Aunque
las encuestas del CIS dan como ganador de unas hipotéticas elecciones al PSOE,
con cifras que superan el 30% y prevén una caída de nueve puntos para el PP,
situando la suma de los dos Partidos de izquierdas ligeramente por encima del
resultado que obtendrían uniendo sus votos, las dos Fuerzas conservadoras, los
últimos escándalos aparecidos en la prensa sobre algunos Ministros
socialistas y especialmente el asunto de
las grabaciones de Delgado con Villarejo, que hoy han continuado apareciendo
con nuevos contenidos, podrían hacer peligrar la fulgurante subida en intención de voto que ha propiciado la
llegada de Sánchez al Gobierno, cuestión que estamos seguros, Casado y Rivera
aprovecharán, sacando a su favor el máximo jugo que la situación vaya permitiendo.
Poder
aprobar los Presupuestos se ha convertido en una prioridad absoluta para este
Gobierno, que nada puede hacer sin embargo, con los pocos escaños que cuenta y
el apoyo de los socios ocasionales que secundaron la Moción de Censura para
arrebatar el poder a Rajoy, se ve cada vez más debilitado, pues las exigencias
de los independentistas catalanes, que empiezan por la liberación inmediata de
los presos por los sucesos del primero de Octubre, no dependen realmente del
Partido en Moncloa, sino de las decisiones que pueda tomar la Justicia, como
poder independiente.
Junto
con Podemos, Sánchez parecía haber encontrado una fórmula que conseguía evitar
que el Senado, que cuenta con mayoría absoluta del PP, pudiera rechazar los
Presupuestos que se presentaran, pero ayer, en una reunión que duró casi cuatro
horas, la Presidenta de la mesa del Congreso, Ana Pastor, con el sostén de los
representantes populares y de los de Rivera, consiguió abortar tal iniciativa,
protagonizado una acción que hasta el momento, no había tenido precedentes.
Este
NO rotundo, que ha roto momentáneamente todas las expectativas de socialistas y
podemitas y que coloca a Sánchez contra las cuerdas, a no ser que se encuentre a la mayor brevedad posible,
algún modo de evitar lo que empieza a parecer ineludible, es la tónica general
que parecen haber adoptado, como línea a seguir, Casado y Rivera, como forma de
poder vengar el agravio sufrido cuando el pacto para la Moción truncó el camino
de los populares para terminar la legislatura y la ambición desmedida de
Rivera, que ya se veía como Presidente de Gobierno, tras el empujón que le
ofrecía una mayoría de derechas, por su manera de afrontar el problema de
Cataluña.
Inesperadamente
desbancados por quién hasta una buena parte de sus compañeros de Partido
consideraban como un intruso, nada preparado por cierto, para las labores de
Gobierno, pero que logró convencer, primero a su militancia, que lo aupó en
volandas hasta la Secretaría General del PSOE y después, al resto de fuerzas
del Parlamento, de que el momento de apear a Rajoy del poder se basaba en una
cuestión de aunar ímpetu y criterios, la renovación del Gabinete, de claros
tintes feministas, acabó por descolocar a las derechas hasta límites
insospechados y su ira se hizo totalmente visible, desde el primer momento y no
hay más que recordar el rostro de Rivera, cuando bajaba las escaleras el día de
la Moción, para constatar esta evidencia.
Puede
quedarle claro a Sánchez que jamás podrá contar con ninguna de estas dos
Fuerzas y que lo que pueda o no pueda hacer, dependerá directamente de su poder
de seducción con el reto de os Partidos del arco parlamentario, con los que
tendrá que negociar con algo más que la agudeza de sus argumentos.
Pero
es preferible ceder a algunas de las peticiones que desde estos Partidos le
llegan, que sucumbir al acoso y derribo milimétricamente preparado por
populares y ciudadanos, contra su Gobierno al completo, porque hacerlo representaría una rendición que
perjudicaría gravemente, no sólo a su prestigio personal o a la imagen de la
Formación a la que representa, sino también y muy fundamentalmente, al futuro
de unos ciudadanos, esperanzados en que las políticas de progreso, consigan
sacarles del hoyo en el que les sumergieron los recortes conservadores.
Muchos
apuestan por una convocatoria inmediata de elecciones, que clarifique el
panorama de confusión que vivimos en los actuales momentos, más sin embargo,
Sánchez debe esperar, asentarse plenamente en una postura de fuerza que
determine su valía real para ocupar la Presidencia e ir así ganado la confianza
de los electores, que de otro modo siempre le reprocharían su debilidad ante las
presiones ejercidas por las derechas, contra su Gobierno.
Sin
saber lo que pueda ocurrir mañana con el caso Delgado, nuestra impresión a esta
hora de la noche, es que la Ministra debe ofrecer muchas más explicaciones de
las que ha dado, pero no dimitir, al menos, no antes de que Casado demuestre
fehacientemente que su Master no fue un regalo o Rivera no clarifique qué titulación posee de
verdad, pues es indispensable que se aplique un criterio de justicia, exactamente
igual, para todas las Fuerzas políticas.