jueves, 30 de octubre de 2014

Un silencio insultante


La impresionante locuacidad del ex Presidente Áznar, que en tantas ocasiones ha intervenido ante los medios, incluso en contra de las medidas adoptadas por su propio Partido, parece haber quedado sepultada tras conocerse el asunto de las tarjetas negras de Bankia y también tras las detenciones practicadas apenas anteayer, en lo que parece ser una trama de corrupción, que podría equipararse a la Gúrtel.
No es de extrañar, si se tiene en cuenta que los dos cargos más importantes de Bankia fueron ocupados por Blesa y Rato, a sugerencia suya y que uno de ellos además, ocupo la cartera de Economía durante sus años de mandato y durante un largo periodo de tiempo se daba por hecho que sería su sucesor al frente del PP, cuando se retirara de la política.
En esta tesitura, seguro que el ex Presidente ha considerado que es mucho mejor callar, que exponerse a incómodas preguntas que podrían poner en serio peligro el aparente prestigio que a lo largo de los años ha tratado de ganarse en el Partido Popular y que ahora queda, evidentemente mancillado, tras conocerse que una gran cantidad de  sus antiguos colaboradores, son imputados, por temas de corrupción, por la justicia.
Y sin embargo, también Áznar debe al pueblo español serias explicaciones sobre lo que ha venido sucediendo y debiera asumir responsabilidades, igual que Rajoy, en aquello que como líder de los populares le competiera, sin que tampoco sirva en su caso alegar desconocimiento de lo que estaba ocurriendo entre las personas más destacadas de su equipo de Gobierno, con los que no solo se codeaba en los despachos de Moncloa, sino que mantenía una estrecha relación de amistad que le permitía estar al tanto de todo aquello que estaba ocurriendo en sus vidas.
Permanecer al margen de la situación actual, optando por esconder la cabeza como el avestruz, da la impresión de que apoya tácitamente a los implicados en el caso de Bankia o bien que existe una sensación de temor personal a ser salpicado por las declaraciones ante la justicia de los protagonistas de este caso, lo cual podría llegar a ser probable si alguno de ellos se aviene a una negociación con el juez, que rebaje en algo la carga de su culpa.
Pero Áznar entonces, igual que ahora Rajoy, no se encontraba en su partido en una situación de aislamiento, sino que convivía prácticamente a diario con la mayoría de los imputados, siendo además desde siempre, conocido su afán por controlar todos y cada uno de los temas que sucedían en un Partido, que dirigió con mano férrea de manera absolutamente tiránica y tomando decisiones unilaterales, sin permitir ninguna injerencia, por parte de los otros.
¿Cómo pudo pues escapársele que su primer Ministro era proclive a enriquecerse con métodos oscuros y que su amigo Blesa abusaba abiertamente de su posición en Bankia, a la que los dos terminaron por arrastrar a una bancarrota que ha costado a los españoles un rescate millonario, que se tardará varias generaciones en  devolver?
Quizá con su silencio, trata de endosar toda la responsabilidad al actual Presidente, esperando agazapado que lleguen tiempos mejores de la mano de otros políticos de su Partido, con los que está más de acuerdo ideológicamente.
Pero como ya hemos dicho muchas veces, uno no puede escapar del todo de lo que fue su pasado y todas las acciones que cometimos, acaban por reclamarnos, más tarde o más temprano, un compromiso que resulta imposible eludir  y que tendremos que afrontar con toda certeza.
También Ánar se halla inexorablemente ligado a su destino y al curso que los acontecimientos que se investigan vayan  adoptando, a medida que transcurra el tiempo.
Su pertinaz silencio, por tanto, en nada podrá ayudarle, ya que no depende de él, sino de la voluntad de los otros, que finalmente sea implicado de alguna manera, en cualquiera de los múltiples asuntos que conforman esta oscura trama.
Estamos por ello, casi seguros de que esta implicación se producirá, pues a nadie gusta cargar en solitario con determinadas culpabilidades y resulta más fácil intentar compartir la naturaleza del delito con otros y si esos otros, por su nombre, pueden reclamar toda la atención de los medios, mejor.
La tremenda crisis que azota al Partido Popular actualmente, terminará por convencer a los ciudadanos de no volver a votar nunca más a una formación de semejantes características, hablen o no, aquellos que ahora y en el pasado han ocupado los cargos de mayor importancia en la  dirección del Partido y que además, han estado al frente del Gobierno de la Nación, como Presidentes de Gobierno.




miércoles, 29 de octubre de 2014

El final de la cuenta atrás


La negativa de Rajoy a que se convoque un pleno en el Parlamento, únicamente sobre el tema de la corrupción y su inaudita aparición ayer ante el Senado, para pedir excusas por los últimos casos conocidos, que vuelven a implicar a gente de su Partido en turbios asuntos de dinero, coloca al PP en una situación difícil de mantener, sobre todo de cara a los ciudadanos y evidencia tácitamente la fractura total de un gobierno, incapaz de tomar una sola decisión que concuerde con la voluntad general, que reclama con urgencia, explicaciones contundentes sobre la marcha de estos hechos.
Siempre hemos dicho que los asesores de Rajoy no son precisamente lumbreras y que cada consejo que le dan, termina por conducirle a callejones sin salida, deteriorando más y más, su imagen como Presidente, pero hasta ahora, la inquebrantable unidad de la derecha hacía que sus militantes se comportaran como un sólido bloque en torno a quién les lidera, con la expresa excepción de la corriente de Esperanza Aguirre, que siempre nadó contra corriente.
Las últimas detenciones han debido ser la gota que ha colmado el vaso de la paciencia de las bases populares y la cohesión del Partido parece estar empezando a sufrir graves desgarros por los que se puede escapar el liderazgo del Presidente y de todos aquellos que se posicionan incondicionalmente a su lado, sobre todo si el cerco policial y  judicial se va cerrando en torno a la cúpula de Génova y finalmente, con el paso del tiempo, terminara por resultar imputado alguno de los actuales Ministros,  o el propio Rajoy, cuyo nombre aparece reflejado en los famosos papeles de Bárcenas.
La decencia, aconsejaría a cualquier dirigente político de primer orden, colocarse en primer lugar delante de sus compañeros en el Parlamento y ofrecerse voluntariamente a un turno abierto de preguntas, si no tiene nada que ocultar y su expediente está limpio de toda culpa. Después, habría de asumir necesariamente la responsabilidades de cuánto ha estado ocurriendo a su alrededor y si la gravedad de los hechos lo exigiera, poner su cargo a disposición del Hemiciclo y convocar nuevas elecciones.
Pedir disculpas y acudir a la manida excusa del desconocimiento, es claramente insuficiente, pues ya hemos dicho muchas veces que todo aquel que se ha atrevido a cometer un delito tiende a declararse, por una mera cuestión de supervivencia, inocente.
Pero es que además, la presión que en estos momentos circunda a Rajoy, convierte en imprescindible que ofrezca algún tipo de explicación creíble a los ciudadanos, facilitando a los medios de comunicación ruedas de prensa en las que no haya límite de preguntas, ni censura de contenidos, por supuesto presencialmente y no a través de un plasma, en la sede de su propio Partido y sin que nadie pueda interrogarle.
Puede que a los asesores y al propio Rajoy les haya funcionado hasta ahora la estrategia de dilatar las cosas en el tiempo, pero el panorama que aguarda al PP, si continúan apareciendo escándalos de las características de los últimos que hemos conocido, es ciertamente, negro y podía llevar a su desaparición y por supuesto, al abandono de un poder que ha manejado con excesiva laxitud contra los delitos fiscales y con franca dureza en los temas relacionados con el ámbito laboral y los derechos sociales.
Ciertamente, nada hay que pueda obligar a Rajoy a dar la cara frente a los españoles o el Parlamento, quizá porque nadie podía pensar, ni de lejos, que se pudieran producir entre la clase política, estos gravísimos delitos, pero el pundonor, la decencia, la dignidad y la propia responsabilidad de ocupar la Presidencia de una Nación, exigen tácitamente ciertos comportamientos y sobre todo, facilitar a la justicia el cumplimiento de su deber y a los ciudadanos la comprensión de lo que ocurre, puesto que al proceder el dinero estafado de la Hacienda pública, les afecta.
El silencio y la desaparición de la escena, no van a valer a Rajoy, llegado este momento.
O tendrá que aceptar someterse al interrogatorio que se le propone en sede Parlamentaria, o tendrá que reconocer que la situación que se ha creado a su alrededor, no aconseja otra cosa más que su marcha.
Alguno de los suyos, ya parecen estar celebrando esto último y para los españoles, la esperanza de que pudieran convocarse elecciones anticipadas, constituye el alivio más grande que han tenido, desde que el PP llegara al gobierno.




martes, 28 de octubre de 2014

Aguirre, o la impaciencia


No ha podido esperar Esperanza Aguirre, tras la detención del que fuera hombre de su confianza Francisco Granados, para ofrecer una rueda de prensa multitudinaria con la que distanciarse de la postura ocultista de Rajoy e intentar ganar puntos ante la ciudadanía, para iniciar un ascenso al poder, proponiéndose seguramente como candidata a la Presidencia del país, en las próximas Elecciones Generales.
Bien asesorada por quienes le rodean y con la excusa de pedir perdón a los madrileños por haber aupado a Granados hasta las Consejerías que ocupó, la impaciencia de tener la oportunidad de posicionarse en la escala del poder, ha podido con esta veterana de un Partido conservador, roto por los muchos casos de corrupción protagonizados por gente de sus filas, pero que aún podría ser milagrosamente “salvado” por la corriente que lidera la ex Presidenta de la Comunidad de Madrid.
Aguirre se ha encontrado con la oportunidad de volver a intentarlo, al encontrarse Mariano Rajoy desaparecido para los medios de comunicación y para la Sociedad, a pesar de la profusión de noticias que en su contra están apareciendo, delegando continuamente en gente como Esteban Gónzalez Pons para dar la cara en ruedas de prensa con limitación de preguntas, en las que  a los profesionales ni siquiera se les brinda la opción de poder dirigirse libremente a quien tienen delante, para interesarse por las cuestiones fundamentales que atañen a cada tema, sobre todo cuando de lo que se trata es de delitos fiscales protagonizados por altos cargos pertenecientes a su formación.
El pertinaz silencio del Presidente, su ausencia de contacto con medios y con los ciudadanos y el descubrimiento diario de más y más casos de apropiación indebida de fondos públicos por parte de altos cargos del PP, ponen a la corriente de Esperanza Aguirre en bandeja de plata, una sucesión que sin duda se verá respaldada por cierto sector de la prensa, como el Diario El Mundo y tolerada por otros que ven con angustia cómo a Rajoy se le escapa el control , sin que ni siquiera se atreva a dar la cara para pedir excusas y ofrecer alguna explicación a la indignada ciudadanía.
La aparición ayer por la tarde de Aguirre, da la impresión de que se fragua un golpe de mano que retire a Rajoy y su equipo de las labores de Gobierno, bien forzando una dimisión en bloque, bien obligando a una convocatoria anticipada de Elecciones Generales, antes de que resulte ser demasiado tarde para que la formación conservadora pueda, al menos, seguir estando en el panorama político español, cosa que de agotar la legislatura resultaría bastante improbable, si se siguen destapando asuntos de corrupción y continúa la imparable ascensión de Podemos.
No se puede olvidar que Aguirre fue siempre  enemiga cerval de Rajoy y que el enfrentamiento de la corriente que lidera contra el actual Presidente, es público y notorio.
Tampoco se puede obviar el hecho de que detrás de la ex Presidenta de la Comunidad de Madrid, se encuentra agazapado y muy descontento con la actual situación José María Aznar, a quien no debe agradar en absoluto, la podredumbre que está germinando en el seno de su tan amado Partido.
El paso atrás dado por los representantes de periódicos tradicionalmente fieles a todos los líderes del PP, como La Razón o ABC y las sutiles críticas que colaboradores televisivos como Maruenda están ofreciendo estos días ante las cámaras, en todas sus intervenciones, quizá quieran decir que para Rajoy ha llegado el momento de decirnos adiós y para Aguirre, la ocasión de sucederle.
Pero estas luchas internas, nada tienen que ver con la opinión que los ciudadanos tienen del conflicto.
En realidad, a los españoles nos da igual quién o quienes lideren el Partido Popular, teniendo en cuenta que lo fundamental para nosotros es la gestión que ha venido realizando, desde que ganara las elecciones en 2011. Y es por eso, por las medidas que se han adoptado y que no han respetado la voluntad de la sociedad a la que teóricamente representan, por lo que lidere quién lidere la formación, no volverán a contar con nuestros votos.

Puede que Aguirre consiga al fin su ambicionada candidatura para las generales, pero viniendo de dónde viene y representando lo que representa, nunca será Presidenta.

lunes, 27 de octubre de 2014

Camino de perdición


Las imputaciones por corrupción de miembros destacados del PP no cesan y ahora el Juez Velasco ordena una redada en el entorno de Francisco Granados, que se salda con su detención y la de un guardia civil a quién se acusa de haber puesto en alerta al principal investigado, traicionando así el secreto profesional preceptivo en el cumplimiento de sus funciones.
Esta redada ocurre sólo un par de días después de que aparecieran en el diario El Mundo los gastos realizados a través de supuestas tarjetas de representación por miembros de la Generalitat Valenciana y que se parecen, y mucho, a los que practicaron los poseedores de las tarjetas Black de Bankia.
Qué hace falta para que Mariano Rajoy decida dirigirse a los españoles para ofrecernos algún tipo de explicación de lo que está ocurriendo en el seño de su familia política y cuál es la razón de que siga sin suceder nada con ninguno de la multitud de imputados en delitos fiscales, ni siquiera un reproche ante la flagrante comisión de delito, resulta ser una incógnita que la inteligencia de cualquier persona normal no alcanza a descifrar, ni ningún entendido en el tema político entiende, por lo que de inusual tiene, a no ser que detrás de cada caso se esconda  un fiasco infinitamente mayor, que a toda costa se trata de esconder a los ojos de la ciudadanía.
Pero el Presidente prefiere continuar con la estrategia de ir dejando pasar el tiempo, como si la cronología pudiera terminar enterrando cuántos desmanes se cometen en su entrono cercano, pensando quizá que la memoria del pueblo es frágil y que en cuanto pase el chaparrón de malas noticias que está cayendo sobre su Partido, todo se olvidará y la gente volverá a votarle de nuevo.
Sin embargo, la obviedad de que el diario El Mundo está llevando a cabo una feroz campaña de desprestigio en torno a su persona y  debido a la información que debe tener acumulada de los tiempos en que Pedro J. frecuentaba a los dirigentes del PP, bien puede convertirse en el artífice de la caída del gobierno al completo, para intentar aupar después, hasta la cúpula de Génova, a su admirada Esperanza Aguirre y a todos aquellos que durante un largo periodo de tiempo le han demostrado su fidelidad, aguardando esperanzados, su ascenso hasta la candidatura por la Presidencia.
El cambio de actitud que se viene observando en los últimos días en los comentaristas de otros diarios de tirada nacional que hasta ahora habían permanecido leales a la política de Rajoy, como ABC o La Razón, corrobora así mismo, que la posibilidad del final de la etapa Rajoy esté cerca, porque aunque dimitir sería lo lógico, dado el oscuro panorama que rodea a la figura del Presidente, todos sabemos que de motu propio nunca lo hará y que su marcha no será posible, si no es, finalmente, empujado por un escándalo cuyas dimensiones sobrepasen todos los límites conocidos o que pudiera implicarle a título personal, forzando su imputación por cualquier tipo de delito. Sea como fuere, tras lo que está ocurriendo y le guste a Rajoy o no, el PP ya no podrá nunca volver a ser el mismo.
Descabezado por el cerco de la justicia a muchos de sus principales dirigentes y pendiendo sobre los que quedan la seria sospecha de su implicación en una financiación ilegal y en el turbio asunto de los sobresueldos, los líderes actuales han perdido todo atisbo de credibilidad y la propia derecha reclama un relevo urgente en la cúpula del Partido conservador, si no se quiere ir derecho a una debacle de incalculables dimensiones, que acabarían por sepultar para siempre cualquier posibilidad de volver al gobierno.
Expectantes ante lo que pueda ocurrir y escandalizados hasta la saciedad por los descubrimientos diarios de casos de corrupción y por la importancia de los nombres que se ven implicados en ellos, los ciudadanos esperamos que al final, por alguna razón, esta fatídica legislatura, se acabe antes de tiempo.
Entonces será el momento de ejercer el derecho al voto en las urnas y dudo mucho que cualquiera de nosotros vuelva siquiera a plantearse otorgar su confianza a ninguno de estos dos grandes Partidos, que tanto daño han hecho a la institución Democrática y que por tanto, no merecen volver a representarnos jamás, en el seno del Parlamento. 

S





domingo, 26 de octubre de 2014

Amargo despertar


Los resultados de las encuestas de Octubre colocan a Podemos como segunda fuerza política, como no podía ser de otra manera, si se tiene en cuenta que hoy por hoy, es la única  en la que ninguno de sus miembros se halla implicado en casos de corrupción y la primera que propone drásticas medidas de carácter urgente que acaben de raíz con el espantoso reparto de la riqueza que se ha establecido como norma en este país y también con la suerte de privilegios que disfrutan vitaliciamente los políticos, de lo que Pablo Iglesias gusta llamar La Casta.
Horrorizados por la inminente posibilidad de tener que codearse con diputados del joven Partido en un Parlamento, cuya distribución cambiará radicalmente en la próxima legislatura, PP y PSOE no pierden oportunidad de buscar algún punto débil por el que contrarrestar la fuerza con que ha entrado Podemos en el panorama político español y no dudan en utilizar reiterativamente la estrategia del miedo, intentando que crezca en la población una duda sobre qué clase de futuro nos aguardaría, si Pablo Iglesias y su grupo, consiguieran llegar a la Moncloa.
Pero es tan espeluznante la situación a la que los ciudadanos hemos llegado bajo el mandato de Rajoy, que cualquier cosa que pueda venir, cualquier clase de futuro que nos aguarde, no puede ser peor que el presente que hoy soportamos, ni provocar en nosotros mayor indignación que la que arrastramos a diario, cada vez que abre la boca alguno de los miembros de este gobierno.
Los ríos de dinero desviado por políticos a paraísos fiscales y la desvergüenza de continuar ejerciendo como si el robo hubiera desaparecido como delito del Código Penal, mientras se nos exige a todos ardua paciencia para sobrellevar el grado de pobreza que nos ha traído como herencia la política de recortes, ya constituyen en sí mismo, motivo suficiente para emplearse a fondo en intentar cambiar el Sistema podrido en el que estamos inmersos y pretender, por nuevas y revolucionarias vías, romper con un pasado de tales características y abrir ventanas a un mañana que nada tenga que ver, con lo que hasta ahora hemos vivido.
Y no es que Podemos traiga la panacea que cure todos nuestros males de un día para otro, pero las dosis de esperanza que se intuyen en el discurso de sus miembros, es algo absolutamente necesario para no dejarse arrastrar hasta la profundidad del oscuro pozo que han colocado al filo mismo de nuestros pies, quienes tenían la obligación de mirar por un bienestar común, que ha desaparecido.
La manera de hacer las cosas del bipartidismo resulta ser pues, la mejor baza para el avance imparable de Podemos y como siempre ha sucedido aquí, no es un determinado Partido el que finalmente gana las elecciones generales, sino los otros los que con su mala gestión, se las dejan perder, al colocar a los ciudadanos siempre por detrás de otras prioridades, casi siempre de corte económico.
Uno tiene la sensación de haber estado trabajando durante un largo periodo de tiempo, para financiar los costosos caprichos de un grupo enorme de seres privilegiados, que por haber elegido como profesión el ejercicio de la política, campan a sus anchas en una especie de territorio sin ley,  con normas exclusivamente creadas para los ciudadanos de a pie que con sus impuestos, sufragan las veleidades de quienes son los verdaderos delincuentes.
Ya ni siquiera nos sorprende abrir cada mañana las páginas de los periódicos y encontrar unas cuantas nuevas noticias de políticos implicados en gravísimos casos de corrupción, como si el hecho de ocupar un cargo de la índole que fuera, trajera necesariamente consigo, la obligación de estafar, de un millón de maneras, a los cándidos ciudadanos que hasta hace bien poco, aún continuaban confiando en la existencia de una Democracia limpia y pura.
Si para algo nos está sirviendo esta crisis, es desde luego, para despertar de ese sueño, ya que nos hemos visto obligados sin querer a tropezar de bruces con la crudeza de una realidad que a casi todos nos parecía ciertamente inimaginable y a comprobar, por propia experiencia, que aquellas ideologías por las que muchos luchamos denodadamente en el pasado y sobre todo, los que se constituían a sí mismos en garantes de esos principios, hace mucho que han muerto.
Ya en nada se diferencia la izquierda de la derecha, ni son ni una ni otra, símbolos de honradez, al menos al seguir en manos de quienes las representan.
Ahora, las dos vertientes más características de lo que fuera el pensamiento de este país, son, acompañadas también de nacionalistas, sindicalistas y gentes de algún otro Partido menor, un conglomerado de una muchedumbre ambiciosa empeñada en enriquecerse a costa del Erario público, con plena consciencia de que los indefensos ciudadanos, cada año, volverán a llenarlo con su honradez al contribuir fiscalmente, a lo que debiera ser el bienestar de todos.
Bien he dicho. De todos. Y no de una estirpe recién creada de defraudadores de oratoria barata, que tratan en sus mítines de convencernos de lo maravillosos que son y de que optan a un puesto de importancia para sacrificarse por una sociedad, que ya no cree una sola palabra de lo que le dicen.
Para muchos de nosotros, confiar en la limpieza de Podemos, es pues, la única salida que nos queda.

Empobrecidos y privados por imposición de todos y cada uno de nuestros bien ganados derechos, no es ya que nos avergoncemos de la clase política que tenemos, sino que hemos llegado a odiarla hasta tal punto, que daríamos lo que fuera por ver cómo se marchan de nuestras vidas para no regresar, aunque preferiríamos que antes de eso, pagara cada cual, en la medida que le corresponde, el daño que nos haya hecho.

jueves, 23 de octubre de 2014

Váyase, señor Rajoy


Con todos los pesos pesados de lo que ha sido el PP, casi desde que era Alianza Popular, imputados en casos de corrupción que conseguirían avergonzar hasta al más inmoral de los mortales y una desesperada situación económica y social instalada en el corazón de todos los españoles, Mariano Rajoy continúa impertérrito ocupando un cargo para el que fue elegido, ciertamente por una mayoría absoluta, pero desde el que se ha comportado de manera tiránica y despiadada, cerrando sistemáticamente los ojos a lo que ocurre a su alrededor y tratando de ocultar reiteradamente la sórdida manera de comportarse de una gran parte de sus más estrechos colaboradores.
Portando un cetro que parece otorgarle bula para hacer y deshacer, incluso contra la expresa voluntad de su pueblo y acomodado a un trono ocupado con una estafa electoral en la que embaucó a los ciudadanos con un programa  absolutamente incumplido, el peor Presidente de la historia de la Democracia, mira pasar lánguidamente los terribles acontecimientos que ocurren a su alrededor, como si viviera una realidad diferente a la que no sé aún cómo soportamos el resto de los españoles.
Incomprensiblemente despreocupado, no sólo por el destino de las familias que conforman su tan cacareada Patria, sino también por la podredumbre que corroe fulminantemente la formación que preside, parece pensar que el paso del tiempo acabará por subsanar por arte de magia todos los gravísimos problemas que nos acucian y a lo único que da importancia es a diseñar estrategias para volver a  seducir al electorado, con falsas presunciones de que todo va bien y de la más que cuestionable honradez de los sórdidos personajes que le rodean.
Apoyado en una estrategia de culpabilizar sine die al ejecutivo anterior de cuántos males acucian a España, da la impresión de albergar la absurda creencia de que los ciudadanos de este país permanecen anclados a la ignorancia propia de los años treinta, pretendiendo zafarse de una responsabilidad de gobierno que desde Noviembre de 2011, sólo a él corresponde y de la que deberá responder, le guste o no, más tarde o más temprano, ante la Historia y ante los españoles.
  Ayer, sin ir más lejos, alguna cadena de televisión ofrecía una foto, en la que se podía ver a Rajoy, durante la época en que fue Ministro de Áznar, posando ante las puertas de la Moncloa, en compañía de Rato, Matas, Álvarez Cascos, Aceves, Zaplana y algún otro, todos ellos ahora imputados en casos de corrupción, aunque entonces formaban el grueso de un gobierno.
Curiosamente, sólo Aznar y el que hoy es nuestro Presidente de Gobierno, se encuentran, a día de hoy, libres de procesos judiciales, aunque en honor a la verdad no se puede ignorar, que también sobre ellos ha sobrevolado en los últimos tiempos, una enorme sombra de sospecha.
Y sin embargo, este monumental cesto de manzanas podridas, la falta de ética demostrada por sus acciones en contra de los intereses de todos los españoles y el carácter fraudulento de su discurso y la presunción de decencia que se han venido adjudicando y que choca frontalmente con la durísima realidad de sus oscuras historias personales, no parecen ser suficientes para que quien se erige a sí mismo como garante del bienestar de los ciudadanos, castigue con dureza a los delincuentes, al menos, expulsándoles fulminantemente del seno de su Partido y exigiendo, además, que el peso de la ley, caiga sobre ellos, inexorablemente.
Tampoco basta, ni siquiera para hacer una tibia autocrítica, tener en contra a toda la sociedad, como se ha demostrado por las innumerables protestas que todos los colectivos han protagonizado en la calle, ni la indignación ya casi insoportable que los ciudadanos demuestran hacia su terquedad en basar su gestión política en recortar derechos, sueldos y prestaciones, ni bastan las cifras del paro, ni la pobreza infantil, ni la precariedad del mundo laboral, ni la vergüenza de estar rodeado de corruptos, ni la crisis del ébola, para ofrecer ningún tipo de explicación de cómo se ha llegado a esta situación, ni de cómo se ha permitido, desde el poder, tamaño desacierto.
Por mucho menos, hace años, Aznar clamó en el hemiciclo contra el entonces Presidente, poniendo de moda la frase de “Váyase señor González”, que todos los que somos mayores recordamos.
Cotejando los datos de entonces con los de hoy y recurriendo a un ejercicio de memoria para comparar la situación general del país, entonces y ahora, no puede por menos que asaltarnos un sentimiento de angustia al contemplar cómo hemos cambiado para peor y sin que nadie haya asumido hasta este momento, ninguna responsabilidad por tan considerable retroceso.
Habría que rogar pues a Rajoy, que aunque sólo fuera por la necesidad que todo ser humano tiene de conservar un mínimo de dignidad, recurriera al hábito propuesto ahora por los psicólogos de sentarse un rato a pensar, en lo que ha representado y representa en la actualidad, su paso como responsable máximo por la política española.
A los ciudadanos, que tenemos claro que no hemos tenido un Presidente peor, ni siquiera nos hace falta este ejercicio para asumir que la frase que acuñara su compañero de Partido durante la etapa de González, resulta hoy perfectamente aplicable a quien nos gobierna.
Quizá por eso, la gritamos por todas las esquinas de las ciudades y no tenemos ningún reparo en repetirla hoy aquí: Váyase señor Rajoy. Su Partido y usted, son una vergüenza para todos nosotros.



   

miércoles, 22 de octubre de 2014

Un paso de gigante


Un  equipo de médicos ingleses ha conseguido que vuelva a caminar un bombero de treinta y ocho años que se encontraba parapléjico desde que recibiera un navajazo que seccionó su médula espinal, condenándole a permanecer atado a una silla de ruedas.
La operación, que ha consistido en un trasplante de células madre procedentes de las fosas nasales del propio enfermo, ha logrado una reconstrucción limpia de la médula dañada y pone un foco de esperanza en la oscura vida de todas las personas imposibilitadas para caminar, que ven en ella la posibilidad de volver a ponerse en pie, tras haber soportado años de inmovilidad y sufrimiento.
La alegría del enfermo, que ha manifestado que su primer paso es más importante para la humanidad que el que diera Amstrog en la luna, aún no puede creer que haya podido recuperarse de su lesión,  solo un par de semanas después de haber sido intervenido.
La noticia, que por la relevancia que tiene logra eclipsar cualquiera que tenga que ver con los temas políticos, sirve también para demostrar la enorme importancia de continuar invirtiendo en investigación, si se quiere obtener una mejora sustancial en la calidad de vida de los seres humanos, en lugar de empeorarla, como ocurre en España, con los recortes infringidos en el área sanitaria, que necesita fondos para culminar un sinfín de investigaciones.
El paso de gigante conseguido en este caso por la medicina inglesa y la posibilidad de que la operación pueda ser exportada en breve a todos los puntos del planeta, abre en sí mismo una línea absolutamente revolucionaria para la medicina en general y muy particularmente para estos enfermos que por su minusvalía, saben mejor que nadie lo difícil que resulta moverse en un mundo generalmente preparado sólo para los que se encuentran en plenitud de facultades.
Ahora toca a nuestro gobierno decidir si quieren o no dedicar fondos a que la sanidad pública española pueda copiar el ejemplo de la medicina inglesa, habiendo como hay en nuestro país, multitud de personas que podrían recuperar su perdida movilidad, si se les sometiera a una operación de estas características y en las manos de los profesionales relacionados con el tema, está exigir que el acceso a la técnica de esta y otras muchas operaciones se convierta en una realidad y no en un sueño reservado únicamente a quienes puedan costearse individualmente un tratamiento, que por sus características especiales, no debe ser precisamente barato.
Sin embargo, el tipo de política sanitaria seguido por el partido popular, hace temer en este, como en otros muchos asuntos similares, los peores augurios, a pesar de que la altura de nuestros profesionales en la medicina podría sin duda obtener un éxito rotundo en este tipo de operaciones, aunque el hecho de que determinadas entidades dedicadas al estudio de las células madre en nuestro país, hayan sido clausuradas, ha puesto un freno difícil de superar a las investigaciones y supuesto una terrible decepción para los enfermos que tienen puestas todas sus esperanzas en el avance en este campo de la ciencia.
Si verdaderamente las personas fueran consideradas como lo más importante por parte de los políticos, por encima de cualquier tipo de interés económico, sobre todo en el terreno de la salud, las inversiones en  Medicina constituirían seguramente, una prioridad a la que atender sin reservas, por lo que de bueno podrían aportar en un futuro a toda la sociedad en su conjunto.
La euforia que hoy demuestran los médicos ingleses con el éxito de esta intervención, está pues, absolutamente justificada y vaya desde aquí, cómo no podía ser de otra manera, nuestra felicitación más sincera, por la naturaleza de su hallazgo.


  

martes, 21 de octubre de 2014

Baja voluntaria


Adelantándose a la posibilidad de ser suspendido de militancia por el PP, a causa del uso delictivo de una de las tarjetas negras de Bankia, Rodrigo Rato pide la baja voluntaria en la formación que le aupó al Ministerio en los tiempos de Áznar , sin que sepamos si ha sido ésta una acción pactada con los actuales dirigentes o si viendo venir el deshonor que supondría ser duramente recriminado por sus compañeros, ha decidido tomar el camino de una salida digna de un sitio en el que ya no parecía ser querido por nadie.
El que se barajara como primera opción para la sucesión de Áznar y cuya trayectoria de sobra todos conocemos, era no obstante considerado como uno de los históricos dirigentes del Partido conservador y un ejemplo de peso para los militantes de base, que han sufrido la decepción de su vida, al conocer el calado de sus andanzas ocultas.
Sin embargo, cuenta en contra de Rajoy no haber exigido su baja inmediata, tras conocerse el asunto de las tarjetas, ofreciendo así a la opinión pública una imagen de indecisión para actuar en contra de la corrupción, cuando afecta a sus propios compañeros, que desde luego va en consonancia con la actitud tomada cada vez que se produce uno de estos gravísimos casos, en el seno de su Partido.
Ya en su intervención de ayer, el Presidente volvió a emplear la estrategia de no mencionar el nombre de Rato, aún refiriéndose a él implícitamente, exactamente igual que ocurriera con el asunto de Bárcenas, cuando los medios le instaban a pronunciarse sobre las acusaciones que sobre el ex tesorero se presumían y antes de que la ley le llevara a la cárcel, como todos sabemos.
Adelantándose a la maniobra de un gobierno demasiado lento en la toma de las más importantes decisiones, Rato ha conseguido zafarse de los reproches que seguramente le hubieran hecho ante todos los medios de comunicación los dirigentes con los que hasta anteayer se ha codeado en condición de amigo íntimo, evitando por tanto una publicidad absolutamente negativa, que probablemente hubiera jugado en su contra, precisamente en el momento en que su caso se halla en un momento álgido.
No obstante, parece increíble que aún habiéndole impuesto el Juez una fianza de tres millones de euros, nadie del Partido Popular haya exigido públicamente su baja en la formación, obviando incluso la mala influencia que su presunta culpabilidad pudiera tener estando cercana una campaña electoral y ahora que tanto se presume de que todo va bien y de que estamos saliendo de la crisis.
Para los votantes del PP, la participación de Rato en el asunto de las tarjetas, ya significa en sí, un motivo para replantearse un cambio de cara a las próximas Municipales, pero que el Partido no se deshaga de él inmediatamente y que incluso alguno de sus dirigentes siga defendiendo a capa y espada su inocencia, constituye casi un atentado contra la inteligencia de estos ciudadanos, que confiaron plenamente en lo que los conservadores les prometíeron.
Para los que nunca les votamos, el caso de Rato y de todos y cada uno de los tenedores de las tarjetas opacas de Bankia, no es más que otro episodio de corrupción que viene a confirmar que la clase política es bastante proclive a ensuciarse las manos con los asuntos de dinero, aunque lo peor es que mientras ellos se enriquecen de manera delictiva, utilizando como si fuera propia la Hacienda de todos los españoles, aún se atreven a exigir sacrificios y apreturas de cinturón a una población abiertamente despojada de su mucha o poca riqueza, por los mismos que debieran ser los garantes del buen funcionamiento de este país.
No cabe mayor desvergüenza.


lunes, 20 de octubre de 2014

Fuera de peligro


Por fin Teresa Romero da negativo en la prueba del virus de ébola y parece que saldrá victoriosa de su lucha contra la enfermedad, aunque aún no se sabe qué clase de secuelas tendrá que soportar en los próximos meses.
Por suerte, la espantosa gestión que de su caso han llevado a cabo los responsables máximos del área de Sanidad, no ha influido en la buena marcha de su evolución, quizá por tratarse de una persona joven y sana y por haber sido minuciosamente cuidada por unos profesionales a los que, hasta hace bien poco, el gobierno trataba de vilipendiar, cada vez que se manifestaban en contra de los drásticos recortes que se les imponían o denunciando la privatización encubierta de Hospitales que se estaba llevando a cabo  en Madrid y que ellos, por cercanía, podían valorar mejor que nadie.
El marido de la afectada, sin embargo, no parece dispuesto a dejar pasar la cadena de errores que en su caso se han cometido y está dispuesto a llevar ante la justicia a quien fuera menester para defender la honorabilidad y el pundonor de su esposa, que aún no conoce, al haberse encontrado aislada, nada de lo que ha sucedido desde que se produjera su ingreso en el Carlos III y menos aún, las terribles declaraciones hechas por el Consejero de Sanidad de la Comunidad, a quién sus familiares no van a perdonar tan fácilmente.
Tampoco sabe aún Teresa la enorme solidaridad ciudadana que ha levantado su caso, ni la lucha de determinados medios de comunicación por hacer aflorar una verdad, que a toda costa se nos ha tratado de ocultar desde los organismos gubernamentales.
A nuestra vez, los ciudadanos estamos deseando oír su versión de los hechos, que con toda seguridad vendrá a confirmar ciertas carencias en los sistemas de protocolo, dando cuerpo a la idea de que todo se ha gestionado rematadamente mal, incluso desde el primer momento.
No será fácil para ella tener que enfrentarse a las múltiples acusaciones que se han hecho en contra de su profesionalidad, sobre todo después de haber estado tantos días debatiéndose entre la vida y la muerte, pero todos contamos con que tendrá la honestidad de decir la verdad, acusando a quién tenga que acusar y defendiendo la honorabilidad de sus compañeros de profesión y la suya propia, puesta en duda tantas veces, por cargos relevantes del gobierno.
Ir hasta el final en el esclarecimiento de los hechos, ha de ser desde ahora para Teresa, una obligación ineludible, no solo para restituir su imagen profesional ante todos los españoles, sino para dejar de una vez sentado que los errores cometidos son, exclusivamente, responsabilidad de los de arriba, que nunca han querido reconocer que no estaban en absoluto preparados para afrontar una crisis de estas características.
Si finalmente se recupera y puede volver a hacer vida normal junto a su familia, su caso podría constituir un ejemplo al que mirar, para no volver a caer en las mismas equivocaciones que se han cometido en su tratamiento.
Que pague pues, quién tenga que pagar y que no duelan prendas en cesar a quiénes se tenga que cesar, ocupen el cargo que ocupen.
La lucha de Teresa se librará seguramente a partir de ahora, en el campo de la justicia y todos estamos seguros que después de haber conseguido ganar la batalla al mismísimo virus del ébola, esto de ahora le parecerá una nimiedad, sin que nada ni nadie pueda pararla en su camino para llegar a destapar una verdad, a la que todos y ella antes que nadie, tenemos derecho



domingo, 19 de octubre de 2014

La suerte sonríe al Gobierno


Tras un par de semanas de infarto, en la que la crisis del ébola ha evidenciado  la nefasta labor de los encargados de custodiar la salud de todos los españoles, la suerte sonríe al gobierno y la afectada por el contagio de la terrible enfermedad parece ir saliendo del túnel oscuro donde la había llevado un fallo garrafal en el protocolo y las personas consideradas de riesgo, ingresadas en el Carlos III, permanecen asintomáticas.
La amplia sonrisa de Soraya Sainz de Santamaría, al ofrecer a los medios el parte de la evolución de los afectados, no pudo ser más explícita, pensando, con toda razón, que quizá acababa de sortear uno de los episodios más difíciles de su carrera política y que por causas de un azar que se escapa a la comprensión de todos los expertos en el tema y por la magnífica labor de los profesionales en medicina de la Sanidad pública, parece que va a superarse, a pesar de los incontables y gravísimos errores cometidos en la gestión.
Los ciudadanos no podemos sino alegrarnos de este resultado ,después de la incertidumbre que hemos vivido desde que Rajoy se empeñó en traer a los misioneros desde África, sin estar preparados nuestros hospitales para ello y temiendo como hemos temido, que el mal hacer de los principales encargados de actuar en este caso, pudiera complicar mucho más el contagio del virus, al haberse actuado con tanta negligencia.
Esperanzados ahora en que Teresa recupere la salud, nuestra alegría vuelve a turbarse al conocer que Rajoy ha autorizado el uso de las Bases de Rota Y Morón, para el trasiego de aviones cargados con militares que estarán en contacto directo con el virus del ébola y que estando como estarán, según dicen los entendidos, veintiún días absolutamente asintomáticos, pudieran pasearse por estos dos pueblos andaluces, al encontrarse como se encuentran estas bases, prácticamente inmersas en el núcleo urbano de ambas poblaciones.
Queda claro que Rajoy no sabe decir que no a las peticiones de los poderosos y mucho menos a las que llegan directamente de EEUU, aunque como en este caso, se encuentren estrechamente relacionadas con el bienestar de los españoles, que es por quiénes debería en todo caso mirar, ya que es, muy a nuestro pesar, nuestro Presidente.
Parece sin embargo que esta crisis no le ha enseñado nada y que vuelve a incurrir en el mismo error que cuando decidió el traslado de los misioneros, volviendo a jugar con la posibilidad de traer a suelo español el virus, esta vez, no tratándose siquiera de ciudadanos españoles, sino de soldados de otro país, que bien pudieran infectarse, si su trato con los enfermos africanos va a ser tan cercano como dicen.
La decisión, que es personal y que le ha reportado al Presidente la obtención para España de un alto cargo en la ONU, ni siquiera ha sido consultada con la Presidenta de la Junta de Andalucía, como sería lo natural, al encontrarse las bases situadas en su territorio.
No ha bastado al Presidente, sin embargo, la suerte de que no haya habido muertos para reflexionar sobre sus propios errores y no ha tardado prácticamente nada en volver a indignar a la población con un asunto relacionado con el mismo tema, dando así la impresión de que en realidad le preocupa bien poco lo que nos pueda suceder, incluso apoyando que de nuevo pueda importarse el ébola a nuestro país, otra vez, por una decisión absolutamente nefasta.
Eso sí, seguramente Obama habrá colocado a Rajoy para siempre en su lista de “amigos”, aunque habría que preguntarse qué habría hecho él, si las circunstancias se dieran en el contexto contrario y fuéramos nosotros los que necesitáramos utilizar su territorio, para el trasiego de soldados en situación de riesgo, por su contacto con el virus del ébola.
Entretanto, Podemos, con Pablo Iglesias al frente, consigue una afluencia multitudinaria a una de sus asambleas en Madrid y sigue ascendiendo, imparable, hacia la posibilidad de ganar unas elecciones futuras.
Basta con una mirada alrededor, para entender que no podía ser de otra manera, dada la catadura moral, humana y profesional de nuestros gobernantes.




jueves, 16 de octubre de 2014

Un guión suculento


Si el caso Bankia hubiera ocurrido en América y los protagonistas de la truculenta historia que allí se fraguaba hubieran sido políticos y sindicalistas estadounidenses, Hollywood habría encontrado una mina inagotable de la que sacar durante mucho tiempo suculentos guiones, sobre los que hacer un sinfín de interesantes películas que todos iríamos después a ver al cine, pensando en muchos casos, que las historias eran de ficción.
El hundimiento de la entidad y su posterior rescate por parte del gobierno español,  a través de un préstamo que seguramente continuarán pagando nuestros nietos, ya daría en sí, para argumentar una novela suculenta, pero lo que hemos ido conociendo después, mientras los ciudadanos soportábamos una tremenda Reforma Laboral y una política de recortes de derechos sociales que nos ha dejado al borde de la ruina, supera con mucho cualquier  fábula que una mente prodigiosa hubiera podido imaginar y deja aún márgenes suficientemente grandes, como para estructurar tres o cuatro libros más y sin que todavía sepamos a ciencia cierta si nos queda por conocer algo más, de esta rocambolesca historia.
El último episodio, el de las tarjetas negras que los directivos de Bankia utilizaban a placer, al mismo tiempo que los españoles luchábamos  denodadamente para sobrevivir, en esta España oscura que han creado para nosotros los políticos, ha sido la gota que ha colmado el vaso, dejando meridianamente claro que la corrupción era un hecho considerado como natural, en los órganos directivos del banco rescatado.
Y no es ya que la desvergüenza de estos ladrones de guante blanco, que un poco antes habían ideado la estafa de las preferentes, haya sobrepasado todos los límites de lo que conocemos como ético, sino que además, ni siquiera parecen tener conciencia de haber estado cometiendo un delito contra la hacienda pública y contra toda una sociedad, a la que han ofendido, de la peor manera que se puede ofender y que no es otra, que jactándose de su superioridad, frente a la desgracia de los más débiles.
 Todos recordamos también, que muchos de estos usuarios de las tarjetas negras, han aparecido reiteradamente en los medios de comunicación, recomendando rebajas de sueldo para los trabajadores, subidas de impuestos y privatizaciones abiertas de los sistemas sanitario y educativo, aconsejando al gobierno de Rajoy, mayor dureza en la aplicación de estas medidas, si quería sacarnos de la crisis. Recordamos su imagen impertérrita mientras vertían estas afirmaciones, sin sonrojos y presumiendo una honestidad, de la que no queda más remedio que dudar, ahora que conocemos la privilegiada situación personal, de la que disfrutaban en la sombra.
Debían pensar, con cierta soberbia, que nunca se conocerían los entresijos de sus historias personales, que nada tenían por cierto que ver con las que soportaban difícilmente, una gran mayoría de los españoles y por eso quizá, incidían una y otra vez en manifestar sus nefastas opiniones, apareciendo impolutos ante las cámaras de cualquier cadena de televisión que les ofreciera la oportunidad de presumir de su talento.
Ahora tratan de hacernos creer que no conocían la ilegalidad del uso de tarjetas y se escudan en ese tipo de inocencia que se ha hecho, desgraciadamente, tan popular en los tribunales de justicia españoles, siempre que se juzga un caso de corrupción, y que por sistema, nadie cree, por lo que tiene de inverosímil el argumento.
Todos, creo, sabían lo que traían entre manos y gastaban sin consideración, de la manera que se gasta cuando el dinero no ha costado trabajo ganarlo.
Del mismo modo, todos sabían también, lo que los españoles estábamos y estamos padeciendo, en parte, por la malísima gestión que ellos mismos habían llevado a cabo, en la entidad a la que pertecían.
Y aunque seguramente, como otras muchas veces, este caso quedará, si nada lo remedia, en agua de borrajas, estos individuos merecerían, si existiera justicia, una especial dureza en el trato, por la naturaleza misma de su delito y por el daño moral causado a toda una sociedad, que nunca les perdonará la manera que han tenido de ignorar sus carencias.
Habrá que pedir que los fiscales, por una vez, ejerzan en toda su extensión, la función para la que fueron elegidos y no se dediquen, como es habitual últimamente, a defender a estos acusados “ilustres”, que no son en realidad, más que miembros de la peor escoria, aunque vistan ropa de marca y usen la mejor gomina del mercado, ya que ellos sí, podían permitírselo.




miércoles, 15 de octubre de 2014

Protestas fundadas


No es de extrañar que los profesionales de la Sanidad, que ya bastante indignados estaban con los recortes aplicados por Rajoy en su sector, se hayan echado a la calle tras conocer lo mal que se ha gestionado la crisis del ébola y que estén manifestando ante los medios su indignación, si se tiene en cuenta la inoperancia supina que manifiestan los responsables del área a la que se dedican.
Vistas y oídas las declaraciones de la señora Mato y del Consejero de Sanidad de la Comunidad de Madrid, de cuyo nombre no merece la pena acordarse, el descontrol que debe reinar en  el Ministerio de Sanidad y por añadidura, en las medidas que desde allí se adoptan en relación con la salud de los españoles, es motivo de fuerza suficiente para pensar, que todos hemos estado corriendo un peligro incalculable, que sólo se remedia, gracias a la profesionalidad y el buen hacer de los médicos, enfermeros y personal auxiliar, encargados del cuidado de nuestras enfermedades.
Y no sólo es el desconocimiento palpable demostrado estos días por estos inútiles con plaza de mando, el que nos causa inevitablemente una inquietud explicable, sino que la soberbia demostrada por ellos en sus apariciones ante los medios, la altivez de no admitir errores de la categoría de los que se han cometido estos días y la presunción de haberlo estado haciendo muy bien, colman el vaso de la infinita paciencia que los ciudadanos están teniendo, para no exigir masivamente una dimisión inmediata de tales individuos.
No se puede calificar siquiera la estrategia adoptada en el asunto del contagio, aunque cabe pensar que, cómo no, ha de ir en consonancia con el espíritu de triunfalismo que caracteriza al gobierno, pero la desfachatez de estar negando la cadena de interminables equivocaciones que se ha producido en este caso y que hemos podido ver y comprobar, a poco que hayamos estado pendientes del desarrollo de la historia, es suficiente para reclamar que en los temas relacionados con nuestra salud, se ponga al frente a personas cualificadas para llevar un cargo de tal responsabilidad, ya que se está jugando con un derecho fundamental de la sociedad en pleno.
Las secuencias de la gestión, una tras otra, las intervenciones de Mato y el Consejero, más parecen el guión de una película de Berlanga y de no ser por la gravedad de los hechos de que se trata, podrían llegar a considerarse, hasta cómicas.
Este esperpento político que todos hemos podido ver, es sin embargo, el modo que se tiene de actuar en el Ministerio de Sanidad, no sólo en el caso del ébola, sino seguramente también, en todos y cada uno de los problemas de mayor o menor envergadura con los que tendrán que enfrentarse estos dos ineptos, todos los días.
Así que imagínense qué pasaría, si por  azares del destino aquí se declara una epidemia que afectara a un número grande de personas y cómo se podría gestionar, si siguen al frente de todo, individuos de esta catadura profesional y personal, por otro largo periodo de tiempo.
La carta del marido de la enfermera contagiada, ya apunta esta tesis, cuando se refiere a las instrucciones que habían recibido en su caso, después de haber empezado a notar los primeros síntomas de la enfermedad, al no haber sido inmediatamente ingresados, para un estudio más profundo.
No caben pues, excusas para mantener en el cargo a Ministra y Consejero, ni para seguir ocultando a los españoles la gravedad de los infinitos errores que bajo su mando se han cometido.
Y es por tanto, una inaplazable obligación de quienes nos dedicamos a informar de la actualidad, no ya pedir, sino exigir, que sean inmediatamente apartados de sus funciones, aunque su despido no sirva en absoluto, para paliar el sufrimiento causado por su actuación, en la víctima y en todo su entorno.


martes, 14 de octubre de 2014

Un paso atrás


Mientras la enfermera infectada de ébola se debate entre la vida y la muerte en la sexta planta del Hospital Carlos III de Madrid, Artur Mas responde a las acusaciones de Rajoy sobre el desgobierno reinante en Cataluña y desconvoca el referéndum independentista, distanciándose de sus socios de Esquerra Republicana, que abogan ahora por una declaración unilateral de independencia, que no será posible, al menos, en tanto CIU siga al frente del poder y PP y PSC, no apoyen la iniciativa que se propone.
Esta decisión, que estaba cantada desde que el Constitucional se pronunciara sobre la ilegalidad del Referendum y la emergencia sanitaria sucedida en España, a cuenta del contagio de ébola, se mezclan en un marco informativo sorprendentemente distinto al relacionado con los casos de corrupción, que por desgracia es el habitual en los últimos tiempos y convierte la actualidad en un periodo digno de ser seguido al minuto, por la cantidad de novedades que a lo largo de todos los días, aparecen.
La preocupación ciudadana está sin embargo más pendiente del sector sanitario, por lo que de grave tiene que el virus letal haya llegado a España de la manera que lo ha hecho y rogando que la víctima del contagio consiga vencer la terrible carga que le ha caído encima, gracias a la mala gestión que nuestros gobernantes han hecho, tras empeñarse en el traslado de los misioneros.
Está teniendo suerte Rajoy de que Teresa conserve la vida, incluso contra la manera de afrontar su problema que han tenido nuestros políticos y también con que Mas se haya echado atrás en sus propósitos, no se sabe si movido tal vez, por una promesa de diálogo hecha in artículo extremis desde la Moncloa, o porque la promesa que hizo a los catalanes no era más que un farol que se le ha ido escapando de las manos, a medida que ha pasado el tiempo.
Y sin embargo, estas dos historias, cada cual con su contenido emocional y salvando las distancias entre ellas, han hecho que el PP sufra un terrible desgaste a los ojos de la ciudadanía y que incluso muchos de los que le han guardado fidelidad durante muchísimos años, se encuentren ahora absolutamente descontentos con su manera de hacer las cosas y se planteen votar a otras formaciones, en las próximas elecciones municipales.
Al final, va a ser verdad que el tiempo pone a cada cual en su sitio y que a veces la chispa que enciende la llama de la detonación surge de manera inesperada, ya que cuando todos creíamos que la muerte política de Rajoy vendría relacionada con su estricta labor política, ha tenido que ser un tema de sanidad el que termine por convencer a la Sociedad, de su completa ineptitud para las labores de gobierno.
Poco importa si se dan o no dimisiones referidas al caso del ébola, aunque a todos nos gustaría que se hubieran producido de manera inmediata, o si se expulsa o no a Rato por el gasto con su tarjeta negra, o si da la impresión de que Mas ha cedido en su pulso con el gobierno.
En la memoria del pueblo, cuando haya de enfrentarse a las urnas, será el cómputo general de los errores cometidos y éste de la crisis del ébola en particular, el que decida y no las palabras de triunfalismo virtual que salgan de la boca de los miembros más destacados del PP, de aquí a que lleguen las Municipales.
La costumbre de mentir, tan profundamente instalada en las entrañas mismas del Partido conservador, choca de frente con la fuerza de la desgarradora verdad que todos y cada uno de los ciudadanos conoce por experiencia propia e impide que otra vez, se nos pueda engañar con la parafernalia de una palabrería barata que ya a nadie convence.
Esta larga crisis y los aconteceres que nos hemos visto obligados a sobrellevar, al final, ha terminado matando toda nuestra inocencia.




  

lunes, 13 de octubre de 2014

Maniobra de distracción


Muy listo el Presidente del gobierno, preguntándose en este mismo momento quién manda en Cataluña e intentando provocar una reacción en  los independentistas, que al menos, distraiga en parte la atención informativa centrada, cómo no podía ser de otra manera, en los innumerables errores que se han cometido, en la gestión del contagio del ébola.
Puede que los medios oficialistas entren al trapo y hasta que los catalanes en general, se sientan agredidos por la afirmación de Rajoy, pero la actualidad informativa y la preocupación de todo el país, se encuentra en la sexta planta del Hospital Carlos III de Madrid y en la evolución de la enfermera que se debate entre la vida y la muerte, gracias a la mala práctica de un extenso protocolo de intervención, explicado sin profundidad, en una clase acelerada de veinte minutos.
El problema catalán, del que ya hemos hablado con anterioridad, se ha convertido ahora en una nimiedad para todos los ciudadanos, que a raíz de lo visto en estos últimos días, temen que el contagio de Teresa no sea el último y que en cuestión de días, empiecen a aparecer nuevas personas infectadas, seguramente ubicadas en el entorno de la enfermera.
Por primera vez, en la mañana de ayer, al fin tuvieron los medios la oportunidad de ser informados por un experto del Comité de crisis creado por Sainz de Santamaría, que al menos parecía enterado de lo que se cocía en torno al virus del ébola y que, sin embargo, no se atrevió a aventurar cómo podría evolucionar la enferma, que según fuentes cercanas al hospital, habría vuelto a empeorar esta noche.
Sentado sobre una bomba de relojería que podría estallarle en las manos en cualquier momento, si hubiera nuevos contagios, Mariano Rajoy, que había venido trabajándose la próxima campaña de municipales con la estrategia del triunfalismo, ve cómo se le escapa la posibilidad de continuar engañando al pueblo español, que ha podido comprobar estos días hasta qué punto se le viene ocultando la verdad, pero ahora en un tema directamente relacionado con esa sanidad, a la que se le han recortado medios hasta llegar a convertirla en ineficaz, en casos de extrema gravedad, como éste.
Así que alguien debe haber sugerido al Presidente la conveniencia de apartar las miradas del tema del ébola y a él, le ha faltado tiempo para intentar un nuevo enfrentamiento con Mas, que cope las primeras páginas de los medios informativos, relegando a un segundo plano la evolución de la enfermera contagiada y  la espantosa gestión que sobre el caso se ha hecho, desde todas las instituciones gubernamentales.
 Pero las prioridades de la sociedad, hace tiempo que vienen marcadas por la voluntad propia y no por las imposiciones llevadas a cabo desde los organismos del poder, ya que afortunadamente para nosotros, la libertad de expresión sigue estando vigente.
Y aunque puede que los medios adeptos al gobierno se dejen llevar por los caminos marcados desde arriba, aún quedan profesionales que practican la independencia a la hora de informar, siendo capaces de distinguir con claridad meridiana, una noticia de actualidad, de un reclamo.
Es por ello, que no conseguirán apartar la atención del caso de Teresa, ni aunque Mas declarara hoy mismo la independencia de Cataluña, porque también allí, de momento y por la proximidad geográfica existente, preocupa y mucho, lo que pueda ocurrir con la afectada de ébola y si en los próximos días, se dan o no, nuevos casos que puedan llevarnos, por fin, a atacar la cuestión con las medidas que fueren oportunas para resolver, de una vez, esta crisis.
Volveremos a repetir cuántas veces sean necesarias, que la salud es el bien más preciado que tenemos y que en esto, no hay distinciones entre personas, ni fronteras que marquen ninguna diferencia entre ellas.
Que me perdone el señor Presidente, pero creo que también a los catalanes les preocupa hoy mucho más, que el ébola quede controlado, que la cuestión de su independencia.





domingo, 12 de octubre de 2014

Una ligera mejoría


Sin que nadie haya aún admitido la estrepitosa cadena de errores cometidos en la gestión del contagio del ébola, Soraya Sainz de Santamaría se pone al frente del gabinete de crisis, relegando a la Ministra de Sanidad a un vergonzante segundo lugar, que sin embargo, no provoca una dimisión voluntaria, como seguramente estaba previsto.
Bregada en sacar las castañas del fuego a todos los que han venido cometiendo equivocaciones garrafales en el gobierno del PP, la segunda de a bordo de Rajoy, a quién hay que reconocer una asombrosa capacidad de trabajo, no ha dudado en admitir tácitamente la incapacidad de Mato y el desconocimiento absoluto que sobre el tema del ébola ha demostrado, desde que compareciera ante los medios.
La desinformación sigue siendo, sin embargo, la tónica general adoptada por el gobierno y la única información que se filtra sobre el estado de la enferma y sobre los insuficientes avances que se van ejecutando en el entorno que pudo frecuentar durante los días que estuvo en la calle, ya contagiada con el virus, nos llega a través de la prensa y gracias al ahínco que algunos profesionales han demostrado, para que pueda esclarecerse toda la misteriosa verdad que rodea a esta historia.
A los compañeros de la enfermera no les ha quedado otra opción que asumir una defensa a ultranza de su comportamiento, contradiciendo las declaraciones que se han hecho desde las fuentes procedentes del Partido Popular y en especial, de la Comunidad de Madrid, intentando culpabilizarla, explícitamente, de su contagio.
Por ellos sabemos que Teresa ha experimentado una ligera mejoría y por su lucha denodada se ha conseguido que se cambien los protocolos de actuación, para mejorar la eficacia frente a la terrible enfermedad, ante las increíbles presunciones del gobierno.
Por ellos, que ya denunciaron hace meses que España no estaba preparada para recibir a los dos misioneros y que han estado rebatiendo todas y cada una de las teorías que se nos ofrecían desde los organismos oficiales, la población tiene hoy un poco de información veraz sobre lo que es el virus del ébola y de cuáles habrían de ser los requisitos indispensables para tratarlo con eficacia real, en los hospitales de este país nuestro.
La crisis, que ya constituiría en sí, en cualquier otra parte, un motivo suficiente para la dimisión de un Gobierno en pleno, no sólo no ha provocado aquí ninguna, sino que ni siquiera ha dado lugar a una asunción de responsabilidades, por parte de ningún representante de las instancias del poder.
La enferma, se ha convertido para nuestros gobernantes en un simple quebradero de cabeza, que trastoca, y de qué manera, su estrategia para afrontar la próxima campaña electoral y todo lo relacionado con ella y con su estado, ha de ser por ello, afanosamente silenciado y oscurecido, hasta que vaya pasando el tiempo.
La afirmación de que la familia se opone a que la opinión pública conozca el estado de la enferma, es una prueba evidente de que cuánto digo es verdad, si se tiene en cuenta que la evolución de Teresa constituye una información de interés nacional y que por tanto, ha de estar por encima de todos los intereses familiares.
Saber lo que está ocurriendo en la sexta planta del Carlos III, es imprescindible para que los ciudadanos  afronten de una manera u otra el curso que vaya tomando la enfermedad y puedan exigir que se tomen las medidas que fueran necesarias, si las cosas se acaban, como puede temerse, complicando.
El ocultismo del Gobierno Rajoy, aún es mucho más inaceptable cuando la trágica enfermedad de Teresa, pudiera convertirse en epidemia.
Porque si finalmente su contagio llegara a ser el único caso que se produzca en España, sería una mera cuestión de suerte, a tenor de los innumerables errores que se han cometido durante estos días y de la ligereza con que se ha tratado la llegada de este virus letal, que podría haber puesto en gravísimo riesgo, la salud de muchísimos españoles.
Sin asumir responsabilidades, sin dimisiones y sin un buen aporte económico que mejore los medios con los que contamos, poco o nada habrá aprendido este gobierno de esta alerta sanitaria.
Un motivo más, para ejercer sin piedad un voto de castigo contra ellos en las próximas elecciones y apearles del trono virtual en el que se han subido, con la excusa de que una mayoría de españoles les ha dado su confianza para cometer atropellos como éste.






jueves, 9 de octubre de 2014

Errores en cadena


La disparatada gestión que se ha hecho en el caso de la enfermera contagiada de ébola sigue creciendo y la lista de garrafales errores aumenta por  momentos, cada vez que se profundiza un poco en la manera de tratar esta gravísima enfermedad, que han llevado a cabo los organismos oficiales.
Además de la incontestable carencia de medios que teníamos para llevar a cabo el traslado de los dos misioneros, la ligereza con que se han tomado el tema los encargados de custodiar el bienestar de las personas que habían estado en contacto con los enfermos, está dejando atónita a toda una comunidad científica, que no puede explicar la absoluta inoperancia con que se ha afrontado esta crisis, ni la desinformación que han sufrido, el personal sanitario y los ciudadanos.
Las explicaciones ofrecidas por todos los altos cargos que han venido compareciendo ante los medios, incluido Rajoy y la Ministra, han resultado ser del todo insuficientes y a estas horas, aún quedan muchas personas que pudieron tener contacto con la enfermera a las que no se ha encontrado aún y que caminan por las calles, sin  que se les haya hecho la prueba necesaria, para determinar si podrían estar contagiadas.
Que el conductor de la ambulancia cuente que después de trasladar a la infectada, hizo otros siete servicios, sin que el vehículo hubiera sido esterilizado previamente, viene a sumarse a los otros muchos errores que se han venido encadenando estos días y que no tienen más remedio que causar alarma en una población, absolutamente desconfiada de la manera de gestionar el problema que están teniendo los responsables políticos.
Los vecinos de la enfermera, que aún esperaban ayer , a última hora de la tarde, una desinfección profunda de las zonas comunes que, sin saberlo, han compartido con la enferma, no pueden por menos que sufrir un brote de indignación, ante la inexcusable lentitud en aplicar un protocolo  establecido, que debiera haberse puesto en marcha con carácter de urgencia.
Pero se ha empezado la casa por la ventana y la primera acción que se ha emprendido ha sido la de sacrificar al perro que convivía con la pareja, sin haber determinado siquiera si tenía síntomas de padecer contagio y sin que se haya establecido si estos animales, son o no, posibles trasmisores del virus que nos ocupa.
Entretanto, el médico que atendió a la enfermera en el Hospital de Alcorcón y que confiesa que el traje que usó para su reconocimiento no cumplía con las normas establecidas, ha tenido que personarse en el Carlos III, para pedir voluntariamente su ingreso, exigiendo ser sometido al test que podría concluir si está o no, infectado de ébola.
Esta suerte de catastróficas desdichas no ha supuesto, sin embargo, la caída de ninguno de los auténticos responsables del contagio y todos ellos continúan ejerciendo unas funciones para las que se ha demostrado su inoperancia, poniendo de esta manera en riesgo el futuro de un nutrido grupo de población, a la que ni siquiera se ha citado para un estudio de choque, como sería lo lógico en el caso.
Ni los responsables de la Comunidad de Madrid, que han acusado directamente a la enfermera de mentir sobre su estado de salud, ni la desaparecida Ana Mato, ni por supuesto el Presidente Rajoy, que se ha marchado a Milán, alejándose del foco de las críticas, han asumido en absoluto la terrible equivocación, como si la culpabilidad de los hechos nada tuviera que ver con ellos y toda la responsabilidad del contagio fuera, exclusivamente, de la enferma.
En cualquier otro país, la cadena de dimisiones inmediatas hubiera sido un hecho, ya que la gravedad de los hechos supera, con mucho, los límites del decoro y de la honestidad,  de cualquier político que se precie.
Pero aquí, en esta España que está volviendo a la opacidad que ya sufrimos en los años cuarenta, llegar a ostentar un cargo de responsabilidad, supone un seguro vitalicio, independientemente del modo en que se cumplan las funciones para las que se ha sido elegido.
Atados de pies y manos, por los cuatro años de duración de cada legislatura, los ciudadanos se  encuentran totalmente inermes para poder exigir legalmente la dimisión de nadie y han de soportar, pacientemente, que vuelva a llegar la oportunidad de aplicar un castigo, a través de las urnas.
Y aunque la indignación con la gestión del ébola no puede ser mayor, mucho me temo que no hay ninguna posibilidad de conseguir que nadie abandone su posición de privilegio, aunque hayamos sido nosotros, con nuestros votos, quienes les colocamos en ella y los que ahora desearíamos que se marcharan, para no volver nunca, después de conocer lo rematadamente mal que lo han hecho.



miércoles, 8 de octubre de 2014

Política contra salud


La desaparición física de Ana Mato tras el bochornoso espectáculo ofrecido en la rueda de prensa, tras haberse hecho público el contagio de la enfermera con el virus del ébola, da una idea de cómo gestionan quienes nos gobiernan los problemas de este país y cómo en este caso, para ellos, es mucho más importante continuar haciendo política, que la salud de todos los españoles.
Manteniendo a capa y espada que el protocolo seguido ha sido el correcto y justificando con su apoyo tácito, la gestión de una Ministra de sanidad que ni siquiera se atreve a dar la cara para explicar la verdad de lo que ha ocurrido, Rajoy, como siempre incapaz de admitir sus errores, se ha enfrentado a regañadientes a las preguntas de la oposición, obligado por la tormenta desatada en los medios, tras conocerse el contagio.
Pero es evidente que han fallado los protocolos y que ni la preparación exigida para los profesionales destinados a tratar con los infectados de cerca era buena, ni los pasos dados desde que la enfermera comunicó que se encontraba enferma, han sido precisamente correctos.
Diez días haciendo vida normal, sin que se le hayan hecho inmediatamente las pruebas, derivarla al hospital de Alcorcón, en lugar de al Carlos III y su traslado en una ambulancia normal, que ya hoy está cumpliendo servicios, llevando dentro a otros enfermos, desdicen categóricamente la versión que se nos ofrece desde los medios gubernamentales e incapacita para gestionar este gravísimo problema, a la Ministra y al Presidente.
La costumbre de mentir por sistema adoptada por este gobierno, prácticamente desde su llegada al poder y la presunción petulante de que los españoles creen lo que se les cuenta, a pies juntillas, desde las altas instancias del poder, se estrella en este caso contra la cruda realidad que todos hemos vivido, desde el mismo momento en que se decidió trasladar hasta aquí a los misioneros desde África y con ellos el virus más letal de cuántos se han conocido, sin que estuviéramos preparados para ello.
Y esta decisión, no la han tomado alegremente cuatro inexpertos en la materia y su responsabilidad corresponde, exclusivamente, a la cúpula del gobierno.
No cabe pues ahora, recorrer la vía fácil de culpabilizar a la enfermera de su propio contagio, ni recurrir como en tantas ocasiones, a la herencia de Zapatero, ni excusarse argumentando que por mera caridad, se trasladó a los dos misioneros, sin ninguna posibilidad de que sobrevivieran, al encontrarse la enfermedad demasiado avanzada.
Que el virus esté en España se lo debemos, pues a Rajoy y a su pertinaz manía de quedar bien delante de los otros, presumiendo de una españolidad a la que en este caso, no acompañaban los medios de que disponíamos en los maltrechos hospitales que nos han dejado sus recortes en Sanidad.
Hay pues, una culpabilidad clara y contundente, que esa Unión Europea que a tantos recortes nos ha obligado, debiera ahora exigir, sin permitir que estos gobernantes a los que tanto deben, adjudiquen  a otro.
Cerrar fronteras y recomendar al turismo que se abstenga de venir al país, no basta para corregir severamente todos y cada uno de los errores cometidos y que son, en sí mismos, motivo suficiente para que se produzcan dimisiones inmediatas y para que se adopten medidas de extrema urgencia.
 La gente con que se haya cruzado la enfermera durante estos diez días de vacío, sus vecinos, los que hayan podido compartir barra de un bar, un puesto en el mercado, la sala de un cine o un transporte público, por ejemplo, tiene pleno derecho a exigir una vigilancia exhaustiva y a recibir una explicación fehaciente de lo que deben hacer, al encontrarse en situación de riesgo.
Y sin embargo, esta tensa espera, en la que nada se nos dice a los ciudadanos sobre las verdaderas expectativas que nos aguardan, hace que nos lleguemos a temer, que como en otros casos menos importantes, desde el poder, tampoco ahora se hará nada.
Qué tiene que pasar para que tengamos derecho a una información veraz sobre lo que está ocurriendo, es un enigma que ni siquiera nos atrevemos a plantearnos, ya que se trata ahora de lo que pueda pasar con nuestra propia vida.
Si lo que espera este gobierno para enfrentarse cara a cara con los españoles es que el contagio se extienda alcanzando proporciones aún insospechadas, es que es muchísimo más incompetente de lo que ya pensábamos todos y debiera, por tanto, apartarse de las labores que se le encomendaron, dejando paso a quienes puedan gestionar esta terrible eventualidad, con garantía de éxito.

El bien más preciado que tenemos, la salud, está en juego. La política ha de quedar aparcada hasta que resolvamos lo mejor posible, la crisis más dura de los últimos tiempos.