jueves, 31 de mayo de 2012

Sin noticias fiables




Termina esta extraña semana de desinformación informada, sin que sepamos realmente a qué atenernos, en lo que respecta a nuestra economía.
Baja el euribor, sube la prima de riesgo…Europa prorroga el tiempo de nuestra deuda… estamos al borde del rescate, y mil noticias más escritas en las páginas de los periódicos de manera desordenada, que no hacen más que agravar la tensa incertidumbre en que estamos sumidos, sin que nadie plante de una vez cara a la realidad y nos diga qué puede ocurrir, al menos en un futuro próximo.
Los tecnócratas que forman el gobierno conservador van de acá para allá con un nerviosismo, que hasta ha conseguido borrar de sus caras la sonrisa de prepotencia que les había caracterizado hasta ahora y dan la terrible impresión de no saber muy bien qué hacer con lo que tienen entre manos, una vez convencidos de que no habrá piedad para ellos y que Alemania no está por la labor de ser abogado de causas perdidas como la nuestra y mucho menos si ello conlleva desentrañar tramas como la de Bankia, que a todos nos tiene tan intrigados.
En esta tesitura y físicamente mermados por la llegada de un calor bochornosos que nubla los cielos y las conciencias, no nos queda otra que fijar la atención en lo más cercano y referirnos, por ejemplo, a la larga Huelga que protagonizan los Universitarios, por una vez apoyados masivamente por sus profesores y por los mismos rectores que plantaron a Wert el otro día, dándole en las narices con su subida de tasas y sus afanes reformistas que hacen retroceder la calidad de la enseñanza a los tiempos de nuestros abuelos.
Esto es bueno, porque nuestros estudiantes andaban sumidos en una vorágine conformista y la política había dejado de interesarles, teniendo como tenían sus necesidades cubiertas, en aquellos tiempos no tan lejanos, de bonanza económica y fiestas primaverales multitudinarias en las que afianzar sus ganas periódicas de reunirse para beber en algún lugar céntrico de las ciudades.
La vida y los dos últimos gobiernos se han encargado de hacerlos caer de bruces en una realidad muy distinta y parecen haber recuperado el perdido espíritu de lucha que siempre caracterizó a este colectivo, pionero en establecer avanzadillas para conseguir logros sociales.
Da gloria verlos gritar en las calles y comprobar que están perfectamente informados de lo que sucede en el país, en la medida en que nos dejan estarlo a todos, aunque han vuelto a la vanguardia de la protesta con un feroz deseo de ser protagonistas de su tiempo y con todo el derecho de serlo, como no podía ser de otra manera.
Oírlos proporciona la oportunidad de comprobar que no es tan bajo el nivel como quieren hacernos ver desde las alturas gubernamentales y que nuestros jóvenes están a la altura de los de cualquier otro país avanzado, sobre todo si se trata de defender un derecho adquirido para ellos por sus progenitores, en otras batallas de otro tiempo, que ahora no viene al caso referir.
Pero a la vez, su protesta es la señal que avisa de que la sociedad está despertando y que detrás vendrán también otros grupos de ciudadanos manifestando su tremenda indignación por lo que está sucediendo en sus vidas y señalando que los caminos que marcan los políticos no les convencen y que no están dispuestos a caminar por ellos. Es lo que siempre ha pasado en la historia y lo que acabará pasando aquí.
Así que si los populares pensaban que la mayoría absoluta conseguida suponía una tranquilidad para gobernar esta nación, sin saberlo estaban cayendo en el más grande de los errores. Y si aún creen que manteniendo al pueblo en una constante desinformación, será menos visible la magnitud de su fracaso, pronto podrán comprobar que en el mundo actual, la gente se acaba enterando de todo, por uno u otro medio a su alcance.
De momento, habrá que abundar en la exigencia de que se nos aclare lo de Bankia, a ser posible acompañando la explicación con una lista de los nombres de los implicados, para que todos sepamos hasta dónde llega esta oscura tela de araña.

miércoles, 30 de mayo de 2012

Pacto de silencio

Dimite el Gobernador del Banco de España, Fernández Ordóñez, y se va diciendo que guardará silencio sobre el asunto de Bankia, porque se lo ha pedido el Gobierno.
La noticia nos deja un poco descuadrados, sobre todo porque nos sorprende la complacencia del dimisionario para con quienes han forzado su salida, como si todas las críticas que sobre su persona vertieron fueran ciertas o se acercaran bastante a lo sucedido, dentro de la mencionada entidad.
Se va, ninguneando a los españoles, que siguen queriendo que alguien les explique minuciosamente lo que ha ocurrido en el antiguo reino de Rodrigo Rato, sobre todo desde que se les ha informado de la necesidad de continuar sacrificándose para aportar los 23.000 millones que Bankia necesita para ser reflotada, como si la responsabilidad del hundimiento fuera de la ciudadanía y no tuviera nombres y apellidos escritos en la frente.
Se va, presumiendo de discreción, como si la información que guarda se tratara de un Secreto de Estado, cuya difusión pudiera acarrear inenarrables consecuencias y no de la espantosa gestión de una serie de conocidísimos economistas, que hace tan sólo un año presumían de haber cerrado con beneficios la primera etapa de su mandato.
Pero ¿qué ha ocurrido realmente en Bankia para que el Gobierno suplique a quién hasta ayer era blanco de feroces críticas, que se abstenga de mencionar el asunto, como temiendo una narración que pudiera poner en peligro su propia estabilidad, o tal vez la implicación directa de su Partido, en este oscuro entramado que aún desconocemos?
¿Qué oscuros intereses mueven al ejecutivo para presionar a alguien a quién han forzado a dimitir y a cambio de qué elige Fernández Ordóñez permanecer en silencio?
¿Por qué la oposición no exige con toda la inmediatez que sería de esperar una explicación de estos extraños sucesos, sabiendo como sabe, que las explicaciones del ex gobernador podrían acabar con la poca credibilidad que aún le queda al ejecutivo de Rajoy y al de la Comunidad de Madrid, encabezado por Esperanza Aguirre?
Lo decíamos hace unos días: la verdad ha perdido toda su importancia en este país nuestro y la manipulación se impone cada vez más en las altas esferas, como un arma letal moderna que aniquila cualquier posibilidad de llegar al fondo de los asuntos presuntamente fraudulentos.
Porque ahora parece que no será posible la comparecencia de Fernándeza Ordóñez ante el parlamento y a los españoles se nos vuelve a hurtar el derecho a una información que nos afecta en primera persona, sobre todo si se es cliente de esta entidad, cuyo futuro se encuentra en una cuerda floja a punto de romperse, arrastrando con ella nuestros ahorros de toda una vida.
Convertir en asunto de máxima importancia la situación de un organismo bancario, por muy fuerte que haya sido éste a nivel nacional, no deja de resultar altamente sospechoso y hasta tendencioso, ya que invita a elucubrar sobre la auténtica realidad del asunto que tanto empeño se tiene en callar, e incluso a presentir un fatal desenlace que se nos oculta pertinazmente, intentando evitar una nueva protesta ciudadana.
Nadie nos garantiza tampoco que vayamos a conocer el informe que emitan los enviados europeos, cuando terminen el trabajo que les ha traído aquí, ni que nuestro escurridizo Presidente se digne alguna vez a decir la verdad, aunque sea en una de esas ruedas de prensa que organiza en el extranjero, con lo cual nos tememos que nunca sabremos lo que ocurrió con Bankia, ni mucho menos se exigirán responsabilidades a nadie por su estrepitoso fracaso.
Y sin embrago, a pesar del silencio, la inteligencia de los ciudadanos aún es capaz de leer entre líneas y asociar ciertos nombres a todo lo ocurrido, sin necesidad de que nadie rompa el maldito pacto de silencio.
Lo sabemos y es de justicia, ya que se nos obliga a pagar los platos rotos, que lo propaguemos y critiquemos hasta que nos hartemos de hacerlo.



martes, 29 de mayo de 2012

Credibilidad cero

No se corresponden en absoluto las declaraciones de Rajoy, con la percepción que se tiene del problema de España ni fuera de nuestras fronteras, ni tampoco a los ojos de los españoles.
Mientras en sus últimas apariciones, el Presidente insiste en negar la posibilidad de un rescate económico para nuestro país, la tristemente famosa prima de riesgo se coloca en el más alto nivel conocido hasta ahora y la bolsa se hunde, seriamente afectada por asuntos turbios, como el de Bankia, que todo el mundo sabe estrechamente relacionado con conocidos militantes del Partido en el poder.
La opinión de otros líderes europeos y de muchos de los dirigentes financieros de la Unión, tampoco coincide con la perspectiva real o ficticia que se muestra a los ciudadanos y todo apunta a que la situación se halla en un punto infinitamente peor, aunque a diario se trate de convencernos de que las medidas que se van adoptando serán suficientes para capear el temporal de la crisis.
El país anda en pie de guerra, con los estudiantes encerrados en los recintos universitarios, protagonizando una prolongada huelga en contra de las subidas de las tasas y los recortes que en educación, ha propuesto el ejecutivo popular. Los docentes y los sanitarios, protagonizan a diario paros parciales en defensa de la universalidad tambaleante de las instituciones a las que pertenecen y las cifras de desempleados siguen subiendo, como consecuencia directa de la entrada en vigor de la implacable, e inservible reforma laboral, que se nos ha impuesto por decreto.
No hay recursos, y los pocos que quedan se ven continuamente abocados a subsanar los agujeros negros que va dejando la banca de la avaricia salpicados por toda la geografía del país, y cuya redención parece haber sido adjudicada, tiránica e injustamente, a los trabajadores de la función pública, que por segunda vez han visto mermados sus salarios por un Estado que prioriza la supervivencia de Entidades deficitarias a causa de la mala gestión de sus dirigentes, mientras sacrifica sin piedad a los ciudadanos honrados, privándolos de lo que ganaron con su esfuerzo.
Este gobierno, que entró en escena dilapidando al anterior y auto proclamándose defensor de los derechos del pueblo, a sólo cinco meses de iniciar su andadura, se ha quedado sin credibilidad y ya no sabe qué decir, para tratar de ocultar su rotundo fracaso.
Tal vez pensaban que al ser la dirigente alemana correligionaria de su ideario, Europa pasaría por alto las múltiples alteraciones de los estados de cuentas que se han ido después produciendo y que los sonados casos de corrupción que se han destapado en estos meses, encontrarían cierta comprensión en quienes coincidían, por principios, con el ideario popular.
Estaban equivocados, y lo prueba que se hayan enviado auditores extranjeros para esclarecer las cuentas de Bankia, como si la palabra de quién dirige nuestros destinos, hubiera perdido todo su valor y necesitara ratificación para ser tomada en serio por sus socios europeos.
El ocultismo y la manipulación suelen traer exactamente estas consecuencias. La prepotencia de creer que se es capaz de convencer con verdades a medias a cualquier interlocutor que se tenga enfrente, a menudo es una presunción excesiva, que termina por ser engullida por la precipitación de los acontecimientos, dejando al descubierto las estrategias mal fraguadas de quienes, por principio, ponen en duda la inteligencia de los que les rodean.
En toda la historia de la Democracia, nunca se había conocido un fracaso mayor fraguado en un tiempo tan corto, ni los electores habían sido víctimas de un fiasco tan enorme, ni el país había recorrido tanto trecho hacia atrás, como el que se ha recorrido en estos cinco meses. Ningún otro Presidente había conocido una soledad mayor en tan pocos día, ni ningún partido se había atrevido a atacar tan fuertemente a la ciudadanía, en cosas tan fundamentales para ella.
Así que habrá que temerse finalmente, que el rescate será necesario, ya que hemos decidido casi por unanimidad que no creemos una palabra de cuanto se nos cuenta desde cualquier instancia gubernativa, y habrá que empezar a pensar que tal vez lleguemos a vernos en una situación muy parecida a la que atraviesa el pueblo griego, aunque probablemente se nos disfrace la verdad, pretendiendo que no somos capaces de entender una sola palabra de lo que se nos dice.




lunes, 28 de mayo de 2012

Creer o no creer

A nadie escapa que de un tiempo a esta parte, el mundo de la información ha perdido una gran parte de la credibilidad de que gozaba, para caer de lleno en manos de una manipulación tácita, que desvirtúa considerablemente la veracidad de las noticias.
El acelerado ritmo de vida que llevamos y el descubrimiento por parte de los políticos de que los medios de comunicación son un gran vehículo para promocionarse, han terminado por convertir a los periódicos en una enorme correa de transmisión, a través de la cuál difundir machaconamente los mensajes que se intentan hacer calar en la población y en la mejor propaganda que pudiera encontrarse, para la obtención segura de votos.
A menudo nos pasa, estando como estamos, absolutamente interesados en el desarrollo de los acontecimientos diarios, que procuramos estar frente a la pantalla de la televisión, por ejemplo, a la hora en que se dan los noticiarios, e inmediatamente asociamos la verdad de los hechos a cuanto por este medio se difunde, sin dudar ni por un momento que cuánto nos están relatando es una descripción minuciosa de la verdad, confiando en que los antiguos principios del periodismo son mantenidos, sin excepción, por los profesionales que tenemos delante.
Pero bastaría con hacer un recorrido en profundidad , para descubrir instantáneamente que el mismo suceso podría ser interpretado de manera diametralmente opuesta, según a qué corriente política pertenezca la cadena que hemos decidido elegir y qué ideología tenga el profesional que está en uso de la palabra.
Y esto, que en cierta medida podría enriquecer al espectador, dándole la oportunidad de posicionarse en aquella versión que sea más cercana a su propio pensamiento, suele sin embargo causar una profunda confusión, dado que lo que se persigue fundamentalmente cuando se nos transmite una noticia, es simplemente, conocer la verdad.
Pero,¿es la verdad la misma para todos los seres humanos o está también en el mundo moderno condicionada y manipulada, consciente o inconscientemente, por la postura del interlocutor? ¿Existe en los medios la voluntad inapelable de contrastar exhaustivamente las noticias, profundizando en ellas hasta el último extremo, para satisfacer la necesidad de veracidad que exigimos quienes las recibimos, o se cree por el contrario que es preciso tutelar los contenidos, dudando así de la capacidad de comprensión de los receptores?
En vista de lo que sucede a nuestro alrededor, habrá que pensar que el concepto de verdad ha quedado relegado, en la inmensa mayoría de los casos, a un plano imperceptible y que ha perdido importancia el hecho de considerarla como primer objetivo del informador, para dar paso a una interpretación personal de los hechos, casi siempre relacionada con alguna línea editorial, que favorezca los intereses de algún grupo concreto y, por tanto, que ayude a la manipulación consciente de los receptores, con el fin de hacerlos adeptos al pensamiento que se pregona como cierto.
Podría decirse que la independencia informativa, la imparcialidad que tanto agrada a quienes se acercan a los medios de comunicación con el ánimo de ser informados, se ha perdido para dar paso a un tipo de periodismo en el que el receptor ha de leer necesariamente entre líneas, buscando el equilibrio entre lo que se le ofrece y lo que él piensa, decidiendo en cada momento si creer o no creer en la noticia que se le ofrece y atribuyéndole la dosis de verdad que considere oportuna, tras un análisis exhaustivo del contenido de la misma.
Y aunque es cierto que nadie es verdaderamente independiente, pues todos somos esclavos de nuestras propias creencias y nos colocamos en el sitio que preferimos, en todos y cada uno de nuestros actos, quizá lo mejor que podrían hacer los profesionales de la información es hablar siempre en primera persona y asumir en todo momento que ofrecen noticias de opinión personal y no una narración imparcial de los hechos, como aún se pretende hacer creer cuando erróneamente se defiende la neutralidad de los comunicadores.
Creer o no creer, es pues, una decisión que cada cuál adoptará a solas consigo mismo y que podrá después, por derecho, defender ante los demás, si es que ha llegado al convencimiento de que merece la pena hacerlo.


domingo, 27 de mayo de 2012

En contra de la resignación

Por muy desolador que resulte el panorama que nos rodea, la resignación es sin duda, la más patética de las salidas, pues lleva a los seres humanos a una especie de triste conformismo, que hace que los que tienen en sus manos las riendas del poder se sientan dueños de los destinos del mundo y endurezcan sus posturas de fuerza, sabiéndose de antemano ganadores, en cualesquiera que fueren sus decisiones y sus actos.
La resignación es la madre del peor de los pesimismos y va minando lentamente la moral de los pueblos, arrastrándolos hacia una docilidad nada deseable, si de lo que se trata es de intentar cambiar aquello que nos parece injusto, conservando la dignidad de luchar por nuestras creencias.
Un pueblo resignado, que baja la cabeza ante la adversidad y se entrega silenciosamente al martirio, sin ser capaz de rebelarse por su propia supervivencia, pierde una preciosa oportunidad de sentar las bases de una verdadera igualdad entre los hombres y sucumbe sin remisión, víctima de su incomprensible silencio.
El hombre tiene la obligación de mejorar sus condiciones de vida, individual y colectivamente, por lo que ha de conservar por todos los medios, la dosis de rebeldía necesaria para demostrar que su racionalidad es capaz de avanzar en el tiempo que le toca vivir, mejorando en la medida de sus posibilidades, su entorno y el de los demás, y negándose a una vuelta atrás, en aquellas cuestiones que ya se consiguieron asentar en otro momento de la historia.
La pereza, o el delegar en otros hombres para que se coloquen en la vanguardia de la lucha, apoyados en la absurda teoría de que de nada servirá el esfuerzo colectivo de los pueblos, no deja de ser un síntoma de feroz cobardía y roba de inmediato el derecho que a la protesta tiene, quién no participa activamente en las labores que generan el cambio.
Es verdad que en el mundo actual se trata continuamente de subyugar a los pueblos con el miedo. Y es verdad que el miedo paraliza las conciencias hasta anularlas, inmovilizándonos hasta convertirnos en marionetas, en manos de los poderes, pero también es cierto que utilizar el miedo para abandonar nuestra parte de responsabilidad para con los demás, termina por hacernos cada vez más pequeños, privándonos de la satisfacción de utilizar nuestra libertad, a favor de causas que favorezcan el porvenir de las mayorías.
Ahora que estamos viviendo el final de lo que nos pareció una época dorada, que estamos siendo sometidos a la crueldad de conocer de cerca las carencias, que somos a diario informativamente manipulados y que empezamos a tener el convencimiento de que no hay para nuestros jóvenes esperanza de futuro, ahora es el momento de no aceptar resignadamente un destino escrito por otros y de encontrar el modo de hacer oír nuestra voz, sea cuál fuere la idea que podamos aportar, para expresar la indignación que sentimos, e intentar protagonizar una historia distinta a la que ya parecen haber escrito para nosotros, los dirigentes de la pantomima política que a nadie representan.
Es el momento de no aceptar que las entidades bancarias se encuentren de forma prioritaria en los programas de todos los gobiernos, de no permitir que se nos prive del derecho a una educación más que merecida y que nos abrirá otros mundos menos oscuros que los que nos ofrece la ignorancia; es el momento de litigar contra la ceguera incurable de una justicia inexistente que nos deja en completa indefensión frente a los emporios económicos y partidistas, sin ser capaz de dirimir de qué parte está la razón o de desenmascarar a los delincuentes. Es el momento de explicar, aunque sea boca a boca, cualquier maniobra fraudulenta que se utilice en nuestro perjuicio y de estar en contra de la continuada represión que se ejerce contra nuestra libertad de expresión y reunión en las calles y también es el momento de reflexionar sobre lo que verdaderamente queremos y de batallar sin descanso hasta conseguirlo.
Solemos olvidar con demasiada frecuencia que nuestros problemas no son, precisamente, sólo nuestros y que las penalidades que soportamos, en el mundo actual, suelen ser compartidas por muchos millones de seres humanos como nosotros.
La unidad es la base en que se asienta la esperanza de abrir otros caminos y la fuerza que da a la razón una vía para establecer las bases de un mundo que podría estar llegando al final de una de sus más oscuras etapas.
Si no somos rebeldes, luchadores, protagonistas de nuestros momentos vitales y capaces de caminar al lado de los que son como nosotros: ¿Qué tipo de sociedad heredarán nuestros hijos y qué ejemplo estaremos dando a los que habiten la tierra inmediatamente detrás de nosotros?





jueves, 24 de mayo de 2012

Boicot a la Banca

Todos nos preguntamos con cierta inquietud de dónde se sacarán los 7.500 millones que Bankia necesita para ser reflotada y esperamos la llegada del viernes para que Soraya Sainz de Santamaría nos aclare, si esto también es cosa nuestra.
Últimamente, suelen obsequiarnos cada semana con una desagradable sorpresa y como parece que el gobierno tiene muy claro que esta crisis será financiada, en su totalidad, por los trabajadores españoles, se está empezando a convertir en rutina que nos enteremos, a través de la Vicepresidenta, de los nuevos recortes que nos decretan y de en qué parte de nuestra vida nos afectarán, por mucho que nos disguste seguir prescindiendo de cosas que hasta ayer nos eran absolutamente necesarias para seguir viviendo.
De algún modo habrá que sufragar el crasísimo error de Rato en la Banca madrileña y está claro que tratándose de un negocio de tal categoría, nuestros gobernantes no van a permitir que se cierre, como sería de esperar si se tratara de algún otro, montado con el sacrificio de alguna familia, o incluso de alguna fábrica con solera, de ésas que ponen de repente en la calle a dos o tres mil trabajadores, sin que nadie sugiera siquiera una ayuda estatal con que mantener estos empleos.
Pero tratándose de la Diosa Banca, todo es diferente y parece que estemos condenados por una especie de maldición divina a mantener estas entidades en pie y a prescindir hasta de lo más elemental para que no peligre su supervivencia, pues “nada” valdría el mundo actual, si la Banca desapareciese.
En realidad sólo se trata de una cuestión de rutina. Hace años que comenzamos a ser víctimas de una dependencia total de los bancos y nos quedamos enganchados a ellos, sin que ahora sepamos qué hacer, si hipotéticamente dejaran de funcionar, cosa absolutamente improbable.
Y sin embargo, habría vida después de la Banca, e incluso nos ahorraríamos más de un sofocón si no contásemos con ella. Todo empezaría, por ejemplo, por exigir a nuestras empresas el pago en metálico de nuestros salarios, con lo que bien podríamos ahorrarnos también el costo periódico de ese trozo de plástico que llaman tarjeta, pues al conservar nuestro dinero en casa, podríamos abonar en efectivo la cuenta del supermercado y cualquier otra compra que pudiéramos hacer a lo largo del mes, sin depender de si funciona o no el maldito cajero, que en tan malas condiciones está siempre, sin que nadie se preocupe de su puesta a punto.
Si además exigiéramos que volvieran a existir oficinas de cobro para nuestras cuentas de luz, gas, teléfono o agua, por ejemplo, de algún modo estaríamos contribuyendo a la creación de nuevos puestos de trabajo, con lo cual las cifras del paro empezarían también a reducirse, a lo que podría sumarse la buena práctica de pagar en mano todo lo relacionado con nuestros impuestos, léase municipales, o los que se refieren a la Hacienda Pública, por lo que cabría convocar nuevas oposiciones a funcionario, ahora que tanta falta hace atajar el problema del desempleo.
Es evidente, que si la Banca no contara con los ingresos de todos los españoles, tendría que acabar por asumir que ha agotado la paciencia del pueblo, e ir pensando, si sus dueños le tienen amor a esto de los negocios, en abrir otras empresas que nada tuvieran que ver con capitales, hipotecas y toda esta suerte de usura moderna, aunque naturalmente para ello, hubieran de renunciar de una vez, a los jugosos beneficios que durante años les hemos aportado los sufridos ciudadanos a los que atraparon en sus redes, con la intención de no volver a soltarlos jamás.
Créanme, la psicosis que ahora supone volver a tener un rincón para guardar el dinero en casa, es cosa que se cura con el paso del tiempo, e igual que nos fuimos haciendo adictos a este mundo virtual, en el que nunca pasan por nuestras manos los pocos o muchos recursos con los que contamos, sin hacer demasiado esfuerzo, seríamos capaces de salir a la calle cada mañana, sin tener ninguna necesidad de pasar por el banco, usar la tarjeta, o cabrearnos por alguna de esas comisiones fantasmas que de pronto nos cobran, sin haber oído nunca antes hablar de ella.
Si la puta Banca no existiera, nadie hubiera embargado su piso a ningún ciudadano decente, ni el Estado hubiera necesitado desembolsar los cuantiosos capitales que han servido para sacar del pozo de la ruina a los auténticos artífices de esta crisis que nos asfixia. Ahora, no estaríamos preguntándonos quién pagará la deuda de Bankia, ni nos levantaríamos a diario rezando para que no se hunda ninguna otra Caja de alguna Comunidad, ni nos importaría si se unen entre ellos, para seguir sangrando a la ciudadanía, cada vez que fracasan en sus gestiones los economistas de alto standing.
En esto, habría que actuar exactamente igual que cuando entramos en una tienda y somos mal atendidos por sus empleados, o estafados si nos venden un tipo de mercancía defectuosa. Cuando esto nos ocurre, no volvemos a entrar.
Pues bien, ¿acaso no está en estas instituciones la causa de todos nuestros males? ¿No hemos sido vapuleados, ninguneados, estafados en nuestras inversiones, engañados y luego utilizados para reflotar el fracaso que ellos mismos indujeron, autorizando préstamos, que de antemano se sabían incobrables?
Entonces seamos valientes y demos el primer paso para que esto no pueda repetirse jamás. Si no volvemos a pisar un banco, seguro, seremos mucho más felices.



miércoles, 23 de mayo de 2012

Maniobra de distracción

El empeño de Esperanza Aguirre por opinar sobre lo que puede pasar en la Final de la Copa del Rey y en advertir de las medidas que se podrían tomar, si se sospechara que pudieran producirse abucheos contra la familia real en el transcurso de dicho encuentro, ha conseguido provocar, de momento, una respuesta inmediata del Lehendakari López y no es de descartar que en breve, se produzca otra reacción por parte del President de la Generalitat catalana, afectado también por las ,manifestaciones de la madrileña.
Todos conocemos la “profunda españolidad” de Aguirre y también las salidas de tono que contra ciertas autonomías profiere periódicamente. Nadie duda tampoco de su desmesurado afán por reprimir cualquier tipo de manifestación popular que vaya en contra de su ideología y muchos pueden dar fe de que no le duelen prendas en utilizar el poder de que dispone para neutralizar a quienes se atrevan a oponerse a su recalcitrante doctrina, pero para tranquilidad de los afectados por estas declaraciones en concreto, habría que ahondar un poco en los acontecimientos de los últimos días y no resultaría difícil hallar una explicación a sus palabras, oportunamente utilizadas, en este preciso momento.
Hace solo una semana, Aguirre presumía ante los medios de comunicación que tanto le gustan, de que Madrid había sido durante los últimos años la locomotora que había tirado de la economía española, dando a entender que bajo su mandato y el de su partido, las cosas funcionaban a la perfección, al contrario de cómo había estado sucediendo en otras autonomías regentadas por sus feroces enemigos socialistas.
El descubrimiento de que las cuentas de la capital no se correspondían con la realidad y de que había existido una ocultación flagrante de multitud de facturas, puso días atrás en evidencia la innegable locuacidad de la Presidenta madrileña, echando por tierra, de un plumazo, todas sus presunciones anteriores y poniéndola en el punto de mira de los informadores, que la urgían a una inmediata explicación, que aclarara la verdad del asunto.
Pero ¿qué explicación puede darse a un intento de disfrazar la realidad, una vez que ha sido destapada la intención de hacerlo, sin que inmediatamente se produzca un deterioro de imagen, que reste popularidad a quién ha quedado en entredicho?. ¿Cómo hacer que la noticia pierda fuerza e importancia, evitando un daño mayor y haciendo que pronto caiga en el olvido?
Está claro: urdiendo una maniobra que desvíe la atención de los medios hacia otro punto de la actualidad y protagonizando un suceso que capitalice la atención de los informadores, ávidos de contar novedades de última hora, a un país significativamente interesado por lo que ocurre a su alrededor.
Si esa noticia atañe además al deporte nacional y pone en la picota a las Comunidades más conflictivas del País, como son la catalana y la vasca, añadiéndole el ingrediente de un rechazo popular a la ya deteriorada imagen de la monarquía, un simple partido de fútbol `puede convertirse en un polvorín informativo y quien encuentre una solución al dilema, en un héroe nacional, a quién todos apoyen en su afán de desligar la práctica del deporte, de las cuestiones políticas.
Así que si propagamos que hay intención de abuchear a los representantes de la monarquía que acudan al encuentro, o incluso llegamos a hablar de la suspensión del mismo, o de que se juegue a puerta cerrada, si en última instancia se teme que pueda haber disturbios durante el partido, las cuentas de Madrid ya no importan a nadie y la final de la Copa del Rey acapara las portadas de los periódicos, provocando a su vez la ira de los presidentes de las comunidades implicadas, que no dan crédito a lo que están oyendo y no dudan en defender a sus respectivos terruños.
Y no es que la señora Aguirre haya sufrido un repentino ataque de desmesurado amor por la Monarquía, ni que realmente le importe lo que pueda ocurrir en el transcurso de una final de fútbol que se celebra en su ciudad, como podría haberse celebrado en cualquier otra parte. Es que la maniobra de distracción ha sido absolutamente exitosa y ya nadie le pregunta por el déficit de su comunidad, y si por sus intenciones de aguar la fiesta a los que ya habían comprado las localidades para el encuentro.
Afortunadamente, la fugacidad de las noticias no afecta por igual a todos los medios, como tampoco el fútbol es la prioridad de todos los españoles interesados por seguir de cerca la actualidad de lo que ocurre en el país.
Haga la señora Aguirre lo crea que debe hacer, si se le complican las cosas con la llegada de vascos y catalanes para el encuentro. Póngase por bandera la defensa de la institución monárquica a la que tan desaforadamente ama, e intente cargarse la libertad de expresión de los españoles suspendiendo, si se atreve, el encuentro, pero antes de todo esto, explique con pelos y señales el estado real de las cuentas de la Comunidad que dirige y el empleo que ha dado a los caudales públicos, en el tiempo que dura su mandato en la Capital. Aclare con qué intención intentaba ocultar la cuantía de la deuda y qué pretendía alardeando ante las cámaras de tener un déficit cero, mientras tapaba con la alfombra la basura que acababa de barrer, intentando dar así una falsa impresión de limpieza.
Asuma la responsabilidad de sus actos y si le queda un mínimo de dignidad, dimita, porque las maniobras de distracción, como verá, a veces acaban siendo descubiertas.



martes, 22 de mayo de 2012

En la calle, por la educación

Durante los años setenta, los jóvenes progresistas españoles ,consideraban como una de sus primeras reivindicaciones la universalización de la enseñanza. Por entonces, la educación era privilegio de unos pocos y solo un 0,3 por ciento de hijos de obreros accedía, por medio de becas, a la Universidad.
El empeño de la dictadura por mantener al pueblo en la ignorancia, estaba empezando a ser contestado y por primera vez, después de muchos años, se hablaba en las asambleas de una enseñanza pública y gratuita, que pusiera en igualdad de condiciones a todos los españoles, independientemente de sus posibilidades económicas, sus creencias o su ideología, otorgándoles unas posibilidades de llegar al conocimiento, que les habían sido vedadas hasta ese momento.
Con la llegada de la Democracia, los sueños de aquellos jóvenes se cumplieron y esto lo acreditó la oportunidad que tuvieron sus hijos para desarrolla sin fronteras sus sueños profesionales, aunque procedieran del más huidle de los hogares de la nación, e independientemente de su ideología.
Nuca pensamos tener que volver a andar el mismo camino, pero los acontecimientos que en el momento actual estamos viviendo, nos vuelven a sacar a las calles, ahora para exigir que se mantenga la universalidad en la enseñanza que con tanto esfuerzo logramos y que no haya nada ni nadie capaz de devolvernos a aquella oscuridad que disponía de nuestros destinos, sólo en función de nuestro origen social, convirtiendo un derecho adquirido con anterioridad, en un privilegio que sólo podrán gozar unos pocos.
Hoy las calles de España se han llenado de profesores, alumnos y ciudadanos en general, absolutamente indignados con los recortes que está llevando a cabo el gobierno conservador, y tratando de preservar un bien común, cuya importancia va mucho más allá de cualquier periodo de crisis, sobre todo porque existe un convencimiento generalizado de que sin formación, estaríamos condenados a retroceder a un modo de vida, que afortunadamente quedó olvidadado, al mismo tiempo que decidimos que nos asistía un derecho pleno a tener acceso al saber.
La gran tragedia que podría avecinarse, si paulatinamente se va privatizando el sector educativo, se halla estrechamente ligada con la Reforma Laboral que nos han impuesto por decreto, ya que difícilmente podrá ningún padre de familia con sueldo inferior a mil euros, costear la entrada en la Universidad de ninguno de sus hijos, y mucho menos embarcarse en un préstamo a devolver después, como en el sistema estadounidense, sobre todo si la precariedad en el empleo permanece, o tiende a crecer, como no es difícil augurar, para los próximos años.
Pareciera que estas clases dirigentes y pudientes, se encuentra bastante empeñada en devolver a su lugar de inferioridad a cualquiera que provenga de un origen humilde, recordándole así que cada cual tiene un estatus predeterminado según dónde nace y que no hay posibilidad de cambiarlo, sin la aquiescencia de quién detenta los poderes de la sociedad, sobre todo el económico.
Y sin embargo, durante años hemos sido capaces de convivir con un sistema distinto y hemos logrado que toda una generación avance y escriba su propio destino, basándose sólo en su esfuerzo.
Nuestros hijos son médicos, ingenieros, abogados e investigadores científicos y han paseado el nombre de este país por el mundo, en igualdad de condiciones con los profesionales salidos de cualquiera de las universidades más prestigiosas, sin que se notara diferencia entre ellos, ni nadie preguntara si sus padres eran de fortuna, o si habían sido universitarios también.
Acabar con la universalidad de nuestra educación, constituiría, sin duda alguna, el mayor atentado perpetrado contra el pueblo español, incluso si lo que reportara el ahorro en esta partida, consiguiera sacarnos de esta crisis eterna, porque aún habiéndola superado, volveríamos a caer en una aún mayor, sustentada en la ignorancia y el oscurantismo, que tardaríamos siglos en reconducir hasta el punto en que lo dejamos, cuando las cosas empezaron a torcerse.
Es por eso fundamental, que el apoyo a esta causa sea unánime, fuerte e indestructible, sin pasos atrás que desestabilicen los principios que nos mueven y que son el auténtico eje de cualquier nación que pretenda seguir avanzando en la historia, con un cierto nivel que permita a sus ciudadanos valerse de su esfuerzo profesional, como único modo de vida.
El manido discursos de que resulta necesario recortar de esta partida, como de la Sanidad, o de cualquier otra que tenga que ver con las áreas sociales, resulta simplemente inadmisible y colma aún más la ira que sacude la espina dorsal de los ciudadanos, que no pueden, en modo alguno, conformarse con esta forma de esclavitud que se les impone por decreto.
Negarse a la ignorancia, es mantener abierto un camino de esperanza para las generaciones futuras, que será en las que ahora habrá que pensar, ya que nuestros gobernantes no parecen pensar en otra cosa que no sea en ellos mismos.





lunes, 21 de mayo de 2012

Un País sin Educación es un País sin esperanza

En apoyo a la Huelga de los sectores educativos, en contra de los recortes y a favor de la Enseñanza Pública, hoy no publicaré mi artículo.

domingo, 20 de mayo de 2012

Furgones de cola

Por enésima vez, los populares son pillados in fraganti en una mentira, que han tratado de ocultar celosamente desde su llegada al poder, y se descubre que parte del déficit de las Comunidades Autónomas se debe, como ya todos intuíamos, a las deudas contraídas por aquellas que estaban bajo su mando y no sólo a la mala gestión del gobierno Zapatero, causante de todos los males que nos azotan, siempre en versión de nuestros actuales regidores.
Por los muchos casos de corrupción que se han destapado en los últimos tiempos y por la implicación directa en ellos de multitud de políticos del PP, no cuadraba a los analistas políticos que las cuentas de Madrid o Valencia, fueran tan favorables como se empeñaban en hacernos creer sus dirigentes y que todo el montante debido, se atribuyera precisamente a las Comunidades “heredadas” o aún regentadas por el PSOE, como Castilla la Mancha o Andalucía.
Lo peor de este caso, es la presunción permanente de los líderes conservadores, de haber hecho las cosas bien, a diferencia de los otros y la soberbia con que se han estado dirigiendo a la Nación, aún a sabiendas de que se guardaban en el cajón una multitud de facturas sin justificar, probablemente fruto de obras faraónicas sin ninguna utilidad, como las que se han estado llevando a cabo en los últimos tiempos, sin que nadie se haya encargado de auditar en qué condiciones quedaban las cuentas de estas autonomías, ni de buscar culpables al índice de déficit que aportaban a la nación, irresponsables como éstos.
Parece que además, el actual Ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro, conocía este secreto bien guardado y aún así, no ha podido disimular su rabia personal contra Comunidades como la andaluza, que se negaron a otorgar el voto al partido al que pertenece y que empiezan a pagar, a base de exigencias inexplicables, no haberse sumado al halo triunfalista del PP, evitando un gobierno sin sobresaltos a Rajoy, que ya contaba con hacer y deshacer a su antojo, sin ningún tipo de oposición en el territorio patrio.
Pero estas jugadas, en los tiempos que corren, acaban volviéndose en contra de quienes las organizan y resulta prácticamente imposible que pasen desapercibidas, sobre todo cuando es de obligado cumplimiento presentar con minuciosidad las cuentas a los socios europeos, mucho más escrupulosos con la verdad, que los dirigentes actuales de nuestro país, a pesar de su apariencia inocente de “salvadores de la patria”
Y ahora que sabemos la verdad y que Europa ha perdido su confianza en las informaciones que desde aquí le llegan, ¿qué podrán descubrir los comisionados que nos envían y hasta dónde llegará en realidad el entramado de las Comunidades populares, cuando se investigue hasta el fondo de la historia?
Que nadie se lleve una sorpresa si la situación es aún peor de lo que se pensaba, ya que al haber sido absueltos casi todos implicados en casos de corrupción y haber quedado al descubierto la poca eficacia de nuestra justicia, podrían aparecer muchos más entramados ocultos de dimensiones incalculables y cifras mucho mayores que las que ahora se conocen, cosa que representaría un retroceso aún mas grave para salir de la crisis, si no una posible intervención europea, en los asuntos de nuestro Estado.
Y sin embargo, descubierto el pastel, ni siquiera se habla de culpables ni de exigencia de responsabilidades a los que urdieron el engaño. No se habla de ceses fulminantes, como debiera ser en justicia, ni se cuestiona desde el poder la credibilidad de los dirigentes de las Comunidades implicadas en el fraude.
¿Quién pagará?. Porque resultaría bastante reprobable exigir a los ciudadanos nuevos sacrificios o volver a recortar de las partidas sociales para cubrir las espaldas de los manipuladores que se han estado presentando ante el país como cumplidores estrictos de la ley, ocultando la verdadera dimensión de su inutilidad manifiesta.
¿Será Camps nuevamente imputado por esta falacia? ¿Será Aguirre apartada de su cargo por andar presumiendo en los medios de comunicación de que Madrid era la locomotora que tiraba del tren de España?
Porque acaba de quedar claro que no, que Madrid, Valencia y Castilla y León eran en realidad, furgones de cola remolcados, gracias a la absoluta incompetencia manipuladora de sus dirigentes.

jueves, 17 de mayo de 2012

El vil garrote de la pobreza

Vergüenza me daría a mí, si yo fuera presidente del Estado español, oír las quejas de las Organizaciones No Gubernamentales, que se duelen de la escasez de recursos con que cuentan para abrir nuevos comedores sociales, en los que alimentar al nutrido grupo de españoles de clase media, a quienes no queda otra opción que acudir a ellos, para llegar a fin de mes.
Vergüenza me daría, exigir a esos mismos españoles aún más sacrificios, mientras entrego la recaudación de los mismos a la Banca insaciable que les despoja a diario de sus viviendas, que no pueden pagar al haber caído de lleno en las garras del paro y premiar con pensiones de tres millones de euros a directivos como Rodrigo Rato, que han dejado perderse los fondos que el Estado les prestó y que pretenden retirarse sin ofrecer explicaciones a los clientes de la entidad que regentaba.
Vergüenza me daría, mirar a otro lado mientras padres y madres de familia de más de cuarenta años son multitudinariamente despedidos por empresarios sin corazón, a sabiendas de que muchos de ellos no tendrán ya ninguna posibilidad de volver a encontrar empleo, en esta nueva España que quieren crear nuestros políticos, a base de ofrecer a los jóvenes salarios de miseria.
Vergüenza me daría pasearme por Europa como un perro faldero, tras los mismos dirigentes que no tienen piedad con el país que habito y obedecer mansamente sus mandatos tiránicos, sin ser capaz de levantar dignamente la cabeza para negarme a exigencias que sólo puedo cumplir, explotando el salario de los trabajadores y borrando del mapa derechos sociales, que hacen a las personas más humanas y a los países mucho más libres.
Vergüenza me daría, despojar a los ciudadanos de una Sanidad Universal que los protege frente a la enfermedad y de una Educación que los hace más fuertes frente a los avatares de la vida, a cambio de pertenecer a un Club de ricos, al que por condición no pertenezco, y cebarme aún más con los humildes que llegaron hasta nosotros buscando una vida mejor, apartándolos de un plumazo de nuestras instituciones, sin una brizna de caridad para con ellos, como si no pertenecieran al género humano.
Vergüenza me daría, ver pasar delante de mis ojos la interminable lista de políticos implicados en casos flagrantes de corrupción y cerrarlos cuando el amago de justicia que debiera mirar por los intereses de todos, los absuelve una y potra vez de sus delitos, a pesar de contar con pruebas condenatorias y sin que hayan devuelto lo sustraído, como si nos sobrara el dinero.
Vergüenza me daría promover una Reforma Laboral escrita sólo en beneficio de las grandes empresas, promoviendo el despido masivo de cualquier trabajador con un sueldo superior a mil euros, sin derecho a indemnización, y regateando en lo que le corresponde por ley, después de toda una vida de esfuerzo.
Vergüenza me daría perdonar a los que sacaron del país incontables riquezas y ofrecerles una garantía de anonimato si regresa el producto de sus operaciones fraudulentas, casi siempre obtenido de la contribución ciudadana a las arcas del Estado y sibilinamente llevado a Paraísos fiscales, con la única intención de un enriquecimiento personal e intransferible.
Vergüenza me daría, manipular los medios de comunicación a favor de mí mismo, intentando monopolizar la ideología que los gobierna, para dar una imagen de tranquilidad inexistente, que lave mis trapos sucios ante Europa y el Mundo, volviendo a la verticalidad de pensamiento que aparentemente reinaba, en los años de la dictadura.
Vergüenza me daría, tener una tasa de paro juvenil del cincuenta por ciento y permitir que universitarios de intachable expediente, se ocuparan como dependientes de grandes almacenes, ante la imposibilidad de hallar otra salida a sus años de estudio y sacrificio.
Vergüenza me daría, llamarme Presidente de todos los españoles que habitan esta tierra, sin haber entendido uno sólo de los mensajes que me lanzan en las múltiples manifestaciones que reprimo con saña, aludiendo a conspiraciones fantasmas de modernas masonerías, y dando carpetazo a sus peticiones, como si su indignación nada tuviera que ver con mi labor, ni estuviera en mi mano tratar de cambiar el camino, para el bien de la mayoría.
Vergüenza me daría, condenar a mi pueblo al vil garrote de la pobreza y encima decir que lo hago por su bien.

miércoles, 16 de mayo de 2012

¿Y si Grecia se va?

La convocatoria de nuevas elecciones en Grecia, tras el morrocotudo fracaso de las que se celebraron hace tan solo unos días, empieza a provocar una cadena de reacciones que en el caso de España se traduce en que la prima de riesgo se coloca en los números más altos, desde que comenzamos a preocuparnos por su existencia.
La falta de un acuerdo entre Partidos, pone a la madre de la Democracia en una de las situaciones más extremas conocidas jamás por sus ciudadanos y vuelve a traer rumores de una salida inminente del Euro, que podría traer consecuencias aún desconocidas para el resto de los socios de la vieja Europa.
Pero vista la situación que se maneja y dada la globalización de la economía, habrá que ir barajando todas las posibilidades y estar preparado para el revulsivo que podría suponer una noticia como ésta y también para intentar que alguien conteste una serie de preguntas que todos nos hacemos, dado nuestro desconocimiento casi total sobre temas macro económicos.
La primera cuestión que cualquier ciudadano de a pie se plantearía, es qué ocurriría con la deuda adquirida por Grecia cuando ha sido bi-rescatada y quién la pagaría en el caso de declararse esta nación insolvente para hacer frente a su compromiso con la Comunidad, y en particular con los socios capitalistas que financiaron el rescate.
Porque lo que está claro, es que la situación en el País Heleno no es precisamente boyante y que si finalmente se decide por volver al dracma, su moneda se verá fatalmente muy devaluada con respecto al euro, lo que sin duda aumentaría la dificultad para recuperar el rescate, o lo convertiría automáticamente en una misión imposible.
Y si Grecia se va y nada ocurre con el montante de su deuda ¿cuánto tardarían otros socios como Irlanda o Portugal en apuntarse al tren de la condonación de la deuda griega, volviendo también a sus antiguas monedas, como un medio de escapar a la crisis?
¿Y qué será entonces de países al borde del abismo, como Italia y el nuestro, con tres hermanos pobres fuera de la Comunidad y quedando a la cola de la solvencia, en la nueva estructuración de una Europa que ya no se atrevería a ser prestamista de nadie, dado el fracaso de sus anteriores operaciones?
Nadie se atreve a coger el toro por los cuernos, pero es un hecho que la indignación de los ciudadanos griegos ha tocado techo y que cualquier gobierno que pueda salir de sus denostadas urnas no tendrá base real para exigir más sacrificios a un país que ya no cuenta con ningún recurso para obtenerlos, por lo que probablemente, la inmensa mayoría de sus habitantes, está en estos momentos convencida de que la única solución que les queda para sobrevivir es el abandono inmediato de la moneda única y empezar desde cero, a reconstruir las ruinas que ha dejado en su territorio el huracán de una crisis que no han sido capaces de superar.
Con el euro fragmentado, aumentaría la hegemonía de los más fuertes sobre los más débiles y no habría que descartar que a partir de entonces, la Comunidad exigiera a sus socios un ritmo, para nosotros también, imposible de seguir.
Exprimido el sector público español hasta niveles casi agónicos y destruida la burbuja inmobiliaria que fue el único pilar en que se sustentaba nuestra fortuita riqueza, se podría considerar un suicidio la pretensión de seguir perteneciendo a un Club del que no podemos pagar su cuota y un error garrafal, alimentar esperanzas hueras en que podremos, al menos en un periodo histórico largo, llegar al nivel de países como Alemania o Francia, que nos aventajan considerablemente en poder y riqueza.
Deben los políticos españoles, y muy especialmente el Presidente Rajoy, ir por delante en la respuesta a estas preguntas que ya la calle se plantea, antes de seguir exigiendo sacrificios infructuosos a los ciudadanos, no sea que se de el caso de que se llegue al estado de ruina que hoy sacude a Grecia, quizá por pretender un estatus absolutamente imposible para nuestras posibilidades reales como país.
Y deben hacerlo porque los ciudadanos españoles podrían, en breve, empezar a seguir el ejemplo de los griegos y comenzar a retirar masivamente sus fondos de la banca usurera que tiraniza con sus actos y sus “necesidades” de capital, el modo de vida de las clases medias y humildes, sin dar respiro a cualquier pretensión de futura mejora para ellos.
Porque si el comportamiento de los que están en el poder continúa cargando toda la responsabilidad de esta crisis sobre las espaldas de los trabajadores, a los que por otra parte se están encargando de llevar a una esclavización cada vez más patente, habrán de atenerse a las consecuencias de su reacción, que podría ser muy similar a la de los griegos, dado que los hombres, al fin, son todos de la misma especie y se comportan de manera bastante parecida.

martes, 15 de mayo de 2012

Una solución inaceptable

La coalición PSOE-IU, en el poder en Andalucía, empieza a frustrar las esperanzas de sus votantes con un ataque directo a las bases de su funcionariado, volviendo a recortar los salarios, como si no fuera posible otra solución para atacar el déficit.
De nada sirve al pueblo que se haga referencia a la presión del Gobierno Central sobre la Comunidad, ni dolerse de los recortes presupuestarios con que ha castigado a esta tierra el gobierno. No es propio de socialistas ni comunistas atacar los derechos de los trabajadores y mucho menos restar lo que les corresponde en justicia a cambio de su esfuerzo, volviendo a incurrir en el error de gravar a la misma gente, como si estuvieran condenados a sufragar en exclusiva los horrores de una crisis, que por supuesto no provocaron y que por segunda vez, les ataca en la base misma de su nivel de vida.
Podrían, por ejemplo haber dado carpetazo a las inútiles Diputaciones de todas las ciudades andaluzas, o haber reducido el número de parlamentarios o, simplemente haber auditado en profundidad las finanzas de los Ayuntamientos, exigiendo la devolución inmediata de cualquier gasto que no se encuentre perfectamente justificado, pero resulta mucho menos escandaloso pedir un nuevo esfuerzo a los trabajadores, que tener que desenmarañar los escabrosos asuntos que los políticos de todo signo traen entre manos, y que llevaría hasta los tribunales a más de uno, aunque también en estos casos, la justicia volviera a encontrarlos “totalmente inocentes”.
No eran éstos los principios que prometían, durante la campaña electoral, ambos partidos, apelando al voto de la izquierda como única solución frente a los recortes sociales del monstruo conservador, ni en ningún momento se aludió a una nueva reducción de sueldo para el sector público comunitario, ni mucho menos a una subida generalizada de impuestos, que vuelve a colocar al borde del abismo a los ciudadanos inocentes, que nada tuvieron que ver con la burbuja inmobiliaria que nos llevó a la ruina.
No son éstas, desde luego, medidas que digan nada a favor de este reducto opositor, ni en nada se diferencian de las disposiciones adoptadas por Rajoy. Es seguir en la misma línea, gravando a los de siempre y volviendo a tomar el errático camino de la injusticia, que tanto hartazgo ha provocado en una ciudadanía, ya convencida de que no existe ninguna diferencia entre políticos de distinto signo.
Este incumplimiento descarado del contrato laboral por el que se rigen los funcionarios, ha de ser necesariamente delito y cómo tal ser considerado, si alguien se atreve a poner en manos de los tribunales la tropelía que con él se comete.
Esta agresión reiterada a un mismo colectivo, venga de donde venga, debe ser inmediatamente contestada con movilizaciones que podrían derivar, como ya ha pasado en otros casos, en un absentismo laboral generalizado o en una situación de brazos caídos durante el horario lectivo, como una manera de compensar la considerable pérdida de poder adquisitivo que están sufriendo los empleados públicos, que también tienen compromisos adquiridos y deudas que pagar, como el resto de los españoles.
La desilusión que estas medidas han provocado en el pueblo andaluz es, por supuesto, lo peor que podría pasarle a esta recién estrenada coalición y a la credibilidad de sus componentes y ya no queda otro remedio que corear la consigna que tanto han gritado los indignados en los últimos tiempos, ya que los hechos les están dando la razón. Éstos, tampoco nos representan.




lunes, 14 de mayo de 2012

El principio del fin

La Renania da una soberana lección de humildad a Merkel y vota a favor de los socialdemócratas alemanes, recordando a la Madrastra de Europa que la inflexibilidad y la codicia no suelen ser buenas consejeras cuando se habla de Democracia.
Aunque pueda parecer que proceden de Alemania todos los males que actualmente nos afligen, es de justicia recordar que los países son habitados por ciudadanos que no tienen que estar necesariamente de acuerdo con las posturas de sus líderes y que en muchos casos, se encuentran posicionados justamente en líneas ideológicas antagónicas, aunque sólo puedan demostrarlo cuando les llega la ocasión de votar y no a diario, como les gustaría.
Al triunfo de Hollande en Francia, se une ahora este giro a la izquierda en el país más involucrado con un Sistema que ha dejado de hablar de personas para referirse únicamente a las cifras y que por medio de sus actuales dirigentes, ha conseguido ganarse la antipatía de todo un Continente, como si en cada alemán habitara un capitalista feroz, con afanes colonialistas incontrolables.
Pero afortunadamente aún mantenemos intacto el modo de elegir a quienes nos gobiernan y los cargos ostentados son perecederos, si así lo decide la fuerza de los votos en las urnas.
Esta grieta que se está abriendo en Europa, primero en Francia y ahora también en parte de Alemania, parece preludiar el principio del fin de una era catastrófica que ha estado convulsionando las vidas de los ciudadanos, hasta dejarlos exhaustos, a los pies de unos mandatarios acostumbrados a pasar `por encima de las necesidades reales de los pueblos y empeñados en elevar a los altares al dios capital, cayera quién cayese.
Nos ha salvado de la Hecatombe que el nivel cultural de los europeos dista de manera superlativa del que tenían en etapas históricas anteriores y que el clima político que respirábamos no se encontraba cerca de las posturas fascistas de otros tiempos. Pero aún así, aún estamos en una posición de dificultad extrema y si no se consigue frenar el ascenso de la tiranía económica que nos gobierna, habría que asumir más pronto que tarde, que nuestras perspectivas de futuro serían de una dureza incalculable.
Sin embargo, si el cambio renano se ve reforzado por una pérdida paulatina de los votos del Partido de Merkel y en los próximos comicios generales cae la dama, se podría esperar que las políticas europeas empezasen un camino distinto y por tanto, que los anhelos de millones de personas se vieran recompensados, como si lo sucedido durante esta agónica crisis sólo hubiera sido un mal sueño.
Esta pérdida tendría que ser suficiente para que los dirigentes de otras naciones se replanteasen con urgencia la fugacidad del poder y se decidiesen a abandonar la ridícula postura de sumisión que mantienen con la líder de Alemania, sin atreverse a protagonizar una oposición coherente, a ninguno de sus designios.
Puede que a partir de hoy, alguno se decida a recuperar la palabra NO como parte de su vocabulario y se empiecen a hacer otras cábalas acerca de nuestros destinos, sin la insoportable opresión de la bota de Merkel sobre nuestras frágiles cabezas.
La fisura, en principio aún pequeña, debe animarnos para tratar de convencer a los más cercanos de que en la vida no existe nada que sea eterno y que las cosas se pueden cambiar, si el empeño es grande y se cree en la fuerza de la unión de los pueblos.
Es de esperar naturalmente, que los perdedores no acepten la derrota como una certeza y que se revuelvan con violencia, tratando de conservar el puesto que ahora ocupan, incluso denostando a sus opositores de manera feroz, si la ocasión lo requiriese.
El tiempo, la gravedad de la situación y los innumerables sacrificios exigidos a los ciudadanos, harán su labor de erosión demostrándoles que la indignación y el abandono tienen un alto precio y al final, no les quedará otro remedio que pagar el montante contraído, en justa devolución a sus actos, como no podría ser de otra manera.
Puede que Merkel recapacite ahora sobre su inflexibilidad y en un acto de contrición, suavice posturas que tan solo hasta ayer proclamaba como inamovibles, pero es muy tarde para ella. Ni su propio pueblo, ni es resto de los europeos, podremos perdonarle jamás las ofensas que nos ha inflingido.


domingo, 13 de mayo de 2012

Resurrección

Una marea humana de ciudadanos indignados vuelve a tomar las calles del país en el aniversario del 15M, demostrando que todas las medidas adoptadas a lo largo de este año, no han hecho otra cosa que empeorar la grave situación que atravesábamos cuando se produjo el estallido social que dio lugar a este movimiento.
Se han unido a la protesta nuevos grupos, como los afectados por la inversión en participaciones bancarias, que han visto la imposibilidad de disponer de sus ahorros de toda una vida, confiados a la codicia de una banca sin corazón, dispuesta a llevar la ruina a más de un millón de hogares, con la confiscación del capital de sus clientes, sin que el gobierno haya hecho nada por corregir este atropello sin precedentes.
A pesar del empeño del Partido Popular en negar la masiva participación de la gente en estas manifestaciones y de su afán por prohibir o reprimir cualquier iniciativa que demuestre el descontento real de la ciudadanía y desafiando la teoría que aseguraba la muerte de esta corriente de participación, la evidencia de la presencia humana llenando los espacios públicos más emblemáticos de todas las ciudades de la nación, no puede ser ocultada por más tiempo, ni por supuesto atribuida a la influencia de un Partido Socialista, que fue el primero en sufrir, durante su antiguo mandato, el nacimiento de estas protestas.
El hartazgo generalizado que ya sufría la ciudadanía se ha visto incrementado por la creciente pérdida de sus derechos, a manos de los conservadores que nos gobiernan y por los múltiples casos de corrupción que se han dado a lo largo de este año, sin que se haya visto en ninguno de ellos, una actuación de la justicia que haya llevado a los culpables a las cárceles, ni exigido el pago de lo sustraído directamente de las Arcas del Estado.
La falta consciente de liderazgo en el movimiento, puede sin embargo haber frenado su divulgación dando la impresión de que se había diluido con el paso del tiempo, pero las personas de bien simplemente aguardaban la llamada para volver a demostrar su indignación con la clase política y más aún cuando durante este tiempo se han seguido sucediendo tropelías que en lugar de arreglar la frustrante situación que nos lleva directamente a la esclavitud laboral y al abismo social, han otorgado más poder a las clases altas, e incluso perdonado delitos fiscales de gravedad a los que desviaron caudales públicos a paraísos fiscales, mientras se permite que los trabajadores sigan pagando el montante de sus hipotecas, después incluso, de haber sido desahuciados de sus viviendas.
Con un cincuenta por ciento de la juventud en paro y una Sanidad y una Educación que caminan directamente hacia la privatización, la masa humana que fue pionera en el mundo el Mayo del pasado año, no tiene motivos para callar, ni está dispuesta a renunciar a su derecho de manifestación, a pesar de las constantes amenazas que auguran un futuro de dura represión, si desaparecen del panorama político el derecho a la huelga o a la protesta, como pretende el Partido Popular, apoyado por los empresarios y la Iglesia.
Pero hemos llegado a un punto en que ya no se tiene nada que perder y cuando se da esta circunstancia, el miedo desaparece como por arte de magia. Nos han hecho caer tan bajo y se han ido alejando tanto de las auténticas necesidades de los pueblos, que no ha de extrañarles que a partir de ahora, las personas de bien estén dispuestas a correr todos los riesgos necesarios en defensa de su propia supervivencia.
Harían bien en mirar los ejemplos de los pueblos árabes y sentarse a recapacitar sobre lo que puede sobrevenir, si persisten en una actitud de desapego, que no contempla siquiera la auténtica realidad en la que se ve obligada a malvivir el total de la ciudadanía.
Deberían sopesar que el pacifismo adoptado hasta ahora por los manifestantes, podría romperse en algún momento, si las expectativas políticas que se les ofrecen continúan sin representar sus auténticos intereses y se sigue negando la existencia real de movimientos como éste, en un alarde de altanería inadmisible, apoyado en la mayoría absoluta parlamentaria que obtuvieron, basada en un programa que se viene incumpliendo desde que asumieron el poder, el pasado Noviembre.
Argumentar que estar contra el sistema es, en principio, un síntoma de anarquía, constituye un error de base cuando es el propio sistema el que está fallando al bienestar de la inmensa mayoría.
No queda otro remedio que estar contra un sistema destructor que trata desesperadamente de engullir cualquier iniciativa de mejora para los pueblos y que se basa en el poder tiránico de la economía sobre los hombres, que constituyen el soporte de las naciones y que generan el grueso de sus riquezas.
Esta resurrección afortunada de los movimientos ciudadanos, son el único soplo de aire fresco que invade el desolador panorama político que nos ha tocado soportar y su crecimiento, la única esperanza que nos queda para volver a recuperar la dignidad que nos arrebatan a diario nuestros supuestos representantes, que sólo nos exigen más y más sacrificios, sin ofrecer a cambio nada más que la desolación y el silencio que nos anulan como seres humanos.


jueves, 10 de mayo de 2012

Del lujo y los políticos

Si alguien se molestara en hacer recuento del número de políticos y personajes públicos que han defraudado de algún modo al Erario Público, una interminable lista de nombres de cierta relevancia aparecería ante nuestros ojos demostrándonos que incluso son muchos más de los que imaginábamos en principio.
Y si a esos nombres siguieran los números exactos de los capitales defraudados, la deuda que Europa reclama a España carecería probablemente de importancia, e incluso puede que hubiera superavit en las arcas del Estado, como para hacer una buena inversión en puestos de trabajo que aliviaran las cifras de desempleo, que son la vergüenza nacional y nuestro problema más urgente.
Ya nos gustaría a los españoles llevar el tren de vida del que gozan nuestros políticos y altos cargos, con sus viajes en primera clase y sus vacaciones en hoteles de lujo, rodeados de comodidades. Ya nos gustaría acudir a los mejores restaurantes, vestir ropa de las mejores marcas, asistir a las fiestas más punteras, y retirarnos con pensiones millonarias que nos aseguraren una plácida vejez, en el lugar que eligiésemos, en viviendas confortables sin problemas de espacio y sin hipotecas vitalicias que heredarán nuestros hijos, a tenor del número de años que se suscriben cuando se firma el contrato de compra.
Lo malo de esta historia, es que este nivel de primera que se permite disfrutar cualquiera que consigue tener un cargo y sabe algo de la famosa picaresca que nos caracteriza, es que en general, no se trata del fruto de un trabajo honrado, sino que suele nutrirse del capital recaudado por medio de los impuestos a todos los españoles, y que en lugar de revertir en mejoras para la sociedad en general, se da la circunstancia de que se desvía, justamente a determinados bolsillos, produciendo enormes beneficios a nuestros supuestos representantes y dejando nuestras carencias en una lista de espera interminable, que en los más de los casos acaba con una intervención judicial y una sentencia absolutoria.
Alce la mano quien no haya tenido noticias en su lugar de residencia, por pequeño que fuere, de algún caso de desaparición de dinero, corrupción o cohecho, por el que algún representante de Ayuntamiento, Diputación, o cualquier otro organismo en el que se manejaran caudales, haya sido señalado, e incluso juzgado, aunque después la ley lo pusiera en libertad, por motivos inteligibles.
Piensen en esos rumores que oyen en las calles de sus pueblos o ciudades, que dan por ciertos determinados fraudes y que, por falta de pruebas, son archivados o simplemente desaparecen de la circulación, cayendo en el olvido.
Y después mírense, y díganme si con su sueldo pueden permitirse siquiera viajar con los niños a la playa, almorzar en el chiringuito de toda la vida, o comprarse algo de ropa en algún lugar que no sea el mercadillo que ponen los martes en el descampado de su ciudad.
Y díganme si existe verdaderamente la justicia, porque nadie puede escapar de los periodos recaudatorios de Hacienda o negarse a pagar la Contribución, los Sellos de los coches, la basura o el alcantarillado y mientras lo hacemos, somos permanentemente maltratados por las exigencias de los mismos que viven a todo trapo a nuestra costa, y que requieren de nosotros más y más sacrificios, bajadas de sueldos, que renunciemos al derecho a la salud o la educación y que encima callemos, para no nublar su tranquilidad bien ganada de gente pudiente.
Y díganme si no les apetecería echarse a la cara a uno solo de estos defraudadores del bien común para decirle lo que verdaderamente piensan de su comportamiento, si no les gustaría verles entre rejas hasta que no liquidasen totalmente el dinero sustraído, si no quisieran traspasarles, aunque fuera por un día, su angustia para que cuadren las cuentas a fin de mes, su miedo a ser despedidos mañana y toda la indignación que les produce ser manipulados y exprimidos por delincuentes de guante blanco, que encima les piden sus votos.
A mí sí. Quiero tener delante de mis ojos la lista interminable de sus nombres, leerlos, pregonarlos, maldecirlos, y exigir su inmediata desaparición del panorama público nacional y del político, en el que muy pocos entran por razones de ideología y muchos por mero afán de enriquecimiento. Quiero saber a cuánto asciende lo perdido y recuperarlo sin amnistías fiscales, exactamente del bolsillo de quién se lo llevó, que regrese a los españoles que trabajaron duramente para conseguirlo y pagarlo y no volver a leer nada sobre viajes al Caribe, mariscadas, zonas Vips de ninguna parte, coches descapotables, trajes de lujo, jubilaciones millonarias, ni ninguna de estas cosas que por culpa de estos impresentables, probablemente, ninguno de nosotros conocerá jamás.



miércoles, 9 de mayo de 2012

Exclusión social



Como no podía ser de otra manera, Madrid, con Esperanza Aguirre y Ana botella a la cabeza, comienza a poner en práctica los recortes establecidos por el PP, negando la tarjeta sanitaria a los más humildes de nuestra sociedad, es decir, a los emigrantes sin papeles, que antes la conseguían simplemente tramitando su empadronamiento.
Esta obediencia radical, que tan poco tiene que ver con el declarado cristianismo de ambas líderes conservadoras, empieza aponer en peligro la estabilidad de nuestro sistema sanitario y pone en evidencia la calidad humana de quien acata con sumisión, a pesar de saber que perjudica gravemente a los que menos recursos tienen y que a partir de ahora se verán obligados a poner su salud en manos de la medicina privada, con el consiguiente gasto que esto originará en su muy deteriorada economía.
Pero no duelen prendas a las dirigentes madrileñas y se aplican son solicitud a cumplir unas leyes establecidas sólo unas fechas atrás, dejando al descubierto, en principio, una falta de caridad más propia de los regímenes totalitarios, que de los líderes políticos de cualquier sociedad moderna que presuma de ser democrática.
Afincadas en un claro posicionamiento a favor de su Iglesia Católica, a menudo se las ha visto acompañando al primado madrileño Rouco, en las manifestaciones que reclamaban el derecho a la vida para los no nacidos, o en contra de los matrimonios gay, que tanto daño parecían hacer a sus recatadas conciencias de católico-apostólico-romanas.
Y sin embargo, saltarse los derechos de los nacidos, de los que llegaron a nuestro país buscando un hueco para forjarse un futuro mejor y en muchos casos para escapar de la miseria y la muerte que les perseguía en sus lugares de origen, no parece importar a tan devotas señoras y no dudan en negarles asistencia en caso de enfermedad, sin tener aparentemente, ningún problema de conciencia.
Da lo mismo si se trata de niños o ancianos, el caso es conseguir que cuánto antes decidan volver al sitio de donde vinieron, empujados por el desamparo en que quedan, a causa de esta medida, claramente discriminatoria y xenófoba.
Aludiendo a un turismo sanitario, que representa un bajísimo porcentaje en el caso de nuestro país y a una necesidad de recortar que en ningún caso afecta, por ejemplo, a los privilegios de la curia eclesiástica, abandonan a su suerte a los desheredados de la tierra y les cierran, de un plumazo, cualquier posibilidad de supervivencia, si tienen la mala suerte de ser atacados por una grave enfermedad y no disponen del montante necesario para poder afrontarla en el sector privado.
Afortunadamente, esta locura no ha alcanzado a todo el mundo por igual y ya se han oído voces, como la de Patxi López, que se niegan rotundamente a la aplicación de estas medidas y que apelan a la soberanía autonómica para desembarazarse del mandato central y seguir atendiendo a los extranjeros cada vez que lo necesiten.
La manera en que el Partido Popular está afrontando la resolución de la crisis, no hace otra cosa que terminar de convencernos de su aproximación a las posturas de una derecha radical, que nada tienen que ver con el discurso centrista que vendieron durante la campaña electoral, a golpe de populismo.
Ni son de centro, ni desde luego son cristianos, aunque tal vez piensan que basta con confesar para ser perdonados por tan extraordinaria vileza y con disfrazar a diario la realidad, para engañar a este sufrido pueblo nuestro.
Pero la verdad es que quien tenga ojos para ver lo que está sucediendo a su alrededor y una mínima capacidad mental para entender lo que contempla, no tiene por menos que alzar la voz en contra de lo que representa una de las mayores injusticias contra el género humano que se han cometido en nuestra Nación, incluidos los tiempos de la dictadura. La descarada exclusión social que representa esta ley, no es otra cosa que marcar un camino de retorno a los más necesitados para devolverlos a la miseria, la muerte y la desolación que los trajo hasta aquí buscando un poco de esperanza.
Ningún Dios desde luego, y mucho menos ningún hombre, podría perdonar eso.

martes, 8 de mayo de 2012

La huída

Cuando José María Aznar decidió que su sucesor sería Mariano Rajoy, el candidato Rodrigo Rato, por el que apostaban todas las encuestas, fue compensado con un jugoso premio de consolación que le colocaba como Gerente de Fondo Monetario Internacional y que le apartaba de la política nacional, dejando el campo libre al inesperado ganador para colocarse al frente de un Partido Popular que perdería toda su credibilidad, a causa de los atentados de Madrid.
Al frente de la cartera de Economía, Rato había aprovechado los años de bonanza para crearse una cierta fama de buen gestor que le ayudó en gran manera a abrirse camino en los foros internacionales, a pesar de la facilidad que para cualquiera supone llevar las cuentas de un país, cuando éste se encuentra en plena expansión y sólo se está generando riqueza.
Después de unos años, Rato abandonó la gestión del organismo internacional alegando razones personales y dejando tras de sí una estela de deudas, en un momento en el que ya empezaba a preludiarse que se avecinaba una crisis profunda y regresó a España, probablemente exigiendo un hueco en el que desarrollar una labor política, aún afectado por la forma en que se le había apartado del poder y sin esperanza de poder volver a colocarse en primera línea, asentado ya como estaba Rajoy, en la carrera hacia la Presidencia.
Se le puso entonces al frente de lo que hoy es Bankia, apoyado implícitamente por el grupo de Madrid, encabezado por una Esperanza Aguirre que aún albergaba cierto anhelo de hacer sombra al elegido por Aznar, seguramente buscando apoyo en el renombre que aún tenía Rato en el Partido y convencida de que no había nadie mejor para establecer una correa de transmisión entre las autoridades comunitarias y una banca que avalaba plenamente su gestión en el poder de la Capital.
Pero la crudeza de la crisis no tenía ya nada que ver con el panorama que encontró Rato en sus años de Ministerio y el derrumbe de la burbuja inmobiliaria que se había creado con la aquiescencia del PP, propició una carrera sin retorno hacia la quiebra del organismo, que ayer se materializó en la dimisión de su Director, otra vez apelando a unos motivos personales, y de nuevo dejando a la entidad al borde de la quiebra, aunque sin renunciar a un jugoso retiro premiado con tres millones de euros, que le permitirán volver a la vida privada, sin ningún tipo de ahogos económicos que amenacen los años venideros.
Lo peor es que el gobierno está dispuesto a rescatar la ruinosa entidad con dinero público, al mismo tiempo en que se siguen anunciando recortes que afectan a la calidad de vida de los ciudadanos, y todo ello sin haber ofrecido ningún tipo de explicación convincente al estrepitoso fracaso de Rato y al hundimiento de Bankia, que ahora provoca la necesidad de inyectar fondos para que no se produzca una quiebra que pueda dejar a sus clientes, sin los ahorros que se atrevieron a depositar en la entidad, en un momento dado de sus vidas.
Y sin embargo, nadie se atreve a exigir responsabilidades a quien hasta ayer mismo dirigía el organismo, ni se ofrece a la ciudadanía ninguna explicación de cómo ha podido llegarse a la situación actual de este banco, ni se prevé una solución que no pase por exigir al pueblo más sacrificios para remediar la manifiesta inutilidad de los que gestionaban los recursos de que iba disponiendo esta Caja de la Comunidad de Madrid.
Aún se atreven los dirigentes populares a ensalzar la labor de Rato durante estos años y a crear alrededor de su persona una especie de cortina de humo que esconda la realidad del fiasco que ha supuesto su estancia en el organismo y su acelerada huida del mismo, sin ningún tipo de autocrítica y sin admitir su enorme equivocación.
El caso es permanecer en algún lugar de privilegio que permita capear el temporal que arrecia sobre nuestras cabezas y salir ileso de las consecuencias que a todos nosotros está trayendo este culto al capital, que se ha extendido como la pólvora entre nuestros políticos, convirtiéndose en la única religión que mueve sus vidas y que deja a los ciudadanos inermes ante las continuas agresiones de que son objeto, a causa de su inusitada avaricia.
Si el Gobierno decide por fin rescatar a Bankia con el dinero de todos los españoles, al mismo tiempo que va cercenando la Sanidad y la Educación, con recortes indiscriminados que afectan a la totalidad de la ciudadanía, no le quepa la menor duda de que acabará pagando su gravísimo error más tarde o más temprano, al no tratar de enmendarse en este camino emprendido, al margen de las necesidades básicas de su pueblo y a favor de la especulación ejercida desde los organismos financieros.
La gente de bien espera, al menos, que no se premie de esta vergonzosa manera a quienes conducen a las empresas a la ruina y apremia a un restablecimiento rápido de una justicia que sea capaz de poner en su sitio a estos estafadores del siglo XXI, que no contemplan siquiera la posibilidad de retirarse con la misma pensión que el resto de sus conciudadanos y que aprovechan su paso por la política para enriquecerse de forma vitalicia, con el esfuerzo inconmensurable de toda una nación, que nunca les importó, ni les importará, aunque digan que están a su servicio.

lunes, 7 de mayo de 2012

Nada es perfecto

La alegría de los europeos por la victoria de Hollande en Francia, se ha visto empañada por los resultados de los comicios griegos, que han puesto casi imposible la tarea de formar gobierno a todos los partidos políticos que acudieron ayer a las urnas.
El esperado fracaso del PASOC, que llevaba las riendas del país cuando se produjo la intervención europea, no parece suficiente castigo al sufrido pueblo griego, que ha alzado su voz por medio de los votas, en muchas y variopintas direcciones, sin llegar a identificarse totalmente con alguna de las ideologías que comparten su arco político.
La terrible situación que ha venido padeciendo Grecia en los últimos tiempos, hasta el punto de conducir a un gran número de sus ciudadanos al mismísimo umbral de la pobreza, ha conseguido finalmente radicalizar las posturas, dejando como saldo un ascenso de la ultra derecha y la ultra izquierda, que entran con fuerza en un Parlamento deshecho por las múltiples sacudidas que ha sufrido a causa de la crisis.
Más que preocupante resulta la consolidación del grupo neonazi Amanecer Dorado, que ha aprovechado el caldo de cultivo que ha dejado el rastro de la injusticia, para potenciar sin recato posturas de xenofobia muy parecidas a las que ya se dieron en Alemania durante la época de Hitler.
No se entiende que este tipo de formaciones sigan amparadas por la legalidad en los países democráticos, que harían bien en echar de vez en cuando una mirada a la historia, para evitar que hechos luctuosos como los que dieron lugar a la Segunda Guerra Mundial pudieran llegar a repetirse, aprovechando la desesperación del desampara en que ha quedado la gente, después de este ciclón mortal de sinrazón, que ha puesto la economía por encima del género humano y los números por encima de los sentimientos.
En cualquier época de fatalidad florecen como hongos este tipo de fanáticos salvadores, que con la fuerza de unas promesas casi siempre exclusivas para determinados grupos raciales, consiguen arrastrar a los ingenuos a las urnas para empezar a conseguir el poder de manera legítima. Lo que ocurre después, se ha comprobado, es que se va anulando la legalidad a golpe de decreto y se pasa a la acción, casi siempre violenta, que termina por exterminar a todos aquellos que por religión, pensamiento o raza, no asienten sumisamente a cuánto les es ordenado por ese poder.
Sólo medio siglo nos separa de las atrocidades de los campos de exterminio y el hombre no parece haber aprendido nada de todo aquel horror de innumerables consecuencias. Quién vota a estos partidos, sería una incógnita de difícil respuesta, pero si se permite que siga su auge hasta que alcancen posiciones de cierta responsabilidad política, nadie podría predecir qué clase de futuro nos aguardaría, ni quiénes podrían ser las próximas víctimas de esta locura colectiva que debió morir con sus primeros líderes, sin posibilidad de resurgir jamás.
Hollande tendría pues que empezar su recorrido europeo teniendo que afrontar una nueva crisis en Grecia y hasta puede que se produzca en un futuro no muy lejano, un abandono del euro por parte de esta nación rota, que camina sin rumbo por la cuerda floja de la indecisión y el miedo.
Y aunque está claro que nada es perfecto, no se puede evitar mirar con cierta lástima hacia Grecia, mientras se celebra con esperanza el cambio político francés y se espera que todo se vaya reconduciendo hacia el camino de la cordura.

domingo, 6 de mayo de 2012

La esperanza francesa

Los ciudadanos europeos aguardan con expectación los resultados de las elecciones en Francia, en lo que podría ser su última esperanza en un cambio de modelo político, que les devuelva un poco de su dignidad robada, durante los años de idilio entre Merkel y Sarkozy.
Mientras que la desesperación y la angustia estigmatizan los comicios griegos, la ilusión de que la social democracia francesa abra una brecha en el aguerrido conservadurismo que gobierna Europa, podría considerarse como un inicio para encontrar una salida a la desastrosa situación que han instalado entre nosotros, los que vieron en esta crisis una oportunidad de colonización territorial, basada en la hegemonía económica.
El eje franco-alemán, que ha sido el principal promotor de este agresivo sistema que ha colocado a las clases trabajadoras a niveles de hace cincuenta años, puede estar viviendo sus últimas horas, si el controvertido presidente francés es hoy castigado en las urnas por sus conciudadanos y una corriente de oposición, personalizada en la figura de Hollande, sacude con nuevas teorías la ideología neocapitalista que, desde Alemania, se ha intentado implantar paulatinamente en el viejo continente.
Es por eso, que los comicios del país vecino se viven en el nuestro con un inusitado interés, casi similar al que podrían despertar unas elecciones propias, ya que de la victoria del candidato socialista dependen, y mucho, los acuerdos que en un futuro pudieran tomarse en la Comunidad y la manera en que afectarían a los países más perturbados por las consecuencias de la crisis, como es nuestro caso.
Las perspectivas de que Hollande tuviera un enfrentamiento ideológico con la mandataria alemana, constituiría sin duda una forma de división muy favorable a los intereses de las clases populares europeas y conseguiría frenar, al menos momentáneamente, las ínfulas expansionistas que la líder teutona ha estado acumulando durante años, con la aquiescencia de otros representantes conservadores, incluido Rajoy, que han hecho de su política un acto de perpetua sumisión a los mandatos inflexibles de los hermanos más poderosos del Continente.
Sin que Hollande represente un radicalismo de izquierdas, que pudiera romper instantáneamente todas las amarras que nos atan a un sistema perjudicial para los pueblos, sí que se le supone un talante diferente al que nos tienen acostumbrados en los últimos tiempos, estos amigos de la privatización que han aupado a los dueños del dinero a la categoría de Dioses y empujado a las clases trabajadoras a una esclavitud, simplemente incomprensible, para quien proviene de una ideología progresista.
Prácticamente aniquilados por la deshumanización del sistema, los hombres y mujeres que habitan las naciones de Europa, confían hoy en que la sabiduría del pueblo francés sea capaz de aportar un poco de luz a la profunda oscuridad de su incierto futuro y esperan poder empezar a recuperar la alegría que produce volver a disfrutar de una libertad, que últimamente se tambalea continuamente amenazada por la miseria y el miedo.
Por muy justos que sean los resultados numéricos, la victoria de Hollande causará una hecatombe en los planes predefinidos de toda la derecha en Europa y será como una primera piedra colocada, sobre la que poder construir un edificio absolutamente diferente al que tenían proyectado los dueños del poder, cuando nadie se oponía a sus designios, ni osaba contestar a sus malditas arengas.
Si nada se tuerce, quizá hoy estemos empezando a salir del abismo.

jueves, 3 de mayo de 2012

Prioridades cambiadas

Estremece pensar que la generación de jóvenes sin futuro que habita nuestro país, entiende como causa prioritaria para tomar las calles, cualquier evento que tenga que ver con el fútbol, pero la verdad es que cada vez que algún equipo se proclama campeón en alguno de los ,muchos torneos que se celebran en esta modalidad deportiva, una multitud enfervorizada sale inmediatamente de sus casas para reunirse en algún lugar emblemático, a celebrar el triunfo.
Estos hombres y mujeres que forman parte de nuestra sociedad y que por tanto, comparten también los gravísimos problemas que nos acechan en la actualidad, son exactamente los mismos que permanecen inertes mientras soportan la larga letanía de agravios que nos hacen padecer a diario los nefastos políticos que nos gobiernan y sin embargo, únicamente alzan la voz para cantar el alirón, si es su equipo el que vence en la contienda.
Están afectados, como todos, por las altas tasas de desempleo que atacan directamente su dignidad sin permitirles pensar en el mañana, son víctimas de los recortes sanitarios teniendo que sufragar a partir de ahora una parte de los medicamentos necesarios para curarse de sus dolencias y también habrán de pagar unas tasas de matrícula desorbitadas si pretenden seguir recibiendo algún tipo de educación. Son explotados por empresarios que los contratan para cubrir jornadas maratonianas mientras sólo declaran un par de horas en los organismos pertinentes y en la mayoría de los casos, son despedidos de sus empleos sin explicación y sin derecho a indemnización alguna.
Y sin embargo, ninguna de estas causas parece afectar suficientemente a nuestros conciudadanos como para hacerlos abandonar la comodidad del hogar cuando se requiere su presencia en algún tipo de convocatoria de protesta. Su indignación no ha debido alcanzar aún una cota lo suficientemente alta, como para hacerlos salir de su mutismo.
Pero basta que cualquiera de los clubes que conforman el panorama futbolero español requiera de ellos, para estar como un clavo en el lugar de la cita y aclamar embravecidamente a los “héroes” que cometieron la proeza de derrotar a su inmediato rival, convirtiendo las calles en lugares intransitables y aguantando en ellas hasta el amanecer, cada vez que la ocasión lo requiere.
Nada importa si en este País, donde a a diario se sigue recortando de las partidas destinadas a lo social, el club favorito debe al Estado una cantidad de dinero suficiente para poder sacar del desempleo a una enorme cantidad de españoles o las cifras astronómicas que se pagan por los jugadores, al lado mismo de donde viven los que como único recurso, cuentan con un subsidio de cuatrocientos euros. Nada importa que las entradas para los partidos alcancen precios incosteables para el bolsillo de cualquiera, ni que el deporte se haya convertido en un negocio, las más de las veces asociado a personas que acaban teniendo que rendir cuentas ante la justicia, ni que los directivos de dichos clubes sean por lo general, dueños de capitales inmensos, aunque morosos con cualquier cosa que tenga que ver con Hacienda.
Si los equipos llaman, se pone en marcha todo un mecanismo de atracción fatal y los españoles responden a la llamada, como si les fuera la vida en ello y el fútbol fuera a sacarlos de su miseria, en una especie de milagro repentino.
Puede que la labor de alienación ejercida desde los gobiernos sobre los ciudadanos más influenciables esté dando los frutos apetecidos y el montaje organizado con la aquiescencia de los medios de comunicación, haya conseguido idiotizar a la inmensa mayoría de nuestro pueblo.
Porque si la gravedad de los acontecimientos que soportamos obtiene como única respuesta un ensordecedor silencio y el circo futbolero mueve a millones de personas todos los días, a lo largo y ancho del territorio patrio, o algo está funcionando mal, o somos mucho menos inteligentes de lo que podría esperarse a estas alturas de nuestras vidas.
Si la prioridad del pueblo español es la marcha de la liga, en lugar de encontrar un medio para detener el `retroceso que se está sufriendo, a causa de la mala gestión de quienes nos gobiernan, habría que empezar a pensar que muchas de las cosas que se nos dicen no son verdad y que en todo caso, se exageran sin límite, como una forma más de hacernos caer en la trampa que se nos tiende, sin aclarar los fines que se persiguen.
Si a la ciudadanía en general, le preocupa mucho más quién gane la liga que poner fin a una situación de desempleo continuado, por ejemplo, o no existe tal número de parados, o el mundo se ha convertido en un lugar que no entiende ni el más inteligente de los sabios.

miércoles, 2 de mayo de 2012

Cadena de expropiaciones

Siguiendo el ejemplo marcado por Argentina, el Presidente Evo Morales expropió ayer la Filial de la Red Eléctrica en Bolivia, en lo que podría convertirse en una cadena de intervenciones sobre el capital español en el cono sur, que pondría en entredicho el futuro de las empresas que se establecieron allí, buscando un modo de expansión que en principio, se consideraba como provechoso.
Ante la falta de respuesta del gobierno Rajoy a lo sucedido con Repsol la pasada semana, más de un país ha debido considerar que ha llegado una buena oportunidad de recuperar organismos cedidos en graves momentos de tensión económica, pero que las inversiones de los pasados años han ido saneando hasta convertirlos en negocios ciertamente florecientes.
Apelando en todos los casos a un nacionalismo populista, que convierte estas acciones en una especie de desvinculación de un colonialismo extranjero, los Presidentes hispanoamericanos tratan de recuperar estas sociedades por un precio infinitamente menor que el de su valor real y a ser posible, eludiendo tener que pagar costo alguno por las expropiaciones, si consiguen dilatar en el tiempo, el momento de hacer efectivas las compensaciones..
Subyace además en el asunto, un cierto rencor encubierto hacia la “madre patria” que tanta riqueza arrancó de estas tierras en los tiempos del descubrimiento y que nunca devolvió realmente a los auténticos propietarios de aquellas riquezas. Es como si aún se esperara una declaración de culpabilidad por parte de los españoles, asumiendo los muchos desmanes que se cometieron contra los pueblos indígenas de entonces y que en tan mala situación los dejó cuando acabó la etapa de ocupación que allí ejercieron durante tanto tiempo.
Este sentimiento podría explicar que las expropiaciones solo se hayan dirigido contra empresas españolas, permitiendo quedarse a otras entidades provenientes de otros países, como Estados Unidos, por ejemplo, y que además lleguen en el momento en que España atraviesa una de las peores crisis de su historia, teniendo que atender con prioridad absoluta a los asuntos más urgentes de su cotidianidad, sin que le quede mucho tiempo para reclamaciones o pleitos, allende sus fronteras.
Pero, volvemos a repetir, el perjuicio mayor de esta historia, lo llevan los pequeños inversores que pusieron en estas empresas los ahorros de toda una vida y que ahora quedan en total desamparo, si las expropiaciones se confirman y no ha lugar a recuperar el capital en la resolución final del asunto.
^Puede que estas acciones satisfagan en su totalidad a los ciudadanos de Hispanoamérica y que reafirmen su identidad popular dándoles la sensación de haber terminado con el opresor que explotaba sus fuentes de riqueza, pero habrá que esperar un tiempo prudencial para ver en qué y quiénes revierte la productividad conseguida a partir de ahora, aunque lo más seguro es que no palie en nada la situación de pobreza extrema de las clases humildes y acabe engrosando los capitales de los poderosos, abundando en las diferencias sociales ya existentes en esta parte del mundo.
De momento, si el gobierno Rajoy no avanza una respuesta rápida y no acaba de conseguir contundencia por parte de sus socios europeos para que estos hechos no se repitan, la reacción de otras naciones cercanas a Bolivia y Argentina podría ser la de dar un paso adelante para expropiar también, en vista de que las consecuencias de hacerlo son de una tibieza inusitada.
Empresas como Telefónica, Mapfre, y algunas otras relacionadas con los seguros y las comunicaciones, ven tambalearse su futuro en Sudamérica y seguramente estarán urgiendo al ejecutivo español para que no deje pasar lo ocurrido sin actuar de manera tajante.
Este inesperado mazazo proveniente del otro lado del Océano viene a sumarse a la gran cartera de problemas que acucian al Partido Popular, a sólo cuatro meses de su llegada al poder y vuelve a poner en evidencia su inutilidad para manejar situaciones difíciles, ni aquí, donde los parados están a punto de alcanzar los seis millones de almas, ni allí, donde permite que se nos arrebate un modo de generar beneficios, sin atreverse a caminar un solo paso sin el beneplácito de la señora Merkel.


martes, 1 de mayo de 2012

El silencio de los parados

En este Primero de Mayo estigmatizado por la crisis, las Centrales Sindicales calculan haber conseguido sacar a la calle a un millón de personas, absolutamente entregadas en levantar la voz contra la Reforma Laboral del Gobierno Rajoy y los recortes practicados en temas sociales, que se verán incrementados en las próximas semanas, si todo sigue como hasta ahora.
Teniendo en cuenta que el desarrollo de los acontecimientos está poniendo en tela de juicio un modelo de Sociedad y que afecta y afrenta gravemente la integridad de la práctica totalidad del pueblo español, la cifra de manifestantes no parece reflejar la realidad de la indignación y desde luego se queda corta, en relación con los que tendrían un motivo para sumarse a la protesta.
Llama significativamente la atención que existiendo casi seis millones de desempleados, los que se encuentran en tal desamparo no abandonen la placidez del hogar para incorporarse de manera inmediata a cualquier convocatoria que luche por mejorar su situación, ni se afanen en colocarse a la cabeza de las concentraciones, exigiendo con voz alta y clara una solución inmediata a sus problemas laborales y una política encaminada a la creación de empleo que les ayude a prescindir del subsidio de cuatrocientos euros aportado por el estado y a retomar la dignidad de poder vivir, gracias al fruto de su propio esfuerzo.
El silencio ensordecedor que rodea a esta inmensa mayoría de españoles, en gran parte nutrida por una juventud sin esperanza de futuro, resulta absolutamente incomprensible e inaceptable, si se entiende por sumisión y aceptación de una degradación personal cada vez mayor, que sucumbe a las reglas impuestas por el poder económico, sin ni siquiera intentar un modo de lucha que les permita recuperar la dignidad, abandonando la esperanza de que las cosas pueden cambiarse.
Atrapados por la estrategia del miedo, en la que son especialistas los Gobiernos europeos y esclavizados intelectualmente por la premisa de que la protesta no sirve para nada, la parte de la población más afectada por la crisis, ha resuelto dejarse vencer y espera aterrorizada una oportunidad de ser explotada por un sistema, que ha terminado por robarle su voluntad e instalarla exactamente donde se quería que estuviese, para poder utilizar su capacidad de trabajo, en beneficio exclusivo de los que detentan el poder.
Está claro que estos parados silenciosos aceptarán cualquier propuesta laboral que se les ofrezca y que acudirán a sus futuros lugares de trabajo admitiendo volver a jornadas de doce o más horas, a cambio de salarios de miseria y que además, probablemente serán alentados a hacerlo por el grueso de su núcleo familiar, como si este tipo de contrato se tratara de un regalo caído del cielo, que viniera a terminar con años de inactividad y hubiera que conservarlo de por vida. Las consecuencias de la miseria abducida por la clase poderosa está empezando a dar sus frutos y esta sumisión tácita es la primera muestra de que el plan ha funcionado a las mil maravillas.
Y sin embargo habría que decir que esta actitud gregaria no es precisamente meritoria en tiempos como éstos y que primordialmente, habría que fomentar una recuperación de la autoestima como prioridad para salir del abismo de terror en que se encuentran éstos desempleados de nuevo cuño, que han perdido toda noción de cuál sería su auténtico poder, si vuelven a recuperar su conciencia de clase.
Es público y notorio que los dueños de la riqueza son, de manera innata, inmensamente codiciosos y que fomentando la crisis han visto un filón para ver triplicados sus beneficios, cosa que conseguirán fácilmente si logran dividir a los ciudadanos enterrando cualquier posibilidad de insumisión, con ofrecimientos pasajeros de una mejoría leve en su miseria.
De ahí la utilización reiterada de los medios de comunicación a su alcance y especialmente de los audiovisuales, para transmitir el mensaje rotundo de que la protesta es inservible. De ahí su afán por conseguir con urgencia convencer a los incautos de que las medidas lesivas para ellos se toman por su bien y su empecinamiento en ir arrebatando sibilinamente los derechos sociales que protegen a los humildes ante la injusticia, para colocarlos frente a la desesperación, sin ningún tipo de arma que pueda paliar su sufrimiento.
De ahí arremeter contra la Educación Universal que ayuda a los hombres a enfrentarse con inteligencia a la injusticia, en el convencimiento de que la ignorancia hace más manejable a la masa, y de ahí volver a establecer diferencias abismales entre los pobres y los ricos, a sabiendas de que la pobreza termina por aniquilar a los individuos, hasta hacerlos volver a la esclavitud de otros siglos.
Que el pueblo tenga carencias básicas hace de él un blanco fácil al que llevar dócilmente en la dirección deseada y esas carencias afectan gravemente, por ejemplo, a la salud o la alimentación, será sencillo comprar su silencio a cambio de pequeñas limosnas disfrazadas de paternalismo.
Que hablen los parados, por favor. La solidaridad ciudadana, en su caso, será puesta en práctica de manera inmediata. Que vuelvan a la unidad con los suyos, con todos nosotros, para escapar de la indignidad de su silencio y manifestar a gritos su negación a ser considerados inferiores o a ser conducidos a la ignorancia. Que hagan visible la extensa sombra de la injusticia que se ceba con ellos, reclamando un lugar en el mundo y un futuro mejor para ellos mismos y para sus hijos. Su rebeldía es indispensable para cambiar el curso de esta historia macabra y su voz imprescindible para retomar el curso de la esperanza.