Nos
ponemos en marcha, después de un duro e interesantísimo año de trabajo que nos
ha dejado muchas satisfacciones, pero a la vez, también desasosiegos y lo
hacemos, procurando dejar atrás un pasado que nunca volverá, echándonos a la carretera
con el propósito que mueve a todos los
viajeros cuando inician un camino desconocido y que suele plantearse,
pues de otro modo resultaría tedioso y aburrido, como una aventura de
reencuentro con uno mismo, a través de la contemplación del paisaje y la
atracción por conocer gente nueva que pueda aportarnos experiencias distintas a
las que vivimos en nuestra cotidianidad, ofreciéndonos la oportunidad de ennoblecernos
y de abrir sin límites nuestras mentes, por esos caminos
que nunca se sabe dónde nos llevarán y que suponen para nosotros, un reto
esperanzador y maravilloso.
Ligeros
de equipaje y dispuestos a poner en la ruta libertad y alegría, abandonamos
nuestra ciudad de origen y la rutina habitual que durante este último periodo
de intensidad ha terminado por devorarnos hasta la extenuación, a pesar de que
el verano está siendo bastante benigno, para dirigirnos, dónde el viento nos
lleve, seguros de que la geografía de este hermoso país al que pertenecemos,
nos premiará con toda seguridad, ofreciéndonos más de una grata sorpresa.
Buscamos,
con el descaro que da la veteranía, aprender las costumbres y tradiciones de
gente que siendo aparentemente como nosotros, es al mismo tiempo diversa y nos ilusiona
constatar que todas las diferencias que aparentemente pudieran separarnos son
al fin y a la postre, absolutamente enriquecedoras, pues bridan la ocasión de confirmar
que el entendimiento entre seres humanos siempre es posible.
No
les quepa la menor duda de que todo ese aprendizaje quedará de un modo u otro,
reflejado después en los mensajes que desde estas humildes páginas lanzo al
mundo todos los días y que en cierta medida, pondrán también su grano de arena
en mi carácter, pues las personas han de ser moldeables mientras duren sus vidas, si no
quieren que su pensamiento quede anclado
en un tiempo que continúa avanzando inexorablemente.
Como
todos los años, no podría iniciar este periodo de reposo sin mostrarles mi
gratitud por dedicarme su tiempo y su
paciencia, sobre todo porque compartir mis letras con mis “ilustres
desconocidos”, que es como yo suelo llamarles a ustedes en la intimidad, me
reporta un enorme placer, impagable, en este mundo globalizado que suele
moverse casi siempre, a base de dinero.
Su
lealtad desde tantos lugares lejanos, que confluyen en estas páginas como si de
un chat de amigos se tratara, no puede despertar en quién escribe, más que una
emoción personal, sólo equiparable a la que solemos sentir, cuando se
revolucionan las querencias.
Espérenme,
por favor, hasta Septiembre, igual que yo esperaré de nuevo reencontrarles,
para empezar de nuevo.
No
se olviden, como siempre les aconsejo, de procurar buscar felicidad y den a los asuntos, buenos o malos,
la importancia real que les corresponde. A veces, lo exageramos todo, para
tener que arrepentirnos luego.
Hagan,
su santa voluntad y libérense de las ataduras que traten de imponerles,
recordando que les asiste todo el
derecho a poder disfrutar de la vida, tal y como quieran y sobre todo, no
permitan que les atemoricen los agoreros que les rodean, pues cuando uno va
cumpliendo años, entiende con meridiana claridad que este tipo de gente, no
merece un solo minuto de nuestro tiempo.
Cerramos
un periodo y la casa y hasta pronto. Ya nos veremos.