lunes, 1 de agosto de 2016

Cuando llegue Septiembre


De año en año, cuando llega el momento de hacer una parada más que necesaria en nuestra ajetreada vida, la satisfacción de haber sido capaz de armar un artículo cada día y de haber sido seguida de cerca por incondicionales y aves de paso, que se toparon con mis letras por casualidad, se hace de nuevo evidente y he de confesar que abandono la actividad con pena, sobre todo si como en este momento, la actualidad resulta ser trepidante y no hay manera de saber si dentro de unos pocos segundos sucederá algo inesperado, que transforme en un futuro nuestras vidas, de una u otra manera.
Sin embargo, está bien tener la posibilidad de cambiar de aires y  paisajes, de contemplar y conocer a otras gentes, que de seguro nos enriquecerán con lo que puedan aportar de novedoso a nuestras vidas, guiados, como vamos, por una curiosidad insaciable por aprender y también de enseñar lo que podamos, pues sólo con ese valioso intercambio se logra la complacencia de haber cumplido con un deber, que todos nos imponemos, por decisión propia.
Romper con todo por un corto espacio de tiempo, abandonarnos a la meditación y valorar todas aquellas sorpresas que nos puedan sobrevenir en el viaje y que sin duda, engrosarán nuestro bagaje personal y por ende, el mensaje que transmitiremos después a los otros, se convierte en un modo de evasión que a través de la distancia, nos proporciona una perspectiva mejor que la que podamos tener cuando nos encontramos en el mismo centro del huracán, renovando nuestra capacidad de discernir, entre aquello que de verdad nos importa y lo que nos resulta banal, aunque a primera vista, hubiera parecido otra cosa distinta.
Vamos pues todos, ligeros de equipaje, a emprender camino hacia los lugares que hayamos elegido, solos o en compañía de los nuestros, con la esperanza de encontrar allí aquello que cada cual buscamos y que en algunos casos serán recuerdos de la infancia condensados en las calles y plazas de nuestros pueblos y en otros, la grandiosidad de algún bello lugar en el que nunca antes estuvimos y que ahora conoceremos, por fin, cumpliendo quizá un viejo sueño.
Roguemos, porque nada enturbie la paz en  ninguna parte y fundamentalmente, porque la cordura se imponga a la barbarie que se hace patente a nuestro alrededor con excesiva frecuencia y también, por qué no, porque los hombres y mujeres del mundo encontremos el modo de convivir, salvando y respetando nuestras diferencias, procurando en todo momento hacer esta tierra que compartimos, mucho más habitable y placentera.
Como todos los años, quisiera agradecer, sin pecar de pedantería, vuestra fidelidad al hacer posible el milagro de que este blog subsista, después de tanto tiempo y la impagable decisión de perder un poco de vuestro tiempo en compartir los pensamientos de una persona pequeña que desde algún lugar de España, se sienta todos los días a describir aquello que ve, sin esperar nada más que conseguir mantener viva su ilusión por hacer volar sus palabras, alrededor del mundo.
Cuando llegue Septiembre y volvamos a coincidir, de la manera que lo hacemos, en este anonimato maravilloso que sin embargo, nos une íntimamente a vosotros y a mí, muchos de esos problemas que hoy dejamos abiertos, se habrán solucionado, pues el tiempo y sobre todo, la tranquilidad, suelen proporcionarnos a todos, la mayor parte de las respuestas que recibimos en la vida.
Por favor, sed felices.