lunes, 31 de marzo de 2014

Aviso para Hollande


Todas las esperanzas que los europeos tuvimos una vez en Hollande hace ya tiempo que se frustraron, cuando sus promesas socialistas se transformaron, por arte de las exigencias de mercado, en socialdemócratas conservadoras y también él dio la espalda a los trabajadores, consintiendo que las políticas de recortes nos siguieran llevando a los niveles más bajos que se conocen, desde hace por lo menos cincuenta años.
Los electores franceses le responden ahora en las urnas, unos absteniéndose de manera contundente, demostrando que ya no les interesa la política y otros, como pasó antes en España, creyendo incautamente que a la derecha siempre le va mejor en los temas relacionados con la Economía, llegando a dar incluso, una oportunidad excesivamente arriesgada a la extrema derecha de Le Pen, que aparece, como no podía ser de otra manera, como salvadora de la patria.
La lección no puede ser más clara y convendría a Hollande aprenderla con toda la urgencia posible, evitando que el giro conservador de su política acabe por tragarse a su partido en una vorágine de la que resultará imposible salir, como ya le pasó en España a un PSOE, que todavía intenta recuperarse de la debacle sufrida, cuando el Partido Popular le arrebató la Presidencia de la Nación.
Es acuciante que la izquierda europea se convenza de que habrá de elegir entre los intereses de la Banca y los de los electores, entre la vuelta a los principios que siempre rigieron su ideología y los que rigen los de este capitalismo feroz que se está tragando con auténtica voracidad, los derechos de los ciudadanos, con la intención de no devolverlos nunca.
La lucha por llegar al poder ha de ser ahora, para la izquierda, todo lo encarnizada que permitan los límites de la ética, pues sólo desde ese apetecido poder se puede controlar lo que está ocurriendo en este Viejo Continente y combatirlo con un coraje, que parece haberse perdido desde hace ya demasiado tiempo.
Las concesiones hechas al capital por los gobiernos europeos, han agotado claramente la paciencia de los ciudadanos y los actos de extrema violencia que sacuden nuestros territorios y que cada vez son más habituales, lo demuestran, hasta tal punto, que no está quedando otro remedio a la ciudadanía, que el de apostar por Partidos políticos mucho más radicales en sus planteamientos, a la vista de que aquellos en los que una vez confió ,no hacen más que plegarse a las exigencias de las grandes fortunas, sin atreverse a decir no al retraso que supone para las clases trabajadoras, esta pérdida casi absoluta de prestaciones sociales y derechos.
Hoy le ha tocado a Hollande probar el amargo sabor de la derrota y  probablemente mañana, tocará a cualquier otro que siga empeñado en no abandonar el redil por el que le conducen quienes establecen las severas normas que se nos obliga a cumplir, en contra de la voluntad de los pueblos y mientras no se convenzan de que hay que dar un primer paso de auténtico valor para negarse a un sometimiento paulatino a los designios de los más poderosos, así seguirá siendo en cada sitio donde se celebren elecciones, aunque muchos de los votos emitidos vayan a grupúsculos absolutamente indeseables, que están sacando frutos de este rio revuelto en el que nadie se atreve a navegar, por temor a unas represalias que no pueden ser peores de lo que es la realidad en que todos vivimos.




domingo, 30 de marzo de 2014

El rastro de la violencia


Es una pena que el éxito de la Marcha por la Dignidad, se haya visto empañado por los sucesos violentos que terminaron con un saldo de más de cien heridos, entre ellos sesenta y ocho policías, hace siete días, en Madrid.
Sin que se haya conseguido aclarar quiénes son estos encapuchados  que  se dedican a provocar disturbios en todas las manifestaciones en las que el pueblo llano reclama sus derechos, izquierda y derecha continúan perdiéndose en interminables discusiones y cruces de acusaciones mutuas, que no hacen otra cosa que conseguir ensombrecer las justas reclamaciones de los ciudadanos y el prestigio de cualquier organización convocante, en todos y cada uno de los actos que se llevan a cabo.
La izquierda, que asegura que hay policías infiltrados en las protestas y que les atribuyen un deseo de provocación para que todas ellas terminen en fracaso, acusa además, y con razón, a las fuerzas del orden, de haber actuado demasiadas veces con excesiva contundencia y en muchos casos, comete el error de no condenar el intrusismo de los grupos violentos, pareciendo con ello que prestan apoyo a una forma de concebir el derecho a la manifestación, que nada tiene que ver con lo que piensa el grueso de la ciudadanía que las protagoniza.
Y la derecha, en su afán de ocultar los gravísimos problemas que acucian al país y haciendo gala de un trasnochado patriotismo que considera a los policías como semidioses infalibles, incapaces de actuar más allá de los límites que marca la legalidad, se niega a ver que la represión llevada a límites extremos, no hace más que aumentar los niveles de indignación de la Sociedad, haciendo que crezca una semilla de rencor que posibilita que se encienda la mecha que hace prender la llama de la irracionalidad, convirtiendo a los hombres en meras bestias sin conciencia de sus actos.
Por eso sería importante establecer quiénes son estos grupos dispuestos siempre a provocar disturbios y aclarar de una vez a qué organizaciones extremistas pertenecen, sobre todo por intentar que cuando los ciudadanos deciden salir a la calle para manifestar su oposición a lo que está ocurriendo, no tengan que volver a toparse ni con la saña represiva de una policía en estado permanente de alerta, ni con la incomprensión de quienes hacen tabla rasa, metiendo en el mismo saco a los violentos y a los cientos de miles de personas de bien que participan en un determinado acto, con el único deseo de reclamar el bienestar de todos, incluidos aquellos que nada hacen por cambiar lo que les está ocurriendo.
Si los grupos como dicen algunos, son de extrema derecha, que podrían ser, dada la similitud de sus métodos, con los empleados por los nazis durante los años anteriores a la segunda guerra mundial, quizá su deseo sea el de provocar en los ciudadanos un deseo incontrolable de encontrar a uno de esos salvadores de la patria que tan malos resultados han dado, cada vez que se han hecho cargo de una Nación, a lo largo de toda la historia.
Y si son de extrema izquierda, quizá debieran recordar que la feroz división de la izquierda fue precisamente, una de las causantes de que se perdiera la guerra civil en España, lo que nos costó tener que soportar una Dictadura de más de cuarenta años.
La búsqueda de la identidad de estos violentos, resulta pues, crucial, para determinar los fines que persiguen y dicha identificación, no se consigue precisamente, embarcándose en interminables discusiones partidistas que solo  perjudican, aún más, la terrible imagen que ya tienen los españoles de los políticos.
 Porque al final, vengan de donde vengan y sean quienes sean, está claro que siempre acaban triunfando sobre todos los demás y sólo se habla de ellos durante demasiado tiempo, en todos los medios de comunicación, de uno u otro signo.
Y mientras tanto, las reivindicaciones de los ciudadanos quedan definitivamente aparcadas sin que el gobierno del PP, les preste la menor atención, argumentando que lo más importante en este preciso momento es que actos como los de esta última marcha, no vuelvan a repetirse.
De verdad, que entran ganas de tirar la toalla. Menuda pandilla de necios.


jueves, 27 de marzo de 2014

Justos por pecadores


La huelga de tres días, de los estudiantes universitarios y de enseñanza secundaria, en contra de la Ley Wert, se ha topado con  la mala suerte de producirse inmediatamente después de los sucesos del pasado sábado en Madrid y las manifestaciones convocadas por los jóvenes están siendo reprimidas con especial violencia, quizá porque la policía no olvida lo que les ocurrió a sus compañeros, en los enfrentamientos con un grupo de violentos, que nada tenían que ver con los participantes en la Marcha por la Dignidad.
Unas fuerzas del orden absolutamente indignadas por la indefensión en que se encontraron sus compañeros, parece que no van a volver a tolerar la disyuntiva de hallarse en un trance como éste y sin establecer discriminación alguna entre los participantes de la protesta estudiantil, cargaron ayer con especial contundencia, produciendo varios heridos y practicando numerosas detenciones.
 El dilema moral  que debe asaltar a un policía, al tener que decidir si está de acuerdo o no con lo que últimamente la gente reclama en la calle, ha de ser necesariamente, de difícil resolución.
Cierto es que su obligación en el plano laboral pasa por acatar las órdenes recibidas y puede que a algunos de ellos les parezca que no han sido afectados por los recortes que han mermado considerablemente el modo de vida de los españoles.
Pero en su mayoría, son ciudadanos que,  exactamente igual que todos nosotros, han sufrido directamente los efectos de la crisis. Sus hijos habrán de hacer frente, como los nuestros, a la subida de tasas universitarias y los recortes practicados en todas las áreas sociales también les atañen, como a nosotros.
Así que sus problemas han de ser necesariamente cercanos a los nuestros y por tanto, debieran comprender perfectamente la necesidad que los ciudadanos tenemos de  ejercer nuestro libre derecho a la protesta y salir a las calles y manifestarnos, cuántas veces consideremos que somos atacados por nuestros gobernantes, en relación con nuestros derechos.
Y sin embargo, no existe una empatía entre los guardianes de la Ley y la sociedad, en tanto en cuanto parece que ellos se encuentren permanentemente en un estado de alerta, necesitando  identificar a los ciudadanos que acuden a las protestas, como si se trataran de peligrosos delincuentes dispuestos a terminar con el Estado democrático.
Debieran considerar, al menos, que esos manifestantes también están clamando por sus propios derechos y ser, por tanto, infinitamente más tolerantes y educados con una ciudadanía que, por lo general, nunca puede ser acusada de practicar la violencia.
No ayudan nada, declaraciones como las de quienes empiezan a hablar de que las manifestaciones van intencionadamente a desestabilizar el Estado de derecho, dando la razón a un PP absolutamente en desacuerdo con que la ciudadanía protagonice ningún tipo de protesta, con tal de mantener a los ojos de Europa una falsa sensación de estar haciendo una buena política a favor de los españoles.
Ahora toca defender a capa y espada que ya hemos salido de la crisis y las marchas, las manifestaciones y las discrepancias contundentes que se están organizando en las calles, ensucian la imagen que pretende ofrecer Rajoy de su modo de gobernar y la de los ministros que le ayudan a regir los destinos de este País.
Esta táctica y el apoyo velado de los que con sus declaraciones dan la razón al gobierno, no hacen otra cosa que agrandar la enorme brecha que se ha abierto entre políticos y ciudadanía, provocando un  efecto indeseable que aumenta por momentos, el grado de indignación de los que nos sentimos engañados.
Ideas como la de Ana Botella, de crear espacios especialmente destinados a las manifestaciones, lejos del centro de las grandes ciudades y en especial de Madrid, no hacen más que corroborar cuanto digo.
Pero la ley apoya específicamente la libertad de expresión y reunión de la gente y el derecho de manifestación no puede ni debe  ser anulado, según conveniencias políticas.
Como tampoco la policía ha de ver en la sociedad a la que debiera servir, un enemigo contra el que luchar denodadamente hasta aniquilar la legitimidad de las protestas, por medio de la violencia. Así, se estarían convirtiendo en esbirros de una República bananera.


miércoles, 26 de marzo de 2014

Peaje colectivo


Cuesta entender que en este País, cuando fracasa un negocio millonario, de esos que se inventan los políticos para su propio engrandecimiento, la deuda tenga que ser asumida por el Estado y por ende, por todos los ciudadanos, que precisamente en este momento, han sido sobradamente perjudicados por los efectos colaterales de la crisis.
Ya pasó con la Banca, a causa de la cual, estamos pagando un rescate que heredarán nuestros hijos y ahora vuelve a ocurrir con las autopistas de peaje que muchos se encargaron de potenciar, como por ejemplo en Madrid, alegando que aliviarían los atascos producidos en la circulación y que han demostrado resultar absolutamente improductivas, a juzgar por el pequeñísimo número de personas que se han animado a utilizarlas.
Las ínfulas faraónicas de Aguirre y Gallardón, que reportaron al Ayuntamiento madrileño unos débitos de los que tardará en recuperarse, no han aportado a la Sociedad en general, más que enormes quebraderos de cabeza y tener que aceptar ahora que el Estado se haga cargo de estas carreteras fantasmas, exigiendo a los sufridos ciudadanos aún más esfuerzo del que ya están haciendo, si se quieren mantener en funcionamiento y que no acaben por quedar reducidas a cenizas, como sucedería en breve, si alguien no se compromete a pagar la deuda.
De toda la vida, cuando alguien se decide a montar un negocio, lo hace con la consciencia de que ha de reportar, necesariamente, una serie de riesgos y de que si termina por no marchar como se tenía previsto, tendrá que asumir las pérdidas, de igual modo que si resultara exitoso, asumiría los beneficios.
No sé qué tendrán de especiales los empresarios de la Banca y los constructores de estas autopistas de peaje, para que tenga que ser el Erario público quién se haga cargo de  su ruinosa situación, como si la culpa de la mala gestión en el funcionamiento de sus empresas correspondiese a los españoles y no a los empresarios que las fundaron.
Pero en este País, parece que somos especiales, hasta en los peores momentos y al gobierno actual, que tan reacio se muestra en destinar dinero a fines sociales de primera necesidad, no le duelen prendas en invertir, cuando se trata de soslayar los gravísimos errores cometidos por gente de su propio partido.
Así estamos contribuyendo los españoles a mantener aeropuertos que nunca se utilizaron, como el de Castellón, a reflotar entidades bancarias, a causa de las cuales hemos tenido que ser rescatados, como Bankia y ahora también tendremos que acudir a responder por la deuda de las carreteras de peaje, como las de Madrid, de las que tanto presumió la Señora Aguirre, mientras las inauguraba.
Y digo yo: si se exigiera a los que potenciaron con su apoyo personal a estas empresas que contribuyeran de su bolsillo a reflotarlas, quizá en tiempo futuro, muchos de ellos se pensarían muy bien si les convenía intervenir a favor de este tipo de ruinosos negocios.
Pero mientras las cuentas de estos señores permanecen intactas, muchas veces en paraísos fiscales y lejos del alcance del fisco español, las de los ciudadanos son continuamente asaltadas por los políticos de turno, provocando cada vez más que no podamos llegar a fin de mes, ni siquiera los que tenemos la suerte de seguir trabajando.

Por eso, cada vez resulta más frecuente preguntarse dónde está la justicia.

martes, 25 de marzo de 2014

Sin violencia


Policías y manifestantes de la Marcha por la Dignidad, continúan enfrentados dos días después de los sucesos del pasado Sábado, los primeros quejándose de indefensión ante los ataques que se saldaron con más de cincuenta heridos y los segundos, reclamando la libertad de los detenidos, a pesar de haber sido liberados ya varios de ellos.
La Delegada del Gobierno de Madrid, pone su granito de arena y se querella contra los organizadores de la concentración reclamándoles el montante de los daños materiales producidos, a pesar de haber reconocido en múltiples entrevistas que los que provocaron violencia fueron un grupo reducido y que el acto transcurrió con total normalidad, de no haber sido por estos incontrolados que actuaron a última hora de la tarde.
Quién tiene la razón en este asunto, resulta difícil de dirimir, si se tiene en cuenta que las quejas de unos y de otros, podrían considerarse totalmente legítimas y si como se presume los que provocaron los enfrentamientos nada tenían que ver con quienes participaban pacíficamente en la manifestación, la resolución del dilema parece imposible.
Verdad es que este grupo numeroso de provocadores parecían traer aprendida la lección y que la policía se vio al final, absolutamente acorralada por unas tácticas que podrían ser consideradas de guerrillas, quizá porque los superiores encargados de cursar las órdenes no podían, en ningún caso, prever los derroteros que iba a tomar la clausura de la protesta.
Pero también es cierto que si cargas de mayor contundencia hubieran sido autorizadas por los mandos, algunos inocentes que nada habían tenido que ver con el ataque, hubieran terminado sufriendo en carne propia toda la fuerza de una represión absolutamente inmerecida, por el mero hecho de encontrarse en el lugar equivocado, en determinado momento.
Dónde está la frontera a la hora de decidir con qué dureza deben actuar las fuerzas del orden, parece ser el quid de esta cuestión que hoy a todos preocupa, aunque lo natural y lógico en actos como este, sería que la labor policial se limitase a la mera vigilancia, tratando de investigar a la vez, si dentro de las manifestaciones van infiltrados que acuden a ellas con fines distintos de quienes las organizan.
Es por esto que no puede ni debe cargarse el peso de la Ley sobre personas ajenas a los actos de violencia y sí tratar de conocer la identidad de los que los protagonizaron, para que  paguen los autores de los delitos y no los que convocaban la protesta, ejerciendo un legítimo derecho.
Igual que otras veces hemos denunciado los abusos policiales, apoyando a los ciudadanos atacados con virulencia por una represión desmedida, toca hoy, en justicia, entender que la radicalidad nunca tiene sentido y menos aún, cuando se hiere a personas, sea cual fuere su profesión, sin móvil aparente.

Mientras Madrid despide con honores al fallecido Presidente Suárez, todos esperamos que este otro asunto se aclare a la mayor brevedad, acercando posturas y siempre en contra de cualquier tipo de violencia.

lunes, 24 de marzo de 2014

Una única noticia


Se paraliza la vida política del País con la muerte del Presidente Suárez y los actos de sus honras fúnebres acaparan todos los espacios informativos de todas las televisiones, ofreciéndonos imágenes tan poco habituales como la de los ex Presidentes González, Aznar  y Zapatero compartiendo un espacio común, olvidando ante un acontecimiento como éste, aunque sea por un solo momento, sus diferencias ideológicas, para rendir homenaje a quién fuera el padre de la transición española.
Miles de ciudadanos ofreciendo su último adiós al político son la demostración de que la memoria de los españoles, aunque frágil, es capaz de guardar el recuerdo de quienes les gobernaron, respondiendo en su justa medida a lo que merecieron, incluso después de muchos años.
También los políticos de todas las formaciones, incluido el nacionalista Mas, por ejemplo, parecen haberse puesto de acuerdo, sin que sirva de precedente, en reconocer la importancia del que se va y presentan sus respetos a una familia de impecable conducta, que resiste con admirable entereza el golpe que le acaba de dar la vida, recibiendo con la misma amabilidad a amigos verdaderos y a otros que nunca lo fueron, pero que aprovechan con astucia lo mediático del momento.
Choca primordialmente la imagen del ejército custodiando el féretro en el Congreso, sobre todo si se recuerda la espantosa relación que caracterizó el periodo en que gobernó Suárez con esta Institución, afortunadamente totalmente curada de sus ínfulas de golpismo y también la de todos aquellos que se suben al carro de la información para contar, aunque sea, un único encuentro con el entonces Presidente.
Y aunque la vida sigue y los problemas que nos acucian continúan siendo igual de graves que anteayer, todo parece haberse detenido momentáneamente para honrar la memoria de un político, cosa que parece increíble en los tiempos que corren, dado el enorme desprestigio que sufre hoy esta profesión, a causa de los gravísimos errores cometidos por una gran mayoría de quienes la practican.
No hay como abandonar la vida para que te conviertan en  santo y aunque el mérito de Adolfo Suárez, ya lo decíamos ayer, es innegable para todos nosotros, resulta curioso que ni uno solo de los entrevistados haya hecho alusión en estas horas a los errores que de seguro cometió y que todos, sin excepción, se hayan limitado a ensalzar su labor, convirtiéndole  cuando  ya no está, en el más grande.
Es por esto que los que escribimos, hoy no podemos hablar de otra cosa y no nos queda más remedio que seguir el hilo de la noticia, aunque en el fondo, nos preocupa por el ejemplo, la situación de los detenidos en la manifestación de anteayer y otras muchas cuestiones que no arreglarán, lo sabemos, los fastos de la despedida de este hombre a quién también nosotros apreciamos y valoramos.



domingo, 23 de marzo de 2014

Más allá del valor


Aunque Adolfo Suárez y yo nunca coincidimos ideológicamente y durante los años en que estuvo en el poder  yo caminaba por derroteros mucho más progresistas que los suyos, no puedo en un día como hoy, sino admitir que todos los españoles tenemos con él, una deuda impagable.
Más allá del valor demostrado al permanecer sentado durante el golpe de Estado del 23F, el hombre que hoy que acaba de morir ocupará un lugar en la historia, que difícilmente podíamos predecir los que éramos los jóvenes de entonces, pero que el tiempo se ha encargado de transformar, como casi todo, otorgándole la justa importancia que merece.
Se va uno de los padres de esta Constitución que ahora nos parece que debe ser reformada, pero que entonces empezó a fraguarse bajo las fauces mismas del final del franquismo y que a nosotros nos pareció, con algunas reservas, el regalo más importante que habíamos recibido en nuestras vidas y que nos permitía, tras tanto luchar, abandonar la tiniebla del oscurantismo.
 La dificultad de los momentos que vivimos en la actualidad, quizá hace imposible imaginar que puedan existir políticos honrados y el empecinamiento por permanecer en el poder que demuestran los actuales no nos permite siquiera pensar que en otro tiempo pudieran existir personas que habiendo llegado a la cumbre, fueran capaces de retirarse presentando la dimisión, por motivos que quizá ahora podrían parecer una tontería, pero que entonces tuvieron mucho que ver con el bienestar de todos nosotros.
 He de reconocer y lo hago, que desde el mismo momento en que Suárez anunció en aquellos momentos que se marchaba ( ahora sabemos que con la intención de evitar a toda costa un alzamiento militar) empecé a admirarle y que durante los años que han seguido y que los dos vivimos cada cual en el lugar y con las circunstancias que nos tocaron, esa admiración perduró, a pesar de las insalvables distancias que nos imponían nuestros respectivos pensamientos.
La tragedia de su enfermedad impidió luego que pudiera relatar en primera persona su verdad de aquellos interesantísimos hechos y también que tuviera la capacidad de discernir quiénes fueron entonces y quiénes seguirían siendo ahora sus verdaderos amigos  y que los españoles nos enterásemos por fin de qué grupos le llevaron  al borde del abismo y de dónde se encontrarían en estos momentos aquellos que le traicionaron empujándole al peor de los olvidos.
Ahora que está a punto de empezar la despedida con honores que las Instituciones vigentes habrán preparado para él, los reconocimientos grandilocuentes que llegan, como casi siempre demasiado tarde y a destiempo, nos veremos obligados a oír por activa y por pasiva cómo todos ensalzan su papel, aunque omitiendo que durante los años en que su memoria le jugó la mala pasada de abandonarle, apenas se le ha recordado, como si nunca hubiera existido.
Puede que nuestros jóvenes ni siquiera sepan a ciencia cierta quién fue Adolfo Suárez o que haya tenido que llegar el momento de su muerte para que lo descubran, probablemente sin dar crédito a las cosas que van a contarnos sobre él en los próximos días y puede que hasta ignoren, que precisamente gracias a él y a otros pocos valientes, tienen hoy la posibilidad de concebir como algo natural la libertad de expresarse y de vivir abiertamente según su pensamiento, a pesar de que la convulsión de la época que les está tocando vivir, reniegue de los principios de esta Democracia que, sin embargo, tanto dolor y lucha nos costó ganar.
Quizá existe cierta justicia en el mundo y la enfermedad de Adolfo Suárez no haya sido más que un regalo que le ha hecho la historia, para que no tuviera que ver en qué convertían los políticos actuales lo que un día fue su sueño.

Descanse en paz.

Tensa espera


Mientras el primer Presidente de la Democracia agoniza en un hospital de Madrid, la marcha por la dignidad llega a la capital de España y consigue reunir a un numerosísimo colectivo de personas, dispuestas a mostrar su indignación con las medidas de recorte aplicadas por el gobierno de Rajoy y a hacerlo de manera absolutamente pacífica, aunque después las cosas fueran complicándose y la jornada terminara con un saldo de más de cincuenta policía heridos, una veintena de manifestantes detenidos y cuantiosos daños materiales.
Un amplio despliegue policial aguardaba la llegada de las “columnas” procedentes de todo el territorio nacional, tras la larga marcha que estos representantes de los indignados habían protagonizado durante varios días, con consignas de no consentir ni un solo amago de disturbio, probablemente con la intención de disuadir a los madrileños de que se unieran a los actos previstos y tratando de no ofrecer una imagen de estallido social que pueda perturbar el empeño del PP, en defender que estamos saliendo de la crisis, aunque los problemas que atañen a los ciudadanos sigan siendo en el día de hoy, exactamente los mismos.
La situación personal de una enorme cantidad de estos manifestantes llega a ser tan desesperada, que como hemos venido anunciando desde hace tiempo, una pequeña chispa bastaría para hacer prender la carga altamente explosiva que guarda en sus entrañas la sociedad y probablemente, eso es lo que pasó ayer a última hora de la noche, para que se levantara esta ola de violencia.
No tener nada que perder, ser duramente reprimido por el mero hecho de alzar la voz legítimamente para protestar contra las políticas del gobierno, puede que no parezcan suficientes motivos para que la intención pacífica degenere complicando la situación como sucedió anoche, pero la desesperación y las carencias en las necesidades más primarias suelen ser, indefectiblemente, malas consejeras y la inquina acumulada hacia quienes se consideran culpables de la degeneración del modo de vida de los españoles, estaban presagiando desde hace tiempo, un desenlace como éste.
Sin embargo, estas actitudes de violencia acaban siempre, en un bando y en otro, devolviendo a quienes las protagonizan un resultado diametralmente opuesto al que se buscaba en un primer momento y no hacen más que traer descrédito a quienes en un principio pudieron haber tenido razón, manchando a su vez a todos los participantes en los actos con un estigma que les es, por su comportamiento ejemplar, totalmente ajeno, pero que les coloca igual que a los fanáticos, en un plano de incomprensión difícil de superar, para ocasiones venideras.
Que Rajoy, por obligación, debiera oír la voz de la ciudadanía, es un hecho innegable. Que no puede seguir cerrando los ojos ante la pésima situación que atraviesa una gran parte de la Sociedad, no puede ser más evidente y que si no lo hace, estos sucesos de anoche podrían convertirse en algo habitual, parece claro y debiera llevarle sin tardanza, a un replanteamiento serio de las medidas que hubiera previsto para el futuro, si no quiere terminar  teniendo un día sí y otro también, enfrentamientos entre las fuerzas del orden y unos ciudadanos, que ya no pueden soportar el volumen de sacrificios que ha cargado sobre su espalda este Presidente de gobierno.

Ahora que el Presidente Suárez se va, quizá convendría a Rajoy seguir al menos, una pequeña parte del comportamiento ejemplar que tuvo, en la difícil época en que le tocó lidiar con las labores de gobierno. Antes de que los fastos de su despedida terminen por ocultar la verdadera importancia que tuvo y los árboles no le dejen ver el bosque de lo que fue y siempre habrá de ser un político honrado y digno.  

jueves, 20 de marzo de 2014

Una plaga incurable


Cerca de setecientas mujeres asesinadas en los últimos diez años, constituyen la vergonzosa cifra que acredita que la  violencia de género y el machismo fanático que la protagoniza, constituyen una plaga incurable que no ha conseguido aliviar, ni las múltiples medidas que han adoptado los diferentes gobiernos que hemos tenido en este tiempo, ni la abundante información ofrecida a través de los medios de comunicación, ni las sentencias contra los maltratadores que continúan viviendo después de perpetrar su crimen, ni una legislación que por lo ocurrido resulta ser, necesariamente insuficiente.
Puede que si en vez de dirigir todas las miradas hacia la sufrimiento de unas mujeres que viviendo en permanente estado de shock, ni siquiera son capaces de discernir la necesidad de alejarse de sus verdugos, se incidiese de manera más contundente en profundizar las razones que mueven a los hombres a seguir cometiendo esta serie de crímenes, para tratar de reeducarlos con medidas  disuasorias y coactivas que les dejaran claro lo imperdonable de su delito y se agilizaran los protocolos para apartar de su radio de acción a las mujeres que con ellos conviven, ofreciendo ayudas reales para su reinserción real en la sociedad, el fenómeno pudiera ser dirigido, por fin, hacia otra parte y se consiguiera frenar esta especie de locura a la que, desgraciadamente, nos estamos acostumbrando, como si fuera normal que la prepotencia masculina siguiera vigente, a pesar de que vivimos en pleno siglo veintiuno.
Quizá si se nos enseñara desde niños, en casa y en la escuela que el amor se acaba y que nadie se encuentra obligado a querer eternamente a otro, soportando una convivencia en pareja a modo de cadena perpetua, de la que no se puede escapar de otra manera distinta a la muerte, la percepción de posesión que ahora mueve a estos machos recalcitrantes que han sido incapaces de evolucionar, prácticamente desde el periodo de las cavernas, podría cambiar considerablemente, trayendo a sus mentes que las rupturas sentimentales son algo perfectamente aceptable de lo que se puede salir, si se aceptan con naturalidad y no acaban por convertirse en un supuesto ataque al ego que poseen todos estos controladores enfermizos, que conviven en una sociedad que hasta ahora los acepta, al considerar que los problemas domésticos son de exclusiva competencia de cada casa.
Nunca me cansaré de culpar a los padres de los maltratadores de haber educado rematadamente mal a sus hijos y de haber aplaudido un modo de concebir la vida que no se corresponde para nada con la realidad actual.
Las conductas machistas han de guardar, como no podía ser de otra manera, un cierto mimetismo con las conductas familiares observadas durante la infancia y han de deberse a una influencia proveniente de los progenitores, a los que por cierto, nadie alude, cada vez que se produce uno de estos crímenes violentos.
También resulta difícil creer que  quienes por proximidad familiar, conviven en mayor o menor medida con estas parejas, ignoren del todo las conductas de los maltratadores y el sufrimiento que en muchos casos durante años, provocan en sus víctimas. Y si callan y consienten o simplemente dirigen la mirada hacia otro lado, en espera de que el asunto se resuelva por arte de magia, como si esto fuera posible, su colaboración en los delitos, quizá debiera contemplarse como complicidad de facto y quedar reflejado así en un código penal, bastante escaso de este tipo de medidas, en relación con estos temas.
Esta última oleada de asesinatos, que probablemente puedan también estar estrechamente relacionados con la situación de desempleo que se vive en el país, no puede por menos que poner en alerta a las autoridades competentes para que lleguen a comprender que cuando fracasa todo lo que se está haciendo para terminar con la violencia de género, ha llegado el momento de estudiar nuevas vías de actuación y que todo el tiempo y los recursos empleados en ello son pocos, a juzgar por el número de víctimas que se están produciendo y que parecen ir creciendo, a medida que va avanzando el año.
Que los recortes del gobierno Rajoy también han llegado a este asunto y que han disminuido considerablemente los recursos que se destinaban a ayudar a las maltratadas, no es ningún secreto.
Pues ahí tienen los resultados de su gestión. Las cifras hablan por sí mismas.


miércoles, 19 de marzo de 2014

Cosas que nunca cambian


Aunque han pasado más de treinta años de aquel intento de golpe de estado que mantuvo en vilo a todos los españoles la noche del 23 de Febrero de 1981, la postura de quienes lo protagonizaron y aún viven y la de sus descendientes más directos, parece no haber cambiado en absoluto, demostrando que la evolución ideológica para algunas personas no existe y que los avatares de la vida no les han servido siquiera para reconocer sus errores, puesto que siguen conmemorando aquella fecha lejana, como una efemérides de la que se sentirán orgullosos para siempre, como si se hubiera tratado de una proeza.
La celebración que el hijo de Antonio Tejero organizó junto a una serie de aquellos golpistas, incluido su padre, en unas instalaciones militares y que los superiores de que depende no tuvieran la menor idea de lo que allí estaba ocurriendo, constituye, per se, una especie de suceso surrealista, si se tiene en cuenta que el propio Ministro de Interior acaba de confesar de que ha conocido la noticia por medio de la prensa, como si la obligación de los responsables militares del Centro y la suya propia, no fuera la de estar al tanto de lo que ocurre en este país y lo sucedido no fuera especialmente llamativo, si se tiene en cuenta la trayectoria que han seguido quienes allí se reunieron, que no pasa, precisamente, por un camino de arrepentimiento.
 Militando el Ministro de Interior en un partido que de manera habitual califica de enaltecimiento del terrorismo, cualquier reunión protagonizada por simpatizantes o militantes de ETA, considerar que la única sanción que esta reunión de golpistas merece es la de apartar al hijo de Antonio Tejero de su cargo, acarrea de inmediato la inevitable sospecha de que la política aplicada por el gobierno Rajoy, dista mucho de ser igualitaria, según la ideología que representen quienes protagonizan actos como este, ya que  mientras  la conmemoración del golpe de Estado podría parecer a la mayoría de los españoles un enaltecimiento a las claras de la sublevación militar por excelencia, en opinión del Ministro no deja de ser una mera anécdota, a la que sólo habría que reprochar haber sido llevada a cabo sin el permiso explícito de los superiores pertinentes, obviando la intención con que esta reunión fue convocada y quienes participaron en ella.
Inevitablemente ha de surgir la pregunta de si esta conmemoración ha sido la única que se ha celebrado  desde que se produjeron los hechos, o si por el contrario, cada año de estos treinta y tres que han pasado, estas mismas personas han estado enalteciendo su acción en otros lugares, sin que nunca antes haya llegado a la opinión pública y sin haber constituido jamás, motivo de delito.
Porque de ser así y a pesar de haber cumplido los golpistas su condena, el funcionamiento de los organismos encargados de velar por la seguridad del Estado deja mucho que desear, sobre todo si tenemos en cuenta que otras reuniones similares a ésta, en el pasado, acabaron por saldarse con el secuestro de todo el Congreso, como bien refleja la historia que todos conocemos y que pudimos ver en directo, gracias al buen hacer de los profesionales de la información que trabajaban en ese momento en el Parlamento.
No basta pues, con apartar al hijo de Tejero de su cargo, ni con tratar de enterrar la cuestión esperando que el paso del tiempo acabe por diluir la noticia, como se hace otras muchas veces.
El recuerdo de aquella fatídica noche ya resulta, en sí mismo, lo suficientemente terrible, como para exigir al gobierno, por lo menos, una prevención exhaustiva para que en este País, no pueda volver a ocurrir nunca nada parecido a lo que entonces sucedió y por supuesto, para que se considere a todo aquel que se atreva a conmemorar tal suceso, como traidor a los principios democráticos que rigen nuestras vidas y se le castigue por ello. La suya es, sin duda, la peor forma de terrorismo existente y no puede pasar desapercibida para quienes dicen velar por los intereses de todos.


martes, 18 de marzo de 2014

Un punto de cordura


El Juez Pedraz  planta cara a la aprobación de la Ley de Justicia Universal y decide seguir adelante con uno de los casos más terribles que se recuerdan en España en los últimos tiempos, como fue el de la muerte del cámara José Couso, en el hotel Palestina de Irak, a manos de integrantes del ejército de Estados Unidos, que participaban en la guerra que costó el derrocamiento de Sadán Hussein.
Como todos recordamos, el cámara se encontraba cubriendo junto a Jon Sistiaga la información sobre la contienda, cuando fue atacado prácticamente en directo, en la terraza de un edificio ocupado casi exclusivamente por periodistas, por un ataque americano, que causó posteriormente su muerte.
Qué vio José Couso en el momento en que fue descubierto por los soldados, sigue siendo una incógnita que probablemente nunca será resuelta, a juzgar por la serie de trabas que el gobierno norteamericano está poniendo a una investigación que ya dura más de diez años y que no ha contado precisamente con una colaboración exhaustiva de las autoridades españolas, quizá porque el esclarecimiento de lo que pasó podría acarrear un conflicto internacional, si como se intuye, Couso fue víctima de un ataque intencionado y sus heridas no se debieron a una terrible casualidad, como han tratado de defender, primero Bush y después Obama, en su pretensión de limpiar la imagen de su ejército.
 La nueva Ley de Justicia Universal que se ha encargado de aprobar con carácter de urgencia el PP, deja  éste y otros casos fuera de la jurisdicción de los magistrados españoles, convirtiendo a partir de ahora nuestro país en un lugar donde la impunidad de crímenes contra individuos o colectivos, si se cometieran fuera de nuestras fronteras, no podrán ser juzgados.
Sin embargo, parece que Pedraz ha encontrado una grieta por donde volver a entrar en el caso de Couso, estableciendo una grave incompatibilidad de la recién aprobada Ley con el espíritu establecido en la Convención de Ginebra, que no ha lugar al abandono de investigaciones como la que nos ocupa, al tratarse del asesinato de un inocente que no tenía ni había tenido participación en la contienda.
Pero conociendo lo que viene ocurriendo en la justicia española, la postura de Pedraz, oponiéndose contundentemente a los dictados de Rajoy y su gobierno, probablemente puede acarrearle  graves problemas, del estilo de los que encontró Garzón, si los expertos que asesoran al ejecutivo pudieran hallar algún punto débil en su alegato, con el que poder rebatir la fuerza de sus argumentos.
Sin embargo, el malestar que entre los jueces ha causado la aprobación de esta Ley, que deja a muchos de ellos sin posibilidad de continuar trabajando en casos que se hallaban en plena fase de instrucción, podría traer consigo una protesta colectiva que cambiara el curso de los acontecimientos, sobre todo si la propuesta de Pedraz acaba prosperando y finalmente el caso de Couso puede llegar a resolverse y los culpables pagan por la naturaleza de su delito.
Para los ciudadanos, a los que la Ley del Derecho Universal había escandalizado de manera notable, el valor de este juez, empeñado en llegar hasta el final en el caso de Couso, repone un poco la poca credibilidad en la justicia que nos está dejando la emisión de determinadas sentencias  y permite creer que, al menos, en el caso de determinados profesionales, la manipulación política es imposible, como debiera ser lo habitual, si se quiere imponer la limpieza en las decisiones judiciales.
Nos congratula que las trabas que Pedraz ha encontrado desde que empezara a instruir este caso, no hayan conseguido desanimarle y sobre todo, que esté dispuesto a enfrentarse a escollos mucho más difíciles de salvar, como el de esta absurda Ley, aunque se encuentre bastante solo ante el peligro.
Su postura, pone un punto de cordura en esta locura colectiva que parece haber afectado a la judicatura española y merece la admiración de quienes pensamos que nada es posible, sin el buen funcionamiento de una justicia libre e igualitaria.





lunes, 17 de marzo de 2014

El efecto ucraniano


Quiera o no quiera Europa, le guste o no le guste a Obama y diga lo que diga la derecha ucraniana del resultado del Referéndum en Crimea, los números son los que son y desde ayer, Rusia se ha hecho con un lugar estratégico para sus intereses económicos, aunque hubiera sido mucho mejor , sin la presencia intimidante de  tanques  apostados en las calles, mientras los ciudadanos votaban.
Que Putin tiene todas las cartas ganadoras en este conflicto es un hecho, pues siendo como es el principal proveedor de gas para Alemania, que como todos sabemos manda y mucho, en Europa, no parece que Merkel esté dispuesta a enemistarse con un país con el que en repetidas ocasiones se ha enfrentado históricamente sin vencerlo nunca y con el que en la actualidad mantiene relaciones aparentemente amistosas, sobre todo por la conveniencia de no echar a perder el abastecimiento energético de que la surte y algún que otro interés económico más, que de momento no viene al caso.
Puede que las derechas más recalcitrantes europeas, como la nuestra, deseen en su fuero interno que se castigue a Rusia con sanciones y bloqueos que, con toda seguridad, nuca llegarán a producirse y puede que en el caso particular del Gobierno español, el Referéndum de Crimea acarree inevitablemente una comparación con el que Mas desea celebrar en Cataluña, aunque habría que salvar ciertas distancias bastante relevantes, pues ni Cataluña es Ucrania, ni por supuesto España es Rusia, ni la situación existente en Cataluña hoy por hoy, tiene nada que ver con lo que ha venido ocurriendo a los ucranianos, ni Rajoy, ni por asomo, cuenta con el infinito poder que detenta Putin, aunque le gustaría que así fuera.
Si el referéndum ha sido o no legal, ya se encargarán los organismos internacionales de aclararlo, aunque después del estallido social que se encargó de derrocar al gobierno ucraniano, no resulta posible saber qué tipo de sistema está rigiendo en estos momentos los destinos de Ucrania y puede que a una mayoría de ciudadanos les parezca mucho mejor volver a la tutela soviética, que tener que vivir un cierto periodo de tiempo en una especie de anarquía asamblearia, encabezada por grupos de una extrema derecha pro europea, cuyas intenciones estarían aún por establecer y que con toda probabilidad, terminarían por convertir a Ucrania en uno más de los hermanos de segunda clase, a los que asfixian a través de préstamos impagables, que traen consigo políticas de recortes e insoportable austeridad, como bien sabemos nosotros.
Se abre pues un nuevo periodo de guerra fría, que vuelve a enfrentar a Rusia con el capitalismo de occidente y que deja pendiente de un hilo la buena armonía que venía reinando entre los dos bloques en los últimos tiempos.
Pero al final será, lo que quiera Alemania que sea y ya verán cómo ni siquiera habrá lugar a discusión, si Merkel acaba por decidir aceptar la anexión, queramos o no queramos los demás, como viene ocurriendo en todos los ámbitos de nuestras vidas.  


domingo, 16 de marzo de 2014

Un domingo de marzo


Apaciblemente arropados por un sol que preludia la primavera y que propicia una tendencia a una despreocupación impropia de quienes padecen tan graves problemas en su entorno diario, los españoles aprovechan el descanso semanal para asomarse a las calles y confraternizar con sus conciudadanos, queriendo permanecer al margen, al menos durante unas horas, de todo cuanto pueda recordarles la angustia vital que les proporcionan las noticias económicas que se han convertido en habituales, para su desgracia y todo aquello que les cause algún tipo de infelicidad, limitándose, simplemente, a intentar disfrutar de la compañía de amigos y familia.
Entretanto, la situación en Crimea se pone al rojo vivo y se agrandan las diferencias entre pro rusos y ucranianos que amenazan la supuesta estabilidad de la vieja Europa con ecos de posibles batallas, recordando a los habitantes del Continente y del Mundo en general, que en cualquier momento puede saltar una chispa que acabe por incendiar toda la violencia contenida que hemos ido acumulando a consecuencia de esta larga crisis.
Por fin, en plena noche, Rafa Zouhier, el de los atentados del 11M es devuelto a Túnez, para tranquilidad de los familiares de las víctimas y aunque no se descarta que pudiera volver a España en un futuro, al menos se consigue alejar el fantasma de tener que soportar su presencia en algún programa del corazón, sin que se aclare si se hace por decisión gubernativa, o porque la presión de las asociaciones relacionadas con los atentados se ha ejercido suficientemente para no tener que recurrir a sonoras protestas en la calle, con las que recordar al Ejecutivo en el poder, que su dolor es igualmente grande que el de otros a los que se presta, desgraciadamente, mucha más atención.
Absolutamente estupefactos, también descubrimos este fin de Semana que lo de estafar dinero público supuestamente destinados a impartir cursos a desempleados, no era únicamente un delito de la UGT de Andalucía y que ciertos cargos empresariales madrileños habían descubierto en ellos un filón para triplicar su riqueza, con el mismo descaro que tanto critica el PP en todas sus intervenciones públicas y aún con el agravante de no haber tenido un  solo alumno en ninguna de las disciplinas ofertadas, aunque de los fondos recibidos no queda otro rastro que no sea el que encuentra la policía, en las cuentas particulares de algún “listo”, profundamente ligado a Instituciones a las que ya pertenecieron individuos como Díaz Ferrán, actualmente en prisión, por haber sido pillado en flagrante delito.
Tampoco se nos escapan las declaraciones de Gallardón, defendiendo la falacia de que el PP nunca ha concedido el indulto a ningún condenado por corrupción, que tanta polvareda ha levantado en otras formaciones políticas, aunque curiosamente algunas de ellas, se hayan beneficiado, precisamente, de indultos promovidos por los populares y carezcan por tanto de derecho a rasgarse las vestiduras, por la mentira del Ministro.
Y para rematar, Artur Mas, que vuelve a las andadas de la amenaza independentista, seguramente inquieto por haber quedado relegado a un segundo plano en noticieros televisivos y periódicos y tal vez temiendo que su propuesta de referéndum se diluya, si de vez en cuando no nos recuerda que sigue ahí y que está dispuesto a lo que sea, con tal de no tener que dar explicaciones a sus conciudadanos de lo mal que lo está haciendo en la Generalitat y de los recortes que está aplicando en políticas sociales y laborales, que son de su exclusiva competencia.
Pero este domingo de marzo nada de esto va a conseguir recluirnos y como si la Primavera que viene inyectara una savia nueva también en nuestros corazones, todos estamos decididos a hacer un ejercicio de desafección y a desembarazarnos de malas noticias, por lo menos hasta mañana.
La libertad de descansar y de emplear el tiempo de ocio en aquello que se nos de la real gana, es también un interesante derecho.
Por eso dejo de escribir y me marcho a la calle con los míos.




jueves, 13 de marzo de 2014

Sombra de sospecha


La juez Alaya impone una fianza de casi treinta millones de euros a Magdalena Álvarez, la que fuera Consejera con Chaves y  Ministra con Zapatero, insinuando que fue la cabeza pensante que ideó el plan de los ERE de Andalucía y le da sólo un día para reunir el dinero, antes de empezar a embargarle los bienes, hasta cubrir exactamente la cantidad que se le exige.
Este imperdonable caso de corrupción, que amenaza con ser eterno, a juzgar por el número de personas que la juez se decide a imputar casi a diario, se convierte con la cuantía de esta elevadísima fianza, en uno de los más relevantes de los muchos acaecidos en los últimos tiempos y acarrea a quien lo instruye, un rosario de durísimas críticas por parte de la izquierda andaluza, que considera absolutamente desmesurada la actuación judicial y sugiere tácitamente la existencia de una implicación personal de la Juez, sin aclarar cuál pudiera ser el motivo de su empeño en hacer daño a la formación socialista.
Ya dijimos en su momento que la justicia había de ser especialmente implacable en este caso, pues no se puede perdonar que los ciudadanos sean estafados precisamente, por personas vinculadas a las formaciones sindicales que deberían defenderlos y que no debían escatimarse medios en la investigación, cayese quién cayese y llamárase como se llamase.
Pero la envergadura que está adquiriendo este asunto, sin que de momento pueda adivinarse siquiera en qué momento podrá llegar a cerrarse, ahora que la juez acaba de abrir una nueva vía que sugiere que se indague específicamente en la actuación de todo el Parlamento andaluz, hace suponer que la trama era mucho más importante de lo que en principio se pensaba y que aún tendremos que esperar largamente, hasta conocer el desenlace y los nombres de todos los que por fin serán acusados y llevados ante la justicia por ello.
Si  Magdalena Álvarez conocía y participaba del delito, pronto lo sabremos, aunque siempre fue considerada por sus compañeros por una persona intachable, a quién en todos los años que duró su carrera política no se le conoció nada por lo que pudiera achacársele la más mínima sospecha.
De momento, su preocupación más inmediata ha de ser necesariamente la de reunir contra reloj los treinta millones de euros que se le reclaman y todo hace pensar que su Partido no está dispuesto a dejarla sola ante el peligro, a juzgar por la premura que han demostrado líderes de la Talla de Chávez o Griñán, en defender su inocencia.
De nada le ha servido a Álvarez su predisposición a colaborar con la justicia, ante la que se presentó a declarar de manera voluntaria, ni las larguísimas conversaciones que mantuvo con la juez y que no parecen haberla convencido, en absoluto.
El revuelo organizado entre los medios de comunicación y la oportunidad que ha visto el Partido Popular de aprovechar en su favor, la fianza impuesta a la ex Ministra, siguen ahora mismo marcando la pauta de la inmediatez informativa, en un caso porque interesa aclarar la auténtica verdad del asunto y en el otro, porque viene estupendamente poder utilizar el argumento en los mítines de la próxima campaña electoral, alejando de sí los fantasmas de corrupción que implican a los propios compañeros.
Aquí, nadie da puntada sin hilo.




miércoles, 12 de marzo de 2014

Una nueva inquietud


No pasa un solo día, sin que las noticias económicas aumenten la inestabilidad psicológica de los españoles y justo ahora que el Gobierno, con clara intención electoral, no para de presumir de que hemos superado la crisis, llega el fantasma de la deflación y nos amenaza con nuevas inquietudes que deben preocuparnos, en tanto que ocurra lo que ocurra, somos los ciudadanos los que siempre acabamos perdiendo.
Por lo visto, todo tiene que ver con el consumo, que no para de descender desde que a Mariano Rajoy se le ocurrió la “feliz” idea de aprobar su Reforma Laboral y la clase empresarial española decidió aprovechar las ventajas legales que se le ofrecían, poniendo en la calle sin coste alguno a miles de padres y madres de familia, colocándoles directamente en las colas de las oficinas de empleo, junto a los millones de parados que ya esperaban ante ellas, la oportunidad de poder encontrar algún medio con el que salir del negro pozo en que les ha hundido esta crisis y la espantosa gestión de éste y el anterior gobierno.
Cómo pretenden Rajoy y los suyos que pueda aumentar el consumo en la situación que padecemos, es una de las incógnitas de peor resolución, de cuántas han afectado a la sociedad española, sin que a nadie le parezca siquiera medianamente razonable que se pueda comprar sin dinero y sabiendo como todos sabemos, que sin trabajar, no existe manera de ganarlo.
Puede que el gobierno tenga razón cuando afirma que algún empleo se está creando, pero es que la calidad del mismo y los salarios que generan las ocupaciones a que pueden acceder los españoles en este momento, no da precisamente para hacer un recorrido por los establecimientos del centro de cualquiera de nuestras ciudades y volver a casa cargados de ropa, enseres e incluso alimentación, como sería lo deseable para que el consumo aumentase y pudiéramos avanzar en la vida, un poco mejor de lo que lo estamos haciendo en el presente.
¿En qué cabeza cabe que con menos de mil euros al mes, puede una familia española pensar siquiera en dedicar una mínima cantidad a otra cosa que no sea el pago de su manutención, la energía y la eterna hipoteca que contrajeron, gracias a la  “generosidad” de la ahora implacable Banca, cuando nos hizo creer que todos podíamos llevar una vida de ricos  y disfrutar de cuántos lujos pudiéramos haber ansiado en el mejor de nuestros sueños?
Sea cual fuere el discurso de los populares, las cuentas no cuadran y menos aún, si se elevan los precios, ni cuadrarán, quieran o no admitirlo, mientras que los salarios no alcancen la dignidad necesaria para cubrir con creces las necesidades de los trabajadores y podamos volver a encauzar nuestras vidas por un camino de normalidad, que es lo que todos deseamos y queremos, a pesar de las trabas que para ello nos ponen nuestros sesudos políticos.
No hay modo de consumir sin trabajar y las  cifras avalan la contundencia de este argumento y si los negocios no quieren unirse a las filas de todos los que han tenido que echar el cierre, no queda otro remedio que bajar precios…y aguantar el tirón, rogando cada uno a su Dios, que le permita subsistir hasta que lleguen tiempos mejores.
Así que si caemos en deflación, no será porque no hayamos advertido a Rajoy de que estaba equivocando el camino, ni porque andemos especulando con los “productivos” ahorros que nos permiten nuestros elevadísimos sueldos, sino más bien porque las leyes aprobadas por este gobierno, más  parecen ideadas por el peor de los enemigos de España, que por alguien que se supone está luchando por garantizar nuestro bienestar, como representante nuestro.

Hemos dicho muchas veces que uno tiene que ser responsable de sus actos. Rajoy también, como no podía ser de otra manera. 

martes, 11 de marzo de 2014

Nadar y guardar la ropa


Han tenido que pasar diez años, una tremenda crisis y que se dé la coincidencia de que estemos a punto de entrar en periodo electoral, para que el PP  empiece a reconocer la más que probada autoría de los atentados del 11M, aunque sin descartar aún abiertamente que ETA tuviera algo que ver, como han venido reiterativamente defendiendo, a través de sus medios afines, desde el mismo momento en que se produjeron los hechos.
Por primera vez, ayer tarde pudimos ver al Ministro del Interior del gobierno Rajoy junto a Pilar Manjón, que preside la asociación de víctimas del 11M, en un acto al que se consiguió traer también a las asociaciones de víctimas de ETA, que nunca habían querido mezclarse con las  otras, como si el horror entendiera de distinciones y el dolor fuera diferente según las siglas que lo provocaron, a través de acciones terroristas.
También, ya lo comentamos el otro día, algún periodista como Pedro J. Ramírez, que siempre defendió la autoría de ETA a través de sus incendiarias editoriales en El Mundo, dio signos de haber cambiado de postura, al responder  a Jordi Évole que ya no creía en esa posibilidad, aunque pensaba que no se había descubierto todo sobre la autoría intelectual de los hechos.
Y sin embargo, aún queda gente como Ignacio González, que siguen siendo fieles a la trasnochadísima teoría de la conspiración y a los que el PP no desearía perder como votantes en las próximas europeas, lo que explica la ambigüedad en las declaraciones sobre estos hechos de María Dolores de Cospedal y otros líderes, que nadan…pero también guardan la ropa.
Pero el tácito cambio de opinión del PP, ha de tener necesariamente una explicación que resulte plausible y con toda probabilidad hay que buscarla en la proximidad de las Elecciones, que exactamente igual que en el momento en que se produjeron los atentados, tienen una vital importancia en la continuidad en el poder del Partido conservador, siempre atento a todo aquello que le reporte buenos resultados, mucho más que a los sentimientos de los ciudadanos, como ya hemos podido comprobar en múltiples ocasiones.
El valor de unos cuantos votos, que podrían marcar la evidente diferencia entre ganar y perder, ha debido poner en alerta a los máximos responsables del PP, a quienes no ha quedado otro remedio que tragarse un orgullo que probablemente nunca tuvieron, para tener que reconocer finalmente que lo que dice la sentencia del 11M no es otra cosa que la verdad, en un intento desesperado de que los españoles no recuerden la teoría que han venido apoyando durante todos estos años.
Pero entonces igual que hoy, el que duda de la inteligencia de la ciudadanía comete un error imperdonable, que más pronto que tarde acabará por pasarle la factura que indiscutiblemente merece y precisamente estos años de crisis, han ayudado a los españoles a mantener frescas en el recuerdo todas y cada una de las experiencias que nos han tocado vivir y muy especialmente, aquellas que provocan en nosotros la sensación de ser engañados por quienes detentan el poder,lo que resulta del todo imperdonable.
El PP de entonces, el de Ázanar y Aceves, perdió las elecciones del catorce de Marzo y el de hoy, de continuar por este camino de flagrante manipulación, perderá de igual modo las europeas y todas aquellas a las que se presente.
Sigue sin gustarnos la mentira.


lunes, 10 de marzo de 2014

Los límites de la ética


Justo en el aniversario del 11M, el condenado Rafa Zouhier que está a punto de terminar el cumplimiento de la condena por su participación en los hechos, publica una carta en la que defiende su inocencia y en la que pide no ser expulsado del País, al haber contraído matrimonio con una española y haber, según él, recibido varias ofertas para trabajar como colaborador en más de un programa del corazón, sin que en ningún momento manifieste los nombres concretos de las cadenas.
 Aún sin saber si se le concederá la petición, las razones aducidas por Zouhier, simplemente para solicitarla, ya mueve las conciencias de todos los españoles y una llega a preguntarse, de ser cierto el ofrecimiento de trabajo a que se refiere en su carta, dónde están los límites de la ética para las televisiones de esta Nación y cómo puede permitirse, si llega a darse el caso, que semejante individuo pueda llegar a convertirse en un rostro que se cuele cada día en nuestras casas, no sabemos para hablarnos de qué, aunque suponiendo que ha de estar necesariamente relacionado con los trágicos sucesos que sacudieron la columna vertebral de nuestra sociedad, en los que participó activamente y por los que fue condenado.
Necesariamente surge la incógnita de qué dirían los sesudos varones del PP, si tuvieran que ver por ejemplo, al etarra Bolinaga sentado cada tarde en una tertulia televisiva, comentando al detalle los crímenes cometidos por la organización a que pertenece y mezclando los nombres de las víctimas con los de los personajes del colorín e intentando desentrañar las más oscuras historias que tras cada uno de ellos se ocultaba, tal como ocurre en cada uno de esos programas casi todos los días, sin que ninguna ley ponga freno a la naturaleza del disparate.
Pero no se puede olvidar que para su desgracia,  las víctimas del 11M han sido reiterativamente consideradas como de segunda fila por este gobierno, quizá porque prestarles apoyo no le reportará jamás la suculenta cantidad de votos que durante años han recibido por aparecer en la foto, al lado de los afectados por el terrorismo de ETA.
Que el 11M es un asunto que afecta a los populares negativamente, es un hecho conocido por todo aquel que demuestra un mínimo interés por el desarrollo de la política y que a la salida de Zouhier no se le ha dado la misma importancia que a la liberación de los etarras, tras la sentencia de Estrasburgo, no puede ser más evidente.
Así que no sería de extrañar que tratándose de alguien que ya ha cumplido su condena, en los próximos días pudiéramos oír que  no les queda más remedio que acceder a su petición y que la deshonestidad de determinados programas conviertan en un hecho su aterrizaje en los medios televisivos, sin que los sentimientos de los supervivientes de la tragedia, ni el de los allegados de los muertos, suponga ningún tipo de traba para que este personaje permanezca en España, buscándose la vida de la manera que considere más oportuna.
Y como estas víctimas no son precisamente proclives a utilizar su dolor organizando manifestaciones multitudinarias ni arrastrando consigo a rostros relevantes de la política, alguien podría pensar que su silencio pudiera ser síntoma de que en el fondo les da igual lo que ocurra con el destino de Zouhier, aunque los demás estemos convencidos de lo contrario y admiremos la enorme entereza que demuestran, al no politizar su tragedia, ni haberlo hecho jamás, como han demostrado los hechos.
Para que quede claro, las víctimas del 11M siguen y seguirán padeciendo durante toda su vida las secuelas de su tragedia, en igual o mayor medida que otras víctimas más afortunadas por la atención de este gobierno y han de estar necesariamente ahora mismo, absolutamente indignadas por las noticias que llegan sobre la liberación de Zouhier al que con toda probabilidad consideran colaborador innegable de la desaparición de los suyos y para el que recomendarían en todos los casos, una deportación inmediata que le hiciera desaparecer de su entorno para toda la vida, como querría cualquiera que pudiera encontrarse en el caso en el que ellos se encuentran.
Así que si la inmoralidad de alguna cadena promoviera que su presencia se hiciera habitual en alguno de los espacios emitidos bajo sus siglas, quienes las gobiernan tendrían que saber que su decisión bien podría volverse en su contra, si todos los ciudadanos que nos consideramos gente de bien, nos negamos a volver a sintonizar ninguno de sus programas, provocando una debacle en su audiencia, como justo castigo a la osadía de haber traspasado todos los límites imaginables de la ética, aunque ahora se haya puesto tan de moda.


domingo, 9 de marzo de 2014

Memoria de nuestros muertos


Cuando se cumplen diez años de los atentados de los trenes,  que supusieron para los españoles un punto de inflexión en la manera de concebir el terrorismo y antes de que los medios comiencen a evocar aquellos hechos, cada cual permaneciendo inmóvil en la defensa de sus teorías, echar la mirada atrás y recordar lo que pasó como si hubiera sucedido ahora mismo, debe ser para todos nosotros ineludible, si se quiere evitar que acciones como aquellas, que violentaron  el corazón mismo de nuestra sociedad, no vuelvan jamás a repetirse.
Hemos dicho ya muchas veces que aquellos eran nuestros muertos   y que solo el azar situó dentro de los vagones afectados a determinadas personas en aquel determinado momento, concediendo a algunas de ellas la enorme suerte de sobrevivir y arrancando de cuajo a otras la vida, sin tener en cuenta en ninguno de los dos casos, su inocencia.
Ninguno de aquellos viajeros ostentaba cargos políticos, ni manejaba poder alguno que pudiera poner en peligro la estabilidad de otros seres humanos, ni formaba parte de los magnates de la economía, ni podía por sí mismo, transformar el destino del mundo tomando decisiones que exterminaran de un modo o de otro a ningún grupo de población, ni atesoraba información con la que mover de su puesto a ningún soberano de ningún reino.
Ninguno de aquellos viajeros estaba siquiera de acuerdo con la participación de España en la guerra de Irak y probablemente, muchos de ellos, hasta habían salido a la calle para manifestarse contra la posición que el entonces Presidente Áznar defendía junto a sus amigos Blair y Bush, en las islas Azores e incluso esperaban, como todos los demás españoles, que los resultados de las elecciones que se celebrarían tres días después, propiciaran, como luego ocurrió, la retirada de las tropas enviadas para tal fin, sin el consenso necesario para hacerlo.
Ninguno de aquellos viajeros imaginó aquella mañana al salir de casa el horror que les aguardaba y ninguno, de ser preguntado, hubiera sido siquiera capaz de definir la magnitud de la tragedia que iban a protagonizar después, al pensar que de ningún modo podría considerársele objetivo, por parte de ningún grupo terrorista.
Todos, cuando se despidieron de los suyos, sólo esperaban un día más, cumplir los tediosos deberes que sus obligaciones imponían y seguramente, ninguno de ellos tuvo siquiera la tentación de mirar atrás, al no intuir que sería la última vez que tuvieran delante los rostros de sus seres queridos.
Tampoco los que se quedaban dijeron seguramente aquellas cosas que luego habrían querido decir, ni los que en aquel momento nos levantábamos de la cama a muchos kilómetros de allí, conectamos la radio esperando recibir otro mensaje que el natural rosario de las noticias de todos los días.
Y sin embargo, el estallido que empezó a producirse solo unos instantes después, se encargo de cambiar la percepción de los sentimientos de todos trayéndonos primero la carga emocional del asombro, para ir transformándose después en la desesperada impotencia de no poder huir de una verdad que arrastraba como un tsunami con su paso, el candor de no poder creer que lo que estaba ocurriendo pudiera ser posible y más tarde en la indignación bañada de lágrimas que no encontraba en la información que se nos ofrecía respuesta alguna a las incógnitas que se mezclaban con las heridas recién abiertas.
Sin móvil aparente, nuestros hijos y padres, nuestros hermanos, nuestros amigos, aquellos viajeros que podíamos haber sido cualquiera de nosotros, habían desaparecido del mundo trayendo a nuestros ojos algunas de las imágenes más dantescas de las que tenemos recuerdo… y nadie nos explicaba por qué.
Podía más el amor al poder que la vida de nuestra gente y creo que fue en aquel instante preciso cuando la decencia que todos presumíamos como virtud principal de nuestros políticos, empezó a desvanecerse para dejar paso a lo que ahora tenemos y que nada tiene que ver con la grandeza que debiera mover a esta profesión, tan maldita y denostada en estos tiempos.
Pero ni las mentiras primeras, ni el intento pertinaz de disfrazar la verdad de los hechos, ni los años que han transcurrido, ni el silencio a que se ha condenado a estas víctimas, ni las vejaciones a que sus familiares han sido sometidas durante estos diez años, podrán impedir que  ahora y siempre, honremos la memoria de nuestros muertos y que ni este año ni el que viene, ni otros muchos futuros, sus nombres, sus historias, que son y seguirán siendo las nuestras, caigan en el olvido. 


jueves, 6 de marzo de 2014

La teoría de Blesa


Declara por fin Blesa ante el Juez, tras haber conseguido mandar al anterior a su casa y lo hace, con la curiosa teoría de que los clientes a quienes se les endosaron las preferentes no eran tontos, como si cada persona que entra a un Banco como ahorrador, tuviese          que haber hecho antes un Máster en Economía, si quiere entender el producto que se le ofrece y no correr el riesgo de que le pase lo que ocurre ahora mismo a más de un millón de españoles, a quienes se ha estafado y vilipendiado hasta la saciedad, haciéndoles perder todo lo que tenían.
Por supuesto que los que confiaron en lo que los directores de las sucursales bancarias les ofrecían no eran en su totalidad minusválidos psíquicos, aunque alguno también hay entre ellos, ni se consideraban analfabetos de solemnidad que necesitaban que otro les leyera lo que estaban firmando. Pero hasta entonces, se contaba con la seguridad de que quienes custodiaban tu dinero, aunque aprovechándose también de su renta, no podían legítimamente embaucar a la clientela, narrándole las ventajas de lo que se ofreció como un plazo fijo, para que después descubriera con estupefacción que había depositado su capital, a perpetuidad, en un producto de los considerados de alto riesgo.
Y sin embargo, la totalidad de las versiones que ofrecen los afectados por el fraude de las preferentes, no pueden ser más coincidentes e inciden en que fueron captados e incluso perseguidos por las entidades bancarias, para que colocaran lo que tenían en éste y no en otros productos, lo que hace pensar  que la estrategia adoptada por quienes lo ponían sobre la mesa era tratar de conseguir liquidez en un momento en que la estabilidad de los Bancos españoles y en particular de Bankia, estaba a punto de estallar en mil pedazos, llegando a provocar la necesidad de pedir el famoso rescate que ahora estamos pagando.
Para mayor INRI y en respuesta a las palabras de Blesa, los “preferentistas” no solo perdieron su capital a causa de la estafa, sino que como todos los demás, también se han visto en la obligación de contribuir al pago del mencionado rescate, como si lo que han perdido, no hubiera sido suficiente para tapar el enorme agujero que nos ha dejado la inenarrable avaricia de la Banca.
Evidentemente, si Blesa perdiera cuánto posee, víctima en su caso de lo que sería una justicia equitativa, no tendría la osadía de manifestar lo que ayer se atrevió a decir a ante el Juez, ya que la desprotección en que quedaría, le impediría pensar en otra cosa, que en buscar la manera de salir adelante.
Pero es que además, lo enrevesado del producto, la letra pequeña y el hecho de haber sido vendido puerta a puerta, en casa de clientes de toda la vida y siempre ofertado por empleados a los que se conocía y de cuya honradez no había duda hasta entonces, crea unos agravantes para quienes son responsables de este delito, imperdonables si se aplicara la justicia  que el caso merece y no se tratara la estafa, como hasta ahora se está haciendo, como si fuera una anécdota a la que el gobierno Rajoy no concede mayor importancia, por la manera que ha tenido, de desligarse de ella.
Incomprensiblemente, el único condenado por este caso es el juez Silva, cuyo pecado consistió en exigir prisión inmediata para el mismo individuo que jugó con los ahorros de los españoles, obviando sus historias personales y sus sentimientos, con el único propósito de esconder bajo la alfombra sus propios pecados y los de todos aquellos que llevaron a Bankia a la situación en que se encuentra, sin que ninguno de ellos haya siquiera pedido perdón, ni por las preferentes, ni por su manera de gestionar la entidad, hasta llegar a hundirla en la más pura de las quiebras.
¿En qué clase de País vivimos?  


miércoles, 5 de marzo de 2014

Cerco a Aguirre


Pisa la trama Gurtel los talones de Esperanza Aguirre, que en su día presumió en el Parlamento de la Comunidad de Madrid de haber sido ella quien había destapado el asunto y la coloca en la difícil tesitura de tener que demostrar que cada acto al que acudió como Presidenta, cada inauguración, cada primera piedra que puso o cada evento, no era, como parece evidente, financiado con dinero irregular procedente de esta  componenda, ahora que el juez Ruz se ha fijado la meta de juzgar cuánto llega a sus manos, en relación con este asunto.
Ya dijimos en su día que no era cuestión de intimidad que Aguirre abandonara su puesto en el gobierno madrileño y que la urgencia de su dimisión, probablemente, ocultaba causas mayores. Y hemos dicho también en muchas ocasiones, que más pronto o más tarde, los actos que cada cual comete, terminan por pasarle factura, casi siempre con inoportunidad y muchas veces, cuando ya se pensaba que se había conseguido escapar con impunidad, de viejos fantasmas e historias que en el tiempo, parece que quedaban demasiado lejos.
Pero la verborrea de Esperanza, la soberbia de mantener una inmaculada limpieza en sus acciones políticas y su incombustible afán por afear la manera de gobernar de sus compañeros cercanos a la corriente de Rajoy, no cuadran ahora con las alegaciones que las investigaciones policiales ponen sobre la mesa de Ruz, dejando en descubierto a quien por una mera cuestión de vanidad, hizo quizá, demasiadas afirmaciones de las que tal vez, tendrá que arrepentirse.
Porque si Correa y los suyos financiaban los actos de la ex Presidenta y cada uno de ellos servía para enriquecer con dinero negro a unos cuantos políticos sospechosamente cercanos a Aguirre, el recorrido del dinero, si se puede seguir, terminará con toda probabilidad por salpicar a la que se consideraba cabeza de la Comunidad y que cada vez tiene más compañeros imputados en esta trama de incalculable extensión, por toda la geografía del País.
Mirando con imparcialidad, una tiene la impresión de que dentro de las mismas filas del PP se está celebrando una carrera por demostrar que en las filas de los oponentes también sucedían según qué cosas y que los hechos protagonizados por los antagonistas son todos de mayor gravedad que los propios, probablemente sin pararse a pensar que sean quiénes sean los implicados, el resultado acabará inexorablemente por perjudicar al Partido, sea una facción u otra, la vencedora en número de corruptos.
Que Gurtel es, no obstante, competencia absoluta de los conservadores y que todos los días se siguen conociendo noticias de nuevos nombres relacionados con el movimiento de capitales generados en esta trama y por tanto, ilegales, no deja lugar a dudas, ni permite especulaciones que exculpen total o parcialmente, a los que se avinieron a los acuerdos.

Más de ciento ochenta imputados y otros muchos candidatos a serlo, dan una contundencia a las sospechas, imposible de obviar y genera un irrefrenable deseo de seguir conociendo qué pasó y que se juzgue con dureza a quienes participaron en ello, llámese como se llame y tenga o haya tenido, la importancia política que tuviere o tenga.