domingo, 18 de noviembre de 2018

Reliquias en el armario




Todos los Partidos políticos más antiguos, guardan en un armario cerrado con llave a viejas glorias que en algún momento del pasado representaron en los cargos de mayor relevancia a varios millones de votantes de este país  y que sacan, cuando alguna ocasión especial lo requiere, para exhibirlos como reliquias primorosamente engalanadas y minuciosamente preparadas para aportar a la causa de turno un discurso que pronuncian convencidos de que por ser quiénes fueron, resulta ser del todo infalible y que pretenden convertir, dirigiéndolo a la población indecisa, en dogmas inamovibles que no admiten controversia ni discusión, pero que en gran medida, ayudan a crear una corriente proselitista a favor de quiénes ellos mismos estén apoyando, faltando de manera inaceptable al respeto a los que disienten de su opinión, convencidos de que aún continúan siendo absolutamente necesarios para que la nación no abandone el camino que ellos mismos decidieron iniciar hace ya demasiados años y que en el momento actual, perdónenme, resulta ser incontestablemente obsoleto.
Ayer mismo, veíamos a Felipe González colaborando sin reservas con la candidatura de Susana Díaz, para las Autonómicas andaluzas, haciendo gala de esa magnífica oratoria que para ser justos, siempre le caracterizó y seguro de estar al lado de la que perpetuamente apoyó, desdeñando como todos recordaremos, las posibilidades de un Pedro Sánchez al que entonces  habían apartado abruptamente de la Secretaría General del PSOE y que por azares del destino, que suele colocar a cada uno en su sitio, ha terminado por convertirse en el Presidente de Gobierno actual, a pesar de la tremenda oposición que tuvo que soportar, cuando sacaron del consabido armario en aquella ocasión a González, perfectamente aleccionado para posicionarse a favor de la que entonces tenía en el pensamiento, regir nuestros destinos desde Moncloa.
Siempre queda muy bien contar con estas figuras relevantes que no acaban de resignarse a que el tiempo pasa inexorablemente  para todos y que tratan de mantenerse, aunque sólo sea apareciendo de vez en cuando ante los medios, para sentar cátedra con sus opiniones, pero la España que ellos gobernaron nada tiene que ver ésta en la que todos vivimos en la actualidad y el panorama político que se barajaba entonces y que se basaba en un bipartidismo alternante para el que no había competencia por parte de otros grupos políticos, ha cambiado considerablemente, para bien y otras gentes, con otras ideas, mucho más acordes con los tiempos que vivimos, han irrumpido para quedarse en el plano de la Política nacional, cosa a la que por cierto, tienen todo el derecho.
No se puede evitar que líderes de la antigua escuela, como en este caso González, presten todo el apoyo que deseen a los candidatos que crean conveniente, pero hacerlo recurriendo a comparaciones que necesariamente hieren la sensibilidad de millones de personas que libremente eligen votar  a las nuevas Formaciones que ocupan también un puesto de relevancia que nadie les puede negar, no hacen, sino emponzoñar una campaña que ya de por sí se presenta delicada y extrema, pues llegar a decir que se prefiere vivir bajo el manto de una dictadura franquista, que bajo el gobierno de un Partido como Podemos, supone un gravísimo atentado contra la libertad de quiénes decidan apoyar en las urnas a los candidato que la Formación morada presenta, en estas elecciones andaluzas.  
Mucho más grave aún resulta la afirmación, cuando se sabe que el propio Presidente Sánchez, que le guste o no a González, es ahora mismo el máximo representante de un PSOE al que ambos pertenecen, ha llegado y permanece en el poder, gracias a la impagable colaboración que le ofreciera y le está ofreciendo Podemos y debiendo intuir y no sólo porque así lo auguren todas las encuestas, que a la candidata Díaz no le va a quedar otro remedio que recurrir a Teresa Rodríguez, si pretende continuar al frente de esta Comunidad, por lo que no parece nada oportuno traspasar determinadas líneas de mutuo respeto y menos aún, recurrir al discurso del miedo para tratar de amedrentar a los electores que aún no hayan decidido a quiénes otorgarán sus votos, en los próximos comicios.
No nos consta si Felipe González piensa o no acompañar a Díaz durante todo el periplo que le queda por recorrer, de aquí al dos de diciembre, pero nuestra sincera opinión, es que los socialistas harían bien en devolverlo inmediatamente al armario en el que se encuentra habitualmente confinado, si no quieren tener después serios problemas para convencer a Rodríguez de que necesitan su colaboración, para mantenerse en  el poder en Andalucía.
Las frases en cuestión, que fueron pronunciadas por un González sensiblemente airado por la propuesta que ha hecho Podemos sobre una Monarquía que nos fue impuesta por consenso entre todos los Partidos que elaboraron la Constitución del 78, aunque lo natural hubiera sido que  los ciudadanos hubieran sido entonces consultados sobre esta cuestión en un Referendum, no parecen propias de quién procediendo de un Partido que por ser Socialista, siempre se declaró republicano y que después, quizá bajo su Presidencia, debió cambiar radicalmente de opinión, pues de otra forma resulta incomprensible esta defensa a ultranza de una Institución claramente obsoleta que tradicionalmente siempre se ha posicionado tácitamente, a favor de la ideología de las derechas.
Básicamente anclado en otra época y negándose a sí mismo la oportunidad de evolucionar al ritmo que marcan los tiempos, Felipe González se ha convertido en un venerable ancianito que más parece representar los intereses de quienes siempre fueron sus más acérrimos enemigos, quizá porque se encuentra perfectamente acomodado en los placeres que reporta  un estado de bienestar, que por cierto se viene negando categóricamente, en el momento actual, al resto de los ciudadanos españoles.
Si en su largo periplo como mandatario perdió la ideología que con tanto ahínco defendiera en sus primeros tiempos, para escorarse por conveniencia hacia unos planteamientos conservadores que zahieren la esencia misma del Socialismo, es su problema, pero otros, que en algún momento creímos en su compromiso con la sociedad, a pesar de que han pasado los años, continuamos manteniendo intacto el pensamiento de nuestra juventud y nos posicionamos, porque así nos lo permite nuestra libertad de elección, al lado de quienes nos parece que nos representan, porque entre otras cosas, hace ya mucho tiempo que perdimos la confianza en personajes que como él, no dudan en desdecirse de las que fueron sus propias afirmaciones , con tal de conservar un status de privilegio, en medio de una sociedad que anda más necesitada que nunca de líderes revolucionarios y valientes, que le devuelvan la dignidad perdida, por causa del conservadurismo que González defiende.  




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