jueves, 28 de febrero de 2013
Sospechas fundadas
Sin abandonar los temas judiciales, que mantienen centrada toda la atención en el caso Urdangarín, el magistrado que lo lleva, no encuentra indicios de implicación, ni de la Infanta ni de su secretario, a pesar de dar por ciertos los mensajes presentados por Torres, en los que se menciona varias veces a la Casa Real, estableciendo lo que sería una conexión permanente entre los negocios de Noos y algunos destacados miembros de la misma.
El socio del Duque, sin embargo, afirma tener constancia de que Cristina estaba al tanto de todo lo que ocurría en las sociedades y al estar imputada su mujer, parece exigir igualdad de trato y no se sabe qué estrategia tendrá prevista para conseguirlo o si aún guarda en la manga alguna prueba de peso que haga cambiar al juez de opinión, respecto a este punto.
Entretanto, una revista del corazón de enorme tirada, publica una extensa entrevista con la amiga del Rey, Corina, en la que la interfecta deja caer que ha estado realizando labores diplomáticas para el Gobierno español, sin terminar de aclarar en qué consisten, aludiendo a una confidencialidad, que parece otorgarles una categoría de Secretos de Estado.
Y aunque el ministro de exteriores se ha apresurado a desmentirlo, la sola idea que un personaje así pueda estar manejando según qué información, acaba de apuntillar la opinión desastrosa que sobre la Monarquía se está formando la sociedad española, en los últimos tiempos.
Estos problemas cortesanos, vienen estupendamente al PP para desviar la atención del caso Bárcenas, pues el morbo que despiertan los líos de faldas parecen más entretenidos que las guerras de cifras evadidas y el pueblo necesita urgentemente de alguna diversión, para escapar de la nube de amargura que han traído la corrupción y los recortes practicados por el Gobierno.
Pero estos problemas no ayudan precisamente a conservar la buena imagen que España se ganó a pulso en la transición, sobre todo porque se hallan inmersos en ellos, justamente los más altos representantes de las más importantes instituciones políticas, lo cual hace que merme considerablemente la confianza que otros países pudieran depositar en gestiones futuras, de las que probablemente dependerá que encontremos o no, una salida airosa de la crisis.
Es verdad que no se debe generalizar creyendo que todos los cargos políticos son culpables de corrupción, pero el altísimo número de casos descubiertos y la sospecha que se cierne sobre el Presidente del Gobierno y el propio Rey, hacen muy difícil exculpar a quienes se encuentran en escalafones inferiores e incrementa los malos pensamientos dentro y fuera de nuestras fronteras.
No se puede convivir con el temor de tropezar a diario con noticias de esta índole y menos aún, cuando la estabilidad económica de la Nación es tan precaria.
El primer paso para alcanzar cierta estabilidad ha de pasar, necesariamente, por el conocimiento de la verdad. Que se inculpe a quienes hayan cometido delito, que se les juzgue y se les condene, que se les exija la devolución íntegra de lo sustraído y que se les inhabilite, de por vida, para ejercer cargo público alguno. Y que esto sea así independientemente de quién se trate, desde el Rey, hasta el último de los españoles.
martes, 26 de febrero de 2013
Viviendo con su enemigo
El culebrón Bárcenas, cuyo guión parece deparar cada día una
nueva sorpresa, nos trae esta tarde la noticia de que su protagonista ha
decidido demandar al Partido Popular, por un despido improcedente, fechado nada
menos que el 31 de Enero del presente año y no en 2010, como se han encargado
de difundir por activa y por pasiva, relevantes miembros de la formación
conservadora, cada vez que se les ha preguntado por este asunto.
Ayer mismo, Cospedal protagonizaba un ridículo episodio ante
la prensa, defendiendo la desvinculación del ex tesorero con la formación
política a la que representa que no sirvió más que para aumentar las numerosas
sospechas que sobre este asunto se tienen, si no para confirmar la certeza de
que se ha venido incurriendo en una serie de delitos, tanto en relación con el
cuestionado despido, como en el tiempo de filiación a la Seguridad Social que
se concedió a Bárcenas.
Pero si la historia del imputado es cierta, todas las piezas
de este rompecabezas empiezan a encajar con una precisión absoluta y se explica inmediatamente la
negativa del PP a presentar el finiquito, pues de hacerlo, quedaría claro que
han estado mintiendo reiteradamente al país, durante casi dos años.
Habría que añadir que mientras ocupaba su despacho de Génova,
Bárcenas percibía, esta vez en dinero legal, un salario de más de 21.000 euros
mensuales, que vendrían a contradecir de manera rotunda las ansias de imponer
austeridad que demuestra el discurso del Presidente de la Nación, cada vez que
se digna a deleitarnos con su presencia, ya sea ante las cámaras de televisión
o en el Parlamento.
Bárcenas parece dispuesto a librar una larga y dura batalla,
ahora que se ha liberado del lastre de
la disciplina partidista y ya le da igual adoptar posturas radicalmente
contradictorias a las de los líderes de la formación a la que perteneció,
aunque esto tiene cierta lógica, tras haber comprobado que le han dejado en la
más absoluta soledad y que ya nadie quiere ni pronunciar su nombre.
Entretanto, Rajoy aún anda pensándose si se querellará o no
contra su ex empleado, probablemente bastante asustado por el cariz que puedan
tomar a partir de ahora los acontecimientos y, claro está, por si finalmente un
día de estos aparecen los originales de la famosa agenda secreta y se le vienen
abajo, de repente, todos los argumentos que hubiera previsto sobre el asunto de
los sobresueldos, viéndose obligado a una rendición dimisionaria, en la que aún
podría alegar que se marcha por no hacer daño al Partido que dirige, aunque sin
admitir culpabilidad alguna en esta enrevesada historia.
¿Qué más guarda Bárcenas en su más que repleta chistera?.
Esta incógnita será revelada sin lugar a dudas, por capítulos, pero dada la
importancia de su antiguo cargo, es de suponer que posea ingentes cantidades de
información sobre lo sucedido en los sótanos del PP, e incluso sobre las
circunstancias personales de todos y cada uno de sus miembros más relevantes,
ya que durante veinte años no se sospechó de su presente deslealtad y por sus
manos pasaron infinidad de documentos de distinta índole.
Tanto temer a conspiraciones externas, arengadas desde las
filas de los partidos de izquierdas y
ahora resulta que la única verdad es que estaban viviendo con su verdadero
enemigo.
lunes, 25 de febrero de 2013
Ante el juez
La luminosa idea de comerciar con arte, que según ha
declarado el ex tesorero Bárcenas ante el juez, le ha proporcionado una inmensa
fortuna que asciende a treinta y ocho millones de euros, parece haber sorteado
todos los avatares de la crisis y colocado a los que se dedicaron a este
negocio, en una inmejorable posición, capaz de augurarles toda una vida de
comodidades, al margen de mercados o de cierres patronales inesperados y
violentos.
Habiendo establecido como prioridad librarse del modo que sea
de alguna pena de prisión, Bárcenas ha centrado la estrategia de su propia
defensa en procurar reconocer sólo un
delito de fraude fiscal, cosa que al mismo tiempo exoneraría también de
toda culpa al Partido Popular, si el magistrado diera credibilidad al discurso
del imputado.
Pero el arte ha de ser obra de genios para convertir a sus dueños
en millonarios y sólo a nivel de galerías de lujo suele comerciarse con
trabajos de esta categoría, sin que hasta ahora haya trascendido que
Bárcenas tuviera algún tipo de relación
con estos círculos, ya que su única
ocupación conocida era la de ocuparse de las finanzas del PP, en su despacho de
la calle Génova.
Por tanto, va a ser difícil demostrar el repentino
enriquecimiento del protagonista de esta historia y olvidar la traída y llevada
agenda de la contabilidad B de los populares, teniendo en cuenta que los
exámenes caligráficos parecen demostrar la autoría de la letra y que existen
demasiadas coincidencias que apuntan
directamente a la cúpula conservadora, como parte importante de lo ocurrido
durante los últimos veinte años en la oscura vida de este personaje novelesco.
La fiscalía tampoco está dispuesta a pasar por alto los otros
delitos que se le imputan, ni a olvidar los indicios de que debajo de este tema
subyace la que podría ser una de las tramas de corrupción de más envergadura,
de cuántas se tejieron en este país, proclive a la picaresca y al engaño como
pocos.
De momento se ha retirado el pasaporta a Bárcenas, dando por
terminadas sus múltiples escapadas a lujosos destinos en el extranjero, cosa
que al menos tranquiliza a los españoles de a pie, que no entienden como el ex
tesorero permanece aún en el país y no ha aprovechado ya la libertad de que
disponía para desaparecer sin dejar rastro.
Entretanto, siguen las investigaciones y cierta parte de la
prensa se atreve a publicar que entre Bárcenas y Sepúlveda, ex marido de la
Ministra Ana Mato, existen ciertos vínculos de sociedad, estableciendo un nuevo
cabo por el que tirar de la madeja en esta rocambolesca historia, aunque sin
salir de los círculos del PP, que ya no sabe qué camino tomar para intentar
demostrar su dudosa inocencia.
Una titubeante Maria Dolores de Cospedal, intentaba hoy sin
éxito, ofrecer a los periodistas una explicación que justificara los pagos a
Bárcenas y su filiación a la Seguridad Social, hasta Diciembre del pasado año, mientras
Rajoy continúa pensando aún si se querellará o no contra él, por todo lo
sucedido desde que se produjo su imputación en este caso.
Queda ahora en manos de la justicia esta ocasión de oro para
llegar hasta el fondo de esta enrevesada cuestión y decidir si habrá o no más
imputaciones por este y otros más que evidentes indicios de delito.
Los ojos de los españoles están puestos en la actuación de
quien se encarga de este caso y la esperanza de que por una vez, la ley se cumpla, tiene en vilo a una opinión
pública, cuya indignación iría en aumento, si esto no se resolviera de manera
absolutamente contundente.
domingo, 24 de febrero de 2013
A pesar del hartazgo y la pobreza
Sobrepasados por las noticias de los innumerables casos de
corrupción que azotan el país, vuelven los colectivos españoles a lanzarse a la
calle, como demostración de que lo
tratado en el Debate del ·Estado de la Nación y quién haya sido su vencedor, no
viene a calmar la marea de indignación que subyace en una sociedad, que no
confía ya en absoluto, en la palabra de los políticos.
Mientras sus señorías
se enzarzan en discursos calcados a los de otras veces y se lanzan unos a otros dardos envenenados y
reproches innumerables, sin detenerse un solo instante a proponer soluciones
urgentes para los problemas reales de
las familias, la negra nube de un imparable desempleo se va cerniendo sobre las
clases trabajadoras, asfixiando su modo
de vida anterior y trasladándolas a situaciones similares a las de principios
del SXX, cuando el hambre y la indefensión constituían la única certeza de los
que dependían de un salario para su propia supervivencia.
El gran paso educacional conseguido en estos cien años, marca
sin embargo, una diferencia notable con aquella actitud de sumisión que
caracterizaba a los obreros de entonces y haber saboreado las mieles de la libertad de
expresión, es lo que impide que en este momento la gente permanezca en su casa
y sea capaz de salir en demanda de sus derechos, retomando una lucha que casi
se dio por desaparecida, al considerarse superadas las desigualdades, en los
tiempos de bonanza.
Nunca en este País
habían interesado tanto los temas políticos, ni siquiera mientras que dábamos
el paso entre la Dictadura y la Democracia, ni nunca antes se habían manejado a
nivel coloquial tantos términos económicos, aprendidos a fuego, con cada medida
de recorte que se ha venido aplicando a golpe de decreto, sobre el ilusorio
bienestar de los ciudadanos.
Y sin embargo, esta respuesta mayoritaria, que deja claro el
descontento general y que arrastra a cientos de miles de españoles a una lucha
encarnizada contra un poder institucional no sólo malévolo y caduco, sino
también corrupto, no termina de hacer mella en los endurecidos corazones de
quienes nos gobiernan ni consigue, como sería de esperar, derribar el muro
inexpugnable en que se hayan resguardados de todo aquello que pueda erosionar
su voluntad de poder y su más que demostrada ambición por permanecer en
posiciones de privilegio.
¿Qué más puede hacer un pueblo para evidenciar su rabia, su
indignación y su disconformidad con lo que se está haciendo, a sus espaldas, a
traición y con alevosía, al margen de sus deseos y de sus verdaderos intereses?
¿Va a ser necesaria la violencia para que el clamor popular consiga
finalmente modificar el errático camino emprendido por los gobernantes o alguna
vez el eco de la realidad que vivimos dejará de ser silenciado por mecanismos
legales oportunamente aplicados por aquellos que, a tenor de la situación,
deberían haber presentado su dimisión y abandonado el marco político para
siempre?
Esta voz, que tan poco interesa a los parlamentarios, viene
avalada sin embargo, por la inmensa valentía de los que ya nada tienen que
perder y es por tanto, capaz de alzarse alto y claro, por encima de todas las
barreras impuestas y de resistir eternamente y con fiereza, los avatares que
esta crisis orquestada tenga previstos para minar la confianza de los
ciudadanos.
Ya no somos los pobres ignorantes a los que se compraba con
unas migajas del pastel ni a los que se amedrentaba para obtener una obediencia
cercana a la esclavitud, aprovechándose de su analfabetismo, convirtiéndoles en
meros productores de beneficios en las cuentas corrientes de los dueños de los
capitales.
Podrán haber reducido a cenizas el supuesto estado de
bienestar que disfrutábamos y despojarnos sin piedad de una gran cantidad de
derechos ganados en el pasado a gente exactamente igual que ellos, pero el
conocimiento adquirido, el acceso a la cultura y la educación que se nos
brindó, han sido aprovechados hasta el último sorbo y ya no somos manipulables,
porque al menos en este campo, la igualdad es más que un hecho.
Más aún, el progreso tiene una deuda impagable con las clases
medias, de la que proceden la inmensa mayoría de los talentos que han vivido en
el mundo desde hace más de un siglo y la totalidad de la riqueza generada
durante este periodo de tiempo, lo ha sido gracias a los hijos y nietos de
aquellos obreros esclavizados que poblaban los núcleos urbanos, a merced de la
caridad de sus patronos.
Es por eso que ahora entendemos perfectamente el significado
de las enrevesadas palabras de todos los políticos y detectamos al instante,
todas y cada una de las estrategias que contra nosotros se intentan, sin estar
dispuestos a colaborar mansamente, con quienes de un modo ilusorio, pretenden
doblegar nuestra voluntad con espejismos inexistentes.
Ya no existe el desconocimiento generalizado que hizo posible
nuestra explotación en otras épocas históricas. Ahora sabemos decir no y
mantener el pulso el tiempo que haga falta, a pesar del hartazgo y la pobreza.
jueves, 21 de febrero de 2013
La tibieza de la oposición
La prensa cercana al PP, lanza en portada el “aplastante
triunfo” de Rajoy en el Debate sobre el Estado de la Nación, intentando hacer
hincapié en que su discurso le ha llevado directamente a una consolidación
política, que al parecer no había alcanzado con anterioridad pero que a tenor
de lo expuesto en la tribuna del Congreso, se hace innegable para los que
profesan su misma ideología.
Ciegos también al delicado ambiente que se vive en la calle,
los periodistas de estos medios, a los que todos conocemos por sus
intervenciones televisivas en cadenas como La 13 o Intereconomía, se deshacen
en elogios hacia la figura del
Presidente, procurando que la nutrida dosis de alabanzas que le dedican,
entierre en un lugar oscuro cualquier noticia que tenga que ver con el
escándalo de Bárcenas o el asunto de los sobresueldos, cuyo esclarecimiento
tanto interesa a la ciudadanía y tan poco a los líderes conservadores y a
quienes les siguen.
Una gran parte de culpa la tiene sin duda, la enorme tibieza
con que toda la oposición ha decidido afrontar la multiplicidad de problemas
que sacuden el territorio patrio y el paupérrimo discurso que hacen los
oradores que la representan, independientemente de sus diferencias políticas y
también del número de escaños que ocupan en el Parlamento.
A pesar de la terrible experiencia que al pueblo español ha
traído la política de Rajoy en su primer año de gobierno y de la gravedad de
los innumerables casos de corrupción en que están imputados un sinfín de cargos
de su Partido, sólo Cayo Lara se ha atrevido a reclamar su dimisión, mientras
el resto de oradores se enzarzaban en una guerra de acusaciones mutuas con el
Presidente, abundando en una estrategia que se ha demostrado absolutamente
inútil y desaprovechando la ocasión de enumerar los incontables errores que se
han cometido durante su breve, pero nefasto mandato y que cualquiera de los
ciudadanos de a pie podría recitar con los ojos cerrados, si alguien le diera
ocasión para ello.
El pueblo está empezando a pensar que esta suavidad con que se acometen los
debates, ha de tener sin duda un origen oscuro y que más de un grupo
parlamentario se ve obligado, por sus pecados, a guardar silencio, porque en
caso contrario, resulta del todo incomprensible que no se encuentren activadas
todas las alarmas dentro del recinto sagrado del Congreso para denunciar con
toda la crudeza que el idioma permite, la trágica realidad que se está viviendo
en el País y lo erradas que están las políticas del PP, en cuanto al camino
elegido para hallar una solución a los conflictos.
La permisividad que está demostrando esta decafeinada
oposición, que no acaba de dar los pasos necesarios para enfrentarse
descarnadamente a quien gobierna, no hace otra cosa que aumentar el enorme
clima de desconfianza que se está generando en el País sobre las clases
políticas y dejar la sensación a los votantes de no ser, para nada,
representados por aquellos a quienes votaron, con la buena voluntad de creer en que se
encargarían de la defensa de sus intereses y derechos, ahora perdidos, por la
mala gestión de un Gobierno a quién nadie contesta.
El pueblo tenía la esperanza de que el resto de la Cámara
hubiera hecho causa común reclamando contundentemente la marcha inmediata de
Rajoy, a raíz de lo acaecido en los últimos tiempos, cuánto más, cuando la
sombra de la sospecha de la peor clase de corrupción se balancea sobre su
propia cabeza como una espada de Damocles, sin que nada ni nadie haya
conseguido demostrar con mínima claridad, la certeza de su inocencia.
No había que ser experto en política para intuir que el único
camino para conseguir un cambio radical en los métodos empleados por el PP para
la resolución de la crisis, estaba en la unidad de todos ante el enemigo común
y que era precisamente esa unidad decidida y potente, la que esperaban con la
respiración contenida, los hombres y mujeres que eran vilmente saqueadas por
una legión de indeseables, que sólo para los demás, reclamaban estrecheces y
sacrificios insufribles.
Perder esta ocasión termina de hacer trizas la opinión que
sobre la clase política se tiene y más que defraudar, corrobora los malos
pensamientos que se han ido asentando en la conciencia de una Sociedad, que ya no soporta
la traición que sobre ella se infringe y que únicamente desea que este Sistema
podrido en su misma raíz, desaparezca sin dejar rastro, para poder olvidar lo
vivido, aunque eso signifique la marcha de todos y cada uno de los que ahora
tienen alguna clase de responsabilidad en las instituciones y que ya a nadie
representan.
miércoles, 20 de febrero de 2013
El desastroso estado de la Nación
Cuélguese Mariano
Rajoy, cuantas medallas quiera, ante el Parlamento. Atribúyase méritos sin fin,
en este primer año al frente del Gobierno y créase, sus propias palabras, si le
place, o abducido por los halagos de su particular cohorte de admiradores que
hacen de la extrema fidelidad que le demuestran, un claro ejemplo de servilismo
irrisorio, incapaz de la necesaria sinceridad que cualquier asesor debe a su
asesorado y de la valentía suficiente para hacerle notar, también, todos y cada
uno de sus potenciales errores.
Siga pensando Rajoy, si así lo considera oportuno, que la
mayoría del pueblo español está en un
nivel de inteligencia por debajo de la normalidad y que basta su
discurso decimonónico- populista para convencerlo de que su manera de hacer
política es la correcta y que las medidas adoptadas por su gobierno están dando
apetitosos frutos, aunque la incapacidad que nos supone, nos impida verlo y
disfrutarlo, como debiéramos hacer, para vanagloria de su nombre.
Preséntese como quiera, ya que también él es un ser libre y
como tal, tiene derecho a expresar su opinión, desde que nos ganamos el
privilegio de disfrutar de un Sistema democrático y acabamos, por fin, con los
cuarenta años de Dictadura y vimos la luz al final de un túnel demasiado largo.
Maquille la realidad, hasta hacerla parecer de color de rosa
y pida por esta labor, un Goya a la Academia de Cine, si cree de verdad que lo
merece, pero bajo esa gruesa capa de afeites, por muy bien aplicada que
esté, subyace la incontestable verdad de lo que aquí está sucediendo y la
terrible imagen que queda, cuando España se enfrenta a su espejo, a solas, sin
efectos especiales que dulcifiquen la acritud de lo que acaece y no es capaz de
ver una sola esperanza que augure un futuro mejor, para todos sus habitantes.
Toda esa parafernalia teatral, que no es más que una huída a
la desesperada, de un año de gobierno plagado de errores garrafales, impuestos
por decreto a un pueblo masacrado sin razón por la ineptitud de sus
gobernantes, no puede barrer bajo la alfombra la suciedad, ni pretender que
todo marcha con normalidad para satisfacer la maliciosa curiosidad de los
socios europeos, haciendo desaparecer del discurso, todo aquello que no
convenga airear, por desagradable o violento.
Que Rajoy no mencione en la tribuna el fantasma del paro, no
borra por arte de magia de las listas del INEM a los seis millones de personas
desesperadas que no encuentran ocupación, gracias a la Reforma Laboral que nos
“regaló” su gobierno. Que no hable de Bárcenas o que ahora pretenda legislar
contra la corrupción, no aclara qué ha estado sucediendo en el PP durante los
últimos veinte años, ni si es cierto o no que él mismo y su cúpula hayan estado
recibiendo sobresueldos procedentes de la extorsión a una clase
empresarial atenazada por el miedo y que no haga
referencia alguna al problema de las hipotecas, ni se atreva a pronunciar la
palabra desahucio, no devuelve la vida a los decidieron abandonarla, víctimas
de la desesperación y la soledad en que los ha dejado su imperdonable tibieza ante el
problema.
Que no quiera ver el estallido social, ni oír la voz de su
propio pueblo, reclamando su dimisión, en todas y cada una de las esquinas del
País, no significa que se le profese un amor incondicional, ni que se comprenda
y apruebe su gestión ciegamente, ni que se aplauda su decisión de mantener en
su puesto a personajes como la Ministra Mato u otros muchos, imputados o en
ciernes de estarlo, en gravísimos casos judiciales que tratan de esclarecer el
destino de capitales robados a las arcas estatales o procedentes de operaciones
fraudulentas, que convierten a sus protagonistas en auténticos indeseables,
pero que siguen ejercitando importantes labores de gobierno.
Diga lo que diga y haga lo que haga Rajoy, el Estado de la
Nación, es desastroso, insostenible, desesperanzador y corrupto y quien ahora
es directamente responsable de su funcionamiento, o sea, él, debe a este pueblo
una serie de explicaciones que más pronto que tarde habrá de dar y no a puerta
cerrada, sin prensa y en la paz sepulcral de la Sede de su cuestionado Partido
Político, sino probablemente, en los tribunales de justicia, que es donde
suelen terminar los presuntos implicados en ciertos delitos, independientemente
de que al final, se llegue a demostrar su culpabilidad, una vez esclarecida la
veracidad de los hechos.
Y no valen ahora burdos intentos de mejorar, por ejemplo, un
paro juvenil que roza el cincuenta por ciento, pretendiendo implantar en España
los famosos mini jobs que ya funcionan en países como Alemania, pero que con la
catadura moral de ciertos empresarios españoles, acabarán por esclavizar a los
jóvenes con interminables jornadas laborales, aunque pagando los cuatrocientos
euros correspondientes a este tipo de empleos, según palabras del propio Rosell
o del dueño de Marsans, ahora imputado por evasión de capitales.
Como tampoco sirve ya la reiterativa manía de culpabilizar a
los antecesores de todos los males que padecemos. Las medidas y recortes
aplicados por el Gobierno de Rajoy, solo a este gobierno pertenecen y por
tanto, las consecuencias derivadas de ellos, han de ser asumidas, en su
totalidad, por quién las puso en práctica y erró, como constata la situación
que soportamos gracias a ellas y de la que no podremos escapar, si no se
produce el milagro de una dimisión colectiva, que nos libre de su indeseable
presencia.
Tras un día de emociones intensas, en el que una extraña
mezcla de orgullo e inquietud parecía ser el único alimento que llegaba a nuestros
corazones, nuestra hija se doctoró ayer con todos los honores en Filosofía,
consiguiendo culminar uno de los sueños más importantes de nuestras vidas.
La oportuna celebración nos arrancó a todos de nuestras
obligaciones rutinarias y es la culpable de que en mi caso, hoy no haya visto
la luz el artículo diario que desde hace más de dos años viene apareciendo en
este blog.
Estoy segura de que mis lectores entenderán la emoción del
momento y disculparán que no tuviera ningún reparo en cambiar trabajo por fiesta, aún
a sabiendas de que son muchos los que desde diversos lugares del mundo
me siguen con lealtad, cosa que yo no pararé de agradecer, toda la vida.
Esta pequeña aclaración la hago además, porque sé que desde
donde estéis, compartiréis conmigo la profunda alegría que hoy me invade y que
justifica plenamente la dedicación al ámbito familiar y el olvido consciente de
cualquier cosa que pudiera haber sucedido ayer en el mundo.
Gracias por la comprensión y el apoyo y por estar, aún sin
conocernos, celebrando hoy también el evento, que, aclaro, ha sido además
conseguido a través de nuestra estupenda Enseñanza Pública.
Un saludo.
lunes, 18 de febrero de 2013
Una vocación imparable
Mientras se publica este artículo y el mundo sigue su curso a
nuestro alrededor llevando nuestros destinos hacia lo desconocido, una joven
española de treinta y tres años, que eligió la Filosofía como fuente de
inspiración con la que asumir un proyecto de vida, presenta hoy una Tesis
Doctoral, que viene a culminar una brillantísima carrera construida sobre la
ilusión y la esperanza de poder transmitir a quienes la siguen, una base sobre
la que edificar las estructuras de su propio pensamiento.
Todo está preparado para que nada turbe el dulce momento y el
apoyo de los que le son incondicionales, en presencia o en esencia, suaviza la
seriedad académica del recinto, transmitiéndole un clima de calidez que haga
más llevadera la sensación de soledad ante el atril, sobre el que reposan todos
los años de dura investigación y las horas dedicadas al estudio que hoy traen
hasta aquí, a quien siempre soñó, precisamente con protagonizar este instante.
Es éste el triunfo de una vocación, decidida e incansable,
labrada sobre la enorme curiosidad que despiertan las eternas preguntas que
cada ser humano trata de contestar desde su propia perspectiva y que siguen
perturbando desde el principio de los tiempos, a todas las mentes inquietas que
en el mundo ha habido y habrá, sin que las conclusiones jamás se hayan
convertido en certeza, ni se hayan agotado aún los caminos que conducen a las
respuestas que a todos nos gustaría encontrar, cuando nos enfrentamos con la
desnudez de nuestra propia conciencia.
Esta aventura incierta de intentarlo, de profundizar en la
oscuridad hasta dar con un punto de luz
que destelle sobre las tinieblas, ayudándonos a soportar la dureza vital de los
caminos, convierte a los que se atreven a iniciarla, en pilares fundamentales
para una humanidad, cada vez más huérfana de
ideólogos capaces de adentrarse en la infinitud del pensamiento.
Hay que agradecer pues, a estos líderes que revolucionan la
historia, sin que la inmediatez de una
recompensa venga a satisfacer su ego premiando la dedicación a la utopía, la
osadía de ser pioneros en la colonización de regiones inexploradas, en las que otros muchos se
podrán asentar, cuando los primeros frutos de la siembra demuestren que la
fertilidad de la tierra existía, aunque nadie se había cuidado de abonarla para
obtener de ella el máximo rendimiento.
El talento, usado para este fin, coloca en una posición de
privilegio a su dueño y derriba cualquier frontera permitiendo a la imaginación
desarrollar un vuelo esperanzador, sin cadenas que lo aten a los prejuicios.
Quien más indaga, quien más logra aproximarse al
conocimiento, en definitiva, quien más ejercita la capacidad de pensar, es el
que alcanza la enorme fortuna de ser más libre.
La joven que hoy lee su Tesis Doctoral, lo comprendió hace
tiempo y yo lo sé porque soy su madre y llevo toda la vida deseando que pudiera
cumplir sus sueños.
Para Clara.
domingo, 17 de febrero de 2013
Recoger tempestades
Ha bastado la cercanía física de dos representantes del PSOE,
en la manifestación anti desahucios, para que la indignación popular pusiera de
manifiesto su aversión hacia una clase política que parece vivir en una
realidad diferente a la de una ciudadanía, deseosa de que su voz llegue a los
oídos de un Parlamento, por el que no se siente representada ni defendida pero
que manipula su existencia diaria con imposiciones legislativas y a través de
las luchas ideológicas que entre ellas mantienen las diversas formaciones , sin
llegar a solucionar ningún problema por su falta de coherencia.
Estaba claro que ante la posibilidad de acceder a los
organismos pertinentes para manifestar ante ellos la magnitud de sus quejas,
los españoles aguardaban la oportunidad de toparse frente a frente con
cualquier cargo público, al que mostrar su desacuerdo con el funcionamiento del
Sistema y su desconfianza sobre el aparente acercamiento a las posturas que se
están defendiendo a pie de calle, sin que nadie con cierta responsabilidad real,
haya hecho ni haga algo por evitar el sufrimiento que padecen los habitantes de
este País, a pesar de haber sido teóricamente elegidos para ello.
No es que hubiera
especial interés en zarandear a estos dos socialistas y probablemente la
respuesta hubiera sido exactamente igual o mayor, de haberse tratado de gente
del PP, ahora en el gobierno. Es que la lucha sin resultados que se está
manteniendo en todas las ciudades de España y los múltiples colectivos que la
protagonizan, han terminado por perder la paciencia que hacía de estos actos de
protesta un modelo de pacifismo, para llegar a un punto en que la agresividad
parece el único camino posible para ser oído, o al menos para transmitir
claramente el clima de crispación a que nos ha llevado la manifiesta inutilidad
de los políticos y la infinidad de casos de corrupción flagrante en que se ven
implicados, precisamente en los peores tiempos que ha conocido nuestra historia
reciente.
A fuerza de ser ignorados, los ciudadanos han cambiado la
candidez de creer en la veracidad de los programas electorales por una
descorazonadora desilusión, que ha ido creciendo, a medida que se han agudizado
sus dificultades, a la par que se les ha ido despojando de prestaciones y
derechos, ganados a pulso durante siglos de dura contienda y sin posibilidad de
que su voz sea oída en ninguna parte.
¿Qué esperaban los políticos de una ciudadanía a la que en
sólo un par de años se ha condenado a la esclavitud laboral o dejado sin
empleo, reducido el salario, empeorado la sanidad y la educación, privado de
servicios que ayudaban a sobrellevar con dignidad situaciones de dificultad
personal, expulsado de su vivienda y amenazado permanentemente con la exigencia
de nuevos sacrificios que harán del todo insoportable su existencia?
¿Albergaban quizá la esperanza de que estos hechos fueran
soportados con mansedumbre por quienes son obligados a padecerlos y que su
nefasta gestión fuera recibida con vítores y alabanzas, en un inusitado acto de
fe que pusiera por delante la supervivencia de un Sistema al del bienestar
colectivo, estando dispuestos a colaborar en su propia autodestrucción, pero
nunca a cuestionar las Instituciones públicas?
¿Es que no han visto cómo se deterioraba el modo de vida de
los españoles, ni cómo crecía el desempleo, ni cómo se degradaba la justicia
permitiendo que sigan en libertad auténticos delincuentes financieros que han
ido vaciando las arcas del País o causando agujeros en organismos bancarios,
para ser inmediatamente recolocados en nuevas empresas, sin serles exigidas
responsabilidades, en esta bancarrota que ahora padecemos?
¿Creían que los que han sido expulsados de sus hogares pero
condenados a la cadena de una trampa perpetua no iban, por lo menos, a
ejercitar su derecho de manifestación para reclamar contra la injusticia que
padecen y a exigir a quién corresponda, una implicación auténtica en su
problema, que ha pasado de ser minoritario, a convertirse en una pesadilla para
demasiada gente?
Inhibirse del entorno en el que uno vive y hacerlo con
alevosía, reiterativamente, con desvergüenza, sin decoro, pretendiendo que se
está trabajando en la solución de los conflictos, pero remando en otra
dirección y poniendo, además, en duda la
inteligencia de los ciudadanos para descubrir la persistencia del engaño, suele
traer imprevisibles consecuencias y termina por pasar factura a quienes lo
practican, como empieza notarse, en cuanto se da una proximidad real entre
políticos y pueblo.
No se puede reprochar a los ciudadanos su indignación ni su
repulsa hacia quién la provocó con su indiferencia o su silencio, ni se puede
esperar absolutamente nada de los que durante tanto tiempo han sido abandonados
a su suerte y han tenido que acostumbrarse, para sobrevivir, a la terrible idea
de la soledad en que los han dejado, los que tenían la obligación de su
defensa.
Si nadie ha representado al pueblo en los últimos años ¿quién
creería ya en la sinceridad de la clase política?
jueves, 14 de febrero de 2013
La voz de Ada Colau
Ha de quedar claro para los Diputados que forman el
Parlamento y en especial para su Presidente, Jesús Posada, que expulsar a los
representantes de la Plataforma anti desahucios del Hemiciclo, por protagonizar
una sonora protesta por lo que está sucediendo en el País, no ha conseguido ni
conseguirá silenciar la opinión de los ciudadanos, cuya voz es, verdaderamente,
la que debiera prevalecer en esta Institución, creada para este fin y no para
lucimiento personal de sus señorías, últimamente bastante cuestionadas , al
estar legislando en contra de la sociedad.
Cuando Ada Colau intervenía hace unos días y tildaba de
criminales los actos de una Banca que con su política de desahucios, está
llevando a la ruina a miles de familias españolas, no hablaba a título personal,
ni dramatizaba una historia ficticia inventada por unos cuantos alborotadores, con la intención dolosa
de atentar contra la clase política, sino que se atrevía, en un lenguaje
popular, a expresar el pensamiento unánime de una ciudadanía abandonada a su
suerte por sus supuestos representantes y hastiada de esperar que una justicia
absolutamente deteriorada, ejerza con contundencia sus funciones y se ponga de
parte de quienes tienen la razón en este inusitado conflicto, descaradamente
manipulado por los poderes económicos, para obtener jugosos beneficios, al
condenar a una deuda perpetua a quienes se han visto abocados por las
consecuencias de “su” crisis, a una desacostumbrada miseria, sobrevenida por
una imperdonable pérdida del trabajo.
La valentía de esta mujer, ensalzada y compartida por todas
las clases populares y que ha levantado verdaderas ampollas entre los receptores de su mensaje, en nombre
de una falsa dignidad, que sin embargo niegan sistemáticamente a los más
humildes, al despojarles por la fuerza de la que consideraban su casa, ha de
ser necesariamente entendida como una mera representación de la voluntad de las
mayorías y respaldada por el grueso de una población, que la siente mucho más
cercana de lo que lo llegarán a estar jamás, ninguno de los que ocupan escaños,
actualmente, en ese mismo Parlamento.
La costumbre de desoír los deseos de los que conformamos esta
Nación, que ha llevado a los políticos
actuales a un alejamiento total de la realidad que se vive en la calle, podría
ser considerada como uno de los errores mas graves de la etapa democrática, que
sin duda será escrupulosamente purgado en las urnas, en cuanto se nos dé la
oportunidad de acudir a ellas para emitir nuestro voto.
Los excesos cometidos por la Banca durante la época de
bonanza, que han traído consigo el endeudamiento que supone un rescate que nos
está costando la pérdida de un sinfín de prestaciones sociales, choca frontalmente con el descaro de exigir a
los ciudadanos de a pie que han tenido la mala suerte de perder sus viviendas,
un pago que va más allá de todos los límites éticos conocidos y que bien podría
ser considerado como exponente claro de lo que todos entendemos como usura.
Puede que a los políticos estos hechos les parezcan legales,
porque desde su situación de privilegio, resulte prácticamente imposible
entender la hecatombe que supone para cualquiera de nosotros hacer frente a una
deuda casi eterna, pero la crudeza de la verdad y los muchos casos de
desesperación que han traído como consecuencia una inusitada corriente de
suicidios, debiera ser suficiente para hacerles reflexionar sobre la
importancia del papel para el que fueron elegidos y para colocarse del lado de
la defensa de los españoles, a los que juraron o prometieron defender, cuando ocuparon
sus cargos.
Las palabras de Ada Colau son la llamada de atención que la
sociedad hace, en un momento de desesperación que podría desembocar en un
estallido de imprevisibles consecuencias, si a la mayor urgencia no se hace
algo por solucionar los insoportables conflictos que estamos padeciendo y se
cambia radicalmente la metodología empleada hasta ahora para solucionar la
crisis por otra menos agresiva, que empiece por una regeneración de un mundo
laboral, que nos permita retomar un camino de normalidad, lejos de la guerra de
cifras que mueve los mercados bursátiles y que nada tiene que ver con quienes
nunca tendremos grandes fortunas que invertir o perder, por la buena o mala
gestión de los economistas.
La pérdida de
popularidad de la clase política, claramente reflejada en todas las encuestas
publicadas, avala esta tesis y viene a corroborar que el pueblo, al no sentirse
en absoluto representado por el Parlamento, difícilmente volverá a creer en el
funcionamiento del Sistema, ni a confiar en las promesas de unos cuantos
iluminados, que al final acaban protagonizando las noticias de los casos de
corrupción, sin tan siquiera dar síntomas de arrepentimiento por los actos
cometidos.
Lo dicho, criminal.
miércoles, 13 de febrero de 2013
Una oportuna distracción
La inesperada dimisión de Benedicto XVI, por insólita, ha
conseguido auparse hasta la portada de toda la prensa nacional y que los
españoles hayamos apartado la mirada, durante un par de días, del mayor
escándalo que se ha producido en el País y que no es otro que la posible
implicación de la cúpula del PP en el asunto de los sobresueldos y en los
avatares que ha vivido su ex tesorero Bárcenas, desde que abandonara su
militancia en dicha formación política.
Pero la marcha del Papa no toca momentáneamente la realidad
cotidiana de nuestra sociedad y sólo habrá causado verdadera preocupación, en
el caso de algún que otro católico de misa y comunión diaria, que por su fe,
hubiera cobrado auténtico afecto a su Pastor, aunque por cuestiones de
religiosidad y no de supervivencia.
Para el resto de la población, que sufre amargamente los
efectos de la crisis y que en muchos casos, ha de afrontar la proeza de salir a
buscar trabajo, sin encontrarlo, todos los días, la natural sorpresa por la
dimisión del Pontífice, no habrá paliado en nada el nivel de indignación que
produce este último caso de corrupción, ni la ira que trae consigo comprender
que el Presidente de la Nación pone, con su actitud, en tela de juicio la
inteligencia de los españoles, al creer que las explicaciones ofrecidas a raíz
de la aparición de los supuestos papeles del ex tesorero y la publicación de su
declaración de la renta, resultan suficientes para demostrar su inocencia.
El hecho de que
Bárcenas siguiera utilizando el despacho de Génova, justo hasta el día antes de
su imputación y la confirmación de que ha seguido percibiendo sus honorarios en
el Partido hasta el mes de Diciembre, ponen en entredicho cualquier afirmación
procedente de las filas conservadoras, que ya varias veces negaron por activa y
por pasiva, lo que después ha quedado demostrado como cierto.
La irritación aumenta aún más, al saber que a pesar de la
constante negativa del Ministro Montoro, varios implicados en la trama Gurtel y
Bárcenas también, han conseguido blanquear fondos acogiéndose a la Amnistía
Fiscal aprobada el pasado año, a pesar de su imputación en un proceso en curso,
lo que convierte estas operaciones, en
una forma descarada de blanquear capitales obtenidos de forma ilícita, con la
aquiescencia de todo un gobierno.
El periódico El País, publica hoy los resultados de la
primera prueba caligráfica realizada sobre los papeles de Bárcenas y que
indican la autenticidad de los mismos, sacando los colores a los que defendían
la teoría de la conspiración, tildando de falsas las acusaciones que recaían
directamente en muchos dirigentes populares, bajo argumento de que la libreta
había sido amañada, con la dolosa intención de perjudicar al Partido en el
poder y en concreto, al Presidente Rajoy, que aparecía en las anotaciones como
uno de los que cobraron los sobresueldos en negro, durante más de diez años.
El Fiscal General, probablemente abrumado por la gravedad del
asunto, acaba de pedir refuerzos para las investigaciones relacionadas con la
corrupción, alegando que le sobrepasan por su elevado número, lo cual es cierto,
si nos remitimos a las noticias que aparecen en la prensa nacional de los
últimos tiempos.
Puede que Mariano Rajoy, en un primer momento, haya dado las gracias al
cielo al conocer que el Papa había decidido retirarse y hasta puede que haya
querido ver en este extraño suceso, una ayuda divina a las dificultades
personales que en estos días está atravesando, pero la paciencia del pueblo
español no está para creer en oportunos milagros, sobre todo si la sospecha que
recae directamente sobre las cabezas de quienes les gobiernan, se hacen cada
vez más factibles de acabar siendo realidad y al mismo tiempo, esos gobernantes
continúan particularmente empeñados en aplicar sus programas de recortes, exigiendo más
sacrificios a la ciudadanía, mientras se aclara o no, si se lucraron
ilícitamente, aprovechando las posiciones de poder que les otorgaron las urnas.
En este punto, la sociedad no estaría dispuesta a admitir
ninguna medida que procediera de quienes actualmente nos gobiernan y el único
milagro que aceptaría de buen grado la totalidad de los españoles sería el de
que Rajoy siguiera los pasos de Benedicto XVI y anunciara también su dimisión y
su intención de retirarse de la política para no volver nunca más. Y si le
acompañaran en esta decisión muchos de los suyos, entonces el milagro sería
perfecto.
Poder y no querer
Hace tiempo que la población española se pregunta horrorizada,
cuántos casos de suicidios a causa de los desahucios han de darse, para que la
clase política de este País, sea cual fuere el color de su ideología, apruebe
una ley que autorice la dación en pago, en los casos de todos aquellos que no pueden
hacer frente a las deudas hipotecarias que contrajeron en
los años de bonanza.
Pero la mente de los políticos, no cabe la menor duda, ha de
funcionar de manera distinta a la de las personas normales y los imponderables
emocionales que acaecen al resto de los mortales no consigue arrancar de sus
corazones, ni tan siquiera una brizna de caridad, que les haga poner las
historias personales de los ciudadanos por encima de las cifras, o apearse de
posturas inflexibles, incluso cuando la crudeza de la realidad supera con
creces todos los límites morales que, por principio, debieran mover a los
hombres y la irracionalidad consigue implantarse en la sociedad, dejando a los
más vulnerables sin ninguna esperanza.
Los ciudadanos que se han quitado la vida en los últimos
tiempos, en nada se diferenciaban de todos y cada uno de nosotros. Sólo el azar
quiso hacer recaer sobre ellos el lado más amargo de este periodo
históricamente indescriptible y colocarlos al límite de la más absoluta
desesperación, sin encontrar amparo en ninguna de las Instituciones en las que
probablemente creyeron, hasta verse arrastrados por un huracán desolador, hasta
el más absoluto de los silencios.
Cualquiera de nosotros, digo, pudo ser víctima del espejismo
de tener la oportunidad de mejorar, hábilmente ayudado por la entonces enfática
elocuencia de las entidades bancarias y crearse la ilusión de poder ofrecer un
futuro brillante a los que le sucedieran, aunque para ello tuvieran que
embarcarse en una aventura financiera de casi medio siglo de duración, pero
capaz de cambiar el rumbo de una vida, propiciando un ascenso social que
ensalzaba la desaparición de las clases y una aparente igualdad, que después ha
resultado ser del todo ficticia.
No había delito en buscar a través del trabajo una vía de
escape que dejara atrás para siempre las penurias de la miseria, ni en soñar
con un destino apacible, lejos de las
dificultades que conocimos en tiempos pasados y puesto que nadie ni nada nos
alertaba sobre la posibilidad de que las cosas se fueran a torcer en un futuro
tan próximo.
Se suele decir que vivimos por encima de nuestras
posibilidades, omitiendo mencionar que los expertos que manejaban nuestros
recursos económicos reales, nos empujaron a hacerlo, llegando incluso a
potenciar desde sus lugares de privilegio, endeudamientos mucho mayores de los
que pretendíamos y que entonces sí convenían a las entidades bancarias, por la
profusión de intereses que generaban y que después se fueron marchando por los
agujeros negros creados por tantos indeseables.
Y entretanto, esa clase política que al fin hoy parece ceder
ante lo que reclama sonoramente el grueso de la población ¿qué hacía?:
envanecerse de los logros sociales conseguidos y callar sobre las posibles
consecuencias de tanta “generosidad”, sin poner freno a la vomitiva avaricia de
la Banca.
Pudieron entonces, intervenir en las operaciones que se
llevaban a cabo con su plena aquiescencia y no lo hicieron y pudieron después,
cuando comenzaron a sobrevenir los embargos y desahucios, legislar a favor de
las auténticas víctimas de esta crisis, que empezaban a ser acuciadas por las
deudas, en cuanto se desinfló la burbuja inmobiliaria y el fantasma del
desempleo se instaló en los hogares de manera indiscriminada y violenta.
Y sin embargo, ha sido necesario que se diera una ola de
suicidios inducidos por esta causa y una movilización popular que agrupa a
seres de toda edad y condición, para que la conciencia de los políticos se haya
visto forzada a un planteamiento justo del problema de los desahucios, que aún
está por ver de qué modo se resolverá y si esa resolución satisface plenamente
las aspiraciones de los españoles.
La ruindad que ha llegado a consentir esta pérdida de vidas y
toda la angustia que mucha familias sufren de puertas para adentro, es de todos
modos, radicalmente imperdonable y aunque el remedio que ahora se propone
colmara las esperanzas de los afectados, proporcionando cierta tranquilidad a
su situación actual, será del todo imposible olvidar que pudieron y no
quisieron hacerlo.
lunes, 11 de febrero de 2013
Renunciar sin morir
Tras ocho años ocupando el trono de San Pedro, Benedicto XVI
anuncia su retiro, alegando fundamentalmente problemas de edad, protagonizando
un hecho histórico que no se repetía desde 1415, fecha en la que Gregorio XII,
presentaba la última dimisión papal conocida, antes de nuestros días.
El sucesor de Juan Pablo II, que desde el principio hubo de
enfrentarse con el enorme carisma de quien le antecedió y que nunca le ha
superado en popularidad ni alcanzado la relevancia mundial que caracterizó su
reinado, pasará a los libros de historia como un Papa de carácter ultraconservador,
que no ha sabido avanzar a la velocidad requerida por la premura de estos
tiempos y que deja un legado paupérrimo tras su participación en los
principales problemas que acucian al mundo, incluido el de una cristiandad,
dividida también entre practicantes recalcitrantes y progresistas, con ideas
diametralmente opuestas de cómo se debe seguir el evangelio que predica su
catecismo.
Cuestionado desde el principio por su oscuro pasado como
miembro de las juventudes hitlerianas y atado a la fuerza a un sinfín de
escándalos sobre asuntos de pederastia
ocurridos en el seno de su Iglesia, optar por la discreción ha sido la norma
elegida por este Papa alemán, que podría calificarse casi como un perfecto
desconocido, a juzgar por las pocas apariciones públicas que ha protagonizado y
la ínfima implicación personal dedicada a la resolución de determinados
conflictos que han sacudido al mundo en esta última década y en particular a
una Europa, a la que el Estado Vaticano pertenece.
Benedicto XVI será recordado por los no católicos como uno de
los enemigos más contumaces de cuestiones sociales que son una realidad
indiscutible, como los matrimonios entre personas del mismo sexo o la práctica
del aborto libre como un derecho para
las mujeres y como practicante activo de una injerencia permanente en los
asuntos políticos de los Estados, principalmente del español, que había aprobado
leyes que legitimaban los dos supuestos antes referidos y que recibieron por
parte de su Iglesia, una sonora contestación, sacando a sus altas jerarquías a
la calle, al frente de multitudinarias manifestaciones, en defensa de la
familia tradicional y del derecho a la vida de los no nacidos.
Su negativa a la utilización del condón, como medida
preventiva del SIDA, en países subdesarrollados donde su incidencia alcanza
porcentajes escandalosos, fuertemente criticada por los colectivos de médicos y
científicos de todo el mundo, podría dar una idea aproximada del
anquilosamiento de sus ideas y de la clase de influencia que ha ejercido su
mandato en la Iglesia y en cuántos fieles han querido seguir los mandatos del supuesto representante de
Cristo en la tierra.
Enfrascado en estas cuestiones de carácter moral, en nada ha contribuido
sin embargo, a hacer desaparecer los altísimos índices de hambre y miseria en
el mundo, evitando también pronunciarse sobre los terribles cambios que la
crisis ha venido produciendo entre las clases trabajadoras europeas, a pesar de
que el Estado que preside es considerado como uno de los más ricos de la tierra
y no se tienen noticias de que se haya resentido, con los nefastos
acontecimientos económicos que han afectado tan gravemente al viejo continente.
No espera Benedicto XVI a que la muerte lo separe de su trono en la tierra y opta por solicitar
un divorcio exprés a la Curia, sin aclarar en profundidad cuáles son los
auténticos motivos que le mueven a traspasar sus poderes o si, como ya se venía
anunciando, lo hace movido por las fuertes presiones de su entorno,
presumiblemente de ideología aún más conservadora y que ve en este Papa un
lastre para alinearse con los otros magnates de su tiempo, empeñados en
construir una sociedad de nuevo corte, con diferencias sociales muy marcadas y
que cuentan con el Vaticano como aliado, para infundir conformismo entre las
masas que siguen su doctrina.
La renuncia de Benedicto XVI, sus razones y la incógnita de
quién le sucederá como Pastor de los
católicos, viene hoy a aumentar la incertidumbre en que nos movemos y han de
ser consideradas como una transición meramente política, que sin duda traerá
consecuencias, también para los no creyentes. Las piezas de este juego macabro
son meticulosamente movidas y siempre por una causa concreta, aunque a nosotros
nos esté vedado saberla.
domingo, 10 de febrero de 2013
Fortuna e inteligencia
Qué verdad es que todo se suele alterar en los tiempos
difíciles y que la angustia que traen consigo las carencias, inciden también, a
veces de manera incomprensible, en las facetas de nuestro carácter.
La lucha que las mujeres venimos manteniendo por el reconocimiento
de la igualdad de sexos y que nos ha traído, a base de esfuerzo, exactamente
hasta el lugar en el que ahora nos encontramos, se ha visto transformada en los
últimos tiempos, por un fenómeno sinceramente preocupante, que va a terminar
por incidir en todos los planteamientos que defendíamos, pero que de ser
ciertas las consecuencias que traen a las que consiguen alcanzar un lugar relevante
en la Sociedad, merecen ser revisados y a fondo.
Se supone que habíamos trabajado duramente por escapar de la
ignorancia y la servidumbre que nos mantenía esclavizadas a las exigencias de
un machismo atroz, que hacía y deshacía desde una posición de privilegio, sin
dar explicaciones de ningún tipo a la persona con la que convivía, que
permanecía al margen de todo aquello que sucediera más allá de las puertas del
domicilio conyugal, sin poder interferir en nada que no fuera el
avituallamiento o el cuidado de la prole.
La ilusión de las mujeres no era otra que la de ganar el
acceso a la educación que le permitiera entrar en un mundo laboral, antes
reservado exclusivamente a los hombres,
para poder mejorar la economía familiar y su propia autoestima, sin que
se le siguiera vetando la oportunidad de intervenir en primera persona, en
cualquier asunto de interés, fuera cual fuera el contenido o la dificultad del
mismo.
Pero a raíz de lo que estamos viendo en los últimos tiempos,
ser mujer e importante en la Sociedad, o
al menos en la de nuestro país, debe traer consigo una pérdida considerable de
inteligencia y retrotraer a las pocas
privilegiadas que consiguen un puesto de esta categoría, a épocas en las
que ni siquiera habíamos obtenido el derecho a votar y aún éramos tachadas de
lunáticas y castigadas con severidad, si nos atrevíamos a alzar la voz,
reclamando nuestros derechos.
No hay más que mirar alrededor para certificar esto que digo
y un repaso por los mayores casos de corrupción descubiertos en estos años en
España, bastarán para corroborar que este mal, afecta indiscriminadamente a las
mujeres de buena posición, independientemente de su profesión y nivel cultural,
como está quedando patente, cuando se les pregunta por las actividades llevadas
a cabo por sus parejas, aunque hayan traído consigo un incremento desorbitado
del patrimonio familiar, e introducido en sus vidas cotidianas objetos y bienes
de valor incalculable, imposibles de explicar, si uno se remite al montante
declarado por los interfectos, de cara a la recaudación de Hacienda que
obligatoriamente, hemos de hacer todos los españoles.
Princesas, Ministras, Alcaldesas consortes y tonadilleras,
por ejemplo, dedicándose como se dedican, cada cual, a actividades tan
diametralmente opuestas, coinciden sin embargo, en argumentar ante la justicia
un desconocimiento total de lo que venía sucediendo en su propio hogar,
mientras sus cónyuges amasaban
ilícitamente inmensas fortunas, ofreciendo a la opinión pública una imagen de
estulticia, que las coloca en un nivel
de inteligencia y racionalidad, merecedor de una pensión vitalicia por parte
del Estado, adjudicada por ley, a todos aquellos que no alcanzan para valerse
por sí mismos, si no es a través de una educación especial, en centros
dedicados a estos menesteres e impartida por personal especializado en estas
materias.
De otro modo, nadie puede pensar que en un régimen de
convivencia normal, se escape a ninguna persona el hecho de que sus cuentas
bancarias reflejen de pronto unos ingresos millonarios o que en el cajón de la
cómoda del dormitorio, pongo por caso, aparezcan repentinamente fajos de
billetes de quinientos euros, sin que nadie te explique su procedencia o que el
viejo vehículo que ocupaba el garaje desde hacía más de diez años, se
transforme de la noche a la mañana en un Jaguar o las vacaciones a Benidorm, se
cambien por incontables salidas al extranjero, a cuerpo de rey y acompañadas de
estancias en cadenas hoteleras de alto satanding, sin que haya de por medio un
premio gordo de la lotería, ni una herencia inesperada de algún familiar
desconocido, que murió en alguna parte, sin descendencia.
Si a todo esto añadimos pasar de comprar como mucho, en
alguna boutique de El Corte Inglés, a vestir ropa de alta costura y
complementos de esos que los demás no podemos más que mirar en los escaparates
de la Calle Serrano, habrá que concluir que todas estas mujeres de que estamos
hablando, han sido severamente tocadas por alguna enfermedad mental de
gravísimas consecuencias, o por alguna otra razón, decidieron no preguntar
mientras disfrutaban de tan desmesuradas bonanzas.
Tontas no parecían, o no habrían tenido la oportunidad de
estar en los puestos en los que se encontraban antes de producirse estos
escándalos, luego si son los sucesos los que afectaron a su capacidad
intelectual, habrá que concluir, en bien del resto de la población femenina,
que la fortuna afecta de manera indeseable a la salud y que no conviene nada
ser rica.
Pero la explicación más razonable, al menos desde el punto de
vista de los que vivimos en estatus mucho más bajos, es la de que estando al
tanto de los negocios, decidieron conscientemente callar y saborear las mieles
del triunfo mientras duraron, optando cuando llegaron las vacas flacas, por
fingir una incapacidad mental que hasta ahora, les va permitiendo escapar al
azote de la ley, sin ser imputadas junto a sus compañeros o estándolo en mucho
menos grado, lo que traerá consigo sentencias mucho más suaves.
Habrá entonces que concluir que en el fondo, estas señoras
son en realidad, inmensamente más listas que sus consortes y preguntarse si la
que flaquea en sus planteamientos, es la justicia.
jueves, 7 de febrero de 2013
Libertad de pensamiento
Mientras el ex tesorero Bárcenas declaraba ante el juez y la
trama de los supuestos sobresueldos del PP seguía proporcionando ríos de tinta
a toda la prensa nacional, cientos de miles de estudiantes tomaban las calles
de todo el país, para protestar sonoramente contra la ley clasista de Wert, que
pretende transformar la enseñanza pública que tanto esfuerzo costó conseguir,
en un coto reservado para hijos de
familias de elevado nivel económico, negando a los de las clases
humildes, cualquier posibilidad de acceso a una educación de nivel, independientemente
de las aptitudes intelectuales que posean o la voluntad que pongan en
conseguirlo.
Empecinado en la idea de lograr una paulatina privatización
del sistema educativo y desoyendo las innumerables críticas que su proyecto ha
venido recibiendo de todas las partes implicadas en el asunto, este antiguo tertuliano radio televisivo,
cuyas ideas parecen acercarse peligrosamente a las de las corrientes más
conservadoras del Partido al que pertenece, se ha decidido por adoptar una
postura de constante provocación, que no ha hecho otra cosa que aumentar las
iras de la comunidad educativa, que hoy vuelve a demostrar que no está
dispuesta a rendirse ni a claudicar ante la posibilidad de regresar a un modelo
del año cuarenta, de escuelas practicantes de la segregación por sexos y
proselitismo ideológico, a la vez que contrarias a la libertad de pensamiento,
que permite a los individuos decidir qué camino quieren tomar, cuando les llega
el momento de enfrentarse a la vida.
Con el apoyo de la Iglesia Católica y de las asociaciones de
Padres que a ella pertenecen, cuyos hijos suelen proceder en un alto
porcentaje, de las escuelas concertadas regidas por las comunidades religiosas,
Wert se ha empeñado personalmente en una
labor mesiánica de regeneración educativa, para intentar a la mayor brevedad
posible, que desaparezcan de los programas
todas las materias que de cerca o de lejos, toquen
temas relacionados con la capacidad individual de pensar o que ayuden a los alumnos
a comprender la diversidad existente en el mundo en que viven, ya sea en el
campo de la familia, la política o simplemente, en el entorno ciudadano en que
se desenvuelven, en esta segunda década del siglo XXI.
La larga lucha que ha mantenido el PP por retirar de la
circulación la asignatura de Educación para la Ciudadanía y el propósito de
anular la obligatoriedad de estudiar Filosofía en el bachillerato propuesto en
la nueva Ley, confirman a todas luces la intención de privar a la juventud de cualquier posibilidad de discrepancia que
pudiera surgir una vez conocidas todas
las corrientes del pensamiento y evitan, para un futuro, toda oposición con lo
que esta formación considera su catecismo.
No es de extrañar que padres, alumnos y docentes, se rebelen
unánimemente contra estas pretensiones, sobre todo si van acompañadas de un
alto encarecimiento de las tasas que permiten el acceso a las carreras
universitarias y un empobrecimiento del sistema de becas que permitía hasta hoy
una cierta igualdad de posibilidades para los estudiantes con menos recursos, a
los que ahora se intenta canalizar hacia
un régimen de préstamos bancarios similar al americano, pero que
difícilmente podrán devolver, a la vista del cariz que está tomando la política
salarial que ha puesto en marcha la Reforma Laboral de Rajoy y el cincuenta por
ciento de paro juvenil que nos ha traído la crisis de la avaricia.
No debe pues sorprenderse Wert, si allá dónde va es recibido
con sonoros abucheos, fundamentalmente porque su reiterada negativa al diálogo,
le hace parecer como la persona más intolerante del gabinete de Rajoy y sus
continuas salidas de tono, cada vez que se enfrenta a los medios de
comunicación, no hacen otra cosa más que avalar los peores temores de quienes
le escuchan.
Ahora que todo pende de un hilo y que el PP acaba de
descubrir que ningún poder, por fuerte que sea, llega a ser eterno, puede que
haya llegado el momento de que el señor ministro se plantee un serio
acercamiento a la ciudadanía y una reconsideración en profundidad de todos y
cada uno de sus manidos argumentos, porque el mango de la sartén que con tanta
gallardía sostenía, empieza a zozobrar empujado por la tempestad reinante a su
alrededor y la previsión meteorológica no es para él, precisamente favorable.
miércoles, 6 de febrero de 2013
El remedio y la enfermedad
Reaparece en escena Esperanza Aguirre, ofreciendo su
desinteresada colaboración para remediar todos los males que sacuden a la sociedad
española y en especial a su Partido, en el que parecen existir toda una
variedad de discursos en relación con el caso Bárcenas y los supuestos
sobresueldos, por mucho que se trate de aparentar una calma, a todas luces
inexistente, entre los miembros que forman la “gran familia popular”.
Esta interesante obra, que en principio parecía haber sido
escrita a espaldas de la ex Presidenta de la Comunidad de Madrid, que abandonó
el cargo, todo hay que decirlo, en un momento bastante oportuno, empieza a
adquirir un inusitado interés, además del que ya tenía, ahora que el escándalo
va dejando al descubierto todos los entresijos que ocultaba, bajo la simulada
tranquilidad reinante en la Sede de
Génova.
Dice la señora Aguirre que todo necesita ser regenerado,
aunque no aclara qué tipo de regeneración estaría dispuesta a poner en marcha,
si su Partido recogiera la mano que ahora le tiende, ni si quizá resultaría
imprescindible para ella que Rajoy y todo su equipo desaparecieran de escena
para siempre, dejando a su cuidado todo el poder que durante tanto tiempo ansió
sin conseguirlo y que ahora le vendría servido en bandeja de plata, aunque solo
sea por la sombra de corrupción que pende sobre la cúpula popular y aunque no
llegara a demostrarse nunca la culpabilidad de los supuestos implicados.
La experiencia nos dice y en este último año lo hemos podido
comprobar en profundidad todos los españoles, que las buenas palabras que se
pronuncian en un momento de dificultad extrema y que suelen traer consigo una
serie de interminables promesas que aseguran la salvación, termina por llevárselas
el viento y suelen ser olvidadas por quién las pronunció, sobre todo si
valiéndose de la candidez de los receptores, le suponen un ascenso a posiciones
de poder, en las que una vez instalado de forma inamovible, se pierde todo
atisbo de memoria.
La trayectoria de Aguirre ha solido estar estrechamente unida
a las posturas más recalcitrantes de cuantas existen en el seno del Partido
Popular y su aversión personal por Rajoy no coge de sorpresa al conjunto de una
ciudadanía, que a menudo ha podido comprobar la lucha cuerpo a cuerpo que durante años han
mantenido, por conseguir un número uno en las listas electorales que llevan
directamente a ocupar la Presidencia de Gobierno.
Choca y mucho, que en plena efervescencia del escándalo y
cuando aún quedan tantas cosas por aclarar, sobre todo si se da un voto de
confianza a la presunción de inocencia, como sería obligación de los
correligionarios de los supuestos implicados en el asunto, una líder del peso
de la ex Presidenta madrileña, se arriesgue a discrepar con la línea marcada
por los suyos con un ofrecimiento de esta categoría, que no hace otra cosa que
agravar las sospechas de la sociedad sobre la culpabilidad de los mencionados en los papeles de El País y
aumentar el clima de tensión que se respira en la calle, dejando por los suelos
la imagen de su propio Partido y la de todo aquel que tuvo algún cargo de
relevancia en él, de veinte años para acá.
La impresión que da, es que a Esperanza Aguirre le puede la
impaciencia y que haría cualquier cosa por terminar con la supremacía de Rajoy,
incluso aprovechando descaradamente el peor momento de su vida, echando por
tierra todas las teorías de conspiración formuladas por los conservadores y que
apuntaban directamente al seno de la izquierda y en especial, al líder de la oposición
socialista, Alfredo Pérez Rubalcaba.
Sin embargo, la voluntad del pueblo español no pasa por
aceptar la regeneración que oferta la ex Presidenta de la Comunidad de Madrid,
ni por supuesto, los cambios que traería consigo si consiguiera auparse hasta la
Moncloa, culminando así todos sus sueños de grandeza.
Cuando el pueblo español habla de regeneración del Sistema,
se refiere a un cambio meditado y profundo que podría empezar por escribir una
nueva Constitución y que nada tendría que ver, ni de lejos, con la ideología
ultraconservadora que nos ha llevado a esta crisis interminable y podrido todas
nuestras instituciones de hedionda corrupción, hasta herir de muerte los mismos
cimientos de la Democracia.
El justificado desencanto de este pueblo no desaparecería si
Esperanza Aguirre, ni ningún otro político archiconocido, empujara a Rajoy para
colocarse en su lugar, para seguir primando los valores de un capitalismo
feroz, en contra de los derechos de la ciudadanía. Los seis millones de parados
y la necesidad de construir un futuro mejor, no pueden permitirse otro error,
de las mismas características que el que se ha venido cometiendo, desde que
entre nosotros se ha instalado este despiadado bipartidismo.
Pero haría bien el PP en empezar a mirar hacia adentro y en centrar sus sospechas de complot detrás de su
propia puerta.
A veces, los amigos, son los peores enemigos que un hombre
puede tener.
martes, 5 de febrero de 2013
Hartazgo
Como era de esperar, el Partido Popular se ha negado
rotundamente a que Mariano Rajoy comparezca ante el Congreso de los Diputados,
para ofrecer una larga explicación sobre lo acaecido en el País en los últimos
días, a pesar de que el resto de formaciones políticas lo han intentado
denodadamente, ávidas por poder hacer legalmente, todas las preguntas que el
Presidente ha venido hurtando sistemáticamente a los representantes de la
prensa, desde que se destapó el escándalo de los supuestos sobresueldos y su nombre apareció en los papeles publicados por el
País, sin que aún haya ofrecido una
explicación razonable.
La gravedad de la situación, no comparable a ninguna otra
conocida jamás por los españoles, merece
sin duda otro tipo de declaraciones que las ofrecidas por Rajoy en la Sede de
su Partido el Sábado, a puerta cerrada y arropado por los suyos, o las que ayer
se dignó a hacer desde Alemania, salvaguardado por la seriedad militar de
Ángela Merkel, cuya oportuna intervención le sirvió de inestimable ayuda, en
esta huida que protagoniza, salvaguardado por sus más leales colaboradores, que
no paran de lanzar balones al aire, por si alguno fuera capaz de crear por arte
de magia, un tema que haga a la ciudadanía apartar la mirada de este que nos ocupa
y que no es fácil de tragar, como están demostrando las numerosas acciones de
protesta que se ven por la calle.
Casi al mismo tiempo, se ha sabido que el ex tesorero
Bárcenas no ha hecho uso de la Amnistía Fiscal de Montoro para blanquear once
millones, sino diecinueve, cuestión que ha provocado aún mayor irritación si
cabe, y no solo en la clase política, sino también entre las clases populares,
a las que ayer mismo se volvía a amenazar desde Berlín, con nuevas políticas de
recorte.
Tenemos la sensación de haber llegado a un punto, desde el
que ya resulta imposible retornar a la normalidad, sin haber esclarecido antes
hasta el más mínimo detalle, todo este entramado de carácter mafioso que se ha
apoderado de las esferas políticas españolas, dejándonos en la boca un regusto
agrio de ira que ya no se puede calmar, si no se da una regeneración total del
Sistema y pagan su pecado mortal de traición todos los que se han atrevido a
comerciar con el destino de este País, que
era un lugar apetecible para vivir y se ha convertido en un infierno,
debido a las malas prácticas de un elevadísimo número de empleados públicos de
alta graduación, que han defraudado hasta el hartazgo la confianza que se les
otorgó en las urnas, presuponiéndoles una honradez, de la que a todas luces,
carecen.
Los impuestos de los españoles, han sido sistemáticamente
malversados, manipulados, robados y evadidos por una enorme familia de
desalmados, que en lugar de emplearlos para cubrir las necesidades de toda una
sociedad cumplidora con sus obligaciones fiscales, los han “trasladado” a
cuentas personales abiertas en paraísos fiscales, sabiendo a ciencia cierta,
que difícilmente se les podría condenar por su delito.
No hay gremio que escape a la innumerable red de tentáculos
del pulpo de la corrupción, ni estamento que se libre de contar en sus filas
con varios de estos malhechores, que a diario colapsan de forma exagerada los
juzgados del territorio nacional, sin que tanto encausamiento esté dando,
precisamente, los frutos apetecidos.
Jueces, empresarios, banqueros, políticos, deportistas y un
largo etcétera de las consideradas personalidades de cierto renombre, hasta
procedentes de la misma realeza, han estado yendo y viniendo de acá para allá,
manejando desmesuradas sumas de dinero a su antojo y cometiendo con ellas toda
suerte de delitos fiscales, sin que hasta el día de hoy, se haya sabido de
ninguna sentencia contundente, que haya llevado a nadie a prisión más allá de
unos meses y menos aún, que ninguno de ellos haya devuelto lo que robó a la
Hacienda Pública, a la que todos aportamos una gran parte de lo obtenido con
nuestro trabajo.
¿Qué pasaría si de
pronto, los trabajadores se negaran a presentar la Declaración de la Renta, en
una insumisión fiscal sin precedentes, pero comprensible por la indignación que
produce saber cuál ha venido siendo el destino final de sus aportaciones?
¿Se daría entonces prisa la justicia en detener, juzgar y
condenar a todos y cada uno de los corruptos, llámense como se llamen y tengan
la profesión que tengan?
¿Se plantearía entonces Rajoy dimitir, admitiendo el fracaso
de su gestión y su reiterada costumbre de hurtar la verdad al pueblo, si las
arcas estatales dejan de pronto de contar con la recaudación habitual, por
voluntad de los propios contribuyentes?
¿De dónde se pagaría el elevado rescate solicitado para
sanear la Banca y qué haría Europa ante una eventualidad de esta índole, que
frustrara sus planes de colonización encubierta?
Hipotéticamente, esta podría ser la respuesta que todos hemos
estado esperando y aunque la medida en principio, podría parecer algo utópica,
su sola mención quizá conseguiría frenar esta sinrazón, dando un motivo a las
altas esferas, para reflexionar seriamente
sobre la imperiosa necesidad de cambiar el Sistema.
Puede que todavía no lo sepamos, pero si todo sigue igual,
habrá que empezar a aprender qué hacer con el poder de que disponemos cuando
nos unimos para lograr un fin, sin tener que esperar a que nadie absolutamente
nos dirija.
lunes, 4 de febrero de 2013
Vientos de tormenta
Forzado por las circunstancias de su viaje a Berlín, Mariano
Rajoy no ha tenido más remedio que enfrentarse a la prensa esta tarde, sin
poder rechazar las preguntas que los profesionales le hacían, sobre su supuesta
implicación en el mayor caso de corrupción que se recuerda en España.
La expectación que a nivel mundial ha levantado la terrible
sombra de sospecha que se cierne sobre toda la cúpula del Partido Popular, ha
conseguido restar importancia a los asuntos que han llevado al Presidente hasta
Alemania y se ha convertido en el eje central de una rueda de prensa conjunta,
en la que la incomodidad de Ángela
Merkel, resultaba más que evidente.
Empeñado en defender una inocencia que los papeles publicados
por El País hacen poco creíble, el discurso de Rajoy ha sido un calco de las
palabras pronunciadas en su intervención del pasado Sábado y no han conseguido
aclarar a los españoles absolutamente nada sobre una información de la que
varios miembros del PP han recocido, en parte, como cierta, pero que en lo que
se refiere al asunto de los sobresueldos que afectarían directamente a los
nombres más relevantes de su formación, niegan, escudándose en teorías de
conspiraciones ocultas, aunque sin apuntar directamente a nadie.
Entretanto, González Pons, el mismo que durante la campaña
electoral prometía a los españoles la creación de dos millones de puestos de
trabajo, calificaba a Rubalcaba de “politicastro”, por haberse atrevido a pedir
la dimisión del Presidente del Gobierno, al considerar que no se encuentra
capacitado para llevar las riendas del país y secundado por otra formaciones políticas y por una gran
parte de la ciudadanía.
Por otra parte, Esperanza Aguirre, cuyo nombre no figura
entre los afectados por el escándalo, a pesar de su relevancia en el Partido
Popular, se desmarcaba de sus compañeros de formación exigiendo luz y
taquígrafos en todo lo que se refiere a
este asunto, apelando astutamente, a que los españoles están en su derecho de
conocer la verdad y a que la obligación de cualquier político es velar por
facilitársela.
A pesar de este clima de fuerte borrasca, Rajoy aún se ha
atrevido a insinuar que se encuentra dispuesto para exigir nuevos sacrificios a
los españoles, apoyándose en la mayoría absoluta que obtuvo en las urnas hace
poco más de un año, pero que a raíz de todo lo ocurrido durante este breve
periodo de mandato, podría haber mermado catastróficamente, a juzgar por lo que
se oye en las conversaciones de la calle, donde es difícil encontrar a fecha de
hoy, a un solo español que siga
confiando en la palabra del Presidente y cuya intención de voto si se
celebraran nuevas elecciones, no sería precisamente la de renovarle en el poder
y no solo por el escándalo actual, sino por no estar en absoluto de acuerdo con
ninguna de las medidas adoptadas durante su estancia en la Moncloa.
Solo pensar en la posibilidad de que pudieran producirse
nuevos recortes, agrava en gran medida, el clima de inestabilidad política que
refleja la vida cotidiana en España y pone en alerta a una ciudadanía hastiada
de ser la víctima propiciatoria de los agujeros que ha dejado la crisis y a
punto de estallar por los casos de corrupción que se vienen sucediendo a diario
y que han llegado a su punto álgido con la publicación de los papeles del ex
tesorero Bárcenas.
Con toda probabilidad, a la prensa le costará sudor y
lágrimas conseguir en territorio español, una nueva comparecencia del
Presidente y es evidente que la intención del mismo es la de aferrarse al poder
con uñas y dientes, mientras no exista una evidencia incontestable de su
implicación en el escándalo, aunque aún no sabemos los ases que guardan bajo la
manga los medios de comunicación, ni qué queda por publicar, en días venideros,
en relación con este asunto.
Corren malos vientos para el PP, cuyos miembros han cambiado
a la fuerza su sonrisa prepotente, por un rictus de angustia, al haber perdido
cualquier resquicio de credibilidad que pudiera quedarles, tras su nefasta
actuación política.
Y eso que aún no saben que esta vez, el pueblo español no
está dispuesto a conformarse con vanas explicaciones, excusas o argumentos, ni
esta’ abierto a creer en conspiraciones que en el caso de existir, seguramente
se habrían fraguado desde dentro.
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