La estrategia de inflar presupuestos, que tan buenos
resultados ha dado a los mentirosos de turno, de cara al electorado de este
país, parece ser la línea elegida por el Ministro Montoro, de cara al 2014, a
pesar de ser evidente que ninguna de las previsiones expuestas se cumplirá y
que en este periodo venidero no se solucionaran realmente, los graves problemas
que acucian al pueblo español.
Pero queda bien ante Europa decir que hemos salido de la
recesión y esperar que la marcha de las exportaciones y el turismo propicien la
llegada de un imposible milagro, mientras se dilata en el tiempo el momento de
hacerse otra vez con el poder, a ser posible, volviendo a jugar con la
inusitada candidez de los españoles.
Por activa y por pasiva se le ha dicho a Rajoy que ese no es
el camino. Hasta el ala de su partido que lidera el ex Presidente Aznar, ha
expresado por boca de éste que algunas de las medidas tomadas, como la de subir
los impuestos, no contribuyen para nada a mejorar la situación que padecemos.
Pero este Presidente inaccesible para todos aquellos que puedan discrepar de su
modo de hacer política y que permanece enrocado en una realidad inexistente que
pintan para él a diario el grueso de sus
más cercanos colaboradores, está verdaderamente empecinado en defender lo
indefendible y en seguir practicando un modo de gobernar apoyado en la mentira,
los recortes y la soberbia de ser infalible, como su amado Papa de Roma.
Seis millones de desempleados esperan con impaciencia en su
puerta, muchos de ellos además, fuertemente perjudicados a partir de ahora por
la bajada de poder adquisitivo de los jubilados que los mantienen y miles de
jóvenes cerebros se despiden, casi seguro, para siempre de este País,
agradeciéndole personalmente a Rajoy, que no les quede otro recurso más que el
de emigrar, para poder labrarse un porvenir, con la dignidad que les roba su
Reforma Laboral y su abandono descarado de la investigación, para la que no
quedan fondos en las arcas de su Estado perfecto.
No es probable que durante los próximos dos años se olvide la
sensación de empobrecimiento que sentimos en nuestros corazones, hasta el punto
de que los colectivos afectados por los desmanes practicados desde el reducto
de la Moncloa, puedan otorgar el perdón que Rajoy reclamará, con toda
probabilidad, en cuanto necesite que los votos lo ratifiquen como Presidente.
No podrán olvidar los funcionarios que les robó una paga
extraordinaria que seguramente nunca recuperarán, además de reducirles el
sueldo, ni los enfermos que se les obligó a pagar un tanto por ciento de los
tratamientos, además del repago que ya se decretó al principio de la
legislatura y que ha agravado el malestar de todos aquellos que, por necesidad,
han de visitar la farmacia con cierta frecuencia.
No olvidará todo aquel que se haya visto impelido a abandonar
la carrera, a causa de de la controvertida Ley Wert, ni olvidará el millón de
trabajadores, víctimas del despido libre que propicia la Reforma Laboral, ni
los que a diario son presionados por empresarios sin corazón, para aceptar
lastimosas condiciones de trabajo, cercanas a las de los países del tercer
mundo.
Tampoco olvidarán los pequeños y medianos empresarios a los
que una Banca, cuyo rescate nos ha colocado al borde del abismo, niega la
posdibilidad de obtener que fluya el crédito, hasta el punto de haberse visto
en la tesitura de tomar el camino del cierre de su negocio por falta de una
liquidez, que este gobierno nunca obligó a facilitar a quien puede otorgarla, a
pesar de que está en su mano, la fuerza necesaria para hacerlo.
Tampoco olvidarán los preferentistas que quien tiene el poder
en España ha consentido que se les estafen los ahorros de toda una vida,
mientras los directivos que propiciaron el engaño, barajan cifras de vértigo en
sus retiros, a pesar de haber conducido a las entidades bancarias, a la
situación que ha dado lugar al endeudamiento de la Nación, sin haber respondido
por ello.
La sociedad en general, mantendrá fresco en el recuerdo, que
los casos de corrupción que vinculan a infinidad de políticos a un delito
continuado o permanente, nunca fueron ni serán aclarados, mientras el pueblo se
debate agónico, en su lucha diaria contra la miseria.
Así que presupuesten lo que presupuesten, inflen o no los
resultados obtenidos y hágase lo que se haga por maquillar la realidad que nos aflige,
Rajoy, si llega, perderá con toda justicia las próximas elecciones y la
responsabilidad de su abandono forzoso del poder, será, exclusivamente, suya.
…Y ya no estará Zapatero para hacerle culpable de la situación
en que dejará este País.
¿Qué hará entonces?