jueves, 29 de septiembre de 2011

Para emprender el vuelo...

Me quito los zapatos
y la melancolía
que dejaba susurros
de futuros inciertos.
Noto en los pies descalzos
un sabor a ironía
y me crecen mil alas
en mil espacios muertos.
Huele a espliego y romero
naciendo en el desierto
y oigo una melodía
apenas recordada
que evoca otros momentos
y aquellos otros versos
rimados con destellos
de lunas plateadas.
Me despojo del tiempo
que ya doy por perdido,
de todos los espejos
que reflejan la nada
y soy la bailarina
de un mundo sumergido
en los mares profundos
que yo siempre soñaba.
Me quito los zapatos
y me quito la blusa
y voy desparramando
mi vida por el suelo
y ya no me hace falta
una mínima excusa
para emprender el vuelo…

miércoles, 28 de septiembre de 2011

Vivir sin el euro

Los innumerables sacrificios exigidos a la población europea, como resultado de la crisis mundial que se nos vino encima tras la quiebra de cierta banca estadounidense, han ido en todo momento encaminados a sacar adelante la moneda más fuerte de nuestro continente y se han llevado consigo la dignidad de varias naciones, amenazando aún la estabilidad de otras muchas, si las medidas impuestas tiránicamente por los respectivos gobiernos, no fueran suficientes.
La bancarrota institucional de Grecia, como primera víctima de la insaciable voracidad de los grandes manipuladores de la economía, podría llegar a ser un problema sin solución y convertirla en el país pionero en apearse del euro, como última tentativa de supervivencia, ante su propia imposibilidad de seguir formando parte de una Unión Europea de vuelos demasiado altos.
Algunas voces ya han apuntado al abandono de la idea de la moneda única como vía de escape ante las nefastas consecuencias que vivimos los menos poderosos, pero nadie se atreve realmente a dar el primer paso en renunciar a lo que en su momento fue un sueño de grandeza, que se pensó abriría todas las puertas a un continente en expansión y que al final está resultando ser la clave de todos sus fracasos.
Si cuando se abandonaron las correspondientes monedas se hubiera apuntado más bajo al establecer el precio de los euros, probablemente el nivel de endeudamiento adquirido desde entonces no hubiera tocado techo de manera tan escandalosa y el poder adquisitivo de los ciudadanos quizá sería aún medianamente razonable, a pesar de las notorias pérdidas sufridas a causa de la crisis.
En nuestro caso, por ejemplo, se estableció un cambio claramente desfavorable para la sociedad colocando el precio del euro en 166 pesetas, en lugar de establecerlo en 100, como hubiera sido prudente, provocando subidas en los productos de un 66%, de un día para otro, encareciendo las materias primas en el mercado interior de forma casi insoportable.
No se conoce el caso de ni un solo español que no añore los tiempos de la peseta y si en una de esas encuestas que circulan por el país, fueran preguntados a cerca de este tema, probablemente más de un 90% de los consultados, estarían dispuestos a volver a la antigua moneda y por supuesto, a los precios establecidos en el momento en que dejó de existir.
¿Y qué ocurre si hay que abandonar el euro? Tratándose de una acción colectiva, tampoco sería tan grave tener que volver a entendernos efectuando cambios monetarios en las transacciones comerciales y no se acaba de entender las razones de los grandes expertos para contemplarlo como un desastre calamitoso, a no ser que se oculten tras la opinión motivos escabrosos.
De igual modo que se montó el proceso para la llegada del euro y se anduvieron caminos para la reunificación de los caudales hasta conseguir exactamente lo que ahora tenemos, podría desandarse lo andado y aceptar más pronto que tarde el estrepitoso fracaso que la idea ha traído a nuestras vidas, que se han convertido en un sobresalto permanente y en muchos casos, en una pesadilla ineludible.
Los sueños de superar la fortaleza del dólar americano, alimentados por las ínfulas faraónicas de la canciller alemana y todos los partidos conservadores de Europa, han terminado por esquilmar las arcas de los estados, denigrar a los ciudadanos, terminar con derechos adquiridos durante siglos por los trabajadores y hacer cambiar las ideologías hacia un modelo de sociedad basada únicamente en una economía de mercado de imprevisibles consecuencias.
Se puede vivir sin el euro. Ya lo hacíamos antes y podemos volver a hacerlo, porque a pesar de que los líderes que nos gobiernan parecen haberlo olvidado, los países los forman las sociedades que los habitan y no los altibajos de las bolsas, ni los tipos de dinero puestos en circulación.
Si la desaparición del euro pudiera representar una posibilidad para una salida airosa de esta crisis eterna, cualquier pérdida de tiempo en iniciar el proceso de su retirada, tendría que ser considerada una traición para cada uno de nosotros.



martes, 27 de septiembre de 2011

El cambio catalán

Cuando los catalanes con su voto, decidieron cambiar a Montilla por el nacionalista moderado Mas, no esperaban tener que enfrentarse a los duros recortes sociales aplicados ahora por este líder carismático, que basó su campaña en una defensa a ultranza de los valores específicamente territoriales y en una critica feroz a la gestión que de la crisis habían hecho sus antecesores en el cargo.
El recuerdo de la anterior etapa de Convergencia en el poder no era otro que el de los éxitos de Pujol ante los gobiernos de Madrid y las etapas de bonanza disfrutadas bajo la batuta de quien supo aprovechar el hecho de ser la llave necesaria para abrir cualquier puerta en el Congreso y el ingrediente para que todas las salsas alcanzaran una cierta consistencia.
Sin embargo parece olvidarse que la procedencia real de este grupo mayoritariamente votado y deseado en Catalunya, no es otra que el conservadurismo de una burguesía, más cercana a las teorías asociadas al capitalismo, que a ideologías de izquierdas, a pesar de sus declarados deseos de independencia.
Ahora, las promesas electorales, las arengas inflamatorias a favor de una identidad plena, las reclamaciones permanentes de una mayor autonomía, las exigencias lingüísticas y todo lo repetido hasta la saciedad en los últimos años, ha quedado ensombrecido por los efectos de la crisis y ha dado paso a una serie de medidas recaudatorias que superan, con creces, las aplicadas por el nefasto Zapatero, en su última etapa como presidente.
El afán de los ahora dirigentes catalanes parece encaminarse exclusivamente, a sectores absolutamente imprescindibles para el buen funcionamiento de la sociedad y se ceba de manera contumaz con los trabajadores adscritos a la sanidad pública, cuyo funcionamiento ya han criticado los líderes convergentes en múltiples ocasiones, atreviéndose incluso a proponer un sistema de copago en el ámbito de su territorio.
Primero comenzaron cerrando las urgencias de ciertos ambulatorios durante las tardes y ahora tratan de arremeter contra los sueldos del personal, exigiendo una colaboración desmedida por su parte en la resolución de una crisis que no provocaron y ahogando su derecho inalienable a recibir un salario digno a cambio del trabajo realizado, como fijan las leyes universales de las relaciones laborales.
La semejanza con las medidas adoptadas por el Partido Popular en las Comunidades Autónomas que gobierna, en su caso con los docentes, es innegable y deja en evidencia que en el fondo, las doctrinas de los dos partidos van en paralelo, en cuanto al modelo de sociedad que desean para el futuro de los ciudadanos.
No se alcanza a entender qué ha ganado Catalunya en el cambio de gobierno y si realmente merecen la pena ciertas pérdidas irrecuperables en cuestión de derechos elementales para la supervivencia personal de los habitantes de sus pueblos.
Porque ahora, probablemente puedan hablar con mayor libertad su idioma y exhibir los símbolos patrios con toda suerte de lujos desde los balcones de los ayuntamientos, pero si la enfermedad les ataca en horario nocturno, por ejemplo, la dificultad para encontrar un centro en el que ser atendidos será infinitamente mayor que en cualquier lugar de España.
El agravio comparativo practicado contra su propia gente por Mas, atacando de pleno los logros conseguidos durante años de lucha obrera, merece una respuesta contundente, sin posible negociación, ni concesiones a su tiránica conducta. Tal vez lo próximo sea un intento de privatización del sector y la retirada total de subvenciones a cualquier obra social que dependa de su gobierno.

lunes, 26 de septiembre de 2011

El príncipe azul era memo




El peor momento en la vida de una mujer moderna es aquel en el que descubre que el joven audaz, inteligente y rápido de reflejos del que se enamoró, es en realidad, el mayor inútil de todos los habitantes del planeta tierra y que todas sus virtudes intelectuales están puestas al servicio exclusivo de aquellas funciones que verdaderamente le interesan.
Todo va bien mientras las relaciones se reducen a pasar algún tiempo enfrascados en la fase del cortejo, en la que todo adquiere un maravilloso color rosa, aderezado por los periodos de ardorosa pasión, que suelen venir acompañados de promesas de amor eterno y ramalazos de sensibilidad casi “femenina”, que encandilarían al ogro más feroz, provocándole una imagen idílica del príncipe azul que han tenido la suerte de encontrar, pero el espejismo no tardará sin duda en desaparecer, en el mismo instante en que se traspasan las puertas del hogar común y la vida cotidiana da síntomas de que el desorden que genera la convivencia, empieza a necesitar un repaso.
El primer aviso de la idiotez repentina que los asalta es el de una ceguera patológica para observar cualquiera de las manifestaciones de suciedad doméstica, evidentes para las personas que no desee pasar la vida en una pocilga moderna y sean conscientes de la urgente e ingrata necesidad de ponerse en marcha para remediarlo.
Sin embargo, toda la inteligencia que nos enamoró en el momento en que les conocimos, queda reducida a la nada, en cuanto se les habla de poner a funcionar cualquiera de los electrodomésticos que nos hacen la vida más fácil, tratando de establecer un turno de trabajo, para mantener cierto orden lógico, cuando se regresa del destino laboral que se tuviere, al dulce hogar que ambos habitan, ya sin demasiada armonía.
De pronto, regresan a una etapa de parvulario en la que necesitan que se les repitan hasta la saciedad sus obligaciones domésticas, sufriendo de una amnesia generalizada bastante inexplicable en la triste rutina de los trabajos de casa, adoptando una actitud infantil, con alguna que otra pataleta incluida, que nos lleva a tener que asumir el papel de madre severa, del que tanto despotricamos en nuestros años de adolescencia.
De nada vale condescender cayendo en la tentación de pensar que hay posibilidades de una negociación pacífica, que dé como resultado un entente cordial entre las partes, porque para cuando se trata de iniciar el proceso, la responsabilidad adquirida desde siempre por las féminas, ya ha dejado la casa como los chorros del oro, mientras ellos están aún empezando a digerir una situación en la que se sienten gravemente perjudicados, en cuánto a sus milenarios privilegios.
Derrotados en el sofá, suelen mirarte con ojos de cordero degollado rogándote indulgencia o bien buscan rápidamente una solución infalible para el problema, proponiendo la contratación inmediata de una empleada de hogar que les libre de tan insoportable maleficio.
Mientras, apuran la última camisa del armario sin acercarse a la peligrosa lavadora, abandonan media docena de latas vacías de cerveza en la encimera de la cocina, enrollan con la mayor habilidad la ropa interior usada, guardan celosamente las zapatillas bajo el sillón de la sala y son capaces de dormir en las mismas sábanas un par de meses, sin advertir el olor a sudor de la almohada en la que recuestan la cabeza, ni la acumulación de pelos en el lavabo, tras dos o tres semanas sin pasar una triste bayeta.
Los cristales, la plancha, el polvo de los muebles y por supuesto la cocina, son elementos inexistentes borrados de la realidad, con una especie de extraño mecanismo mental elaborado artesanalmente, en uno de los muchos ratos de ocio que disfrutan mientras tú pasas un aspirador cuyo ruído, ni siquiera les molesta.
La encrucijada llega cuando empiezas a preguntarte cómo no fuiste capaz de darte cuenta de la patente idiotez que sufría en cuanto empezasteis a conoceros y sobre todo, cómo soportas tu absurda esclavitud ,al servicio de un memo sin ánimo de llegar a aprender ninguna de estas banalidades, pero super preparado en materias profesionales que dejarían boquiabierto a cualquier mortal de mediana inteligencia que quisiera aproximarse a ellas.
Nada peor que asumir el conformismo disparatado de pensar que las cosas no tienen arreglo, porque el deseo de hegemonía latente en cada varón desde la cuna, se pone en movimiento provocando un efecto diametralmente opuesto al deseado y entonces, además de no colaborar, sale a la luz el derecho a exigir categóricamente aquel orden natural de las cosas que nunca dieron síntomas de comprender, en su extraña manera de aplicar la igualdad entre los sexos.
Ante la inexistencia en el mercado de manuales explicativos para esta desastrosa experiencia, a la mujer sólo le queda la opción de armarse de paciencia y echar mano de sus habilidades pedagógicas para, a través de una psicología elemental y siempre después de su jornada laboral, ir instruyendo al inútil hasta colocarlo a un nivel aceptable, para poder mantener la convivencia que un día decidió iniciar a su lado.
Claro que todo se vuelve a desmoronar en cuanto la televisión da un partido de fútbol de cierto interés, que coincide con el horario planificado para la limpieza de los baños, pongo por caso. Las prioridades en estos asuntos, están perfectamente claras, e incluso no cuesta nada poner en la mesa todo lo necesario con anticipación, no olvidando, como suele ocurrir cada día, ni uno solo de los utensilios ni viandas necesarias.
Y todo se complica mucho más, en cuanto aparecen los hijos, pero para entonces, ya nadie cree en la existencia de los príncipes azules y las princesas rosa se ponen negras, sin excepción, con la idea de tener que añadir una nueva tarea ineludible a la vida multifuncional a la que llegaron totalmente engañadas cuando las atrapó el hechizo del enamoramiento.



domingo, 25 de septiembre de 2011

El peor presidente




Se marcha Zapatero con el regusto amargo de no haber cumplido con las perspectivas que de él se esperaban, por parte de la ciudadanía, y dejando al partido que representa en la peor situación electoral conocida, desde que Felipe Gonzalez irrumpió en el panorama político español, arrasando con su magnifico verbo, en el recién estrenado parlamento democrático, en 1977.
Ya se había retirado, de facto, de todos los eventos significativos del país, forzado al ostracismo por la mala imagen adquirida en los últimos tiempos de su mandato, en un intento desesperado por salvar los pocos enseres que quedan en el barco que ha pilotado hasta ahora, y con el beneplácito de todos y cada uno de sus oponentes, deseosos de abordar la nueva carrera electoral que culminará en los comicios del 20 de Noviembre.
Se lo ha puesto difícil al sucesor, con sus veleidades incomprensibles y sus reformas lesivas para la clase trabajadora, haciendo que cualquier esfuerzo que se quiera emprender sea ya prácticamente inútil y colocando a los conservadores del partido popular en la situación más ventajosa vivida en toda su lucha por un poder, que probablemente obtendrán ahora sin el menor esfuerzo.
Carece de argumentos que puedan producir un vuelco electoral imprevisto, pues los más de cuatro millones de desempleados que avalan su gestión de la crisis, son una verdad incontestable que hará que se le recuerde como el peor presidente de la historia y su falta de autonomía ante los mandatos de la clase capitalista pesarán siempre como una losa en la conciencia de los indignados ciudadanos, que tardarán años en olvidar de parte de quién les vino tener que lidiar con un presente irrespirable, para poder sobrevivir a su propia decepción, sin perspectivas de futuro.
Cierra con su marcha deseada por todos, una legislatura truculenta en la que los sobresaltos diarios se han terminado convirtiendo en una rutina para una población que ha visto descender sus posibilidades hasta los infiernos y aumentar su decepción con la clase política, a la que ya considera como un ente lejano, dedicado en exclusiva a un ejercicio de corrupción permanente y despreocupado en su totalidad, de la resolución de los conflictos colectivos, que por su oficio, les tocaría defender.
Dice que sentirá nostalgia, sin aclarar si será de los años de bonanza personal que ahora deja, o de los buenos contactos establecidos con sus amistades peligrosas de más allá de nuestras fronteras, pero es un hecho tristemente consumado que los españoles deseaban su partída fervientemente y que nadie deseará, como sucediera en otras ocasiones, su vuelta, ni siquiera como asesor, en uno de esos comités que suelen crearse alrededor de cada nuevo presidente.
No se da cuenta de hasta qué punto ha puesto en entredicho la ideología de sus correligionarios, haciendo caer uno a uno los principios del socialismo, mientras se acercaba cada vez más a los enemigos naturales de sus creencias y condenando al abandono a quienes creyeron en él, con ilusión, en aquellas elecciones de 2004, tras los atentados de Madrid.
No es que haya decepcionado a sus electores, los ha defraudado, pisoteado, exprimido y vejado hasta la saciedad, para regocijo de una sádica Europa, empeñada en dirigir los destinos individuales de las naciones, hacia un nuevo modelo de sociedad, más cercana a los mercados de valores, que a los valores de las personas.
Nos deja a todos mucho más pobres de lo que nos encontró, luchando denodadamente por encontrar un empleo precario con el que poder liquidar la lujosa hipoteca que se nos vendió, cuando nos alimentaban la ilusión de que podíamos ser ricos y con la amenaza diaria de perder ciertos derechos adquiridos, como una sanidad universal o una enseñanza gratuita.
Y sobre todo deja en nosotros la desolación inconsolable de no saber a quién otorgar la confianza que nos ha sido escamoteada concienzudamente, con cada una de las medidas adoptadas en nuestro perjuicio durante su mandato de terror, al servicio de los intereses de los poderosos.
Así que no podemos, en conciencia, desearle lo mejor. Podríamos, eso sí, querer para él, el mismo destino incierto que disfrutamos ahora, gracias a su gestión, todos los españoles y que, dada su edad, no vuelva a encontrar trabajo en su vida, como miles de padres y madres de familia, obligados a malvivir con su subsidio de hambre y toda la indignidad que les ha traído su nefasta visión de los acontecimientos.

jueves, 22 de septiembre de 2011

Matar la información

El intento de censurar los contenidos de los informativos en la televisión pública por parte de los partidos mayoritarios, constituye sin duda, el atentado más grave contra la libertad de expresión ocurrido desde la llegada de la democracia, tras la muerte de Franco.
La manipulación sufrida por los medios de comunicación en los últimos tiempos, su falta de veracidad y objetividad en el lanzamiento de noticias, siempre teñidas por un claro partidismo, según quién las publica, se vería ahora incrementado en un porcentaje elevadísimo, si el medio público que costean los impuestos de los españoles, es obligado a pasar una criba antes de llegar a una gran mayoría de espectadores, que hacen de la televisión, su única vía de conexión con la actualidad y depositan su confianza en la relativa veracidad de los contenidos que contemplan.
Uno de los primeros síntomas de todas las políticas autoritarias es siempre el asesinato de la libertad de expresión y la toma de los entes públicos como correas de transmisión de las noticias que interesa difundir a estos regímenes.
Conseguir el derecho a la libra expresión en nuestro país, fue una carrera ardua, que contó con el apoyo de numerosos profesionales en la sombra, ansiosos de poder contar al mundo la auténtica realidad que se vivía en España y que ahora podrían verse de nuevo amenazados por la manipulación política de su pensamiento, si ésta iniciativa aberrante sale adelante, sin que se sepa bien su auténtica procedencia.
Eliminar contenidos de los informativos, suprimir noticias, o simplemente dar o negar permisos para que lleguen al televidente, constituye un comportamiento claramente dictatorial y choca frontalmente con el espíritu natural de cualquier democracia que se precie y más aún, cuando corren malos tiempos para la política.
Quizá se trate de ocultar los muchísimos casos de corrupción que sacuden a diario el país, manchando las siglas de los partidos mayoritarios, o de esconder el servilismo denigrante que practican nuestros dirigentes en Europa, o el fracaso estrepitoso de sus medidas contra una crisis a la que no se le ve el fin.
Pero la respuesta de los profesionales del ente público ha de ser contundente, ya que si permitieran que se cortaran las alas a la información, o transigiesen con transmitirla sesgada, constituiría un colaboracionismo inaceptable con los censores y una traición a sus seguidores, difícil de perdonar en un futuro.
No han tardado en alzarse las voces de ilustres periodistas, indignados por la injerencia intolerable de los políticos en su campo, negándose de plano a admitir la vigilancia sobre los contenidos que ofrecen y sobre la orientación que da a los mismos el informador que los investiga y los expone.
Pero es significativo que algo así haya podido siquiera sugerirse y peligroso pasar por alto este atentado manifiesto hacia el derecho a la información libre que cada uno de los ciudadanos tiene.

miércoles, 21 de septiembre de 2011

Sin perdón

Desoyendo las súplicas del mundo, anoche era ejecutado en Estados Unidos Troy Davis, tras esperar veinte años en el corredor de la muerte, acusado de asesinar a un policía.
Como en casos anteriores, las irregularidades halladas en los juicios celebrados contra el reo ,no han sido consideradas suficientes para anular la sentencia que ha terminado con su vida, en un acto incomprensible en un país, que dice ser el más civilizado en el ranking del universo.
La permanencia incomprensible de la pena de muerte en varios Estados americanos se convierte una vez más en motivo de enfrentamientos entre sus propios ciudadanos, en muchos casos testigos de la muerte de personas cuya inocencia pudo probarse tras su ejecución, haciendo tambalearse la firmeza de una justicia empecinada en conservar penas más propias de hace varios siglos.
En clara contraposición con el afán de modernización pretendido por la nación más poderosa del mundo, el triunfo de las teorías ultraconservadoras que se oponen diametralmente a la desaparición de la pena máxima y a su conmutación por la cadena perpetua, coloca en una situación de difícil credibilidad a sus máximos dirigentes, que no consiguen con el paso del tiempo, terminar con esta lacra inhumana y que aún se vanaglorian de mantenerla.
No hay que olvidar que la mayoría de los reos finalmente enfrentados a la inyección letal, pertenecen a grupos de clara exclusión social e incluso en muchos casos, se trata de individuos diagnosticados como enfermos mentales, para los que la ley no contempla el perdón, ni es capaz de abrir una vía médica que los rehabilite en su relación con la sociedad.
Los abogados de Davis, que han conservado la esperanza de salvar su vida hasta ayer por la tarde, contaban a su favor con el cambio de declaraciones de varios testigos y con una serie de anomalías cometidas en el proceso, que ya nunca podrán ser aclaradas, una vez consumada la tragedia.
Troy Davis, ha entrado fatalmente a formar parte de una larga lista de presos víctimas del asesinato de estado y no habrá vuelta atrás para él, aún cuando pudiera ahora ser probado un error en la sentencia.
Un estado que no es capaz de demostrar clemencia con uno de los suyos, jamás podrá ser referente para el resto de la humanidad, ni podrá considerarse preparado para administrar ningún tipo de justicia, en ninguno de los conflictos en que se encuentre inmerso.

martes, 20 de septiembre de 2011

Lo que vale una huelga

Puede que cause asombro que las convocatorias de huelga, cuando lo son por una causa justa, acaben teniendo escaso eco entre los sectores de población no adscritos a ninguna organización sindical y acaben sirviendo como baza a la parte contraria, para esgrimir argumentos a su favor, como si la razón estuviera de su lado.
La realidad es que el deseo de las mayorías sería sin duda el de secundar los paros convocados y su ausencia tiene mucho que ver con los desorbitados descuentos salariales aplicados, en caso de no acudir al puesto de trabajo, que en nada se corresponden con lo que percibe un trabajador en una jornada laboral corriente.
No se entiende por qué la ley no contempla este derecho inalienable de protesta, como algo natural en las relaciones laborales y establece unos mecanismos que permitan al trabajador poder decidir libremente si quiere o no sumarse a una movilización legalmente convocada, sin que esto suponga ninguna merma en su sueldo.
No puede de este modo saberse nunca el interés real que despiertan los temas relacionados con las movilizaciones a causa de materias laborales, ni se puede calcular el alcance real que tendrían las mismas, si los descuentos establecidos no fueran estrictamente necesarios para la buena marcha de la economía familiar y más en los tiempos que corren.
Actualmente, los salarios están de antemano destinados, casi en su totalidad, a la satisfacción de deudas contraídas de inaplazable cumplimiento, como la hipoteca, y suelen cubrir con estrechez las necesidades vitales de quienes los perciben, descabalando el estatus familiar, si se le sustrae una cantidad, por pequeña que sea.
Hoy mismo, hemos visto cómo muchos de los trabajadores de la enseñanza pública acudían a los centros de trabajo y no a las calles, donde sus compañeros se manifestaban en contra de las medidas adoptadas por las comunidades del partido popular, abanderadas por Madrid, con sus recortes encubiertos.
Y no es que estén en absoluto de acuerdo con la señora Aguirre, ni que como ya se ha encargado ella de recalcar, las movilizaciones se nutran únicamente de elementos afines a la izquierda y de indignados “perro-flauta” sin oficio ni beneficio, sino que las cargas familiares de los docentes se resentirían de seguro, con el descuento de más de cien euros que está previsto en la ley, para los que van a la huelga.
No cante pues victoria doña Esperanza, ni crea engañosamente que disfruta de la aprobación de cuantos trabajadores han acudido a su puesto en el día de hoy, porque en una gran parte de los casos, son también absolutamente contrarios a las aberraciones que su calenturienta imaginación está llevando a la práctica, aunque en vista de su precaria economía, han de quedarse trabajando.
Si como otro compañero de partido de la señora Aguirre declaraba, cada español de clase media tuviera un patrimonio cercano a los setecientos mil euros, las calles de su Madrid, por supuesto, no hubieran sido espacio suficiente para el número de docentes que habrían secundado la huelga.
Pero los pobres, ya se ve, ni siquiera tenemos derecho a tener derechos y aplicarlos. A ver si cuando ellos lleguen, lo remedian.

lunes, 19 de septiembre de 2011

La ambición de privatizar



Mientras los profesores de todo el país inician un día de huelga, en protesta por el aumento de jornada impuesto, en las comunidades gobernadas por el Partido Popular, la Presidenta madrileña Esperanza Aguirre, deja caer la posibilidad de retirar la gratuidad a los bachilleratos, echando así más leña al fuego a su guerra personal contra nuestro sistema de enseñanza y posicionándose claramente por la privatización paulatina del sector, con una declaración de intenciones, que pone en riesgo la posibilidad de futuro de miles de jóvenes sin recursos que no podrían acceder a la secundaria, si sus familias tuvieran que pagarla.
El mayor logro conseguido durante años de lucha de las clases trabajadoras, por una igualdad en el acceso a la educación, como un modo de igualar a todos los ciudadanos en el área de los conocimientos, podría empezar a tambalearse, si las ínfulas elitistas de Aguirre, consiguen atraer adeptos a sus teorías, ahora que la victoria de los conservadores en las próximas elecciones parece inminente.
De nada parecen servir las movilizaciones que en estos últimos días has sacado a la calle a padres, profesores y alumnos, indignados con las medidas impuestas, que atentan directamente contra la calidad de la enseñanza, sino que el camino iniciado con el aumento de jornada, seguramente se completará con otra serie de normas venideras que habrán de beneficiar en su totalidad, a esa parte del sector dirigido mayoritariamente por la Iglesia Católica, y que segrega automáticamente a todos aquellos contrarios a su doctrina, además de generar jugosos beneficios, en detrimento de una enseñanza pública, capaz de acoger a los sectores marginales de la sociedad, que tanto molestan a la derecha.
El apoyo a las protestas de los empleados públicos ha de ser total y no tener fisuras, si queremos conservar el derecho de nuestros hijos a una educación gratuita de cierto empaque y la supervivencia de la obligatoriedad de la enseñanza hasta los dieciséis, en escuelas costeadas en su totalidad, por los impuestos que aportamos todos los españoles.
No se ve en el líder Rajoy intención alguna de descalificar las declaraciones de quien hasta hace poco representaba un oponente de fuerza para su carrera personal hacia la presidencia, aún a sabiendas de que tras sus palabras está la corriente más conservadora de su partido y por tanto, es presumible que admite también la posibilidad de una privatización paulatina del sector, que pudiera empezar a producirse en breve, si como las encuestas anuncian, llega a la Moncloa, tras los próximos comicios.
Por ésta y otras cuestiones similares, habría que plantearse muy a fondo la intención de voto, sobre todo si no se aclaran explícitamente cuáles serán las medidas que habrán de aplicarse en asuntos relacionados con el bien común como la sanidad y la enseñanza, porque podríamos, cuando ya fuera demasiado tarde, encontrarnos con la desagradable sorpresa de no tener la posibilidad de asumir la educación de nuestros hijos, ni la de hacer frente al costo de los tratamientos necesarios para nuestra propia salud.
La piel de políticos al servicio del pueblo, lucida por los populares en toda suerte de eventos por los rincones del país, va cayendo poco a poco, dejando al descubierto la verdadera naturaleza de su ideología y la imagen real que se esconde en cada uno de sus líderes. Y no son de los nuestros.

domingo, 18 de septiembre de 2011

El precio de la salud

La negativa de los Laboratorios Roche a seguir suministrando medicamentos a los hospitales griegos, viene a sumarse a la desastrosa situación que atraviesa el país heleno y pone ahora en peligro mortal la salud de sus ciudadanos, negándoles artículos de primera necesidad, que en ningún caso podrán llegar a costearse, a la vista de los recortes salariales ya impuestos por su desastroso gobierno.
En el comunicado de la industria farmacéutica se nombra también a España, alegando que nuestras comunidades autónomas están pagando las facturas sanitarias, hasta con novecientos días de retraso y se intuye una velada amenaza a la estabilidad de nuestro sistema de salud, si llegara a cortarse el suministro necesario de medicamentos, por falta de pago.
Esta noticia, que aparece en las páginas interiores de los diarios, como si su importancia fuera relativa, conlleva sin embargo, una gravedad sin precedentes y pone en riesgo, no ya la maltrecha economía que nos mantiene en el filo de la navaja, sino la solidez de un sistema público de sanidad, abandonándonos a nuestra suerte, si los tratamientos que llegásemos a necesitar quedaran fuera de nuestras posibilidades reales de adquisición.
Los medicamentos afectados en el caso de Grecia incluyen los relacionados con enfermedades tan serias como el cáncer y de todos es sabido, que una sola sesión de quimioterapia, por ejemplo, roza los tres mil euros de costo, si ha de hacerse fuera de la sanidad pública.
El tremendo despilfarro llevado a cabo por nuestros políticos, permitiendo que el endeudamiento del Estado y las Comunidades, acaben por amenazar algo tan necesario como la salud de los contribuyentes, constituye sin duda, el capítulo más negro de cuántos se han atrevido a protagonizar, a pesar de lo que ha llovido hasta ahora.
Habría que preguntarse dónde han ido a parar los fondos religiosamente recaudados de los bolsillos de los trabajadores y en particular, las contribuciones que se hacen mensualmente para temas de la seguridad social, si ni siquiera se han satisfecho las deudas contraídas con los laboratorios farmacéuticos y las farmacias también se andan quejando del mismo mal, a un nivel más pequeño.
Bien es verdad, que la postura del Gigante Roche es al mismo tiempo inadmisible, pero esta sociedad capitalista ha convertido la salud en uno de los negocios más rentables del mundo, ofreciendo a quienes lo manejan beneficios incalculables, que nada tienen que ver con los principios de humanidad que debieran primar, cuando se trata de mercancías relacionadas con la salud, o imprescindibles para tenerla.
Puede que en el fondo se ande buscando un sistema sanitario similar al de USA, en el que los humildes, de entrada y por serlo, tienen negado el derecho a ser médicamente atendidos y son, literalmente, abandonados a su suerte, mientras quienes se pueden costear ciertos seguros de alto precio, son atendidos en maravillosos centros hospitalarios con toda suerte de avances tecnológicos a su servicio.
Nuestro modelo sanitario, no obstante, reza por ser uno de los mejores del mundo y a pesar de sus inconvenientes, cuenta con la maravillosa ventaja de no hacer distinciones de clases cuando se trata de atender enfermos y procurar sanarlos.
Se debe exigir pues, una explicación urgente sobre los comentarios de la Roche y el estado real de la sanidad en el país, en prevención de que pudiera llegar a sucedernos algo tan terrible como lo ocurrido en Grecia.
La privatización de la sanidad sería la peor pérdida de derechos ocurrida a los trabajadores de nuestro país y los arrojaría directamente al precipicio de la sinrazón de los capitalistas, sin que, probablemente, hubiera vuelta atrás.

jueves, 15 de septiembre de 2011

Impuesto para sus señorías

A sólo unos días de haberse hecho públicas las cuentas de los políticos, un “incómodo” impuesto sobre el patrimonio, propuesto por Rubalcaba, parece haber sido hecho a medida para recaudar fondos de los bolsillos de sus señorías, herméticamente cerrados hasta hoy, a los efectos de la crisis.
En vista de las jugosas ganancias que les han proporcionado unos cuantos años de trabajo en lo público, la contribución que ahora se les exige parece una nimiedad, si la comparamos con la rebaja a los sueldos de los funcionarios o a la congelación de pensiones de menos de quinientos euros establecidas por decreto, sin posible contestación por parte de los afectados.
El deterioro que puede causar el tan criticado impuesto en las vidas de sus ilustres señorías, habrá de ser soportado obligatoriamente y sin protesta por quienes no se cansan de apretar el cinturón ajeno hasta asfixiar al ciudadano medio, con su mala gestión de las cuentas del estado, causando una pérdida irreparable del poder adquisitivo de las familias, en un acto de sumisión sin precedentes a los mandatos llegados desde Europa.
Teniendo en cuenta que el gravamen sólo afecta a quienes poseen más de setecientos mil euros, causa cierta extrañeza el revuelo organizado entre la mayoría de nuestros legales representantes, lo que demuestra que deben encontrarse de lleno en el grupo en cuestión y por lo tanto, que son ricos.
Las grandes fortunas que antes eran de cuna, las poseen ahora personas en principio normales, que un día decidieron dedicar su tiempo a la política y que ahora demuestran con su ejemplo, cuánto rendimiento se puede sacar a un cargo en un país azotado hasta la saciedad por la crisis y a pesar de dejar una herencia de más de cuatro millones de desempleados, como muestra de su gestión en los organismos que ocupan.
Empobrecido y mancillado, el pueblo contempla con auténtico estupor lo que puede dar de sí una representación pública de cuatro años y empieza a entender el endeudamiento de un país al borde del rescate, en el que la clase política se halla nadando en la opulencia, indiferente a la situación agónica vivida por los ciudadanos.
Si quedara un mínimo de decencia, el ofrecimiento para colaborar a la solución de la crisis debería haber sido un gesto voluntario, en justa compensación a la nación que ha elevado su categoría social hasta límites impensables en cualquier puesto laboral, en los tiempos que corren.
Pero la falta de emociones demostrada por sus señorías en infinidad de ocasiones, se ve ahora incrementada cuando de desprenderse de parte de sus posesiones se trata, ya que hace tiempo cambiaron cualquier atisbo de ideología o humanidad por la desmedida ambición de poder que ahora queda patente.
No sé que pasaría si se vieran obligados a malvivir con los sueldos que establece su cacareada reforma laboral o con la precariedad en el empleo que pone al borde de la calle al grueso de los trabajadores con indemnizaciones ridículas, pero naturalmente, estas son cuestiones que quedan lejos para quienes se asientan en la bonanza económica, aunque su obligación primordial habría de ser la de perseguir el bienestar del Estado que, supuestamente, sirven y representan.

miércoles, 14 de septiembre de 2011

La imagen de la felicidad

Vemos por primera vez la imagen de nuestro nieto, flotando en la paz cálida del vientre materno, ajeno a cualquier injerencia exterior que pudiera perturbar su pequeño ámbito de completa inocencia.
Miramos atónitos cómo se produce el mayor milagro del universo, asomándonos a la intimidad de su proceso de formación, con la curiosidad de ir conociendo los rasgos del nuevo miembro de la familia y comprobar la maravilla de su pequeña perfección, a través de una cámara indiscreta que nos permite acompañar la placidez de su sueño, con la emoción contenida que proporcionan algunos momentos de la vida, que se saben irrepetibles.
Seguimos la lentitud de sus movimientos, la evolución silenciosa de sus primeros gestos cercanos a la humanidad, que lo identifican plenamente con el núcleo familiar al que ya pertenece y lamentamos no poder todavía, arroparle con el calor de las caricias que pronto se convertirán en su nexo de unión con el mundo que lo recibirá, como si fuera la primera persona que lo habita, poniendo a su alcance todas las posibilidades para que sea feliz.
Quedará esta primera imagen grabada en la memoria para siempre, como un instante mágico que interrumpe la rutina diaria, trayendo una explosión de sentimientos indefinibles a cada uno de nosotros, centrando toda nuestra atención en ir descubriendo en la visión que se nos presenta, cada uno de los detalles de sus facciones aún incompletas, hasta encontrar similitudes familiares que conviertan a este pequeño ser en nuestro, queriendo en el fondo, perpetuar de alguna manera, nuestra estancia en el mundo que ahora nos da la oportunidad de seguir existiendo, en cada latido del pequeño corazón que se acompasa con el nuestro.
Quedamos vinculados a los rasgos que vemos, con esa clase de relación intemporal que da el amor y deseamos fervientemente que la visión se prolongue indefinidamente, sin querer apartarnos de ella para volver a la realidad, como si pudiera desvanecerse ante nuestros ojos y hubiera ido un espejismo.
Quisiéramos de poder hacerlo, ahondar aún más en el pequeño universo del vientre, para oír el borboteo que producen sus movimientos y que abriera por un instante los ojos y nos mirara de frente, para ir reconociendo cada uno de nuestros rostros, que serán pronto los rostros de su vida nueva, en un ejercicio de acercamiento impensable aún, pero soñado a partir de ahora, hasta el momento del nacimiento.
Es, en su diminuta existencia, la imagen de la felicidad plena y el vehículo de la nuestra, que a partir de hoy, quedará para siempre unida a esta vida que empieza.

martes, 13 de septiembre de 2011

Un cambio de energías




Sólo unos meses después del desastre ocurrido en Fukushima, a causa del maremoto de Japón, una explosión en otra Central nuclear francesa, vuelve a poner en cuestión el futuro de este tipo de energía y acucia a los gobernantes a abordar con prontitud, una solución urgente para evitar la alarma que periódicamente producen este tipo de accidentes.
Los que durante demasiado tiempo cantaron los beneficios de la energía nuclear, no encuentran ahora una explicación que ofrecer ante la alarma generada por la imposibilidad de controlar los vertidos de este tipo y únicamente tratan de retrasar la decisión de acabar cerrando las viejas instalaciones que guardan los monstruos dormidos de infinito poder, que de escapar, podrían terminar con la vida en la tierra.
Son muchos ciertamente, los intereses contrarios a una proliferación masiva de energías limpias, cuyas instalaciones suponen un costo demasiado elevado y además ponen en cuestión la necesidad de mantener los fuertes mercados del petróleo, pero alguna vez habrá que abordar de frente el problema y decidir si queremos seguir dependiendo del veleidoso precio del crudo que nos venden los grandes monopolios, o nos conviene en cambio, aprovechar los recursos naturales que los países poseen y potenciar que el futuro se alumbre y circule de forma autóctona.
El secretismo que rodea cada fuga nuclear y las posibles consecuencias que para la población puedan traer los accidentes, no deja lugar a dudas sobre los peligros ubicados en pleno corazón de las poblaciones que albergan las centrales y pone en entredicho la inocuidad que se ofreció a los habitantes de estos núcleos, cuando se les vendió el progreso que les traía puestos de trabajo bien pagados y el enriquecimiento rápido de la región elegida para tales fines.
No se puede alargar indefinidamente la decisión conveniente para la seguridad de los ciudadanos, manteniendo estos polvorines abiertos sine die, ni jugar con la suerte de apostar a que no sucederá nada, sobre todo si se trata de instalaciones de mas de veinte años, a las que los achaques propios de la edad han ido deteriorando paulatinamente.
Pero el recuerdo de Chernobil y los horrores que aún perviven en los supervivientes de aquel desastre y en las tierras sometidas al radio de acción de la fuga, se mantienen vivos en nosotros, reclamando la necesidad de desterrar para siempre de nuestras vidas la posibilidad de que volviera a repetirse algo así.
Sería necesario un rápido abaratamiento de las energías limpias y una inversión poderosa en investigación destinada al descubrimiento de otras nuevas, más rentables, cercanas y menos arriesgadas que la nuclear y menos involucradas en los vaivenes diarios de las bolsas, que dependen de ellas para sobrevivir, aupando y destrozando la paz de los estados.
Lo primero ahora, es exigir una explicación veraz al gobierno francés sobre el alcance real de este accidente, ocurrido a pocos kilómetros de la frontera catalana y que podría repercutir gravemente sobre la ya mancillada economía de nuestro país y en la salud de los habitantes de la zona más próxima al punto exacto del suceso.
Y después, debe ponerse todo el empeño en que todas las nucleares existentes en el territorio nacional sean cerradas a la mayor urgencia, cerradas, clausuradas, enterradas y cuanto fuera preciso para que jamás puedan dañar la vida de nuestro lugar en el planeta.

lunes, 12 de septiembre de 2011

El libro de los españoles

Si cada español escribiera su historia de estos últimos años, los editores habrían encontrado un filón inagotable de argumentos que publicar y habría nacido una nueva corriente literaria, que tal vez pudiera denominarse “realismo trágico”, dada la serie de vicisitudes agónicas que relataría y el tenebrismo arrebatador que podría reflejarse en cualquiera de las páginas salidas de este curioso ejercicio.
Los cambios en la línea vital de los habitantes del país han sido tan absolutamente rocambolescos e imprevisibles, que resultaría fácil hilarlos dándoles forma literaria y hacerlos creíbles a los ojos lectores, dada la procedencia variopinta de los protagonistas de las historias y la profundidad psicológica de estos personajes, víctimas de las decisiones que tomaron, cuando todavía creían tener un futuro seguro y feliz, con el que construir algo bueno de lo que sentirse satisfechos.
No haría falta siquiera pararse a discernir si lo escrito podría llegar a interesar a las masas, porque la identificación inmediata que éstas sentirían con lo narrado en cada uno de los posibles libros sería tal, que inmedfiatamente quedaría establecido un vínculo a perpetuidad con los autores que finalmente se hubieran atrevido a dar el paso de contar la verdad de todos.
En el caso de que fuera posible destinar algo del escaso dinero que aún nos queda al consumo de bienes culturales, las obras surgidas de esta idea sugerente, podrían convertirse en auténticos super ventas, llegando a igualar a los títulos más vendidos en las librerías y su repercusión, incluso tendrían la posibilidad de traspasar nuestras fronteras, por su similitud con lo acaecido fuera de ellas, a otros ciudadanos de otros lugares del mundo.
Los capítulos irían seguramente, expresando con toda suerte de detalles cómo un ciudadano corriente puede ir acercándose a un declive personal que acaba por colocarlo al borde de un abismo en el que llega a cuestionarse sus propias convicciones ideológicas, mientras mira atónito cómo el mundo que conocía se desmorona, tragado por la voracidad insaciable de un gigante invencible, que aumenta sin medida de tamaño a medida que pasa el tiempo y cuya tiranía va absorbiendo cualquier fuente de energía humana que encuentra a su paso, sin que realmente tenga una forma determinada de la que defenderse, o un rostro preciso que poder recordar.
Podrían incluso, llegar a rodarse películas catastrofistas, basadas en hechos reales, con sus protagonistas enérgicos luchando hasta el final por salir del terror y sus villanos representados por una amplia gama de conocidos políticos, que sin duda darían la talla exigida en estos casos, para enganchar a los espectadores y provocar un “taquillazo”
No haría falta siquiera ser experto en esos menesteres de la pluma, para empezar a emborronar papeles con las experiencias personales de cada uno, porque la trama en sí posee una enjundia digna de cualquiera de las figuras del panorama literario y no faltan aderezos tragicómicos con los que conseguir que las obras adquieran la forma necesaria para ser publicadas y vendidas, en un corto espacio de tiempo.
…Y sería una manera de crear puestos de trabajo entre los desesperados ciudadanos-protagonistas, que acabarían reflotando con su trabajo un sector que también ha sufrido la crisis en propia carne.
Todo sería cuestión de empezar. La realidad supera a la ficción.




domingo, 11 de septiembre de 2011

Ataque a la docencia

En los tiempos que corren, la figura del profesor, ha sido inexplicablemente degradada y agredida, tanto desde la propia escuela, a manos de unos alumnos absolutamente descontrolados, como desde las esferas políticas de turno, que tratan constantemente de imponer criterios ideológicos en las aulas, sin respetar a los encargados de formar a las generaciones del futuro y sin crear leyes que los amparen, en el ejercicio diario de su profesión.
A menudo se suele recortar de la partida presupuestaria dedicada a la educación, que debiera, por norma, ser una de las más importantes en los presupuestos generales del Estado, ya que de ello depende la calidad de la formación de nuestros niños y jóvenes, si queremos llegar a competir en el mundo, al mismo nivel que otras potencias, auténticamente volcadas en llevar al mercado profesionales de nivel, sin fisuras en su expediente.
Las últimas medidas propuestas en las comunidades autónomas gobernadas por el Partido Popular, son la punta del iceberg que al final, acabará rompiendo las débiles relaciones existentes entre docentes y políticos, empujando a los trabajadores públicos a tener que reivindicar de manera más contundente sus derechos, que a diario les son arrebatados desde el poder, con rebajas impensables en aquellos países que ahora dictan nuestro presente, desde sus posiciones europeas.
Los comentarios de Esperanza Aguirre o Ana Botella sobre la jornada laboral del profesorado, son claramente indicativas de un desconocimiento profundo del sector y su funcionamiento y de cómo está organizado el trabajo en la enseñanza, que se atreven a denostar de manera intolerable desde su posición de poder.
Al márgen de la ignorancia supina demostrada por estas dos “expertas “ madrileñas, todo el mundo sabe que las horas de trabajo del profesorado, en ningún caso se reducen al tiempo en que se encuentran en el aula, sino que se ven incrementadas con horas de guardia, de evaluaciones, de claustros y de preparación de clases, hasta alcanzar a veces jornadas interminables de estancia en los centros, dada la dificultad para reunir a un número determinado de ellos, cuando de trabajo en común se trata.
Pero es un recurso fácil atacar a quienes gozan injustamente de mala fama entre las masas populares y justificar así los recortes en educación, que de otro modo, resultarían inexplicables para todos aquellos padres que luchan por obtener plazas en centros públicos o se encuentran cada vez con más frecuencia, con que sus hijos son ubicados en aulas con más de treinta alumnos, en detrimento de esa calidad, que los populares sólo parecen encontrar en los centros concertados a los que apoyan.
Ya se dieron sonados encontronazos cuando ejercían en la oposición, primero con su empecinamiento en introducir las clases de Religión como materia obligatoria en los planes de estudio y después oponiéndose a la Educación para la ciudadanía, tratando incluso de boicotear la asignatura, aconsejando a los padres una desobediencia civil, frente a lo que por ley había sido aprobado o impartiendo la asignatura en inglés, como en el caso de Valencia.
El ataque de ahora, que encubre el despido de miles de profesores interinos y la explotación de los titulados con plaza, en beneficio exclusivo de los centros regentados en su mayoría por religiosos católicos, representa un claro posicionamiento en contra de una enseñanza pública de calidad y un acercamiento a una postura de privatización del sector, volviendo a colocar a los humildes en la imposibilidad de acceder a la educación, cómo en los tiempos de la dictadura.
Lo que ahora no es más que un amago de los gobiernos comunitarios, podría convertirse en norma si finalmente Rajoy llega a la Moncloa y supondría un retroceso para el futuro de los niños y jóvenes que sin posibilidades económicas, se verían relegados a una situación de desamparo cultural del todo intolerable.
Es por eso importante secundar desde todo el país las huelgas previstas por los trabajadores afectados, por ahora, por los delirios conservadores de los que acaban de aterrizar en varias comunidades autónomas y aspiran al poder en la nación.
La voluntad popular, secuestrada sibilinamente por estas medidas discriminatorias, debe ser respetada por encima de las veleidades partidistas y el número de docentes necesarios para el buen funcionamiento de las aulas públicas ha de estar fuera de negociación, dada la prioridad que representa, en comparación con otros sectores de los que se podría recortar, como las obsoletas diputaciones, o los gastos exagerados de los políticos.
La parte de futuro que está en juego si estas medidas se llevan finalmente a término, debe ser suficiente para que las familias acompañen a los maestros a la calle y respeten su decisión de luchar para sacar a flote un beneficio común para la mayoría de los españoles.
La señora Aguirre sabe muy bien que las reclamaciones son justas, pero a menudo resulta muy conveniente disfrazar la verdad con declaraciones populistas, oportunas en una situación laboral como la que atravesamos, consiguiendo un enfrentamiento entre las clases humildes, que podrían justificar intervenciones futuras a favor de la política conservadora que mueve a los integrantes del partido popular y que no es otra, que acabar degradando la calidad de la enseñanza pública y de sus trabajadores para crear una escuela elitista, sólo al alcance de los económicamente fuertes.

jueves, 8 de septiembre de 2011

Cómo ser político y enriquecerse en el intento

La publicación de los datos sobre las posesiones de los políticos, en un momento como el que atravesamos, constituye una auténtica provocación para una clase trabajadora, que ha visto descender gravemente su poder adquisitivo, a causa de las reformas laborales impuestas en los últimos tiempos, para comprobar ahora que la situación económica de quienes la representan, alcanza niveles que rozan escandalosamente el umbral de la riqueza, mientras sigue aumentando el número de desempleados en el país que hace posible su enriquecimiento.
El montante económico declarado por los más conocidos líderes de la nación, se acerca en todos los casos o sobrepasa el millón de euros y se adorna además, con una serie de propiedades inmobiliarias, que se pretende hacer creer salen, en su totalidad, del sueldo percibido como trabajadores públicos y de los años cotizados a lo largo de sus carreras políticas.
No se comprende cómo se atreven siquiera a presentar ante un pueblo herido de muerte por la crisis una declaración semejante, pretendiendo además que las clases humildes se solidaricen con el Estado, sacrificando las pocas prestaciones sociales que aún les quedan para ayudar a solventar la desastrosa situación a la que su mala gestión nos ha conducido.
Esto que ahora sabemos, representa la más ignominiosa desigualdad conocida en toda la historia de España y da a entender que se llega a trabajar en política, no atendiendo a convicciones ideológicas ni a intenciones de mejorar las condiciones de la mayoría, sino con un afán desmedido de lucro, que, evidentemente, acaba dando apetecibles frutos, en cuanto uno dedica unos años a esta actividad.
Las declaraciones hechas por los líderes de los partidos a los medios de comunicación, en las que se lamentan una y otra vez del mal momento que atravesamos y la reconducción de las políticas del país hacia una austeridad extrema, choca gravemente con la abundancia personal de que disfrutan sus señorías y son una ofensa para las clases populares a las que se niegan ayudas necesarias como las de la ley de dependencia, o subidas en las pensiones mínimas, que no alcanzan siquiera los quinientos euros al mes.
Y aún quieren recortar de los gastos de educación o sanidad, deshaciendo todos los logros obtenidos a base de años de lucha encarnizada por nuestros derechos, como si la gratuidad de la enseñanza o la medicina pública fueran un regalo ofrecido en bandeja por el gobierno de turno y no algo necesario, financiado por los impuestos de los españoles, que habrían de servir antes para ésto, que para proporcionar a los parlamentarios un pasaporte a las altas esferas.
Llegar siquiera a plantearse la necesidad de continuar ofreciendo la ayuda de cuatrocientos euros a los parados de larga duración, mientras se declara un cobro de dietas de veintiocho mil euros, como en el caso del señor Durán, por ejemplo, debiera ser considerado delito y una violación flagrante del código ético, para quien alardea de estar poniendo su vida al servicio de un país.
He aquí lo que hemos hecho: una clase política rica y poderosa, fraguada a costa del esfuerzo de toda una nación que ahora se debate en la agonía, endeudada hasta las cejas, pisoteada en sus derechos fundamentales y obligada a pagar los costos de la crisis, con aumentos de jornadas laborales, a cambio de salarios de hambre.
No es de extrañar que la suspicacia popular ya esté preguntándose cuánto atesoran verdaderamente nuestros políticos, teniendo en cuenta que vivimos en un territorio dominado por la picaresca, en el que la experiencia en ocultar datos fiscales está a la orden del día, pero simplemente con las cifras ofrecidas por la prensa, ya es de esperar que se produzcan reacciones inmediatas entre la gente, exhausta e indignada hasta la saciedad con quienes para nada la representan.
En vista de que nuestros líderes podrían vivir con lo que tienen el resto de sus días, sería aconsejable una inmediata renuncia al cobro de sus abultados salarios, siendo invertidos éstos en la creación de los puestos de trabajo necesarios para poder recuperar la dignidad perdida. Es una propuesta firme, que estoy segura encontrará un apoyo unánime por parte de todos nosotros.

miércoles, 7 de septiembre de 2011

La propuesta de Rosell

En cuanto alguien ha mencionado la posibilidad de exigir un impuesto a los ricos, el presidente de la CEOE, señor Rosell, parece haber encontrado la solución a la crisis, en una nueva bajada del sueldo a los funcionarios.
Por supuesto, sin confesar que muchos de sus representados son dueños de las grandes fortunas que se verían afectadas por el hipotético impuesto, ha sustentado sus declaraciones en la seguridad que los empleados públicos ganaron cuando superaron la oposición que les llevó a sus puestos de trabajo, y que ahora parece ser considerada un delito, tras este retroceso ideológico que ve en la eventualidad en el empleo y el despido a bajo costo, la panacea que cura todos los males de la Empresa.
Es como si el fruto del esfuerzo de estos trabajadores hubiera forzosamente de ser pagador en exclusiva de una crisis generalizada, en la que los grandes empresarios se niegan sistemáticamente a colaborar, si ello acarrea la más mínima pérdida de sus golosos beneficios, mientras exigen con contundencia al Estado el endurecimiento de las medidas que se adopten contra los demás, pero quedando al margen de cualquier compromiso solidario con un país, que también es el suyo.
Los funcionarios ya llevan tiempo cobrando un diez por ciento menos de sueldo y una reducción importante de las pagas extraordinarias, sin que se haya visto por ello más cercana la solución de la crisis y sí mermado considerablemente el poder adquisitivo de quienes sufren la rebaja.
El agravio comparativo que supone la discriminación de elegir a un grupo laboral como único elemento solidario en las horas bajas, está sin embargo siendo soportado pacientemente por estos trabajadores, que como todos, también dependen de su salario para vivir y no forman parte de ningún grupo de poder, como los representados por el señor Rosell, ni poseen fortunas con las que responder a las deudas adquiridas con anterioridad, cuando aún no se había producido el asalto que el estado ha perpetrado contra ellos por sorpresa.
Nadie sin embargo, se atreve a preguntar por qué razón las grandes empresas no asumen ahora el riesgo de invertir para crear empleo digno, ni acomete la muy necesaria tarea de investigar y perseguir los capitales derivados a paraísos fiscales, que continúan multiplicando dividendos mientras los trabajadores se hacen cargo de la deuda de las naciones, hundidas por la avaricia de quienes no hacen más que exigirles sacrificios y mal gestionadas por políticos endeudados hasta las cejas con los usureros del siglo XXI y las instituciones bancarias que los apoyan.
En cuanto a la seguridad en el empleo, en ningún caso está más garantizada que para los representados del señor Rosell, que jamás se verán obligados a visitar las colas del INEM, ni a cobrar la limosna de cuatrocientos euros que se ofrece a los parados de larga duración, de los que ellos son absolutamente responsables.
Ninguno de los candidatos a las próximas elecciones, sin embargo, anuncia mano firme contra las clases dominantes y sí nuevos recortes en aportaciones sociales, prolongación de jornada para los profesores, posible coo-pago de la sanidad y otras lindezas que guardan en sus ilustres mangas, hasta el momento en que se hagan con el bastón de mando y nuestro destino quede en sus manos.
Pero permitir declaraciones como las que nos ocupan, sin salir inmediatamente al paso para defender a un núcleo numeroso de población, que se siente amenazado por la desfachatez de individuos como éste, da una idea clara de lo que podemos esperar de los candidatos y del modo en que nos representarán si les otorgamos el voto.



martes, 6 de septiembre de 2011

El ejemplo del reino animal

Me emociona la incomparable belleza de unas imágenes, que muestran cómo una perra amamanta a una camada de cachorros de cerdo, en un acto de solidaridad irracional, con una especie distinta a la suya y sin que para ello sean necesarias mediaciones diplomáticas ni políticas, sólo el instinto de no abandonar a los más débiles.
Miro a la vez, las caras de los somalíes azotados por la terrible hambruna, desamparados en un mundo exclusivamente preocupado por las economías de mercado, que ignora la cercanía de la muerte para miles de personas, cuya suerte les hizo nacer lejos de la civilización y un progreso que ha terminado asesinado nuestras conciencias.
Me atenaza el corazón la desidia con que somos capaces de seguir con nuestra rutina, mientras ignoramos el drama de los que sufren y cómo el primer mundo se enzarza en discusiones sobre macroeconomía, aún sabiendo que bastaría con las migajas sobrantes de cualquier operación comercial de envergadura, para paliar las carencias de los hijos de la miseria y la desolación, que no tienen otra esperanza que la muerte.
Mientras nuestros jefes de Estado miran con auténtica preocupación los niveles de riesgo que sacuden las arcas de los territorios que gobiernan, la agónica llamada de Somalia, presa de la pobreza, la guerra, la desolación y el abandono, es desoída una y otra vez, con la desfachatez de pretender que el problema no existe y mostrando una dureza de sentimientos, impropia de quienes presumimos de humanidad, sin poseer ni una sola de las cualidades que diferencian a nuestra especie.
Es mucho más humana la perra que impide la muerte de los cachorros de cerdo que nosotros, pues se compadece de la orfandad de los pequeños y les ofrece alimento y cobijo, paliando el abandono que padecen, como si de una persona se tratara.
Al mismo tiempo, nosotros aún somos capaces de sentarnos ante la mesa de la abundancia y degustar manjares exquisitos mientras vemos en la pantalla de la televisión esqueléticos niños devorados por las moscas, con la mirada perdida en el horizonte de la desesperanza y hasta podemos herir mientras hablamos de cualquiera de las nimiedades que nos suceden, como si realmente tuvieran alguna importancia.
No se comprende que situaciones como éstas, no supongan una prioridad en los asuntos del mundo en que vivimos, ni que los que alardean de convicciones religiosas profundas no se personen inmediatamente en los lugares de la desolación ofreciendo los bienes que poseen para un remedio inmediato de las desgracias de los que nada tienen. Ni que los capitalistas sigan socorriendo las veleidades de la Banca mundial, que no deja de ser un ente abstracto sin corazón ni tripas que les suenen, llenándose la boca de alusiones a los mismos derechos humanos que pisotean en cada uno de los rostros del hambre a los que no auxilian con el inmenso poder que detentan.
Pero la soledad suele ser siempre la única compañía de la pobreza y la experiencia enseña a menudo, que la desgracia se ceba inexplicablemente con los inocentes, mientras la suerte suele favorecer a quienes ni siquiera merecen por sus actos el calificativo de hombres.
Basta una mirada a lo que sucede en la naturaleza, para comprender que haríamos bien en seguir el ejemplo que nos muestran con sus acciones instintivas los animales, pues de nada nos sirve ser racionales, si con nuestra manera de comportarnos nos acercamos peligrosamente a las bestias, en lugar de sentir orgullo de nuestra humanidad y practicarla.

lunes, 5 de septiembre de 2011

Delitos grandes y pequeños

Si todo el ahínco que se ha puesto en los últimos tiempos en perseguir las acciones de los indignados, se concentrara en averiguar quiénes han sido los auténticos culpables de la crisis y se reprimiera la mala gestión de los gobernantes con la misma dureza que las manifestaciones ciudadanas, la justicia habría alcanzado al fin un poco de equilibrio y la verdad hallaría un camino por el que avanzar, entre la podredumbre reinante en el entorno corrompido que ha generado a nuestro alrededor el sistema que rige nuestro presente.
Pero es mucho más fácil perseguir a ciudadanos indefensos cuyo único delito consiste en expresar su hartazgo en las plazas públicas, haciendo uso de una bien ganada libertad de expresión, de la que ya fuimos privados, por decreto, durante más de cuarenta años.
Probablemente, los estallidos de indignación popular acaecidos desde que las personas de bien se decidieron a dar un paso al frente, en protesta contra los continuos abusos a que eran sometidas a diario `por unos políticos, cuya prioridad siempre reside en las cuestiones económicas, en detrimento de la justicia social, han empezado a desequilibrar la placidez vital de nuestros supuestos representantes y son una amenaza para sus privilegios, que no piensan perder sin hacer uso del poder que les otorgamos en las urnas.
Ya se ha visto en qué medida importa verdaderamente juzgar la delincuencia de cualquiera que se sitúe en un estatus social alto y cuál es la postura de la judicatura en los múltiples casos de corrupción conocidos en los últimos años.
Si nos paramos a considerar qué tipo de sentencias han seguido a los escándalos financieros acaecidos en Ayuntamientos e instituciones públicas, será fácil comprobar que cualquiera de los implicados en este tipo de delitos contra los fondos generales de la ciudadanía, o está en la calle, o se ha sobreseído su causa, o ha sido absuelto sin culpa alguna, por defectos de forma en los sumarios, pero ninguno se halla en prisión, ni es obligado a devolver el montante de lo sustraído.
Sin embargo, se considera imperdonable estar en contra de la visita del Papa a Madrid y se reprime con violencia la libre elección del laicismo como forma de vida, o se persigue con insistencia a un grupo de ciudadanos que sale al paso de los parlamentarios que cobran de las arcas públicas, mostrando sus descontento sonoro con la labor que realizan y se moviliza a la policía para dar con su paradero, como si no fuera mayor la radicalidad de las medidas aplicadas contra el pueblo soberano, que cortar el paso a sus “delicadas señorías”, con unos cuantos gritos incómodos y algún bote de pintura arrojado sobre sus carísimos trajes.
Parece que los perro-flauta, como llama Esperanza Aguirre a los jóvenes que estando desempleados, no pueden vestirse en los modistos que ella y sus compañeros frecuentan, se han convertido en el enemigo número uno del Estado y que todo el peso de la Ley será aplicado sobre ellos, por su tozudez en ocupar espacios públicos desde los que enseñar al mundo la realidad que nos sacude a diario, sin que nadie lo remedie.
Bien harían en seguir el ejemplo islandés, que sienta en el banquillo a su antiguo primer ministro, acusado de haber conducido al país a la bancarrota, con su mala gestión de una crisis sin precedentes en ese territorio.
Es probable que si fuera factible juzgar las equivocaciones de los gobiernos y aplicar penas justas a los que abusando de la confianza de los electores, ponen en práctica políticas claramente perjudiciales para la ciudadanía, la situación se recondujera hacia otros caminos distintos, y el sistema actual pudiera ser cambiado por otro, en el que pueblo fuera realmente protagonista de su propia historia, en un mundo más justo que éste, en el que nos ha tocado malvivir.


domingo, 4 de septiembre de 2011

El estado del malestar





Ahora que el bipartidismo acaba de encontrar un punto de encuentro y las dos formaciones mayoritarias del país han decidido aunar fuerzas para conseguir obedecer a pies juntillas los mandatos del eje franco-alemán, parece haberse suavizado temporalmente el clima de crispación habitual existente entre ellos y los futuros ganadores de las próximas elecciones dicen que se ha hecho, lo que había que hacer, sin dejar de proclamar que la idea de reformar la constitución en este punto concreto, ya la apuntó hace meses Mariano Rajoy, aunque haya sido ahora el gobierno, quién la vaya a llevar a término.
Unos y otros, se apoyan en que las reformas son absolutamente necesarias si queremos conservar el estado de bienestar del que, según ellos, disfrutamos, pero la percepción del sufrido pueblo español sobre este tema, dista mucho de estar en la línea de estos políticos que dicen representarlo y desde luego, nada tiene que ver con la idea de la realidad virtual que se cuece en las altas esferas, dado el grado de desesperación al que hemos llegado y en vista del futuro que se nos viene encima, que se augura bastante negro y sin esperanzas.
Naturalmente, nuestra clase política está cómodamente instalada en un estatus social al que no ha tocado la crisis y sus privilegios no han sido mermados con ninguna de las disposiciones legales que se han venido aplicando en los últimos tiempos, pero la vida de los ciudadanos es una cosa bien distinta y la realidad diaria de la mayoría de los españoles, es inmensamente cruda de soportar, si se enumera la larga lista de desgracias que nos han venido sucediendo, desde que la avaricia de los banqueros puso a nuestro país al borde de la bancarrota.
No se entiende a qué estado de bienestar se refieren sus señorías. Una nación cuyo panorama laboral alcanza ya más de cuatro millones de desempleados, muchos de los cuales subsisten con ayudas irrisorias que les acercan al umbral de la más solemne pobreza, está más bien, en un estado de malestar permanente, pues malvive en una espiral de carencias insalvables, que lo aproximan permanentemente a una agónica situación personal y familiar, sin que exista en el horizonte ninguna esperanza para ellos.
Un cuarenta por ciento de nuestros jóvenes aguardan en las casas paternas encontrar algún tipo de empleo. Otros han visto venirse abajo sus proyectos de futuro y han perdido las viviendas, cuyas hipotecas les ofreció la banca en los años del ladrillo, teniendo aún que liquidar el resto de la deuda, a pesar de haber sido desahuciados de sus hogares, que han pasado a formar parte de las nuevas agencias inmobiliarias creadas ahora en las oficinas bancarias, que hasta hace poco animaban a todo el mundo a comprar suelo.
Los sueldos han sido rebajados, las pensiones congeladas, los impuestos y las facturas de artículos de primera necesidad como la luz, el agua o la gasolina, incrementados y las prestaciones sociales ganadas a pulso por los trabajadores en años de lucha y sacrificio, mermadas o aniquiladas por la tiránica exigencia de la pérfida Europa, que se ceba con nosotros sin piedad, para goce y beneficio de estados más grandes como Francia y Alemania.
Que quede claro a sus señorías, que este pueblo no disfruta para nada de ningún estado de bienestar. Cualquier posibilidad mínima que tuviéramos de poder hacerlo, se ha marchado por las alcantarillas con toda la suciedad oculta de las tramas de corrupción protagonizada por los militantes de los partidos, que se enriquecieron con las malas artes aplicadas en las instituciones a las que les llevamos con nuestros votos y que han dejado las arcas comunes en una situación desesperada de la que esperan ahora salir, otra vez, con nuestro sacrificio y sin renunciar a ninguna de las prebendas que se han adjudicado a sí mismos por decreto.
Lo nuestro es, a todas luces, un estado de malestar que finalmente, habrá de romper sonoramente por alguna parte y que ya habría roto hace tiempo, de no ser por el miedo con que nos atenazan a diario los políticos desde los medios de comunicación, como si el trabajo fuera un regalo paternal que ellos nos ofrecieran y no un derecho fundamental que asiste al ser humano y sin el cuál, quedaría inmediatamente parada la maquinaria del poder que detentan, a costa del sudor ajeno.
Los gestos publicitarios brindados a través de las cámaras y que hablan del sufrimiento de nuestros representantes a favor de la ciudadanía, son una gran mentira urdida ante la mirada atónita de los españoles y no debiera ser olvidada ni perdonada, cuando llegue el momento de acudir a las urnas para volver a otorgar nuestros votos.
Mientras un número considerable de trabajadores se ven obligados a malvivir con subsidios de cuatrocientos euros, muchos diputados estatales, autonómicos y europeos, disfrutan de hasta tres y cuatro empleos, como en el caso de Cospedal, y se niegan incluso a renunciar a viajar en clase VIP en sus desplazamientos, estableciendo una brecha insalvable entre sus propias historias y las de aquellos, en cuyo nombre dicen hablar.
El otoño ha de presentarse necesariamente caliente y no porque lo digan los subvencionados sindicatos, que tampoco desean perder la comodidad que disfrutan, sino porque las personas que poblamos este país estamos al borde de la agonía y nuestra indignación mayestática, habrá de ser canalizada hacia la consecución de un cambio real, que nada tenga que ver ni con el bipartidismo, ni con los nacionalismos, ni con ninguna de las caras conocidas de la política española actual, de tan nefasto recuerdo.
El errático estado del bienestar que en sus discursos nos atribuyen, probablemente queda reservado a los que en algún momento de su vida, tuvieron la lucidez de tomar la decisión de dedicarse a la política, la misma que causa estragos en el presente de la ciudadanía ignorada, masacrada y pisoteada desde las tribunas públicas en las que se mueve la única clase emergente del país. Para los demás, para nosotros, nada queda después del reparto de la riqueza que establecen las teorías neo capitalistas que nos gobiernan.


jueves, 1 de septiembre de 2011

El futuro que viene






Las medidas propuestas por la Comunidad de Madrid, en materia de Educación, que pretende alargar la jornada laboral de los profesores, poniendo en peligro la posible contratación de interinos en los próximos años, empieza a dar una idea aproximada de cuál será la política del PP, si llega a gobernar, y en qué área aplicará los recortes cuando consiga el ansiado poder que lleva años persiguiendo.
La intención de mermar considerablemente los gastos en política educativa, se convierte así en un primer paso para poder intuir un ataque aún más directo a las prestaciones sociales, empezando por el derecho fundamental a una enseñanza de calidad y gratuita, que era hasta ahora, uno de los logros mayores conseguidos, desde que desapareció la dictadura y la democracia se instaló entre nosotros.
A esto se une además, la extraña postura de María Dolores De Cospedal, que tras permanecer durante años en su puesto de diputada autonómica en Castilla La Mancha, en un silencio total ante las políticas llevadas a cabo por los socialistas, llega a la presidencia de la Comunidad exponiendo un asombro inaudito ante la situación económica encontrada, como si su pasado en estas tierras hubiera sido inexistente y repentinamente se hubiera abierto la caja de los vientos, en cuanto ha conseguido alzarse con el poder.
Las promesas repetidas hasta la saciedad en los mítines ofrecidos por los populares, en los que se declaraban defensores de la justicia social y garantes de las necesidades de los humildes, se marchan con el viento tempestuoso de su asentamiento en los lugares de mando, desde los que atacan a los débiles, como desde luego era de esperar, para los que ya conocíamos de antaño a las derechas y su afinidad con la ideología capitalista y quienes la encabezan.
Es tiempo para los jóvenes españoles para poner en claro cuál será su tendencia de voto en los próximos comicios y para reflexionar hasta qué punto, otorgar ese voto al primer partido de la oposición puede resultar beneficioso para sus intereses o si, por el contrario, el aterrizaje de los populares en lo más alto de las instituciones, acabará por hacer buenos a los que ahora terminan su legislatura, convirtiendo la vida de las clases trabajadoras en un infierno aún peor que el que ahora soportan, gracias a las veleidades europeas del Presidente Zapatero.
Es una falacia creer firmemente en cualquier posibilidad de cambio a mejor de manos de los que siempre fueron representantes reales de las clases dominantes, aún cuando últimamente, en su intención de atraer a los votantes, se dediquen a disfrazar con grandes dosis de paternalismo su amor al liberalismo económico y su clara intención de privatizar sectores como el educativo o el sanitario, para beneficio exclusivo de quien se pueda permitir su utilización a golpe de cartera.
Las vanas promesas de Rajoy y sus correligionarios han de ser entendidas como lo que son: un reclamo electoral que les permita acceder al gobierno y un modo de arrancar del país cualquier logro conseguido por los humildes, empezando por una educación que les garantice una mayor amplitud de pensamiento y una cierta igualdad cultural con las clases privilegiadas, que en nada conviene a los amantes del capitalismo feroz que nos gobierna.
La contestación debe ser inmediata, pues es urgente establecer preferencias electorales antes de noviembre, e iniciar movilizaciones en contra de este atropello encubierto, que puede alcanzar dimensiones incalculables, si el Partido Popular llega finalmente al poder y se instala con una amplia mayoría en el parlamento, que le permita gobernar en solitario, al modo y manera en que lo hacen todos y cada uno de los gobiernos conservadores en el mundo.
Es aún peor. Las cifras alcanzadas en los últimos comicios municipales y autonómicos, auguran que las medidas madrileñas, serán rápidamente refrendadas por las otras Comunidades en manos de los populares, estableciendo unas diferencias inaceptables entre trabajadores, con el consiguiente perjuicio de los que se encuentran bajo las directrices de los recién llegados al poder autonómico.
Apostar por la explotación del personal adscrito al Ministerio de educación, no es, en modo alguno, una solución a la crisis y pone en evidencia la validez del programa político de quienes se atreven a tropelía semejante.
Se necesitaría una gran dosis de fe para depositar la confianza ciudadana en quien basa su política en acciones tan deplorables como ésta y una gran ingenuidad para llegar a pensar que en sus manos, la nave del estado llegará a buen puerto si en vez de crear los tan necesarios puestos de trabajo, se limitan a prolongar la jornada laboral de los españoles, igualándola con la que existía un siglo atrás.