jueves, 29 de marzo de 2012

Crónica de la Huelga

Ellos dirán que no ha pasado nada. Los medios de comunicación, cuyas simpatías conocemos, maquillarán la información tratando de hacernos creer que mucha gente fue coaccionada. De nuevo bailarán los números en el recuento de asistentes a manifestaciones y se criminalizará a los portadores de consignas y banderas, abundando en la poca consideración que se tiene con los parados, secundando una huelga.
Ya nos lo sabemos muy bien, siempre es lo mismo. Todo, menos aceptar que se ha paralizado un país y que se ha hecho, en ejercicio de un derecho constitucional, que permite a los trabajadores esta forma de protesta.
Todo, menos admitir el error de estar poniendo al borde de un precipicio a los hombre y mujeres que conforman nuestra sociedad, con unas medidas que los lanzan directamente a una esclavitud solapada, que los priva de una dignidad laboral, ganada a pulso durante varios siglos de esfuerzo continuo.
Todo, menos rectificar a favor de sus conciudadanos, concediéndoles el derecho a decidir qué camino quieren tomar, en esta absurda e interminable crisis, de efectos tan adversos para la vida cotidiana de los humildes.
Todo, menos causar enojo en la clase empresarial, adorada como un becerro de oro, colmada de poderes para decidir el destino de los asalariados, ensalzada en su vanidad, hasta el punto de hacerla creerse heredera de los dioses y fielmente obedecida hasta la sumisión esperpéntica, irrisoria e irracional, por estos políticos, en cuyo diccionario no aparece la palabra no, cuando de dirigirse a ellos se trata.
Todo, en fin, menos la verdad, hasta que ésto se olvide.
Pero la Huelga ha sido un éxito. Pese a quien pese y duela dónde duela. A pesar de ser reprimida con dureza desde el primer momento, la gente ha saltado a la calle y ha gritado, con libertad, que no admite que se le arrebaten sus derechos. Se han paralizado los transportes y han cerrado los comercios, se ha notado en los hospitales, en las escuelas, en las fábricas, en las obras y en unas calles que han cambiado el insufrible tráfico habitual, por miles de personas a pie, en justa demanda de sus reivindicaciones.
Se ha notado en el mismo Parlamento, semivacío por el apoyo, en la hostelería, en los mercados, en las estaciones y los aeropuertos, en los puertos, en los organismos estatales ( aunque se niegue), en las Universidades, en los laboratorios y en todo lo que tenga que ver con un ambiente laboral, que el pueblo quisiera conservar lejos de reformas impuestas por una Europa que asfixia nuestras posibilidades de vida, apoyada por un gobierno inoperante, que accede sin rechistar a todas sus peticiones, sin oír a su propio pueblo.
Ya nos han amenazado con que nada cambiará, y lo esperábamos, viniendo de quién viene, pero las huelgas pueden generar increíbles pérdidas económicas para los poderosos y, a veces, ser un arma de incalculable alcance para los que, realmente, producen la riqueza.
Las huelgas han terminado con las tiranías y los tiranos, han conseguido para los trabajadores avances impensables en épocas anteriores, han cambiado modelos de sociedad, hasta entonces vejatorios para los desheredados de la tierra y han ido matizando un mundo oscuro hasta colocar a las clases más bajas en un nivel, que nunca hubieran querido para ellas, los dueños de las altas esferas.
Menospreciar la fuerza de los trabajadores, restando importancia al fenómeno de la huelga, coloca en una posición bastante retrógrada a quien se atreve a hacerlo y propicia un choque frontal e irreconciliable entre clases, que nos devuelve a siglos atrás, casi a los comienzos de la revolución industrial, como si no hubiéramos avanzado nada en la historia.
Pero los avances son innegables y no se puede ya contar con la ignorancia y el analfabetismo generalizado que los trabajadores soportaban entonces, de modo obligado. La sociedad, afortunadamente, ha adquirido conocimientos y se ha hecho la luz necesaria para poder prescindir del miedo y la superstición, oportunamente utilizados por los capitalistas de entonces.
Ahora pensamos y nos movemos por nosotros mismos. No necesitamos el paternalismo decimonónico de los patronos, ni la tutela de ningún gobierno populista que nos acaricie la cabeza diciéndonos que todo lo hace por nuestro bien.
Hemos aprendido a distinguir, con claridad, las mentiras y sabemos, perfectamente, lo que no queremos, aunque venga envuelto en un estuche ampuloso, que deslumbre a primera vista.
Hoy hemos hecho huelga, de manera consciente, renunciando en muchos casos, a una cantidad de dinero muy necesario para la economía familiar, por nosotros y por nuestros hijos, sin manipulación, sin coacción, o sea, libremente.
Y es, precisamente, la grandeza de esa libertad, lo que molesta a todo aquel que pretende cerrar los ojos a lo ocurrido, no oír las voces de la calle y permanecer enrocado en una posición de violencia que no admite ni el diálogo, ni la rectificación.
Las elecciones andaluzas y asturianas, han sido un aviso de que los votos pueden marcharse a mucha más velocidad de la que llegan. Y esta huelga está siendo otro aviso de lo que puede acontecer, si se desoye la voz popular, sólo en aras del poder y la avaricia.
¡Pobre del dirigente que no cuenta con el apoyo de su pueblo!




martes, 27 de marzo de 2012

Emigrantes de relleno

Hace tiempo que me rondaba la cabeza una simple pregunta: si los españoles están absolutamente desengañados de la política y ninguno de los cabezas de partido alcanza el aprobado en las encuestas ¿quién llena todos los espacios destinados a dar mítines, en cada una de las campañas electorales?
Hoy, un breve en un periódico, ha conseguido arrojar un poco de luz sobre este asunto, despejando de pronto la incógnita y poniendo a la vez, en tela de juicio, la capacidad de arrastre real de nuestros “eminentes políticos”.
Al parecer, el Partido Popular, en la zona del Levante español, se ha dedicado a reclutar masivamente a chinos, rumanos y toda una serie de emigrantes parados, para trasladarlos, a cambio de una cantidad, a los lugares en que se celebraban sus mítines, dando así la engañosa impresión de que sus seguidores eran infinitamente más numerosos de los que, en realidad, acudían por iniciativa propia o por convencimiento ideológico, a las convocatorias de sus pueblos y ciudades.
No se sabe si el ejemplo se ha repetido en otros puntos de España, ni si las otras formaciones han imitado un ejemplo, que ha disfrazado descaradamente las informaciones gráficas ofrecidas, por ejemplo a través de la televisión, dando una sensación absolutamente incierta, al resto de los ciudadanos que contemplaban, desde sus casas, las imágenes de una multitud aclamando a los oradores que todos conocemos.
Influidos por la gran mentira, muchas de las respuestas dadas en las encuestas practicadas, por ejemplo, sobre los posibles resultados de las elecciones andaluzas, han podido ser fruto de la ilusión de que seguir a las mayorías, podía ser una buena actitud para superar una crisis, aunque después, a la hora de votar, los “mitineros de atrezzo”, ni siquiera han tenido la oportunidad de introducir su opinión en las urnas, al no ser ciudadanos españoles, como manda la ley, en estos casos.
Esta clac ensordecedora, que ha vendido, por mera necesidad, su aplauso y su presencia, allá donde les han indicado ir los que manejan el cotarro político, sin duda constituye otra de las grandes mentiras urdidas en los últimos tiempos y no avala, precisamente, a quién la ideó, como el más indicado para estar al frente de una Nación con tan graves problemas.
Hasta dónde se puede llegar para manipular la opinión de los inocentes, es algo que jamás obtendrá una respuesta sincera, cuando del mundo del poder se trata y deja en la sociedad una duda, sobre la sinceridad de sus representantes, difícil de superar cuando se ha de convivir con situaciones tan sucias como éstas.
Por de `pronto, la marea azul no parece que sea tan inmensa y además comete la felonía de aprovechar, precisamente, la necesidad de aquellos a los que pretenden atenazar endureciendo la Ley de extranjería, en un intento más que claro, de que regresen, a la mayor brevedad, a sus lugares de origen.
No importa, sin embargo, utilizarlos primero de relleno en las plazas de toros, colocando una banderita de España en sus manos, como si adoraran las teorías de Rajoy, para hacernos ver que las ideas conservadoras convencen plenamente a gentes de toda condición o lugar. Tampoco importa devolverlos después a la miseria, sin haber hecho nada por suavizar la dura situación que soportan estos expatriados que llegaron al país, en muchos casos, con terribles historias personales, buscando una vida mejor, y a los que, en tantas ocasiones, se ha tratado de criminalizar aludiendo al efecto llamada, que podían provocar en su gente cercana, “robando” el trabajo a los tradicionales padres de familia, que tanto gusta nombrar a la derecha.
De ahora en adelante, estudiaremos con minuciosidad los rasgos de los asistentes a los mítines y no nos dolerán prendas en denunciar situaciones como ésta, como una más de las muchas vejaciones que pueden cometerse contra los humildes, sin que nadie advierta su utilización con fines realmente escabrosos.
Y de los asistentes a cualquiera de estos actos, habremos de quedarnos, con toda seguridad, con un escaso número de personas, verdaderamente interesadas en lo que allí se trata.
Solo falta hacer una ruta por las residencias de ancianos, aunque pudiera ser que también esto se le hubiera ocurrido a alguien con anterioridad.


Nota

Mañana, día 29, me sumo a la Huelga General, en contra de la Reforma Laboral y no publicaré el artículo correspondiente. Un saludo a mis lectores.

lunes, 26 de marzo de 2012

Resaca electoral

Emulando al ex Presidente Aznar, en su reiterada manía de hacer declaraciones cuando se encontraba lejos del País, Mariano Rajoy se ha pronunciado sobre los resultados electorales en Andalucía y Asturias, desde Seul, restando importancia a lo sucedido, que tanto dista de la mayoría absoluta que daban por segura y que deja a Javier Arenas fuera de la posibilidad de gobernar, en la comunidad que siempre se ha considerado como el granero socialista.
Después de cuatro intentos, el líder popular andaluz, que nunca antes había acariciado con tanta intensidad la Presidencia de su Parlamento Autonómico, queda relegado por la coalición PSOE-IU, que formará finalmente gobierno si, como se espera, llegan a un acuerdo de pacto, para frenar el avance de la derecha, en esta parte del país.
Periódicos tradicionalmente ligados a la ideología conservadora, como ABC, abren sus portadas hablando de un estrepitoso fracaso, que en buena lid, debiera retirar inmediatamente de la política activa al candidato del PP, que acaba de perder la mayor oportunidad de su vida para alzarse con un triunfo contundente y que coloca a su partido en una tesitura difícil, con las izquierdas administrando el poder, en la comunidad más grande de España.
Tratar de restar importancia a que los socialistas hayan conseguido superar, incluso, su implicación en los casos de corrupción de los ERE y negar que la Reforma Laboral de Rajoy haya tenido nada que ver con los resultados electorales, resulta cuando menos, grotesco y deja clara una estrategia mal construida, que acaba con la jugada de haber retrasado la presentación de los Presupuestos Generales del Estado, dando por cierta una victoria que, finalmente, ha quedado frustrada por la opinión soberana del pueblo.
Ésto coloca al candidato Arenas en la cuerda floja y debe tener muy enfadada a la dirección del PP, que podría perfectamente reprocharle su incapacidad para convencer a las masas de que el camino emprendido en Noviembre por los conservadores, es el idóneo para sacarlos de la crisis, augurando así, un futuro difícil para la presente legislatura, salpicado de esas protestas populares, que tanto desquician a las derechas.
Pero achacar toda la culpa al líder andaluz no sería exactamente justo.
Las medidas tomadas por el gobierno central han terminado con la paciencia de los electores, que esperaban con ansiedad un remonte inmediato en el problema del desempleo, sobre todo por los discursos, una y mil veces repetidos por el ahora Presidente de la Nación, que se vanagloriaba de tener en sus manos la solución de la crisis y de estar, precisamente, al lado de los trabajadores que durante los años de Zapatero, habían visto caer su poder adquisitivo hasta las cotas más bajas de toda su historia, y que han podido comprobar, después de cuatro meses de mandato conservador, que las resoluciones del ejecutivo anterior podían empeorarse, y mucho.
El acierto de los regidores andaluces, de no hacer coincidir los comicios autonómicos con los generales, pasa ahora una factura merecida a la gestión de la derecha y, en muchos casos, devuelve al redil a un número de votantes, que no habían hecho otra cosa, que castigar a los socialistas por una mala gestión que ahora se ha visto gravemente empeorada por sus sucesores.
El ascenso de IU, como partido representativo de una izquierda más radical, deja claro que los trabajadores han abandonado cualquier esperanza de ser socorridos, en sus desdichas, por nadie que provenga de una ideología conservadora y vuelven a agruparse alrededor de los que siempre fueron sus supuestos representantes, frente a los que manejan el poder económico.
Esta resaca electoral, que recoloca el mapa político español, en espera de que después de la huelga general del día 29, Rajoy y los suyos lleguen a recapacitar sobre la reforma de la esclavitud, podría ser el reflejo de la opinión de una gran parte de la sociedad, que de ser consultada ahora en el resto del país, probablemente respondiera en el mismo tono, en que lo han hecho Asturias o Andalucía.
Rajoy prueba, después de nadar en pura soberbia durante cuatro meses, el duro y amargo sabor de una derrota, dirigida, directamente, contra su lesiva política económica y contra los recortes sociales que tenía previstos, de haberse convertido en el monarca absoluto que esperaba.
Queda avisado.


domingo, 25 de marzo de 2012

La victoria inutil

A pesar de ganar, por la mínima, las elecciones en Andalucía, el Partido Popular mira asombrado cómo todas sus expectativas de gobierno se desmoronan estrepitosamente, ante una posible coalición de izquierdas, que convierte las tierras del sur en un foco de resistencia, frente al gobierno conservador de Rajoy.
Ya habíamos dicho en varias ocasiones que la ínfulas conservadoras eran exageradas, porque Andalucía nunca fue de derechas y también que los votos de las generales habían sido producto de la indignación almacenada contra las decisiones de Zapatero, pero que la mirada crítica de esta tierra milenaria, analizaría con minuciosidad las medidas que se tomaran desde Madrid, asintiendo o desaprobando en las urnas, la gestión que durante estos cuatro meses, llevaran a cabo los populares.
La voz de los ciudadanos ha sido clara y contundente, otorgando la llave del poder en los próximos años a un partido, hasta ahora minoritario, de corte progresista, que a la vez de romper el bipartidismo inexpugnable, trae consigo un giro a la izquierda, que garantiza las prestaciones sociales y que está más cerca de los problemas que azotan a la sociedad, en estos duros tiempos de crisis.
Izquierda Unida, ha dejado al señor Arenas, que ya saboreaba con cierta soberbia una victoria sobrada, con dos palmos de narices y ha tirado por la borda, nuevamente, sus sueños de poder, colocándolo, no ya en manos de la social democracia de los socialistas, sino en pos de una política más radical contra su formación, de la que podría considerarse enemiga ancestral e irreconciliable.
La Reforma Laboral de Rajoy, ha empezado a pagar su precio y las masas populares, tan ignoradas por las altas instancias, en esta etapa de dictadura financiera, retoman la grandeza de la democracia, haciéndose oír de la única manera que pueden: a través de las urnas.
De nada ha valido la campaña populista con la que los líderes conservadores se han dedicado a recorrer a pie los pueblos y barrios de Andalucía, intentando convencer a sus habitantes de que formaban parte de las clases populares, ni la estrategia de propagar una especie de cambio necesario que les convirtiera en monarcas absolutos de la nación, ni la más que posible manipulación de las encuestas, dando por hecho un triunfo, que impulsaba al ciudadano a la desidia de no acudir a las urnas, ni la renuncia a debatir con los otros contendientes, a los que ya consideraban de antemano, perdedores que no merecían su atención.
Esta victoria inútil, que no les permitirá gobernar, es la cura de humildad necesaria para no dar por sentado nada de antemano, una lección magistral de que la voluntad de los pueblos es indomable y una prueba de que la manipulación no es posible cuando hace tiempo que se salió de la ignorancia.
Tendrán que reflexionar sobre la pérdida de cuatrocientos mil votos en Andalucía, en sólo cuatro meses de gobierno, y andarse con cuidado sobre posibles medidas futuras, sabiendo ahora que aún les queda algo de oposición en esta tierra.
La sombra de la huelga general, que dentro de sólo cuatro días ensombrecerá las calles de nuestros pueblos y ciudades, tiene hoy su mayor aliado en estos resultados electorales, tan poco esperados por los que ya creían poseerlo todo. Los trabajadores y los parados del país, han empezado hoy a contrarrestar la política inaceptable que se nos impone por decreto, dejando bastante claro que esta batalla puede ganarse y que hay herramientas para hacerlo.
El rostro taciturno de Javier Arenas mientras “celebraba” su victoria, no necesita más ilustración que la que ya ofrece por sí mismo. Quizá haya aprendido hoy que las predicciones nunca tuvieron base científica y que la alegría puede transformarse, en un instante, en amargura, sólo con dar algunos pasos en la dirección incorrecta.
Ahora esperamos que la sed de venganza no se imponga sobre la razón y que los andaluces no se vean privados del “favor” de Madrid, por su decisión de haber discrepado abiertamente de los dictámenes de sus dirigentes. Ya se vivió, con Aznar, una situación como ésta y, todavía, a la vista está, sus herederos lo están pagando.

Sin tirón

La escasa participación en las elecciones autonómicas que se están celebrando este Domingo, no deja de ser una prueba del hartazgo real que soporta la población y de la poca confianza que últimamente generan los políticos, con sus vanas promesas pre- electorales, que ya se presuponen incumplidas, aún antes de saber los resultados de los comicios.
A punto de cerrar los Colegios, e independientemente de quién resulte ganador, andaluces y asturianos han preferido pasar el día en la grata compañía familiar y han abandonado, en gran número, al bipartidismo feroz, dando una sonora bofetada en la cara de unos representantes, que sólo han dado muestras de una manifiesta inutilidad para solventar la gran crisis que nos afecta y de una excesiva propensión a una corrupción generalizada, que el pueblo no está dispuesto a perdonar.
Defenestrados por su propia insolvencia, y a pesar de que dentro de un par de horas, todos empiecen a festejar triunfos, sería conveniente tomar en cuenta la abstención como un fenómeno creciente, que viene, de algún modo, a reagrupar a un número importante de personas, que de este modo expresan su descontento con todos los partidos políticos y plantea, con su actitud, la posibilidad de un cambio de modelo de sociedad más ventajoso para quienes, en definitiva, la forman y la mantienen con sus aportaciones económicas y su trabajo diario.
En esta búsqueda feroz por obtener mayorías absolutas, la voz dormida de quienes han decidido no apoyar ninguna de las opciones partidistas del arco político, de tener representantes visibles, sería mucho más poderosa que la de cualquiera de los líderes conocidos, y, por tanto, merecería ser oída también, por su fuerza, en las instituciones.
Sin tirón y prácticamente desinflados por todos los casos que los implican en acciones económicas que acaban en los tribunales y por las terribles medidas que se han ido tomando en los últimos tiempos, las cabezas pensantes del arco parlamentario, han perdido la guerra, por destacar como líderes carismáticos ante la ciudadanía, y habrán de conformarse con gobernar con pocos votos, muchos de ellos fruto del rencor y no de ninguna de las ideologías que representan.
Con los ojos puestos en la huelga del día 29, los trabajadores y los parados de este país, no están para celebraciones de ningún tipo, y menos para unirse a los pasacalles organizados por los militantes de ninguna tendencia.
Lo único que ahora importa es parar en seco la reforma de la esclavitud y volver a sentir que somos dueños de la dignidad necesaria para poder vivir un futuro mejor que el que nos ofrecen..

jueves, 22 de marzo de 2012

Carta abierta a Javier Arenas

Como nunca tendré oportunidad de conocerle, utilizo este medio para enviarle un mensaje personal, que de otro modo, me sería imposible hacer llegar a sus manos.
Empezaré diciendo que soy mujer y madre de dos hijas. Por tanto, me siento directamente aludida por las declaraciones que usted hace al diario El Mundo, en las que propone una serie de ayudas para nosotras, que según su opinión, nos colocarían en un lugar de privilegio y con las que seríamos infinitamente más felices.
Este lugar no es otro- para usted- que el hogar, donde podríamos realizarnos ejerciendo el papel de esposas y volcándonos en la educación de nuestros hijos, haciendo así posible la recuperación de unos valores que nunca debieron perderse.
Como no soy ni seré jamás fanática de nada, ni me dejo manipular por tendencia política alguna, considero que mi opinión podría, quizá, servirle como representativa de la de una mayoría de mujeres españolas y me dispongo a dársela, porque creo, sinceramente, que necesita un poco de luz en la ceguera que padece y también una dosis de contacto con la realidad del mundo en que vivimos.
Por si no se ha enterado, hace tiempo que las mujeres empezamos a ocupar un espacio propio, personal y profesional, al que hemos llegado por nuestro esfuerzo y valía, con plena independencia, en todos los sentidos, de las antiguas tutelas maritales, que no eran otra cosa que un modo de represión brutal para nuestras aptitudes intelectuales y psíquicas. Gracias al tesón de nuestros padres, empezamos por tener un acceso, hasta entonces casi vedado, a los círculos universitarios y a adquirir una formación que nos iguala de tú a tú, con los que, como usted, parecen haber tenido “la suerte” de nacer hombres.
Afortunadamente, en el momento actual, estamos emancipadas y somos capaces de mantenernos a nosotros mismas, ejerciendo la profesión, que la libertad que nos proporciona el Estado democrático, hemos elegido, en muchos casos, superando las expectativas de infinidad de hombres, que quedaron en el camino, por propia voluntad, o por una cuestión de menor capacidad intelectual, que no les permitió acceder a puestos más altos.
Si usted, que pretende llegar a ser el nuevo Presidente de la Comunidad Autónoma de Andalucía, llega a su nuevo recorrido político con estas opiniones y entre las medidas que piensa adoptar se encuentra la intención de devolver a casa a las miles de andaluzas que, en razón de igualdad, salen a trabajar cada mañana, ya le digo que será difícil que cuente con ningún voto femenino y , probablemente, tampoco con el de miles de hombres, que hace tiempo que empezaron a considerar a las mujeres como compañeras y no como siervas.
Nada tienen que ver en esto los valores familiares, que más que desaparecer por el hecho de que la mujer trabaje fuera de casa, se enriquecen con las aportaciones que puede dar la riqueza cultural adquirida, lejos de la fregona y las cazuelas.
Tal vez el próximo paso que usted de, sea el de sugerir, que al ser las universidades deficitarias, sólo puedan acceder a ellas los hombres, cosa que vendría muy bien a los intereses perseguidos, pues a los ignorantes, se les maneja mejor que a las personas formadas, que no suelen permitir que se las discrimine, sin protestar enérgicamente contra ello.
Señor Arenas, el modelo de familia al que usted se refiere, y que probablemente coincidirá con el suyo, no responde en absoluto, a lo que solemos encontrar cada día en las calles de nuestras ciudades y pueblos, desde hace muchos años.
Afortunadamente, la mujer ya no se encuentra atada a la pata de la cama y ha alcanzado cotas de libertad que le permiten decidir con quién quiere compartir su vida y de qué modo quiere hacerlo, si quiere tener hijos o no, si desea sacarlos adelante sola o en compañía de una pareja, hombre o mujer, y no tiene por ello, que pasar forzosamente por la vicaría, ni mucho menos, renunciar a su vida profesional, que puede armonizar plenamente, con el modelo familiar elegido.
Su visión decimonónica de este asunto, es absolutamente impropia de un líder de cualquier partido moderno y resulta absolutamente ofensiva para cualquier mujer, sea cual fuere su edad, clase social o creencia, si es parte de la vida actual y se enorgullece de pertenecer a su sexo.
No hace falta ser feminista radical para recomendarle que actualice su posición ante la vida y aconsejarle que sería recomendable, para usted, una retirada inmediata del mundo de la política, ya que no ha sabido crecer mentalmente con los tiempos y se encuentra en una tesitura nada apropiada para quien aspira a representar, también, a las ciudadanas de un país como el nuestro.
Como habrá podido comprender, no podrá usted contar con mi voto y si sale elegido, tenga ya por seguro que usted nunca será mi presidente. No quiero la clase de ayuda que me ofrece y me parece hasta escabroso su atrevimiento, al realizar declaraciones como éstas, en un periódico de tirada nacional.
Si todos sus compañeros de partido están de acuerdo con estos pensamientos, quizá debieran empezar por devolver a la calidez de su hogar a personajes como Dolores de Cospedal, Soraya Saenz de Santa María, o Esperanza Aguirre, que son símbolos de su formación, aunque, a la vez dicen defender esos valores tradicionales, que a ustedes tanto gustan,
Puede que a ellas les convenzan las explicaciones que usted se atreve a dar sobre el futuro de las mujeres y acepten de buen grado cambiar los mítines por la fregona, en sacrificio personal para sacar de la crisis, a los padres de familia que militan en un partido llamado INEM.
Imaginando el futuro que nos aguarda, si usted llega a ser Presidente de la Junta Andaluza, no nos queda otra opción que empezar a temer que los pocos empleos que lleguen a crearse, habrán de ser necesariamente para los hombres, lo cual nos llevaría a una situación que ya se vivió en España alrededor de 1940. Tal vez le gustaría, también, volver a implantar los principios fundamentales del movimiento.

miércoles, 21 de marzo de 2012

Xenofobia en la escuela

Me despierta el sobresalto de una noticia que me parece oír entre sueños, pensando, por un momento, que no puede ser cierta, en ese extraño estado que produce el tránsito humano hacia la realidad.
La información procede de la Generalitat Catalana, que parce albergar la pretensión de que el Gobierno Central pague los gastos originados por los estudiantes que provengan de otras Comunidades Autónomas del país, en un intento de sufragar el déficit de las Universidades que regentan, con los impuestos de todos los españoles.
Ya sabíamos que el señor Mas y sus correligionarios se declaraban abiertamente nacionalistas y que todas sus gestiones iban siempre encaminadas a una exaltación permanente de un sentimiento plenamente catalanista, pero esta pretensión suya, de llegar a hacerse realidad, introduciría un peligroso elemento xenófobo en la escuela, estableciendo un factor discriminatorio, nada recomendable, colocando a una parte del territorio en una posición demasiado favorable, con respecto a las que habitamos los demás ciudadanos, de lo que, todavía, es este país.
Hemos de incidir nuevamente, sin que haya otro remedio, en la manifiesta cerrazón mental que acarrean los nacionalismos a quienes los practican, cuando se dejan arrastrar por ellos hasta límites que rayan en un fundamentalismo, que empieza a establecer diferencias entre las personas, por el mero hecho de pertenecer a una franja territorial, aunque esta fuera la más poderosa de la tierra.
Establecer barreras económicas que imposibiliten el acceso a las Universidades Catalanas de aquellos que, por la razón que fuere, hubieran decidido formarse en ellas, sea cual sea su lugar de procedencia, impide a la vez, que buenos cerebros puedan, tras terminar sus estudios, establecerse en Cataluña, privando así a su propia comunidad, de poder gozar de excelentes profesionales, cuyo trabajo repercuta en beneficio del bien común.
El radicalismo que demuestran los promotores de esta absurda medida, no cuenta con que, en un futuro, también sus estudiantes podrían encontrar dificultades para matricularse donde decidan, en justo pago a lo que su gobierno hace con los otros y los condenaría a moverse en una especie de gheto académico, que coartaría su libertad para recibir una educación universal, a la que, desde luego, todos tienen derecho.
Mientras los ciudadanos del mundo se proponen derribar cuanto antes las fronteras, para poder acceder a mayores beneficios, sin cortapisas ni yugos represores, estos nacionalismos exacerbados, van cerrando en torno a sí mismos, un círculo cada vez más pequeño, que impide a los hombres crecer, en toda la intensidad que permite, no establecer diferencias culturales, ideológicas o idiomáticas.
Se pierden toda la amplitud de miras que da no hacer distinciones con los demás, aprendiendo las cosas buenas de todos y agradeciendo cualquier aportación que cualquier otro pueda ofrecer, pero quizá, en la pequeñez mental que demuestran, no quepan en ellos, conceptos universales que engrandezcan a la humanidad.
Incomprensible en el SXXI

martes, 20 de marzo de 2012

Hablando de morosos

Los españoles no merecemos el trato que nos dan los políticos.Primero nos embarcan en una aventura dulce de despilfarro y vida alegre, en la que nos hacen creer en que es factible acercarse al poder adquisitivo de los ricos, para después dejarnos despeñar por el precipicio de la desesperación, al volver a la cruda realidad de saber que todos aquellos créditos, que tan fácilmente nos habían concedido los bancos, se convierten en imposibles de pagar, cuando de la noche a la mañana, nos quedamos sin empleo y, por lo tanto, sin los recursos necesarios, para hacer frente a las innumerables deudas, que durante años nos habían consentido.
Al prolongarse la situación, es fácil imaginar que no paran de subir los índices de morosidad, y que sin esperanza alguna de futuro, estas listas macabras seguirán aumentando numéricamente, sobre todo desde que el despido libre es un hecho y no hay manera de atajar el problema del desempleo, ni por supuesto, de recuperar la dignidad salarial que, hasta hace sólo unos años, habíamos ido consiguiendo con enorme esfuerzo.
Naturalmente, los medios de comunicación cumplen con el deber de informarnos periódicamente de la progresión de esos índices de morosidad y parecen convertirlo, exclusivamente, en un problema relacionado con el ámbito de las familias, como si los ciudadanos hubieran decidido, por propia voluntad, abandonar el buen hábito de saldar sus deudas y hubieran aprendido a convivir con ellas, de manera natural y sin sobresaltos.
Huelga decir que no es así, que detrás de cada moroso hay una dolorosa historia de impotencia, que refleja fielmente la dramática situación en que se mueve una gran parte de un país, que llora desconsoladamente la pérdida de una época mejor, sin confianza en poder solucionar nunca, aquello que ahora, le parece una pesadilla que le perseguirá de por vida.
Y sin embargo, los ciudadanos morosos no emprenden solos este viaje, ni son sus deudas las más importantes en la economía general. Los más grandes deudores, actualmente, son, y en cantidades astronómicas, fundamentalmente los Ayuntamientos y también, en menor medida, otros organismos oficiales, a los que nadie se atreve a culpabilizar o reprochar su falta de previsión en este asunto.
Y mientras el ciudadano convive a duras penas con su triste realidad, en una soledad legal que raya en la más estricta injusticia, estos morosos profesionales de la clase política, aún se atreven a utilizar los escasos recursos públicos en insuflar ayudas millonarias que palien la escandalosa verdad en que, los incontables casos de corrupción han dejado a los Consistorios de nuestras ciudades y pueblos.
Ningún listado nos da cuenta de hasta qué punto llegan esas deudas, ni esclarece los motivos reales de la ruina colectiva que nos azota, más que en las leves insinuaciones que se hacen desde los púlpitos mitineros, cuando, en un cruce de acusaciones, los partidos se dedican a criminalizar las acciones de sus oponentes, sin que al final, esto suponga una solución directa al auténtico problema de fondo.
El vergonzoso endeudamiento en que se encuentran las principales ciudades, como Madrid, Barcelona o Valencia, habla por sí mismo de la desastrosa gestión de sus gobernantes y de cómo el dinero que, religiosamente, se ha recaudado de los contribuyentes, o ha sido funestamente invertido, o se ha esfumado a los paraísos fiscales, en los maletines de algunos señores de corbata, de ésos que después se atreven a reclamar nuestro voto, en una demostración espléndida de que la avaricia no tiene límites.
Si por la sociedad fuera, ni un solo céntimo de sus impuestos tendría que ir a solucionar los problemas de estos despilfarradores profesionales, aunque los Ayuntamientos acabaran por hundirse, como merecido castigo a sus gestores.
Donde tendría que ir el dinero, es a paliar los problemas familiares de los morosos de poca monta que son parte de una ciudadanía a la que se engañó miserablemente con aquellos delirios de grandeza.
Nosotros, somos las víctimas de la enorme estafa perpetrada impunemente por nuestros políticos, a favor de un ficticio estado de bienestar, que al final, ha traído estas consecuencias.
Reformar el Código penal, para que cada cuál asuma su culpa, en la medida en que marque una ley igual para todos, debe ser prioritariamente exigido, por quien, desde su inocencia, es injustamente acusado de un delito que no comete por voluntad propia y, desde, luego, cabría también pensar, hasta que punto es de recibo seguir contribuyendo con nuestros impuestos al descontrol económico de los Ayuntamientos.
Y de lo que verdaderamente debíamos ser puntualmente informados, con minuciosidad, es de la evolución que toman estos organismos en su gestión, una vez recibidas las ayudas benefactoras, que el generoso gobierno popular ha decidido otorgarles, no vaya a ser que también caigan en manos de algún otro avispado, que las utilice, de nuevo, para enriquecimiento personal, como si el dinero de todos ffuera en un cheque expedido a su nombre.

lunes, 19 de marzo de 2012

Papelotes

Me encuentro esta mañana el buzón de casa lleno de propaganda electoral, de todo signo y condición, personalizada con los nombres de cada uno de los miembros de mi familia, y sin ahorrar en detalles coloristas, claramente dirigidos a atraer la atención del personal, si su intención de voto aún no estuviera decidida.
Agarro uno de esos cabreos mayestáticos sólo con pensar en el gasto empleado en estos menesteres, con la que está cayendo en el país, y me tomo la licencia de depositar de un plumazo en la papelera tan contaminante propaganda, aún a sabiendas de que, seguramente, parte de su costo ha salido de mi propio bolsillo.
No me molesto en leerla, porque mi confianza en los políticos no está, precisamente, en su mejor momento y porque hace ya tiempo que me resulta bastante desagradable comprobar, que ninguna de las cosas que prometían en estos panfletos que nos envían a domicilio se ha cumplido y que, además, una vez obtenido el resultado que de nosotros, pobres votantes, se esperaba, volvemos a ser un cero a la izquierda al que nadie presta atención, hasta unos próximos comicios.
Toda esta parafernalia propagandística, que adorna las calles con los rostros super retocados de los cabezas de lista y salpica las ciudades de mítines, ahora aparentemente improvisados, muy al estilo de los norteamericanos, acaba por resultar excesivamente caro para el contribuyente, al que luego basta con volver a subir los impuestos, para sufragar estos gastos, mayormente inútiles en sí, pues quién más y quién menos sabe muy bien cuál es su tendencia y a quién votará, volviendo a perdonar nuevamente los desmanes cometidos, en los últimos cuatro años.
A lo mejor han sacado el dinero de la partida de gastos militares, ya que este año se ha decidido suprimir el desfile del día de las fuerzas armadas, y los actos sociales que conllevaba la celebración de este acto, con la familia real a la cabeza y toda la corte política y sus respectivos acompañantes.
Pero, aunque así fuera, no está la nación para despilfarro alguno y sería bueno, por una vez, prescindir de propagandas hueras, que no hacen otra cosa que ocupar sitio en las papeleras públicas, sin que nadie se moleste en prestar atención a los manidos contenidos que guardan los sobres de los partidos, ni en mirar siquiera los nombres de unos señores que, en todos los casos, menos en los de los cabezas de lista, son mero ornamento sin voz ni voto, que se limitan a estar sentados detrás de sus líderes, asintiendo a cuanto dicen cada vez que pronuncian un discurso y aplaudiendo a rabiar cuando terminan, como si sentaran cátedra cada vez que se dirigen a una audiencia.
De lo verdaderamente importante, que es el paro que nos azota, todos hablan, aunque nadie consigue reducirlo. No es de extrañar, si se utilizan los dineros presupuestados en fiestas como la que nos ocupa, en lugar de emplearse en crear, aunque sea de uno en uno, puestos que saquen de las listas del INEM a los sufridos españoles, cuya paciencia está a punto de agotarse, sobre todo ante la ineficacia que en este problema demuestran, todos y cada uno de sus representantes.
El Domingo, si nada se interpone, iremos los andaluces a las urnas y ya se verá cuál será el resultado de las votaciones, con o sin propaganda electoral de por medio y únicamente guiados por nuestras conciencias.
A ver si se enteran de una vez que hemos crecido y que no nos hacen falta tutores que nos guíen como a corderos hacia los colegios electorales, porque hace tiempo que aprendimos a pensar y a decidir, sin la influencia de ninguno de ellos.


La otra primavera

Empieza a oler a Primavera, en uno de esos años inciertos, en los que las preocupaciones más elementales, parecen restar importancia a estos pequeños detalles de la vida, que nos alegran cuando los tiempos son más proclives a la esperanza.
El discurso ensordecedor de la campaña electoral andaluza, sigue su curso habitual de ataques frontales entre contendientes, sin que ninguno, verdaderamente, ofrezca una salida creíble al durísimo problema que está dejando en la pobreza a las familias de nuestro país, si no es pasando por una serie de drásticas medidas, que más que ayudar, parecen arrastrarnos a un futuro peor, al que no queremos llegar, de ninguna de las maneras.
La gente empieza a liberarse de las ropas y también de los prejuicios que los mantenían atados a un crudo invierno emocional y su despertar los arrastra a las calles para manifestar un descontento generalizado, con un fuerte sabor a indignación, que no hace otra cosa más que exponer a los cuatro vientos su hartazgo por ser manipulados por una naciente clase de políticos poderosos, nada en consonancia con las necesidades de sus pueblos.
Hay ambiente de huelga general exitosa, con independencia de quién la convoque, y aún más, si el resultado de los comicios da como vencedor al PP, que empieza a ser muy cuestionado en sus propios feudos, como pudo verse ayer en las fiestas valencianas, en otro tiempo propicias al lucimiento personal de sus líderes, botando en el balcón del Ayuntamiento, en olor de multitudes.
El periodo en que les ha tocado gobernar, podría decirse, que se ha caracterizado, fundamentalmente, por su intensidad y ha provocado un desgaste importante, que empequeñece el protagonizado por su antecesor Zapatero, al que tan duramente criticaron mientras ejercían aquella oposición desleal, de la que ahora no quieren acordarse.
Están inquietos, porque no queda claro que el veterano Arenas sea, ni aún contando con el caso de los ERE, capaz de acabar con la supremacía socialista en la Comunidad más grande de España, y sacan del arcón sus mejores galas, dejando perlas impagables en su discurso mitinero, como la que afirma que el PP es el partido de los mismos trabajadores, a los que degüellan con sus medidas y recortes, convirtiéndolos en esclavos.
Sólo sus socios catalanes parecen comprender y apoyar el devenir de su nefasta política, cayendo en los mismos errores que deterioran la imagen de esta derecha soberbia, que cree tener la guerra ganada porque se alzó con el triunfo, en unas elecciones de rabietas mayestáticas y de votos de castigo, de los que muchos se han arrepentido ya, a sólo unos meses de haberlos depositado en las urnas.
Brama la ultraderecha contra los disidentes, a los que aún llaman rojos en la intimidad, y se preparan para modificar a su favor la ley de huelga, incluso antes de saber si el pueblo responderá a la llamada de unos sindicatos bastante deteriorados, por su complacencia con los poderes que los subvencionan,
Nadie puede saber qué pasará, pero en previsión de males mayores, conviene seguir recordando que todavía conservamos un mínimo de dignidad y, mientras nos dejen, habremos de continuar alzando la voz en nuestra propia defensa, tan abandonada últimamente por los que, en realidad, debieran representarnos, sobre todo para que podamos conservar una serie de derechos, que costaron sudor y sangre, a lo largo de varios siglos de lucha.
Si llegara también la primavera a nuestros corazones y pudiéramos abandonar la oscuridad que nos impone la contaminación del ambiente político, tal vez el concepto de hombre podría recuperar su sitio, en esta época de discordia, que le condena, sin remisión, al fracaso y al silencio.

jueves, 15 de marzo de 2012

La violencia lícita

La noticia de que ningún policía será expedientado, por los incidentes en la manifestación de los estudiantes de Valencia, corta con un cuchillo helado las conciencias de los españoles de bien y nos advierte de que, de ahora en adelante, se impone un tipo de violencia lícita contra nosotros, cada vez que nos atrevamos a discrepar, de cualquier decisión tomada por este gobierno.
A pesar de los cientos de testimonios gráficos que desvelaban la brutalidad de la carga policial ejercida, en muchos casos contra menores, se decide pasar página, sin dar importancia al incidente y desde el ministerio, se ignora la gravedad de las lesiones de muchos de los heridos, dando por bueno un tipo de represión, que ya creíamos olvidada, desde los años del franquismo.
A sabiendas de que se avecina un periodo de nutridas protestas, el gobierno de Rajoy se atreve a mantener un pulso tácito con los ciudadanos, esbozando una idea de lo que podemos encontrar en las calles, si finalmente nos agrupamos para manifestar cualquier tipo de desacuerdo con su política y nos augura una total indefensión, si persistimos en la actitud de no ceder a la presión que sobre nosotros ejercen las fuerzas del poder, con sus continuadas agresiones sobre nuestros bien ganados derechos.
Esta violencia lícita, permitida y alimentada por el poder, que trata de disuadir por medio del miedo y nos convierte en disidentes perseguidos en nuestro propio país, atenta directamente contra la razón de cualquier territorio democrático y vuelve a abrir una brecha entre la ciudadanía y las fuerzas del orden, a las que desde hace tiempo, contemplábamos como parte de nosotros mismos.
Se camina hacia atrás, si las órdenes dictadas desde arriba llevan directamente al ataque sobre manifestantes indefensos, aplaudiendo la saña que hemos podido contemplar en los reportajes ofrecidos por todas las televisiones del mundo y que de nuevo colocan a nuestro país en el punto de mira de los que nunca creyeron, verdaderamente, en el éxito de la transición, resucitando fantasmas de un pasado todavía cercano, que, tristemente, aún recordamos con claridad, los que tenemos cierta edad.
Ateniéndonos a las últimas declaraciones de los líderes del PP, que culpabilizan a la izquierda de sacar a la gente a la calle como demostración de fuerza contra su llegada al poder, podría pensarse que aún quedan bastantes interesados en recordar el concepto de las dos Españas y que, en cierto modo, estarían dispuestos a retomar el viejo enfrentamiento, que ya nos queda tan lejano en el tiempo y a pesar de que este país se ha declarado abiertamente pacifista en multitud de ocasiones, han bastado dos o tres ejemplos de discrepancia, para desatar esta forma de intimidación, que viene secundada desde arriba, a juzgar por la impunidad en que quedan los que la ejercen.
Y aunque la verdad es que la indignación ciudadana no procede de ninguna formación política, sino del descontento generalizado que provoca la injusticia de estar pagando culpas ajenas, se continúa haciendo creer que los que se unen a estos actos de protesta, están siendo permanentemente manipulados, como si los hombres y mujeres del SXXI no fueran capaces de pensar por sí mismos, ni de tomar decisiones importantes, en relación a aquello que consideran lesivo para sus derechos.
Vaya quedando claro, que con represión o sin ella, no está haciendo el señor Rajoy nada que beneficie a su pueblo y que además, incumple diariamente toda la ristra de promesas electorales que mantuvo en sus apariciones públicas, cuando aún no se había hecho con las riendas del poder.
Desde que llegó, hay más parados, somos más pobres, estamos mucho más desprotegidos ante los delitos, se han terminado las prestaciones sociales, somos aún más esclavos del eje franco-alemán, trabajamos más horas, nos jubilamos más tarde, tenemos menos personal sanitario que nos atienda y menos maestros que nos eduquen y se nos agrede físicamente y con dureza, si osamos salir a la calle a protestar por algo.
Hay que reconocer que ha llegado el cambio, pero a mucho peor.



miércoles, 14 de marzo de 2012

Un acuerdo lesivo




Por si alguien lo dudaba, la postura de los nacionalistas catalanes de CIU sigue girando a la derecha y ahora, con la aquiescencia del PP, saca adelante el copago sanitario y la tasa turística.
La política hace curiosos amigos, en función de los intereses, y aquellos que antaño tanto renegaron de la negativa de los conservadores al Estatuto catalán, se alían ahora con los que fueran sus más feroces enemigos, dejando atrás las abismales diferencias que parecían separarles, sin otra explicación, que la de conseguir mejoras financieras para su comunidad autónoma.
Esto de escribir noticias a diario, acaba por convertirse en un tesoro que guarda celosamente los acontecimientos que se van dando en un país, dejando una especie de archivo, para la posteridad, que no permite que se pasen por alto curiosos fenómenos, como el de esta repentina alianza entre nacionalismos de países distintos, y que pudiera parecer, con sólo echar la vista atrás, algo inimaginable para los que aún cometen el error de confiar en la honradez de los políticos.
Ya habían tenido sus idilios estas dos formaciones, cuando el ex presidente Aznar confesaba que hablaba catalán en la intimidad y su romance con el President Pujol se convertía en un tema recurrente para los muñecos de guiñol, que tan buenos ratos reportaron a los espectadores con su sarcástico gracejo, pero después pareció que las diferencias irreconciliables que sostenían en determinadas materias, casi siempre en relación con la feroz catalanidad de los convergentes, evitaría que, en el futuro, pudieran llegar a acuerdo alguno, a pesar de que su ideología de fondo es, verdaderamente, muy parecida.
De todos es sabido, sin embargo, que el tiempo acaba por cerrar las heridas, sobre todo cuando el trasfondo de la reconciliación va en relación directa con algún tipo de incremento económico y, por tanto, no es de extrañar que si las promesas del gobierno central se han encaminado a favorecer, en sus exigencias, a ésta Comunidad Autónoma en concreto, las rencillas del pasado hayan sido inmediatamente enterradas y éste sea el comienzo de una hermosa amistad.
Al final, son los partidos nacionalistas los que acaban obteniendo mejores resultados en el marco político, en cuanto se convierten en la llave que resulta imprescindible, para abrir determinadas puertas y nunca han tenido ningún rubor en acercar posturas con los que ostentan el poder, sin que importe demasiado su ideología, y mucho su intención de corresponder con determinadas prebendas.
De todos modos, esta alianza empieza a poner en peligro el sistema sanitario español y podría convertirse en el comienzo de la privatización paulatina añorada por el PP, pudiendo trasladarse al resto de España este modelo, más cercano a los del resto de Europa, pero mucho más perjudicial para los intereses del pueblo.
Empecinados como están los conservadores en acabar con la socialización de la Sanidad y la Educación, el siguiente paso, tras las elecciones Andaluzas, probablemente consistirá en extender el acuerdo, a aquellas comunidades en que no necesite apoyos para ser implantado, burlando así la voluntad de los españoles, de seguir disfrutando de una Seguridad Social, enteramente gratuita.
La voz de la calle, es, una vez más, desoída sistemáticamente por nuestros gobernantes y manipulada a favor de los intereses económicos, por encima del bienestar de los ciudadanos, a quienes deben, en su totalidad, haber llegado al poder.
Los catalanes empiezan a pagar, con este acuerdo, haber depositado su confianza en los nacionalistas, que secuestraron sus votos con promesas de afianzar una identidad, que de poco servirá si su calidad de vida empeora y el área de lo social es desatendida, como parece que está pasando, desde que CIU se hizo con el mando y dejó clara su vinculación con las derechas.
Las izquierdas, que se desvivieron por sacar adelante el Estatuto Catalán, acaban de quedarse perplejas con la utilización que están dando los nacionalistas a su poder.
Y a nosotros, sólo nos queda esperar un poco más, para ver cómo se desmorona nuestro sistema sanitario y empezar a pagar-poco o mucho- cada vez que necesitemos servicios médicos, en cuanto la norma se generalice en el país.
Demos las gracias a quién las merezca.

martes, 13 de marzo de 2012

Austeridad para los otros

La noticia de que la Generalitat de Cataluña ha vuelto a rebajar el sueldo a los funcionarios, en un dos por ciento, coincide en las rotativas con la de que el señor Aznar, ha visto aumentado su patrimonio personal en un millón y medio de euros, procedentes de sus actividades como consejero y orador.
Los españoles asistimos perplejos a este tipo de política que culpabiliza a los ciudadanos inocentes de la crisis que provocaron otros y coloca en un pedestal de poder económico, a cuántos se retiran de un cargo público, de manera vitalicia, sin exigir a estos nuevos ricos, ni un mínimo esfuerzo que contribuya a paliar la difícil situación que atravesamos, y sin pedir explicaciones detalladas de la procedencia de los capitales que les sobrevienen, en unos golpes de fortuna, que nunca son para los trabajadores que costean con su esfuerzo, los excesos de otros.
Los sufridos empleados públicos parecen ser los primeros en ser atacados en su derecho constitucional a un salario digno y vuelven a protagonizar, ahora a manos de los nacionalistas, un nuevo episodio de merma de su poder adquisitivo, en una de las comunidades más endeudadas del país, que encima, parece dar como buenas las terribles reformas propuestas por un PP, antes tan distanciado de sus propuestas políticas y tantas veces criticado, por activa y por pasiva, por los líderes que ahora gobiernan en Cataluña.
La diosa fortuna mientras tanto, se instala en la casa de los Aznar, colocando al ex presidente y a su esposa en una holgadísima situación económica, que en nada se parece a las necesidades que sufren millones de personas en una nación, que poco tiene que agradecer a su pasada gestión, y mucho menos, al persistente pesimismo que demuestra en todas y cada una de sus declaraciones sobre el futuro y que no hacen otra cosa más que sobrecoger al ciudadano con sus tintes catastrofistas.
Pero, en qué contribuyen los Aznar para la resolución de la crisis, es una incógnita incontestable que nunca obtendrá respuesta, pues una vez instalados los suyos en el poder, la realidad será probablemente disfrazada con la teoría de que su enriquecimiento personal tiene mucho que ver con su “esfuerzo” y también con el agradecimiento que la comunidad internacional debe a su contribución a sucesos como la guerra de Irak, sempiternamente recordado, por la famosa foto de las Azores.
Así que el deterioro, la pobreza, la angustia y el desempleo, quedan simplemente reservados para los ciudadanos que con el poco trabajo que queda, colaboran para tapar los enormes agujeros dejados por la corrupción y el despilfarro que nuestros gobernantes, de todo signo, dejan en las instituciones públicas, tras arrasarlas a su paso y sin ningún costo por su parte, ni jurídica, ni económicamente.
¿Es posible resignarse a esta abismal diferencia entre nosotros?
Categóricamente no, por lo que se requeriría un inmediato levantamiento popular, que exigiera minuciosas explicaciones sobre lo que acontece con los políticos cuando terminan su mandato y sobre los destinos que parecen tener reservados, al finalizar su actividad en Parlamentos, Ayuntamientos, Diputaciones, o cualquier otro organismo costeado con la contribución ciudadana y arruinado, en la mayoría de los casos por un desvío de fondos que se ha hecho costumbre y por la mala gestión de los que en ellos gobiernan.
¿Es justo que cinco millones de personas estén al borde de la miseria, mientras otros se lucran vitaliciamente de una actividad que ejercieron en el pasado, gracias al voto que les otorgó la sociedad, en un momento puntual de su historia?
Las rentas que produce el ejercicio de la política, son absolutamente impensables en cualquier otra profesión y vulneran claramente el derecho de igualdad entre los ciudadanos de una nación democrática y hasta debieran ser constitutivas de delito, en el caso de que existiera un justicia real, que investigara a fondo estas veleidades del destino, estableciendo agravios comparativos, con las que aguardan a cualquier trabajador cuando deja una empresa.
Pero está claro que ni existe esa posibilidad, ni está en nuestras manos establecer una reforma integral de la ley, que castigue esta forma de enriquecimiento repentino, tan común para los altos cargos de la nación, cuando les llega la hora de un retiro forzoso.
Aunque, afortunadamente, todavía podemos, al menos, denunciarlo, y alertar a nuestros vecinos, en la proximidad de cada uno de los comicios electorales, sobre la verdad que separa las hermosas teorías que se pregonan en los mítines y la contribución personal de cada cual, a favor del bienestar común, que es lo auténticamente importante.
Hoy hemos sabido cómo se sacrifica el señor Aznar por nosotros. ¿Harán lo mismo todos los miembros de su partido?.

lunes, 12 de marzo de 2012

Si los muertos hablaran

Con el recuerdo de los atentados del 11M aún fresco en la memoria de los españoles, la división entre los familiares de las víctimas ha vuelto a hacerse patente durante los actos organizados en el aniversario de la masacre, demostrando que en muchos casos, son incapaces de olvidar sus diferencias políticas, para honrar, simplemente, a los que perdieron entonces.
Ahora que el Partido Popular vuelve a dudar de las decisiones que tomaron los jueces en relación con este caso, sacando otra vez a la palestra la posibilidad de una autoría de ETA, que ya quedó descartada durante el desarrollo del juicio, los que son afines a su ideología, apoyados por la plana mayor del Ayuntamiento de Madrid, se empecinan en ofrecer actos distintos de los programados por la que fuera abanderada en la lucha por esclarecer la verdad, Pilar Manjón, como si la patata caliente en que se convirtió este asunto para ellos, no hubiera existido jamás, y los sentimientos de los que apostaron por la probada autoría de los islamistas, pudieran ser distintos a los de los conservadores que perdieron a alguien aquella aciaga mañana de Marzo.
Pero si los muertos hablaran, probablemente harían tambalearse, con sus palabras, cualquier intento que se desviara del camino de lo que realmente ocurrió, llamando al orden a todos aquellos, que año tras año, siguen empeñados en disfrazar la verdad, para no tener que admitir que los crímenes fueron una consecuencia directa de la entrada de España en la guerra de Irak, que propició el entonces presidente José María Aznar, en connivencia con sus amigos de la foto de las Azores.
Si lo que verdaderamente importa a los familiares de las víctimas es reivindicar la idea de que esta acción nunca tendría que haber ocurrido, harían bien en permanecer unidos en su dolor a los que nunca temieron enfrentarse a una realidad más que manifiesta y que lucharon hasta la extenuación porque no se dejara de investigar una historia, que sin su participación activa, probablemente, nunca habría sido del todo resuelta.
Los españoles no olvidamos la sobrecogedora intervención de la señora Manjón ante las comisiones del Congreso y su valentía al ser capaz de decir cara a cara a los políticos lo que gran parte de este país pensaba, reprochándoles su pasividad frente a la urgencia que tenían los que estaban viviendo el incomprensible duelo provocado por las muertes injustas de los suyos y exigiendo, con una contundencia admirable, su derecho a conocer detalladamente, las circunstancias en que se habían producido estas pérdidas y la verdad sobre la autoría de las mismas.
Como ya antes había pasado en innumerables ocasiones con las víctimas de ETA, también en esta ocasión, las ideologías políticas intentaron ejercer una manipulación descarada sobre los familiares de las víctimas y pronto empezaron a relacionar las posturas de unos y otros, con las simpatías que demostraban hacia determinadas formaciones, corriendo un cortina de humo sobre lo verdaderamente importante de la causa: que quedara esclarecida totalmente.
Y en ello siguen ocho años después. Y no ha valido que se celebrara un juicio, en el que quedó sobradamente probado cómo, cuándo y quienes organizaron los atentados, ni que muchas de las víctimas directas de la masacre y sus familias, hayan hecho patente su conformidad con lo que, en este caso, dictó la justicia.
Empeñados en demostrar lo indemostrable, otro año más, institucionalizan la conmemoración trayendo a su terreno los actos y mezclando en ellos a personas que nada tuvieron ni tienen que ver con estos acontecimientos y que aprovechan la ocasión para reivindicar un endurecimiento en el proceso de paz con ETA, o para exigir algunos derechos que no son suficientemente colmados, con las medidas que el gobierno anterior estableció para el conflicto de Euskadi.
Pero la verdad es que los que murieron en los trenes, no procedían, ni por asomo, de las poderosas familias a las que suelen pertenecer los conservadores, sino más bien eran parte de los que, como nosotros, no disfrutan de una posición holgada que les permitiera acudir a su lugar de trabajo o de estudio, en otro medio de transporte que no fuera público.
Es por tanto, casi imposible, que los que, en ningún caso, hubieran podido perder a nadie en un tipo de atentado como éstos, entienda de primera mano el dolor que trae consigo esta clase de sucesos, ni pueda estar jamás a la altura que requieren estas circunstancias dolosas, a pesar de lo que se intente aparentar, sólo con fines políticos e interesados.
Pedir que se deje de lado la burda intención de negociar los votos con los muertos, sería el primer deseo de cualquiera que se considere hombre de bien y que apoye, de verdad, a quienes, desgraciadamente, se vieron obligados a convertirse en protagonistas de esta trágica historia.
Los nombres de las casi doscientas víctimas y de los muchos heridos que continúan luchando por deshacerse de tan espantoso recuerdo, están grabados a sangre y fuego en la historia de este país y pertenecen, en su totalidad, a la intimidad de los suyos y, por solidaridad, también a los que los sentimos, en cierto modo, como nuestros.

El mundo nunca fue de los corderos

La tímida participación en las manifestaciones contra la reforma laboral, podría hacer creer a un observador recién llegado a nuestro país, que la mayoría de los ciudadanos aprueba las medidas adoptadas por el gobierno.
Ya se encargan, a diario, los dueños del poder, de adjudicar calificativos a los que, indignados por la situación actual, dan un paso adelante para tratar de remediarlo y se valen de sus propias teorías para invalidar la postura de los que, por convicción, reprueban su manera de gobernar y tienen la valentía de gritarlo, sin que les asuste la más que posible represión que sobre ellos se lanza desde los ministerios.
Pero el mundo nunca fue de los corderos y todas las revoluciones que acabaron beneficiando al hombre en la exigencia de sus derechos, no partieron, precisamente, de la tranquilidad de los hogares y se pelearon, palmo a palmo, por las esquinas de los pueblos y ciudades.
La terrible sumisión que demuestra el ciudadano moderno, no puede reportar otra cosa, que un aumento de autoridad para los que, resguardados de la tormenta que nos sacude, detentan las riendas de un poder, cada vez más injusto con los humildes de la tierra.
Y no es que los que se deciden a unirse a los movimientos de protesta sean conducidos por manos ocultas que manejan su voluntad sin ser conscientes de ello, sino que han comprendido, como no podría ser de otra manera, que sus posibilidades de conservar los derechos adquiridos, podrían agotarse del todo, si no se olvidan del miedo a que son inducidos por las amenazas diarias de los poderosos y se agrupan con los de su misma procedencia, para hacer frente a la injusticia que con ellos se comete y en defensa de un mundo mejor para sus descendientes.
Por mucho que se empeñen los populares, la primera reivindicación de los que ahora estamos al borde de la calle, son los cinco millones de parados que deambulan por el país, sin encontrar apoyo en ninguna de las fuerzas políticas, porque esos desempleados tan utilizados como moneda de cambio por las argucias de los que, aparentemente, nos representan, son en realidad, nuestros padres, hermanos, hijos o vecinos, y sólo a nosotros pertenecen.
Independientemente de quién convoque las manifestaciones y de lo que hayamos reprobado en el pasado a muchos de los que ahora se unen a ellas, nuestra obligación como clase trabajadora está siempre al lado de los que buscan una salida a nuestros problemas y no en los que, a pesar de estar igualmente descontentos con la situación que padecemos, se conforman con ser oradores de barra de bar, sin atreverse nunca a mezclarse en nada que ponga en peligro su integridad física, dejando a los demás la responsabilidad de abrir un camino, que luego recorrerán cómodamente, cuando esté terminado y no sea tan difícil transitar por él.
Las masas silenciosas, que dan por buena cualquier veleidad de la vida, no merecen ser beneficiarias de otra cosa, más que de las migajas que quieran ofrecerles aquellos, a los que siguen el juego con su silencio.
Y es verdad que cuesta trabajo abandonar a los que, por principio, consideras cercanos a ti, porque sus intereses y los tuyos no dejan de ser exactamente los mismos, pero la postura de indecisión que demuestran permitiendo que la vida transcurra sin ser nunca capaces de levantar la voz, contra lo que es perjudicial para todos, los coloca indefinidamente en los cercados en que habitan los rebaños, sin que nadie pueda evitar que, finalmente, sean conducidos al matadero, con su propia aquiescencia.
No se puede ocultar un hondo sentimiento de lástima por ellos, pues nada hay que haga más feliz al hombre, que lo que se consigue por el propio esfuerzo y que no tiene que ver con lo que sobreviene por la supuesta generosidad de otros, porque, al fin y al cabo, esto no es más que una limosna.

jueves, 8 de marzo de 2012

Sin un claro pronóstico

Muy convencido está el Partido Popular de su triunfo en las elecciones andaluzas, sobre todo ahora que las encuestas dicen que rozará la mayoría absoluta, aunque aún no ha empezado una campaña electoral, que promete ser voraz, sobre todo por parte de los dos grupos mayoritarios.
La sombra de los ERE, se cierne tétricamente sobre los socialistas, recordando a los españoles que la corrupción en la política, hace tiempo que dejó de ser sólo patrimonio de la derecha y será difícil obviar este delito en los mítines, sobre todo porque Arenas y compañía, se encargarán de estar recordándolo a todas horas, en cuanto se suban a los púlpitos, en cada una de nuestras ciudades y pueblos.
Nada hay que moleste más al personal, que saber que le roban el dinero, sobre todo cuando este robo esconde una trama bien orquestada de mentiras encadenadas, que tratan de hacer aparecer al contribuyente como un tonto de capirote, a quién nada le importa lo que se haga con su aportación al Estado, aunque los fondos se desvíen para el enriquecimiento personal de unos cuantos avispados con ansias de poder.
Este gravísimo error, va a costar a los socialistas un precio muy alto, aunque si juegan bien sus cartas y, a la desesperada, se encargan de informar con claridad meridiana a los ciudadanos, de adónde pueden acabar llevando las últimas medidas adoptadas por el gobierno, ni su derrota será tan abultada, ni el triunfo de los otros tan cierto.
Parece que va subiendo Izquierda Unida en las previsiones de voto, y no es de extrañar, porque Andalucía nunca ha sido de derechas, y de no ser por las barrabasadas cometidas en tantos años de poder por los cabecillas del PSOE, no existiría ninguna posibilidad para los conservadores, en esta tierra, que hasta ahora siempre ha sido la gran olvidada, cuando han estado en el poder.
Los andaluces tenemos demasiados malos recuerdos de los poderosos, que durante siglos nos esclavizaron en sus inmensos latifundios, explotando el sudor de nuestras frentes en beneficio de sus arcas y condenándonos a la ignorancia, al negarnos el acceso a la cultura, mientras se dedicaban a adjudicarnos una fama de vagos graciosillos, que nunca se correspondió realmente, con la realidad de nuestra triste historia.
Si al final les concedemos nuestros votos, será más por enojo que por esperanza, y hacen mal los que ya dan la victoria por hecha, porque en cualquier momento, de aquí al día de los comicios, cualquier acontecimiento podría hacernos volver a nuestra tendencia natural, dejando con un palmo de narices al repetidor Arenas, que ha echado canas perdiendo elecciones, sin darse nunca por vencido.
Nada hace sin embargo augurar, que el PP vaya a hacer por Andalucía ninguna cosa extraordinaria y si nos cernimos únicamente a los hechos, lo más probable es que si al final llegan al poder en esta tierra, esto acabe por convertirse en una llave que abra un montón de nuevas puertas peligrosas, que acaben de enterrar los pocos derechos que aún nos quedan, no sólo a los andaluces, sino a los españoles en general.
Pero aún el destino es incierto y ahora nos disponemos a contemplar la mejor cara de cada uno de nuestros políticos y también al monstruo que, a la vez, llevan dentro.
Vuelve a empezar el circo de las engañosas promesas y, en los próximos días, nos tocará analizar cada una de ellas con lupa, a ver si descubrimos los engaños, antes que ya no tengan remedio.
La pluma está preparada, lo prometo.

miércoles, 7 de marzo de 2012

Retorno al abismo

Hay quien dice que los pueblos están condenados a repetir sus errores, aunque habría que añadir que tal cosa sólo podría suceder, cuando nada se aprendió de las equivocaciones anteriores, o las antiguas etapas se cerraron en falso, dejando un poso de sed de venganza flotando en el espíritu de los que no estaban dispuestos a pasar página.
Vivimos unos días, sin embargo, en que la sensación de haber vuelto al pasado parece haberse instalado en la mente de los que vivimos la etapa de la dictadura, empezando a recordarnos, por su similitud, episodios que hace mucho creíamos haber enterrado para siempre.
Ya nos pasó hace sólo unas fechas, con las cargas policiales de Valencia. Por un momento, nos pareció que continuábamos sufriendo la persecución permanente de nuestros veinte años y que estos estudiantes de hoy, éramos aún nosotros, acosados sin tregua por la policía del régimen, por el mero hecho de defender nuestra libertad de expresión, como si nunca hubiéramos, todavía, conocido el dulce sabor de la democracia.
Nos vuelve a pasar cuando se habla de la reforma inmediata de la ley del aborto, intentando de nuevo privar a las mujeres de su capacidad de elección, en algo tan serio como la maternidad, o cuando se intenta comparar la violencia de género con escaramuzas familiares sin importancia, que nunca llegarían a un resultado de muerte, como es habitual, en los casos en que los agresores se ensañan en su maltrato a las víctimas.
Y se repite hoy, cuando aparece en la prensa que en Valladolid se va a multar, desde ahora, por ejercer la mendicidad, trayendo a nuestra memoria la antigua Ley de vagos y maleantes, que tanta gente inocente maltrató, durante los años del franquismo.
Desamparados como estamos, ante el abuso de la clase empresarial, sólo faltaría que, además, nos impusieran la exigencia de un sindicato vertical, para que nos pareciera que los últimos treinta y siete años han sido un sueño y que la oscuridad en que comenzamos nuestras vidas, no nos ha abandonado nunca.
Tal vez, los que se hallan ahora en el poder sienten cierta añoranza de aquel pasado en el que ostentaban todos los privilegios, sin que nadie se atreviera, por miedo, a discutir sus decisiones, teniendo que acatarlas con sumisión, ante una amenaza permanente que, teñida de normalidad, daba la sensación de que nunca pasaba nada, pero la realidad era que las innumerables prohibiciones impuestas entonces, igual que las que nos empiezan a imponer ahora, coartaban cualquier atisbo de libertad y hacían de nosotros simples números, a merced de la mano del opresor que nos robaba nuestros derechos.
Pareció durante algún tiempo, que habíamos sido capaces de olvidar y que aquella parte de nuestra historia había quedado atrás, convirtiéndose en un vago recuerdo de algo que nunca debió pasar y que nos ayudaría a no caer en los mismos errores que entonces nos hicieron tanto daño.
Todos estos casos que mencionamos, hacen tambalearse la reflexión y ponen de nuevo en la picota las mismas injusticias que combatimos y que parecen regresar desde el pasado, como si no hubiera pasado el tiempo.
Claramente, una parte de nosotros, se había negado a cerrar las heridas y había guardado celosamente el deseo de volver a la imposición como forma de gobierno. La placidez de la libertad, vuelve a estar amenazada, de forma velada, por los fantasmas de otro tipo de tiranía.
Y no es de ley que se nos intente disfrazar la verdad de lo que está ocurriendo, apelando a que estas cosas se hacen por mera necesidad, ni que se utilicen nuestros votos como patente de corso, para transgredir barreras que habíamos dado por asentadas para siempre. No es de ley que se nos prive de nuevo de la capacidad de pensar, decir, manifestar o hacer aquellas cosas en las que creemos, en un abuso de poder, impensable en cualquier democracia moderna.
La aceptación de este retorno al abismo, sería como pisotear el esfuerzo de cuantos lucharon por darnos la categoría de personas, dejando muchas veces, en ese esfuerzo, años de vida en las cárceles del antiguo régimen.
Aunque solo sea por su memoria, ni podemos ni debemos permanecer inmóviles ante cualquier cosa que nos aparte del camino de nuestra bien ganada libertad, sobre todo si podemos hacer que las cosas cambien y tomamos como una obligación, hacerlo.

martes, 6 de marzo de 2012

Reacción en cadena

Ahora que el gobierno griego había decidido acatar los durísimos recortes que se le imponían desde Europa, para poder conseguir un segundo rescate, la larga sombra de la quiebra vuelve a proyectarse sobre el país, si no llega a encontrarse quien financie la operación, en un corto plazo de tiempo.
Dirigida por un ex banquero, que no ha pasado por el trámite de las urnas, la madre de la democracia se debate entre estertores de agonía, esperando la caridad de los organismos financieros que palien en cierta medida su desastrosa situación, sin recordar que los bancos no tienen corazón y sacudida por una clamorosa negativa popular a cualquier iniciativa que provenga de fuera de sus propias fronteras.
Pero la quiebra griega provocaría una inmediata reacción en cadena, que traería para Italia y España la necesidad de ser rescatadas, sin que se tenga momentáneamente ninguna seguridad, de que los responsables del dinero, estuvieran dispuestos a hacer frente a estos rescates y con la incertidumbre de qué podría ocurrir, si la negativa afectara también, a los italianos y a nosotros mismos.
Contaba el Partido Popular, antes de llegar al poder, que la solución de la crisis que nos envuelve estaba en sus manos y que en cuanto se hicieran cargo de la gestión de nuestro país, todo sería diferente, pero hasta ahora, ni siquiera con el desastroso gobierno de Zapatero, habíamos estado tan cerca de la bancarrota y la labor de los populares, a más de tres meses desde su toma de posesión, no ha traído sino más desgracias, a este bendito pueblo que, probablemente por ignorancia, puso su destino en tan malas manos.
De nada han servido la subida del IRPF, ni la innombrable reforma laboral que nos han impuesto por decreto, ni los muchos recortes sobre la partida de lo social, que han mermado considerablemente nuestra calidad de vida. Suben las cifras del paro y la avaricia insaciable de los dueños de los capitales, no se ve resarcida con ninguna de estas medidas desoladoras para el grueso de la población y exige una parte mayor de un pastel, que ya empezaron a comerse en la etapa anterior, sin que nadie ponga freno a su voracidad, con una negativa contundente a sus ínfulas de colonialismo.
Y mientras los ciudadanos se van acercando cada vez más a la pobreza, los causantes reales de la crisis van volviendo paulatinamente a su antigua opulencia, a costa del sacrificio de los pueblos y con la aquiescencia de unos políticos absolutamente entregados a un servilismo vergonzoso, que nada tiene que ver con ideologías, ni formas de pensamiento.
El Lehman Brothers, por ejemplo, ya anuncia hoy a bombo y platillo su salida de la quiebra, sin aclarar los métodos utilizados para ello, después de que en 2008 se destapara como uno de los bancos que originaron, con sus maniobras fraudulentas, cuánto ha acontecido después, y sin que nadie, que se sepa, le haya exigido el pago de su parte de responsabilidad en la mayor crisis conocida en la historia, o lo haya, directamente, llevado a los tribunales, para que cuántos hemos contribuido con nuestro esfuerzo a su salida de la quiebra, recuperemos, con intereses, lo que hemos desembolsado desde entonces.
Después de esto ¿qué esperanza nos queda de poder resurgir de la nada para volver a incorporarnos a un mundo, que pone nuestro esfuerzo al servicio de los magnates, comerciando con nuestra integridad, a favor de los mercados y no de los individuos?
La esperanza de un futuro mejor es prácticamente nula, si todo se sigue orientando, únicamente, en la dirección que marcan los que comercian con el poder, obviando cualquier participación de las personas que conforman los pueblos.
No cabe mayor tristeza que ser anulado por el dinero y esclavizado por quienes lo poseen.

lunes, 5 de marzo de 2012

Sin novedad

Retomo la rutina de trabajo con la facilidad que suele traer implícito un estado de ánimo pleno.
Como ya esperaba, no resulta excesivamente complicado volver al ruedo informativo, pues las novedades que han ocurrido en mi ausencia son pocas y ninguno de nuestros problemas ha encontrado una solución milagrosa, que nos haga salir airosos de la multitud de vicisitudes que rodean nuestra vida diaria y que, de alguna manera, son casi una costumbre.
Parece que en Bruselas le han enmendado la plana a Rajoy, ensalzando. Además, la gestión del gobierno de Zapatero, cosa que muy probablemente le habrá provocado, como mínimo, una crisis gástrica de proporciones incalculables, teniendo en cuenta la sarta de improperios que él y toda su camarilla, han estado vertiendo durante la pasada campaña electoral, mientras intentaban convencernos de que no era ése el camino para conseguir dar fin a la prolongada crisis que nos azota.
Por otro lado, queda claro para quién aún lo dudase, que la justicia en España no es, en modo alguno, igual para todos, desde el mismo momento en que se desdeña investigar a la infanta Cristina, por el caso Urdangarín, pretendiendo que la ciudadanía pase a creer que esta señora permanecía en una ignorancia supina, mientras su marido hacía y deshacía una serie de negocios, de cuyo beneficio, por cierto, ingresaba ingentes cantidades de dinero, que reportaban a la familia completa un tren de vida, difícil de explicar estando la honradez de por medio.
Una de dos: o la infanta es de una candidez propia de una niña de cuatro años, o quizá prefería no preguntar el origen de sus fuentes de ingreso, o no convive, en verdad, con su marido, o su nivel de riqueza personal es tal, que las cifras que se barajan en este caso son pecata minuta comparadas con las que se suelen barajar cuando se procede de la realeza, cosa que no sabemos los españolitos de a pie, ya que nunca se nos ha permitido estar al tanto del auténtico patrimonio que posee la familia real, individualmente, o en su conjunto.
Empezamos a temernos que al final, el señor Urdangarín acabará siendo inocente, a criterio de los jueces, de cuánto se le imputa y que todo el alboroto que se ha montado con esta trama de corrupción y evasión de capitales, quedará reducido a la nada, tal como en muchos otros casos cercanos, ha sucedido, sin que llegue a esclarecerse jamás qué destino se ha dado a lo robado y, sin que se exija su inmediata restitución a los autores del delito.
Da la impresión de que el único delincuente del país era el defenestrado juez Garzón, y que una vez desaparecido el peligro que suponía su trabajo en los tribunales, los demás son una especie de hermanas de la caridad y unos ciudadanos ejemplares, sin mancha alguna en sus impecables expedientes.
La ex ministra Salgado, ya ha encontrado trabajo en Endesa, con una facilidad envidiable para los padres de familia que lo intentan durante meses y años, sin conseguirlo,
Claro que ellos nunca estuvieron en ningún gobierno.
Seguimos sin ser escuchados, en las calles, en justa reclamación de nuestros sustraídos derechos, haciendo cuentas para llegar a fin de mes y a la espera de nuevas decisiones que nos hagan la vida aún más difícil.
Pero ésto no representa ninguna novedad, ni le importa a ninguno de nuestros políticos, aunque ya sabíamos de su sordera crónica y por eso no nos extraña.

jueves, 1 de marzo de 2012

Un pequeño respiro

Hago un paréntesis de cuatro días, para visitar a unos amigos en Barcelona, y estoy empeñada en desconectar de cualquier asunto que tenga que ver con las malas noticias que nos depara últimamente, el panorama desolador que contemplamos.
Sobradamente sé que a la vuelta, podré retomar con facilidad el camino, exactamente dónde lo dejé, pues nada indica que vaya a producirse uno de esos milagros, que consiguen dar la vuelta a situaciones casi irreparables, ni tampoco que nuestro nuevo Presidente tenga la menor oportunidad de traerse de Bruselas, la panacea que ponga remedio a nuestros males, por mucho que se empeñe en convencer a los de allí, de que tiene la solución en las manos, a pesar de que aún necesita más tiempo para sacar a la luz los presupuestos generales del Estado, pues también en Europa están, de seguro, informados de que hasta que se celebren las elecciones andaluzas, Rajoy ocultará ese dato, a costa de lo que sea.
Dada mi incredulidad manifiesta en la palabra de los políticos, me marcho con la convicción de que esta desconexión voluntaria del panorama informativo, probablemente me ahorrará algún que otro disgusto, ya que lo habitual en estos tiempos, es despertarse atragantado por algún recorte urdido, con nocturnidad y alevosía, por los que ahora llevan las riendas del poder en el país, sin que su llegada haya traído ningún parabién a la ciudadanía, sino todo lo contrario.
Esta mañana, sin ir más lejos, nos hemos despertado con la noticia de que han sido destituidos los inspectores que gestionaron la investigación de la trama Gurtel, como era de esperar, ahora que Camps se pasea victorioso por su absolución en el caso de los trajes y los españoles nos vemos obligados a acatar la sentencia, sin que se nos permita expresar nuestra opinión a gritos en la calle, como sería de recibo.
Como las mayorías absolutas no necesitan explicar sus decisiones, habrá que echar la culpa a los incautos que concedieron al PP, con su voto, tal privilegio y aguantar estoicamente las embestidas que nos propinen, en plena cara, aunque nuestros más ocultos deseos se rebelen a diario, con tanta injusticia manifiesta.
También se han propuesto cambiar el subsidio de cuatrocientos euros, que reciben los parados de larga duración, por trabajos comunitarios que acabarán por quitar de en medio a cuantos empleados municipales perciban sueldos superiores a esa cantidad, y de este modo, ayudar a sofocar el incendio que corroe las arcas de los ayuntamientos, casi todos en quiebra, por la mala gestión de sus gobernantes y, otra vez, por los innumerables casos de corrupción que han terminado con el dinero público, sin que, hasta ahora, en ningún caso, se haya exigido aún, la devolución íntegra de lo sustraído, a ninguno de los imputados.
En su lugar, pretenden privar a los desempleados de unas prestaciones que han ganado durante sus años de trabajo, como si la maldición de no conseguir volver a la vida laboral, tuviera que ser penalizada, en la misma medida que se hace con los que provocan un accidente por embriaguez, en los Estados Unidos, a los que tanto admiran nuestros gobernantes.
Nada parecen importar las manifestaciones contra la reforma laboral, que sigue adelante, ni las movilizaciones de estudiantes, médicos o docentes, que se desgañitan en las calles, indignados por los recortes que se están haciendo, de manera encubierta, en prestaciones sociales de vital importancia.
El grito de los ciudadanos, una y otra vez, cae en saco roto, mientras se sigue el camino marcado por la impía Europa, que mancilla el honor de nuestra sociedad, retrasándola al menos dos siglos.
Y aún dice Esperanza Aguirre, que el PSOE está movilizando a las masas para convertir a España en otra Grecia.
¿En qué pretenden convertirla sus correligionarios? En algo parecido a China: doce horas de trabajo por cuatrocientos euros y sin abrir la boca.
A veces es bueno desconectar, antes de sufrir un infarto y encontrar que el hospital más cercano, ahora cierra por las tardes, por orden gubernativa.