martes, 31 de mayo de 2011

El mundo que le espera

Sentí por primera vez la necesidad de cambiar el mundo cuando todavía contaba pocos años. Fue un trallazo que se instaló para siempre en mis venas introduciendo en la sangre diminutas partículas de voluntad que rápidamente se apoderaron de mi pensamiento y que ya no me abandonaron desde entonces.
Al principio, era una cuestión de puro egoísmo que se plasmaba en un ansia permanente de trasformar todo aquello que me parecía injusto, porque quería acercarme lo más posible a mi propia felicidad.
Era joven y capaz de cualquier cosa. Había mucho tiempo para intentarlo y las fuerzas estaban intactas, renovándose cada noche en un universo de sueños que auguraba el triunfo si la perseverancia acompañaba al pensamiento y no decaía el espíritu de libertad que rezumaban los poros de mi piel.
Después, las fronteras se fueron agrandando y aquella maravillosa intención que se alojaba sólo en mi interior, empezó a abrir ventanas inmensas por las que expandir el amor a la utopía, esperando que mis hijas pudieran asentar su destino en una tierra diferente de la que me vio nacer.
Siempre ha sido impensable estar quieta. Como si una voz susurrara en mis oídos el cálido mensaje de que las ilusiones eran viables, aunque había que avanzar hacia ellas sin dar un paso atrás. La sorpresa de ir descubriendo paulatinamente que otras realidades eran factibles e inyectar una dosis de optimismo a cada uno de los fracasos, han contribuido a que la cimentación empezada en la juventud, haya alcanzado elevados niveles de firmeza.
No hay otro secreto que no rendirse jamás. Ir avanzando con los tiempos, sorteando los avatares que nos va deparando la vida, sin quedarse en la mera observación de los acontecimientos, sintiéndose a diario protagonista de la historia que nos ha tocado vivir y luchando hasta el último aliento por dar la vuelta a todo aquello que nos produce una profunda sensación de tristeza.
Ahora que mi hija lleva en su vientre una nueva semilla que adornará con su presencia el paisaje de este complicado universo, habrá que hacer acopio de energía para que sus ojos contemplen un paisaje mucho más bello.
El mundo que le espera, de hecho, es infinitamente mejor que el que encontré en aquella niebla espesa de los años cincuenta y sus padres, desde su posición privilegiada de dadores de vida, se han encargado ya de ir tomando el relevo en esto de ir allanándole un camino por el que conseguir otros sueños con los que realizar su propia historia.
Es por eso, que sin sentir aquella vitalidad de los primeros años, la actitud permanece intocable en el corazón y los músculos renacen con nueva voluntad de lucha para transformar la cara del mundo y todo vuelve a comenzar ahora.
Los que están por venir también merecen esa oportunidad de cambio y su aliento, que es la prolongación milagrosa del nuestro, alentará todas las posibilidades de hacer que la utopía acabe haciéndose realidad en el futuro inmenso que tienen por delante.

lunes, 30 de mayo de 2011

Empujando al payaso

Se alegra la cara de Italia, que se atreve a dar un paso adelante expulsando con cajas destempladas al payaso Berlusconi de dos de sus llamados feudos.
Milán y Nápoles, probablemente afectados por las nauseas que producen las innumerables “hazañas” del Presidente, protagonizan un giro electoral que, con toda seguridad, ha de ser el inicio de un cambio político general que termine con el gobierno mafioso de tan impresentable personaje.
Nadie con un poco de inteligencia podía comprender la tozudez en mantener en el cargo a alguien cuyos actos perjudican gravemente la imagen de un país, que habría de ser ejemplo, por su antigüedad, para el resto de territorios integrantes de la madre Europa.
Esta calcomanía andante, de inexistente moral, estrechamente relacionado con todo lo que huela a ilegalidad absoluta, defensor de sus privilegios hasta el punto de crear leyes únicamente en su propio beneficio, había estado jugando demasiado tiempo sobre la cuerda floja de la justicia, amparado en los votos seguros que le propinaban las dos ciudades que ahora le empujan al vacío abandonándole a su suerte.
Muchos italianos han esperado durante demasiado tiempo este día, desamparados ante el absolutismo paternalista que ha protagonizado este hortera, a golpe de cartera, y deshonrando en todas las ocasiones el nombre de la nación a la que pertenece.
El inicio de su caída, augura una cierta esperanza de que pronto desaparezca de la vida de los ciudadanos de bien, que probablemente acabarán siguiendo el ejemplo de estas dos ciudades y darán por finalizado el triste episodio de un mandato, demasiado tiempo cimentado en episodios oscuros y alianzas interesadas, con el solo propósito de no abandonar el poder.
Es una suerte que lo ocurrido coincida en el tiempo con los levantamientos latentes en Europa y cuyas reivindicaciones contradicen por entero la sucia política llevada a cabo hasta ahora en Italia, porque el toque de atención que a diario se da desde las calles, sin duda hará reflexionar a los nuevos candidatos al poder, evitando la tentación de corromperse con la facilidad que lo habían hecho hasta ahora, escudados en la impunidad que les proporcionaban sus cargos.
Puede que esta pérdida paulatina de influencia termine también por sentar ante los tribunales a quien tan hábilmente los ha eludido mientras se acomodaba en el trono que sus adeptos habían construido para él y veamos al fin, que vuelve a funcionar la justicia, con contundencia, donde los subterfugios de la clase política habían impedido reiterativamente una luz que iluminara el panorama de los ciudadanos.
Van cayendo los líderes europeos, uno a uno, consumidos por la mala gestión con que han llevado al continente y ahogados por la presión de los pueblos cansados de tolerar sus tropelías y los atropellos cometidos en contra de los intereses mayoritarios.
Habrá no obstante que esperar la reacción de Berlusconi, que no querrá conformarse, a la primera, con la derrota y que apelará a cualquier cosa que se pueda comprar con dinero para volverse a situar a la cabeza de los que gobiernan el mundo.
Pero no todo el mundo tiene un precio, aunque él todavía, desgraciadamente, no lo sepa.

domingo, 29 de mayo de 2011

Una causa común

Pasando el fin de semana en Portugal, tropiezo en las calles de Tavira con un grupo de estudiantes pertenecientes a un pequeño partido ecologista, con propuestas idénticas a la de nuestros indignados, que también muestran su descontento con el sistema que los gobierna y se apuntan al intento de mejorar el mundo nacido en las concentraciones de nuestras plazas.
Me emociona comprobar que el movimiento 15M ha traspasado nuestras fronteras y se instala poco a poco en otros lugares, demostrando que los problemas relacionados con la crisis han llevado al hartazgo a todos los ciudadanos del mundo al mismo tiempo.
No estará tan equivocado este camino que se inicia, cuando se reconoce su mérito en otras latitudes y se hace causa común con las reivindicaciones expuestas, traduciendo a otros idiomas los términos empleados en los manifiestos, asumiendo que la situación acuciante del momento, amenaza por igual a un mundo que, en esto, no reconoce líneas divisorias, ni particularidades propias.
También aquí, son mirados con recelo estos jóvenes que se atreven a alzar la voz contra los partidos mayoritarios, buscando una nueva vía política para encauzar sus necesidades y que admiran lo ocurrido en España, ofreciendo su solidaridad a los principios que ahora tratan de establecerse.
No parece que asuste la represión ejercida en la Plaza de Cataluña, que naturalmente, ha fomentado aún más en los jóvenes el dulce amor a lo prohibido, ni las amenazas de Esperanza Aguirre azuzando a los comerciantes de Sol para forzar la intervención policial que tanto le gustaría.
Tampoco influye en nada la elección a bombo y platillo de Rubalcaba como sustituto de Zapatero, que ya confiesa abiertamente pertenecer a la social democracia, desterrando de su vocabulario el término socialismo, aunque todos sabemos que hace tiempo que lo dejó atrás para bailar el agua a los mandatarios europeos montados en el euro.
La corriente de pensamiento que ha empezado a avanzar en el mundo quiere, por supuesto, romper con cualquier atadura a los cánones establecidos por los políticos actuales, que han quemado su etapa desperdiciando su oportunidad de hacer algo bueno por las clases populares y han caído gustosamente en los brazos de una corrupción económica e ideológica de la que ya no pueden desembarazarse.
Por eso sobran para los que intentan crear un sistema distinto, que acorte las distancias entre las clases y que dé cabida a todos aquellos que, en algún momento, se sintieron traicionados por los que deberían haber sido garantes de sus derechos.
Es natural que en vista de la aceptación obtenida en gran parte del mundo, el miedo cerval se instale en los que empiezan a comprender que está llegando el fin de su época, pero la saturación a que han sometido a los habitantes de la tierra, reclama soluciones urgentes que acaben por cambiar las actitudes trayendo consigo un reparto más equitativo de las riquezas.
El estallido de las protestas ya no está pues, localizado en núcleos pequeños, ni atañe únicamente a sectores concretos de la población directamente afectados por determinados problemas.
El coro de voces va haciéndose multitudinario y sonoro. En algún momento, no habrá más remedio que prestar atención a lo que dice y hacerle un hueco en el panorama desolador que nos rodea.

viernes, 27 de mayo de 2011

¿Quién teme a los indignados?

La terrible carga policial acaecida en el desalojo de la Plaza de Cataluña en Barcelona, acaba de igualar la actitud de quien la ordenó con la de los dictadores árabes que tanto se han criticado en los últimos tiempos.
Los ciento veintiún heridos de diversa gravedad que deja el ataque indiscriminado a ciudadanos pacíficos, no consigue sin embargo, el objetivo previsto y el movimiento del 15M se refuerza duplicando el número de manifestantes que vuelve al mismo escenario de la batalla campal.
Desde los tiempos del antiguo régimen no tenía lugar en las calles una represión de estas características, cuyas imágenes evocan un amargo recuerdo en todos los que tuvimos la desgracia de conocer de primera mano aquel tiempo.
Buscar explicaciones a la violencia es siempre un callejón sin salida, pero ahondando en los motivos que han podido dar lugar a este abuso de poder, no se me ocurre otro mejor que el miedo.
Debe ser duro ver como se tambalea la situación privilegiada en la que algunos han vivido, olvidando por completo a los ciudadanos de a pie, a los que ahora atacan, cuando cansados de ser utilizados como títeres por el sistema capitalista, se han atrevido a alzar la voz y a sugerir otro modo de afrontar la política mucho más acorde con los intereses de la mayoría.
En ningún momento, sin embargo, se ha traspasado el umbral de la ley en las acampadas, ni se ha cruzado la línea de la educación ciudadana, pues la magnífica organización de los convocantes ha cubierto con creces las labores que de otro modo, se habrían visto obligados a realizar los empleados de los ayuntamientos.
Pero el grito unánime de las masas, daña los oídos de los de arriba como si la voz de la conciencia hubiera tomado cuerpo en las calles impidiendo un reposo deseable por los defensores de una política que ya no ofrece ninguna garantía.
Quién teme a los indignados, es una incógnita cuya respuesta resulta fácil, a poco que se piense. Y la carga policial es la última carta a jugar para mantenerse en un lugar de poder, sin tener que ceder a las reivindicaciones de los humildes, que son multitud, llamando con insistencia a las puertas blindadas de los que no prestan ninguna atención a las necesidades del pueblo.
Si esperaba el señor Mas una huida masiva tras los disturbios de hoy, le ha salido mal la jugada. Tratar de atenazar la voluntad de las personas, a menudo suele ser un arma de dos filos que acaba hiriendo con un efecto adverso a quien se atreve a intentarlo y la voluntad popular, por norma, acaba creciéndose ante la adversidad aunando tras una misma causa a los sufridores, transmitiéndoles fuerza renovada para afrontar nuevos retos.
Tienen un gran fundamento los temores de los políticos de turno, pues el paso imparable del recién nacido movimiento 15M no está dispuesto a dar marcha atrás y los indignados se cuentan ya por cientos de miles y será prácticamente imposible reprimirlos a todos.
Mas valdría empezar a escuchar las justas reivindicaciones de los que verdaderamente mueven el mundo, porque sería un error ignorar que algo se está gestando en el país, fuera del influjo nefasto de los que hasta ahora lo rigieron.
En Europa, han empezado las adhesiones y el razonable discurso de los manifestantes, está calando en otros lugares, al entender sus habitantes la similitud que su situación tiene con la nuestra.
En una tensa espera, la marea humana está esta noche, otra vez, acampada por las esquinas, desoyendo el estruendo de los golpes e ignorando el olor de la sangre de los heridos, sólo con la fuerza de su razón.
No tiene la menor importancia la guerra interna del PSOE ni la euforia de los populares entrando triunfalmente por la puerta de los ayuntamientos para ocupar sus nuevos cargos.
El verdadero poder está en los brazos de los trabajadores y todo depende de la intención que tengan de moverlos.

jueves, 26 de mayo de 2011

Las lágrimas de Chacón

Los que nunca hemos sentido la llamada de la ambición política, a pesar de la enorme importancia que su desarrollo diario tiene en nuestras vidas, acabamos por convertirnos en meros espectadores absortos de sus vaivenes, sin que nos quede claro la mayoría de las veces, que otros sean capaces de hacerlo casi todo por ocupar un cargo que les reporte cierta comodidad vitalicia.
La particular gesticulación que se produce justamente detrás de unas elecciones, representa toda una lección de psicología aplicada al lenguaje corporal y cierra muchas incógnitas a cerca de la personalidad de cada cual, cuando se observa desde fuera.
Mirábamos esta mañana la postura contrita de la ministra Chacón mientras comunicaba en rueda de prensa su decisión de no presentar su candidatura para las próximas elecciones generales, exhibiendo el pretexto de no dañar más la mala imagen de su partido entre los electores, ni ser causante de luchas internas que pudieran distorsionar el fin primero a tener en cuenta los próximos días y que no es otro, que elegir un sucesor para Rodríguez Zapatero.
No podremos saber a ciencia cierta qué había detrás de sus lágrimas, si el dolor por una renuncia impuesta por las circunstancias en que su formación queda ahora o el temor a dar al traste con una prometedora carrera que habrá de pararse en seco y aguardar una mejor ocasión para dar el salto hacia puestos de mayor importancia.
Por edad, resultaría más lógico terminar de quemar a Rubalcaba en esta misión imposible que desperdiciar el talento de Chacón sin ninguna esperanza de obtener buenos resultados en los grandes comicios, dada la impopularidad de que goza en este momento el partido que todavía nos gobierna.
Sentados en esta tribuna callejera que ocupamos por derecho propio los ciudadanos, no será éste el último gesto que habremos de contemplar de parte de los ahora vituperados por el triunfo de los otros, sobre todo si, como parece, la ausencia de ideología reinante en la actualidad en la mayoría de los políticos, empieza a chocar directamente con su afán de poder empujándolos a replantearse si les merece la pena seguir subidos al carro de quienes tan pocas posibilidades de ofrecerlo manejan, según las encuestas.
La experiencia que reporta la veteranía dice a las claras que ahora toca un oportuno florecimiento de los adeptos al PP y el comienzo de un desfile de rostros nuevos que jurarán por lo más sagrado su adhesión a las siglas de los vencedores y su eterna lealtad a los líderes que las representan.
Nada hace pensar que este país de pícaros haya aún abandonado la costumbre de asociar el beneficio propio con el amiguismo, ni que una nueva corriente de seriedad se haya instalado entre los políticos, a pesar de las buenas intenciones de los movimientos ciudadanos surgidos en las últimas fechas.
Afortunadamente, nos queda de momento intacta la libertad de expresión como arma de denuncia, si es que observamos anomalías desde nuestra tribuna de privilegio y la capacidad de ser minuciosos en la mirada que dediquemos al futuro y que nos hará, posiblemente, distinguir como siempre, a los unos y los otros.

miércoles, 25 de mayo de 2011

Se busca líder

El efecto dominó de la derrota electoral sufrida por el partido socialista, hace ahora tambalearse sus asuntos internos precipitando las decisiones de cara a los comicios generales del año próximo y demostrando la poca solidez de los cimientos que sustentaban a su cabeza visible.
Quizá sea cierto que no esperaban una hecatombe de tan enormes dimensiones, pero la situación en que les coloca la portentosa pérdida de poder sufrida, hace que resulte ciertamente esperpéntica la imagen que ofrecen al exterior, sin otro capitán que el cadáver político de Zapatero, empeñado en agotar una legislatura de infausto recuerdo.
Crecidos los populares por el papel que les ha tocado interpretar en la obra, reclaman con insistencia la marcha del Presidente sin atreverse, sin embargo, a plantear una moción de censura que apoye sus reclamaciones, como si esperaran de los políticos, actitudes de dignidad realmente impensables en su condición y oficio.
Es verdad que la situación del PSOE no puede prolongarse por mucho más tiempo, si no quieren que la faena iniciada el día 22 del presente, acabe de ser rematada con perjuicios aún mayores para su formación, pero la papeleta que se les presenta para encontrar un líder conlleva dificultades extremas, dadas las perspectivas de futuro que aguardan a quien llegue a ocupar el puesto.
Plantear a cualquiera que presente candidatura para ser el futuro perdedor de las elecciones generales, carece de atractivo para quien se propone hacer carrera política y contradice los principios fundamentales que mueven a los que se dedican a esta profesión, que no son otros que los de alcanzar cuánto más poder puedan en el menor tiempo posible.
Es igual que el elegido salga de unas primarias o sea designado a dedo por quien aún lleva las riendas de la formación porque las perspectivas que le aguardan carecen de toda esperanza de victoria, sin contar con las bajas que seguramente habrán de producirse en sus propias filas en cuanto la borrachera de poder se convierta en recuerdo del pasado
Dicen que hay un enorme interés en que Rubalcaba suceda a Zapatero, porque es el único que podría aminorar las consecuencias de haber perdido la confianza de los electores y porque cuenta con una dilatada experiencia, también en la oposición, con la que discurrir nuevas vías para ir saliendo del desastre.
Sin embargo, la desagradable misión que se le ofrece requiere unas dosis de sacrificio personal difíciles de admitir, por mucha talla que se tenga en la brega diaria, y resultaría bastante normal una negativa rotunda por parte del ministro a ocupar este puesto que denigraría su nivel hasta extremos de convertirlo en un fantoche.
Tal vez sería una buena opción poner un anuncio en los medios de comunicación que dijera: Se busca líder.
Probablemente no faltaran candidatos que sólo por el afán de contemplarse a sí mismos en el espejo del coso político, presentaran su candidatura. Hay gente para todo.


martes, 24 de mayo de 2011

Traspaso de poderes

Llegan los populares a los Ayuntamientos con la euforia que da obtener jugosas victorias con las que comenzar un camino político que últimamente, acaba siempre modificando las cuentas corrientes de los que acceden a los cargos y que, en muchos casos, hasta proporcionan un sustancioso seguro de vida, a través de los sueldos vitalicios con que son obsequiados los que se portan bien con el sistema y siguen al dedillo las órdenes recibidas de todo el que se precie de pertenecer a la élite de los gobernantes mundiales.
Llegan confiados en que los votantes pronto olviden las múltiples promesas que hicieron en la campaña, estrechando manos, bailando en los balcones y sonriendo a todas las cámaras cercanas, pidiendo la inmediata dimisión de Zapatero y omitiendo hacer siquiera mención a lo que continúa sucediendo en las plazas de todo el país, como si no fuera también con ellos.
Tiene este partido popular un ganar estupendo, colmado de buenas caras y excelentes propósitos, todavía no especificados, que en nada se parece a la actitud demostrada hace años cuando le tocó ceder el poder, cosa que aún no ha olvidado, a juzgar por la machacona insistencia demostrada en defender causas juzgadas y probadas, como la autoría de los atentados de Madrid.
Es esta victoria suya una de las más peculiares acaecidas desde que terminó la dictadura, pues nunca antes presuntos delincuentes habían sido aclamados por el electorado que ha sufrido el desfalco de sus arcas, ni habían podido soñar sentarse en puestos aparentemente reservados a sus oponentes, en partes de la nación tradicionalmente adeptas a otras tendencias.
Andan pavoneándose de un triunfo que ni siquiera han tenido que currarse, pues les ha venido servido en bandeja de plata por los que ahora se marchan en forma de injusticia social, y por la desinformación de un sector amplio de la población que no se interesa por otras noticias más que las relacionadas con el mundo del colorín, ofrecidas hasta el hartazgo por cadenas televisivas con altísimo número de audiencia.
Para ellos, los que tenemos edad para recordar de dónde vienen, somos las moscas cojoneras que no paran de fastidiar con su buena memoria el intento a la desesperada de negar cualquier vinculación con el tradicionalismo recalcitrante del que partieron en el pasado y el hecho de que seamos capaces de transmitir a las nuevas generaciones su auténtica procedencia, es un aguijón clavado en sus muy ilustres posaderas del que no saben muy bien cómo deshacerse, después de lo que han invertido en el lavado de imagen que han intentado en los últimos tiempos.
Pero los que poseemos aún cierto sentido de la decencia, aguardamos con interés la pronta exposición de un programa de medidas económicas, que sobre todo afronte el gravísimo problema del desempleo con que hemos de enfrentarnos a diario, dado que han prometido hace sólo unos días solucionarnos la existencia. También aguardamos con impaciencia que su incorporación a los Ayuntamientos y Comunidades autónomas resuelva sin más dilación la crisis económica de los lugares en que gobiernen, ya que se han quitado de encima a los únicos culpables de todos los males de un país al que ahora parecen recién llegados, aunque la verdad es que sus caras son archiconocidas de cuando gobernaban, o de sus años de desastrosa oposición.
Ya que cuentan con la varita mágica que va a despojarnos de todas nuestras preocupaciones, a ver si no dilatan demasiado la aplicación de sus poderes mágicos curalotodo sobre nuestras cansadas cabezas y terminan de hacerse fotos estrechando la mano de cualquier transeúnte para ponerse a trabajar con empeño en la recomposición del territorio patrio.
A ver si es verdad que podemos descansar de una vez y nos levantamos una mañana con trabajo, con pisos a buen precio, con justicia bien aplicada, con educación de calidad, sin listas de espera en la sanidad y con todos nuestros derechos restituidos, incluidos nuestros sueldos, las pensiones y la posibilidad de no tener que acogernos a ningún subsidio con el que llegar malamente a fin de mes y con la libertad de poder decir lo que nos de la real gana.

lunes, 23 de mayo de 2011

El amargo sabor de la derrota

Pecó de soberbia quien creyó que traicionar al pueblo no pasaría factura, quien puso por delante su amor al poder, desterrando su propia dignidad y la de los adeptos a su ideología, para conservar el puesto que una vez le otorgó la confianza de los españoles.
Hizo mal en dejarse aislar desoyendo la voz de los que despojó de sus derechos y en apartar la mirada de las clases humildes, de las que nació su partido, hace ya más de cien años.
El afán de permanecer en una Europa regentada por la avidez de un sistema insaciable y el falso orgullo de aparentar una riqueza de la que carecíamos, terminan hoy por hacerlo bajar, en caída libre, del pedestal de barro que habían construido bajo sus pies, demostrando la ira de los pobres contra la falsedad de no querer admitir los graves errores cometidos en la gestión de esta crisis provocada por la avaricia.
La derecha no ha desbancado del poder a la izquierda, a pesar de su presunción ante los medios. Es esta izquierda sumisa, aduladora de los poderes económicos, quien se ha echado a perder, sin ofrecer una salida airosa a todos aquellos que alguna vez creyeron en el cambio que ofrecían.
Ha faltado la sinceridad de marcharse antes de venderse a las decisiones impuestas por los banqueros, de colocarse al nivel de los engañados por el espejismo de la riqueza. Ha faltado la decisión inapelable de no condescender con los mandatos impuestos desde fuera para llevar al país por otro camino distinto, mucho más cercano al entendimiento de la gente y a sus necesidades diarias.
Han faltado agallas para dejar que se hundieran los bancos que arriesgaron a sabiendas su estabilidad ofreciendo créditos a quienes no podrían pagarlos jamás y ha sobrado condescendencia cuando, rebajando el sueldo de los trabajadores, se ha inyectado dinero de todos en las venas ávidas de liquidez del capitalismo opresor.
Se ha cambiado sin pestañear honestidad por sumisión borreguil, entrando en una vorágine imparable de exigencias impensables de aceptar para un socialismo auténtico y se ha dejado morir desangrada la memoria de la lucha obrera, recortando todos los logros conseguidos por nuestros antepasados con sangre sudor y lágrimas.
No es verdad que la crisis tenga la culpa de este amargo sabor de derrota. La crisis no tiene rostro. Sus gestores, sí.
No se entiende que no hayan previsto la hecatombe sabiendo de antemano que los más cercanos a su doctrina tienen por costumbre castigar los errores, sin compasión, en cuanto tienen la ocasión de ser oídos, ni se puede explicar este giro desastroso hacia las políticas conservadoras sólo para seguir unos meses en el poder.
Se equivoca también quien espera que el resultado de las elecciones cambiará su situación de un plumazo. El falso acercamiento de la derecha a los trabajadores no es más que un reclamo despiadado para conseguir los votos de un pueblo al que ahora explicarán que han encontrado tal mal los municipios, que no les queda otro remedio que apretar más las tuercas de los que pagan siempre la mala gestión de sus gobernantes.
Éstos que ahora llegan, proclamándose defensores de los ciudadanos, son los mismos que llevaron al país al desastre consiguiendo que la burbuja inmobiliaria creciera hasta reventar y los que consintieron que el euro nos subiera la vida, en un día, un sesenta y seis por ciento, en los productos de primera necesidad.
Pero es verdad que el pueblo es también desmemoriado, frágil y fácil de conducir por los encantadores que regalan sus oídos con promesas de aire que al final no serán nunca capaces de cumplir.
Bastará con sentarse a esperar para comprobar cómo las cosas vuelven a su sitio, cómo las derechas acaban posicionadas, como siempre, al lado del que más tiene y cómo su discurso prefabricado de socorro a los desheredados de la nación se desinfla a favor de aquellos que les son afines en la privilegiada situación económica que siempre ocuparon.
Sólo el millón de votos nulos y en blanco que se ha depositado en las urnas, habla realmente del hartazgo del pueblo y si, como se presume, son el fruto de las movilizaciones populares de la última semana, habrá que intentar que el movimiento continúe para conseguir agrandar esa brecha que se acaba de abrir entre las colosales columnas del bipartidismo.
Los dos grandes, el ganador y el perdedor habrán de coincidir en la conveniencia de no perder de vista a estos indignados, capaces de mover en pocos días a un número impensable de buena gente.
Queda un año para la gran prueba y para intentar mejorar el gravísimo contexto que hemos de soportar los que sólo intentamos vivir del fruto de nuestro trabajo.
Puede que a algunos les parezca poco tiempo, pero si en una semana se ha conseguido sacar a las calles a cientos de miles de personas, quién sabe lo que se puede conseguir de aquí a que volvamos a ser llamados a las urnas.
La perseverancia es un arma cargada de futuro y la dignidad, el único tesoro realmente importante de los que todo lo pueden a través de su voto. Saque cada cuál las conclusiones que más le convengan.

domingo, 22 de mayo de 2011

Movimiento 15M: el comienzo de un largo camino

Sean cuáles fueren los resultados de estas elecciones municipales, ya nada volverá a ser lo mismo. El viento de la indignación se ha colado por los rincones de esta vieja tierra accionando los mecanismos anquilosados de los sufridos ciudadanos y ha puesto voz a un pueblo cansado de no oír sus palabras en la boca de ninguno de los partidos políticos que, teóricamente, debieran representar sus esperanzas.
Cayendo en picado hacia la globalización de la pobreza, los hijos de los luchadores han dado el salto a las calles, relevando por fin a sus progenitores en los primeros puestos de la lucha, haciendo gala, qué alegría, de esa educación que tanto esfuerzo supuso conseguir, cuando el porcentaje de hijos de trabajadores que llegaba a las Universidades era irrisorio.
Reventando las perspectivas soñadas por los partidos mayoritarios, las palabras justicia, libertad e igualdad entre los hombres, han vuelto a formar parte de un vocabulario en el que habían quedado relegadas a un plano ínfimo, como si su importancia hubiera disminuido a medida que el consumismo nos iba devorando mientras minaba con sus oropeles la poca dignidad que aún conservábamos.
Y sin embargo, la magia innegable de su sonido es capaz de apoderarse del hombre en cuanto se acerca a sus oídos, por muchos años que pasen, aduciéndole con la frescura y la fortaleza que transmite su significado, absolutamente imprescindible para el crecimiento de la humanidad a la que pertenece.
Este maravilloso despertar que ha irrumpido en nuestras vidas como un torrente de aguas turbulentas, que va erosionando a su paso las asperezas que empequeñecían el camino hacia la grandiosidad del mar abierto, ha traído consigo también la alegría de una comunicación entre nosotros que parecía perdida o condenada a la soledad de una habitación en la que reposaba una pantalla luminosa.
Descubrir que nuestros pensamientos hallaban una correspondencia en muchos otros, ha sido un descubrimiento que ha venido a potenciar la idea de que eran posibles nuestros sueños y la presencia física, el calor humano de los que hemos visto a nuestro lado remando en la misma dirección, nos ha dado el empujón necesario para hablar en voz alta y sin miedo, de aquello en lo que nos gustaría convertirnos.
El individualismo que habían conseguido instalar en nuestras vidas, la competitividad feroz, tan propia del sistema que nos imponen, se acaba de derribar en beneficio de la conversación establecida en estos nuevos foros callejeros, en los que todos estamos representados. Ninguna aportación cae en saco roto y mientras los políticos hacen un último esfuerzo por sonreír ante las cámaras antes de contar los votos en la trastienda, como malvados usureros de su tiempo, la frescura de las propuestas populares, con toda su simplicidad callejera, va siendo un eco que se expande calando en los que todavía no se atreven a despojarse del temor para dar un paso adelante y entrar a formar parte de esta maravillosa revolución que carece de siglas que la identifiquen.
Y aunque es cierto que el camino a recorrer será largo, que los escollos que encontraremos serán difíciles de salvar y que quizá la rutina lime en algo la fogosidad inicial que nos mueve, esta página de la historia que acabamos de empezar a escribir, augura nuevas corrientes de pensamiento.
Todas las revoluciones del mundo tuvieron siempre una chispa que nació de la desesperanza. Luego, si los cimientos eran buenos, el tiempo y el trabajo se encargaron de hacerlas grandes y poner nombres a sus protagonistas.
Cae la tarde sobre las plazas del país y los jóvenes se preparan para una nueva noche de vigilia, en franca oposición a los que les han regalado un modo de vida que los denigra en su condición de personas. Mañana, los resultados de los comicios serán publicados a bombo y platillo por la prensa oficial y todos los grupos desdeñarán la idea de haber perdido lo que otros habrán ganado.
Pero ya no podrán, sean quienes fueren, desoír durante más tiempo las voces de los que decidimos elegir otra forma de política.
La gente corea en voz muy alta:

Que no,
Que no,
Que no nos representan…



viernes, 20 de mayo de 2011

No nos moverán

Desde el centro mismo de la noticia, a los dos minutos de dar comienzo la jornada de reflexión y a la espera de un posible desalojo por parte de las fuerzas policiales, seguimos reunidos manteniendo conversaciones multitudinarias y lanzando propuestas a favor de una vida mejor fuera del sistema que proponen los políticos que nos han llevado al borde de la tragedia.
Los ojos ilusionados de una juventud coherente son capaces de transmitir todo un abanico de sensaciones magníficas a los que hemos dado el paso de unirnos a esta fiesta popular, sin que ninguna de las muchas barbaridades que se vienen oyendo en los medios de comunicación consiga romper la concordia reinante en los escenarios únicos desde los que esta noche estamos escribiendo la historia.
Hacia tiempo que nada conseguía poner de acuerdo a la gente para remar en una misma dirección y es de agradecer que el liderazgo de hoy sea asumido por los de menor edad, sin necesitar la tutela de sus mayores, para que tengan clara la dirección que desean seguir para ser dueños de su propio destino, demostrando que las enseñanzas recibidas durante los años anteriores, afortunadamente, no cayeron en saco roto.
Ha caído la noche y aún siguen incorporándose personas a la plaza, desafiando la mordaza que tratan de imponer para que la verdad no llegue a los rincones del país soliviantando a los que aún dormitan sin atreverse a venir a nuestro lado.
No hay intención de provocar incidentes y no se mencionan siquiera una vez siglas correspondientes a grupos políticos y sí se habla, en cambio, de la injusticia cometida contra la gente de bien, a la que se ha ido despojando de cualquier posibilidad de futuro, hasta provocarle un hartazgo que no le ha dejado otra salida que alzar la voz contra sus opresores.
Los tertulianos de las televisiones, anonadados por la explosión popular que toma las calles pacíficamente, tratan de hallar una explicación a sus esquemas preestablecidos de periodismo vendido y obsoleto. Pero ha dejado de funcionar la lógica y esta imparable marea humana no esta dispuesta a renunciar al sitio que acaba de ocupar en las tribunas de las ciudades, que son las únicas en las que se oye realmente su voz, sin la necesidad de que nadie los represente.
A pesar de la incertidumbre, nadie abandona la plaza, es más, se empieza a preparar la acampada, como si la prohibición que se cierne sobre el escenario en que se cocinan los sueños, fuera una simple anécdota sin relevancia en el transcurso de las horas siguientes, y mañana y el otro.
Huele a esperanza recién nacida y a utopías convertidas en realidades diferentes a las que hasta ahora nos han ennegrecido la existencia.
Todos pensamos en silencio: no nos moverán.

jueves, 19 de mayo de 2011

Crece la indignación

Aumenta el número de indignados que decide sumarse a las protestas pacíficas que han tomado lugares emblemáticos de todo el país, con un clima cordial y asambleario, por medio del cuál exigir ciertas reivindicaciones mínimas que les han sido retiradas sin compasión por las gestiones de los partidos políticos.
Enseguida sale Esperanza Aguirre acusando al movimiento de izquierdista, como si todavía fuera delito estar de acuerdo con una forma de pensamiento contraria a la que ella predica.
Otros dicen que comprenden, aunque no comparten, pero que habrá que prestar atención a la voz popular, atónitos como están por lo que se les viene encima sin haberlo previsto.
Concretamente el Partido Popular acaba de comprender que se le escapa esa mayoría de votantes que ya consideraba suya, al quedar totalmente excluido de la intención de voto de los indignados y se duele profundamente, como no podía ser de otra manera, de no poder ganar a su enemigo Zapatero tan brillantemente como auguraba. Tal vez creían, erróneamente, que el nivel de inteligencia de la ciudadanía se tragaría a pies juntillas su auto designación como líderes de las clases trabajadoras, olvidando su procedencia y su ideología, sólo porque la gestión del gobierno no ha sido satisfactoria.
Ninguno de ellos, desde luego, contaba con esta marea humana de disconformidad expresando a voz en grito su oposición al sistema que nos han impuesto y, en cierto modo, ven peligrar ahora su modo de vida, exactamente igual que nosotros lo vimos y lo seguimos viendo, sin que a ellos la crisis les hubiera afectado en absoluto.
No contaban con el maravilloso poder de convocatoria de las nuevas tecnologías, ni con las consecuencias que puede traer la fuerza popular, si las movilizaciones continúan y a cada instante cuentan con nuevos adeptos.
Expectante, Europa mira a nuestras calles temiendo un efecto contagio de los acontecimientos aquí ocurridos, mientras la Madrastra de Cenicienta sigue con sus asfixiantes propuestas, queriendo ahora acortarnos las vacaciones y prolongarnos los años de trabajo, a todos por igual, sin mencionar en ningún momento si los sueldos están al mismo nivel en todos los países de la Unión.
Ojala y este viento que sopla hoy sobre nuestros pueblos consiga expandirse hasta llegar a todos los rincones posibles, para arrastrar con él toda la podredumbre que nos trae esta clase política acogotada por capitalistas y banqueros, haciéndolos desaparecer de nuestras vidas condenándolos al más absoluto ostracismo.
La indignación acumulada durante varios años, acaba de cobrar forma y tiene nombres, apellidos, edades, profesiones y sobre todo sueños por los que combatir, sin sucumbir al miedo o a la pereza. Yo empezaré no votando el día 22.


A última hora de la noche, la Junta Electoral Central prohíbe las manifestaciones y concentraciones convocadas para los días 21 y 22, propinando un contundente mazazo a la libertad de expresión del pueblo, al que intenta privar de su derecho constitucional de reunión, sin duda movido por una sacudida de pánico al poder real de las masas.
Si a continuación empiezan las cargas policiales sobre los manifestantes ¿dónde estará la diferencia con las dictaduras de los países árabes que tanto han criticado durante los últimos tiempos? Es fácil aplicar la razón de la fuerza cuando falla la fuerza de la razón y las reivindicaciones salidas de las asambleas populares, han colocado una diana en el pecho de las instituciones a dónde apuntan directamente todos los ojos de la indignación.
Si se consiente este atropello contra las concentraciones pacíficas de los ciudadanos, queda en evidencia cuántas ideas han dicho defender nuestros políticos desde que la democracia se instaló entre nosotros.
Habrá entonces que probar a no obedecer a estos juristas de conveniencia, radicalmente en contra de los deseos mayoritarios de un país que ya no puede más, y lo dice. No nos moverán


miércoles, 18 de mayo de 2011

La voz soberana del pueblo

Molesta en grado superlativo a la clase política, que los indignados de este país se hayan decidido a tomar las plazas de las principales ciudades, con un grito desesperado como bandera, para mostrar su rechazo a un sistema que representa un claro retroceso para el modo de vida de los humildes.
Les disgusta que su campaña electoral se vea truncada por la cruda de verdad de los sentimientos populares, que son la voz hastiada de los que han estado manipulando y denigrando hasta darles la sensación de que otra vuelta de tuerca podría acabar de manera desastrosa con sus sueños de futuro, sin que les hayan dejado otra opción más que la de utilizar la fuerza enorme de su numerosa presencia, para volver a ocupar un sitio en el panorama de la actualidad.
Quisieran borrar de un plumazo la visión de las concentraciones, que evidencian demasiado los errores cometidos por el saqueo continuado de los bolsillos obreros que han estado llevando a cabo los adoradores del Capitalismo feroz, sin haberse siquiera detenido a echar una rápida mirada a la desesperación de la gente de bien, que no aspira a otra cosa, más que a vivir dignamente del fruto de su trabajo y a ofrecer a sus hijos un mañana mejor.
Era de esperar que algo así sucediera. La disparatada gestión de nuestros representantes, su desprecio hacia los que una vez otorgaron su confianza a sus propuestas y la reiterada manipulación que de la información han estado ejerciendo, siempre a su favor, auguraba un estallido de proporciones aún incalculables.
Desearían, claro, que nuestra libertad de expresión no existiera, que regresáramos a nuestras casas en silencio para demostrar que pueden manejarnos la vida sin permitirnos la posibilidad de una protesta contundente en su contra y que el camino emprendido a favor de un mundo dominado por la economía, siguiera adelante sin oposición alguna.
Les encantaría amordazar a unos jóvenes que ya se encargaron de hacer crecer con la única aspiración de un desaforado consumismo, amparados hasta la edad adulta por la mano protectora de un paternalismo casi eterno, sin que jamás hubieran encontrado un motivo para tomar las aceras para reclamar unos derechos, que parecían haber quedado obsoletos.
Creían contar con la ignorancia que sobre estos temas tenían las generaciones nacidas después de la transición y con la mansedumbre de unos progenitores que habían luchado denodadamente por ofrecer a sus vástagos una vida tranquila, sin carencias.
Pero la duración de la crisis ha venido a desbaratarles los esquemas y el negro abismo abierto a los pies de los pueblos, ha creado la urgente necesidad de volver a las calles para dejar constancia de la desesperación por no retroceder dos siglos en los logros que costaron tantas vidas humanas y tantos sacrificios.
No contaban con que estos jóvenes tienen además de su apatía, buenos maestros en las artes de la lucha callejera. Sus padres aún recuerdan con dolor los años de la dictadura y cómo hacer frente a los demonios de la represión y el silencio y naturalmente, creen llegado el momento de que los cachorros asuman el protagonismo de sus propias historias y den un paso al frente para reivindicar todo aquello que les ha sido arrebatado por medio de la corrupción imperante detrás de cada esquina.
Esto ya no tiene vuelta atrás. Y si las urnas se quedan vacías el próximo día 22, no habrá que buscar culpables en las plazas de las ciudades, sino en las instituciones mal gestionadas por una clase política que ha perdido cualquier poder de convicción, con acciones carentes de nobleza, que no han hecho otra cosa que despojar a los ciudadanos de parte de su dignidad hasta arrastrarlos al borde de un precipicio, al que se niegan ahora a caer.
Tienen exactamente lo que merecen.

Un sitio para la belleza




A veces necesitamos con urgencia escaparnos de alguna manera del entorno y convencernos de que merece la pena dedicar parte de nuestro tiempo a cosas que representan un enriquecimiento personal o anímico y que suelen transportarnos a otros mundos que siempre cupieron en éste.
No se necesitan demasiados requisitos para disfrutar de la belleza y es un placer contar en nuestras filas con todos aquellos que de algún modo nacieron artistas y que perseveraron en sus inclinaciones para legarnos auténticas obras maestras a lo largo de los siglos.
Las artes deben ser inseparables de nosotros los humanos, que solemos vivir casi siempre en estado de permanente alerta contra los sinsabores que nos depara el destino, abandonando con excesiva rapidez cualquier oportunidad de hallar una brizna de felicidad sin buscar inmediatamente una explicación lógica que nos permita disfrutarla.
Pero el arte y la lógica permanecen en polos opuestos y la fascinación que produce el primero está lejos de nuestra comprensión natural, perteneciendo a una categoría superior que nada tiene que ver con lo previsible o lo útil.
Yo podría por ejemplo, permanecer quieta durante horas, de pie, delante del Jardín de las delicias de El Bosco, sintiendo cómo me recorre el cuerpo un escalofrío inexplicable, mientras me embarga la emoción de ir descubriendo una a una las figuras que pueblan el tríptico, sin pestañear una sola vez.
Este cuadro, uno de mis favoritos, me fue descubierto en la adolescencia por una genial profesora de arte, de la que tuve la suerte de recibir mis primeras orientaciones hacia un tipo de pintura diferente a la que entonces marcaban los estrictos cánones dictatoriales y que no era otra, que una larga lista de Inmaculadas y Santos, salidos de las manos de genios españoles que me aburrían solemnemente.
Tropezar con este visionario, precursor del surrealismo de Dalí, adelantado a su época, trasgresor, valiente y atrevido en el fondo y en las formas, encauzó sin duda mis gustos artísticos y me abrió la mente a nuevos estilos aportándome también una gran dosis de libertad para poder inclinarme hacia otros modos de belleza.
Aún sigo contemplando el lienzo como si fuera la primera vez y no puedo pasar por El Prado sin acabar en la sala en la que se encuentra, anonadada por su grandiosidad y siempre sorprendida por su arrebatadora visión, como si hubiera alguna vinculación entre nosotros.
Es verdad que otras obras me han maravillado de forma parecida, pero la misteriosa aureola que rodea a este autor y la enrevesada temática de su obra, consiguen hacer palidecer cualquier otra sensación que puedan producir en mi interior y me empuja a considerarla como la pintura más impresionante que haya sido capaz de mirar, por muchas veces que la vea.
Y aunque la adolescencia ahora quede muy lejos, nunca agradeceré suficiente la oportunidad que se me brindó para conocerlo, aportando una luz fuerte y vigorosa a mi espíritu en aquellos años de extrema oscuridad, en que todo era pecado o prohibido.
A quien no lo haya visto, le animo para que lo haga en la primera oportunidad que se le presente. Le aseguro que nunca hasta entonces habrá sentido nada igual y que difícilmente volverá a salir de otros pinceles, algo parecido a este cuadro que nos ocupa.



En el día internacional de los Museos.

martes, 17 de mayo de 2011

A favor de la abstención





No entienden mis amigos que una persona como yo, interesada desde siempre por la política y luchadora cuando hubo que serlo para conseguir una vía de solución a la negra amargura de este País, haga ahora campaña a favor de la abstención, desdeñando cualquiera de las ofertas partidistas expuestas en la paleta de la campaña electoral que se desarrolla de cara a las elecciones municipales.
Incluso mis más allegados me dicen que pensaban ir a votar, aunque no fuera más que como un acto de respeto hacia el trabajo empleado por nosotros para conseguir que España volviera a recuperar el derecho a ir a las urnas y los durísimos años que hubimos de soportar mientras la dictadura nos privó del placer de hacerlo.
La alternativa que planteo, aclaro, no es otra cosa que seguir ejerciendo mi libertad de elección para decidir lo que quiero. Por supuesto no estoy en contra de la celebración de elecciones, ni es mi deseo desestabilizar con mi propuesta la democracia de la que disfrutamos. Mi negativa a usar mi derecho al voto nada tiene que ver con la política, sino con los políticos que la ejercen de manera tan desafortunada y con la violencia que han generado a nuestro alrededor en los últimos años, mancillando con su quehacer el noble oficio del servicio público.
Más que venganza, lo mío es un hartazgo de proporciones mayúsculas que sólo quedaría resuelto si desaparecieran del panorama que me rodea, sin dejar rastro, todos los que en los últimos tiempos han corrompido las ideologías, dificultando su aplicación sobre los asuntos del Estado, al enmarañarla con el sistema financiero, hasta el punto de hacer imposible que se distinga una sola idea, dentro del cúmulo de cifras que se barajan alrededor de nosotros.
Nada queda en el panorama nacional que no tenga que ver con los asuntos económicos y hasta los delitos han derivado de forma contundente hacia este plano, llenando nuestros juzgados de mas casos de corrupción de los que se podrían llegar a imaginar, incluso tirando por lo alto.
Lo mío, quiero decir, es una manera de recuperar la dignidad que mis representantes llevan tratando de arrebatarme desde que empezó una crisis que el pueblo no provocó.
Me han engañado, rebajado el sueldo, abaratado el despido, recortado las posibilidades de conseguir una pensión digna y administrado los dineros de las arcas comunes en su beneficio. No me han consultado si me parece bien insuflar ayudas a la banca, ni sobre las medidas que me gustaría que tomaran para hacer frente a los malos tiempos. Han decidido, sin preguntar, que quiero seguir el modelo alemán, en lugar de otro cualquiera e incluso me han encarecido la vida un sesenta y seis por ciento de un día para otro, haciéndome entrar a formar parte de una Europa que no hace más que maltratar mi modo de vida incomodándome en todos los sentidos, intentando además, aniquilar mi conciencia de clase. Han manchado las páginas de la historia con sus actos y llenado las listas electorales con delincuentes que se pasean por los territorios de España, como si se trataran de estrellas de cine, en lugar de declarados ladrones.
Me pregunto si después de todo esto, es comprensible que vistan las calles que me rodean de ambiente festivo, en un intento de que olvide lo acontecido con anterioridad, y reclamen descaradamente que vuelva a ponerme delante de una urna para dar una palmadita en la espalda a los verdugos que me hirieron de gravedad, otorgándoles de nuevo un cheque en blanco para que continúen alienándome como persona, los cuatro años siguientes.
Aceptar de buen grado la sugerencia de acudir a votar, pondría en duda mi nivel de inteligencia y me colocaría en un plano de obediencia en el que declino estar, mientras tenga mis facultades mentales en buen uso y pueda ejercer mi libertad de expresión sin que la censura me prohíba decir lo que pienso.
Así que incluso decepcionando a los amigos que no secunden la moción, el próximo día veintidós no me acercaré siquiera al Colegio electoral para participar en el juego sucio que me proponen los que bailan al son que tocan los poderosos del planeta.
Al menos, podré decir con la cabeza alta que nadie gobierna mi vida con la confianza que le dio mi voto y podré ejercer una crítica feroz a las barrabasadas que cometan los unos y los otros, sin haber participado con ellos en la prolongación de un sistema que va en contra de mis principios.
Ni siquiera me importa que me acusen de hacer proselitismo a favor de la abstención a través de estas páginas. No niego que me encantaría que esta idea se propagase y que de algún modo, el día veintitrés pudiéramos, de verdad, empezar a escribir una nueva historia.

lunes, 16 de mayo de 2011

Oídos sordos

Haciendo caso omiso de las nutridas manifestaciones populares del fin de semana, los políticos continúan con la campaña electoral, llevando por los pueblos y ciudades de España, la farsa teatral organizada con el único fin de acaparar los votos de los ingenuos ciudadanos que aún no han caído en la cuenta de la desastrosa gestión orquestada que nos acerca peligrosamente a la desaparición de nuestra esencia de clase.
A pesar de las numerosísimas voces que se alzan contra la forma de hacer política de estos fantoches esclavizados por las órdenes del capitalismo, los planes premeditados para alcanzar el poder son puestos en práctica a diario sobre los escenarios montados a todo lujo, donde desarrollan sus manidos discursos basados en el descrédito de los demás, sin que una sola autocrítica salga de sus labios para reconocer los múltiples errores y delitos que arrastran sus propias historias personales y de partido.
Habría que recordar a quien lo haya olvidado, que la supervivencia de las formaciones políticas es directamente proporcional al número de representantes obtenidos, y que reciben por ellos una subvención más o menos cuantiosa que, con toda seguridad, sale de las arcas del Estado al que se atreven en demasiadas ocasiones a esquilmar, en perjuicio de los ciudadanos que lo forman.
Parece que es igual que el grito unánime de una mayoría se alce en las calles demostrando unas dosis de indignación hasta ahora desconocidas en la reciente historia de nuestra joven democracia. Ellos viven en un plano diferente al nuestro y su única meta en el mundo es no perder los privilegios que les permiten, por ejemplo, no haber entrado a formar parte del multitudinarios club de parados que se agolpa ante las oficinas del INEM y que sigue creciendo, a pesar de haber seguido a rajatabla los consejos llegados directamente de la madrastra de Cenicienta.
Sin poder admitir que el sistema asfixia a las clases trabajadoras encargadas de levantar el País, ni uno sólo ha sido capaz de hacer mención a las manifestaciones ocurridas, como queriendo negar la evidencia que los sitúa directamente en el punto de mira de los que creemos en la urgente necesidad de cambiar el terrible modo de vida que nos ofrecen.
Yo voy a volver a pedir la abstención para el próximo día veintidós, como clamorosa demostración de la indiferencia que nos provoca tener que someternos a los designios malintencionados de los que ni siquiera demuestran luchar por una ideología.
Negar nuestro voto es aniquilar cualquier posibilidad de enriquecimiento para los partidos y una seria llamada de atención a los que militan en sus filas, para que consideren la enorme importancia real que tenemos en el panorama de la nación.
Debo insistir en que ya ni siquiera sirve la intención de romper el bipartidismo reinante entre nosotros, otorgando nuestra confianza a pequeños grupos que llenarían los Ayuntamientos y comunidades de gente de otras opciones que ni siquiera conocemos. Lo que verdaderamente merecen es que no exista la posibilidad de formar gobiernos en ninguna parte, cosa que obligaría necesariamente a un replanteamiento absoluto de la política en el País y ahuyentaría a todos aquellos que buscan en esta profesión un medio rápido de enriquecimiento.
No es más que una manera de devolver los “favores” que nos hacen. Si hacen oídos sordos a nuestras peticiones, hagamos nosotros también caso omiso a las suyas.

domingo, 15 de mayo de 2011

Strauss-Kahn: licencia para acosar



El director del Fondo Monetario Internacional, el socialista francés Strauss-Kahn, ha sido obligado por la policía neoyorquina a bajar de un avión, en el que estaba a punto de despegar hacia Paris, acusado de reiteradas agresiones sexuales, contra una camarera de un hotel de Maniatan.
La acumulación de poder suele dar a los hombres la sensación de que son capaces de pasar por encima de las leyes, como si adquirieran con el cargo una licencia para llevar a la práctica cuántos actos se les antojara, contra personas que se hallan en un plano de desigualdad y que, en muchos casos, temiendo por la prepotencia del agresor, no se atreven a denunciar los delitos cometidos contra ellas.
La reincidencia en casos idénticos de Strauss-Kahn, que ya fue acusado del mismo delito en el año 2008 por otra mujer, hace sospechar que la veracidad de los hechos es absoluta y que los instintos sexuales de este personaje no conocen límites, siempre amparado en la importancia real de sui cargo.
Que las mujeres tengamos que sufrir en los tiempos que corren, este tipo de abusos inaceptables, demuestra la fragilidad de las políticas vigentes contra los agresores, sobre todo si cuentan con cierta relevancia en cualquiera de los campos relacionados directamente con el poder económico.
Parece incomprensible que en 2008, el francés consiguiera liberarse de todos los cargos, sólo con pedir perdón por su comportamiento y que haya podido ascender en su carrera política hasta el cargo que ocupa en la actualidad, obviando el perjuicio causado en la primera mujer que lo acusó, como si el hecho se tratara únicamente de una falta leve que no atentara contra la integridad física y emocional de la persona que sufrió el ataque.
Aún hay quien se lamenta de que este segundo escándalo pueda terminar con las aspiraciones profesionales de Strauss-Kahn, en un intento de restar responsabilidades al detenido, al venir la acusación de una humilde camarera, que seguramente no contará con el asesoramiento jurídico que recibirá el maltratador, dada su potencia crematística.
Sin embargo, el castigo debe ser ejemplarizante, colocando a cada cuál en su lugar, independientemente de la profesión que ejerza, e intentando dejar claro al político las diferencias existentes entre seres humanos y ganado, con cuya carne comerciar, mercar o simplemente jugar, sin exponerse a que los representantes de la justicia ejerzan a rajatabla el cometido que la sociedad les encomienda.
Naturalmente, esperamos no sólo que la carrera de este individuo termine, sino que la aplicación de las leyes acabe con sus huesos en alguna prisión, sin tener en cuenta su posición social, ni las múltiples influencias que pueda ejercer en el alto estatus en que se mueve habitualmente.
Tiene el mundo la obligación moral de mirar por la integridad del prójimo, sin dar tregua a los que olvidan el derecho a la intimidad de los otros, aniquilando los sentimientos ajenos con su prepotencia y estableciendo un listón diferente para sus actos del que pueda regir cuando se trata de individuos de condición más débil que la suya.
El FMI tendrá que afrontar los hechos con toda la contundencia necesaria y no mezclar actos deleznables como éste, con cualquiera de las funciones para las que fue creado, abominando públicamente de cualquier vinculación con el abusador que hasta ayer lo presidía, y actuando con rapidez en su sustitución al frente del organismo.
La frecuencia de estos episodios en las altas esferas, se está convirtiendo en algo demasiado habitual y con lo que se debe acabar radicalmente. Todos recordamos, por ejemplo, el caso Berlusconi, y cómo el presidente italiano aún campa libremente por esos mundos, sin que la justicia se haya aplicado sobre él, como sería de desear.
Probablemente, ahora que ya se encuentra detenido, alguna otra mujer se atreverá a denunciar que algo parecido le sucedió en un momento determinado con este psicópata, ya que tal vez, las disuadió de denunciarle el sitio de privilegio que ocupaba en el mundo y las pocas posibilidades de derrumbar al gigante ante los tribunales.
Ahora que las noticias llegan a cualquier rincón del planeta, creo, es mucho más difícil quedar impune de estos aberrantes delitos y, por tanto, sería deseable poder conocer en profundidad todas las negras historias protagonizadas por estos monstruos, para que una vez globalizada su vergüenza, fuera imposible para ellos asomarse siquiera a la ventana de sus casas, sin ser abochornados por las críticas feroces de la gente de bien.

viernes, 13 de mayo de 2011

La solidaridad de los políticos





Mientras los ciudadanos de Lorca procuran superar de la mejor manera posible el gran susto del terremoto de ayer por la tarde, un interminable desfile de conocidos políticos hace su aparición por los lugares de la tragedia, buscando descaradamente una foto con la que atraer a los votantes el día veintidós, demostrando una falta de sensibilidad que hiere las conciencias de la gente de bien, que se solidariza auténticamente con la historia.
Los afectados por el seísmo no necesitan en este momento ninguna clase de promesas de aire, sino soluciones inmediatas a su deambular por las calles de su ciudad sin poder dirigirse a un lugar en el que cobijarse, tras haber tenido que abandonar sus domicilios, ante la posible amenaza de un derrumbe.
Seguro que ni siquiera sienten el menor interés por el resultado de las próximas elecciones, dado que la gravedad de su situación está por encima de temas como éste y les urge la necesidad de poder aferrarse a la idea de tener un futuro, con independencia de quién se lo ofrezca y el color de la bandera que enarbole.
Pero queda bien ser fotografiado junto a los escombros, compadeciéndose aparentemente, de la situación del más desfavorecido del grupo y hacer alusión a lo sucedido en todos los mítines ofrecidos, sin tener siquiera la deferencia de suspender cualquier acto electoral, al menos en un corto periodo de tiempo.
Pero, en honor a la verdad, la supuesta solidaridad de los aspirantes municipales acaba trayendo votos a las urnas de quienes más sinceros parezcan en los ofrecimientos de ayuda y aunque la realidad es que será el Estado el que acabe por asumir el costo de las oportunas reconstrucciones, aprovechar el tirón que pone en bandeja de plata este drama humano, se ha convertido abiertamente, en una forma de ganar en imagen que nadie parece despreciar.
Entretanto, la cercanía en el tiempo de la catástrofe japonesa, lleva nuestro pensamiento hasta la Central Nuclear de Cofrentes, situada a doscientos kilómetros del epicentro del terremoto, sin que sepamos si los efectos de la sacudida han podido afectar a su estructura o si corre algún peligro, en el caso de que pudieran producirse réplicas.
Ninguno de estos diligentes visitantes ocasionales ha hecho mención a este asunto, ni se ha quedado en Lorca el tiempo suficiente para conocer la realidad que viven los afectados allí.
Es la triste evidencia de que los caminos de la política discurren únicamente por senderos que puedan reportar algún tipo de beneficios y también de que la soledad de los débiles es tan grande, que sólo otros débiles son capaces de comprender su dolor y compartirlo sinceramente.

En tierra propia




A última hora de la tarde, un fuerte terremoto sacude las tierras murcianas, justo cuando se cumplen dos meses de la tragedia de Japón, trayendo a nuestras calles imágenes de terror que se saldan con ocho muertos y numerosos heridos, cogiendo por sorpresa a una población en plena jornada de trabajo.
Miles de personas son evacuadas en sus hogares y se disponen a pasar una larga noche acomodados por los servicios de protección civil, sin que hasta el momento puedan calcularse las consecuencias de la sacudida y alertados por las posibles réplicas que puedan sobrevenir en las próximas horas.
Cualquier otra noticia, pasa inmediatamente a un segundo plano, movilizando las conciencias del resto de los ciudadanos del país, ahora que la tragedia se ceba con nosotros, demostrando que en momentos como éste, la vida se convierte en lo más importante y que todo lo demás es superfluo, sin que se pueda hacer nada ante las fuerzas desatadas de la naturaleza.
Las primeras imágenes que nos llegan, son una demostración de lo efímera que resulta nuestra estabilidad frente a este tipo de fenómenos y nos provocan una enorme sensación de miedo, difícil de vencer, en la ignorancia que sobre este tema se tiene todavía.
Afortunadamente, nuestras ciudades se hallan en un plano bastante alejado de las de otros lugares, como Haití, y las pérdidas ocasionadas por la sacudida, parecen a priori, mucho menos desastrosas e irrecuperables.
Habrá, de todos modos, que esperar a una evaluación de daños que tardará en producirse y sólo la pérdida de vidas humanas resulta irreparable, en un primer balance de la situación, hecho en una crónica de urgencia.
Tendremos que afrontar la tragedia con entereza y convencernos de la importancia que en estos casos tiene la solidaridad para una pronta recuperación de la normalidad, aunque resulte difícil para los que han sufrido en primera persona la magnitud del desastre.
Ahora les toca a los políticos demostrar que, al margen de campañas electorales y crisis económicas, están preparados para gestionar la situación, sin escatimar esfuerzos y que son capaces de aunar fuerzas, olvidando sus diferencias, para estar al lado de las víctimas y solucionar los problemas acaecidos, desde su posición de privilegio.
Imaginamos que la movilización de los servicios necesarios será inmediata y deseamos que la tierra descanse sin tener que lamentar nuevas víctimas, cuando el dolor se ha instalado tan cerca de nosotros.

Nota informativa

A causa de una avería en el servidor Blogger, mis artículos correspondientes a los días 12 y 13 de Mayo, no han podido ser publicados hasta este momento. Dada la vigencia de los temas que tratan, me decido a sacarlos a la luz, a pesar del retraso. Agradezco la paciencia de mis lectores y les ruego disculpen las molestias.

martes, 10 de mayo de 2011

El mejor amigo del hombre

Desde que las nuevas tecnologías hicieron su entrada triunfal en nuestras casas, una obsesión insana se apoderó del hombre dominando su voluntad y provocándole un solo deseo, en cuanto tiene oportunidad de disfrutar de un rato de ocio: el control total del mando a distancia del televisor.
Como autómatas sin alma, cuando sus pasos les llevan hacia la zona del cuarto de estar, inician un ritual que empieza por una búsqueda concienzuda del objeto, removiendo cielos y tierra hasta encontrarlo, antes de acomodarse en el sofá cómo si les fuera la vida en pensar sólo en la remota posibilidad, de que hubiera desaparecido por arte de magia.
La expresión de sus rostros no puede ser más explícita cuando por fin lo tienen al alcance de la mano y el mero hecho de cogerlo, representa una especie de extraña felicidad que se les refleja en los ojos, dando a entender a quién los mira, que ya son los amos del mundo.
Lo agarran con una fuerza arrebatadora y desde el momento en que pulsan el número del primer canal, quedan abducidos en una especie de extraña nube que provoca una inmediata lejanía de cuántos les rodean, transformándoles en unos seres obnubilados, que se vuelven sordos, mudos y ciegos a cualquier señal que no proceda de la pantalla que acaban de iluminar y de cuyo dominio están ahora seguros.
Empieza entonces una curiosa actividad que maravilla a la gente cercana, pues se supone que uno enciende el televisor con la intención de ver algún programa que le interesa, pero la verdad es que lo que suele ocurrir en estos casos, nada tiene que ver con lo anterior, ya que desde la posición que ocupan, su entretenimiento consiste en saltar una y otra vez de canal en canal, deteniéndose a veces en películas o documentales ya empezados hace tiempo y quedarse colgados durante un rato en posición de asombro morrocotudo ante ellos, a pesar de no entender el argumento, ni ser capaces de hilar siquiera los diálogos que se producen ante sus ojos.
Después, inesperadamente, vuelven a la ronda de números, hasta agotar la extensa gama que se sintoniza en el país, muchas veces, despotricando de la publicidad y otras, empezando ya a dormitar por los rigores del cansancio diario, pero sin soltar el preciado tesoro que capta las cadenas, ni permitir a los demás tomar el relevo de lo que a juzgar por sus ronquidos, ya no necesitan.
Finalmente, caen en una etapa de sueño profundo, con el mando abrazado sobre el vientre y en una posición de reposo que lleva a los otros a pensar que pueden disponer del dichoso mando para poder acceder a algún programa de cierto interés, pero en cuanto se produce el intento silencioso de hacerse con el artefacto, se levantan quedándose sentados con los ojos fuera de sus órbitas, negándose a desprenderse del artilugio y profiriendo exabruptos contra quien intentaba cogerlo, con la ridícula excusa de estar un momento pensando y no durmiendo, como era evidente por su postura y por los rugidos emitidos.
Llegados a este punto, te asalta un primer pensamiento relacionado con la posibilidad de haber estado viviendo durante años con alguien de personalidad dual, que transforma su natural apacible en cuanto vislumbra la absurda posibilidad de ejercer su autoridad sobre la caja tonta.
Me pregunto qué harían durante el tiempo en que había que levantarse a cambiar de canal y qué decidirían cuando sólo contábamos con dos emisiones a nivel nacional, y encima en blanco y negro.

lunes, 9 de mayo de 2011

Los recuerdos de Zapatero

Nada hay peor para un político que caer en la indignidad de los insultos personales. Olvidar de repente la nobleza de una profesión que ha de basarse, fundamentalmente, en el respeto al adversario, para tratar de llegar al poder por medio del insulto lanzado sobre las historias íntimas de los oponentes, supone una bajeza imperdonable y debiera constituir destitución inmediata para quien lo practica, amparado en la altura de unas tribunas que no habrían de servir para otra cosa, más que para exponer el programa que tiene en mente realizar el partido al que se representa.
Ha demostrado el señor Camps, el prepotente e imputado representante valenciano del PP, una catadura moral bastante retorcida, al hacer alusión en un mitin a los recuerdos que el Presidente Zapatero pudiera tener de su abuelo. Mientras se pavoneaba de haber sido tratado por el suyo con mimo y cariño, no dudaba en quejarse de que el antepasado del presidente, parecía no haberle trasmitido otra cosa que odio, cosa bastante impropia de una relación normal entre familiares de esta cercanía.
Difícilmente podría el abuelo de Zapatero haber dejado ninguna clase de recuerdo a su nieto, ya que fue fusilado por las tropas franquistas durante la guerra civil, siendo arrancado de raíz, como tantos otros, del seno de su familia, probablemente por representar unas ideas diametralmente opuestas a las que aún se siguen perpetuando en personas como el señor Camps, mientras se mofa descaradamente de episodios que forman parte de la historia negra del país, sin el menor atisbo de rubor y delante de miles de personas.
Está bastante claro que el candidato valenciano tuvo mucha más suerte que el presidente, si como dice, la vida le dio la oportunidad de poder disfrutar de un buen recuerdo de su abuelo, sin tener que andar buscando su cuerpo por alguna de las miles de fosas comunes existentes en toda la geografía española.
Ya le hubiera gustado al presidente y a todos los demás familiares de los represaliados por las hordas fascistas, gozar de la presencia de sus desaparecidos durante más tiempo y contar para el futuro con un álbum de recuerdos similar al de Camps y no con la tortura de tener que sufrir en el silencio impuesto por la dictadura, la pérdida injusta de algún allegado, por razones ideológicas.
Las bromas de este personaje, de dudosa moralidad personal, que ha sido capaz de encabezar las listas de la Comunidad de Valencia, a pesar de hallarse imputado por la justicia en un sucio asunto de corrupción, son, como puede verse, de mal gusto e inciden en cuestiones demasiado dolorosas para ser mencionadas en tono de sorna con la pretensión de hacer gracia a los correligionarios reunidos en los actos electorales.
Hay que decir a favor del presidente, que hasta el momento, no ha entrado al trapo de esta provocación y ha permanecido en silencio, quizá con la intención de no ahondar en un tema que podría levantar ampollas si diera paso a una enardecida polémica sobre un turbio asunto, aún sin resolver para demasiadas familias.
Sin embargo, los que formamos parte de la larga lista de allegados de víctimas de la guerra civil, no podemos sentir por los chistes del señor Camps otra cosa más que un infinito desprecio y sólo deseamos que caiga sobre él todo el peso de la ley en los casos de corrupción a los que se enfrenta, ya que en su partido no hay valor suficiente para apearlo inmediatamente de cualquier vinculación con la política y desterrarlo al más crudo de los silencios, en el que poder educar, en soledad, esa vis cómica que tanto le gusta, cuando el tema hiere la sensibilidad de otros y tan poco, cuando roza siquiera sus oscuras historias personales.

domingo, 8 de mayo de 2011

Las malas influencias





Decíamos cuando comenzaron las revoluciones sociales de los países árabes, que habría que esperar acontecimientos para estar realmente seguros del camino que acabarían tomando los estallidos libertarios que se sucedían en las calles.
Poníamos toda nuestra esperanza en que la trayectoria seguida después del derrocamiento de los dictadores fuera un salto hacia una visión renovadora de su propia historia, libre de todo tipo de injerencias, tanto de los dirigentes occidentales, como de las teocracias islámicas, por ser unos y otros formas distintas de represión para quienes han protagonizado tan amplio sacrificio.
Confiábamos en que el conocimiento profundo de la tragedia vivida durante los años de la dominación padecidos, fuera capaz de abrir las mentes de estos recién llegados a la libertad, enfocando su ideología hacia metas fundamentalmente provechosas para sus pueblos, sin que tuvieran que volver a ser esclavos de una nueva trampa que silencie otra vez las voces que tan alto han gritado por las tierras del Magreb.
No es la primera vez que la mala influencia de las religiones acaba oscureciendo un proceso político, ni sería de extrañar una intervención solapada en los asuntos de los nuevos estados que consiguiera enardecer los ánimos de las masas, hasta provocar un enfrentamiento furibundo entre los partidarios de una u otra tendencia, con el único propósito de establecerse en el poder.
Todas las religiones lo intentan y el trasfondo espiritual que pretenden trasmitir, siempre acaba dejando paso a la necesidad de alcanzar posiciones de influencia en áreas que, en principio, nada tienen que ver con la doctrina que las mueve y a menudo vemos luchar denodadamente a los representantes religiosos para conservar sus privilegios allá donde sus creencias son practicadas por una mayoría, demostrando que una fuerte politización se esconde detrás de los muros de las mezquitas, las sinagogas o las iglesias.
Los enfrentamientos acaecidos en Egipto entre coptos e islamistas, con resultados de muerte, podría ser una prueba palpable de lo que digo y representar un mal comienzo para el establecimiento de un nuevo régimen en la tierra de los faraones.
No hay peor dominación que aquella que aliena nuestro pensamiento con promesas espirituales de dudoso cumplimiento, ni peor enemigo que el que va socavando nuestra libertad amenazándonos con el miedo a futuros infiernos que nadie ha demostrado siquiera que puedan existir.
Que la limpieza de las revoluciones sociales árabes acabara ensuciándose con la solapada intrusión de factores ajenos a los principios fundamentales que las movieron, daría al traste con la buena imagen que fueron capaces de levantar a miles de personas en el mundo, al mirar desde la lejanía la unión sin fronteras de ningún tipo que reinaba entre los protagonistas anónimos de estas historias que tantos titulares han dado en la faz de la tierra.
No sabría decir a quién corresponde salvaguardar el gran tesoro de esa limpieza y vigilar para que no degenere en la zafiedad de una exclusión para determinados sectores de las poblaciones.
Todos sin excepción alguna, necesitamos la libertad para vivir. Todos tenemos las mismas necesidades primarias para conservar la dignidad en nuestro destino y todos, sea cuáles fueren nuestras ideologías o creencias, debemos tener sitio en el que buscar la paz como primera parada de un largo camino por andar.
Comenzar segregando es dejarse manipular por malas influencias sin ser capaz de alzar la voz para detener el avance de los que nos empujan a un abismo peor que el que dejamos atrás cuando decidimos romper las cadenas. Ahora es tiempo de aprender a convivir con el vecino en igualdad de condiciones y empezar a poner en práctica la regla más difícil de aplicar cuando se trata de los hombres: el respeto.


viernes, 6 de mayo de 2011

Negociación encubierta

La ajustada legalización de Bildu por el Tribunal constitucional, abre una vía política a la izquierda abertzale, que celebró durante toda la noche la presentación de sus listas a las elecciones municipales en Euskadi, aportando un sólido motivo de enojo al Partido Popular, al comienzo mismo de la campaña.
Es difícil de digerir que la máxima instancia judicial contradiga las tesis del Supremo, sin una presión política fuerte que esconde a los ojos del ciudadano medio, los motivos ocultos que acaban de dar paso a lo que tan sólo anteayer, se relacionaba directamente con la ideología etarra y ahora se considera dentro de la legalidad establecida, sin que se haya tocado una coma de los papeles presentados a ninguna de las estancias judiciales.
La oportuna renuncia de la banda terrorista a la extorsión de empresarios y la negativa del Partido Nacionalista Vasco y también de Convergencia y Unió de Cataluña, a seguir apoyando al gobierno en sus propuestas parlamentarias, podrían ser algunos de los desencadenantes de esta sorpresiva decisión, e incluso se podría intuir un pronto abandono de las armas por parte de ETA, que subiría copiosamente las posibilidades electorales de los socialistas, tan afectadas por las medidas anticrisis, frente al avance portentoso de la derecha.
Las secretas deliberaciones del Constitucional, nunca serán reveladas a los medios y los oscuros senderos seguidos por los políticos para afianzar sus posiciones en el panorama electoral, mediando o no negociaciones ocultas para el restablecimiento de la paz en Euskadi, constituirían una razón de peso para haber ejercido las oportunas presiones sobre los magistrados que se habrían visto prácticamente obligados a otorgar su beneplácito a estas listas tan discutidas.
Probablemente, los resultados de las municipales colocarán al frente de muchas alcaldías a estos recién llegados de dudosa procedencia y harán trizas la aparente unidad reinante en el País Vasco, desde que Patxi López gobierna sus instituciones, acompañado por los representantes del Partido Popular.
Pero este gobierno evidentemente, sólo representa a una parte de la población y no acaba de contentar los ánimos de un nutrido sector que a menudo se manifiesta en las calles reclamando un lugar que consideraba usurpado por los más cercanos a una españolidad que detestan.
Colocados ahora en la línea de salida junto a las otras opciones, de cualquier signo, la batalla será sin duda árida y dividirá los resultados electorales, dando una idea clara de cuál es la auténtica tendencia que prefiere este complicado territorio, en el panorama político actual.
Quizá la posibilidad de acceder a puestos de auténtica responsabilidad, acabe desgastando a los abertzales mucho más que las medidas policiales impuestas desde Madrid y aquellos que los votan terminen por convencerse de que no son realmente las víctimas inocentes que presumen cuando se quejan de ser reprimidos con dureza en su libertad de opinión y pensamiento.
Indiscutiblemente, si a la vez que suceden estas cosas, Zapatero lograra establecer la paz en las tierras vascas, consiguiendo acabar con un problema enraizado allí durante casi cuarenta años, la popularidad de su partido y su prestigio personal harían olvidar en parte la mala gestión económica llevada a cabo durante la crisis, situándoles en mejor posición de cara a las generales del año próximo.
Y si finalmente es Rubalcaba el candidato socialista, su figura arrancará con la buena noticia de haber sido el ministro que consiguió acabar con el terrorismo, obteniendo así puntos suficientes para lograr un electorado suficiente que detenga los malos augurios que le otorgan las últimas encuestas realizadas, para escarnio de unos populares que ya paladeaban una dulce victoria.
Todo es cuestión de sentarse a esperar acontecimientos. De momento, tendremos que oír hablar de manipulación sobre los tribunales, de abandono de pactos antiterroristas y de culpabilizaciones con nombre y apellidos que procuren inclinar la balanza hacia el campo de la derecha. Pero la historia se escribe en plazos largos y aún falta un año para conocer la próxima página de la nuestra. Esto de ahora, es sólo un anticipo y la vida, de todos es sabido, da siempre muchas vueltas.




jueves, 5 de mayo de 2011

¿El montaje del siglo?

A medida que se van conociendo detalles sobre la muerte del terrorista más buscado, toma cuerpo con bastante insistencia el rumor de que podría tratarse sólo de una minuciosa operación de marketing hábilmente encauzada por la Casa Blanca, para aumentar los bajos niveles de popularidad del Presidente Obama en las últimas encuestas.
La gente no cree que Bin Laden esté muerto y empieza elucubrar con la idea de si realmente existió alguna vez, o se ha tratado únicamente de un montaje convenientemente trazado tras los acontecimientos del 11S, con la intención de tener a mano un enemigo a quién dirigir toda la culpa de las malas relaciones existentes con el Magreb, y una excusa del entonces presidente Bush para intervenir allá dónde fuera preciso, hasta las últimas consecuencias.
Verdaderamente, las explicaciones que se nos ofrecen sobre la supuesta operación bélica resultan poco convincentes. Para empezar es inexplicable que un comando bélico invada el espacio de otro país, sin conocimiento de sus autoridades, y protagonice un episodio con resultado de víctimas mortales, en una urbanización cualquiera, sin que inmediatamente se produzca una protesta contundente de la nación afectada y una ruptura de relaciones con el gobierno de las fuerzas invasoras.
Conociendo el triunfalismo que caracteriza a los americanos, tampoco es fácil de tragar la historia de la rápida desaparición del cadáver del líder terrorista, ni la ocultación de una prueba fehaciente de la certeza de la muerte, como sería la publicación de una foto en todos los medios de comunicación, a pesar de la dureza a la que alude el gobierno de Washington.
La historia es, cuando menos, digna de ser llevada a la gran pantalla por alguno de los muchos guionistas que pululan por Hollywood, e incluso merecedora de algún premio al mejor guión, por la sinuosidad del argumento, y genera verdaderas dudas en los que no tenemos otra información que la que nos llega a través de las agencias de noticias, en la creencia de que los datos que reciben acostumbran a ser ciertos.
En España, ya tuvimos la oportunidad de ver con nuestros propios ojos cómo de la imagen de un ciudadano normal, se puede crear la de un peligroso terrorista. Recordaremos que una fotografía del representante de Izquierda Unida en el Parlamento, Gaspar Llamazares, apareció en unos carteles como la de un fanático del islamismo, reconociéndose como un lamentable error de los servicios de inteligencia americanos.
Pero de no haber sido un personaje público, la fotografía en cuestión podría haber pululado durante años por las fichas policiales e incluso haber pasado por la de un líder a nivel mundial, sin que nadie negara su implicación en los hechos que se hubiera querido achacarle.
¿Puede ser éste el caso de Bin Laden y tratarse su figura de una oportuna invención del gobierno Bush, que ahora pesaba como una losa a Obama, hasta el punto de haber decidido borrarla de la faz de la tierra con una mentira como ésta?
No habrá manera de averiguarlo si las imágenes difundidas del líder islamista no se corresponden con las de otra persona con nombre y apellidos propios, ni habrá tampoco forma de descubrir los entresijos del entuerto, a no ser que se produzcan infiltraciones de algunos documentos de alto secreto, de esos que son revelados todos los días por arte de magia de algún pirata informático.
Mientras, el mundo se atreve a celebrar la muerte como si se tratara de algo glorioso y permite que la justicia vuelva a quedar ridiculizada por el poder de las armas, sin que ningún tribunal internacional haya pedido explicaciones de un suceso tan cercano al terrorismo, como los del 11S, por ejemplo.
La complacencia de los gobiernos de occidente con hechos como éste, son una muestra evidente de su postura servil y su indignidad, cuando se trata de enfrentarse con los amos de su mundo.
Si es verdad, qué verdad más amarga. Y si es mentira, qué fácil resultamos de manipular y qué pocas agallas tenemos para hacer oír nuestras voces.

miércoles, 4 de mayo de 2011

El poder de mi voto

Voté por primera vez a los veinticuatro años. Hasta entonces, la férrea dictadura franquista había privado de ese privilegio a mi país durante más de cuarenta años e incluso condenado al silencio político a las personas de la edad de mis padres durante la mayor parte de sus vidas.
Estar desposeído de todos los derechos en plena juventud, es un camino arduo por el que desenvolverse y nos hace dar un valor diferente al privilegio de poder participar en las elecciones para, de algún modo, hacer oír nuestra voz, por medio de la papeleta que introducimos en la urna.
Independientemente de nuestra ideología personal, el voto es considerado un tesoro, un medio por el cuál ser partícipe en los asuntos de la Nación, llevando la libertad de pensamiento hasta las instituciones que nos representan, sin ser coartados por ninguna fuerza ajena a nuestra voluntad, ni sometidos a una obediencia impuesta que dirija, sin nuestra participación, el destino de nuestras vidas.
A pesar de haber transcurrido muchos años, los comicios han seguido representando para mí un motivo de orgullo y siempre había acudido a ellos animosamente, abandonando cualquier otro plan, por atractivo que fuese, cada vez que llegaba el momento.
Pero esta crisis nos ha descubierto demasiadas cosas y la esperanza que un día pusimos en la integridad de nuestros representantes, ha dado paso irremediablemente a un desgaste emocional absoluto, directamente provocado por la amoralidad reinante a nuestro alrededor y las actitudes de servilismo y traición desarrolladas por los políticos actuales, adoradores a ultranza de los poderes económicos y carentes de cualquier consideración para con la humanidad de las clases populares que les ofrecieron su confianza.
Estas próximas elecciones municipales serán, lo he decidido, las primeras en que me quede en casa. No me levantaré temprano para acudir al colegio electoral, ni prepararé con antelación mi papeleta para introducirla en la urna correspondiente. No escucharé el discurso falaz de los que tan interesados se hallan en manipular mi conciencia, con el fin de auparse al poder utilizándome como mecanismo de sus intrigas, ni potenciaré su ascensión hacia puestos desde los que esquilmar las arcas, a las que con mi esfuerzo contribuyo. No caminaré como un borrego al paso que me marquen, ni haré campaña a favor de mis verdugos, ni seré comprensiva con programas elaborados desde la perspectiva de los que no descienden a la calle para solidarizarse con los problemas que me afligen. No me alinearé con las formaciones reinantes en el panorama político, ni participaré en el ambiente festivo de su triunfalismo, ni tampoco en el cruce de acusaciones vertidas de un lado a otro de la acera, como piedras arrojadizas, que al final no hacen más que demostrar la inmoralidad de los unos y también de los otros.
No participaré en la victoria de ninguno de ellos, ni en las gloriosas declaraciones de los ganadores demostrando su egolatría ante los medios de comunicación, ni en la justificación que les plazca hacer de las medidas que, seguro, se verán “obligados” a adoptar cuando comprueben el desastre que han heredado.
No votaré. Mi decisión es firme e inalterable e incluso aconsejable para aquellas personas que quieran escuchar mis argumentos, para todos aquellos que conservando su integridad, no se hallen dispuestos a más sacrificios y quieran canalizar su ira hacia la construcción de un sistema mucho más coherente con las necesidades de su clase.
Precisamente porque conozco el valor inestimable de mi voto, la fuerza de todos los votos, declino hacer uso de mi derecho y me abstendré el próximo día veintidós, en la esperanza de que los vencedores, sean quienes fueren, lo sean con el menor número posible de participantes en esta seudo democracia carente de sentido para las bases que conforman verdaderamente el país.
Quisiera tener la oportunidad de ver los rostros de los que se asomen a la pantalla del televisor teniendo que reconocer, por una vez, que el pueblo les ha dado la espalda, que poca gente ha creído necesario cumplir con el deber ciudadano de elegir candidatos, que ha habido un vacío a su alrededor capaz de hacer tambalearse el método infalible de contar con el respaldo de los inocentes.
Dado mi espíritu rebelde y mi amor a la libertad con mayúsculas, no se me ocurre mayor desprecio para los que nos hieren la conciencia sin el menor atisbo de remordimiento.
Hacerlos caer en una vorágine de olvido, sin posible vuelta atrás, en la enorme soledad de no encontrar eco a sus promesas incumplidas y a su pérfido modo de entender los asuntos públicos, es para mí un objetivo a cumplir y un motor que renueva mi ánimo de igualdad con mis semejantes.
Quizá de este modo entenderán de una vez, que el voto de los ciudadanos, mi voto, no puede ser moneda de cambio para elaborar poco a poco un camino de corrupción personal o ideológica.
Lo tengo tan claro, que animo a mis lectores a meditar sobre ello y a seguir mi postura si como me temo, han llegado a las mismas conclusiones que yo y les mueven las mismas ansias por cambiar de un plumazo el triste panorama que contemplamos cuando abrimos las ventanas de nuestras casas.




martes, 3 de mayo de 2011

Entre la fiesta y la tragedia





Este pueblo mío, tantas veces ridiculizado sin razón por los tópicos extendidos sobre su particular idiosincrasia, cambia por unos días la severidad sobrevenida en los últimos tiempos y se pone el mundo por montera organizando una de las ferias más conocidas y que, en cierta medida, sirve ahora para paliar el dolor en que se encuentra inmerso a causa de los terribles efectos de la crisis.
Tiene mucho que ver nuestro carácter con las leyendas negras que se nos atribuyen a lo largo de nuestra geografía porque a pesar de encontrarnos en situaciones de extrema dificultad, somos por lo general de natural optimistas y tratamos de acomodarnos a lo que se nos viene encima procurando que se nos note lo menos posible, creando una especie de escudo protector tras el que ocultar las penalidades rutinarias de puertas para adentro.
Toca ahora ponerse el traje de faralaes y perderse entre la multitud cantarina y colorista que puebla el recinto ferial sin acordarse, al menos mientras se baila al ritmo de sevillanas, del elevado cupo de parados que puebla nuestras calles, ni de la mala gestión de los políticos a los que ya se tiene pensado castigar en las urnas en las próximas elecciones municipales.
No es que el andaluz no sea capaz de hacerse cargo de su sufrimiento, ni que el conformismo aquí sea mayor que en otros lugares del país, pero el poder de transformación que somos capaces de aportar a nuestra triste existencia, puede llamar a engaño al que mira desde la lejanía, hasta llegar a considerarnos como seres despreocupados y ociosos sin otros horizontes más que los que nos marcan los compases del manido flamenco.
Pero hay un tiempo para la diversión y otro para las penas, cada uno de ellos escrupulosamente situado en la vida con sus vicisitudes ancladas al devenir de las personas y que cada cuál interpreta de modo diferente, según su propia personalidad y creencias.
Quizá la curiosa mezcolanza de civilizaciones que ha poblado nuestros paisajes tenga mucho que ver con nuestra infinita paciencia, con la apertura de nuestras mentes hacia el optimismo y con nuestra forma de afrontar los problemas, ciertamente distinta a la de otros pueblos menos acostumbrados a un mestizaje tan amplio.
Por unos días, ahora enterraremos la guerra que tenemos abierta contra los causantes de nuestras penurias y nos esforzaremos en disfrutar de la celebración popular con ritmo frenético obviando los escollos del camino y apoyándonos en la idea de que quizá nos espere un futuro mejor.
Al fin y al cabo, la vida no es más que un conglomerado mal dispuesto de dolor y alegría, y cualquier otra consideración sobre el tema sería como querer descifrar a priori los designios de un destino que si lo conociéramos de antemano, seguramente sería mucho menos interesante de vivir.


lunes, 2 de mayo de 2011

Matar al líder




Sin conocer aún las posibles consecuencias que traerá la muerte de Bin Laden, el interés del mundo se centra ahora en saber más detalles sobre la operación que ha terminado con la vida del terrorista más buscado de los últimos tiempos.
El gol que Obama acaba de anotarse en su currículo personal, al dar caza al autor intelectual del atentado más terrible acaecido en su país, probablemente le hará recuperar el nivel de popularidad perdido y paliará el desgaste sufrido durante su mando, a consecuencia de la crisis.
No obstante resulta curioso que un acontecimiento de tanta relevancia suceda precisamente ahora, cuando una ola de movimientos convulsos sacude la columna vertebral del Magreb, en demanda de derechos fundamentales que propicien un cambio generalizado en los sistemas políticos de las naciones que lo forman.
Al parecer, la operación de seguimiento de pistas fiables para dar con el paradero de Bin Laden empezó hace casi un año y no acaba de quedar clara la tardanza en llegar al desenlace acaecido ahora, dada la enorme preocupación reinante en Estados Unidos con cualquier tema relacionado con esta persona y la urgencia que siempre han mostrado en descabezar el movimiento que lideraba por medio de las armas.
El momento actual sólo difiere de los anteriores en que aún se desconoce el cariz político que tomarán las revoluciones populares que protagonizan los árabes y puede que se haya temido un giro acelerado hacia un islamismo ultra conservador, como el que lideraba el ahora desaparecido líder musulmán y se ha tirado por la calle de en medio acabando de un plumazo con cualquier posibilidad de que ésto suceda.
La posición popular siempre ha mantenido que USA no terminaba con Bin Laden porque no le convenía hacerlo, pero los últimos acontecimientos han empezado a cambiar profundamente el curso de la historia poniendo en peligro el intervencionismo programado que los americanos habían previsto para un largo futuro, que se torna en incertidumbre ante el protagonismo adquirido por unas masas que aún no han decidido qué sendero tomar.
Matar al líder era en este momento la única oportunidad de desestabilizar a los movimientos islamistas, en la esperanza de que la confusión reinante tras la muerte de Bin Laden, se prolongue hasta que los dictadores árabes terminen de abandonar sus respectivos países y la paz vuelva a reinar en la zona, a ser posible capitaneada por mandatarios cercanos a las posturas de Occidente que ofrezcan contratos ventajosos en materia de combustible a los capitalistas que mandan en nuestro lado del mundo.
De ahí la urgencia en deshacerse del cadáver y la idea de arrojarlo al mar para evitar establecer un lugar de peregrinación al que los adeptos puedan acudir a venerar los restos del que seguramente considerarán como mártir de su causa. De ahí, la satisfacción personal de Obama al creer que acaba de colocar una primera piedra para poder atraer a los incipientes gobiernos de las jóvenes democracias que se aproximan, a un terreno menos pantanoso que las arenas movedizas en que se encontraban teniendo una figura de peso como modelo a imitar y un grupo de fuerza al que idolatrar, en la creencia de que representaba la identidad propia de su raza.
Sin embargo, el abanico de dudas que se abre tras la decapitación radical de los grupos islamistas, es de una amplitud todavía desconocida y hace temer las represalias que el fanatismo de esta ideología pueda tomar sobre los que ahora, además de enemigos doctrinales, son los asesinos de su guía.
Evidentemente, serán los americanos los menos perjudicados en las acciones que puedan venir y es probable que la vieja Europa acabe de nuevo pagando con la vida de sus inocentes las estrategias enrevesadas de quien a toda costa desea acabar dominando el mundo. Pero eso poco importa a la Casa Blanca, si con ello logra mantener su hegemonía salvaguardando los típicos valores que todos conocemos, en algunos casos y desgraciadamente, demasiado bien.

domingo, 1 de mayo de 2011

Parados a los cincuenta.Buscando un sentido al primero de Mayo

Es verdad que lo más preocupante de la crisis es el altísimo porcentaje de jóvenes desempleados que se desesperan tratando de poner en marcha sus vidas sin encontrar un cauce para hacerlo, teniendo que permanecer bajo el amparo económico de los padres hasta edades inaceptables.
Es verdad que el futuro que les aguarda es incierto y que en muchos casos, de nada sirve la formación universitaria que adquirieron, ni el esfuerzo invertido en los años dedicados al estudio, ni la mella causada en el seno familiar por su tardía incorporación a un mundo laboral tan precario.
Es verdad que tiene tirón su problema y que suele ser ávidamente aprovechado por los partidos políticos para elaborar sus promesas electorales buscando con ello un nutrido número de votos provenientes de la candidez de los recién llegados, que todavía no conocen los oscuros senderos de la vida pública.
Pero la auténtica tragedia de esta situación agónica, provocada por el sistema financiero mundial, se ceba de manera especial con un sector de la población al que nadie suele referirse y cuyas perspectivas de volver a situarse en el mercado del trabajo son prácticamente nulas, dado el momento en que se quedaron sin empleo y juzgadas todas las oportunidades que podrían presentarse en un futuro próximo: los parados de más de cincuenta años.
Acostumbrados en la mayoría de los casos a estar ocupados desde siempre, a ser soporte fundamental de la economía familiar y cumplidores a ultranza de todos los deberes para con quienes les rodean, ya sean hijos o ancianos a su cargo, el mazazo de la forzosa ociosidad impuesta por estos años de crisis, unido a la aplicación de las últimas reformas laborales recientemente aprobadas, seguramente habrán de hacer frente a una exclusión vitalicia de las listas de los que vuelvan a trabajar y asumir que habrán de ceder los pocos puestos que vuelvan a crearse a sus propios hijos, quedando relegados a una inactividad excesivamente temprana que choca frontalmente con su energía y que puede acabar con su estabilidad emocional hecha trizas, en la penitencia que les ha caído como una losa.
Hoy, primero de Mayo, el recuerdo de tantos triunfos de la clase obrera sobre sus opresores, queda difuminado por la angustia de los que ya no encuentran sentido a saltar a las calles en demanda de sus derechos, al tener claro que no podrán jamás salir del pozo de oscuridad en el que entraron el día que recibieron la carta de despido.
Muchos de ellos, se encontraban incluso ayudando a pagar hipotecas eternas a hijos que llegaron al desempleo con anterioridad y carecen de otra cultura que no sea la de ir a trabajar cada mañana. El hecho de tener que considerarse ya inservibles, como tarados dentro de una edad todavía útil, pero sin ninguna esperanza de acceso al trabajo, ni a un retiro digno, a pesar de los años cotizados hasta el día de hoy, contribuye considerablemente a un aumento de la desesperanza y a potenciar una pasividad que probablemente no serán capaces de abandonar para luchar de nuevo por nada ni por nadie.
Son víctimas inocentes de un sistema implacable, distante de cualquier atisbo de humanidad e interesado sólo por generar los beneficios exigidos por los amos del mundo. Un sistema dispuesto a idiotizar sin compasión a la gente por medio del terror y la ignorancia, de atenazar las lenguas con la amenaza de la pobreza y de inventar claves nuevas para perpetuar una dominación que empezaba a tambalearse por el peligroso acercamiento de las clases populares a la cultura.
Son el reflejo nítido de las consecuencias de la catástrofe política de los tiempos presentes, de los errores garrafales cometidos en nombre del Dios Capitalismo y la Santa Hermandad de Banqueros Unidos en el propósito de dominar a las sociedades bajo el yugo implacable de la usura y el terror.
Y ahora que ya somos esclavos de las exigencias de los dominadores, será fácil hacernos bailar al son que nos toquen y acallar nuestras bocas con el dulce sabor de ofrecimientos nimios que serán buenos sólo por superar mínimamente las desastrosas condiciones en que nos encontramos en la actualidad, fomentando el conformismo de los rebaños que, llevando un tiempo sin ser alimentados, agradecen sobremanera cualquier migaja que les caiga en la boca.
En nombre de los que por edad son contemporáneos míos y a favor de los que nos han de suceder en la construcción de una sociedad mejor para los hijos que traigan a ella, quisiera hoy pedir con toda la fuerza de mis letras, una insumisión total a los designios que nos imponen condenándonos a una muerte cerebral y física, dejándonos recluidos en el silencio ensordecedor de la miseria y la impotencia.
El sentido de este primero de Mayo, para nosotros, tendría que ser la valentía que caracteriza a los que nada tienen, esa valentía que puede ser capaz de cambiar el rumbo del mundo, si se canaliza hacia la unidad categórica de hacer historia junto a los que sienten lo mismo que nosotros, en recuerdo de que las utopías dejan de serlo en cuanto alcanzan algún viso de realidad humana.