lunes, 30 de noviembre de 2015

Memoria del pasado


Mucho debe estar apretando Francia a Mariano Rajoy, con el tema de Siria, como para obligarle a comparecer desde París, defendiendo la colaboración española en la lucha contra el terrorismo, aunque sin atreverse aún a sumarse a los bombardeos, seguramente recordando la experiencia en Irak que protagonizó José María Aznar , en contra de la opinión ciudadana y que costó al PP la pérdida de las Elecciones generales, que ganó Zapatero.
Hace bien Rajoy en conservar fresco el recuerdo de ese hecho, a solo unos días de la celebración de los nuevos Comicios, pues se encuentra en una encrucijada parecida a la que se enfrentó su compañero ex Presidente y sabe  que al pueblo español, este asunto de las guerras, le provoca un diametral rechazo, que podría verse reflejado, si finalmente se decide participar en ella, en los resultados que están a la vuelta de la esquina, de manera absolutamente irreparable, para las ambiciones del PP.
Todo dependerá, creo, de la opinión que sobre este asunto tengan líderes de peso internacional, como Merkel y Obama, a los que Rajoy está acostumbrado a obedecer mansamente en todas las órdenes recibidas y de la presión que sobre su persona lleven a cabo, en estos últimos días que restan hasta el veinte de Diciembre, pues si sus exigencias terminan por convertirse en inapelables, no cabe la menor duda que Rajoy, como siempre, cederá y enviará, otra vez en contra del sentir popular, tropas a Siria, aunque con ello se juegue el puesto.
Naturalmente, sus adversarios políticos, ya en campaña, esperan ávidos de nuevas noticias, la decisión del Presidente, con la intención de aprovechar en su favor el enorme error que cometería Rajoy si se sumara a la intervención militar, poniendo patas arriba, los augurios de las encuestas y es más que probable, si acaso ocurriera,  que los beneficiados de su pérdida de votos fuera sin ningún género de dudas, los Partidos de la izquierda, que tradicionalmente se ha opuesto categóricamente a este tipo de acciones, como todos sabemos.
Sin embargo, no debe ser fácil lidiar, en esta ultimísima etapa de la legislatura, con problemas de tal magnitud y además, sin hacer amago siquiera, de argumentar en su defensa, ya que la negativa a participar en el debate del próximo día siete, pone a Rajoy fuera de juego, a la hora de poder explicar sus próximas intenciones y si finalmente será posible alargar o no, hasta después de las elecciones, el momento de dar a Francia una respuesta.
Tiembla el PP, ante la incertidumbre y también porque probablemente, como otras veces, Rajoy decidirá en soledad su posición en este asunto, aunque en este caso, quizá le convendría, si quiere tener posibilidades de formar nuevo gobierno, acercarse un poco más a la opinión popular, que a lo que le susurran en la oreja unos asesores, que no han dado jamás muestras de querer lo mejor para él, o al menos, esa ha sido la percepción que hemos tenido todos nosotros, en estos cuatro años eternos.
Solo le queda, rezar lo que sepa, para que Hollande y los demás le concedan una prórroga en este partido ya iniciado, que reclama su ayuda urgente y que pueda esperar a entrar en el juego, aunque sea en el segundo tiempo, contando, claro está, con que todo le vaya bien en las Elecciones, con que pueda formar sólo o en compañía de otros, gobierno y tener una mayoría suficiente, como para vencer la negativa segura de los otros a la intervención militar, en el nuevo Parlamento.
Ya les digo que lo tiene, pero que muy difícil.


domingo, 29 de noviembre de 2015

Una decisión trascendente


Este Diciembre, que se presenta inusualmente movido, por la cercanía de las Elecciones Generales al periodo vacacional, resulta para los españoles, sin embargo, mucho más trascendental de lo que pensamos, si se tiene en cuenta que en estos Comicios nos jugamos, bien una continuidad en los programas iniciados por las Formaciones que han constituido, hasta ahora, el llamado bipartidismo o bien, un cambio necesario que nos aleje de unas políticas de recortes, que han sido la tónica de las dos últimas legislaturas y que han llevado a la mayoría de nosotros, a una situación de insostenibilidad vital, que a mi parecer, nadie merece.
 Antes de que comiencen las luchas electorales y nos veamos obligados a asistir a la encarnizada batalla que sin duda iniciaran los líderes de los principales Partidos, los unos contra los otros, los Debates televisados, con sus recíprocos reproches y las poses perfectamente estudiadas, ensayadas y sobreactuadas, sobre los púlpitos engalanados para la ocasión de los Mítines, conviene reflexionar en soledad, lejos de influencias impuestas y del torrente de promesas en el aire, que con toda seguridad, nos acosarán por todas partes en los días venideros, preguntándonos, sobre todo, qué valor damos cada cual a nuestro voto y en qué cuestiones basaremos la decisión de otorgar nuestra confianza a un determinado Partido, cuando el día veinte acudamos a las urnas.
Ya les digo que de poco sirve estudiar los programas, pues todos ellos han de estar preparados escrupulosamente, por asesores especializados en la materia, o basar el voto en una cuestión de prudencia, pues es obligación de cualquier político que se precie, hacer de la incertidumbre popular, un arma con la que comer terreno a sus oponentes, amedrentándonos con pesadillas venideras, que casi nunca se convierten en realidad, si la tendencia por la que nos decidimos, no recuerda a pasadas experiencias de intolerancia contra determinados colectivos y aunque la angustia es fácil de instalar en aquellos que aún tienen algo que perder, la veteranía de haber asistido ya, al transcurrir de bastantes legislaturas de distinto signo, nos hace presagiar que con temor o sin él, al final, quién llega al poder sale adelante con mayor o menor éxito, según sea la intención de las medidas que adopte y si esas medidas favorecen o no, al grueso de los ciudadanos.
Yo suelo, en esta reflexión, dejarme guiar por un pálpito de afinidad, con el candidato que tengo enfrente. Esto es, doy mi voto, a aquel que dice lo que yo diría, si ocupara el sitio que él ocupa y procurando que la línea de actuación que me ofrece, se encamine a que podamos a conservar aquellos logros sociales que tanto nos costó conseguir y a cambiar todas aquellas cosas que se hicieron mal, a ser posible, por otras que mejoren las vivencias cotidianas de todos, en igualdad e independientemente de nuestra procedencia.
Ahondando un poco más, no viene mal tirar de la memoria, en la que todos guardamos los recuerdos almacenados a lo largo del tiempo, para decidir si nuestra vida ha cambiado para mejor o para peor, con aquellos gobernantes que  hasta ahora tuvimos y si nos apetece, por ello, repetir o no, la experiencia, siempre teniendo en cuenta, que las expectativas que salgan de estas Elecciones, no solo marcarán nuestro futuro personal, sino también el de todos aquellos que nos rodean, empezando por el núcleo familiar y terminando por el último habitante del país, pues esto de la política, nos incumbe a todos y cada uno de nosotros.
Con estas premisas, y poniendo una pizca de imaginación, pues soñar con lo que nos gustaría que fuera España, es gratis y no está sometido a la vigilancia de Hacienda, resulta bastante difícil formar parte de ese nutrido grupo de indecisos, cuyos votos parece que serán la clave que otorgue el poder, tras el día veinte de Diciembre, puesto que nadie mejor que uno mismo conoce la situación que padece y en su gesto, a la hora de introducir la papeleta en la urna, está la posibilidad de cambiarla o de que permanezca como está, según qué nombre encabece la lista que haya elegido.
Mi consejo, es que no se dejen embaucar por los cantos de sirena que les susurrarán al oído, las viejas y las nuevas voces, ya que la parafernalia mitinera que se avecina, tiene mucho más de espectáculo que de compromiso real  y que decidan, más por convicción que por influencia.
Miremos todos y cada uno, quiénes somos, dónde estamos, a qué grupo pertenecemos, si tenemos o no, la posibilidad de vivir con dignidad, si se respetan nuestros derechos, si nos parece que la justicia es igual para todos nosotros, si nuestros hijos tendrán la oportunidad de poder labrarse un porvenir y si podremos confiar o no, en que alguien nos atienda en la enfermedad, o nos veremos obligados a depender de un seguro privado, si nos parece mucha o poca, la corrupción de los políticos y si los que nos han gobernado, han cumplido o no, alguna de las promesas que nos hicieron, en pasadas campañas electorales, exactamente iguales a ésta.
Y después, busquemos nuestro propio camino, en libertad.
Ya les digo, que es la mejor receta.


jueves, 26 de noviembre de 2015

La ausencia


Va a ser ésta, una campaña electoral salpicada por la polémica y no sólo por las divergencias que en relación a los problemas nacionales tienen los partidos entre sí, sino porque tampoco se ponen de acuerdo sobre lo que se debe hacer con el problema del terrorismo islamista, que por desgracia, ha irrumpido en nuestras vidas, de la peor manera posible.
Dependerá y mucho, el voto de los españoles, de lo que transmita cada cual en los días venideros y de si son capaces o no, de levantar el ánimo de una Sociedad, demasiado acosada por las crisis y el miedo, en los últimos tiempos.
De momento, todas las preocupaciones sobre la economía, que nos acuciaban profundamente hasta hace sólo un par de semanas, han sido desplazadas de un manotazo por los sangrientos atentados de París y hasta desaparecido de las discusiones en los debates, dando paso a la prioridad de velar por la seguridad de los ciudadanos, en todas las ciudades del Continente.
Ya sabíamos, más o menos, cómo presentarían sus programas de cara a las próximas Elecciones Generales y a qué tipo de pensamiento pertenecían, aunque algunos se esforzaran denodadamente en ocultar sus auténticas tendencias.
En razón a esto, muchos habíamos decidido ya el voto, pero los atentados recientes, añaden al fragor de la campaña un tema de vital importancia, que puede influir grandemente en nuestro futuro y conviene ahora, reflexionar un poco más, sobre qué postura apoyaríamos, antes de acudir a las urnas.
Rajoy, de momento, no asistirá al Debate  organizado por La Sexta, en el que sí aparecerán, Sánchez, Iglesias y Rivera y se conforma con enviar a Soraya Sainz de Santamaría, en avanzadilla, a enfrentarse con los opositores, no se sabe bien, si por temor a ser fagocitado en el cara a cara, por el probable ataque en común de los otros participantes, o porque espera, de un momento a otro, la llamada del Gobierno francés, exigiéndole ayuda en el asunto de los bombardeos y prefiere pensar en soledad, qué respuesta podría ofrecerle.
Vuelve a cometer el error de escudarse en otro, en lugar de aparecer delante de su pueblo, en un momento tan crucial como éste y aunque la táctica le ha dado buenos resultados mientras le amparaba la mayoría absoluta que tenía detrás, aquí y ahora, le va a resultar prácticamente imposible ofrecer una explicación coherente a su ausencia en un Debate de tanta importancia.
Porque a los españoles nos gustaría oír de su boca si piensa o no intervenir en la Guerra con Siria, en el caso de que gane las Generales, antes de acudir a las urnas y poder emitir nuestro voto, en total libertad, sabiendo qué intenciones albergan en esta cuestión, todos y cada uno de los aspirantes y principalmente, el que todavía es nuestro Presidente.
Frente a eso, tendremos que conformarnos con lo que nos quiera decir Soraya, que se defiende mejor que Rajoy en el cuerpo a cuerpo, pero que no es el candidato del PP y rezar para que las promesas que nos haga, se cumplan esta vez y no se conviertan en papel mojado, como ha venido ocurriendo en la pasada legislatura, para desgracia nuestra.
Entretanto, sabemos que mientras Sánchez y Rivera apoyan el pacto antiterrorista, Iglesias se desmarca ofreciendo otras medidas menos violentas, que también podrían alcanzar la resolución del conflicto, pero que  resultarían ciertamente incómodas a los gobiernos europeos, pues se trata de levantar secretos bancarios y a muchos, no les interesa.
En esta encrucijada, no podemos perder de vista, por nuestro bien, las propuestas que afectan a nuestra vida cotidiana y que tantos disgustos nos han reportado durante los últimos cuatro años, por lo que estamos ávidos de recibir información y será seguramente, en los Debates, dónde la mayoría de los españoles encuentren una fuente de inspiración para decidir a quién otorgarán su confianza, el próximo veinte de Noviembre.
Mientras los principales líderes cargan pilas para brillar ante las cámaras de televisión y atraer los votos de los ciudadanos, Mariano Rajoy se oculta, cómo no, entre las cuatro paredes del castillo inexpugnable en que ha estado encerrado, desde que asumiera el poder.

¡Qué vergüenza!

miércoles, 25 de noviembre de 2015

Primavera truncada


 Cuando Túnez consiguió escapar de los fantasmas que la anclaban a su pasado, reconduciendo su camino hacia la libertad y el respeto del que tanto había carecido en su historia reciente, muchos de nosotros no pudimos reprimir la emoción, comprendiendo como comprendíamos, por haber caminado por la misma penumbra, todas esas sensaciones maravillosas que nos embargan cuando, por fin, sabemos que nos espera otro futuro.
Fue aquella primavera con olor a jazmines, como un recuerdo de nuestra transición hacia la Democracia, en un momento, en el que todo parecía empezar a derrumbarse a nuestro alrededor, podrido por inestabilidad de una crisis terrible, como si de repente se hubieran despertado las conciencias, anhelando, otra vez y en otro sitio, un hueco por el que escapar del yugo de la sumisión que se nos empezaba a imponer en España.
Ya avisamos entonces del riesgo que corría la Sociedad tunecina, de ser abducida, bien por las reglas del juego occidentales, bien por las del radicalismo islámico y deseamos, como no podría ser de otra manera, que fuera capaz de construir su propia identidad, lejos de cualquier influencia.
Y en principio, nos pareció que lo habían conseguido, que el esfuerzo de aquel pueblo valiente, que había tomado pacíficamente las calles reclamando sus más elementales derechos, había dado el fruto apetecido y que a Túnez, ya sólo le quedaba, crecer y afianzar su naciente Democracia, sobre cimientos sólidos y duraderos, que la convirtieran en un Estado libre y moderno.
Está claro que no todo el mundo deseaba lo mismo y los tres atentados sangrientos perpetrados en este país, en un corto espacio de tiempo, vienen a demostrar que la intolerancia, del signo que sea, puede truncar en solo un instante, las aspiraciones de un pueblo, inestabilizando gravemente todo el proceso, e incluso privando de su primera fuente de recursos al Estado, ahuyentando al turismo.
Este último golpe, asestado en pleno centro de la Capital, dentro de un autobús en el que viajaban varios miembros de la escolta presidencial y en hora punta, pone en evidencia que los objetivos de los terroristas no solo se encuentran ahora en el corazón de la vieja Europa, sino también en países que culturalmente, podrían resultarles más afines y que quizá desean anexionarse, sin dejarles decidir, en libertad, lo que verdaderamente desean.
Romper las ilusiones de Túnez, el fruto obtenido con su lucha, la estabilidad de su joven Democracia y las esperanzas puestas en un futuro que podría haberle sonreído, convirtiéndola en un ejemplo, es, como poco, un ataque intolerable a los deseos de sus ciudadanos y acarrea un grave retroceso en el proceso iniciado, hace apenas unos años.
La única diferencia evidente entre estos atentados y los de Paris, por ejemplo, es la peligrosísima cercanía territorial que Túnez tiene con sus propios enemigos y la poca o nula preparación que esta nación, recién nacida de la oscuridad, posee para combatir esta sinrazón, que parece dispuesta a imponer, por la fuerza de la violencia, su pensamiento.
Igual que se colabora con Francia, no se puede ni se debe abandonar a Túnez en estos momentos de pánico, sola, a su suerte, a merced de un destino, probablemente más que incierto.
Se lo debemos. Por devolvernos la esperanza en que los seres humanos somos capaces de conseguir lo que nos propongamos, si estamos unidos y por aquellas lágrimas de emoción que nos arrancaron, mientras cantaban victoriosos por sus calles.


martes, 24 de noviembre de 2015

Se agrava la crisis


Con Bruselas paralizada y tomada por el ejército y una psicosis te terror instalada en los países que la circundan y principalmente, en Francia, Turquía derriba un avión ruso, alegando violación de su espacio territorial, recrudeciendo una crisis que parece no tener fin, en este periodo negro de nuestra historia.
Las reacciones internacionales a este suceso no se harán esperar, aunque Rusia asegura que el avión se encontraba dentro de las fronteras de Siria, pero el incidente viene, en cierta medida, a sumarse a toda la suerte de despropósitos que están ocurriendo en estas tres últimas semanas, colocando en una difícil situación al gobierno turco, que también sufre y bien de cerca, lo que acaece en  su país vecino y la llegada imparable de refugiados, que tratan desesperadamente de ponerse a salvo de tanta barbarie.
Quizá por eso y como recompensa a su esfuerzo, ciertos líderes europeos hablaban estos días de permitir la entrada de Turquía en la Unión Europea, pues más vale contar con la complicidad de un socio cuando las cosas vienen mal, al que poder exigir, de algún modo, una cooperación mayor de la que ya practica, comprando con dinero, al fin, que los refugiados no se aproximen aún más a las fronteras alemanas, que en el fondo es lo que a todos ellos les gustaría, en vista de la bonanza económica que en este país se disfruta.
Derribar este avión, hubiera o no salido de las lindes sirias, va a suponer para Turquía, al menos, un parón en sus aspiraciones casi logradas de entrar en una Comunidad, que siempre la rechazó alegando violación de derechos humanos, aunque más bien, fuera por cuestión de diferencias religiosas y culturales, que para los socios en general y para los más fuertes en particular, no eran plato de gusto.
Ahora, algunos no tardarán en decir que derribar el avión ruso no es más que una manera de apoyar tácitamente a los grupos yihadistas, o al incombustible presidente sirio, mientras los europeos se esfuerzan, tras lo ocurrido en Francia, en combatir precisamente a estas dos facciones  y que aunque Turquía no llegue a declarar abiertamente su postura en este conflicto, probablemente esté, por tradición, más cerca de los islamistas, que de los descreídos europeos que durante tanto tiempo la despreciaron y que ahora la necesitan desesperadamente.
Será difícil encontrar la verdad de lo que acaba de suceder en ese espacio aéreo, pero lo que es seguro, es que Rusia reclamará responsabilidades directas a Turquía y que, probablemente, obtendrá además, el apoyo francés, por haberse prestado tan solícitamente a colaborar con ella, en los bombardeos.
Como verán, la crisis, que en principio parecía ser un episodio más de los muchos atentados sangrientos cometidos por todo el mundo, se agrava por momentos, implicando a más naciones de las que se hubiera podido suponer, si volvemos los ojos a lo que pasó en 2004 en Madrid y a cómo actuaron entonces, nuestros amigos en Europa.
Demasiado silencio, me parece, guarda de momento el Presidente norteamericano, que a pesar de haber condenado implícitamente los atentados y haber declarado su simpatía por la causa Francesa, permanece un poco al margen de las medidas adoptadas por Francia y Rusia, como si el conflicto le pillara demasiado lejos, aunque si se mira bien, Siria está prácticamente a la misma distancia que Irak, en dónde empezó, con su rocambolesca intervención armada, toda esta historia de violencia.
En España, podemos estar medianamente tranquilos, al menos hasta que pasen las elecciones, y en función de quién pueda ganarlas, ya veremos cómo se desarrollarán los acontecimientos tras el 20 de Diciembre.
Todos sabemos que en el fondo y por tradición, Rajoy está deseando enviar tropas en apoyo de Francia, pero la derrota electoral de 2004, dio una lección al PP, que no podrá olvidar jamás y que ahora sirve para disfrutar de esta tregua, que no se prolongará si Rajoy volviera a vencer en los cada vez más próximos Comicios.



lunes, 23 de noviembre de 2015

Cuestión de márketing


Desterrada por los luctuosos acontecimientos de París, la cuestión de la Independencia catalana, que parecía acaparar toda la atención mediática , ha pasado a un discreto segundo plano, a pesar de que ni siquiera se ha podido llegar a un acuerdo para la elección de un Presidente que encabece el supuesto proceso de secesión y de que continúan, sin atención ninguna por parte de nadie, las conversaciones con la CUP, en un intento a la desesperada por alcanzar un acuerdo y no tener que convocar nuevas elecciones.
Sin resignarse del todo a perder el protagonismo, Artur Mas presentó ayer a los candidatos con los que concurrirá a las Generales, bajo otras siglas y para anunciar que a partir de 2016, se dará por finalizado el periodo de existencia de Convergencia, con la fundación de un nuevo Partido, aún sin nombre, que aliará a demócratas cristianos, liberales y socialdemócratas, bajo su manto.
Sin que nadie entienda muy bien por qué abogando por la Independencia, la gente de Convergencia se presenta a las elecciones generales, para formar parte del Parlamento español, Mas consigue, sin embargo, volver a aparecer en los medios y que se vuelva a hablar del problema catalán, incluso en plena crisis europea.
Pero el contexto en que nos movemos desde hace unos días, la psicosis que sacude al viejo continente como un latigazo estremecedor, no puede por menos que convertir en una nimiedad lo que ocurra en una parte de esta península ibérica, transformando la tozudez de los independentistas en una especie de pataleta infantil por obtener la razón en un conflicto familiar, que carece de toda importancia fuera del ámbito al que pertenece.
¿A quién puede importar si Cataluña se independiza o no de España en unos momentos como los que vivimos, con los ejércitos patrullando las calles del corazón de Europa y el riesgo de atentados sangrientos llamando a las puertas de  los países vecinos, sin que se haya podido encontrar aún a varios de los autores de lo acontecido en París, hace tan solo una semana?
Resulta, hasta de mal gusto pensar que pueda darse una comparación entre la importancia de ambos problemas  y los separatistas, habrán de conformarse con esperar una nueva oportunidad de saltar al primer plano de las noticias, si no quieren ser acusados de practicar una frivolidad, absolutamente en desacuerdo con la gravedad de la situación que vivimos.
La tozudez en mantener candente el tema de su independencia, podría incluso herir la sensibilidad de los familiares de los franceses, acarreándoles una enemistad que no puede convenirles en absoluto, para sus futuros planes secesionistas.
A toda Europa, España incluida, lo que le preocupa ahora es encontrar un camino por el que poder zafarse del pánico que la tiene acogotada y una solución que a corto plazo, devuelva la normalidad a una Sociedad, cuyo pulso vital se ve alterado considerablemente por el efecto del terror y la sensación de haber perdido, en esencia, una libertad de la que hasta ahora disfrutaba plenamente.
Así que si Convergencia cambia de nombre, seguramente huyendo de los fantasmas de corrupción que se hallan encadenados a sus siglas o intentando lavar la cara de aquellos que pertenecieron a ella, para traicionarla después, derivando dinero público a paraísos fiscales, sinceramente, nos importa un bledo.
Bastante tenemos con vencer el miedo y salir a la calle como si nada hubiera pasado, aun sabiendo que existe el riesgo de que algo nos ocurra indiscriminadamente, como para pararnos a pensar en cuestiones que de afectar a alguien, no sería a la totalidad de una población que sí está, ciertamente preocupada por el problema del terrorismo.
Qué malo es el ego y cuánto daño puede hacer a determinados individuos.


Pánico en Europa


Hacía mucho tiempo que los europeos no veíamos a los ejércitos patrullando en las ciudades, las Estaciones de metro y las grandes tiendas cerradas y las calles desiertas por la amenaza de un ataque inminente, anunciado, teóricamente, por un enemigo infinitamente más pequeño que nosotros.
Hacía mucho tiempo que la vida relajada y serena se había instalado entre nosotros, proporcionándonos una estresada tranquilidad, en la que a pesar de faltarnos horas para cumplir con todas nuestras obligaciones, al menos sabíamos que llegaríamos sanos y salvos a casa.
Hacía mucho tiempo, que las guerras se habían convertido en una serie de episodios lejanos que contemplábamos por televisión desde el mullido sillón del salón y que en el fondo, nos parecían el tráiler de una  película americana, en la que los que caían derribados por las balas eran actores, que después del rodaje volvían a “resucitar”, para  interpretar otros papeles en otras filmaciones de temática bien distinta.
Ha bastado una noche terror, para zarandearnos de golpe, trayéndonos una realidad casi olvidada y que sin embargo constituye la cruda cotidianidad de toda esa gente masacrada por la sanguinolenta esencia de  la muerte y para dejarnos en una especie de estado de shock, del que no seremos capaces de escapar, por el peso de nuestra tragedia, que nos persigue como un fantasma entre el ensordecedor silencio que acuna el miedo a una nueva acción indiscriminada, en cualquiera de nuestros pueblos.
Pero buscar culpables, encontrarlos, juzgarlos, condenarlos, no elimina la simiente enraizada del conflicto, ni constituye en absoluto, una garantía de que la benignidad de nuestro entorno vaya a ser respetada de aquí en adelante por los generadores  de violencia, del mismo modo que atacar, de manera indistinta, a militares y civiles de los países considerados, en este momento, enemigos, no conseguirá procurar una paz que pueda borrar el horror de los corazones de aquellos que sin haber podido elegir el lugar de su nacimiento, se encontraron de cara con la intolerancia más feroz, que segó de raíz, toda su libertad y su inocencia.
Nuestro miedo, que en nada se diferencia del suyo, cuenta sin embargo, con la baza impagable de no tener que convivir con la miseria y con el inmenso tesoro de poseer, al menos, un lugar en el que resguardarnos, mientras nuestros  políticos ponen en práctica las medidas desesperadas con que intentan que todo pueda seguir igual, en el corazón de la vieja Europa.
Asombrados por la deriva de la nefasta situación, es la falta de recursos propios para combatir lo desconocido, lo que potencia de modo exagerado la naturaleza de nuestro miedo y precisamente esa perversidad, fomentada por la frecuencia con que vamos recibiendo nuevas instrucciones y noticias, es la que logra paralizarnos sin permitir a nuestro pensamiento volar en libertad, para afrontar con la coherencia que da la capacidad de comprender, la dificultad de este momento.
Así, se han fraguado, desde la antigüedad,  los episodios más negros de la historia y así ha vuelto el hombre a recaer una y otra vez, en los papeles que le han tocado representar, a un lado u otro, de los enfrentamientos.
Los unos, fueron abducidos por la locura de los fanáticos siguiéndolos en su trayectoria delirante hasta las mismas puertas de la muerte y los otros, presos del pavor, se convirtieron en mansos corderos a los que se condujo, sin rebelión, hasta los campos en que finalmente fueron exterminados, en silencio.
Precisamente por la reiteración de estas conductas, suele decirse que la Historia se repite, aunque todos contamos con la capacidad racional de cambiar el rumbo de nuestro destino, de dar un paso al frente y hasta de apartar, con voluntad, las negras siluetas del miedo.




jueves, 19 de noviembre de 2015

Psicosis de terror


Una ola imparable de alarmismo feroz recorre Europa, tras los atentados de París y las redes sociales se han convertido en un vehículo transmisor de las mentes calenturientas que se complacen en anunciar inminentes catástrofes en las grandes ciudades del viejo continente, sin que se pueda comprender a qué conducen tales afirmaciones o que alguien pueda disfrutar aterrorizando a la población, con bromas de pésimo gusto, como éstas.
La gravedad de la situación, los registros y detenciones constantes e incluso el discurso del Ministro Valls, alertando de la posibilidad de que pudiera producirse un ataque con armas bacteriológicas, ayudan ostensiblemente a elevar el pánico generalizado y parecen confirmar que el poder de los grupos radicales islamistas, resulta ser ilimitado, como si fuera imposible hallar una solución que suavizara las afiladas aristas de este conflicto.
A medida que van apareciendo imágenes de los lugares en los que se produjeron los ataques y las investigaciones policiales van desvelando el engranaje de la complicada maquinaria que se puso en funcionamiento en el mismo corazón de Europa, va subiendo esta psicosis de terror, capaz de paralizar cuerpos y mentes con su fatalismo exacerbado y cada vez parece más difícil escapar a la avalancha mediática que nos invade, ofreciendo casi cada minuto, nuevas noticias, sin que sepamos muy bien cómo canalizar toda esa información, ni qué medidas podríamos adoptar, para escapar de una eventual tragedia.
Al mismo tiempo, van apareciendo fotografías de los terroristas considerados como los cerebros de  las operaciones y en algunos casos, conociendo el perfil y la preparación intelectual de los mismos, cuesta creer que puedan siquiera ser capaces de imaginar nada que trascienda al manejo de un arma, por motivos de fanatismo.
Pero matar es, desgraciadamente muy fácil y cualquiera puede hacerlo, aunque para poner en marcha y coordinar operaciones de este calibre, nos parezca que se necesita mucho más que un odio ancestral hacia los occidentales o la exaltación de alguien que nada tiene que perder y a quien no le importa, en su delirio, ni siquiera su propia vida.
Crudo  lo tiene el gobierno francés para detener a los fugados, si se considera que desde la antigüedad, la guerra de guerrillas ha conseguido más triunfos que las grandes batallas y aunque en este caso, Francia dispone de los más sofisticados mecanismos que le brinda la tecnología actual, que un par de hombres se pierdan, en ciudades como París o Bruselas, es absolutamente posible.
No olvidemos, que los yihadistas podrían contar con mucho más apoyo del que nos gustaría admitir y habría que preguntarse de parte de quién se pondrían los musulmanes si se declara abiertamente una guerra entre Oriente y Occidente.
Hacer un llamamiento a la tranquilidad, resulta pues, fundamental para poder retomar la rutina de nuestras vidas, en las que de repente, han dejado de tener importancia, esas otras tragedias que nos trajeron los efectos de la crisis.
Nada podremos hacer, nunca, si ni siquiera somos capaces de controlar nuestros propios miedos.



miércoles, 18 de noviembre de 2015

La busca


Los vecinos de Saint Denis, se despertaron esta madrugada sorprendidos por un fuego cruzado, entre yihadistas y fuerzas del orden, que finalmente se saldó con la inmolación de una joven , dos muertos y varias detenciones.
El barrio, que ha sido registrado minuciosamente por la policía, incluida su Iglesia, que fue abierta a golpe de palanca, sin que se haya podido establecer qué se buscaba dentro, ha vivido la que ha sido sin duda, la noche más  difícil y trata, en estos momentos de recuperar una normalidad que le supera.
Holland, que parece dispuesto a peinar cada uno de los domicilios del territorio francés, si fuera preciso, se dirigió después, en una intervención televisada, a todos los alcaldes del País, justificando la operación y alabando profusamente la colaboración ciudadana y la valentía de la policía, copa todas las miradas de Europa, que mira aún, sin capacidad de reacción, como un clima casi bélico se ha instalado repentinamente, en el mismo corazón de Francia.
Hallar a los terroristas huidos y a sus posibles cómplices, se ha convertido en una cuestión prioritaria para el Presidente francés y nada denota que vaya a temblarle la mano a la hora de poner en práctica las medidas que sean necesarias, para conseguir su captura.
Y aunque sería precisa una cooperación entre Estados para alcanzar tal objetivo, Holland dice estar listo para afrontar los acontecimientos que pudieran sobrevenir en solitario, con tal de defender, en palabras textuales, los principios de La República.
Rusia entra también en el juego, como aliado de los franceses, colaborando en los bombardeos, como respuesta a la explosión en vuelo de su avión, en territorio egipcio y reclama, a su vez, la intervención americana en el conflicto, confirmando que la gravedad de las crisis consigue hacer curiosos amigos, incluso de rivales aparentemente irreconciliables.
Entretanto, los civiles que habitan las ciudades bombardeadas en Siria, parecen no tener la menor importancia  para los líderes de las grandes potencias, a pesar de encontrarse, sin remisión, en medio de una guerra que ni buscaron, ni quisieron.
Son, expresado sin tapujos, efectos colaterales de un enfrentamiento en el que parece, cada vez más, jugarse una cuestión hegemónica entre Oriente y Occidente.
La prueba viva de su indefensión ante la barbarie, son los miles de refugiados que habrán de esperar, ahora mucho más, que alguien tenga la caridad de darles asilo en algún lugar donde la paz ayude a hacer más fáciles sus vidas.
Una sombra de injusta sospecha cayó sobre todos ellos el pasado Viernes por la noche, sin que sepan qué pueden o deben hacer, para demostrar su más que probada inocencia.



martes, 17 de noviembre de 2015

Estado de excepción


Con un tono de gravedad, que recordaba a las intervenciones de los principales líderes europeos durante la segunda Guerra mundial, Françoise Holland se dirigió ayer al Parlamento francés, para confirmar que su gobierno considera los atentados  terroristas del pasado viernes, como una acción de guerra y para desvelar las medidas que se han puesto inmediatamente en aplicación, en todo el País y que conlleva una especie de  estado de excepción encubierto, que recorta ostensiblemente, la libertad de movimientos.
Respaldado por todos los grupos parlamentarios, que entonaron emotivamente, al final del discurso del Presidente, el himno de La Marsellesa, Holland afronta los días venideros, además de recrudeciendo los bombardeos sobre Siria, proponiendo una reforma inmediata de su Constitución, para endurecer severamente las penas por apología y comisión de actos terroristas. Al mismo tiempo, continuaban los registros y las detenciones masivas en Francia y en Bélgica, al sospechar que uno de los asesinos pudiera haberse refugiado allí y considerándose que existe en ese territorio, en estos momentos, un enorme riesgo de atentado, que ha obligado, incluso, a suspender el partido que la selección española de fútbol pensaba disputar hoy allí, de manera irrevocable.
 Es este ambiente casi bélico, los franceses tratan de recuperar la normalidad, tras el mazazo sufrido y comienzan a tomar de nuevo las calles, fuertemente custodiadas por las fuerzas del orden y el ejército, demostrando al mundo que la población está dispuesta a superar el estigma del miedo y que no desea rendirse al chantaje que el terror pretende llevar a cabo, con sus incomprensibles acciones.
Prestos a resistir y lidiando como cada cual puede con la idea de que el ataque ha provenido, precisamente, de ciudadanos de su misma nacionalidad, los franceses buscan amparo en las decisiones tomadas por su gobierno y esperan, con serenidad, que el mal momento pase, para poder retomar, aunque ya nunca será igual, las riendas de sus vidas.
Como siempre, Europa se pierde en conversaciones inútiles, que a la vista está, casi nunca dan un resultado brillante y convoca, cómo no, reuniones de líderes, en apoyo de una Francia, que igual que ocurriera en 2004 con España, quizá espera otro tipo de solidaridad, más encaminada a resolver de verdad, las bases del conflicto.
Mientras que ellos hablan, muchas personas han perdido inútilmente la vida en Londres, Madrid, Paris, Estambul, Túnez, Kenia o Estambul, Siria, Yemen o Irak,  sin que se atisbe la menor posibilidad de acuerdo entre las partes que conforman este conglomerado de terroríficos ataques que no pueden generar, más que un aumento de la violencia.
Son, somos, los inocentes, los que al margen de intereses económicos, ideológicos, religiosos o del cariz que fueren, nos afanamos sobre todas las cosas en defender la paz y la igualdad, entre todos los seres humanos y que esperamos, quizá con cierta ingenuidad, que los hombres seamos capaces de resolver nuestras diferencias, únicamente con la fuerza del respeto por el contrario.

Todos tenemos, aún, la esperanza de que la pacificación sea posible. Aunque para ello haya que hacer algunas concesiones a favor de una justicia social real e ir olvidando el estatus hegemónico que Occidente ha mantenido hasta ahora, para compartir la riqueza entre todos, como mandarían los cánones de una igualdad, entre todos los seres humanos, sin que importe su procedencia.

lunes, 16 de noviembre de 2015

Resaca de dolor


Con el corazón roto por la intensidad de la tragedia, los franceses se enfrentan a la incertidumbre de un futuro, de momento, amenazado por una sensación de terror, que tardará mucho tiempo en suavizarse, permitiéndoles recuperar una pacífica rutina.
Con todos los instrumentos del Estado al servicio de una investigación que promete ser larga y difícil, por lo enrevesado de la trama asesina, respirar con normalidad, en una ciudad prácticamente tomada por el ejército y las fuerzas del orden, resulta para la sociedad en general, prácticamente imposible.
No olvidemos que Francia es uno de los países que tuvieron colonias musulmanas durante mucho tiempo y que por tanto, cuenta con una nutrida población procedente de ellas, que empezaron a asentarse en todas las ciudades del País, hace ya varias décadas, pero que en muchos casos y víctimas de una enorme marginación, no han conseguido integrarse en las costumbres galas, permaneciendo en auténticos guetos y convirtiéndose potencialmente, en susceptibles de ser captados por los movimientos del islamismo radical.
Hay pues en Francia, muchos probables sospechosos y aunque no se puede ni se debe criminalizar por motivos xenófobos a una parte de la población que con toda seguridad, permanece al margen del conflicto, el miedo, la duda y la magnitud de la masacre, aumentan por sí mismos la capacidad de desconfiar, terminando por convertir la vida de personas inocentes, en un auténtico calvario de persecución, del que les será imposible escapar,  simplemente por una cuestión de procedencia.
  Holland parece superado con creces por la tragedia, dando la sensación de no estar preparado para afrontar acontecimientos como éste y aunque ya ha expresado la intención de continuar en la línea que seguía, incluso bombardeando Siria de nuevo, quizá como una inmediata respuesta, la dificultad del momento impone, al menos, una honda reflexión sobre el camino a seguir a partir de ahora, en vista de los espantosos resultados obtenidos con las medidas adoptadas hasta este momento.
La vía de la negociación, que debiera acometer Europa, si no quiere que actos como el de Paris, se conviertan en cotidianos en cualquiera de sus ciudades, parece sin embargo agotada, al menos mientras no se solucione de manera  digna, la situación de los miles de refugiados que se hacinan en las fronteras de las grandes potencias del Continente.
Y sin embargo, el intenso dolor no debe nublar el entendimiento, ni puede suponer una parada en seco en la intención de hallar una vía que logre pacificar los territorios en guerra, no ya porque puedan reportar beneficios a las grandes potencias, sino por una simple cuestión de humanidad, que parece faltar, desde hace muchísimo tiempo, en las relaciones establecidas entre Oriente y Occidente.
La injustificación del terrorismo, no puede constituir un móvil para responder con execrable violencia, sobre la población civil que habita, por ejemplo Siria y que soporta una espiral de terror, seguramente bastante parecida a la que pudieron experimentar las víctimas de los atentados en Paris, el viernes por la noche.

Todos necesitamos, fundamentalmente y por derecho, vivir en paz y para ello, resulta imprescindible empezar a pensar más en el bienestar de los seres humanos, y mucho menos, en los valores crematísticos.

domingo, 15 de noviembre de 2015

Noche de tinieblas


Una sombra fantasmagórica de terror se apoderó la noche del Viernes de París, recorriendo sus calles como una nebulosa oscura que sembrando la muerte a su paso, cubrió con la sangre de los inocentes, una ciudad hasta entonces llena de vida, que nunca más volverá a recuperar la luz que la hizo famosa en todo el mundo.
La barbarie, la incultura, la forma más terrible de desesperación y el fanatismo exacerbado que confunde las creencias con la sed de una venganza, inexplicablemente dirigida hacia seres sin culpa, vuelve a golpear el corazón mismo de una Europa, degradada hasta la inmundicia por el frenesí globalizador de sus dirigentes, pero a cuyos ciudadanos, ni siquiera se les ofrece la oportunidad de intervenir en las decisiones políticas que se toman en las altas esferas.
Como ya ocurriera en Madrid hace más de diez años, son precisamente esos ciudadanos los que se convierten en víctimas de las formas más terribles de violencia, recordando con su muerte incomprensible a los líderes que les gobiernan que ninguna decisión es gratuita, aunque a ellos nunca les toque pagar, en carne propia, la magnitud de sus errores.
 Mucho sabemos los españoles de esta clase de injusticia, desde que perdimos de manera irrecuperable, la alegría, aquel 11 de Marzo de 2004, en aquellos trenes de la muerte.
Quizá por eso, somos los que desde el corazón, compartimos de forma más directa los sentimientos de miedo, rabia y asombro que ahora mismo deben azotar a la Sociedad francesa, atenazando las gargantas ante la inmensidad de una catástrofe inaceptable para la comprensión de cualquier ser humano normal, pues resulta casi imposible pensar que tales actos puedan provenir de individuos pertenecientes a nuestra misma especie.
Las imágenes de la desolación, hablan por sí mismas de hasta dónde se pude llegar cuando el fanatismo nubla la razón de los débiles y de hasta qué punto resulta demasiado fácil alienar las conciencias de los desheredados de la tierra, para convertirlas en esclavas de la más desesperada ignorancia, encadenándolas para siempre al odio ancestral hacia los que consideran culpables de la miseria económica e intelectual que les impide acceder a una vida mejor, que sin duda merecen, por el mero hecho de pertenecer a la raza humana.
No cabe más, que preguntarse si no serán los muros levantados por la mano del hombre entre Oriente y Occidente, la desidia para resolver los graves conflictos que separan a dos civilizaciones asentadas en dos mundos separados por siglos de intolerancia, injusticia social y dominación del uno sobre el otro, por la fuerza de la violencia, los que han creado este monstruo imposible de controlar, que de vez en cuando se desliza en la oscuridad, atrapando entre sus garras sanguinolentas cuanto puede, para demostrar que a pesar de todo, sigue vivo y es capaz, de sembrar en sólo unos momentos, una semilla de terror, en cualquiera de nuestras impolutas ciudades.
Los nombre de los que mueren, sus historias personales y la desolación de los suyos, las lágrimas sinceras de los pueblos, ya deberían bastar a los políticos para reflexionar, no sólo sobre los errores que reiteradamente cometieron, sino también sobre las acciones que emprenderán a partir de ahora y que más bien, debieran ir encaminadas a resolver de una vez, las enormes diferencias que nos separan de los territorios de miseria en que se ven obligados a vivir, aquellos que tanto nos aborrecen.
Decía Pablo Iglesias ayer, que ahora no es tiempo de venganza y es verdad, ahora es tiempo, fundamentalmente, de recogimiento, de no caer, de ninguna manera, en la tentación de responder a la violencia con violencia y de apostar, precisamente desde el dolor, porque sea posible tender puentes que potencien el entendimiento entre todos, para que nada de esto vuelva a repetirse jamás, ni en Oriente, ni en Occidente.


jueves, 12 de noviembre de 2015

Entre dos aguas


Veintiún altos cargos nacionalistas catalanes, se encuentran, desde ayer, en el punto de mira del Tribunal Constitucional, como promotores de la iniciativa de dar por iniciado el proceso para la Independencia, que ha sido declarada nula por este Organismo y que constituye en este momento, la más grande preocupación del Gobierno español.
La resolución, que está siendo comunicada, personalmente, a cada una de estas veintiún personas, ya ha obtenido respuesta por parte de la Presidenta del Parlamento catalán, que ha manifestado la intención de desobedecer las órdenes del TC, por considerar que el mandato popular confiere al Parlamento catalán toda la legitimidad necesaria, para tomar las resoluciones que le parecieran oportunas y ésta, en particular.
En esta espiral de violencia soterrada, que se viene librando entre el Gobierno español y los partidarios de la secesión de Cataluña, el próximo paso de los nacionalistas, tras recibir la comunicación del Constitucional, parece crucial, pues podrían incurrir en un delito de desobediencia y otros aún peores, si continúan aún empecinados en su postura, que podría derivar en una aplicación de la Ley, que diera lugar a que todos fueran detenidos.
Pero ¿quiénes serán los encargados de aplicar la Ley, a partir de todo lo ocurrido en Cataluña y qué órdenes obedecerán los organismos policiales, existiendo una confusión como la que existe ahora mismo, entre españoles y catalanistas?
Sopesar la opinión de los encargados del orden, sobre el tema, resulta altamente difícil, teniendo en cuenta el principio de neutralidad que debe reinar cuando se trata de procurar la aplicación de la Ley, pero que, en este caso, les va a obligar a decidir , entre dos mandatos absolutamente contradictorios. 
Porque pudiera ser, que aún incurriendo en un delito de desobediencia o aún en otro peor, los políticos catalanes implicados en el problema, salieran indemnes del todo, pero ¿quién asegura a los funcionarios, policías y otros trabajadores relacionados directamente con el tema, su impunidad, si se posicionan a favor de las órdenes vertidas por el Parlamento de Cataluña?
En este instante, mientras Mas pierde  una segunda votación para obtener la Investidura, todo pasa porque la CUP termine por concederle su apoyo, para que todo el proceso siga adelante.
Porque siendo que no y ocurra lo que ocurra con la resolución del Constitucional de aquí a unos días, todo se paraliza hasta el nueve de Enero y tal vez, hasta no quede otro remedio que convocar nuevas elecciones.
Entretanto, los ciudadanos catalanes, observan atónitos cómo se desarrolla una batalla campal, que a ninguno de ellos apetece y se preguntan qué será de sus vidas, si no se logra hallar una solución que acabe con la incertidumbre que les corroe, en estos momentos de dificultad que atraviesan.

El pulso por el poder, por demostrar la prevalencia de unos sobre otros, parece no tener fin y la verdad, todos empezamos a estar un poco cansados de tanta intolerancia  frenética.

miércoles, 11 de noviembre de 2015

Apuesta fallida


Pierde Mas, en primera instancia, su apuesta por continuar siendo el Presidente de los catalanes, ofreciendo al Gobierno español una tregua en su lucha por detener el proceso independentista y viéndose obligado a someterse a una segunda votación, que seguramente tampoco ganará, si nadie cambia de opinión, como parece evidente.
No consiguieron los socios de Junts pel si convencer a la CUP de la conveniencia de que Mas lidere la  secesión que pretenden llevar a cabo los nacionalistas, probablemente porque no siempre los Partidos se hallan dispuestos a pagar cualquier precio por obtener un objetivo cualquiera, por muy de acuerdo que estén con los sucesos que los mueven.
El ego de Artur Mas, que le ha impedido apartarse de la primera línea de protagonismo, endiosado como está tras el apoyo conseguido por una buena parte de la sociedad catalana, en su apuesta por la Independencia, está convirtiéndole ahora en una rémora que sólo consigue frenar las aspiraciones de sus socios en este proyecto, que probablemente acabará por ralentizarse, paradójicamente, por su empecinamiento en mantenerse como candidato a la Presidencia de un territorio, al que parece amar mucho menos que a su propia persona.
La alianza entre los grupos secesionistas ya resultaba en sí, bastante extraña, si se tiene en cuenta la procedencia ideológica de todos los grupos que la forman y las enormes diferencias que separan  los principios que mueven, por separado,  a estos socios circunstanciales, únicamente unidos por un proyecto.
Era pues de esperar, que en algún momento del proceso, la debilidad del nexo que los une terminara, al fin, por quebrarse y que la disparidad de pensamientos que cimentan a cada una de estas Formaciones, aflorara separando abismalmente, como no podía ser de otra manera, las posiciones de cada uno de ellos.
No se puede olvidar que mientras Convergencia podría considerarse como el Partido que representa desde siempre a la alta burguesía catalana, estrechamente vinculada a la ideología de la derecha, Esquerra Republicana y CUP se encuentran claramente relacionadas con un pensamiento de izquierdas, más o menos radical, que ha de estar, necesariamente, en contra, de las políticas de recortes llevadas a cabo durante los últimos cuatro años por Mas y los suyos, en este caso, en Cataluña.
Tampoco se puede olvidar, aunque Mas no lo mencionó ni una sola vez en su discurso por la investidura, la terrible rémora que está suponiendo el caso de la familia Pujol, ejemplo indiscutible de la corrupción llevada hasta extremos del todo inaceptables y los lazos que unen, personal y políticamente, al candidato de Junts pel sí, con el que ahora se ha convertido en uno de los personajes más perseguidos por la justicia.
Resultaba pues, casi una ofensa, para cualquiera fuera de Convergencia, que pudiera relacionarse el color de su voto en este debate por la investidura, con un posicionamiento a favor del Partido al que pertenece Mas, por mucho que en la votación estuviera en juego el desarrollo del proceso por la Independencia.
Es decir, si Convergencia no rectifica y propone inmediatamente un nuevo candidato a la Presidencia catalana, no va a quedar otro remedio que convocar nuevas elecciones, por cierto, de resultado imprevisible.
Entretanto, la visceralidad del sentimiento independentista seguramente se enfriará y habrá que ver qué piensan los catalanes allá por marzo, fundamentalmente porque esta trepidante actualidad, puede cambiarlo casi todo, dependiendo del calado de las noticias que de aquí a entonces, vayan apareciendo.



martes, 10 de noviembre de 2015

La Revolución sin cabeza


Tras la euforia de ayer, el Parlamento catalán celebra el debate para la investidura del que habrá de ser su próximo Presidente de Gobierno, aunque todo parece indicar que esto no se conseguirá en primera votación, al estar la CUP en contra de la candidatura de Mas y haber proclamado mil veces que nunca le votarían, por la vinculación del Partido que representa con los múltiples casos de corrupción acaecidos en Cataluña, en los últimos tiempos.
Entretanto, en Madrid, se busca afanosamente una manera legal de frenar el proceso independentista que la mayoría parlamentaria catalana dio por iniciado ayer y Rajoy, por primera vez, se ve obligado a tratar con máxima urgencia el asunto que nos ocupa, intentando  encontrar aliados para la aplicación de las medidas que seguramente tomará, sólo o en compañía de otros.
Pero la Revolución catalana, que ya ha construido el tejado que resguarde de todas las inclemencias venideras a los habitantes de su “nueva República”, carece sin embargo de un líder que cuente con el respaldo de las mayorías para llevar a cabo el proyecto, lo que supone una fractura en la cimentación que bien podría hacer tambalearse por sí misma, toda la estructura que está por construir, aún sin que el Gobierno  español se vea obligado a personarse en la causa.
Puede que el ego de Artur Mas, muy subido por la trascendencia de los últimos acontecimientos, no le permita discernir que si persiste en la decisión de mantenerse como candidato a la Presidencia, los pasos que los independentistas han dado de manera acelerada hasta ayer, pueden irse al garete y que todos las promesas que ha venido haciendo a la sociedad catalana alrededor del sueño separatista, podrían venirse abajo ante la imposibilidad de llegar a un acuerdo sobre la votación de la investidura.
De ser así, la tregua que se ofrece a Rajoy no tiene precio y la revolución descabezada habrá de transcurrir de manera mucho más sosegada de lo que a los secesionistas les gustaría, al estar peligrosamente cerca la celebración de las Generales, que con toda probabilidad traerá para España, un cambio en el color del Gobierno.
Si el proceso de la investidura no logra resolverse con prontitud, los nacionalistas catalanes ya no podrán utilizar la baza del inmovilismo de Rajoy, para reforzar sus argumentos y podría ocurrir, de cambiar los protagonistas en ambos bandos del conflicto, que se abra un nuevo proceso de negociación, al que todos deseamos más fortuna que al anterior y que todo se ralentice.
Esto colocaría a Mas en un fuera de juego que quizá ayudaría a los catalanes a valorar con más frialdad la labor realizada durante los años de gobierno y a tener una opinión mucho más objetiva de lo que ha sido su periodo como Presidente de la Comunidad y si ha conseguido o no el beneplácito de los ciudadanos, como gestor de los asuntos de Cataluña.
La presión que debe estar sufriendo la CUP para que todo esto no se produzca, ha de ser sin duda, explícitamente violenta, pero ceder ahora, votar a Mas para la Presidencia, obviar los gravísimos  casos de corrupción que salpican a Convergencia y abrir los brazos a una alianza ideológicamente imposible, representaría en sí mismo, una traición a los principios que predica la CUP, del todo imperdonable.
Hay veces, que el interés de la actualidad supera con mucho a cualquier posible ficción y que los enrevesados caminos de la política terminan por conducirnos a situaciones absolutamente distintas a las que, en un principio se imaginaron. Ésta parece ser una de ellas y por lo complicado de la historia, ni siquiera se puede predecir qué pasará en los dos minutos siguientes.
Un lujo para los que relatamos los sucesos.


lunes, 9 de noviembre de 2015

La peor pesadilla


Los peores temores del PP se han materializado hoy en el Parlamento catalán, cuando los grupos nacionalistas han conseguido sacar adelante la resolución para iniciar el proceso de separación del Estado español, que desde hace tiempo, venían defendiendo.
El resultado de la votación, que ha sido ampliamente aplaudido dentro y fuera del Parlamento, pone  las cartas en manos de Rajoy, al que consigue dejar, a los ojos de los ciudadanos, en total evidencia, por no haber sido capaz de solucionar un conflicto que ahora llega a su punto álgido y cuyas consecuencias resultan aún impredecibles, sin conocer la respuesta que dará el Gobierno español, a partir de mañana.
Durante mucho tiempo, observadores nacionales y extranjeros se han venido quejando de la falta de comunicación existente entre los representantes gubernamentales de España y Cataluña, advirtiendo con absoluta seriedad al Presidente Rajoy que no era suficiente la utilización de la vía legal, a la vez que el problema se iba recrudeciendo y que era del todo imprescindible una negociación, a la que el PP se ha negado sistemáticamente, para encontrar una solución que satisficiera a ambas partes, o la cuestión acabaría por desbordarse, como ocurre en este momento.
La tozudez de los populares, la ausencia total de propuestas y la incapacidad para escuchar las reclamaciones que se le hacían desde Cataluña y muy especialmente la petición de la convocatoria legal de un Referendum que aclarara el punto de vista real de los ciudadanos que allí residen, han terminado por acelerar las ansias independentistas de un pueblo que se ha sentido maltratado por la indiferencia del Estado y que ha preferido creer el mensaje que los secesionistas lanzaban a través de los medios y que les llegaban como la única tabla de salvación posible, para vivir una vida mejor.
Un gravísimo error, que sin duda está colocando a Rajoy, a punto de salir del poder, en una especie de callejón sin salida del que conociendo su manera de actuar, escapará haciendo uso  exclusivo de medidas policiales y legales, como es su costumbre y lo peor, es que llegados al punto en que nos encontramos, puede que no le quede otra opción, si no quiere encontrarse una mañana con una declaración unilateral de Independencia real y perder a la vez, cualquier resquicio de ese prestigio personal que le  pudiera quedar, ante sus propios seguidores y votantes.
Para ser claros, el problema catalán se le ha escapado de las manos al Presidente y constituye uno de los más estrepitosos fracasos políticos que se hayan visto en este País, desde que llegara la Democracia y no solo por la gravedad que representa que una parte del territorio quiera separarse del resto, sino sobre todo, porque conociendo la intención desde el principio, la gestión que se ha llevado a cabo desde que el PP llegara al poder, podría considerarse nula.
Esta deriva, constituye en sí misma un motivo de dimisión fulminante y la petición no tardará en llegar, si la oposición es lo suficientemente avispada, como para no desaprovechar el momento.
No se puede haber hecho peor y ahora nos encontramos, además de sumidos en un desastre social y económico, enfrentados con una parte de la ciudadanía, por motivos meramente políticos y sin contar con alguien capaz de poner un punto de cordura, que devuelva las aguas a su cauce.
A solo un mes y pico de las Elecciones Generales, la situación se hace asfixiante para nuestro actual Presidente, que continúa, sin embargo, empecinado en sus inamovibles posturas legalistas, sin haber siquiera intentado otros caminos, para frenar los acontecimientos.

Ya puede rezar para que las cosas no empeoren en los próximos días, aunque todo hace prever y los nacionalistas lo saben, que desde luego no van a mejorar, si Rajoy no desciende de su atalaya y se aviene al diálogo.

domingo, 8 de noviembre de 2015

Velando armas


Con las espadas en alto, nacionalistas catalanes y Gobierno español aguardan los resultados del Pleno convocado para mañana en Barcelona, después de que el Tribunal Constitucional se negara a prohibir su celebración, como esperaban ansiosamente todos los grupos contrarios a que se inicie el proceso independentista.
Pero es que hacer una declaración de intenciones, pese a quién pese, no está prohibido por la Ley y aunque el TC, en los últimos tiempos, nos ha sorprendido con  sentencias que sugerían veladamente ciertas  simpatías por el Partido gubernamental, no siempre se pueden hacer ciertas cosas, sin levantar inmediatamente una polvareda entre todos aquellos que defienden el cumplimiento estricto de la legalidad.
Que el Constitucional le hubiera apoyado en este problema, supondría para Rajoy y los suyos una dilatación en el tiempo que encontrándonos como nos encontramos, a las puertas de las Elecciones Generales, les hubiera venido muy bien, a la hora de vender en campaña su triunfalismo impenitente. La negativa, en cambio, agrava ostensiblemente la sensación general de que el PP no ha sido ni será jamás capaz de hallar una solución al conflicto de Cataluña y que por tanto, habrá de conformarse con despedirse de esta legislatura, en pleno fragor de la batalla que se libra en aquel territorio.
De lo que ocurra mañana en el Pleno, van a depender muchas de las cosas que sobrevengan estos próximos días y que pueden, según su gravedad, sumar o restar un enorme número de votos a según qué Partidos, ayudando a que la balanza se incline de una u otra parte, propiciando a su vez, según quién resulte ganador, un nuevo  giro para la enquistadísima historia de  la pretendida secesión catalana.
Habría que suponer, que los nacionalistas no se atreverán a traspasar la delgada línea que los separa de la ilegalidad proclamando unilateralmente la Independencia, sino que más bien, que se congratularán de atreverse a dar nuevos pasos sobre la cuerda floja, llevando al límite la paz psicológica de sus contrincantes políticos, aunque esperando hasta que se hayan celebrado los Comicios del 20 de Diciembre.
Esta estrategia, podría servir para que los nervios de Rajoy y los suyos se rompieran definitivamente, dejando al descubierto, para beneficio de sus adversarios, en plena Campaña electoral, una serie de carencias inexcusables, que invalidarían del todo el discurso de que todo va bien y que oscurecerían, en gran parte, todas sus presunciones sobre el terreno de la Economía.
Porque de endurecerse el conflicto catalán, la atención mediática estaría centrada únicamente en este punto, convirtiéndolo en  foco de atención  y que además, provocaría en todos los Partidos que se presentan a las elecciones, la necesidad de hacer referencia en todos los actos de campaña al problema, teniendo que dejar de lado, por mera necesidad, otros asuntos de importancia que a todos nos atañen.
Esto, lo saben y muy bien, los grupos nacionalistas catalanes y en esta partida, que no ha hecho más que empezar, procurarán exprimirlo hasta sus últimas consecuencias, a ver si la imagen de Rajoy queda, también a los ojos de los demás, definitivamente defenestrada y se puede sacar cierta ventaja de ello.
Se augura pues, pase lo que pase en el Pleno, una campaña en la que Cataluña será la protagonista y no hay que ser muy avispado para entender que a pesar de que en los cuatro años de gobierno de Rajoy han ocurrido mil y una cosas del todo inaceptables, puede que sea el conflicto catalán el que finalmente se encargue de acabar con su carrera política y de jubilarle definitivamente, sin haber conseguido, por cierto, solucionar absolutamente nada.
Quizá le convendría, mientras vela esta noche sus armas, pensar en perder lo menos que pueda, de aquí a que se celebren las elecciones, aunque para esto, tendría que cambiar totalmente de manera de pensar, cosa que de momento, parece algo absolutamente imposible.




martes, 3 de noviembre de 2015

Acoso al indeciso


Se apresuran los Partidos nacionalistas a gestionar los caminos que pudieran llevar a Cataluña hasta la Independencia, ante la mirada atónita de un Marino Rajoy que no sabe muy bien qué hacer para frenar un problema que desde el principio se le ha ido escapando de las manos, creyendo quizá, que Mas y sus seguidores no se atreverían nunca a llegar hasta el punto en que ahora nos encontramos.
A punto de terminar sus cuatro años de mandato y profundamente agobiado por la multiplicidad de asuntos de corrupción que sacuden a su Partido, todos y cada uno de los días, Rajoy no esperaba  tener que lidiar con los nacionalistas de manera tan denodada, justo cuando está a punto de empezar una Campaña electoral de las Generales, que se augura difícil y violenta.
Puede que haya sido esa indecisión que le ha caracterizado desde su llegada al poder, la que hayan aprovechado los independentistas catalanes para acelerar su proceso, seguros de que el Presidente suele necesitar demasiado tiempo para llevar a la práctica cualquier medida, tenga la importancia que tenga y que es precisamente tiempo lo que ahora le falta, a punto de terminar una legislatura, que le ha costado Dios y ayuda sacar adelante.
Las debilidades suelen resultar bastante rentables para los oponentes, sobre todo si van acompañadas de un oscurantismo personal que convierte al débil en enemigo de encuentros y diálogo y terminan por pasar factura devolviendo de manera sobredimensionada, todo aquello de lo que se huyó, sin que pueda hacerse nada por evitar que el futuro se le eche encima,  engullendo con voracidad, todo aquello que encuentra a su paso.
No le queda a Rajoy, otra salida que mantenerse aislado en su inexpugnable fortaleza, hasta que pasen los comicios, e ir pensando cómo actuará, si tuviera la fortuna de ganarlos, aunque todo hace prever que necesitará apoyos para gobernar, si esto ocurriese.
Entretanto, los pasos que se vayan dando en Cataluña, aportarán una ventaja a los independentistas catalanes, que sea quién sea el vencedor de las elecciones, supondrá haber ganado un terreno del que ya nadie les podrá mover y que les consolida en el conjunto del país, como una fuerza contraria ya desde el principio, a la doctrina de la unidad territorial que parecen propugnar los líderes de los principales Partidos.
Es este momento de la actualidad, tan rabiosamente interesante, por lo que de trepidante tiene,  resulta difícil poner los ojos en otro sitio que no sea Cataluña, ni hacer otra cosa más que esperar a ver cómo juegan sus cartas, el Gobierno y los separatistas y cuál de los dos se apunta un nuevo tanto, cada vez que se produce una nueva noticia.
Tampoco se puede olvidar, que el Parlamento catalán también lo constituyen otras fuerzas políticas y entre ellas, los Ciudadanos que Albert Rivera ha conseguido colocar allí y que como todos sabemos, no están para nada de acuerdo, con los vencedores de las pasadas elecciones.
Aún sin Presidente, los días transcurren para los parlamentarios catalanes en un sin vivir plagado de gestos y consultas de textos que les permitan a unos y a otros hacerse con una razón por la que se pelea cruentamente y lo único que nos queda a los demás, es esperar que en algún momento, termine por triunfar una cordura, que desgraciadamente, falta en grandes dosis, a los encargados de gestionar este problema, que empieza a resultarnos, cansino.
Ya lo decíamos hace unos días. Con estos interlocutores, resulta imposible un acuerdo.



lunes, 2 de noviembre de 2015

El primer encuentro


Cercado por las circunstancias, Mariano Rajoy recibe por primera vez a Pablo Iglesias en Moncloa, buscando una salida consensuada al problema catalán, que se le ha ido escapando de las manos con cada una de las medidas que ha ido poniendo en práctica y que ahora le avasalla como un torrente, obligándole a abandonar la incomprensible manía de tomar decisiones en solitario, que adquirió desde el mismo momento en que fue nombrado Presidente, allá en Noviembre de 2011.
Al final, ha tenido que aceptar que los Partidos emergentes también cuentan, y mucho, en el panorama político actual y no le ha quedado otra que convocar a sus líderes, ante el convencimiento de que los resultados de las próximas elecciones generales, supondrá un cambio importante en la composición del Parlamento.
Nunca antes habíamos visto a Rajoy tan dispuesto a dialogar con el resto de las Fuerzas políticas, por lo que habremos de creer que la cercanía de los comicios y los augurios que para el PP se desprenden de las encuestas, han tenido necesariamente que influir en la difícil decisión de convocar a dos de sus adversarios más directos. A Rivera, porque tras su triunfo en Cataluña, puede ser uno de los pocos aliados que le queden frente al azote nacionalista y a Iglesias, porque su importancia mediática hace imprescindible que se le incluya en cualquier ronda de contactos, si no se quiere provocar la ira de sus numerosos seguidores.
 Como cabía esperar, hubo coincidencias entre el líder de Ciudadanos y el Presidente y casi ninguna con el de Podemos, como quedó patente en la posterior rueda de prensa ofrecida, en la que un Rajoy visiblemente nervioso, ni siquiera se dignaba a pronunciar el nombre de la persona con la que acababa de estar, como le ocurre cada vez que le desagrada hablar de alguien y las preguntas de los informadores le obligan a referirse a él de manera directa.
Sin embrago y por mucho que le pese al Presidente, este encuentro es sin duda, una de las noticias más importantes de cuántas se han producido en los últimos tiempos, teniendo en cuenta que hace apenas un año, los seguidores de Podemos eran calificados reiteradamente por el PP, como radicales anti sistema o como simples perros flautas procedentes de las “hordas” que propiciaron el 15M.
Mucho ha cambiado la historia desde entonces, hasta el punto de que no ha quedado otro remedio que contar con la opinión de Iglesias para cualquier asunto de interés nacional, poniendo en evidencia que en esto de la política no hay enemigo pequeño y que debe evitarse entrar en descalificaciones contra quiénes, a corto o largo plazo, pueden transformarse en claros oponentes capaces de llegar al poder, o al menos de tener peso en las Instituciones más importantes que conforman el Estado.
Que no hay simpatía entre ellos, se nota. Pero las funciones de un Presidente incluyen la obligación de recibir y escuchar todo aquello que tengan que exponer los que capitanean los principales Partidos y Pablo Iglesias se estaba convirtiendo en la en la excepción que confirmaba la regla.
Ha tenido Rajoy, que bajarse de la Atalaya desde la que dominaba tiránicamente el destino de los españoles y posar los pies en el suelo, haciendo oficial, con este encuentro, que Podemos existe y que su importancia en el panorama político español es real, pese a quien pese y duela a quién le duela.
Mucho me gustaría saber qué pensó el Presidente cuando tuvo enfrente a Iglesias en la Moncloa y si fue capaz de admitir en la corta distancia, su capacidad de liderazgo.
A Iglesias, le queda al menos, la satisfacción de que el primer paso para este esperadísimo encuentro, lo ha dado, precisamente, aquel que tanto le criticó en el pasado y que ahora, gustándole o no, le ha tenido que estrechar la mano, consagrándole como uno de los líderes más importantes de los últimos tiempos.

Quién nos iba a decir que sería Rajoy el que le diera la alternativa en el mundo de las grandes decisiones políticas.