miércoles, 26 de febrero de 2014

La ceguera


Puede que a Mariano Rajoy no le importe la unánime opinión que han manifestado todas las demás fuerzas políticas, contra su manera de manejar las riendas del País y puede que confiando en la seguridad que le otorga su mayoría absoluta, desoiga como viene haciendo desde su llegada al poder, todos y cada uno de los argumentos que se han puesto encima de la mesa en este debate sobre el Estado de la Nación, como si la única realidad que existiera, fuera la de color de rosa que nos ofrecen los líderes populares en todas sus intervenciones y también en la de ayer mismo.
 Puede que creyendo en su infalibilidad, probablemente influido por su ferviente catolicismo, confíe en que no existe ni un pequeño margen de error en su gestión política y hasta puede que esté viviendo un sueño fantástico, en el que sólo oye las voces aduladoras que susurran en sus oídos que es el mejor Presidente que se ha conocido en España.
Puede que condicionado por  la imposibilidad de estar en contacto directo con la calle, no haya llegado a comprender la auténtica dimensión de la angustia que atenaza a millones de españoles y puede que sea tan fuerte el convencimiento ideológico que le embarga, que no sea capaz de concebir otra vía para la humanidad y para esta España en concreto, que la que ofrecen los magnates del capitalismo.
Pero cuando se da la circunstancia de que todas las voces, provengan de la corriente que provengan, coinciden en señalar una y otra vez los mismos errores y basta con mirar alrededor para entender sin tener una privilegiada inteligencia, que las medidas que uno ha estado aplicando no han obtenido otro resultado que el de un estrepitoso fracaso, no debe ser tan difícil llegar a la conclusión de que quién se equivoca es uno mismo, sin que quede otro camino que recurrir a una urgente rectificación, si se considera como cierto, que equivocarse es de sabios.
No cabe mayor vergüenza para un político que la de tener que oír de todos y cada uno de sus adversarios, afirmaciones que ponen en duda la limpieza de su trayectoria personal y menos aún, si abierta o tácitamente, se le llega a relacionar junto con muchos otros miembros de su Partido, en los casos más graves de corrupción acaecidos en este País y que verifican las cifras de imputados del PP que todos conocemos a través de la prensa.
Y sin embargo, la mueca en la cara del Presidente que todos pudimos ver tras la celebración del Debate, ni siquiera delataba un atisbo de mínima preocupación, ni denotaba las heridas que inevitablemente tuvieron que dejar en él, los múltiples ataques personales que acababa de recibir desde el púlpito del Congreso.
 ¿Cree por tanto Mariano Rajoy que su estancia en el poder será eterna, sin que la oposición demostrada por todos los demás ni el serio desgaste sufrido en estos dos años de mandato, puedan pasar factura en las urnas a su mala gestión de la crisis?
Puede que la soberbia le impida adivinar el destino que seguramente le espera, pero el menosprecio aplicado contra sus adversarios políticos, no evitará de ningún modo que la soberana opinión de los españoles termine por colocarlo, exactamente, justo en el sitio que merece y aunque quizá no sea precisamente quién más teme, el más beneficiado de su pérdida, también la división de los votos acaba por derribar al más sólido de los líderes, colocando en su lugar, en muchos casos, a aquel al que menos atención se prestó, e incluso se ninguneó, pensando que no tenía la menor oportunidad de llegar a ser el protagonista de ninguna historia.




martes, 25 de febrero de 2014

El mal estado de la Nación


Un Rubalcaba que recordó al Alfonso Guerra de otros tiempos, trituró ayer las tesis de Mariano Rajoy durante el debate del Estado de la Nación, con la contundencia de un discurso que podría asumir la totalidad de los españoles y que de no ser por el mal recuerdo que todos tenemos de la última etapa de Zapatero, bien podría volver a encumbrar al PSOE hasta el poder, con la contundencia que en tiempos de Felipe González le otorgó la fuerza  de los votos.
Como una apisonadora pasó Rubalcaba  sobre el triunfalismo que Rajoy había intentado transmitir durante su intervención en el Parlamento, restando importancia, incluso, a las medidas fiscales que con afán electoralista anunció el Presidente allí mismo, con carácter de urgencia, mientras fue enumerando, una a una, la infinidad de recortes que se habían aprobado en los dos años de Gobierno de los populares y que han llevado a los ciudadanos a una desesperación que en nada casa, con las “magníficas” perspectivas que oficialmente se auguran para nuestro futuro.
El discurso no pudo ser más realista y no ahorró el líder socialista dramatismo en cada una de sus bien estudiadas palabras, llegando incluso a superar en radicalidad a otros grupos de la izquierda y volviendo a traer a la memoria de los españoles la emoción que en otros tiempos, conseguía mantenerlos pegados a la pantalla del televisor, cuando se celebraban sesiones en el Parlamento.
No hubo lugar a tregua para un Presidente de Gobierno que sorprendido por lo inusual de la situación, no supo responder al reto del veterano que tenía enfrente y que, para desgracia propia, fue vapuleado sin piedad por la fuerza de los argumentos, quedando en evidencia que todas las presunciones que pretendía establecer, nada tenían que ver con la realidad cotidiana que tan bien conocemos los españoles y que debemos agradecer, en su totalidad, a la pésima gestión que los populares han hecho, desde que aterrizaron en la Moncloa, en Noviembre de 2011.
Puede que el tiempo de Alfredo Pérez Rubalcaba haya pasado y que esté pensando seriamente en retirarse de la política, pero de ser así, su marcha no será desde luego por la puerta de atrás, sino avalada por la importancia de este mensaje desgarrador, que prueba que incluso un cadáver político puede, si se lo propone, resurgir un momento de sus propias cenizas, para protagonizar una intervención histórica en un Hemiciclo, absolutamente deteriorado por la inconsistencia de los discursos que allí se han venido vertiendo en los últimos tiempos.
Sin caer en la tentación de ofrecer el voto al PSOE en los próximos comicios europeos, valió la pena ayer escuchar lo que Rubalcaba decía, aunque no fuera más que por saber que los reiterativos argumentos electoralistas de los populares, pueden ser aplastados, con el simple ejercicio de recurrir a la verdad, asumiendo el discurso que desde la calle transmite la sociedad todos los días, con la esperanza de que, como ayer, algún político  lo haga suyo en el Parlamento.
Así que siendo justos, no queda más remedio que agradecer a Rubalcaba que se atreviera a expresar desde la tribuna parlamentaria, todo lo que otros llevamos diciendo y escribiendo desde hace años, desde otras posiciones menos relevantes, pero cargados de la misma razón y con el mismo derecho a ejercer la protesta que pueda asistir a los parlamentarios que, al fin y al cabo, todos elegimos.


lunes, 24 de febrero de 2014

Cómo manipular a una audiencia


Durante casi una hora, el genial Jordi Évole mantuvo a los españoles pegados al televisor, construyendo una curiosa teoría sobre el golpe de Estado de Febrero de 1981, que mientras duró, consiguió echar por tierra las infinitas informaciones que sobre este tema se habían publicado hasta ahora e incluso logró ir provocando en la audiencia un encrespamiento creciente, que sólo se sofocó cuando al final de la emisión, se aclaró que todo había sido un engaño.
La participación en el programa de líderes políticos de todo signo, periodistas e historiadores de primer orden y la de un José Luís Garcí entregado a su papel de colaborador en la preparación de un falso golpe de Estado, confirieron a la ficción unos tintes de credibilidad, que al final dejaron la sensación de que resulta sumamente fácil elaborar una teoría conspirativa y hacerla absolutamente creíble para unos espectadores, proclives a caer de bruces en cualquier manipulación, si se  fabrica con suficiente seriedad, como para que nadie pueda dudar de su veracidad, aunque resulte ser del todo incierta.
Quizá los televidentes de mayor edad, que vivimos en primera persona el curso de los acontecimientos históricos que se dieron previamente al golpe de Tejero, adivinamos enseguida que el programa tenía más que ver con La guerra de los Mundos de Orson Wells, que con una realidad oculta hasta ahora, sobre todo porque conociendo el talante de los españoles, resulta prácticamente imposible creer que sabiendo tanta gente lo que se nos estaba narrando, nadie hubiera tenido durante más de treinta años, la tentación de enriquecerse con un relato de tamaño interés, sobre todo teniendo en cuenta el amor al dinero que han demostrado tener los políticos, a juzgar por los casos de corrupción que hemos ido sufriendo y que no cesan de aparecer a diario, en la prensa.
También podía dar una pista sobre que todo era ficción, el hecho de que viviendo aún líderes de la categoría de Felipe González, Alfonso Guerra y otros muchos que formaron parte de aquel Parlamento, ninguno de ellos apareciera en pantalla apoyando la teoría que se estaba exponiendo y todo recayera en políticos de importancia menor, como es el caso de Alcalá o Vestringe, en relación con los primeros.
Pero los más jóvenes, que no vivieron el momento y cuya visión de los políticos no puede ser otra que la de considerarlos  embaucadores profesionales, por lo que ahora están conociendo, seguramente cayeron del todo en la trampa y creyeron, a pies juntillas, lo que el periodista estaba poniendo en pie durante el programa y que podría haber sido, bien mirado, totalmente cierto.
Puede que a mucha gente le haya molestado esta especie de broma macabra, construida alrededor de un tema tan serio, pero todo cobra un sentido distinto si, como al final del programa se explica y treinta y tres años después de que sucedieran los hechos, todavía los investigadores se ven ante la imposibilidad real de avanzar en el conocimiento de lo que pasó en realidad, puesto que se les impide acceder a documentos e informaciones que se guardan celosamente, sin que se sepa la verdadera causa de este inexplicable silencio.
Sin que aún sepamos por ejemplo, la importancia que tuvieron entonces los que desde la vida civil apoyaron de mil maneras la preparación y ejecución del golpe y ni siquiera todos los nombres de los mismos, cada nuevo aniversario de aquel 23-F, se vuelven a repetir los mismos programas en las mismas cadenas, sin que ninguno de ellos aporte nada nuevo que resulte importante para el esclarecimiento de lo ocurrido, a que los españoles tenemos derecho.
Nadie puede negar pues, a Évole, la genialidad de atreverse a jugar el partido en un campo distinto, ni la osadía de demostrarnos a todos que si alguien quiere y dispone de los medios a su alcance, se puede escribir una historia absolutamente distinta a la que sucede en realidad y convencer a las mayorías de que lo que se está contando es cierto.
Aunque eso ya lo intuimos los españoles cada vez que oímos y vemos al Gobierno Rajoy en sus apariciones televisivas y luego miramos comparando, la realidad que padecemos los ciudadanos, comprendiendo inmediatamente, que es otra bien distinta.


domingo, 23 de febrero de 2014

La incógnita ucraniana


Como si la guerra fría aún tuviera vigencia y los dos grandes bloques capitalista y comunista permanecieran, cada cual, anclados en sus posiciones más radicales, el estallido social sobrevenido en Ucrania en los últimos días, ha vuelto a colocar en el mapa a esta República ex soviética y dividiendo a sus habitantes en partidarios u opositores de las políticas de su gobierno, con el trasfondo amargo de miseria que también hasta allí han llevado la crisis  y la corrupción, como a otros lugares de Europa.
Siendo ya la violencia incontrolable y habiendo producido un número indeterminado de muertos, la presión popular y la deserción en masa de una gran parte del ejército han dado como resultado la huída y posterior detención del Presidente Yanukovich y la liberación de la lideresa Timoshenko, que se había convertido en la única esperanza para una parte de la población.
Veníamos avisando hace tiempo que no tener nada que perder puede mover a las masas a tomar decisiones que probablemente en tiempos de bonanza, resultarían para ellas del todo inaceptables y que cuando una línea política tensa tanto la cuerda, que los que están al otro lado empiezan a sufrir síntomas de ahogamiento, puede ocurrir cualquier cosa, sobre todo si el contexto cercano ofrece una imagen, muchas veces falsa, de perfecta estabilidad y la información que acaba llegando a través de una publicidad  engañosa, sólo augura un sinfín de beneficios para los que forman parte de un determinado grupo, como podría ser el caso de la Unión Europea, obviando la cara oculta de otra realidad, que en este caso únicamente conocen en carne propia, aquellos grupos sociales que la padecen.
Concretamente en Ucrania, a la que nadie niega estar soportando una situación probablemente insostenible, haber permanecido quizá demasiado tiempo bajo la influencia soviética, le ha reportado un deseo de cambio del todo natural, pero que seguramente se poya en unas determinadas perspectivas, que podrían no ser todo lo halagüeñas que los ucranianos esperan o incluso llegar a colocar a su país, si finalmente se produce su ingreso en la Unión, en escenarios parecidos a los que padecen en la actualidad, Grecia, Portugal, Irlanda o la misma España.
Quizá por eso y porque la rebelión se ha visto fuertemente apoyada por grupos de extrema derecha, la incógnita que abre lo que puede suceder a partir de ahora en Ucrania, se nos antoja, cuando menos, imposible de predecir y ciertamente inquietante, si en el futuro la supuesta dictadura que abandonan, se transformara en otra de signo diametralmente opuesto, pero como todas ellas en general, igualmente nefasta para los ciudadanos de a pie, como suele suceder en todos aquellos lugares donde se asientan ambas.
De la dirección que vayan tomando los acontecimientos y de la madurez que pueda demostrar el pueblo ucraniano en las próximas fechas dependerá en gran parte, el discurrir de su futuro.
Dejarse llevar por las vanas palabras de iluminados  salvadores, dispuestos a prometer la transformación de un erial en un paraíso, suele acarrear, tras un primer periodo de enajenación colectiva, producida por las mieles de lo que se considera un triunfo, una gran decepción, sobre todo si el prometido reparto de la riqueza, termina beneficiando sólo a la élite del poder y a una serie de monopolios que con toda seguridad, estarán deseosos de establecerse, en nuevos territorios que incrementen los horizontes de sus ganancias.
Deseamos al pueblo ucraniano, sensatez para madurar antes de lanzarse al vacío y la cordura necesaria para no dejarse embaucar por el espejismo que ofrecen determinados centros de poder, ávidos por ampliar la circunscripciones que abarcan sus agresivas políticas neocapitalistas, cuyo único deseo resulta ser, al fin y a la postre, el de conseguir que nadie escape a su control y que todos quedemos atrapados bajo el mando tiránico que su forma de protección nos ofrece.



jueves, 20 de febrero de 2014

Una dimisión negociada


No le queda más remedio al PP que exigir la dimisión de Granados, tras la aparición en el Diario El Mundo de la existencia de su cuenta en Suiza, aunque a la hora en que escribo este artículo, el Senador no parece dispuesto a renunciar a su condición de aforado y continúa intentando defender una insostenible inocencia, alegando que la cuenta a que se alude fue cerrada en 2000 y que nada tenía que ver con sus funciones políticas.
Pero resulta altamente sospechoso que Suiza alerte a las autoridades españolas de una cuenta ya clausurada y que el dinero depositado allí proceda de otras fuentes que no sean las de los numerosos cargos que ha venido ocupando Granados en el Partido Popular.
Y sin embargo, el tira y afloja que se mantiene en el día de hoy entre el Senador y la Formación a la que pertenece, hace presagiar que la dimisión que se le exige será llevada a cabo, solo si las condiciones pactadas satisfacen a quien protagoniza esta historia, probablemente escarmentado por la soledad en que su Partido se atrevió a dejar a Luís Bárcenas una vez que fue detenido y que  él mismo aplaudió, a través de sus numerosas declaraciones a la prensa, en ese momento.
Pero el Partido popular no puede permitirse que esta persona siga ocupando el cargo que ocupa, si pretende que la campaña electoral que se avecina no se convierta en un chaparrón de acusaciones vertidas desde las filas de otras siglas y muy especialmente desde el PSOE, a quién el PP no ha parado de bombardear con dureza, desde que se destapara el caso de los ERE de Andalucía.
De todos es sabido lo que valen para los políticos un puñado de votos y que no se escatima en argucias para conseguirlos, sobre todo si la carnaza ofrecida por algún nombre de cierta relevancia entre las filas de los adversarios, es suficientemente jugosa y ofrece posibilidades de cercenar la credibilidad del discurso que en ese momento se vierte, desde los púlpitos de los Estadios.
No obstante, parece que Granados podría tener en su poder valiosísima información sobre los entresijos de su propio Partido y eso le convierte a la vez, en un elemento peligroso para la estabilidad interna y externa de los que son ahora nuestros gobernantes, por lo que la negociación sobre su marcha podría convertirse en un proceso largo y doloroso en el que, momentáneamente, no puede vislumbrarse un claro ganador.
De todos modos, se vaya o se quede Granados, el perjuicio será mucho más importante para el Partido que para él mismo. Si se queda, porque generaría una reacción inmediata por parte de la Oposición, que no dudará en hacer lo posible por denostar la postura de quienes permiten continuar en sus filas a un sospechoso de evadir impuestos y si se va, porque se correría el inasumible riesgo de que empezara a compartir confidencias con determinada prensa, deseosa de saber más sobre la presunta financiación ilegal del PP o el gravísimo asunto de los sobresueldos.
Nada se sabe de momento, sobre qué cartas tomará la Justicia en este asunto, pero si nos guiamos por lo ocurrido en el reciente caso de Bárcenas, Granados podría ser detenido en cualquier momento por la existencia de esa cuenta, si el aforamiento de que aún disfruta por su cargo de Senador no lo impide y puede probarse la coincidencia de ese millón y medio de euros, con alguna obra pública con la que haya tenido relación, seguramente durante sus años en la Alcaldía.
La enésima posición que ocupa Granados en la lista de los presuntos corruptos que militan en su Partido, no resta sin embargo, un ápice de interés a esta historia, sobre todo si se recurre a la hemeroteca para volver a recordar sus múltiples apariciones defendiendo la honestidad de la clase política o bien, justificando todas y cada una de las medidas de recorte llevadas a cabo por el Ejecutivo.
Solo se nos ocurre una explicación para la desfachatez de este individuo y no es otra que la de que debe poseer un elevado afán de protagonismo que no le deja resignarse a prescindir de acudir a los medios de Comunicación que han requerido de su presencia, por pura presunción de verse en la pantalla de la cadena que sea, opinando sobre temas de actualidad, de tú a tú, con prestigiosos periodistas.
A ver si ahora continúa en su línea de actuación y asiste sin demora a explicarnos a todos hasta el último detalle de la existencia de su cuenta suiza y sobre todo, cómo se puede obtener honradamente, en un país en crisis, millón y medio de euros, mientras el pueblo no consigue salir de la miseria. 


miércoles, 19 de febrero de 2014

Otra cuenta en Suiza


No es de extrañar que este País se encuentre en la desastrosa situación que padece, si a lo que sería el curso natural de una gravísima crisis como ésta, se suman las cantidades manejadas en los innumerables casos de corrupción que se van descubriendo y que podrían ser la punta del iceberg que oculta bajo sí otros muchos que probablemente nunca conoceremos, a pesar de intuirlos cada cual, en el ámbito en que se mueve.
No pasa un solo día sin que la prensa nos sorprenda con alguna ilegalidad cometida por alguno de los políticos, consiguiendo que cada nueva revelación empequeñezca a las anteriores por su gravedad o por la relevancia que en alguno de los Partidos haya tenido y aún tengan sus protagonistas.
Justo tras la comparecencia en el Senado de Rajoy, para defender la actuación de la Guardia Civil en los luctuosos sucesos de Ceuta, el Diario el Mundo lanza la información de que Francisco Granados ha ocultado durante años una cuenta en un Banco suizo,  cuya media superaba en todo momento el millón y medio de euros.
Inmediatamente nos vienen a la memoria, como no podía ser de otra manera, las durísimas declaraciones que este Senador del PP, procedente de la Comunidad de Madrid, ha vertido en innumerables ocasiones sobre el caso de Bárcenas, probablemente seguro de estar protegido por el secreto bancario, aunque algunas fuentes señalan que en Diciembre intentó sin éxito dejar a cero su cuenta, que ya estaba siendo investigada por la policía española, desde hacía varios meses.
No cabe mayor inmoralidad y el PP debe ser absolutamente consciente de que la noticia le llega en el peor de los momentos, en tanto en cuanto viene a sumarse a los muchos problemas internos que vienen afectando a la buena armonía de la familia conservadora y sobre todo por la importancia de que en ella ha gozado el protagonista de la historia, desde hace varios años.
El descaro con que Granados se ha enfrentado al caso de Bárcenas y la defensa a ultranza que ha venido haciendo sobre la honradez de los miembros de su partido, convierten su peripecia suiza en mucho más imperdonable y pone en duda todas y cada una de las palabras pronunciadas en relación a este asunto, haciendo tambalearse cualquier atisbo de credibilidad que pudiera quedar de pie, en  las comparecencias que los miembros del PP han hecho ante los medios, para proclamar a los cuatro vientos su pretendida inocencia.
La vileza de llamar a Bárcenas delincuente, mientras su cuenta permanecía intacta en Suiza, sin haber tenido siquiera la precaución de haber utilizado el nombre de un testaferro, coloca a Granados en una situación insostenible, no ya en el seno de su propio partido, sino también a los ojos de todos aquellos a los que se atrevió a exigir austeridad, mientras se convertía en adalid de las políticas de recortes de Rajoy, de la Reforma Laboral y de que el peso de la justicia cayera inexorablemente sobre los corruptos, claro que sin hablar de sí mismo.
De qué manera asumirán Rajoy y los suyos esta nueva noticia, es una incógnita en estos primeros momentos, pero fuentes cercanas al Gobierno hablaban ayer de que el Presidente y los Ministros se hallaban visiblemente afectados por la gravedad del descubrimiento, aunque ninguno de ellos había querido hacer declaraciones sobre tan escabroso asunto.
La proximidad de las elecciones europeas y la popularidad del protagonista de esta historia, podrían sin embargo incidir muy negativamente en la opinión de la ciudadanía, ya bastante indignada por el número de políticos del PP imputados en casos de corrupción en los últimos tiempos y también porque las cantidades que se manejan alrededor de ellos, bien podrían reafirmar las sospechas existentes sobre la percepción de sobresueldos, cuestión que explicaría lo abultado de las cuentas de estos individuos y que de ninguna manera pueden ser fruto de trabajar honradamente en un servicio público.

El futuro se pone negro para Rajoy y si la verdad termina prevaleciendo sobre el engaño, probablemente se pondrá imposible.

martes, 18 de febrero de 2014

¿Motivos personales?


Parece que el Juez castro está dispuesto a mantener la imputación de la Infanta Cristina en el caso Noos, al no haberle convencido ninguno de los argumentos  manifestados durante las horas de la declaración que tuvo lugar en los Juzgados de Palma, durante la mañana del día ocho, del presente mes.
La impecable labor que está llevando a cabo el Magistrado, podría verse, sin embargo, empañada por el empecinamiento del Fiscal Horrach, si son ciertas las suposiciones publicadas por la revista Interviú y como se dice, se ha permitido enviar un documento a la defensa de la hija del Rey, ofreciendo las claves necesarias para que pueda salir indemne, de su enfrentamiento con la justicia.
La negativa de Horrach a la existencia de dicho documento, ha sido inmediata, pero la mera sospecha de que dicha información pudiera ser cierta, unida a la más que extraña actitud adoptada por el fiscal en este caso, coloca sobre él todas las miradas de los medios informativos y de una ciudadanía, atónita ante la machacona persistencia de Horrach, en demostrar la inocencia de esta imputada, a pesar de que su obligación sería, precisamente, la de buscar la manera de que la  acusación se mantuviera, tras el estudio de la multitud de indicios existentes.
El solo pensamiento de que dicho documento pudiera ser real, sin ser delito, pondría en tela de juicio todas las normas de la ética profesional de este fiscal en concreto y vendría a sumarse a los muchos motivos que ya tienen los españoles, para desconfiar del buen funcionamiento de la justicia.
El enfrentamiento entre Castro y Horrach, que se ha convertido en algo habitual desde que coincidieron en la instrucción de este caso, llega a dar la impresión a los que miramos desde fuera de que el Fiscal ha de tener, necesariamente, graves problemas personales con el Juez, o no se entiende que con su actitud haga tambalearse todas las pautas de funcionamiento de la justicia, únicamente con la intención de que la monarquía no tenga que pasar el mal trago, de tener que ver a uno de los suyos sentarse en el banquillo de los acusados y ser susceptible de ser condenado, si así se entendiera, tras la celebración del juicio.
Pero si Cristina de Borbón no ha sido capaz de solventar  airosamente las numerosas sospechas que la relacionan con lo ocurrido en las Sociedades que regentaba con su marido, a pesar de habérsele dado la oportunidad de aclarar ante el juez, todas las dudas que la señalaban como conocedora de la marcha de estos negocios, la primera obligación de quien lleva la causa no puede ser otra que la de mantener la imputación y aconsejar su comparecencia en juicio, junto a los otros acusados en relación con este caso.
Que las presiones externas han sido muchas y de toda índole, no es un secreto para nadie y todos hemos podido ver y escuchar, incluso, al mismísimo Presidente de nuestro Gobierno, defender la inocencia de Cristina, ante las cámaras de televisión.
Pero las injerencias que se ha visto obligado a soportar el Juez, no pueden borrar la contundencia de los hechos y el rastro de facturas pagadas con dinero procedente de las Sociedades, unido a la insípida manera de responder de la Infanta durante el interrogatorio, no hacen sino confirmar que supuestamente, no solo  sabe más de lo que dice, sino también que podría estar ocultando valiosa información que ayudaría sobremanera al esclarecimiento del caso, por amor, o por puro interés personal, de no ser salpicada por la magnitud de este escándalo.
  Y aún si como se espera se mantuviera la imputación, tampoco estaríamos seguros de que se hiciera efectiva contra ella la acción de la Ley. La extraña conjugación de gente variopinta, interesada en que salga ilesa del trance, hace presagiar que el culebrón no ha hecho más que empezar y que aún falta un largo camino por recorrer, para que se demuestre con hechos, que la Justicia en este País, podría empezar a ser igual para todos.



lunes, 17 de febrero de 2014

Un ejercicio de memoria


Cómo afecta a la política de partidos, la llegada de un periodo electoral, no es un secreto para nadie, ni incide en la credibilidad que cada uno tiene de cara a los ciudadanos, por mucha novedad que se ofrezca, con el evidente propósito de ganar, por cuantos más votos mejor, al resto de los adversarios.
El golpe de efecto de Rubalcaba poniendo a Valenciano al frente de las listas para las europeas, ha acelerado la elección del nuevo representante del PP en Andalucía y hecho saltar el rumor de que Rajoy, con toda probabilidad, se desprenderá en breve de unos cuantos ministros molestos, con los que la ciudadanía en general, no muestra sino una indignación continuada y sin precedentes.
Pero la misma teoría que avanzábamos el otro día para el PSOE y su falta de imaginación para componer un argumento mejor que el de dar un lavado de cara a su panorama general, conservando a la misma gente en los mismos puestos, valdría también para este PP, cuya mendacidad ha alcanzado las cotas más altas conocidas en nuestra Democracia y tampoco para él supondrá nada el intento desesperado de esconder a los responsables directos de las más enérgicas protestas, ya que todos sabemos que la política llevada a cabo por el ejecutivo nunca hubiera sido posible, sin el apoyo tácito o declarado del mismo Presidente.
Que Wert, Soria o Mato pasen a un segundo plano antes de la campaña electoral y que el incombustible Arenas, perdedor impenitente de todos los comicios a los que se ha presentado en Andalucía desaparezca por fin de la vida de los andaluces, ni cambia la manera de pensar que Mariano Rajoy guarda en su intimidad, ni es la panacea que aleje de nosotros el fantasma de los recortes, ni la solución para la miseria que sufren los seis millones de parados que se arrastran ante las oficinas del INEM, suplicando la oportunidad de reincorporarse a un mundo laboral, seriamente dañado por la Reforma aprobada por los conservadores.
Pero la premura del tiempo suele causar en los ineptos una innegable inquietud por intentar arreglar todo aquello que ocurrió gracias a sus crasos errores y hace que la imaginación trabaje a ritmo desaforado para tratar de encontrar una vía de escape por la que evadirse de cuánto ha sido su responsabilidad, sin haber sido solucionado nunca y que pesa como una losa cuando unas nuevas elecciones precisan de la colaboración de los votantes, para que algunos se reafirmen en el poder u otros lo consigan, si sus argumentos logran convencer a los sufridos ciudadanos.
A veces, son tantas las mentiras que se vierten durante el transcurso de una campaña electoral, que no queda otro remedio que tirar de hemeroteca para cerciorarse de que lo que almacenamos en nuestra memoria como un mal recuerdo, ocurrió de verdad y no ha sido fruto de nuestra imaginación, a juzgar por el discurso que oímos en boca de determinados políticos.
Así que un cambio de gobierno en el caso del PP, no puede ni debe hacernos olvidar todo lo que nos ha ocurrido, gracias a su gestión, en estos últimos dos años. Ni las cifras de paro que padecemos, ni el intento continuado de privatizar la Sanidad o la Educación, ni la bajada real de los salarios y las pensiones, ni las escandalosas subidas de las energías, ni la liberalización del despido o la aprobación de una amnistía fiscal para los evasores de impuestos, ni la idea de cambiar la vigente Ley del aborto, nos lo hemos inventado nosotros.
Tampoco han sido un espejismo,  la proliferación de los desahucios en nuestro País, ni la millonaria ayuda que se ha dedicado a la Banca, mientras los españoles sufrimos la época más difícil conocida en varios siglos de nuestra historia.
Cambiar las caras pues, es únicamente un gesto promovido con la clara intención de volver a embaucar a unos cuantos incautos, incapaces de ver más allá de sus propias narices, para conseguir nuevamente la confianza de sus votos.
Pero si cada cual apela al simple ejercicio de  ejercitar su propia memoria, poniendo en una balanza su situación personal de hace unos años y la que corresponde al día de hoy, toda la persuasión a que vamos a ser sometidos de aquí a que se celebren las europeas, resultará para el PP, del todo inútil, sin dar los ansiados frutos que supone saborear las mieles del poder, tan apetecido y valorado por todos.
Prueben y juzguen ustedes mismos.





domingo, 16 de febrero de 2014

La paradoja suiza


Probablemente sin entender del todo el peligro que representa, Suiza coquetea con los planteamientos de la extrema derecha y vota para restringir la entrada de extranjeros en su territorio, a pesar de que su tasa de paro no pasa del tres por ciento y no existe una competencia real que justifique de ninguna manera la defensa a ultranza de los nativos contra los que llegan de fuera, cuando se trata de obtener un puesto de trabajo.
Este País, que se había tenido desde siempre por uno de los más civilizados de Europa y que en los años sesenta y setenta contó con mano de obra llegada de todas partes, incluidos los miles de españoles que se desplazaron hasta allí buscando una mejora sustancial en su modo de vida, cruza ahora una línea de riesgo que pone en peligro la libre circulación de personas que tanto ha defendido la Unión Europea, colocándose en una postura ideológica incomprensible para todos aquellos que aman la Democracia y de cuya ilustrativa experiencia tanto pudimos aprender tras el paso de los nazis por Alemania.
Ya sabemos que Suiza nunca ha formado parte de la Unión, pero que ha sido considerada por todos como un vecino respetable y respetuoso, con el que se podía convivir, sin esperar ningún tipo de sobresaltos que pudieran representar una ruptura radical con las reglas establecidas y aceptadas por todos como buenas y a pesar de que históricamente es de todos conocido, que una gran parte de la riqueza de esta Nación procede de la laxitud demostrada por su poderosa Banca, al recibir de buen grado grandes capitales de dudosa procedencia, ninguno de los miembros de la Unión ha considerado siquiera la posibilidad de incluirla en la extensa lista de Paraísos fiscales conocidos, probablemente como pago a la educación exquisita con que se ha tratado desde allí, la concordia.
Pero es absolutamente inmoral que mientras se recibe con los brazos abiertos a todos aquellos extranjeros de traje y corbata que pisan territorio suizo portando un maletín, cuyo contenido es inmediatamente ingresado en cualquiera de las sedes bancarias que salpican lo largo y ancho de su geografía, sin demostrar demasiado interés por la identidad de los clientes, ni por la procedencia del dinero que aportan, se cierren a cal y canto las fronteras impidiendo el paso a quienes únicamente aspiran a mejorar sus condiciones vitales, en muchos casos empujados por las circunstancias políticas de sus países y aún siendo portadores de un extenso bagaje cultura y una formación exquisita, con la que enriquecer cualquier lugar en el que decidieran establecerse.
Para que quede claro, Suiza   no estará dispuesta de ninguna manera,  a admitir en su territorio a los emigrantes pobres, aunque nada se dice en esta ley de próxima aplicación, sobre todos aquellos que avalados por una posición económica de altísimo nivel, procuraran lo mismo y a los que sin duda alguna, estarán encantados de recibir, sobre todo si están dispuestos a abrir jugosas cuentas, bajo secreto sumarísimo, en su Banca.
Luego entonces, la xenofobia que ha crecido entre su gente, nada tiene que ver con el color de la piel y ni siquiera con los postulados que tradicionalmente ha defendido la extrema derecha, que ahora los ha convencido para obtener su voto y mucho con el poder adquisitivo que puedan demostrar quienes llamen a su puerta, procedan de donde procedan, vistan como vistan y profesen la religión o las ideas políticas que profesen.
La respuesta de la Unión Europea debiera ser, nos parece, inmediata, si  se quiere evitar que el ejemplo pueda contagiarse y afectar en breve a alguno de sus muchos socios, creando de nuevo, un caldo de cultivo propicio para la exclusión de determinados ciudadanos, como ya ocurrió desgraciadamente el siglo pasado y cuyas terribles consecuencias, todos conocemos.
Tal vez, se podría presionar exigiendo un listado completo de la cartera de clientes en los bancos suizos, cumpliendo a la vez el objetivo de esclarecer un número indeterminado pero seguramente alto, de casos de corrupción, que podrían afectar a todos y cada uno de los socios de la Unión, abriendo la posibilidad de recuperar una gran parte de capitales obtenidos de la evasión de impuestos.
Hurtar a los ciudadanos el derecho a la libre circulación, aún cuando  afecte a uno solo de los países europeos, constituye un grave atentado a leyes que todos creíamos, para siempre, aceptadas y abre una incertidumbre de cara al futuro, imposible de negociar, sino se quiere caer directamente, en brazos de una nueva forma de fascismo.     



jueves, 13 de febrero de 2014

Pena de excomunión


Una vez más, la Iglesia Católica irrumpe en el panorama político español, no ya para expresar una opinión lícita sobre un tema de actualidad, sino para amenazar a sus fieles con el peor castigo que puede aplicarse sobre quienes siguen su doctrina y que no es otro, que la de ser excomulgado si desoyendo las órdenes de su pastor, aún sin tener en cuenta las circunstancias personales, participen de algún modo, en una práctica de aborto.
El dilema moral en que se coloca a las mujeres católicas que por las razones que fueren decidieran interrumpir un embarazo no deseado, en estricta aplicación de su libertad de elección, pasa porque  habrían  de plantearse que serían inmediatamente expulsadas de su Iglesia y despojadas abruptamente de la religión que eligieron como suya, además de todos los traumas que ya reporta tomar una medida como ésta. 
 Las continuas injerencias en los asuntos de Estado que viene practicando la curia española dependiente del Vaticano , muchas veces invadiendo terrenos que escapan de la estricta labor pastoral que debe caracterizar a una Iglesia, parecen recrudecerse precisamente, cuando los temas que se tratan inciden sobre situaciones que ocurren en un plano de intimidad y que debieran dirimirse exclusivamente en ese ámbito, sin convertirse en objeto de juicio, ni para los políticos, ni para los curas, que en nada conocen los motivos que mueven a cada cuál para tomar un cierto camino de sexualidad, o a decidir sobre el momento en que llegar a la maternidad, de un modo libre y consciente.
Como si la Edad Media no estuviera tan lejos como todos pensamos y la intolerancia inquisitorial que se practicaba en aquel tiempo siguiera presente entre todos nosotros, la voz huraña de la Iglesia y el dedo levantado de sus pastores , continúan avasallando a los feligreses desde los púlpitos, poniéndoles en claro que el Castigo Divino no es cosa del pasado y recordándoles que todo aquel, en este caso aquella, que se aparte del redil señalado, será apartado de la Comunidad, con saña y para siempre.
 Y esta actitud incomprensible, si tenemos en cuenta que España es constitucionalmente, un Estado laico, es tolerada y aplaudida por los conservadores que nos gobiernan, quizá porque coincide en el fondo y la forma, con los planteamientos esgrimidos desde que se asentaron en el poder, con la intención más que probable, de no abandonarlo nunca.
La soberbia y la inmisericordia, comunes a católicos y populares, cercenan sin embargo, la libertad de elección que cualquier ciudadano tiene, cuando se vive en Democracia y hacen del terror al castigo, un argumento continuamente utilizado para conseguir los fines previstos por unos y por otros y que serían esencialmente, poder conseguir una sumisión plena de los ciudadanos ante sus órdenes, sin dar derecho a réplica a los que sufrimos su tiránica forma de gobernar o la involución constante de la doctrina inamovible que se sigue en su Iglesia.
Y no basta con que las Leyes previstas hagan prácticamente imposible abortar en España, sino que además, el fantasma de la anacrónica excomunión perseguiría a la gente a través de las fronteras y salpicaría además a médicos, enfermeras, personal sanitario que intervinieran en el aborto y a todos aquellos que conociendo la intención de quien lo hiciere, le prestara algún tipo de apoyo o comprensión, aunque fuera simplemente, por una cuestión de caridad.

De locos.   

miércoles, 12 de febrero de 2014

Fomentando la impunidad


Tras vencer en la consulta sobre la reforma de la Ley del aborto y aprovechando el revuelo que se generó ayer alrededor de este asunto en el Congreso, el PP da un paso adelante en su disparatados métodos políticos y propone robar a los jueces españoles su derecho a juzgar crímenes cometidos por ciudadanos u organismos internacionales, fomentando una impunidad que puede traer consigo una importante elevación de una serie de delitos de todo tipo, sabiendo los delincuentes que aquí no podrán ser juzgados por la comisión de los mismos.
Casos como el asesinato de José Couso, presuntamente a manos de soldados americanos, durante la guerra de Irak, podrían ahora quedar archivados en el fondo de algún cajón, para desdoro de unos familiares que jamás verán satisfechas sus ansias de justicia.
Que el PP no quiere conflictos ni oposición alguna a la gestión que está realizando desde su llegada al poder, no es ningún secreto, ni coge por sorpresa a unos ciudadanos cada vez menos confiados en el funcionamiento de la justicia, pero cuya opinión aún salvaba la labor de determinados jueces que no se han dejado influir por la presión política y que aún continúan en sus cargos ejerciendo con honradez la profesión que eligieron, con el único ánimo de dirimir los casos, con plena equidad y en cumplimiento estricto de lo que marcan las Leyes.
La intención de imputar al Presidente chino, en relación con el genocidio del Tibet, parece haber sido el detonante de esta propuesta y el afán de seguir luchando de la familia Couso por conocer la verdad de lo que pasó en el Hotel Palestina, puede haber ayudado a los populares a hacer promesas a determinados mandatarios con poder, asegurándoles con esta nueva Ley, impunidad para sí mismos y todos aquellos a los consideran bajo el amparo de sus respectivas banderas.
Pero es que el crimen del cámara, que todos pudimos ver en directo, gracias al buen hacer periodístico de Jon Sistiaga, sigue siendo una herida abierta en el corazón de  los españoles, que continúan  deseosos de que se juzgue a quienes se atrevieron a convertir en blanco de guerra un edificio de carácter civil, en el que igualmente pudieran haber muerto muchas más personas, de no haberse ofrecido a través de la televisión, las imágenes que todos vimos y que dejaban claro que todo sucedió cuando Couso se encontraba, por supuesto inerme y en total indefensión frente a la incomprensible agresividad de sus asesinos.
Que esta propuesta coincida prácticamente en el tiempo con la visita que hace pocas fechas realizó Rajoy a Estados Unidos y con su entrevista con Obama, no deja de ser, al menos ciertamente sospechoso y dota de  razón a los que piensan que la decisión puede deberse a un compromiso personal de Rajoy con el líder estadounidense, en desagravio por el alejamiento que se produjo entre ambas Naciones, en la época de Zapatero.
Pero si esto es verdad, debe preocuparnos y mucho, que quién es Presidente de nuestro país anteponga los intereses norteamericanos o chinos a los de su propio territorio y sobre todo que no muestre ningún afán por esclarecer lo que pueda ocurrir a los ciudadanos españoles, abandonando a la familia de un fallecido en extrañísimas circunstancias a su suerte, mientras les cierra las vías legales que podrían ayudar a que se hiciera justicia.
Pero todos sabemos de la probada obediencia de Rajoy a otras banderas y de su sumisión a los mandatos de otros dignatarios, en detrimento de todos nosotros, llámense Merkel u Obama, si con su amistad puede conseguir un apoyo tácito a las medidas que ha venido aplicando, aunque con ellas lesione directamente los derechos legítimos de los españoles o les hurte el amparo que una justicia democrática debiera ofrecerles, como en el caso que nos ocupa.
No hay más que oír las declaraciones de las mujeres del PP, antes de la votación sobre la retirada de la ley del aborto, para confirmar lo que digo.
Todas votaron en contra, no ya porque pensaran que lo que se contemplaba en dicha ley beneficiara el furo de las españolas, sino porque la Propuesta la presentaba el PSOE, su enemigo de siempre.

La conciencia, el honor y lo que sea mejor para los ciudadanos, por lo visto, carece de toda importancia. 

martes, 11 de febrero de 2014

Una jugada imperfecta


Mandar a Elena Valenciano a Europa, no le servirá a Rubalcaba para mejorar sus resultados en los próximos comicios, ni servirá al PSOE para salir del bache en que se encuentra, gracias a las últimas medidas tomadas por el Gobierno de Zapatero, si no desaparecen del panorama político y en breve, todos aquellos que puedan recordar a la ciudadanía la etapa final del último mandato del partido que tantas puertas abrió a quién le sucedió en el poder, para desgracia de todos nosotros.
La herencia de Zapatero, no sólo es el argumento más utilizado por el PP, para justificar sus recortes, sino también el recuerdo nefasto de la inauguración de una política que nada tendría que ver, en principio, con nada que recuerde a la doctrina socialista y que a todos nos pareció una rendición incondicional a las exigencias del capitalismo feroz que reina a sus anchas en Europa y que defraudó enormemente a los electores que habían confiado en que el PSOE siempre defendería los derechos sociales y la dignidad  para los trabajadores.
Alfredo Pérez Rubalcaba, estaba allí y no puede, de ninguna manera, cambiar la que ha sido su historia. Su pertenencia al gobierno anterior, ya en sí, representa que hubo un apoyo tácito a cuantas medidas se tomaron entonces y hace dudar en todo momento de la veracidad de sus palabras de ahora, ya que encontrándose en el poder, nada hizo por dar otro rumbo a los primeros recortes que llegaron de la mano de quién entonces era su Presidente.
Y aunque Valenciano ocupó después el número dos y se ignora hasta dónde podría llegar si consolidara su posición en el PSOE, el mero hecho de estar en el mismo espacio que el viejo líder socialista, aferrado inexplicablemente a su cargo, a pesar de la oposición de los suyos y de mucha gente de fuera, ya supone un enorme hándicap  para ganar la confianza de un electorado, demasiado escarmentado de la aventura del archiconocido bipartidismo.
Que el PSOE consiga remontar en las europeas es, no solo bastante improbable, sino prácticamente imposible, mientras Rubalcaba no se decida a abandonar definitivamente la secretaría general del partido, al que perjudica sensiblemente, causando al ciudadano la sensación de no saber a quién votar, sobre todo a los que desengañados de la gestión del PP, estén dispuestos a cambiar su intención, paro  siguen encontrando en la formación socialista a las mismas personas de las que abominaron en las últimas elecciones generales.
La cobardía de no querer asumir que existen otras opciones en el panorama político español, puede ser la mejor baza para el PP en las europeas, a la vez que el peor de los augurios para un PSOE que ha sido incapaz de renovarse, en los dos años de esta legislatura. Ahora bien, si es verdad como dicen algunos, que poner a Valenciano al frente de las listas para las europeas es una forma de asegurarle un trabajo para los próximos cuatro años, porque Rubalcaba está decidido a marcharse, la pregunta sería:
¿Importa más que Valenciano consolide su posición personal, o que el PSOE protagonice un resurgimiento que le ofrezca la posibilidad de volver a la primera línea de juego, en el panorama político español?
Sólo Alfredo Pérez Rubalcaba podría ofrecernos una respuesta.


lunes, 10 de febrero de 2014

Fronteras de sangre


Las quince vidas que se han perdido en la frontera de Ceuta y la polémica que suelen generar estos saltos masivos de marroquís y subsaharianos, que cuando no se enfrentan a las terribles alambradas que ha colocado el Gobierno Rajoy, se juegan el tipo lanzándose a las aguas, muchas veces sin saber nadar, parecen haber quedado relegadas a un segundo lugar informativo por la declaración de la Infanta, aunque por la gravedad de los hechos, el relato debiera haber ocupado las primeras páginas de toda la prensa.
No se entiende qué guarda esta Europa nuestra con tanto celo, ni qué defiende con tanto ahínco, cuando niega la entrada sistemáticamente a estos hijos del hambre que provocó la explotación y después el abandono que como colonizadora ejerció sobre ellos y de los que ahora huye construyendo muros inexpugnables por los que resulta prácticamente imposible acceder a este paraíso capitalista que para nosotros ha creado y que, aun estando en crisis, puede y debe remediar en la medida de lo posible, las terribles necesidades que sufren los pueblos de África, que también son responsabilidad nuestra, aunque sólo sea por cuestiones de pura humanidad.
En lugar de prestar la ayuda que tanto se precisa, las fronteras de sangre que levantamos alrededor de nuestros preciados territorios, dejan en nuestras conciencias un reguero incesante de muerte, que nos recuerda a diario, ya sea en Lampedusa, en Ceuta o en Melilla, que hay un incontable número de personas que prefieren perder la vida, a volver a un entorno absolutamente hostil, en el que las carencias van devastando a diario su salud y su dignidad personal, sin que el primer mundo se implique en la erradicación de una miseria que está terminando con todo un Continente.
Todo es una cuestión de avaricia y de tratar de conservar una imagen ficticia de bienestar que bajo ningún concepto quiere verse manchada por la presencia de quienes nos recuerdan que nuestros comportamientos distan mucho de ser defensores de los derechos humanos y sí significativos de un tipo de xenofobia encubierta, que en principio todos negamos, pero que ejercemos diariamente con la vileza   de nuestros propios actos.
Acostumbrados a no compartir siquiera aquello que nos sobra, tener que competir por un puesto de trabajo con un extranjero u ofrecer nuestras aulas y nuestra sanidad a recién llegados de otros lugares, parece a muchos, una insoportable ignominia. Y no pensamos que precisamente esta España nuestra, ya tuvo que enfrentarse en el pasado a situaciones parecidas en  países como Suiza y Alemania y que dada la situación de paro que soportamos en este momento, a nuestros hijos, con toda probabilidad, no quedará otro remedio que volver a intentarlo. 
Las trabas que ponemos ahora, especialmente nosotros, puede que mañana sean las mismas que nos empiecen a poner en los destinos que elijamos para emigrar y que entonces nos parecerán, seguramente, una afrenta practicada contra nosotros por Naciones económicamente más fuertes, aunque en este momento contemplemos con total normalidad, que esto mismo se practique con otros, demostrando una insolidaridad inexplicable y una frialdad emocional imperdonable para nuestras conciencias.
Cada uno de esos muertos, cada una de las personas que tratan de escapar de su situación de miseria, son, en definitiva, una mancha imborrable en la historia que estamos escribiendo y si no urgimos a los gobiernos a que se encuentre pronto una solución satisfactoria a este problema de mera humanidad, nuestra complicidad con lo que ocurre en las fronteras europeas, será, a todas luces, evidente y el conflicto moral de haber estado mirando a otro lado mientras sucedían estos hechos, habrá de perseguirnos a todos para siempre.




domingo, 9 de febrero de 2014

La esposa perfecta


La comparecencia de Cristina de Borbón ante el Juez Castro, en calidad de imputada en el caso Noos, a pesar de representar un hecho insólito en la Historia de España, debe considerarse como algo natural, si se tienen en cuenta las vicisitudes que rodean este desagradable asunto y se contemplan las múltiples sospechas que indican una participación activa en los negocios que compartía, al cincuenta por ciento, con Urdangarín y la interminable lista de facturas que pagó con dinero procedente de los pingues beneficios que reportaban estas Empresas.
A pesar de protagonizar ante la opinión pública una aparición milimétricamente preparada,  no solo gestualmente, sino también en el modo de responder a las preguntas y si me apuran, hasta en la austera forma de vestir, las casi siete horas que la Infanta permaneció en los juzgados de Palma y el interrogatorio a que fue sometida por Castro y también por el fiscal y las acusaciones particulares, ni arrojaron ninguna luz sobre sus actividades en el caso que nos ocupa, ni sirvió más que para intentar desesperadamente inculpar exclusivamente a Urdangarín de cuánto ha sucedido desde que fundara las empresas junto a su socio Diego Torres, hasta que sus auténticas actividades fueran descubiertas, demostrando que el ánimo de lucro  resultaba evidente y que con la evasión del capital obtenido de la rentabilidad de los negocios, había evitado pasar por la caja registradora de Hacienda, aportando a los Duques de Palma una fortuna personal incomprensible, en relación con los ingresos que se les conocían y que sí tributaban a las arcas del Estado.
La estrategia elegida por el Gabinete de Roca como defensa, coincide peligrosamente por la utilizada por otras mujeres, en otros casos de corrupción anteriores y pasa por pretender convencer al Juez de que todo se hizo por amor, sin preguntas y confiando ciegamente en la integridad personal de un marido que como después se ha comprobado, no tenía ningún escrúpulo en aprovechar su pertenencia a la familia real, para obtener una fortuna que permitiera a sí mismo y a su confiadísima esposa, vivir una existencia de lujos extremos y moverse a lo largo y ancho del mundo sin reparar en el costo de sus actos, todos ellos ligados para siempre, a las cuentas del caso Noos.
También como otras veces, nada ha importado a los abogados defensores poner en tela de juicio el nivel de inteligencia de su cliente, si la estupidez es la llave capaz de abrir las puertas de los calabozos, ni insistir en proclamar una especie de estado de amnesia, a causa del cual no se recuerdan ninguno de los actos protagonizados durante el periodo del que se habla, como si después de haber empleado auténticos capitales en divertimentos de todo tipo, una ola de olvido hubiera invadido sin remisión la mente de Cristina, a quién se convierte con este tipo de estrategia, en un ser anodino y sin voluntad, a quien su esposo manejaba y utilizaba para sus fines, sin ningún tipo de piedad ni cariño.
Toda la fidelidad que demostraba la infanta era, según consta, inversamente correspondida por Urdangarín, que tras la declaración del Sábado, se convierte en un monstruo sin miramientos, capaz de implicar despiadadamente a su mujer en un escandaloso caso de corrupción, con el agravante además de hacer uso de su apellido familiar, como elemento de presión para conseguir su enriquecimiento.
Pues bien, incluso en el hipotético caso de que fuera verdad lo que arguye Cristina, la lealtad también tiene un límite y si queda probada la dolosa utilización de que ha sido objeto esta mujer por parte de su pareja, lo incomprensible ahora, es que siga permaneciendo a su lado, conviviendo con él en aparente buena armonía y consintiendo en ver cómo se desmorona no sólo su imagen personal, sino también la de la Institución monárquica en pleno, sin mover un dedo para remediarlo.
Por tanto, la versión no nos cuadra. O consintió en los hechos y compartió las responsabilidades empresariales investigadas, o la traición de que fue objeto, merece otra contundencia en su respuesta.
Hace tiempo que la esposa perfecta no pasa por asumir un papel de sumisión absoluta, ni se conforma con vivir en una especie de limbo, al margen de las actividades profesionales de su cónyuge y sin otro objetivo vital que el disfrute de lo que llega a sus manos, sin preguntar su procedencia.

Así que las respuestas de Cristina, aunque no ha trascendido el contenido íntegro de los interrogatorios, con toda probabilidad, no habrán convencido a Castro de su pretendida inocencia y por tanto, es de presumir, que esta no será la única vez que la veamos pisando un juzgado, aunque por ser la primera, se haya convertido en un acontecimiento para todos nosotros. 

jueves, 6 de febrero de 2014

Una subida encubierta


En su afán por no perder  el tren del poder y aprovechando que la inmensa mayoría de los ciudadanos no lee, a no ser por motivos estrictamente personales, el BOE, el PP ha publicado el pasado sábado una nueva subida del recibo eléctrico, que nada tiene que ver con el consumo y sí con la tarifa fija que todos nos vemos obligados a pagar a las compañías.
Se produce esta subida con premeditación, alevosía y nocturnidad, sin que ningún representante político se haya dignado a priori, a informar a la opinión pública sobre ella y con el agravante de que cuando se han visto en la obligación de reconocer lo que ya era un hecho, han vuelto a incurrir en el error de decir que se beneficia a las familias con hijos, cosa del todo incierta y que viene a ratificar la poca credibilidad que caracteriza a este Gobierno.
Elevar el precio de la luz dos veces a lo largo de un mes, no es precisamente una medida justa para los españoles y menos aún para aquellos que ya no podían de ninguna manera, hacer frente al recibo mensual por este concepto y que están pasando un invierno especialmente duro sin poder, literalmente, hacer uso de la calefacción imprescindible para soportarlo dignamente, como merecerían por derecho.
Pero como hemos dicho tantas veces, las empresas no tienen corazón y por lo que estamos pudiendo comprobar en nuestra cotidianidad los españoles, este gobierno, tampoco. Incapaces de tomar medidas contundentes que acaben de un plumazo con el Oligopolio establecido por las empresas de la energía, gravar a los sufridos consumidores con alzas de precios que se están convirtiendo en inasumibles, es lo único que se le ocurre al PP para salir airoso de una lucha, que pudo acabar hace tiempo, sobre todo si se tiene en cuenta la capacidad que viene teniendo este ejecutivo para dictar Decretos, como hemos podido comprobar en los dos años que lleva en el poder, a través de cada uno de los recortes ejecutados por este método, sobre todos nosotros.
Y sin embargo, ese patriotismo del que tanto se presume queda inmediatamente aniquilado cuando se trata de plantar cara a la usura de determinadas empresas, en defensa de los españoles, que en el fondo, debiera ser lo más importante para quienes alardean continuamente de estar haciendo lo mejor para unas mayorías, cada vez más perjudicadas por la inoperancia que en estos asuntos, demuestran Rajoy y los suyos.
La verdad es que los ciudadanos carecemos de toda importancia para estos gobernantes y solo adquirimos cierta relevancia cuando durante los periodos próximos a las elecciones, se procura convencernos de la manera que sea, para que otorguemos nuestros votos.
Si llegamos o no a fin de mes, si sufrimos en carne propia carencias esenciales o si vivimos permanentemente amenazados por la miseria, queda absolutamente minimizado si los interlocutores a que los gobiernos tienen enfrente gozan de una situación de poder económico, como sucede claramente, en el sector energético.
Esta indefensión que padecemos y la manifiesta inutilidad demostrada por quienes nos representan, nos coloca en un callejón sin salida del que difícilmente podremos escapar, aún cuando decidiéramos unánimemente dejar de consumir energía, porque aún les quedaría el recurso de volver a incrementar los gastos fijos, como ha ocurrido en este momento.
Incomprensiblemente, Soria no está dispuesto a dimitir, ni Rajoy a exigir su cese.


miércoles, 5 de febrero de 2014

Siempre los mismos nombres


Aguardando la declaración de la Infanta Cristina ante el juez Castro y con las noticias aparecidas sobre Álvarez Cascos aún frescas, la investigación sobre la trama Gurtel sigue arrojando luz sobre el destino de los fondos que se manejaban de manera ilícita, sacando a la luz, por enésima vez, nombres estrechamente relacionados con el PP, como el de Ana Mato o Francisco Camps, que ya fuera juzgado por el famoso asunto de los trajes.
Parece imposible que los políticos hayan podido olvidar del todo, como si padecieran una amnesia incurable, los grandiosos regalos que durante años fueron recibiendo de parte de Correa y los suyos y que no se trataban precisamente, de simples ramos de flores o cajas de bombones, sino como relata la policía en sus informes, de estancias en Hoteles de lujo de la Capital, como en el caso de Camps, o de obsequios sin identificar, pero cuyo valor se aproximaba a los tres mil euros, como en el caso de una hija de la hoy Ministra de Sanidad, Ana Mato.
Mucho se ha especulado sobre la existencia de estos fabulosos presentes, cuya existencia niegan cada vez que son consultados quienes supuestamente los recibieron, pero cuya cuantía, si se sumara, podría definirse como considerable y cuya intención, que en ningún momento se aclara, pudo deberse, con toda probabilidad, al pago de favores pasados o a una toma de decisiones futuras que reportaran algún tipo de jugoso negocio para quienes con tanta generosidad los hicieron.
Cuánto dinero se movió alrededor de la Gurtel, sigue siendo una incógnita que a todos nos gustaría resolver y parece difícil que incluso si se consiguieran hilar las innumerables pistas que han ido dejando los implicados en este caso de corrupción durante sus años dorados, pudiéramos conocer la verdad, así como el destino real que tuvieron los incontables beneficios que se generaron de esta presunta colaboración entre populares y las empresas que conformaban el meollo del entramado.
Pero resulta curioso que cada nueva vía que se abre en la investigación, acabe topando una y otra vez con los mismos nombres y que en  cada nuevo documento que aparece, estas mismas personas queden reflejadas, bien como perceptoras de sobresueldos por no se sabe qué concesiones, bien como  constantemente agasajadas a nivel personal y familiar, sin que se aclare nunca el motivo de tales regalos, ni ellas mismas diluciden por qué se avinieron a disfrutar de los mismos.
Y aunque los documentos lleguen a manos de la policía desde distintas procedencias o los proporcionen en este caso, detenidos por asuntos que en principio, nada tendrían que ver unos con otros, la presencia de estos personajes se convierte en una constante y da igual que los papeles los presenten Correa o Luis Bárcenas, por separado y sin haber preparado dichas entregas anteriormente.
Resulta pues extraño que Ana Mato o Camps, por ejemplo, no hayan sido aún imputados en relación con la Gurtel, ni nadie les haya exigido aún, una mayor contundencia en sus respuestas, aunque no sea más que para tratar de preservar la necesaria limpieza  que debe ser imperativa en el oficio de la política, que ambos practican y también por salvaguardar el derecho a una información veraz que todos los ciudadanos tienen, en cualquier Democracia.
Puede que al PP le parezca que estas cuestiones carecen de importancia, pero el desgaste de su imagen como Partido y la incomprensible tozudez que demuestran al mantener en sus filas y en cargos de verdadera importancia, a personajes como éstos, no tiene más remedio que acabar por pasarles factura, colocándoles más pronto que tarde, exactamente donde merecen.
Lo que está claro es que nadie ofrece regalos de esta índole a cambio de nada y que el atractivo personal de Camps y Mato, poco tendrá que ver en este asunto.
No es normal que las mismas personas levanten tal cantidad de sospechas, ni que en cada caso de corrupción que aparezca, llámese Noos, Gurtel, o Bárcenas, haya que requerir de su presencia en los juzgados para intentar una y otra vez, obtener de ellos mismos una explicación sobre sus extraños comportamientos.
La pregunta es: si Mato o Camps  recibieron estos regalos, ¿qué habrán merecido líderes de la categoría de Aznar o Rajoy, por la categoría de sus puestos?  






martes, 4 de febrero de 2014

Fantasmas del pasado


Debe ser cierto que el poder  termina por nublar los sentidos o no se entiende que aquellos que lo detentaron alguna vez, se muestren convencidos de que pueden huir impunemente de sus acciones, sin que más tarde o más temprano acaben por acosarles las consecuencias de haberlas cometido y mucho más, si rozaron la línea de la ilegalidad o la traspasaron pensando que su cargo, aseguraba toda posibilidad de que no se reclamara su deuda.
Pero un comportamiento inconsciente no garantiza que lo que hicieron quede enterrado para siempre, ni que los que participaron con ellos en determinados asuntos, si son descubiertos, se comprometan a un pacto de silencio que salvaguarde la integridad ajena, sobre todo si sienten el peso de la justicia directamente sobre la nuca e intuyen que facilitando información, pueden obtener algún tipo de privilegio que rebaje el precio a pagar que les exige la ley vigente.
Las secuelas del caso Gurtel, que a pesar de todo, parece tener unas dimensiones mucho más graves de las que en principio podían preverse, van persiguiendo a una serie de personajes que ya ni siquiera se encuentran en primera línea política, pero que en su momento, tuvieron presuntamente, un protagonismo feroz  que les mantiene atados de por vida, a una permanente sospecha.
Esto le ha pasado a Álvarez Cascos, que a pesar de haber abandonado PP e incluso de haber pasado ya por los juzgados, para prestar declaración sobre lo que sucedía en la sede de Génova cuando era Secretario General del Partido, no consigue zafarse de verse periódicamente envuelto en la tela de araña de la Gurtel, bien porque le mencionan los principales protagonistas de la historia, como uno de los mayores perceptores de sobresueldos, bien porque la siglas que corresponden a su nombre, aparecen muchas veces reflejadas en los papeles de Bárcenas, por el mismo concepto.
De nada parece haber servido su aparente retiro de la política, ni la aventura asturiana que protagonizó hace sólo unos años, ni haber negado varias veces ante los medios, haber estado nunca implicado en los casos que nos ocupan. El hecho de haber estado dónde estaba y siendo quién era, en el momento en que ocurrieron los hechos, le sitúan irremediablemente en el punto de mira de todas las investigaciones policiales y por ende, de la justicia, que le reclama ahora, incluso después de tanto tiempo, una explicación fehaciente sobre la índole de sus actividades de entonces en el Partido Popular y de si se benefició o no de la percepción de cantidades importantes de dinero negro, mientras ocupaba la Secretaría General, cuando Aznar  ocupaba la presidencia del Gobierno.
Las fuerzas de seguridad del Estado no parecen tener dudas sobre su estrecha relación con la Gurtel, ni de que las iniciales que aparecen en los papeles de Bárcenas, a los que otorgan toda la credibilidad, se corresponden con su nombre.
Y por ello, lo más probable, es que sea nuevamente requerido por el juez para prestar declaración y hasta quizá, imputado durante los próximos días, si al magistrado le parecen fiables las pruebas que le aporten las pesquisas realizadas y finalmente, se consigue encontrar un vínculo certero entre Cascos, Bárcenas y los detenidos, en relación con la trama.
De momento, no resulta fácil que Cascos pueda escapar impunemente de los fantasmas de su pasado y menos aún, que consiga eludir la acción de la justicia, sobre todo si finalmente el juez llegara a conseguir que le sea retirado el aforo que le protege, en justa reclamación, si lo que se pretende es aclarar en su totalidad la intrincada composición de esta trama, cuyos tentáculos parecen estar arraigados por toda la geografía del país y cuya dimensión real, probablemente, no llegue a saberse nunca.
A la espera de las declaraciones del ex Secretario General del PP, ni el Partido al que perteneció y que hoy se encarga de gobernar España, ni nadie, apuesta por la inocencia de quien fue un peso pesado de la política y que hoy se encuentra, seguramente sin querer, en un olvido forzoso que le deja en una total soledad, frente al grave problema que le acucia.
Tampoco estas sospechas contribuyen precisamente a las aspiraciones electorales del PP, pues quiera o no, Cascos fue su Secretario General durante demasiado tiempo y si llegara a probarse su culpabilidad, la evidencia de que la financiación ilegal y el cobro de sobresueldos existieron, se convertirían entonces en una evidencia.



lunes, 3 de febrero de 2014

La salida de Pedro J.


El cese fulminante del Director de El Mundo, un periódico que durante años ha mantenido una línea cercana al ideario de la derecha y que en el caso particular de Pedro J. Ramírez, ha sido muchas veces criticado por apoyar teorías de conspiración indefendibles, como en el caso de la autoría del 11M, acaba de demostrar sin ningún tipo de tapujos que la libertad de prensa no existe realmente en este País y que el PP no perdona, ni perdonará jamás una salida de tono de ninguno de sus allegados, llámese cómo se llame y tenga el poder que tenga.
La publicación de la entrevista con Bárcenas y  la defensa en todos los medios del cobro de sobresueldos, por parte de los dirigentes del PP, han sido sin duda el detonante que le ha costado el puesto al periodista, en un intento clarísimo de cercenar de raíz cualquier posibilidad de que siguiera publicando la supuesta información sobre el caso que probablemente le queda y que en nada ayuda, sobre todo cuando estamos a punto de entrar en periodo electoral, a los afanes de continuidad en el poder que alberga el Partido conservador y en concreto el Presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, sobre quién recaen toda clase de sospechas de corrupción, según la versión aún incompleta, del ex tesorero.
Qué guarda Pedro J. en la manga, probablemente pronto lo sabremos, seguramente a través de cualquier otro medio interesado en publicar la información de primera mano y porque conociendo la trayectoria del protagonista del cese, no nos cabe la menor duda de que hará uso del resentimiento que ciertamente ha de provocarle su despido, aunque sólo sea por una cuestión personal y por tener la satisfacción de devolver el golpe recibido a quien nunca fue, la verdad, el candidato perfecto para dirigir el PP, según se ha demostrado muchas veces en las editoriales publicadas, más cercanas a las posiciones de Aznar y Esperanza Aguirre.
Pero las guerras internas entre simpatizantes y militantes del PP, sinceramente no nos interesan y sí, y mucho, el hecho de que se pueda destituir desde el poder a los directores de los periódicos, en cuanto la opinión expresada por éstos se opone a la línea de gobierno de determinada formación, intentando de este modo censurar el trabajo de los profesionales, de una forma aún peor de la que se daba cuando, en la época franquista se cerraba por orden gubernamental un medio, porque ahora, se supone, que vivimos en Democracia.
Mal vamos si se consienten estas prácticas y nadie alza la voz para denunciar estas mordazas, directamente aplicadas sobre las bocas de los informadores y mal futuro nos aguarda, si este tipo de experiencias se convierten en algo habitual y que sesga considerablemente el tipo de información que los ciudadanos finalmente recibiremos y el derecho que nos asiste a conocer la verdad, sea cual fuere, e implique a quién implique.
Algunas publicaciones, incluso, se atreven a sugerir una intervención de la casa Real en el cese, que unida a la desazón provocada en las altas esferas del PP, podrían haber acelerado la salida del periodista, que con toda seguridad, también había conseguido molestar al Rey, con su postura a cerca de la imputación de la Infanta.
La gravedad extrema de que estos hechos puedan producirse en momentos como el que vivimos, no deja de ser indicativa de qué tipo de sociedad gusta al gobierno de Rajoy y pone en claro hasta dónde sería capaz de llegar para conseguir “domesticarnos”, mientras detente el poder.
Por ello y aunque Padro J. Ramírez  nunca fue santo de nuestra devoción, no queda otro remedio que comprometerse ahora en su defensa, más que por ser quién es, por pertenecer a dónde pertenece.
Si se consigue acallar la voz de los informadores, los principios democráticos que deben regir a cualquier País libre, acabarán por ser inexistentes, acercando el modelo español a una especie de República bananera, en la que la única opinión válida, es la de quienes siguen como borregos los dictados del poder y como ya vivimos durante cuarenta años en una situación como ésta, no podemos sino negarnos a volver a esa oscuridad, incluso si quién pretende traérnosla, ha sido, como en el caso de Rajoy, elegido en las urnas.



domingo, 2 de febrero de 2014

La Convención de la mentira


Con una numerosa manifestación de mujeres recorriendo las calles de Madrid, en contra de la nueva Ley del aborto y la marea verde en contra de la Ley Wert  en la puerta, el PP ha celebrado una Convención en Valladolid, cuyo mensaje merece la pena ser oído, aunque no sea más que para poder rebatirlo en su totalidad, con el simple argumento de lo que ha ocurrido en España, durante estos dos últimos años.
Lamentándose de la herencia recibida de Zapatero, como si Rajoy no hubiera tenido la obligación como jefe de la oposición, de conocer al detalle cómo estaba la situación española de entonces, los pesos pesados del Partido conservador han ido desfilando ante los suyos, claramente condicionados por la proximidad de las elecciones europeas y haciendo alarde de una presunción absolutamente desmedida, sobre lo que ha sido su gestión de la crisis y las medidas, que según ellos, se han visto obligados a tomar.
Como si los españoles no tuviéramos memoria, ni hubiéramos sufrido en carne propia la violencia de los decretos promulgados por Rajoy en la mitad de su tiempo de mandato, la referencia continua a la notable mejoría que, siempre en su versión, ha sufrido el País, se ha convertido en una constante durante todos y cada uno de los actos celebrados, sin que en ningún momento se haya reconocido ni un solo error, ni se haya hecho mención alguna a las numerosísimas protestas que ha protagonizado y sigue protagonizando la ciudadanía, ni a los incontables casos de corrupción que se han producido en sus filas, encabezados por el de Bárcenas, que afecta directamente a la credibilidad de cuántos subieron al púlpito para tratar de convencer a los incautos, de que vuelvan a beneficiarles con sus votos.
Hemos podido oír al Presidente, vanagloriarse de que su Reforma Laboral está solucionando el problema del paro en España, omitiendo conscientemente mencionar que seis millones de ciudadanos, un millón más que cuando él asumió el poder, siguen desempleados, despreciando olímpicamente la gravísima situación familiar en que estas personas se encuentran e  intentando convencer a la población de que trague esta gran mentira, urdida junto con otras muchas para recuperar la confianza, al menos de aquellos que siempre les votaron y que ahora se encuentran absolutamente defraudados por el reiterado incumplimiento de sus antiguas promesas.
Hemos tenido que oír a Montoro decir literalmente, que lo que ellos saben hacer es bajar los impuestos, tras haber potenciado más de cuarenta subidas de los mismos durante su estancia en el Ministerio, que tanto han mermado el poder adquisitivo de los ciudadanos.
Y hemos tenido que ver al marido de Cospedal, sentado en la primera fila, junto a su mujer, como si ser sospechosos de cobrar en negro durante años, fuera algo de lo que jactarse ante sus militantes o bien, un ejemplo a seguir, para todos aquellos que se encuentren directamente relacionados con algún cargo público, o sean consortes de quiénes lo detentan, como en el caso que nos ocupa.
También hemos visto a Gallardón ignorar olímpicamente la oleada de protestas levantadas dentro y fuera de su partido por el borrador de su nueva Ley de aborto y reafirmarse en todos los inaceptables puntos que la forman, como si verdaderamente fuera dueño de los cuerpos y las mentes de todas las mujeres españolas, a las que reduce a una mera función de procreación, aunque sea en contra de su propia voluntad y hasta cercenando el derecho constitucional que las ampara para tomar libremente las decisiones que más les convenga.
Refiriéndose a la numerosa manifestación que se estaba produciendo en esos mismos momentos en Madrid y tratando, como otras veces de manipular la realidad de lo que estaba sucediendo dijo que ningún grito o alboroto le apearía de seguir adelante con este proyecto, a pesar de la inmensa soledad, en que todos sabemos  que se encuentra.
En un ambiente de despreocupación absoluta, que choca frontalmente con los gravísimos problemas que padecemos, la falta de ética demostrada por el PP en la celebración de este acto y la ausencia total de responsabilidad para con su pueblo, no ha podido quedar más patente ni ser más obvia para todos los españoles.
No hemos creído ni una sola de sus palabras, es más, sabemos que todas y cada una de ellas, las haya pronunciado quien haya sido, forman parte de un espejismo creado para la ocasión y son el primer paso para abrir un nuevo camino de falsas promesas, de cara al periodo electoral que se avecina y que les pilla a traición, desprotegidos por lo encarnizado de sus luchas internas,  inermes ante las numerosas sospechas de corrupción que les acucian y desacreditados por la pésima gestión de la crisis que han hecho durante sus dos años de mandato.
Puede que esta Convención de la mentira haya sido un éxito para ellos, pero a nosotros nos ha servido, desde luego, para corroborar lo poco que les importamos y para no volver a dejarnos utilizar nunca más, por quienes nada han hecho ni harán por el pueblo, aunque llegaran a gobernar veinte años.