jueves, 29 de octubre de 2015

El padre de un Imperio


Los últimos registros policiales realizados en Cataluña, que culminan con la imputación de la familia de Jordi Pujol al completo, por haber aprovechado durante años la  fuerza de su poder para amasar ilegalmente una inmensa fortuna, podría cambiar de manera absoluta el pensamiento de muchos votantes catalanes,  que durante años vieron en Convergencia y muy especialmente en la figura del viejo President, un ejemplo clave del más puro sentimiento catalanista.
Enterarse de que el “honorable” guardaba celosamente en Andorra más de cuarenta y ocho millones de euros, que durante años su familia había ido pasando por la frontera, sin que nadie se percatara o quisiera percatarse del asunto, ha debido representar para los ciudadanos de a pie, muchos de ellos ideológicamente apegados al Partido de Pujol y a él mismo, al que tanto admiraban, un auténtico zarpazo capaz de minar seriamente la propia naturaleza de su ideología, e incluso de provocar un rechazo absoluto, debido a la gravedad de los delitos.
Hasta hace bien poco, ser un buen catalán, pasaba por ser votante de Convergencia, en la creencia de que únicamente este Partido había sido históricamente defensor a ultranza de la identidad que caracteriza a esta tierra y una buena parte de las personas que residen allí, paseaban orgullosos su pertenencia o su simpatía por esta Formación, de la que Pujol se convirtió en cabeza visible, durante los muchos años que duró su mandato.
La innombrable traición cometida por esta familia y el expolio a que sometieron a su propio país, por medio de la presunta extorsión a los empresarios que les generaron tan jugosos ingresos, pone ahora en tela de juicio, no solo el prestigio personal que acompañó a Pujol mientras se mantuvo activo en política, sino también, la propia raíz de los principios que movieron a Convergencia, desde la llegada de la Democracia.
Porque más que un Presidente de su Comunidad, Pujol era, por encima de todas las cosas, un padre preocupado por crear un Imperio, que asegurara para su numerosa prole un futuro de caramelo, en el que desenvolverse sin apuros económicos y aupados a una posición de total privilegio y todo aquello de la defensa del catalán, del nacionalismo exacerbado y de las señas de identidad que caracterizaban a su amado pueblo, queda ahora, por la inmensa fuerza de los argumentos, no ya relegado a un segundo plano, sino plenamente hundido en el lodo acumulado por sus flagrantes delitos.
Poco o nada, importaron pues los ciudadanos a Pujol mientras fue Presidente. Poco o nada, le importó Cataluña y poco o nada, pertenecer o no al territorio que decía defender, con tal de ir haciendo a los suyos, inmensamente ricos.
Habiendo sido descubierto, habrá que esperar para descubrir qué estrategia seguirá ahora, para tratar de salir del embrollo con el menor costo posible, pero la indignidad, la vergüenza de haber defraudado hondamente a tanta gente que le admiró, debiera constituir, si es que tuviera corazón, la peor condena para sí mismo.
Lo decente, sería  que Mas, como Presidente del Partido que arropó a Pujol, presentara con carácter irrevocable, una dimisión que muchos consideramos necesaria, al menos, para su Partido.
Pero Mas anda en este momento, muy empeñado en intentar renovar como Presidente y en defender a capa y espada una independencia para Cataluña, que quizá oculta en su subsuelo algunos indeseados fantasmas de corrupción, que la perseguirán para siempre. 
 




miércoles, 28 de octubre de 2015

Un tono exagerado


Como era de esperar, los representantes del ala más conservadora del PP, han empezado a calificar el escrito enviado al Presidente por el Parlamento catalán, como un Golpe de Estado en toda regla y empiezan a exigir contundencia en las resoluciones que se adopten en la Moncloa, en torno a este suceso.
Empezando por el candidato a las pasadas elecciones catalanas, que siempre adoleció de intolerancia con el pensamiento de los demás y también de una xenofobia impropia del talante que debe suponérsele a cualquier demócrata corriente y terminando por una Esperanza Aguirre, que sin conformarse a quedar relegada a un puesto de segunda fila desde que fuera derrotada por Carmena en Madrid, aprovecha cualquier ocasión para intervenir ante sus amadas cámaras, las recalcitrantes voces de la derecha de siempre, no han tardado en alzarse de modo aspaventoso contra la propuesta de los nacionalistas catalanes, como si estuviera a punto de estallar una guerra civil y no quedara otro remedio que exigir la intervención del ejército, para cortar de raíz, cualquier intención secesionista.
Pero los españoles, para nuestra desgracia, tenemos bastante experiencia en esto de los golpes de Estado y un recuerdo infausto grabado en el corazón de los síntomas que siguen a una acción como ésta y no nos parece, como no podía ser de otra manera, reconocer en el documento que conocimos ayer, ninguna señal de golpismo.
Para que quede claro, ayer no se proclamó la República en Cataluña, ni Mas se constituyó por la fuerza en su Presidente, ni se afirmó que la ruptura con el estado español fuera tan inminente, ni menos aún, se anunció la intención de lanzar un ataque a ninguna de nuestras Instituciones, como han parecido entender los populares, tras la lectura de un simple documento informativo que puede constituir, eso sí, un acto de rebeldía, pero no una amenaza que haga tambalearse los cimientos de la Nación, ni exija soluciones violentas.
Mucho más cerca de la tragedia estuvimos todos aquel veintitrés de Febrero, cuando Tejero secuestró al Congreso y los tanques camparon a sus anchas por las calles de Valencia y los acontecimientos posteriores vinieron a demostrar que cualquier situación, por difícil que sea, puede ser resuelta con diálogo y mano izquierda, si hay estadistas de altura, bien preparados para ello.
Quizá por eso, el patrioterismo exagerado de ciertos miembros del PP, más que contribuir a que el proceso cambie y las conciencias se tranquilicen, se asimila peligrosamente a esa radicalidad nacionalista que durante años han pretendido combatir y da la impresión a la Sociedad de que más que desear una solución para este conflicto, lo que quieren es un enfrentamiento visceral con quienes consideran un enemigo a eliminar, de la manera que sea.
Fíjense, si se permitiera a los ciudadanos, catalanes y españoles, dirimir los problemas que les separan y abrir vías de diálogo y negociación, al margen de los intereses  políticos, el entendimiento entre las partes, con toda probabilidad, estaría garantizado en un corto espacio de tiempo, e incluso se podría demostrar, para escarnio de los dirigentes de uno y otro bando, que las dificultades que nos afligen son exactamente las mismas, hablemos la lengua que hablemos y vivamos dónde vivamos, para desgracia nuestra.
Lo malo es, que el enfrentamiento que han venido protagonizando Rajoy y Mas, ha terminado por convertirse en una cuestión personal entre dos empecinados defensores de dos nacionalismos idénticos y que las posturas se han enrocado de tal manera, que ya no es posible dilucidar de qué lado está la razón, si alguno de los dos no desaparece del panorama político, dejando entrar aire nuevo que descargue tan viciado ambiente.
Mal hará Rajoy en oír a los que califican de golpe de Estado lo que pasó ayer en Cataluña y más aún, si se tiene en cuenta que le va en ello el resultado en las Generales, si la gente empieza a relacionarle con la derecha más retrógrada.
De momento, como decía aquella canción, la vida sigue igual y ni catalanes ni españoles hemos hoy cambiado en absoluto ni nuestras agendas, ni nuestras rutinas.
El pulso desaforado que echan Rajoy y Mas no consigue, de momento, movernos, porque en realidad, no nos odiamos tanto como a más de uno le gustaría.


martes, 27 de octubre de 2015

Golpe de timón


Remite el Parlamento catalán un documento al Presidente del gobierno, en el que da por iniciado el proceso de independencia, basándose en la mayoría nacionalista que representa en la Cámara la unión de Convergencia y Cup y provocando un terremoto político que ha obligado a Rajoy a comparecer inmediatamente ante los medios, en defensa de la unidad territorial española.
No le han dolido prendas al Presidente al afirmar que utilizará todos los medios legales a su alcance para impedir la secesión que se propone, sugiriendo de manera velada que incluso podría llegar a suspender la autonomía, si así lo creyese necesario.
El órdago lanzado por los nacionalistas, que ha coincidido con un registro de las fincas de Jordi Pujol, en el que se han empleado a fondo más de doscientos policías, ha debido coger a Rajoy por sorpresa, aunque desde ayer, todo parecía augurar que se produciría sin tardar mucho algún golpe de efecto, después de que la recién elegida Presidenta del Parlamento catalán, cerrara la sesión al  grito de: ¡Viva la república de Cataluña!
Estos lodos que son producto de los fangos que artesanalmente ha ido creando el PP durante sus cuatro años de gobierno, al negarse sistemáticamente al diálogo con unas fuerzas nacionalistas a las que ya no necesitaba, gracias a la amplia mayoría que le otorgaron los españoles y el empecinamiento en demonizar a una ciudadanía, libre de defender su propio pensamiento, anegan ahora el panorama nacional, salpicando intempestivamente a todos los  sectores de una sociedad, atónita ante el curso que están tomando unos acontecimientos que seguramente podrían haberse resuelto con brillantez y armonía, si los interlocutores encargados de la negociación hubieran sido menos intransigentes.
 Pero ambos se empeñaron desde el principio en recalcar las diferencias que separaban a catalanes y españoles, en lugar de buscar vías que les unieran y en fomentar un odio entre ciudadanos, fundamentalmente basado en un tema de dinero, que fue creciendo, a medida que los mensajes lanzados por ambas partes se fueron recrudeciendo y que encontraron un caldo de cultivo perfecto, en la negativa del Gobierno español a permitir la celebración legal del Referendum del pasado Noviembre.
El golpe de mano que hoy da el Parlamento catalán y que viene a demostrar que definitivamente las negociaciones con los de Rajoy han quedado rotas para siempre, convierte el conflicto catalán en el mayor de los problemas con que ha tenido que enfrentarse el PP, desde que asumiera la Presidencia española en Noviembre de  2011, estallando en sus manos como una bomba de relojería y sin contar ya, con tiempo material, para poder resolverlo.
La incógnita es qué pasará después de las elecciones generales y todos contenemos la respiración para que las cosas no se compliquen aún más, al menos hasta que se celebren.
Pero si vuelve a ganar Rajoy o si el PP, apoyado por Ciudadanos, continúa al frente del gobierno español, el endurecimiento de las posturas estará absolutamente garantizado, pues ya conocemos todos, la defensa de la unidad de España que viene haciendo Rivera, cada vez que se le ofrece la oportunidad de hablar de este tema.
Los que creíamos haberlo visto ya casi todo, quizá tengamos aún que levantarnos algún día, enterándonos de que se ha suprimido la Automía catalana y no queremos ni pensar, cómo afectará a los ciudadanos que allí viven, una resolución de este tipo, ni las consecuencias que traería para todos, que esto llegara a producirse.
Y sin embargo, en el PP, existen muchas voces que piensan que se ha tenido demasiadas contemplaciones con Mas y con sus aspiraciones de independencia y no hay más que prestar un poco de atención a los mensajes que se emiten desde determinadas cadenas ultraconservadoras, para comprobar que esto es cierto.
Sólo un cambio real, podría suavizar la crudeza que ha adquirido el conflicto y sólo un nuevo Presidente, con un talante de negociador, abierto al diálogo y al entendimiento y que nada tenga que ver con las políticas practicadas por Rajoy, sería tal vez, capaz de encontrar una tercera vía por la que propiciar la convivencia entre catalanes y españoles, alejando de alguna manera, el rencor mutuo que subyace en estos momentos entre dos sociedades con  problemas idénticos.
Ya saben, aquello de aplicar al caso la fuerza de la razón y no la razón de la fuerza.


lunes, 26 de octubre de 2015

En el último momento


Vuelve a entrar en escena el Juez Castro, reclamando al PP las facturas de la reforma en su sede Central de Génova, casi al mismo tiempo que Rajoy comparece ante los medios, tras la celebración de un Consejo de Ministros extraordinario y dispuesto a contestar a las preguntas de los informadores, esta vez, acompañado por un plasma en el que presumir de los “logros” obtenidos en una legislatura, que ya se da por agotada, por la convocatoria de las nuevas Elecciones  Generales.
Tendrá el PP, aunque sea en estos últimos días de su mandato, que responder a este Juez, con el que no se lleva precisamente bien, a causa de la imputación de la Infanta en el caso Urdangarín y al que sabe tenaz e imparcial hasta unas últimas consecuencias, que pueden llegar a ser la clave que demuestre la financiación ilegal del Partido y la existencia de un delito de cohecho, si puede demostrarse que existió extorsión a determinados empresarios, a cambio de la concesión de obras públicas que de otro modo, nunca les hubieran sido adjudicadas.
La lucha denodada de Castro por demostrar con hechos que todos los ciudadanos somos iguales ante la Ley, hace presagiar que poco o nada le han de importar los escollos que encuentre a partir de ahora en el camino y que con toda seguridad, no cejará hasta obtener del Partido Popular, de una manera u otra y a la mayor urgencia, toda la información que reclama y que seguramente, no será generosamente ofrecida desde la sede de Génova.
La inoportuna  aparición de Castro ,justamente cuando las últimas encuestas auguran un nuevo triunfo de los conservadores en los próximos comicios, ofrece aún más motivos a una ciudadanía indecisa en su intención de votos, para repensar en conciencia si se atreve otra vez a depositar su confianza en los mismos que ahora podrían confirmarse como protagonistas de esta trama mafiosa y pone en entredicho la débil presunción de inocencia que Rajoy y los suyos han intentado mantener hasta el último momento, colocándoles en una difícil situación, cuando pensaban que todo había terminado.
Porque si Castro consigue probar el delito, no quedará otro remedio que dar por sentado también que existió el asunto de los sobresueldos que aparecía en los papeles de Bárcenas y en los que se encontraba el nombre del mismísimo Mariano Rajoy, como perceptor de cantidades en negro, que van a pesar como una losa en la próxima Campaña electoral y que sin duda, será aprovechado, por todos y cada uno de sus oponentes.
Conociendo al juez, no parece que vaya a funcionar ahora el intento de dilatar en el tiempo la entrega de las facturas requeridas, ni tampoco la estrategia de iniciar una huída hacia adelante, que tanto gusta a los conservadores, cada vez que se topan con un problema.
Castro insistirá y hará valer su poder judicial del modo que fuere preciso, hasta conseguir tener ante sí la documentación que reclama, aunque para ello tenga que incautar de la calle Génova los oportunos documentos, sin que seguramente esté, para nada, dispuesto a conceder ninguna tregua, hasta que pasen las elecciones.
No estaría mal recordar que a pesar de las innumerables presiones sufridas, de la oposición tajante manifestada por el fiscal y de las amenazas personales, el juez jamás tuvo ninguna duda en imputar a Cristina de Borbón, sin ceder ni un milímetro ante las exigencias tácitas de todo tipo de poderes.
Así que ha topado el PP con un hueso duro de roer, que va a hacer que se le atragante su fanático triunfalismo, manteniendo sobre la mismísima cabeza de su Presidente, una espada de Damocles que puede degollarle en cualquier momento.
Si creíamos que todo estaba ya vendido, los acontecimientos que se precipitan en estos últimos momentos de esta escabrosa legislatura, van a demostrarnos que no y aquí estaremos nosotros para narrar las vicisitudes que se produzcan hasta el mismo día de reflexión, por si tuviéramos la suerte de poder hacer cambiar de opinión a todos aquellos que por miedo, solo quieren que todo siga igual y que continúe dirigiendo el país, este incalificable Presidente.



domingo, 25 de octubre de 2015

Fantasmas del pasado reciente


Leyendo los resultados de las últimas encuestas, que vuelven a dar al PP como ganador de las Elecciones Generales, dejando al segundo clasificado (PSOE) a cuatro puntos de distancia del primero, a uno le da por pensar que los españoles han debido acostumbrarse a la paupérrima situación  que viven en el momento actual y que deben estar horrorizados con la sola idea de que todo pueda empeorar aún más, si es que cambian la intención de su voto.
Hace un poco más de cuatro años, todo se vino abajo repentinamente y el espejismo del estado de bienestar que habían construido para nosotros la Banca y los Gobiernos,  dió paso a una etapa de incertidumbre extrema, a la que los expertos en economía no dudaron en bautizar como una crisis que sólo se podía solventar reformando drásticamente la historia laboral de los ciudadanos y reduciendo sin contemplaciones las prestaciones sociales que hasta entonces habíamos ido ganando con enorme esfuerzo y que incluía la universalización de la Sanidad y la Educación, que en cierto modo, nos igualaba a todos.
Llegó entonces la liberalización del despido, que llevó a multitud de familias hasta las mismas puertas de la desesperación y también la merma paulatina de derechos que creíamos asentados para siempre, a golpe de decreto, en cuanto Mariano Rajoy y los suyos se instalaron en la Moncloa, con la excusa de la espantosa herencia que les había dejado Zapatero.
Miseria, desahucios, hambre y desolación, se fueron desde entonces convirtiendo en algo casi rutinario para una Sociedad acostumbrada a un nivel económico digno, obtenido únicamente por medio del trabajo, al que se hubo de renunciar repentinamente, quedando en una indefensión hasta entonces desconocida y que nos dejaba huérfanos de leyes que nos ampararan ante las injusticias que contra todos nosotros, se estaban cometiendo.
A lo largo de cuatro años, los partidarios de los ajustes y aquellos que siendo administradores de los capitales, han terminado por ser nuestros dueños, se han empeñado tenazmente en desequilibrar la esencia misma de nuestro pensamiento, llegando a conseguir que incluso nos sintamos agradecidos por la suerte de haber conservado el puesto de trabajo, como si el derecho inalienable a ganarnos la vida que nos asiste, fuera ahora, un regalo impagable que nos obliga a devolver, por medio del silencio y la inacción, el favor que nos hacen.
En este mismo periodo, miles de políticos de los dos grandes Partidos que han gobernado la nación de manera alternante, han estado beneficiándose ilegalmente de los recursos pertenecientes a todos los españoles, haciendo de la corrupción un instrumento de lucro personal que desprecia profundamente la desgraciada situación en la que se encuentra una gran parte de su pueblo, abducidos por el relumbre de su propia avaricia e indiferentes a la desgracia general que padecen, aquellos a quienes han robado la fuente de su riqueza.
¿Qué puede pues, mover a los españoles, a volver a votar a los principales responsables de que estos hechos se hayan venido sucediendo y qué terrorífica pesadilla han grabado a fuego en sus corazones, estos dirigentes embaucadores, que asfixian con sus medidas el bienestar de los pueblos?
¿Qué clase necedad han  introducido en nuestros cerebros, para que hayamos podido borrar, como si no hubieran existido, todos los fantasmas terribles que nos han aterrorizado en los últimos tiempos?
Sólo la urgente necesidad de sobrevivir, como refugiados en nuestro propio país, mendigando el pan y un trabajo cercano a la esclavitud e incluso un techo humilde bajo el que cobijar nuestra inmensa soledad y abandono, puede justificar la tentación de volver a caer en el mismo pecado que cometimos hace ya cuatro años y que nos traumatiza hasta tal punto, que nos hace incapaces de hacer frente a la negrura de esta realidad, paralizados por el látigo de nuestro propio miedo.
Pero el conformismo, la subyugación, la sumisión a estar encadenado a la imposición de quién nos maltrata, no puede, sino generar una aniquilación total de la voluntad de cambiar aquello que nos atormenta, buscando nuevas vías, que nos liberen del yugo que nos retiene al borde mismo del abismo.
Encontrar el valor, para responder, para rebelarse, para luchar en fin por lo que quisiéramos ser y por lo que queremos que sean nuestros hijos el día de mañana, ha de ser, necesariamente y sin retraso, el primer deber que nos impongamos a nosotros mismos.
Poner en valor la naturaleza de los votos, no mirar atrás y sobre todo, desterrar para siempre el horror de estos años difíciles, es la única medicina capaz de devolvernos la dignidad y la magnífica sensación de sentirnos personas libres, capaces de expresar sin ataduras nuestro pensamiento.
Hoy, matar los fantasmas del pasado reciente, es, únicamente, responsabilidad nuestra.







jueves, 22 de octubre de 2015

Cadena de favores


Desencadena la fiscalía anticorrupción en Cataluña, una tormenta contra la cúpula de Convergencia, por el cobro del tres por ciento, que ya denunció hace años Maragall y empiezan a producirse detenciones y registros en la sede de este Partido, sólo unos días después de que Artur Mas tuviera que declarar en los Juzgados por la convocatoria del Referendum del pasado Noviembre, convirtiéndose por ello, en el primer mártir de la causa por la Independencia.
El caso de corrupción, que alcanzó su punto álgido con el asunto Pujol y que parecía ser conocido y “aceptado” en Cataluña como algo natural, desde hace  quizá demasiado tiempo, cobra ahora una importancia bien distinta, precisamente por coincidir con el momento en que las relaciones entre el Partido que gobierna España y el que preside Mas, se hallan prácticamente rotas, por razones que todos conocemos.
Si bien es cierto que la trama ha de ser, como todas las demás, investigada, perseguida y juzgada, consiguiendo que los culpables paguen por los delitos que cometieron, la aceleración del proceso podría interpretarse, por parte de los nacionalistas, como un nuevo golpe asestado desde  Madrid, con la intención de hundir  a la Formación de Mas y muy particularmente a él mismo, si es que fue consentidor de esta práctica o su nombre apareciera en alguno de los documentos incautados por la policía, como perceptor de algún sobresueldo.
Lo que llama poderosamente la atención, es que desde que Maragall denunció en el Parlamento este caso, han transcurrido más de diez años, en los que se ha dado una alternancia en el poder de PSOE y PP, sin que ninguno de los dos se ocupara de sacar a la luz esta bomba de relojería, quizá porque ambos en el pasado,  hubieron de contar con el apoyo de Convergencia, para poder realizar legalmente su labor de gobierno.
Y es ahora, cuando el problema catalán se ha deteriorado hasta límites inexplicables, cuando la mitad de la población catalana se encuentra literalmente enfrentada con el nacionalismo españolista de Madrid y cuando Mas ha conseguido relanzar su imagen como líder de la catalanidad más pura, cuando se detona por fin, este artefacto guardado en el armario durante más de una década, en un empeño a la desesperada por desprestigiar todo aquello que tenga que ver con el independentismo catalán, justo en el mismo final de esta legislatura catastrófica.
Naturalmente, las detenciones y los registros, van a ser inmediatamente utilizados como arma política por los independentistas y de hecho, Artur Mas, se ha apresurado a solicitar una intervención de urgencia ante su Parlamento, seguramente, con la intención de anotarse otro tanto en la lucha personal que mantiene contra Rajoy, aduciendo chantaje político.
Poco o nada, va a importar a una buena parte de la ciudadanía catalana, hoy por hoy, el cobro del maldito tres por ciento y mucho, lo que van a considerar un ataque directo contra el Partido que lidera su todavía Presidente, por lo que la inoportunidad de las merecidísimas imputaciones de la gente de Convergencia, supone un nuevo y gravísimo error del PP, en relación con el enquistado asunto de Cataluña.
No sabe Rajoy, está claro, pasar página, ni intentar una nueva estrategia para encontrar la solución al problema y anda, como siempre anduvo, empecinado en ganar, por medio de la fuerza, una guerra abierta que no admite otra vía de resolución, que el diálogo y la paciencia, para llegar al entendimiento.
La figura de Mas, su trayectoria política, tanto o más conservadora que la del propio Presidente español, no merece los enormes favores que el PP le está haciendo.


miércoles, 21 de octubre de 2015

Claudicar o morir


Que el PSOE haya fichado a Irene Lozano para las listas de Madrid, ha levantado una enorme polvareda entre la militancia de la Capital, que no olvida los furibundos ataques recibidos por parte de la que fuera diputada de UPD, durante los años que ha permanecido en el Congreso.
Lozano, que ha criticado reiteradamente los casos de corrupción y por ende, el de los ERE en Andalucía y a la que hemos visto acompañar en numerosas ocasiones a los afectados por las Preferentes y también a la Comandante despedida del ejército, que ahora le acompañará en las listas madrileñas, parece haber aceptado una propuesta personal de Pedro Sánchez, cuyo interés ha debido despertar a través de sus intervenciones e irá codo con codo con los socialistas de Madrid, aunque eso sí, como independiente.
Ambas partes han justificado el acuerdo, alegando que son muchas las coincidencias programáticas que ahora les unen y manifestado que le gustaría tener la oportunidad de continuar la lucha en el Parlamento, si como todo hace indicar, Lozano es elegida nuevamente, esta vez, bajo el amparo de otras siglas.
Atrás quedan, para el PSOE, los enfrentamientos pasados y la persistencia en denunciar la clase de política que entonces hacía Rubalcaba, como si milagrosamente, todos los gravísimos problemas  en que se vieron implicados los socialistas en el pasado hubieran desaparecido de pronto, a pesar de que muchos de estos asuntos aún no han sido juzgados, ni se conoce cuál será su final, que no se augura bueno.
La indignación de militantes madrileños y también de los andaluces, por este fichaje, resulta sin embargo, inaceptable, pues Irene Lozano se limitó en sus intervenciones a relatar  la verdad de lo que estaba ocurriendo, empeñándose, como no podía ser de otra manera, en exigir responsabilidades a dirigentes como Chaves o Griñán, que más tarde, terminaron siendo imputados por la justicia.
Pero como siempre ocurre en los Partidos tradicionales, es más fácil acusar , difamar o dilapidar, si esto fuera posible, al adversario político, que admitir los propios errores, enmendarlos en la medida de lo posible, con toda la contundencia que fuere necesaria y erradicar estas prácticas delictivas para siempre.
Lo que resulta extraño en este caso es que Lozano haya decidido dar el sí a la propuesta de Sánchez, exponiendo su buena fama, al mezclarse con los mismos de los que abominaba hasta ayer y  a los que ahora parece dispuesta a secundar, arguyendo que los protagonistas de aquellas historias han desaparecido del panorama político.
Lo que percibe el votante es algo bien distinto y está más bien, relacionado con ese afán de perpetuidad en los cargos que caracteriza, en los últimos tiempos, a los líderes del llamado bipartidismo.
Fuera de UPD, a Irene Lozano le quedaba poca trayectoria política y su importancia que no ha sido nunca excesiva, quizá no le permitiera acceder a ninguna de las puertas giratorias reservadas a los pesos pesados de PP y PSOE, por lo que la única opción de conservar su estatus es la de fichar inmediatamente por otras opciones, cosa que Pedro Sánchez le ha puesto en bandeja.
Qué tendrá el poder, que atrapa a las personas convirtiéndolas en esclavas sin voluntad, sin dignidad y sin orgullo y alienándolas sin que les importe caer en el más estrepitoso de los ridículos.
Viendo estos casos, uno no puede, sino desear, no verse jamás envuelto por la erótica que transmite y agradecer una y mil veces la suerte de ser un ciudadano normal, sin más pretensión que encontrar un poco de felicidad, en las cosas pequeñas de la vida.


martes, 20 de octubre de 2015

Traición al Socialismo


Por mucho que se empeñe el PSOE en presentar a Pedro Sánchez como el hombre que enmendará los gravísimos errores cometidos por el Partido en los últimos tiempos, la actitud con que afronta el futuro que podría convertirle en Presidente de esta España malherida y paupérrima, no practica, ni por asomo, los principios de la doctrina  de la que dice ser heredero, ni parece, por su manera de pensar, militante de la Formación centenaria que en los últimos años del SXIX fundara el impresor, Pablo Iglesias.
Ya dijimos cuando Sánchez asumió el cargo de Secretario General del PSOE, que había perdido las  elecciones a causa de la espantosa gestión que en su última legislatura protagonizó Zapatero, que un lavado de cara resultaba absolutamente insuficiente para corregir un pasado que pesaba como una losa y que el Partido, necesitaba en realidad, una profunda Revolución que volara los cimientos sobre los que se había acomodado plácidamente y que significara una vuelta a los inicios para los que fue concebido, que en nada se parecían al pensamiento socialdemócrata que ahora defienden.
Las declaraciones de su líder, negándose a derogar la Reforma Laboral de Rajoy, si consigue llegar al poder, no hacen, sino confirmar  que la ideología socialista y la defensa de la clase trabajadora a la que lacera profundamente esta ley que no ha traído más que precariedad y miseria, hace tiempo que dejó de guiar a unos militantes que, para más Inri, siguen considerándose de izquierdas y que cada vez se parecen más, en su forma de entender la política, a aquellos que siguen las premisas que constituyen la guía del PP y que nos han lle,vado exactamente, hasta dónde nos encontramos ahora.
Nada tiene que ver en esto, la moderación de que presume Sánchez, frente a la supuesta radicalidad de Podemos, ni  la teoría recurrente utilizada por más de uno en la actualidad, que justifica esa moderación, por la imposibilidad de llevar a cabo acciones que contradigan el mandato de la tiránica Europa, a causa de la economía.
Lo suyo, lo de Pedro Sánchez y lo de todo aquel que le siga, aplaudiendo el comedimiento cobarde que propugna un continuismo en la línea ultraconservadora de los recortes y el servilismo, es y así debe ser calificada, una traición al Socialismo y una burla descarnada hacia todos aquellos que lo defendieron y que hasta dieron su vida por él, en pos de una vida mejor para todos, en el pasado y en el presente.
Buscar atajos, disfrazar las siglas tras las que se esconden y alardear de un izquierdismo que a todas luces resulta ser, en su caso, absolutamente inexistente, no son pues, más que maniobras electorales, que buscan ¿cómo no?, una continuidad de la alternancia en el poder, que consagre al bipartidismo decadente, como la única posibilidad que queda a los votantes, para tener derecho a un futuro.
Afortunadamente, los españoles, ya lo hemos dicho muchas veces, hemos aprendido a distinguir a la perfección a los embaucadores de conciencias y hemos desarrollado, quizá porque el hambre agudiza el ingenio, una capacidad hasta ahora desconocida de poner en práctica la libertad, a la hora de elegir a quiénes queremos que nos representen.
También hemos aprendido a escuchar y hasta a desenmarañar los enredos con que intentan ganar nuestra voluntad, leyendo mentalmente la letra pequeña que se esconde detrás de cada mensaje que se nos transmite, por muy maquillado que vaya, su contenido auténtico.
Me atrevo por ello a  vaticinar, que ningún trabajador español y menos aún, los parados, van a caer en la trampa de votar a quien no parece especialmente preocupado por agilizar el mercado laboral y  piensa en continuar apoyando una Reforma que por el bien de todos, no debiera ni haber nacido.
Puede que antes no hubiera otras posibilidades de elección y el voto útil nos empujara a dar nuestro apoyo al menos malo de los candidatos, pero a día de hoy, por suerte, el abanico de Formaciones políticas se ha multiplicado milagrosamente, dando entrada a nuevos líderes e idearios y los ciudadanos podemos y debemos, estudiar incluso de forma obsesiva, el sentido de nuestros votos.
Váyase despidiendo Sánchez de otros apoyos que no sean los del miedo y ya le aclaro yo, por si nadie se lo dijo nunca, que el mundo no fue, ni es ni será jamás, de los cobardes.


lunes, 19 de octubre de 2015

Madera de ganador


Mucho va a tener que espabilar Pablo Iglesias, si quiere ganar la batalla de las Elecciones Generales a un  Albert Rivera profundamente preparado para el reto que se le presenta y al que hay que reconocer un extraordinario carisma  y un aprovechamiento ejemplar de la situación actual, de cara a la gente, que con toda probabilidad, le acarreará en los próximos meses, una gran parte del voto de los indecisos.
Un gran número de ciudadanos, nos sentamos anoche ante el televisor, para ver el debate que entre los dos candidatos a la Presidencia, había organizado el Salvados de Jordi Évole y en el que ambos defendieron, con desigual acierto, los principales puntos de sus respectivos programas, de cara a los próximos e importantes Comicios.
Los espectadores, sinceramente, nos sentimos ciertamente defraudados por la actitud del líder de Podemos, que se vio arrastrado desde el principio por la verborrea torrencial de Rivera, como sin atreverse a contrarrestar seriamente la naturaleza de sus argumentos y permitiendo que todos aquellos que aún no se han decantado por una opción de voto real y que ni siquiera se preocupan por profundizar en los importantísimos detalles que resultan imprescindibles para llevar a cabo un proyecto, cayeran rendidos ante la seguridad que demostraba ante las cámaras, la cabeza visible de Ciudadanos.
Aparentemente cansado y quizá, hasta influido por los resultados que le auguran las encuestas, Iglesias pareció haber perdido la frescura y el empuje que le caracterizaron en sus primeros tiempos y ese punto de radicalidad tenaz por el que parecía preparado para enfrentarse a la situación que vivimos y que subyugó a una ciudadanía hastiada del comportamiento de los líderes de los Partidos tradicionales y de las políticas de recortes, que estaban terminando con el estado de bienestar de las mayorías.
Rivera, que desde el primer minuto de la entrevista pareció dominar la situación, aprovechó naturalmente, las horas bajas de su oponente y demostró, con admirable tenacidad y con oficio que no sólo tiene madera de ganador, sino que no piensa desaprovechar ni una sola de las ocasiones que se le presenten, para reivindicar que únicamente la Formación que preside, puede, en este momento, ayudar a los españoles a salir de esta crisis y que para ello cuenta, a diferencia de Podemos, con el beneplácito de la Banca y la Empresa, por ser su Partido mucho más moderado en sus propuestas, de lo que pudiera parecer el de Iglesias.
Todos esperábamos de la otra parte respuestas de mayor contundencia e incluso ese punto de perversidad que en un principio hizo de Iglesias el azote de los poderosos y que fue el detonante que hizo que comenzaran a tambalearse hasta los mismos cimientos del Sistema, levantando de sus asientos a miles de personas que habían renunciado a participar en política y que encontraron en Podemos, el vehículo ideal para canalizar sus reivindicaciones, reiteradamente desoídas por el Gobierno.
Sin embargo, la imagen que ofreció Iglesias en el encuentro, fue la de alguien que ha terminado por aceptar que aún no ha llegado su momento y que da marcha atrás, apabullado por la entrada en escena de un actor que en muy poco tiempo, ha aprendido perfectamente el papel que le toca representar y que desbanca inesperadamente al que parecía ser idóneo para subirse al escenario, el día del estreno.
En esta tesitura, le faltó a Iglesias, coraje para rebatir ciertas medidas propuestas por Rivera, como la compensación salarial que sufragaría un Estado que no está para muchos dispendios o el planteamiento ciertamente retrógrado de dejar sin cobertura sanitaria a los inmigrantes sin papeles, a los que pretende cobrar facturas sanitarias, que sin duda resultarán impagables para todos ellos.
Como contrapartida, Rivera se esforzó en mantenerse en el uso de la palabra,  de manera permanente, casi sin permitir que Iglesias fuera capaz de terminar una sola frase y atreviéndose, en los puntos de mayor discrepancia, a zarandear con vehemencia  un discurso que llegó a calificar de manido y populista, sin recibir la correspondiente respuesta, por parte del líder de Podemos.
A sólo dos meses de las Elecciones, a Podemos, sólo le queda la oportunidad de volver a la contundencia que abanderó en el momento de su nacimiento y a esa identificación con los problemas personales que más preocupan a la gente, si no quiera quedar relegado a un puesto meramente testimonial en la composición del futuro Parlamento.
Han de tener muy en cuenta Iglesias y los suyos, que ya no son la nota discordante que pone distancia con los integrantes de la Casta y que clama, en soledad, por los derechos de los más deprimidos. Ahora, les ha salido una competencia feroz y habrán de esforzarse en batallar con mucha más dureza, para establecer todas esas diferencias notorias que les separan de una Derecha, que ha encontrado en Albert Rivera, de Ciudadanos, a un gran representante, de cara al futuro que viene.



domingo, 18 de octubre de 2015

El Centro que nunca existió


Desde la misma llegada de la Democracia, casi todos los Partidos Políticos se han empeñado en atraer a los llamados votantes de centro, a los que se ha dado en llamar así porque representan a una amplia mayoría de personas sin convicciones políticas concretas, amantes de la moderación y capaces de cambiar sus preferencias en cada uno de los comicios, simplemente por simpatizar en un momento determinado con alguno de los líderes que se presentan.
Pero cuando se habla de política, el Centro verdaderamente no existe y la batalla planteada, al menos hasta este momento en el mundo, se libra únicamente entre la Derecha y la Izquierda, aunque ambas sean capaces de albergar a individuos con mayor o menor radicalidad, lo que abre el abanico de las posibilidades ideológicas, hasta límites absolutamente insospechados.
España no es, ni mucho menos, una excepción que confirme esta regla, aunque los ciudadanos hayamos sido profundamente defraudados, casi en igual medida, por los representantes de ambos bandos que han llegado al poder en los últimos tiempos, lo que motiva en la actualidad, sobre todo en los Partidos emergentes, una ambigüedad a la hora de definir claramente las motivaciones de su pensamiento, en un claro intento de atraer a una mayoría de indecisos, que serán, en definitiva, quiénes inclinen la balanza en las Generales del 20 de Diciembre.
Los Formaciones tradicionales, en este caso PP y PSOE, se asemejan tanto en su manera de interpretar la política, que a muchos de nosotros, nos cuesta distinguir las diferencias cruciales que hasta poco tiempo les separaban y que constituían su propia identidad, al menos en el ideario que supuestamente las mueve.
La globalización y la total dependencia de los dictados de los dueños de los capitales, han marcado un punto de inflexión también en la diferenciación de las ideologías, convirtiendo a conservadores y socialistas, en una especie de socios de idéntico comportamiento, que esperan y desean una alternancia en el poder, por la que son capaces de prometer a los votantes, cualquier cosa que seguramente después no cumplirán, como ya hemos podido comprobar, a lo largo de las dos últimas legislaturas.
Pongámonos como nos pongamos, Zapatero y Rajoy, han sido durante sus respectivos mandatos, seguidores a ultranza de las órdenes de la derecha europea y por tanto, los españoles no podemos hasta ahora opinar, qué hubiera sucedido en el País a lo largo de estos años de crisis, si hubiera gobernado la Izquierda.
Pero se da la circunstancia de que ahora nadie quiere admitir abiertamente su pertenencia a ella, seguramente porque de hacerlo, se verían inmediatamente amenazados por los que manejan los mercados que mueven el mundo, como ha ocurrido en el caso de Grecia, cayendo de bruces en una vorágine de indeseado aislamiento, que difícilmente nos permitiría salir nunca de la situación en que nos hallamos en la actualidad y mucho menos, atraer ese voto decisorio, pero indeciso,  que representan los atemorizados votantes del inexistente centro.
Así que conviene, por estrategia, jugar a la indefinición y abrir las puertas de las nuevas Formaciones a todos aquellos que deseen sumarse a un cambio que aún está por llegar, pero que puede ser mucho más factible de ser realizado, sin etiquetas adscritas a un determinado pensamiento.
Con lo cual, Podemos y Ciudadanos, coinciden en sostener que están más cerca de la Social Democracia que de lo que son realmente sus propias ideologías y caminan de la mano con la única idea de terminar con la hegemonía del bipartidismo, para alcanzar al menos, determinadas cotas de poder, en la constitución del próximo Parlamento.
Y aunque todos sepamos en el fondo que Rivera e Iglesias representan las nuevas caras de la Derecha y la Izquierda en lo que será la España de los próximos tiempos, la incógnita de lo que son las raíces de su pensamiento, supone una posibilidad de obtener, al menos esta primera vez, la confianza de los que nunca saben a quién votar hasta el último momento y que se confiesan acérrimos seguidores de ese Centro que nunca existió, ni existirá tampoco mañana, pero que constituye un granero de votos, ciertamente muy apetecible.
Los líderes de la vieja escuela habrán, no obstante, de acostumbrarse a ver a estas dos jóvenes promesas de la política española, ocupar un lugar que para ellos creían reservado a perpetuidad, en todas y cada una de las Instituciones.

Ellos son, pese a quién pese, el futuro que llega para quedarse y Rajoy y Sánchez también, a pesar de su juventud, el pasado que todos y cada uno de los españoles estamos locos por olvidar y que seguramente olvidaremos, si todo cambia después de las Generales. 

jueves, 15 de octubre de 2015

La buena memoria



Los ministros de Rajoy no saben qué hacer ahora para conectar con el pueblo y andan poniéndose a disposición de los medios para ofrecer entrevistas gratis y apariciones televisivas, justo lo mismo que han venido negando reiteradamente durante los casi cuatro años que ha durado esta legislatura.
Primero fue Soraya Sáenz de Santamaría bailando en El Hormiguero, rememorando a Iceta en la Campaña electoral catalana y ahora es Montoro quién se presta a responder preguntas, atreviéndose incluso a criticar abiertamente y sin tapujos a los que fueran sus mentores, Aznar y Rato y confesando sin pudor, que muchos de sus compañeros se avergüenzan de reconocer que pertenecen al PP y que lo entiende.
Sus declaraciones coinciden con un video en el que los conservadores comparan a España con una paciente en estado casi terminal y que después de pasar por un Hospital que representa la gestión que Rajoy ha llevado a cabo a lo largo de la legislatura, no solo acaba recuperando completamente la salud, sino que se muestra profundamente agradecida por la labor realizada por el equipo médico, al que comparan con este   Gobierno.
Para rematar la faena, colocan un grifo de cerveza en el Congreso, con la intención de celebrar la culminación de sus cuatro años de poder  y saltándose descaradamente todas las reglas de neutralidad que deben caracterizar a la Institución Parlamentaria, pues la acción no deja de ser un mero acto electoral, a pocos días de comience la campaña de las Generales.
Los ciudadanos, que ya creíamos haberlo visto todo en cuanto se huele la llagada de Elecciones y que hasta aceptamos con resignación que la clase política pierda los papeles rayando con su manera de actuar, en el más puro de los ridículos, asistimos sin embargo atónitos a esta salida de tono de los miembros más relevantes del PP, que han ignorado olímpicamente aquello que hemos deseado durante sus años de gobierno y que ahora lampan por acercarse al electorado, conscientes de haber alcanzado unos índices de impopularidad, que le auguran un estrepitoso fracaso.
Ya puede bailar Soraya la danza de los siete velos en horario de máxima audiencia o liquidar Montoro al estilo Capone al mismísimo ex Presidente, que ninguna de estas actuaciones puede cambiar en dos días la naturaleza de nuestro pensamiento, ni evitar que al echar los ojos atrás, vayamos enumerando mentalmente  todas y cada una de las medidas de severísimos recortes que han propiciado los populares, abusando de su amplia mayoría y que han hecho de nosotros, una especie de ciudadanos de segunda sin oportunidad de futuro, vendidos al mejor postor, como mano de obra barata, a la que también se le han retirado multitud de derechos.
El PP, será recordado, por la aprobación de su nefasta Reforma Laboral, por la Privatización encubierta de la Sanidad y la Educación, por La subida injustificada de Impuestos, por la Amnistía Fiscal a los evasores de capitales, por el Rescate de la Banca, por la bajada incomprensible de sueldos y el hurto de la paga extraordinaria a los Funcionarios, por exterminar la Ley de Dependencia, por el abandono de las víctimas de la violencia de género, por el enquistamiento del problema catalán, por no parar los desahucios, ni resolver la estafa de las preferentes, por arrastrarnos a las puertas mismas de la miseria y muy especialmente, por los gravísimos casos de corrupción en los que se han visto envueltos nombres de extraordinario peso en sus filas y que no se han resuelto como debieran, debido a la presunta manipulación descarada de la Justicia.
Los españoles, no estamos pues, ni para bailecitos populistas, ni para que el Ministro de Hacienda nos abra su corazón in extremis, cuando puede temerse el final de sus días de gloria, ni menos aún, para que dudando implícitamente de nuestro nivel de inteligencia, se nos quiera convencer de que las medidas anteriormente citadas se han hecho para sanar a una España que de otro modo, habría seguramente muerto por la causa de la cacareada herencia de Zapatero.
Afortunadamente, ni los recortes ni la pobreza pueden asesinar la capacidad de razonar, ni el libre albedrío de interpretar la historia que a diario vivimos, exactamente cómo nos dicte la conciencia.
Quizá por eso, alguien debiera hacer ver con urgencia a Rajoy y los suyos que el tiempo para recuperar la confianza de los españoles, hace ya mucho que pasó y que no sólo no nos extraña que sus militantes puedan sentir vergüenza de pertenecer a su Partido, sino que la mayoría de los ciudadanos estamos escandalizados con la sola idea de que el Partido Popular, para desgracia nuestra, sea el que nos represente a todos, a los ojos del mundo.



miércoles, 14 de octubre de 2015

Televisión popular


El título, que podría llamar a engaño al entender el lector que el articulo hablará sobre un Ente independiente, en el que la libertad de expresión constituye la primera regla del juego y en el que tienen cabida todas los opiniones, del signo que sean, viene a referirse sin embargo y para pesar de los españoles, a la descarada manipulación que de las cadenas públicas ha venido haciendo el PP, durante estos últimos cuatro años.
Hace tiempo que los profesionales  denuncian que son continuamente vetados a la hora de ofrecer las noticias y que sólo aquellas que pasan el filtro de los directivos elegidos a dedo por el Gobierno de Mariano Rajoy, son emitidas en su totalidad, quedando las que desfavorecen los intereses de la Formación a la que pertenecen, relegadas o reducidas a una mera mención, si los hechos a los que aluden, resultan ser demasiado evidentes.
Todos recordamos la encerrona que se hizo a Pablo Iglesias en el canal 24 horas, poco antes de las Municipales y cómo todas las preguntas a las que hubo de responder, resultaban en sí mismas, capciosas, buscando la única intención de desprestigiar al líder de Podemos, tras el éxito sin precedentes que obtuvo en los Comicios europeos.
Este ejemplo, que no por ser uno de los más llamativos es único, constituye sin embargo, una escenificación literal de lo que nunca debiera ser un Ente público, sufragado por los contribuyentes y avergüenza, no sólo a los magníficos periodistas que intentan ejercer en este País, sino también, a cualquier ciudadano que posea un mínimo de inteligencia.
Hoy, todos los Partidos del arco Parlamentario, a excepción, claro, del PP, han firmado un acuerdo por el que se comprometen, de llegar al poder, a la elección consensuada de  los dirigentes de RTVE y a respetar la tan ansiada libertad de expresión, ausente de los Informativos y debates, desde que gobierna el Partido Popular.
Resulta imprescindible, que los ciudadanos que deciden sintonizar las Cadenas Públicas, que son muchos debido a la inexistencia de publicidad desde hace varios años, encuentren programas en los que al menos, se respete su derecho a recibir información fidedigna de lo que sucede en el mundo y muy particularmente en su País, fundamentalmente, porque el Ente se financia de fondos procedentes de las Arcas Públicas, a las que todos contribuimos con nuestros impuestos.
La ideologización descarada que ha sufrido Televisión española durante el mandato de Rajoy, que empezó con los despidos masivos de todos aquellos profesionales sospechosos de no simpatizar con la derecha, ha convertido, sobre todo los espacios dedicados a temas políticos, en una especie de vehículo propagandístico de las acciones del gobierno vigente y en un azote permanente para los Partidos que se atreven a disentir, del tipo de política practicada, en los últimos cuatro años.
Este acuerdo, que naturalmente no podía suscribir quién se beneficia a diario de que las cosas funciones del modo que lo hacen ahora, resulta, sin embargo,  un paso definitivo para la despolitización de este medio que debiera ser, en esencia, precisamente mucho más imparcial que las Cadenas financiadas por determinados grupos afines a todo tipo de pensamientos.
Los españoles, que luchamos denodadamente porque la libertad de expresión se convirtiera en un derecho inalienable para nosotros y que hemos tenido que ver cómo iba desapareciendo a pasos agigantados y sin ningún tipo de pudor de todos los Entes Públicos, esperamos poder recuperar la oportunidad de recibir de nuestra Radio y Televisión, un  relato de la verdad, por dura que sea y por la misma razón, que en estos Organismos se contrate a los profesionales, por su valía y no, como hasta ahora, por la fidelidad que demuestran al Partido que actualmente gobierna.


martes, 13 de octubre de 2015

Las cifras reales


No le salen las cuentas al Gobierno, que ha sido advertido por Bruselas, poniendo en entredicho toda la parafernalia triunfalista que Rajoy y los suyos vienen defendiendo, de cara a la Campaña electoral y dando la razón a los españoles, que para nada han notado, hasta hoy, esa categórica mejoría que pudiera significar que estamos saliendo de la crisis.
No se sostienen las reiteradas mentiras que periódicamente pone en circulación el PP, deseoso de repetir en el poder una nueva legislatura y queda demostrado que a pesar de haber seguido sumisamente todas las recomendaciones impuestas por Europa y que han empobrecido a los ciudadanos más allá de los límites previstos, las políticas de recortes no han servido siquiera para alcanzar los objetivos exigidos por las grandes economías continentales y que continuamos sumidos en una etapa de recesión, de la que parece que no vamos a salir nunca.
Las previsiones del incumplimiento del déficit, han debido sentar al Presidente como un jarro de agua fría, colocándole en una incomodísima posición, incluso ante su electorado más fiel y vienen a sumarse a toda una larga lista de razones de peso que ya aconsejaban no volver a votar al Partido Popular, a sólo un par de meses de la celebración de los Comicios.
La persistencia de las altísimas cifras de paro y la tímida creación de una clase de empleo precario y absolutamente temporal, no podían, sino conducir a una bajada drástica del consumo nacional y por tanto, al incumplimiento de las metas deseadas, que supondrían para España, un respiro dentro de la tormenta.
Ahora, los populares habrán de enfrentarse a la Campaña desnudos de cualquier presunción, de esas que tanto gustan de exhibir en mítines y actos sociales y lidiar, frente al resto de las Fuerzas políticas, defendiéndose con las pocas armas que les quedan, de las gravísimas acusaciones que seguramente recibirán y que no sólo tendrán ya que ver con su estrecha relación con innumerables casos de corrupción, sino también con su reiterada intención de engañar a los españoles, en cuanto a las cifras reales se refiere.
No queda tiempo material para enmendar los imperdonables errores que durante toda la legislatura se han cometido, ni para rehacer la agresividad de unas políticas, que todo el mundo, sobre todo  los ciudadanos, ha venido rechazando durante los últimos cuatro años y menos aún, para limpiar una imagen absolutamente deteriorada por los acontecimientos en que se han visto envueltos muchos de sus principales líderes, imputados en casos de la envergadura de la Gúrtel o la Púnica, actualmente en manos de la Justicia.
La baza de la economía, a la que se había apostado con fuerza desde los despachos de Génova,  se viene abajo propinando un durísimo golpe a los que ingeniaron esta historia de presunción que muchos de nosotros nunca creímos y queda reducida a una mera anécdota  que no acarreará, en modo alguno, el ansiado voto de los indecisos con el que prácticamente contaban Rajoy y los suyos, cuando se enorgullecían ante nosotros de haber superado el peor periodo de nuestra historia reciente.
Pero ¿qué se podía esperar de quiénes incumplen todas las promesas de su Programa y hacen exactamente lo contrario de lo que, según ellos, tenían previsto hacer, por mucha mala herencia que hubieran recibido?
Ahora, el legado que ellos dejarán, habrá que analizarlo con una minuciosidad casi obsesiva, pues a la vista de los relatos de ficción que nos han venido vendiendo a lo largo de su estancia en el Poder, no va a quedar otro remedio que buscar por todos los rincones la verdad, para hacer borrón y cuenta nueva, con los medios reales que nos queden.
Mucho nos tememos, que a partir de ahora vuelvan a retomar la cantinela del miedo y el catastrofismo, pues se lo están poniendo tan fácil a los Partidos emergentes, que sólo así quizá, podrían al menos conservar el voto de su más incondicionales electores.



lunes, 12 de octubre de 2015

El desplante



El revuelo que  ha armado la iniciativa de Pablo Iglesias, al negarse a acudir a la recepción ofrecida por el Rey, el día de la Fiesta Nacional, parece ofrecer a la prensa ligada ideológicamente a la derecha, una nueva oportunidad de zarandear al líder de Podemos y de procurar todo el desprestigio posible en torno a su figura, ahora que se aproximan la Campaña de las Elecciones Generales.
Sin embargo, las explicaciones ofrecidas por Iglesias en relación con este asunto, considerando que la situación económica de los españoles no está para soportar gastos extraordinarios originados por eventos de carácter exclusivamente lúdicos, podrían constituir para muchos, un ejemplo de que aún existen ciertos políticos, mucho más preocupados por remediar las innumerables carencias que padecen los ciudadanos, que de fastos organizados para el disfrute de unos cuantos privilegiados, que cada vez, parecen representar en menor medida, las esperanzas de todos aquellos que les eligieron.
No acudir a la recepción real, no puede ser por tanto, considerado un desplante hacia la figura del Rey, sino más bien, un acto de solidaridad con todos aquellos que habiéndose visto afectados por el torbellino arrasador de las medidas de recortes, se ven obligados a contemplar cómo se continúan derrochando los caudales comunes en actos que no están, precisamente encaminados a reportar una mejora de la situación general, sino más bien, a  remarcar un sentido de patriotismo obsoleto, más propio de siglos pasados, que de esta época convulsa en que vivimos.
La coherencia que debe caracterizar a cualquier Partido Político y que ha de residir en una puesta en común entre sus acciones y su pensamiento, queda sin embargo, denostada cuando se cumple en cualquier Formación de Izquierdas, sobre todo, si choca diametralmente con las normas impuestas por rancias tradiciones, acatadas con sumisión por el resto de la clase política, aún cuando el peso de la realidad aconsejaría en este momento, la revisión inmediata de tales eventos.
Si Pablo iglesias hubiera acudido a la Recepción real, habría faltado tiempo para decir que ha dejado a un lado la rebeldía que caracterizó desde un primer momento a Podemos, para entrar en la vorágine en la que se mueven desde siempre los Partidos tradicionales y tradicionalistas y convertirse en un líder más de cuántos hemos conocido, desde la misma llegada de la Democracia.
Que continúe siendo fiel a sus principios, incomoda severamente a sus adversarios políticos y muy particularmente, a los más cercanos a la ideología del Gobierno, que temen quizá, que la convicción al defender las ideas, les reste muchísimos más votos, de los que les podrían restar su implicación en determinados casos de corrupción o su incumplimiento de promesas electorales.
Y aunque todos sabemos que en política hay que hacer concesiones, una vez que se alcanzan ciertos niveles de poder, bien es verdad que atendiendo a los votantes convencidos de Podemos, Pablo Iglesias no podía en este caso, sucumbir a la tentación de ponerse en fila para estrechar la mano del Rey, exponiéndose así, al rechazo inmediato de todos los que en él confiaron, desde un primer momento.
Todo lo que puedan pensar, decir o criticar sus detractores en los próximos días, no logrará hacer otra cosa, de cara a sus votantes, que afianzar su carácter de líder de primer orden, al frente de un Partido de izquierdas y ofrecer a los indecisos, la visión, bastante extraña en estos tiempos, de una persona capaz de renunciar a obtener determinados privilegios, en pos del bien común, que debiera ser lo primordial, para cualquier estadista que se precie.
La necesidad que acucia al País, merece un poco más de respeto por parte de los dirigentes y no estaría mal para algunos en concreto recordar, que la asistencia a Fiestas organizadas, del carácter que fueren no es, en absoluto, obligatoria, ni debe ser una cadena con la que mantener atada a toda una clase política, últimamente bastante denostada, precisamente por este tipo de comportamientos.



viernes, 9 de octubre de 2015

Jóvenes suicidas


Cuando leo que el suicidio se ha convertido en nuestro País en la primera causa de muerte entre los jóvenes, no puedo más que asumir con dolor la parte de culpa que pueda tocarme en el macabro porcentaje que corresponde a toda la Sociedad y preguntar cuántas cosas hemos podido hacer tan mal, como para llevar a quién está empezando a vivir, hasta el oscuro abismo de la muerte.
Qué terrible desesperanza sentirán aquellos que deciden voluntariamente abandonar un mundo en el que aún les quedan tanto por hacer y qué clase de insoportable angustia habrán sentido a lo largo del tiempo, hasta llegar a tomar una decisión como ésta, entrando a formar parte de un nutrido grupo que se coloca ahora por encima de las enfermedades, quizá para recordarnos a todos, la naturaleza de nuestro propio fracaso.
La estadística no sólo es absolutamente preocupante, sino que se yergue ante nuestros ojos como un gigante imposible de ignorar, ofreciéndonos a la vez, una lección de drástica honestidad, a todos aquellos que en determinados momentos aceptamos el camino de la sumisión, en medio de la convulsa historia que nos han traído los Sistemas Políticos y sus principales líderes, en los últimos tiempos.
Porque todos los que hemos vivido de cerca el trágico relato de un suicidio y hemos estudiado con minuciosidad enfermiza los días y las horas de quién se marchó, pretendiendo encontrar del modo que sea, un móvil que justifique una decisión como ésta, sabemos bien y muy a pesar nuestro, que las incógnitas que se abren como océanos en el interior, quedan sin solución para toda la vida y que a medida que avanza el tiempo, se enquistan en el corazón, transformándose en una herida crónica que no se cerrará jamás, aunque haya que aceptar el suceso y perdonar al suicida.
Defienden algunos que esta forma de morir es el más grande acto de libertad protagonizado por el hombre, que no puede elegir el momento ni el lugar de su nacimiento y otros se agarran, como a una tabla de salvación, al pretexto de la locura, para explicar algo que les parece atroz y que definen a la vez, como la extrema cobardía.
Pero cuando las cifras crecen desorbitadamente y los protagonistas del drama son personas a las que, por edad, les corresponde por derecho la felicidad y la oportunidad de forjarse un futuro, dedicando libremente la vida a la actividad que cada cual desee, el hecho aislado sufrido en silencio por un puñado de familias, empieza a ser responsabilidad común y algo debiera hacerse, con urgencia, para tratar de transformar la carga de desesperación de esta juventud nuestra, en un camino de ilusión y esperanza.
Nadie puede ni debe cerrar los ojos a esta realidad que sucede inexorablemente entre nosotros y es nuestra obligación, más que lamentar lo que ya no tiene remedio, iniciar una búsqueda reflexiva de la cruda  verdad y hallar soluciones que posibiliten el bienestar de la juventud, aunque para ello hubiera que cambiar todos los Sistemas y revolucionar, desde los cimientos, el modo de vida actual, que ya no parece satisfacer a nadie.
Porque debe ser tan difícil continuar, cuando se piensa que el dinero maneja los destinos del mundo, viendo pasar los días sin trabajo, sin un lugar en el que poner en práctica los conocimientos adquiridos, sumidos en la espesa niebla de la miseria o teniendo que comprender que nunca llegará el momento en que podamos abandonar el hogar familiar, para quizá formar un núcleo nuevo y propio, que a poco que se quiera entender, se encontraría más de una justificación, para explicar el suicidio.
Y aunque cuesta admitir, sobre todo si se es mayor, que siendo joven no se halle causa alguna para seguir viviendo, habrá que admitir que las expectativas de futuro que tenemos, de continuar en la línea que para nosotros se ha trazado, no deja demasiadas ilusiones  por las que batallar, ni se ven luces al final de este túnel en el que estamos sobreviviendo.
Que nuestros jóvenes decidan morir, es mucho más importante que cualquier otra cosa que pueda preocuparnos y habría que ver si no es también, un acto de espeluznante rebeldía, con el que sólo se nos quiere decir cuánto nos estamos equivocando.



miércoles, 7 de octubre de 2015

Horrores de una guerra extraña


Los últimos bombardeos de rusos y americanos sobre Siria, impactando sobre objetivos civiles dedicados a ayudar a la población en labores humanitarias y que han costado la vida a inocentes y voluntarios de Médicos sin Fronteras, que nada tenían que ver con el conflicto, ponen en evidencia que esta guerra ha tomado un camino que no parece conducir a ninguna parte y que la intervención extranjera resulta ser ajena a las necesidades que reclama la población y exclusivamente motivada, no se sabe por qué oscuros intereses.
Nadie pensaba, cuando el pueblo sirio se levantó contra su dictador, siguiendo el ejemplo de otros países vinculados a la Revolución de los Jazmines, que la protesta iba a derivar por derroteros inexplicablemente consentidos por las grandes potencias mundiales durante demasiado tiempo y que iba a terminar con miles de personas huyendo en estampida hacia destinos más seguros, simplemente para asegurar la supervivencia.
La guerra a tres bandas, entre rebeldes, adeptos al régimen y un estado islámico que vio en la revuelta la posibilidad de asentarse en este territorio, constituye un ejemplo extraño de las dimensiones que puede alcanzar un problema, si no se toman las medidas adecuadas para una rápida resolución y se permite que se enquiste, mirando hacia otro lado, en lugar de iniciar un camino de negociación que hubiera, seguramente, evitado la pérdida irreparable de tantas vidas.
Pero Siria no era Irak, ni contaba con las fuentes petrolíferas ansiadas por los países más poderosos del mundo, ni Assad había tenido nunca el carisma reconocido que poseía Saddam Hussein, por lo que quizá fue menospreciada su posibilidad de resistencia en un poder que se ha negado sistemáticamente a dejar, probablemente seguro de que podría correr una suerte parecida a la de otros, como Gadafi.
Nada ha importado sin embargo  a Europa lo que sucedía en Siria, hasta que no se ha visto literalmente colapsada por la llegada de miles de refugiados procedentes de allí, ni tampoco a Estados Unidos, hasta que los rusos, que siempre apoyaron al dictador, han atacado bajo la excusa de estar combatiendo a los islamistas radicales, bombardeando sin embargo, objetivos civiles que se encontraban bajo la custodia de las fuerzas rebeldes.
Ahora, lo que ocurre en este país, parece haberse convertido de pronto en una prioridad para los dos grandes bloques rivales desde los tiempo de la guerra fría y la impresión que da, es que Siria se ha transformado en un espacio donde exhibir la capacidad armamentística de unos y de otros, sin que de los bombardeos realizados pueda deducirse que puede estar cerca el cese de las hostilidades.
Entretanto, los sirios ven como su tierra ha quedado reducida a un escenario donde el horror se ha instalado sin contemplaciones, para quedarse mucho tiempo y que la población, ajena a los enfrentamientos protagonizados por unos y otros en pos de no se sabe qué ideales o qué pensamientos, se encuentra atrapada y sin esperanza, utilizada como rehén colectivo y muriendo bajo el fuego cruzado sin que se sepa a qué enemigo atribuir el genocidio, o a quién culpar de lo que allí está sucediendo.
Un niño de apenas doce años, refugiado en uno de los vergonzosos campos europeos, aclaraba perfectamente el sentir popular cuando decía que los sirios no desean vivir en Europa, que lo que verdaderamente quieren, es que acabe la guerra.
No obstante, la guerra, para su desgracia, difícilmente podrá terminar, si las grandes potencias en lugar de negociar entre ellas sus hasta ahora ocultos intereses, se posicionan junto a cualquiera de los bandos allí establecidos, con la única intención de hacer ver al mundo hasta dónde llega su fuerza.
Y lo peor es que seguramente, cuando esto termine, nadie será jamás juzgado por los espantosos crímenes cometidos y que habrá que esperar los consabidos cincuenta años, para que sea la Historia la que esclarezca qué pasó en Siria y cuántas vidas costó  la cerrilidad de unos cuantos líderes ansiosos de alcanzar una gloria, teñida por la sangre de cientos de miles de inocentes.




martes, 6 de octubre de 2015

La fecha del cambio


Tras dos días de paro forzoso debido a una dolorosa tendinitis, retomo con prudencia la actividad, que después de conocer los resultados de las Elecciones portuguesas, no puede sino centrarse en comentar la fecha elegida por Mariano Rajoy para la celebración de las nuestras.
Llevamos tanto tiempo esperando la oportunidad de votar en estas Generales, que ni siquiera el hecho de saber que los conservadores han ganado en el País vecino, puede ensombrecer la ilusión que muchos españoles tenemos en conseguir cambiar aquí, el rumbo que ha tomado la política durante los últimos cuatro años.
Nunca antes habían tenido lugar unos Comicios en un día tan cercano a la Navidad, aunque parece evidente que el Presidente ha escogido el 20 de Diciembre esperando que los ciudadanos se encuentren ya de viaje en este día y sabiendo que una baja participación beneficiaría exclusivamente  al PP, contando como cuenta con un electorado fiel, bien distinto al que suelen tener los restantes Partidos del arco político español.
Poco ha tardado la prensa conservadora en publicar la primera encuesta, que concede a Rajoy, a pesar de lo que ha llovido, nada menos que cinco puntos de ventaja sobre  Pedro Sánchez, que según La Razón, mantendría al PSOE como segunda fuerza, por delante de Ciudadanos y Podemos.
Pero la cosa no debe ni puede ser tan evidente, si se juzgan las declaraciones ofrecidas en dos ocasiones por José María Aznar, que ataca directamente y sin tapujos el mismo corazón de los dirigentes de Génova y que carga las tintas, profundamente indignado, sobre quién él mismo designara hace años como su sucesor, temiendo que de seguir así, no podrá obtener en las Generales, más que un estrepitoso fracaso.
Aunque le pierden las formas y el ex Presidente tiene fama de ser uno de los políticos más rencorosos de cuántos se han conocido en este país nuestro, no se puede negar que si se constatan los hechos acaecidos en las últimas ocasiones en que los ciudadanos han sido llamados a las urnas, le asiste en este caso toda la razón y convendrán conmigo en que la realidad contradice, radicalmente, los resultados de esta encuesta.
Sin embargo, los líderes del PP parecen mucho más interesados en aclarar a los votantes que existen claras diferencias entre ellos y el Partido de Albert Rivera, procurando quizá que aquellos que han visto en Ciudadanos una nueva oportunidad para seguir votando a una derecha, hasta hoy libre de casos de corrupción e inocente de las políticas de recortes aplicadas por el gobierno, den marcha atrás,  si  corre insistentemente el rumor de que la formación se acerca más a la socialdemocracia que a la derecha de siempre que representan los populares y nadie más, al menos hasta este momento.
Pero puede ocurrir, si los resultados de las generales no son lo propicios que los aduladores de turno piensan, que la necesidad de contar con los de Rivera se convierta para los conservadores en perentoria, después del 20 de Diciembre y que este discurso de ahora, termine por transformarse  en un obstáculo insalvable para poder poner en marcha una negociación, a la hora de formar un nuevo gobierno.
El resultado de Ciudadanos en las Elecciones catalanas, muy al contrario de lo que parecen pensar los asesores de Rajoy, ha de ser, necesariamente, muy inferior al que seguramente obtendrá en las Generales, fundamentalmente porque en éstas, no tendrá que lidiar con los prejuicios que le acarreaba en Cataluña el hecho de su declarada españolidad y que ponía en su contra a miles de ciudadanos, que probablemente se decantaron por los nacionalistas.
Doble error comete pues el PP, menospreciando las posibilidades de los Partidos emergentes y dando por sentado un triunfo que está en el aire mientras los comicios no se celebren, sobre todo, si sólo atiende a encuestas realizadas por periódicos afines a su propia ideología que aunque pudieran influir de algún modo sobre la voluntad de determinados votantes, no ofrecen ninguna certeza, ni pueden garantizar la continuidad de Rajoy, en la nueva legislatura.
Hasta el 20 de Diciembre, queda aún, toda una Campaña electoral por delante y el futuro político de este país, ese día, estará, como siempre, sólo en manos de los españoles que atendiendo a su propio pensamiento y en total libertad, otorgarán el poder, a quiénes a ellos les de la real gana.


jueves, 1 de octubre de 2015

El colmo de la indignación


Ahora nos enteramos que uno de esos Bancos que han venido desahuciando a miles de familias en paro, sin piedad,  y que han necesitado fusiones y rescates que han costado a varias generaciones de españoles estar pagando una deuda eterna, perdonó al entonces Ministro de Economía Rodrigo Rato, la nada despreciable cifra de cerca de cuatrocientos mil euros, proveniente de una deuda que arrastraba una de sus empresas.
Qué motivos pueden llevar a una Entidad bancaria a una condonación como ésta, siendo como son todas, organismos sin corazón cerrados a hacer concesiones de ningún tipo a los ciudadanos, muchas veces sobrepasados por el fantasma del desempleo y con voluntad de pagar, pero sin recursos materiales con qué poder hacerlo, es una incógnita que sólo puede tener la explicación de que el Banco en cuestión, esperaba obtener a cambio, del entonces Ministro, algún tipo de favor especial o incluso un reguero de información privilegiada que le permitiera, por ejemplo, duplicar o triplicar sus beneficios.
No se puede entender que en este País nuestro, sigan sucediendo estas cosas sin que la justicia actué de inmediato, esclareciendo la naturaleza de los hechos  y que los protagonistas de estas historias de pura corrupción, que constituyen el colmo de la indignación para cualquier persona honesta, continúen en total libertad, campando por sus respetos y seguramente, urdiendo algún que otro plan similar que llene aún más sus ya más que abultados bolsillos, mientras a los demás se nos exige una impracticable austeridad, que empieza por tener que mal vivir con  los sueldos de miseria que nos ha asignado la Reforma Laboral aprobada por este gobierno.
Y lo peor, es que la trayectoria de Rato resulta ser, a poco que se escarbe en ella, sospechosamente similar e incluso idéntica, a la de un gran número de empresarios y políticos  de todo signo y color, sin que a día de hoy, nadie les haya exigido la devolución íntegra de los capitales, en muchos casos sustraídos a las arecas del Estado, que se guardan, como hemos podido ver, en paraísos fiscales de todo el mundo, que a los grandes, no interesa que desaparezcan.
Por eso ayer, cuando escuchábamos  al señor Presidente defender la separación de poderes en el Estado, a muchos españoles se nos heló la sangre en las venas.
Porque si la justicia fuera de verdad independiente y los Magistrados pudieran aplicar estrictamente  la Ley, procesar y condenar a todos aquellos que se ven envueltos en corruptelas, sin continuas presiones políticas, se tratase de quiénes se tratase, las cárceles del país resultarían del todo insuficientes para albergar solamente a los delincuentes fiscales, que sin embargo, parecen gozar de total impunidad, a la vista de lo acontecido.
Y fíjense, que en estos tiempos terribles que nos han tocado vivir, en los que las más elementales carencias se han convertido en rutinarias para millones de personas sin esperanza, robar del tesoro común, debiera ser considerado un delito de alta traición, pues compromete las prestaciones sociales necesarias para que ningún español caiga en riesgo de exclusión social, teniendo además a veces que hacer frente a situaciones extremas de dependencia, cuya atención debiera corresponder, en exclusiva, a los Organismos públicos pertinentes.
 En lugar de eso, algunos, hasta reciben SMS del mismísimo Rajoy, pidiéndoles que aguanten y animándoles, sobre todo, a callar aquello que saben, seguramente, para no comprometer a otros, que cometieron iguales delitos.
Recuérdenlo a la hora de votar en las Generales. No sea que esta terrible situación se haga crónica y no podamos escapar de ella, en el resto de nuestras vidas.