Los turnos de intervención de los diferentes grupos
parlamentarios en el Congreso, se han venido desarrollando a lo largo de todo
el día, aunque la atención general haya estado particularmente centrada en lo
que ocurría en una bancada socialista, con Hernando sentado en el sitio que
anteriormente ocupara un Pedro Sánchez, desplazado ahora cuatro filas atrás,
aunque captado de forma permanente, por los flashes de todos los medios.
Ya tuvo Sánchez ayer la buena educación de estrechar la mano
del que fuera su segundo de abordo y que no ha tardado en sumarse al bando de
los abstencionistas y también las de otros igualmente posicionados a favor de
la propuesta de la gestora, causando, a juzgar por los gestos que todos pudimos
ver claramente, no sólo desconcierto en sus adversarios, sino también cierto
halo de rubor, mientras se veían obligados a devolverle el saludo, aunque sin
atreverse a cruzar la mirada con el que consideraban desde hace tiempo, su
principal enemigo.
El momento más álgido de toda la mañana se ha producido
cuando Hernando ha iniciado su intervención, que en lugar de parecer dirigida,
como hubiera sido de recibo, al candidato que se presenta a la investidura, se
ha tratado más bien de un ultimátum lanzado contra sus propios compañeros, que
en muchos casos ni siquiera se han dignado a aplaudir sus palabras, quizá por
considerar que su traición al que fuera su Secretario General, define sin
paliativos la naturaleza de sus propias intenciones.
La denodada defensa de la abstención realizada sin
convencimiento alguno por Hernando, no ha podido ser más patética, por lo que
sus posteriores intentos de criticar las políticas llevadas a cabo por el PP,
durante los pasados años, han carecido de cualquier atisbo de credibilidad,
evidenciando la rendición sin condiciones a la que su Partido se aviene.
Ha iniciado el PSOE, con esta intervención, un camino sin
retorno hacia una degeneración de su pensamiento y ofrecido al Candidato Rajoy
una oportunidad de ahondar en su herida, impensable hasta en sus mejores
sueños. Desorientado ante la debacle que vive estos días y debiendo esforzarse
en que la legislatura llegue a ser lo más larga posible, por miedo a lo que
pudiera ocurrir si se celebraran nuevas elecciones, ha entregado a la vez, el
relevo de la oposición a Podemos, pletórico por asumir el papel que le ha
llegado como llovido del cielo, sin haber necesitado siquiera, luchar para
lograr el temido sorpasso.
Las caras de los partidarios del no, la vergüenza de líderes
como Patxi López, agazapado en su escaño, sin
querer participar en la esperpéntica pantomima protagonizada por sus compañeros,
demostraban con toda crudeza, la extensión de la herida que se ha abierto en
este Partido centenario, que huye desesperadamente hacia adelante, sin rumbo ni
destino.
Todos, a excepción del PSOE, han hecho hoy exactamente lo que
se esperaba de ellos. Y todos, a excepción del PSOE, tienen claro que si
Mariano Rajoy vuelve el sábado a ser Presidente del Gobierno, es,
exclusivamente, porque Susana Díaz y González le sirven en bandeja y sin
contraposición alguna, la llave de este reino.