Todos
los Partidos políticos más antiguos, guardan en un armario cerrado con llave a
viejas glorias que en algún momento del pasado representaron en los cargos de
mayor relevancia a varios millones de votantes de este país y que sacan, cuando alguna ocasión especial
lo requiere, para exhibirlos como reliquias primorosamente engalanadas y
minuciosamente preparadas para aportar a la causa de turno un discurso que
pronuncian convencidos de que por ser quiénes fueron, resulta ser del todo
infalible y que pretenden convertir, dirigiéndolo a la población indecisa, en
dogmas inamovibles que no admiten controversia ni discusión, pero que en gran
medida, ayudan a crear una corriente proselitista a favor de quiénes ellos
mismos estén apoyando, faltando de manera inaceptable al respeto a los que
disienten de su opinión, convencidos de que aún continúan siendo absolutamente
necesarios para que la nación no abandone el camino que ellos mismos decidieron
iniciar hace ya demasiados años y que en el momento actual, perdónenme, resulta
ser incontestablemente obsoleto.
Ayer
mismo, veíamos a Felipe González colaborando sin reservas con la candidatura de
Susana Díaz, para las Autonómicas andaluzas, haciendo gala de esa magnífica
oratoria que para ser justos, siempre le caracterizó y seguro de estar al lado
de la que perpetuamente apoyó, desdeñando como todos recordaremos, las
posibilidades de un Pedro Sánchez al que entonces habían apartado abruptamente de la Secretaría
General del PSOE y que por azares del destino, que suele colocar a cada uno en
su sitio, ha terminado por convertirse en el Presidente de Gobierno actual, a
pesar de la tremenda oposición que tuvo que soportar, cuando sacaron del
consabido armario en aquella ocasión a González, perfectamente aleccionado para
posicionarse a favor de la que entonces tenía en el pensamiento, regir nuestros
destinos desde Moncloa.
Siempre
queda muy bien contar con estas figuras relevantes que no acaban de resignarse
a que el tiempo pasa inexorablemente para todos y que tratan de mantenerse, aunque
sólo sea apareciendo de vez en cuando ante los medios, para sentar cátedra con
sus opiniones, pero la España que ellos gobernaron nada tiene que ver ésta en
la que todos vivimos en la actualidad y el panorama político que se barajaba
entonces y que se basaba en un bipartidismo alternante para el que no había competencia
por parte de otros grupos políticos, ha cambiado considerablemente, para bien y
otras gentes, con otras ideas, mucho más acordes con los tiempos que vivimos,
han irrumpido para quedarse en el plano de la Política nacional, cosa a la que
por cierto, tienen todo el derecho.
No
se puede evitar que líderes de la antigua escuela, como en este caso González,
presten todo el apoyo que deseen a los candidatos que crean conveniente, pero
hacerlo recurriendo a comparaciones que necesariamente hieren la sensibilidad
de millones de personas que libremente eligen votar a las nuevas Formaciones que ocupan también
un puesto de relevancia que nadie les puede negar, no hacen, sino emponzoñar
una campaña que ya de por sí se presenta delicada y extrema, pues llegar a
decir que se prefiere vivir bajo el manto de una dictadura franquista, que bajo
el gobierno de un Partido como Podemos, supone un gravísimo atentado contra la
libertad de quiénes decidan apoyar en las urnas a los candidato que la
Formación morada presenta, en estas elecciones andaluzas.
Mucho
más grave aún resulta la afirmación, cuando se sabe que el propio Presidente
Sánchez, que le guste o no a González, es ahora mismo el máximo representante
de un PSOE al que ambos pertenecen, ha llegado y permanece en el poder, gracias
a la impagable colaboración que le ofreciera y le está ofreciendo Podemos y
debiendo intuir y no sólo porque así lo auguren todas las encuestas, que a la
candidata Díaz no le va a quedar otro remedio que recurrir a Teresa Rodríguez,
si pretende continuar al frente de esta Comunidad, por lo que no parece nada
oportuno traspasar determinadas líneas de mutuo respeto y menos aún, recurrir
al discurso del miedo para tratar de amedrentar a los electores que aún no
hayan decidido a quiénes otorgarán sus votos, en los próximos comicios.
No
nos consta si Felipe González piensa o no acompañar a Díaz durante todo el
periplo que le queda por recorrer, de aquí al dos de diciembre, pero nuestra
sincera opinión, es que los socialistas harían bien en devolverlo
inmediatamente al armario en el que se encuentra habitualmente confinado, si no
quieren tener después serios problemas para convencer a Rodríguez de que
necesitan su colaboración, para mantenerse en el poder en Andalucía.
Las
frases en cuestión, que fueron pronunciadas por un González sensiblemente
airado por la propuesta que ha hecho Podemos sobre una Monarquía que nos fue
impuesta por consenso entre todos los Partidos que elaboraron la Constitución
del 78, aunque lo natural hubiera sido que los ciudadanos hubieran sido entonces
consultados sobre esta cuestión en un Referendum, no parecen propias de quién
procediendo de un Partido que por ser Socialista, siempre se declaró
republicano y que después, quizá bajo su Presidencia, debió cambiar
radicalmente de opinión, pues de otra forma resulta incomprensible esta defensa
a ultranza de una Institución claramente obsoleta que tradicionalmente siempre
se ha posicionado tácitamente, a favor de la ideología de las derechas.
Básicamente
anclado en otra época y negándose a sí mismo la oportunidad de evolucionar al ritmo
que marcan los tiempos, Felipe González se ha convertido en un venerable
ancianito que más parece representar los intereses de quienes siempre fueron
sus más acérrimos enemigos, quizá porque se encuentra perfectamente acomodado
en los placeres que reporta un estado de
bienestar, que por cierto se viene negando categóricamente, en el momento
actual, al resto de los ciudadanos españoles.
Si
en su largo periplo como mandatario perdió la ideología que con tanto ahínco
defendiera en sus primeros tiempos, para escorarse por conveniencia hacia unos
planteamientos conservadores que zahieren la esencia misma del Socialismo, es
su problema, pero otros, que en algún momento creímos en su compromiso con la
sociedad, a pesar de que han pasado los años, continuamos manteniendo intacto
el pensamiento de nuestra juventud y nos posicionamos, porque así nos lo
permite nuestra libertad de elección, al lado de quienes nos parece que nos
representan, porque entre otras cosas, hace ya mucho tiempo que perdimos la
confianza en personajes que como él, no dudan en desdecirse de las que fueron
sus propias afirmaciones , con tal de conservar un status de privilegio, en
medio de una sociedad que anda más necesitada que nunca de líderes
revolucionarios y valientes, que le devuelvan la dignidad perdida, por causa
del conservadurismo que González defiende.
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