Desde que en 1982, el entonces Ministro de Economía Miguel
Boyer, expropiara por sorpresa Rumasa, convirtiendo a José María Ruíz Mateos en
un personaje esperpéntico que durante años se transformó en una especie de
Mortadelo, persiguiendo al que consideraba causante de todos sus males, ha
llovido mucho, pero esta familia que nunca se resignó a la pobreza y que buscó
sin importar el medio, la manera de conservar un nivel de vida, claramente por
encima de sus posibilidades y por supuesto, del de todos los españoles,
continúa, más años después, en el candelero, siempre en la cuerda floja entre
la legalidad y lo ilegal y dejando detrás de sí, una serie de damnificados que
lo perdieron todo por creer en sus ínfulas de grandeza, que después fracasaron
estrepitosamente.
Murió el que fuera el Patriarca, dejando una herencia
envenenada a su inmensa prole, a la que lideró mientras vivió, con rígida mano
de hierro y a la que a día de hoy, se le exige su responsabilidad ante una ley,
que reclama para cada uno de ellos, dieciséis años de cárcel por estafa a los
inversores con los que contaron para su proyecto.
La lentitud de esta justicia española, hace que a diario nos
veamos sorprendidos por estas historias que regresan del pasado para
recordarnos que todavía no se han resuelto y la noticia, que se ha colado hoy
mientras se decide si Blesa y Rato van
por fin a prisión, reclama un poco de atención, aunque ya casi habíamos
olvidado cómo y cuando se originó esta estafa y quienes fueron sus
protagonistas más directos.
Desde aquella expropiación, el declive de la familia Ruíz
Mateos no ha podido ser más evidente y lo peor, es que sin que su caso se haya
juzgado aún, lo más probable es que pasen a la historia como unos personajes de
comic, más que por ser auténticos delincuentes.
Su innegable teatralidad, su paso por el Rayo Vallecano, al
que luego dejaron en la más pura bancarrota e incluso la creación de un Partido
Político similar al de Gil, que logró algunos votos por las cercanías de Gibraltar
y sobre todo, la exagerada gestualidad de ambos progenitores, hacen que la
atención se derive hacia la comicidad de las situaciones, ofreciendo cierta
indulgencia, a las gravísimas estafas que se cometieron.
Si volverán o no a resurgir de sus cenizas, ahora que falta
el actor principal de este elenco, es una incógnita que seguramente no
tardaremos en resolver, en cuanto se juzgue la causa y sepamos si finalmente
son o no sentenciados por esta Ley, que últimamente nos está ofreciendo tantas
y tan malas sorpresas.
Poniendo en el platillo de una balanza los delitos supuestamente cometidos
por los Ruíz Mateos, y en el otro los perpetrados por Rato o Blesa, o por el
mismo Urdangarín y su socio, no queda claro de qué lado se inclinaría y por
tanto, parece imposible establecer, si se hará con ellos el mismo tipo de
justicia.
Hoy han vuelto a ponerse de actualidad y nuestra obligación
era contarlo, como hemos hecho.