Acepta mariano Rajoy el encargo del Rey para presentarse a la
investidura, con la condición de obtener el plazo necesario para buscar los
apoyos que le faltan y que de momento, le niegan todos los Partidos, excepto
Ciudadanos, que le ofrece su abstención
en segunda vuelta, pero cuya decisión podría cambiar, a juzgar por la
trayectoria que lleva, de aquí a que llegue el día señalado.
No hay error más grande que jugar con certezas, cuando de
política se trata, pues la información que llega a los medios y a la
ciudadanía, nada tiene que ver con lo que a la vez, pueda estar sucediendo en
las altas esferas, dónde las negociaciones, las cesiones y las renuncias, se
plantean a un nivel absolutamente desconocido para la gente corriente y rodeadas de un inmenso secretismo, que los
propios artífices siempre se encargarán de preservar, aunque sea contra viento
y marea.
Pero la imaginación y
la capacidad de formar hipótesis, de momento, continúan siendo libres, por lo
que la lectura de las palabras que acaba de pronunciar el todavía Presidente
del Gobierno, bien puede ser entendida como una señal de que la negociación
encubierta continúa avanzando, aunque quizá no con la celeridad que Rajoy
esperaba y que con toda probabilidad, en los próximos días, los españoles
conoceremos que los de Rivera, apelando a cuestiones de patriotismo, estarán
dispuestos a apoyar la investidura , empujando con ello a los socialistas a la
abstención, o al menos, a ofrecer a sus diputados una libertad de voto, que
aporte al popular la ayuda necesaria,
para volver a ser Presidente.
Al no haberse dado jamás, en la corta historia de nuestra
democracia, un caso como este, resulta especialmente difícil dilucidar cuál
será finalmente la reacción de cada cual y el oscurantismo y la ambigüedad con
que se están afrontando las negociaciones, por parte de casi todos, obliga a
estar continuamente leyendo entre líneas y también, a poner una especial
atención a los pequeños detalles que suceden a nuestro alrededor y que en otros
momentos, carecerían importancia, sobre todo cuando las mayorías parlamentarias
resultan suficientes, para no necesitar ningún tipo de apoyos.
Y sin embargo, esa misma indefinición en la que se mueven los
principales protagonistas de esta historia, no hace, sino acabar de convencer a
los ciudadanos de la ineptitud de una clase política, incapaz de afrontar con
éxito, cualquier tipo de situación que se salga, por su complejidad, de unos
cánones que durante años han sentado un precedente de una continuidad, de la
que ahora se carece
Naturalmente y ellos lo saben, los populares serían los más
beneficiados, si Rajoy fuera reelegido como Presidente, pues el éxito final de
la operación concedería al PP una impagable oportunidad de regenerarse, sin
haber tenido que pagar precio alguno por la corrupción, ni por los recortes
infringidos, aunque dejándole una deuda con los de Rivera que a lo largo de la
legislatura habrá que pagar, sin que aún se hayan determinado cuáles han sido
las condiciones de los a cuerdos.
Sólo Sánchez, acosado por su permanente inestabilidad,
saldría seriamente perjudicado, si finalmente claudica y casi se podría afirmar que en cierto modo,
estaría certificando su propia defunción política, tragado inexorablemente por
las aguas turbulentas que se mueven bajo sus pies, en el seno de su propio
Partido.
A este PSOE atrapado entre los populares y Podemos, le
aguarda, irremediablemente, un futuro difícil que incluso podría terminar con
un cisma entre los partidarios de izquierda y los complacientes benefactores de
la derecha.
Ya se verá. Pero ya les adelanto y no creo equivocarme, que
Rajoy, para nuestra desgracia, será otra vez, Presidente.