Urge
a Pedro Sánchez, tras los resultados de las Elecciones andaluzas, conseguir aprobar
a la mayor brevedad posible, los Presupuestos Generales del Estado para poder terminar la Legislatura y muy
fundamentalmente, encontrar una salida que sosiegue de manera inmediata el
conflicto catalán, para así demostrar a las derechas y a los españolistas
exaltados que el camino de la negociación da sus frutos, sin tener que recurrir
a la vía judicial ni a la aplicación del artículo 155 que reclaman vehementemente,
Rivera , Casado y Abascal, ya unidos en un tripartito en el sur del país,
porque de lo contrario, lo ocurrido en Andalucía podría trasladarse al resto
del territorio nacional, sobre todo si el Presidente se viera obligado a convocar
nuevos comicios , en un momento en el que aún no haya dado tiempo a que la
gente conozca cuáles son las verdaderas intenciones que se esconden detrás de
las siglas de VOX, que ha subido como la espuma aprovechando la ira y el
resentimiento que hacia los políticos guarda una buena parte de los españoles
que aún no saben que tras ese patriotismo que tratan de vender, se oculta una
añoranza desaforada de aquellos tiempos del franquismo.
Son
Sánchez y los independentistas catalanes los que han salido más perjudicados de
esta extraña alianza de tres derechas con intereses bien distintos que se unen
en un momento de excepcionalidad para después intentar, cada cual a su manera,
establecer su propia supremacía sobre sus compañeros de viaje, primero, porque
el Socialismo nunca debió permitir que Susana Díaz se presentara como candidata
a la Presidencia de la Junta, siendo públicas y notorias sus acciones pasadas y
después, porque esa parsimonia con que se han tomado los separatistas la
oportunidad que se les ha ofrecido para negociar, ha terminado por romper la paciencia de millones de ciudadanos,
dando lugar a la creación de un clima de rechazo hacia todo lo que recuerde a
Catalunya, en general, cuestión que ha sido inmediatamente utilizada por las derechas
para basar los discursos de la campaña electoral andaluza en una exaltación de
la peor clase de patriotismo, pero llamando a una unidad que para muchos de
quiénes les han votado significa el restablecimiento de una paz y un orden establecido, que parecen haberse
perdido a causa de los últimos sucesos.
Si
Sánchez consiguiera, por una de esas carambolas de la vida, que los
secesionistas le prestaran su apoyo para la aprobación de sus Presupuestos y
Torra poseyera la cordura que se necesita para entender que si no afloja en sus
planteamientos, la experiencia andaluza podría extenderse como la pólvora, en
cuanto lleguen las Municipales y Generales, demostrarían en cierta medida que
las negociaciones por las que ambos dicen haber apostado han terminado funcionando
y que esos malos augurios que han predicho durante varios meses los líderes
ultra conservadores, no eran más que meras apreciaciones que quedarían
inmediatamente soterradas, por la naturaleza de tamaño triunfo.
Todas
las esperanzas de Sánchez han de estar, en estos momentos, puestas en poder alcanzar
esa pacificación y los separatistas debieran contribuir en la parte que les
toca a que la quimera se hiciera realidad, pues lo que les esperaría, si los
resultados andaluces se trasladaran al resto del Estado, sería un panorama definitivamente negro e
insalvable, por lo que su colaboración resultaría ser estrictamente necesaria,
para frenar el avance de la ultraderecha, en los próximos tiempos.
Podría
afirmar, casi sin temor a equivocarme, que Oriol Junqueras ha comprendido
perfectamente este mensaje e incluso que se podría contar con su colaboración,
pero la verdadera traba que hace que se tambalee tal acuerdo se llama
Puigdemont, seguramente porque desde la distancia estos problemas deben parecer
mucho más nimios de lo que son en la realidad y también porque un retroceso en
las pretensiones secesionistas, bien pudieran representar una enorme pérdida de
popularidad para este personaje que habita en su limbo de Waterloo, a salvo de salpicaduras
violentas.
A
punto de empezar los juicios contra los encarcelados por los hechos ocurridos
el primero de Octubre, las cosas se complican doblemente para nuestro actual
Presidente y sólo una apelación desesperada a la unidad de las fuerzas de
progreso, tan difícil de conseguir en este país nuestro, podría funcionar, si
todo el mundo poseyera el talento necesario para descifrar el mensaje de
angustia que flota en un ambiente cada vez más enrarecido que aún podría
oscurecerse más, si Formaciones como VOX se hacen fuertes en un futuro
Parlamento.
Es
ésta, una mera cuestión de responsabilidad para los que creemos que lo que
nuestro país necesita es avanzar en cuestiones que las derechas suelen olvidar
en cuanto se establecen en el poder, como los derechos sociales o el empleo
digno para todos y por tanto, no queda otro remedio que apelar a que los
Partidos que nos representan, aparquen sine die, sus diferencias, por muy
esenciales que sean, para formar un bloque de unidad que consiga transmitir a
la población un clima de estabilidad, en el que no sólo tienen importancia las
fronteras y las banderas, sino el bienestar general de esa mayoría de
ciudadanos a los que los efectos de la crisis y otras cosas, han debido afectar
de manera tan cruel, que ya no son capaces de diferenciar quiénes son los que
pueden defender, desde la política, sus principales intereses.