jueves, 29 de noviembre de 2012

Los límites de la sumisión




Después del jugoso rescate recibido por una Banca que ha sido la responsable directa de la gravísima situación que atravesamos, en lugar de solucionarse los problemas de las entidades implicadas en este rocambolesco asunto que nos ha colocado al borde del precipicio, resulta ahora que, además, y siempre a criterio de Europa, es imprescindible abordar un despido masivo de trabajadores y el cierre de oficinas que ya no resultan rentables, tras el estrepitoso fracaso de la burbuja inmobiliaria, que ellas mismas ayudaron a inflar, potenciando las hipotecas basura.
Sanitarios, Profesores, Funcionarios, Mineros, Estudiantes y todos aquellos colectivos que se manifiestan a diario en la calle, en contra de las medidas adoptadas por el gobierno de Rajoy, pronto se encontrarán con la compañía de estos nuevos desempleados, provenientes del mismo núcleo del conflicto que originó la mayor parte de sus carencias y tendrán que acogerlos con benevolencia, ahora que van a entender, en carne propia, el sentido de todas las protestas.
Y por si esto no fuera suficiente, se nos exigen además una serie de nuevos recortes, centrados ahora en proponer otra subida de impuestos y una revisión de las pensiones, que hasta el momento habían ido capeando el temporal financiero sin ser rebajadas y que en un futuro próximo, podrían sufrir un recorte de esos que tanto gusta aprobar por sorpresa, a nuestro esquivo Presidente.
También se pide una mayor liberalización del despido y endurecer los requisitos necesarios para cobrar la prestación por desempleo, sin que se entienda bien de qué podrían vivir a partir de ahora, los que tengan la mala suerte de quedarse en el paro, ni se ponga techo, que se sepa, a la astronómica cifra que se alcanza ya en este problema, ni se arbitre ninguna solución para reducirla de manera inmediata, como sería de recibo.
Uno se pregunta hasta dónde será capaz de aguantar Rajoy, antes de enfrentarse a los organismos europeos, en defensa de las personas que habitamos este país, cada vez más intervenido por injerencias extranjeras, que pretenden amoldarnos a un modo de vida directamente diseñado bastante lejos de nuestras fronteras y que en nada favorece los intereses de este pueblo, cansado de sacrificarse a favor de los poderosos, y que ya roza mayoritariamente, el umbral de la pobreza.
El servilismo esperpéntico que demuestran nuestros políticos, en cuanto suena la voz del amo de los capitales, está creando una situación absolutamente vergonzosa para los que siempre hemos creído en que las naciones han de funcionar con autonomía plena y más aún, cuando es practicado, precisamente, por los que siempre presumieron de patriotismo, haciendo suya la bandera y declarándose defensores de todo lo español, hasta rayar en el más espantoso de los ridículos.
Poco o nada importan ahora esos conceptos que tanto enarbolaron en los discursos ofrecidos a todo lo largo y ancho del país y que han quedado relegados al olvido, en cuanto la necesidad de dinero ha hecho su aparición en escena.
El látigo implacable de los poderosos solo ha tenido que restallar un par de veces en el suelo, para poner a bailar a su son a estos enfervorizados devotos de la españolidad, que ahora no dudan en proclamarse europeos, con tal de no admitir la dominación gradual que se cierne sobre nuestro territorio, dejándonos sin identidad y acercándonos al patíbulo minuciosamente preparado por estos nuevos dueños de nuestro destino.
Ya no hay valores patrios que defender, ni nadie capaz de sacar pecho para decir basta. Estamos en manos de los prestamistas y por tanto, no es hora de reivindicar españolidad, sino de obedecer a quien costea los errores que cometieron los que nos arrastraron al suplicio.
Sin embargo, sería preciso saber dónde está establecido el límite de nuestra servidumbre y si verdaderamente merece la pena mantener en el puesto a quienes ahora se encargan de gestionar nuestros asuntos con tan elevado índice de fracaso, porque la realidad es que ninguno de nosotros acompaña a nuestros políticos en esta sumisión que profesan por los que prestan con usura, ni estamos dispuestos a pagar cuánto de nosotros se exija, sin presentar batalla a nuestros detractores, oriundos, o procedentes de otras fronteras.
Así que habrá que hacer más ruido y programar otras acciones, encaminadas a frustrar los planes de los que no buscan más que su propio beneficio, haciendo daño dónde más les duele, es decir, en la bolsa que llenan con los dividendos que genera nuestra productividad, ahora tan devaluada, con las bajadas de sueldo que nos han aplicado por decreto.
Rajoy podrá someterse a cuantos atropellos de él se exijan. Afortunadamente, su pueblo aún conserva la dignidad que a él le falta y no se cansa de luchar por su identidad, a pie de calle, sin querer oír hablar de rendición, como ha quedado sobradamente demostrado, a tenor de los últimos acontecimientos.

miércoles, 28 de noviembre de 2012

El pulso de la sociedad



Ahora que parecen desvanecerse todas las previsiones económicas que Rajoy había hecho para el año que viene y el único fruto que han dado la Reforma Laboral y los recortes aplicados sobre los bolsillos de los humildes ciudadanos, es elevar la cifra de desempleados por encima del 25%, puede que haya llegado la hora de exigir a nuestro esquivo Presidente, una explicación que justifique la cadena de errores que sigue empeñado en cometer y que atenta directamente, sobre los cimientos de toda la sociedad española.
Quiso demostrarnos que con sus políticas cercanas a los planteamientos de Merkel, la crisis acabaría por ceder, en cuanto se cambiaran los cimientos de un modelo económico que, según su criterio, había quedado del todo obsoleto y procuró convencernos que su reformismo neocapitalista sería la panacea que curaría todos nuestros males, sacando a España del agujero negro en que la había sumido la deuda de la Banca, potenciando una flexibilidad laboral que permitiría, a corto plazo, una mejora del consumo de las familias.
Pero ha pasado un año y el discurso de la herencia recibida de Zapatero ya no da más de sí, ahora que toda la responsabilidad de gobierno recae como una losa únicamente sobre su espalda y no ha conseguido dar una sola alternativa de futuro, a este pueblo cansado de esperar que alguno de sus gobiernos, se tome en serio cubrir sus necesidades más primarias y haga algo de utilidad, que mejore las perspectivas de un futuro, que por ahora, no puede ser más desesperanzador e incierto.
Ya no queda colectivo o individuo que no esté en desacuerdo con la marcha de los acontecimientos y las excusas que a diario nos vemos obligados a oír de boca de los Ministros, suenan cada vez más a un discurso aprendido de carrerilla en alguna reunión de Moncloa, pero cuyo fondo vacío no hace otra cosa que aumentar el desasosiego que nos corroe, mermando la poca confianza que aún pudiera quedar, en algunos de aquellos votantes a los que se engañó con la teoría del cambio.
Enfermo de una especie de vanidad incomprensible, el Presidente no es capaz de reconocer ni uno solo de los muchos errores que ha cometido durante su primer año de mandato y permanece obcecado por una idea fija, que a todas luces, empeora cada minuto la situación por la que atravesamos, como consecuencia de todas y cada una de las medidas aplicadas con mano de hierro, por un gobierno claramente fracasado.
El pulso que la sociedad está echando en las calles a Rajoy, sería insoportable para cualquier persona en su sano juicio, ya que el número de indignados que manifiesta su protesta, de manera individual o colectivamente, alcanza una aplastante mayoría en el país y tiene visos de incrementarse por momentos, si no se da marcha atrás en lo que hasta ahora se ha venido haciendo y se centra el esfuerzo en la prioridad de crear empleo y, por supuesto, en mantener los ya existentes, no permitiendo a las empresas el despido masivo de trabajadores que se está llevando a cabo, de manera indiscriminada, en los últimos tiempos.
Y sin embargo, al Presidente no parece afectarle el estallido social que moviliza a diario a millones de ciudadanos, ni importarle el desacuerdo total que provoca su política entre la ciudadanía y que de seguir así, terminará por radicalizarse hasta extremos imprevisibles, sobre todo por el cansancio que provoca la sensación de no sentirse representados, precisamente por quienes nos gobiernan.
El problema más grave es que llegados a este punto, la gente ya no tiene nada que perder y desesperada por la imposibilidad de encontrar un empleo que le permita solucionar las carencias familiares, cada vez más cruentas, probablemente llegará a la conclusión de que la fuerza de su presión tendrá que ser mayor, si es que se quiere conseguir parar de algún modo esta locura, al menos para conservar lo poco que les queda, tras los sacrificios impuestos a golpe de decreto, por un gobierno sin corazón, que no acierta nunca, cuando se trata de mejorar la desgracia de los que más sufren en este país nuestro.
Y aunque no hay peor sordo que quien no quiere oír, el clamor popular está a punto de alcanzar un nivel de volumen que ya de ningún modo, podrá seguir siendo ignorado, aunque seguramente, cuando se quiera retroceder en este modo salvaje de dirigir la nación, ya sea demasiado tarde para muchísimos de nosotros y, desde luego, lo será de manera vitalicia para estos conservadores, que no volverán a ganar unas elecciones, en mucho, mucho, tiempo.





martes, 27 de noviembre de 2012

Marea blanca



La lucha del personal sanitario de la Comunidad de Madrid, en defensa de una Sanidad Pública de calidad, frente a la privatización encubierta que está empezando a llevar a cabo su gobierno, ha de ser necesariamente apoyada por el conjunto de una sociedad española, que se está viendo gradualmente despojada de prestaciones absolutamente necesarias para poder convivir con la enfermedad de manera digna, sin ser discriminados por razones de economía, como el ejecutivo de Rajoy pretende.
Este derecho a recibir asistencia a cambio de una prestación directamente obtenida del sueldo de los trabajadores, era hasta ahora un logro asentado en nuestro país, que se había conseguido tras años de lucha y que colocaba en una situación de igualdad al príncipe o al mendigo, hasta que los recortes practicados por el Partido Popular empezaron a embadurnar el sistema con estratagemas engañosas.
En el caso de la Comunidad de Madrid, el asunto se veía venir desde hacía mucho tiempo. Los Hospitales gestionados por Esperanza Aguirre, que en épocas pasadas invirtió auténticos capitales en la construcción de Edificios faraónicos, supuestamente destinados a usos sanitarios, parecen ser ahora bastante apetecibles para un capital privado, ávido de hacerse con el control de la amplia cartera de clientes que son atendidos en la sanidad pública y que al quedar desamparados por las nuevas medidas, harán lo imposible por continuar con sus tratamientos, aunque para ello tengan que endeudarse de manera vitalicia.
La nueva canalización que de varios centros de Madrid piensa hacerse, encubre en realidad una forma de concierto con la medicina privada, seguramente para intentar después, gradualmente, evitar la participación del Estado en la gestión de estos ambulatorios y hospitales, a cambio, por supuesto, de una jugosa aportación de carácter particular, que garantizaría su propiedad a los nuevos dueños.
Mientras, el pueblo de Madrid y en concreto los habitantes de ciertos pueblos, son derivados de manera masiva hacia otras instituciones estatales, donde el servicio se convierte en tercermundista y las listas de espera triplican el tiempo que hasta ahora se aguardaba, en el caso de necesitar una intervención quirúrgica.

Los profesionales, que se niegan rotundamente a que su trabajo empiece a ser cuestionado por una razón de calidad y tiempo y que han visto sensiblemente reducidas las necesidades de personal, con el despido masivo de los interinos, han decidido jugarse el tipo organizando paros y encierros diarios y ofrecen a todo aquel que quiera oír, una explicación sin tapujos, de cuanto está ocurriendo.
La marea blanca, que tiñe las calles de Madrid intentando frenar los planes del PP, en una lucha sin precedentes, no se trata pues, de un grupo de alborotadores que van en contra del sistema por propia conveniencia, sino de un colectivo concienciado con lo que de ellos espera la ciudadanía, que no se resigna a que la salud de los españoles, se convierta en un mero negocio para enriquecimiento de unos cuantos, mientras los humildes son relegados a una asistencia de cuarta división, precisamente en los momentos en que la enfermedad los ataca.
Esta lucha ha de encontrar un apoyo sin reservas en todos los afiliados a la Seguridad Social, si es que se quiere conservar el modelo sanitario del que disfrutamos y ese apoyo, que en muchos casos requiere de la presencia de los ciudadanos en los lugares de concentración propuestos, ha de ser total y absoluto, desinteresado y contundente.
Ha de tener claro Rajoy, que los profesionales de la Sanidad no están solos en esto, sino que son respaldados por un sentimiento popular, absolutamente opuesto a las pretensiones de recorte que en este sector se tiene previsto para los próximos tiempos.
Los españoles no pertenecemos, ni queremos pertenecer, a una sociedad a la americana, en la que sólo tienen cura las enfermedades de los ricos, fundamentada en un sistema de seguros médicos privados, casi siempre contrarios a cubrir los gastos originados por las enfermedades más graves, llegando la gente a morir de ellas, si no dispone de recursos.
Los españoles hemos batallado duramente por una Sanidad Universal, que funcionaba a la perfección hasta que en su camino se cruzaron las deudas millonarias de los bancos, a los que ha habido que socorrer para evitar su ruina.
Pero cambiar la salud de los ciudadanos por evitar la bancarrota de ciertas entidades económicas, constituye una felonía de difícil descripción y coloca a los promotores de dicho plan, en un lugar nada deseable, lejos de cualquier regla moral que garantice la bondad de su pensamiento.
No nos vamos a resignar a esto tampoco. Ni en la Comunidad de Madrid, ni en ninguna otra parte en la que intuyamos algún indicio de privatización contrario al interés de este pueblo.





lunes, 26 de noviembre de 2012

Mirando a Egipto


Tras conocer los resultados de las elecciones catalanas y a la espera de que Artur Mas decida finalmente por qué alianzas se decide para formar su nuevo gobierno, no hay más remedio que volver a fijar los ojos en Egipto, ahora que su Presidente ha decidido blindarse en la posición de poder que le otorgó la dura lucha de su pueblo, concediéndose una infalibilidad total en cualquier asunto jurídico, con un golpe de timón que apunta directamente a los recién creados cimientos democráticos, detonándolos con una explosión de tiranía, muy similar a la que provocaba su derrocado antecesor. Mubarak.
Ya advertíamos sobre los peligros que podría acarrear la instauración en Egipto de una república islamista, como contrapunto a los que podría traer la elección de un Presidente demasiado occidentalizado, que siguiera a rajatabla los dictados de los países de mayor desarrollo económico.
Deseábamos entonces, que el pueblo que había conseguido romper con la eterna tiranía de Mubarak, fuera capaz de discernir en total libertad sobre su futuro más próximo y que lo hiciera sin influencias de ningún tipo, que fanatizaran el proceso.
La importancia de que Egipto lograra encontrar su propia identidad, por encima de otras tendencias, resultaba imprescindible para comenzar un nuevo camino político, que propiciara la igualdad entre todos los ciudadanos de la nación, eliminando las enormes diferencias existentes en esta sociedad, prácticamente anclada aún en el feudalismo.
Lo deseábamos por el bien de una mayoría que, a pesar de su incultura, había tenido la valentía de enfrentarse a un destino fatal hasta cambiarlo con la perseverancia pacifista de los concentrados en la Plaza Tarhir, que soportaron estoicamente todos los contratiempos que sobrevinieron entonces, sin dar un paso atrás, en su ilusión por procurar un futuro mejor para los suyos.
Pero quizá a los concentrados les faltó ofrecer una mayor información de lo que realmente se buscaba, teniendo en cuenta la tremenda ignorancia que el pueblo egipcio tenía sobre asuntos políticos y su candidez se ha visto ahora sorprendida por este golpe duro y seco, de quien se alzó con el triunfo en las urnas, aprovechando un momento demasiado tocado por la emoción, pero sin ninguna previsión para atar unos principios democráticos, imposibles de violar por los gobernantes electos.
Y sin embargo, la inocencia de este pueblo no merece un final de tan desastrosas consecuencias, ni el sufrimiento de una nueva tiranía que corte de raíz todos los sueños de libertad que asombraron al mundo con la grandiosidad de aquel gesto y la comunidad internacional, que con tanta tibieza juzgó entonces la importancia extrema del sacrificio de los egipcios, debe ahora resarcir a la gente de los errores cometidos, implicándose de manera inmediata, hasta la médula, en cercenar de raíz el intento de tiranización que daría fin a la revolución de los jazmines, de la manera más burda y tenebrosa posible.
Deben pues, Europa y América, pronunciarse inmediatamente en contra de quien pretende convertirse en dictador, procurando una solución contundente que sólo desde las instancias de auténtico poder puede arbitrarse, e intentar desterrar para siempre de la mente de cualquiera que pueda gobernar en Egipto, ahora o en el futuro, toda idea que se aparte de un régimen que permita la convivencia en libertad de todas las tendencias, reprimiendo a los opositores, como ya ha empezado a hacerse, en las calles de El Cairo.
Todos tenemos un compromiso con estos hombres y mujeres que ofreciéndonos una lección de soberanía, se aventuraron a una lucha que parecía perdida de antemano, por la consecución de sus derechos y todos debemos, ahora, manifestar también nuestra oposición a las intenciones de su recién estrenado Presidente.
No es misión de las urnas otorgar poder absoluto a quien resulta vencedor en unos comicios, ni convertirse en una garantía vitalicia que perpetué el disfrute del poder para ninguno de los candidatos. Las urnas son, una mera orientación de las apetencias populares y la periodicidad de las elecciones se ideó como un mecanismo por el que esa opinión pudiera ser revisada cada cierto tiempo.
Esto también lo saben los valientes que regresan a las calles de Egipto para denunciar lo que consideran una estafa amparada en un resultado electoral, que vuelve a dejar a los ciudadanos en una terrible orfandad de derechos, como si su revolución hubiera sido un sueño, del que hubieran despertado sin haber salido de su terrible miseria.









domingo, 25 de noviembre de 2012

Domingo electoral




El pueblo catalán frena en seco las ínfulas independentistas de Mas, demostrándole con su voz soberana que su mensaje no había calado en realidad, tan hondo como él se pensaba, o al menos, que el deseo de las mayorías no es que él lidere con poderes absolutos el proceso, ya que no logra alcanzar, ni de cerca, la mayoría absoluta que tanto deseaba.
Le pasan factura al líder de Convergencia y Unió todos los recortes practicados durante estos dos años de mandato, que son directamente responsabilidad suya, por mucho que se haya empeñado en culpar de las medidas a un gobierno central, que en la mayoría de los casos, no tiene competencia para hacerlos.
Sube Ezquerra Republicana, aclarando que un sector amplio de la población no coincide con el pensamiento conservador de Mas y que la izquierda catalana no ha muerto, sino que sigue muy viva en el corazón de una ciudadanía que, sin olvidar la terrible gestión del gobierno de Zapatero, castiga a los socialistas retirándoles una gran parte de su confianza y dejando su participación parlamentaria reducida a un mero testimonio de lo que fue, en anteriores épocas de bonanza.
Las primeras impresiones apuntan a que Mas no cumplirá la promesa de dimitir, ahora que ha comprobado que Cataluña no ha caído rendida a sus pies, deseando convertirle en abanderado de sus aspiraciones y que el estallido popular que dio pie a su voluntad de secesión, no era tanto un deseo de liberación, como una necesidad de conseguir ciertas metas, directamente relacionadas con los efectos negativos de la crisis.
Es pronto para predecir si las alianzas necesarias para gobernar se harán únicamente entre nacionalistas, o si por esas extrañas amistades que consigue la política, se encaminarán hacia otros derroteros hasta ayer impensables, pero la realidad es que Convergencia necesitará ahora de apoyos para formar gobierno y está claro que los conseguirá, dado que el sabor del poder, suele derribar muros que parecían inquebrantables.
Los resultados traen también consecuencias para otras formaciones política y no solo en el entorno de Cataluña, sino a nivel nacional...y de suma importancia.
Puede que ahora Alfredo Pérez Rubalcaba entienda el mensaje que vuelve a lanzarle la ciudadanía y se decida por fin a retirarse de la vida política, antes de que su partido termine de caer a un oscuro pozo del que tal vez no pueda volver a salir nunca.
La memoria del pueblo, que no perdona los errores cometidos por su formación en los últimos años de gobierno, permanece viva en el recuerdo sin permitir la impunidad de cuantos tuvieron que ver con el ejecutivo de Zapatero y pide a gritos una renovación total del PSOE, en la que no tienen cabida ninguno de los que participaron en la mala gestión que propició la entrada del PP en la Moncloa y que nos ha llevado exactamente hasta el lugar en el que nos encontramos ahora, que no es precisamente bueno, para el bienestar de las mayorías.
Pero la dimisión casi nunca se encuentra en el vocabulario de los políticos, que tratan desesperadamente de aferrarse a sus cargos, sin entender los beneficios que suele reportar la honradez a corto y largo `plazo, para quien sabe ponerla en práctica a su debido tiempo.
Por eso, lo más probable es que tras pasar la tormenta provocada por las elecciones de ayer, todo continúe siendo exactamente igual que hasta ahora y nadie pague en carne propia, ninguno de los errores cometidos, en detrimento de los ciudadanos, que ya no confían ni en su sombra.
Se abre pues una etapa que, eso sí, traerá enormes dolores de cabeza a los populares de Rajoy, a los que difícilmente se les dará tregua desde la Generalitat, sea quien sea el que ayude a gobernar a Mas, ahora que todo ha vuelto a su cauce.
A partir de hoy habrá que volver a la lucha por los derechos que ya se libraba en las calles antes de que toda esta historia comenzara. Al fin y al cabo, seguimos teniendo las mismas carencias que antes y Mas y los suyos también tienen una gran culpa en este asunto.





jueves, 22 de noviembre de 2012

El precio de la justicia




Gracias al Ministro Gallardón, que durante años se fabricó una imagen de progresista absolutamente engañosa, los españoles que a partir de hoy se vean obligados a realizar algún trámite judicial, tendrán que pensarlo con calma, si no quieren ver considerablemente mermados los pocos ahorros que aún les queden.
La tasas de nueva aplicación contemplan, por ejemplo, que el mero hecho de recurrir una sanción de tráfico cueste al contribuyente 200 euros, o que todo aquel que desee emprender la tramitación de un divorcio, haya irremediablemente de contar con 3000 euros o conformarse para siempre, con lo que le deparó el destino cuando pronunció el sí quiero.
Se instala entre nosotros una justicia exclusivamente de ricos, que se parece bastante a la que se maneja desde hace años en EEUU y que como allí, coloca en total indefensión a todos aquellos ciudadanos que no dispongan del necesario capital para poder hacer frente a cualquier tropelía que contra ellos se cometa y que hasta ahora, podían denunciar de manera gratuita, establecido como estaba, un concepto de garantías legales universales, que a todos nos protegían de los abusos y a las que podíamos recurrir en igualdad, impedientemente de nuestros posibles.
La nueva imagen del Ministro, que en nada se parece a la que nos llevaba ofreciendo desde la alcaldía de Madrid, cuando se prestaba a celebrar matrimonios entre homosexuales y respondía con educación exquisita a las propuestas de la izquierda, ofrece ahora una serie de matices que han dejado estupefactos a todos aquellos defensores que tenía, incluso entre las filas de sus oponentes.
Su llegada al poder parece haber sacado de sus adentros multitud de fantasmas conservadores celosamente guardados durante demasiado tiempo y lo ha transformado en garante de todos los pensamientos prehistóricos que caracterizaban principalmente al ala ultra de su partido, como si todo lo que hasta ahora defendía de cara a sus electores, se hubiera quedado en la mesa del Ayuntamiento de la Capital, almacenado en una carpeta que se ha cerrado para siempre.
Este salto al vacío que sin duda habrá de restarle una enorme cantidad de votos entre la gente que se considera de centro, seguramente traerá consigo una pérdida inmediata de popularidad y por supuesto, la antipatía garantizada la gran parte de la ciudadanía que no pueda acceder a la justicia por falta de medios.
Quedan así zanjadas las diferencias entre miembros del partido popular y se abre ante nuestros ojos un horizonte que no deja dudas sobre la ideología que mueve a los que detentan el poder y sobre cuáles pudieran ser las nuevas medidas que aún quedan por venir, ahora que sabemos que hay unanimidad en los acuerdos.
Esta privatización encubierta de la justicia, que ha de ser necesariamente anticonstitucional al dejar en desamparo a las clases humildes, irrumpe en el país, disfrazada de nuevo por la palabrería barata del ejecutivo, que trata de convencernos vanamente de las bondades de sus reformas, diseñadas a la medida, para los ricos.
En su desmedido afán recaudatorio, Rajoy vuelve a cubrirse de gloria permitiendo este nuevo atropello, que viene a sumarse a los muchos ya cometidos durante su primer año de legislatura y que no será el último, a juzgar por la velocidad en emitir decretos que mueve a este gobierno, cada vez más lejano de la ciudadanía.
Pude que centrados como están en la urgencia de denostar a los nacionalistas catalanes, antes de las elecciones venideras, no hayan reparado en la enorme importancia que tiene establecer un `precio para justicia, ni el impacto social que esta medida puede causar entre las mayorías, de las que tanto gusta hablar a nuestro Presidente.
Las primeras protestas no tardarán en llegar, pues si los ciudadanos no pueden siquiera apelar cuando consideran injusta una multa ¿qué clase de leyes nos regirán a partir de ahora y cómo nos defenderemos de la ilegalidad, con la ruina económica en que vivimos?
Por tanto, no se extrañe el ejecutivo de que la ciudadanía decida tomar masivamente las calles para reclamar cualquier tipo de derecho. Queda claro que es el único foro que aún queda abierto para canalizar su protesta y el único lugar al que todavía se puede ir sin tener que satisfacer alguna tasa, que escape de las posibilidades de los humildes.







miércoles, 21 de noviembre de 2012

La real fianza



Nada más conocerse la noticia de que la Fiscalía pedirá una fianza de ocho millones de euros en el caso de Urdangarín, los españoles empezaron a cavilar sobre cómo se pagará dicha fianza y de dónde procederá el dinero, si finalmente es satisfecha.
Sin mala fe, pero desconfiado sobre todos los acontecimientos que han rodeado a la familia real en los últimos tiempos, el pueblo no tuvo más remedio que imaginar que si, como parece, el yerno del Rey pudiera declararse insolvente, lo natural en este caso sería que su familia más cercana, es decir las arcas reales, pudieran responder al montante que significaría la libertad del marido de la infanta, con lo que los ocho millones vendrían, directamente, del bolsillo de los contribuyentes de este país.
Bien está que a regañadientes, muchos de nosotros hayamos aceptado durante más de treinta años a la monarquía y que hayamos reconocido lo fundamental de su actuación en aquel lejano 23F, para la consolidación de la Democracia, pero los desmanes que se han venido cometiendo durante el último año y la gravedad de la crisis que nos afecta, empieza a exigir una revisión urgente del cometido de esta institución absolutamente caduca, e impone un control minucioso de cómo se distribuye la jugosa subvención que reciben, de manera vitalicia, de parte del Estado español.
Si Urdangarín no puede hacer frente a lo que para él pide la fiscalía, debiera aguardarle un destino exactamente igual que el que corresponde, por ejemplo, a cualquier ciudadano que no cumple con sus deudas contraídas y si en este caso, las deudas tienen que ver con la justicia, por causa de un delito monetario presuntamente cometido, lo suyo sería que este señor permaneciera bajo arresto hasta la celebración de su juicio, como cualquier hijo de vecino implicado en actos de idéntica envergadura.
Para la ley, que es teóricamente ciega, no han de valer `parentescos, por muy reales que sean, ni han de existir privilegios según la catadura de los acusados.
La ley ha de ser incluso más implacable cuando se trata de personajes públicos que por su condición, deben al pueblo que los alimenta, una conducta intachable, sin que nada pueda manchar su expediente, cuánto más, cuando se trata de haber prevaricado con la intención de conseguir un enriquecimiento personal, aprovechando la situación de privilegio en que uno se encuentra, por meros motivos familiares.
Naturalmente que sería escandaloso ver a Urdangarín entre rejas, pero es mucho peor haberse servido del apellido Borbón para lograr un trato de favor en negocios de dudosa procedencia.
Así que se habrá de asumir lo que ahora venga, como una consecuencia de unos actos cometidos con plena consciencia y que durante años han servido para el relanzamiento de una economía personal, creyendo estar en posesión de una impunidad, garantizada nada menos que por la institución de la Corona.
De modo que el juez encargado del caso, ha de tener un compromiso tácito con este pueblo de sufridores y garantizar que, de pagarse la fianza, se hará sin que la monarquía intervenga para nada en este embrollo financiero, que acabarían por salpicarla poniéndola en un terrible aprieto.
El pueblo ya está cansado de pagar los delitos de los especuladores y en ningún caso está dispuesto a consentir que con su sacrificio se sufraguen los excesos de más implicados en corruptelas, se llamen como se llamen y ocupen el cargo que ocupen.

martes, 20 de noviembre de 2012

Bienvenido...si eres rico



Se le ha ocurrido al Partido Popular, ofrecer un permiso inmediato de residencia a todos aquellos extranjeros que adquieran una vivienda en España, por valor de 160.000 o más euros.
Precisamente cuando se acaba de retirar la asistencia sanitaria a los inmigrantes sin papeles, independientemente del tiempo que llevaran viviendo en el país, esta medida que abre las puertas de par en par a los adinerados procedentes de naciones emergentes como Rusia y China, resulta, como mínimo, un agravio comparativo que coloca una vez más a los humildes, a la cola de la concesión de ciertos derechos elementales y los anima veladamente, a regresar cuanto antes a sus lugares de origen, mientras se derriban todas las barreras burocráticas para un tipo de inmigración, absolutamente conveniente en estos momentos de crisis.
La felonía no puede ser más escandalosa, ya que pone en total evidencia las intenciones de un gobierno al que siempre le sobraron todos aquellos que vinieron buscando un futuro mejor, cuando la bonanza económica de la burbuja inmobiliaria así lo permitía.
En su momento, se aprovechó sin escrúpulos de esta mano de obra barata que ocupaba los puestos que no querían los aborígenes, pero con las vacas flacas, se han convertido en una carga presumiblemente inasumible, de la que hay que deshacerse con prontitud, sin respeto a lo que sentimentalmente les pueda unir a este país, en el que se habían asentado con sus hijos.
El rosario de penalidades que muchas de estas familias han tenido que soportar para intentar obtener el permiso de residencia, parecen haber desaparecido para los que llegan dispuestos a invertir en los cientos de miles de viviendas que posee ahora la Banca y que ha encontrado así, un modo de obtener beneficios, amén del dinero recibido procedente de un rescate, que nos toca pagar a los pobres españoles, como un sacrificio más, de los muchos que nos ha exigido Rajy, en los últimos tiempos.
Cualquier cosa, por inmoral que sea, es buena, si con ello se hace posible que el negocio bancario no pierda privilegios y puede reflotar impunemente, de los errores cometidos por la mala gestión de los que propiciaron las hipotecas basura y ahora se encargan de los desahucios, que ya han costado unas pocas de vidas, y que no cesan.
Ya no importa la procedencia de estos inmigrantes de nuevo corte, ni la de los caudales destinados a su inversión, ni tener que arroparlos con la cobertura sanitaria y educativa que se niega a otros con menor suerte.
Las puertas son abiertas si hay capital y si no, son cerradas de bruces, en un tipo de discriminación aberrante, que traspasa todas las líneas de la ética, pero que satisface el afán recaudatorio de los conservadores, ávidos de conseguir una buena imagen a los ojos de Europa, sin que importen los métodos utilizados para lograrlo.
A partir de ahora, ya no será un problema que comunidades enteras estén pobladas por extranjeros, a los que nadie parará por la calle reclamándoles los papeles, asumiendo su integración, sin hacer preguntas molestas que aclaren de dónde viene su fortuna.
Si eres rico…serás bienvenido al territorio patrio de los populares. Si eres pobre... ve buscando la manera de regresar a tu casa y evita con tu testimonio que tus compatriotas se embarquen en la arriesgada aventura que los traiga hasta aquí.

lunes, 19 de noviembre de 2012

La guerra eterna




Todo indica que nunca se encontrará una solución para el conflicto árabe- israelí y que por muchos intentos que se hagan a nivel local o internacional, las diferencias que separan a estos dos pueblos, parecen ser del todo insuperables.
La lucha por la tierra, que probablemente sea el motivo más viejo de enfrentamientos entre la humanidad, no parece en este caso, encontrar una vía de solución y se perpetúa sine die, aflorando de vez en cuando, con mayor virulencia.
Pero la beligerancia no sólo se produce por motivos territoriales y lleva añadida una carga de sentimientos encontrados, con un trasfondo religioso, siempre presente aquí, como si los años no hubieran pasado y la tolerancia no representara más que un concepto abstracto del que poco o nada se entiende y que se acompaña, además, de un modo de vida absolutamente distinto para ambos contendientes, que conlleva una mentalidad diametralmente opuesta, casi imposible de concordar.
La prepotencia israelí, que a menudo hace alarde de su fuerza frente a la pobreza de los palestinos, demuestra clarísimamente que la historia no siempre enseña a quienes la sufren a no cometer los mismos errores que propiciaron su sufrimiento y que, llegado el caso, son capaces de hacer con los otros, algo aún peor que lo que les deparó la vida en otro momento, a manos de algún enemigo, que casi consigue su desaparición de la faz de la tierra.
Tampoco los grupos terroristas árabes aportan otra cosa más que violencia, apoyados en un hartazgo que no justifica el abandono de las vías diplomáticas para la consecución de la paz y a menudo, fanatizan la situación, lanzando a los más humildes a una clase de lucha suicida, que ellos cumplen a rajatabla, aniquilados por su propia ignorancia.
Uno ha de ponerse siempre del lado de las víctimas y comprender la enorme dificultad que representa vivir permanentemente amenazado por la guerra, como si cualquier posibilidad de alcanzar un acuerdo duradero no se planteara siquiera en ninguna de las reuniones políticas y hubiera que resignarse a una especie de hado maléfico que marca la existencia de estos dos pueblos, sin que exista para ellos otra esperanza de futuro, si no es el de las armas.
No faltan voces que se declaran abiertamente a favor de uno u otro, pero la implicación de la comunidad internacional siempre termina por quedarse corta, sin habilitar una solución que termine por establecer unas bases inamovibles, con las que los contendientes hayan de conformarse, siempre que resulten ser justas para ambos.
Y mientras tanto, periódicamente, nos despertamos con la crudeza de estos ataques mutuos que vuelven a desestabilizar la poca rutina que les es permitida a los civiles en estos territorios y la lucha vuelve a empezar, convencidas ambas partes de su razón en esta historia, cada vez más enquistada en el corazón de la gente.
Ningún árbitro, hasta ahora, ha sido capaz de erradicar esta semilla de odio que florece en el corazón de unos y de otros, convirtiéndoles en enemigos irreconciliables y haciendo de su guerra un hábito al que se han acostumbrado, por su duración en el tiempo.
Al fin y al cabo, no son más que hombres, movidos fundamentalmente por el miedo y el miedo, ya se sabe, es el peor de los consejeros a la hora de afrontar cualquier realidad que se nos presente.





domingo, 18 de noviembre de 2012

La oportunidad del escándalo




Oportunamente destapado por el Periódico El Mundo, un nuevo escándalo de corrupción irrumpe como un torrente en la campaña electoral catalana y apunta, directamente, a las cabezas visibles de ayer y de hoy en Convergencia y Unió, implicándolas en un delito financiero, que bien pudiera traer para ellos muy malas consecuencias.
Los sueños independentistas de Mas se ven prácticamente desplazados de los mítines de todas las fuerzas políticas y al ser su nombre uno de los que podrían verse envueltos en una evasión de capitales relacionada con el caso Millet, los otros candidatos a la Presidencia de la Generalitat acaban de encontrar un filón, con el que intentar paralizar el imparable ascenso del actual Presidente y frenar, a la vez, la intención de voto del pueblo catalán, que se ha quedado estupefacto con la gravedad de la noticia.
Los convergentes se han apresurado a desligarse de cualquier responsabilidad relacionada con el asunto, pero el hecho de que hasta el momento no se hayan presentado querellas contra El Mundo, ni contra los autores del artículo, hace intuir un trasfondo oscuro yaciente en esta historia y podría representar un retroceso significativo en las aspiraciones de Mas, si la prensa cuenta con pruebas que propicien una implicación judicial en los hechos referidos y se inicia una investigación, en los próximos días.
Lo que podría parecer en principio una maniobra maquiavélica instigada contra esta formación catalana y contra sus líderes de ayer y de hoy, en los tiempos que corren, habrá de ser tratado con reservas, en vista de los numerosos casos de corrupción que se han conocido y que no son, desgraciadamente, patrimonio de una sola tendencia.
Políticos de cualquiera de las ideologías que conforman el amplio abanico parlamentario y autonómico del panorama nacional, diariamente son acusados y juzgados por estos delitos y ni una sola de las formaciones podría jurar una declaración de absoluta limpieza, ni poner la mano en el fuego por sus dirigentes, sin terminar quemándose en esta hoguera de vanidades que ha propiciado la ambición.
No sería la primera vez que Convergencia se ve envuelta en estas aguas farragosas, que ya en los tiempos de Pujol arrastraron a varios de sus correligionarios hasta los banquillos de la justicia, pero la presunción de inocencia, que no puede ni debe ser negada a ningún ciudadano, obliga a mantener la cautela necesaria para permanecer en la duda, hasta que la balanza no se incline, con contundencia, a uno u otro lado, para los acusados en este caso.
Pero si fuera cierto y los mismos que ahora arengan a las masas incitándolas a luchar por una identidad absolutamente desligada del Estado español, al que acusan prácticamente de robar los impuestos pagados por los ciudadanos de Cataluña, han estado evadiendo caudales públicos a paraísos fiscales, mientras recortaban escandalosamente de partidas sociales, de la educación y la sanidad, el escándalo estaría servido y la imagen que estarían dando a su pueblo no podría ser peor, ni más indigna.
Este mazazo, coloca al pueblo catalán en la difícil tesitura de tener que cambiar un voto que ya parecía mayoritariamente decidido y deja en absoluta soledad a cuantos creyeron ciegamente en el brindis de Mas por la independencia, pues aunque en principio no se quiera dudar de la inocencia de nadie, las incógnitas abiertas por el artículo de El Mundo, de seguro, no podrán ser ignoradas, como si nunca se hubieran escrito y muchos, se plantearán seriamente otras opciones políticas.
¿En qué quedará entonces la ilusión de la independencia? Lo sabremos cuando la voz de la calle quede plasmada en las urnas y los resultados de las elecciones sean efectivos.
PSC, PP y ER, serán, de algún modo, beneficiados por esta vorágine de acontecimientos, pero muchos ciudadanos, asqueados por la suciedad que arrastra la política y contentos de no haber contribuido a propiciar una independencia regentada por gobernantes de dudoso talante, no votarán. Y también estarán en su derecho.













jueves, 15 de noviembre de 2012

En defensa de nuestros jóvenes


Con ilusiones renovadas por el éxito de la Huelga, España aguarda algún gesto de reconocimiento por parte de su gobierno, esperanzada en que la voz del pueblo sea al fin, escuchada por la clase política.
La inmensa multitud que recorrió ayer las calles de todo el país, reclamando la derogación inmediata de la Reforma Laboral y la restitución de los derechos robados a la educación y la sanidad públicas, demostró con creces que no está dispuesta a conformarse con la incertidumbre que le depara el futuro y que no habrá rendición incondicional, como esperaba Rajoy, ante las medidas de recortes que se vienen poniendo en práctica, ni con las que se pensaran imponer, por decreto, en los próximos meses.
En las manifestaciones, llamaba especialmente la atención la afluencia de jóvenes, hasta hace poco absolutamente desinteresados por las cuestiones políticas, y ahora implicados hasta el cuello en defender un modo de vida distinto, a este que nos tratan de imponer los magnates del capital y la banca y que tan poco tiene que ver con las personas y tanto con las cifras.
El orgullo de haberlos educado bien fue una de las sensaciones que se palpaban en el ambiente, muy lejano de toda esa violencia que tratan de ofrecernos desde las cadenas gubernamentales, aunque bastante docto en los temas de actualidad, que nuestros hijos han tenido que aprender a marchas forzadas y con dolor en carne propia, pero que han asimilado a la perfección, llegando a ser capaces de pensar por sí mismos lo que quieren, sin dejarse avasallar por ninguna tendencia.
Contrariamente a lo que se nos cuenta, nuestros jóvenes no son una guerrilla urbana entrenada en el vandalismo, sino en su mayoría, personas de bien sin ninguna perspectiva de futuro, que se niegan a dar por perdida su generación por las malas gestiones de unos cuantos, para los que lo más importante es conservar de la forma que sea, el poder en las manos y que viven una realidad distorsionada, que nada tiene que ver con la desgracia que aquí se padece.
Muchos de ellos rinden homenaje con su presencia en estos actos, a la durísima lucha que sus padres protagonizaron para poder ofrecerles esos mismos derechos que ahora se tambalean empujados por la espantosa gestión de este ejecutivo y habiendo aprovechado, hasta el día de hoy, la oportunidad de la educación universal que se les ha ofrecido, afortunadamente, nada tienen que ver con las masas ignorantes que creen que el mundo sólo puede cambiarse a través de la violencia.
No están en contra del sistema, sino de este sistema que los ahoga, que no les permite acceder libremente a la formación necesaria para ser lo que quieran, si no es a base de dinero, de este sistema que los empuja fuera de su lugar de nacimiento, como única salida para poder encontrar un trabajo y que además, reprime su pensamiento a golpe de porra, en cuanto se atreven a discrepar de lo establecido.
El odio ancestral que estos jóvenes tienen a los políticos no es una casualidad ni un capricho propio de la edad que se pasa con el tiempo, sino el fruto de la reiterativa incidencia que las medidas de recorte ejercen, principalmente, sobre ellos y que los anula como personas, insensibles a su capacidad intelectual o a sus ganas de labrarse un porvenir, si no cuentan con una economía familiar saneada o no quieren caer en manos de prestamistas que adelanten los gastos de su educación.
A nuestros jóvenes, la desilusión les ha venido servida en bandeja, en los mejores años de la vida y naturalmente, la desesperación ha de ser respondida con la rebeldía innata que se despierta en el individuo, cuando le arrebatan un sueño.
Confundir esa rebeldía con el barbarismo, difamando conscientemente a todo aquel que expresa libremente su discrepancia es una actitud que, desgraciadamente, se ha puesto muy de moda entre las filas conservadoras, que preferirían un grado mucho mayor de sumisión en la juventud y que, por norma, acuden con demasiada frecuencia al insulto para desviar la atención del foco de la verdad, sobre todo cuando es desfavorable para sus intereses.
Y aunque está demostrado que la represión termina por provocar un efecto contrario al que persigue, los que gobiernan suelen caer una vez y otra en este error, quizá esperando que los golpes terminen por aniquilar las ideas.
Está claro que no lo conseguirán. Lo sabemos muy bien los que durante toda la vida hemos sido rebeldes y hoy más que nunca seguimos intentando, que el mundo se convierta en un lugar mucho mejor que el que nos ofrecen ahora Rajoy y los suyos.















































miércoles, 14 de noviembre de 2012

Consejos para Rajoy



No crea, señor Rajoy, a los que le cuenten que la huelga de hoy ha sido un fracaso. No se deje embaucar por la adulación de los que ahora, que está dónde está, le prometen su lealtad hasta la muerte, ni por el estribillo manido de los que hacen del periodismo un medio para medrar en los círculos del poder, subiendo a los altares a quienes lo detentan, pero tergiversando la verdad para que les resulte menos dolorosa.
No escuche a los que se le acercan minimizando lo que ocurre en las calles y denostando a los ciudadanos que forman su pueblo, convirtiendo en escoria la libertad de discrepar y ensombreciendo la grandeza de la voz ciudadana, con la invención de conspiraciones inexistentes y calificando de golpe de estado al derecho de huelga que ganaron los trabajadores, después de años de dura lucha, en épocas anteriores a ésta.
No deje que le adulteren la realidad que vivimos, ni que le convenzan restando importancia al enorme sufrimiento que padecemos, ni confíe en aquellos para los que nunca es momento oportuno para que los demás expresemos lo que pensamos de su política.
La realidad de este país es la que es y su política, que se ha convertido en perversa para todos los que hoy hemos dejado caer los brazos en señal de protesta, precisa con urgencia ser cambiada porque es de ley acatar la voluntad de los pueblos, antes que la de una cohorte de asesores empecinados en recorrer un camino que más pronto que tarde, acabará por llevarle al fracaso.
No busque entre la indignación de este pueblo fantasmas de un pasado cercano, ni eluda la responsabilidad de los errores cometidos en este año de gobierno. Su forma de hacer nos ha traído un millón de desempleados más y sus recortes nos vienen negando paulatinamente derechos adquiridos con el esfuerzo de todos, negándonos la universalidad de la sanidad y la educación, devolviéndonos a un ayer que no merece ser recordado.
No busque aliados entre los poderosos, ni niegue a los humildes el pan y la sal para remediar agujeros provocados por la avaricia de los banqueros, ni pida ayudas para sanear la economía de los accionistas de las grandes empresas.
Preocúpese de que cada español pueda acceder a un puesto de trabajo con el que remediar su tragedia y de que su pueblo conserve la dignidad para poder vivir con la cabeza alta, sin yugos que le opriman, y con la seguridad de poder ofrecer a sus hijos un mañana mejor.
Desconfíe de los que le describen la jornada de Huelga como una algarada organizada por cuatro sindicalistas sin escrúpulos y escarbe en las motivaciones que han llevado a los españoles a secundarla, porque descubrirá, probablemente con sorpresa, que el móvil político ha dejado paso al social y que el estallido humano que ha tomado hoy las calles, no se mueve detrás de ninguna consigna ni bandera, sino de la necesidad y las carencias.
Créalo, el desacuerdo general no es, ni siquiera, personalmente contra usted, sino contra su modo de gobierno que ha sido, en este último año, el más estrepitoso fracaso vivido por los españoles, desde que nos ganamos a pulso la llegada de la Democracia y llevamos con nuestros votos, al poder, al primero de nuestros Presidentes.
Analice, cuando se quede solo, si es verdaderamente infalible, como quieren hacerle creer los que le halagan. Piense en profundidad, cuántas alegrías ha dado a este pueblo suyo, desde que fue elegido Presidente.
Por una vez, oiga lo que le grita la calle y deténgase a recapacitar, en silencio, sobre otras `posibilidades que pudieran hacer más llevadero el camino de los ciudadanos y que no tienen por qué ser, precisamente, las que le proponen sus consejeros.
Al fin y al cabo, ni las grandes empresas ni la Banca le votaron a usted y, por tanto, la lealtad que les profesa, es absolutamente desmedida e innecesaria.
Usted se debe, como ya sabrá, a todos nosotros y el contrato que tácitamente firmó cuando juró su cargo le impone, como primera obligación, procurar nuestro bienestar y conservar nuestro respeto.
Si no puede o no sabe, haga ejercicio de humildad y ponga su cargo a disposición del Parlamento. Si yerra una y otra vez, como está siendo definitivamente cierto, atrévase a cambiar de política o sucumba en su intento.
Pero no crea, señor Rajoy, a los que hoy le dicen que esta Huelga ha sido un fracaso.
Esta Huelga ha sido un serio aviso de la indignación que nos aflige y una demostración multitudinaria de que no estamos dispuestos a la rendición sin presentar batalla, ni a ser un rebaño en sus manos, sin intentar, al menos, escapar del atolladero al que nos conduce su nefasto gobierno.
Afortunadamente, aún somos libres para expresar lo que sentimos y todavía conservamos, porque no vale dinero, la dignidad necesaria para no ser tragados por la maquinaria del poder.
Aprenda, en fin, de la valentía de su pueblo y haga de sus deseos una doctrina por la que luchar, incluso contra los enemigos más grandes, porque usted nos necesita, mucho más que nosotros a usted.

















martes, 13 de noviembre de 2012

razones para apoyar una Huelga



De algún modo, tiene el pueblo español que “agradecer” a sus políticos la situación a la que lo ha llevado su manera de entender la política y la ruina que han traído al país sus gestiones, que más que venir avaladas por titulaciones y masters, parecen salidas de las oscuras profundidades del hampa, a juzgar por los casos de corrupción que a diario protagonizan.
Desde el momento en que dieron el paso de conceder mayor importancia a las cifras que a las personas y decidieron tomar posiciones al lado de las entidades bancarias que nos arrastraban a la bancarrota, incapaces de conservar los activos que los ciudadanos habíamos puesto bajo su nefasta custodia, tratando de reflotar el negocio más lucrativo del mundo, a costa de exigir esfuerzos insostenibles a los contribuyentes, todo el sentido que ha de ser inherente a su profesión desapareció hecho pedazos y quedó en evidencia su falta de honestidad para seguir representando nuestros intereses, aún habiendo sido legitimados por las urnas.
Lo ocurrido en el último año no puede compararse a ningún otro momento histórico, ya que en todas las épocas que nos precedieron, la primera obligación de un político ha sido la de procurar el progreso de su nación y el bienestar de sus habitantes, tratando de conseguir avances significativos para mejorar las condiciones de vida de la gente y estableciendo las bases necesarias para aspirar a un futuro prometedor.
Nunca antes habíamos vivido un retroceso tan atroz, ni en lo político ni en lo social, como el que nos ha traído la legislatura de Rajoy, con su Reforma Laboral y sus recortes, porque aunque es cierto que el comienzo de la crisis ya preludiaba una época de ciertas carencias, jamás nos hubiéramos atrevido siquiera a imaginar que, además, nos iban a ser arrebatados uno a uno todos nuestros derechos, con la única intención de satisfacer la desmedida avaricia de los poderosos y haciéndonos regresar a una situación de miseria, que podría ser comparada a la de la postguerra, hambre incluída, aunque parezca incierto.
El fantasma del desempleo, que se ha multiplicado aún más con la aprobación de una Reforma Laboral que abre las puertas del despido libre, se cierne con toda su crudeza sobre las familias españolas y se ceba especialmente con nuestros jóvenes, a los que se les ha arrebatado sin contemplaciones cualquier atisbo de esperanza en el futuro y que no ven otra salida que la de emigrar, para que sean reconocidos, en otra parte, lo valioso de sus conocimientos.
La privatización encubierta de la sanidad y la educación públicas son así mismo una realidad latente, que vuelve a colocar únicamente en manos de los ricos la posibilidad de sanar y de formarse, dejando al resto de los ciudadanos en una indefensión absoluta ante la enfermedad y sin opciones para poder acceder a la Universidad, teniendo en cuenta el panorama laboral que nos circunda y la enorme bajada de poder adquisitivo que sufrimos, a causa de las medidas salariales vitoreadas por nuestro gobierno.
Nos han subido los impuestos, bajado los sueldos, incumplido el contrato que el estado firmó con sus funcionarios al retirarles la paga extra de Navidad, congelado las pensiones, retirado las ayudas sociales que se empleaban en leyes como la de la dependencia o el maltrato doméstico, elevado el precio de la electricidad, el gas, el transporte y de todos los artículos gravados con el famoso IVA, incluidos los de alimentación, aunque quieran hacernos creer que se puede vivir a pan y leche, como en el tiempo de nuestros abuelos.
Nos han puesto en la calle, desahuciados, al no poder hacer frente a las hipotecas millonarias que nos concedieron tan alegremente los bancos en los años de bonanza, sin tener en cuenta que cuando se pierde el trabajo, el impago no es un capricho, sino una consecuencia directa de la imposibilidad de obtener ingresos.
Nos han ninguneado, desoído nuestras protestas y señalado como auténticos delincuentes, persiguiéndonos y reprimiéndonos con inusitada dureza, por el mero hecho de disentir, como si de nuevo se hubiera instalado entre nosotros la dictadura y las leyes de la democracia hubieran desaparecido por la misma alcantarilla en la que se perdió el honor y la honestidad de los que nos embaucaron con promesas electorales que nunca cumplieron.
La justicia, ha perdido toda su credibilidad al permitir la impunidad de cientos de imputados en delitos de corrupción, acribillando a los humildes con sentencias de desahucio y colaborando estrechamente con el poder político, ayudándolo a poner en circulación leyes absolutamente lesivas con los derechos de los trabajadores, olvidando en todo momento la neutralidad que debe presidir el sistema judicial y la obligatoriedad de defender la verdad, en todos los casos, provengan de donde provengan.
Y aún se permiten los populares la licencia de desaconsejar la convocatoria de huelga, alegando que este no es el momento más oportuno y que lo mejor que podríamos hacer es ponernos a trabajar, remando en la misma dirección que ellos, para salir lo más pronto posible de la crisis.
Pues bien, eso quisiéramos nosotros. Levantarnos mañana y tener la seguridad de que volveremos a casa con un contrato de trabajo, con el que solventar con dignidad todos nuestros problemas. Eso quisieran nuestros jóvenes y los padres de nuestros jóvenes, nuestras mujeres, nuestros estudiantes y los seis millones de personas que se han quedado sin empleo, gracias a la “buena” gestión de quienes nos gobiernan y que, con toda probabilidad, ni siquiera se hubieran planteado esta huelga, si albergaran una sola esperanza.
Esto, sin olvidar que la Huelga es un derecho que nos asiste y la única salida que se nos deja para manifestar nuestro descontento con la política de agresividad que se está llevando a cabo en nuestra contra y una manera de hacer ver a los que detentan el poder, que su sustento depende directamente de nuestros votos.
Parece increíble que haya que recordarles con tanta frecuencia que su deber está en obedecer, a rajatabla, las decisiones de su pueblo, este mismo al que han dado mil razones para detener el país dejando caer los brazos mañana y cuántas veces sean necesarias en el futuro y que ya no tiene nada más que perder.













lunes, 12 de noviembre de 2012

Si se puede



La presión popular consigue detener temporalmente la ola de desahucios que se han venido sucediendo en los últimos tiempos y que ya se han cobrado varias vidas de personas que se han visto empujadas al suicidio, al no encontrar una salida digna, al difícil momento que estaban atravesando.
El apoyo ciudadano a estas familias, que ha sido una constante desde que la banca decidió actuar contra ellas, sin tener en cuenta el deterioro laboral que se estaba viviendo en el país, parece haber podido con el sistema y al gigante sin corazón no le ha quedado otro remedio que reflexionar, ante la indignación que provocaban las injustas medidas que se venían aplicando, sin contemplar las historias personales de los deudores, en muchos casos, auténticamente terribles.
Esta inyección de moral, que llega a sólo dos días de la Convocatoria de Huelga General prevista para el 14 de este mes, viene a ser la prueba palpable de que con unidad es posible cambiar ciertas historias y que no es cierto que la victoria sea siempre para quienes más medios económicos ostentan, ya que lo verdaderamente importante es la perseverancia.
Orgullosos de haberlo logrado, miles de españoles celebramos hoy no tener que volver a presenciar tragedias que se habían hecho demasiado habituales en nuestras vidas y que venían socavando nuestra moral, como si ya todo fuera irreversible, aunque en ningún caso hayamos firmado la rendición, ni abandonado la lucha por nuestros derechos.
Este camino, que empezó siendo angosto y que ha requerido la presencia permanente de muchas personas en cada uno de los casos de desahucio que se conocía, parece ahora haberse allanado, gracias a las innumerables voces que se han levantado contra estos actos y a los muchos colectivos que se han arriesgado a perder su sustento, para tratar de paralizar el atropello que la banca estaba cometiendo contra los mismos ciudadanos a los que animaron a hipotecarse eternamente, cuando los vientos eran favorables y se nadaba en abundancia.
El ejemplo de hoy, ha de ser necesariamente considerado para el tiempo futuro, ya que deja en evidencia cualquiera de las teorías gubernamentales que tratan de disuadirnos de acudir a la huelga.
La unión y la perseverancia en defender los derechos que nos están siendo arrancados, uno a uno, por las esferas gubernamentales, es la única opción que nos queda, si pretendemos conservar la dignidad que nos permita no ser arrastrados hasta una esclavitud, semejante a la que ya sufrieron nuestros antepasados, cuando llegaron a las ciudades.
El hecho probado de que las cosas se pueden cambiar cuando se lucha con ahínco, da alas a la indignación para reforzar su protesta y pone una luz de esperanza en el corazón de los españoles, que ya creían perdida toda probabilidad de conseguir avanzar entre la oscura maraña de un sistema, absolutamente insensible al sufrimiento humano y amante en exceso, de la palabra beneficio.
Si solo unos cuantos hacen hoy posible esta moratoria para los casos de desahucio ¿qué podría conseguir la unidad de todos, remando en una misma dirección, contra las medidas de recorte que se practican a diario, en todos los ámbitos de la sociedad?
Cada uno saque la conclusión que quiera, aunque en este momento, el lema utilizado por la indignación en todos sus actos de protesta, bien podría ser asumido por todos y cada uno de nosotros: SI SE PUEDE.





domingo, 11 de noviembre de 2012

Vientos de Huelga


Tremendamente afectado por la ola de suicidios provocados por los desahucios, el pueblo español se prepara para la jornada de Huelga más importante de su historia, con el ánimo de ser oído, al fin, por su Gobierno y conseguir que las políticas que está llevando a cabo el Partido Popular, sustituyan los recortes por una apuesta fuerte por el empleo, dada la situación de gravedad que atravesamos y que está llegando a límites insostenibles.
Dispuestos a dar un salto al vacío y con muy poco que perder, los españoles han empezado a movilizarse en diversos puntos de nuestra geografía, con la esperanza de que la merma económica que supone para el trabajador acudir a una huelga, no pese más en la balanza, que la multitud de carencias que les están trayendo los errores de sus políticos y de que el día 14 se consiga paralizar el país, en apoyo de la indignación que se sufre, cuando se tiene la certeza de encontrarse en la más absoluta soledad, precisamente cuando uno más apoyo necesita.
A pesar de los enormes esfuerzos empleados por el Gobierno para convencer a los ciudadanos de la inutilidad de este tipo de acciones y del recuerdo vivo de la terrible represión ejercida últimamente contra los manifestantes en Madrid, la falta de recursos que acerca a la gente, cada vez más, al umbral de la pobreza, será la única bandera imperante durante la jornada de esta huelga, que es sin duda de carácter social y no tiene colores políticos.
Inclusive, las encuestas realizadas dan como resultado que un 98% de los españoles apoyan la necesidad huelga, con el dato curioso de que también lo hace un 35% de militantes del Partido Popular, lo que viene a dejar claro que ni siquiera los propios correligionarios de Rajoy están de acuerdo con el tipo de medidas que está tomando su Gobierno y que, probablemente, también ellos saldrán a la calle el día 14, contraviniendo las órdenes de su Partido.
En este clima de nerviosismo extremo, comienza una semana que podría convertirse en un pulso entre Presidente y ciudadanía y que bien podría aumentar, más aún, la enorme brecha que los separa, si pasada la jornada de huelga y suponiendo que sea un éxito, Rajoy no se propone un cambio inmediato en su planteamiento de la crisis y empieza a pensar con rapidez en cómo solucionar el problema del paro, aún a riesgo de perder su buena sintonía con sus socios europeos, aunque a favor del pueblo que lo eligió, como sería exigible.
Muchos de los colectivos más combativos durante este último año, como podrían ser los trabajadores de la sanidad y la enseñanza, ya han anticipado su participación activa en los actos del 14 y no descartan continuar con la protesta posteriormente, de no ser atendidas sus peticiones y continuar el intento de privatización encubierta que se está llevando a cabo en estos ámbitos y que privan al pueblo de dos de sus más elementales derechos, como son la educación y la salud.
También los trabajadores de los transportes públicos, que ven peligrar su estabilidad laboral por la misma causa, se harán eco de la protesta y sólo se prestarán los servicios mínimos establecidos por la ley en estos casos.
España puede ser el próximo miércoles, un país fantasma, en el que el silencio y la desolación enseñen al mundo la imagen real de la ruina que nos sobrevuela.
No por ser absolutamente necesario, resulta menos doloroso.







jueves, 8 de noviembre de 2012

Responsabilidad municipal




No bastan los gestos testimoniales para remediar el dolor de unos padres que acaban de perder a sus hijos por una serie de negligencias.
Está muy bien que los políticos acudan a los entierros cuando se produce una desgracia, pero si lo ocurrido se debe a su mala gestión para prevenir el suceso, su presencia puede convertirse en un elemento de crispación que desboque los sentimientos de los que allí se encuentran, sobre todo si no se es capaz de ofrecer una explicación que deje en claro que los fallecimientos han sido fruto de una mera casualidad.
La señora Ana Botella, como Alcaldesa de Madrid y esposa de un ex Presidente de Gobierno, debería saberlo, sobre todo cuando la responsabilidad de un evento recae directamente sobre su espalda, al ser su Ayuntamiento el encargado de tramitar los permisos pertinentes y de vigilar que se cumplan todas las normas de seguridad que garanticen la integridad de los asistentes, que no tienen la obligación de ejercer ningún tipo de control, sobre cuestiones de organización o vigilancia.
La muerte de las adolescentes en la noche de Haloween, ya lo decíamos, viene a poner de manifiesto la incompetencia de los munícipes para controlar este tipo de festejos y que lo verdaderamente importante en estos casos, está directamente relacionado con el afán recaudatorio y nada con lo que pueda suceder, una vez que se han tramitado los permisos y comienza la fiesta.
Poco o nada importa ya si se persona el Ayuntamiento al completo para presentar sus condolencias o si se ofrece a los familiares ayuda psicológica gratuita para sobrellevar su desgracia. Las vidas perdidas por falta de previsión son ahora irrecuperables y lo único que podría consolar en cierto modo a los afectados, sería que se establecieran con claridad las responsabilidades que han hecho posible la tragedia, y que cada cual pague, en la medida en que su culpabilidad lo requiera.
No basta con prohibir a partir de ahora. Tenía que haberse prohibido antes, ya que la celebración contaba con todos los ingredientes necesarios para que se produjera un desastre.
Pero este tipo de información no está nunca en manos de los ciudadanos, aunque debiera estar obligatoriamente en manos de los políticos que ahora achacan todos los errores a los organizadores, lavándose las manos con inaudito descaro, sin admitir que no se investigó en modo alguno, la dinámica de la fiesta.
¿Por qué no sabía el Ayuntamiento que se había duplicado el aforo? ¿Por qué no exigió, antes de emitir el permiso, una vigilancia estrecha de los objetos que el público podía introducir en la fiesta? ¿Por qué los agentes municipales no e3staban en los alrededores, como debiera ser forzoso, en casos de aglomeraciones como ésta?
Estas preguntas, que flotan naturalmente en el ambiente y que debieran haber sido respondidas por la señora Botella, como cabeza visible del Ayuntamiento de Madrid, han quedado incomprensiblemente sin respuesta y todo hace pensar que una vez pasada la indignación de los primeros días, desaparecerán en el tiempo, sin que nadie ofrezca una explicación a los ciudadanos, ni asuma lo sucedido la fatídica noche de Haloween.
Ahora que se aproxima la Navidad, los padres de los jóvenes de este país volverán a tener el corazón en un puño mientras sus hijos no vuelvan a casa, tras las celebraciones de Año Nuevo.
Visto lo visto, no se puede esperar más ayuda que la que les brinde el azar, porque está claro que a los políticos sólo les verán si se produce una nueva tragedia.



miércoles, 7 de noviembre de 2012

La noche más hermosa



Mientras Barak Obama saboreaba las mieles del triunfo que le ha llevado, por segunda vez, a ocupar la Presidencia de los Estados Unidos, los gays y lesbianas españoles festejaban la sentencia del Tribunal Constitucional, que establece definitivamente la igualdad entre todos, a la hora de decidir con quienes quieren compartir sus vidas, independientemente de su sexo o condición.
La decisión, que ha venido precedida por una reflexión de varios años, ratificaba que el término matrimonio pueda ser usado con toda naturalidad, también cuando los contrayentes pertenezcan al mismo sexo y echa por tierra todas las esperanzas que había puesto el PP en el recurso presentado por Trillo y que se oponía claramente a estas uniones, aunque algunos quisieran hacerlo aparecer como una mera cuestión de léxico.
Una marea humana se echó anoche a la calle para festejar que esta historia haya tenido un final feliz, que merece indiscutiblemente, tras la larga lucha librada por este colectivo durante tanto tiempo y que tantas trabas ha encont5rado desde siempre por parte de los conservadores, que se niegan a admitir una realidad únicamente centrada en lo sentimental, pero que se ha tratado de tergiversar desde todos los ángulos, como si se tratara de una cuestión política de enorme relevancia.
Ha sido pues, esta pasada, la noche más hermosa que probablemente vivirán estas personas reiterativamente apartadas y vejadas por su condición sexual, cuyas uniones permanecían al margen de la Ley, negándoles el mismo trato que esta confería al resto de los españoles y que en muchos casos se acompañaba de una incomprensible persecución, que ha estado sistemáticamente arruinando cualquier posibilidad de ser feliz, a los que por convicción propia, se encontraban al margen de una supuesta “normalidad”, que ni siquiera estaba establecida por jurisprudencia.
La cabezonería de los populares, que les ha llevado incluso a dar conferencias en las que algún supuesto erudito trataba la homosexualidad como una enfermedad mental de los que la “padecían”, acaba de chocar, por enésima vez, contra el muro de la legalidad y también contra el de una sociedad que hace ya tiempo, empezó a admitir con total naturalidad estos hechos, demostrando que se puede convivir en paz con cualquier tipo de familia, siempre que haya respeto.
De nada han servido las marchas organizadas a este fin por las púrpuras eclesiásticas encabezadas por Rouco Varela y nutridas por una legión de incondicionales cuya auténtica conciencia y caridad, se apartan mucho del evangelio al que siguen, ni las comparaciones frutícolas de la Señora Botella o la terrible indignación de todos los beatos del país, que nunca admitieron otro catecismo que el suyo y que ahora habrán de conformarse con esta justísima decisión.
Por fin, los núcleos familiares formados entre el colectivo de gays y lesbianas podrán dedicarse exclusivamente a cultivar su felicidad, sin temer que una mano negra venga a deshacer las uniones o a retirarles la custodia de sus hijos.
Este paso, pone a España a la cabeza de las naciones progresistas que se han atrevido a terminar con los tabúes que siempre han rodeado a estos temas e iguala de manera real a todos los ciudadanos que la habitamos, en un ambiente de libertad que para sí quisieran muchos de los territorios que se consideran a sí mismos avanzados, mientras caen en la contradicción de no respetar las tendencias privadas de los hombres y mujeres que los forman.
También el flamante ganador de las elecciones americanas llevaba en su agenda la posibilidad de contemplar estos matrimonios y puede que ahora, ratificado de nuevo en su puesto y habiendo liberado a su país de la tortura del tea party con este triunfo, pueda hacer una realidad los sueños de los colectivos que confiaron en él y en su promesa de legalizar su situación, de una vez para siempre.
Hay muchos motivos para felicitar a esta gente, pero el principal es sin duda, el de haber entrado a formar parte, por fin, de la categoría de ser ciudadanos totalmente libres.







martes, 6 de noviembre de 2012

Una razón para seguir



Por muy agotados que estemos y aunque nos parezca que esta crisis no terminará nunca, rendirse al desaliento significa la renuncia a proporcionar un futuro digno a las generaciones que nos siguen, en el duro camino que nos ha tocado vivir.
No tiene el hombre derecho a dejar en el más absoluto desamparo, a aquellos que, sin voluntad de nacer, fueron puestos en el mundo por ellos, con la previsión de que mejorarían sus condiciones para habitarlo, aunque entonces aún estuviéramos motivados por la utopía de la riqueza para todos.
No basta la amargura del presente para movernos a la rendición, abandonando la esperanza de poder cambiar lo que está sucediendo o de habilitar los medios para remediar la pobreza.
Al fin y al cabo, las cosas materiales no son más que una apariencia de felicidad, que suele desvanecerse con facilidad en cuanto tropieza con las motivaciones más íntimas, que siempre tienen que ver con los sentimientos.
Y aunque se reconoce que nos son verdaderamente necesarias, su carencia ha de representar, precisamente, un móvil para permanecer en la brecha y no una razón de peso para caer en brazos del desánimo.
El hombre era antes más feliz porque se sentía cómodo mientras se respetaban sus derechos, pero llegado el tiempo de la desolación y el silencio, de la deshonestidad y la avaricia, que sitúa en la cúspide del mundo solamente a unos pocos, en detrimento de la inmensa mayoría que representamos todos nosotros, su desgracia es mayor por el hecho de no sentirse respetado, que por tener que renunciar a una posición de privilegio, en la que moverse a plenitud, sin el cortapisas de la necesidad para salir adelante.
A lo largo de la historia, muchos hombres se han sentido exactamente igual que nosotros ahora. Pero la facultad de pensar y su tenacidad han hecho posible vencer los escollos y superar la adversidad, aún cuando el panorama que les rodeaba no podía ser más tétrico y sólo contaban, como ahora, con la fuerza de su unión, para avanzar en la consecución de algunas metas, que entonces aún parecían inalcanzables.
El recuerdo de su memoria, podría considerarse como un punto de partida para los que todavía permanecen a la espera de que ocurra un milagro y para los que desde hace tiempo tenemos claro que nada nos es dado sin el esfuerzo de ganarlo a pulso y a diario, un ejemplo a seguir, en la seguridad de que la lucha siempre termina dando sus frutos y de que no existe esfuerzo vano, cuando se pone empeño en él y no se pierde la paciencia.
Todos aquellos que tratan de convencernos con la idea de que las batallas de los pueblos son simples algaradas sin la menor posibilidad de éxito, saben también, como nosotros, que esta premisa es absolutamente incierta. Lo afirman, parque en el fondo temen que el pensamiento de unidad se contagie y acabe por convertirse en un fenómeno universal de incalculables consecuencias, capaz de mermar los dividendos que ahora les reportan el temor y la ignorancia, que hacen de nosotros esclavos físicos y mentales de un sistema proclive a la explotación de los demás, en beneficio de unos cuantos.
Pasar por encima de esta opinión, es la primera obligación de los que nos encontramos a este lado de la batalla. Entender que la defensa de nuestros intereses es única y exclusivamente de nuestra propia incumbencia y abandonar la esperanza de que alguien con posibilidades de hacerlo, pueda premiarnos con algún regalo que sobrepase las expectativas que para nosotros se tienen, son conceptos que no tenemos más remedio que asumir, si queremos procurar una salida digna para toda la humanidad y un mañana mejor para los que cada uno tenemos más cerca.
Dar ejemplo a nuestros hijos, enseñándoles que la rebeldía es un factor necesario para permanecer vivo, constituye un deber ineludible, si queremos ser recordados por nuestros hechos cuando pase el tiempo.
Nada hay peor que dejar memoria de haber sido cobarde o conformista, ya que la historia del mundo, desde luego, siempre la escribieron los valientes.

lunes, 5 de noviembre de 2012

Rectificar a tiempo




Como era de esperar, Octubre arroja un nuevo jarro de agua fría a las ya heladas narices del PP, con un descomunal aumento de la cifra del paro, que vuelve a poner en evidencia el rotundo fracaso de la Reforma Laboral propiciada por los conservadores y que no está aportando siquiera, una leve mejoría a la desesperación de los que no encuentran empleo.
Cualquier persona medianamente inteligente no esperaría más y retiraría de inmediato el decreto, en vista del resultado obtenido tras varios meses de aplicación, pero los políticos, muy a nuestro pesar, suelen adolecer de una cabezonería machacona y no les gusta nada reconocer sus errores, por muy garrafales que sean, como es el caso.
No crean que nuestro invisible Presidente ha corrido a ofrecer una mínima explicación de los hechos para, al menos, tratar de contener la furia de la ciudadanía contra las medidas que viene adoptando. Más bien, aún amenaza con practicar nuevos recortes, sin que se sepa de qué partida piensa hacerlo y hasta parece orgulloso del panorama que presenta el país desde que desgraciadamente, cayó en sus manos, a pesar de que su gestión y la de su equipo, no ha podido ser más nefasta para todos nosotros.
Supongo, que al no conocer la sensación que se experimenta cuando uno va a trabajar sin estar seguro de si lo hará por última vez, por cierre de la empresa, gozará de una tranquilidad de espíritu, que por sistema nos niega al resto de los habitantes de la Nación, al habernos colocado en las manos de unos empresarios sin escrúpulos, a los que ha otorgado todo el poder para hacer y deshacer a su antojo y que hace tiempo decidieron que les resultaba más rentable privarnos a todos de nuestros derechos.
Pero es que además, ni baja la prima de riesgo, ni se arregla el problema de la Bolsa, ni ha conseguido quitarnos de encima la sombra de un rescate inminente, ni ha dado con ningún tipo de solución para que remonte la economía, incluso después de tiranizar las relaciones laborales, exigiéndonos un esfuerzo que, en muchos casos, ya resulta imposible de cumplir.
Como tampoco ha bebido nunca el trago amargo de tener que hacer cola delante de una oficina del INEM, suplicando cualquier tipo de ocupación, a cambio de un sueldo de miseria, es de suponer que no entiende la magnitud de la ruina que nos azota y que, por tanto, jamás será capaz de atajarla, como es su obligación, desde que decidió presentarse a unas elecciones, para ocupar el puesto que ostenta.
El problema, hace ya tiempo que dejó de ser meramente político, para convertirse en una cuestión de humanidad y clama al cielo que entre todos los cargos que se sientan en el Parlamento español, no sean capaces de encontrar un camino por el que sacarnos de un atolladero al que nos ha llevado, directamente, su antiguo delirio de grandeza.
Nada es factible, desde luego, desde el momento en que el gobierno y el pueblo contemplan dos realidades distintas de una misma cosa y los encargados de dirigir nuestro destino se desentienden de la ciudadanía, como si en vez de ser los electores que los colocaron donde están, fueran una pesada carga de la que están deseando liberarse, a base de reprimir sus derechos y hacerlos cada vez más pequeños, en la escala de los seres humanos.
Porque si se ha cometido un error, lo lógico sería subsanarlo a la mayor brevedad posible, en lugar de abundar en el mismo camino, hasta hacerlo todo irreparable.
Nada hay peor que la soberbia de creernos infalibles, esgrimiendo razones que nada tienen que ver con la verdad, para salvarnos de la crítica feroz de los que, en este caso, están sufriendo las consecuencias de nuestra cadena de fracasos.
Así no se da una imagen de credibilidad, ni a los ojos de Europa, ni a los de nadie que posea una cierta capacidad de raciocinio.
Así, se hace el ridículo y se adquiere una fama de trapacería, que embadurna todo lo que tocamos, hasta cuando decimos la verdad, colgándonos una etiqueta de manifiesta inutilidad, de la que nos será prácticamente imposible deshacernos.
De sabios es dar marcha atrás y comenzar de nuevo, ensayando otras vías, experimentando otros retos quizá menos cruentos, e incluso desdiciéndonos de cuanto dijimos, con la ilusión de alcanzar un buen fin.
Claro que la sabiduría, parece haberle sido negada a este gobierno.

domingo, 4 de noviembre de 2012

El amo del mundo



A finales de esta semana, las dudas sobre quién gobernará los destinos de la tierra, habrán quedado, por fin, despejadas y el nuevo Presidente de Los Estados Unidos de América, resurgirá gloriosamente de entre la desolación causada por el huracán Sandy, eclipsando cualquier otra noticia que pudiera ocurrir en el mundo, dueño de todo el poder y la gloria.
A pesar de hallarse tan lejos de nosotros, también los americanos coinciden en la mala costumbre del bipartidismo y tampoco ellos manejan entre sus opciones de voto, más que dos alternativas a las que acudir, como si no fueran posibles otras ideas, que las de los republicanos y los demócratas.
Esta vez, Romney y Obama protagonizan una dura batalla, apurando la recta final de la campaña para arrancar de los indecisos su intención al acercarse a las urnas, aunque rodeados por la misma parafernalia lúdico-colorista que siempre ha caracterizado esta elección, de la cual depende el futuro de todos nosotros, en los próximos cuatro años.
Es obvio que todas las ilusiones rotas por Obama en la última legislatura, van a pasarle el Martes factura y que aquellos cientos de miles de votantes que se tiraron al vacío al grito de “Yes, we can”, ya no son los mismos, ni mantienen las mismas expectativas que entonces les movieron, al no ver colmados sus deseos ni cumplidas las esperanzas depositadas en el primer presidente negro de su historia.
Pero Romney parece sacado de un armario cerrado en el año cuarenta del pasado siglo, bañado en alcanfor y estancado en la mojigatería de una moral de doble rasero, que choca frontalmente con las ideas de una juventud, que al menos ha conseguido evolucionar, y mucho, en las cuestiones relacionadas con su manera de vivir la libertad y en cómo administrarla.
El recuerdo de Bush y su afán por conquistar territorios a base de guerras, pulula también sobre las cabezas de los norteamericanos, cansados de ser los supuestos defensores de una verdad que ya no resulta creíble para casi nadie y les proporciona un motivo de peso para la resistencia a ser considerados como una especie de cruzados modernos, en contra del terrorismo mundial.
Quizá este rechazo pueda finalmente inclinar la balanza del lado de los demócratas y su desgaste quede reducido a la nada, si se ponen en la balanza una serie de elementos de corte social, que los republicanos ni siquiera llevan en su programa, o se calculan las consecuencias de la derogación de algunas de las leyes vigentes en la actualidad, como la del aborto o los matrimonios entre personas del mismo sexo y que tienen detrás, ciertos logros de verdadera importancia, que algunos no están dispuestos a perder.
O tal vez pueda más la indignación que la esperanza y no se otorgue una nueva oportunidad al Presidente, que en varias ocasiones ha reclamado más tiempo para poder cumplir sus promesas y se opte erróneamente por votar a favor de quien se supone más entendido en economía, a tenor de la crisis que también se sufre en aquellas latitudes, aunque en menor grado que en la nuestra.
Lo cierto es que el resultado de estas elecciones, desgraciadamente, nos incumbe también, y de qué modo, a todos nosotros y que dependiendo del talante del nuevo vencedor, así serán las políticas universales que gobernarán nuestro destino.
El amo del mundo, llámese Obama o Romney, está a punto de ser coronado y la expectación es enorme. No podía ser de otra manera. Cosas del Imperialismo de ayer, de hoy y siempre.







jueves, 1 de noviembre de 2012

Un Haloween sangriento



La manía de importar costumbres propias de otros países, como esta fiesta de Haloween, que se ha instalado entre nuestros jóvenes con inusitada fuerza, acaba por convertir en tradiciones algo que siempre nos ha sido ajeno y que nada tiene que ver con nuestra idiosincrasia como pueblo, por mucho que quieran imponérnoslo como si fuera propio.
Estas fiestas multitudinarias, que en el fondo no son más que una excusa para pasar fuera de casa una noche loca de alcohol y diversión, que normalmente les son vedadas a la mayoría de los adolescentes, suelen responder a la idea de algún comerciante avispado, que ve en ellas una vía para aumentar considerablemente sus ingresos y la promociona a base de publicidad, bombardeando a los jóvenes, hasta conseguir hacerse con su voluntad, para contar con ellos como clientes.
Anoche, el tono lúdico de la celebración se cobraba tres víctimas mortales, que perdían la vida en una avalancha humana, surgida en una de esas macrofiestas, en las que las medidas de seguridad son puramente testimoniales y cuya finalidad es la de conseguir atraer a cantidades ingentes de público, estén o no preparados los lugares en que se celebran, para acogerlos sin que peligre la integridad personal de los que allí se encuentran.
La situación, que sobrepasa todos los límites de la decencia y convierte en ganado a los que apuestan por este tipo de eventos, nunca es controlada por nadie hasta que no se produce una tragedia y pone en tela de juicio el funcionamiento de unas leyes del todo inoperantes, contra esta especie de desalmados, que comercian sin freno con los que aún no han dejado de ser niños, aunque jueguen a ser personas mayores, ayudados por la benevolencia de sus progenitores.
A pesar de que muchos Partidos han llevado en sus programas electorales la intención de acabar fulminantemente con cualquier tipo de celebración que congregue a una masa incontrolable, como las botellonas o las fiestas universitarias de la primavera y otras similares, la verdad es que, como bien puede comprobarse, nadie ha conseguido siquiera minimizar sus efectos y las calles de las ciudades siguen siendo tomadas habitualmente por los jóvenes, por lo que resulta bastante extraño que tragedias como la de ayer, no hayan sucedido antes, dado el panorama que se puede observar, en cada una de estas celebraciones.
Este Haloween sangriento, que no es más que la punta del iceberg de un gran problema con el que convivimos, sin prestarle la atención que su gravedad merece, viene a corroborar la preocupación de muchos padres cada vez que sus hijos salen de casa y la indignación de muchos ciudadanos, que se ven obligados a convivir con la barbarie y el descontrol que producen estas multitudes, presas del alcohol y las drogas, como todos sabemos.
Tal vez ahora, que nadie puede devolver la vida a estas adolescentes, los juristas se empleen a fondo en buscar una solución al conflicto, persiguiendo con contundencia a quienes especulan para obtener beneficios, con la salud mental y física de los jóvenes, imponiéndoles sanciones de carácter económico, que terminen de raíz con un negocio, moralmente ilegítimo.
Si pusieran el mismo empeño en identificar y multar a los incontrolados, que ponen en cada una de las manifestaciones de los indignados, por ejemplo, seguramente, no estaríamos hablando hoy de esta triste noticia, ni se habría dado pie a llegar hasta aquí, para perjuicio de todos nosotros.