Lo peor que le puede pasar a un Partido de derechas es perder
el apoyo de la prensa que le venía siendo afecta, cosa que casi siempre ocurre
cuando surgen desavenencias insuperables entre los líderes que en ese momento
se encuentran al frente de la Formación y los dueños de las Publicaciones que
en todos los casos, habían puesto todas sus esperanzas en que se llevara a cabo
una determinada línea de Gobierno.
Mariano Rajoy, al contrario que su antecesor Aznar, no ha
tenido demasiada suerte en este asunto y desde el mismo momento en que llegó al
poder y sobre todo desde que empezó a desviarse del camino marcado por
quién le había elegido como su Delfín,
en contra de todos los pronósticos, se ha visto obligado a luchar con el innegable
desprecio demostrado por determinados medios hacia su persona, medios que se
han posicionado claramente, al lado del ala más conservadora de su Partido.
Esto le ha sucedido con El Mundo, que fue fiel a Aznar hasta
en su delirante teoría de la conspiración sobre la autoría de los atentados del
11M y también con cierto locutor radiofónico, cuya radicalidad es
manifiestamente conocida por todos y que siempre mantuvo una flagrante
beligerancia con el ahora Presidente de Gobierno, que nunca ha llegado a
solucionarse.
Así, Rajoy ha tenido que conformarse con contar únicamente
con el apoyo de ABC y La Razón, que dirigida por su más fiel servidor Francisco
Maruenda, se ha mantenido a su lado contra viento y marea, negando incluso la
evidencia de los más graves errores cometidos por el PP durante la presente
legislatura y apoyando personalmente a
Rajoy en casos tan controvertidos como el de la presunta financiación ilegal
reflejada en los papeles de Bárcenas.
Sin embargo, vengo observando desde hace unos días que la
firmeza de los periodistas pertenecientes a estos medios, en su participación
en los debates televisivos, parece haber empezado a flaquear, hasta el punto de
“atreverse” a criticar abiertamente determinadas medidas de futura implantación y más concretamente, la que tiene que ver con
el tributo que a partir de ahora tendrán que abonar los trabajadores, tras ser
despedidos del puesto que ocupaban en las empresas.
También han dado un paso atrás en el caso de la imputación de
la infanta y hasta el ultra monárquico ABC, ha dejado de defender con su
natural ahínco la inocencia de Cristina de Borbón, llegando a contradecir de este modo, la
apuesta que por ella hizo Rajoy en sus declaraciones a los medios, cuando dijo
que sabía positivamente que todo iría bien para la hija del entonces Rey, ya
que no la consideraba capaz de cometer ninguna clase de delito.
Qué está pasando entre los medios adeptos a la derecha y el
ahora Presidente de Gobierno, es todavía una incógnita que probablemente, no
tardará en resolverse, pero el desapego de esta prensa y sobre todo, un posible
abandono en un futuro no muy lejano, podría ocasionar a Rajoy un enorme
descalabro, de cara a la posibilidad de poder volver a presentarse al cargo en
futuras elecciones.
Haciendo algunas cábalas y apelando a esa especie de instinto
que parece venir adherido al ejercicio de escribir artículos sobre la actualidad
de la política, bien cabría pensarse que podría estar cerca el estallido de
algún escándalo de considerables dimensiones y que ahondando un poco más,
podría tener que ver con las investigaciones que está llevando a cabo el juez
Ruz, en relación con los papeles de Bárcenas.
Porque en el caso
hipotético de que a Rajoy le estallara en las manos el asunto del cobro de los
sobresueldos y el magistrado pudiera probar que él mismo recibió pagos en negro
en el seno de su Partido, a la prensa que le era afecta, no le gustaría nada
encontrarse en el meollo de la cuestión, sobre todo si con sus actos está
abogando por una realidad que no es y apostando todo su capital, al caballo
equivocado.
Así, quizá tendría sentido ir retirándose poco a poco de
escena, para que no sorprenda a nadie en el momento en que se produzcan los
hechos, un abandono absoluto de quien durante años ha sido protegido y mimado por
estos medios, pero de quién en determinadas circunstancias, convendría estar lo
más lejos posible, si no se quiere perder un indeterminado número de lectores.
La conveniencia de actuar en cada momento según pinten las
tornas, no deja de ser una pauta muy efectiva para quienes mezclan los afectos
con los negocios, ya sea en el mundo de la política, o en cualquier otro
ámbito, en el mundo moderno.
El apoyo del cuarto poder es, sin embargo, absolutamente
fundamental para cualquier líder político y Rajoy, no iba ser la excepción que
confirmara esta indiscutible regla.
Es decir, que sin la aquiescencia y permisividad de los
dueños de determinados medios de comunicación, Rajoy no es nada y aunque
probablemente él todavía no lo sepa o piense que este amor hasta ahora
plenamente correspondido será eterno, los pequeños síntomas de discrepancia que
hemos podido ver estos días, algo quieren decir.
Como casi siempre, todo es cuestión de tiempo.