El sindicato de transporte se ha caracterizado siempre por su combatividad. A lo largo de la historia, sus trabajadores han protagonizado huelgas de larga duración demostrando su compromiso en la defensa de los intereses salariales y el cumplimiento de los convenios del sector.
Los empleados del metro de Madrid han empezado un camino que seguramente será largo en contra de las últimas reformas laborales y lo han hecho con valentía, dejando los andenes vacíos mientras los usuarios colapsaban la ciudad moviéndose de un lugar a otro como podían.
No ha tardado la patronal en amenazar con expedientes administrativos y despidos, como en los mejores años de la dictadura, pero ahora flanqueada por el Ministro Blanco, que debe haber olvidado las siglas de las que procede mientras trata de reprimir el derecho fundamental a la huelga que tanto costó ganar a la clase obrera.
El ejemplo de estos compañeros debe ser secundado por todos aquellos que tenemos claro quién ha provocado esta crisis y quienes no debemos pagarla,
No coincido con la idea de los sindicatos de aplazar la huelga general hasta bien entrado Septiembre. El daño ha sido hecho aquí y ahora y es este el momento de movilizarse en contra de los recortes de salarios y el abaratamiento de los despidos.
Con la llegada del verano, con el paso de los meses que tenemos por delante, la ira inicial acabará diluyéndose dando paso a la costumbre poco saludable del conformismo y cuando llegue la fecha, hasta se nos habrá olvidado que nuestro poder adquisitivo disminuyó de manera considerable antes de las vacaciones.
No irán entonces a las manifestaciones los funcionarios y pensionistas ya habituados a disponer de menos ingresos y mucho menos tendrá éxito una convocatoria de huelga cuando la herida ya sanó.
La oportunidad es fundamental para conseguir los objetivos exigidos, para que los decretos no se asienten convirtiéndose en leyes y para que el gobierno no se jacte de que el pueblo lo apoya en sus medidas contra la crisis.
Es necesaria la movilización de los colectivos mientras dura el efecto de su enojo con las instituciones que produjeron una merma irrecuperable de sus derechos.
La espera no puede sino proporcionar alas a la imaginación de quienes ya no saben qué camino tomar para llenar las arcas del estado que esquilmaron las burbujas inmobiliarias y la avaricia desmedida de los banqueros,
Y no vale montarse la quimera de que la huelga de transporte va únicamente contra el gobierno de Esperanza Aguirre, que también, porque la realidad de la historia es que el paro pretende llamar al orden a toda la clase política cuyo desgobierno nos ha traído hasta aquí.