Mucho debe estar apretando Francia a Mariano Rajoy, con el
tema de Siria, como para obligarle a comparecer desde París, defendiendo la
colaboración española en la lucha contra el terrorismo, aunque sin atreverse
aún a sumarse a los bombardeos, seguramente recordando la experiencia en Irak
que protagonizó José María Aznar , en contra de la opinión ciudadana y que
costó al PP la pérdida de las Elecciones generales, que ganó Zapatero.
Hace bien Rajoy en conservar fresco el recuerdo de ese hecho,
a solo unos días de la celebración de los nuevos Comicios, pues se encuentra en
una encrucijada parecida a la que se enfrentó su compañero ex Presidente y
sabe que al pueblo español, este asunto
de las guerras, le provoca un diametral rechazo, que podría verse reflejado, si
finalmente se decide participar en ella, en los resultados que están a la
vuelta de la esquina, de manera absolutamente irreparable, para las ambiciones
del PP.
Todo dependerá, creo, de la opinión que sobre este asunto
tengan líderes de peso internacional, como Merkel y Obama, a los que Rajoy está
acostumbrado a obedecer mansamente en todas las órdenes recibidas y de la
presión que sobre su persona lleven a cabo, en estos últimos días que restan
hasta el veinte de Diciembre, pues si sus exigencias terminan por convertirse
en inapelables, no cabe la menor duda que Rajoy, como siempre, cederá y
enviará, otra vez en contra del sentir popular, tropas a Siria, aunque con ello
se juegue el puesto.
Naturalmente, sus adversarios políticos, ya en campaña, esperan
ávidos de nuevas noticias, la decisión del Presidente, con la intención de
aprovechar en su favor el enorme error que cometería Rajoy si se sumara a la
intervención militar, poniendo patas arriba, los augurios de las encuestas y es
más que probable, si acaso ocurriera,
que los beneficiados de su pérdida de votos fuera sin ningún género de
dudas, los Partidos de la izquierda, que tradicionalmente se ha opuesto
categóricamente a este tipo de acciones, como todos sabemos.
Sin embargo, no debe ser fácil lidiar, en esta ultimísima
etapa de la legislatura, con problemas de tal magnitud y además, sin hacer
amago siquiera, de argumentar en su defensa, ya que la negativa a participar en
el debate del próximo día siete, pone a Rajoy fuera de juego, a la hora de
poder explicar sus próximas intenciones y si finalmente será posible alargar o
no, hasta después de las elecciones, el momento de dar a Francia una respuesta.
Tiembla el PP, ante la incertidumbre y también porque
probablemente, como otras veces, Rajoy decidirá en soledad su posición en este
asunto, aunque en este caso, quizá le convendría, si quiere tener posibilidades
de formar nuevo gobierno, acercarse un poco más a la opinión popular, que a lo
que le susurran en la oreja unos asesores, que no han dado jamás muestras de querer
lo mejor para él, o al menos, esa ha sido la percepción que hemos tenido todos
nosotros, en estos cuatro años eternos.
Solo le queda, rezar lo que sepa, para que Hollande y los
demás le concedan una prórroga en este partido ya iniciado, que reclama su
ayuda urgente y que pueda esperar a entrar en el juego, aunque sea en el
segundo tiempo, contando, claro está, con que todo le vaya bien en las
Elecciones, con que pueda formar sólo o en compañía de otros, gobierno y tener
una mayoría suficiente, como para vencer la negativa segura de los otros a la
intervención militar, en el nuevo Parlamento.
Ya les digo que lo tiene, pero que muy difícil.