Las conversaciones que se van conociendo, entre Ignacio
González y Zaplana, no sólo no tienen desperdicio, sino que van aumentado en
tono y contenido, dejando perpleja a la población, por el descaro con que
parecían intentar manejarlo todo estos dos pesos pesados del PP y también por
el tipo de información que manejaban y que llega a comprometer seriamente, al
mismísimo Presidente del Gobierno.
Entre las últimas
grabaciones emitidas hay una en la que se asegura que cierto empresario cercano
al PP posee un audio en el que se afirma que Mariano Rajoy recibió dinero en B,
a través de Bárcenas y de la que se dice sirvió después como objeto de
chantaje, para obtener del PP ciertos favores relacionados con una cadena de
televisión, muy conocida por su afinidad con la extrema derecha.
Poco ha tardado el gobierno en negar, cómo no podría ser de
otra manera, a través de su portavoz, esta peligrosísima noticia, argumentando
que Rajoy, por su carácter, jamás habría accedido a ningún tipo de presiones
relacionadas con el cargo que ocupa y que nunca ha tenido conocimiento de la
existencia de esa cinta, que según los medios se grabó poco antes de que
Bárcenas fuera declarada persona non grata en el PP, a causa de sus
implicaciones en asuntos relacionados con la corrupción, por los que está
siendo juzgado por la justicia.
Pero el peso de la verdad y la enorme cantidad de pruebas
fehacientes que se están saliendo a la luz, a raíz de la detención de Ignacio
González, en el caso Lezo, convierten en inverosímiles las explicaciones
ofrecidas hasta ahora por los líderes del PP y habrá que ahondar mucho más y
parece que sí se puede, para llegar al esclarecimiento de unos hechos que muchos
de los imputados en Gurtel, Púnica y ahora Lezo dan por ciertos y que sólo la
cúpula popular niegan una y otra vez, tratando de escapar como puede, del cerco
a que están sometidos en estos precisos momentos.
Sería del todo incomprensible que el Gobierno, con Rajoy a la cabeza, admitieran conocer toda la
información que sobre la podredumbre de su Partido se está formulando y mucho
más aún, si se tiene en cuenta que estos hechos no fueron, como hubiera sido de
recibo, denunciados en su momento, por lo que la presunción de inocencia a la
que todo el mundo tiene derecho, no puede, sino quedar en entredicho, pues
muchas de las cosas que se oyen en las grabaciones entre González y Zaplana,
después, acabaron cumpliéndose.
Esta cinta en cuestión, que podría ser uno de los ases que
Bárcenas guarda celosamente en su manga y que en cualquier momento puede
aparecer, si se ponen las cosas aún más feas, para el ex tesorero y su esposa,
sería en sí misma, prueba suficiente para exigir la inmediata dimisión de Rajoy
y hasta para que la justicia decidiera imputarle, como lo ha hecho con muchos
de los principales líderes conservadores, por asuntos similares a éste.
Todo dependerá en gran parte de lo que González y Zaplana decidan
declarar y también de que coincida o no
con lo ya expuesto por otros acusados en diferentes casos de corrupción, que en su momento, admitieron que Rajoy conocía
todas las ilegalidades que se cocían en Génova, sin olvidar que su nombre
aparece como perceptor de ciertas cantidades en negro en los famosos papeles de
Bárcenas, que todos conocimos a través de los medios.
Replegado en su fortaleza de soledad, el Presidente, calla
esperando que el transcurrir del tiempo desdibuje el negro panorama que se
cierne a su alrededor, mientras el cerco se va cerrando, cada vez con mayor
intensidad, en torno a su persona, dando a los ciudadanos una idea muy
aproximada de la clase de política que
hacían los populares, mientras a ellos se les exigía una insoportable
austeridad, que ha terminado por llevar a cientos de miles, hasta el umbral de
la pobreza.
Tiene pues, toda la razón Pablo Iglesias cuando dice que
vivimos un momento excepcional y que resulta imprescindible que la oposición
actúe en consecuencia, sobre todo para que se pueda evitar que continúen
produciéndose historias parecidas en fondo y forma a éstas que ahora sabemos
que existieron y que han sido protagonizadas, en su totalidad, por personas
pertenecientes al Partido del Gobierno.
Dar la espalda a hechos de tal importancia, escudándose en
comisiones de investigación que dilatarían en el tiempo el conocimiento real de
lo ocurrido, ni es de recibo, ni solucionaría de inmediato la situación que
vivimos en el presente, así que con toda probabilidad, sólo una Moción de
Censura, apoyada por la oposición al completo, podría terminar con el reinado
de Rajoy y los suyos, sin honor y de una vez para siempre.
Puede que al PSOE no convenga precisamente ahora, en pleno
proceso de primarias, cargar con la responsabilidad que conlleva una acción de
esta contundencia o que a los nacionalistas vascos y catalanes les parezca que
para apoyar la Moción, deben primero recibir a cambio ciertas prebendas, pero
la extrema indefensión en que se encuentran los ciudadanos, mientras siguen
siendo gobernados por dirigentes sólo preocupados por su propio
enriquecimiento, justifica la urgencia en actuar, si no quieren
convertirse en cómplices de esta
epidemia de corrupción que azota al país y que está diezmando los recursos que
nos pertenecen a todos, a la velocidad del viento.
Si es cierto que Mariano Rajoy es el principal enemigo político
de PSOE, Esquerra Republicana o la antigua Convergencia, resulta incomprensible
su negativa a sumarse a la única solución posible para apartarle del poder y
sería su obligación como opositores, apartar momentáneamente sus problemas
partidistas, para formar un bloque común, que seguramente acabaría por
beneficiar a unos y otros, en cualquiera de las exigencias que se encuentran
sobre la mesa.
No debe, el miedo a que Podemos adquiera un protagonismo
indeseado por todos ellos, impedir que se tomen medidas excepcionales, por el
bien del país y de los ciudadanos que lo habitan.
Esta es, la hora de los valientes y permitir que pase la
ocasión, dejaría un espantoso recuerdo en la memoria de unos electores, a los
que quedará a partir de ahora meridianamente claro cómo actúa cada cual y si
están a favor o en contra de lo que está ocurriéndonos a todos, mientras Rajoy
continúa en el poder tranquilamente.
No voy a hablar de Ciudadanos. Hace tiempo que quedó definida
su postura en éste y en otros asuntos similares, ocurridos con anterioridad, sin
que hayan movido un solo dedo.