miércoles, 8 de agosto de 2012

Hasta Septiembre

Agotada por un largo año de emociones personales y también por el curso que está tomando la historia que nos ha tocado escribir, me concedo unos días de desconexión y relajo, en los que perderme lejos del entorno que me es cercano, para encontrar un poco de paz que refresque los ardores climatológicos e ideológicos que me asaltan y recuperar las fuerzas perdidas por el desgaste y la desilusión, que suelen acompañarme en los últimos tiempos.


Retorno de nuevo a las raíces familiares que tan alto significado tienen para mí y al reencuentro con un paisaje espléndido, en el que ser únicamente caminante asombrado, por cada maravilla que encuentro.

Marcho con la amenaza de un rescate latiendo en la nuca y el sufrimiento de contemplar la degeneración de un modo de vida que parece tener los días contados, pero poseída por una necesidad de abandono personal, que me arrastra inevitablemente a olvidar cualquier pensamiento negativo que pueda empañar la esperanza de que, al final, terminaremos derrotando al monstruo de la deshumanización, a base de cooperación y entendimiento.

Dejo atrás, conscientemente, todo lo que pudiera alterar el propósito de renovación que me mueve y empiezo por intentar recuperar la sonrisa, tan necesaria para que el equilibrio psíquico encuentre un lugar entre nosotros, lejos de la estresante rutina que oscurece los cielos de nuestras ciudades y pueblos, desde que la maldita crisis se instaló entre nosotros.

Libero a mis lectores, por unos días, de estas crónicas que me hacen el favor de leer sin caer en el desaliento, no sin antes volver a agradecer la atención que me prestan, desde lugares tan dispares del mundo, pero dada la gravedad de la situación que atravesamos, no estoy segura de resistir la llamada de la pluma si se dieran acontecimientos de importancia, aunque el propósito es el de descansar, y dejar descansar también, de mí, a extraños y conocidos.

Sin embargo, me voy con la esperanza de que entre todos seremos capaces de hacer recuperar la cordura a nuestros dirigentes, tan absolutamente perdidos en su erróneo camino de finanzas y tan desconectados de la vertiente humana que mueve a los pueblos y además tengo la seguridad de que la sensatez acabará por imponerse, de un modo u otro, a la desenfrenada locura que reina en esta Europa que nos esclaviza y que ha dejado de ser garante de civilización, para convertirse en un gran banco productor de cuantiosos réditos.

Si los próximos días son cruciales o no para nuestro futuro, ya se verá, pues aún no poseemos las artes adivinatorias suficientes para poder saberlo con certeza, pero si llegaran a serlo, no me cabe la menor duda de que allí donde esté, el mundo podrá contar con mi participación inmediata. Sólo faltaba que después de tantos años de lucha, me pillaran desprevenida en lo más importante.

Hasta Septiembre.





martes, 7 de agosto de 2012

Una nueva forma de despido



Once profesores de la Universidad Rey Juan Carlos de Madrid, acaban de quedarse estupefactos al descubrir sendos ingresos económicos en sus cuentas bancarias como “indemnización por despido”, sin que antes les hubiera sido notificado absolutamente nada por parte de la empresa, y en pleno periodo vacacional, lo que evita cualquier tipo de reclamación, al encontrarse las Facultades cerradas.

La Comunidad de Madrid, se ha apresurado a declarar que la recesión de los contratos se debe a la nueva política de recortes y que sigue estrictamente los pasos que marca la Ley de Reforma Laboral impuesta por el PP hace sólo unos meses, aunque prescinda de cualquier contacto personal con el trabajador, hurtándole su derecho a conocer su situación en la empresa, hasta que se encuentra en la calle.

Las formas no pueden ser menos humanitarias, ni más alevosas, pero es probable que los españoles hayamos de irnos acostumbrando a esta manera de actuar por parte de los organismos públicos a partir de ahora, ya que éste no se trata más que de un nuevo caso de los muchos de despidos colectivos que se están llevando a cabo en la administración y que pretenden terminar con la totalidad del personal laboral, que se encuentra dentro de la administración del Estado.

No es casualidad que éste concretamente, haya ocurrido en la Universidad y precisamente en Madrid, dónde Doña Esperanza Aguirre sigue ejerciendo su virreinato ultraconservador, claramente posicionada a favor de la Privatización de la Enseñanza, como demuestra su empeño en premiar con jugosas subvenciones a los Centros Concertados, mientras recorta los sueldos de los funcionarios de la enseñanza, además de aumentar sus horarios y provocar el hacinamiento en las aulas, saturándolas con más de cuarenta alumnos en cada una.

A medida que vamos conociendo en carne propia los entresijos de la Reforma Laboral de Rajoy y descubriendo la cruda realidad que representa para los trabajadores de este país, la nube de indignación que ya se cernía sobre la población, se va haciendo más densa e insoportable.

Todos sabíamos, aunque se hayan empeñado reiterativamente en negárnoslo, que las medidas recogidas en el decreto garantizaban el despido libre y que colocaban en total indefensión a los trabajadores, dando toda clase de facilidades a los empresarios para terminar con nuestros derechos.

Pero esta suerte de subterfugios, que evitan además a quien despide la escena de tener que comunicárselo al despedido, al menos con una cierta antelación, dota aún de más facilidades al entorno patronal, ahuyentando cualquier posibilidad de réplica oral que pudiera producirse, en el momento del encuentro.

No se trata ya solo de ir ajustando los presupuestos a la situación que atravesamos, sino que a la agonía de quedar desempleado se une ahora también la incertidumbre de no saber cuándo ocurrirá y el miedo a consultar el extracto de tu cuenta bancaria, temiendo encontrar en ella el montante correspondiente al finiquito, mientras todavía crees estar en plantilla de la empresa para la que trabajas.

Como se ve, todas las posibilidades han sido cuidadosamente estudiadas para evitar la posibilidad de litigar en las Magistraturas y las espaldas de la clase empresarial han sido cuidadosamente cubiertas por los promotores de estas leyes, fabricadas a la medida de los intereses de los dueños de los recursos económicos.

Naturalmente, en esta macabra historia, urge privar de la facultad del saber al grueso de la sociedad y por eso se incide especialmente en recortar en primer lugar de las partidas destinadas a la educación pública, que posibilita el acceso a los conocimientos de los hijos nacidos directamente del pueblo.

Está claro que lo que se persigue en esta área es un calco del montaje educativo que se da en Estados Unidos, con toda una suerte de Universidades privadas, sólo al alcance de quién pueda pagarlas y un sistema de créditos inalcanzables para estudiantes de clase humilde, que han de ser devueltos cuando se finaliza la carrera, hasta el último céntimo.

No convienen pues, buenos docentes en la enseñanza pública y si los hubiere, de seguro terminarán quemados por las patéticas condiciones de trabajo que les aguardan, si finalmente se imponen las medidas que los conservadores han pensado para nuestro país.

Así que en este inusual despido, conlleva además ciertas intenciones ocultas y se nos muestra como la punta de un iceberg, que aún permanece escondido bajo las aguas.





lunes, 6 de agosto de 2012

El arte de amenazar


No es el primer organismo que denuncia amenazas, por el mero hecho de haber criticado los recortes de este gobierno, pero que una de las organizaciones de consumidores más importantes del país sufra este tipo de intimidación, por cumplir con el deber de informar a los ciudadanos en qué y cómo les perjudican las medidas adoptadas por parte del ejecutivo de Rajoy, más parece sacado de una novela barata de mafiosos de barrio, que de la cotidianidad de una Nación constitucionalmente democrática.

El arte de amenazar, que hace de quienes lo practican auténticos delincuentes, se ha convertido en compañero inseparable de la política de los últimos tiempos, que con frecuencia suele basar en una estrategia de terror lo que debiera ser una práctica de convencimiento, intentando esclavizar por medio del miedo a la sociedad, para conseguir una mayor sumisión al poder y una menor oposición a quienes lo ostentan.

Pero este tipo de acciones han quedado ciertamente obsoletas, como ancladas en una época lejana en la que ni siquiera gozábamos de determinados derechos y el pueblo español era aún víctima de la supina ignorancia que para él procuraba la dictadura, negándole la educación necesaria para escapar de su yugo.

Para escándalo de todos nosotros, sin embargo, quedan sin duda elementos residuales de aquella tiranía, que no se resignan a ser criticados constructivamente, por el mero hecho de ocupar altos cargos en la maquinaria del Estado y que aún consideran que el pensamiento único debe prevalecer, incluso por la fuerza, sobre la facultad de expresión de los ciudadanos cuando se pronuncian con libertad en cuestiones políticas.

Hace un par de días, hacíamos mención al comunicado del señor Urosa, en el que conminaba a sus empleados a no criticar las medidas del gobierno en horario laboral, y lo denunciábamos como absolutamente aberrante y ridículo, pero llegar a verter amenazas sobre una oficina del consumidor, que nada tiene que ver, en principio, con formación ideológica alguna, reclama una inmediata respuesta por parte de la sociedad, por tratarse de un organismo estrechamente vinculado con la defensa de los más débiles.

Probablemente, al gobierno de Rajoy no le interese que aflore la verdad sobre las auténticas consecuencias que para nosotros acarrean sus medidas, pero la obligación de estas oficinas que ahora reseñamos, no es otra que la de informar minuciosamente a la población de cualquier noticia que pueda resultar desfavorable para ella, sobre todo cuando se trata de una reducción de su poder adquisitivo, aunque disfrazado con grueso maquillaje sintáctico, para evitar su propagación y rechazo entre las mayorías.

Y aunque atentar de manera velada contra instituciones que representan los intereses de la ciudadanía, debiera estar penado como delito, hemos llegado a un punto en que este tipo de acciones se han convertido en rutinarias en nuestro país, sin que nadie ponga freno jamás, a tamaño despropósito.

Es tal la maraña de corruptelas y delitos no tipificados que se cometen a diario contra nosotros, que ya ni siquiera sentimos el dolor de las heridas que se nos inflingen, soportando estoicamente el ser vejados, lacerados o defraudados de manera sistemática por los que un día elegimos para representarnos, como si estos hechos fueran inherentes al cargo que ocupan y no quedaran otras opciones para nosotros.

Pero no es verdad que los políticos hayan de ser necesariamente truhanes, ni que hayamos de ser sumisos ante su desvergüenza. Su falta de honestidad, su reiterativa mendacidad y su apego a lo material, por encima de los intereses de los pueblos,

no puede ni debe ser perdonada, si se quiere pertenecer a un mundo limpio, digno y consecuente con los valores de la humanidad.

Por favor, que nadie vuelva jamás a votar a individuos como éstos, en beneficio de todos.





domingo, 5 de agosto de 2012

Licencia para mentir


No existe en el contrato tácito que firman un político y sus votantes, ningún apartado que otorgue al candidato, si fuere elegido, licencia para mentir.

Es más, a un político se le presupone caballerosidad e inteligencia y un espíritu cumplidor que asegure que cada una de sus promesas serán, al menos, como una guía que marque el camino de su mandato, otorgando así satisfacción a sus electores, que confiaron en su palabra y su programa, cuando se acercaron hasta las urnas.

La decencia implica además, cuando llega la hora de tomar decisiones difíciles, tener la valentía de afrontarlas respetando la verdad y no crear falsas esperanzas en la sociedad lanzando mensajes ilusorios para determinados colectivos, si más pronto que tarde, uno va a desdecirse de lo anunciado, incidiendo precisamente en aquello que se negó, de manera manipuladora y alevosa.

Mariano Rajoy no debió entender nunca que estos principios han de ser piedra fundamental en la que asentar un mandato político y desde el mismo momento en que supo que sería investido Presidente de la Nación, ha convertido en costumbre faltar estrepitosamente a la verdad, estafando la buena voluntad de los que le llevaron hasta el cargo, ilusionados por unas promesas de cambio absolutamente distintas a las que viene ofreciendo bajo la tutela de una Europa, a la que quizá nunca debimos acceder a pertenecer.

Los más de siete millones de pensionistas que malviven en este país, empiezan a ver de cerca la cara de los recortes, desde que Rajoy ha comenzado a negar, en sus pocas intervenciones públicas, que entren dentro de las próximas medidas que piensa adoptar, acuciado por el terrible fantasma de las deudas.

Hasta ahora, este colectivo estaba siendo el único al que no se había aplicado la dura vara de medir que tiene el gobierno entre sus manos, y a pesar de que sus emolumentos ya se habían visto afectados por la subida del IRPF y aún perderán más poder adquisitivo en cuanto entre en vigor la del IVA, no habían sido víctimas de ninguna bajada directa de sueldo, ni se les había privado de alguna paga extraordinaria, como es el caso de los funcionarios y los trabajadores que, como ellos, dependen directamente de las arcas del Estado.

Pero si se sigue atentamente la trayectoria de las apariciones públicas de Rajoy, se puede comprobar que siempre que ha mencionado que no tiene intención de tomar una decisión de carácter lesivo contra un colectivo determinado, tal decisión acaba por hacerse realidad transcurridos sólo unos días, e incluso sobrepasan las expectativas de los que ya la esperábamos, en vista del talante adoptado por el Partido Popular, desde que pisara la Moncloa.

También nos tememos para un día de éstos la petición de rescate, que de momento, ha sido igualmente negada por el Presidente, aunque todos sabemos que está presente en su agenda, y que probablemente espera el momento más oportuno para sorprendernos con ella, ahora que muchos de nosotros estamos en tránsito, debido al periodo vacacional.

Naturalmente, acciones como éstas van socavando la imagen de quienes las protagonizan y dejando un poso en la memoria de los electores, que sin duda aflorará en la próxima ocasión en que tengan que acudir a las urnas.

La mentira y el intento de manipulación son, con diferencia, los peores enemigos que puede tener un político y suelen traer consecuencias de contundencia aplastante, para quién como nuestro Presidente, hace de ellas una bandera en su forma de gobernar, en detrimento del pueblo que lo colocó, exactamente donde ahora se encuentra.

Vayan pues contando nuestros pensionistas con alguna bajada de sueldo, o con perder la paga de Navidad, si Dios no lo remedia.

Y vayamos contando los españoles con entrar en el club de los hipotecados de por vida, que pierden su entidad nacional, a favor de las multinacionales del dinero y de los estados con afanes colonialistas, como Alemania, que acabarán poseyendo este nuestro, gracias a la ineptitud de quienes prefieren gobernar con las reglas de la banca, que con las de la voluntad de sus pueblos.

Pero que todo esto suceda, no significa que fuera inevitable. Hay otros caminos por los que transitar y otras maneras de entender la política en el mundo moderno.

Líderes como Hollande, están empezando a demostrar que es posible y pueblos como el islandés, se han deshecho para siempre de la especulación y la mentira, con sólo la fortaleza de su unión.

Todo es una cuestión de compromiso y de poner en claro de una vez para siempre, que los estafadores electorales no tienen ni tendrán jamás, cabida entre nosotros.











jueves, 2 de agosto de 2012

Urosa, el leal




A pesar de ocupar una alto cargo en el partido Popular, es obvio que hasta hoy, ninguno de nosotros había oído hablar de Rubén Urosa y así habría seguido siendo, si él no hubiera enviado un comunicado a los empleados del INJUVE, organismo que dirige desde Enero por obra y gracia de la ministra Mato, prohibiéndoles criticar u opinar sobre los recortes del Gobierno, durante el horario laboral.

Hay lealtades que no tienen límite, e individuos capaces de practicarlas sin darse cuenta de que con ello no provocan más que hilaridad, en los que desde fuera les contemplan. Y hay acciones, como la que hoy nos ocupa, que sobrepasan con mucho la obligación que conlleva un cargo, situando al que las comete en una incómoda posición de ridículo, que dice mucho de su valía profesional y de su nivel de inteligencia.

Pero como en este país, los puestos más significativos a menudo suelen ser ocupados por designación dedocrática y no por currículum, es bastante frecuente que quien los ostenta acabe por errar crasamente en lo que debiera ser su oficio, introduciendo estrepitosamente la pata en terrenos pantanosos, de los que cuesta después Dios y ayuda salir, sobre todo si se ha incurrido en falta grave o incluso en inconstitucionalidad manifiesta.

Ordenar a los españoles, funcionarios o no, por medio de un comunicado, en qué deben centrarse sus opiniones y críticas, en horario laboral o fuera de él, constituye un grave atentado contra la libertad de expresión reconocida por la Carta Magna que a todos nos rige, y coloca a quien emite el documento, claramente fuera del ámbito democrático en el que nos movemos, sobre todo si se trata de una defensa a ultranza de un sentimiento personal y partidista que no admite oposición, como en los tiempos de la dictadura.

No se sabe de qué manera ha conseguido el señor Urosa conocer el contenido de las conversaciones de sus empleados, ni qué métodos habrá utilizado para conseguirlo, pero nos consta que entre las funciones de quién dirige el INJUVE no se encuentra la de practicar el espionaje, ya que este organismo nada tiene que ver, que se sepa, con el CNI, ni sus empleados son hasta ahora sospechosos de intento alguno de desestabilización del Estado, o al menos, no se tienen noticias de ello.

Suponemos que el agradecimiento hacia quién le nombró, por parte del señor Urosa, sin duda ha de ser de carácter eterno y tal vez por eso ha dado en desvivirse por intentar que nadie ose en poner en tela de juicio las decisiones del partido al que pertenece, pero a veces, las intentonas por conseguir determinados fines acaban teniendo un efecto bumerang y se vuelven envenenadas contra sus promotores, dejándoles caer de bruces en la soledad del abandono y el olvido.

Si cree Urosa que estar en el puesto que ocupa le garantiza el apoyo del PP en episodios como éste, yerra absolutamente en su suposición, pues torres más altas han caído, como todos hemos podido comprobar, en el transcurso de los últimos tiempos.

Y si sus empleados se empeñan en litigar contra la naturaleza de su comunicado, al sentirse intimidados en su derecho a expresarse libremente, no sería de extrañar que pronto le viéramos abandonar su lujoso despacho, en pos de un retiro forzoso, que suponemos no sería del agrado de quién tanta lealtad demuestra.

Ahora que nos empieza a sonar su nombre, será una obligación seguir escrupulosamente su trayectoria, por si se dieran otras oportunidades de esta categoría en su vida profesional y hubiera que contarlas como hacemos, con todo lo que huele a despotismo, por mucha buena voluntad que se presuma al déspota.

Porque ¿hasta dónde llegaría en su lealtad Urosa, si en un futuro sus empleados decidieran, pongo por caso, acudir a una huelga, por supuesto en horario laboral, en defensa de sus reivindicaciones?

A juzgar por lo visto, hasta podría pasársele por su calenturienta imaginación la posibilidad de expedientar a los huelguistas, albergando la esperanza de despedirlos, para silenciar cualquier tipo de oposición en su feudo.

Aunque en honor a la verdad, creemos que más bien ha debido tratarse de un arrebato de gallardía, asentado tal vez en la ilusión de llamar la atención en las altas esferas y conseguir así, por su abnegación y valor, un puesto de mayor responsabilidad en el aparato del partido.

Pero las líneas son demasiado finas y algunas, es mejor no cruzarlas.



miércoles, 1 de agosto de 2012

Fantasmas de un pasado terrible



Que en los tiempos que corren, la ciudad de Valencia siga considerando a Franco como alcalde honorario, resulta al menos sencillamente grotesco y en cierto modo, parece como si no hubieran pasado los años y aún siguiéramos viviendo bajo el yugo del dictador, al que había que premiar obligatoriamente con estos cargos, que tanto satisfacían sus desmedidas ansias de notoriedad.

No se sabe muy bien, por qué se ha ido dilatando el momento de apear del nombramiento al tirano, pero considerando que la Comunidad Valenciana se encuentra bajo la estricta tutela del Partido Popular, parece evidente que más que de un olvido, puede tratarse de una oculta intención por perpetuar su recuerdo.

Y aunque es inconcebible que nadie pueda encontrar un motivo para mantener en formol político a tan nefasto personaje, si que es cierto que estos conservadores que nos gobiernan, gustan de recrearse en la memoria de estos fantasmas del pasado y sacar sus esqueletos del armario de vez en cuando, como también ha evidenciado ahora el Ministro Gallardón al mantener el título nobiliario que ostentan los herederos de Queipo de Llano, que tantas perlas macabras dejó en sus intervenciones radiofónicas en Radio Sevilla, cuando arengaba a sus tropas a liquidar a los rojos, y a violar a sus mujeres para que supieran lo que era un hombre de verdad.

No pueden alegar los populares desconocimiento de causa en estas acciones, ya que suelen proceder por línea de consanguinidad de los ganadores de la guerra civil, que tanto tratan de hacer olvidar a las victimas del otro bando, cuando reclaman su derecho a recuperar los cadáveres de sus deudos que quedaron sepultados en loas cunetas de todo el país, por obra y gracia de los ejércitos franquistas.

Pero es que cuando se trata de fantasmas, también ha de mantenerse cierta categoría clasista a la hora de mencionarlos y los procedentes de las clases populares, es decir, de la plebe, no merecen el recuerdo de la sociedad, ni ser agraciados con título alguno, que pudiera equiparar a la gente de a pie, con los descendientes de su rancio abolengo.

La situación, un tanto berlanguiana en su contenido, presenta, no obstante, unos matices dignos de ser estudiados en profundidad por los analistas políticos, pues no concuerda el empeño que ponen los seguidores de Rajoy en convencer a la sociedad de su centrismo ideológico, con estos anacronismos desfasados que no hacen otra cosa que alimentar un rencor que todos hemos tardado demasiado en superar, sin terminar de cerrar las heridas, en muchos casos.

Crispada como está la situación, por motivos que todos conocemos, estas polémicas sustentadas en los protagonistas de una historia terrible, traen consigo la sensación de que todos los cambios que uno creía que se había impuesto la derecha, eran finalmente una milonga electoral para conseguir el voto de los indecisos, y que sigue anclada en las postrimerías de la guerra española, adorando a la casta de machos ibéricos que habían salvado a la nación de caer en manos de la conspiración judeomasónica y otros enemigos diabólicos, a los que se pintaba con cuernos y rabo, en las enciclopedias de la época.

Siguen, como se ve, rindiendo pleitesía a nombres de la feroz contundencia de los mencionados con anterioridad, desafiando todos los principios que puedan constituir una Democracia real, manteniendo en los altares de la beatitud a quienes se hicieron con el poder por medio de la fuerza.

Ni siquiera tienen la decencia de adorarlos en la intimidad, donde cada cual es muy dueño de pensar lo que se le venga en gana, sino que con probada alevosía, airean su recuerdo en el solar patrio con una desfachatez que escandalizaría a la Madre Teresa de Calcuta y firman lo que haga falta, en nombre de todos nosotros, como si el fervor popular por los homenajeados fuera unánime y clamoroso.

¿Quién no quiere olvidar entonces?