Esta tarde, en la que todos estamos pendientes de las
noticias que nos llegan desde Cataluña y a sólo dos días de la probable
celebración del referéndum, los dos actores principales, Puigdemont y Rajoy,
permanecen impávidamente anclados en sus posiciones de fuerza, semienterrados
cada cual en su tierra, como aquellos dos personajes del célebre cuadro de Goya,
“A garrotazos”
Con todo organizado por parte de la Generalitat, que se ha
encargado de organizar unas jornadas culturales en los Colegios, que incluyen unas fiestas de
pijamas, en las que participarán padres e hijos durante dos noches y el
Gobierno, el Tribunal Constitucional y los juzgados, haciendo guardia durante
el fin de semana, tratando hasta el último momento de dar al traste con las
aspiraciones de celebrar estos singulares comicios, no queda otro remedio que
permanecer cerca del ordenador, para ir retransmitiendo en directo, como si de
una final de fútbol se tratara, los acontecimientos que se vayan desarrollando a los largo de las próximas 48 horas y que
pueden cambiar el rumbo de nuestra Historia, en uno u otro sentido, según sea
el desenlace que podamos contar la noche de un Domingo, que se presenta muy
complicado, por las implicaciones políticas y sociales que en sí conlleva este
anunciado momento.
Por lo pronto, parece claro que la
ciudanía catalana está dispuesta a votar al precio que sea y que han hecho de
este Plebiscito una cuestión de honor patrio en el que van a participar
familias enteras y en las que principalmente los niños catalanes van a tener
una importancia casi capital, pues su presencia en los Colegios a los que
acuden a diario, durante Sábado y Domingo, generalmente considerados de
descanso, podría impedir, casi con total seguridad, que la Guardia Civil pueda
cumplir con el cometido de retirar unas urnas, que han sido presentadas esta
mañana, a bombo y platillo, por toda la plana mayor de los representantes
nacionalistas.
A nadie se le escapa tampoco, la invención de
utilizar los Centros de salud para fines electorales. Una buena maniobra, si se
tiene en cuenta que deben permanecer abiertos para atender a los enfermos que
requieran de sus servicios y a los que no será fácil identificar, si el
personal sanitario en ellos presente, se encuentra dispuesto a colaborar en
esta situación casi esperpéntica, de ir colando votantes con la excusa de
recetar tratamientos a males que se intuyen inexistentes, pero que quedarán
inamoviblemente certificados por las firmas de los facultativos.
Entretanto en Madrid, el portavoz del
Gobierno que preside Mariano Rajoy, que debiera estar, dada la gravedad del
asunto, en permanente contacto con su pueblo, a través de los medios, se
reafirma en la idea de que en modo alguno habrá Referendum y retuerce un poco
más, si cabe, la dureza de sus argumentos, mofándose abiertamente de las urnas
presentadas por el Gobierno catalán, a las que compara con el cubo que se
utiliza en su casa para almacenar la ropa sucia, lanzando una media sonrisa que
maldita la gracia que nos hace a todos, en estos precisos momentos.
La CUP, calienta el ambiente llamando
a la sociedad catalana a una movilización sin precedentes, a la que muchísima gente
empieza a responder al haber comenzado ya el fin de semana y mientras, un
nutrido grupo de payeses, ocupa las principales vías de Barcelona con sus tractores,
ofreciéndose voluntariamente a custodiar los colegios electorales, para que no
puedan ser precintados por las fuerzas del orden.
Así que pese a quién pese, parece que
la suerte está echada y que ni los más de doce mil policías y guardias civiles
enviados a Cataluña, ni las mil y una medidas judiciales aplicadas por el
Gobierno central, van a poder impedir que una buena parte de los catalanes
ocupen las calles de sus pueblos y ciudades en las maratonianas jornadas que
quedan hasta un domingo en el que de alguna manera, votarán, por lo
que la estrategia ideada y aplicada por el Presidente del Gobierno, quedará, a
nivel internacional, reflejada, como uno de los más estrepitosos fracasos
obtenidos por un mandatario europeo, desde hace muchos años.
En esta tesitura, cualquier
movimiento, en un sentido u otro, puede modificar el panorama que tenemos por
delante, desde ahora, hasta la noche del Domingo y ni las miles de banderas
españolas colocadas en los balcones de las ciudades de todo el país, ni
aquellas en las que se envuelven en tono festivo, los partidarios del
Referendum, podrán influir en los pensamientos que mueven a las masas de uno y
otro lado, a estas alturas de la película.
El enfrentamiento, ocurra lo que
ocurra, es más que evidente y lo más lamentable de todo, es que una vez
infectada la herida, de nada van a servir los ungüentos.