martes, 31 de enero de 2012

El fraude del señor cura

Los feligreses de Saint Hipolit de Voltregá, han debido quedarse de una pieza, cuando ha saltado la noticia. El dinero que habían entregado a su párroco, para la reparación del tejado de la Iglesia, había sido invertido por el mismo, en pagarés de la empresa Nueva Rumasa, que regentaba Ruiz Mateos.
Apelando a la caridad cristiana de su clientela, el cura había recaudado donativos de cincuenta euros por persona, o ciento cincuenta por familia, basándose en la necesidad de hacer reparaciones en la parroquia, para después comprar los pagarés referidos, parece que sin permiso del obispado, empleando en estos menesteres, la nada despreciable cantidad de 200.000 euros.
Nunca se hubiera llegado a saber de tan jugosa inversión, si las empresas del reincidente Ruiz Mateos, no hubieran sido recientemente desmanteladas y el dinero no se hubiera esfumado con el viento.
La explicación ofrecida por el cura no tiene desperdicio: esperaba un milagro con el que multiplicar sus dividendos, confiando en el conocido catolicismo del dueño de las empresas, para poder paliar, de una vez, todas las reformas precisas para que la iglesia quedara como nueva.
Aún así, una vez conocido el desastre financiero, se atrevió a volver a recurrir a la buena voluntad de sus generosos feligreses, aunque sin hacer referencia a sus aspiraciones bursátiles, y aún obtuvo de algunos de ellos nuevas contribuciones, sin que hasta el momento, se haya podido saber qué destino se ha dado esta vez al montante recogido.
La estafa perpetrada, ha tenido por parte del obispado, una respuesta bastante conocida, por los que seguimos de cerca los desmanes protagonizados por religiosos: un traslado de destino…y punto.
Seguramente, si esta acción hubiera sido perpetrada por un particular sin sotana, de inmediato habría saltado a los medios de comunicación con categoría de delito y su autor hubiera sido detenido y enjuiciado por los hechos, tal como marca el código penal, para los estafadores que juegan con la buena fe de la gente.
Pero tratándose de la Iglesia, es de esperar que surjan argumentos sobrados que justifiquen lo ocurrido y que, como en otros casos más graves, su autor salga impune y sin mancha, apoyado por sus ilustres jefes.
Uno se pregunta hasta cuándo la ley seguirá haciendo concesiones a los miembros de las comunidades religiosas, permitiéndoles cuántos desmanes quieran llevar a cabo, amparados en el principio de la buena intención que se supone implícita a su condición.
Los delitos, deben ser juzgados por igual, sin importar quién los cometa y estos donativos, dados de buena fe, y perdidos en no se sabe qué intento malicioso, por parte del avispado párroco, habrían de ser, al menos, restituidos a sus legítimos dueños, a los que ni siquiera quedará, al menos, la satisfacción de ver su iglesia reparada, tal y como se les prometió, cuando se exigió su contribución económica.
No hay razón de que el Obispado vaya a hacerse cargo de la devolución del dinero, ya que se ampara en el desconocimiento de los hechos y en que la iniciativa ha sido una decisión individual del sacerdote, ahora en espera de nueva ubicación.
¿Dónde estarán los votos que hicieron todos ellos, cuando decidieron tomar el camino de la religión, para encauzar sus vidas?
La castidad, quedó hace tiempo pisoteada por los casos de abusos contra niños, en el seno de toda la Iglesia. La pobreza, está bastante reñida cuando se relacionan estrechamente con banqueros, e incluso lo son ellos mismos, como se ha podido comprobar últimamente. Y la obediencia…Nos encantaría saber a quién o quiénes obedecen, realmente, estos supuestos ejemplos de bondad que descubrimos a diario, sin tener que mirar demasiado lejos.



lunes, 30 de enero de 2012

Pillado en off

Anda nuestro presidente Rajoy en la cumbre de los veintisiete, intentando salvar el pellejo ante Europa, prometiendo reformas aún desconocidas para su propio pueblo, pero cuya mención viene a incrementar el pánico entre la población, que no espera nada bueno de su equipo de tecnócratas.
Solía criticar a Zapatero, por doblegarse a los mandatos extranjeros, y le han bastado un par de reuniones con los mandatarios del eje franco-alemán, para adoptar posturas nada recomendables de servilismo, que hacen bueno a su predecesor, que al menos, no presumía de españolidad y autocracia, en sus discursos parlamentarios.
Seguramente pensaría, que siendo de la misma opinión política que los cabecillas del grupo europeo, las negociaciones llevadas a cabo tras su llegada al poder, serían mucho más amistosas que las mantenidas con el líder socialista, por aquello de las analogías.
Probablemente no sabía Don Mariano que las finanzas no tienen corazón y que las afinidades políticas, mas que crear amigos, crean oponentes bragados en el arte de alcanzar la supremacía sobre los otros, que es la primera ley de las relaciones entre países.
Su desilusión ha debido ser mayestática, pues en lugar de ser recibido con todos los honores que suelen caracterizar los actos de los conservadores, ha tenido que soportar los primeros tirones de orejas, mientras se veía obligado a escuchar que las exigencias de los que mandan, siguen siendo las mismas que se reclamaban al que tantas veces criticó, exigiéndole carácter para enfrentarse al meollo de la crisis.
Como sólo le vemos cuando se decide a salir del territorio patrio, no sabemos muy bien cuál es su estado de ánimo ante tan ingratas sorpresas. El talante serio de su más aventajada alumna, cuando ofrece ruedas de prensa, hace presagiar que no está el horno para muchos bollos y que las noticias que traerá el nuevo presidente en su cartera, al regreso de su reunión, no serán precisamente alentadoras.
Dice él, pillado en off, que las reformas le van a costar una huelga y es bastante probable que tenga razón, porque acatar medidas por decreto, no es plato de gusto para los sufridos ciudadanos, a los que ya no queda nada que dar, sin que se les prometa, a la mayor urgencia, una solución drástica al problema del desempleo, que tiende a crecer cada vez que actúan los gobiernos, y también ¿por qué no?, al tema de los salarios, que decrecen en relación directa con las soluciones propuestas por los políticos.
Si creía Rajoy que esto de gobernar, en el momento actual, era la panacea para darse a la buena vida y a la holganza, sin ser inmediatamente contestado por su pueblo, se equivocaba garrafalmente en sus apreciaciones.
Porque, sinceramente, pocas diferencias están viendo los votantes, con respecto al gobierno anterior, en el transcurrir de sus desasosegadas vidas. Las promesas volaron con el viento y pronto se olvidaron de ellas, quienes las emitieron con tanta contundencia, en la campaña electoral.
En un solo mes, los parados han crecido en más de trescientas mil personas, amén de tener que soportar los muchos recortes aplicados en materia de salud, que se han sacado de la manga los recién llegados, apelando al discurso manido, de que ignoraban la gravedad de la situación.
¿Dónde ha estado Rajoy durante los últimos cuatro años del gobierno Zapatero? Yo se lo diré: preparando concienzudamente un asalto al poder, por las vías que fueren, pero descuidando gravemente su deber de estar informado, como jefe de la oposición, de los auténticos problemas del país.
Si las cuentas no cuadran con lo que esperaba, quizá debería haber estado mucho más atento, sobre todo cuando el déficit mayor se da en la Comunidades regidas por sus propios correligionarios, afanados en obras faraónicas de dudosa utilidad, que han llevado a la nación a la ruina.
Pero es mucha la erótica que el poder conlleva y debe ser sencillo dejarse arrastrar por ella, sobre todo cuando se cuenta, de antemano, con que los sacrificios de los demás te sacarán de cualquier atolladero que pueda llegar en un futuro.
Si eso es servir al pueblo, que venga su Dios y lo vea.

domingo, 29 de enero de 2012

Sobrevivir a la crisis

Después de estos años de oscuridad, lo único seguro es que ya nada volverá a ser como antes.
El sueño de un estado de bienestar, auspiciado por los benefactores capitalistas, quedó destrozado en el mismo momento en que los dueños de los poderes económicos, decidieron que la complacencia con que se había tratado a las clases medias, estaba suponiendo un peligroso acercamiento a un status, únicamente reservado a las más influyentes familias de la sociedad.
Así, empezaron a desdecirse de cuánto antes habían afirmado y volvieron a colocar en su sitio correspondiente, a todos aquellos que habían tenido la imperdonable osadía de pensar que podrían hacerse un hueco en los lugares exclusivos, frecuentados por unos pocos, habiendo emergido, en muchos casos, de una nada de la que nunca debieron salir.
Los más de cinco millones de parados que soporta nuestro país, son una demostración personificada de este argumento y las medidas que ya empezaron a tomarse y que se tomarán, devuelven a cada cual, a sus propios orígenes.
Esta trama orquestada, de permitir durante algún tiempo, que los pueblos soñaran con metas inalcanzables, se encuentra ahora, exactamente, en su punto más álgido y aún habrán de venir, a manos de los obedientes políticos, días de mayor dureza, con los que terminar de rematar una diabólica estrategia.
Sobrevivir a la crisis se ha convertido para la inmensa mayoría, en un reto de proporciones desconocidas, que cada uno afrontará según salga parado de ella.
Probablemente, contribuirá sobremanera al desenlace, el grado de conformismo con que los pueblos asuman su destino. Desorientados ante un fenómeno históricamente desconocido y acostumbrados a la dulce comodidad de los años de bonanza, la desesperación por haber descendido a los infiernos de la pobreza, será mala consejera para los que han corrido peor suerte.
Y sin embargo, sin la rebeldía de asumir que las soluciones nunca vienen dadas sin lucha y que los sacrificios personales y colectivos a favor de las mayorías, a veces plantean dilemas de elección que perjudican seriamente, antes de encontrar un camino por el que salir de los laberintos, los hombres nunca podrán recuperar la dignidad perdida, para volver a empezar a caminar por sí mismos, sin manipuladores que los guíen.
El primer paso sería no mirar nunca más atrás, ya que de todos es sabido, que el pasado no vuelve. Puede que la historia esté, como dicen algunos, condenada a repetirse, pero las variaciones que acarrea el transcurso del tiempo, siempre la hacen ser, de algún modo, distinta.
Tampoco resulta práctico reprimir la indignación, pues los duelos han de ser vividos para ser superados y la etapa de aceptación de la pérdida de valores sufrida por las sociedades, ha sido comprobada con creces, ya que el futuro se plantea como algo peor.
Así pues, es ahora el momento de tratar de cambiar el guión con propuestas que delimiten los espacios que corresponden cada cual, en esta guerra económica, en la que hasta ahora, los pueblos se han limitado a obedecer.
Acatar los principios impuestos por los llamados expertos en temas económicos y aceptar sin preguntas las sugerencias de los que provocaron la crisis, no ha servido absolutamente de nada y ha colocado a los ciudadanos en un trance agónico, que amenaza con acabar extinguiendo todo lo que tenga que ver con su bienestar.
Es básico que el pensamiento sea libre para poder dilucidar qué conviene al grueso de las sociedades hacer a favor de sí mismas y aportar a la defensa de éstos intereses, cualquier iniciativa que descomponga los planes que para ellas se trazaron desde las altas esferas, ya que las mayorías nunca pertenecieron a ellas, ni cabe esperar indulgencia, de parte de quienes, además de poseerlo todo, nada quieren compartir con los demás.
La desconfianza generada por una clase política y sindical, que ha dejado el destino de la ciudadanía, en manos de quienes no están interesados en mejorarlo, más que ser entendida como una forma de indefensión, ha de ser orientada hacia otros movimientos asociativos, de estructuras diferentes, en los que encontrar un apoyo común e innegociable, en el que asentar las bases de un mundo nuevo.
Definitivamente caduco, el sistema liberal está fracasando estrepitosamente, haciendo desaparecer las clases medias, y devolviéndonos a una especie de sociedad feudal, en la que el poder vuelve a encontrarse en las manos privilegiadas de una nobleza sin títulos, que exige cada vez más tributos a sus siervos.
Habrá, evidentemente, que pagar la inexperiencia, fomentada por los dueños del mundo, durante los años en que nos permitieron acostumbrarnos a la comodidad de una vida fácil.
Pero ahora la vida es difícil y se convierte en imprescindible agudizar el ingenio para combatir el desastre, desde la única posición de fuerza que aún nos queda: la superioridad numérica.
Anclados en los recuerdos, manteniendo la esperanza de que las cosas acabarán por solucionarse de una manera u otra, apegados al miedo que produce la permanente amenaza de un futuro peor y recluidos en la tristeza de contemplar nuestra propio reflejo, esperando un milagro que nunca se producirá, nuestras posibilidades de supervivencia quedarán seriamente heridas, en muchos casos mortalmente.
Debemos despertar. Y ponernos en marcha cuanto antes.


jueves, 26 de enero de 2012

Tal como se esperaba

La sentencia del juicio celebrado contra Cams y Costa, no ha deparado ninguna sorpresa.
Tal y como esperábamos, los dos encausados han sido absueltos y devueltos al foro político, puros e inmaculados, para que puedan seguir con sus asuntos, cualesquiera que fuesen, por muchos años más, si no vuelven a tropezar en piedras peligrosas, que vuelvan a traerlos a escabrosos asuntos, como el que acaban de protagonizar.
No se les nota siquiera, abochornados por las múltiples declaraciones de los testigos que los colocaban en situaciones comprometidas y no han perdido la galanura que les caracteriza, tan bien vestidos como siempre, los dos.
Los jurados populares, tan reclamados en otros juicios por los familiares de las víctimas, no debieran existir cuando lo que se juzgan son asuntos políticos, pues como personas que son, están en su derecho de encontrarse en la posición ideológica que quieran y, querámoslo o no, esto habrá de influir, forzosamente, a la hora de emitir un veredicto.
Algo muy distinto es lo que opina la opinión pública de tan honorable sentencia, pues ya se barruntaba que al final, después de la parafernalia montada en torno al caso, todo habría de quedar, como otras muchas veces, en agua de borrajas, sobre todo tratándose de quienes se trataba y juzgándose los presuntos delitos en casa.
Tuvimos una cierta esperanza cuando Rajoy obligó a Camps a dimitir, pero ahora queda claro que sólo se trataba de una más de sus maniobras electoralistas, pues ya se ha apresurado a volver a abrirle las puertas de la coalición a la que pertenece, nada más conocer su absolución.
También Cospedal ha estado pronta en reclamar que se restituya la honorabilidad de estos señores, sin que en ningún momento y en ninguno de los asuntos relacionados con la corrupción, tan frecuentes en su partido, se haga mención alguna a que se restituyan los montantes sustraídos a las arcas del Estado, para honorabilidad del pueblo español.
Por esperada, no causa la sentencia menos indignación, únicamente corrobora la mala fama que tiene entre nosotros, últimamente, la justicia y dice poco a favor de quienes la aplican y de cuyas interpretaciones de la ley, hablábamos en días pasados.
Todo el guión está saliendo según lo previsto. Ahora, en el capítulo siguiente, el juez Garzón será severamente castigado y , probablemente, inhabilitado para sus funciones durante varios años.
Esto es lo que ya tiene asumido la población y lo que, para escarnio de la prensa extranjera, sin duda sucederá, en cuanto salgan las sentencias de los juicios que el Juez tiene pendientes.
Cada vez más a menudo, uno se avergüenza de pertenecer a un país, en el que la justicia podría confundirse con un esperpento.

miércoles, 25 de enero de 2012

Un nuevo paso atrás

Nunca creí que llegara el día, en el que tuviera que ver a los representantes de los Sindicatos, por cuya nueva instauración luchamos duramente en la dictadura franquista, doblegarse a las exigencias de unos empresarios, que no son precisamente modelos de rectitud, en cuanto a sus relaciones con los trabajadores, para firmar que los aumentos salariales, irán, a partir de ahora, ligados a la productividad de las empresas, siempre evaluada bajo criterio de sus dueños.
Aunque no es habitual en mí mirar atrás, noto hoy una sensación de haber estado durante la juventud malgastando mi esfuerzo y arriesgando mi propia integridad, porque en este país se estableciera, sin cortapisas, la posibilidad de afiliarse a corrientes sindicales libres, que aseguraran la defensa de los asalariados, frente al afán de poder, que siempre caracterizó a los dueños de los capitales.
Esta lucha, que costó años de sacrificio y cárcel a infinidad de gente que se movía en la clandestinidad, ha desembocado, finalmente, en una connivencia peligrosa entre las partes que protagonizan el permanente litigio.
Claramente, los empresarios siguen en sus posiciones de siempre, es decir, intentando que en ningún caso, peligre su nivel de beneficios y sin ahorrar esfuerzos por alcanzar cualquier posibilidad de aumentarlos, a costa del sudor de los empleados a su cargo.
No es mayor su catastrofismo de ahora, que el demostrado a lo largo de toda su historia, ni es nada nuevo en ellos, permanecer impasibles en posiciones de fuerza, para lograr los objetivos previstos.
Lo que resulta patético, es ver a nuestros líderes sindicales, arrastrándose en pos de acuerdos, claramente perjudiciales para sus representados y tratar después de salvar su propia imagen, intentando dar fallidas explicaciones de sus inadmisibles actos, con tal de aferrarse a las subvenciones que los mantienen en un status social preferente, a diferencia del que disfrutan, o mejor, padecen, los cinco millones de parados que esperaban su ayuda.
A consecuencia de su ineptitud y servilismo, se ha rebajado el sueldo a los empleados de la función pública, se nos ha subido el IRPF, se ha aumentado la edad de jubilación, se han admitido recortes en el personal sanitario y docente, se han rebajado las indemnizaciones por despido y ahora, se abre una puerta que permite a la saga empresarial, acogerse a un modo fácil de poner a gente “incómoda” en la calle, o incluso a todo el personal, si les viene a bien inventar que la productividad obtenida, no alcanza las expectativas previstas.
No se qué más tendría que pasar para levantar de sus subvencionados asientos a los líderes sindicales, porque la dignidad de los obreros ha sido, literalmente, asesinada con estas medidas y aún no hemos visto, ni se contempla, una sola dimisión o alguna voz disidente, en el seno de nuestras centrales mayoritarias.
Tampoco entiendo que no se produzca una huída masiva de los que todavía permanecen afiliados a tan nefastos organismos, ni que ningún partido político se ponga de parte de las clases trabajadoras, poniendo nombres y apellidos, a la traición que sobre ellas ejercen, a diario, estos sindicatos históricamente incomprensibles, ni que no haya un estallido social que saque a la calle la vergüenza que representa haber perdido cualquier resquicio de ideología, a favor de unas cuantas migajas de poder.
Sin nada más que perder, al trabajador solo le queda la potestad de la protesta, al margen de instituciones corruptas, que reniegan de los principios que llevaron a su propia creación.
Con pactos como este, la indefensión no puede ser mayor, ni quedan ya muchos más pasos atrás que dar, en nuestra carrera hacia el sometimiento total, tan cercano a la esclavitud laboral.
No sé si quisiera tener que vivir ese momento.





martes, 24 de enero de 2012

Los límites de la justicia

Últimamente, los españoles hemos de ir de Tribunal en Tribunal, si queremos estar al tanto de las noticias y además, las sentencias que se emiten en cada uno de ellos, no hacen otra cosa que aumentar la enorme indignación con que nos vemos obligados a vivir, y nuestra desconfianza en cualquier tema que tenga que ver con la justicia.
En estos momentos, estamos pendientes de las causas contra los implicados en el caso Gurtel, contra el ex presidente balear, contra Fabra, contra Urdangarín y contra el Juez Garzón, que en una semana, ya se ha sentado dos veces en el banquillo.
En ninguna de ellas esperamos el esclarecimiento de la verdad. En las que tienen que ver con la corrupción, porque nunca se exige la devolución de lo robado, además de la inhabilitación vitalicia de los que se atrevieron a quedarse con los dineros públicos y en la del Juez, porque está claro que sus procesamientos tienen más que ver con ideologías que con ecuanimidades.
Aún colean también, sentencias como la del caso Marta del Castillo, que ayer protestaron en Sevilla más de cuarenta mil personas y que aún puede ser peor, si el Supremo cambia el asesinato por homicidio y resta cinco años de condena, al único culpable declarado que permanece en prisión.
Llegados a este punto, y dejando a un lado, por una vez, la economía, parece urgente una revisión del Código Penal, que reste a los jueces la libertad de interpretar las leyes a su gusto, e imponga un mismo rasero, implacable, para cualquier delito relacionado con el asunto que sea.
Esto de la interpretación de las leyes, es un poco, una personalización descarada de la justicia y da a quien se sienta en la presidencia de un tribunal, la potestad de hacer y deshacer lo establecido, a favor o en contra de sus apetencias.
Los ciudadanos necesitamos saber que estamos protegidos, no porque lo que nos atrevemos a denunciar, guste o no al juez que se encargue de nuestra causa, sino porque una ley igualitaria, salvaguarde nuestros intereses, independientemente de nuestra ideología, o nuestra pertenencia a según qué clase social o colectivo, que puedan herir la susceptibilidad de quienes nos juzgan.
Muchos delitos quedan impunes, porque la sensación de indefensión que arrastramos, nos hace renunciar a cursar la pertinente denuncia, en la creencia de que, de antemano, nuestra causa está perdida o nunca puede prosperar.
El descontento generalizado es evidente, e incluso es hábilmente aprovechado por personajes como Ruiz Mateos, que hoy se atreve a decir en los medios, que él nunca ha hecho mal a nadie, sin que, desgraciadamente, haya mecanismos para demostrar su manera falaz de criticar a la justicia.
Es imprescindible, apear de su aura de poder a personas, que no son más que meros funcionarios públicos, teóricamente al servicio de los pueblos, y que no por vestir la toga de Juez, adquieren la facultad de discernir sobre el bien y el mal, según propias creencias.
Traer la justicia hacia los terrenos personales, es una forma clara de prevaricación, que sin embargo, convive con nosotros de manera natural, sin que nadie se escandalice.
La gran pérdida, la sufre la sociedad, cada vez más desengañada de los instrumentos que se vuelven contra ella, revestidos de la pomposidad que da el ejercicio de poder juzgar sin límite alguno.

lunes, 23 de enero de 2012

De cajón

No hace falta ser Licenciado en económicas para resolver el enigma que trae de cabeza a las agencias de calificación, pues cualquiera con dos dedos de frente, llegaría sin mucho pensar a la conclusión, de que no es posible el crecimiento para un país, mientras no se reactive el consumo.
Y sin embargo, todas las medidas tomadas hasta ahora, tanto por el gobierno saliente, como por el actual, contradicen en grado superlativo este sencillo principio de lógica, al que ni la reforma laboral, ni las medidas de recorte aplicadas y por aplicar, han logrado encontrar solución.
Porque es natural, y no hay que ser un lince para comprobarlo, que resulta bastante difícil consumir, cuando las posibilidades crematísticas se ven afectadas por una reducción o congelación de salario, o cuando la tenebrosa figura del desempleo traspasa los umbrales de una casa.
Tampoco ayuda el afán recaudatorio de aplicar una subida del IRPF, por muy igualitaria que sea, a potenciar el ánimo de comprar a quienes, agobiados por las cargas hipotecarias heredadas de la época de bonanza, comprueban la rapidez con que corren los meses, mientras, a duras penas, pueden hacerse cargo de sus propios gastos de alimentación, o de facturas fijas como las ocasionadas por la electricidad, el agua o el teléfono, teniendo, en muchos casos que recurrir a terceros, para salir del atolladero en el que se encuentran.
Asustados por la posibilidad de un futuro aún peor, los españoles permanecen en sus hogares, elucubrando sobre sus propios proyectos vitales, sin otro ánimo que el de esconder bajo un ladrillo el poco dinero que, hipotéticamente, pudiera sobrarles y aguardando con aflicción que los empresarios no les ganen el pulso a los sindicatos y los manden a las colas del INEM, para acompañar a los cinco millones de parados, que ya se encuentran en ellas.
No obstante, a los prohombres que manejan el complicado mundo de las finanzas, no parece habérseles ocurrido que los pasos que están dando hasta el momento, en lugar de reactivar el ansiado consumo, no hacen otra cosa, que llevar al país a la bancarrota. Porque si no se crea empleo, y pronto, con emolumentos que alcancen, al menos, un nivel de dignidad, poco importa lo que se ofrezca a través de esos spots publicitarios, minuciosamente estudiados para atraer a posibles clientes. De donde no hay, no se puede sacar.
Los políticos dan la impresión de haber sido abducidos por una suerte de extraño sortilegio, que les empuja a una ceguera permanente, en cualquier cuestión, incluso de pasmosa simplicidad, como ésta. Demasiado preocupados por las cifras de la macroeconomía, olvidan que tampoco es posible un desarrollo normal de esta misma, sin la aportación de los pequeños núcleos familiares que acaban por formarla y demuestran una dejadez para con los cimientos que pueden reactivar el país, relegándolos al último lugar de sus preferencias.
Vamos a decirlo más claro: sin trabajo, no hay dinero. Sin dinero, no hay consumo. Sin consumo, hay quiebra.
Este sencillo planteamiento, que parece estar fuera de toda duda, ni siquiera es apuntado en ninguno de los discursos que oímos a diario, en boca de ninguno de nuestros representantes.
Un consejo: en lugar de favorecer a las empresas, en su empeño de abaratar despidos o deshacer convenios colectivos a voluntad, prueben a legislar a favor de los trabajadores, ofreciéndoles condiciones ventajosas en su contratación y medidas sociales que hagan más fácil su acceso a cosas de primera necesidad, como la sanidad o la educación de nivel.
Verán como una vez iniciado el proceso, de inmediato, el consumo se reactivará, devolviéndonos una buena calificación, en las predicciones de todas las agencias. De cajón.

Cosas del azar

Casualmente, oigo una conversación entre dos miembros del partido popular, cuyo contenido no tiene desperdicio.
Ignorantes ellos de mis tendencias políticas, aprovecho la coyuntura y remoloneo un poco entreteniéndome en un escaparate, con esa curiosidad malsana que da la práctica del periodismo diario, para discernir si el tema que tratan, cuenta con el consenso generalizado de sus correligionarios, o es producto de la opinión de lo que parecen ser dos militantes, del ala más conservadora del partido.
Se quejan, con un lenguaje bastante malsonante, de que Arenas encabece la candidatura en las elecciones andaluzas, lanzando sendos improperios contra él, al que consideran un perdedor nato, “ahora que las cosas están volviendo por fin a su sitio y el país está en las manos que tiene que estar”, después de tanto tiempo esperando.
No se puede ser más explícito, sobre todo creyéndose a salvo de quien pudiera contradecirles, y sin presencias de partidarios del líder popular andaluz, que algunos debe tener, cuando encabeza las listas de las próximas elecciones.
Esta opinión, ya se conocía en esta tierra, sobre todo por parte de la gente de izquierdas, que ha visto cómo Arenas perdía una y otra vez ,en los veintitantos años de dominio socialista, pero permaneciendo en la brecha impasible al desaliento, y siempre al lado de los vientos más favorables, en el seno de la tendencia conservadora, a la que pertenece.
Alguna duda debe haber sobre el resultado de los comicios, cuando aquellos que alardean de llevar una ventaja de nueve puntos, sobre sus más inmediatos oponentes, suscitan en plena calle debates como éste, en un intento de pedir, aunque sea de soslayo, un cambio en el manido liderazgo, ostentado por el incombustible Arenas.
Y sin embargo, nada de esto trasciende a la opinión pública, a la que se le da una imagen de cohesión idílica, sin fisuras que puedan hacer peligrar la fortaleza de nuestros ahora gobernantes, que a los ojos de los demás, parecen estar encantados los unos con los otros.
Pero la falta de confianza que generan este tipo de comentarios, hacen presagiar malas relaciones entre correligionarios, aunque, en este caso, no exista la posibilidad de presentar candidaturas nuevas, que empujen fuera del arco político, a viejas glorias como Arenas, o a cualquier otro con tantas tentativas fallidas de hacerse con el poder.
Habría que ver qué pasaría, en el caso hipotético de que se diera la oportunidad de escribir de otro modo la historia de las elecciones, posibilitando una competitividad entre candidatos, a través de las vías oportunas que se creasen para hacerlo.
Aunque ahora mismo, no conviene alborotar al personal, propio o ajeno, con nada que haga peligrar las nunca bien ponderadas expectativas, con que cuentan los populares en Andalucía, según los resultados de las encuestas.
Todos los esfuerzos están puestos en acribillar al actual presidente, que vive angustiado por el fantasma de los ERE y algún que otro caso de corrupción, que convenientemente aumentado y repetido hasta la saciedad, seguramente reportará los apetecidos frutos.
Aunque, visto lo visto, no todo el monte es orégano, y las luchas internas también sacuden a los victoriosos, restando parte de brillo, a la contundencia de su triunfo.
Pero, nada de esto sabríamos, si la casualidad no me hubiera hecho estar en el sitio preciso, en el momento justo, aunque, qué les voy a contar, me alegro de haber estado allí, y de poder transmitir a mis seguidores, que no es oro todo lo que reluce.

viernes, 20 de enero de 2012

Demasiados políticos

Nos llega desde fuera la sugerencia de que debemos recortar inmediatamente, de las partidas destinadas a la sanidad y la educación.
Ya lo esperábamos, pues los sistemas de carácter público desagradan sobremanera a los capitalistas, que no conciben otra sociedad, que la que ellos puedan manipular, convenientemente, para obtener un mayor número de beneficios.
Finalmente, el gobierno conservador obedecerá a sus auténticos amos, y acabará por privatizar, en cierto modo, ambas instituciones, en perjuicio de unos ciudadanos, orgullosos de contar con logros, que tratan de mejorar a diario, la salud y la educación de las mayorías.
Y sin embargo, en este pulso que mantenemos a diario, desde el comienzo de la crisis, a nadie parece ocurrírsele siquiera sugerir, el enorme gasto que ocasiona, mantener como mantenemos, la superlativa cantidad de cargos políticos necesarios para sacar adelante, el sistema de autonomías que aceptamos, cuando aprobamos nuestra constitución.
Habrá que añadir al ya elevado número de parlamentarios y senadores de índole nacional, los representantes de cuantos parlamentos autonómicos están en funcionamiento y que, en la mayoría de los casos, son meros convidados de piedra, a la hora de tomar decisiones de importancia, en los asuntos del país.
Afrontar un periodo como el que nos ha tocado vivir, verdaderamente, requiere sacrificios, pero ¿por qué han de exigirse exclusivamente éstos a las clases trabajadoras, mientras nuestros políticos permanecen inalterables en esos puestos, que tan alto coste suponen, para las arcas del Estado?
Si tan grave es la situación, quizá bastaría con mantener unos pocos representantes de cada una de las autonomías y desmontar el Senado, que ya no tiene razón de ser, en un panorama político, necesitado de recursos.
Quizá esta sugerencia levantase ampollas, y pusiera el dedo en la llaga de los grupos nacionalistas, que la verían, con toda seguridad, como un intento de desplazar sus aspiraciones independentistas, pero a veces, la necesidad obliga a tomar decisiones ciertamente drásticas, y las mismas, deben ser adoptadas de manera igualitaria, por el conjunto de los ciudadanos que conforman una sociedad.
Los sueldos de los parlamentarios, ciertamente muy elevados, a juzgar por el patrimonio que confiesan, podrían ser una inestimable ayuda al erario público, equiparándoles con el resto de la gente, en cuanto a los recortes que requerimos, en estos momentos.
Por otra parte, el grueso de la población preferiría esta medida de ahorro, a seguir sufriendo los requeridos recortes,
En saluo o educación, que supondrían un paso atrás, en la evolución conseguida, para mejorar el estado del bienestar. Nada importaría a la población prescindir de un buen número de cargos políticos, si a cambio se aligeran las listas de espera en los hospitales, o se ofrece una calidad en la enseñanza, que ofrezca a sus hijos, la posibilidad de un futuro mejor.
Pero, anclados a sus asientos de poder, la mayoría de nuestros inútiles parlamentarios, no estarían dispuestos a renunciar tan fácilmente, a sus posiciones de privilegio y desde luego, preferirían ver a las personas a las que representan, ir perdiendo nivel de vida, antes de aportar, de sus propios bolsillos, ninguna cantidad para remedio de la crisis que no son capaces de gestionar.
La inmensa mayoría de ellos, han llegado a la política para su enriquecimiento personal, y no como un medio de servir a los interese de su pueblo. Carentes de ideología y ávidos de poder, aún son capaces de justificar medidas que menguan gravemente derechos fundamentales de los ciudadanos, manteniéndose, sine die, felizmente apegados a sus vidas sin carencias, tan lejanas de la cruda realidad que soportamos todos los demás, sin que nadie haga nada por remediarlo.
Naturalmente, así es difícil de calibrar la gravedad de cualquier problema, pero bajar a la calle a familiarizarse con ellos, supondría poner de manifiesto, de forma incontestable, las diferencias abismales que existen entre lo que se nos exige a nosotros y lo que cada uno de nuestros representantes aporta para hallar una solución.
Permítanme decirles sin tapujos, que casi todos ustedes sobran. Y si no, dígannos qué han perdido, hasta ahora, en estos años de vacas flacas.

jueves, 19 de enero de 2012

El juicio del juez

Temporalmente tumbada, por un inoportuno catarro, ocupo mi tiempo en hacer lo que me permite el incómodo uso del pañuelo y, por una vez, presto más atención a las imágenes que a las letras, ya que ni siquiera he podido comprar la prensa hoy.
Causa una enorme desazón ver al Juez Garzón sentado entre los que pronto dejarán de ser sus compañeros y el regusto amargo de no creer que exista una sola posibilidad para su absolución, se dulcifica un poco, cuando se comprueba que aún le quedan algunos, que acuden para animarle, a la entrada de los juzgados.
Los que aún conservamos una buena dosis de idealismo, nos sentimos heridos en lo más profundo, seguros de que estas acusaciones que se vierten sobre él, tienen más que ver con su afán por terminar de cerrar las cicatrices de la guerra civil, que con delitos y, sobre todo, nos sentimos trasladados a épocas pasadas, que quisiéramos olvidar, pero que de vez en cuando se nos aparecen para recordarnos, que no trae buenas consecuencias meterse con los dueños de los dineros.
Nos consuela, al menos, la coincidencia de los juicios contra los desahogados, pero bien vestidos, políticos valencianos, sobre cuya implicación en la trama corrupta, no parece haber duda, pero a los que según los acusadores de Garzón, se vulneró en su intimidad, cuando se ordenó grabar las conversaciones que demostraban su culpa.
Antes nos quedaba el alivio de pensar que, pasado el tiempo, la historia pondría a cada cuál en su sitio, pero visto el estado en que se encuentra el mundo actual, cualquiera sabe quién acabará por contar esa historia y qué orientación dará a su futuro relato de los acontecimientos.
En esta época, el que dice la verdad, suele ser relegado al ostracismo, sin que se le de la oportuna libertad de expresión para ser valiente en sus conclusiones y la norma generalizada, de adorar al capital por encima de las personas, está transformando los antiguos valores, para que las masas los entiendan como mera ñoñería.
Las brújulas ya no indican necesariamente el norte, pues son manipuladas a voluntad por quienes las manejan, para que marquen la dirección más oportuna, en cada momento.
El esperpéntico espectáculo del juicio del juez, viene a demostrar que, en realidad, la democracia que creíamos haber instaurado tras la muerte del dictador, solo lo es hasta cierto punto, porque cuando alguien intenta, de algún modo, profundizar en la etapa anterior para dilucidar lo que realmente pasó en nuestra historia, es inmediatamente apartado, sin ahorrar medios para hacerlo, de cualquier vía que pueda sacar a la luz episodios protagonizados por el bando ganador, del que, probablemente, desciende, una gran parte de la derecha actual.
Desengañémonos. Nunca terminaremos de conocer lo que acaeció entonces. No conviene a los poderosos, que cuentan con demasiadas influencias en las instituciones y que nunca arriesgarán su seguridad por el bien común, tal vez, porque no sería agradable que determinados nombres, volvieran de pronto, a las páginas de la actualidad.
Condenarán a Garzón, eso seguro. Y ni el apoyo de los organismos internacionales, ni el clamor popular, harán posible que continúe con su carrera, para desgracia de este pueblo nuestro.
Está demasiado arraigado el conservadurismo, entre los que se sientan ahora como acusadores y su más que probada cerrazón, siempre estará dispuesta a combatir cualquier resquicio de aperturismo, que haga peligrar su hegemonía.

martes, 17 de enero de 2012

Las evasivas de Rajoy

Después de su entrevista con el Presidente francés, el escurridizo Rajoy vuelve a hacer gala de su enigmático lenguaje, saliendo al paso de los rumores que aseguran una inmediata subida del IVA, exponiendo que no entra dentro de sus previsiones, aunque más adelante, ya se verá.
Especialista en esta especie de jeroglíficos idiomáticos, que traen a mal traer a una población, que intenta desesperadamente entenderle, no acaba el recién llegado al poder de abrir su bien guardado paquete de medidas, para que la opinión pública pueda hacer previsión alguna de futuro, libre de miedos a recortes fantasmas, que terminen de fastidiar, en su totalidad, el poco poder adquisitivo del que ya dispone.
Le ha dado buen resultado esta estrategia, en un momento de desesperación, en el que parecía que todos los males eran fruto de la ineficacia supina de Zapatero, pero una vez despejado el horizonte de todos los males acarreados por el gobierno anterior, los votantes que confiaron en la palabra del ganador de las elecciones, están empezando a impacientarse, por la falta de claridad que le caracteriza, en cada una de las pocas intervenciones públicas que hace.
Todos sabemos desde luego, que espera pacientemente oculto en su mutismo, a conocer el resultado de los próximos comicios en Andalucía, para- en caso de ganar- asestarnos el gran hachazo de las medidas que exige Europa, pero convendrán conmigo, en que la postura adoptada por el líder popular, está creando en torno a él, una cierta leyenda negra de desidia, que nada tiene que ver con firmeza de sus antiguas promesas, cuando aseguraba desde los púlpitos del país, ser conocedor de los secretos que acabaran con una crisis, absolutamente descuidada por sus oponentes políticos.
Al mes de haber ocupado el asiento, que durante años ha perseguido con tenacidad y hasta con malas artes, España sigue EXACTAMENTE, en el mismo lugar que se encontraba antes de su llegada, e incluso ha bajado de nivel para las odiosas agencias que se ocupan a diario de nuestra credibilidad económica, fuera de nuestras fronteras.
No han crecido los puestos de trabajo, para indignación de los cinco millones de desempleados, que esperaban un gesto de comprensión para la situación que atraviesan, ni se ve un solo indicio que haga presagiar que este tema preocupe al nuevo gobierno como prioritario, con o sin más reformas laborales, que no hacen otra cosa, más que empeorar el panorama de los que ya no tienen paciencia para esperar milagros.
Lo peor es que tampoco sabemos qué se hará, cuando por consenso o por decreto, se inicien los nuevos cambios que se nos anuncian. Tanto que reclamaba, en la anterior legislatura, más luz sobre las intenciones que nos afectaban a todos y comparecencias continuadas de miembros del gobierno, para evitar sustos innecesarios a los ciudadanos de a pie, y ahora, poco menos que nos ofrece la impresión de ser gobernados por una cohorte de tecnócratas, sospechosamente parecidos en su aspecto, a los ministros de la dictadura, sin que tengamos el derecho de ser informados, minuciosamente, de lo que con nosotros se hará, en un futuro, o simplemente, de cuáles son las medidas que se tienen previstas para conseguir avanzar, de alguna manera.
Al contrario de lo que pretenden los partidarios de la derecha, no es pronto para exigir explicaciones, sino tarde para empezar a trabajar, en favor de un país, demasiado cercano a la ruina y al desastre.
Las evasivas de Rajoy, no nos convencen y, desde luego, no dejan de ser un modo de ignorar a los ciudadanos, dudando de su nivel de inteligencia.

lunes, 16 de enero de 2012

Cortina de humo

La muerte de Fraga, acapara la atención de toda la prensa, eclipsando noticias de enorme importancia para el país, como el desacuerdo de los agentes sociales para la reforma laboral, o el inminente procesamiento del Juez Garzón, por las escuchas del caso Gurtel.
El luto del PP, en cierta modo, relega a las páginas interiores de los periódicos la inutilidad de los recursos rechazados , una y otra vez, por una serie de jueces, empecinados en terminar de un plumazo con la carrera ejemplar de un hombre justo, y toca de pasada, como si no tuviera importancia, la negativa de los agentes sindicales, a las propuestas de una patronal, que terminarían con los derechos de los pocos trabajadores que aún quedan en activo, después de la criba que nos ha traído la crisis.
Deshaciéndose en elogios hacia su fundador, las caras más famosas entre los populares, han mostrado su consternación por la desaparición de uno de los personajes políticos que más veces ha cambiado de orientación ideológica, de cuántos hemos conocido, en los últimos tiempos y cuya trayectoria, no lo olvidemos, dejó en la memoria de todos, episodios de dudosa ética, como los sucesos de Vitoria, perfectamente en línea con la procedencia franquista de quien, durante años apoyó al dictador, formando parte de algunos de sus gobiernos.
Sin embargo, nadie puede ocultar la satisfacción de la derecha, por ver a Garzón en el banquillo de los acusados, a la vez que el ex presidente Camps, salpicado por su osadía en intervenir en uno de los casos de corrupción que más daño ha causado al PP y por su empeño en aclarar todo lo relacionado con la apertura de las fosas de la guerra civil, en un intento ahora fallido, de traer un poco de luz a las familias de las víctimas, que aún esperan encontrar a los suyos, en cientos de cunetas del territorio español.
Todo el procesamiento, como ya sabemos, ha sido durante los últimos meses, rechazado tajantemente por la opinión pública y comentado en los medios de comunicación extranjeros, en los que Garzón cuenta con un más que considerable prestigio, como un suceso inexplicable, que huele demasiado a venganza.
Pero además, este caso, de resolverse como se espera, en contra del Juez, hace tambalearse los cimientos mismos de una ley, que no parece hecha en España, para poder condenar, por nada, a nadie que proceda de una ideología de derechas.
Ya veremos cómo se desarrolla el juicio y la solidez de los argumentos expuestos por la fiscalía en contra de este acusado de fama internacional, que no ha cometido otro error, que el de atreverse a intervenir, a favor de que la justicia funcione, por igual, para todos.
En cuanto al tema de la negociación para la reforma laboral, habrá que esperar a ver si el nuevo gobierno pone, al fin, sobre la mesa, las cartas guardadas celosamente en la manga durante meses, en la soledad que le deja, la falta de acuerdo que esperaba, entre sus amigos de la patronal y sus subvencionados sindicatos.
Lo que haga, tendrá que asumirlo como propio, ya que ahora, el poder está en sus manos y los españoles tienen sus ojos directamente puestos en sus acciones venideras, para enjuiciarlas y premiarlas o castigarlas, según les parezca oportuno.

domingo, 15 de enero de 2012

Una amarga sentencia

En un futuro, seguramente, el caso de Marta del Castillo quedará escrito, como uno de los más complicados que se dieron en la historia delictiva de nuestro país y la rocambolesca versión que sobre él urdieron un grupo de adolescentes sin formación, como una de las mayores burlas a la justicia, de cuantas se tiene conocimiento hasta ahora.
Rotos aún por el dolor de no haber podido recuperar el cuerpo de su hija, los padres de la niña desaparecida, hace ahora tres años, escuchaban anteayer una polémica sentencia, que señalaba un único culpable de la muerte de su hija, exculpando a otros acusados, a los que los múltiples indicios que se dan en el caso, no han sido suficientes par condenar.
Se cerraba así, un primer capítulo, que en lugar de ayudar a cerrar heridas abiertas, contribuía aún más, si cabe, a la desolación que produce el desconocimiento de la verdad, por parte también, de una sociedad que reclamaba una aplicación rigurosa de la ley, y que había señalado durante varios años, a todos los implicados, como culpables.
Pero la conspiración de silencio que los acusados han mantenido, después de aquel fatídico día de Enero, ha puesto en tela de juicio la capacidad de las investigaciones policiales, que a pesar de contar con unos medios muy superiores a los de otros delitos similares, no ha dado otro fruto, que el de una búsqueda fallida del cuerpo de la chica y una seguridad inquebrantable, a cuántos se vieron, desde el principio, implicados en el desarrollo de esta historia.
Se da también la curiosa circunstancia, de que este caso parece haber creado escuela entre los delincuentes, que han aprendido bien pronto la lección de que sin cuerpo, las penas son mucho más llevaderas, o nulas, para los agresores.
Esto lo sabe bien la policía, envuelta ahora en la desaparición de los hermanos de Córdoba, sin que, de nuevo, sus pesquisas, aporten ninguna luz para esclarecer, lo que parece un nuevo delito contra menores.
Y aunque se planteen los recursos pertinentes y se llegue a las instancias superiores, hasta agotar las vías legales, difícilmente podrán cambiarse las sentencias emitidas, si antes, un milagro o la indiscreción de alguno de los implicados, no ayuda a encontrar el cuerpo del delito y a dilucidar qué pasó, en realidad, con la niña Marta del Castillo y en qué circunstancias fue asesinada.
A pesar de las múltiples contradicciones observadas, entre las dos sentencias ya emitidas, que difieren en el cálculo de la hora del crimen y en muchas otras cosas realmente importantes, la fragilidad de las pruebas fehacientes que conciernen al caso y la obstinación de los encausados en silenciar lo que verdaderamente ocurrió, hacen bastante improbable un giro inesperado que ponga un punto final aceptable, a toda esta suerte de incongruencias, que dejan a las víctimas en una aparente indefensión ante sus agresores.
Desde la serenidad, ni siquiera cabe para los padres, tener una esperanza. La permisividad de las leyes es tal, que el ciudadano a menudo suele decir, no sin cierta razón, que favorecen mucho más a los delincuentes que a las víctimas.
Ojala no tengamos que vernos nunca en situaciones como éstas.

jueves, 12 de enero de 2012

Las fotos de las Maldivas

Mientras el pueblo italiano ve reemplazada su voluntad soberana, por la imposición de un banquero en la presidencia de su gobierno y los ciudadanos se sacrifican para salir de la crisis, en la misma medida que la gente corriente de cualquier otro país de Europa, sus políticos acaban de pasar unas opíparas navidades en las islas Maldivas, ocupando habitaciones de más de cinco mil euros la noche, en un complejo de villas de lujo, reservadas para dueños de grandes fortunas.
La indignación que provocan unos hechos de esta categoría, no debe reservarse únicamente al territorio del que proceden sus protagonistas. El esfuerzo común que se está exigiendo a los ciudadanos de Europa, a través de las continuas amenazas lanzadas desde las agencias que controlan la economía y los gobiernos esclavos de sus designios, nos da derecho a exigir contraprestaciones de otra índole, a todos nosotros, que desde que comenzaron los años difíciles, estamos aportando parte del sudor de nuestro trabajo, para mejorar el negro panorama al que nos ha llevado la pésima gestión de nuestros políticos.
Si los frutos que habrán de dar los rescates de determinados países y las reformas laborales que nos privan de disfrutar de un salario digno o nos empujan a un despido sin indemnización, son los de sufragar la “dolce vita” de nuestros supuestos representantes, en lugar de reducir los índices de desempleo o terminar con la usura que impone a los estados el dueño del capital, toda esta pantomima protagonizada por los salvadores de las patrias, resulta evidentemente, intragable.
El frenético nivel de vida al que se han ido acostumbrando los que un día decidieron hacer carrera en los asuntos públicos, ha de tener, necesariamente, una mano que les ponga límites, o todos caeremos al abismo, empujados por su ciega avaricia.
Lo imperdonable de este caso, es que no se trata de un hecho aislado de corrupción o de unas imágenes únicas que culpabilicen a unos cuantos descarriados haciendo gala de su indecencia. Estas fotos, podrían estar protagonizadas, sin ningún género de duda, por cualquiera político europeo, e incluso se podría jugar en ellas a intercambiar las caras que muestran, sin que nadie se sorprendiese al descubrir en las paradisíacas islas, a los parlamentarios de su país.
La inmoralidad que supone este despilfarro, mientras los pueblos se van hundiendo en una miseria colectiva, que los coloca al borde de la quiebra más insalvable, debiera ser, ya en sí, constitutiva de un delito de traición y juzgada incluso, con la máxima dureza, en el caso hipotético de que aún existiera una verdadera justicia.
Pero en lugar de eso, se secuestra a las democracias, colocando en lugares de poder a gente estrechamente relacionada con los agentes del más duro capitalismo y se justifica la perversión con el atrevimiento de negar la evidencia, e incluso se permite la teatralidad del victimismo a los líderes, cuando, compungidos, nos explican la urgencia de los recortes que nos aplican.
La pregunta es sencilla: ¿Dónde está el límite de la sociedad y dónde el resorte que hace saltar la chispa que la empuja a combatir la injusticia que la reprime, echándola de bruces en brazos de la esclavitud?
La respuesta, naturalmente, se encuentra en cada uno de nosotros, pero el vaso se encuentra, en este caso, a punto de rebosar y cuando lo haga, ya no habrá nadie que impida un giro más que probable hacia la violencia.

miércoles, 11 de enero de 2012

Vergonzoso

Si a nuestros políticos les quedara un mínimo de pundonor, la noticia de que una madre valenciana se ha visto obligada a recaudar ocho mil euros, para que una investigadora, afectada por los recortes, pudiera continuar su investigación sobre la diabetes, removería todos los resortes institucionales y daría la medida exacta de lo que en el país, es verdaderamente importante y lo que resulta para los ciudadanos, meramente superfluo.
Entretanto, los españoles tenemos que soportar miles de juicios por corrupción, fundamentalmente protagonizados por aquellos que debido a sus cargos, poseen un altísimo poder adquisitivo, en los que casi siempre se acaban dictando sentencias, que diluyen en la nada el saqueo al que las arcas del Estado son sometidas, por esta suerte de prevaricadores sin vergüenza, que pueblan las instituciones, con el único objetivo, de enriquecerse a costa del sudor de los contribuyentes.
Si por ley se exigiera la devolución total de lo sustraído, a todos los que se atreven a esquilmar los recursos públicos, probablemente no habría necesidad de recurrir a recortar partidas destinadas a corregir enfermedades, u otras relacionadas, directamente, con mejoras sociales que alivian las múltiples carencias que nos ahogan en la actualidad.
Pero se ha perdido el sentido del pudor, cuando un Presidente de gobierno, que dice representar a todos los españoles, se sienta delante de unas cámaras de televisión para decirnos, con voz lastimera, que le ha resultado muy amargo tener que recurrir a una subida de impuestos encubierta, para remediar la grave situación económica encontrada, cuando ha llegado al cargo que ocupa.
Mientras, antiguos presidentes de comunidades autónomas regentadas por su propio partido, se sientan en el banquillo de los acusados, para responder, al menos de cara a la galería, de algunas de sus prácticas corruptas, en casos como el Gurtal o el Palma Arena.
Poco queda que añadir ante semejante contradicción, que pone en entredicho la credibilidad futura de cualquiera que se vea inmerso en ella y que no explica, en absoluto, por qué los ciudadanos tenemos que pagar los excesos cometidos, en uso del poder, por estos piratas políticos, que a diario se extralimitan en sus funciones, buscando colmar sus aspiraciones de riqueza y exigiendo esfuerzos a los demás, para alcanzar sus malévolos fines.
Y da igual si se paralizan investigaciones médicas, si se retiran ayudas como la establecida por la ley de dependencia o se cierran casas de acogida para mujeres maltratadas. Lo único verdaderamente importante es que nuestra clase política y la Banca, no pierdan un ápice de las muchas prebendas que las colocan, por encima del bien y del mal.
La escuálida moralidad que aún pudiera quedarnos, es rápidamente borrada de un plumazo por la justicia, que es incapaz de colocar a la delincuencia de alto standing donde debiera estar: entre rejas.
Vergonzoso.

martes, 10 de enero de 2012

Rajoy, el asceta

La reaparición de Mariano Rajoy se ha producido en una entrevista con la televisión estatal, que bien pudiera haber sido grabada hace varios días, en las que contestando a preguntas seguramente pactadas, justifica la dureza de las medidas adoptadas por su gobierno, escudándose en la situación ruinosa que ha heredado, del anterior gobierno.
Esta postura, que ya anticipábamos aún antes de que fuera elegido, contrasta con la opinión del ejecutivo saliente, que inmediatamente ha exigido una comparecencia del presidente en el Congreso, para que explique de dónde salen los tres puntos de aumento en nuestro déficit, por los que considera necesario exprimir los bolsillos de todos los españoles, con la subida del IRPF.
Pero Rajoy parece haber dejado claro que no le agrada el contacto con los medios de comunicación y que prefiere apoyar sus palabras en el rostro visible de su vicepresidenta, a la hora de tener que hacer cualquier tipo de declaración, sobre todo si contradice sus incumplidas promesas electorales o puede manchar la imagen de credibilidad, que ha tratado de dar continuamente, a los electores españoles.
Creerá, como suele suceder a los niños, cuando ocultan su rostro tras sus propias manos, que su ausencia puede esconder cualquier barrabasada cometida desde su posición personal de poder, presumiendo una memez colectiva de sus conciudadanos, que, a su pesar, viven muy de cerca cualquier acontecimiento que les venga de su impresentable clase política y que después, castigan con su voto.
Dice que ha formado un gobierno de expertos en economía, porque ésta es la cuestión que más le preocupa en estos momentos, cosa que no deja de sorprender a una sociedad, machacada hasta la saciedad por el discurso popular que anteponía la creación de puestos de trabajo, a cualquier otro problema, por grave que éste resultase.
Por otro lado, se empecina el señor presidente, en que patronal y sindicatos alcancen un acuerdo, para una próxima reforma laboral, antes del viernes, aunque no parece digno de su atención el hecho de que los empresarios pongan condiciones innegociables, tales como el despido libre, o que los convenios colectivos puedan ser obviados, si las empresas no consideran haber alcanzado la rentabilidad deseada.
Naturalmente, los Sindicatos encuentran serias dificultades para aceptar estas premisas, si no quieren perder la poca confianza que les queda, ante la clase trabajadora del país, pero si no acaban por aceptar lo que de algún modo se les impone, tanto desde el gobierno, como desde la empresa, podría peligrar la partida destinada a la subvención que reciben de parte del Estado y que ya ha sido rebajada en un veinte por ciento.
Al final, podrá más el amor al dinero que la carga ideológica de lo que representan, y terminarán por aceptar cualquier medida perjudicial para todos nosotros, como mandan los cánones del capitalismo, que ahora obedecen sin rechistar, nuestros líderes sindicales.
Pero ésto no merma la enorme curiosidad que siente la mayoría del país, por saber a qué se debe este comportamiento asceta del nuevo presidente y qué hace en su retiro, para paliar la desastrosa situación en que se encuentran los cinco millones de desempleados, a los que prometió emplear, en cuanto llegara a la Moncloa.
Hay quien ha llegado a pensar que permanece retenido por el ala dura del PP, que manipula desde la sombra sus actuaciones, obligándole a volver al redil que abandonó, cuando se declaró abiertamente centrista. A ver cómo responde cuando Europa lo llame, y no tenga más remedio que acudir a esas citas, en las que se decide el futuro y el presente de cualquiera de nosotros.

lunes, 9 de enero de 2012

Para que no caiga en olvido

No sé por qué tengo la impresión de que los casos de violencia de género, que se han convertido en habituales en nuestro país, no interesan a nuestros nuevos gobernantes, en absoluto.
A pesar de haber empezado el año con varias víctimas, de todas las edades, la relevancia dada a este tema por cualquiera de los populares, a quienes se ofrezca la oportunidad de hacer declaraciones, es nula o empieza a ser llevada por otros senderos absolutamente distintos, amagando un cierto desinterés incomprensible, que en muchos casos es respaldado por parte de los representantes de los jueces.
Cambiar la denominación de violencia de género por la de violencia en el entorno familiar, conlleva un olvido consciente de que nuestras mujeres, en todos los casos, son violentamente asesinadas por el hecho de serlo y, por tanto, constituye un ataque directo a todos los avances conseguidos en este campo, apuntando más bien, en una dirección que pronto podría considerar estos casos como meros accidentes, fruto de un mal momento, y no una cadena de malos tratos, que finalmente acaban con resultado de muerte.
Probablemente, entre los muchos recortes sociales que tienen en la cabeza los conservadores, se encuentre la partida destinada a combatir esta plaga que crece diariamente en nuestra sociedad y haya un cierre masivo, por ejemplo, de las casas de acogida destinadas a ser refugio de las mujeres maltratadas, cuando su situación ya no les permite seguir conviviendo con su verdugo y necesitan con urgencia, un sitio donde esconderse, junto a sus hijos.
Verdaderamente, no se ha conseguido erradicar el problema, a pesar de ser muchas las iniciativas puestas en práctica en los últimos tiempos. Pero no hay que olvidar, que en multitud de ocasiones, las interpretaciones de las leyes hechas por jueces demasiado anclados a posturas machistas, han sido un escollo insalvable, que han dejado a las víctimas en total indefensión y abandono.
Puede ser que entre los integrantes de las altas esferas, a las que pertenecen gran parte de los afiliados al PP, estos casos se resuelvan de una manera muy distinta, dado el alto poder adquisitivo de que disfrutan las señoras de la derecha, y sea fácil para ellas abandonar el hogar, para desplazarse inmediatamente a otra de sus propiedades inmobiliarias, poniendo tierra por medio con el agresor y arropadas por la posibilidad de salir adelante, sin preocuparse de la economía. Pero en las capas humildes de la sociedad, estas relaciones delictivas, se convierten además en un callejón sin salida, del que resulta imposible huir, sobre todo si la mujer no tiene fuente alguna de ingresos y arrastra hijos a su cargo.
Es por eso imprescindible, dar la voz de alerta, para que no se consienta en absoluto, el abandono de los programas de ayuda a las maltratadas y para que se continúe la lucha por conseguir un endurecimiento categórico de las penas para los maltratadores, que en muchos casos han seguido cobrando una pensión, después de haber acabado con la vida de sus parejas.
Si la violencia de género empieza a ser comparada con simples trifulcas de entornos familiares relativamente normales, la carrera emprendida para cortar de raíz el machismo que genera una esclavización en el hogar para muchas mujeres, se habrá perdido y quién sabe si podrá llegar a retomarse algún día.
No estaría mal un recordatorio periódico de las listas de víctimas y una especial atención a casos, como los de los niños desaparecidos en Córdoba, que mantenga viva una llama imposible de apagar, por ningún recorte gubernativo. Tal vez así pudiéramos evitar más de una muerte inútil en el futuro.


domingo, 8 de enero de 2012

Vuelta a la realidad

Despertando del letargo producido por las fiestas navideñas, los españoles estamos a punto de reencontrarnos con la cruda realidad, que nos ha estado aguardando pacientemente, mientras vivíamos la ilusión de haber alejado todos nuestros fantasmas, en una supuesta armonía familiar.
No ha podido la crisis competir con la tradición, e igual que otros años, nos hemos permitido toda una suerte de excesos culinarios y gastos asfixiantes en regalos intrascendentes, que en muchos casos, serán descambiados por otros mucho más útiles, ahora que han llegado las rebajas.
Pero ni nuestros kilos de más, ni la paciencia de soportar los atascos de la carretera para volver a nuestros lugares de origen, podrán hacer desaparecer de nuestras vidas el panorama desolador que redescubriremos mañana, cuando la magia del encantamiento colectivo termine, hasta el año que viene.
En espera de que nuestro recién estrenado presidente se digne a revelarnos su actual destino y comparezca ante nosotros para explicarnos por qué sus primeras medidas han contradicho radicalmente sus promesas electorales, unos acudiremos a nuestro lugar de trabajo, con la impresión de haber dado un salto hasta un tiempo pasado y otros retomarán con fuerza renovada el empeño de encontrar una salida para su prolongado desempleo, sin que en el horizonte se apunte, desde los medios políticos, una sola esperanza de que se cumplan sus deseos.
La delicada situación en que se encuentran las monarquías, parece haber afectado también a la de los Magos de Oriente, que no han cumplido ninguna de las peticiones que este pueblo exponía en sus cartas y que nos han dejado, a pesar de haber sido realmente buenos y pacientes, unas cuantas bolsas de carbón, que ni siquiera es comestible, como único regalo, en los salones de nuestras casas.
Habíamos puesto muchas esperanzas en recibir, por ejemplo, alguna alternativa que nos mostrara un camino que hiciera factible un futuro menos incierto que el que nos aguarda en este recién empezado año y una pequeña dosis de confianza para poder creer en la palabra de alguno de nuestros representantes en las instituciones, pero el regalo que hemos recibido la mayoría de los españoles, es una subida del IRPF, que mermará, aún más, nuestras posibilidades de supervivencia, y una serie de recortes sociales, que dificultarán hasta extremos insospechados, nuestro esfuerzo por reconstruir un país, que se tambalea sobre la cuerda floja del fracaso.
Enfrascada en una estúpida discusión sobre una posible vuelta al socialismo, la oposición anda proponiendo diversos candidatos que lideren esta legislatura, sin darse cuenta de que el socialismo, como ideología, sigue existiendo como tal, y que son ellos, con sus traiciones flagrantes, quienes han manchado su imagen de pureza y ahora están pagando por ello.
Pero los ganadores parten de un supuesto equivocado, si piensan que les saldrá gratis embaucar a los ciudadanos con medidas “excepcionales” y maquillajes de doctrinas supuestamente centristas. El hambre agudiza el ingenio y las carencias, cada vez más generalizadas, que atenazan a la sociedad, acabarán por hacer saltar algún resorte que la haga salir de su inercia para dar unos cuantos pasos al frente.
De momento, las elecciones andaluzas aguardan detrás de la esquina a los conservadores, con el hacha implacable en la mano, dispuesta a cercenar todas sus ínfulas de poder absoluto, y el candidato Arenas, no goza precisamente del fervor popular, ni está el patio para repetir voto, cuando el que lo emitió siente que lo timaron, a la primera de cambio.
Una vez incorporados, cada cual a nuestra rutina, será útil ir olvidando el receso navideño, para empezar a pensar en qué podemos contribuir, si es que de verdad nos interesa que nuestro panorama cambie.
Yo empezaré por no creer una palabra al señor Rajoy, si volvemos a verle, y trataré de divulgar la verdad de lo que vea, por medio de estas páginas. Por cierto, empiezo a creer que sólo a través de este medio, tenemos acceso a una prensa realmente libre, ya que los periódicos oficiales, últimamente, empiezan a parecerse entre sí, de una manera sospechosa.

jueves, 5 de enero de 2012

Rendición sindical

El deterioro sufrido por las centrales sindicales en los últimos tiempos, a causa de la inexplicable sumisión demostrada frente a las medidas que han ido lesionando paulatinamente los derechos de los trabajadores, alcanza hoy mismo su punto más extremo, con la aceptación de subidas salariales, por debajo del IPC.
Probablemente amedrentados por la decisión del gobierno Rajoy, de rebajar un veinte por ciento las subvenciones que reciben del estado, se apresuran a preservar el 80% restante, estableciendo una serie de acuerdos con la derecha, que no hacen otra cosa que agravar la relación que tienen con sus afiliados y perjudicar la ya maltrecha imagen que de su gestión, ha formado la mayoría del pueblo español.
Se supone que la labor principal de un sindicato consiste en defender a capa y espada los intereses de sus representados, negociando siempre a favor de los estamentos formados por los asalariados, y contrarrestando las aspiraciones lucrativas de la patronal, a veces incluso, con acciones de fuerza.
En contraposición, nuestras centrales sindicales, han permanecido a merced de las imposiciones de los gobiernos de turno, mientras los logros conseguidos por los humildes durante duros años de lucha, se han ido reduciendo, hasta dejarlos en una indefensión difícilmente entendible para los que pusieron su confianza en que los herederos de líderes como Marcelino Camacho, nunca entrarían a formar parte de las agresivas políticas globalizadotas del capital, renunciando a una ideología que desde siempre, había movido a los hombres hacia la consecución de un mundo más justo.
Tener que oír ahora a los secretarios generales de nuestros principales sindicatos mencionar la sola posibilidad de que podrían aceptar la reducción de jornada par impedir el despido, sin el menor atisbo de lucha, insinuar que podrían entrar a negociar con la patronal el despido libre, tira por tierra todas las teorías relacionadas con la raíz misma de sus funciones y demuestra la absoluta soledad en que nos encontramos los trabajadores, en este clima de corrupción generalizada, que salpica estrepitosamente cualquier organismo que, hasta ahora, podría haber sido considerado como parte nuestra.
Es evidente que si queremos defendernos, habremos de hacerlo lejos de aquellos que no están en absoluto dispuestos a morder la mano que les da de comer y que prefieren aferrarse a los sillones de poder que ocupan, aunque sea a riesgo de perder cualquier atisbo de dignidad o moralidad que `pudiera quedarles, si es que alguna vez supieron el significado de estos conceptos.
Nuestros líderes sindicales, por desgracia, se han convertido en meros títeres de los poderes políticos, e incluso ya no son siquiera, una correa de transmisión de ciertas ideologías, como siempre se había pensado de ellos.
Ahora son entes monstruosos que se vuelven contra los suyos, traicionando los principios que movieron a su creación y que pululan como almas en pena, tras quienes puedan prometerles una estabilidad económica, entorpeciendo todas las iniciativas que intenten mejorar la desastrosa situación laboral a la que nos han llevado, por igual, ellos mismos y nuestros pésimos gobernantes.
No sería una falacia, llamar a la insumisión de los afiliados de las centrales sindicales y animarlos a seguir las directrices marcadas democráticamente por movimientos más frescos, como los ciudadanos, aún no corrompidos por la mano negra del poder económico que arrasa Europa, intentando terminar con todo lo que tenga que ver con mejoras sociales, que acerquen a las mayorías a un sistema más igualitario y feliz.
Baste una sugerencia que quizá serviría para redimir, en parte, el inexplicable comportamiento de nuestros sindicatos: renuncien a cualquier subvención estatal y únanse, de verdad, a los movimientos obreros, a pie de calle, para intentar resolver los problemas derivados de esta maldita crisis inventada, por la avaricia de los más pudientes.
Éste, y no otro, es el sitio que corresponde a quienes quieran representar nuestra posición. Y no la grandeza de los edificios que ocupan sus despachos, ni el trato frecuente con las altas esferas que nos asfixian.



La autoridad moral del PSOE

Algunos miembros del gobierno saliente de Zapatero, se han apresurado a criticar con dureza las nuevas medidas adoptadas en el último consejo de ministros, rasgándose las vestiduras por lo que consideran un atentado contra las clases trabajadoras españolas, que en lugar de ayudarnos a salir de la crisis, a su parecer, no harán otra cosa más que incrementar las tasas de desempleo y colocarnos aún más al borde de la ruina total, con su peligroso acercamiento a las doctrinas conservadoras que invaden Europa.
A pesar de ser ciertas cuántas advertencias se vierten, desde las filas del ahora partido en la oposición, sus airados militantes parecen olvidar con demasiada ligereza, que este pueblo que les ha retirado su confianza en las últimas elecciones, posee, como todos los demás, una memoria que le permite recordar tiempos pasados, sobre todo cuando su situación empezó a cambiar para peor, no hace aún tantos meses.
Habría que recordar a los encolerizados políticos, que ninguna de las medidas anunciadas por los recién estrenados ministros serían posibles, si en su mandato inmediatamente anterior, no hubieran sido ellos quienes abrieron puertas demasiado peligrosas, por las que dejaron entrar actitudes lesivas contra los ciudadanos, como recortar los sueldos a los funcionarios o simplificar el despido, dando a los empresarios una de las mayores alegrías obtenidas, desde que hace ya varios siglos, empezara la lucha obrera, en justa reivindicación de unos derechos, echados por ellos por la borda, a golpe de decreto.
El Partido Socialista carece, desde todos los puntos de vista, de autoridad moral para tener la osadía de colocarse frente al mismo pueblo que sacrificó, en aras del bienestar capitalista, para afear las maneras lógicas de un partido conservador, del que no se espera otra cosa, sino se alinee con sus correligionarios en su forma de gobernar.
Los socialistas nunca se avergonzaron de lesionar gravemente los derechos de los trabajadores, arropados en unas siglas que se suponían defensoras de las clases humildes, con tal de no perder un poder al que se habían apegado con demasiada soltura y del que , de ningún modo, se resignaban a desprenderse.
No tendrán el atrevimiento de suponer que el olvido de todo lo acontecido durante la última legislatura del Gobierno Zapatero, se ha producido como por arte de magia, en cuanto los asientos del banco azul han sido ocupados por nuevas caras, o que todos aquellos que cambiaron su voto a favor de otras formaciones políticas, lo hicieron frívolamente, con la intención de volver a su redil, en cuanto se produjera un error de las derechas, que apretara un poco más el cinturón con el que ellos empezaron a asfixiarnos, apenas unos años atrás.
La enorme cifra sumada por la abstención y el voto en blanco, en las últimas elecciones, ya preludiaba el descontento y la indignación que una parte del pueblo español tenía contra ellos y los episodios con que nos obsequiaron cuando aún ostentaban el cetro del poder, han quedado grabados a fuego en nuestra memoria, de la que probablemente no desaparecerán, en el resto de nuestras vidas.
El intento de volver a captar nuestra atención con críticas que bien pudieron ser remediadas desde el lugar de privilegio en que se encontraban los mismos que ahora las vierten, no deja de ser esperpéntico y no hace otra cosa que ahondar en el sentimiento de cólera que transmite, el mero recuerdo de los que traicionaron nuestra confianza.
Y esto no lo solucionará ni un congreso en el que se elija un nuevo líder, ni un lavado de cara de las tendencias socialdemócratas, sospechosamente cercanas a la derecha más liberal, ni una supuesta vuelta a las auténticas raíces ideológicas de las que procedía este partido, cuando fue creado por Pablo Iglesias, hace más de cien años.
La sensación de haber sido abandonados a nuestra suerte, por una formación en la que confiábamos mayoritariamente y a la que suponíamos defensora de los derechos sociales, tardará en desaparecer, si es que llega a ser perdonada, en un futuro lejano.
En los próximos meses, de seguro habremos de enfrentarnos con enemigos de dudosa catadura, a los que habrá, evidentemente, que criticar con dureza. Pero esto no corresponde al PSOE, sino a los limpios de toda culpa.

miércoles, 4 de enero de 2012

Los ingresos de los sin techo

La iniciativa del Ayuntamiento de Barcelona, de multar a los sin techo, por ocupación de espacios públicos, podría ser la imagen más amarga de este mundo, rendido a los brazos del capitalismo feroz que le devora, sin tener en cuenta ninguna limitación impuesta por la ética o por el simple respeto a los más humildes del género humano.
Sensiblemente preocupados por su incapacidad para contabilizar a los integrantes de este colectivo, cada vez más numeroso a causa de la crisis, que de alguna manera escapan a las siniestras garras de los recaudadores sin piedad que reclaman su parte de cualquier ingreso que llegue a los bolsillos de los ciudadanos, los representantes municipales de uno de los consistorios más grandes de la nación, han visto ahora la manera de exigir también su parte de las limosnas recogidas por los desheredados de la tierra y han lanzado a su policía particular, a la caza y captura de cualquiera, a quien se vea pernoctar en las aceras, estableciendo una persecución que en algunos casos, arroja la increíble cifra de 40.000 euros.
Capitaneados por unos pocos cabecillas de la pobreza, estos ciudadanos, víctimas de mil malas historias que podrían haber sucedido a cualquiera de nosotros, se han dirigido a la defensora del pueblo, para que como buenamente pueda, aclare a las autoridades que no viven al raso por un afán de huir de la hacienda pública, sino por una necesidad perentoria de sobrevivir del modo que sea, a los duros reveses que este sistema parece proyectar despiadadamente sobre ellos, sin darles otra salida que la de encontrar un rincón donde descansar del abandono a que los somete la vorágine capitalista, que trata de borrarlos de la faz de la tierra.
La tristeza infinita que produce este tipo de noticias en la gente de bien, sería solo superada por la terrible indignación que se siente, al comprobar la catadura moral de los políticos que hemos elegido para que nos gobiernen.
Tratar de arrancar de los bolsillos de los más pobres un puñado de monedas que ayuden a paliar la desastrosa gestión que ha llevado a éste y otros Ayuntamientos al endeudamiento generalizado en que se encuentran, es un atentado directo contra los cimientos en que se funda la convivencia de los hombres y, desde luego, merece una respuesta inmediata de parte de una justicia, en la que ya casi nadie cree.
Bien harían las autoridades barcelonesas en investigar la procedencia de grandes fortunas, como por ejemplo la del líder de Convergencia y Unió, Durán i Lleida, y crear para ellas un generoso impuesto que exija su contribución a las arcas públicas, en la medida que de ellas se enriquecieron, durante sus años de participación en la política.
Pero eso sería atentar contra sus propios correligionarios y representaría una pérdida radical de ingresos, imposible de admitir para quienes se han acostumbrado a un tren de vida impensable para cualquiera de nosotros.
Es más fácil atacar a quienes no pueden defenderse y transgredir las normas morales, en la creencia de que por ser humildes, este tipo de ciudadanos ni siquiera tienen derecho a una defensa que les devuelva un poco de la dignidad que les robamos entre todos, cuando permitimos que terminaran haciendo de la calle, su lugar permanente de residencia.

lunes, 2 de enero de 2012

Año nuevo, lucha nueva

Empezamos el año los españoles siendo todos un poco más pobres, a causa de las primeras medidas tomadas por el Gobierno de Rajo y atemorizados por la negritud de las perspectivas que nos anuncia el nuevo ministro de economía, que se escuda, como era de esperar, en la desastrosa situación en que le ha dejado el país su antecesora, dejando atisbar en el horizonte que los recortes aplicados a los ciudadanos no han hecho más que empezar, mientras se conceden otros cien millones a la “pobre” banca, para que pueda salir de la desolación que produce obtener menos beneficios.
Se le llena la boca a Sainz de Santamaría, con la presunción de estar revalorizando las pensiones, aunque cualquier ciudadano medianamente avispado enseguida comprende, que la subida del uno por ciento aplicada por decreto, en los casos de las personas más desfavorecidas, sólo suponen al mes, cuatro euros más.
Produce aún más indignación el hecho de que se nos suponga una ignorancia supina en estas cuestiones, que la ya esperada desfachatez de la derecha, de desdecirse de sus promesas electorales con tanta ligereza, pone en duda la memoria de la gente a la que machacó con su discurso reiterativo de que no se subirían los impuestos y que tenían una cartera de soluciones que terminarían con la crisis, en cuanto llegaran al poder.
Sin embargo, el empecinamiento del pueblo español por creer que la economía marcharía mejor en manos conservadoras, enseguida ha empezado a obtener contundentes respuestas que desdicen dicha presunción y se acerca más a lo que muchos de nosotros advertimos por activa y por pasiva, dándonos la razón en que la ideología que representa este gobierno, nunca estuvo, ni estará, de parte de los trabajadores.
A uno le gustaría, por ejemplo, echarse a la cara a Félix González Pons, que prometió la rápida creación de tres millones de puestos de trabajo, y exigirle el obligado cumplimiento de sus palabras, con una vehemencia parecida a la empleada por sus correligionarios en ansiar el poder, aunque ahora se ve que hace aguas toda la verborrea empleada a diario durante la campaña electoral y la crisis la seguimos pagando los mismos, mientras sus amigos de los consejos de administración y los estamentos empresariales, andan reclamando aún más prebendas, con las que acabar de arrebatar los pocos derechos que nos quedan, a los que tenemos la suerte de tener empleo.
Las fiestas navideñas han frenado un poco las acciones de los movimientos del 15M, no porque haya disminuido la indignación, como quizá hayan podido creer nuestros gobernantes, sino porque todo el mundo necesita un paréntesis para reorganizarse y volver, con más fuerza si cabe, a la dura lucha que habremos de librar, contra estos enemigos que en nada nos representan.
Así, el comienzo de un año que se augura movido, va desgranando los días festivos que quedan, hasta que todo vuelva a normalizarse y se apaguen las luces de neón, devolviéndonos a la cruda realidad que nos ofrece el panorama político que padecemos.
Entonces será el momento de responder convenientemente a todos los abusos apuntados directamente para hacer diana en nosotros, con la contundencia que exige este guión que escriben, en sus ratos libres, los seres mal pensantes del planeta. También nosotros, a veces, somos capaces de ser malos.