En cuanto las calles del país se han llenado de pensionistas
indignados, en un movimiento impredecible, que cada vez recuerda con más fuerza
a las manifestaciones del 15M, al Partido Popular se le han encendido todas las
alarmas y el sólo pensamiento de que podría perder a una gran parte de los que
habían sido hasta hora sus electores, debe haberle aconsejado la urgente necesidad de encontrar una salida a este
problema, que se ha enquistado en las venas de una Sociedad, harta de la
inacción de un Gobierno que ha no sólo ha vaciado la hucha de las pensiones,
sino que ha tenido el atrevimiento de sugerir a los mayores que se procuren
planes privados, creando una incertidumbre colosal en este colectivo que abarca
a más de nueve millones de ciudadanos y que en su mayoría, pasa auténticos
apuros para cubrir las primeras necesidades, que toda persona tiene.
Apoyándose en la idea de que un buen número de nuestros
mayores, carece de la Formación
necesaria para entender al pie de la letra los asuntos de la Economía y sin
tiempo para urdir otro plan, a causa de la repercusión que están teniendo estas
manifestaciones semanales, en todo el territorio nacional, a Montoro se le ha
ocurrido lanzar un anzuelo, en el que promete una rebaja fiscal, aún por
determinar, a todos aquellos jubilados que pasen de los ochenta años y que ha
sido, inmediatamente rechazado por los asesores con los que cuentan los
colectivos en lucha, al representar una trampa monumental, pues sólo afectaría
a una mínima parte de los perceptores de pensiones y no sólo por razones obvias
de edad, sino también porque una buena parte de ellos, se encuentra exenta de
hacer la declaración de la renta, al no alcanzar los doce mil euros anuales,
que para ello se exige.
La indignación ha subido de tono, al comprobar que como en
otras ocasiones, los populares no tienen el menor reparo en tratar de
aprovecharse de los más débiles y han
sido innumerables, las voces de expertos economistas que se han apresurado a
informar a los afectados de lo que supondría para ellos, la aceptación de tal
propuesta, dejando meridianamente claro que esta no es la solución al problema
que les aflige y que habría que evitar
por todos los medios, que tales medidas se apliquen.
A esta denuncia, se han unido también los Partidos de izquierdas,
que defienden, esta vez al unísono, la viabilidad de una subida que se
corresponda con la del IPC, para todos los pensionistas españoles y que abominan
del intento del Ministro Montoro, que en cierto modo trata desesperadamente de
dividir a los jubilados, para frenar el estallido social que están
protagonizando y que ya ocupa las primeras páginas de los grandes periódicos
del mundo.
La indignidad de sacar partido a esta coyuntura, que ha
sobrevenido por un problema real que sufren, en carne propia, nuestros mayores
y que viene dado por la espantosa gestión que llevado a cabo el Gobierno de Mariano
Rajoy, tras hacer trizas en 2013, lo acuerdos del Pacto de Toledo, puede dar
una idea de la catadura moral que
caracteriza a los Ministros conservadores y ofrece a los españoles un motivo más, para
no volver a votar a este Partido Popular, que brega a duras penas, atrapado
entre la corrupción, el separatismo y las consecuencias de sus políticas de recortes
y que no sabe o no desea resolver la precariedad laboral que nos ha traído su
famosa Reforma estrella, dejándonos un rastro de inestabilidad permanente, que no terminará hasta que no
abandonen un poder que quizá no debieron ganar jamás, a la vista de las
circunstancias que vivimos.
Ahora que Ciudadanos parece haberse descolgado de la tutela
de Rajoy y se atreve a dar pasos al frente buscando un adelanto electoral que
conviene a sus intereses de Partido, sería un buen momento para que las
Formaciones de izquierdas hicieran el esfuerzo de unirse para librar una
batalla final y presentaran una moción de censura que, tal vez, hasta podría
contar con el apoyo de un Albert Rivera, que sueña día y noche con la
oportunidad de alcanzar la Moncloa, obviando que en esto de la política, nada
está escrito de antemano, ni es para siempre.
Lo único que podría afirmarse, sin margen de error, es que el
PP atraviesa el que ha sido hasta ahora, el
peor de sus momentos y que la vieja derecha, se tambalea de un lado a
otro, a la espera de que una ráfaga de malos vientos, consiga derribarla, el
día menos pensado, con deshonor y sin probabilidad de recomponer la imagen que han
dejado en el corazón de los ciudadanos de un país, harto hasta la saciedad, de
que se juegue con sus sentimientos.
Puede que sean los mismos que supieron dar el paso hacia la
Democracia, los que consigan ahora el milagro de volver a cambiar el Sistema, ofreciendo
esta vez, a los jóvenes que les siguieron, toda una lección de cómo se puede
gestionar la libertad y sobre todo, de la importancia real que tiene la fuerza
de los votos, cuando ya no se puede más y se necesita abrir las ventanas para
respirar aire puro, si no se quiere morir asfixiado, por el olor a podredumbre
que corroe los cimientos de nuestra propia casa.