domingo, 22 de mayo de 2011

Movimiento 15M: el comienzo de un largo camino

Sean cuáles fueren los resultados de estas elecciones municipales, ya nada volverá a ser lo mismo. El viento de la indignación se ha colado por los rincones de esta vieja tierra accionando los mecanismos anquilosados de los sufridos ciudadanos y ha puesto voz a un pueblo cansado de no oír sus palabras en la boca de ninguno de los partidos políticos que, teóricamente, debieran representar sus esperanzas.
Cayendo en picado hacia la globalización de la pobreza, los hijos de los luchadores han dado el salto a las calles, relevando por fin a sus progenitores en los primeros puestos de la lucha, haciendo gala, qué alegría, de esa educación que tanto esfuerzo supuso conseguir, cuando el porcentaje de hijos de trabajadores que llegaba a las Universidades era irrisorio.
Reventando las perspectivas soñadas por los partidos mayoritarios, las palabras justicia, libertad e igualdad entre los hombres, han vuelto a formar parte de un vocabulario en el que habían quedado relegadas a un plano ínfimo, como si su importancia hubiera disminuido a medida que el consumismo nos iba devorando mientras minaba con sus oropeles la poca dignidad que aún conservábamos.
Y sin embargo, la magia innegable de su sonido es capaz de apoderarse del hombre en cuanto se acerca a sus oídos, por muchos años que pasen, aduciéndole con la frescura y la fortaleza que transmite su significado, absolutamente imprescindible para el crecimiento de la humanidad a la que pertenece.
Este maravilloso despertar que ha irrumpido en nuestras vidas como un torrente de aguas turbulentas, que va erosionando a su paso las asperezas que empequeñecían el camino hacia la grandiosidad del mar abierto, ha traído consigo también la alegría de una comunicación entre nosotros que parecía perdida o condenada a la soledad de una habitación en la que reposaba una pantalla luminosa.
Descubrir que nuestros pensamientos hallaban una correspondencia en muchos otros, ha sido un descubrimiento que ha venido a potenciar la idea de que eran posibles nuestros sueños y la presencia física, el calor humano de los que hemos visto a nuestro lado remando en la misma dirección, nos ha dado el empujón necesario para hablar en voz alta y sin miedo, de aquello en lo que nos gustaría convertirnos.
El individualismo que habían conseguido instalar en nuestras vidas, la competitividad feroz, tan propia del sistema que nos imponen, se acaba de derribar en beneficio de la conversación establecida en estos nuevos foros callejeros, en los que todos estamos representados. Ninguna aportación cae en saco roto y mientras los políticos hacen un último esfuerzo por sonreír ante las cámaras antes de contar los votos en la trastienda, como malvados usureros de su tiempo, la frescura de las propuestas populares, con toda su simplicidad callejera, va siendo un eco que se expande calando en los que todavía no se atreven a despojarse del temor para dar un paso adelante y entrar a formar parte de esta maravillosa revolución que carece de siglas que la identifiquen.
Y aunque es cierto que el camino a recorrer será largo, que los escollos que encontraremos serán difíciles de salvar y que quizá la rutina lime en algo la fogosidad inicial que nos mueve, esta página de la historia que acabamos de empezar a escribir, augura nuevas corrientes de pensamiento.
Todas las revoluciones del mundo tuvieron siempre una chispa que nació de la desesperanza. Luego, si los cimientos eran buenos, el tiempo y el trabajo se encargaron de hacerlas grandes y poner nombres a sus protagonistas.
Cae la tarde sobre las plazas del país y los jóvenes se preparan para una nueva noche de vigilia, en franca oposición a los que les han regalado un modo de vida que los denigra en su condición de personas. Mañana, los resultados de los comicios serán publicados a bombo y platillo por la prensa oficial y todos los grupos desdeñarán la idea de haber perdido lo que otros habrán ganado.
Pero ya no podrán, sean quienes fueren, desoír durante más tiempo las voces de los que decidimos elegir otra forma de política.
La gente corea en voz muy alta:

Que no,
Que no,
Que no nos representan…



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