jueves, 31 de marzo de 2016

La última palabra


No ha tardado nada el Partido de Albert Rivera en manifestar su rechazo a un posible acuerdo entre socialistas y  Podemos, ni en volver a proponer la Gran Coalición que han defendido desde el principio y que incluye al PP, mucho más cercano en sus posiciones ideológicas, a las líneas de su propio pensamiento.
La sorpresa que diera ayer Pablo Iglesias, dispuesto a renunciar a cualquier labor de gobierno y a participar en las negociaciones a tres bandas que  le proponía Pedro Sánchez, deseoso de contar con 199 diputados que respalden su proyecto, ha puesto a Ciudadanos en un compromiso con el que no contaban, desde que aceptaran la sociedad son los socialistas, hace unos días y que les adjudica, directamente, si se niegan a abstenerse en una nueva Sesión de investidura, el papel de malo, en esta película de terror en que se ha convertido la dura misión de alcanzar finalmente un acuerdo.
La negativa rotunda a mezclarse con Podemos, puede dar una idea de cuáles son las verdaderas fuentes de que bebe el Partido de Albert Rivera, muy próximo en sus planteamientos a la ideología del PP y puede suponer una huida en desbandada de muchas de las personas que se afiliaron entusiasmadas a esta Formación, creyendo que su primordial objetivo sería el de propiciar un cambio en la orientación del Gobierno y que ahora ven a diario, cómo sus correligionarios apuestan una y otra vez, porque sea Rajoy quien repita mandato, para continuar con sus medidas de recortes, que tanto daño han hecho a los ciudadanos españoles.
Pasó el espejismo del clamoroso ascenso a los cielos, previo a la celebración de elecciones y la cruda realidad que se debe tener presente ahora, es que sería más lógico reclamar la abstención del Partido que cuenta con sólo cuarenta diputados, que la del que teniendo setenta, quedó refrendado como tercera fuerza política, por el voto soberano de los electores.
Naturalmente, este planteamiento aterra a quien preferiría un mayor protagonismo en primera línea política y no solo porque las futuras medidas que pudieran aplicar en coalición PSOE y Podemos, estén más cerca de un planteamiento de izquierdas, sino porque pertenecer a un tripartito, siendo el socio con menos poder, dificulta tremendamente sacar adelante cualquier alternativa y también porque en esta situación, Rivera se convertiría en un mero convidado de piedra, que tendría que acatar, democráticamente, las decisiones de sus socios.
El pastel, por fin, se ha destapado del todo y ahora toca a unos y a otros jugar su bazas con inteligencia, aunque a la vez, mirando de reojo las jugadas de los participantes en la partida, procurando adivinar cuáles serán sus próximos movimientos, cosa que cuando se refiere a Podemos, resulta bastante improbable.
Si Rivera se niega a aceptar el acuerdo de los 199 y continúa insistiendo en la Gran Coalición, PP, PSOE, Ciudadanos, puede que vayamos a nuevas elecciones, pero nadie puede garantizarle que obtenga un mayor número de votos en ellas, como tampoco resulta fácil prever lo que ocurrirá a los otros Partidos, que para su desgracia, también cuentan en este proceso.
Puede que finalmente Pedro Sánchez no consiga su sueño de ser Presidente y hasta que si se celebran nuevas elecciones, sea la abstención la que se imponga, cansados como estamos los españoles, de la ineptitud de nuestros políticos para lograr acuerdos, pero está claro que para Rajoy, con el aluvión de casos de corrupción que están apareciendo, reclamar el voto de los ciudadanos, incluso de los que siempre le votaron, se va a convertir en una empinada cuesta que costará un enorme esfuerzo subir, por lo que las expectativas de Rivera, su idea de un gobierno a dos, con los populares, parece que será del todo imposible.


miércoles, 30 de marzo de 2016

Cruce de concesiones


La reunión mantenida hoy entre Pedro Sánchez y Pablo Iglesias parece haber dado sus frutos y las intervenciones posteriores de ambos líderes ante los medios han puesto de manifiesto un aparente acercamiento de posturas, que podría conducir finalmente a un acuerdo para la formación de un Gobierno de progreso, si entre los dos logran convencer a Albert Rivera para que se abstenga en una nueva Sesión de Investidura, cuestión que de todos modos, parece en principio, bastante improbable.
Pero ha sido el golpe de efecto protagonizado por Pablo Iglesias en su intervención lo que ha atraído todas las miradas de los informadores en la rueda de prensa, fundamentalmente cuando ha manifestado que Sánchez le había confesado que su presencia en un probable Gobierno de coalición incomodaba tremendamente a sus correligionarios, a lo que el líder de Podemos contestaba que en tal caso, no le importaría apartarse, cediendo el puesto a cualquier otro candidato de su Formación, cuestión que ha suscitado una enorme polémica.
La propuesta, que seguramente habrá sorprendido en primer lugar a Sánchez y que después se ha convertido en la noticia del día, por el impacto que ha tenido entre los otros Partidos políticos, es sin embargo, una muestra clara del conocimiento teórico que de las cuestiones políticas tiene el Secretario General de Podemos y representa una forma novedosa de cambiar las premisas establecidas, desde que se firmara el acuerdo entre Ciudadanos y PSOE, exculpando a los morados de cualquier responsabilidad, si no se llegara a un acuerdo de Gobierno.
El cruce de concesiones entre ambos interlocutores parece acercar un poco más la posibilidad de un pacto entre ellos y coloca al Partido de Albert Rivera, que se había posicionado en una cómoda situación de apoyo, desde la que presumir de responsabilidad ante los españoles, en un brete, al pasar a su tejado la pelota envenenada de una última decisión con la que destronar al PP, sumándose, aunque sólo fuera con su abstención, al llamado Gobierno de cambio que han decidido que querían, a través de sus votos, los ciudadanos españoles.
Si el pacto llega a buen término, los de Iglesias saldrían reforzados, al haber conseguido entrar a formar parte del nuevo Ejecutivo, la primera vez que se han presentado a elecciones y si no, la imagen que ofrecerían al electorado, en el caso de caso de celebrarse otras nuevas , sería la de un Partido que habría estado dispuesto a ceder y no como otros que habrían decidido permanecer anclados en posiciones inflexibles, estropeando el posible acuerdo.
No ha debido sentar nada bien a Rivera esta inesperada maniobra, que vuelve a colocarle en la incómoda posición de tener que decidir si quiere o no que las cosas cambien en España, pero la disposición de Iglesias a reunirse con Ciudadanos, para poder encontrar posturas comunes, le ofrece al menos, la posibilidad de afrontar con cierta dignidad el futuro que se le viene encima, aunque para ello haya de replantearse toda la estrategia elaborada para la firma del acuerdo con el PSOE, teniendo que contar ahora, y de qué modo, también con la presencia viva de Podemos.
Al que parecen terminársele  los últimos cartuchos es al impenitente Rajoy, que ayer mismo recibía durísimas críticas de boca del ex Presidente Aznar y que mira ahora, desde su atalaya, como se le escapa cualquier oportunidad de repetir en el poder, ahogado por los casos de corrupción que acorralan a su Partido y por su propia inactividad para intentar negociaciones, a las que ha renunciado de antemano, dándolas por perdidas.
Ciertamente, es Ciudadanos  quien más pierde si finalmente se llega a un acuerdo, pues las ínfulas de poder  demostradas por su líder, desde que se conociera el resultado de las pasadas elecciones, se apagan sin remisión por una mera cuestión numérica, aunque consiguiera entrar en el futuro gobierno.
Los ciento sesenta y un escaños de PSOE, IU y Compromís, frente a los cuarenta de Rivera, no facilitarían su labor, en franca minoría, a la hora de aprobar leyes en la próxima legislatura, ni les permitiría brillar, como les hubiera ocurrido, de haberse materializado la gran Coalición con PP y PSOE, que era realmente, su sueño.
Una vez más, Podemos golea a todos  los demás anticipándose a cualquier otra propuesta y pone de manifiesto cuánto han crecido sus líderes, desde que decidieran que los Movimientos del 15M, dbían tener un sitio en el Parlamento.



martes, 29 de marzo de 2016

Pactos casi imposibles


Una vez recuperada la rutina, tras el receso vacacional, los Partidos políticos españoles vuelven al intento de encontrar algún pacto que permita la formación de Gobierno, aunque sin demasiada ilusión por hacer coincidir posturas con aquellos que pueden aportar el número de votos necesarios, para que una nueva e hipotética Sesión de Investidura, no acabe en otro estrepitoso fracaso.
Pablo Iglesias y Pedro Sánchez se reunirán mañana, ambos tratando de paliar los efectos de las duras batallas que se libran actualmente en sus respectivos Partidos y sin ceder, al menos aparentemente, en ninguna de las premisas que ya se revelaran en sus últimas apariciones ante los medios y que parecen ser, para los dos, del todo inamovibles.
Pero a Sánchez le acucia la prisa de Susana Díaz por apearle de su cargo, aun habiendo conseguido, in extremis, aplazar el Congreso que el PSOE tenía previsto celebrar a finales de Mayo y por tanto, le urge encontrar una salida airosa para su continuidad como candidato socialista a la Presidencia, que bien podría encontrar, si finalmente hace concesiones de cierto calado a Podemos, logrando al menos, una abstención, si es que decide volver a intentarlo nuevamente.
Sin embargo, en la Formación morada no se viven precisamente días de sosiego y parece que el triunfo del ala más radical se impone frente a la moderación de  los allegados a Iñigo Errejón, que continúa desaparecido de la escena política y que sería el único que podría lograr una aproximación real con las posturas propuestas por Sánchez y su todavía socio, Albert Rivera.
En este enrarecido ambiente, la reunión prevista para mañana ha de ser, necesariamente al menos, convulsa y solo si se obrara un milagro, de esos que se dan en política cuando todo parece perdido irremisiblemente, se conseguiría sacar adelante un acuerdo, que por lógica, debiera haber sido bastante fácil de obtener, si fueran ciertas las afinidades ideológicas de que presumen estos dos Partidos.
Para el PSOE, el miedo a ser fagocitado sin remisión por Podemos, le impide mirar al futuro con imparcialidad, sobre todo si piensa que además habría de contar con la aquiescencia de los nacionalistas catalanes y vascos, de los que les gustaría prescindir, por connotaciones que todos conocemos y para Podemos, el dilema de tener que subscribir un acuerdo, en el que también estarían, y de qué modo, los Ciudadanos de Albert Rivera, provoca un rechazo natural, en quienes se han convertido en un revulsivo que pretende romper con la etapa anterior y por tanto, con cualquiera que defienda las doctrinas de la derecha.
Entretanto, Rajoy aguarda el momento de intervenir, si las negociaciones fracasan, volviendo a ofertar su Gran coalición, al líder de los socialistas y por cierto, convirtiéndose además, en el Presidente de Gobierno que más tiempo ha estado ejerciendo como tal, pues son ya cien días los que lleva en funciones y los que pudiera sumar, si finalmente no queda otro remedio que ir a nuevos comicios.
En honor a la verdad, a los ciudadanos nos encantaría que Sánchez e Iglesias se pusieran de acuerdo, pero a veces, los precios que hay que pagar por llegar al poder resultan ser excesivamente elevados y si no se quiere terminar siendo esclavo de esta suerte de hipoteca suscrita para los próximos cuatro años, más vale retirarse a tiempo y permanecer en una honrosa oposición, que no coarte en nada el pensamiento en el que uno cree, ni las posiciones que defiende.



lunes, 28 de marzo de 2016

Víctimas de segunda


A sólo unos días de que el terror sacudiera Bruselas, provocando una reacción de rechazo en Europa y una ola de solidaridad con las víctimas de dichos sucesos, una bomba detonada en un parque de Paquistan repleto de familias con niños, deja un saldo de más de sesenta muertos, a los que se contempla sin embargo, como una especie de efecto colateral de la violencia que sacude a diario los países musulmanes, sin que los líderes de las grandes potencias consideren estos hechos como una prioridad a resolver, dentro de sus apretadas agendas.
Las vidas humanas sacrificadas en Paris, Bruselas, Madrid, Londres, Nueva York, o cualquier otro país, de los considerados como integrantes del primer mundo, tienen, a efecto real, exactamente el mismo valor que las que a diario se pierden en número incalculable en lugares menos desarrollados económicamente, pero para vergüenza nuestra, la indignación que provocan estos ataques, no cuentan en modo alguno, con la misma solidaridad internacional que hace a las masas escribir en las redes sociales mensajes como los que hemos conocido estos días de “Je suis Paris o Bruselas” o convocar minutos de silencio en medio de las plazas, para demostrar la angustia que produce su muerte, a pesar de que en muchos casos, se trata de niños, absolutamente  indefensos.
Son, víctimas de segunda clase, que por proceder aleatoriamente de lugares injustamente desfavorecidos, quedan relegados a un plano inferior, para la opinión general, demostrando así, que hasta después de la muerte, existe un clasismo generalizado que marca abismales diferencias entre los seres humanos que pueblan la tierra.
 Lo estamos viendo estos días, en los que procuramos continuar con nuestras vidas, mientras a las puertas de nuestras malditas fronteras se agolpan desesperadas multitudes ingentes de refugiados, obligados a vivir muchísimo peor de lo que viviría cualquier mascota en casa de una familia de clase media y sabiendo como sabemos, que la responsabilidad de lo que allí acontece, nos compete, en este momento, con toda seguridad, a nosotros, aunque tratemos de auto convencernos de la imposibilidad real que tenemos de poder ayudar y aceptemos, sumisamente, las explicaciones que nos ofrecen los políticos encargados de resolver los problemas europeos, de cuya ineptitud no queda duda, al contemplar las imágenes que nos llegan a diario, de los campos de la vergüenza.
Con el problema del terrorismo, suele suceder exactamente lo mismo y los españoles lo sabemos de primera mano, pues en este país nuestro, nunca se trató de igual modo el recuerdo de las víctimas de ETA que el de las de los atentados de Madrid y sólo este año, se ha conseguido, no sin esfuerzo, hacer un acto de conmemoración conjunto, en el que por fin, hemos visto a los familiares unidos, llorando a sus muertos.
Y aunque enumerando lo ocurrido desde que se produjera la masacre de Charlie Hebdo, nuestra memoria nos recuerda que la mayor parte de estas acciones se han producido en Yemen, Mali, Pakistán, Estambul, Nigeria, Irak o Siria, hasta llegar de nuevo a Paris y después a Bruselas, la relevancia testimonial que se ha ofrecido sobre las víctimas procedentes de otros destinos lejos de Europa, ha sido significativamente mucho menor, por no decir, irrelevante, en todos y cada uno de los casos referidos anteriormente.
Los actos terroristas representan en este mundo en el que nos ha tocado vivir, evidentemente con suertes bien diferentes, una de las mayores atrocidades a las que pueden enfrentarse los seres humanos, independientemente del lugar de su procedencia y  por una simple cuestión de respeto, todas y cada una de esas víctimas, a las que se privó de continuar viviendo por medio de la más absurda de las violencias, han de merecer, sin excepciones, una misma clase de dolor, pues todos formaban parte de un entorno, en el que seguramente serán eternamente llorados y al que nuestra indiferencia ha de herir, necesariamente, en lo más profundo de sus sentimientos.


domingo, 27 de marzo de 2016

Semana de contrastes


Mientras miles de españoles miraban al cielo, rogando que no se estropearan los actos procesionales propios de la Semana santa, considerando como su preocupación primordial, desfilar o participar como público en ellos, otros seres humanos mucho menos afortunados, carentes de todo lo necesario para subsistir de un modo digno en los campos de la vergüenza que Europa ha instalado para hacinarlos, reacia a abrir sus fronteras, suplicaban una oportunidad para rehacer de algún modo sus vidas, lejos de las enfermedades, las epidemias, el hambre y la indignidad que les está trayendo este principio de Primavera.
A un tiempo también, la sórdida imagen del horror se apoderaba de las calles de Bruselas, en las que casi dos centenares de personas de varias nacionalidades perdían la vida, en nuevos atentados terroristas, perpetrados en el mismo corazón de nuestro viejo Continente y demostrando, en cierto modo, que todas las medidas de prevención establecidas por los Gobiernos actuales, no solo no han obtenido ningún resultado en este campo, sino que la posibilidad de que estas acciones ocurran, en cualquier lugar, se están convirtiendo cada vez en más aleatorias e incoherentes.
Pero a la España de charanga y pandereta que cantara Machado hace ya casi un siglo, le importaba bien poco lo que pudiera estar sucediendo fuera de ese pequeño y cerrado mundo que pueblan los defensores a ultranza de los ritos semanasanteros y la insultante riqueza de los adornos procesionales, con sus Vírgenes dolorosas atravesadas por puñales de oro y diamantes y ataviadas con joyas de incalculable valor y mantos bordados con finos hilos plateados, ha vuelto a las calles, impasible ante la miseria superlativa de los refugiados a los que podrían en gran parte socorrer, pues se dicen a sí mismo cristianos y pertenecientes a una Iglesia que, sin embargo, humilla con estos actos de pomposidad, la dignidad personal de los más humildes, a los que según su doctrina deberían defender y cuidar, por encima de todo.
Los atentados de Bruselas, nos recordaban a todos la fugacidad de la vida, colocándonos frente a un espejo en el que mirar la imagen de necedad que reflejamos, en cuanto empezamos a dar cierta importancia a las cosas absolutamente materiales que nos procuran un mal denominado bienestar, que bien mirado, no es más que un disfrute de la suerte que aún nos acompaña, pero que en algún momento se puede quebrar, como un cristal, sin móvil aparente.
Incluso hablar de política, quejarse de la ineptitud de nuestros Partidos para alcanzar acuerdos que consigan el nombramiento de un nuevo gobierno, parecía al contemplar estas escenas, sucio y pecaminoso en esencia, si los que lleguen al poder no son tampoco capaces de hallar soluciones que nos acerquen a la igualdad entre los seres humanos y procurarnos a todos, la oportunidad de un mestizaje en paz, que haga desaparecer de nuestro entorno los horrores de las guerras, de la pobreza económica y espiritual que padecemos y que hace que la justicia se convierta en un concepto huero, sin un significado real, para los que padecen el drama de un éxodo no deseado, pero evidentemente, obligado y perentorio.
Los contrastes vividos durante esta Semana santa de 2016, son la prueba evidente de la enorme deshumanización que está experimentando nuestro mundo en los últimos tiempos y representa, un grito desgarrado emitido desde el alma misma de nuestra generación, reclamando un cambio necesario y urgente en las actitudes de todos, si es que se quiere remediar el hundimiento de unos valores imprescindibles, para la supervivencia de nuestra especie.

Busquen en su interior y díganme, si alguno de esos refugiados, niños o adultos, si alguna de las víctimas de los atentados perpetrados a lo largo y ancho del planeta, merece su suerte. Y después, indíquenme, si de verdad importa un carajo que  la lluvia arruine las procesiones o no, en esta España rancia, desgraciadamente, tan nuestra.

jueves, 17 de marzo de 2016

La crisis de Podemos


La llamada crisis de Podemos, que ha traído como consecuencia el cese fulminante de Sergio Pascual y la dimisión de varios cargos en Madrid, considerados del sector Errejonista, ha puesto en jaque a la prensa nacional, que durante estos dos últimos días han tratado sin éxito de encontrar al número dos del Partido, que no ha vuelto a hacer acto de presencia en el Congreso, desde que se destituyera al concejal por Sevilla.
Mucho se ha hablado de las corrientes existentes en la Formación morada y mucho de la supuesta mala relación reinante entre los miembros reconocidos de las mismas, catalogadas por los medios adeptos a la derecha, por grados de radicalidad, aunque los principales líderes de Podemos, siempre han negado esa desunión, que desde luego, no se evidencia, cuando comparecen en algún acto público.
Dicen que el desencuentro entre Iglesias y Errejón ha tenido mucho que ver con el tema de los pretendidos pactos con el PSOE  y que mientras los miembros más moderados del Partido apostaban por conseguir acuerdos, incluso estando Ciudadanos presente, los partidarios de Iglesias y la corriente anticapitalista encabezada por Teresa Rodríguez y Echenique, se negaban, no sólo a esa posibilidad, sino también, incluso, a pactar con los socialistas, por considerar que también ellos forman parte de esa casta, a la que se desea alejar cuanto antes, de la escena política española.
Mientras Irene Montero y el mismo Pablo Iglesias restaban importancia al tema del cese de Pascual, que Iñigo Errejón ni siquiera se haya pronunciado a través de las redes, sobre un tema de tanta importancia, hace temer que la gravedad del asunto pudiera ser mucho mayor de lo que se quiere admitir y que Podemos pudiera sufrir en los próximos días algún tipo de cisma, que mermaría considerablemente las posibilidades políticas reales que tiene, de cara a esta legislatura, se lleguen o no a producir, los ansiados acuerdos.
En este clima de incertidumbre, no puede olvidarse que Podemos nació como un  movimiento asambleario proveniente del 15M y que las personas con las que cuenta desde que se convirtiera en Partido, descienden de corrientes ideológicas diversas que dieron en coincidir, en un momento muy concreto, en cuestiones que se habían convertido en fundamentales para la mayoría de los ciudadanos y que ninguna de las Formaciones políticas existentes se dignaba siquiera a tratar, dentro de unas Instituciones, por las que la gente ya no se sentía representada.
Así, es natural que pasado el tiempo, emerja en cada cual la raíz de su pensamiento, sobre todo cuando las circunstancias han propiciado que todas aquellas propuestas que se hicieron en la calle y que contaron con el apoyo inesperado de una gran parte de los ciudadanos, puedan ser llevadas ahora a un Parlamento, dónde ya no se tratan utopías factibles o no de convertirse en realidad, sino cuestiones de poder tangible que pueden significar que lo que ocurra a partir de ahora, derive hacia un camino u otro, según el criterio que logre imponerse sobre los demás, en Podemos.
Pero divergir no significa necesariamente romper radicalmente con los opositores, ni mucho menos, permitir que el sueño de millones de votantes, se marche por la alcantarilla, sin intentar un consenso  e igual que hemos reclamado la obligación de las diferentes Fuerzas políticas de negociar las unas con las otras, para encontrar aquello que beneficie a las mayorías, debemos en este caso, exigir que las diferentes corrientes de Pensamiento latentes en Podemos, antepongan el respeto a la ciudadanía que les respalda, a las diferencias que puedan existir entre facciones que, en el fondo, persiguen un mismo objetivo, para este País en el que vivimos.
Morder el cebo que desde hace tiempo flota en el agua, lanzado hábil y fundamentalmente, por la derecha, sería, como demostrar que todas aquellas acusaciones de incompetencia y populismo, de personalismos categóricos que no admiten discusión alguna, de parte de sus opositores, eran final y desgraciadamente ciertas, lo que otorgaría una contundente victoria, a los detractores de Podemos.

Evidentemente, el deseo de todos aquellos que apostamos por una solución de progreso y que aguardamos pacientemente a que pueda encontrarse una solución en el tema de los pactos a nivel nacional, es que al menos, en el tema que estamos tratando, la talla política y humana de los hombres y mujeres que forman Podemos, consiga encontrar una vía por la que solucionar las diferencias que puedan existir entre ellos, apostando por una unidad, absolutamente necesaria en estos momentos, para la izquierda, no vaya a ser que de nuevo la maldición consiga deshacer todo lo ganado y volvamos a un punto de partida del que costó mucho despegar, aunque ahora todos lo veamos como un recuerdo muy lejano en el tiempo.

miércoles, 16 de marzo de 2016

Amistades peligrosas


El Partido Popular abre expediente informativo a Rita Barberá, después de que muchos altos cargos de la Formación hayan admitido durante estos días, que las escasas explicaciones que venía ofreciendo la ex Alcaldesa, sobre su relación con la extensa trama de corrupción descubierta en el Ayuntamiento de Valencia, resultaban ser claramente insuficientes.
A pesar de las reticencias de Mariano Rajoy, amigo personal y defensor a ultranza de la inocencia de Barberá, al PP no le ha quedado otra opción que tomar esta decisión a la desesperada, sobre todo después de la aparición de un cheque de mil euros, en el que figura la firma de la ex Alcaldesa y que estaría directamente relacionado con otros cincuenta talones de la misma cuantía, que según el fiscal, servían para blanquear cantidades que el partido había entregado anteriormente, a los ahora imputados en el caso Taula.
Ayer por la tarde, y antes de conocerse la noticia del expediente, Barberá aún continuaba defendiendo su inocencia y se prestaba a ir voluntariamente a declarar, como le había pedido el Juez, aunque ésta acción no implica en absoluto que no vaya a ser imputada por el Supremo, debido a su condición de aforada.
Mucho le ha debido costar a Rajoy rubricar esta medida, pues todos recordamos que hasta ayer mismo ha estado justificando el silencio de su compañera y hasta la ausencia permanente de su puesto en el Senado, llegando incluso a decir, después de la rueda de prensa ofrecida  por Barberá, que sus explicaciones le habían dejado “mucho más tranquilo”.
Pero los hechos que se van conociendo y el levantamiento de parte del sumario que maneja la Fiscalía, en el caso Taula de Valencia, han colocado al Partido Popular en una posición tan sumamente incómoda, que los asesores de Rajoy han debido aconsejarle una ruptura inmediata de relaciones con la ex Alcaldesa, a la que en varias ocasiones Rajoy calificó en los mítines como la mejor, quizá porque entonces traía a su Partido, una cantidad ingente de votos.
¿Qué pasará a partir de ahora? No podemos aventurarlo, pero siguiendo de cerca las pautas que se han llevado a cabo en otros casos de corrupción en los que se han visto implicados personajes de gran importancia en el PP, todo hace pensar que en breve, Rita Barberá pasará de ser considerada una joya a convertirse en una innombrable, como le ocurrió anteriormente a Francisco Granados o al mismo Luís Bárcenas, en cuanto salieron a la luz, sus famosos papeles.
Naturalmente, los populares no pueden permitirse en un momento crucial como éste, ser acusados de proteger a ningún imputado más, por mucho renombre que  haya tenido en su Partido y menos aún, arriesgarse a perder un buen puñado de votos por su empecinamiento en mantener amistades peligrosas, que imposibilitan cualquier posibilidad de llegar a acuerdos, con ninguna otra Fuerza política.
Sin embargo, el caso de Rita Barberá podría considerarse sin lugar a dudas como el más grave que ha sufrido el PP y no sólo porque la influencia de la ex Alcaldesa sobrepasa las fronteras naturales de su Partido, sino porque además, debe poseer una cantidad de información confidencial, que de ser revelada, podría hacer  tambalearse toda la estructura en que se cimienta la Formación conservadora, pudiendo provocar la caída de la mismísima cúpula de Génova al completo y en concreto de Mariano Rajoy, que con la decisión de abrirle expediente, acaba de convertirse en su enemigo.
Mucho le va a costar al PP remontar esta crisis y más aún, convencer a los españoles de que el sucio asunto de Valencia se circunscribía únicamente a esa Comunidad, como si los responsables políticos del Partido no tuvieran la obligación de conocer todas y cada una de las acciones que se llevan a cabo en todo el territorio nacional, en relación con sus propios cargos.
Hay, ya nadie lo duda, motivos sobrados para que otras Fuerzas políticas se apresuren a exigir dimisiones en el Parlamento y al no contar ya con la nefasta mayoría absoluta que antes le amparaba, forzar a Rajoy y los suyos a que asuman la enorme parte de culpa que les corresponde, en esta película de terror cuyo argumento se basa en una trama espeluznante de fraude fiscal y blanqueo de capitales, que han restado a la nación una buena parte de los recursos necesarios para afrontar sus necesidades más urgentes.

Que esto suceda o no, ya no depende de nosotros, pero si finalmente no queda otro remedio que volver a votar, nuestra decisión al introducir la papeleta en la urna puede ser concluyente y habrá que estudiar, con toda minuciosidad, qué clase de personas deseamos tener al frente de las Instituciones, para preservarlas de la influencia de esta especie de delincuencia organizada que considera al Estado como una propiedad privada, explotada exclusivamente, para su propio enriquecimiento.

martes, 15 de marzo de 2016

Paraíso de impunidad


Lo ocurrido con el PP en la comunidad de Valencia y el aluvión de pruebas que están apareciendo estos días, algunas, vergonzantes conversaciones en las que se discute abiertamente sobre blanqueo de dinero y se menciona la palabra corrupción como si no tuviera connotaciones delictivas, viene a demostrar casi fehacientemente la existencia de una trama de extensión aún desconocida y que los que ocupaban cargos de relevancia en las Instituciones, representando al Partido conservador, seguramente, consideraban su territorio como un paraíso de impunidad, mientras se perpetuaban en el poder, durante más de veinte años.
La invitación hecha por el juez a Rita Barberá, para que se anime a declarar voluntariamente, antes de ser imputada por el Supremo, supone un desafío que seguramente la ex alcaldesa aceptará como un mal menor de cuántos le pueden acontecer, ahora que ya no reina en el Ayuntamiento y no le queda nadie que refuerce su versión de los hechos, pues todos sus compañeros se hallan imputados como presuntos delincuentes fiscales.
En pleno periodo de negociaciones, los asuntos de Valencia y Madrid, complican aparatosamente las posibilidades de Rajoy para poder alcanzar algún acuerdo, pues naturalmente, a nadie le apetece pactar con una Formación sospechosa de haberse financiado ilegalmente y en la que muchos de sus miembros parecen haberse enriquecido a costa del erario público, sin el menor pudor y en los peores momentos de la crisis.
No pasa un solo día en que no aparezcan nuevas informaciones, cada vez más indignantes, sobre esta especie de mafia perfectamente estructurada, en la que los caudales de todos se movían de manera fraudulenta y con toda libertad, sin que se encontrara ninguna traba para hacer y deshacer negocios con empresarios que siempre terminaban favoreciendo los intereses personales de algún político y parece mentira que durante tantos años, no se haya podido demostrar la existencia de este entramado escandaloso, ni juzgado, hasta ahora, a ninguno de los participantes en los hechos.
Que aún queden personas que defiendan la gestión del PP y que casi siete millones de españoles continúen votando al Partido, aun conociendo a través de los medios todo lo que ha venido sucediendo reiterativamente, al menos en las más importantes Comunidades que han regentado desde hace tiempo, parece responder más a un odio ancestral hacia la ideología de la izquierda, que una cuestión de lealtad, pues es incomprensible que alguien pueda seguir otorgando su confianza a quien le roba, mientras le exige sacrificios prácticamente imposibles de superar y que le están llevando al borde de un abismo, del que no va a ser fácil salir, si las cosas no cambian radicalmente.
En estos tiempos en que la incertidumbre nos acompaña y en los que no queda nada claro qué clase de futuro nos aguarda, hasta que no se consiga formar Gobierno, la primera pregunta que deberíamos hacernos todos sería si de verdad estamos dispuestos a seguir permitiendo esta incesante sustracción de caudales que vienen practicando los que hasta hace bien poco se encontraban en el poder, otorgándoles en cierta medida, nuestra complicidad en tales delitos, por medio de nuestros votos.
Porque sería un error y grave, considerar que la corrupción es inherente al ejercicio de la política y disculpar y aceptar estas prácticas delictivas por parte de los altos cargos que nos representan a todos y a los que en definitiva, pagamos con nuestros impuestos y no intentar, del único modo que podemos, procurar la desaparición inmediata de este tipo de fenómenos habituales ahora en el panorama español y no sólo por medio de la justicia, sino también castigando a quienes las cometieron, apoyando a un nuevo Gobierno de otro signo, que empiece  su andadura, con limpieza.
Quizá por eso, no se explican las reticencias del PSOE a alcanzar un acuerdo con Podemos, ni su empecinamiento en mantener a Ciudadanos en primera línea de juego, sabiéndose que el deseo de Rivera sería el de incorporar, más temprano que tarde, al Partido Popular al acuerdo, enterrando así, de algún modo, el pasado turbio que arrastra y que está aún por esclarecer, para desgracia nuestra.
En cierta medida, si el PP volviera a ostentar cargos de poder en la próxima legislatura, difícilmente podría llegarse a la verdad de lo sucedido y sería, como si le otorgáramos un perdón que no merece, por parte de los españoles.
Algún día, cuando terminen de juzgarse los casos pendientes y se pueda calcular el montante exacto de lo que se nos ha escamoteado mediante las numerosas tramas que han protagonizado innumerables cargos populares, España se estremecerá al pensar, cuántas cosas se habrían podido hacer con lo que se nos robó, si de verdad era cierto que alguna vez estuvimos en crisis y sobre todo, quedará claro quiénes son los que han vivido por encima de sus posibilidades y ya les adelanto yo, que no hemos sido precisamente nosotros.






lunes, 14 de marzo de 2016

Una tediosa calma


El conformismo con que se han tomado los Partidos españoles el fracaso en las negociaciones llevadas a cabo desde el pasado veinte de Diciembre y la parsimonia con que se comportan tras las fallidas Sesiones de Investidura protagonizadas por Pedro Sánchez, hacen pensar que se han resignado a que la única posibilidad que queda es la de ir a nuevas elecciones en Junio y los únicos movimientos resaltables de sus líderes son una serie de visitas a lugares públicos, en los que evidentemente, nada se puede ni se debe tratar en relación a los acuerdos que serían necesarios, si se desea formar gobierno.
En esa línea, hemos podido ver a Pedro Sánchez recorriendo un mercado y a Mariano Rajoy caminando por las calles de su querida Pontevedra, bastante afligido ahora que ha sido declarado persona non grata allí, siendo como es, el lugar de su nacimiento y residencia.
Entre estos actos sin interés, sólo parece tener cierta relevancia el encuentro que mantendrá  el líder de los socialistas con el Presidente de la Generalitat, Puigdemont, sobre todo porque ha empezado a correr por los pasillos la noticia de que la visita tendría como objetivo, iniciar conversaciones sobre el Referendum.
Ya sabe Sánchez que llegar a un acuerdo con los catalanes en este tema, le costaría perder a Rivera como socio, pero tal vez, entendiendo que su alianza con el de Ciudadanos ha supuesto un estrepitoso fracaso, haya decidido explorar otras vías que podrían llevar al ansiado pacto de la izquierda, si se salvara el escollo del problema catalán, que además supondría, un nuevo acercamiento con Podemos.
Pero si Sánchez está decidido a procurar un entendimiento, extraña y mucho, que ni siquiera se haya dirigido primero a los de Pablo Iglesias, a los que parece ignorar, aunque son la tercera fuerza política del País y los únicos que podrían auparle a la Presidencia, sin la necesidad de tener que convocar nuevos Comicios.
Entretanto, la número tres de Ciudadanos por Madrid, Eva Borox, anteriormente militante socialista, se ve sorpresivamente envuelta en la trama Púnica, al publicarse en los medios que podría haber recibido regalos en forma de dinero y viajes de parte de Marjariza, aunque ella ha negado en todo momento que hayan mantenido una relación de estrecha amistad, como se ha afirmado en una cadena de televisión, con bastante contundencia.
Va a tener mala suerte Pedro Sánchez con el pasado de alguno de sus nuevos socios, cuya procedencia política resulta ser bien variopinta y merecedora de un estudio, aunque solo sea para saber de qué corriente ideológica provienen y hasta puede que se le empiecen a complicar las cosas si continúan apareciendo nuevas sospechas  de corrupción, sobre todo si como en el caso de Borox, al cometer el presunto delito aún militaba en su Partido, por lo que contribuiría, más si cabe, a deteriorar la mala imagen que arrastra el PSOE, desde que parece hacer justo lo contrario de lo  que se espera.
En medio de estas intrigas casi exotéricas y los enigmas inexpugnables que se traen entre manos unos y otros, empeñándose en que nada se filtre a los medios para no adelantar según qué acontecimientos, algo parece haber cambiado en este País y Mariano Rajoy ha dado marcha atrás en su intención de apoyar las vergonzosas medidas que sobre el problema de los refugiados pretende aprobar la Unión europea y al final, España votará en contra de dichas propuestas, seguramente en atención a lo que piensan los representantes del nuevo Parlamento.
Afortunadamente, quedó atrás aquel tiempo en que la tiránica mayoría absoluta del PP permitía gobernar a golpe de Decreto y la composición del Congreso, a día de hoy, impide que se cometan determinadas atrocidades que escandalizarían a cualquiera que se detenga un solo momento a ver las imágenes que nos llegan a diario desde los campos y que reflejan las condiciones en que allí malviven las personas que se encuentran atrapadas por el cierre de las fronteras europeas.
Ahora, sólo cabe esperar que se agilicen los contactos entre Formaciones, para intentar alcanzar otro tipo de acuerdos, porque en honor a la verdad, la situación se ha estancado en una tediosa rutina que hace bostezar a los ciudadanos, decepcionados por llevar varios meses sin gobierno y sobre todo, por no entender la incapacidad de sus políticos para ejercer con auténtica profesionalidad aquellas tareas para las que fueron contratados y que parecen venirles grandes, en cuanto la cosa se les complica.








domingo, 13 de marzo de 2016

La maldición de la izquierda


Esta larga legislatura, que empezó porque muchos españoles castigaron a Zapatero por las medidas económicas tomadas en el final de su segundo mandato, está permitiendo a Mariano Rajoy y su equipo permanecer en el poder, mientras se logran o no los pactos pertinentes para elegir nuevo Presidente y administrar, a pesar de estar en funciones, ciertas decisiones de calado que bien pudieran no ser del gusto de los españoles, pero que habrá que acatar, a menos que más pronto que tarde se consiga desatascar el nudo político que ha dejado el resultado de las elecciones de Diciembre, aunque lo más probable es que por fracasar las negociaciones, no quede otro remedio que ir a nuevos Comicios.
Los expertos ya han comenzado a hacer cábalas respecto a lo que pueden crecer o mermar las posibilidades de cada uno de los Partidos, aunque los augurios que se adivinan en la calle, parecen más bien encaminados a una repetición casi exacta de lo que ahora mismo tenemos, ya que la mayoría de los ciudadanos no están dispuestos a cambiar su intención de voto.
Sin que se haya podido averiguar por qué, en este país nuestro, hay una larga tradición de desencuentros entre los Partidos considerados progresistas, que ni siquiera fueron capaces de aunar fuerzas cuando empezaron a perder la guerra civil y que propició, en parte, que los españoles tuvieran que soportar una dictadura de más de cuarenta años, cuyos efectos, por desgracia, todos conocemos.
 Afortunadamente, aquella situación ha cambiado considerablemente en los últimos tiempos y el paso del tiempo, la educación y la amplitud de miras de los españoles, políticos o no, ha mejorado considerablemente, aunque sin llegar a ser suficiente para corregir ciertos errores que parecen permanecer inalterables en cuanto se ponen encima de la mesa cuestiones relacionadas con el poder  y se impone obligatoriamente la necesidad de tener que dialogar y también de hacer ciertas concesiones, que proporcionen una vía por la que poder alejarse de los graves efectos que nos ha regalado, la mayoría absoluta que obtuvo en 2011, la derecha.
Salvando las distancias, nos encontramos ahora también en un momento de crisis que habría podido resolverse en sólo unas horas, si todos los Partidos de izquierdas se hubieran puesto manos a la obra, con la intención real de encontrar una verdadera unidad que propiciara un auténtico gobierno de progreso, en lugar de idear rebuscadas alianzas imposibles entre Formaciones ideológicamente opuestas, cuya única misión ha de ser, necesariamente y los españoles lo sabemos, no romper la corriente de influencia de las grandes potencias europeas sobre nuestro desgraciado país, obligado así a navegar hacia el puerto a que se nos quiera llevar desde la Unión y en las condiciones que desde allí se dicten.
 En vista de estas circunstancias, a uno no le queda otro remedio que reflexionar sobre la importancia real que tiene el voto libremente emitido de los ciudadanos y fundamentalmente, sobre si los políticos actuales se encuentran o no dispuestos a respetar los dictados de sus electores, porque si más de once millones de españoles han votado a la izquierda y el pensamiento troncal de PSOE, Podemos, IU y otros, resulta ser infinitamente parecido, no se acaban de comprender las dificultades que se están encontrando en ponerse de acuerdo y menos aún, la intrusión  de un Partido como Ciudadanos en el epicentro de la negociación, siendo como es, representante de una nueva derecha.
Va a ser verdad que a la izquierda española parece perseguirla una maldición inexplicable, que por algún motivo sobrenatural, la divide en facciones irreconciliables, cada vez que se encuentra en un punto de máxima fuerza o que otra clase de poderes ocultos, que rigen los destinos del mundo desde la oscuridad, aunque todos sabemos quiénes son y lo que realmente pretenden, se afanan en conseguir mantener de la forma que sea, a sus adeptos al frente de las naciones, impidiendo cualquier cambio que pueda menguar, aunque sea mínimamente,  el flujo de sus intereses.
Sería, no obstante, interesante, pararse a pensar quiénes se pliegan a esas exigencias que alteran la lógica de los acuerdos y en razón a qué lo hacen, llegando incluso a traicionar severamente las raíces mismas de su pensamiento, adoptando la estrategia de culpabilizar a los demás de su propia falta de valentía para tratar de cambiar el futuro y aún sabiendo de antemano, cuánto perjudicará su proceder, al grueso de la ciudadanía.

Habría, de producirse nuevas elecciones, que votar en función de eso y dar la importancia justa que tiene el hecho de permanecer fieles a un pensamiento   o el de cambiarlo, a conveniencia, con la única intención de que todo continúe como está y que el mañana sea exactamente igual que el ayer, o peor aún, para los que no tenemos ni tendremos jamás, otra fortuna que la que nos genere el trabajo.

miércoles, 9 de marzo de 2016

La coalición de Rajoy


Desde el mismo momento en que se conocieron los resultados de las pasadas elecciones y en vista de que su Partido había experimentado un enorme retroceso que no le permitiría gobernar en solitario, de ninguna manera, Mariano Rajoy empezó a hablar de formar una gran coalición que siguiera el ejemplo de otros países europeos, como su amada Alemania y que aunara bajo su mando a los diputados de PP, PSOE y Ciudadanos, para contar con doscientos cincuenta y tres votos, de los trescientos cincuenta que componen el Congreso.
Esta proposición, que no sólo dejaría al PSOE en franca minoría frente a un nutrido grupo de diputados de derechas, a la hora de tomar decisiones a lo largo de toda la legislatura, excluiría además a todos los grupos restantes del variopinto arco político y muy principalmente a Podemos, que en realidad, supone una auténtica amenaza para los propósitos continuistas del PP, no sólo por las propuestas expuestas en su programa, sino también por el inusitado carisma que sus líderes vienen demostrando, desde que aparecieron en escena.
Pero los españoles nos hallamos bastante escarmentados de los gobiernos de mayorías absolutas, baste con mencionar los últimos cuatro años para corroborarlo y la “bonita coalición” planteada por el Partido Popular, no sólo preludia una prórroga sine die de las políticas de recortes económicos y sociales que se han venido practicando bajo la batuta de Rajoy, durante sus años de mandato, sino que constituiría un salvoconducto para que se nos siga silenciando como hasta ahora, quedando así, sin ningún tipo de representación, otra vez, en el Parlamento.
Seguramente el PP contaba de antemano, con que Rivera obtuviera un resultado similar al que ha conseguido Podemos en los últimos Comicios y ya se frotaba las manos pensando en un gobierno a dos, en la órbita propuesta desde Europa, con el que poder decidir nuestro futuro más inmediato, sin poca o ninguna oposición o pudiendo, numéricamente, pasar de ella.
Salió mal la jugada y no ha quedado otro remedio que tener que contar con la aquiescencia de su más tradicional enemigo, incluso  después de haber negado la mano a Sánchez durante la breve reunión que mantuvieron y hacer, como que se olvidaban las palabras del candidato socialista en el debate, en las que calificó, sin paliativos, a Mariano Rajoy, de indecente.
Pero eso poco importa, si se juega el poder en la partida y muy fundamentalmente, si se está seguro de que de producirse el acuerdo, se contará incondicionalmente con el favor de Rivera, lo que de algún modo constituiría una manera de dilapidar a los socialistas, aunque formaran parte del futuro gobierno y muy especialmente, a Pedro Sánchez, a quién se considera un líder pasajero, a causa de las presiones que sufre permanentemente, en su propio Partido.
No obstante, el voto de la ciudadanía no refleja, en absoluto, un deseo de este acuerdo, sobre todo porque una gran parte de la confianza depositada en las urnas recae directamente en las Formaciones de izquierdas, a las que la gran coalición relegaría a un segundo plano, en cuanto se formara gobierno.
Por otra parte, ninguno de los cambios deseados sería posible, empezando por una reforma de la Constitución que cambiara el sistema electoral o terminara con el imperdonable aforamiento con que ahora cuentan, muchos presuntos delincuentes y continuando por la detestada Reforma Laboral, la Ley Wert o la Ley Mordaza, que permanecerían intactas durante los próximos cuatro años, bajo una nueva Presidencia de quién las aprobó y que no estaría dispuesto a cambiar, ni una sola coma de su contenido.
Y qué decir del problema catalán, que se ha convertido en un galimatías de difícil solución, gracias a la espantosa gestión de Rajoy y a su empeño en enterrar un diálogo absolutamente preciso, si se desea encontrar una salida digna, que termine de una vez y para siempre, con este ridículo enfrentamiento entre pueblos.
Olvídense, de encontrar un trabajo que no sea precario, de que a sus hijos les den una beca, de recibir una atención sanitaria de excelencia, de recuperar el dinero de las Preferentes, de que desaparezcan los desahucios, de que baje la gasolina, de que acabe la corrupción, de que se implante un impuesto sobre las grandes fortunas y de que la justicia sea equitativa para todos los ciudadanos…porque Rajoy, continuaría siendo Presidente.
Cómo no podría ser de otra manera, al único que complacería este pacto sería a quién de otro modo, habría de abandonar el poder, renunciando a incontables privilegios y teniendo que justificar, ante su sucesor, hasta el último número de la gestión llevada a cabo durante la última legislatura, amén de otras “cosillas” sin importancia, que ahora se investigan en los tribunales y que seguramente, terminarán descubriéndose.
Pero no queda otra que esperar y rogar porque la razón de imponga sobre las intenciones de esta casta, que sin querer reconocer que lo es, actúa, vive y se mueve, tratando de paralizar cualquier iniciativa que termine con un reinado que ya ha durado demasiado tiempo.
Casi doce millones de españoles, hemos votado para transformar este sistema. A ver si por una vez, se nos respeta.



martes, 8 de marzo de 2016

Vergüenza de ser europeo


Que el pensamiento de los europeos no coincide en nada con el que demuestran tener sus dirigentes, hace tiempo que se ha convertido en una verdad que no parece inquietar a las cúpulas del poder, pues continúan tomando decisiones que se apartan, y mucho, del mandato que les hicieron sus electores cuando les votaron a través de unas urnas, que se desprecian sistemáticamente.
El terrible hacinamiento de refugiados que huyen de los horrores de la guerra y de la miseria, se ha convertido en una imagen habitual que aparece diariamente en nuestros televisores, recordándonos las condiciones en que se les permite sobrevivir, cuando llaman a las puertas de los países, teóricamente civilizados, de nuestro Continente y que no se corresponden en nada con lo que se debería hacer con cualquier refugiado político, que busca una esperanza de vida, lejos del pánico y la extrema pobreza.
Los prebostes de la Unión europea, parecen haber encontrado una solución al que constituye el mayor problema con que se han encontrado, desde hace mucho tiempo y han decidido pagar a Turquía para que se comprometa a mantener dentro de sus fronteras a estas personas, sin que se haya aclarado en qué condiciones lo hará y sin importar la cantidad de refugiados que pueda realmente asumir, con tal de deshacerse de este flujo migratorio, que pone en peligro la imagen de un ficticio estado de bienestar, fruto directo del modelo capitalista.
Poco importan los  millones de historias que traen consigo estos supervivientes de la tragedia o si lo ofrecido será suficiente para garantizar sus necesidades más perentorias, aunque lo que sabemos a día de hoy, es que malviven amontonados en terrenos rasos, bajo los efectos del durísimo invierno, sin que se hayan habilitado, al menos, lugares donde las familias se puedan refugiar, proporcionándoles además, medicinas y alimentos.
 Tampoco parece inminente el fin de la guerra en Siria, pues los esfuerzos destinados a este fin están resultando ser claramente insuficientes, por lo que el fracaso de las políticas practicadas por estos líderes, únicamente preocupados por la marcha de los mercados, está elevando el problema a la categoría de genocidio.
Son estas circunstancias las que hacen que uno sienta cada vez con más fuerza, auténtica vergüenza de ser europeo y que se pregunte a diario qué puede hacer, individual o colectivamente, para apartar de la cúpula del poder,  a estos seres sin corazón que dirigen sin ninguna piedad nuestras vidas y que buscan soluciones muy diferentes a las que se nos ocurrirían aplicar a los ciudadanos, si es que tuviéramos, realmente, voz y voto, en las instituciones europeas.
Ahora se entiende por qué temen tan intensamente que las cosas puedan cambiar en los países socios de la Unión, permitiendo la entrada en los gobiernos de Partidos progresistas, que pudieran potenciar un cambio auténtico en un Sistema corrompido por una hegemonía conservadora, neoliberal y deshumanizada, empeñada en exterminar los derechos de los más desfavorecidos y obsesionada por obtener beneficios del modo que fuere, aunque ello suponga arrebatar la dignidad a los seres humanos, sin posibilidad de recuperación posible.
La imagen de los refugiados, que podría ser mañana la nuestra, si las cosas se torcieran por algún motivo en nuestros respectivos lugares de residencia, es una herida abierta en el corazón de todos los europeos que nunca ocuparemos ni aspiraremos a posiciones de poder, pero que somos, inmensa mayoría, frente  a los que tiranizan nuestras instituciones, llegando a tolerar en su territorio,  este retrato cotidiano de lo siniestro.

La condena universal  a la gestión de esta crisis, no deja dudas sobre la culpabilidad de los dirigentes, pero ¿quién va a exigir responsabilidades a los señores del dinero? 

lunes, 7 de marzo de 2016

Por orden del Rey


Contra pronóstico, Felipe VI decide aconsejar un periodo de reflexión a las diferentes fuerzas políticas, sin convocar una nueva ronda de consultas para elegir otro candidato a la Investidura, después de que Pedro Sánchez fracasara estrepitosamente en dos ocasiones, tras su pacto con Ciudadanos.
Escamotea esta decisión a Rajoy su intención de presentarse de manera triunfal como salvador de la patria y hasta frustra considerablemente su discurso en contra del acuerdo alcanzado, una vez que él mismo rechazara la proposición real, por falta de unos apoyos que no parece haber conseguido tampoco, a pesar de que ha pasado algún tiempo.
Francamente decepcionado con la posición adoptada por Rivera, que no demostró ningún pudor en criticar durísimamente las políticas del PP, durante las dos sesiones de Investidura, las posibilidades para alcanzar acuerdos futuros se convierten para el PP, en prácticamente inalcanzables y sólo si los socialistas accedieran finalmente a consentir en que Mariano Rajoy accediera de nuevo a la Presidencia, podrían lograr  una victoria amarga, que enseguida les pasaría factura, durante los próximos cuatro años de gobierno.
Esta extraña alianza, que parece momentáneamente imposible, si el PSOE quiere conservar la poca credibilidad que le ha quedado, después de pactar con Rivera, de producirse, contaría con toda probabilidad con el aplauso del líder de ciudadanos, deseoso de conseguir una coalición de la derecha, aunque para ello tuviera que convivir a regañadientes con los socialistas y hacer que sus electores olvidaran, a la mayor brevedad posible, todo el pasado de corrupción que acompaña al Partido de Rajoy y que tanto ha criticado, a lo largo de tanto tiempo.
Por otro lado, las Formaciones de izquierda se niegan a tirar la  toalla sin intentar nuevas negociaciones, contando incluso con los socialistas alrededor de la mesa y proponen ya desde hoy a Pedro Sánchez, que rectifique su postura de los pasados días, procurando abrir otra vía más acorde con lo que dicta la lógica de su pensamiento, aunque a la vieja guardia de su partido no le guste nada esta posibilidad y tenga que librar una auténtica batalla campal con sus barones, para firmar un nuevo acuerdo.
Que la circunstancias que nos ha dejado el resultado de las elecciones no es nada fácil, nadie lo discute, pero precisamente en este tipo de trances es donde queda clara la grandeza de los políticos, pues el arte de negociar, aunque en este país nuestro se ha practicado poco o nada, por razones bien evidentes, conlleva la necesidad de respetar necesariamente las posiciones de los demás, cediendo parte de las nuestras y siempre en pos de un bien común, que últimamente se olvida, con demasiada frecuencia.
Evidentemente, la falta de costumbre en estas experiencias  de los grandes Partidos de nuestro país, impide la fluidez natural del proceso, fundamentalmente, porque se niegan desde el principio a reconocer que el panorama actual ha cambiado considerablemente, muy a su pesar y que otra realidad que se les ha venido encima, sin que hayan podido hacer nada por evitarlo.
Creyéndose aún garantes de unas mayorías, que se les han escapado por el desagüe en las últimas elecciones y que no volverán a recuperar porque los ciudadanos parecen absolutamente decididos a no cambiar su intención de voto, se mantienen enrocados en unas posiciones más propias de quiénes cuentan con un apoyo que ahora les falta, por lo que más temprano que tarde, no les quedará otro remedio que aceptar que los tiempos pasados no volverán y plegarse a lo que ahora exigen de ellos los ciudadanos, obligatoriamente.
Que la  época dorada del bipartidismo quedó atrás y España necesita con urgencia de un gobierno, es la única verdad que puede afirmarse sin error y ha de ser ese, el primer punto a tratar, se proceda del Partido que se proceda y se cuente con los votos que se cuente.
Negarse a negociar, urdir estrategias más propias de otros periodos menos conflictivos que el que vivimos, pretender mantener un estatus que se ha esfumado, afortunadamente, no es más que continuar  anclados a un espejismo a punto de desaparecer, en perjuicio de una ciudadanía que espera de sus políticos, la talla necesaria, para alcanzar acuerdos.
El espectáculo que estamos viendo estos días, deja claro que pocos de ellos  aprueban en su manera de gestionar el conflicto, pero lo peor es que por su culpa, el gobierno de Rajoy está siendo, en funciones o no, el más largo de cuántos se han conocido en nuestra Democracia y parece que va para largo, si nada lo remedia.




domingo, 6 de marzo de 2016

Un pacto sin esperanza


Tras fracasar en su segundo intento para ser investido Presidente de Gobierno, Pedro Sánchez y su Partido han perdido la oportunidad de liderar una alianza de la izquierda española y quedan ahora, atados a un acuerdo con Ciudadanos que probablemente nunca debieron firmar y que condicionará durante mucho tiempo el devenir de los socialistas, haya o no, nuevas Elecciones, colocándoles, exactamente, en el lugar que para ellos deseaba su socio Albert Rivera.
Que el PSOE no ganaba nada con este acuerdo y que nunca lograría convencer al resto de las Formaciones del arco político para que se unieran a él incondicionalmente, todos lo sabíamos, pero al menos, mientras que defendió las expectativas de negociación con Podemos, IU y Compromís e incluso llegó a sostener ciertas con versaciones con el PNV, como si tuviera la intención de alcanzar un compromiso, mantuvo, a los ojos de los ciudadanos, unas ciertas dosis de credibilidad, que luego se han ido esfumando, a medida que pasaban los días y sólo era capaz de ponerse de acuerdo con el Partido de Rivera, al que siempre se ha considerado como el modelo de la nueva derecha española.
Los dos fracasos consecutivos obtenidos en las Sesiones de investidura, maniata, a partir de ahora, a Sánchez, para poder intentar conversaciones encaminadas a consolidar otro tipo de acuerdos y convierten el pacto con Rivera en una pesada losa de la que no sólo parece imposible deshacerse, sino que no le deja otra salida que un intento a la desesperada de atraer al PP, tradicionalmente, su peor enemigo.
La situación del PSOE, es a todas luces, desesperada, pues nunca será capaz de recuperar todo lo que ha perdido en estos días, para muchos de sus electores, que difícilmente podrán volver a confiar en aquello que prometía como la panacea para abandonar los efectos terribles que las políticas de recortes de Rajoy han traído a sus vidas y que soñaban con dejar atrás, gracias al pacto de las izquierdas.
Evidentemente, han triunfado las tesis de los barones socialistas, sobre las primeras intenciones de su líder y se podría afirmar, que el espantoso ridículo protagonizado por Sánchez en ambas sesiones de Investidura será, sin duda alguna y en un breve espacio de tiempo, su propia muerte política.
Sólo el Partido de Rivera, sale tremendamente reforzado del fallido acuerdo, pues al haber arrastrado al PSOE hacia los postulados de la derecha, no sólo ha podido parar cualquier tipo de negociación con las Formaciones más progresistas, sino que ha destrozado su prestigio como Partido de la oposición a Rajoy, seguramente con la intención de forzarle a firmar ese pacto a tres, que Rivera ha defendido desde el principio, pero que transforma a los socialistas en títeres, en manos de la derecha.
No tardará en llegar el momento en que Mariano Rajoy haga su entrada triunfal en escena,  pavoneándose de que ya nos advirtió del fracaso de Sánchez y apelando a la obligatoriedad de que todas las fuerzas constitucionalistas se alíen, contra la radicalidad de los otros y naturalmente, apoyándole a él, para ser investido, de nuevo, Presidente.
Entretanto, los ciudadanos aguardamos expectantes las manifestaciones que habrán de hacer, con toda seguridad, Susana Díaz, Felipe González y todos aquellos que reiteradamente se han opuesto a los acuerdos de la izquierda, aunque ya imaginamos que su estrategia irá encaminada a culpabilizar a Podemos, que no ha querido traicionar sus principios, a favor de un trato inaceptable y torticero, pero que representa una excusa socorrida para salvaguardar  la maltrecha imagen que el PSOE ha dejado, de cara a una Sociedad deseosa de un cambio real, con la que probablemente no podrán contar, si vamos a nuevos comicios.
Hablando claro. Si los socialistas de la vieja guardia quieren en el fondo pactar con Ciudadanos y PP, que lo digan, para que podamos valorar sin medias tintas la naturaleza de su pensamiento.
Pero presumirse garantes de la izquierda, firmando documentos que mantienen las desastrosas condiciones laborales y sociales que los españoles hemos soportado durante los últimos cuatro años, desdeñando cualquier posibilidad de entendimiento con otras fuerzas e incluso menospreciando a quiénes las conforman, tachándoles de una radicalidad que no es más que un intento por solucionar los problemas reales de este país, supone, perdónenme, una burda manipulación de la verdad, siempre en busca de beneficios.
 Su pacto, a dos o a tres, indistintamente, mata la esperanza de millones de personas por cambiar el negro panorama en el que sufrimos y será, si es que llegan a conseguirlo, una traición a los intereses de los que albergábamos el sueño de que  una vida mejor era posible.



jueves, 3 de marzo de 2016

La imagen del espejo


La resaca del Debate de investidura acapara la atención de todos los medios de comunicación y los analistas políticos se afanan en valorar las intervenciones de los líderes de los Partidos, evaluando sus intervenciones y examinando con lupa cada una de sus palabras, con la intención de tratar de adivinar cuáles serán los próximos movimientos de cada uno y si será posible o no, la elección de un Presidente, en segunda vuelta.
Pero nadie se atreve a  dar un paso atrás en sus posiciones iniciales, ni parece que el estrepitoso  fracaso de la extraña coalición entre Ciudadanos y PSOE haya conseguido atraer la atención de otros socios, ni a derecha ni a izquierda, por lo que todo hace prever que el día cinco, el candidato socialista obtendrá, exactamente, los mismos resultados que en la votación de ayer, por lo que se verá obligado a tener que plantearse otras opciones, si todavía desea ser Presidente.
Las opiniones están divididas, como no podía ser de otra manera, entre los medios afines a la derecha o a la izquierda y si para los primeros Pablo Iglesias cruzó todas las líneas de la ética parlamentaria al mencionar que el pasado de Felipe González estaba cubierto de cal viva, para los segundos, la puntualización del líder de Podemos, no fue más que una referencia a un hecho de un pasado de nuestra historia, que no por resultar desagradable, es menos cierto.
También en la calle se hacen quinielas sobre lo que podría ocurrir a partir de la semana que viene y aunque los ciudadanos tienen claro que lo más probable es que tengamos que acudir a las urnas nuevamente, no se logra entender que no se haya podido lograr, en el año en que vivimos, una manera de poner de acuerdo a todos los Partidos de izquierda con representación parlamentaria, ya que al fin y al cabo, no son más que un reflejo del pensamiento de una Sociedad, que ha votado mayoritariamente por un cambio absolutamente radical, al que proponen Ciudadanos y PSOE.
Si los barones socialistas o el propio Felipe González, aludido ayer en el Parlamento por este motivo, no han sabido o no han querido captar el mensaje que los ciudadanos han expresado, a través de las urnas, es completamente inaceptable que sea su opinión la que se imponga forzosamente, a la de millones de votantes en este país y que por medio de su Comité Federal, obliguen a su Líder a la derechización que representa el pacto con la derecha liberal de Ciudadanos, negándole y negando a su partido, cualquier posibilidad de gobernar, esta vez sí, a favor de Rajoy, que espera frotándose las manos, su momento de saltar a escena.
Culpabilizar a Podemos de este pecado capital, no es más que una cortina de humo que pretende ocultar, a los ojos de miles de personas que merecen respeto, la estrategia velada de continuismo que subyace en los círculos en que se mueven los pesos pesados socialistas, que temen en realidad, que se les retiren inmediatamente los múltiples y variados privilegios de que han venido disfrutando, sin ningún pudor, durante los años en que se han alternado en el poder con los populares, si se consigue finalmente instaurar un cambio real, en este país nuestro.
Son, socialistas de boquilla que hace tiempo ya que olvidaron los principios de su supuesto pensamiento y que miran a la ciudadanía, exactamente igual que si provinieran de la más recalcitrante derecha, desde una atalaya de inaccesible poder, pero sin correr nunca el riesgo de mezclarse con ella, olvidando muchos de ellos, su propia procedencia.
Buscan, en el fondo, un modo de conservar un cierto halo de progresismo, de cara a la galería, pero sin atreverse realmente a dar el paso que ahora mismo sería decisivo para que la situación mejorara considerablemente el lamentable estado de esta nación, probablemente porque debe costar mucho acostumbrarse a vivir con  menos recursos de los que antes se tenían y sobre todo, teniendo que compartir con otros las mieles de un poder, que antes se manejaba arbitrariamente, en solitario, aunque sólo fuera periódicamente.
Y sin embargo, los resultados de las pasadas elecciones son inamovibles y suponen, ya en sí, una variante decisiva con respecto al modelo parlamentario que teníamos hasta hace sólo unos meses, por lo que más tarde o más temprano, los bipartidistas tendrán que resignarse a convivir con los recién llegados al Congreso y sobre todo, al cambio inaplazable que han traído y que supondrá toda una revolución, en la futura manera de entender la política.
Estas reticencias, que nos parecen normales en el PP, dado la ideología que representa, son sin embargo, en el caso del PSOE, absolutamente inadmisibles, desde el momento en que cuestionan la igualdad con un Partido que ha obtenido, prácticamente, el mismo número de votos que ellos.
Qué verdad es que la riqueza y el poder transforman a las personas, sacando de ellas lo peor y arrebatándoles, sin remisión, características del ser humano, como la humildad y la decencia.
Quizá sea eso lo que de verdad duele a los barones socialistas: mirar de frente al espejo de la izquierda y ver el reflejo de otros, donde debiera aparecer el suyo, recordándoles lo que deberían ser y no son, inexorablemente.





miércoles, 2 de marzo de 2016

Intento fallido



Nada hay peor para una Formación política que tener la pretensión de aparecer, a ojos de los demás, como algo que en realidad no es, sin admitir que por avatares, a veces interesados, de algunos de sus miembros, se han ido pervirtiendo unos principios que una vez fueron loables y puros, hasta llegar a un punto, en que en nada recuerdan a la doctrina que motivó su nacimiento, ni a los pilares en que se fundamentó para alcanzar un cierto prestigio, que por esa transformación, va desapareciendo.
Esto es, lo que precisamente le ha ocurrido al PSOE de los últimos tiempos y el paulatino acercamiento que viene manteniendo con los poderes que ahora rigen el mundo y que responden a todas las características de aquel capitalismo contra el que luchaban los primeros socialistas, por considerar que mancillaba la dignidad de los hombres, por medio de la explotación y el hurto de sus derechos sociales, ha conseguido ir desdibujando las características primigenias de su ideología, convirtiendo al Partido que fundara Pablo Iglesias, allá por 1879, en una opción política descafeinada que pulula como un sonámbulo alrededor de la derecha, perdiendo por  ello toda su identidad y traicionando el significado de sus siglas.
La lucha encarnizada que mantiene en la sesión de investidura, ya programada mucho antes, Pedro Sánchez con Pablo Iglesias y los halagos casi empalagosos dedicados a Albert Rivera desde la tribuna, como si la alianza escondiera un tesoro que a los ojos de los ciudadanos es mero oropel, coloca en una delicada situación a todas aquellas personas de bien que en cierto momento de sus vidas, decidieron afiliarse o votar al PSOE, entendiendo que como Partido de izquierdas, que decía ser, siempre estaría al lado de los más desfavorecidos, arrimando el hombro a la lucha que se lleva a cabo por procurar la igualdad, entre todos los seres humanos de la tierra.
Cómo se puede liderar el PSOE y acatar al ochenta por ciento las propuestas de un Partido como el de Rivera, que se declara abiertamente liberal y por tanto, a años luz de lo que podría considerarse, literalmente, una ideología socialista, es una incógnita prácticamente imposible de resolver, que no puede causar en los españoles, más que la lógica indignación que provoca sentirse manipulado, a través de un discurso facilón, que en nada favorece realmente, las aspiraciones de mejorar considerablemente, el negro panorama que vivimos.
No puede, por mucho que Sánchez se empeñe, un Partido de pensamiento progresista, comulgar con las propuestas que le ofrecen dos Formaciones de trasfondo claramente continuista, que disfrazando su disertación  con cierto maquillaje de novedad, tratan de esconder la cruda realidad de su lealtad  para con los poderes europeos, temiendo más una reacción adversa de los mercados, que la profunda rabia de unos ciudadanos, a los que se continúa abandonando a su suerte, sin ninguna defensa.
Reclamar el apoyo de Podemos y de cualquiera que entienda como fundamental una ruptura total con las políticas practicadas por el PP durante los últimos cuatro años, resulta ser una aspiración, desde el primer momento, destinada al fracaso. Eso lo sabe perfectamente el candidato socialista, que apuntaba en otra dirección cuando se ofreció como candidato ante el Rey, pero que enseguida se vio arrastrado por la severa intolerancia de unos barones y un Felipe González, al que parece haber tuneado su propia vida, hasta hacerlo irreconocible para todos aquellos que en cierta ocasión depositaron toda su confianza en él, para auparlo hasta la Presidencia del gobierno.
Frustrado este primer intento para Sánchez y habiendo fracasado, como no podía ser de otra manera, después de su aproximación a la derecha, el panorama que se abre ante la segunda Sesión, resulta ser sencillamente desolador, por lo que parece evidente que no quedará otro remedio, que convocar  nuevas elecciones.
Los ciudadanos también hemos aprendido mucho de esta vana experiencia. Nos ha quedado meridianamente claro en quiénes podemos confiar y en quiénes no. Ojalá  y nuestros votos consigan poner a cada cual, en el sitio exacto que merece.






martes, 1 de marzo de 2016

Palabras que el viento se lleva


Expone Pedro Sánchez sus argumentos ante el Congreso de los diputados, utilizando un discurso que podría convencer a cualquiera, si su voluntad a la hora de pactar no se hubiera decantado por el Partido de Albert Rivera, cuya ideología, sobre todo en el ámbito económico y social, en nada puede coincidir con la de las Formaciones que conforman el arco político de la izquierda.
Basándose en la prioridad de arrebatar el gobierno al PP y sin perder un solo minuto de vista a su nuevo socio, al que ha agradecido en varias ocasiones la valentía de aceptar el acuerdo firmado,  el líder socialista ha tratado de demostrar que votar contra su investidura significaría rechazar de plano que las cosas puedan cambiar en este país,  como si la posibilidad de decantarse por otras opciones, no hubiera existido jamás y el abandono de las negociaciones por parte de Podemos, se tratara de una rabieta de colegiales, a quiénes sus mayores niegan, por su bien, aquello que pedían.
Sin profundizar realmente en los problemas que más preocupan a los españoles y utilizando enormes dosis de ambigüedad en el tratamiento de ciertas leyes aprobadas por el PP que prometió reiteradamente derogar durante la pasada campaña, como la Reforma Laboral o la Wert, Sánchez ha parecido poner todo su esfuerzo en agradar a la mayor parte de la Cámara, sin entender en ningún momento que la conforman diputados provenientes de distintas ideologías, que no parecen dispuestos a renunciar a los principios en que se basan sus doctrinas y a los que no ha logrado, al menos aparentemente convencer de los cacareados beneficios de esta incomprensible comunión con un Partido de derechas, que continúa pensando en la necesidad de contar con el PP, como socio tercero en el gobierno.
Al oír a Sánchez, los españoles han tenido la sensación de que todas las palabras que pronunciaba, eran proclives a ser barridas, en un futuro, por el viento y que debajo de la fachada que mostraba ante los medios que retransmitían el evento, subyacía un cierto poso de amargura por no haberse atrevido a llevar a cabo acciones mucho más valientes.
El gesto de Pablo Iglesias y Errejón, en la bancada, daban idea de lo poco que les estaba convenciendo y la ufanidad de Rivera, aún estando seguro de que ambos perderán la votación, demostraba a las claras la vanidad de quién ha resultado finalmente triunfador, en esto del acuerdo.
Los puntos de referencia del pacto, expuestos con alfileres por el aspirante, incluyendo el ofrecimiento de diálogo a los diputados catalanes, han quedado absolutamente sepultados por la cruda realidad de un texto que más que sumar, como presume Sánchez, resta cualquier posibilidad de triunfo a un maltrecho Partido Socialista, que se ha rendido sin condiciones a las imposiciones de quiénes contando sólo con cuarenta escaños, se han convertido en los auténticos protagonistas del evento.
Mucho tendría que trabajar Sánchez para conseguir, en segunda instancia, atraer a todos los que ahora se oponen a su investidura, por razones bien diferentes y mucho tendría que cambiar la maltratada línea ideológica del PSOE de hoy, para que los ciudadanos volviéramos a verlo, como un Partido de la izquierda.
Este discurso, representa un punto de inflexión para todos los socialistas de este país, a los que se ha llevado, probablemente sin su consentimiento, a una renuncia irreparable de los principios de su pensamiento, acercándoles peligrosamente al neocapitalismo reconocido de Ciudadanos, tan cercano a las tesis de Rajoy y tan lejano del sentimiento general de una ciudadanía, hastiada de las medidas aplicadas por este sistema, caduco y decadente.
No será difícil para los líderes de las otras fuerzas políticas desmontar uno a uno los argumentos  expuestos en la Cámara esta tarde, que podía haber sido de gloria, pero faltó valor para hacerlo.
Iglesias, Garzón y hasta Rajoy, han encontrado un enemigo común al que negar su apoyo mañana y, créanme, es una pena que se trate de un socialista.