A sólo dos días de la celebración de Elecciones, el Tribunal Superior de Justicia de Cataluña imputa a Artur Mas, por la
convocatoria del nueve de Noviembre, acusándole de un delito de desobediencia,
prevaricación, malversación de caudales públicos y usurpación de funciones y,
probablemente, aupándole a la categoría de primer mártir de la causa
independentista.
El triunfo de Junts pel si, unido a los pésimos resultados
obtenidos por el PP en los comicios, habría podido ser el detonante de que esta
decisión, pospuesta durante casi un año, se tome precisamente ahora, quizá con
la intención de recordar a los Partidos secesionistas catalanes, que Rajoy
todavía tiene la sartén por el mango y que no está dispuesto a dar un solo paso
atrás, en su concepción del conflicto.
Habiendo comprobado que un amplio sector del electorado
catalán del PP ha ofrecido en bandeja de plata su voto a Ciudadanos, los
asesores del Presidente, que no brillan precisamente por su lucidez, a la vista
de los resultados que obtienen, han debido pensar que la debacle habrá tenido que ver con el hecho de no haber actuado durante la campaña
con suficiente dureza y deben haber propuesto a Rajoy que la única salida que
le queda no es otra, que la de esconderse tras el amparo de la Ley, en esta
última etapa de su ajetreado mandato.
Pero Rajoy no solo ha sufrido una considerable pérdida de
votos en Cataluña, sino que con su manera de hacer y ser, parece haberse
grajeado la antipatía de muchísimos españoles, los mismos que hoy miramos
atónitos esta decisión judicial, que con toda probabilidad forzará a la CUP a
reconsiderar su postura en la Investidura y que, por ende, volverá convertir a
Mas, otra vez, en Presidente de la Generalitat catalana.
Nada ayuda más a un líder defensor de una causa, que ser
acosado por la justicia por motivos de ideología y más aún, si por las razones
que fueren, acaba pisando la cárcel, aunque
sea por poco tiempo.
La imputación de Mas, será sin duda, interpretada en Cataluña
como una nueva medida represiva contra la libertad de expresión y ya veremos si
no acaba costando a Rajoy, el puesto.
El tirón de orejas lanzado por un Aznar furioso contra quien
fuera por él designado para sucederle en la Presidencia , puede haber sido
también, una de las causas que hayan acelerado esta imputación. Como
demostración de que Rajoy tiene, cuando hace falta, esos redaños que le niegan
los detractores de su propio Partido.
Ya dijimos hace tiempo que los peores enemigos los tiene este
Presidente en sus propias filas y que le convendría más escuchar los discursos
que llegan de fuera, que los cantos de sirena que susurran en sus oídos
asesores y compañeros, quizá deseosos de sustituirle.
Llevar a Mas ante los tribunales, aquí y ahora, supone uno de
los peores errores cometidos en toda la legislatura conservadora y da a los nacionalistas catalanes, alas
inmensas para continuar defendiendo el proceso que iniciaron hace tiempo y con
varios mártires a la cabeza.
Ya veremos, cómo se complica la situación en los próximos
días, pero no sería de extrañar que la respuesta de los nacionalistas catalanes
fuera, sin hacerse esperar, mucho más contundente y feroz, de lo que en
principio estaba previsto.
Ahora se les ha ofrecido un motivo de envergadura, para
creerse en posesión de la verdad y otra vez, cómo no, se lo debemos a la soberbia de
nuestro Señor Presidente.