lunes, 30 de junio de 2014

El apoyo del cuarto poder


Lo peor que le puede pasar a un Partido de derechas es perder el apoyo de la prensa que le venía siendo afecta, cosa que casi siempre ocurre cuando surgen desavenencias insuperables entre los líderes que en ese momento se encuentran al frente de la Formación y los dueños de las Publicaciones que en todos los casos, habían puesto todas sus esperanzas en que se llevara a cabo una determinada línea de Gobierno.
Mariano Rajoy, al contrario que su antecesor Aznar, no ha tenido demasiada suerte en este asunto y desde el mismo momento en que llegó al poder y sobre todo desde que empezó a desviarse del camino marcado por quién  le había elegido como su Delfín, en contra de todos los pronósticos, se ha visto obligado a luchar con el innegable desprecio demostrado por determinados medios hacia su persona, medios que se han posicionado claramente, al lado del ala más conservadora de su Partido.
Esto le ha sucedido con El Mundo, que fue fiel a Aznar hasta en su delirante teoría de la conspiración sobre la autoría de los atentados del 11M y también con cierto locutor radiofónico, cuya radicalidad es manifiestamente conocida por todos y que siempre mantuvo una flagrante beligerancia con el ahora Presidente de Gobierno, que nunca ha llegado a solucionarse.
Así, Rajoy ha tenido que conformarse con contar únicamente con el apoyo de ABC y La Razón, que dirigida por su más fiel servidor Francisco Maruenda, se ha mantenido a su lado contra viento y marea, negando incluso la evidencia de los más graves errores cometidos por el PP durante la presente legislatura  y apoyando personalmente a Rajoy en casos tan controvertidos como el de la presunta financiación ilegal reflejada en los papeles de Bárcenas.
Sin embargo, vengo observando desde hace unos días que la firmeza de los periodistas pertenecientes a estos medios, en su participación en los debates televisivos, parece haber empezado a flaquear, hasta el punto de “atreverse” a criticar abiertamente determinadas medidas de futura implantación  y más concretamente, la que tiene que ver con el tributo que a partir de ahora tendrán que abonar los trabajadores, tras ser despedidos del puesto que ocupaban en las empresas.
También han dado un paso atrás en el caso de la imputación de la infanta y hasta el ultra monárquico ABC, ha dejado de defender con su natural ahínco la inocencia de Cristina de Borbón,  llegando a contradecir de este modo, la apuesta que por ella hizo Rajoy en sus declaraciones a los medios, cuando dijo que sabía positivamente que todo iría bien para la hija del entonces Rey, ya que no la consideraba capaz de cometer ninguna clase de delito.
Qué está pasando entre los medios adeptos a la derecha y el ahora Presidente de Gobierno, es todavía una incógnita que probablemente, no tardará en resolverse, pero el desapego de esta prensa y sobre todo, un posible abandono en un futuro no muy lejano, podría ocasionar a Rajoy un enorme descalabro, de cara a la posibilidad de poder volver a presentarse al cargo en futuras elecciones.
Haciendo algunas cábalas y apelando a esa especie de instinto que parece venir adherido al ejercicio de escribir artículos sobre la actualidad de la política, bien cabría pensarse que podría estar cerca el estallido de algún escándalo de considerables dimensiones y que ahondando un poco más, podría tener que ver con las investigaciones que está llevando a cabo el juez Ruz, en relación con los papeles de Bárcenas.
Porque en  el caso hipotético de que a Rajoy le estallara en las manos el asunto del cobro de los sobresueldos y el magistrado pudiera probar que él mismo recibió pagos en negro en el seno de su Partido, a la prensa que le era afecta, no le gustaría nada encontrarse en el meollo de la cuestión, sobre todo si con sus actos está abogando por una realidad que no es y apostando todo su capital, al caballo equivocado.
Así, quizá tendría sentido ir retirándose poco a poco de escena, para que no sorprenda a nadie en el momento en que se produzcan los hechos, un abandono absoluto de quien durante años ha sido protegido y mimado por estos medios, pero de quién en determinadas circunstancias, convendría estar lo más lejos posible, si no se quiere perder un indeterminado número de lectores.
La conveniencia de actuar en cada momento según pinten las tornas, no deja de ser una pauta muy efectiva para quienes mezclan los afectos con los negocios, ya sea en el mundo de la política, o en cualquier otro ámbito, en el mundo moderno.
El apoyo del cuarto poder es, sin embargo, absolutamente fundamental para cualquier líder político y Rajoy, no iba ser la excepción que confirmara esta indiscutible regla.
Es decir, que sin la aquiescencia y permisividad de los dueños de determinados medios de comunicación, Rajoy no es nada y aunque probablemente él todavía no lo sepa o piense que este amor hasta ahora plenamente correspondido será eterno, los pequeños síntomas de discrepancia que hemos podido ver estos días, algo quieren decir.
Como casi siempre, todo es cuestión de tiempo.


domingo, 29 de junio de 2014

Tributo de parados


Gracias a la nueva Reforma Fiscal del PP, los trabajadores españoles que sean despedidos habrán de destinar parte de la indemnización que reciban, a pagar un tributo a la hacienda pública, que  podrá constituir más de la mitad del dinero correspondiente, sobre todo en los casos en que se haya estado empleado en la misma empresa durante muchos años.
Contemplando el panorama laboral reinante en España desde que Rajoy aterrizó en el Gobierno, a nadie se le escapa que son, precisamente, los hombres y mujeres mayores de cincuenta años, los más afectados por haber quedado en desempleo, tras considerar los empresarios que eran ellos, quienes percibían salarios de mayor cuantía por su duración temporal en los puestos que ocupaban y los que representaban el mayor escollo a salvar, si se quería, como parece evidente, conseguir la meta de una rebaja salarial considerable, al reemplazarlos por gente más joven que cumpliría sin rechistar las mismas funciones, por la mitad del sueldo.
La situación en que han ido quedando los afectados por estos despidos masivos, a causa de su edad, no puede ser más desalentadora, si se tiene en cuenta que para ellos resulta prácticamente imposible volver a encontrar un empleo y de que en muchos casos, tienen aún por delante diez o quince años para llegar a la jubilación, en los que no les resultará nada fácil afrontar la economía doméstica, en cuanto acabe el periodo en que puedan cobrar el desempleo.
El deterioro emocional que se produce en personas acostumbradas a trabajar de manera continuada, casi durante toda su vida, puede acabar convirtiendo a los protagonistas de esta historia en seres que nunca volverán a ser lo que fueron y que jamás podrán acostumbrarse a su nuevo modo de vida, fuertemente marcado por la constante penuria de un sinfín de carencias.
Tan amargo es el futuro que les aguarda, que uno no sabe si resulta aún peor que el que tienen por delante los cientos de miles de jóvenes que ni siquiera han conseguido encontrar un primer empleo.
Muchos de estos trabajadores considerados erróneamente mayores, hasta ahora podían rehacer de algún modo su vida, con el montante de las indemnizaciones legalmente recibidas tras producirse su despido, convirtiéndose en emprendedores tardíos capaces de montar un pequeño negocio familiar que paliara, al menos en parte, la oscuridad que se les venía encima cuando se apoderaba de ellos esa ociosidad impuesta por un Sistema de Gobierno que ha resultado ser implacable para los ciudadanos, en su afán de cambiar el modelo laboral español, por otro que se ajuste más a las exigencias que desde Europa reclaman  los que manejan el poder y el dinero.
Si a partir de ahora, además del drama familiar que supone  su expulsión de las empresas, han de restar a la indemnización que reciben el suculento bocado que Montoro piensa cobrarles, amparándose en su nuevo tipo de fiscalidad, ya ni siquiera les quedará la esperanza de convertirse en autónomos y habrán de renunciar, forzosamente, al sueño de volver a trabajar nunca más.
Pues bien, yo no sé si el PP ha valorado suficientemente esta medida que ha presentado ante los medios, dentro de su reforma Fiscal, como si fuera la panacea que va hacer desaparecer por arte de magia todos los efectos negativos que nos ha traído la crisis, pero la sensación que hemos tenido los españoles que hemos profundizado algo en su contenido, ha sido la de considerar que Mariano Rajoy está cometiendo al apoyarla, uno de los errores más grandes de toda su carrera política.
Las indemnizaciones por despido, lejos de ser un regalo voluntario de las Empresas, son una prestación a la que los trabajadores tienen derecho y que se lleva contemplando desde hace años en las leyes por las que nos regimos y que siempre han estado sujetas a lo que anteriormente se había aprobado en los convenios colectivos, asentándose en el país, como indiscutibles…hasta que llegó el PP.
No se puede olvidar que todos y cada uno de los trabajadores ya tributan por las retribuciones que reciben cuando están en activo y que el dinero que perciben como indemnización cuando son despedidos está por tanto, suficientemente amortizado por los impuestos abonados durante el tiempo que constituye su vida laboral, siendo esta nueva reclamación de  ahora, un auténtico asalto, no solo a su poder adquisitivo, sino también a su dignidad y hasta a su propia inteligencia.

Si lo que el PP se ha propuesto seriamente, sobre todo después de los resultados de las elecciones europeas, es que nadie vuelva a votarles jamás en próximos comicios, la Reforma Fiscal de Montoro y el cobro de impuestos sobre las indemnizaciones por despido, son el camino correcto para conseguirlo y más aún, cuando pretenden vender a la Sociedad esta medida “estrella”, a bombo y platillo, asegurándonos que en ella está el germen de la recuperación y que con su aplicación, todos volveremos a ser felices, aunque como desgraciadamente sabemos, eso resulta imposible, mientras ellos  no abandonen el gobierno.

jueves, 26 de junio de 2014

Los mismos argumentos


Como ya ocurriera con Garzón y con Silva y tras la decisión de imputar formalmente a Cristina de Borbón, parece  se va a recurrir al argumento de acusar al juez Castro de prevaricación, como suele ocurrir cada vez que un Magistrado planta cara a las preferencias sobre algún caso judicial del gobierno, cumpliendo  estrictamente con su obligación de aplicar una justicia que sea igual para todos.
Pero no cabe aquí tildar a Castro de querer ser estrella, pues las veces que hemos podido verle mientras era abordado por los periodistas a la salida de los juzgados, no ha hecho otra cosa que contestar educadamente a las preguntas sin dejar de caminar, casi siempre hacia su moto y sin desvelar jamás nada que tuviera que ver con el farragoso caso que ha llevado entre manos y que ha sustentado, por cierto, con una envidiable profesionalidad, con independencia de quiénes eran los personajes de los que se trataba.
El hecho de volver a recurrir a la prevaricación judicial como argumento para conseguir la desimputación de la ex Infanta, no hace otra cosa que confirmar los temores que llevamos en nuestro fuero interno todos los españoles, que hace tiempo que dejamos de confiar en la limpieza de la justicia.
Porque además, Castro no hace más que cumplir con su obligación al investigar a estos esperpénticos personajes, que se ponían el mundo por montera, a la hora de hacer negocios desde entidades supuestamente no lucrativas, creyendo quizá erróneamente, que la posición de privilegio que disfrutaban por ser familia de todo un Rey, les garantizaba un a impunidad que les duraría para toda la vida.
Así que si hubiera que pensar en algún tipo de prevaricación, lo que verdaderamente resulta extraño es que un Fiscal se empecine en defender a los imputados en un caso, incluso con más fuerza que el abogado que los representa, sobre todo teniendo en cuenta la trayectoria que tiene en anteriores casos de corrupción, que en  lo único que se diferencian de éste, es en el apellido de los sospechosos.
No se puede olvidar que el propio Presidente de Gobierno hizo en su momento una aparición televisiva defendiendo la inocencia de la infanta y que todos los miembros relevantes del PP han estado reiterativamente abogando por esta línea, de manera unitaria.
Que ha habido afán de ejercer presión sobre el Magistrado para que cambiara de opinión, es un hecho   conocido por todos y por tanto, no es de extrañar que no habiendo Castro cedido en su actitud, se hayan buscado otras vías por donde intentar rebatir los argumentos que el juez iba exponiendo.
La conducta de Horrach con respecto a este caso es, cuanto menos, altamente sospechosa y si ahora tratara de manchar el inmaculado expediente del juez con una acusación de prevaricación, no conseguiría más que aumentar los comentarios que sobre su propia persona se oyen, quizá con demasiada asiduidad, en los ámbitos relacionados con los asuntos judiciales.
Lo que la opinión pública piensa, todos lo sabemos. Por tanto, de producirse la acusación sobre el juez de manera formal, en cierto modo se estaría jugando, quizá de manera irreversible, con la idea de que la justicia es algo en lo que los ciudadanos no pueden confiar, dado el agravio comparativo que padecen frente a políticos o miembros de familias ilustres.
El riesgo, debiera valorarse antes de dar un paso como este, si  no se quiere incurrir en un error del que difícilmente la imagen de los encargados de administrar la legalidad, podría recuperarse.
El pueblo, en su totalidad, está al lado de Castro, es evidente, como antes lo ha estado del lado de Garzón y de Silva y la pregunta que flota en el aire es la siguiente: ¿por qué los acusados de corrupción continúan libres mientras los Magistrados más valiosos y valientes son apartados, por sus propios compañeros, del cumplimiento de sus funciones?


miércoles, 25 de junio de 2014

Principio de igualdad


Tal y como augurábamos cuando se produjo la abdicación del Rey, el juez Castro mantiene la imputación sobre la Infanta Cristina por fraude fiscal y blanqueo de capitales, en consonancia con la resolución demostrada por el Magistrado en la fase de instrucción, a pesar de las innumerables presiones sufridas y de la negativa del Fiscal Horrach, que ha venido manteniendo que no ve indicios de delito.
Este paso que da Castro y que tantos quebraderos de cabeza le ha dado desde que el caso Urdangarín cayó en su juzgado, tiene sin embargo para la ciudadanía una connotación particular, precisamente ahora que su confianza en la justicia había desaparecido casi por completo.
La neutralidad demostrada por Castro, que ha olvidado durante toda la investigación quién era  Cristina de Borbón y a qué familia pertenecía, se demuestra fehacientemente hoy, cuando concluye que existen innumerables indicios de que colaboró tácitamente en los negocios de su marido y se lucró de los beneficios obtenidos, como presuntamente demuestran las incontables facturas con su firma que obran ahora en poder de la justicia. 
A pesar de que se ha intentado por activa y por pasiva que Castro  olvidara la idea de sentar en el banquillo a la hija del entonces Rey, el principio de honradez que debe mover a cualquier profesional del campo jurídico, ha conseguido prevalecer, poniendo en evidencia que todavía, afortunadamente, existen jueces capaces de practicar la igualdad entre todos los ciudadanos, a la hora de establecer criterios inculpatorios, dejando de lado nombres y cargos.
Las evidencias existentes en este caso y la creencia de los implicados en él de que gozaban de una impunidad total por razones de sangre, han contribuido igualmente a que la investigación se haya podido desarrollar en plenitud y seguir el increíble rastro que han ido dejando tras de sí, sobre sus gastos, Cristina de Borbón y su esposo.
Imputados los dos ahora, tanto el fiscal como los abogados defensores ya han anunciado que presentarán un recurso y tendrá que ser la Audiencia Provincial de Mallorca quién se encargue de dilucidar si finalmente, se sentarán o no en el banquillo.
Tendrán que soportar, antes de adoptar su decisión, una presión mediática y ciudadana de gran calado y pensar con detenimiento que de su fallo dependerá y mucho, la opinión que la sociedad tenga a partir de ahora, sobre la actuación de la Justicia.
Porque si es verdad que se respeta el principio de igualdad y existiendo las evidencias que se dan en este caso concreto, Cristina de Borbón tendría que ser necesariamente acusada de los delitos que se le imputan, exactamente igual que su marido, su socio y la mujer de este.
Mientras se llega a la conclusión que fuere, el PP se da prisa en blindar a Juan Carlos y Sofía para que no puedan en ningún caso, ser citados como testigos, incluso si se diera la sospecha de que pudieran conocer los negocios que traían entre manos su hija y su yerno.
Ya dijimos que este era uno de los motivos que habían forzado la abdicación y ahora el flamante Felipe VI habrá de enfrentarse de lleno con la vergüenza de ver a su hermana imputada en un caso de corrupción y asumir que si quiere ganarse la confianza de los españoles, no habrá de interferir  en el resultado de la deliberación de la Audiencia de Palma.
Meticulosamente estudiada la maniobra, Felipe y Leticia, ahora Reyes de España, se han mantenido desde el principio lejos de la familia Urdangarín, para que no quedara dudas sobre su neutralidad en este caso.
El tiempo dirá si a los españoles nos queda algún resquicio de esperanza en el sistema jurídico que tenemos, o si ya está todo perdido y de nuevo esta vez, todo se resuelve sin que nadie entienda cómo, con un veredicto de inocencia.




martes, 24 de junio de 2014

El Mago Montoro


Como no podía ser de otra manera, después de conocer los resultados de las elecciones europeas, el Mago Montoro considera que este es un buen momento para dar salida a su Reforma fiscal y vuelve a sacar de su chistera una serie de medidas perfectamente adornadas con una buena dosis de populismo, pretendiendo convencer a los desencantados españoles de las bondades del Gobierno al que pertenece, creyendo que seguimos siendo aquellas inocentes criaturas a las que convencieron para que les votaran, en Noviembre de 2011.
Lo anuncia, como merece la ocasión, con una campaña publicitaria reforzada por la presencia de sus más ilustres compañeros y vendiendo el producto como si se tratara del remedio que puede sanar todos nuestros males, sacarnos de la crisis y devolvernos al mundo del consumismo que tanto gusta a los partidarios de las políticas capitalistas y tanta falta hace reactivar a un PP, que ha dejado a España sin seis millones de trabajadores, con su Reforma Laboral, ahora vigente.
Creyéndose más diestro que Houdini y aprovechando que el panorama está revuelto con esto de la abdicación real y la llegada de Felipe VI, vuelve al mundo de la interpretación pensando que el papel que le han asignado desde la Moncloa puede ser decisivo en el desarrollo de la trama actual, si con él puede ganar nuevamente la confianza del pueblo español, de cara a unas elecciones Municipales y Generales, que no pintan en absoluto bien, para el Partido que nos gobierna.
Pero los ciudadanos vivimos esta vez, muy pendientes del calendario electoral, estando como estamos, hastiados de soportar esta forma de hacer política que tiene Rajoy y que nos ha llevado de la mano a una situación de desesperación de tal calibre, que no parece tener vuelta atrás y que quisiéramos abandonar, si pudiéramos, hoy mismo.
La gente, afortunadamente, lee y se da cuenta de inmediato que el Mago  Montoro utiliza por enésima vez el viejo truco de favorecer a los que más tienen, ofreciéndoles unas rebajas mucho más altas que las que aplica a los sufridos trabajadores, a los que ya se encargará de cobrar de alguna otra manera, lo que aparentemente ahora regala.
Hace tiempo que a este mago de cuarta fila le asoman las cartas por debajo de la manga y que ni engaña ni ilusiona a nadie con la pretendida sutileza de su trabajo.
Por ello, todos hemos advertido el afán electoralista de sus Reformas, desconfiado de la manera que las expone y sabiendo, a carta cabal, que siendo él Ministro de Economía y perteneciendo al Partido que pertenece, seguiremos siendo nosotros y sólo nosotros, los encargados de pagar los platos rotos que ocasione su disparatada manera de llevar el país,  mientras los ricos de cuna y los corruptos que se han beneficiado del saqueo de las arcas públicas, continuaran viviendo de puta madre hasta que les hagamos abandonar el poder, cosa que llegará, no lo duden.


lunes, 23 de junio de 2014

Un adoctrinamiento encubierto


Un insuperable temor ha debido apoderarse de los Partidos mayoritarios, tras los resultados de las elecciones europeas y la entrada en los círculos de lo que hasta ahora era su poder exclusivo, de nuevas formaciones y muy especialmente de Podemos, está levantando ampollas hasta el punto de tener que recurrir a la táctica del ataque feroz, con tal de que la formación de Pablo Iglesias no continúe aumentando el número de votos, ahora que se acercan las Municipales y muy fundamentalmente, unas Generales que podrían convertirlo en la llave de Gobierno.
Tanto es así, que no sabiendo ya a qué recurrir para denostar  la buena fama con que cuenta  entre el pueblo, no se les hay ocurrido otra cosa que incluir en las pruebas de Selectividad, en Extremadura, una pregunta que invita a los estudiantes a contestar qué dirían y que argumentos emplearían para convencer a un amigo de que no votase a Podemos.
Como todos sabemos y por mucho que su Presidente se haya empeñado en desmarcarse del Gobierno Central, Extremadura está gobernada por el PP, que durante mucho tiempo ha estado luchando denodadamente por hacer desaparecer de los programas educativos la asignatura de Educación para la Ciudadanía, argumentando que podría ser considerada un adoctrinamiento de los alumnos en las teorías de la izquierda.
Esta lucha precisamente no ha cesado, hasta que la Ley Wert se ha encargado de hacer desaparecer la asignatura y de dar entrada como obligatoria y puntuable a la Religión católica, que eso sí, al ser la que casi todos los miembros del PP practican, no debe a sus ojos influir  en la formación de nuestros estudiantes.
Y ahora, esta pregunta absolutamente capciosa que se hace en unas pruebas que obligatoriamente deben pasar todos aquellos que quieran acceder a la Universidad y que constituye, en sí misma, un atentado contra la libertad de elección de los jóvenes que están a punto de poder votar por primera vez, justo en las próximas elecciones.
Si tener que estudiar Religión desde pequeños y verse obligado a responder a esta pregunta, sin saber qué ideología tendrá quién corrija el examen no es adoctrinamiento, esta vez real, aunque pretendidamente encubierto, no se sabe muy bien en qué punto se encuentra la línea que no debe nunca traspasar un profesor en ejercicio de sus funciones y quién la marca, con qué fin y esperando qué resultados en la conciencia de los alumnos que cursan las materias.
Ya trataron de adoctrinarnos suficientemente durante cuarenta años con aquella infame Formación del Espíritu Nacional, que nos “educaba” en los supuestos valores que se atribuía a sí mismo el franquismo.
Así que cuando llegó la Democracia, todos esperábamos con ansia la libertad de poder elegir por nosotros mismos el camino del pensamiento que nos marcara nuestra propia conciencia y no creímos posible que nunca jamás tuviéramos que volver a enfrentarnos con ningún otro intento de manipulación en la educación de quienes serían nuestros hijos.
Queda claro que la Derecha debe ser proclive a estas prácticas y que en  cuanto tiene la oportunidad de poder llevarlas a cabo, no duda en hacerlo.
Menos mal que la Sociedad ya no es aquella que amordazada por el miedo, no se atrevía siquiera a decir en voz alta lo que pensaba y ahora goza de una libertad de expresión, que permite denunciar en todos los medios y muy particularmente en éste, indignidades como las que referimos a lo largo de todo este artículo.
Si alguno de los alumnos extremeños fuera mi hijo, no duden de que recurriría inmediatamente la inclusión de esta pregunta en su examen de Selectividad, ya que enunciada con premeditación y alevosía, vulnera gravemente la independencia de su pensamiento, intentando convertirle en un ser manipulado por el poder, para que esté, otra vez, al servicio del mismo.


domingo, 22 de junio de 2014

A desaforar


Comienza una semana que puede ser clave en el panorama político español, no sólo por el estreno como Rey de Felipe de Borbón y la concesión de absoluta inviolabilidad a sus padres, refrendada por una Ley exprés, sino también porque todo hace augurar que el juez Castro hará por fin pública la instrucción del caso Noos, sentando en el banquillo a la Infanta Cristina y a su marido, demostrando que al menos para él, todos somos iguales ante la Justicia.
De ahí las prisas por aforar al Rey saliente y la atropellada elaboración de un documento legal que no deje resquicios por los que colarse en la intimidad de Juan Carlos y Sofía, de los que todos intuimos que podrían saber mucho más de lo que se ha dicho, sobre los oscuros negocios de su yerno.
Esto de blindar a tantos personajes públicos, en su mayoría relacionados personalmente con la política y que sólo sucede aquí, no se sabe por qué extraña razón o en base a qué temores, no solo vulnera gravemente el principio de igualdad entre los españoles, sino que coloca a los afortunados que son agraciados con esta concesión, en una clara posición de privilegio.
Parece, como si ser político hubiera de traer necesariamente consigo la imposibilidad de verse envuelto en ningún asunto judicial, aunque como todos por desgracia sabemos, son muchos los que se dedican a esta profesión que a diario lo están, hasta las cejas, en innumerables casos de corrupción que casi siempre acaban por saldarse o con un veredicto de inocencia o con una condena irrisoria que permite a todas luces disfrutar al reo del montante obtenido en sus negocios fraudulentos.
Debiera ser justamente al revés. Para los políticos, apartarse de la senda de la legalidad, habría de castigarse precisamente con muchísima más dureza, en tanto en cuanto el estar en contacto permanente con fondos públicos, significa que las cantidades que manejan son, en su totalidad, patrimonio de los españoles.
Y sin embargo, este Código penal nuestro, que en los tiempos que corren y en relación a los delitos fiscales, se ha quedado totalmente obsoleto, impone penas muchísimo más duras, a juzgar por lo que se ve, a un ladronzuelo que arrebata un bolso a una señora en la calle, que a un cargo público que incurre en varios delitos de gravedad, antes de embolsarse auténticos dinerales procedentes de las arcas teóricamente destinadas, a conseguir un mayor bienestar para todos.
La desprotección en queda la ciudadanía frente a la laxitud que las leyes conceden a estos ladrones de guante blanco y corazón negro, capaces de arruinar a Entidades múltiples, en los tiempos que corren, no puede ser más deprimente.
Por lo visto, hemos de conformarnos con que el capital procedente de nuestros impuestos y que debiera estar destinado a mejorar la Sanidad, la Educación y servicios sociales tan necesarios como la situación de enfermos dependientes, por ejemplo, acabe en cuentas de Paraísos fiscales a nombre de un testaferro que oculta la identidad de algún alcalde, parlamentario o Presidente de alguna Comunidad Autónoma, sin que según la Ley, pueda hacerse nada por evitarlo, ni se exija a los autores del delito, la devolución de lo sustraído con premeditación e infinita alevosía.
Desaforarlos a todos, bien podría ser un objetivo a conseguir, si no queremos encontrarnos en poco tiempo, con un país arruinado y una casta, como diría Iglesias, de nuevos ricos que obtuvieron sus fortunas a base de explotar a la sociedad en general y muy particularmente, a los trabajadores que han de contribuir obligatoriamente con la caja de Hacienda.
Esto terminaría con la impunidad de la clase política, una vez que ha quedado claro que sin castigo, hay infinitas posibilidades de reincidir en el saqueo de los bienes comunes, así que ahora que tanto se habla de que urge una reforma de la Constitución, habría que hacerlo también, con la misma urgencia, con el Código intocable que impide castigar a los culpables de casos fiscales, endureciéndolo especialmente.




jueves, 19 de junio de 2014

Volver a la realidad


Con el nuevo Rey ya coronado y la Selección española eliminada del mundial de fútbol de Brasil, los ciudadanos vuelven a aterrizar de bruces en la realidad, comprobando que desgraciadamente, ninguno de sus problemas ha desaparecido.
Tras la ceremonia celebrada esta mañana, el paseo de la comitiva real por las calles de Madrid, que Ana Botella se había encargado de engalanar y blindar exageradamente y la especie de Besamanos que se ha organizado justo antes de la Comida ofrecida por los nuevos Reyes, a los curiosos no les ha quedado otro remedio que regresar a sus casas y a los que no lo éramos, ni siquiera se nos ha permitido no ver las imágenes del evento, dada la profusión informativa que han venido ofreciendo todas las cadenas televisivas, siempre sobre este mismo tema.
No a todo el mundo le ha ido tan bien y unos cuantos valientes que se han atrevido a desoír la prohibición de manifestar sus simpatías por la República, han sido literalmente perseguidos por la policía por todo el centro de la Capital, produciéndose algunos enfrentamientos que han terminado en detenciones, sólo por lucir algunas camisetas y banderas republicanas, como si la libertad de expresión de los españoles hubiera desaparecido como derecho, con el estreno en el cargo del nuevo Rey.
Claro que teniendo en cuenta que la señora alcaldesa se ha estado dedicando a enviar a los policías municipales de puerta en puerta, para convencer a los habitantes de los edificios situados en la trayectoria del cortejo real de que engalanaran sus balcones con banderas españolas sufragadas por el Ayuntamiento, no es de extrañar que no estuviera dispuesta a consentir que un grupo de los que ella llama perroflautas, afeara la concienzuda organización en la que había puesto todo su empeño, como monárquica declarada que es y como poco receptiva a todo lo que pueda venir de otro lado, que no sea el situado en la derecha.
Que nos hayan prohibido protestar, no quiere decir que todos los españoles estemos a favor de la Monarquía como sistema de gobierno y menos aún, que nos hayan parecido bien estos fastos y no habría más que echar una mirada a los que han estado aclamando a la comitiva real, para comprender que el número de personas que ocupaban las calles no era, ni por asomo, representativo del pensamiento de una mayoría y sí de los que son en este país a los tradicionales inmovilistas que permanecen anclados a unas ideas más propias del siglo XIX, que de los tiempos que corren en la actualidad.
Tampoco el discurso del recién llegado ha parecido nada progresista y más bien, se ha limitado a repetir las manidas palabras que usan todos aquellos que toman de algún modo posesión del poder, con una declaración de intenciones que después, en casi ningún caso, se cumple.
 Teniendo en cuenta que cualquier cosa que hubiera dicho Felipe en el Parlamento, habría sido hoy recibida con clamorosos aplausos, debido a la magnanimidad de socialistas y populares y sobre todo, a la ausencia de los Partidos que han resuelto no estar presentes en el acto, en consonancia con su pensamiento, no es de extrañar que la única noticia destacable en la toma de poderes haya sido que Mas y Urkullo no hayan aplaudido su intervención, como por otra parte era de esperar, dadas sus intenciones separatistas.
Por otra parte, no consigo entender que aplaudir en un acto de esta índole haya de ser una obligación impuesta por el protocolo a todos los asistentes a él, estén de acuerdo o no, con las palabras que allí se pronuncian y francamente, me alegro de que al menos haya habido algún tipo de discrepancia que pueda demostrar que el cuento color de rosa que nos han pretendido vender esta mañana no era en realidad, tan absolutamente perfecto.
Sobre todo porque en la intimidad de su casa, ahora que el espejismo ha terminado, cada español se estará planteando que mañana tendrá que volver a enfrentarse a sus carencias, exactamente con la misma dificultad con que lo hacía anteayer, sin que la llegada del nuevo Borbón le haya traído ninguna buena nueva.
Y ya no le quedará además, ni siquiera el hipnótico que representaba ver a la selección de fútbol acercarse a la consecución de otro campeonato del mundo, pegado a la pantalla de la televisión… y en silencio.




miércoles, 18 de junio de 2014

De fastos y de hambre


Tratando de convencernos con un argumento de falsa austeridad, el Parlamento refrendará esta mañana la coronación de Felipe VI, en unos actos que contarán con más de dos mil invitados y entre fuertes medidas de seguridad que impedirán a una gran parte de los españoles gritar en la calle, lo que realmente piensan.
Y mientras se celebran estos fastos, casi dos millones de niños y sus familias miran con gran preocupación el fin del presente Curso escolar, que trae consigo el cierre de los comedores  que proporcionan a muchos alumnos  la única comida fuerte que hacen al día, debido a la imposibilidad económica que sus progenitores tienen para alimentarlos, a causa de la situación que les ha regalado la crisis.
Poco importa a estos colectivos, sinceramente, si un nuevo Rey se sienta en el trono y mucho que todas las comunidades que gobierna el PP nieguen la evidencia de su desnutrición, huyendo de la mala imagen que puede dar esta desgracia ente sus socios en Europa.
Así que solo las comunidades que no están bajo el mando de las huestes de Rajoy, han decidido que los comedores de los colegios continuarán abiertos en verano, con la idea de paliar, al menos en parte, los gravísimos problemas sociales que padecen estas familias.
Pero el hambre de nuestros niños es unan realidad que no puede negarse y no desaparecerá por poner en práctica una táctica de despiste, mientras se ignora de manera reiterativa que lo único que puede solventar sus dificultades sería que sus padres encontraran el modo de acceder a un puesto de trabajo de nueva creación, responsabilidad que compete en exclusividad a este Gobierno y que no parece constituir, visto lo visto, la principal preocupación del Partido Conservador, absolutamente enfrascado ahora, en depositar con suavidad a Felipe VI, en el Palacio de la Zarzuela.
No se entiende que en un momento de perentoria necesidad, pueda dedicarse ni un solo euro a la organización de unos actos que solo representan en realidad, un mero trámite administrativo y mucho menos, que quiénes van a ser coronados consientan el despilfarro que origina una sucesión, que bien podría haberse celebrado en la intimidad del Parlamento y que sin embargo requerirá de la presencia de siete mil policías en la calle y un dineral destinado al agasajo de los que asistirán a las posteriores recepciones y que son, como no podía ser de otra manera, representantes de las élites económicas y políticas.
¿Puede Felipe, de verdad, consentir este despilfarro, sabiendo fehacientemente que casi dos millones de niños españoles no tienen qué llevarse a la boca y más de seis millones de personas se encuentran en situación de desempleo, bajo el supuesto amparo de su corona?
Si puede, e ignora con su actitud lo que ocurre, mal empieza el camino de un reinado que se asienta de manera evidente sobre la extrema necesidad que padece un pueblo, a quien ni siquiera se permite decidir si está de acuerdo o no, con su manera de llegar a la jefatura del Estado.
Nosotros sí que sabemos, por desgracia, lo que es la austeridad y no quienes presumiendo que la practican, destinan los fondos públicos a actos desmesurados, arcaicos y obsoletos, como esta coronación de hoy.


martes, 17 de junio de 2014

Castillos de arena


Con toda la maquinaria preparada para la entronización del nuevo Rey y el empeño en convencer a la ciudadanía de que todo se hará con austeridad, los parlamentarios españoles que han apoyado en un ochenta y cinco por ciento la decisión de abdicar de Juan Carlos, esperan que los actos del día 19 no se les escapen de las manos y todo pueda llevarse a cabo con normalidad, como si de un traspaso de poderes políticos se tratara y nada tuviera que ver con la continuidad de una institución arcaica, como es la Monarquía.
Blindando la tranquilidad de Felipe y Leticia, con fuertes medidas policiales que les permitirán circular por Madrid sin ser increpados por nadie, se han prohibido para ese día todas las manifestaciones a favor de la República y poco o nada se habla de los grupos parlamentarios que sintiéndose identificados con ella, no acudirán a la coronación, en lógica coherencia con su pensamiento.
Tampoco asistirán los Reyes salientes, aduciendo que no desean restar esplendor a un acto, cuyo protagonismo corresponde exclusivamente a su hijo, aunque resulta extraño, la verdad, que unos padres no estén presentes en el que seguramente será el acontecimiento más importante de la vida de su retoño, a no ser que existan razones ocultas para su ausencia, como pudiera ser que la abdicación no haya sido tan voluntaria como se nos quiere hacer creer y más bien, haya sido finalmente forzada por no se sabe que oscuros sucesos.
Pero este reinado que empieza, ya lo hace con una fragilidad que no es posible ocultar a la inteligencia de los españoles y el castillo en el que vivirán los nuevos Reyes está construido, metafóricamente, de arena, siendo por tanto susceptible de derrumbarse en cualquier momento, con sus habitantes dentro.
Han pasado ya muchos años desde que terminó la transición y el momento histórico que atravesamos viene marcado por una extrema dificultad, que seguramente no podrá ser resuelta por quien llega a la cabeza del Estado por razones de sangre y no legítimamente elegido en las urnas por aquellos en quienes recae la verdadera soberanía, en este caso el pueblo, según reza en nuestra Constitución.
En vista de estas circunstancias, ya lo decíamos el otro día, el ciudadano Felipe de Borbón obraría bien, si como primera medida de su nuevo reinado, anunciara la convocatoria de un Referendum que legitimara o no, de una vez, la situación personal en que se encuentra y que evidentemente, desagrada sobremanera a una buena parte de la sociedad que desde ahora estará, al menos aparentemente, bajo su mandato.
Porque aunque los partidos mayoritarios estén empeñados en llevarle en volandas hasta el trono y en allanarle el camino que conduce directamente al Palacio de la Zarzuela, lo cierto y verdad es que Felipe, ni cuenta con el consenso necesario para empezar con buen pie, ni puede apoyarse en los argumentos que tuvo su padre para convertirse en Rey, con Franco recién muerto y los  militares amenazando permanentemente con dar un golpe de Estado que colocara al frente de la Nación, a otro de los suyos.
Es más, Felipe va a encontrar un país mancillado, vejado y empobrecido por los efectos de una crisis que no termina de pasar e indignado hasta la médula, no solo con la actuación de los políticos, sino también y muy particularmente, con los escándalos protagonizados por destacados miembros de la Casa Real, empezando por el propio Juan Carlos y sus cacerías de elefantes y terminando por la más que presunta implicación de su propia hermana y su marido, en uno de los casos de corrupción más mediático, de los muchos que han sido descubiertos en los últimos tiempos.
Por tanto, nada tiene que ver su entrada en escena con la que protagonizó su padre, ni la mentalidad de los españoles es la misma que tenían en el año 1975, sobresaltados aún por el terror que se había encargado de inculcarles el aparato de la Dictadura.
Libres para hablar y decidir, al menos teóricamente, los ciudadanos del 2014, estudiarán con lupa todos y cada uno de los actos que protagonicen los que ahora se hacen cargo de la corona y tengan por seguro, que no perdonarán ni siquiera el más pequeño desliz en una trayectoria que habrá de ser, forzosamente, inmaculada y de total transparencia.
No habrá lugar, a partir del día 19, para hechos que puedan traer consigo tener que pedir un apresurado perdón, ni para los malos gestos a que nos tiene acostumbrados Leticia durante determinados actos públicos, según le sople el viento.
Y que quede muy claro que reinarán, sustentados en el apoyo que el bipartidismo les blinda, pero que nada tiene que ver con la realidad que se vive en la calle, ni con lo que opinan, casi en su totalidad, esos que ellos podrán considerar como súbditos, pero que son, en verdad, ciudadanos libres y preparados para decidir qué sistema desean como forma de Gobierno.




lunes, 16 de junio de 2014

Elogio de la impaciencia


Es común considerar la paciencia como una gran virtud y afear a los que no la tenemos, que exijamos rapidez en la resolución de los problemas, recurriendo al manido argumento de que cada cosa lleva su tiempo, considerando políticamente incorrecto a todo aquel que hace de la vehemencia y la reiteración, un vehículo para reclamar sus derechos.
Pero después de los años pasados y de los terribles recuerdos que nos ha dejado esta crisis, que ha colocado a una inmensa mayoría de ciudadanos al límite y más allá, de lo que se puede soportar en la cotidianidad de la vida, la infinita paciencia demostrada con creces por este pueblo nuestro y el inmovilismo de todos los que han decidido que de nada vale luchar, no han servido, como se puede comprobar, absolutamente para nada.
No ha hay habido periodo de reflexión a la hora de aplicar las políticas de recortes por Decreto, ni en la ejecución judicial de ninguno de los desahucios, ni en la aplicación de la Ley de Reforma Laboral que ha puesto a miles de trabajadores en la calle de un día para otro, sin darles tiempo a asumir que de la noche a la mañana y en innumerables casos, después de muchos años trabajando en su empresa, tendrían que ocupar un lugar en las nutridas filas del paro y buscarse algún tipo de ayuda para mantener a sus familias, desprotegidos por la dureza que Rajoy ha traído a las condiciones de los despidos y a la imposibilidad de encontrar nuevo empleo, unas veces por lo avanzado de su edad y otras por juventud, como se ha visto en los ejemplos que todos conocemos.
Y sin embargo, no existe político que no reclame en sus discursos paciencia para soportar la amargura que nos aflige, ni Institución adherida al poder que no intente por todos los medios de convencer a los ciudadanos de que si esperan un tiempo prudencial, sus situación quedará automáticamente resuelta, aunque sin aclarar en qué condiciones llegará esa resolución y si serán suficientemente buenas para quienes durante años, se han visto obligados a soportar todo tipo de carencias.
Así que teniendo en cuenta el estrepitoso fracaso que hemos obtenido  anclados, como estamos, en esta postura de estoicismo, bien parece apostar por probar a poner en práctica una furibunda impaciencia, a la hora de reclamar todo aquello que se nos robó, exigiendo que nos sea restituido con la misma inmediatez con que se hizo desaparecer de nuestras vidas, por pobra y arte de nuestro gobierno.
Ya no queremos, sino ser impacientes, pues no podemos aguardar eternamente a que el señor Rajoy y los suyos encuentren un camino por el que sacarnos del abismo, a fuerza de probar tácticas que van encaminadas desde su mismo nacimiento, al fracaso.
No cabe espera para quienes han visto derrumbarse el estado de endeble bienestar en el que vivían, ni en los que todo lo han perdido, hasta las esperanzas, aguardando por imperativo legal, la más que probable imposibilidad de un milagro.
Conviene ahora, elogiar la impaciencia y practicarla y no dar tregua a los que disfrutando de una situación privilegiada y escudándose en que teóricamente representan la voluntad del pueblo español, ignoran descaradamente la voz que reclama un cambio radical del Sistema y permanecen anclados a una posición de poder, que únicamente a ellos beneficia.
Abrir las ventanas, alzar la voz y salir de la mansedumbre que nos imponen los que no actúan sino en beneficio de los poderosos, ha de ser necesariamente, una obligación para todos los que perdimos algo en esta guerra y la impaciencia en recuperarlo debiera ser considerada, desde ahora, una virtud a exigir, si no queremos dejar morir la poca o mucha dignidad que nos queda y que debemos defender como el bien más preciado de cuántos tenemos, los que nunca ocuparemos un cargo que nos garantice el bienestar, para toda la vida.

 



domingo, 15 de junio de 2014

Hipnótico perfecto


Comienza el Mundial de Fútbol, justo cuando los españoles parecían emocionarse con la brillante entrada de Podemos en el panorama político y coincidiendo con el debate que sostienen, entre Monarquía y República, los grupos que conforman el Parlamento, además de con la guerra interna que se ha declarado en el PSOE, por la sucesión de Rubalcaba y con la recta final de la instrucción del caso Urdangarín, que al fin parece que va a concluir en breve, según fuentes cercanas a medios judiciales.
Así que mientras las selecciones de diferentes países disputan en Brasil el título mundial y se adormecen las conciencias con el negocio más redondo de cuántos se conocen, en España tendremos, si un milagro de los gordos no lo remedia, la entrada en escena de un nuevo Rey, la lucha entre varios candidatos por ocupar la Secretaría General del segundo Partido en número de votos y probablemente, la conclusión de uno de los casos más mediáticos de corrupción de los últimos tiempos, amén de la implantación de una Ley que blinde judicialmente al Rey saliente y a su señora esposa y todo esto, prácticamente sin que nos enteremos, precisamente por estar, literalmente, pegados a una pantalla de televisión.
El hipnótico perfecto, llamado balompié, consigue sentar en el sofá a millones de españoles, dejando las calles vacías de coches y contaminación durante quince días y que no se hable de otra cosa en los bares, en los parques y allá donde se reúna un grupo de personas, sin que ya no interese nada más que los resultados que se vayan produciendo en los campos brasileños.
Tristemente derrotados por el discurrir de un balón sobre la hierba, los graves trastornos que viene ocasionando la interminable crisis, desaparecen de las portadas de los diarios que son ocupadas en su totalidad, por alguna de las múltiples jugadas que protagonizan los equipos participantes en el evento, como si el mundo y el País en concreto, se hubieran paralizado repentinamente y ya no existiera nada más en la vida, que las victorias que se producen en cada enfrentamiento y que van aclarando quiénes será finalmente, los que se alcen con la consecución de tan imprescindible triunfo.
Una busca alguna rendija por la que escapar de la reiterativa pesantez que le produce el dichoso espectáculo, pero resulta francamente difícil huir del tema en cuestión e incluso negarse rotundamente a ser absorbida por los efectos adormecedores que produce su contemplación, porque la lucha se convierte en incomprensiblemente individual y perdida por goleada.
Qué soluciona a los seis millones de parados, a los estudiantes a quienes se les ha retirado la beca, a los usuarios de la Sanidad y la Educación pública a quienes se han robado una parte importante de sus derechos, a los funcionarios a los que se ha reducido visiblemente el sueldo, a los jubilados que han perdido parte de su pensión y a todos los colectivos que han sufrido las consecuencias de todas las medidas de recortes, este circo mediático, es una incógnita que francamente, no soy capaz de resolver y me cuesta mucho aceptar que la multitud de problemas que padecemos puedan parecer enterrados como por arte de magia, simplemente porque un lance deportivo se esté celebrando, precisamente en un País, absolutamente necesitado de inversiones urgentes en temas sociales, que quedan relegadas a un segundo plano, a favor del negocio del siglo.
Esto lo saben bien los millones de brasileños que se juegan el tipo entre fortísimas medidas policiales, protestando enérgicamente por la celebración en su territorio, del acontecimiento.
Aquí, cuando todo termine y los alienados espectadores consigan despertar de su inducido sueño, muchas cosas importantes habrán cambiado aquí y desgraciadamente para nosotros, otra vez, no habremos participado ni en su elaboración, ni en su implantación forzosa y permanente.


 



jueves, 12 de junio de 2014

Memoria de un valiente


Donde quiera que estés, amigo, ahora que has emprendido ese viaje al que no hemos podido acompañarte, dejando en nosotros la huella profunda e imborrable de tu recuerdo, este torrente de lágrimas que no puede aflorar, se transforma en palabras que quizá no pudimos decir, creyendo que nos quedaba aún mucho tiempo.
No quiero que quede en la memoria, ni en ese lugar preferente que todos tenemos en el corazón, otra imagen que no sea la de tu sonrisa, ni otra sensación más que la de los buenos momentos que vivimos, como había que vivir, basando el lazo inviolable de la amistad en una cascada imparable de alegría, por todos los caminos que recorrimos y demostrando que cuando hay unidad, ni siquiera existen las distancias.
La suerte de andar a tu lado, de coincidir contigo en el tiempo y de quererte y de que nos quisieras, como deben ser las querencias, sin otro afán que el de practicar el amor, ya supone en sí mismo un triunfo, de esos de los que los hombres podemos sentirnos orgullosos, por ser únicamente lo que son y pertenecer como pertenecen, únicamente al mundo de los sentimientos.
Y aunque podría enumerar mil razones que sustentaran estas querencias y la admiración que por ti sentimos desde el primer momento, recordando los últimos años, no queda más remedio que confesar, que nunca habíamos conocido a nadie tan valiente.
Valentía, ahora lo sé, es afrontar la vida como viene y acomodar el paso en silencio, al ritmo que marca lo que nuestra historia nos trae, a cada cual, dejándonos decidir en soledad cómo queremos dibujar nuestro propio destino, mientras legamos, a la vez, un  ejemplo de vida a los nuestros, que será el que perdurará y el que nos mantendrá vivos en ellos, todas y  cada una de las veces que piensen en nosotros.
Y ese pequeño paso, apenas imperceptible para el mundo, que damos por la fuerza que mueve nuestra voluntad, marca la enorme diferencia entre los hombres grandes y pequeños, convirtiendo a los que lo dan, en uno de esos héroes anónimos que nunca ocuparán las páginas de ningún diario, pero sí  en el corazón de quienes les conocimos.
  Queriendo apartar el dolor, el cáliz amargo de la ausencia, no sé por qué, me viene la imagen de tu espíritu, al fin libre de todo dolor y sufrimiento, sobrevolando los verdes valles de Boí Taüll, en los que una vez fuimos tan felices.
Descansa en su paz, amigo Josep. Nunca te olvidaremos.


miércoles, 11 de junio de 2014

Salud y República


Rodeados por un numeroso grupo de personas, que reclaman un Referendum por el que los españoles puedan decidir entre Monarquía o República, como Sistema de Gobierno, los Diputados aprueban la Ley de Abdicación del Rey, con el apoyo natural de todos los miembros del PP que se sientan en el Congreso y la disciplina de voto que el PSOE impone a los suyos, desoyendo las voces que reclamaban libertad  para que cada cual pudiera expresar su opinión personal, precisamente en este asunto.
Viniendo como vienen los socialistas de un Partido que nació con clara vocación republicana, llama poderosamente la atención que los dirigentes actuales hayan decidido forzar a sus representantes en las Cortes a prestar un apoyo a la Monarquía, que en la mayoría de los casos no se corresponde con la ideología personal que defienden, o al menos con la que defendían hasta que la derechización acabó invadiendo un colectivo que hasta entonces, se había considerado de izquierdas.
Abusando del argumento que defiende la intocabilidad de una Carta Constitucional, aprobada expresamente para los años de la transición y con las concesiones que entonces se dieron obligatoriamente para evitar que un estallido social siguiera a la muerte de Franco, los socialistas parecen haber abandonado definitivamente los principios fundamentales que movieron su nacimiento y se enrocan ahora en una teoría de absurdo agradecimiento a la figura de Juan Carlos, que a este paso se va a convertir en eterno, en cuanto sea un hecho la entronización de un nuevo Rey, que no ha sido elegido democráticamente, por los votos de todos los ciudadanos.
Tampoco esta vez se ha tenido en cuenta la opinión de otros grupos minoritarios que defendían el derecho de los españoles a decidir sobre su forma de Gobierno, ni el espíritu republicano que existe de hecho, en una buena parte de los que se sientan en el Parlamento y solo se ha podido conseguir, a instancias de IU, que la votación se realice a mano alzada y que, por tanto, se pueda saber por qué se decanta cada uno, pertenezca al Partido que pertenezca.
Solo le faltaba al PSOE un error de tamaña magnitud, que viene a sumarse a la multitud de problemas que están convirtiendo al Partido centenario en un incomprensible esperpento del que nadie conoce el final y que coloca a sus más significados protagonistas y a la cúpula saliente, en una ridícula posición que no hace, sino agrandar las distancias existentes con las clases populares, que miran atónitas como se va derrumbando un Partido en el que una vez, mayoritariamente, confiaron y que no ha sido capaz de mantener la ilusión que antaño provocó, por la espantosa gestión que han venido haciendo sus líderes.
El grito de Salud y República, que durante años fue el saludo que entrecruzaban los militantes socialistas al encontrarse en los actos en que coincidían, ha quedado hoy muy atrás y por lo que hemos vivido en los últimos tiempos, yo diría que nunca jamás volverá a pronunciarse y que quedará definitivamente enterrado y únicamente será referido, quizá cuando transcurra el tiempo, como una mera anécdota que protagonizaron hombres y mujeres, cuando el mundo se movía por ideales y no por motivos exclusivamente crematísticos y por ambición de poder, como desgraciadamente sucede ahora.




martes, 10 de junio de 2014

Acoso a la docencia


Encontrar fórmulas para denostar la labor de los docentes, parece haberse convertido en una norma común para los dos grandes Partidos que se han repartido el poder en España, al menos hasta ahora.
Los unos por clasismo y los otros por un populismo exacerbado, han ido desgastando paulatinamente las atribuciones del profesor, llegando a colocarle en una indefensión absoluta ante las reclamaciones de los alumnos y sobre todo, de unos padres que nunca terminan de aceptar que sus hijos sean suspendidos por no haber cumplido los objetivos marcados por los programas y que suelen achacar el fracaso personal de sus vástagos, como no, a la rigidez de criterios de quiénes los enseñan.
Se ha convertido en algo natural cuando los niños suspenden, sobre todo en Secundaria y muy particularmente, en el curso al que sigue la Selectividad, que los progenitores recurran a instrumentos legales que suelen estar ocultos en la letra pequeña de las programaciones de las asignaturas, apostando por que la magnanimidad de los inspectores de zona que no desean verse inmersos en procesos de reclamación que constituyen un trabajo extra,  acuda siempre en su favor, otorgando aprobados que harían sonrojar a cualquier profesional que se precie y que distan mucho de aportar al sistema educativo español, esa excelencia en el alumnado que todo el mundo pretende.
La Junta de Andalucía acaba de enviar un Decálogo a los Institutos de Secundaria, en el que aclara al colectivo bajo su mando, todos los pasos que se seguirán, en el caso de tropezarse con reclamaciones al final de curso y que llega a exigir la grabación de los exámenes orales, como prueba fehaciente de que el profesor no sobrepasará en ningún caso los límites establecidos, aunque dudando muy seriamente de su profesionalidad a la hora de evaluar a un alumnado con el que han convivido, al menos, durante todo un  curso académico.
Viene a decir el documento, que difícilmente se fallará a favor del profesorado en aquellos casos que se reclamen y que los padres son un colectivo al que hay que mimar, tengan o no razón, en la exposición de sus argumentos.
Si las Instituciones no respetan en absoluto la labor de los profesores de la Enseñanza Pública y como parece, permiten que pasen de nivel alumnos que han sido evaluados con notas, generalmente bajísimas, ¿cómo pueden los docentes exigir a quienes asisten a sus clases un seguimiento serio de la materia que se imparte, sabiendo como saben que estudien o no, si reclaman, van a terminar aprobando?
La falta de consideración hacia el buen hacer de los funcionarios de la docencia y la poca importancia que se da a que la formación que se ofrece pueda llegar a ser de auténtica calidad, no puede ser más evidente.
Habrá que recordar que para ocupar una plaza de Profesor titular en el sistema educativo español, hay que aprobar unas durísimas oposiciones que exigen una dedicación absoluta al estudio durante al menos, un par de años y que a veces, incluso después de haber aprobado con excelente puntuación, muchos aspirantes no consiguen el puesto, teniendo que volver a presentarse, algunos, en varias ocasiones.
¿Y todo para qué? ¿Para qué finalmente su criterio de evaluación sea echado por tierra por una Administración empeñada en evitar conflictos con padres a los que lo único que importa es que sus hijos consigan el aprobado, independientemente de que conozcan o no las materias que componen el año que cursan?
Decididamente, también  en esta importantísima cuestión, los dos grandes Partidos necesitan un duro correctivo que ayude a determinar qué clase de Enseñanza es la que se oferta al alumnado español y que devuelva al profesorado en general, el sitio que se le ha venido hurtando reiterativamente, con cada nueva Ley aprobada por cada nuevo Ministro que llega al poder.
De todos es sabido que para los padres, si el niño aprueba, es porque su inteligencia no tiene límites, pero si suspende, es porque el profesor carece de formación, o simplemente porque por alguna insólita razón, no puede soportar al alumno en cuestión y el cero es un modo de venganza y no una justa apreciación de los resultados y el trabajo demostrados por el alumno a lo largo de todo un año.
A este paso, pronto se entregará a los padres el primer día de curso, un impreso en el que puedan evaluar como deseen a sus propios hijos, que no podrá discutirse ni modificarse, estudie o no estudie el alumno y que, desde luego, hará felices a las Inspecciones, por el nulo nivel de conflictividad con el que tropezarán cada Junio, cuando termine el calendario escolar establecido.
En su defecto, los profesores acabarán por convertirse en meros espectadores de la evolución que quieran seguir sus alumnos y sobre todo, de la percepción que cada padre tenga de su hijo y de su manera de afrontar el reto que constituye su propia formación, que de este modo, no puede jamás llegar a ser buena.


lunes, 9 de junio de 2014

El puzle se completa


La complicadísima trama del caso Bárcenas, tiene al juez Ruz sumido en un maremágnum de eternas investigaciones que empiezan a dejar sentados algunos hechos y que van confirmando, punto por punto, la veracidad de los papeles intervenidos al ex tesorero, que el PP siempre negó con rotundidad, huyendo apresuradamente hacia adelante.
Al magistrado no le queda duda de que existió una financiación ilegal del Partido y que muchos de sus líderes recibieron sendos sobresueldos, cuyo importe quedó escrupulosamente anotado durante años, en las cuentas paralelas que manejaba el encargado de las finanzas en Génova.
También parece establecer que una buena cantidad de esos fondos fueron hábilmente desviados hacia bancos suizos y baraja ciertas informaciones que, según fuentes cercanas, comprometen a cierto político de renombre que podría haber sido el otro titular junto a Bárcenas, que tuviera acceso a los fondos depositados en el País helvético.
Calla el PP entretanto, como ha venido haciendo desde que se conocieran los delitos fiscales de aquel en quién tanta confianza tenían y si se les azuza, niegan la mayor desviando la atención de los medios hacia otros de los muchos asuntos que centran la actualidad de los últimos días, marcados ahora por la oportuna marcha del Rey y también por la del opositor Rubalcaba, que les ha venido estupendamente para no tener que referirse a lo que el juez Ruz trae entre manos.
Pero a medida que va pasando el tiempo, lo que empezaron siendo sombras de sospecha sobre la implicación de la cúpula directiva del PP, se va transformando lentamente en pruebas indiscutibles que probablemente Ruz está entrelazando, con la intención de acabar por componer un puzle que en principio, parecía ser de una dificultad extrema y que al final  va a dejar absolutamente claro quién era cada cual y qué papel jugaba en la presunta red de extorsión ejercida contra el empresariado español que quería conseguir de alguna forma, contratos relacionados con las obras públicas.
El PP juega, eso sí, con que el paso del tiempo termine por desgastar la magnitud del escándalo, aunque no cuenta con el nivel de indignación que sus políticas han ocasionado en un pueblo, que ya no está dispuesto a perdonar las veleidades relacionadas con la corrupción que los políticos acostumbran a cometer, por desgracia, con demasiada frecuencia.
Así que cuando acabe la instrucción de este caso, por muchos años que pasen, encontrarán enfrente a un montón de colectivos que exigirán, sin ningún género de dudas, que los culpables sean juzgados y paguen por los delitos cometidos, llámense cómo se llamen y ocupen el cargo que ocupen.
La flaqueza de la memoria de los españoles se ha corregido casi en su totalidad por la dureza de los recuerdos que han ido dejando en la colectividad las medidas aprobadas por el PP a golpe de Decreto y la imbecilidad que se supone a las clases populares, casi siempre apoyada en su natural inmovilidad, no deja sin embargo lugar al perdón, cuando se han estado evadiendo fondos que son de todos, mientras se exigía a los trabajadores un nivel insoportable de sacrificio.

Esos tiempos quedaron atrás y más, ahora que parece que el pueblo por fin ha despertado de su letargo para apoyar otras opciones.

domingo, 8 de junio de 2014

Flores para el caído


Todos los españoles hemos sido testigos durante mucho tiempo de la lucha encarnizada que han mantenido Rajoy y Rubalcaba, no solo en sus enfrentamientos verbales en el Congreso, sino en todas las ocasiones en que ambos han sido preguntados sobre el adversario, llegando incluso a traspasar las líneas de la ética, como dos enemigos que parecían, al menos en apariencia, absolutamente irreconciliables.
Pero todo ha cambiado tanto tras el resultado de las europeas, que parece que hubieran transcurrido al menos un par de años, a juzgar por toda la serie de bombazos informativos que se han venido produciendo, después de que la Formación de Pablo Iglesias se haya encargado de recordar, de forma contundente a los dos Partidos mayoritarios, que nada es eterno y que el poder puede ser tan efímero, como los ciudadanos se propongan.
Se ha ido el Rey y también Rubalcaba decidió finalmente abandonar su puesto y he aquí que como por arte de magia, ese gesto ha bastado para que  Don Alfredo se haya convertido en un político de cualidades extraordinarias, absolutamente fiable y leal, según reza en las últimas declaraciones de todos los líderes del PP ante las cámaras de televisión, ya que han debido borrar de un plumazo todo lo sucedido en el pasado más inmediato, empezando por una serie de gravísimas acusaciones que debían ser, si nos guiamos por la postura actual, absolutamente inciertas.
No se sabe muy bien si esto es un  agradecimiento por haberles allanado el camino de la competición por el poder, dejando como ha dejado Rubalcaba a un PSOE herido de muerte y enzarzado en una encarnizada guerra sucesoria o un respiro de alivio al comprobar que el lobo feroz al que tanto temían desde las filas de Rajoy, al final era un monárquico convencido que no va a dar ninguna guerra reclamando la llegada de la tercera República.
Pero la verdad es que hemos pasado de una agresividad paranoica a una continua adulación endulzada por halagos que hace apenas un mes nos hubieran parecido impensables y que en el fondo, vienen a demostrar que los políticos son, per se, veleidosos y nada fiables en sus apreciaciones, sobre todo por la rapidez con que son capaces de cambiarlas.
Un poco más y en una de esas visitas que acostumbran a realizar los populares al Vaticano,  proponen al Papa Francisco la inmediata canonización de Rubalcaba, por sus innumerables virtudes y le colocan en los altares como ejemplo para generaciones venideras de lo que debe ser un opositor en el Parlamento, honrado, fiel y capaz de abandonar caballerosamente cuando advierte que sobra, en el terreno de la política.
Poco o nada importa que los españoles hayamos oído toda la suerte de lindezas que los conservadores han venido dedicándole al líder de la oposición y no solo en esta negra legislatura de Rajoy, sino también y muy particularmente, durante los tiempos en que fue Ministro del Interior con Zapatero, en el que llegaron a acusarle de haber filtrado información a la ETA, provocando una reacción de absoluto rechazo hacia él, en todas las víctimas del terrorismo.
Como a los ciudadanos se nos suele considerar imbéciles desde las altas esferas, el PP puede que pretenda que aceptemos su cambio de postura y hasta que lo acojamos con aplausos, como si el pasado se hubiera borrado de repente de nuestras mentes, a causa de una amnesia irremediable que nos roba los recuerdos almacenados y que por desgracia para ellos, suelen ser indelebles.
Ahora resulta que no solo se ha terminado la crisis y España avanza imparable hacia una recuperación económica que sin duda asombrará al mundo con su magnitud, sino que además, Alfredo Pérez Rubalcaba es un dechado de virtudes que ni ha hecho daño a su Partido, ni ha discutido jamás con el PP, en todos los larguísimos años que ha durado su permanencia en el mundo de la política.
Y nosotros, nos lo creemos.


jueves, 5 de junio de 2014

Vía de urgencia


Los efectos colaterales de la abdicación ya empiezan a producirse y los políticos favorables a la continuidad de la Monarquía tropiezan de bruces con el  problema de que al no ser ya Rey, Juan Carlos pierde el aforo del que disfrutaba, quedando así a merced de la justicia, en caso de que se viera implicado en algún delito.
Estando las cosas como están, los juristas se afanan en discernir rápidamente una vía que pueda prolongar el aforo de forma vitalicia y todo hace prever que darán con la fórmula antes de que se produzca la entronización de Felipe y de que en el caso de ser acusada la Infanta, se produzca un juicio que le toca de forma tan particularmente cercana.
Esto sí que lo harán con rapidez, ya que conviene y mucho dejar arreglado el futuro del rey saliente, sin que se puedan producir sobresaltos que turben la vejez del Monarca y por añadidura, la de su cónyuge, allá dónde decidan estar, una vez que culmine el proceso sucesorio.
Decíamos el otro día que la finalización de la instrucción del caso Noos está cerca y que puede que incluso la próxima semana, el Juez Castro acuse formalmente a Cristina de estar implicada en la causa y la siente en banquillo, junto a su marido y a su socio, exactamente igual que a la mujer de este.
Suponíamos también que este ha podido ser uno de los motivos que han precipitado la abdicación y que el cabo suelto del desaforamiento real, debe estar preocupando muy seriamente a los que se encargan de sus asuntos legales, por si pudieran surgir en el futuro, dudas sobre el auténtico conocimiento que el Rey tenía, sobre los negocios de su hija y su yerno.
Naturalmente, sin estar aforado, podría ser citado por los abogados a declarar, como cualquier ciudadano de a pie y la verdad, sería chocante ver al que hasta hace solo unos días era el Rey, entrando en una sala de juicios para responder a las preguntas de los magistrados, a las que tendría que contestar, por ley, con la verdad y nada más que la verdad, como mandan los cánones.
Por eso el aforamiento del ya ex Rey, no tropezará con las mismas trabas de tiempo con que lo hace cualquier cuestión relacionada con la gente de a pie y se tramitará seguramente por la vía más rápida de cuántas se han conocido en la historia entera de nuestro país, dadas las circunstancias.
Porque tampoco ayudaría en nada al futuro Felipe VI, que su padre se viera envuelto, nada más haberse sentado él en el trono, en el enrevesado caso que ha hecho de Urdangarín, uno de los personajes más odiados por los ciudadanos de a pie y para el que se exige, ante todo, claridad meridiana y todo el peso de la justicia.
Verdad es que Juan Carlos quizá podría aclarar que encerraban sus palabras cuando instó a su yerno a abandonar los negocios que luego le estallaron en las manos y que han arrastrado a su esposa hasta la situación de sospecha en que ahora se encuentra, pero la idiosincrasia del sistema judicial de este país, con toda probabilidad, impedirá que los españoles podamos tener acceso a las declaraciones del Rey, ya que para entonces se habrá urdido la manera de que permanezca aforado, quedando para siempre exento de cualquier encuentro con la justicia.
Poco o nada importa, si este enrevesado caso de corrupción queda incompleto y con los antecedentes a los que estamos acostumbrados, todo hace presagiar que cuando se juzgue, habrá una sentencia liviana para los implicados en el, siempre dependiendo del juez a quién finalmente se asigne.
Pero el aforamiento del Rey, denlo por hecho. Y asómbrense, en tres o cuatro días.


miércoles, 4 de junio de 2014

Coronas y balones


Con la abdicación del Rey y a pocos días de que comience el Mundial de fútbol en Brasil, el grueso de los españoles parece no mirar a otro lado que no sea el Palacio de la Zarzuela y las peripecias de la Selección, ahora en Washington.
Pero el País continúa sumido en la profundidad de una crisis que no acaba de remontar, a pesar del triunfalismo que expresa Rajoy y no a todos los ciudadanos les agrada tener que seguir soportando la existencia de una Monarquía, que por edad, ni siquiera pudieron aceptar cuando se aprobó la Constitución, en 1978.
Muchas de estas personas han visto en la marcha de Juan Carlos una ocasión para expresar su deseo de que antes de que Falipe VI sea coronado, se convoque un Referendum, en el que se pregunte abiertamente para que la sociedad  pueda decantarse entre Monarquía y República y así lo han manifestado en las calles, a falta de otros foros en los que ser oídos por sus representantes políticos.
Pero no está el Partido Popular por permitir ningún tipo de Consulta que pueda poner en peligro el absolutismo de su mandato, que se ha venido apoyando reiterativamente en la excusa que le ofrece haber obtenido en las urnas, una mayoría absoluta.
Teniendo como tiene en sus filas a un gran número de trasnochados monárquicos, que proceden directamente de los adeptos que tuvo D. Juan durante los años de la dictadura, Rajoy nunca se arriesgaría siquiera a plantear la posibilidad del Referendum, sobre todo por no incidir aún más en las graves disidencias que ya se cuecen en el seno de su Partido.
Quien debiera solicitar, por dignidad, la celebración de la Consulta, sería precisamente el que ahora es aspirante a ser el próximo dueño de la corona, si no quiere empezar un reinado asentado en la oposición absoluta de una parte importante de la sociedad española, que no solo está compuesta por jóvenes que no entienden la supervivencia de una Institución obsoleta, sino también por gente mayor, que nunca comulgaron, por ideas, con otro sistema de gobierno que no fuese el de la República.
Pero la  idea de abandonar privilegios vitalicios no suele ser asumida de buena gana por nadie que se crea con derecho a ellos y menos aún, por quién ha sido preparado desde la más tierna infancia para seguir la dinastía de su padre y que por su trayectoria familiar, ni siquiera parece entender que pueda existir alguien que cuestione la Monarquía, por considerarla como algo natural, por tradición histórica.
Tampoco parece ayudar en este caso, tener al lado una plebeya que no viene precisamente de un linaje noble y que debiera estar, por su procedencia, mucho más informada de lo que se piensa en el que ha sido su entorno natural, hasta que por matrimonio se convirtió, como por arte de magia, en Princesa.
Así que mucho me temo que habrá coronación y que al coincidir con el fútbol, España quedará paralizada hasta después del Verano.
En cuanto empiecen las retransmisiones televisadas de los mundiales, las calles quedarán definitivamente desiertas y a más de uno, le será indiferente quién mira la caja tonta en la Zarzuela.
Definitivamente, el fútbol es ahora el opio del pueblo.