jueves, 28 de febrero de 2013

Sospechas fundadas




Sin abandonar los temas judiciales, que mantienen centrada toda la atención en el caso Urdangarín, el magistrado que lo lleva, no encuentra indicios de implicación, ni de la Infanta ni de su secretario, a pesar de dar por ciertos los mensajes presentados por Torres, en los que se menciona varias veces a la Casa Real, estableciendo lo que sería una conexión permanente entre los negocios de Noos y algunos destacados miembros de la misma.

El socio del Duque, sin embargo, afirma tener constancia de que Cristina estaba al tanto de todo lo que ocurría en las sociedades y al estar imputada su mujer, parece exigir igualdad de trato y no se sabe qué estrategia tendrá prevista para conseguirlo o si aún guarda en la manga alguna prueba de peso que haga cambiar al juez de opinión, respecto a este punto.

Entretanto, una revista del corazón de enorme tirada, publica una extensa entrevista con la amiga del Rey, Corina, en la que la interfecta deja caer que ha estado realizando labores diplomáticas para el Gobierno español, sin terminar de aclarar en qué consisten, aludiendo a una confidencialidad, que parece otorgarles una categoría de Secretos de Estado.

Y aunque el ministro de exteriores se ha apresurado a desmentirlo, la sola idea que un personaje así pueda estar manejando según qué información, acaba de apuntillar la opinión desastrosa que sobre la Monarquía se está formando la sociedad española, en los últimos tiempos.

Estos problemas cortesanos, vienen estupendamente al PP para desviar la atención del caso Bárcenas, pues el morbo que despiertan los líos de faldas parecen más entretenidos que las guerras de cifras evadidas y el pueblo necesita urgentemente de alguna diversión, para escapar de la nube de amargura que han traído la corrupción y los recortes practicados por el Gobierno.

Pero estos problemas no ayudan precisamente a conservar la buena imagen que España se ganó a pulso en la transición, sobre todo porque se hallan inmersos en ellos, justamente los más altos representantes de las más importantes instituciones políticas, lo cual hace que merme considerablemente la confianza que otros países pudieran depositar en gestiones futuras, de las que probablemente dependerá que encontremos o no, una salida airosa de la crisis.

Es verdad que no se debe generalizar creyendo que todos los cargos políticos son culpables de corrupción, pero el altísimo número de casos descubiertos y la sospecha que se cierne sobre el Presidente del Gobierno y el propio Rey, hacen muy difícil exculpar a quienes se encuentran en escalafones inferiores e incrementa los malos pensamientos dentro y fuera de nuestras fronteras.

No se puede convivir con el temor de tropezar a diario con noticias de esta índole y menos aún, cuando la estabilidad económica de la Nación es tan precaria.

El primer paso para alcanzar cierta estabilidad ha de pasar, necesariamente, por el conocimiento de la verdad. Que se inculpe a quienes hayan cometido delito, que se les juzgue y se les condene, que se les exija la devolución íntegra de lo sustraído y que se les inhabilite, de por vida, para ejercer cargo público alguno. Y que esto sea así independientemente de quién se trate, desde el Rey, hasta el último de los españoles.

martes, 26 de febrero de 2013

Viviendo con su enemigo



El culebrón Bárcenas, cuyo guión parece deparar cada día una nueva sorpresa, nos trae esta tarde la noticia de que su protagonista ha decidido demandar al Partido Popular, por un despido improcedente, fechado nada menos que el 31 de Enero del presente año y no en 2010, como se han encargado de difundir por activa y por pasiva, relevantes miembros de la formación conservadora, cada vez que se les ha preguntado por este asunto.
Ayer mismo, Cospedal protagonizaba un ridículo episodio ante la prensa, defendiendo la desvinculación del ex tesorero con la formación política a la que representa que no sirvió más que para aumentar las numerosas sospechas que sobre este asunto se tienen, si no para confirmar la certeza de que se ha venido incurriendo en una serie de delitos, tanto en relación con el cuestionado despido, como en el tiempo de filiación a la Seguridad Social que se concedió a Bárcenas.
Pero si la historia del imputado es cierta, todas las piezas de este rompecabezas empiezan a encajar con una precisión  absoluta y se explica inmediatamente la negativa del PP a presentar el finiquito, pues de hacerlo, quedaría claro que han estado mintiendo reiteradamente al país, durante casi dos años.
Habría que añadir que mientras ocupaba su despacho de Génova, Bárcenas percibía, esta vez en dinero legal, un salario de más de 21.000 euros mensuales, que vendrían a contradecir de manera rotunda las ansias de imponer austeridad que demuestra el discurso del Presidente de la Nación, cada vez que se digna a deleitarnos con su presencia, ya sea ante las cámaras de televisión o en el Parlamento.
Bárcenas parece dispuesto a librar una larga y dura batalla, ahora que se ha liberado  del lastre de la disciplina partidista y ya le da igual adoptar posturas radicalmente contradictorias a las de los líderes de la formación a la que perteneció, aunque esto tiene cierta lógica, tras haber comprobado que le han dejado en la más absoluta soledad y que ya nadie quiere ni pronunciar su nombre.
Entretanto, Rajoy aún anda pensándose si se querellará o no contra su ex empleado, probablemente bastante asustado por el cariz que puedan tomar a partir de ahora los acontecimientos y, claro está, por si finalmente un día de estos aparecen los originales de la famosa agenda secreta y se le vienen abajo, de repente, todos los argumentos que hubiera previsto sobre el asunto de los sobresueldos, viéndose obligado a una rendición dimisionaria, en la que aún podría alegar que se marcha por no hacer daño al Partido que dirige, aunque sin admitir culpabilidad alguna en esta enrevesada historia.
¿Qué más guarda Bárcenas en su más que repleta chistera?. Esta incógnita será revelada sin lugar a dudas, por capítulos, pero dada la importancia de su antiguo cargo, es de suponer que posea ingentes cantidades de información sobre lo sucedido en los sótanos del PP, e incluso sobre las circunstancias personales de todos y cada uno de sus miembros más relevantes, ya que durante veinte años no se sospechó de su presente deslealtad y por sus manos pasaron infinidad de documentos de distinta índole.
Tanto temer a conspiraciones externas, arengadas desde las filas de los partidos  de izquierdas y ahora resulta que la única verdad es que estaban viviendo con su verdadero enemigo.

lunes, 25 de febrero de 2013

Ante el juez



La luminosa idea de comerciar con arte, que según ha declarado el ex tesorero Bárcenas ante el juez, le ha proporcionado una inmensa fortuna que asciende a treinta y ocho millones de euros, parece haber sorteado todos los avatares de la crisis y colocado a los que se dedicaron a este negocio, en una inmejorable posición, capaz de augurarles toda una vida de comodidades, al margen de mercados o de cierres patronales inesperados y violentos.
Habiendo establecido como prioridad librarse del modo que sea de alguna pena de prisión, Bárcenas ha centrado la estrategia de su propia defensa en procurar reconocer sólo un  delito de fraude fiscal, cosa que al mismo tiempo exoneraría también de toda culpa al Partido Popular, si el magistrado diera credibilidad al discurso del imputado.
Pero el arte ha de ser obra de genios para convertir a sus dueños en millonarios y sólo a nivel de galerías de lujo suele comerciarse con trabajos de esta categoría, sin que hasta ahora haya trascendido que Bárcenas  tuviera algún tipo de relación con estos círculos, ya  que su única ocupación conocida era la de ocuparse de las finanzas del PP, en su despacho de la calle Génova.
Por tanto, va a ser difícil demostrar el repentino enriquecimiento del protagonista de esta historia y olvidar la traída y llevada agenda de la contabilidad B de los populares, teniendo en cuenta que los exámenes caligráficos parecen demostrar la autoría de la letra y que existen demasiadas  coincidencias que apuntan directamente a la cúpula conservadora, como parte importante de lo ocurrido durante los últimos veinte años en la oscura vida de este personaje novelesco.
La fiscalía tampoco está dispuesta a pasar por alto los otros delitos que se le imputan, ni a olvidar los indicios de que debajo de este tema subyace la que podría ser una de las tramas de corrupción de más envergadura, de cuántas se tejieron en este país, proclive a la picaresca y al engaño como pocos.
De momento se ha retirado el pasaporta a Bárcenas, dando por terminadas sus múltiples escapadas a lujosos destinos en el extranjero, cosa que al menos tranquiliza a los españoles de a pie, que no entienden como el ex tesorero permanece aún en el país y no ha aprovechado ya la libertad de que disponía para desaparecer sin dejar rastro.
Entretanto, siguen las investigaciones y cierta parte de la prensa se atreve a publicar que entre Bárcenas y Sepúlveda, ex marido de la Ministra Ana Mato, existen ciertos vínculos de sociedad, estableciendo un nuevo cabo por el que tirar de la madeja en esta rocambolesca historia, aunque sin salir de los círculos del PP, que ya no sabe qué camino tomar para intentar demostrar su dudosa inocencia.
Una titubeante Maria Dolores de Cospedal, intentaba hoy sin éxito, ofrecer a los periodistas una explicación que justificara los pagos a Bárcenas y su filiación a la Seguridad Social, hasta Diciembre del pasado año, mientras Rajoy continúa pensando aún si se querellará o no contra él, por todo lo sucedido desde que se produjo su imputación en este caso.
Queda ahora en manos de la justicia esta ocasión de oro para llegar hasta el fondo de esta enrevesada cuestión y decidir si habrá o no más imputaciones por este y otros más que evidentes indicios de delito.
Los ojos de los españoles están puestos en la actuación de quien se encarga de este caso y la esperanza de que por una vez, la ley  se cumpla, tiene en vilo a una opinión pública, cuya indignación iría en aumento, si esto no se resolviera de manera absolutamente contundente.

domingo, 24 de febrero de 2013

A pesar del hartazgo y la pobreza



Sobrepasados por las noticias de los innumerables casos de corrupción que azotan el país, vuelven los colectivos españoles a lanzarse a la calle, como  demostración de que lo tratado en el Debate del ·Estado de la Nación y quién haya sido su vencedor, no viene a calmar la marea de indignación que subyace en una sociedad, que no confía ya en absoluto, en la palabra de los políticos.
  Mientras sus señorías se enzarzan en discursos calcados a los de otras veces  y se lanzan unos a otros dardos envenenados y reproches innumerables, sin detenerse un solo instante a proponer soluciones urgentes  para los problemas reales de las familias, la negra nube de un imparable desempleo se va cerniendo sobre las clases trabajadoras, asfixiando  su modo de vida anterior y trasladándolas a situaciones similares a las de principios del SXX, cuando el hambre y la indefensión constituían la única certeza de los que dependían de un salario para su propia supervivencia.
El gran paso educacional conseguido en estos cien años, marca sin embargo, una diferencia notable con aquella actitud de sumisión que caracterizaba a los obreros de entonces  y haber saboreado las mieles de la libertad de expresión, es lo que impide que en este momento la gente permanezca en su casa y sea capaz de salir en demanda de sus derechos, retomando una lucha que casi se dio por desaparecida, al considerarse superadas las desigualdades, en los tiempos de bonanza.
  Nunca en este País habían interesado tanto los temas políticos, ni siquiera mientras que dábamos el paso entre la Dictadura y la Democracia, ni nunca antes se habían manejado a nivel coloquial tantos términos económicos, aprendidos a fuego, con cada medida de recorte que se ha venido aplicando a golpe de decreto, sobre el ilusorio bienestar de los ciudadanos.
Y sin embargo, esta respuesta mayoritaria, que deja claro el descontento general y que arrastra a cientos de miles de españoles a una lucha encarnizada contra un poder institucional no sólo malévolo y caduco, sino también corrupto, no termina de hacer mella en los endurecidos corazones de quienes nos gobiernan ni consigue, como sería de esperar, derribar el muro inexpugnable en que se hayan resguardados de todo aquello que pueda erosionar su voluntad de poder y su más que demostrada ambición por permanecer en posiciones de privilegio.
¿Qué más puede hacer un pueblo para evidenciar su rabia, su indignación y su disconformidad con lo que se está haciendo, a sus espaldas, a traición y con alevosía, al margen de sus deseos y de sus verdaderos intereses?
¿Va a ser necesaria la violencia para que el clamor popular consiga finalmente modificar el errático camino emprendido por los gobernantes o alguna vez el eco de la realidad que vivimos dejará de ser silenciado por mecanismos legales oportunamente aplicados por aquellos que, a tenor de la situación, deberían haber presentado su dimisión y abandonado el marco político para siempre?
Esta voz, que tan poco interesa a los parlamentarios, viene avalada sin embargo, por la inmensa valentía de los que ya nada tienen que perder y es por tanto, capaz de alzarse alto y claro, por encima de todas las barreras impuestas y de resistir eternamente y con fiereza, los avatares que esta crisis orquestada tenga previstos para minar la confianza de los ciudadanos.
Ya no somos los pobres ignorantes a los que se compraba con unas migajas del pastel ni a los que se amedrentaba para obtener una obediencia cercana a la esclavitud, aprovechándose de su analfabetismo, convirtiéndoles en meros productores de beneficios en las cuentas corrientes de los dueños de los capitales.
Podrán haber reducido a cenizas el supuesto estado de bienestar que disfrutábamos y despojarnos sin piedad de una gran cantidad de derechos ganados en el pasado a gente exactamente igual que ellos, pero el conocimiento adquirido, el acceso a la cultura y la educación que se nos brindó, han sido aprovechados hasta el último sorbo y ya no somos manipulables, porque al menos en este campo, la igualdad es más que un hecho.
Más aún, el progreso tiene una deuda impagable con las clases medias, de la que proceden la inmensa mayoría de los talentos que han vivido en el mundo desde hace más de un siglo y la totalidad de la riqueza generada durante este periodo de tiempo, lo ha sido gracias a los hijos y nietos de aquellos obreros esclavizados que poblaban los núcleos urbanos, a merced de la caridad de sus patronos.
Es por eso que ahora entendemos perfectamente el significado de las enrevesadas palabras de todos los políticos y detectamos al instante, todas y cada una de las estrategias que contra nosotros se intentan, sin estar dispuestos a colaborar mansamente, con quienes de un modo ilusorio, pretenden doblegar nuestra voluntad con espejismos inexistentes.
Ya no existe el desconocimiento generalizado que hizo posible nuestra explotación en otras épocas históricas. Ahora sabemos decir no y mantener el pulso el tiempo que haga falta, a pesar del hartazgo y la pobreza.

  

jueves, 21 de febrero de 2013

La tibieza de la oposición



La prensa cercana al PP, lanza en portada el “aplastante triunfo” de Rajoy en el Debate sobre el Estado de la Nación, intentando hacer hincapié en que su discurso le ha llevado directamente a una consolidación política, que al parecer no había alcanzado con anterioridad pero que a tenor de lo expuesto en la tribuna del Congreso, se hace innegable para los que profesan su misma ideología.
Ciegos también al delicado ambiente que se vive en la calle, los periodistas de estos medios, a los que todos conocemos por sus intervenciones televisivas en cadenas como La 13 o Intereconomía, se deshacen en elogios  hacia la figura del Presidente, procurando que la nutrida dosis de alabanzas que le dedican, entierre en un lugar oscuro cualquier noticia que tenga que ver con el escándalo de Bárcenas o el asunto de los sobresueldos, cuyo esclarecimiento tanto interesa a la ciudadanía y tan poco a los líderes conservadores y a quienes les siguen.
Una gran parte de culpa la tiene sin duda, la enorme tibieza con que toda la oposición ha decidido afrontar la multiplicidad de problemas que sacuden el territorio patrio y el paupérrimo discurso que hacen los oradores que la representan, independientemente de sus diferencias políticas y también del número de escaños que ocupan en el Parlamento.
A pesar de la terrible experiencia que al pueblo español ha traído la política de Rajoy en su primer año de gobierno y de la gravedad de los innumerables casos de corrupción en que están imputados un sinfín de cargos de su Partido, sólo Cayo Lara se ha atrevido a reclamar su dimisión, mientras el resto de oradores se enzarzaban en una guerra de acusaciones mutuas con el Presidente, abundando en una estrategia que se ha demostrado absolutamente inútil y desaprovechando la ocasión de enumerar los incontables errores que se han cometido durante su breve, pero nefasto mandato y que cualquiera de los ciudadanos de a pie podría recitar con los ojos cerrados, si alguien le diera ocasión para ello.
El pueblo está empezando a pensar  que esta suavidad con que se acometen los debates, ha de tener sin duda un origen oscuro y que más de un grupo parlamentario se ve obligado, por sus pecados, a guardar silencio, porque en caso contrario, resulta del todo incomprensible que no se encuentren activadas todas las alarmas dentro del recinto sagrado del Congreso para denunciar con toda la crudeza que el idioma permite, la trágica realidad que se está viviendo en el País y lo erradas que están las políticas del PP, en cuanto al camino elegido para hallar una solución a los conflictos.
La permisividad que está demostrando esta decafeinada oposición, que no acaba de dar los pasos necesarios para enfrentarse descarnadamente a quien gobierna, no hace otra cosa que aumentar el enorme clima de desconfianza que se está generando en el País sobre las clases políticas y dejar la sensación a los votantes de no ser, para nada, representados por aquellos a quienes votaron, con  la buena voluntad de creer en que se encargarían de la defensa de sus intereses y derechos, ahora perdidos, por la mala gestión de un Gobierno a quién nadie contesta.
El pueblo tenía la esperanza de que el resto de la Cámara hubiera hecho causa común reclamando contundentemente la marcha inmediata de Rajoy, a raíz de lo acaecido en los últimos tiempos, cuánto más, cuando la sombra de la sospecha de la peor clase de corrupción se balancea sobre su propia cabeza como una espada de Damocles, sin que nada ni nadie haya conseguido demostrar con mínima claridad, la certeza de su inocencia.
No había que ser experto en política para intuir que el único camino para conseguir un cambio radical en los métodos empleados por el PP para la resolución de la crisis, estaba en la unidad de todos ante el enemigo común y que era precisamente esa unidad decidida y potente, la que esperaban con la respiración contenida, los hombres y mujeres que eran vilmente saqueadas por una legión de indeseables, que sólo para los demás, reclamaban estrecheces y sacrificios insufribles.
Perder esta ocasión termina de hacer trizas la opinión que sobre la clase política se tiene y más que defraudar, corrobora los malos pensamientos que se han ido asentando en la  conciencia de una Sociedad, que ya no soporta la traición que sobre ella se infringe y que únicamente desea que este Sistema podrido en su misma raíz, desaparezca sin dejar rastro, para poder olvidar lo vivido, aunque eso signifique la marcha de todos y cada uno de los que ahora tienen alguna clase de responsabilidad en las instituciones y que ya a nadie representan.    
 


miércoles, 20 de febrero de 2013

El desastroso estado de la Nación



Cuélguese  Mariano Rajoy, cuantas medallas quiera, ante el Parlamento. Atribúyase méritos sin fin, en este primer año al frente del Gobierno y créase, sus propias palabras, si le place, o abducido por los halagos de su particular cohorte de admiradores que hacen de la extrema fidelidad que le demuestran, un claro ejemplo de servilismo irrisorio, incapaz de la necesaria sinceridad que cualquier asesor debe a su asesorado y de la valentía suficiente para hacerle notar, también, todos y cada uno de sus potenciales errores.
Siga pensando Rajoy, si así lo considera oportuno, que la mayoría del pueblo español está en un  nivel de inteligencia por debajo de la normalidad y que basta su discurso decimonónico- populista para convencerlo de que su manera de hacer política es la correcta y que las medidas adoptadas por su gobierno están dando apetitosos frutos, aunque la incapacidad que nos supone, nos impida verlo y disfrutarlo, como debiéramos hacer, para vanagloria de su nombre.
Preséntese como quiera, ya que también él es un ser libre y como tal, tiene derecho a expresar su opinión, desde que nos ganamos el privilegio de disfrutar de un Sistema democrático y acabamos, por fin, con los cuarenta años de Dictadura y vimos la luz al final de un túnel demasiado largo.
Maquille la realidad, hasta hacerla parecer de color de rosa y pida por esta labor, un Goya a la Academia de Cine, si cree de verdad que lo merece, pero bajo esa gruesa     capa de afeites, por muy bien aplicada que esté, subyace la incontestable verdad de lo que aquí está sucediendo y la terrible imagen que queda, cuando España se enfrenta a su espejo, a solas, sin efectos especiales que dulcifiquen la acritud de lo que acaece y no es capaz de ver una sola esperanza que augure un futuro mejor, para todos sus habitantes.
Toda esa parafernalia teatral, que no es más que una huída a la desesperada, de un año de gobierno plagado de errores garrafales, impuestos por decreto a un pueblo masacrado sin razón por la ineptitud de sus gobernantes, no puede barrer bajo la alfombra la suciedad, ni pretender que todo marcha con normalidad para satisfacer la maliciosa curiosidad de los socios europeos, haciendo desaparecer del discurso, todo aquello que no convenga airear, por desagradable o violento.
Que Rajoy no mencione en la tribuna el fantasma del paro, no borra por arte de magia de las listas del INEM a los seis millones de personas desesperadas que no encuentran ocupación, gracias a la Reforma Laboral que nos “regaló” su gobierno. Que no hable de Bárcenas o que ahora pretenda legislar contra la corrupción, no aclara qué ha estado sucediendo en el PP durante los últimos veinte años, ni si es cierto o no que él mismo y su cúpula hayan estado recibiendo sobresueldos procedentes de la extorsión a una clase empresarial   atenazada por el miedo y que no haga referencia alguna al problema de las hipotecas, ni se atreva a pronunciar la palabra desahucio, no devuelve la vida a los decidieron abandonarla, víctimas de la desesperación y la soledad en que los  ha dejado su imperdonable tibieza ante el problema.
Que no quiera ver el estallido social, ni oír la voz de su propio pueblo, reclamando su dimisión, en todas y cada una de las esquinas del País, no significa que se le profese un amor incondicional, ni que se comprenda y apruebe su gestión ciegamente, ni que se aplauda su decisión de mantener en su puesto a personajes como la Ministra Mato u otros muchos, imputados o en ciernes de estarlo, en gravísimos casos judiciales que tratan de esclarecer el destino de capitales robados a las arcas estatales o procedentes de operaciones fraudulentas, que convierten a sus protagonistas en auténticos indeseables, pero que siguen ejercitando importantes labores de gobierno.
Diga lo que diga y haga lo que haga Rajoy, el Estado de la Nación, es desastroso, insostenible, desesperanzador y corrupto y quien ahora es directamente responsable de su funcionamiento, o sea, él, debe a este pueblo una serie de explicaciones que más pronto que tarde habrá de dar y no a puerta cerrada, sin prensa y en la paz sepulcral de la Sede de su cuestionado Partido Político, sino probablemente, en los tribunales de justicia, que es donde suelen terminar los presuntos implicados en ciertos delitos, independientemente de que al final, se llegue a demostrar su culpabilidad, una vez esclarecida la veracidad de los hechos.
Y no valen ahora burdos intentos de mejorar, por ejemplo, un paro juvenil que roza el cincuenta por ciento, pretendiendo implantar en España los famosos mini jobs que ya funcionan en países como Alemania, pero que con la catadura moral de ciertos empresarios españoles, acabarán por esclavizar a los jóvenes con interminables jornadas laborales, aunque pagando los cuatrocientos euros correspondientes a este tipo de empleos, según palabras del propio Rosell o del dueño de Marsans, ahora imputado por evasión de capitales.  
Como tampoco sirve ya la reiterativa manía de culpabilizar a los antecesores de todos los males que padecemos. Las medidas y recortes aplicados por el Gobierno de Rajoy, solo a este gobierno pertenecen y por tanto, las consecuencias derivadas de ellos, han de ser asumidas, en su totalidad, por quién las puso en práctica y erró, como constata la situación que soportamos gracias a ellas y de la que no podremos escapar, si no se produce el milagro de una dimisión colectiva, que nos libre de su indeseable presencia.   

 



Tras un día de emociones intensas, en el que una extraña mezcla de orgullo e inquietud parecía ser el único alimento que llegaba a nuestros corazones, nuestra hija se doctoró ayer con todos los honores en Filosofía, consiguiendo culminar uno de los sueños más importantes de nuestras vidas.
La oportuna celebración nos arrancó a todos de nuestras obligaciones rutinarias y es la culpable de que en mi caso, hoy no haya visto la luz el artículo diario que desde hace más de dos años viene apareciendo en este blog.
Estoy segura de que mis lectores entenderán la emoción del momento y disculparán que no tuviera ningún reparo en cambiar trabajo por  fiesta, aún  a sabiendas de que son muchos los que desde diversos lugares del mundo me siguen con lealtad, cosa que yo no pararé de agradecer, toda la vida.
Esta pequeña aclaración la hago además, porque sé que desde donde estéis, compartiréis conmigo la profunda alegría que hoy me invade y que justifica plenamente la dedicación al ámbito familiar y el olvido consciente de cualquier cosa que pudiera haber sucedido ayer en el mundo.
Gracias por la comprensión y el apoyo y por estar, aún sin conocernos, celebrando hoy también el evento, que, aclaro, ha sido además conseguido a través de nuestra estupenda Enseñanza Pública.
Un saludo.

lunes, 18 de febrero de 2013

Una vocación imparable



Mientras se publica este artículo y el mundo sigue su curso a nuestro alrededor llevando nuestros destinos hacia lo desconocido, una joven española de treinta y tres años, que eligió la Filosofía como fuente de inspiración con la que asumir un proyecto de vida, presenta hoy una Tesis Doctoral, que viene a culminar una brillantísima carrera construida sobre la ilusión y la esperanza de poder transmitir a quienes la siguen, una base sobre la que edificar las estructuras de su propio pensamiento.
Todo está preparado para que nada turbe el dulce momento y el apoyo de los que le son incondicionales, en presencia o en esencia, suaviza la seriedad académica del recinto, transmitiéndole un clima de calidez que haga más llevadera la sensación de soledad ante el atril, sobre el que reposan todos los años de dura investigación y las horas dedicadas al estudio que hoy traen hasta aquí, a quien siempre soñó, precisamente con protagonizar este instante.
Es éste el triunfo de una vocación, decidida e incansable, labrada sobre la enorme curiosidad que despiertan las eternas preguntas que cada ser humano trata de contestar desde su propia perspectiva y que siguen perturbando desde el principio de los tiempos, a todas las mentes inquietas que en el mundo ha habido y habrá, sin que las conclusiones jamás se hayan convertido en certeza, ni se hayan agotado aún los caminos que conducen a las respuestas que a todos nos gustaría encontrar, cuando nos enfrentamos con la desnudez de nuestra propia conciencia.
Esta aventura incierta de intentarlo, de profundizar en la oscuridad hasta dar con un  punto de luz que destelle sobre las tinieblas, ayudándonos a soportar la dureza vital de los caminos, convierte a los que se atreven a iniciarla, en pilares fundamentales para una humanidad, cada vez más huérfana de  ideólogos capaces de adentrarse en la infinitud del pensamiento.
Hay que agradecer pues, a estos líderes que revolucionan la historia, sin que  la inmediatez de una recompensa venga a satisfacer su ego premiando la dedicación a la utopía, la osadía de ser pioneros en la colonización de regiones  inexploradas, en las que otros muchos se podrán asentar, cuando los primeros frutos de la siembra demuestren que la fertilidad de la tierra existía, aunque nadie se había cuidado de abonarla para obtener de ella el máximo rendimiento.
El talento, usado para este fin, coloca en una posición de privilegio a su dueño y derriba cualquier frontera permitiendo a la imaginación desarrollar un vuelo esperanzador, sin cadenas que lo aten a los prejuicios.
Quien más indaga, quien más logra aproximarse al conocimiento, en definitiva, quien más ejercita la capacidad de pensar, es el que alcanza la enorme fortuna de ser más libre.
La joven que hoy lee su Tesis Doctoral, lo comprendió hace tiempo y yo lo sé porque soy su madre y llevo toda la vida deseando que pudiera cumplir sus sueños.

Para Clara.


  

domingo, 17 de febrero de 2013

Recoger tempestades



Ha bastado la cercanía física de dos representantes del PSOE, en la manifestación anti desahucios, para que la indignación popular pusiera de manifiesto su aversión hacia una clase política que parece vivir en una realidad diferente a la de una ciudadanía, deseosa de que su voz llegue a los oídos de un Parlamento, por el que no se siente representada ni defendida pero que manipula su existencia diaria con imposiciones legislativas y a través de las luchas ideológicas que entre ellas mantienen las diversas formaciones , sin llegar a solucionar ningún problema por su falta de coherencia.
Estaba claro que ante la posibilidad de acceder a los organismos pertinentes para manifestar ante ellos la magnitud de sus quejas, los españoles aguardaban la oportunidad de toparse frente a frente con cualquier cargo público, al que mostrar su desacuerdo con el funcionamiento del Sistema y su desconfianza sobre el aparente acercamiento a las posturas que se están defendiendo a pie de calle, sin que nadie con cierta responsabilidad real, haya hecho ni haga algo por evitar el sufrimiento que padecen los habitantes de este País, a pesar de haber sido teóricamente elegidos para ello.
No es que hubiera  especial interés en zarandear a estos dos socialistas y probablemente la respuesta hubiera sido exactamente igual o mayor, de haberse tratado de gente del PP, ahora en el gobierno. Es que la lucha sin resultados que se está manteniendo en todas las ciudades de España y los múltiples colectivos que la protagonizan, han terminado por perder la paciencia que hacía de estos actos de protesta un modelo de pacifismo, para llegar a un punto en que la agresividad parece el único camino posible para ser oído, o al menos para transmitir claramente el clima de crispación a que nos ha llevado la manifiesta inutilidad de los políticos y la infinidad de casos de corrupción flagrante en que se ven implicados, precisamente en los peores tiempos que ha conocido nuestra historia reciente.
A fuerza de ser ignorados, los ciudadanos han cambiado la candidez de creer en la veracidad de los programas electorales por una descorazonadora desilusión, que ha ido creciendo, a medida que se han agudizado sus dificultades, a la par que se les ha ido despojando de prestaciones y derechos, ganados a pulso durante siglos de dura contienda y sin posibilidad de que su voz sea oída en ninguna parte.
¿Qué esperaban los políticos de una ciudadanía a la que en sólo un par de años se ha condenado a la esclavitud laboral o dejado sin empleo, reducido el salario, empeorado la sanidad y la educación, privado de servicios que ayudaban a sobrellevar con dignidad situaciones de dificultad personal, expulsado de su vivienda y amenazado permanentemente con la exigencia de nuevos sacrificios que harán del todo insoportable su existencia?
¿Albergaban quizá la esperanza de que estos hechos fueran soportados con mansedumbre por quienes son obligados a padecerlos y que su nefasta gestión fuera recibida con vítores y alabanzas, en un inusitado acto de fe que pusiera por delante la supervivencia de un Sistema al del bienestar colectivo, estando dispuestos a colaborar en su propia autodestrucción, pero nunca a cuestionar las Instituciones públicas?
¿Es que no han visto cómo se deterioraba el modo de vida de los españoles, ni cómo crecía el desempleo, ni cómo se degradaba la justicia permitiendo que sigan en libertad auténticos delincuentes financieros que han ido vaciando las arcas del País o causando agujeros en organismos bancarios, para ser inmediatamente recolocados en nuevas empresas, sin serles exigidas responsabilidades, en esta bancarrota que ahora padecemos?
¿Creían que los que han sido expulsados de sus hogares pero condenados a la cadena de una trampa perpetua no iban, por lo menos, a ejercitar su derecho de manifestación para reclamar contra la injusticia que padecen y a exigir a quién corresponda, una implicación auténtica en su problema, que ha pasado de ser minoritario, a convertirse en una pesadilla para demasiada gente?
Inhibirse del entorno en el que uno vive y hacerlo con alevosía, reiterativamente, con desvergüenza, sin decoro, pretendiendo que se está trabajando en la solución de los conflictos, pero remando en otra dirección y  poniendo, además, en duda la inteligencia de los ciudadanos para descubrir la persistencia del engaño, suele traer imprevisibles consecuencias y termina por pasar factura a quienes lo practican, como empieza notarse, en cuanto se da una proximidad real entre políticos y pueblo.
No se puede reprochar a los ciudadanos su indignación ni su repulsa hacia quién la provocó con su indiferencia o su silencio, ni se puede esperar absolutamente nada de los que durante tanto tiempo han sido abandonados a su suerte y han tenido que acostumbrarse, para sobrevivir, a la terrible idea de la soledad en que los han dejado, los que tenían la obligación de su defensa.
Si nadie ha representado al pueblo en los últimos años ¿quién creería ya en la sinceridad de la clase política?

  

jueves, 14 de febrero de 2013

La voz de Ada Colau



Ha de quedar claro para los Diputados que forman el Parlamento y en especial para su Presidente, Jesús Posada, que expulsar a los representantes de la Plataforma anti desahucios del Hemiciclo, por protagonizar una sonora protesta por lo que está sucediendo en el País, no ha conseguido ni conseguirá silenciar la opinión de los ciudadanos, cuya voz es, verdaderamente, la que debiera prevalecer en esta Institución, creada para este fin y no para lucimiento personal de sus señorías, últimamente bastante cuestionadas , al estar legislando en contra de la sociedad.
Cuando Ada Colau intervenía hace unos días y tildaba de criminales los actos de una Banca que con su política de desahucios, está llevando a la ruina a miles de familias españolas, no hablaba a título personal, ni dramatizaba una historia ficticia inventada por unos  cuantos alborotadores, con la intención dolosa de atentar contra la clase política, sino que se atrevía, en un lenguaje popular, a expresar el pensamiento unánime de una ciudadanía abandonada a su suerte por sus supuestos representantes y hastiada de esperar que una justicia absolutamente deteriorada, ejerza con contundencia sus funciones y se ponga de parte de quienes tienen la razón en este inusitado conflicto, descaradamente manipulado por los poderes económicos, para obtener jugosos beneficios, al condenar a una deuda perpetua a quienes se han visto abocados por las consecuencias de “su” crisis, a una desacostumbrada miseria, sobrevenida por una imperdonable pérdida del trabajo.
La valentía de esta mujer, ensalzada y compartida por todas las clases populares y que ha levantado verdaderas ampollas  entre los receptores de su mensaje, en nombre de una falsa dignidad, que sin embargo niegan sistemáticamente a los más humildes, al despojarles por la fuerza de la que consideraban su casa, ha de ser necesariamente entendida como una mera representación de la voluntad de las mayorías y respaldada por el grueso de una población, que la siente mucho más cercana de lo que lo llegarán a estar jamás, ninguno de los que ocupan escaños, actualmente, en ese mismo Parlamento.
La costumbre de desoír los deseos de los que conformamos esta Nación, que  ha llevado a los políticos actuales a un alejamiento total de la realidad que se vive en la calle, podría ser considerada como uno de los errores mas graves de la etapa democrática, que sin duda será escrupulosamente purgado en las urnas, en cuanto se nos dé la oportunidad de acudir a ellas para emitir nuestro voto.
Los excesos cometidos por la Banca durante la época de bonanza, que han traído consigo el endeudamiento que supone un rescate que nos está costando la pérdida de un sinfín de prestaciones sociales,  choca frontalmente con el descaro de exigir a los ciudadanos de a pie que han tenido la mala suerte de perder sus viviendas, un pago que va más allá de todos los límites éticos conocidos y que bien podría ser considerado como exponente claro de lo que todos entendemos como usura.
Puede que a los políticos estos hechos les parezcan legales, porque desde su situación de privilegio, resulte prácticamente imposible entender la hecatombe que supone para cualquiera de nosotros hacer frente a una deuda casi eterna, pero la crudeza de la verdad y los muchos casos de desesperación que han traído como consecuencia una inusitada corriente de suicidios, debiera ser suficiente para hacerles reflexionar sobre la importancia del papel para el que fueron elegidos y para colocarse del lado de la defensa de los españoles, a los que juraron o prometieron defender, cuando ocuparon sus cargos.
Las palabras de Ada Colau son la llamada de atención que la sociedad hace, en un momento de desesperación que podría desembocar en un estallido de imprevisibles consecuencias, si a la mayor urgencia no se hace algo por solucionar los insoportables conflictos que estamos padeciendo y se cambia radicalmente la metodología empleada hasta ahora para solucionar la crisis por otra menos agresiva, que empiece por una regeneración de un mundo laboral, que nos permita retomar un camino de normalidad, lejos de la guerra de cifras que mueve los mercados bursátiles y que nada tiene que ver con quienes nunca tendremos grandes fortunas que invertir o perder, por la buena o mala gestión de los economistas.
 La pérdida de popularidad de la clase política, claramente reflejada en todas las encuestas publicadas, avala esta tesis y viene a corroborar que el pueblo, al no sentirse en absoluto representado por el Parlamento, difícilmente volverá a creer en el funcionamiento del Sistema, ni a confiar en las promesas de unos cuantos iluminados, que al final acaban protagonizando las noticias de los casos de corrupción, sin tan siquiera dar síntomas de arrepentimiento por los actos cometidos.
Lo dicho, criminal. 

miércoles, 13 de febrero de 2013

Una oportuna distracción



La inesperada dimisión de Benedicto XVI, por insólita, ha conseguido auparse hasta la portada de toda la prensa nacional y que los españoles hayamos apartado la mirada, durante un par de días, del mayor escándalo que se ha producido en el País y que no es otro que la posible implicación de la cúpula del PP en el asunto de los sobresueldos y en los avatares que ha vivido su ex tesorero Bárcenas, desde que abandonara su militancia en dicha formación política.
Pero la marcha del Papa no toca momentáneamente la realidad cotidiana de nuestra sociedad y sólo habrá causado verdadera preocupación, en el caso de algún que otro católico de misa y comunión diaria, que por su fe, hubiera cobrado auténtico afecto a su Pastor, aunque por cuestiones de religiosidad y no de supervivencia.
Para el resto de la población, que sufre amargamente los efectos de la crisis y que en muchos casos, ha de afrontar la proeza de salir a buscar trabajo, sin encontrarlo, todos los días, la natural sorpresa por la dimisión del Pontífice, no habrá paliado en nada el nivel de indignación que produce este último caso de corrupción, ni la ira que trae consigo comprender que el Presidente de la Nación pone, con su actitud, en tela de juicio la inteligencia de los españoles, al creer que las explicaciones ofrecidas a raíz de la aparición de los supuestos papeles del ex tesorero y la publicación de su declaración de la renta, resultan suficientes para demostrar su inocencia.
El hecho de  que Bárcenas siguiera utilizando el despacho de Génova, justo hasta el día antes de su imputación y la confirmación de que ha seguido percibiendo sus honorarios en el Partido hasta el mes de Diciembre, ponen en entredicho cualquier afirmación procedente de las filas conservadoras, que ya varias veces negaron por activa y por pasiva, lo que después ha quedado demostrado como cierto.
La irritación aumenta aún más, al saber que a pesar de la constante negativa del Ministro Montoro, varios implicados en la trama Gurtel y Bárcenas también, han conseguido blanquear fondos acogiéndose a la Amnistía Fiscal aprobada el pasado año, a pesar de su imputación en un proceso en curso, lo que convierte  estas operaciones, en una forma descarada de blanquear capitales obtenidos de forma ilícita, con la aquiescencia de todo un gobierno.
El periódico El País, publica hoy los resultados de la primera prueba caligráfica realizada sobre los papeles de Bárcenas y que indican la autenticidad de los mismos, sacando los colores a los que defendían la teoría de la conspiración, tildando de falsas las acusaciones que recaían directamente en muchos dirigentes populares, bajo argumento de que la libreta había sido amañada, con la dolosa intención de perjudicar al Partido en el poder y en concreto, al Presidente Rajoy, que aparecía en las anotaciones como uno de los que cobraron los sobresueldos en negro, durante más de diez años.
El Fiscal General, probablemente abrumado por la gravedad del asunto, acaba de pedir refuerzos para las investigaciones relacionadas con la corrupción, alegando que le sobrepasan por su elevado número, lo cual es cierto, si nos remitimos a las noticias que aparecen en la prensa nacional de los últimos tiempos.
Puede que Mariano Rajoy, en un  primer momento, haya dado las gracias al cielo al conocer que el Papa había decidido retirarse y hasta puede que haya querido ver en este extraño suceso, una ayuda divina a las dificultades personales que en estos días está atravesando, pero la paciencia del pueblo español no está para creer en oportunos milagros, sobre todo si la sospecha que recae directamente sobre las cabezas de quienes les gobiernan, se hacen cada vez más factibles de acabar siendo realidad y al mismo tiempo, esos gobernantes continúan particularmente empeñados en aplicar  sus programas de recortes, exigiendo más sacrificios a la ciudadanía, mientras se aclara o no, si se lucraron ilícitamente, aprovechando las posiciones de poder que les otorgaron las urnas.
En este punto, la sociedad no estaría dispuesta a admitir ninguna medida que procediera de quienes actualmente nos gobiernan y el único milagro que aceptaría de buen grado la totalidad de los españoles sería el de que Rajoy siguiera los pasos de Benedicto XVI y anunciara también su dimisión y su intención de retirarse de la política para no volver nunca más. Y si le acompañaran en esta decisión muchos de los suyos, entonces el milagro sería perfecto.

  

Poder y no querer



Hace tiempo que la población española se pregunta horrorizada, cuántos casos de suicidios a causa de los desahucios han de darse, para que la clase política de este País, sea cual fuere el color de su ideología, apruebe una ley que autorice la dación en pago, en los casos de todos aquellos que no pueden  hacer frente  a las deudas hipotecarias que contrajeron en los años de bonanza.
Pero la mente de los políticos, no cabe la menor duda, ha de funcionar de manera distinta a la de las personas normales y los imponderables emocionales que acaecen al resto de los mortales no consigue arrancar de sus corazones, ni tan siquiera una brizna de caridad, que les haga poner las historias personales de los ciudadanos por encima de las cifras, o apearse de posturas inflexibles, incluso cuando la crudeza de la realidad supera con creces todos los límites morales que, por principio, debieran mover a los hombres y la irracionalidad consigue implantarse en la sociedad, dejando a los más vulnerables sin ninguna esperanza.
Los ciudadanos que se han quitado la vida en los últimos tiempos, en nada se diferenciaban de todos y cada uno de nosotros. Sólo el azar quiso hacer recaer sobre ellos el lado más amargo de este periodo históricamente indescriptible y colocarlos al límite de la más absoluta desesperación, sin encontrar amparo en ninguna de las Instituciones en las que probablemente creyeron, hasta verse arrastrados por un huracán desolador, hasta el más absoluto de los silencios.  
Cualquiera de nosotros, digo, pudo ser víctima del espejismo de tener la oportunidad de mejorar, hábilmente ayudado por la entonces enfática elocuencia de las entidades bancarias y crearse la ilusión de poder ofrecer un futuro brillante a los que le sucedieran, aunque para ello tuvieran que embarcarse en una aventura financiera de casi medio siglo de duración, pero capaz de cambiar el rumbo de una vida, propiciando un ascenso social que ensalzaba la desaparición de las clases y una aparente igualdad, que después ha resultado ser del todo ficticia.
No había delito en buscar a través del trabajo una vía de escape que dejara atrás para siempre las penurias de la miseria, ni en soñar con un  destino apacible, lejos de las dificultades que conocimos en tiempos pasados y puesto que nadie ni nada nos alertaba sobre la posibilidad de que las cosas se fueran a torcer en un futuro tan próximo.
Se suele decir que vivimos por encima de nuestras posibilidades, omitiendo mencionar que los expertos que manejaban nuestros recursos económicos reales, nos empujaron a hacerlo, llegando incluso a potenciar desde sus lugares de privilegio, endeudamientos mucho mayores de los que pretendíamos y que entonces sí convenían a las entidades bancarias, por la profusión de intereses que generaban y que después se fueron marchando por los agujeros negros creados por tantos indeseables.
Y entretanto, esa clase política que al fin hoy parece ceder ante lo que reclama sonoramente el grueso de la población ¿qué hacía?: envanecerse de los logros sociales conseguidos y callar sobre las posibles consecuencias de tanta “generosidad”, sin poner freno a la vomitiva avaricia de la Banca.
Pudieron entonces, intervenir en las operaciones que se llevaban a cabo con su plena aquiescencia y no lo hicieron y pudieron después, cuando comenzaron a sobrevenir los embargos y desahucios, legislar a favor de las auténticas víctimas de esta crisis, que empezaban a ser acuciadas por las deudas, en cuanto se desinfló la burbuja inmobiliaria y el fantasma del desempleo se instaló en los hogares de manera indiscriminada y violenta.
Y sin embargo, ha sido necesario que se diera una ola de suicidios inducidos por esta causa y una movilización popular que agrupa a seres de toda edad y condición, para que la conciencia de los políticos se haya visto forzada a un planteamiento justo del problema de los desahucios, que aún está por ver de qué modo se resolverá y si esa resolución satisface plenamente las aspiraciones de los españoles.
La ruindad que ha llegado a consentir esta pérdida de vidas y toda la angustia que mucha familias sufren de puertas para adentro, es de todos modos, radicalmente imperdonable y aunque el remedio que ahora se propone colmara las esperanzas de los afectados, proporcionando cierta tranquilidad a su situación actual, será del todo imposible olvidar que pudieron y no quisieron hacerlo.


  

lunes, 11 de febrero de 2013

Renunciar sin morir



Tras ocho años ocupando el trono de San Pedro, Benedicto XVI anuncia su retiro, alegando fundamentalmente problemas de edad, protagonizando un hecho histórico que no se repetía desde 1415, fecha en la que Gregorio XII, presentaba la última dimisión papal conocida, antes de nuestros días.
El sucesor de Juan Pablo II, que desde el principio hubo de enfrentarse con el enorme carisma de quien le antecedió y que nunca le ha superado en popularidad ni alcanzado la relevancia mundial que caracterizó su reinado, pasará a los libros de historia como un Papa de carácter ultraconservador, que no ha sabido avanzar a la velocidad requerida por la premura de estos tiempos y que deja un legado paupérrimo tras su participación en los principales problemas que acucian al mundo, incluido el de una cristiandad, dividida también entre practicantes recalcitrantes y progresistas, con ideas diametralmente opuestas de cómo se debe seguir el evangelio que predica su catecismo.
Cuestionado desde el principio por su oscuro pasado como miembro de las juventudes hitlerianas y atado a la fuerza a un sinfín de escándalos sobre  asuntos de pederastia ocurridos en el seno de su Iglesia, optar por la discreción ha sido la norma elegida por este Papa alemán, que podría calificarse casi como un perfecto desconocido, a juzgar por las pocas apariciones públicas que ha protagonizado y la ínfima implicación personal dedicada a la resolución de determinados conflictos que han sacudido al mundo en esta última década y en particular a una Europa, a la que el Estado Vaticano pertenece.
Benedicto XVI será recordado por los no católicos como uno de los enemigos más contumaces de cuestiones sociales que son una realidad indiscutible, como los matrimonios entre personas del mismo sexo o la práctica del aborto libre  como un derecho para las mujeres y como practicante activo de una injerencia permanente en los asuntos políticos de los Estados, principalmente del español, que había aprobado leyes que legitimaban los dos supuestos antes referidos y que recibieron por parte de su Iglesia, una sonora contestación, sacando a sus altas jerarquías a la calle, al frente de multitudinarias manifestaciones, en defensa de la familia tradicional y del derecho a la vida de los no nacidos.
Su negativa a la utilización del condón, como medida preventiva del SIDA, en países subdesarrollados donde su incidencia alcanza porcentajes escandalosos, fuertemente criticada por los colectivos de médicos y científicos de todo el mundo, podría dar una idea aproximada del anquilosamiento de sus ideas y de la clase de influencia que ha ejercido su mandato en la Iglesia y en cuántos fieles han querido seguir  los mandatos del supuesto representante de Cristo en la tierra.
Enfrascado en estas cuestiones de carácter moral, en nada ha contribuido sin embargo, a hacer desaparecer los altísimos índices de hambre y miseria en el mundo, evitando también pronunciarse sobre los terribles cambios que la crisis ha venido produciendo entre las clases trabajadoras europeas, a pesar de que el Estado que preside es considerado como uno de los más ricos de la tierra y no se tienen noticias de que se haya resentido, con los nefastos acontecimientos económicos que han afectado tan gravemente al viejo continente.
No espera Benedicto XVI a que la muerte lo separe  de su trono en la tierra y opta por solicitar un divorcio exprés a la Curia, sin aclarar en profundidad cuáles son los auténticos motivos que le mueven a traspasar sus poderes o si, como ya se venía anunciando, lo hace movido por las fuertes presiones de su entorno, presumiblemente de ideología aún más conservadora y que ve en este Papa un lastre para alinearse con los otros magnates de su tiempo, empeñados en construir una sociedad de nuevo corte, con diferencias sociales muy marcadas y que cuentan con el Vaticano como aliado, para infundir conformismo entre las masas que siguen su doctrina.
La renuncia de Benedicto XVI, sus razones y la incógnita de quién le sucederá   como Pastor de los católicos, viene hoy a aumentar la incertidumbre en que nos movemos y han de ser consideradas como una transición meramente política, que sin duda traerá consecuencias, también para los no creyentes. Las piezas de este juego macabro son meticulosamente movidas y siempre por una causa concreta, aunque a nosotros nos esté vedado saberla.


domingo, 10 de febrero de 2013

Fortuna e inteligencia



Qué verdad es que todo se suele alterar en los tiempos difíciles y que la angustia que traen consigo las carencias, inciden también, a veces de manera incomprensible, en las facetas de nuestro carácter.
La lucha que las mujeres venimos manteniendo por el reconocimiento de la igualdad de sexos y que nos ha traído, a base de esfuerzo, exactamente hasta el lugar en el que ahora nos encontramos, se ha visto transformada en los últimos tiempos, por un fenómeno sinceramente preocupante, que va a terminar por incidir en todos los planteamientos que defendíamos, pero que de ser ciertas las consecuencias que traen a las que consiguen alcanzar un lugar relevante en la Sociedad, merecen ser revisados y a fondo.
Se supone que habíamos trabajado duramente por escapar de la ignorancia y la servidumbre que nos mantenía esclavizadas a las exigencias de un machismo atroz, que hacía y deshacía desde una posición de privilegio, sin dar explicaciones de ningún tipo a la persona con la que convivía, que permanecía al margen de todo aquello que sucediera más allá de las puertas del domicilio conyugal, sin poder interferir en nada que no fuera el avituallamiento o el cuidado de la prole.
La ilusión de las mujeres no era otra que la de ganar el acceso a la educación que le permitiera entrar en un mundo laboral, antes reservado exclusivamente a los hombres,  para poder mejorar la economía familiar y su propia autoestima, sin que se le siguiera vetando la oportunidad de intervenir en primera persona, en cualquier asunto de interés, fuera cual fuera el contenido o la dificultad del mismo.
Pero a raíz de lo que estamos viendo en los últimos tiempos, ser  mujer e importante en la Sociedad, o al menos en la de nuestro país, debe traer consigo una pérdida considerable de inteligencia y retrotraer a las pocas  privilegiadas que consiguen un puesto de esta categoría, a épocas en las que ni siquiera habíamos obtenido el derecho a votar y aún éramos tachadas de lunáticas y castigadas con severidad, si nos atrevíamos a alzar la voz, reclamando nuestros derechos.
No hay más que mirar alrededor para certificar esto que digo y un repaso por los mayores casos de corrupción descubiertos en estos años en España, bastarán para corroborar que este mal, afecta indiscriminadamente a las mujeres de buena posición, independientemente de su profesión y nivel cultural, como está quedando patente, cuando se les pregunta por las actividades llevadas a cabo por sus parejas, aunque hayan traído consigo un incremento desorbitado del patrimonio familiar, e introducido en sus vidas cotidianas objetos y bienes de valor incalculable, imposibles de explicar, si uno se remite al montante declarado por los interfectos, de cara a la recaudación de Hacienda que obligatoriamente, hemos de hacer todos los españoles.
Princesas, Ministras, Alcaldesas consortes y tonadilleras, por ejemplo, dedicándose como se dedican, cada cual, a actividades tan diametralmente opuestas, coinciden sin embargo, en argumentar ante la justicia un desconocimiento total de lo que venía sucediendo en su propio hogar, mientras  sus cónyuges amasaban ilícitamente inmensas fortunas, ofreciendo a la opinión pública una imagen de estulticia, que las coloca en  un nivel de inteligencia y racionalidad, merecedor de una pensión vitalicia por parte del Estado, adjudicada por ley, a todos aquellos que no alcanzan para valerse por sí mismos, si no es a través de una educación especial, en centros dedicados a estos menesteres e impartida por personal especializado en estas materias.
De otro modo, nadie puede pensar que en un régimen de convivencia normal, se escape a ninguna persona el hecho de que sus cuentas bancarias reflejen de pronto unos ingresos millonarios o que en el cajón de la cómoda del dormitorio, pongo por caso, aparezcan repentinamente fajos de billetes de quinientos euros, sin que nadie te explique su procedencia o que el viejo vehículo que ocupaba el garaje desde hacía más de diez años, se transforme de la noche a la mañana en un Jaguar o las vacaciones a Benidorm, se cambien por incontables salidas al extranjero, a cuerpo de rey y acompañadas de estancias en cadenas hoteleras de alto satanding, sin que haya de por medio un premio gordo de la lotería, ni una herencia inesperada de algún familiar desconocido, que murió en alguna parte, sin descendencia.
Si a todo esto añadimos pasar de comprar como mucho, en alguna boutique de El Corte Inglés, a vestir ropa de alta costura y complementos de esos que los demás no podemos más que mirar en los escaparates de la Calle Serrano, habrá que concluir que todas estas mujeres de que estamos hablando, han sido severamente tocadas por alguna enfermedad mental de gravísimas consecuencias, o por alguna otra razón, decidieron no preguntar mientras disfrutaban de tan desmesuradas bonanzas.
Tontas no parecían, o no habrían tenido la oportunidad de estar en los puestos en los que se encontraban antes de producirse estos escándalos, luego si son los sucesos los que afectaron a su capacidad intelectual, habrá que concluir, en bien del resto de la población femenina, que la fortuna afecta de manera indeseable a la salud y que no conviene nada ser rica.
Pero la explicación más razonable, al menos desde el punto de vista de los que vivimos en estatus mucho más bajos, es la de que estando al tanto de los negocios, decidieron conscientemente callar y saborear las mieles del triunfo mientras duraron, optando cuando llegaron las vacas flacas, por fingir una incapacidad mental que hasta ahora, les va permitiendo escapar al azote de la ley, sin ser imputadas junto a sus compañeros o estándolo en mucho menos grado, lo que traerá consigo sentencias mucho más suaves.
Habrá entonces que concluir que en el fondo, estas señoras son en realidad, inmensamente más listas que sus consortes y preguntarse si la que flaquea en sus planteamientos, es la justicia.



jueves, 7 de febrero de 2013

Libertad de pensamiento



Mientras el ex tesorero Bárcenas declaraba ante el juez y la trama de los supuestos sobresueldos del PP seguía proporcionando ríos de tinta a toda la prensa nacional, cientos de miles de estudiantes tomaban las calles de todo el país, para protestar sonoramente contra la ley clasista de Wert, que pretende transformar la enseñanza pública que tanto esfuerzo costó conseguir, en un coto reservado para hijos de  familias de elevado nivel económico, negando a los de las clases humildes, cualquier posibilidad de acceso a una educación de nivel, independientemente de las aptitudes intelectuales que posean o la voluntad que pongan en conseguirlo.
Empecinado en la idea de lograr una paulatina privatización del sistema educativo y desoyendo las innumerables críticas que su proyecto ha venido recibiendo de todas las partes implicadas en el asunto,  este antiguo tertuliano radio televisivo, cuyas ideas parecen acercarse peligrosamente a las de las corrientes más conservadoras del Partido al que pertenece, se ha decidido por adoptar una postura de constante provocación, que no ha hecho otra cosa que aumentar las iras de la comunidad educativa, que hoy vuelve a demostrar que no está dispuesta a rendirse ni a claudicar ante la posibilidad de regresar a un modelo del año cuarenta, de escuelas practicantes de la segregación por sexos y proselitismo ideológico, a la vez que contrarias a la libertad de pensamiento, que permite a los individuos decidir qué camino quieren tomar, cuando les llega el momento de enfrentarse a la vida.
Con el apoyo de la Iglesia Católica y de las asociaciones de Padres que a ella pertenecen, cuyos hijos suelen proceder en un alto porcentaje, de las escuelas concertadas regidas por las comunidades religiosas, Wert  se ha empeñado personalmente en una labor mesiánica de regeneración educativa, para intentar a la mayor brevedad posible, que desaparezcan de los programas  todas   las materias que de cerca o de lejos, toquen temas relacionados con la capacidad individual de pensar o que ayuden a los alumnos a comprender la diversidad existente en el mundo en que viven, ya sea en el campo de la familia, la política o simplemente, en el entorno ciudadano en que se desenvuelven, en esta segunda década del siglo XXI.
La larga lucha que ha mantenido el PP por retirar de la circulación la asignatura de Educación para la Ciudadanía y el propósito de anular la obligatoriedad de estudiar Filosofía en el bachillerato propuesto en la nueva Ley, confirman a todas luces la intención de privar a la juventud   de cualquier posibilidad de discrepancia que pudiera surgir una vez conocidas  todas las corrientes del pensamiento y evitan, para un futuro, toda oposición con lo que esta formación considera su catecismo.
No es de extrañar que padres, alumnos y docentes, se rebelen unánimemente contra estas pretensiones, sobre todo si van acompañadas de un alto encarecimiento de las tasas que permiten el acceso a las carreras universitarias y un empobrecimiento del sistema de becas que permitía hasta hoy una cierta igualdad de posibilidades para los estudiantes con menos recursos, a los que ahora se intenta canalizar hacia  un régimen de préstamos bancarios similar al americano, pero que difícilmente podrán devolver, a la vista del cariz que está tomando la política salarial que ha puesto en marcha la Reforma Laboral de Rajoy y el cincuenta por ciento de paro juvenil que nos ha traído la crisis de la avaricia.
No debe pues sorprenderse Wert, si allá dónde va es recibido con sonoros abucheos, fundamentalmente porque su reiterada negativa al diálogo, le hace parecer como la persona más intolerante del gabinete de Rajoy y sus continuas salidas de tono, cada vez que se enfrenta a los medios de comunicación, no hacen otra cosa más que avalar los peores temores de quienes le escuchan.
Ahora que todo pende de un hilo y que el PP acaba de descubrir que ningún poder, por fuerte que sea, llega a ser eterno, puede que haya llegado el momento de que el señor ministro se plantee un serio acercamiento a la ciudadanía y una reconsideración en profundidad de todos y cada uno de sus manidos argumentos, porque el mango de la sartén que con tanta gallardía sostenía, empieza a zozobrar empujado por la tempestad reinante a su alrededor y la previsión meteorológica no es para él, precisamente   favorable.


miércoles, 6 de febrero de 2013

El remedio y la enfermedad



Reaparece en escena Esperanza Aguirre, ofreciendo su desinteresada colaboración para remediar todos los males que sacuden a la sociedad española y en especial a su Partido, en el que parecen existir toda una variedad de discursos en relación con el caso Bárcenas y los supuestos sobresueldos, por mucho que se trate de aparentar una calma, a todas luces inexistente, entre los miembros que forman la “gran familia popular”.
Esta interesante obra, que en principio parecía haber sido escrita a espaldas de la ex Presidenta de la Comunidad de Madrid, que abandonó el cargo, todo hay que decirlo, en un momento bastante oportuno, empieza a adquirir un inusitado interés, además del que ya tenía, ahora que el escándalo va dejando al descubierto todos los entresijos que ocultaba, bajo la simulada tranquilidad reinante  en la Sede de Génova.
Dice la señora Aguirre que todo necesita ser regenerado, aunque no aclara qué tipo de regeneración estaría dispuesta a poner en marcha, si su Partido recogiera la mano que ahora le tiende, ni si quizá resultaría imprescindible para ella que Rajoy y todo su equipo desaparecieran de escena para siempre, dejando a su cuidado todo el poder que durante tanto tiempo ansió sin conseguirlo y que ahora le vendría servido en bandeja de plata, aunque solo sea por la sombra de corrupción que pende sobre la cúpula popular y aunque no llegara a demostrarse nunca la culpabilidad de los supuestos implicados.
La experiencia nos dice y en este último año lo hemos podido comprobar en profundidad todos los españoles, que las buenas palabras que se pronuncian en un momento de dificultad extrema y que suelen traer consigo una serie de interminables promesas que aseguran la salvación, termina por llevárselas el viento y suelen ser olvidadas por quién las pronunció, sobre todo si valiéndose de la candidez de los receptores, le suponen un ascenso a posiciones de poder, en las que una vez instalado de forma inamovible, se pierde todo atisbo de memoria.
La trayectoria de Aguirre ha solido estar estrechamente unida a las posturas más recalcitrantes de cuantas existen en el seno del Partido Popular y su aversión personal por Rajoy no coge de sorpresa al conjunto de una ciudadanía, que a menudo ha podido comprobar la  lucha cuerpo a cuerpo que durante años han mantenido, por conseguir un número uno en las listas electorales que llevan directamente a ocupar la Presidencia de Gobierno.
Choca y mucho, que en plena efervescencia del escándalo y cuando aún quedan tantas cosas por aclarar, sobre todo si se da un voto de confianza a la presunción de inocencia, como sería obligación de los correligionarios de los supuestos implicados en el asunto, una líder del peso de la ex Presidenta madrileña, se arriesgue a discrepar con la línea marcada por los suyos con un ofrecimiento de esta categoría, que no hace otra cosa que agravar las sospechas de la sociedad sobre la culpabilidad de los  mencionados en los papeles de El País y aumentar el clima de tensión que se respira en la calle, dejando por los suelos la imagen de su propio Partido y la de todo aquel que tuvo algún cargo de relevancia en él, de veinte años para acá.
La impresión que da, es que a Esperanza Aguirre le puede la impaciencia y que haría cualquier cosa por terminar con la supremacía de Rajoy, incluso aprovechando descaradamente el peor momento de su vida, echando por tierra todas las teorías de conspiración formuladas por los conservadores y que apuntaban directamente al seno de la izquierda y en especial, al líder de la oposición socialista, Alfredo Pérez Rubalcaba.
Sin embargo, la voluntad del pueblo español no pasa por aceptar la regeneración que oferta la ex Presidenta de la Comunidad de Madrid, ni por supuesto, los cambios que traería consigo si consiguiera auparse hasta la Moncloa, culminando así todos sus sueños de grandeza.
Cuando el pueblo español habla de regeneración del Sistema, se refiere a un cambio meditado y profundo que podría empezar por escribir una nueva Constitución y que nada tendría que ver, ni de lejos, con la ideología ultraconservadora que nos ha llevado a esta crisis interminable y podrido todas nuestras instituciones de hedionda corrupción, hasta herir de muerte los mismos cimientos de la Democracia.
El justificado desencanto de este pueblo no desaparecería si Esperanza Aguirre, ni ningún otro político archiconocido, empujara a Rajoy para colocarse en su lugar, para seguir primando los valores de un capitalismo feroz, en contra de los derechos de la ciudadanía. Los seis millones de parados y la necesidad de construir un futuro mejor, no pueden permitirse otro error, de las mismas características que el que se ha venido cometiendo, desde que entre nosotros se ha instalado este despiadado bipartidismo.
Pero haría bien el PP en empezar a mirar hacia adentro y en  centrar sus sospechas de complot detrás de su propia puerta.
A veces, los amigos, son los peores enemigos que un hombre puede tener.



martes, 5 de febrero de 2013

Hartazgo



Como era de esperar, el Partido Popular se ha negado rotundamente a que Mariano Rajoy comparezca ante el Congreso de los Diputados, para ofrecer una larga explicación sobre lo acaecido en el País en los últimos días, a pesar de que el resto de formaciones políticas lo han intentado denodadamente, ávidas por poder hacer legalmente, todas las preguntas que el Presidente ha venido hurtando sistemáticamente a los representantes de la prensa, desde que se destapó el escándalo de los supuestos sobresueldos y su nombre  apareció en los papeles publicados por el País, sin que aún haya ofrecido  una explicación razonable.
La gravedad de la situación, no comparable a ninguna otra conocida jamás  por los españoles, merece sin duda otro tipo de declaraciones que las ofrecidas por Rajoy en la Sede de su Partido el Sábado, a puerta cerrada y arropado por los suyos, o las que ayer se dignó a hacer desde Alemania, salvaguardado por la seriedad militar de Ángela Merkel, cuya oportuna intervención le sirvió de inestimable ayuda, en esta huida que protagoniza, salvaguardado por sus más leales colaboradores, que no paran de lanzar balones al aire, por si alguno fuera capaz de crear por arte de magia, un tema que haga a la ciudadanía apartar la mirada de este que nos ocupa y que no es fácil de tragar, como están demostrando las numerosas acciones de protesta que se ven por la calle.
Casi al mismo tiempo, se ha sabido que el ex tesorero Bárcenas no ha hecho uso de la Amnistía Fiscal de Montoro para blanquear once millones, sino diecinueve, cuestión que ha provocado aún mayor irritación si cabe, y no solo en la clase política, sino también entre las clases populares, a las que ayer mismo se volvía a amenazar desde Berlín, con nuevas políticas de recorte.
Tenemos la sensación de haber llegado a un punto, desde el que ya resulta imposible retornar a la normalidad, sin haber esclarecido antes hasta el más mínimo detalle, todo este entramado de carácter mafioso que se ha apoderado de las esferas políticas españolas, dejándonos en la boca un regusto agrio de ira que ya no se puede calmar, si no se da una regeneración total del Sistema y pagan su pecado mortal de traición todos los que se han atrevido a comerciar con el destino de este País, que  era un lugar apetecible para vivir y se ha convertido en un infierno, debido a las malas prácticas de un elevadísimo número de empleados públicos de alta graduación, que han defraudado hasta el hartazgo la confianza que se les otorgó en las urnas, presuponiéndoles una honradez, de la que a todas luces, carecen.
Los impuestos de los españoles, han sido sistemáticamente malversados, manipulados, robados y evadidos por una enorme familia de desalmados, que en lugar de emplearlos para cubrir las necesidades de toda una sociedad cumplidora con sus obligaciones fiscales, los han “trasladado” a cuentas personales abiertas en paraísos fiscales, sabiendo a ciencia cierta, que difícilmente se les podría condenar por su delito.
No hay gremio que escape a la innumerable red de tentáculos del pulpo de la corrupción, ni estamento que se libre de contar en sus filas con varios de estos malhechores, que a diario colapsan de forma exagerada los juzgados del territorio nacional, sin que tanto encausamiento esté dando, precisamente, los frutos apetecidos.
Jueces, empresarios, banqueros, políticos, deportistas y un largo etcétera de las consideradas personalidades de cierto renombre, hasta procedentes de la misma realeza, han estado yendo y viniendo de acá para allá, manejando desmesuradas sumas de dinero a su antojo y cometiendo con ellas toda suerte de delitos fiscales, sin que hasta el día de hoy, se haya sabido de ninguna sentencia contundente, que haya llevado a nadie a prisión más allá de unos meses y menos aún, que ninguno de ellos haya devuelto lo que robó a la Hacienda Pública, a la que todos aportamos una gran parte de lo obtenido con nuestro trabajo.
¿Qué  pasaría si de pronto, los trabajadores se negaran a presentar la Declaración de la Renta, en una insumisión fiscal sin precedentes, pero comprensible por la indignación que produce saber cuál ha venido siendo el destino final de sus aportaciones?
¿Se daría entonces prisa la justicia en detener, juzgar y condenar a todos y cada uno de los corruptos, llámense como se llamen y tengan la profesión que tengan?
¿Se plantearía entonces Rajoy dimitir, admitiendo el fracaso de su gestión y su reiterada costumbre de hurtar la verdad al pueblo, si las arcas estatales dejan de pronto de contar con la recaudación habitual, por voluntad de los propios contribuyentes?
¿De dónde se pagaría el elevado rescate solicitado para sanear la Banca y qué haría Europa ante una eventualidad de esta índole, que frustrara sus planes de colonización encubierta?
Hipotéticamente, esta podría ser la respuesta que todos hemos estado esperando y aunque la medida en principio, podría parecer algo utópica, su sola mención quizá conseguiría frenar esta sinrazón, dando un motivo a las altas esferas, para reflexionar seriamente  sobre la imperiosa necesidad de cambiar el Sistema.
Puede que todavía no lo sepamos, pero si todo sigue igual, habrá que empezar a aprender qué hacer con el poder de que disponemos cuando nos unimos para lograr un fin, sin tener que esperar a que nadie absolutamente nos dirija.



lunes, 4 de febrero de 2013

Vientos de tormenta



Forzado por las circunstancias de su viaje a Berlín, Mariano Rajoy no ha tenido más remedio que enfrentarse a la prensa esta tarde, sin poder rechazar las preguntas que los profesionales le hacían, sobre su supuesta implicación en el mayor caso de corrupción que se recuerda en España.
La expectación que a nivel mundial ha levantado la terrible sombra de sospecha que se cierne sobre toda la cúpula del Partido Popular, ha conseguido restar importancia a los asuntos que han llevado al Presidente hasta Alemania y se ha convertido en el eje central de una rueda de prensa conjunta, en la que la incomodidad de  Ángela Merkel, resultaba más que evidente.
Empeñado en defender una inocencia que los papeles publicados por El País hacen poco creíble, el discurso de Rajoy ha sido un calco de las palabras pronunciadas en su intervención del pasado Sábado y no han conseguido aclarar a los españoles absolutamente nada sobre una información de la que varios miembros del PP han recocido, en parte, como cierta, pero que en lo que se refiere al asunto de los sobresueldos que afectarían directamente a los nombres más relevantes de su formación, niegan, escudándose en teorías de conspiraciones ocultas, aunque sin apuntar directamente a nadie.
Entretanto, González Pons, el mismo que durante la campaña electoral prometía a los españoles la creación de dos millones de puestos de trabajo, calificaba a Rubalcaba de “politicastro”, por haberse atrevido a pedir la dimisión del Presidente del Gobierno, al considerar que no se encuentra capacitado para llevar las riendas del país y secundado por   otra formaciones políticas y por una gran parte de la ciudadanía.
Por otra parte, Esperanza Aguirre, cuyo nombre no figura entre los afectados por el escándalo, a pesar de su relevancia en el Partido Popular, se desmarcaba de sus compañeros de formación exigiendo luz y taquígrafos en todo lo que se refiere  a este asunto, apelando astutamente, a que los españoles están en su derecho de conocer la verdad y a que la obligación de cualquier político es velar por facilitársela.
A pesar de este clima de fuerte borrasca, Rajoy aún se ha atrevido a insinuar que se encuentra dispuesto para exigir nuevos sacrificios a los españoles, apoyándose en la mayoría absoluta que obtuvo en las urnas hace poco más de un año, pero que a raíz de todo lo ocurrido durante este breve periodo de mandato, podría haber mermado catastróficamente, a juzgar por lo que se oye en las conversaciones de la calle, donde es difícil encontrar a fecha de hoy, a un solo español que  siga confiando en la palabra del Presidente y cuya intención de voto si se celebraran nuevas elecciones, no sería precisamente la de renovarle en el poder y no solo por el escándalo actual, sino por no estar en absoluto de acuerdo con ninguna de las medidas adoptadas durante su estancia en la Moncloa.
Solo pensar en la posibilidad de que pudieran producirse nuevos recortes, agrava en gran medida, el clima de inestabilidad política que refleja la vida cotidiana en España y pone en alerta a una ciudadanía hastiada de ser la víctima propiciatoria de los agujeros que ha dejado la crisis y a punto de estallar por los casos de corrupción que se vienen sucediendo a diario y que han llegado a su punto álgido con la publicación de los papeles del ex tesorero Bárcenas.
Con toda probabilidad, a la prensa le costará sudor y lágrimas conseguir en territorio español, una nueva comparecencia del Presidente y es evidente que la intención del mismo es la de aferrarse al poder con uñas y dientes, mientras no exista una evidencia incontestable de su implicación en el escándalo, aunque aún no sabemos los ases que guardan bajo la manga los medios de comunicación, ni qué queda por publicar, en días venideros, en relación con este asunto.
Corren malos vientos para el PP, cuyos miembros han cambiado a la fuerza su sonrisa prepotente, por un rictus de angustia, al haber perdido cualquier resquicio de credibilidad que pudiera quedarles, tras su nefasta actuación política.
Y eso que aún no saben que esta vez, el pueblo español no está dispuesto a conformarse con vanas explicaciones, excusas o argumentos, ni esta’ abierto a creer en conspiraciones que en el caso de existir, seguramente se habrían fraguado desde dentro.