos y las acusaciones de colaboracionismo con ciertos regímenes totalitarios que los de Podemos han negado siempre, sin duda, han contribuido a que la balanza se incline hacia el que se podría considerar como un Partido típicamente tradicional, en su fondo y sobre todo, en sus formas, que asegure la continuidad del modelo social en el que ahora vivimos, evitando que puedan transformarse radicalmente, ciertas situaciones incómodas, que sin embargo benefician y mucho, a los altos cargos de los Partidos principales.
Pero la celebración de nuevas elecciones, no garantiza en modo alguno, el éxito de PP y PSOE, seriamente tocados, el uno por la corrupción y el otro por las luchas internas, ni ese hundimiento deseado para Podemos por sus adversarios más directos, con el argumento de que dejará pasar la oportunidad de hacer Presidente a Pedro Sánchez, votando lo mismo que Rajoy en la investidura y quedándose descolgado del pacto de gobierno.
Lo que nadie parece entender, es que en  esto de la política, uno se debe a sus principios y que abdicar de ellos, traicionarlos, hacer concesiones ideológicas en contra del mandato de aquellos que votaron una determinada opción, supondría no solo una descalificación absoluta para el que lo practique, sino que además, acabaría de un plumazo con la credibilidad de la Formación en cuestión, de cara a próximos Comicios.
Pablo Iglesias seguramente no accederá a las pretensiones de Sánchez y con toda probabilidad, Podemos votará en contra de su investidura, por una mera cuestión de coherencia.
Desde el principio, ha sido meridianamente claro con sus exigencias y no se puede ni se debe olvidar que ha sido literalmente, ignorado, por los socialistas, que ni siquiera han tenido la decencia de  reunirse con él, a pesar de que, teóricamente, ese pacto hubiera tenido mayor consistencia.

Puestos a culpabilizar, los ciudadanos también podrían acusar a Pedro Sánchez de estas acciones del todo incomprensibles y ya lo dijimos ayer, si pierde, ya puede despedirse de ser el candidato en las próximas elecciones, porque Susana Sánchez, espera su momento.

martes, 23 de febrero de 2016

A dos bandas


No queda claro lo que pretende Pedro Sánchez, en esto de las negociaciones por su investidura y la sensación que da a los ciudadanos, cuando se reúne con Albert Rivera, mientras su equipo participa en unas conversaciones con cuatro Partidos de izquierdas, es la de que no se atreve a dar el paso definitivo que garantice un auténtico gobierno de progreso, probablemente influido por las reticencias mostradas por sus barones, a que se llegue a un acuerdo con la Formación de Pablo Iglesias.
Pero las cuentas son las que son y sus aspiraciones de ser Presidente han de pasar, necesariamente, por contar con Podemos y aunque mucho le gustaría que bastara con el número de diputados con que cuenta Rivera para lograr tal fin, la verdad es que resulta imposible cuadrar los números, a no ser que PP o Podemos se abstuvieran en la segunda votación, cosa que tanto Rajoy como Iglesias han rechazado hacer, por activa y por pasiva.
Entretanto, todos parecen salir encantados de las múltiples reuniones que se celebran y hasta Garzón, que cuenta sólo con dos diputados, pero que ha propiciado el encuentro de ayer por la tarde, parece confiado en que al final, las cosas se arreglen y en que a todos les una el compromiso de no dejar que el PP vuelva a gobernar en la próxima legislatura, cosa que también han expresado la mayoría de los ciudadanos, a través de su voto.
Pero los días pasan y este diálogo que en principio habría tenido que resultar fácil, para quiénes  dicen defender los principios de una misma corriente de pensamiento, parece estar estancado en un punto muerto del que el socialista no se atreve a moverse, como demuestra su incomprensible acercamiento al Partido de Albert Rivera, con el que teóricamente, el PSOE debería discrepar, teniendo en cuenta la ideología liberal que defiende  y de la que hace gala, cada vez que puede.
El soplo de aire fresco que ha supuesto para Sánchez el simple hecho de tener la suerte de ser nominado por el Rey para la Investidura, debe haberle nublado parcialmente la razón, pues incomprensiblemente se le ve ciertamente tranquilo, aunque a las fechas que estamos, no ha conseguido un solo apoyo para su candidatura, de cuántos se había propuesto.
Olvida el líder socialista que la única oportunidad  que tendrá en su vida de aspirar a la presidencia de este país, es la que se va a celebrar  próximamente y que en el caso de desaprovecharla, las pocas simpatías con que cuenta dentro de su propio Partido, se desvanecerían inmediatamente, dando paso a una Susana Díaz, crecida por haber acertado en las conclusiones que hizo, nada más conocer el resultado de las pasadas elecciones.
Hablando claro: si Sánchez deja marchar a Podemos y se empecina en un pacto que garantice solo la investidura, apoyándose  en la frágil compañía de un Partido de las características de Ciudadanos, perderá y la única posibilidad que le queda es la de correr ese riesgo que en principio pareció asumir cuando aceptó la propuesta del soberano, aunando bajo su Presidencia a la izquierda, e incluso a esos nacionalistas vascos y catalanes que estarían encantados de encontrar en él un interlocutor cabal, con el que encontrar una salida digna, aunque no sea la de la independencia.
Dejar pasar los días, emplearlos en vanos intentos de acercamiento con quiénes de nada le servirían para ganar, constituye no sólo una pérdida de tiempo irrecuperable, sino también, una auténtica dejación de las que deberían ser sus funciones, como líder aglutinador y dialogante para hallar una solución a la difícil situación que vivimos.
Ya lo hemos dicho muchas veces. Gobernar contando con una mayoría absoluta, es facilísimo, pero la auténtica talla de un político se demuestra, precisamente cuando sin contar con ella, se es capaz de llegar a acuerdos que procuren el bienestar de los ciudadanos, pero para eso, es imprescindible ser además, valiente.




lunes, 22 de febrero de 2016

Valencia era una fiesta


El que fuera número dos de Rita Barberá, Alfonso Grau, hay sido detenido esta mañana, acusado de un delito de cohecho continuado, que en principio nada tiene que ver con la operación Taula, en la que está imputada su esposa y que había propiciado en los últimos días, una serie de declaraciones de fuerte contenido que han debido sentar muy mal entre las filas conservadoras y muy especialmente, entre los principales dirigentes que encabeza Mariano Rajoy, en plenas negociaciones por conseguir una investidura, cada vez más lejana.
Todos recordamos a Grau como un personaje extremadamente desagradable en su trato con una prensa que ya intuía hace algunos meses la hecatombe que después se ha ido haciendo realidad y en la que ha caído toda la plantilla conservadora del Ayuntamiento valenciano, menos la que fuera Alcaldesa, que continúa parapetada detrás del aforamiento al que tiene derecho, por ocupar el cargo que ahora ocupa.
La exagerada corrupción en la que presuntamente vivían estos cargos de relevancia del PP y su más que probable extrapolación a otras Comunidades del país, con supuestos delitos de financiación ilegal de campañas electorales y presuntas mordidas personales obtenidas del chantaje a los empresarios a cambio de la concesión de obras públicas, va cercando de manera asfixiante a los principales dirigentes populares y si el ritmo de las detenciones continúa siendo el mismo que se está viendo estos días, puede que hasta  se queden sin gente que presentar, en el caso de que llegara a haber nuevos comicios.
La incomprensible irresponsabilidad de los dirigentes populares, que achacan esta estela de corruptelas encadenadas a decisiones estrictamente personales de los imputados, como si una ceguera generalizada hubiera afectado a toda la cúpula de Génova, conlleva que aunque diariamente se continúen produciendo nuevas detenciones, nadie se haya planteado aún dimitir y todos estén, como están, ocupando los mismos puestos.
Pero la táctica de la huída hacia delante, volver reiterativamente la vista hacia otro lado, como si los acusados nada hubieran tenido que ver nunca con las acciones diarias que se libraban en este Partido político, ha de tener necesariamente un punto final y no sería de extrañar que cualquier mañana nos despertáramos con alguna medida judicial que afectase directamente a la cúpula del PP y principalmente, a su Presidente.
Todo va a depender, creo, a partir de ahora., de la capacidad de aguante que tengan estos imputados de guante blanco, que en muchos casos se niegan a ser abandonados a su suerte por los mismos que hasta anteayer se deshacían en elogios hacia su gestión y que ahora ni siquiera se dignan a pronunciar sus nombres y que con toda probabilidad, ya se están planteando hacer público todos los entresijos que se manejaban en el subsuelo conservador, muchos de ellos, con grandes dosis de conocimiento.
Toca a los jueces devanar esta fina madeja de incalculable longitud, cuyo enmarañamiento hace realmente difícil el esclarecimiento total de todos los hechos, pero que parece, cada vez más, apuntar en una misma dirección a la que finalmente se acabará llegando, aunque para ello se hayan de emplear años e inconmensurables esfuerzos.
Probablemente, nunca sabremos si todo se correspondía con un plan minuciosamente trazado y que afectaba a un gran número de dirigentes del Partido, en todos y cada uno de los rincones de España en los que tenían representación y presumirlo, resulta aún aventurado y hasta podría ofender realmente a todos esos militantes de base, limpios en general, que nada tuvieron nunca que ver con las corruptelas que se cocinaban uno o dos escalones más arriba, entre sus propios compañeros, pero las investigaciones policiales, el incesante goteo de detenciones de altos cargos, la magnitud de las cifras saqueadas de las arcas públicas, mientras se exigía al resto de los españoles una impracticable austeridad, que ha llevado a muchos de ellos a una desesperanza endémica, hace ineludible informar con pelos y señales de lo que ocurre, aún a riesgo de perjudicar o dañar la imagen de los inocentes.
En cualquier País democrático, las principales cabezas del PP, hace tiempo que hubieran caído y el hecho de que permanezcan en los cargos, su permanente alegato de desconocimiento y la falta total de asunción de responsabilidades políticas que se atreven a exhibir ante unos ciudadanos a los que parecen considerar poco menos que imbéciles, constituyen una de las mayores vergüenzas de cuántas hemos conocido y no se entiende que alguien pueda aún continuar votando al PP o deseando que Mariano Rajoy, vuelva a ser Presidente.

Las tramas que vamos conociendo, convierten a casos de la relevancia del Watergate en un juego de niños y por si se nos ha olvidado, les recuerdo que no obstante, le costó el puesto al Presidente de la nación más poderosa del mundo.

domingo, 21 de febrero de 2016

Retazos de mi vida


El azar ha querido aunar en su marcha definitiva a Harper Lee y Humberto Eco, dos escritores de estilos distintos, pero que curiosamente marcaron  momentos  en mi vida.
Yo tenía unos catorce años cuando leí por primera vez “Matar a un ruiseñor”, precisamente cuando empezaban a marcarse las diferencias entre la infancia y la adolescencia y empezaba a abandonar aquellas lecturas que en nada se correspondían con los aires rebeldes y el afán contestatario que marcan  esta etapa difícil en la que nada parece llenar ese hueco de infelicidad, que a todos nos parece que va a ser eterna.
No recuerdo quién me recomendó el libro, probablemente mi padre que fue mi guía en este aspecto hasta que empecé a discernir por mí misma qué tipo de literatura me gustaba y que mientras vivió, compartió conmigo el gusto  inenarrable por leer, que continúa siendo para mi, uno de los placeres más genuinos.
Lo mío con “Matar a un ruiseñor” fue amor a primera vista y la manera de narrar de su autora, con ese punto de  autenticidad autobiográfica, que se adivinaba en sus líneas como si ella misma te estuviera contando al oído su historia y que evidenciaba su admiración por un padre, que en muchos aspectos se parecía mucho al mío, enseguida me subyugó, convirtiendo al abogado Atticus Finch, con su estricto sentido de la justicia, en uno de los personajes a los que no he podido olvidar en toda la vida.
He llegado a pensar, que todas y cada una de las veces en que he vuelto a leer la novela, era porque existía en mí cierta necesidad de afrontar algún cambio de similar magnitud al que se producía en aquel primer momento en que cayó en mis manos y puedo asegurar que me une a ella, un cierto vínculo de emotividad, que hace que la recomiende a todos aquellos que no han tenido aún la suerte de conocer esta historia.
Lo hice con mis dos hijas cuando tuvieron edad para ello y puedo asegurar que lo haré con mi nieto en un futuro no demasiado lejano, pues la tierna fascinación que este libro produce en todo aquel que lo lee, merece ser transmitido de generación en generación, para que la lucha por los principios acompañen al hombre, sin dejarle a merced de la rendición, a pesar de las dificultades que encuentre en su largo camino.
Siempre he pensado que Harper Lee no escribió ninguna otra novela, porque no podía decirse nada más de lo que se había dicho en ésta.
“El nombre de la rosa” llegó a mí, justamente cuando atravesaba la línea entre la veintena y la treintena y mientras me acompañaba la absurda sensación de haber dejado atrás el sabor dulce de la juventud, para entrar de lleno en un mundo de adultos a los que no quería comprender, como si la madurez trajera consigo una pérdida paulatina de la alegría y una obligatoriedad de asunción de responsabilidades que no estaba dispuesta a aceptar, más por miedo a perder la frescura del pensamiento, que por el trabajo que en sí representaban y que yo ya llevaba haciendo mucho tiempo, quizá sin entenderlo.
He de reconocer que el argumento,  la invención de la trama y la extraordinaria descripción de la época que Eco consiguió, prácticamente desde el mismo inicio de la novela, el calado del personaje de Guillermo de Baskerville y la inagotable curiosidad del novicio Adso de Melk, el oscurantismo  denso de la Abadía y las referencias a las luchas entre órdenes religiosas en la Edad Media, suponían todos los ingredientes necesarios para que la obra funcionara conmigo y que mi admiración por el autor, igual que había ocurrido con Harper Lee, me sigue acompañando hoy en día.
Se dieron muchas circunstancias que hicieron especial la lectura de este libro, probablemente porque a medida que iba desentrañando los misterios de las muertes de aquellos frailes, iba yo también, igual que el novicio, adquiriendo un punto de sensatez que mitigaba mi miedo a crecer, en cuanto que entendía que los conocimientos se adquieren, irremediablemente, con el tiempo y hasta tengo que confesar que busqué afanosamente un empolvado diccionario de latín, que guardaba desde mis tiempos en la Universidad, para poder traducir las frases en este idioma que Humberto Eco insertaba a cada paso, a lo largo de todo el libro.
Que se hayan ido los dos a la vez, me ha conmovido enormemente, pues a ambos he agradecido a lo largo de todos estos años, haber tenido la suerte de leer sus historias que ahora parecen, a mis ojos, que de algún modo se aunaran en la infinitud de los tiempos, quedando sin embargo, vivas en mi memoria, como si de algún modo, tuvieran mucho que ver con lo que soy ahora y seguramente, con lo que seré en el futuro.
A veces, el destino caprichoso, crea extraños vínculos entre personajes distantes, que sin embargo, quedaron dentro de los otros, en forma de bellos recuerdos.



jueves, 18 de febrero de 2016

El socio más deseado


Anda Albert Rivera brujuleando entre PSOE y PP, sin terminar de decidir claramente a cuál de ellos ayudará a formar Gobierno, pero disfrutando de este protagonismo inesperado que le ha deparado el resultado de las elecciones, seguramente por aquello de que su imagen se parece a la del yerno que a todas las madres les gustaría tener y porque su programa podría considerarse como el cenit de una moderación, mucho más aceptable que la supuesta radicalidad de Podemos.
No le han salido a Ciudadanos las cosas demasiado mal, si se tiene en cuenta que sólo ha conseguido alcanzar cuarenta escaños en el Parlamento y aunque no ha tenido, como le hubiera gustado, la posibilidad de ayudar a Mariano Rajoy a formar un Gobierno a dos, claramente orientado a una ideología de derechas, el destino le ha deparado la suerte de convertirse en el socio más deseado también, por la Formación de Pedro Sánchez, cuestión que Rivera está aprovechando al máximo para estar permanentemente en el candelero informativo y hasta para pensarse con calma por quiénes se decantará finalmente, seguro sin embargo, de que obtendrá una parcela de poder.
Al principio, no debió hacerle gracia que sus oponentes de Podemos le doblaran en votos, relegándole a una cuarta posición que probablemente, se quedaba corta para sus aspiraciones, pero a los ojos de los señores del bipartidismo, le ha beneficiado y mucho, esa supuesta centralidad de que presume y que le hace parecer un aliado dócil al que poder convencer con mayor facilidad, de cara a futuros acuerdos.
Sin embargo, analizando sus movimientos de estos días y mirando a la vez de reojo a aquellas Comunidades en que su apoyo ha permitido el gobierno a PP o a PSOE, según conveniencia, la forma de actuar que están teniendo los representantes de Ciudadanos, se escora bastante hacia unas propuestas claramente identificadas con las medidas de Rajoy en su última legislatura y nada tienen  que ver con las  que anuncia Sánchez para la próxima, en el caso de que llegue a ser Presidente.
Tampoco ayuda el odio declarado que tiene su  Partido hacia cualquier tipo de nacionalistas, ni esa defendida españolidad que en nada favorecerá a quién finalmente consiga gobernar, para solucionar el problema catalán, como todos sabemos, enquistado en su fondo y en su forma, a causa del empecinamiento de Mas y Rajoy, en los últimos tiempos.
Este problema, convierte a Ciudadanos en un socio incapaz de arbitrar una vía que facilite las conversaciones con catalanes y ahora también con vascos, según lo que hemos oído estos días, por lo que su deseada ayuda, podría desembocar, de conseguirse, en un arma de doble filo, difícil de manejar, en un momento en que ya existen muchos y variados inconvenientes de otro tipo, que también requieren de consenso.
No parece, además, que Rivera vaya a ser el manso corderito al que conducir sin objeciones hacia el destino marcado por el socio más fuerte, ni tampoco que vaya a conformarse con estampar su firma sin rechistar en las propuestas sugeridas por sus futuros aliados en el gobierno, sobre todo si se tiene en cuenta que al menos en apariencia, demuestra una clara ambición por hacer crecer a su Partido y muchas veces ha manifestado su deseo de convertirse en breve, él mismo, en Presidente.
Así que los pactar con Ciudadanos podría acarrear a quienes decidan hacerlo, la incomodidad de tener que competir, de manera permanente, con el carisma innegable de un Albert Rivera  incapaz de renunciar al protagonismo que la historia le ofrece y que no parece dispuesto a ser relegado a un segundo plano en el que sus acciones queden oscurecidas por el liderazgo de un futuro Presidente, que lo habrá sido gracias a él y que por tanto, habrá de hacerle múltiples concesiones.
La verdad, las preferencias de Sánchez y Rajoy, poco o nada importan en estos momentos. Si al final es Ciudadanos la que ayuda a lograr la investidura, tengan por seguro que no lo harán a cambio de nada.
Así que harían bien unos y otros en estudiar minuciosamente cuáles son sus propuestas, analizar las pretensiones de su líder, sopesar si merece la pena competir con él y con su indiscutible personalidad durante toda la legislatura y sobre todo, tratar de adivinar lo que calla.
En política, nadie tiende la mano si no espera obtener pingues beneficios y Albert Rivera, mucho menos.


miércoles, 17 de febrero de 2016

Desatando mordazas


Finalmente, los ocho sindicalistas de Airbus, que eran juzgados por su participación en una huelga en la que se produjeron ciertos disturbios a las puertas de la Empresa en Getafe, son absueltos en primera instancia por el Juez, que no encuentra pruebas suficientes de su participación en los hechos, saldando así uno de los episodios más vergonzosos de los últimos tiempos, en el que se cuestionaba tácitamente el derecho de huelga de los trabajadores, e incluso su libertad de expresión y manifestación, convirtiéndolo en un ejemplo de lo que se podría considerar delito, según la llamada ley mordaza.
Muchas han sido las voces que se han alzado en contra del enjuiciamiento de estos trabajadores, cuyas acciones no diferían en nada de las que suelen producirse en el transcurso de cualquier huelga y que sin embargo, según la nueva ley aprobada por Rajoy, podrían equipararse, por ejemplo, con un delito de tráfico de drogas, teniendo en cuenta que la fiscalía pedía para los acusados la misma cantidad de años que le corresponderían a un traficante, si su culpa fuera probada.
De todos es sabido que el PP, durante el transcurso de la pasada legislatura, se ha esforzado titánicamente en cambiar todas aquellas leyes que respetando las libertades de los ciudadanos, ponían en evidencia la oposición latente en las calles hacia sus políticas de recortes y que Rajoy y los suyos se han empeñado en llevar a cabo una reforma total en este campo de la justicia, con la única intención de acabar de alguna manera con cualquier tipo de protesta, aunque se hiciera pacíficamente.
 Muchas veces hemos visto a Soraya Sainz de Santamaría y a otros ministros criticar abiertamente los escraches protagonizados por los ciudadanos, o las multitudinarias manifestaciones ocurridas, casi a diario, durante toda la legislatura y que han sido, en todos los casos, reprimidas con extrema dureza, llegando a comparar a los  que participaban en ellas, como peligrosos elementos anti sistema, cuya única intención parecía ser intentar derribar al gobierno, sin importar los medios empleados para hacerlo.
Periódicamente, se ha prohibido que los ciudadanos se acercaran al Congreso, que pudieran increpar a los dirigentes populares si se los tropezaban en las calles, e incluso que reclamaran dentro de los bancos el montante que les habían sustraído, por medio de las preferentes, que se opusieran a los desahucios o a la privatización de hospitales y escuelas y hasta que lucharan por que se aumentaran los fondos destinados a la investigación médica, como si cualquier acto organizado para protestar, se convirtiera en una especie de subversión colectiva, constituyente  de delito.
La sentencia absolutoria de los sindicalistas, empieza a colocar en su sitio la sinrazón que vetaba ciertos derechos y viene a decir, alto y claro y en contra de la opinión del PP, que en cualquier país democrático y en el nuestro también, la huelga es considerada como legal y que los que participan en ella, pueden hacerlo en plena libertad y seguros de no estar traspasando ninguna de esas líneas rojas, que sólo para  quien tergiversa la realidad, son evidentes.
Mucho empeño se ha puesto en castigar este tipo de acciones relacionadas con la libertad de expresión y muy poco en reprimir los indescriptibles abusos que innumerables cargos del PP han venido llevando a cabo mientras participaban en sendos casos de corrupción, sin que nadie haya aún asumido, responsabilidades políticas, por ellos.

La Púnica, La Gurtel, la trama Valenciana y otras muchas más, parecen ser percibidas por los que nos gobiernan, como asuntos personales que no atañen, siquiera, a la imagen de su partido, a pesar de que constituyen la peor perversión de cuántas pudieran imaginarse, pues estafan los recursos de todos, en muchos caso, con total impunidad, como demuestra que aún estén en la calle, ciertos imputados a los que no se termina de juzgar nunca y que hasta llegaron, en otros momentos, a ocupar ministerios. 

martes, 16 de febrero de 2016

Rencillas internas


La creación de una Gerencia, que dirigirá a partir de ahora el PP de Madrid y la colación al frente de la misma de Cristina Cifuentes, denota que la crisis del Partido en el Gobierno y la clara división en dos bandos que se da entre sus filas, es un hecho y que el liderato de Mariano Rajoy pasa por uno de sus peores momentos, desde que Áznar le nombrara como su sucesor, cosa que siempre lamentará considerablemente.
La marcha de esperanza Aguirre, que siempre perteneció al ala más conservadora de la Formación y que nunca apoyó que Rajoy ocupara la Presidencia del Partido, ni estuvo de acuerdo con la manera de gobernar que le ha caracterizado durante su mandato, deja al descubierto el enorme malestar que se mueve bajo la aparente unidad de los miembros más destacados del PP y cómo los últimos casos de corrupción han contribuido grandemente a que el problema se agrave.
A los partidarios de Rajoy, no les queda otra opción que cerrar filas junto al Presidente, apretar los dientes ante la avalancha de críticas que está recibiendo su líder, por la gestión que ha llevado a cabo en el asunto de la Investidura y con la debacle de Valencia y esperar que la situación interna del PP, que alcanza un grado de convulsión muy por encima del que sería habitual, tras el resultado de las elecciones, no empeore, ni por causas externas, ni porque algún otro de sus ilustres miembros salga por la tangente, en la línea de Esperanza Aguirre, al menos, hasta que se solucione la formación de un nuevo Gobierno.
Pero las investigaciones policiales y judiciales siguen abiertas en varios frentes y todo hace prever que en los próximos días se continuarán conociendo nuevos datos de las enormes corruptelas que parecen inherentes a muchos de los cargos conservadores, por lo que el periodo que se avecina para Rajoy y quienes le prestan aún su apoyo, no va a ser nada fácil y menos aún, conociendo la natural idiosincrasia del Presidente.
Así que mientras Pedro Sánchez se parte el alma por encontrar los socios necesarios para llegar al acto de Investidura, al menos con cierta evidencia de poder sacarlo adelante, seguramente en segunda instancia, en las filas del PP se libra una cruenta batalla para hacerse con el poder en el Partido, cuyos guerreros además, se encuentran bastante agotados y sin razones creíbles que presentar ante el público en general, al haber exprimido hasta la saciedad todos los argumentos sobre una supuesta limpieza, que cada vez resulta menos defendible, a la vista de lo que acontece alrededor y que tanta indignación causa, en la mayoría de los españoles.
Esta incertidumbre  actual, que no ayuda en nada al Presidente en funciones, a la hora de armar un discurso que inspire tranquilidad a la ciudadanía, potencia también, de algún modo, que aquellos indecisos que se decantaban porque triunfara el gran pacto de Estado propuesto desde el Partido Popular, vayan cambiando progresivamente de opinión, centrando ahora sus preferencias en que Sánchez consiga su ansiado pacto de izquierdas, pues se han cansado de esperar esos pasos al frente que Rajoy no termina de dar, quizá condicionado por las rencillas internas que ha de librar a diario, contra su propia gente.
Con el Ayuntamiento de Valencia roto y el PP de Madrid desmembrado por la dimisión de Esperanza Aguirre, los que habían sido hasta ahora los principales cimientos de los conservadores, se están hundiendo ante sus ojos, sin que la mano firme de que tanto ha presumido Rajoy durante su mandato, sea capaz de tomar las riendas del asunto, como es absolutamente evidente.

La situación, que se está convirtiendo en desastrosa, recuerda superlativamente a lo que sucedió con UCD y aunque los motivos de aquel cisma, nada tienen que ver con los que sacuden al Partido Popular ahora, todo parece augurar un final bastante semejante al que se diera entonces y que sea, en el futuro, Ciudadanos, la que ocupe el espacio que corresponde a la derecha, en el panorama político español.

lunes, 15 de febrero de 2016

Viaje de ida y vuelta


Con su acostumbrada teatralidad y justamente a la hora en que los españoles suelen reunirse alrededor de la mesa los Domingos, Esperanza Aguirre presentó ayer su dimisión como Presidenta del PP de la Comunidad de Madrid, alegando que con el gesto pretendía asumir su responsabilidad política en los casos de corrupción que durante años han ocurrido a su alrededor sin salpicarla y que acaban de complicarse con el hallazgo de una agenda en la que Francisco Granados parece que apuntaba las presuntas operaciones que llevaba a cabo con ciertos empresarios, a cambio de dinero.
Revestida de una imponente coraza y manifestando en todo momento su inocencia, Aguirrre se presentó ante los medios como una de las pocas dirigentes del PP capaces de presentar la dimisión por voluntad propia y aparentemente, sin esperar nada a cambio, aunque se apresuró a sugerir la convocatoria de un Congreso en el todos y cada uno de los militantes contara con un voto, con el que poder elegir, directamente, a sus futuros representantes.
Mantiene sin embargo la ex Presidenta de la Comunidad de Madrid, su puesto como concejal en el Ayuntamiento, a pesar de que muchos de sus antiguos correligionarios en este mismo espacio, se encuentran también imputados por sendos delitos fiscales y que hasta el propio Ignacio González, que la sucediera en su puesto y según supimos ayer, haya presentado también su dimisión hace ya varios días, preludiando una descomposición parecida, a la que ha ocurrido en Valencia.
Pero Aguirre ya nos tiene acostumbrados a estas espantadas por sorpresa, en las que parece que se encuentra decidida a abandonar definitivamente la política para dedicarse a otros quehaceres y que en el fondo son, una manera de ganar tiempo para reflexionar y para reaparecer después, animada por todos aquellos que la apoyan desde el ala más conservadora de su Partido, con el ánimo renovado y nuevas intenciones que en este caso y de celebrarse el Congreso que tanto ansía, bien pudieran tener que ver con la sucesión de Mariano Rajoy como presidente de los populares y por añadidura, como la nueva candidata a la Presidencia del Gobierno.
Este más que probable propósito, que incluso pudo leerse entre líneas  en el discurso que pronunció en la rueda de prensa, podría convertirse en factible, simplemente por las simpatías ganadas por el mero hecho de haber tenido un gesto como el de ayer, frente a las reticencias a abandonar los puestos de responsabilidad de otros miembros de la Formación conservadora, como Barberá y que tanto desagradan a los votantes más conservadores, en especial de la Comunidad madrileña, que han constituido un granero impagable y que en el fondo, disienten profundamente con Rajoy y con la gestión que ha realizado, al frente del Partido.
Aguirre, denlo por seguro, no tardará mucho en volver y si finalmente se diera el caso de que los socialistas consiguieran formar gobierno, lo hará absolutamente preparada para tomar el relevo de un Mariano Rajoy, para entonces seguramente caído en desgracia y con el que nunca le ha unido, precisamente, una relación de amistad, sino más bien, todo lo contrario.
Porque si Esperanza Aguirre quisiera realmente reconocer sus auténticas responsabilidades políticas, no le habría quedado otro remedio que abandonar también la concejalía que ocupa en el Ayuntamiento de Madrid, pero eso, le supondría, por el ritmo vertiginoso con que suceden los acontecimientos en el país, caer inmediatamente en el olvido, frustrando así su eterno sueño de  dirigir los destinos del Partido al que pertenece y por ende, ser proclamada como candidata a la Presidencia del gobierno.
Vivir en la cuerda floja, se ha convertido para Aguirrre, desde hace tiempo, en su manera de controlar todo lo que sucede en las profundidades del PP, haciendo creer a sus propios compañeros que se encuentra a punto de caer, pero recuperando la estabilidad nuevamente y también, en una especie de seguro que le garantiza su permanencia en la primera línea de juego, para que los votantes no tengan la sensación de que les abandona y sí la de que asume en todo momento aquello que le toca vivir, haciendo lo que tiene que hacer, a diferencia de otros muchos.
No tardaremos mucho en comprobar que se cumplen escrupulosamente estas predicciones, sobre todo si continúan apareciendo casos de corrupción de la envergadura del de Valencia y la regeneración del Partido se hace para Rajoy, absolutamente impracticable.
Esto es, dar un paso atrás para después ganar la gloria y si se logran finalmente los objetivos previstos, no les quepa la menor duda que merece la pena sacrificar lo que sea, teniendo en cuenta el valor que tendrá la recompensa.




domingo, 14 de febrero de 2016

Gesto de perdedor


Al fin, se celebró la esperada reunión entre Pedro Sánchez y Mariano Rajoy, que se había estado retrasando desde que se celebraron las Elecciones Generales y que había creado una enorme expectación a causa de las declaraciones que ambos líderes habían venido haciendo, en dos sentidos bien distintos, lo que hacía prácticamente imposible que se llegara a puntos de encuentro.
Bastaron treinta minutos de conversación para confirmar todos los pronósticos que los analistas políticos auguraban casi con absoluta certeza y como después ratificaron, por separado, Rajoy y Sánchez, no solo no se produjo entre ellos ningún tipo de acercamiento, sino que además se observaron ciertos detalles que denotaban a las claras una más que evidente incomodidad y una tensión que casi podía cortarse, en el ambiente.
Rajoy fue el primero en aparecer ante los medios, visiblemente contrariado y evidenciando un gesto que bien se podía interpretar como un signo de haber perdido toda esperanza en poder, de alguna manera, llegar a repetir mandato.
Nunca antes, desde que los españoles empezamos a familiarizarnos con el rostro del Presidente saliente, le habíamos visto así, ni siquiera cuando se publicaron los papeles de Bárcenas o salieron a la luz sus mensajes de aliento enviados a su hasta entonces tesorero o cuando todos los españoles pudimos ver sus iniciales relacionadas con el pago en dinero negro que,  presuntamente, se efectuaba en los despachos de Génova.
Era el suyo, el ademán del que acaba de descubrir que le han fallado estrepitosamente todos los planes que había previsto y que aún pretendiendo ocultar las malas sensaciones que le produce comprender que ya no puede hacer casi nada por evitar que suceda algo diametralmente opuesto a cuánto había imaginado, se esfuerza inútilmente por disimular su decepción, en una huida hacia adelante que sin embargo, no podrá impedir la naturaleza de su fracaso.
Infravalorar desde el primer momento las posibilidades de Sánchez, al que su propio Partido parecía condenar, sin juicio, a una desaparición de la escena política, casi forzosa, se ha convertido en uno de los más graves errores políticos cometido por los asesores del PP y por un Mariano Rajoy, que convencido de su inutilidad, dejó pasar su oportunidad de presentarse a una investidura que ahora parece haber perdido, de manera irrecuperable.
Convencido de que la fuerza de los Barones del PSOE con Susana Díaz a la cabeza, conseguirían persuadir a Sánchez de la oportunidad de llegar al gran acuerdo que desde un primer momento han preconizado los populares y Ciudadanos, Rajoy ni siquiera había prestado atención a la posibilidad, más que probable, de que Sánchez se empeñara en lograr otro tipo de coaliciones mucho más orientadas a conseguir un cambio real, llegando a desafiar y a vencer, todas las reticencias de la vieja guardia socialista y con posibilidad de poder, finalmente, ser el nuevo Presidente de este País, sin tener que apoyar al PP, en ninguna de sus propuestas.
Esto explicaría fielmente la parsimonia con que se ha tomado Rajoy este periodo de su vida, que rechazara aceptar la propuesta del Rey para presentarse a la investidura y que ni siquiera haya intentado otras opciones para poder repetir mandato, seguramente mal asesorado por su equipo, o creyéndose mucho más querido de lo que en realidad era, entre el amplio abanico de sus opositores.
Su semblante en la rueda de prensa del pasado Viernes, su manifiesta seriedad, su empecinamiento en proclamarse nuevamente como el vencedor de unas elecciones, que en realidad ha perdido por amplia mayoría y su patetismo al casi suplicar, un acuerdo in extremis con un PSOE, cada vez más lejano de sus planteamientos y cuyo líder se ha convertido para el Presidente en funciones, en una auténtica pesadilla, confirman que está empezando a asumir que no le va a quedar otro remedio que apartarse, para que Pedro Sánchez tome su relevo y precisamente en un momento en el que los gravísimos casos de corrupción que afectan a sus correligionarios, no le permitirán siquiera marcharse con honor, como sin duda le habría gustado.
En un plano totalmente distinto, Pedro Sánchez, que ni siquiera dio importancia al mal gesto de Rajoy a negarse a estrecharle la mano, se presentaba ante los medios con un halo de claro triunfador y con una cierta expresión de haber sido capaz de vencer todas y cada una de las dificultades que le han ido surgiendo desde que se conociera el resultado de los Comicios, reafirmándose en su presunción de poder alcanzar un acuerdo que aunque aún no se ha producido, tiene visos de ser posible.
La próxima semana, creo, tendrá trascendental importancia para lo que pueda ocurrir en un futuro y  los encuentros que se produzcan en el transcurso de los días que vienen, irán seguramente moldeando aquello que pueda suceder, cuando se celebre la sesión de investidura.
Las negociaciones, abiertas hasta el último minuto, las propuestas de los grupos políticos, las concesiones de unos a otros, la buena voluntad y el deseo, casi unánime, de que el PP no vuelva a gobernar en la próxima legislatura, probablemente, harán el resto.
En su intervención del pasado viernes ante los medios, los ojos de Rajoy, a muchos, nos dijeron adiós. Habíamos esperado durante mucho tiempo este momento.



jueves, 11 de febrero de 2016

Lejos de la centralidad


En medio de una semana marcada por la celebración de varios juicios de suma relevancia para aclarar sendos casos de corrupción, continúan las reuniones entre los líderes de los diferentes Partidos políticos, a través de las cuáles se trata de hallar los apoyos necesarios para que pueda formarse en España un nuevo gobierno, sin que los ciudadanos tengamos nada claro si será de continuidad, o de progreso.
Las posturas cada vez más cercanas de Ciudadanos y PP, que vienen a demostrar que la pretendida centralidad de que presumía Albert  Rivera, en sus mítines de campaña, era una cortina de humo que disimulaba su ideología de derechas, parecen augurar que si Pedro Sánchez quiere verdaderamente conseguir su sueño de ser Presidente, tendrá finalmente que pactar con Podemos e IU y esperar de la bondad de los grupos nacionalistas, al menos, una abstención, que desde luego no le saldrá gratis y que le acarreará, en el futuro, algún que otro dolor de cabeza.
Ya hemos dicho muchas veces que el centro político no existe y las posiciones adoptadas estos días por todos los participantes en estos encuentros para propiciar la investidura, dejan patente que por muchos años que pasen y por mucho que trate de modernizarse el  Sistema existente, a la hora de la verdad, todo termina reduciéndose al tradicional enfrentamiento entre la derecha y la izquierda.
Nunca antes se había dado en España una situación parecida a la que vivimos estos días, por lo que no resulta nada fácil prever lo que sucederá, ni quién logrará finalmente convertirse en el próximo Presidente de Gobierno, pero la verdad es que aún sin haber estado presentes en la última legislatura, ni Ciudadanos ni Podemos, las medidas aprobadas por la derecha han supuesto un alto costo económico y social para las familias y que de seguir gobernando, solos o en compañía de otros, lo más probable es que nada cambie en modo alguno en el panorama político español y se continúe viendo en los recortes, la única manera de lograr esa ficticia estabilidad de la que tanto ha presumido Rajoy, pero que en nada se nota en el plano familiar, como todos estamos comprobando.
No será Albert Rivera quién esté dispuesto a dar un giro de ciento ochenta grados a lo que ya puso en práctica Rajoy, mientras ha durado su gobierno, pues el programa que presenta responde al pie de la letra al pensamiento liberal y el economista que asesora a su partido, Garicano, no se caracteriza precisamente, por defender los logros sociales, sino más bien, por seguir al dedillo, los mandatos de la Unión europea.
La sociedad española, que ha querido un gobierno de cambio, con más de once millones de votos, frente a los casi siete de Rajoy, seguramente no entendería, y más con la corrupción que atenaza al PP, que la izquierda no fuera capaz de ponerse de acuerdo, cuando tiene la oportunidad de conseguirlo, ni tampoco que por la incompetencia para negociar de los políticos, hubiera que convocar nuevas elecciones, en las que con toda probabilidad sería la abstención, la que se convirtiera en protagonista.
Lo que los españoles quieren, en definitiva, es mejorar y que desaparezcan a la mayor brevedad posible de los cargos políticos, toda esa cohorte de corruptos que han venido sistemáticamente sustrayendo el dinero que pertenece a todos y sobre todo lo demás, tener la oportunidad de trabajar, a jornada completa y a cambio de un salario digno.
No parece que el pacto de la derecha esté capacitado para conseguir estas sencillísimas exigencias, pues en los cuatro años anteriores, el nivel adquisitivo de los ciudadanos, ha mermado considerablemente, así que habrá de ser la izquierda la que tome el relevo del poder, por muchas concesiones que hayan de hacer los diferentes Partidos, para que la investidura de Sánchez sea un hecho.
Mirando alrededor, no hay otro modo de lograr una regeneración aceptable, pues aunque el Partido de Rivera parece estar limpio de corrupción, el mero hecho de pactar con la Formación de la que provienen la mayoría de los imputados en delitos fiscales, le convertiría, en cierto modo, en cómplice de los graves pecados cometidos.
La postura incoherente de Ciudadanos, que dice defender a capa y espada la limpieza, a la vez que se acerca, cada vez más y peligrosamente, al Partido de Mariano Rajoy, hace temer que si se fraguara esta alianza, bien se podría perdonar todo lo ocurrido en nuestro país hasta ahora, cosa que resulta ser inaceptable, por la cuantía de lo robado y por la flagrante implicación de reconocidos miembros del PP, en toda una ristra interminable de esta clase de delitos.
No se sabe si Albert Rivera se ha detenido a valorar el precio de tal alianza y las consecuencias que podría traer, a los ojos de sus votantes, que en lugar de sumarse al ansiado cambio que ha publicitado en sus intervenciones, se decantara por asociarse con un PP, absolutamente deteriorado en su imagen, al que le va a costar Dios y ayuda, conseguir una regeneración auténtica, de hoy para mañana.

Aunque una vez que se va viendo cómo se va alejando Ciudadanos de ese Centro hipotético en el que dijo estar cuando apareció, no puede extrañar que su interés primordial sea conseguir alguna parcela de poder a través de los pactos, ya que las urnas le han negado la posibilidad de tenerla, por méritos propios.

miércoles, 10 de febrero de 2016

Aforada a perpetuidad


Mientras se barajaba la posibilidad de que Rita Barberá  se viera finalmente implicada en la trama de corrupción de Valencia y algunos dirigentes del PP reclamaban una explicación sobre lo sucedido, por parte de la ex Alcaldesa, el gobierno en funciones la colocaba en la Diputación permanente del Senado, asegurándole así un  aforamiento  que continuará incluso en el caso de que se celebraran nuevas elecciones.
Recluida en la soledad de sus aposentos, prácticamente desde el mismo momento en que comenzaran las detenciones de todo su equipo municipal en Valencia, la señora Barberá, que fue considerada durante años uno de los pesos más pesados del PP, rehúye ahora un encuentro que debiera ser obligado con la realidad y trata de huir desesperadamente y de la manera que sea, sin asumir la enorme responsabilidad que le corresponde en esta trama perfectamente organizada que esquilmaba los recursos de la Comunidad y cuyos presuntos autores se encontraban, literalmente, bajo su mando.
Cierto es que el PP tiene una deuda impagable con la que fuera su más famosa Alcaldesa y que a ella le debe haber obtenido un enorme número de votos durante muchos años, en el que fuera su feudo, pero los acontecimientos conocidos en los últimos tiempos y la práctica imposibilidad de que Barberá desconociera lo que estaba ocurriendo a su alrededor, con las contrataciones ilegales, el blanqueo de dinero y la financiación de sus propias campañas, hace  imprescindible  que el partido le exija una comparecencia ante los medios, para responder a las múltiples preguntas que se plantean alrededor de lo que ha ocurrido durante su gestión y cómo se ha podido llegar a la situación actual, sin que nadie pusiera freno a esta cadena de corruptelas, que continúa creciendo a diario.
En su lugar y como siempre, los representantes del PP, no solo tratan de hacer creer que las decisiones a este respecto atañen de manera personal e intransferiblemente a la ex Alcaldesa, sino que subrepticiamente, le conceden una prorroga sine die en su ya injusto aforamiento, cuestión que va a dificultar a partir de ahora y mucho, que exista o no presunción de delito, Barberá pueda ser imputada en esta causa, como el resto de sus compañeros en el Ayuntamiento.
Han sido muchas las voces de imputados que en estos días, han coincidido en resaltar que Barberá conocía a la perfección cada uno de los detalles de esta trama y que participaba en ellos, pero la maldita ley que protege la intimidad de los aforados y que tanto daño está haciendo, impidiendo a la justicia aclarar muchos y graves delitos fiscales, presuntamente cometidos por políticos, maniata a los investigadores de este caso, que seguramente se saldará, exclusivamente, con la detención del equipo municipal conservador y la impunidad de los que disfruten de este privilegio.
Flaco favor hace al PP la decisión tomada ayer, en relación con la ex Alcaldesa, pues parece poner de manifiesto que se teme la reacción que hubiera podido tener Barberá, de no haberse asegurado su blindaje en la Diputación del Senado, ya que como en el caso de Bárcenas, los muchos años que la ex Alcaldesa ha  formado parte de la Cúpula popular, podrían convertirla en un enemigo peligroso.
Salvaguardar el honor de Barberá, ha debido representar para Rajoy una prioridad absoluta, porque si hipotéticamente se demostrara su participación en los hechos de Valencia, no quedaría más remedio que admitir que las malas prácticas efectuadas allí se habían convertido en algo habitual, teniendo irremediablemente que responder a la pregunta de si también lo eran, en otros lugares en los que ha gobernado su Partido.
La salida encontrada ha sido, cuando menos, tomada de una manera acelerada y burda y no puede impedir, a pesar del intento, que la justicia inicie un suplicatorio para poder actuar contra Barberá, si se considerara que está implicada en la trama de Valencia.

Mucho mejor sería, si el PP quiere sobrevivir, admitir los errores, asumirlos y empezar a intentar una regeneración absoluta que acabe de un plumazo con la degeneración que se ha instalado entre sus filas y que avergüenza a los españoles de bien, todos los días, cada vez que se disponen a leer las noticias.

martes, 9 de febrero de 2016

El rey de Marivent


Se reanuda el juicio por el caso en el que Urdangarín y su esposa están imputados, en una jornada en la que uno de los más importantes arrepentidos, el que fuera atleta olímpico y amigo personal del Rey, Pepote Ballester, ha relatado minuciosamente como se le concedían todos sus proyectos de negocios al marido de la Infanta Cristina, por orden expresa del que entonces fuera Presidente de la Comunidad balear, Jaume Matas, que tiene ahora, varios casos pendientes con la Justicia.
Ha contado también el testigo, que muchos de estos negocios llevados a cabo, presuntamente, por Urdangarín, con total impunidad, durante varios años, se trataban directamente en el palacio de Marivent, en el que la Familia Real tenía costumbre de pasar sus vacaciones de verano y que el entonces yerno del Rey gobernaba, como si se tratara de su propio domicilio.
El incalificable comportamiento de estos ilustres imputados, sentados hoy en el banquillo, debido a la perseverancia y el sentido de la justicia del Juez Castro, no deja apenas duda sobre su más que probable participación en los hechos y se va hilvanando, a medida que pasan los días, toda una rocambolesca historia de corrupción, sustentada en su mayor parte en sacar rendimiento del parentesco que unía al principal acusado con la Familia real y que le permitía, en todos los casos, obtener con enorme inmediatez, respuestas favorables a sus propuestas, por parte de la mayoría de políticos con los que se atrevió a tratar.
Parece sin embargo imposible, que nadie de los que le rodeaban se percatara del enorme aumento de ingresos que le sobrevenían, sin una explicación lógica que lo justificara, por razones de un trabajo que se pretendía, en principio, totalmente altruista y que sin embargo, permitía a él y a los suyos, llevar un tren de vida de esos que parecen estar, a las claras, por encima de todas las posibilidades imaginables, con palacete reformado incluido y viajes alrededor del mundo, además de otras muchas prebendas.
El caso, que con toda probabilidad se alargará en el tiempo, puesto que lo que estamos conociendo ahora, no parece, más que la punta de un enorme iceberg que se esconde bajo la superficie del agua, deja sin embargo, muchas incógnitas que seguramente nunca se llegarán a resolver, pues conviene recordar que han existido muchos y graves desencuentros, entre el Ministerio Fiscal y los Magistrados, prácticamente desde el inicio mismo de la instrucción y fundamentalmente, sobre el grado de implicación en los hechos, de la Infanta Cristina.
Sin embargo, la notoriedad de los acusados y la gravedad de los hechos que se juzgan, ofrecen a los jueces una oportunidad de oro para convertir la sentencia en absolutamente ejemplarizante, recuperando la mala imagen que los ciudadanos tienen en estos momentos, del funcionamiento real de la justicia y demostrando con claridad meridiana que todos somos iguales ante la Ley, sin gozar, por razones de rango, de ningún privilegio.  
El interés mediático que ha levantado un caso, en el que por primera vez en el País, se sienta en el banquillo de los acusados a la hija de un Rey y su marido, hace que se siga al milímetro todo cuanto acontece en la sala, sin que haya la más mínima posibilidad de sustraer ningún tipo de información, al retransmitirse prácticamente en directo, el desarrollo del juicio.
En estos tiempos convulsos, en los que resulta difícil establecer si las normas morales tienen aún vigencia, que existan profesionales como Castro y que se haya podido procesar a estos personajes de noble alcurnia, a pesar de las muchas presiones que se han ejercido, prácticamente hasta este mismo instante, supone establecer un punto de esperanza al que agarrarse, en medio de tanta ignominia.
Afortunadamente para nosotros, aún queda gente de la que poder sentirnos orgullosos, a los que se podría poner como ejemplo de integridad, valentía y coherencia, a los ojos del mundo. 


lunes, 8 de febrero de 2016

Una función desastrosa


Dos titiriteros contratados por el Ayuntamiento de Madrid permanecen a estas horas encarcelados sin fianza, acusados de enaltecimiento del terrorismo, por exhibir en el transcurso de una función dedicada al público infantil, una pancarta alusiva a una organización inventada que responde al nombre de alkaeta y que según un juez, resulta ser motivo suficiente para su inmediata detención y su permanencia en prisión, mientras se aclaran los contenidos de la obra representada, ante la estupefacción de las personas que allí se encontraban.
La rapidez con que se ha actuado en este caso, choca diametralmente con la parsimonia  que suele caracterizar a la justicia española, que en muchísimos casos tarda años en investigar los delitos, hasta que se procede a la detención de los imputados en ellos y que en raras ocasiones dicta de manera inmediata una incomunicación sin fianza, incluso en gravísimos asuntos de corrupción, en los que se ha sustraído dinero proveniente de las arcas del estado.
Pero la nueva Ley, aprobada por el PP en los últimos tiempos, da carta blanca a este tipo de actuaciones y permite el encarcelamiento de los ciudadanos durante varios días, sin que haya lugar momentáneamente a ningún tipo de defensa, por lo que no nos puede extrañar que en un futuro cercano, se produzcan con cierta asiduidad casos parecidos a éste, aún constituyendo para los acusados un agravio comparativo con otros, que campan por sus respetos, por las calles, aunque parece que hay constancia plena de que fueron autores de graves delitos.
  Como era de esperar y sabiendo como sabemos que el PP no ha terminado de asimilar la pérdida del Ayuntamiento de Madrid, en las pasadas elecciones municipales, las reacciones de sus miembros no se han hecho esperar, casi como si estos titiriteros hubieran empuñado las armas contra la gente que asistía al espectáculo y exigiendo con la rotundidad acostumbrada que se produzcan dimisiones, a pesar de que cuando se trata de casos que atañen a su Partido, esa palabra no parece haber sido incluida en el Diccionario de la Lengua Española.
Pero el suceso ha ocurrido en el Ayuntamiento de Carmena, a la que por razones que todos conocemos, se tiene una inquina especial y cuya gestión, desde que tomara posesión de su cargo, es analizada minuciosamente todos los días por ciertos prebostes del partido conservador, deseosos de encontrar lo que sea, para intentar apartarla de un sillón que creían poseer a perpetuidad y cuya pérdida ha representado un estrepitoso fracaso, para el ala más conservadora del PP, con Esperanza Aguirre  a la cabeza.
La Alcaldesa, que ya ha pedido perdón por lo que no debiera ser considerado más que un error en la contratación de estos artistas, sin haber estudiado el contenido de su obra, va a tener ahora que soportar, como comprobaremos en los próximos días, un aluvión de críticas feroces sobrevenidas de todo mandatario conservador que aparezca en los medios, por lo que no le quedará más remedio que armarse de paciencia y esperar que alguna otra cosa suceda, para que puedan olvidar lo ocurrido durante el carnaval y que ya veremos en qué queda, cuando los detenidos puedan aclarar cuáles eran sus pretensiones, al representar este texto.
Habría que decir que la metedura de pata de los titiriteros ha venido muy bien para que se deje de hablar, al menos momentáneamente, de la posible implicación de Rita Barberá en la trama de corrupción de Valencia e incluso para que se preste menos atención a las durísimas declaraciones que contra ella hace Alfonso Grau, que fuera su mano derecha y que asegura que en todo momento conocía y toleraba la red de obras pactadas, financiación ilegal y blanqueo que se movía alrededor suyo, en el Ayuntamiento.
Pero eso, claro, es para los populares, mucho menos grave que un  presunto enaltecimiento del terrorismo, aunque a muchos ciudadanos nos parece que al tener que ver los delitos cometidos  con la sustracción de caudales de todos, se contribuye gravemente a la pérdida de recursos de todo un país y por tanto, debieran tratarse con más dureza.
Como vemos, el rasero es distinto cuando se juzgan determinadas acciones y qué casualidad, que cuando se trata de gente directamente relacionada con el PP, siempre hay a mano una disculpa que justifique la falta de responsabilidad en los hechos de todos y cada uno de sus dirigentes y hasta palabras de ánimo del mismísimo Presidente, pidiendo fortaleza a través de un SMS, como si toda la sociedad se hubiera confabulado contra ellos, sin motivo aparente.
El caso de estos titiriteros, quedará sin duda reflejado en el anecdotario de los días presentes, como una de las últimas injusticias que se cometieron bajo el mandato de Rajoy, en esta Legislatura, que se nos está haciendo eterna y aunque ya han sido muchas las voces que han reivindicado su libertad, por considerar excesiva la prisión sin fianza, nada se puede hacer frente a unas leyes, escritas a la medida de quienes aún permanecen, en funciones, en el gobierno.


domingo, 7 de febrero de 2016

Los Premios de nuestro cine


Hace ya muchos años que la gala anual de los Goya se ha convertido en una de las plataformas más reivindicativas, a favor de la cultura y todos los que amamos el arte y en especial éste , que es el que cuenta con más adictos, esperamos con verdadera curiosidad la celebración de un acto, en el que se dicen más verdades incluso, que en los medios de comunicación y cuyos protagonistas suelen ahondar sin tapujos en todos los temas que subyacen en esta sociedad nuestra.
La de este año, se ha convertido, ya antes de empezar, en una gala atípica, pues el hecho de que nos encontremos bajo el mando de un gobierno en funciones y que precisamente en estos momentos se estén celebrando conversaciones, con la intención primera de conseguir un pacto de progreso, ha hecho  que todas las miradas estuvieran encima de Sánchez, Rivera, Iglesias y Garzón, que se sentaron juntos en una de las filas intermedias, no se sabe si preludiando un acuerdo, al que hizo alusión el presentador, calificándolo en clave de humor, como El Pacto de los Goya.
Ni el Rey ni Mariano Rajoy se encontraban entre los asistentes y por parte del PP, hubo que conformarse con la presencia del Ministro encargado del tema y la Presidenta de la Comunidad de Madrid, Cristina Cifuentes, quizá porque de haber acudido el Presidente en Funciones, le hubiera resultado imposible disfrutar de la Gala, sin recibir directamente, un rosario interminable de críticas.
La heroicidad de continuar haciendo cine, con un veintiuno por ciento de IVA  gravando todas las actividades culturales y lograr  además, que sea bueno, parece casi imposible en un tiempo en el que la oscuridad más absoluta se ha apoderado de los ciudadanos, robándoles toda esperanza y convirtiéndolos en meros autómatas sin derecho al ocio, teniendo en cuenta las condiciones económicas en que se encuentran.
El cine trae, en estas épocas de crisis, un punto de ilusión, que sin durar más que el tiempo en el uno permanece en la sala, siguiendo extasiado el desarrollo de una historia, contribuye sin embargo, a poner un poco de luz en la tediosa rutina que nos vemos obligados a soportar, por lo que habría que agradecer y mucho, a todos los implicados en esta industria y principalmente a los actores, el éxito de su terapia.
Los nuestros son, además, activistas en ejercicio y no desaprovechan ninguna ocasión para cargar contra lo que consideran injusto, pues forman parte también de este sufrido pueblo, al que en los últimos tiempos se le han arrebatado tantas y tantas cosas.
Su admirable labor al no rendirse, al continuar luchando por ofrecer una imagen del arte del cine, mucho más que digna, incluso sin contar con los medios necesarios para rodar películas preciosistas, de esas que se hacen en los países más desarrollados, añade un mérito a su labor que debiera ser tenido en cuenta para aportar algún tipo de apoyo a este colectivo infatigable, que nunca se ha rendido a la desidia de los años oscuros.
Más que felicitar a los premiados, lo que verdaderamente se impone es una condecoración colectiva y que todos hagamos un esfuerzo, al menos de vez en cuando, por seguir acudiendo a los cines  y a ser posible, a ver lo que se hace en nuestra tierra.
El abanico de maravillosas películas que actualmente están en cartelera y la valentía de nuestros actores al enfrentarse, de cara, a las situaciones más adversas, merecen este tipo de respuesta y sobre todo,  nuestra eterna gratitud, por permitirnos  en las horas bajas, la posibilidad de seguir soñando.