jueves, 31 de enero de 2013

Días contados



La columna vertebral de la política española se ve hoy sacudida por el que promete ser  el mayor escándalo de corrupción hasta ahora conocido, a través de unos documentos publicados por el diario El País, que apoyan gráficamente la teoría de los sobresueldos de la cúpula del Partido Popular, con nombres, apellidos y fechas, como ya había apuntado El Mundo, unas días atrás.
Las identidades de los supuestos implicados, que van desde las de Mariano Rajoy y María Dolores de Cospedal, pasando por líderes actuales y pasados, de la talla de Arenas, Aceves,  Álvarez Cascos y el siempre ultraconservador Mayor Oreja, podrían representar un auténtico ultraje para el pueblo español,  sometido por estas mismas personas, a los recortes más brutales que se recuerdan  desde la llegada de la Democracia y que vienen acompañados también, de una pérdida paulatina de derechos sociales, practicados como respuesta a las miserias que se han derivado de la crisis, pero que no parecen haber afectado, a la vista de los documentos, a ninguno de los miembros más relevantes del PP, que a juzgar por las cifras manejadas, deben nadar en abundancia.
El “patriotismo” que han entonado durante tantos años, la bandera que defendían como si fuera exclusivamente suya y el espíritu de sacrificio que se adjudicaban como garantes del bienestar de esta España de la que se les llenaba la boca, nada tenía que ver, parece, con las historias personales  que protagonizaban en las trastiendas de sus propias Sedes y que hace patente la total incomprensión que han venido demostrando con las súplicas de los ciudadanos, llevados hasta el límite de sus posibilidades, por este año de gobierno a la desesperada, carente de toda humanidad y sentido de la lógica.
Si es cierta esta espeluznante contribución al empobrecimiento del país, si es cierta la reiteración de estas prácticas de carácter mafioso, ejercidas durante veinte años, sin ningún rubor, por estos defensores a ultranza de los valores morales y de espíritu ultra católico, que para mayor escarnio, son el Gobierno en cuyas manos se encuentra todo el poder, el atrevimiento de exigir a los españoles nuevos sacrificios para subsanar la situación en que nos ha dejado la avaricia de los banqueros, pero también en una gran parte, la suya y la de todos los corruptos del color que sean, podría ser considerado como una burla sin paliativos al mismo espíritu de la Democracia y como un intento reiterado y cruel de explotación de todo un pueblo, por parte de quienes no resultan ser precisamente un ejemplo de virtuosismo, sino practicantes de una insolidaridad canalla.
No se extrañen pues, mientras se pone en  marcha la lentísima maquinaria judicial, de encontrar una fuerte insumisión ciudadana a sus órdenes y decretos, más aún si siguen siendo, como es costumbre desde que tomaron mendazmente el poder, una cadena interminable de exigencias que van contaminando peligrosamente el aire necesario para la supervivencia de una mayoría, que no merece por su inocencia, politicastros de tan baja condición, como los que les han tocado en suerte.
Ya no basta con lanzar una negativa airada ante los medios, desentendiéndose estoicamente de la evidencia y utilizando como arma la soberbia que siempre caracterizó a la derecha, por mucha mayoría absoluta que los respalde en el Parlamento.
Los votos que obtuvieron con promesas volátiles de un cambio que en cambio, fue para peor, no incluían privilegios feudales obtenidos de manera ilícita, ni contemplaban la posibilidad de obtener riqueza de espaldas a la Hacienda Pública, ni la de poseer patente de corso para amnistiar a delincuentes fiscales y defraudadores como pago a su  silencio.
Tampoco los cargos que ocupan tienen ni han tenido jamás carácter vitalicio, sobre todo cuando hay sospecha de unos hechos, cuya gravedad impide el buen funcionamiento de las Instituciones, por la desconfianza que genera en quien es gobernado, la supuesta conducta de quienes le gobiernan.
Claro que al no ser este caso previsible, por considerarse como precepto la honradez de los candidatos a las elecciones, probablemente no existan mecanismos legales que permitan al pueblo exigir la inmediata dimisión de Rajoy y su gobierno y la convocatoria de nuevos comicios, como sería lo justo.
Y sin embargo, los ciudadanos no podemos permanecer al margen de cuanto está sucediendo, ni permitir que los asuntos de Estado sigan en manos de los protagonistas del escándalo.
Cuando las leyes no contemplan un  supuesto y este termina por darse indefectiblemente, no queda otro remedio que legislar a toda prisa, para dotar a los pueblos de una defensa que los ampare de los abusos que contra ellos se cometen.
Los días de Mariano Rajoy como P=residente de Gobierno, debieran estar contados. Ningún español confía ya en él, ni volverá a hacerlo nunca ya que ha  quedado muy claro, que nunca mereció esa confianza.
      


miércoles, 30 de enero de 2013

Llegar hasta el fondo



La fianza de ocho millones impuesta por el juez a Urdangarín y su socio, copa hoy las primeras páginas de noticias y crea la natural expectación popular  en este enrevesado asunto, sobre todo por saber si el duque será capaz de conseguir, en sólo cinco días, tal cantidad de dinero.
No parece probable que la familia real permita que su yerno pase por la vergüenza de un embargo, a pesar de que sus propiedades cubrirían con creces el montante exigido por la justicia, pero si lo satisface en metálico, saber cómo lo ha obtenido, se convertirá en la curiosidad prioritaria de los ciudadanos, que esperan con ansiedad un trato que iguale a este señor, con el resto de los españoles.
Entretanto, el socio ha emprendido un camino imparable de locuacidad y dice que la infanta estaba al tanto de los negocios de su marido, como demostraba en las innumerables cenas que compartían y en las que a menudo, solía hablarse con toda libertad del tema, en su presencia.
Poco habrá que esperar para saber si finalmente se satisface la fianza, pero lo que a los ciudadanos interesa saber está mucho más relacionado con que se aclare qué montante económico exacto sacó el Duque de sus dudosas prácticas y sobre todo, si se le exigirá una devolución total del mismo, ahora que parece haber quedado en evidencia que sí existía lucro, y mucho, en las empresas que presidía, aprovechando los privilegios que le otorgaba su situación en la casa real, e incluso sugiriendo que el propio Rey respaldaba sus actividades con su silencio.
Hasta qué punto estará Urdangarín dispuesto a resistir las acusaciones de su socio sin mezclar a su esposa, es una incógnita de difícil respuesta o más bien, un arma de doble filo, que en cualquier momento puede utilizar como elemento de presión para que la Zarzuela ponga cuántos medios tenga a su alcance para conseguir su absolución, si desea que la infanta no llegue al punto de tener que sentarse en un banquillo, junto  a su impresentable marido.
A estas horas, los periodistas aguardaban un comunicado de la casa real, aunque los españoles preferirían sin duda, una explicación convincente del Rey, sobre este escándalo de dimensiones aún por determinar, pero que salpica de lleno la honorabilidad de la realeza, dejando en entredicho cualquier atisbo de solidaridad con los ciudadanos, tan necesaria en estos difíciles momentos.
Teniendo en cuenta que este problema le atañe de manera personal e intransferible, sería muy aconsejable para la corona afrontar en primera persona lo que la calle vive como algo del todo inaceptable y pedir ante los medios, una actuación judicial implacable para dar libertad a quien lleva la causa para llegar al fondo de esta investigación, sin que afecte el grado de parentesco o cercanía, que con el monarca tienen varios de los imputados.
Que quede clara, precisamente en este caso, la imparcialidad de la justicia, ha de convertirse en la primera regla a exigir  también por todos y cada uno de los partidos políticos, dejando a un lado las simpatías o antipatías que sientan por la institución monárquica y aún en el caso improbable de que llegara a demostrarse la implicación de la familia real al completo y hubiera que adoptar medidas de excepción para que las leyes fueran aplicadas, tal como fueron escritas.
Una nube de podredumbre cubre los cielos de esta pobre España, huérfana de políticos honrados que hagan valer los intereses del pueblo, por encima de los de una multitud de estafadores, ahora instalados en todos los poderes, viviendo una opípara etapa de abundancia inmoral, que choca frontalmente con las carencias de la ciudadanía.
Todo se solucionaría, y digo todo, si hubiera simplemente, justicia.





martes, 29 de enero de 2013

¿Abdicación o abolición?



 La abdicación de la Reina de Holanda desata una nueva polémica en torno a nuestra monarquía, que difícilmente va a poder escapar ilesa del caso de corrupción protagonizado por Urdangarín y que cada vez se acerca más al entorno más íntimo de Juan Carlos, cuya imagen quedó seriamente tocada después del accidente de caza que sufrió el pasado año y por el que ya se vio obligado a pedir perdón a todos los españoles.
Muchos son los que piensan que también él debiera abdicar, en la persona de su hijo, que acaba de cumplir cuarenta y cinco años, pero a medida que la crisis va haciendo mella en la situación de las familias, va aumentando el número de ciudadanos que preferirían la instauración de una República, por considerar que los gastos que produce todo lo relacionado con la familia real, no compensa el papel que juega esta institución, a todas luces obsoleta.
Algunas voces de relevancia política ya se han pronunciado en este sentido y más aún ahora que se ha podido comprobar que no todos los miembros cercanos a la corona son en realidad tan angelicales e idílicos como se pretendía hacer creer a los ciudadanos y que su sentido de la responsabilidad en estos momentos de especial crudeza , dista mucho de satisfacer las expectativas que albergaban los ciudadanos, que ven las últimas actuaciones borbónicas como un claro signo de insolidaridad, que no admite disculpas, en un periodo de tantas carencias.  
El caso Noos, que podría ser la punta de un iceberg  todavía escondido bajo las aguas, se va enredando paulatinamente poniendo en evidencia que los negocios del yerno del Rey parecían ser conocidos y apoyados por el ámbito palaciego, restando fuerza al argumento de que la propia infanta ignoraba las actividades de su cónyuge , aunque su secretario personal estaba al tanto de casi todo, como pretende demostrar la imputación que hoy hemos conocido y que ya se verá en qué termina y las consecuencias que produce.
La monarquía,  impuesta a los españoles a cambio de un periodo pacífico de transición y que nunca ha sido votada, más que como parte de una Constitución que ya se nos dio escrita y que nos urgía aprobar para dejar atrás la pesadilla de la dictadura franquista, se ha ido marchitando con el paso del tiempo y perdiendo una gran parte de la popularidad que ganó con su actuación en el golpe de estado del 23F, que  para los más jóvenes, que ahora conforman el grueso de los desempleados en este país, queda demasiado lejana en el tiempo y n o supone mérito alguno, si es sopesada con el escándalo en que  se ve envuelta una corona, que representa un sistema de gobierno demasiado arcaico para los gustos de estas generaciones, en pleno siglo XXI.
Quizá habría llegado el momento de hacer una consulta popular que clarifique las preferencias y que permita a la ciudadanía elegir con libertad qué sistema de gobierno le parece que podría defender mejor sus intereses, generando los menos gastos posibles a las arcas del Estado, ya que la cuestión económica se ha convertido en algo de vital importancia para la mera supervivencia.
Esta cuestión, que parece impensable bajo el mandato de un partido conservador, nutrido mayoritariamente por herederos de monárquicos de rancio abolengo, se ha convertido sin embargo, en conversación habitual en la calle y empieza a plantearse como una de las preocupaciones de una ciudadanía, cansada del comportamiento de la realeza y de los privilegios inherentes a su cargo, que no parecen haberse resentido con los efectos de la crisis.
La polémica pues, está servida y la placidez de que disfrutaba la corte, probablemente, está tocando fondo, incluso sin conocer la sentencia de un caso Noos, que con toda seguridad, va a traerle una etapa convulsa de la que no va a ser fácil salir. También los Reyes deben saber que ya nada es eterno.



lunes, 28 de enero de 2013

Atravesar la línea



En qué momento y por qué circunstancia una persona decide atravesar la línea que lo coloca al margen de lo moral, siempre será un misterio para los que consideramos que esa frontera invisible ha de ser, durante toda la vida, infranqueable y mucho más, cuando sin estar sometido a presión de carácter sentimental, uno la cruza por causas exclusivamente crematísticas, como si lo único importante  fuera escalar posiciones de poder o hacerse con la llave del cofre de las riquezas, sin pararse a mirar de dónde proceden o si se causan daños colaterales mientras se va recorriendo el camino de la avaricia.
En este mundo sin razón, en el que nuestro pequeño País no es más que una mínima parte del territorio que lo conforma, mucha gente ha visto últimamente cómo llegaba para ellos ese momento y se ha rendido obnubilada a la tentadora llamada de la ilegalidad, sin sopesar que abandonar la ética trae y traerá siempre consecuencias y que iniciarse en prácticas de esta índole, acaba por convertirse en una gruesa cadena que coarta  la libertad personal y termina por destruir la propia conciencia.
Desde la indignación que produce saber que ser político se ha transformado en demasiados casos, en un trampolín para dar el salto a paraísos fiscales donde ingresar en cuentas corrientes el producto del esfuerzo de todos, uno no puede por menos que preguntarse si verdaderamente todos los implicados en los innumerables casos de corrupción ya ingresaron en la carrera pública con ánimo de ser delincuentes o si fue la vorágine que rodea al ambiente en sí, la que acabó por tragarse la poca o mucha dignidad con que contaban y los colocó a merced de un remolino vertiginoso del que debe ser muy difícil escapar ileso.
Porque estos delitos monetarios, necesariamente, deben mantener en constante alerta a quienes los cometen, no solo por si algún cabo suelto ha quedado detrás amenazando en todo momento el éxito de las operaciones fraudulentas, sino que además, los vínculos establecidos con la otra parte de la historia, lo son a perpetuidad, impidiéndote cualquier acto espontaneo que no cuente con la bendición de todos los implicados y que pueda poner en riesgo el buen funcionamiento de la sórdida maquinaria que mueve estas sociedades tácitas de tintes mafiosos, que no dudarían en emplear cualquier tipo de violencia para salvaguardar el negocio.
Cómo se puede vivir y respirar con una espada semejante oscilando continuamente sobre la nuca, es otra de las incógnitas sin solución que podría plantearse cualquier ciudadano corriente y la respuesta ha de estar, seguramente, relacionada con la propia manera de ser de estos modernos delincuentes y que, indiscutiblemente, no tendría nada que ver con la de ninguno de nosotros.
Está claro que no nos movemos en el mismo plano políticos y ciudadanía.
Afortunadamente para nosotros, la espesa contaminación que ensucia a diario el honor de esta gente, sin que apenas se les note por su actitud, que van por el mundo protagonizando una gran mentira, no ha conseguido aún alcanzarnos, aunque esta inocencia no nos libre de las repercusiones que sus actos están causando en el funcionamiento del país y nos produzcan un enorme desprecio, arrebatándonos toda posibilidad de entendimiento con otros que, tal vez, están en la política por razones meramente vocacionales, que nada tienen que ver con fortunas provenientes de negocios fraudulentos.
Es precisamente  ese desprecio visceral el que ha calado en el espíritu de los ciudadanos llevándolos a la conclusión de que la podredumbre del Sistema hace imprescindible un cambio radical y urgente en el modo de gobernar las naciones, de modo que queden establecidas otras formas desde las que erradicar tajantemente cualquier posibilidad de ser corrompido o corromper, en el ámbito de la política.
Y es ese desprecio visceral también, el que pide a gritos justicia. Porque la única verdad indiscutible es que el pueblo español ni ningún otro pueblo merecen una clase política como ésta, ni desde luego está dispuesto a soportarla durante mucho más tiempo.     
     

domingo, 27 de enero de 2013

El secreto de los nombres



Los últimos escándalos de Corrupción y los pequeños pasos que unos y otros están dando, con suma cautela, alrededor de ellos, garantizan un continuo flujo de noticias a todo aquel que esté interesado por los asuntos políticos, aunque más bien cabría decir en el panorama actual, por los casos de delincuencia.
El Presidente Rajoy, el más cauteloso de todos, ha optado por marcharse a Chile sin haber ofrecido ninguna explicación de los gravísimos asuntos en que se halla inmerso y por segunda vez, fracasa en su intento de hacer entender a Merkel la necesidad de un programa de expansión que remedie la profunda herida que está gangrenando nuestro país y un poco sin saber qué hacer con los seis millones de parados, si no recibe pronto el permiso teutón para dejar de recortar y dedicar esfuerzos a la creación de empleo, prioritariamente.
Mientras, los ciudadanos no saben qué periódico comprar ni en qué cadena televisiva quedarse, para intentar leer entre líneas algún dato que pueda aclararles quiénes son los corruptos que durante más de veinte años aceptaron los sobres procedentes de la extorsión o si a Bárcenas se le descubren más cuentas en otros paraísos fiscales, además de la de Suiza, como parece que puede pasar, según las palabras veladas de algún que otro periodista.
Se descubre también que el Secretario de las infantas aparece en ciertas conversaciones del caso Noos, demostrando que Urdangarín no se encontraba tan solo como se pretende hacernos creer y que contaba con apoyos de un círculo muy cercano a la familia de su inocente esposa, lo que obliga por fin, a retirar su perfil de la página Web que tiene la corona, aunque la medida no deja de parecer un intento a la desesperada, por hacer desaparecer cualquier vínculo  con el díscolo yerno.
Pedro J. Ramírez se atreve a insinuar que el caso de los sobresueldos puede acarrear en breve, una grave crisis de gobierno dejando entrever que puede haber miembros del ejecutivo entre los presuntos implicados, aunque sin querer adelantarse a las noticias que con toda probabilidad se publicarán en su periódico en fechas próximas y que podrían poner la guinda al pastel del escándalo, si acusan directamente a algún Ministro de Rajoy, de haberse beneficiado del dinero negro  del que tanto se habla.
Lo cierto es que la cohorte de periodistas cercanos a la ideología conservadora, andan sobre excitados de debate en debate, intentando encontrar un asunto que pueda equipararse en gravedad a este del tesorero Bárcenas y las pagas extraordinarias repartidas durante veinte años, y han creído hallar en los ERE de Andalucía un filón del que tirar para intentar salvar del naufragio a sus adorados correligionarios, pero  la pérdida de credibilidad sufrida a causa de los acontecimientos, hace que los lectores y espectadores hayan perdido gran parte de su natural inocencia y ya no crean una sola palabra que venga de parte de las derechas, ni aunque las juren sobre La Biblia.
Tampoco se entiende la dilación en publicar la lista de presuntos corruptos por parte de El Mundo, si es que la tiene.
Las cosas han llegado a un punto, en que la urgencia por saber de quiénes debemos abominar para siempre se ha convertido en una necesidad perentoria para un pueblo cansado de cargar injustamente con la culpa de la crisis y que reclama su derecho a conocer la verdad de cuanto ocurre entre  los bastidores de la clase política, aunque hubiera que construir nuevas cárceles para albergar a tanto delincuente como se mueve por esos ambientes, amparados en la impunidad que, hasta ahora, ha supuesto la importancia de un cargo.
Si Pedro J, y sus periodistas poseen la información que finalmente destape los rostros de los culpables, que la publiquen sin dar tiempo a urdir magníficas coartadas que garanticen la impunidad a quienes se han atrevido a lucrarse de una práctica delictiva flagrante y si no, que se ahorren las elucubraciones que han puesto en la cabeza de todos nosotros, haciéndonos creer que llegarían hasta el fondo del asunto, sin ahorrar esfuerzos por ofrecer la lista de todos los nombres, aunque algunos de ellos pudieran representar la mayor hecatombe política de nuestra historia reciente.   


jueves, 24 de enero de 2013

El desmarque inglés



La decisión del Primer Ministro inglés, de convocar un Referendum para preguntar a su pueblo si desea continuar en la Unión Europea, ha levantado ampollas entre el resto de los socios, por miedo a que los británicos  se decidan por votar NO, haciendo caer de un plumazo la idílica imagen de consenso que Merkel desea dar ante el resto del mundo.
La histórica hegemonía que Inglaterra ha protagonizado históricamente en el Continente, se ha visto en los últimos tiempos seriamente afectada por el ascenso alemán y aunque siempre ha estado fuera de la moneda única, las exigencias de Berlín han terminado por contaminar también su economía, relegándoles a un incómodo lugar, donde la capacidad de adoptar decisiones ha quedado considerablemente mermada, con relación a pasadas épocas.
Los ingleses deben pensar que no ganaron dos guerras para tener que claudicar finalmente ante una supremacía alemana, ganada esta vez con las cifras y no con las armas y en general, deben negarse a que tal cosa ocurra, aunque para ello se vean obligados a salir de una Unión, que no hace más que apartarse de la idea para la que fue creada y que seguramente ve en Inglaterra el primer enemigo a batir, ahora que nos han puesto a todos bajo el mandato de la canciller.
A los españoles no nos ha dado tiempo de calibrar la importancia de esta noticia, sumidos como estamos en el extenso culebrón de los sobresueldos del PP, el caso Bárcenas  y otros muchos asuntos de corrupción, incluido el que  trae de cabeza a la corona y que no tienen visos de ser resueltos con la celeridad que a todos nos gustaría, en forma de contundentes condenas para los culpables.
Pero aún así, también a nosotros nos encantaría ser preguntados sobre la permanencia en la Unión y casi se podría asegurar que el noventa y cinco por ciento de nuestro pueblo estaría encantado con la idea de abandonarla, ya que la sociedad culpa directamente al euro, de todos los males que agitan el panorama económico del país y respiraría con tranquilidad, si se volviera a la antigua peseta.
Esta salida de tono de los ingleses tiene sin embargo, una importancia garrafal  en la pretendida estabilidad europea y actuar como efecto llamada a otras naciones severamente tocadas por la crisis que de llevarse a cabo el Referendum, podrían exigir a sus respectivos gobiernos el mismo derecho a ser consultadas, creando un clima de inseguridad que hiciera que los socios más relevantes empezaran realmente a temer por el fracaso de sus planes, viéndose obligados a replantearse la terrible política de capitalismo feroz que están ensayando, sin recibir ninguna oposición de ninguno de los gobiernos.
Habrá que prestar mucha atención a la respuesta alemana y a los movimientos que Merkel pudiera hacer, una vez conocida la pretensión inglesa, probablemente más que contrariada con que precisamente el país con más prestigio de la Unión, pudiera decirle adiós, sin doblegarse a sus exigencias.
Las noticias, que estos días rebasan la capacidad de los informadores, mantienen en vilo la atención de la ciudadanía y especialmente, la de este sufrido pueblo nuestro, llevado al borde de la ruina por la ineptitud de sus políticos. No sabemos dónde mirar, pero conviene no perder nada de vista, por si acaso en esta división, estuviera nuestra victoria.


miércoles, 23 de enero de 2013

El ataque como defensa




La intervención del Ministro de Hacienda, Cristobal Montoro, en el Congreso, era esperada hoy de manera excepcional por el resto de grupos parlamentarios, que ante la negativa de Rajoy a hacer acto de presencia para ser interrogado sobre el caso de Bárcenas y el asunto de los sobresueldos,  se hallaban ansiosos de obtener respuestas satisfactorias, mientras el entramado de corrupción continúa proporcionando a los medios de comunicación, nuevos e interesantes datos del mayor escándalo político que se ha dado en el País, desde la llegada de la Democracia.
Montoro, que se ha presentado ante los demás con un alto grado de acritud, no solo se ha negado a responder a las preguntas de los parlamentarios y especialmente, a las formuladas por el representante del PSOE, sino que se ha atrevido a calificar  las intervenciones como ruines e impertinentes, pasando inmediatamente al ataque personal , como suele ser norma en la estrategia del PP, cada vez que se enfrenta a un tema de difícil resolución, fundamentalmente si de alguna manera, perjudica de algún modo sus intereses.
Ha llegado incluso, a reclamar la presencia de Rubalcaba, desdeñando la categoría de quién en ese momento representaba a los socialistas, ante el asombro generalizado de los parlamentarios de otros partidos, que no daban crédito a lo que estaban oyendo y que igualmente exigían una mayor claridad en las respuestas de quien en ese momento ocupaba un lugar, que por la gravedad de los sucesos, debiera haber sido el de un Mariano Rajoy, como siempre inaccesible.
No ha conseguido aclararse ni si Bárcenas  se ha acogido a la Ley de amnistía fiscal aprobada por el Gobierno, ni si hay indicios de realidad en el asunto de los sobresueldos procedentes de la extorsión, por lo que la presencia del Ministro de Hacienda ha resultado ser absolutamente ineficaz, frustrando las intenciones del resto de una Cámara, tremendamente preocupada por una estabilidad política, seriamente tocada por las informaciones aparecidas en la prensa e indignada al no recibir explicación alguna del Partido en el poder, en este caso, único complicado en ambos temas, de manera directa.
Amparándose en el secreto judicial, Montoro ni siquiera ha mencionado a Bárcenas más que en una ocasión, a pesar de que hoy circulaba la noticia de que podrían existir otras cuentas de dinero negro en las Bahamas, que vendrían a sumarse a las ya descubiertas en Suiza y que han traído consigo el abandono del PP, de cualquier vinculación pasada o presente con este sujeto.
El representante socialista, que ha preguntado a Montoro directamente si en alguna ocasión había recibido algún tipo de “sobresueldo”, en su larga trayectoria en el PP, no ha conseguido otra cosa que ser duramente reprendido por el Ministro, que ha debido pensar que ante la que estaba cayendo, la mejor defensa posible era un buen ataque, probablemente sin caer en la cuenta de que son todos los españoles los que exigen con carácter de urgencia, las pertinentes explicaciones que hoy pedían los parlamentarios y que son un derecho de una ciudadanía, hastiada de los innumerables casos de corrupción descubiertos y empecinada en saber si es verdad que los que actualmente regentan el país, también están implicados en ellos.
En realidad, lo que quiere el pueblo español es oír de boca del Presidente de la Nación, al menos por una vez, un relato minucioso de lo ocurrido en su Partido y si conocía o no la existencia de los hechos, tanto en el caso de su tesorero Bárcenas, como en el de los sobres en negro que presuntamente han circulado por su Sede, ante sus mismas narices, durante casi veinte años.
Lo que quiere el pueblo español es que la justicia no pierda un solo momento en averiguar hasta donde llega este siniestro entramado y saque a la mayor brevedad posible a relucir, los nombres de los  corruptos, sin  concesiones a la importancia de los cargos que hubieren ocupado y aplicándose a fondo a la hora de dictar sentencias ejemplares, en el supuesto de demostrarse los delitos.
Si piensa Rajoy que ganará tiempo negándose a comparecer, muy al contrario, está con esta demora, firmando su sentencia de muerte política, afectado como está, por la gravedad de un asunto, del que probablemente no podrá volver a levantarse.
Que no se le vea, no quiere decir en modo alguno, que no tenga una parte primordial de responsabilidad ante su pueblo.
En sus manos está hacer frente con valentía al peor de sus momentos, u optar, como suele ser habitual en él, por  un silencio sepulcral que  podría ser considerado un síntoma de culpabilidad, a ojos de los ciudadanos.
      

martes, 22 de enero de 2013

Una demanda sospechosa





Se abre un nuevo capítulo en el caso de los sobresueldos del PP, al anunciar Aznar que interpondrá demanda contra el diario El País, por haber mencionado su nombre, como el de uno de los presuntos implicados en los hechos.
Podría suponerse, que el ex Presidente del Gobierno ha podido sentirse herido en su honor y busca una manera de demostrar su inocencia por medios legales, pero algo que en principio sería natural, abre  inmediatamente un interrogante, al no hacerse extensiva la demanda también contra El Mundo, verdadero artífice de los reportajes en cuestión y alma mater del asunto que ha puesto en boca de todos la supuesta deshonestidad de los dirigentes conservadores.
De todos es conocida la afinidad ideológica que existe entre la dirección de El Mundo y la formación a la que pertenecen los supuestos autores de los delitos, pero si verdaderamente las acusaciones son inciertas y ha sido precisamente este periódico el que se ha dedicado a levantar falso testimonio sobre una serie de personas honradas, sería de esperar una reacción inmediata de los afectados contra él y no, como en el caso de Aznar, únicamente contra una publicación afín a la ideología socialdemócrata, obviando el perjuicio que la primera haya podido causar sobre su imagen, hasta ahora considerada ejemplar, por la mayoría de sus correligionarios y votantes.
Esta incógnita, permite elucubrar a los que no podemos considerarnos entendidos en la materia, sobre si las acusaciones vertidas sobre uno pueden llegar a doler más según quién las haga, aunque parece incomprensible que siendo tan graves como éstas, los dirigentes del PP no hayan corrido hasta los tribunales para tratar de desembarazarse de ellas, independientemente de las creencias que tuvieren los acusadores y del lugar de trabajo al que pertenezcan.
Bien es verdad que en el caso de Aznar puede que sea más fuerte el agradecimiento por los favores prestados que debe a El Mundo, que el daño que pueda hacerle el hecho de que su nombre se mancille, a causa de unas supuestas prácticas llevadas a cabo durante su etapa de Presidencia y hasta puede que al final, termine saliendo ileso del asunto, si por casualidad la crisis acarrea una regeneración del PP, que vuelva a situar en una posición aventajada a personajes como Esperanza Aguirre, que nunca ha perdido la ilusión por llegar a postularse para una futura Presidencia de Gobierno.
Puede que la raíz del tema se encuentre en una guerra tácita entre facciones del Partido Popular, que han podido poner al periódico en la tesitura de tener que elegir al lado de quién posicionarse, para seguir gozando de buena relación con la derecha y si así fuera, no sería Mariano Rajoy quien saliera precisamente reforzado de esta batalla, pues nunca contó con la simpatía de este medio, desde el mismo momento en que fue nombrado sucesor de Aznar, en clara confrontación con el entonces popular Rodrigo Rato.
Puede que el ex Presidente se haya arrepentido más de una vez de la decisión que tomó entonces y esté esperando la ocasión de corregir la equivocación, si alguien le brinda la oportunidad de hacerlo y puede que este escándalo represente precisamente, la ocasión de deshacerse de todo lo que Rajoy y los suyos representan, cosa que de otro modo, al contar con mayoría absoluta, resultaría del todo imposible.
El debate está servido y será cuestión de tiempo ir averiguando el desenlace de esta historia. De momento, Rajoy no va a presentarse ante el Parlamento, probablemente desbordado por la gravedad del asunto, aunque todos sepamos que de nuevo, vuelve a defraudar a una opinión pública, que vive estupefacta todo lo que está sucediendo.   


Negro igual a invisible




La pretensión de Mariano Rajoy, de ordenar una investigación interna sobre el caso de los sobres procedentes de la extorsión, nuca podrá revelar la verdad que reclama conocer la ciudadanía española.
Y no lo hará, porque hasta hoy y que se sepa, el dinero negro no suele aparecer en libros de contabilidad, expuestos a la vista de todos, más que nada, porque al tratarse de una práctica delictiva, sus autores se preocupan de asegurarse por todos los medios, de que no quede rastro alguno de su pecado.
Más aún, cuando no estamos hablando de una pandilla de ignorantes que faltos de toda información jurídica,  meten la mano apresuradamente en la caja de una tienda de pueblo, aprovechando un descuido del dueño del negocio, sino de una serie de personajes con formación universitaria, muchos de ellos abogados, que conocen a la perfección todos los mecanismos legales que podrían traer consigo el descubrimiento del pastel y que naturalmente, se cuidan de guardar celosamente sus espaldas, amparados en una conspiración de silencio que evita dejar rastro alguno del dinero recibido y del cauce que hubiera seguido hasta llegar a ellos.
Una investigación de las cuentas del PP podrá poner en claro todas aquellas operaciones realizadas honradamente dentro de un marco legal y probablemente, logrará justificar hasta el último céntimo manejado por el Partido de Rajoy, proporcionando al pueblo español una imagen ficticia de limpieza.
Tampoco llegará a buen puerto la estrategia de preguntar uno a uno de sus colaboradores si en algún momento se beneficiaron de estos suculentos sobresueldos, porque todos lo negarán y más aún, si es que verdaderamente estuvieran implicados en este engorroso asunto.
Sería de tontos pensar en un acto de contrición colectivo, en el que los presuntos implicados confesasen ahora a su Presidente su delito, incluso antes de ser formalmente acusados por la justicia o siquiera mencionados en alguna de las publicaciones que están revelando el caso, poniendo todas las miradas del país sobre su persona y no precisamente, en un tono de amabilidad.
Todos los delincuentes, por costumbre, se declaran inocentes, hasta mientras están cumpliendo condena por  crímenes probados y juzgados  y su mayor afán, hasta que son detenidos, es negar la mayor por activa y pasiva, aunque las pruebas contra ellos no dejen lugar a dudas sobre su culpabilidad manifiesta.
En esto no hay diferencias entre el más pequeño de los chorizos y el más peligroso asesino en serie conocido en la historia. Tampoco la habrá ahora, por muy políticos de altura que sean los presuntos delincuentes ni por mucha presión verbal que Rajoy ejerza sobre ellos, en el caso de que sea esa su estrategia para llegar al fondo del asunto.
Negro siempre es igual a invisible, como prueba el tiempo que ha estado saliendo bien este delito y la facilidad con que ha estado siendo cometido, sin que la policía se percatara de ello.
Negro, cuando se trata de dinero, son bocas cerradas y cuentas hechas de memoria para evitar toda huella de evidencia. Negro es aparte, sin indicios, manos que se deslizan por debajo de las mesas hasta alcanzar algún bolsillo. Negro es mudez, esmero en evitar ser visto en según qué compañías, pulcritud en construir historias paralelas que pudieran justificar el montante obtenido ilegalmente y estudio minucioso de los más mínimos detalles en las operaciones, levantando alrededor de ellas muros infranqueables  que oculten los hechos.
No espere Rajoy pues que su iniciativa obtenga ningún éxito.
Nosotros lo sabemos y por ello, aconsejaríamos que cualquier investigación sobre este asunto se dejara en manos policiales exclusivamente.
Sobre todo porque hoy por hoy, nadie está libre de culpas en el Partido Popular y el terreno por el se moverían los encargados de la investigación interna, podría ser tan pantanoso, que bien podrían quedar enterrados en él o ser arrastrados por la corriente, hasta el mismo lugar en que lo fueron, presuntamente, los autores de los delitos.
En este caso la verdad no puede partir, precisamente, del lugar donde se cometieron los hechos y ha de ser revelada, con toda objetividad y sin tapujos, por alguien totalmente imparcial, aunque empeñado en hacer pagar  la culpa, independientemente de si el delincuente es Príncipe o mendigo. 

lunes, 21 de enero de 2013

La paciencia del pueblo español




            Agotados por las nefastas vicisitudes del último año, los españoles contemplábamos con amargura el entorno de pobreza que han ido dejando a nuestro alrededor la mayor crisis de todos los tiempos y las diabólicas medidas ideadas por nuestros ineptos políticos para sortearla.
Con indignación, pero con infinita paciencia, hemos soportado primero, el giro a la derecha de un Partido Socialista en el que confiábamos y que decidió abrir peligrosísimas puertas por las que empezar a dejar escapar los derechos de los trabajadores y el fraude electoral protagonizado por un PP, que en cuanto se instaló en el poder, comenzó una carrera contra reloj de recortes inasumibles, que nos han ido llevando a la ruina, mientras Bancos y grandes Empresas recibían con los brazos abiertos ayudas económicas astronómicas, con las que solventar la gravísima situación en la que nos encontramos y de la que no saldremos jamás, si no se da trabajo digno a los seis millones de desempleados que recorren a diario nuestras calles.
Es verdad que hemos luchado denodadamente contra lo que ha sucedido y que nunca hemos tirado la toalla intentando que la voz popular fuera escuchada por quienes gobiernan nuestro destino, pero es que pensábamos que la media de nuestros políticos se habían dedicado a esta actividad por una cuestión meramente vocacional y no con ocultas intenciones de enriquecimiento, como ahora han demostrado los incontables casos de corrupción que han ayudado considerablemente a mermar los recursos de nuestro país, sin que ni la Ley, ni las medidas policiales, hayan ayudado a erradicarlos.
El escándalo de los sobresueldos en negro de la cúpula del Partido Popular, con una duración en el tiempo, de veinte años mal contados, no puede por menos que causar en nosotros, la gente buena, honrada y cumplidora que forma la ciudadanía, un ramalazo de ira que podría ser la chispa que faltaba para prender el fuego de una violencia, que durante mucho tiempo ha sido hábilmente contenida por el pacifismo natural del pueblo, hasta agotar todas las posibilidades de protesta dentro del orden establecido, aunque latente en el interior de los que han tenido que soportar un derrumbamiento total de su modo de vida y que la han refrenado, en un ejercicio de inusitado autocontrol, verdaderamente admirable.
Pero cuando los desheredados contemplan que todos sus inasumibles sacrificios se han ido sufriendo, mientras los encargados de velar por el bienestar de una Nación y en este caso, de su gobierno, se lucraban personalmente  hasta enriquecerse de manera escandalosa, por medio de prácticas de extorsión y sabe Dios, si también de los impuestos religiosamente pagados por los contribuyentes, una desazón creciente se ha apoderado de pronto de todos nosotros y nos exige con urgencia, una respuesta contundente,  a tan alto grado de inmoralidad e indecencia.
 Los españoles no queremos ser gobernados por una lista de corruptos por acción u omisión y que han sido además los artífices de todas las medidas que han ido seccionando nuestro bienestar y que han sido aplicadas una a una, en contra de nuestra propia voluntad y sin otorgarnos derecho a protesta. Sobre todo cuando entretanto, unos señores a los que no ha tocado el fantasma del paro y que ya contaban con suculentos sueldos como correspondía a la responsabilidad de su cargo, ingresaban en su cuenta particular, sin declararlo a la Hacienda pública, sobres de dinero exigido a una patronal, que desde el primer momento debió negarse en bloque a tales prácticas, pero que se acostumbró a ser extorsionada, cargando las pérdidas sufridas por ellas, en las doloridas espaldas de sus trabajadores.
 La política española, pide a gritos una purga que ponga a cada uno de los actuales políticos dónde le corresponda y que haga cargar con las consecuencias de sus actos a todos sin excepción, aunque esas consecuencias les lleven a tener que pasar por las cárceles del país el tiempo que, en justicia, corresponda a su delito y aunque los escaños del Parlamento quedasen vacíos, si se probara que todos sus miembros han incurrido en falta.
Ha de quedar claro, que las explicaciones ofrecidas por Rajoy, diciendo que no le temblará la mano si llega a conocer un caso flagrante de corrupción, no nos han convencido. Sencillamente, no creemos una palabra del desconocimiento que alega sobre el asunto de los sobres, siendo como es, parte importante de su Partido desde hace tantos años y habiendo estado trabajando a diario, precisamente en el lugar en el que durante veinte años, se ha estado cometiendo el delito.
 Y si lo supo y miró hacia otro lado ¿qué se puede esperar de su gestión como Presidente y cuántas veces más habrá vuelto los ojos, quizá en cuestiones de vital importancia?
La paciencia del pueblo español está agotada y ni la mayoría absoluta que posee, ni la reiterada costumbre de intentar engañar al pueblo adjudicando la culpa de sus errores a otros, ni la patética ayuda de los medios empeñados en una defensa de su gestión que suena a servilismo barato, pueden ya hacer cambiar la opinión que la ciudadanía ha ido adquiriendo  sobre el Partido Popular, con Rajoy a la cabeza.
Y aunque se sabe que no dimitirán de motu propio, las circunstancias exigen que se habilite a la mayor urgencia, un mecanismo legal que permita a este pueblo ahora impaciente, exigir aunque sea por medio de firmas, el cese inmediato de este gobierno y la convocatoria de nuevas elecciones, en las que ya se verá a quién se vota, pero en las que desde luego, habría que demostrar HONRADEZ, para hacerse con un poder que solo pueden otorgar los votos.
           


viernes, 18 de enero de 2013

Mafia en el poder



 
El diario El Mundo, conocido desde siempre por su afinidad con el Partido en el Gobierno, lanza hoy la que podría ser la información más explosiva conocida desde la entrada de la Democracia en España, citando cinco fuentes distintas, que señalan que todos los miembros de las distintas cúpulas del PP, desde que Fraga era su  Presidente, habrían estado cobrando sobresueldos en dinero negro, procedente de comisiones pagadas por empresarios, a cambio de recibir determinados favores.
 Dice  también que Mariano Rajoy nunca recibió nada que procediera de estas cajas ocultas y que terminó con estas prácticas ilícitas, por lo que sería uno de los pocos dirigentes de la formación que no quedaría salpicado, si se confirmara el escándalo.
 La noticia, que sin duda levantará ampollas, coincide en el tiempo con la desvinculación que los conservadores se han atrevido a hacer de su antiguo tesorero Bárcenas, al que se ha acusado de tener una cuenta en un banco suizo, con más de veinte millones de euros, conseguidos de forma fraudulenta-
 Tirar de la manta, una frase que se ha hecho popular en España, en cada uno de los casos de corrupción descubiertos, podría ser lo que por resentimiento por el abandono de sus compañeros está llevando a cabo este imputado y no se conocen aún las consecuencias que podría traer su confesión a demasiados miembros del PP, incluido el ex Presidente Aznar, al no haber prescrito aún los delitos que se les suponen y que son muchos.
 Tampoco Mariano Rajoy escaparía impertérrito de esta algarada, pues si conocía la existencia de estas prácticas y calló, permitiendo que durante unos años se siguieran llevando a cabo sin denunciarlo, en cierto modo, podría encontrarse en su actuación un grado de complicidad tácita, que pondría en total evidencia su imagen como Presidente de la Nación Española.
 Hasta este preciso momento, no parece que la Justicia se haya puesto en marcha para investigar estos reiterados delitos, otorgando un tiempo precioso a los presuntos implicados en ellos, para poner en orden sus cuentas y hacer lo que puedan por salir airosos de una historia que posiblemente dejaría un enorme agujero de militancia en las altas esferas de los populares, al no ser aconsejable que permanecieran en ellas toda una suerte de defraudadores, cuyas acciones, de producirse en cualquier otro país del mundo, podrían dar al traste con la totalidad del proyecto de este Partido, e incluso terminar con él, si las informaciones publicadas son finalmente ciertas.
Precisamente ayer, comentábamos  que los índices de corrupción que estamos sufriendo durante los últimos años deberían ser considerados como una de las causas fundamentales del desarrollo de la crisis y esta información no hace otra cosa que venir a corroborar esta tesis, aún sin saber de qué montante económico estaríamos hablando, pero presumiendo que podría tratarse de una cantidad astronómica, a juzgar por el rango de los nombres manejados y de los cargos de responsabilidad que estas personas han ido ocupando, a lo largo de los años, en el Partido Popular.
Una difícil papeleta se le presenta desde hoy a la formación de Rajoy y en particular  a su gobierno, pues la tesis del desconocimiento de los hechos que seguramente argumentarán, no va a resultar demasiado creíble, tratándose como se trata, de una operación de tal envergadura, como para necesitar sustentarse en una especie de conspiración de silencio y que probablemente, se ha estado desarrollando justamente en la sede popular, en las mismas narices de cuántos dirigentes han pasado por allí mientras que haya durado la historia, incluido el mismísimo Presidente de la Nación, que no es precisamente un recién llegado a las filas conservadoras.
Esta vez, no van a poder desligarse de los presuntos implicados, ni tacharlos de ovejas negras a las que hacer el vacío si llega a demostrarse su culpa. Esta vez, la importancia de los involucrados en la trama, traspasa todos los límites de la ética y embadurna directamente a la plana mayor de uno de los dos partidos más importantes en España y que para mayor escarnio, se halla en estos momentos ejerciendo el poder, exigiendo a los ciudadanos los mayores sacrificios conocidos, desde que terminó la dictadura.
Esta vez, estaríamos hablando de prácticas estrechamente relacionadas con las empleadas por la Mafia, cercanas a una extorsión continuada ejercida sobre los empresarios del país, si es que querían poder optar al privilegio de trabajar para Organismos Oficiales y que de no pagar escrupulosamente la “minuta” establecida a tal fin, nunca habrían podido competir con aquellas sociedades o negocios que desde el principio se sometieron a las exigencias de los presuntos delincuentes.
Trabajo va a costar a Cospedal y Sáenz de Santamaría  convencer a los españoles de la inocencia de sus compañeros, viniendo la acusación, como viene, de uno de los periódicos más afines a la ideología del Partido Popular y no de ningún medio de comunicación cercano a la izquierda, al que poder acusar de haber organizado un complot directamente dirigido al corazón del PP, de esos que tanto gustan a la derecha española y que nunca acaban de demostrarse fehacientemente.
Pero el pueblo tiene derecho a conocer la verdad de este asunto. Derecho a conocer qué catadura moral tienen los dirigentes que lo gobiernan y derecho a exigir, si finalmente se demuestra el delito, una convocatoria urgente de nuevas elecciones, que saque inmediatamente del poder a todo aquel que haya estado relacionado, por acción u omisión, con este escándalo de corrupción sencillamente deleznable.
Habrá, naturalmente, que esperar los resultados que aporte la Justicia, pero al menos merecemos porque nos lo hemos ganado durante este año terrible, una explicación clara de parte del Presidente, evitando a ser posible, incurrir en nuevas mentiras que traten de desviar la atención del asunto o acusaciones a terceros, que desde luego nada tienen ni han tenido que ver en algo sucedido, entre las cuatro paredes de su propia Sede.
Visto lo visto, no esperamos una serie de dimisiones en cadena, como sería lo honrado en estas circunstancias, pero sí que nos atrevemos a esperar claridad meridiana en la investigación de este caso y la mayor contundencia a la hora de aplicar condenas por parte de nuestra maltrecha justicia.
Es imprescindible atajar de una vez por todas, el monstruo de la corrupción y mucho más aún, cuando  se encuentra establecida en las más altas instancias de poder y el destino de todos nosotros depende de la política aplicada por seres que de probarse los hechos,  habrían incurrido en una inmoralidad, sin perdón posible, así que pasen otros cien años.
 
 
 

 

    

              

miércoles, 16 de enero de 2013

A vueltas con la corrupción


 
El pueblo español suele preguntarse a menudo qué pecado ha podido cometer, para merecer una clase política como la que le ha caído en suerte.
 El simple gesto de abrir un periódico y tropezar diariamente con los múltiples casos de corrupción que llegan a descubrirse, hace albergar la idea de que los mismos podrían multiplicarse por mil, si de verdad se indagara bajo los cimientos de lo que acaece en todas las instituciones del país.
 No se puede dejar de pensar que la ruina en que nos encontramos ha de estar necesariamente relacionada con esta plaga de delincuentes que en lugar de cumplir con las funciones adscritas a sus cargos, se han dedicado a esquilmar los recursos de la nación haciéndose con abultadas bolsas de dinero negro que, en casi todos los casos, han terminado rentando, tras ser depositados en paraísos fiscales No hay en este delito un patrón preciso, que ayude a esclarecer la verdad de lo que está ocurriendo y la lista de implicados en ellos salpica a todos los niveles sociales, desde la misma familia real, hasta el más humilde de los concejales del pueblo más pequeño de nuestra geografía. Donde haya manejo de dinero público, siempre parece haber algún ladrón en potencia, que al final consigue enriquecerse a costa de lo que aportamos al erario el resto de los ciudadanos, sin el menor pudor y sin miedo a ser castigado por una justicia, que hace tiempo que olvidó la contundencia a la hora de dictar sentencias y que ya en varias ocasiones, se ha visto ella misma implicada, en la persona de alguno de los suyos, en esta enorme rueda de corruptelas que parece no tener fin.
 Y no es que estemos hablando de cantidades pequeñas. En cada uno de los casos conocidos, los ladrones y evasores no se conforman con menos de dos o tres millones de euros, o al menos esas son las cifras que se manejan en los juicios que se están celebrando, aunque a veces, los números  son tan escandalosos, que a los ciudadanos les cuesta trabajo siquiera imaginar, cómo se las han podido ingeniar los autores de los delitos, para poder distrae de las cuentas públicas semejantes cantidades, sin levantar sospecha alguna en los que tienen a su alrededor, hasta que el agujero  que dejan es tan considerable, que ya no hay remedio posible para la institución que tiene la desgracia de descubrirlo.
Esta práctica delictiva, que se ha convertido en casi rutinaria en el panorama político y empresarial español, ni siquiera está siendo atacada por un Gobierno, cuya preocupación recurrente se centra en cumplir el índice de déficit y que con demasiada frecuencia aparca la obligación de preguntarse por dónde se ha escapado del país toda una fortuna económica, dando incluso cobijo en sus filas a multitud de implicados en manifiestos robos probados y ofreciendo a todos en general, una Amnistía Fiscal, por si quieren hacer la merced de hacer retornar los sustraído a las arcas estatales, en una inusitada forma de blanqueo, que escapa a la comprensión de todos los que creemos que la única manera de combatir la corrupción es la de que sus autores sean condenados, amén de tener que devolver la totalidad de lo sustraído, al sitio exacto de donde procedía, cuando ilegalmente se adueñaron de ello.
En esta tesitura, ¿cómo se puede exigir a los ciudadanos sacrificio alguno y limpieza absoluta a la hora de hacer su declaración de la renta, cuando el convencimiento general es el de que cualquier cantidad que se aporte al erario público será indefectiblemente malversada por cualquiera de sus llamados representantes, que después volverá a pedir nuevas aportaciones, para volver a hacer exactamente lo mismo? ¿Y cómo puede el Presidente Rajoy seguir aludiendo a la herencia de Zapatero en todas sus intervenciones y no haber mencionado jamás en ninguna de ellas cuánto dinero se ha defraudado al país en estos innumerables casos de corrupción, protagonizados por toda una casta de políticos impresentables, muchos de ellos, compañeros de su partido?
  No va a quedar más remedio que pensar que la carrera política ya no trata de procurar el bien de la ciudadanía, sino que se ha convertido en una especie de carrera a muerte por encontrar una forma rápida de enriquecimiento personal, por medio de ciertas actitudes más propias de una mafia siniestra, que de una Democracia donde la limpieza es imprescindible para el buen funcionamiento de un país.
           
           
 
 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

martes, 15 de enero de 2013

La esperanza de los talentos




No renuncia Esperanza Aguirre a su relación con los medios y de vez en cuando, da una sonora campanada que atrae la atención sobre ella, a pesar de encontrarse, al menos aparentemente, retirada de la política.
Ahora es el nuevo fichaje de una empresa caza talentos, que cree haber encontrado en ella el personaje perfecto para hacer negocio, quizá basándose en la extensa agenda de relaciones que debe guardar de su tiempo de Presidenta de la Comunidad de Madrid.
No se especifica bien qué clase de talentos cazará Aguirre en su nuevo puesto de trabajo pero en las múltiples incursiones que se ha permitido en el área de la política educativa, todos recordamos que su postura se acercaba bastante a la que ahora preconiza Wert y que trata de convertir la universalidad de nuestra enseñanza, en una especie de empresa privada, sólo al alcance de los adinerados, mientras desdeña los resultados obtenidos en estos años de gratuidad, por miles de alumnos que precisamente por eso, han podido cursar carrera universitaria, a pesar de pertenecer a un extracto social bajo y gracias a las becas que prácticamente hasta anteayer, otorgaba con este fin, el Estado.
Seguramente los talentos a cazar por la señora Aguirre no serán cercanos al ambiente cultural o investigador o si en algún caso lo son, no tendrán más remedio que proceder de esa educación de excelencia que tanto gusta a la ex Presidenta y que suele nutrirse de hijos de familias acomodadas que por tradición, comulgan con una corriente conservadora de pensamiento, es decir, que votan al PP, en el que ya sabemos todos que Aguirre milita.
Tampoco es que queden ahora mismo en España muchos talentos que cazar, pues el cincuenta por ciento de paro juvenil que ha traído la Reforma Laboral de Rajoy, está obligando a la gente más brillante a una emigración forzosa a otros países donde se valoran sus conocimientos y no sólo económicamente, con lo que están dejando el suelo patrio, falto de inteligencia y pasión para hacer posible un futuro que mejore la terrible situación que padecemos, con el esfuerzo de su trabajo.
Mucho va a tener que afanarse Esperanza para encontrar brillantez en este erial en que se está convirtiendo España, aunque nos tememos que su quehacer, vaya más bien encaminado a encontrar jóvenes promesas balompédicas o de un mundo farandulero de cantores declaradamente apolíticos, que consigan seguir manteniendo la buena imagen que su partido pretende ostentar, ordenadamente y en silencio, como mandan los cánones de la derecha más recalcitrante, a la que Aguirre se jacta de pertenecer.
Todo será cuestión de tiempo, pero estaremos muy atentos al resultado de esta gestión y muy interesados en conocer a los talentos encontrados por la ex Presidenta, si es que consigue tener éxito en tan peliaguda tarea.
Muchos de nosotros estaríamos encantados de recomendarle a nuestros hijos desempleados, en la seguridad de que con su abultado currículum, podrían cumplir todas las expectativas que en ellos pusimos, cuando todavía vivíamos en un país en el que se podía subsistir con el esfuerzo para alcanzar metas en el terreno laboral,

lunes, 14 de enero de 2013

Un extraño amor a Cataluña




El nombre de Cataluña, últimamente de rabiosa actualidad por el asunto de la independencia, vuelve a las portadas de los periódicos, ahora con la noticia de que un hijo del Ex President Pujol, acaba de acogerse a la Amnistía Fiscal implantada por el PP, para traer a España desde Suiza un montante de dos millones de Euros, que tenía allí depositado, sin que se nos aclare muy bien la procedencia anterior del dinero, ni si era fruto de una evasión de capital, como parece ser a todas luces.
Al escándalo de la financiación ilegal de Unió, que al final se ha saldado sin que se haya producido la deseada dimisión de Durán y Lleída, viene ahora a sumarse esta nueva noticia, que vuelve a afectar a un militante de rango del partido que ostenta el poder, colocando a Mas en una incómoda posición para poder demostrar que hay entre los suyos la necesaria limpieza que lo reafirme en su cargo, sin tener que lidiar casi a diario, con toda una suerte de delitos que empañan el prestigio del grupo que lidera, con los votos de la mayoría de su pueblo.
Ya en su momento, nos manifestamos absolutamente contrarios a esta Amnistía fiscal del PP, por considerar que perdonar los delitos fiscales no haría más que animar a los delincuentes de guante blanco a sacar los dineros del país, una vez comprobado que su pecado no tenía consecuencias-
Tampoco ahora el hijo de Pujol tendrá que hacer frente a acusación alguna y podría decirse que acaba de blanquear con la aquiescencia del gobierno de Rajoy, una suculenta cantidad de dinero, sin siquiera verse obligado a aclarar de dónde lo sacó o si proviene de algún tipo de delito, por el que de otro modo, habría de ser inmediatamente juzgado.
No alcanzo a imaginar qué tipo de reacción puede producir este hecho en el sufrido pueblo catalán, que tanto y tantas veces ha confiado en la honradez de la familia Pujol ofreciéndole reiterativamente su voto, hasta el punto de haber convertido a su progenitor en toda una institución intocable fuera de Cataluña y que ahora se habrá de conformar con ver cómo se derrumba su imagen hecha trizas, embadurnada en la suciedad de un delito fiscal de semejante envergadura.
Uno a uno, los líderes de la Convergencia y Unió, están demostrando con su actitud que todo ese amor hacia su pueblo, que predicaban desde las tribunas a boca llena y que ponían por encima de cualquier otra cosa en sus vidas, nada tenía que ver, en el fondo, con las secretas intenciones que cada cuál albergaba en su intimidad, sobre todo cuando de asuntos financieros se trataba, ya que sus inversiones personales solían hacerse en lugares bien apartados de su querida Cataluña, probablemente con el pensamiento de no pagar los correspondientes impuestos que continuamente reclaman a sus conciudadanos, en un momento tan terrible como el que atravesamos actualmente.

Si a todo esto añadimos la cartera de recortes que se han impuesto en tenas sociales, mientras los capitales volaban a Suiza, seguramente camuflados para no ser descubiertos, el crecimiento de la indignación popular está asegurado, con toda la razón de parte de los que no tienen forma de escapar a la mano implacable de Hacienda.

La vergonzosa actitud de estos impresentables exige, sin lugar a dudas, una contundente respuesta y aparca un poco la cuestión de la independencia que tanto propugnan, ya que la importancia de este asunto se convierte en nimia frente a la necesidad de abrir una investigación que aclare lo que hace cada cuál, por si como parece, su culpa requiriera castigo-

Los delitos fiscales deben ser, ahora más que nunca, severamente perseguidos hasta lograr su erradicación, independientemente del territorio en que sean cometidos y de la relevancia política de sus autores, que por otra parte habrían de ser, necesariamente ejemplares en el cumplimiento de sus funciones, o dedicarse a otra cosa que nada tuviera que ver con el bien común, al que tanto daño hacen con sus actos de mafia barata y su desmedido afán de riqueza.









domingo, 13 de enero de 2013

Justicia a la española



Ya quisieran los españoles, que en algún momento de sus vidas cometieron un delito contra la seguridad vial, con resultado de muerte, que los trámites que consiguieran su libertad, se solucionaran en dos días.
En el caso de Ángel Carromero, el dirigente de las Nuevas generaciones del PP, que fue condenado en Cuba a cuatro años de prisión, por conducir temerariamente el coche en el que viajaban dos disidentes cubanos muertos en accidente, han bastado unas cuantas horas y el empeño de todos los líderes conservadores del Partido en el poder, para conseguir eludir su estancia en prisión y poder reubicarlo en el puesto que ocupaba en Madrid, como si todo lo ocurrido allende los mares, se hubiera tratado de un mal sueño.
Desde el principio, se ha intentado vender esta historia como una aventura de carácter político que ponía en evidencia las malas relaciones existentes entre el Partido de Rajoy y el régimen cubano, tratando de hacer aparecer a Carromero como un mártir, con el que la justicia de Cuba se ha ensañado a placer, procurando que su estancia allí resultara ser lo más incómoda posible y como si lo sucedido se hubiera tratado de una invención de las autoridades de la isla para perjudicar a un “pobre muchacho” que gustaba con demasiada frecuencia de defender los derechos humanos, frente al régimen dictatorial de los Castro y sobre el que ahora ha caído todo el peso de su ley, de manera absolutamente injusta.
Pero la verdad es que la muerte de los disidentes cubanos es real, como también lo es que el conductor del coche siniestrado era precisamente Carromero, que además ya había tenido otros problemas con la seguridad vial en la propia España y que la condena que se le ha impuesto es la que marca estrictamente la ley cubana para este tipo de delitos y que sería la misma que tendría que cumplir cualquier ciudadano de allá que se encontrara en similares circunstancias.
Aún recordamos la airada opinión que numerosos miembros del PP tuvieron a bien manifestar en el caso de Farruquito y su empecinamiento en conseguir un endurecimiento de las penas en esta y otras cuantas historias de repercusión mediática, e incluso la celeridad con que se les veía acercarse al lado de las familias de las víctimas, para mostrarles su apoyo incondicional cuando reclamaban justicia.
Estas víctimas cubanas  , no parecen alcanzar la categoría suficiente para ser situadas al mismo nivel que las españolas, ni este accidente merece ser tratado con la misma dureza que los de aquí, a juzgar por el empeño que han demostrado los populares en minimizar la responsabilidad del condenado, probablemente porque se trata de uno de los suyos y no conviene al partido estar relacionado con episodios de esta clase, ni aquí, ni en cualquier otra parte del planeta.
Y sin embargo, la libertad de Carromero constituye un tremendo agravio comparativo `para los condenados por delitos similares, que han de esperar meses para obtener un régimen abierto y cuyos abogados ya se han manifestado en contra de la agilización de este proceso, convertido en un claro caso de favoritismo descarado, movido implícitamente desde las altas instancias políticas.
También los familiares de las víctimas de otros accidentes se han declarado absolutamente en contra de la libertad de este individuo, por considerar que las penas han de ser cumplidas en su totalidad, independientemente de que las sentencias hayan sido dictadas aquí o en cualquier otra parte y de que los condenados tengan o no relevancia en cualquier medio, o gocen o no de importancia sus apellidos.
Solo le faltaba a la imagen de la justicia un traspié como este, para terminar de dejar a los ciudadanos convencidos de su total parcialidad y de que cuando se trata de lidiar con delitos en los que se ve implicado algún cargo político, su inutilidad es manifiesta.
También la inmediata reinserción laboral de Carromero daría para escribir largo y tendido, teniendo en cuenta la inmensa dificultad con que se encuentra cualquier excarcelado para poder acceder a un puesto de trabajo, fuera cual fuere su delito, y aún en el caso de haber pagado por él a la sociedad, con el cumplimiento total de su pena.
Esta justicia a la española, que fabrica a merced culpabilidades e inocencias y aplica sentencias aleatoriamente según el viento político que sople, resulta ser una de las mayores vergüenzas que arrastra nuestro país y deja nuestra credibilidad reducida a cenizas, colocándonos al nivel de cualquier república bananera.
Tanto criticar a Cuba y al final la injusticia ha sido peor, en cuanto este individuo ha llegado a España.

jueves, 10 de enero de 2013

Dos casos de portada



El socio imputado de Urdangarín, se ha marcado un órdago presentando ante el Juez la trascripción de unas conversaciones, en las que no sólo se trata de hacer desaparecer su nombre de los asuntos del caso NOOS, sino que además se menciona el de la amiga de safaris del Rey, poniendo un poco más de pimienta en este enrevesado asunto, no se sabe si con intenciones tácitas de chantaje, o porque este socio estaba empezando a entrever que al final cargaría solo con la culpa y se ha rebelado contra la idea, con cuántas armas tenía a su alcance.
Esta noticia, coincide en el tiempo con la probada financiación ilegal de Convergencia y Unió, que pone en candelero unas declaraciones de Durán y Lleida, en las que se prestaba a dimitir, si el asunto llegaba a un fin claramente inculpatorio.
La primera información parece dejar claro que el yerno del Rey no sólo hizo caso omiso de las recomendaciones de abandono de sus actividades que le sugirió el monarca, sino que además se permitió traer a sus filas a esta misteriosa princesa Calina, que tanto ha dado que hablar en los últimos tiempos, sin que se haya llegado a confirmar oficialmente su grado de intimidad con el Rey, aunque la mente es libre y cada uno imagina lo que quiere.
Lo raro es que con tan estrecha amistad, a la princesa no se le haya escapado en algún momento ni una palabra de sus contactos con estas fundaciones de NOOS, dejando al soberano en la más supina ignorancia en un asunto que concierne tan directamente a su propia hija y más aún, si la tal Calina conocía, como sería natural, la aversión de su real amigo a tal tipo de negocios.
El juez encargado del caso tiene ante sí una difícil papeleta para establecer culpabilidades y sobre todo para determinar qué grado de conocimiento del tema tenían determinados personajes de relevancia, a los que hasta ahora se había tratado desesperadamente de exculpar y que vuelven a aparecer en escena, esta vez con mucha más virulencia, en lo que aparentemente parece una urdimbre con multitud de tentáculos familiares, que habrá que desenmarañar, si se quiere verdaderamente llegar al fondo del asunto.
En cuanto a la otra cuestión, la financiación de los partidos políticos siempre ha estado caminando por una cuerda floja, coqueteando con la ilegalidad, pero nunca se había conseguido probar tan oportunamente como ahora, hasta dónde son capaces de llegar los líderes para conseguir una parcela de poder, aun que ya se había intentado en numerosas ocasiones, sin alcanzar demasiado éxito.
Y digo oportunamente, porque la acusación llega en un momento en que la cuestión de la independencia catalana estaba empezando a convertirse en un permanente dolor de cabeza para Rajoy, sin que aún hubiera encontrado una manera de hacer frente a las exigencias de Mas y los suyos, sin jugarse el esporádico apoyo que los convergentes suelen ofrecerle en determinadas cuestiones, como por ejemplo en la aprobación de su espantosa Reforma Laboral, que de otro modo, hubiera tenido que sacar adelante en solitario.
Así, hasta podemos entender el silencio de Mas en el encuentro de anteayer, cuando seguramente ya conocería la inmediata salida a la luz de este escándalo y su actitud sumisa ante la presencia del Príncipe, al que como ya relatábamos, no se atrevió a hacer ningún tipo de comentario sobre sus planes independentistas.
Sin embargo, no parece que vayan a producirse dimisiones, como por otra parte era de esperar, en este país nuestro, que en esto es calcado al catalán, ya que tampoco allí resulta fácil para ningún político apearse del poder, como queda demostrado con lo que estamos comentando.
¿Será la justicia capaz de aclarar ambos dilemas?
Esa es una pregunta peliaguda que tardará en obtener respuesta, pero la esperanza del pueblo en conocer los entresijos de este tipo de cosas, es, desgraciadamente, mínima.
Todo lo que tiene que ver con política y políticos, trae consigo un espeso velo de opacidad, que por una razón u otra, siempre acaba tapándolo todo, sin permitir que ni un solo rayo de luz se filtre para que la opinión pública pueda saber la verdad y los culpables paguen sus delitos.
Estamos tan acostumbrados a esto, que hasta nos empieza a parecer natural, cuando lo deseable sería, precisamente, todo lo contrario.





miércoles, 9 de enero de 2013

Un encuentro apacible



Mariano Rajoy y Artur Mas estaban destinados a tener que encontrarse. La batalla que han librado durante los últimos meses sobre el tema de la independencia de Cataluña, no impide que por las obligaciones de sus cargos, se vean obligados a mantener conversaciones periódicas relacionadas con otros temas, al menos mientras que el plebiscito propuesto por el President de la Generalitat no sea un hecho y los catalanes sigan formando parte, a disgusto o no, de los territorios que conforman España.
Sin embargo este encuentro era esperado por gran parte de la población con cierto desasosiego, sobre todo si se le añadía el morbo de la presencia del Príncipe Felipe, que mientras no se demuestre lo contrario, debe ser partidario de las tesis de unidad territorial mantenidas por la Corona y que quizá esperaba alguna salida de tono por parte de Mas, dado que no suelen coincidir en actos públicos con demasiada frecuencia.
Pero no estaba el catalán en un día reivindicativo, o quizá pudo más la educación que su afán independentista, porque la cita transcurrió sin pena ni gloria, sin que de sus labios se escapara una sola referencia al tema, aunque bien podía haber aprovechado la presencia de los medios de comunicación, incluidos micrófonos abiertos dentro del AVE, para pronunciarse sobre lo que piensa o no piensa hacer, aunque solo fuera con fines propagandistas.
Frente a eso, la conversación derivó por los derroteros del aspecto físico de cada cuál y de si practicaban o no deporte diariamente, dejando absolutamente estupefactos a todos los que esperaban cierta acritud entre los asistentes al encuentro, que en cambio dieron la imagen de unos amigos charlando de temas triviales, con lo que está cayendo en el país.
Debió parecerle a Artur Mas que el heredero de la corona, al carecer aún de poder, era poca cosa para tratar con él el asunto que trae entre manos desde que asumió la jefatura de Cataluña y de hecho, más tarde dijo que se reunirá en breve con el Rey para exponerle su plan en la Zarzuela, que es dónde se debe hablar de cualquier cosa que tenga importancia y no en una inauguración que, por otra parte, viene muy bien Cat5aluña, en el terreno de las comunicaciones terrestres.
Sin embargo a Rajoy se le notaba ligeramente incómodo, quizá esperando que de un momento a otro Mas sacara los pies del plato, haciendo alguna declaración subida de tono y dando lugar a tener que improvisar sobre la marcha una respuesta de cierta contundencia, cosa que nada gusta al Presidente español, a juzgar por su afición a los discursos preparados que profesa cuando ha de tratar con la prensa.
Así que al no producirse la noticia, los amantes de las complicaciones y los alborotos, hubieron de conformarse con la imagen gráfica del encuentro, que abre hoy las portadas de todos los periódicos, pero sin poder ofrecer a los lectores ningún tipo de carnaza que pudiera suscitar una nueva polémica, ahora que ha entrado un nuevo año y todavía las cosas están relativamente tranquilas, en el terreno de la información.
La placidez del encuentro seguramente tranquilizó a Rajoy, que probablemente intentará rentabilizar la ocasión, colgándose la medalla de sus buenas dotes diplomáticas, al haber evitado el esperado encontronazo con el catalán y haber salido airoso de tan escabrosa cita.
El refranero, que contiene una cita para cada ocasión, lo explicaría diciendo que dos no discuten, si uno no quiere.