jueves, 30 de enero de 2014

La estrategia del triunfalismo


Está claro que en cuanto se aproxima un periodo electoral, los conservadores españoles idean una estrategia, según sean las circunstancias que afectan al panorama político del País y la ponen en práctica de manera unánime, convirtiendo el discurso de todos sus militantes en uno solo, cuya intención no es otra que conseguir el mayor número de votos posible, aunque tuvieran que prometer un millón de euros a cada ciudadano y un trabajo para toda la vida a todos los que formaran parte de las listas del INEM, en ese preciso momento.
En los Comicios anteriores, el populismo de ir puerta a puerta, interesándose por los problemas personales de la gente y denostar en todas sus vertientes la gestión de Zapatero, con el juramento de solucionar la crisis en un periodo de un par de años, les funcionó tan bien, que obtuvieron una mayoría absoluta que les está permitiendo hacer y deshacer a voluntad, sin posibilidad alguna de oposición por parte de los demás grupos parlamentarios y a pesar de las duras críticas de una ciudadanía que sólo encuentra en la calle un lugar donde hacer evidentes sus quejas, dada la indiferencia mostrada por este Gobierno.
Ahora que están en el poder y ante la próxima campaña de las europeas, la estrategia del triunfalismo se ha convertido para ellos en una constante, al pensar que de algún modo habrán de convencer a los ciudadanos de que lo han hecho bien, a ver si pueden conseguir que se olviden de las agresivas políticas de recortes que han venido practicando desde que llegaron y vuelven a caer en sus redes de persuasión, ofreciéndoles la oportunidad impagable de perpetuarse en el poder, que al fin y al cabo, es lo único que importa.
Los brotes verdes y la buena marcha de la Economía que sólo es evidente para los integrantes del PP son mentira, pero a base de repetirlo en los medios de comunicación y muy especialmente en la Televisión, que es la prensa de los más incautos, puede al menos, hacer dudar a quienes todavía conservan una dosis de fe en la veracidad de las noticias y a una parte de los que aún mantienen el trabajo, de que el futuro es más halagüeño de lo que se percibe en la calle y de que únicamente si se les da la oportunidad de seguir gobernando, podremos salir de la crisis y empezar a crear empleo, que es lo más urgente para todos nosotros.
Ya no les vale hacer referencia a la herencia de Zapatero y, por tanto, ha dejado de mencionarse en el discurso, pero sin embargo, se presume de estar haciendo lo correcto mientras las cifras del desempleo siguen subiendo de forma escandalosa y se está dispuesto de nuevo, a prometer trabajo, por supuesto sin aclarar de qué clase o cuándo llegará el momento de hacerlo.
Oír a Rajoy, Cospedal, Santamaría, Montoro o De Guindos, da igual. Sus palabras están escritas a fuego en cada una de sus apariciones y ni siquiera tienen el decoro de cambiar los términos de las frases para que no parezcan las mismas.
Como una retahíla aprendida de carrerilla, repiten una y otra vez el mensaje previsto y serían capaces de jurar por su madre que lo que están diciendo es verdad, aunque a todos nos conste en carne propia que nos están contando la mentira del siglo y que aquí nada podría ir peor de lo  que va, por mucho que les pese.
Que su estrategia consiga o no los fines previstos, depende en todo de nosotros y de la capacidad de aguante que tengamos en el reto que estos gobernantes han entablado con su pueblo. Soportar las mentiras y las verdades contadas a medias, estriba siempre en los límites que cada cual establezca en su vida.

Pero que un voto sea, en principio, mas importante que quien lo emite y que el desprecio hacia las personas sea una evidencia, justamente hasta que se requiere su participación en elecciones, no es un síntoma de buen funcionamiento democrático. Es más bien, una traición hacia la dignidad que todo ser humano merece y exige, por lo tanto, una respuesta contundente por parte de quien ha sido embaucado.

miércoles, 29 de enero de 2014

Turbulencias


Ya se puede dar prisa el PP en arreglar sus diferencias internas, antes de que se le eche encima la campaña electoral para las europeas de Mayo, sino quiere sufrir, además del evidente desgaste  por su mala gestión de la crisis, una fuga de votos considerable hacia la derecha y el centro, que bien podrían rentabilizar Ortega Lara y Rosa Díez, e incluso el maltrecho PSOE, reactivado por la convocatoria de Primarias.
La retirada de Mayor Oreja, considerado un peso pesado entre las filas conservadoras y todo un referente para un nutrido número de familiares de víctimas del terrorismo en Euskadi, puede hacer mucho daño a la corriente capitaneada por Mariano Rajoy, dando la razón a lo desde hace bastante tiempo vienen defendiendo el ex Presidente Aznar, Esperanza Aguirre y otros muchos, que discrepan profundamente de la manera en que el ejecutivo actual está llevando los asuntos de Estado  y que no están dispuestos a permanecer en silencio, como demuestran las continuas intrusiones que a través de la prensa protagonizan, sobre el tipo de medidas que se vienen adoptando, desde que en Noviembre de 2011, el PP se hiciera con el poder.
Decíamos entonces, que la derecha no había ganado las elecciones, sino que se las había dejado perder Zapatero y ya preconizábamos que el voto que les otorgaba la mayoría absoluta, traería para los españoles insoportables consecuencias. El error de no haber introducido en el sobre papeletas que repartieran mucho más el poder y que hubiera sido el único modo de romper para siempre el bipartidismo, nos ha costado después, como es evidente, sangre sudor y lágrimas y ha venido a corroborar la idea de que la derecha jamás se pone del lado del trabajador, sea cual fuere el tamaño de la crisis y llámese cómo se llame quien la lidere, sean cuales fueren sus promesas.
 Seguros de no volver a caer en esta absurda contradicción, los españoles afrontan las elecciones europeas con grandes dosis de indignación, pero sobre todo desencantados de las acciones de todos los políticos y aunque parece probable que la abstención podría ser la línea elegida en estos comicios que se nos antojan de tan poca importancia, muchos de nosotros tendremos que hacer el esfuerzo de acercarnos a los colegios para votar, si no queremos que un nuevo triunfo, aunque pequeño, ofrezca a Rajoy las alas necesarias para seguir haciendo su santa voluntad, a pesar de la oposición general de la ciudadanía.
La encuestas ya dicen que a pesar del empecinamiento de Rubalcaba por permanecer al frente de su formación, el PSOE obtendría una ligera ventaja en intención de voto sobre un PP absolutamente agobiado por las sospechas de corrupción de sus líderes y por sus discrepancias internas, pero la inseguridad de que los españoles decidan finalmente no votar, podría dar un giro total a los datos, ya que como es de todos sabidos, la derecha acude en masa a cada uno de los comicios, obteniendo una y otra vez los mismos resultados, provenientes de la participación total de sus simpatizantes y militantes de toda la vida.
Es ahora el momento de que los demás partidos jueguen bien sus cartas y sepan aprovechar las horas bajas que viven Rajoy y los suyos, para terminar de una vez , con la rotación intermitente de PSOE  y PP, que tanto daño nos ha hecho.
Los que hasta ahora han sido pequeños, merecen al menos el beneficio de la duda y tener la oportunidad de que podamos comprobar cómo se desenvolverían en labores de mando y no desde la oposición, como ha sido norma para todos ellos.
La política española está absolutamente necesitada de aire fresco y de nuevas ideas que rebajen la tensión actual que vivimos y que no nos deja respirar, con la evidente presión que sobre nosotros ejerce.
Vote cada cual, libremente a quienes mejor le parezcan, pero haciendo ejercicio de mantener alerta la memoria necesaria para recordar todos y cada uno de los errores que cometieron los que ya estuvieron en el poder y que nos ha traído, sin duda, la gravísima situación que padecemos.

Y aunque puede que las europeas nos parezcan inútiles para la buena marcha de nuestros intereses, no podemos negar que son un primer paso para hacernos oír, que bien puede servir para ir aclarando lo que nos gustaría tener y desde luego, para dejar sentado lo que de ningún modo queremos, para que todos vayan tomando nota.

martes, 28 de enero de 2014

El triunfo de todos


El pulso que la Marea Blanca ha mantenido contra el gobierno de la Comunidad de Madrid, sobre el asunto de la privatización de la Sanidad Pública, se saldó ayer con un gran triunfo de la ciudanía, al fallar los tribunales a favor de sus reclamaciones, cerrando un largo periodo de protestas que, por una vez, han dado los frutos deseados.
Médicos, enfermeros, profesionales en general  y una gran parte de la sociedad madrileña,  se había implicado en este conflicto que comenzó poco después de llegar Rajoy al poder y ni un solo momento han dejado de hacer notar sus reivindicaciones, a pesar de haber sido tachados en infinidad de ocasiones de extremistas, por parte de los cargos de la Comunidad e incluso por integrantes de un gobierno central que apostaba claramente, aunque de manera encubierta, por ir privatizando paulatinamente nuestro sistema sanitario, con la oposición en bloque de todos los demás partidos políticos y de los españoles, en general.
 Capitaneados en principio por esperanza Aguirre y después por su sucesor Ignacio González,  el  PP madrileño fue el primero en comenzar a derivar determinadas pruebas médicas hacia centros particulares y también en intentar, sin demasiado éxito, convertir determinados Hospitales de la Comunidad en puros negocios generadores de pingües beneficios, sin que la presión popular pareciera ejercer ninguna influencia en sus decisiones y aunque los cambios efectuados hayan venido demostrando en todo momento, un empeoramiento de la atención a los enfermos y un alargamiento interminable de las listas de espera.
Casi al mismo tiempo que se producía esta sentencia, otra obligaba a María Dolores de Cospedal a readmitir a más de 500 interinos despedidos en Castilla la Mancha, como consecuencia de los recortes practicados bajo su Presidencia y a causa de los cuales, ya había tenido que afrontar una serie de litigios con la ciudadanía, que después ha ido perdiendo uno a uno, cuando han ido llegando a los tribunales.
Estas dos victorias llegan en un momento en que la debilidad del PP se está convirtiendo en un hecho innegable, si se tiene en cuenta la enorme división interior en que se encuentra sumido y que ha dado lugar a la marcha de algunos de sus militantes más cercanos a la extrema derecha y que ha propiciado la creación de un nuevo Partido capitaneado por Ortega Lara, al que podrían unirse en breve, otras muchas voces descontentas con la manera de afrontar el problema del terrorismo que están llevando a cabo Rajoy y su Gobierno.
Si a esto sumamos la enorme polémica que ha generado en sus filas la modificación de la Ley del Aborto y la oposición a la misma que han venido manifestando gran cantidad de pesos pesados inscritos en sus filas, perder ahora por goleada frente a la Marea Blanca y tener que readmitir a los interinos despedidos por Cospedal, no puede por menos que hacer recapacitar al Presidente sobre lo que su forma de administrar el poder está consiguiendo y que no es, precisamente halagüeño, para su vanidad personal.
La demostración flagrante de que las protestas en la calle, si son continuadas y mayoritariamente seguidas, sirven para cambiar radicalmente el rumbo de la política, viene también a dejar en evidencia a todos aquellos conservadores que  han pretendido denostar a los manifestantes, calificándolos de agresivos y peligrosos y que ahora habrán de reconocer, quieran o no, que no se trataban más que de descontentos con las medidas que se adoptaban y  que en ningún momento figuraban en el Programa que los populares exhibieron en la última campaña electoral.
Todo hace pensar que en los próximos meses podrían producirse victorias de igual importancia para otros colectivos y que la Marea Verde que clama con igual contundencia contra la aplicación de la Ley Wert  o los movimientos que reclaman un cambio radical en el modelo social como los provenientes del 15 M,  quizá lograrían conseguir un mayor protagonismo de la sociedad en las tareas de gobierno y por supuesto, en la elección de las medidas a aplicar en un futuro próximo y que afectarían a la totalidad de los españoles, de uno u otro signo.

Las cosas no le van tan bien a Rajoy como se pretende desde el PP y su continuidad parece cada vez más improbable, si se tienen en cuenta los acontecimientos que demuestran el descontento generalizado de la nación y que quedan meridianamente claros, cada vez que la justicia da la razón a las iniciativas ciudadanas y no al gobierno tiránico de esta mayoría absoluta, a la que nada importaba, hasta ahora, el pensamiento de la gente. 

lunes, 27 de enero de 2014

Asalto a los sueldos


Los recortes sufridos en los salarios por los trabajadores españoles, ha colocado la capacidad de consumo de las familias en los niveles más bajos conocidos desde el advenimiento de la Democracia y dejado a una inmensa mayoría social, que antes formaba parte de la clase media, en serias dificultades para sobrevivir con dignidad, en el caso de que tengan la suerte de que alguno de sus miembros siga conservando su empleo.
La negativa rotunda de los empresarios a renunciar a su alto nivel de beneficios, prefiriendo incluso cerrar sus negocios, antes de tener que prescindir del elevado estatus social en el que siempre se han movido, nos está llevando paulatinamente a unas cotas de esclavitud, que hasta ahora se consideraban patrimonio exclusivo de los empleados asiáticos.
La reforma laboral de Rajoy, que no ha hecho otra cosa que potenciar un despido libre de cargas, que solo favorece al sector empresarial, colocando a los ciudadanos de a pie en completa indefensión ante los caprichos de sus jefes, viene contribuyendo al pensamiento ultra capitalista que reina entre las clases pudientes del País, que hasta este  momento y fundamentalmente, desde que el PP se hizo con el poder, no ha pagado ni una sola factura que tenga que ver con la crisis, habiendo llegado a aprovechar sin ningún recato las leyes promulgadas por la derecha, para recortar los derechos de sus asalariados y por supuesto, para obtener beneficios no solo de su productividad, sino también de la dignidad de sus sueldos.
Con la más absoluta permisividad del Gobierno, las pocas ofertas de trabajo que salen a la luz, vienen marcadas por condiciones que podrían considerarse del todo inaceptables, pero que debido a la necesidad que los españoles tienen de trabajar, son en la mayoría de los casos aceptadas dócilmente, sólo por tener la oportunidad de una reincorporación al panorama laboral, aunque sea por unas cuantas horas y con una flexibilidad de horarios que sobre todo en el sector de la hostelería y también del comercio, lleva a los empleados a estar en permanente disponibilidad y al servicio de lo que necesiten, en un momento determinado, sus empresas.
 Lamentablemente, la actuación de los Sindicatos en este asunto no puede ser más deleznable y la aceptación de determinadas exigencias empresariales, que hace solo unos años habrían sido consideradas del todo inaceptables, se están convirtiendo en algo natural, que nadie se atreve a combatir, ni por medio de la negociación, ni con el mantenimiento continuado de las huelgas.
 Y así, hemos entrado en un bucle del que difícilmente podremos salir, si no se produce a la mayor brevedad posible, una concienciación general que nos permita escapar de la sumisión en que nos hallamos inmersos, a causa de un miedo cerval a la pobreza y que nos ayude a  comprender que si no nos hacemos fuertes en una postura de unidad con la que combatir los abusos que se están produciendo, nunca más podremos volver a disfrutar no sólo de los derechos que con tanto trabajo adquirimos en el pasado, sino tampoco de unos salarios y condiciones laborales que nos permitan vivir como hombres libres, capaces de pensar y decidir por nosotros mismos y teniendo todas nuestras necesidades primarias cubiertas.
El asalto salarial que hemos sufrido durante estos dos últimos años y la firme decisión de quienes manejan las riendas de las Empresas de mantener esta línea de contratación, con la aprobación total de Rajoy y su gobierno, debiera ser, si la justicia existiera en este País nuestro, sin duda, constitutivo de delito.
Así debieran entenderlo también los Magistrados encargados de juzgar con ecuanimidad los enfrentamientos laborales entre trabajadores y jefes, negándose a ejecutar todos a una, sentencias únicamente a favor de quienes manejan las Empresas y que dejan a los ciudadanos absolutamente desprotegidos de veredictos estrictamente justos que les ayuden a conservar el empleo, como sería de Ley, si la reforma Laboral fuera rechazada de plano, sobre todo por los encargados de administrar justicia.
 Porque de continuar así, llegará el día en el que todos nos veamos obligados a trabajar a cambio de un simple plato de comida y dado que lo único que nos queda a los pobres es defender la dignidad, la posibilidad de acabar siendo una especie de calco de los obreros que poblaban los cinturones industriales de principios del SXX, simplemente, nos horroriza.
Y dado que ya sabemos que no podemos contar con el apoyo de nuestro Gobierno, no nos queda otra opción más que la de luchar con uñas y dientes para liberarnos de los abusos indiscriminados que contra nosotros se cometen desde las más altas instancias del poder y mantenernos hasta que la fuerza que nos da ser los productores de las riquezas de los otros, incline la balanza de nuestro lado, inevitablemente.


domingo, 26 de enero de 2014

Solo ante el peligro


La declaración de los Inspectores de Hacienda, en relación con la imputación de la Infanta en el caso Noos, ha sido, con la inestimable ayuda del fiscal Horrach, una demostración evidente de que el Juez Castro se encuentra, como Gary Cooper en aquella vieja película, solo ante el peligro.
En el tiempo que falta hasta que llegue el momento en el  que Cristina de Borbón  tenga que declarar ante la justicia, los movimientos de todos los actores de esta esperpéntica comedia, habrán de ser estudiados con minuciosidad, sin descartar que aún pudiera producirse alguna sorpresa que dificulte un poco más la impecable labor de Castro, cuya trayectoria profesional podría llegar incluso a peligrar, como anteriormente ha ocurrido con el Juez Garzón, o ahora mismo, en el caso del Juez Silva.
Vista la actitud de Horrach y su interés por mantener a la hija del Rey alejada de los tribunales y oída la declaración que el mismísimo Presidente de Gobierno hizo en televisión  preconizando su inocencia, el recurso de acusar a Castro de estar personalmente empeñado en la implicación de la imputada, si fuera tomada como una obsesión sin justificar, podría dar pie a una recomendación de que se le apartara del caso, antes de que pudiera llegar a alguna conclusión que motivara un procesamiento, del que ya no podría escapar y que la obligaría a sentarse en el banquillo de los acusados, junto a Torres y Urdangarín, sus otros dos socios en la empresa.
El tiempo se acaba y Castro no parece dispuesto a hacer concesión alguna a la Princesa, ni que le preocupe la opinión de los importantes defensores que pululan alrededor de esta causa. Ha llegado hasta aquí soportando las mayores presiones conocidas en el panorama judicial español y sabe perfectamente que si ahora abandona la idea de administrar justicia sin distinciones, su prestigio profesional habrá quedado, al menos a los ojos de la ciudadanía, reducido a cenizas, sin que pueda ser recordado en el futuro, por otro caso que no sea éste, sea cuál sea el final que le aguarde a la historia.
Pero tampoco parecen dispuestos a rendirse los valedores de la Infanta y la multitud de argumentos que esgrimen para demostrar su desconocimiento total de las actividades de su cónyuge, que por cierto, colocan el nivel de inteligencia de Cristina en un porcentaje cercano a la idiotez extrema, no deben haber terminado todavía y algún  as que permanece guardado en la manga, bien podría aparecer en el último momento, terminando con las posibilidades del Juez y regalando la impunidad, a quién todos consideramos que no la merece.
En el caso hipotético de que esto sucediera, la poca credibilidad que ya ofrece la Imagen de la Institución monárquica, quedaría gravemente dañada y sin posibilidad de recuperación, al considerarse que el propio Monarca habría mentido descaradamente mientras pretendía reclamar para todos una igualdad ante la justicia y  aquellas palabras vertidas en sus discursos de los últimos tiempos, terminarían por ser barridas por el huracán de los hechos, provocando una reacción en la ciudadanía, absolutamente contraria a su continuidad como jefe del Estado que todos habitamos.
Quizá para Juan Carlos merezca la pena arriesgar cuánto tiene, únicamente por defender a su hija, pero el juego político gracias al cual es quién es, no tolera intrusiones personales ni familiares que faciliten la comisión de delitos, ni entiende de favoritismos encubiertos que acaben hurtando la verdad, convirtiendo el ejercicio del poder, en un torrente imparable de corrupción, del todo inaceptable.
Las reglas son las que son, aunque la soledad del Juez Castro parezca disfrazarlas, como si su labor fuera fruto de un delirio.
La limpieza ha de ser total y mucho más aún, en este sórdido caso que nos ocupa.
Quizá por eso, el pueblo español sólo pretende que se deje al juez cumplir estrictamente con las obligaciones de su cargo y si Cristina de Borbón ha de sentarse, a su juicio, en el banquillo, que se siente. Como si tiene que llamar a su padre, para que testifique.



jueves, 23 de enero de 2014

La más pura indecencia


Lo de los Clubs de Fútbol de la Primera división española, no parece que pueda estar sucediendo aquí y ahora, por constituir en sí mismo, la más pura indecencia.
Mientras los ciudadanos caminan como un funambulista, por el delgado cordón bajo el que subyace la negrura de la miseria, todos los equipos grandes y pequeños, que conforman la primera línea de fuego, adeudan a la Hacienda pública y a la Seguridad Social, tal cantidad de dinero, que bien podría resolver en gran parte, si se exigiera contundentemente su pago, el enorme problema de desempleo que sufrimos y quién sabe si hasta sobraría para invertir en esos fines sociales que tan duramente han sido recortados, en los últimos dos años.
Y si sólo fueran las deudas, podríamos darnos con un canto en los dientes, pero es que además, al mismo tiempo que muchos de los Clubs entran en concurso de acreedores o se quejan de no poder afrontar sus cuentas con el Erario público, se producen fichajes de jugadores que se saldan con escandalosas cifras super millonarias y que resultan ser un agravio imperdonable, cuando se contempla la situación en que se ven obligadas a vivir miles de familias, a las que la crisis ha dejado sumidas en una pobreza tan absoluta, que no les queda nada con lo que subsistir, a parte de las ayudas que reciben de sus allegados y amigos, o de organizaciones no gubernamentales.
Cómo puede el Gobierno consentir que esto que describimos suceda, parece un misterio irresoluble si se tiene en cuenta que a cualquiera de los ciudadanos de a pie que adeudara la más mínima cantidad a las arcas del Estado, se le perseguiría sin tregua considerando el impago como constitutivo de delito de fraude, por lo cual sería inmediatamente juzgado, sin la menor misericordia.
Pero el fútbol es hoy día el opio de este pueblo y el desarrollo de la liga en primera división hace de parachoques de la indignación de la gente, ahorrando al gobierno Rajoy el bochornoso espectáculo de que las mayorías silenciosas que queman la adrenalina en los campos todos los fines de semana, tomen las calles para canalizar en ellas el punto más álgido de sus protestas, si se les quita la ocasión de seguir acudiendo a los partidos, por cierre gubernamental de los Estadios, como sería de rigor, si se aplicara a los Clubs la misma justicia que se nos aplica a nosotros.
El último escándalo que ha acaba de estallar hace un par de días y que tiene que ver con el fichaje de un jugador por el que el Barcelona confiesa haber pagado 57 millones de euros, mientras se sospecha que en realidad han sido 98, es la evidencia más clara de que cuanto hablamos es cierto y de que no cabe lugar a dudas de la indignidad que constituye.
 Y sin embargo, nunca hemos oído al Ministro Montoro reclamar públicamente el montante de las deudas de los Clubs de fútbol, ni tachar de defraudadores a quienes los dirigen, ni afear siquiera la indecencia de despilfarrar 57 o 98 millones de euros, en adquirir los derechos sobre un jugador, llámese cómo se llame, o haga con la pelota, los juegos malabares que quiera.
Estos exagerados dispendios, a los que las masas están acostumbradas, llegando incluso a sentir adoración por los protagonistas de las historias, afectan no obstante, y de manera totalmente justificada, la vida cotidiana de todos nosotros, que al no denunciarlos, nos convertimos en cómplices de la ilegalidad y la inmoralidad que constituyen.
Es por eso, que no se comprende la pasividad que sentimos mientras suceden ante nuestros ojos estas cosas, ni cómo podemos apoyar con nuestra presencia en los Estadios la continuidad de este tipo de oscuros negocios.
Lo que deben los Clubs y lo que gastan en futbolistas, puede que en otro momento no nos hiciera falta para vivir, pero ahora, esas cantidades nos son imprescindibles para paliar al menos, una buena parte de nuestra presente pobreza y no se debe consentir que los deudores sigan gozando de total impunidad y que nuestro gobierno mire para otro lado, como si no pasara nada.   


miércoles, 22 de enero de 2014

Un inexcusable silencio


La noticia de la inminente puesta  en libertad del primero de los condenados por el atentado del 11M de Madrid, tras haber cumplido la pena impuesta por su delito, no puede por menos que hacernos reflexionar  sobre las clarísimas diferencias que establece el PP entre determinadas víctimas de según qué terrorismo y que evidencian que no demuestran la misma solidaridad con las mismas cuando se trata de delitos cometidos por ETA, que cuando los autores de los crímenes provienen, como en el caso de Zouhier, de las células islamistas que volaron los trenes en la capital, una autoría que aún se empeñan en negar con ahínco, nuestros actuales dirigentes.
Ni una sola voz del Partido en el gobierno, ni tampoco Mariano Rajoy en su reciente entrevista televisada, ha hecho ningún tipo de referencia estos días, a la puesta en libertad de quien fuera el intermediario entre los terroristas y los explosivos, ni se ha dignado expresar un recuerdo para los familiares de los caídos en Madrid, cuyo dolor ha de ser igualmente dramático que el de los afectados por las liberaciones relacionadas con la sentencia de Bruselas, que se han producido en los últimos tiempos.
Quizá porque no conviene recordar al pueblo español lo mal que se gestionó desde el PP la información que se iba obteniendo durante los primeros momentos tras el atentado y que costó las elecciones generales a sus representantes de entonces, el silencio inexplicable que se mantiene alrededor de lo que se espera sea un hecho en jornadas próximas, no tiene por menos que doler, no solo a los propios afectados, sino a todo el pueblo español, que se sintió plenamente identificado con quienes perdieron a alguien en aquel terrible suceso, al considerar que el azar bien podría haber elegido a cualquiera de los nuestros, en vez de a los que cayeron aquel día, en cualquiera de los cuatro trenes.
Fue aquel un atentado dirigido efectivamente, contra las clases populares, sin que las vinculaciones políticas de las víctimas tuvieran absolutamente nada que ver en el desarrollo de los acontecimientos, ni ninguna de ellas hubiera sido elegida con anterioridad por ninguna causa concreta, para ser eliminada con tan terrible violencia, aquella mañana de infausto recuerdo.
Todos y cada uno de los viajeros de aquellos trenes, podrían haber sido perfectamente nuestros padres, maridos o hijos, ya que formaban parte del mismo núcleo social en el que nos movemos y todos y cada uno de nosotros perdió aquel día una parte importante del corazón, sin que después nunca, haya podido recuperarla.
Pero la enrevesada historia que se intentó tejer alrededor de los verdaderos autores de los hechos y que todavía, después de tantos años, sigue contando con incontables adeptos, ha propiciado que a pesar de haber sido aclarados, juzgados y sentenciados en su momento, no se quiera volver a hablar de aquellas víctimas y se las condene a un olvido forzado que no merecen en absoluto.
Conviene recordar que quien hoy es nuestro Presidente de Gobierno, ocupaba en aquel momento una cartera ministerial a las órdenes de Aznar y que, por tanto, debió estar de acuerdo con la manipulación de las noticias que se llevó a cabo por parte del ejecutivo, negando a los españoles, hasta el mismo momento en que terminó la jornada de reflexión, la participación de los islamistas en los atentados, mientras a toda costa se trataba de convencernos, de que había sido obra de ETA.
Todos tenemos presente la imagen de Aceves intentando recomponer una teoría indefendible y todos sabemos, porque al día siguiente votamos, lo que costó al PP aquel burdo intento de manipulación de la verdad, que los españoles entendieron como una grave traición a su derecho a ser informados.
Queda claro que Rajoy y los suyos también lo recuerdan. Su silencio sobre la liberación de Zouhier, les delata y aunque estas víctimas que fueron las de todos, no merezcan siquiera unas palabras de apoyo por parte de este ejecutivo, la sociedad, que a diario demuestra que va por un camino diametralmente opuesto al que le marcan los populares, sí que siente en el alma la excarcelación de este oscuro individuo.
Sin aspavientos y sin manifestaciones ostentosas, todos estamos hoy con las familias de aquellos inocentes y ni siquiera necesitamos la solidaridad del gobierno. Al fin y al cabo, las cosas se toman, según de quién vienen.


martes, 21 de enero de 2014

Retazos de irrealidad


Mariano Rajoy concedió ayer una entrevista a una cadena históricamente conservadora, sometiéndose pacientemente a las preguntas probablemente pactadas que le formuló la presentadora e intentando en todo momento ofrecer una imagen de aparente tranquilidad que, en nada sin embargo consiguió aclarar a los españoles, ni las razones que le han llevado a decantarse por una agresiva política de recortes, ni cuáles son sus intenciones para un futuro, que se adivina lleno de graves  complicaciones para él, empezando por el problema del paro y continuando por la guerra abierta que mantiene, por ejemplo, en Euskadi y en Cataluña.
Esclavo de la soberbia que le regala la mayoría absoluta en las urnas y convencido de las permanentes adulaciones que suele recibir de parte de sus seguidores más próximos, la percepción que Rajoy demuestra de la realidad dista mucho de ser la misma que apreciamos los ciudadanos y anoche se encargó de demostrarlo sobradamente, haciendo gala de un triunfalismo casi infantil que no convencería a nadie, a poco que viviera apenas unos días en el País y hablara con la gente para conocer la opinión que tiene, de la gestión del líder de los populares.
Prometiendo que pronto podríamos empezar a disfrutar de las ventajas que nos traerán medidas como su Reforma Laboral o los recortes aplicados en los sistemas educacional y sanitario, volvió sin embargo a zafarse de contestar a preguntas mal formuladas sobre su implicación en el caso de Bárcenas o  la convocatoria del Referendum catalán,  alegando que afrontaría dichos sucesos en el mismo momento en que ocurriesen, evidenciando una absoluta falta de la necesaria prevención sobre  qué hacer si funciona la colaboración con la justicia del ex tesorero, o si Mas consiguiera de algún modo, que las leyes apoyen su convocatoria de consulta, haciendo trizas los argumentos que mueve Madrid como un dogma infalible, del que nunca tendrá que apearse.
Se atrevió incluso, a defender la inocencia de la Infanta Cristina en el caso Noos, lanzando claramente al Juez Castro un mensaje rotundo de cuál es la posición del gobierno frente al atrevimiento de  haber imputado a la hija del Rey, llegando incluso a utilizar el mensaje lacrimógeno de que a todos los padres preocupan y mucho, los problemas que incumben a sus hijos y sin querer desde luego aludir en ningún momento, a las  innumerables facturas que acreditan la financiación de los gastos privados de la familia Urdangarín y menos aún, a las complicaciones que han surgido en Hacienda con relación a este caso, como si la imputación constituyera únicamente un capricho del juez y la trama que se ha movido en torno a esta parte de la familia real, no hubiera existido jamás.
Ni una palabra acerca de la corrupción, ni siquiera para tratar de despejar las graves sospechas que existen sobre la financiación ilegal de su Partido y que le señalan, precisamente a él, como uno de los perceptores de los famosos sobresueldos.
Total, casi una larga hora de conversación para no decir nada y una manera de iniciar tácitamente la próxima campaña de las europeas, en la que con toda probabilidad, la estrategia popular estará centrada en hacernos creer que todo lo que hemos sufrido desde su llegada al poder, no ha sido más que  un enorme espejismo.

Menos mal que los españoles sabemos la verdad de lo que nos ocurre y la rutina que nos vemos obligados a soportar nos recuerda a diario el espantoso momento que atravesamos y a quién debemos culpar por la dureza de nuestros padecimientos, porque escuchando ayer al Presidente, cualquiera que no conociera nuestra realidad, podría haber pensado que vivimos en un Paraíso creado, por obra y gracia del magnánimo PP.  

lunes, 20 de enero de 2014

El valor de preguntar


Ofrece el programa El objetivo, de Ana Pastor, las imágenes de una rueda de prensa en Francia, en la que el Presidente Holland es, literalmente bombardeado, por un elevado número de periodistas, de todas las tendencias ideológicas, con preguntas incómodas que recorren todos los ámbitos que abarca su trayectoria profesional y personal, sin que el primer mandatario francés se sienta, en ningún momento, molesto por ellas, a pesar de que se le llega a exigir que conteste si la primera dama del país sigue siendo su esposa, en relación con el último escándalo amoroso que hemos podido leer en los periódicos, en los últimos días.
Viendo la escena y recordando después, cualquiera de las comparecencias de Rajoy ante la prensa, una no puede sentir sino una envidia insana del valor que los comunicadores del país vecino demuestran  y una vergüenza insoportable, por el comportamiento que nuestros periodistas arrastran desde hace demasiado tiempo, dejando  morir  la emoción que puede arrancar en la opinión pública, el ejercicio impecable de una profesión concebida en sí, para denunciar todo aquello que el poder trata de esconder de manera sibilina y que a veces sale a luz, sólo gracias a la investigación de algunos representantes de la prensa.
Volviendo a las imágenes, no queda más remedio que preguntarse de qué modo hubieran actuado, por ejemplo, estos periodistas franceses, si su Presidente, en algún momento, les hubiera convocado a través de una pantalla de plasma o hubiera, como Rajoy en tantos casos, pactado las preguntas, únicamente con los representantes de un par de medios, ninguneando al resto de los profesionales que esperaban escuchar sus respuestas en vivo y en directo, como ha solido ser lo habitual, en el contacto entre los políticos y la prensa.
Con toda probabilidad, de haberse producido esto, en cualquier otra parte del mundo, el plante hubiera estado asegurado y la postura esquiva del Presidente que se hubiera atrevido a proponerlo, habría sido duramente criticada, hasta el punto de haberle costado el puesto.
Pero el servilismo ideológico demostrado por la mayoría de los periodistas españoles, hace que conceder este tipo de incomprensibles acciones, se haya convertido en algo rutinario que se acepta con sumisión, colocando la credibilidad de los que transigen con ello, en niveles cercanos al cero y dejando su prestigio laboral enterrado bajo un subsuelo manejado exclusivamente por un poder que no admite libertades de informadores díscolos, que puedan perturbar su cómoda posición de superioridad, en la que campan abiertamente por sus respetos.
La independencia de los medios de comunicación, el valor de preguntar sobre cualquier tema al Presidente de la Nación, hace tiempo que en España, ha muerto.
Y lo que nos queda a los sufridos ciudadanos, no es otra cosa que tener que hacer el ejercicio de leer entre las líneas que nos ofrecen los periódicos de uno u otro signo, para  sacar conclusiones absolutamente personales sobre lo que vemos, sin que en ningún momento los medios pongan en peligro, ejerciendo la libertad de expresión, a Institución o persona de relevancia alguna, haya hecho lo que haya hecho, aunque fuera constitutivo de delito.
Solo la red y los que ni siquiera reciben compensación económica alguna por aventurar opiniones sin presiones de ningún tipo, nos ofrece en España lo que debiera obligatoriamente ser, competencia exclusiva de la Prensa y aunque nos duele profundamente reconocer la poca profesionalidad con que se afronta el difícil momento que atravesamos, la evidencia de que la mano del poder manipula palmariamente cualquier información que se ofrece, no deja lugar a dudas sobre la pobreza de lo que se nos transmite y deja en nuestra boca el regusto amargo de ser inferiores a ciudadanos de otros países, que pueden creer al cien por cien, la veracidad de las noticias que se les ofrecen.   



domingo, 19 de enero de 2014

Voto de conciencia


La ruptura de la disciplina de voto de tres socialistas catalanes, en el asunto de la consulta soberanista de Mas, pone al PSOE de Alfredo Rubalcaba en una difícil situación, evidenciando que cuando apela a libertad de conciencia, por ejemplo en el tema de la nueva Ley del aborto, lo hace sin convencimiento alguno y todo cambia si  se trata de admitir  que esa libertad permita a los suyos, un voto de conciencia.
Cansado de defender el Federalismo como modelo de Estado, sin que nadie le escuche realmente en estos momentos, la indisciplina de sus compañeros catalanes deja claro que en la cuestión de la independencia, la idea que se tiene en Madrid dista mucho de ser la misma que los políticos catalanes tienen sobre su futuro y que además, están dispuestos a oponerse a los dictados de los dirigentes nacionales, cada vez que se toque este tema, en el foro que sea.
A esta hora de la tarde, los tres diputados rebeldes aún no han devuelto sus actas, como les exigía su Partido y mantienen un pulso con quienes así lo pidieron, argumentando que su discrepancia con la opinión de las mayorías socialistas, no es más que un síntoma de que en el PSOE caben toda suerte de pensamientos y que precisamente en esa variedad, consistiría la grandeza de este Partido centenario.
En un ambiente de plena efervescencia, con el anuncio de las próximas Primarias y el intento masivo de conseguir que el PSOE pueda renacer de sus cenizas, el problema catalán se está convirtiendo en un peso cada vez más difícil de llevar y puede que nada ni nadie pueda impedir que finalmente, pudiera producirse una escisión en el seno de la familia socialista, por el apoyo que darían a la idea de la independencia, una gran parte de sus militantes.
Ni Artur Mas, ni Rajoy, parecen dispuestos a elegir la vía del diálogo para solventar sus diferencias y la debilidad del PSOE, tras el fracaso estrepitoso de las últimas elecciones generales, le niega ahora el papel de mediador que le gustaría reclamar a Rubalcaba, sobre todo si no termina de entender realmente las auténticas aspiraciones de sus militantes en Cataluña y amenaza con expulsar del Partido, a todo aquel que se atreva a contradecir sus dictados, que para su mal, coinciden plenamente con los de sus enemigos del PP.
Quizá hubiera convenido al PSOE catalán haberse abstenido en la votación, si lo que realmente pretendía era manifestar que podría existir un tercer camino, además de los propuestos por Mas y Rajoy , para abogar después si quería, por un Federalismo, que tal vez, hubiera conseguido arrancar seguidores de entre los que aún se encuentran indecisos sobre esta cuestión.
La defensa a ultranza de la unidad de la Nación, que por razones que no vienen al caso, suena demasiado al ideario ultraconservador que constituye las señas de identidad de la derecha, y no solo en Cataluña, ha podido ser para el PSOE uno de los mayores errores cometidos en su larguísima trayectoria y puede que le cueste perder una jugosa cartera de votantes con los que siempre contó, en el territorio sobre el que ahora se discute.
Y si además de eso, finalmente, se decide expulsar a los tres diputados rebeldes, la imagen de contundencia que los órganos centrales socialistas estarían proyectando, no sería en absoluto favorable para el Partido, de cara a futuras elecciones, celébrese o no el referéndum, ya se ganara o se perdiera.
No obstante, habrá que esperar hasta ver que decisiones se toman en los próximos días y estar alerta ante los movimientos que Mas y Rajoy protagonicen, en su encarnizada lucha incruenta.
Pero lo que ya se ha perdido, resulta indefectiblemente, irrecuperable, por lo que la gestión de Rubalcaba vuelve a estar otra vez, en tela de juicio.

  

jueves, 16 de enero de 2014

Los sucesos del Gamonal


Históricamente, Burgos siempre ha sido considerada por el resto del País como una ciudad conservadora, ejemplo de una sobriedad cercana a los valores de la derecha, que nunca ha representado un problema para los gobernantes, ni ha protagonizado jamás desmán alguno, al menos de naturaleza violenta.
Pero las cosas tienen un límite y la costumbre de los políticos actuales, de hacer y deshacer a su antojo en cuanto obtienen una mayoría en las urnas, incluso contradiciendo expresamente los deseos manifiestos de sus votantes, ha terminado por cansar a los españoles, que han encontrado en la calle, el único foro en el que pueden alzar la voz, cuando han agotado todas las vías  legales posibles, sin que nadie  preste la menor atención a su pensamiento.
 Es posible que la intención del Ayuntamiento burgalés de construir un Bulevar en el barrio de Gamonal, no parezca en sí, un asunto de excesiva importancia. Pero a los que serían principalmente afectados por las consecuencias de esta obra, como ha ocurrido en otros muchos casos, la idea no parece resultarles precisamente agradable, quizá por las consecuencias que pueda traerles a nivel personal y familiar, por lo que estarían en su pleno derecho de oponerse a la realización del proyecto.
Es de suponer que los representantes vecinales ya han tratado por activa y pasiva de hacer llegar su opinión al Ayuntamiento y que como suele venir ocurriendo, sus recomendaciones no sólo no han sido admitidas, sino que han sido literalmente ignoradas por los representantes políticos.
Así que Burgos se ha echado a la calle, en principio, para demostrar una resistencia pacífica a la continuación de las obras y se ha encontrado de frente, como suele ser habitual, con una excesiva represión policial, que nunca se habría producido, si no hubiera sido aprobada por los representantes municipales y que al final, ha terminado motivando un brote de violencia que se parece bastante a todos los que hemos visto en los últimos tiempos, cada vez que los españoles han ejercido su derecho de manifestación, por toda la geografía española.
La persistencia de la protesta, en una ciudad que nunca había dado titulares de esta índole, ha cogido a los representantes políticos por sorpresa y a pesar de que algunas voces,  como la de la impenitente Ana Botella, se han permitido comparar la actuación vecinal con actos terroristas, al final, han tenido que claudicar, para evitar que las cosas se les escaparan de las manos, viéndose obligados a prometer la paralización del proyecto, sin que los ciudadanos se crean del todo  la sinceridad de sus palabras.
Los sucesos han despertado inmediatamente la solidaridad de otros españoles y por todas las ciudades de nuestra geografía, los ciudadanos han salido también reclamando que la promesa se cumpla y que inmediatamente sean liberadas las personas que han sido detenidas en Burgos durante los últimos días, por supuesto sin cargos, al considerar que la actuación policial ha sido del todo injusta, en cuanto que lo único que hacían los vecinos, era acogerse a un derecho de manifestación reconocido por las leyes y sin ninguna voluntad de violencia.
Tampoco en otros puntos,  la protesta ha gozado de libertad absoluta y sin ir más lejos, anoche en Madrid, once personas fueron detenidas mientras trataban de demostrar su solidaridad con los vecinos del Gamonal, en un nuevo despliegue policial, que no tiene sentido, en relación con la magnitud de la protesta.
Los populares no terminan de asumir que los ciudadanos actúan legalmente cada vez que salen a la calle, ni de admitir que su manera de gobernar no satisface en absoluto a la mayoría de los españoles y creen, de manera errónea, que cualquier conflicto puede solucionarse, aumentando de forma desmedida la vigilancia y reprimiendo con una inexplicable dureza, cualquier atisbo de oposición a su tiránico gobierno.
Pero la realidad es que la represión nunca fue suficiente para acallar la voz de los pueblos y que la reiterada visión, a través de las cámaras de televisión, de escenas de violencia, genera un efecto inversamente proporcional al deseado por los encargados de administrar el poder, ejerciendo un efecto llamada en todos aquellos que, en un principio, ni siquiera se habían planteado sumarse a la protesta.
Los años vividos en el pasado, en los que la libertad brillaba precisamente por su ausencia, nos han enseñado a defenderla como el bien más preciado que poseemos y nadie está dispuesto a consentir que se la arrebaten, cueste lo que cueste el intento.
Los sucesos del Gamonal no son más que una prueba de que el hartazgo de los ciudadanos constituye una mecha a punto de prenderse y de que no están dispuestos a tolerar que se les gobierne  a espaldas de su voluntad, a golpe de decreto.

Tal vez algunos debieran plantearse un cambio de actitud, si no quieren ser apeados del poder que detentan, en cuanto se presente la ocasión de acudir a las urnas y demostrar con los votos, los verdaderos deseos de este pueblo.

miércoles, 15 de enero de 2014

Indefendible

No es fácil encontrar calificativos que describan la actitud del Fiscal Pedro Horrach, en relación con la imputación de la Infanta, ni tampoco atenuantes que puedan explicar la tozudez que viene demostrando  en intentar probar su inocencia, desde que la investigación de las cuentas del caso Noos apuntaron directamente a que los gastos personales de la hija del Rey, habían estado siendo sufragados con dinero procedente de la sociedad que formaba al cincuenta por ciento con su marido y de la que alegaba descocer el funcionamiento.
La contundencia del último auto del Juez Castro, que ha resultado incontestable incluso, para la propia defensa de Cristina de Borbón, ha debido sentar al fiscal como un jarro de agua fría, una vez que se hubiera jugado el tipo oponiéndose a la primera imputación y cuando ya daba por sentado que había conseguido frenar para siempre los intentos del magistrado por llegar hasta el fondo en tan enrevesado asunto.
Tampoco debe haberle agradado quedarse solo como adalid de la infanta, una vez que el despacho que lleva su defensa haya decidido renunciar a la presentación de un recurso y su reacción no se ha hecho esperar, esta vez, entrando en lo que se podrían considerar descalificaciones personales hacia el juez, al que acusa abiertamente de haberse rendido ante una supuesta teoría de la conspiración, que habría puesto, siempre según Horrach, a la Infanta en el punto de mira, con el ánimo de conseguir horadar el prestigio de una Casa Real, que no se encuentra precisamente, en su mejor momento.
La falta de argumentos que contrarresten el auto del juez, podría ser la clave de estas incomprensibles afirmaciones, que más parecen provenir de un letrado dispuesto a reemplazar voluntariamente a los abogados  que ha contratado la Infanta, que de un ministerio fiscal, cuya función primera ha de ser la de practicar la acusación, cuando existe sospecha de que se ha cometido un delito y más aún, cuando las evidencias del caso que lleva entre manos quedan refrendadas por medio de innumerables facturas y documentos, como se ha publicado por activa y por pasiva, en toda la prensa nacional e internacional, en los últimos tiempos.
No ha soportado Horrach, parece, el tesón del Juez Castro por conseguir que la Justicia sea igual para todos, ni el esfuerzo demostrado para lograr que los apellidos de los implicados en este caso de corrupción, no puedan interferir en su deber de llegar a descubrir la verdad de este asunto, a pesar de las muchas presiones recibidas desde todas las esferas del poder y que seguramente, son las mismas que habrá tenido el fiscal y que con toda probabilidad, motivan lo inexplicable de sus actos.
Pero el rastro que ha ido dejando la familia Urdangarín a lo largo de estos años, plagados de exóticos lujos abonados y corroborados por papeles que les delatan, no dan lugar a la más mínima duda de la procedencia del dinero que sufragaba su desorbitante modo de vida, ni de que la hija del Rey conocía perfectamente de dónde le llegaba el capital que manejaba, incluso sin molestarse en esconderlo.
La soberbia de pensar que la naturaleza de su rango le ofrecía toda la protección que necesitaba, ha sido un imperdonable error del que, probablemente, se arrepentirá toda su vida, quizá porque no se le ocurrió nunca imaginar que alguno de los jueces que ejercen en el territorio español se atrevería a cuestionar sus acciones, al provenir efectivamente, de la mismísima familia real, a la que se consideraba intocable.
Pero no todos los seres humanos están dispuestos a perder su propia honorabilidad por un precio, ni los Reyes siguen gozando de las mismas prebendas de las que disfrutaban en la Edad Media, cuando eran los amos del mundo y nadie cuestionaba sus acciones, fueran o no, objeto de delito.
La magnitud del caso Urdangarín demuestra precisamente eso. Y si en algún asunto se ha pecado de ignorancia supina, tanto por parte de la Infanta como de su marido, ha sido en el de haber llegado al convencimiento de que su delito, aun siendo palpable, jamás podría salir a la luz y mucho menos, convertirse en un caso judicial, en el que alguien se atreviera a poner en tela de juicio la honradez de la que debiera ser la familia modelo de la mayor transparencia.
Quizá por eso todo se ha hecho con tanto descaro y ahora resulta prácticamente imposible hacer desaparecer las numerosas pruebas que se han ido dejando en el camino, durante los años en que las sociedades funcionaron a tope, aprovechando el tirón de ser Borbones, a los que nadie negaría cualquier negocio que hubieran propuesto.
Puede que Horrach sea el único español que no quiera ver esta evidencia o que su fe en el papel de la Monarquía le esté llevando a protagonizar estas patéticas escenas de defender lo indefendible y puede, hasta que no se le haya ocurrido pensar qué pasará con él, si finalmente Castro, como se presume, consigue probar la implicación de Cristina en los hechos y sienta en el banquillo a la mismísima hija del Rey, en una demostración flagrante de que nadie puede escapar a la acción de la justicia.
La impresión que recibe quien lo ve desde fuera es la de un hombre que ha perdido toda la credibilidad que le daba cumplir sus funciones honradamente y que hace esfuerzos  inconmensurables por hurtar a la opinión pública su derecho a conocer la verdad del asunto Urdangarín, asumiendo una responsabilidad personal en la defensa a ultranza de Cristina, que por la gravedad de sus acciones, sinceramente, no merece.

   


martes, 14 de enero de 2014

La amenaza del frio


Tras el intento fallido de subir la factura de la luz un once por ciento y del escándalo que protagonizó recientemente el Ministro Soria, acusando a las eléctricas de haber manipulado la última subasta, son ahora las compañías del gas las que amenazan a los españoles con elevar el precio de la bombona de butano un veinte por ciento, como si fuera necesario recordarnos de vez en cuando, que los dueños de los distintos tipos de energía no admiten imposiciones gubernamentales y que su posición de poder en el mundo actual, resulta  cuando menos, del todo indiscutible.
Quizá por eso se les consiente todo y no ha habido ni habrá, al menos en los próximos tiempos, gobierno del signo que sea, capaz de enfrentarse a ellas con la dureza que exigiría la necesidad perentoria que tienen los pueblos de utilizar la energía en sus necesidades más primarias, sin que ello haya de suponer necesariamente, un lujo fuera del alcance de los bolsillos de las mayorías, como últimamente viene ocurriendo en esta España nuestra, debido al oscurantismo que rodea las relaciones del estado con este tipo de negocios y que nos impide comprender de manera clara por qué periódicamente se viene elevando la cuantía de los servicios prestados, siendo incluso prácticamente imposible descifrar la factura que mensualmente llega a nuestras manos y que desglosa conceptos que escapan al alcance de la mente de los ciudadanos, que se han de limitar a satisfacer los pagos que se les exigen, sin saber exactamente cómo se llega a la cifra que se reclama y que no se corresponde, para nada, con la cantidad consumida.
Dicen por ahí, que cuando se planteó la subida del once por ciento en el recibo de la luz, los expertos urgieron a Rajoy para que tomara cartas en el  asunto, si no quería enfrentarse a un estallido social inmediato de incalculables consecuencias, que de hecho se hubiera producido de haberse aprobado la medida, ya que hubiera afectado gravísimamente a miles de familias españolas que se hubieran visto en la imposibilidad de poder soportar la crudeza del invierno, ahogados por una nueva carga que hubiera venido a sumarse a las muchas que ya sufrían, como consecuencia de la gestión que los populares estaban haciendo de la crisis.
Naturalmente que hubiera podido pasar y que unos pocos euros de más, sumados a los muchos gastos imprescindibles para la buena marcha de los hogares, pudieran haber sido precisamente, la chispa que prendiera finalmente una larga mecha tejida durante los dos años de gobierno Rajoy a base de incomprensibles recortes y desempleo, provocando que las mayorías silenciosas de las que tanto gusta presumir al Presidente, abandonaran la cada vez más patente incomodidad de sus hogares, para echarse a las calles exigiendo, de una vez, el fin de la violencia que contra ellas se ha venido ejerciendo de manera continuada, por la incompetencia de sus políticos.
La nueva amenaza del recibo del gas, vuelve de igual manera a traer consigo, exactamente los mismos riesgos que se superaron de forma momentánea cuando se consiguió frenar el asunto de las eléctricas y más aún, si se tiene en cuenta que el gas butano resulta ser la fuente de energía de la que dependen, casi en su totalidad, los hogares más humildes, a los que ya solo quedaba por perder el derecho a poder pagarse la utilización del agua caliente o la calefacción a través de las estufas alimentadas por este combustible, que suelen ser comunes, en las viviendas de los más desfavorecidos.
Y sin embargo, resulta bastante improbable que Rajoy sea capaz de enfrentarse de nuevo a las compañías energéticas en tan corto espacio de tiempo, si pretende mantener un clima de paz con estos grandes colosos de la economía, por lo que la posibilidad de que la subida del veinte por ciento en el recibo del gas se convierta en real, parece  ineludible, por muy alta que nos parezca y afecte a quién afecte.
El Partido en el gobierno, que está jugando con fuego, en cada una de las medidas que decide adoptar y que cada vez hacen más imposible para los españoles el reto de cubrir los gastos imprescindibles en los hogares, habrá pues de sopesar, si vale más conservar las buenas relaciones con determinadas compañías energéticas o mantener la calma social de un país harto hasta la saciedad de soportar vejaciones y pérdidas de derechos, que podría  decidir que ha llegado el momento de pedir cuentas a los autores de su ruina.
Que el hambre se ha convertido en un azote para una parte importante de españoles de a pie, ya es un hecho, pero si al hambre le sumamos la angustia de tener que sufrir además los rigores del frío, a saber lo que puede pasar. La desesperación, suele ser mala consejera.





lunes, 13 de enero de 2014

Haciendo las Américas


Mientras Mariano Rajoy ve cumplido uno de sus mayores sueños desde que llegó al poder y consigue por fin reunirse con Obama en la Casa Blanca para informarle de su utópica visión sobre la realidad española, la supuesta unidad de su Partido parece tambalearse a este lado del charco, demostrando que en ninguna fuerza política existe una cohesión total y que la unanimidad ideológica está siempre expuesta a romperse, a veces por cuestiones que podrían parecer nimiedades, pero que pueden convertirse en la chispa que hace estallar en mil pedazos lo que de manera superficial se suponía  férreo e indestructible.
Hace tiempo que las facciones del PP no consiguen ponerse de acuerdo y a pesar del intento permanente de hacer creer a la ciudadanía que sus miembros más relevantes reman indefectiblemente en una misma dirección, aceptando la disciplina que se les impone de manera apacible, las continuas discrepancias que surgen y que son aireadas sin pudor por los miembros más relevantes de cada grupo, ponen en evidencia que la imagen que trata de ofrecerse a la galería, nada tiene que ver con lo que se cuece en las cocinas conservadoras mientras cada cual trata de hacerse fuerte en su parcela de poder, intentando ganar para sí,  el apoyo de las mayorías.
Unos meses atrás, José María Áznar se atrevió a abrir la veda  frente a las cámaras de televisión, criticando abiertamente la política económica de Rajoy,  lanzando a la audiencia el mensaje de que el camino elegido por el actual Presidente de la Nación, no era precisamente, ni de su agrado, ni del de un amplio sector del Partido al que ambos pertenecen.
A raíz de aquello, no ha habido acontecimiento, ley o medida que no haya sido inmediatamente aprovechada por los grupos de oposición interna, para ser duramente criticados a través de personajes como Esperanza Aguirre o Ana Botella, ofreciendo a la ciudadanía la impresión de que quien es ahora mismo la cabeza visible de la formación conservadora, no cuenta con la incondicionalidad del apoyo unánime que podría creerse, a juzgar por las declaraciones del ala oficialista y de un sector de la prensa, profundamente dedicado a defender la figura del Presidente, contra viento y marea.
 Las distancias se han ido agrandando mucho más, si cabe, después de que el escándalo de los sobresueldos y la presunta financiación ilegal le estallaran en la boca a Rajoy, una vez que Luís Bárcenas fuera detenido, suceso que sirvió a Aguirre para proclamar que su nombre no aparecía en los papeles del ex tesorero, e incluso para atreverse a pedir una inmediata renovación en la dirección del Partido, mientras presumía de haber destapado la trama Gurtel.
Pero ha sido la propuesta de la nueva Ley del aborto de Gallardón, la que ha terminado de abrir la caja de los truenos, provocando que un elevado número de Presidentes autonómicos, capitaneados por el extremeño Monago y apoyados por otras voces como la de Celia Villalobos o Cristina Cifuentes, se hayan posicionado en una postura de rechazo total a las premisas que propugna el ala más recalcitrante del partido conservador, pidiendo además, de manera clara y contundente que se acepte el voto de conciencia, si es que la Ley llegara a votarse tal como ha sido redactada, en el Parlamento.
Curiosamente, en este polémico punto, la línea expuesta por Gallardón coincide en su totalidad con la del ala que encabeza Esperanza Aguirre, enemiga acérrima del ex alcalde, contra el que ha protagonizado durante años duras batallas, llegando en varias ocasiones incluso, a un enfrentamiento personal que hubiera hecho pensar que sus diferencias podrían ser del todo irreconciliables.
Y por si fuera poco, la aplicación del copago hospitalario, que lleva urgiendo Ana Mato desde que ha empezado este año, acaba de ser contestada por varias Comunidades Autónomas regentadas por el propio PP y , asómbrense, por María Dolores de Cospedal, como Presidenta de Castilla la Mancha. Inaudito. 
Así que la supuesta unidad popular y la actitud disciplinada de sus militantes, parecen haber tocado fondo, no se sabe si afectada también por la enorme factura que ya empieza a pasarles la gestión de la crisis, o por haber comenzado la cuenta atrás de un futuro periodo electoral, al que todos quisieran llegar sin haber perdido del todo la confianza de sus electores, de cara a poder continuar, cada cual, en el cargo que actualmente ocupa.
Poco podrá hacer pues Mariano Rajoy ante Obama, si como es de presumir, el norteamericano está informado de su incapacidad para cohesionar, siquiera, a los miembros de su propio Partido.
Como para creer que es capaz de gobernar España.








domingo, 12 de enero de 2014

Una vuelta obligada


Tras una semana de estrecha convivencia con el virus de la gripe y arrastrando aún algunas secuelas de toses y estornudos bastante incómodos para el desarrollo las actividades más simples, la ebullición informativa que se ha ido formando a mi alrededor durante este paro forzoso, me traslada casi en volandas hasta el teclado del ordenador y me obliga a reincorporarme a mis quehaceres, de manera obligada.
Está claro que en este País no se puede perder el hilo de las noticias y que una ausencia, aunque sea de un solo día, supone quedarse desligado de la rabiosa actualidad que vivimos, mientras los titulares de la prensa se agolpan unos sobre otros, sin darnos tiempo a decidir su importancia real, siendo cada cual más sorpresivo que el que le antecedió.
Las páginas en blanco que no escribí la pasada semana, podrían sin embargo empezar a rellenarse con la tenacidad del Juez Castro, que a pesar de haber recibido presiones de toda índole y condición, se ha decidido finalmente a imputar a la Infanta Cristina en el caso Noos, con un auto impecable de más de doscientas páginas, que ni siquiera la defensa se ha atrevido a recurrir, por lo inapelable de sus argumentos.
Los innumerables escollos con que ha tropezado Castro hasta llegar aquí, incluida la incomprensible actitud del fiscal encargado del caso, hacen que esta imputación sea aplaudida por la totalidad de los españoles, que ven en ella un destello de que la justicia podría ser igual para todos, si la imparcialidad de los jueces se aplicara de manera estricta, sin concesiones a apellidos o cargos, como ha venido siendo habitual en los últimos tiempos.
Por ello, esta noticia es sin duda, la más importante de cuantas hayan podido acontecer desde que estrenamos el año, eclipsando incluso, la rueda de prensa  de los excarcelados de ETA, que tanto han criticado los medios y cuya imagen ha quedado grabada en nuestras retina como el último intento de una serie de personajes decadentes, a los que el tiempo se ha encargado de descolgar del momento actual, mostrándoles como fantasmas de un terrible pasado, anclados a un escaparate obsoleto del que no pueden escapar y que espera ser demolido por una modernidad incontestable.
Tampoco Artur Mas, con su empecinamiento en hablar de la independencia catalana o la manifestación multitudinaria en Euskadi pidiendo el acercamiento de los presos etarras, podrían competir, aunque quisieran, con la noticia de la imputación de la Infanta, si se entiende que lo más importante para los ciudadanos, sean vascos, catalanes o españoles, es que se pueda confiar en la Justicia y en aquellos que son encargados de aplicarla de manera igualitaria, en toda la faz de la tierra.
Porque si queda claro que no existe la impunidad para quien comete un delito y que la contundencia de los jueces vuelve a empezar a ser implacable, independientemente de a quiénes se juzgue o de si los encausados pertenecen al plano de la política o son personajes relevantes de apellidos altisonantes, la posibilidad de terminar con la epidemia de corrupción que ha llevado al país al borde de la quiebra, podría dejar de ser una utopía para convertirse en una realidad cercana, capaz de cambiar la concepción de que ocupar un cargo público está directamente relacionado con un enriquecimiento personal, como últimamente piensa, en su totalidad, la ciudadanía.
Lejos aún de saber si la hija del Rey será o no acusada formalmente de los dos delitos por los que se la imputa, la satisfacción de saber que Castro no se ha rendido ante el peso de su nombre, es hoy, esperanzador, de cara al futuro.
La confianza en que al final llegue a saberse toda la verdad del caso Noos, se nos antoja, al menos, mucho más cerca que hace solo unos días. Ojala y sucediera lo mismo en otros sucios asuntos que pululan por los juzgados y todos los que fueran culpables pagaran, justamente, en relación a los delitos que cometieron.


  

jueves, 2 de enero de 2014

Deseos para un año nuevo


Entramos en 2014 con un poso de tristeza y apatía impropio de estas fiestas y un cansancio anímico producido por los avatares que nos ha deparado el año saliente, difíciles de superar si se piensa en el incierto futuro que nos aguarda, estando como estamos, en manos de este gobierno arrasador, tiránico y amigo de poderosos, que en nada mira ni mirará por nuestro bienestar, tan degradado a causa de la violencia política que practica.
Incluso la climatología parece haber sido elegida para acompañar el momento y una espesa niebla se cierne sobre la ciudad desierta, sin permitirnos atisbar lo que tenemos delante y empapando las ropas y las conciencias con una imperceptible llovizna, que sin embargo, huele a invierno.
Con la proximidad de las elecciones europeas, el PP no pierde el tiempo en iniciar su cruzada de triunfalismo  y empieza otra vez a prometer, todo aquello que ya anunciaba en su anterior programa electoral y que nunca cumplieron, como si la memoria de los españoles sufriera de una enfermedad letal, capaz de borrar los acontecimientos que nos han sucedido y que han salido en su totalidad, de la responsabilidad de sus manos , lejos de herencias zapateriles y decisiones anteriores, que aunque no fueron nada acertadas, no se acercaron ni de lejos, a la agresividad que Rajoy ha puesto en práctica contra nosotros, en sus dos años de gobierno.
Los ciudadanos ni siquiera hemos estado para unas fiestas, en las que no ha sido siquiera posible consumir, debido a la falta de trabajo y a la bajada de los sueldos y lo único que queremos verdaderamente, es que termine el tiempo de mandato del PP, a ver si una nueva composición del Parlamento lo puede hacer un poco mejor, porque hacerlo peor, es prácticamente imposible.
Nunca hemos estado más descontentos y la opinión de la calle, pese a quien pese, no puede ser más unánime y contundente. Estamos hasta las narices de Rajoy, de su despótica manera de imponer leyes, reformas y decretos no deseados por el pueblo y de la soberbia impenitente de sus presuntuosos ministros, falaces y descarados a la hora de transformar la realidad en un mundo que sólo ellos ven y que nada tiene que ver con el que nos obligan a padecer a golpe de mandato.
Cansados de la ausencia perpetua de este escurridizo Presidente, contrario por sistema a explicar todo aquello que después nos afecta y sospechoso de ciertas actitudes que nada tienen que ver con la necesaria limpieza que ha de acompañar el sendero de un buen gobernante, lo único que podemos pedir es que desaparezca cuanto antes de nuestras vidas y que seamos capaces de superar algún día el panorama desolador que  nos deja en herencia y que solo una política diametralmente opuesta y mucho más solidaria podrá reparar, aunque sea paulatinamente.
Así que rogamos encarecidamente a todos aquellos que tengan algo importante que decir, llámese Luís Bárcenas o Elpidio Silva, sea preso o Juez caído en desgracia que tengan el valor de hablar  porque hay todo un país que pone su esperanza en poder eludir el yugo del PP, gracias a las informaciones que tan celosamente guardan.
Y deseamos también que los jueces que tienen en sus manos el poder de actuar contra los importantes corruptos que pululan por toda la geografía española, que no se rindan a las presiones que reciben y que lleven a cabo el cometido que impone su cargo, sin que en sus sentencias intervengan apellidos o cargos, o fiscales defensores de acusados manifiestamente implicados en delitos monetarios.
Afrontamos el año que entra manteniendo la rebeldía y dispuestos a seguir en esta lucha cuasi cotidiana que se ha convertido en un reto permanente y en una responsabilidad ineludible para todos y cada uno de nosotros.
Guste o no guste a los políticos, nos queda aún el espíritu necesario para no ser vencidos por esta dictadura encubierta.