Los ciudadanos nos habíamos preguntado muchas veces por qué
los miembros de la familia Pujol continuaban en la calle, a pesar de los muchos
delitos financieros que se les imputan y ha tenido que ser de nuevo la prensa,
la que nos ofrezca una explicación, que sin haber sido aun demostrada, parece
tener sentido aunque la historia parezca, a primera vista, bastante
rocambolesca.
Esta explicación, conocida ayer mismo, relaciona directamente
al antiguo Rey Don Juan Carlos, con unas cuentas en Suiza gestionadas a través
de la Gurtel y de las que Jordi Pujol parecía tener conocimiento, insinuando
que la policía intentó desvelar hace tiempo esta trama, pero que el CNI se
encargó de parar que la información saliera a la luz, llegando a un pacto con los
Pujol que garantizaba su impunidad, a cambio de su silencio.
El CNI no ha tardado nada en negar la veracidad de la
historia, pero el tiempo transcurrido desde que se conociera el caso de los
Pujol, sin que la justicia haya actuado aún en su contra, resulta ser altamente
sospechoso y más aún, si se recuerdan aquellas palabras del ex President de la
Generalitat, en las que amenazaba con que si se tiraba de una rama, en este
caso los problemas de su familia, caería el árbol entero.
También llama poderosamente la atención que hace sólo unos
días, Francisco Correa se negara a contestar a las preguntas formuladas sobre
este tema por los fiscales, argumentando
poco más o menos que su respuesta podría hacer tambalearse los cimientos del
Estado y declarando, literalmente, que si entraba en ese asunto, abriría las
primeras páginas de todos los diarios del país, haciendo tácitamente alusión a
la naturaleza del escándalo.
Mientras se aclara o no la autenticidad de esta noticia, que
ningún medio se atrevería a ofrecer sin contar con alguna prueba que la respalde
y que podría de nuevo poner a la familia real en el punto de mira, aunque
continuamos a la espera de la sentencia del caso Urdangarín, ha empezado a
correr como la pólvora por las redacciones de los periódicos, en un momento en
que el comportamiento del nuevo Rey estaba siendo cuestionado, por su visita a
Arabia Saudí, colocándole en la difícil situación de tener que decidir qué
hacer con su propio padre, si llegara a probarse la existencia de las cuentas y
la procedencia de ese dinero.
Habiendo apartado ya a su hermana del más estricto ámbito familiar, la vergüenza
de tener que admitir algo así de su progenitor, no debe ser plato de gusto para
Felipe, que ni siquiera cuenta con el
apoyo de la totalidad de un Parlamento, en el que muchos de los Partidos que lo
forman se han declarado abiertamente republicanos y contrarios a la figura de
la Monarquía.
Ya la semana pasada, las revistas del corazón y algún que
otro medio pusieron encima de la mesa la existencia de la relación amorosa del
Rey emérito con una conocida vedette, asegurando que se había comprado su
silencio por una cantidad cercana a los 500 millones de las antiguas pesetas,
procedentes de los fondos reservados que presuntamente manejaba el CNI, según
las fuentes que desvelaron la noticia.
De todos es sabido que durante muchísimos años la vida de los
Reyes se consideraba para la prensa un tema tabú, pero los tiempos han cambiado
y ha llegado la hora de que los ciudadanos tengan derecho a saber cómo vivía y
cómo gestionaba sus finanzas el que durante mucho tiempo fue su Rey y que aún
continúa representando a la nación en algunos actos, meramente protocolarios.
De probarse ahora que el mismísimo Rey manejaba cuentas en el
extranjero, fuera de la mirada curiosa del fisco del país en el que era Jefe de
Estado, el escándalo no sólo estaría servido, sino que además, habría
obligatoriamente de asumir responsabilidades por estos hechos y si es cierto
que se llegó a un acuerdo con los Pujol, la magnitud podría multiplicarse por
mil, al implicar también de manera directa, la limpieza en el funcionamiento de
la justicia.
Mucho hemos esperado los ciudadanos para recibir una
información veraz, libre de injerencias políticas y ahora no se puede ni debe
consentir que este asunto se vaya diluyendo con el paso del tiempo, sin que
llegue a saberse, tal vez nunca, si la noticia era cierta y si finalmente lo
es, no quedará otro remedio que exigir que se trate a Juan Carlos de Borbón,
rey emérito, con la misma contundencia legal que se trataría a cualquiera de
nosotros, en un asunto del mismo calado que éste.
La justicia ha de ser, forzosamente igual para todos y
consentir la impunidad de los Pujol o del que fuera nuestro Rey, no puede sino
generar una desconfianza total en la gente, difícil de regenerar, si se
continúa consintiendo que escándalos de esta naturaleza, se pasen
definitivamente por alto.