jueves, 28 de abril de 2011

El tierno asombro de Ana María





En los tiempos que corren, es de agradecer que gente de la talla profesional de Ana María Matute aún pertenezcan a esa categoría humana que es capaz de vivir en permanente asombro.
Acaba de hacer una demostración evidente en el discurso pronunciado en el acto de entrega del premio Cervantes, que por fin le ha sido otorgado tras una vida de dedicación a la literatura que ha dejado obras de reconocido prestigio.
Tiene Ana María ese aire de sencillez extrema que la hace destacar entre un gran número de falsos intelectualoides que aprovechan ocasiones como ésta para hacer alarde de su superioridad lingüística, aburriendo a los asistentes con largas peroratas que nadie termina de entender.
Absolutamente desligada de este tipo tan común en los círculos artísticos, la escritora se atrevió a componer su intervención con un idioma popular y magnífico con el que supo llegar directamente al corazón de todos, sin la necesidad de pavonearse de su labor, a pesar de tener amplios motivos para ello.
En cierta medida, me recordó al discurso pronunciado por José Saramago cuando fue elegido hijo predilecto de Andalucía e igual que él entonces, el carácter emotivo de las palabras pronunciadas, consiguió plenamente el objetivo de amenizar una velada ciertamente seria, hilando sólo pensamientos personales, lejanos de la solemnidad que suele acompañar a eventos como éste.
Es de agradecer que la línea argumental del discurso fomentara la cercanía con el pueblo, sin agobiarlo con vocablos incomprensibles y rebuscados sólo compartidos por algunas minorías demasiado selectas.
Afortunadamente, siendo capaz de conservar el asombro que declaró haber adquirido en su más tierna infancia, le habrá resultado fácil establecer una conexión humana con los que se encuentran al otro lado de la historia de cualquier libro: los lectores.
Seguramente coincidirá conmigo en la idea de que la literatura no puede ser concebida para uso exclusivo de una élite de formación superior y que tiene la obligación de intentar ser comprendida por las mayorías, como vehículo transmisor de historias capaces de mover a la lectura al mayor número posible de personas, que de otro modo, tendrían que renunciar a este placer inmenso.
Nada tiene que ver la imaginación con el lenguaje enrevesado o el barroquismo insufrible con que determinados autores acometen sus obras, desdeñando a sectores del público que no han tenido la oportunidad de acceder a una educación de nivel superior o la fortuna de comprender que uno nunca debe terminar de aprender, por muchos años que viva.
Esta perla preciosa, la imagen de las lágrimas emocionadas de Ana María Matute, asombrada por la concesión del Premio Cervantes y su bellísima simplicidad rebosante de lirismo, merecen una mención especial si miramos alrededor para contemplar los horrores diarios que nos circundan.
Es su grandiosa ancianidad, un ejemplo a seguir para las nuevas generaciones de escritores y una dosis de alegría para los que ya la conocíamos desde hace mucho tiempo.

miércoles, 27 de abril de 2011

El ahorro de los nobles

Mientras la calidad de vida de los ciudadanos de la vieja Europa se debilita hasta extremos alarmantes y acucia la necesidad de aminorar gastos para poder cubrir las necesidades de los Estados, agonizantes por las consecuencias de la crisis, las testas coronadas y demás integrantes de la nobleza, ultiman sus visitas a los más prestigiosos modistos para acudir al enlace del nieto de la Reina Isabel de Inglaterra, que se celebrará a finales de esta semana.
No caeré en la tentación de hacer un cálculo aproximado del precio del evento, pero podría afirmar sin temor a equivocarme, que los gastos generados por la parafernalia que rodea a esta boda de carácter real, valdría para remediar en gran extremo los problemas de multitud de personas que miran con asombro la magnitud del acontecimiento, despojados de cualquier posibilidad de atender con dignidad a sus necesidades primarias.
Poco parece importar sin embargo esta agonía, a los enfervorizados partidarios de seguir manteniendo instituciones obsoletas como la monarquía, al frente de los asuntos de un país, consintiendo tácitamente que las interminables cortes que rodean a las casas reales, continúen aupadas a un estatus social insostenible más propio de épocas medievales, que de una sociedad moderna que está viendo tambalearse sus pilares sin ser capaz de deshacerse de lastres como éste.
Resulta ciertamente escandaloso que la genética haga perpetuar en posiciones de privilegio a determinados individuos, sin que siquiera se someta a referéndum el carácter vitalicio de sus puestos y que amparados en la impunidad que les otorga saber que nunca serán apeados de sus tronos, inviertan los caudales públicos en fastos de índole privada, cargando a las arcas de los Estados con incalculables facturas que chocan frontalmente con los recortes que se ven obligados a hacer los individuos sobre los que reinan.
Que tengamos que soportar estoicamente la merma de inversiones en servicios como la sanidad o la educación, mientras celebramos con todo lujo de detalles las bodas de la numerosa prole de los Reyes y los gastos diarios que acarrea la movilidad de los miembros de las monarquías, no deja de ser un insulto para los bolsillos vacíos de los contribuyentes y una ostentación inadmisible cuando las penurias económicas se ceban con los trabajadores colocándolos contra la pared irremediablemente.
Huelga decir que sobran estas cortes palaciegas, compuestas es muchos casos por miembros de casas reales ya abolidas en otras naciones, ancladas a nuestro presente y futuro sin que los parlamentos sean capaces de plantear su desaparición inmediata como una de las medidas de lucha contra la crisis.
Tener que convivir forzosamente con esta primitiva lacra sin que nadie atienda las peticiones que reiteradamente hacen parte de los ciudadanos reclamando sistemas de gobierno más actuales, resulta, cuando menos, inexplicable para una gran mayoría de los habitantes europeos, que deploran en su totalidad los privilegios otorgados a esta casta prehistórica de rancia nobleza.
Hace tiempo que la sangre de los individuos se igualó desterrándose cualquier diferencia de carácter discriminatorio entre ellos. Por tanto, es ridículo perpetuar las especies trasnochadas que aún se mueven en los ambientes áulicos y que tan descaradamente aprovechan su posición en beneficio propio.
Porque hay alternativas mucho más dignas para gobernar un país y la prueba está en las múltiples Repúblicas que salpican el mundo resolviendo sus asuntos de Estado sin tener que sobrellevar la costosa manutención de estos nobles parásitos del Siglo XXI.

martes, 26 de abril de 2011

Miscelánea electoral

No es que haya cambiado nada en el panorama nacional que haga intuir que la crisis ha entrado en recesión y que podemos recuperar algo de lo que nos arrebató con su paso, pero el espectáculo de la campaña electoral va caldeando el clima que rodea a los futuros representantes de los municipios y se ha abierto la veda para que sus bocas profieran toda suerte de insultos y descalificaciones contra los otros, provocando en el personal ajeno a estas lides, un punto jocoso que alivia los recuerdos de los últimos tiempos, al descubrir cuántos trapos sucios había debajo de la camilla política y en qué medida eran ciertas todas las elucubraciones que fuimos capaces de imaginar.
En un auténtico combate a muerte, Blanco y Cospedal se enfrentan en el ring tratando de poner contra las cuerdas a su oponente, mejor si es por KO directo, y maquinan sibilínamente sucias estrategias con las que ganar los múltiples asaltos de que consta el enfrentamiento.
Presume Esperanza Aguirre de no llevar en sus listas a ningún imputado, desmarcándose del embrollo valenciano olímpicamente, más por fastidiar- creo- a Rajoy, que por inquina hacia el presidente de los populares levantinos o tal vez, empezando a preparar un último intento de hacerse con el puesto más alto de su formación, antes de la batalla final de las generales. No se rinde en su empeño la líder madrileña, que igual acaudilla a los ultra conservadores haciendo tambalearse las teorías de centrismo que tratan de hacernos tragar sus correligionarios, que adopta el papel de justiciera recordando que se deshizo de un plumazo de los múltiples implicados en casos de corrupción de su comunidad, para asombro y preocupación de sus compañeros de Génova.
Nadie da puntada sin hilo en este teatrillo en el que todos los argumentos son válidos. La patata caliente del terrorismo, aderezada por el caso Troitiño, la legalización de Sortu y el Faisán, son la comidilla de todos los foros, causando morrocotudos cabreos en las filas socialistas, que no se cansan de decir que los tres son competencia de la Justicia y que no está en su mano someter la voluntad de los jueces a lo que en realidad les gustaría que ocurriera.
Dicen que en Asturias, han negado la inseminación a una lesbiana por razones xenófobas y la ministra Patín lo niega, a pesar de saber, como todos, que la objeción de conciencia de algunos profesionales de la sanidad, está poniendo en peligro la aplicación de las leyes sin que nadie se atreva a evitar tamaño desvarío.
Ahora, publica un periódico de tirada nacional que el PSOE ha recuperado once puntos en las encuestas, tras conocerse la marcha de Zapatero, y que los que pensaban abstenerse votarán a Chacón o Rubalbaba dando un vuelco electoral que le abre las carnes a los populares, que ya lo daban todo por ganado sin tener que hacer ningún esfuerzo.
La paciencia de Rajoy debe ser infinita, ya que oculta perfectamente la indignación que debe sentir cuando ve que se le valora por debajo de los dos posibles candidatos a sucesores del presidente y que por mucho que se lo proponga, su carisma queda siempre a ras de suelo en las valoraciones que los españoles hacen sobre él, cuando se les pregunta.
Trillo sigue exigiendo responsabilidades y olvidando las suyas. Arenas ha empezado a agobiarse sólo con pensar si no tendrá que esperar todavía más para hacerse con la presidencia de Andalucía y los múltiples acusados de casos de corrupción presentes en las listas de los partidos, quizá propongan una rápida peregrinación a Fátima para que los juicios no se celebren hasta que sean confirmados en los cargos y ya no haya remedio.
El azote verbal de Blanco, con su imagen de Topogigio malvado, se dirige sin compasión contra las cabezas pensantes del PP recordándoles sus errores pasados y presentes sin esperar, al menos aparentemente, ninguna compensación crematística por ello.
Al menos, están llegando a todos los rincones de España los beneficios previos a los comicios municipales: las calles se limpian a diario, las obras se van terminando, los arreglos pendientes desde tiempos inmemoriales son acometidos con diligencia y hasta los funcionarios de los Ayuntamientos, de natural desabridos, son capaces estos días de recibirnos con la mejor de sus sonrisas.
¡Lo que hay que ver!

lunes, 25 de abril de 2011

Expulsados de la casa de Dios

A la pantomima televisiva protagonizada por BenedictoXVI el domingo, ya comentada ayer en mi artículo diario, habrá que añadir hoy el inexplicable gesto de la curia romana, que se ha permitido expulsar de la Basílica de San Pedro a un grupo de gitanos rumanos que se había refugiado allí, tras ser destruido su asentamiento en Roma, siguiendo las órdenes directas del presidente Berlusconi.
Los que se autodenominan seguidores de la doctrina de Cristo, han tratado durante años de convencernos de que las `puertas de la casa de Dios siempre estarán abiertas para los pobres y necesitados del mundo, sin horarios que les prohíban refugiarse en ella, si una necesidad perentoria de cualquier tipo afligiera sus espíritus haciendo que se sintieran desamparados.
Pero los nobles principios que están escritos en los libros sagrados de las religiones y el comportamiento real de los que se encargan de administrarlas en la tierra, distan de parecerse lo más mínimo y ponen en evidencia las enormes desigualdades que existen entre los altos dirigentes eclesiásticos y los desheredados de la tierra.
No hay cobijo ni consuelo para los que sin tener nada, no pueden aportar beneficios a las arcas repletas del Estado Vaticano y por tanto, su desagradable presencia incomoda sobremanera a los que ejercen el sacerdocio detrás de los lujos mundanos y la pompa que se esconde tras los muros de la fortaleza más rica del mundo.
Si lo correcto hubiera sido abrir de par en par el recinto para acoger a esta pobre gente, protegerla y alimentarla haciéndose cargo de su mísera situación, dando una muestra de solidaridad para paliar sus terribles historias, la verdad es que la respuesta inmediata que han recibido ha sido la de ser apartados de los dominios del pontífice y devueltos a su trágica suerte, cerrando los ojos al drama que sacude sus vidas, traicionando cualquier principio ideológico que recuerde la esencia de las creencias cristianas.
Nunca sabremos cuál ha sido el motivo de esta decisión, que atraviesa como una espada fría los cimientos de la ética y que habla a gritos de la falsedad del discurso de los que se ponen delante de los fieles los domingos en la Plaza de San Pedro, interpretando el papel de redentores del mal ajeno, para atracción de miles de turistas.
No conoceremos si la expulsión tiene que ver con el aspecto estético que `presentaban estas personas, o si ha tenido algo que ver la xenofobia que contra los individuos de raza gitana arrastra este mundo nuestro sin que sepamos realmente por qué.
Si la causa es lo primero, habría que recordar al clero que el aspecto de las personas sólo puede confundir a las mentes obtusas de los que sin tener en cuenta la pureza interior, atacan ciegamente a quienes se atreven a establecer diferencias, obviando que el camino de la razón nunca tiene que ver con la violencia. Y si es la segunda, habría que plantearse en qué momento se instaló esta rabia contenida en suelo vaticano y si tendrá que ver con la procedencia juvenil del Papa actual, que tal vez no haya aún conseguido desprenderse de los rígidos mandamientos que gobernaron su país durante los años del nazismo.
En cualquier caso, la frialdad de no mirar atrás después de protagonizar una acción como esta, deja claro el color de la conciencia de las esferas eclesiásticas y acaba con cualquier resquicio de confianza que pudiera quedar escondido en el fondo del corazón.
Uno se pregunta si la supuesta tranquilidad nocturna de una de las plazas más hermosas del mundo, no se vería siquiera quebrantada, después de tan ignominioso acto, por alguna luz en la madrugada de alguien que no consiguiera conciliar el sueño.
Puede que lo próximo sea sustituir las cruces cristianas de sus magníficos altares, por esvásticas que representen más fielmente la verdad de sus verdaderos sentimientos.

domingo, 24 de abril de 2011

La santa censura

Imagino que miles de personas en todo el mundo sintieron el otro día la tentación de formular una pregunta al Papa, en la convocatoria hecha por la televisión italiana, para tal fin.
Creyentes o no, católicos, mahometanos u ortodoxos, seguramente creyeron llegada una oportunidad única para obtener una respuesta personal de la boca del supuesto representante de Cristo en la tierra y probablemente se afanaron en desechar cuestiones banales para poder hacer la mejor elección, en la esperanza de ser seleccionados entre los participantes en el evento.
Pero a la hora de la verdad, la polvareda levantada acabó por quedar reducida a una pequeña mota perdida en un camino prefabricado y las tijeras vaticanas se aplicaron con ahínco en censurar categóricamente las intervenciones populares, dejando un escenario prefabricado en el que la figura del pontífice transmitiera una imagen edulcorada, centrada en su labor pastoral y obviando a propósito cualquier referencia al poder real que detenta quien preside el Estado más rico del mundo.
El cariz lacrimógeno de las preguntas emitidas, aderezado por imágenes melodramáticas de creyentes tocados por las desgracias mundanas más terribles, dieron sin duda pie al interlocutor para un lucimiento personal basado en promulgar la aceptación de la voluntad divina, sea cual fuere, y procuraron mostrar la vena más tierna de una sensibilización con las miserias humanas que desdice bastante de la verdadera cercanía demostrada por la curia, que ni siquiera participa en las colectas llevadas a cabo para remediar las causas de los que sufren.
Nos hubiera encantado saber, por ejemplo, en qué medida piensa El Vaticano colaborar en la reconstrucciones de Haití o Japón, del lado de quién está en los conflictos árabes, si el Papa piensa viajar a los territorios más pobres del mundo aportando parte de sus riquezas estatales para paliar la hambruna de determinados países o qué soluciones propone para la crisis, ya que su nación se ha librado de ella y campa boyante por sus sacrosantos territorios.
Sin embargo, esta puesta en escena falaz y negativamente selectiva, que contradice cualquiera de los principios que han regido desde siempre al auténtico periodismo, no ha conseguido otra cosa más que ahondar en las insalvables diferencias ya existentes entre los que se hayan enrocados en las posiciones ultra conservadoras reinantes en el reino de sus cielos y los pobres mortales que, abandonados a nuestra suerte terrenal, hemos de combatir denodadamente con nuestro oscuro presente, sabiendo que no contamos para nada con los beneficios de que disfrutan estos padres putativos que presumen de velar por nosotros.
La hipocresía que representa que ni una sola de las preguntas dirigidas al Papa vaya en contra de su política, ni esboce siquiera un asomo de crítica a su recalcitrante postura en temas actuales, ni haga referencia a los múltiples casos de pedofilia descubiertos en el seno de la iglesia en los últimos tiempos, da que pensar y nos convence de la manipulación descarada del televisivo encuentro.
Afortunadamente, ya pasó el tiempo en que se nos consideraba abiertamente rebaño y a las ovejas nos llegó hace mucho la oportunidad de tener un acceso a la educación, que hoy da sus frutos, ayudándonos a descubrir con relativa facilidad el gran filón de mentiras que se cuecen tras el falso oropel de la supuesta caridad cristiana de los altos mandos de la Iglesia.
Vade retro.

jueves, 21 de abril de 2011

Responsabilidades ajenas

Continuando con la estrategia marcada por el partido popular, de convertir el terrorismo de Eta en un arma arrojadiza con fines electorales, Federico Trillo se coloca ante los medios de comunicación exigiendo responsabilidades por la puesta en libertad de Troitiño, que acaba de desaparecer para evitar un nuevo encarcelamiento.
El antiguo ministro de Justicia de Aznar se atreve sin ningún rubor a se implacable con los errores de los otros aún después de haberse negado reiterativamente a asumir los que le tocan de cerca, huyendo de cualquier tema que pueda recordar su grado de participación en la tragedia del Yack 42, en la que murieron varios militares que entonces se encontraban directamente bajo su mando.
Este incombustible personaje, omnipresente en las diversas cúpulas dirigentes que han tenido los conservadores, miembro del Opus Dei y simpatizante declarado del ala ultraderechista de la formación en que milita, junto con Esperanza Aguirre o Mayor Oreja, incomprensiblemente aceptado por sus correligionarios y aupado a una categoría personal que no se corresponde con los hechos que protagoniza, parece, sin embargo, haber enterrado a gran profundidad los sucesos que rodearon al accidente de aviación, pero mide con distinto rasero las equivocaciones de sus oponentes políticos, a los que reclama una moralidad de la que él ha demostrado carecer a lo largo de las investigaciones que consiguieron aclarar las circunstancias de aquel desastre. Todavía esperan los familiares de los militares muertos, cuyos restos fueron cambiados en la chapuza forense que siguió al accidente, en un afán desmedido del señor Trillo por ocultar la contratación a bajo precio de aviones de deshecho, una explicación que mitigue su dolor, una disculpa pública del responsable entonces del ministerio y que el peso de la justicia caiga del lado de los culpables, independientemente del puesto que ocuparan en los mentideros políticos del país o las influencias que tuvieran en las esferas judiciales de entonces.
La desfachatez del señor Trillo no conoce los límites de la ética y los traspasa con amplitud cuando se atreve a reclamar de otros lo que desdeña para sí, aunque afortunadamente, todos recordamos su altivez ante las peticiones de los afectados por las confusiones de los restos mortales y su enfado monumental cuando el señor Bono se “atrevió” a escarbar en el fondo de la cuestión para ofrecer consuelo a los que anteriormente habían encontrado que todas las puertas se cerraban de un portazo ante sus doloridos corazones.
No se comprende que aquello no enviara a su casa para siempre al ex presidente del Congreso y que, aún hoy, perviva felizmente en la política precisamente como representante de los asuntos de su partido que se relacionan con la justicia.
Claro que él sabe muy bien cómo eludir el peso de la ley y conoce al dedillo los subterfugios necesarios para dar la vuelta a los acontecimientos hasta hacerlos parecer completamente diferentes de lo que en realidad son y ajustarlos con precisión para que beneficien en su totalidad sus propios intereses o los de su partido.
Pero no todos los españoles carecemos de la memoria precisa para recordar el papel que ha jugado cada cuál en cada momento y aún algunos somos capaces de guardar en la mente la historia vivida, sin que se nos olvide un detalle de cómo sucedió cada cosa y quién protagonizó cada suceso.
Si de verdad existiera la justicia, naturalmente Troitiño debiera cumplir la condena en su totalidad, pero el apostólico- romano señor Trillo, tendría primero que ser juzgado por su implicación en el caso del Yack 42, dada su grave implicación en el mismo.
Su impenitente amnesia sobre cualquier cosa que roce siquiera su fama de caritativo varón o su aparente decencia trasnochada, no cuadra con su milimétrico conocimiento de las culpas ajenas, ni es creíble para los que todavía esperamos que asuma sus pecados y cumpla escrupulosamente su penitencia.

miércoles, 20 de abril de 2011

La pecadora readmitida





Diez años le ha costado a la maestra Resurrección Galera que el Tribunal Constitucional falle a su favor en la pugna que mantiene con la Iglesia Católica, a raíz de ser despedida de su puesto tras contraer matrimonio civil con un hombre divorciado.
Esta resolución, que sienta un precedente importante en las formas de contrato de los profesores de Religión, enviados por los obispados a los colegios públicos, es el fruto de una lucha colosal en la que nunca se contempló la rendición, por parte de una mujer que defendía, sobre todo, algo tan simple como su derecho a la intimidad frente a las injerencias continuadas del clero en los asuntos familiares de los que nombrados a dedo por sus mandatarios, han de convertirse en modelos ejemplares de su doctrina, dentro y fuera de las aulas.
De todos es sabido que muchos maestros hacen los cursillos de religión para tener en la mano una posible salida que contrarreste el alto índice de paro que padecen y que tal asignatura se presenta como una opción en los centros, sin ninguna obligación de ser cursada por los alumnos y sin ser objeto de evaluación por parte de los profesionales.
Con toda seguridad, los que la imparten, sin duda son exhaustivamente investigados en su vida personal por sus contratantes y desde luego, lo normal suele ser que no presenten problemas de tipo doctrinal que causen dolores de cabeza a los santos varones de la poderosa institución eclesiástica.
Ya es un agravio comparativo que no tengan que aprobar unas oposiciones, como el resto de sus compañeros, para acceder al puesto, pero que la actitud de las altas esferas vaticanas gobiernen sus actos hasta el punto de considerar procedente su despido si no se adecuan sus posturas a los estrictos mandatos de sus superiores, está cerca de la esclavitud ideológica y coarta gravemente las decisiones personales que los docentes puedan adoptar, al depender del camino que tomen la solidez de sus puestos de trabajo.
Es de suponer que esta maestra contaría con una trayectoria curricular idónea cuando llegó a un acuerdo con el obispado del que dependía, pero todo se truncó con la llegada a su vida de un hombre que había disuelto un matrimonio anterior, quedando a los ojos de la recalcitrante opinión de la curia en un pecado mortal del que nunca sería perdonado.
El tiempo que se ha tardado en decidir sobre la improcedencia del despido, hace suponer que en el bando de la justicia todavía quedan muchos adeptos a la ideología que profesa la patronal con sotana que es parte en este endiablado litigio, porque es tan clara la injusticia cometida con esta mujer, que hubiera bastado un repaso a la constitución para observar en qué medida se vulneraba su igualdad con el resto de los ciudadanos del estado, libres de decidir a quién unirán su vida y la vía para hacerlo.
Es de imaginar que bajo la apariencia de normalidad que sobrevuela la vida de los profesores de religión, se ocultan algunas otras historias, debidamente solapadas bajo el temor a verse en la calle. Si nos sentamos a esperar, con toda probabilidad acabarán aflorando ahora que se sienta precedente legal sobre el asunto y al fin, estas personas podrán gozar de la libertad y el derecho de vivir la vida sin tener que pasar por el amargo confesionario de la intolerancia.

martes, 19 de abril de 2011

El rugido del viejo león

No dejan de sorprendernos las declaraciones periódicas del ex presidente Aznar sobre los asuntos del país, siempre concedidas a medios extranjeros y rematadamente catastrofistas, cada vez que nos llegan desde alguna de las palestras que ocupa en los foros americanos, como si no tuviera la libertad de expresión necesaria para hacerlas desde el territorio patrio, que tanto se jacta de defender.
Ruge el viejo león reclamando su dosis de protagonismo, como si no se resignara a renunciar a la hegemonía de otro tiempo, tal vez en desacuerdo con las directrices que toma el discípulo díscolo que dejó en su lugar y acercándose peligrosamente a las alas más extremistas de su partido, demostrando que su cacareado centrismo no era más que una excusa necesaria mientras dependían de sus manifestaciones los votos.
Quizá piensa que con su actitud proyecta una imagen arrebatadora aún capaz de enamorar a los que creyeron en su discurso, pero lo cierto es que su pose antinatural, acompañada de su terrible acento inglés aprendido seguramente en uno de esos cursos acelerados en los que te enseñan mil palabras, resulta esperpéntica a los ojos de quienes la contemplan, que no pueden hacer otra cosa mas que mofarse de tan ridículo papel.
Ya sabíamos que tenía fama de rencoroso y es probable que haya sido incapaz de perdonar al actual presidente el modo vergonzoso en que le obligó a abandonar el poder, tras la suerte de mentiras que urdió sobre la guerra de Irak y los atentados del once de Marzo en Madrid.
Le hubiera gustado dejar el cargo con honores de héroe y ser añorado por sus correligionarios e incluso reclamado a volver a ocupar el liderato, al que hubiera vuelto gustoso con la excusa de ser necesario para la nación.
Pero ni siquiera con la peor de las crisis encima será recordado como un buen presidente y se ve sin duda obligado a estos montajes sensacionalistas de dimes y diretes, para no quedar relegado a un puestecillo honorífico que no sacia en absoluto sus desmedidas ansias de conservar la fama.
Alguien dijo una vez que a Aznar le hubiera gustado ser Felipe González. Yo añado, que sobre todo lo que hubiera querido es gozar del prestigio internacional que disfruta su antecesor y ser capaz de hilar argumentos con la misma soltura y desparpajo con que lo hace el andaluz, sin tener que recurrir a puestos honoríficos otorgados por su amigo Bush, a cambio de los servicios prestados después de las fotos de las Azores.
Puede que también deba algo importante a Gadafi, a quien llama amigo excéntrico, ya que su desmedida defensa le hace ir en contra de la opinión internacional en los calificativos que al dictador libio dedica, pero si de verdad quiere tener el empaque que caracterizaría a un buen político, debiera recurrir a la mesura antes de caer en el espantoso ridículo de hacer reflexiones tan nefastas.
Alguien de su partido podría tal vez aclararle que su etapa pasó y advertirle del flaco favor que hace a los que ahora llevan las riendas de su formación con el pensamiento puesto en una próxima victoria electoral, porque si le siguen amparando y se pone en funcionamiento la memoria popular, puede que las mieles del triunfo no lleguen a ser tan dulces como se esperaban.
Ya no es el jefe de la manada y su obligación es retirarse dejando paso libre a los que llegan, esté de acuerdo o no con los hechos que protagonizan, pero su empecinada actitud de estar en primera línea de juego deja al descubierto sus cartas con demasiada frecuencia, sin que su soberbia le permita admitir que su opinión no interesa a nadie en todo el territorio nacional.

lunes, 18 de abril de 2011

Salvadores en Islandia

Sube otra vez la extrema derecha en Europa- ahora en Islandia- alarmando considerablemente a los integrantes de partidos consolidados de corte liberal y socialdemócrata, como si no hubieran previsto que algo así podía suceder, en vista de la mala gestión de la crisis que han estado realizando. Las épocas en que las clases trabajadoras se ven asfixiadas por los altos índices de desempleo, siempre se acaban saldando con el resurgimiento de los autodenominados salvadores de la patria y sus promesas de reducción de los problemas apoyadas en soluciones drásticas. Esta vez le toca a la inmigración pagar los tiestos rotos y soportar la ignominia de tener que oír hablar de expulsiones inminentes, tiñendo las urnas de un problema racial agudizado por las soflamas de corte fascista de los que, de llegar al poder, lo harán con las prohibiciones en la mano. Pero la memoria de los pueblos es flaca. Preocupados por sus propios problemas, no se entretienen en echar la vista atrás, a pesar del ignominioso recuerdo que quedó en el mundo del reinado de los antecesores de éstos que ahora ganan posiciones en el ranking político. A pesar de la amnesia colectiva, es muy preocupante que lleguen a instalarse en nuestros parlamentos individuos de tal calaña y sobre todo, que la juventud se suba a estos carros completamente nuevos para ella, de los que nunca sacarán otra cosa más que la amargura de ser artífices de una pérdida paulatina de libertades, que no tardará en afectar el modo de vida que solían tener. El aprovechamiento descarado que de las situaciones caóticas hacen estos grupos extremistas, es el mismo en cada una de las ocasiones y sus fanáticos líderes acaban por demostrar históricamente su locura atacando desaforadamente y sin control a todo aquello que contradiga sus rectos designios. La valentía del pueblo islandés, negándose a ser socorrido por los usureros de la Banca, queda ahora empañada con este brusco giro a la derecha que hará de su situación actual un laberinto de incalculables consecuencias del que tal vez cueste gran trabajo salir. Pero nadie escarmienta por cabeza ajena y a veces, hay que probar el amargo sabor de la medicina para comprender las fatigas que pasaron los otros y enterrarla para siempre sin volver a tomarla jamás. Y aunque seguramente estos resultados electorales son consecuencia directa de la enorme desesperación en que nos han colocado nuestros gobiernos, habrá que extremar la cautela e informar debidamente a los desmemoriados advirtiéndoles que los remedios, en ocasiones, pueden llegar a ser aún peores que las desgracias que los reclamaron. Sólo queda esperar a próximos comicios en otros países para ver qué alcance va teniendo este ascenso desmesurado de doctrinas tan terribles, pero no se auguran buenos tiempos para los partidos convencionales. Quizá debieron pensar detenidamente en que esto sería inminente de continuar con sus políticas capitalistas y dar mayor importancia a los que en definitiva, son los que elegirán con su voto a los que los apearán del poder.

domingo, 17 de abril de 2011

Semana de reclusión



Mientras la gente de mi ciudad se acicala con sus mejores galas y toma las calles por asalto, en una repetición anual de los ritos religiosos de tinte pagano con que aquí se saluda la recién llegada primavera, huyendo de la enardecida muchedumbre, me dispongo a pasar la semana con la relativa tranquilidad que da no tener que enseñar a ningún forastero lo que se considera típico de estas fiestas. Seguramente aprovecharé para ponerme al día en los ahora paralizados asuntos del país, que olvida radicalmente el periodo crítico que atravesamos, para echarse a las carreteras camino de las playas, elevando la ocupación hotelera de manera considerable, a pesar de la enorme subida de precios que ha experimentado el sector en este último año. Los que se quedan, sacan a pasear el espíritu procesional que llevan dentro, enardecido por las querencias arrabaleras de sus lugares de residencia y entonan una oración bajo los capirotes rodeados de olor a cera e incienso, muchas veces incluso, a pesar de practicar en su vida diaria el resto del año, un ateísmo confeso. Este extraño fenómeno de creencias diametralmente opuestas, me parece, es algo muy sui generis que chocaría frontalmente con la inteligencia de cualquier hijo de vecino que no sea nativo de esta parte del mundo, pero por estos lugares, la actividad frenética que se desata entre la multitud, hace que los raros seamos los que, por decisión propia, nos recluimos en nuestros aposentos, desterrando cualquier posibilidad de mezclarnos con la masa ingente que llora de emoción y hasta se desmaya al paso de sus imágenes favoritas. Trae también el evento un millón de personas de fuera que atraídas por la fama internacional de la Semana Santa, alucina en colores con las curiosidades que se producen a su alrededor y que aprovechan para deleitarse con las múltiples delicias culinarias que se cocinan en todos los bares de la ciudad como consecuencia de la movida que se organiza. Es un caos la circulación y no hay quien camine con tranquilidad por el centro, tomado por las filas de sillas de alquiler instaladas en toda la carrera oficial de las procesiones, así que la solución más oportuna para los sufridos trabajadores, es la de callar en espera de que la cosa termine, aunque la jornada laboral ha de ser obligatoriamente acortada, sobre todo si el lugar de trabajo coincide con el paso de los infinitamente largos cortejos. Pero la reiterativa parafernalia de todos los años, no cansa al personal amante de estos acontecimientos y siempre es exitoso para ellos mezclarse con el gentío, aunque ya conozcan desde siempre lo que acabará sucediendo, si es que el tiempo caprichoso no lo estropea con uno de esos aguaceros que dejan a los santos en las iglesias. En fin, si alguien no se lo quiere perder está en su derecho. Yo, en plena consciencia de mis facultades, procuro estar lo mas lejos posible del epicentro de este terremoto porque me viene grande en todos los sentidos, sin que desde pequeña, haya encontrado mi sitio entre los nazarenos, cuyo paso interminable siempre me aburrió hasta la saciedad, incluso si mientras esperaba, estaba en buena compañía charlando de otras cosas que nada tenían que ver con lo que estaba ocurriendo. Habrá que aguantar la penitencia.

jueves, 14 de abril de 2011

La vergüenza de la gente bien

Supongo que para alguien de la categoría social del señor Gallardón y sus correligionarios, los pobres de solemnidad deben representar una especie de mancha purulenta que desbarata los esquemas de ciudad ideal, cargada de obras faraónicas, limpia de humos y cualquier deshecho que ponga en entredicho la buena fama de la gente bien. No están acostumbrados a codearse con los desheredados de la tierra, por mucho bombo que se den a la entrada de las iglesias, jugando al papel de remediadores de causas perdidas y hacedores de cristianísima caridad, pero salvando siempre las distancias. Ahora quiere hacer desaparecer de las calles de su espléndido Madrid a los sin techo , e incluso que se apruebe una ley estatal que los borre del mapa, como si se trataran de perros rabiosos y él fuera el lacero del reino que hace el favor de lavar la imagen de la capital ahorrando a los ojos de sus visitantes el deleznable espectáculo que proporciona la miseria. Olvida el señor alcalde ese artículo de la constitución que iguala a todos los españoles y vulnera gravemente la intimidad de los ciudadanos que están en su derecho a la libre circulación territorial y a hacer de la calle su residencia, si así lo creen conveniente. Pero además, ese reflejo de pobreza que tanto hiere la sensibilidad de los populares, no es más que la propia imagen de la sociedad en que vivimos y la prueba evidente de las enormes diferencias sociales que provoca el sistema capitalista, que tanto gusta defender a su partido desde los púlpitos. Claro que para quien se esfuerza en aparentar que ha revolucionado Madrid, a pesar de haberla endeudado de manera escandalosa, la foto de los desfavorecidos plantados en las esquinas de su maravilloso paisaje, debe ser un regalo envenenado que no desearía tener que admitir. Quizá sigue el ejemplo de su ídolo francés, que ya se ha encargado de expulsar a un gran número de rumanos de su territorio y que debe pertenecer a las mismas altas esferas en las que se mueve este político ejemplar, cuyas palabras no se corresponden con sus obras, a la vista de esta desastrosa ocurrencia. Vamos a tener que dar la razón a los que ya nos advertían de la doble moral del señor Gallardón y acabar creyendo que, verdaderamente, enmascara lagunas ocultas detrás de su flamante caballerosidad democrática. Porque en democracia tienen cabida todos ciudadanos independientemente de que pasen la noche en una mansión de la Moraleja o en un cajero de banco donde resguardarse de los fríos del invierno. Nadie merece que se le aplique una ley discriminatoria por el mero hecho de no haber tenido suerte en la vida y menos aún, que se le retire de la circulación para acallar las conciencias de las clases privilegiadas que nunca podrán entender, desde su altura, situaciones agónicas como estas. Más valdría mirar al interior y preguntarse qué clase de errores estamos cometiendo si ni siquiera somos capaces de conseguir que todos vivan dignamente. Lo único que estas personas provocan en la gente normal es dolor, pero nunca vergüenza.

miércoles, 13 de abril de 2011

Luchando con la astenia primaveral

Este adelanto del verano, que parece haberse saltado una estación entrando a saco en nuestras vidas, descompensando su normal funcionamiento con una inyección de desgana, me tiene algo descentrada en mis labores habituales impregnándolas de un letargo existencial del que me cuesta un imperio desprenderme. Lo noto porque paseo de allá para acá atropelladamente y sin rumbo sin ser capaz de centrar el pensamiento en un tema concreto, a pesar de hacer verdaderos esfuerzos por terminar alguna actividad, casi siempre sin conseguirlo, y sin lograr siquiera una mínima indignación que me motive a escribir para ofrecer algo jugoso a mis pacientes lectores. Yo siempre he sido debilucha cuando llega esta época, no sé si porque mi rendimiento personal da más frutos con los rigores del invierno o porque mi naturaleza bohemia es proclive a ociar en cuanto bajan mis defensas, pero la realidad es que una amalgama de temas variopintos se me instala en la mente y no puedo establecer prioridades para hilar una historia que no sea ésta que ahora estoy contando. Es como una transformación silenciosa que troca mi bravura en mansedumbre y transforma la importancia de los asuntos en pura banalidad, resquebrajándome los esquemas disciplinarios con altas dosis de estúpida pereza. Y aunque sé que está revuelto el patio político, que han encontrado un nuevo arsenal en manos de ETA, que la trama Gúrtel no será juzgada hasta después de las elecciones y que Fukushima sobrepasa la peligrosidad que tuvo Chernobil, sólo puedo pensar en abandonarme al dulce placer de la inactividad y no encuentro el camino para poner en marcha las neuronas, que yacen desparramadas por el cerebro afectadas de indecisión. Ya adelanto que todo esto será, como siempre, superable y que en cuanto salte la chispa que active el resorte que me mueve y el organismo no tenga más remedio que acomodarse a la nueva situación, volveré a ser la misma. Pero en este momento, me apetece la fresca oscuridad de mis aposentos y, todo lo más, una música suave que termine de relajar los músculos afectados por la maldita astenia que los inutiliza. De momento, voy capeando como puedo este temporal que me inunda las arterias de un cansancio soso y hago lo que puedo con las palabras para no defraudar a los que me siguen a diario desde tan diversos lugares de este loco mundo. A todos ellos, a vosotros, pido un poco de comprensión con la falta de imaginación para desarrollar un escrito un poco más contundente, pero a veces, las musas lo abandonan a uno a su suerte y se niegan a soplarnos al oído las frases oportunas.

martes, 12 de abril de 2011

Requiem por un juez español

Parece que no hubieran pasado los años y el tiempo se hubiera detenido en la maldita post guerra española, cuando los vencedores llevaban a cabo juicios sumarísimos contra quienes tenían la osadía de oponerse siquiera a sus pensamientos. Parece que el viento democrático que llegó a nuestras vidas con la transición, hubiera sido sólo un espejismo y las hordas franquistas siguieran instaladas en los cargos de mayor responsabilidad del país, haciendo y deshaciendo a su gusto las leyes, afincadas en su elevado estatus de poder e interpretando su significado a su conveniencia. Es verdad que el tiempo ha transcurrido y nos parece haber ganado el derecho a la limpieza judicial, a ser medidos por un mismo rasero independientemente de nuestra procedencia ideológica, pero la realidad demuestra a diario, sin embargo, que los caminos de esta judicatura a la que nos sometemos, son distintos si el pensamiento se sitúa en una u otra orilla. Un caso evidente de lo que digo es la empecinada actitud que se demuestra contra Baltasar Garzón, a quien las alas conservadoras de la ley, no perdonan la osadía de haber tratado de esclarecer los crímenes del franquismo, ni la desfachatez de haber escuchado las jugosas conversaciones de los implicados en la trama Gurtel, que curiosamente lleva al banquillo de los acusados a gentes cercanas a su recalcitrante ideología que, para mayor escarnio, encabezan ahora las listas de candidatos a las elecciones autonómicas de la Comunidad Valenciana. Huele a podrido el caso de Garzón desde el principio, desde que se admiten a trámite las acusaciones contra él, viniendo de ciertos partidos falangistas de doctrina fascista, que debieran ser ilegalizados de igual modo que lo son los abertzales y borrados del mapa político español, dado su pasado violento y facineroso. Huele a trama orquestada por las derechas para deshacerse de un juez ecuánime, amparados en la supuesta legalidad de unos tribunales claramente inclinados a las propuestas venidas de la mano de los amigos de un pasado incivil de perversidad, que se afanan en dar sepultura a las heridas infringidas a los otros, seguramente para evitar tener que encontrarse cara a cara con acciones vergonzosas que no quisieran tener que reconocer. Enterraron a nuestros muertos en las cunetas y ahora quieren que el juez los acompañe, a ver si las nuevas generaciones olvidan que existieron uno y otros, dando tranquilidad para siempre a los que llevan en la conciencia una pesada losa de la que les está resultando difícil desprenderse. No importa si con el juez desaparece la última oportunidad de las familias para conocer qué pasó con los suyos, ni las miles de historias desgraciadas que se ocultan en las fosas comunes de todo el territorio español. No importa si no se averigua nunca dónde fueron a parar los niños robados a las madres republicanas en las cárceles franquistas, ni qué suerte corrieron los defensores de la legalidad que tuvieron la mala suerte de que les arrancaran la vida en la oscuridad de la noche. Sólo importa la estabilidad de los que proceden del lado vencedor, entonces y ahora, como si los cuarenta años de oscuridad, no hubieran generado más que una niebla espesa de la que nunca nos permitirán salir. No hay justicia si se permite que esta masacre solapada continúe ejerciéndose con la arbitrariedad que se hace ni se puede pedir a los ciudadanos confianza en un sistema capaz de hacer distinciones según el credo de cada cual. Junto a Garzón, a quien ya han condenado de ante mano, imputan a toda la izquierda que no se resigna a la tristeza del olvido y con él, se marcha también nuestro derecho a conocer la verdad, mientras arriba se asientan riendo a carcajadas los infractores de ayer y de hoy, como si aquellos crímenes de entonces no hubieran sido mas que una pantomima y nosotros juguetes rotos en unas manos de acero que no dejarán de ahogarnos jamás.

lunes, 11 de abril de 2011

Sube al carro Perú

Triunfa en las elecciones de Perú una izquierda de corte Chavista añadiendo un nuevo grano de arena a la tendencia política del cono sur, que se está convirtiendo en discípulo de la revolución castrista, con sus promesas de una vida mejor para los miles de desfavorecidos que pueblan sus calles sin que nadie los tenga nunca en cuenta. Tantos años de colonialismo americano encubierto, tanto tiempo robando descaradamente los recursos naturales de las naciones por parte de los capitalistas de otras partes, tanto abuso por parte de los propios regímenes corruptos que no han hecho otra cosa que ahondar en las diferencias sociales, merecían una respuesta contundente y el momento está llegando, aunque no de una manera coherente ni liderado precisamente por la honradez de los que llegan a lo mas alto. Es comprensible que la desesperación de los que sólo tienen el cielo por techo, se convierta en ilusión si el discurso de alguno de los políticos recuerda, aunque sea de pasada, su miseria. Es normal que su voto sea otorgado a quienes se comprometen teóricamente a nacionalizar los productos y a paliar con su rendimiento la terrible situación de los desheredados de estas tierras, que nos son tan cercanas idiomáticamente y en el corazón. Es inevitable que su disposición esté lista para enfrentarse a los que han sido los causantes de sus desdichas y que su odio se refleje en su pensamiento colocándoles en extremos diametralmente opuestos a los aconsejados por sus supuestos “protectores”. Lo suyo ha sido una invasión solapada de su identidad nacional, a veces de la mano de gobernantes que han vendido a las multinacionales la vida misma de sus pueblos, otras, a través de golpes de estado sangrientos inducidos y programados por quienes se beneficiaban de sus ganancias sin permitir que los países crecieran, condenándolos a un analfabetismo endémico y a una sumisión total, de la que ahora están por fin, despertando. Las naciones iberoamericanas están protagonizando rebeliones propiciadas por el hartazgo de no poder ser ellas mismas y proyectando la ira contenida durante su condena al silencio y la oscuridad, sobre la imagen de la ambición extranjera, a la que a todas luces, desean expulsar de sus territorios sin que sea posible una vuelta atrás. Al final, quedará América dividida en dos ideologías absolutamente antagónicas. El norte, asentado en su majestuoso trono capitalista desde el que quiere dirigir el mundo, y el sur, cansado de ser dirigido, aupado a un nacionalismo supuestamente izquierdoso y populista, que más que representar una corriente de pensamiento, es una negativa rotunda a la manipulación descarada que pretenden sus vecinos ricos. Desde luego, tienen derecho a protagonizar sus aventuras y a decidir por medio de las urnas el nombre de sus presidentes, pero faltaría para que todo esto fuera perfecto, un poco menos de apego a los cargos por parte de los que llegan al poder y una actitud mucho más democrática que permita bajarlos de la peana, si sus pueblos así lo deciden, tras su periodo de mandato. Sin embargo, la lección que está recibiendo el gran coloso, con los resultados de las consultas populares, es un toque de atención para que modere su afán intervencionista y manipulador, aprendiendo que finalmente, estas estrategias perversas acaban volviéndose contra los que las ponen en marcha.

Les está, pero que muy bien empleado.




domingo, 10 de abril de 2011

Parar en seco

En el último momento, Obama consigue sacar adelante los presupuestos del Estado, bajo la amenaza de una paralización general del sistema y ganando un valioso pulso a los republicanos envalentonados por sus anteriores victorias sobre esta especie de advenedizo que los destronó arrebatadoramente en las urnas. Las derechas recalcitrantes siempre han temido intrínsecamente a todo lo que huela a paro, fundamentalmente porque suele ir directamente relacionado con su propia obtención de beneficios. Así que es fácil hacerlos claudicar con cualquier argumento amenazador de este tipo, sobre todo si lleva implícita la inestabilidad de su sacrosanto sistema o se parece a aquellas teorías que ellos consideraban propias de los países de detrás del telón de acero y que durante años, trajeron en jaque a las agencias de espionaje de los capitalistas. Pero la realidad es que este tipo de acciones, más que ser una pertenencia territorial, es mas bien una baza en manos de quien se atreve a utilizarlas y un invento, en exclusividad, de las clases trabajadoras, como elemento de fuerza en la reclamación de sus vituperados derechos y que suele dar apetecidos frutos para ellas, cuando se deciden a aplicarlas. Si algún gobierno resuelve seguir a rajatabla los pasos establecidos en este tipo de negociaciones, llegando hasta el final si fuera preciso, sin duda es porque está seguro del triunfo y porque recuerda, aunque ahora parezca lejano, todo lo que históricamente sucedió alguna vez. Sin embargo, parece que los primitivos inventores de los mencionados términos han renunciado a su aplicación, quizá aterrorizados por acabar de perder las pocas posesiones terrenales que les quedan y adormecidos por la droga letal que los poderosos han inyectado en su ideología transformando a los lobos en mansos corderos, incapaces siquiera de balar en los campos paradisíacos que hace tiempo les permitieron disfrutar. Y aunque la realidad sería distinta si volviera el valor a las filas de los trabajadores, la tibieza de su mansedumbre pone fácil a los que dominan la tierra acabar con cualquier conato de oposición, por pequeña que sea. Hemos perdido nuestra pasada identidad y ni siquiera somos capaces de comprender la fuerza de nuestras propias armas. Nos ha convencido esta amalgama alienante de acercamientos doctrinales y ya no distinguimos de dónde vinimos, ni cómo avanzar apartando de nuestras vidas todos los espejismos que nos ciegan obligándonos a dejar el único camino que podría desterrar nuestra espantosa soledad. No deben estar tan superadas las teorías que nos obligaron a abandonar con sus promesas incumplidas de aquel bienestar que acabó derrumbándose. No deben estar tan superadas, cuando hasta en el país más poderoso del mundo se ponen en práctica con resultados tan evidentes. La pregunta flota en el aire machaconamente: ¿qué pasa entonces si los que paralizan sus economías de mercado somos nosotros? ¿Qué pasa si desobedecemos el mandato, si no seguimos el juego de los banqueros, de los políticos y de toda esta casta empeñada en manipular nuestras vidas con la violencia del miedo? Estaría bien, por un momento, sacar la cabeza por la ventana para eludir la oscuridad abismal en la que estamos inmersos y atisbar un resquicio de luz al otro lado, haciendo uso de nuestra voluntad de triunfo. Quizá entonces todo volviera a cobrar sentido.

jueves, 7 de abril de 2011

Sin predicar con el ejemplo

Haciendo gala de su solidaridad con los efectos que la crisis provoca en la ciudadanía, los miembros del Parlamento más inútil jamás creado, el europeo, se han negado en redondo a cambiar sus magníficos billetes de avión de primera clase por los incómodos asientos de turista, en los que nos vemos obligados a viajar (cuando nos lo permiten nuestros agujereado bolsillos) las personas decentes y honestas, que no pertenecemos la alta alcurnia en que se hallan instalados estos politicastros de pacotilla, que dicen representarnos de cara a la galería de los necios. Es verdad que cuesta perder los privilegios. Que se lo pregunten a los padres de familia que esperan en las colas del INEM suplicando cualquier empleo que les ahorre la vergüenza de tener que subsistir con la limosna de cuatrocientos euros que les tira el gobierno, mientras machaca su dignidad, o a los funcionarios y jubilados que han visto reducido su poder adquisitivo sin que su sacrificio revierta en una mejora sustancial en el panorama del país y sí grandemente, en el pavoneo descarado del sector bancario y en las huchas repletas de infinidad de cargos públicos, encausados o no por corrupción, pero situados en las altas esferas de la economía, sin que les haya rozado siquiera el mal viento que nos azota. Debe ser que ignoramos la procedencia de los que deciden por nosotros y que nos han engañado también cuando nos cuentan de la humildad de sus orígenes, porque su actitud despótica contra los derechos de los más desfavorecidos y su falta de humanidad cuando llega la hora de compartir penurias, o delatan unos ancestros cercanos a la nobleza, o un fascismo ideológico que pisotea sin recato la inocencia de los pobres mientras ellos se asientan en un glorioso porvenir carente de los sinsabores amargos que acarrea la pobreza. Los escaños de oro en que reposan sus ilustres señorías, lejos de traerles incomodidad y quebraderos de cabeza para sacarnos de la situación en que su mala gestión nos metió, abundan en bienestar sin límite y se hayan aislados del sonido que llega de la calle, apartando a sus ocupantes de los desheredados de la tierra, sin que exista la menor posibilidad de un mestizaje que les haga entender qué amargo es el sabor de la miseria. Por eso se niegan a ocupar las plazas de avión junto a las nuestras, porque no quieren contagiarse de los efectos que nos trajo su crisis ni exponer sus santos oídos a las salpicaduras de nuestras voces quejosas que los señalan como causantes de todos nuestros males. Por eso no quieren saber nada de compartir nuestro destino y sus miras son infinitamente más altas que nuestro desasosiego por alcanzar el fin de mes. Y hasta sería entendible, si su eficacia laboral fuera un hecho probado categóricamente, con unos resultados visibles que corroboraran que sus idas y venidas en primera clase sirven realmente para algo. Pero la realidad los aleja bastante de un deber bien cumplido. Están donde están, con un índice bajísimo de votos que convierten las elecciones a este Parlamento en algo que no interesa a casi nadie. Son lentos y demasiado cautos en sus decisiones y dejan todos los días escrito en sus actas, que existen ciudadanos de diferentes categorías, según de qué País provenga. Son, los deshechos de cada uno de los partidos, los apartados de los cargos importantes de su nación, los floreros viejos y pasados de moda que nadie sabe dónde colocar. Que jueguen a creerse importantes todavía, tiene un costo para los estados, dado el nivel que necesitan, exagerado y nefasto que harían muy bien en suprimir, en vez de hacer recortes en los sueldos y las pensiones, como vienen acostumbrando. Para nada sirven sus conversaciones ni sus leyes y si algo importante sale adelante, ha de ser forzosamente beneficioso para los grandes del grupo, léase Francia y Alemania, o para “rescatar” a los que tu vieron la mala suerte de no estar a la altura de sus exigencias, previo pago de unos intereses claramente relacionados con la usura, que no les permitirá volver a levantar cabeza hasta que pasen muchos años. No digo yo en clase turista. Si quieren mantener la pantomima de esta Unión Europea, esclava de los intereses capitalistas de los poderosos, viajen sus señorías en los trenes más baratos que existan en cada uno de sus países, o mejor, apelando al desmedido amor que les ha entrado ahora por la ecología, vayan ustedes en bicicleta.

miércoles, 6 de abril de 2011

Un paso adelante

Al fin, un grupo que firma como Juventud sin futuro, da un paso adelante en nuestro país y convoca a través de las redes sociales, las primeras manifestaciones contra la globalización capitalista abrazada por los gobiernos, declarando abiertamente su falta de oportunidades para llegar a labrarse un porvenir. Firman el manifiesto docentes, artistas y una gran cantidad de personas de profesiones diversas, fundamentalmente capitaneados por una mayoría estudiantil que contempla absorta cómo al concluir su carrera, de seguir las cosas por este camino, pasarán a engrosar las largas listas de desempleados que nos recuerdan a diario la agónica situación que padecemos. Desde luego, corresponde a la juventud este salto al vacío para intentar cambiar el sistema y me complace comprobar que al menos una parte de nuestros hijos, no se haya acomodada al paternalismo eterno de los de mi generación y entiende que ha llegado la hora de tomar el relevo en la exigencia de sus propios derechos, si como dicen, quieren llevar las riendas de su vida. Es éste un movimiento que hemos de apoyar sin reservas intentando que los de nuestro alrededor se sumen a las iniciativas propuestas, ahora que empieza a despertar la conciencia de los que nos siguen en el transcurso de la historia. Quizá esta prolongada crisis vaya a traer finalmente, un modo de posar los pies en la realidad para redescubrir la conciencia de clase que durante tanto tiempo se ha intentado anular desde las altas esferas, con el espejismo ilusorio de un estado de bienestar ficticio que nos engañaba haciéndonos creer que pertenecíamos a una especie de alta burguesía con rentas vitalicias inamovibles. Hay que alentar este tipo de actos porque nuestros gobernantes merecen experimentar en carne propia la intranquilidad que da oír la voz de la calle. Apostados en sus palacios de cristal, anclados en el discurso rancio de su propia soberbia, la tranquilidad de tener bajo control a los sumisos ciudadanos que acabarán trabajando a cambio de lo que sea, ha proporcionado hasta ahora un cierto relax, que debe ser roto por la contundencia de una gran respuesta. Se echaba de menos la valentía de los jóvenes liderando las propuestas y tal vez, su avanzadilla acabe generando una ola que arrastre a los trabajadores a volver a la coherencia de asumir su propia defensa. Todos debemos poner nuestro grano de arena, para que el negro futuro que auguran las siglas de este grupo recién nacido, se torne en esperanzador recordando a los políticos que nada son sin el pueblo soberano. Es hora de cambiar un sistema caduco que no complace ni estimula a las mayorías sufridoras que pueblan este viejo continente. La situación no permite demora y se ha terminado la confianza ciega que un día pusimos en los que decían representar nuestros intereses. No queda otro remedio que personalizar las acciones mirando hacia nuestro interior para entender que el silencio no conduce a otra cosa más que a otorgar la razón a quien hace tiempo que la dejó en el camino. Desde la humildad de mis páginas llamo a mis lectores a mirarse en el espejo de su vida cotidiana y si su indignación es tan evidente como lo es ahora la mía, a que se atrevan allí donde estén, a dar un paso al frente para evitar la pérdida de la dignidad.

martes, 5 de abril de 2011

La noticia más dulce

Se ilumina mi vida de forma inenarrable con la dulce noticia del incipiente embarazo de mi hija. Es un fogonazo ardiente que me sube hasta la garganta confundiendo la risa y el llanto en una emoción contenida por la enorme ilusión de que la vida siga su curso. Se rompen todos los esquemas establecidos y en ese momento, soy la futura abuela ilusionada y feliz, que en nada se diferencia de las demás y que se enorgullece de esta normalidad que entra por la puerta como un torrente arrollador, anulando cualquier otra cosa que tuviera en mente difundir a lo largo y ancho del mundo. Miro a la embarazada con la complicidad propia que caracteriza a las madres y las hijas en episodios como éste, intentando adivinar en el color claro de sus ojos aquello que yo ya una vez sentí y la transparencia de su mirada me devuelve la misma sensación de entonces y la misma esperanza de futuro que en ella es hoy, la culminación de mis sueños. Por una vez, no me salen las palabras y prefiero un silencio que equilibra los sentimientos transmitiendo una exquisita calidez que quedará sin duda, guardada en el recuerdo. Y no oigo la algarabía del núcleo familiar, ni la risa sonora que acompaña a esta buena gente que se mueve a uno y otro lado de la casa. Mi hija es la princesa de este cuento, en la escena más hermosa de cuantas interpretó en su vida y dispuesta a seguir sobre este improvisado escenario hasta que la función termine con un sonoro aplauso que ya deberá compartir para siempre, en lo que le depare el futuro. Vislumbra un camino de perspectivas desconocidas que tendrá que ir descubriendo una a una, imaginando a diario cómo será poder dar vida, palpando con sus manos el crecimiento de su hijo milimétricamente, tarareándole canciones para que se familiarice con su voz. El tiempo se le hará, como a todas las madres, demasiado largo y la impaciencia será mayor con la proximidad de la fecha. Guardará escrupulosamente todas las prescripciones médicas y se irán alegrando sus facciones en relación directa con el cambio de su cuerpo, como si fuera la primera mujer en vivir la experiencia y el mundo se acabara de iniciar en la oscuridad de su vientre.

lunes, 4 de abril de 2011

Pesadilla en el océano

Una de las centrales nucleares de Fukushima empieza a verter restos tóxicos al mar provocando la desesperación en el grupo de aguerridos japoneses que se juegan la vida cada día, tratando de solucionar el desastre. La magnitud de que el vómito nuclear se mezcle con las aguas siendo arrastrado por el efecto de las mareas, podría convertir este suceso en la mayor catástrofe de este tipo acaecida a lo largo de la historia y su contaminación podría llegar en un futuro, a las costas de otros países llevando consigo su signo trágico de desolación casi eterna. No puede ser que hasta ahora no se hubiera previsto que esto pudiera suceder. Es de ley pensar que cuando las naciones se deciden por el uso de esta energía, sobradamente peligrosa, todos los riesgos deben estar cubiertos y quien opta por instalarlas, contar con los medios para hacer frente a estas contingencias, sin que corran peligro la vida de los humanos, animales y especies vegetales que los pueblan. De nada han servido, al parecer, las conversaciones mantenidas a través de los años por los dirigentes del mundo civilizado, ni el progreso adquirido por una de las primeras potencias mundiales, si no hay remedio posible para este mal ni se saben las respuestas a las múltiples preguntas que ahora nos formulamos cuando las cosas ya no encuentran solución. No es de extrañar que empiecen a subir como la espuma los partidos verdes, al recordar cuántas veces nos avisaron de que llegaría un momento como el que ahora atravesamos y que las consecuencias de la energía nuclear no eran tan inocuas como nos prometían los adoradores del becerro de oro. Todos estos mandatarios están en este instante como absortos y sin saber qué camino elegir. Se apremian a cerrar las centrales de mayor edad y se cuestionan si merece la pena mantener este sistema en los territorios, proponiendo a la carrera, un cambio a favor de otras fuentes menos contaminantes y peligrosas, mientras piensan en las enormes pérdidas que acarreará su repentina conversión al ideario ecologista. No se sabe si al final les será permitido retirarse con tanta facilidad de este escabroso asunto, o si aún habremos de oír voces que traten de convencernos de que lo ocurrido en Japón es casual y no volverá a repetirse. Hay demasiados intereses en juego y ya sabemos el valor real que tiene la palabra de nuestros políticos.

domingo, 3 de abril de 2011

Un esperado y largo adiós

Rodeado y arropado por los suyos, quizá sólo de cara a la galería, el Presidente Zapatero anuncia que no volverá a presentarse a las Elecciones generales del año que viene. Es el suyo un adiós a largo plazo, si como dice piensa agotar la legislatura, que llega como impuesto por las enormes presiones recibidas desde todos los ángulos y que abre un camino sucesorio que se adivina tortuoso, dado que quien resulte vencedor de las anunciadas primarias, habrá de enfrentarse a un proceso electoral con las previsiones más bajas de popularidad que el Partido Socialista Obrero Español haya tenido que soportar jamás, en toda su vida centenaria. Deja a los suyos apeados de su propia doctrina, sabiendo con certeza que acudirán a las urnas para perder, con credibilidad nula entre los sectores de la izquierda y en un país desbaratado por la amalgama producida por la crisis y las nefastas medidas adoptadas durante los últimos años de su mandato, en contra de las clases trabajadoras y a favor del capitalismo que los engulle con su negra lengua globalizadora y deshumanizada. Los deja huérfanos de un liderazgo capaz de reconducir con contundencia hacia sus propios principios a unas bases atónitas por lo que ha sucedido en su etapa de gobernante, dispuesto a retomar el camino abandonado a favor de la justicia social y preparado para sacrificar su ascenso en aras de una identidad que, en ningún caso, se verá acompañada del poder. Todos los nominados que apuntan los medios de comunicación como posibles sucesores han viajado con él en este barco de rumbo incierto y habrán de sopesar enormemente si les merece la pena representar a las ruinas de lo que fue un gran Partido para hundirse con él en la hecatombe que se avecina. Hay cerca de cinco millones de desempleados que llamarán a su puerta reclamando una explicación que justifique las grietas que abrió para que su situación actual llegase a estos extremos e indiscutiblemente, su confianza perdida será imposible de recuperar si como se entiende, las previsiones de futuro siguen ahondando en el mismo camino de desesperanza. No sé si Zapatero es consciente de lo que deja en el camino. No sé si sabe que su obstinación en bailar al son que le tocaron los poderosos llevaba intrínseca una pérdida irrecuperable de los que procedían del mismo sitio de dónde él decía venir. No sé si tiene o no conciencia de que su postura servil de lacayo en Europa, pone ahora a sus sucesores en la necesidad de una continuidad insostenible y ante el reto de tener que afrontar los años venideros desde una oposición que ya nadie podrá volver a creer. Pero por lo vivido, al menos debía tener presente que el pueblo difícilmente perdona la deslealtad de los políticos, que no consiente en ser vapuleado, engañado y agredido por quienes lo representan sin responder en cuanto es consultado, desterrando al olvido a su agresor. Debía tenerlo presente, porque así dejó el poder su predecesor y así consiguió, en su día, auparse al sillón de mando con el beneplácito de un buen número de conciudadanos. Ya los populares reclaman elecciones anticipadas por todos los mítines de la geografía. Sin atreverse a presentar, desde luego, una moción de censura que aligere la marcha, pero seguros de una victoria que le será servida en bandeja de plata por quien no supo tirar la toalla antes de sacrificar sus principios, presentando una dimisión que hubiera explicado una negativa a seguir los mandatos del capitalismo. Ya algunos le adelantan su interesado apoyo en el año que tiene por delante, pero con ellos o sin ellos, el barco ha entrado en aguas peligrosas de donde no se sale de otra manera que naufragando.