La prisión incondicional para Bárcenas que ayer tarde dictó
el Juez Ruz, como broche a la investigación que sobre este enrevesado caso ha
venido realizando, me hace sentarme ante
el ordenador para escribir, a pesar de haber publicado hoy que no lo haría,
hasta recuperarme de mi intervención oftalmológica.
No he podido evitar que esta noticia me afecte positivamente,
como a la mayoría de los españoles y no poder hablar sobre ella me produciría
un regusto amargo, que no merece la pena soportar.
Ha sido mucha la insistencia de la opinión pública para que
el Juez diera este paso y muchas las críticas que se le han hecho a Ruz, por no
haberlo dado antes, a pesar de que las pruebas recogidas, aportaban una
claridad meridiana sobre las actividades ilícitas que este individuo llevaba a cabo, con total impunidad, desde la
sede Central del PP, justo hasta primeros de este mismo año.
Sus constantes idas y venidas fuera de las fronteras del
País, aún habiéndosele encontrado sumas extraordinarias en paraísos fiscales,
aparentemente evadidas y de dudosa procedencia, hacían pensar en que existía en
su caso, un alto riesgo de fuga, que parece ser que en este momento habría
estado a punto de culminarse, si la intervención de la justicia hubiera dejado
pasar también, esta oportunidad, para colocar al presunto estafador, exactamente
dónde merece.
Los cabos que se puedan atar a partir de ahora, si Bárcenas,
como es previsible, decide hablar, negándose a ser el chivo expiatorio de un
asunto estratégicamente relacionado con la Gurtel, podrían acarrear consecuencias
de extrema gravedad a la cúpula del PP, ahora en el Gobierno, si resultara
factible probar el asunto de los sobresueldos y el origen pseudo mafioso de los
mismos.
Bárcenas siempre ha mantenido que no asumiría su culpa en
soledad y ya en prisión, bien podría tratar de negociar una salida airosa para
sí, en este caso, aunque para ello tuviera que recurrir a delaciones, hasta
hace bien poco impensables, con las que devolver a sus ex compañeros de partido,
el profundo desprecio con que le han tratado en los últimos meses, ahora que ya
nada tiene que perder.
Parece que Ruz tiene sus esperanzas puestas precisamente en
esto y que la prisión incondicional que no le permitirá salir con el pago de
una fianza, contribuiría grandemente a que los hechos se desarrollen a partir de
este momento así, debido a que la experiencia carcelaria no debe ser,
precisamente, plato de gusto para quien está acostumbrado a un tren de vida
similar al que hasta ayer mismo, llevaba el ex tesorero.
La incertidumbre que habrá generado en el PP esta decisión
judicial, ha de ser necesariamente, profunda y tormentosa.
Por ello, habrá que estar al tanto de las reacciones de sus líderes
y fundamentalmente, de todos aquellos que aparecen en los papeles de Bárcenas,
que han negado en infinidad de ocasiones el cobro de sobresueldos , pero que
ahora quedan más expuestos que nunca a que el encarcelado se decida a confirmar
la autenticidad de los mismos, colocándoles en una diana informativa y
judicial, de la que difícilmente podrían escapar, sólo con negativas y
evasivas.
Queda pues en suspenso lo que ocurrirá a partir de hoy y yo
me marcho a mi operación dejando esta patata caliente sobre la mesa y con la
alegría de ver, por fin, cómo uno de los presuntos delincuentes de delitos
económicos es puesto a buen recaudo, aunque muy tarde, por la acción de nuestra
frágil justicia.
Habrá, seguro, tiempo de retomar el tema y de hablar largo y tendido,
sobre lo que acarreará, pero ahora, con perdón, mis ojos se convierten para mí,
en lo más importante.