lunes, 31 de enero de 2011

De repente, las alas

Le crecen alas a mi corazón, que viaja sobre el mundo a las calles egipcias, con la esperanza de contribuir a una de las causas mas justas de cuántas he presenciado en mi vida.
Estoy apática, como asqueada de esta guerra interminable de cifras inauditas, con que nos bombardean a diario, en esta absurda crisis provocada por la mano oculta de la ambición, mientras se libran auténticas batallas de supervivencia, revelando que el espíritu del hombre no nació para ser doblegado por los mandatos de los tiranos.
Busco desesperadamente un resquicio de aquello que fuimos en la memoria de la oscuridad de nuestros peores años, la ilusión que se albergaba en nosotros confundida con un riesgo apenas imperceptible para nuestra juventud tan valiente.
Cansada de intentar hacer camino, de construir mientras otros destruyen, elijo hoy para hacer renacer la esperanza de intuir una posibilidad en las acciones de otros, que ni siquiera hablan un idioma que pueda entender, pero su lenguaje corporal hace factible una comunicación abierta entre nosotros porque su imagen es la mía hace tan sólo unos pocos años y sus gestos, los mismos que mostraba cada vez que me echaba la calle buscando mejorar.
Muchos, han olvidado la sensación maravillosa de ir subiendo peldaños y se han rendido a la comodidad de un puesto bien asentado en el ranking de la riqueza. El buen recuerdo de aquellos años de valentía, quedó sepultado en su ascensión hacia la gloria del poder, aniquilando en la subida cualquier resquicio de limpieza en sus actos.
Mientras ellos debaten sobre cosas que ahora me parecen nimiedades, me dejo llevar por la sensación de estar dónde se me necesita con otra intensidad y para otros fines menos crematísticos.
Y miro esos rostros sin miedo pronunciar la palabra libertad con toda la carga pulmonar saliendo por la boca, sin que se note el temor a un silencio impuesto que llega a cerrar, incluso los caminos para que puedan acercarse a los puntos de reunión donde se mueve la alegría de un sueño.
Los nombres de mis políticos, enlodados por la trayectoria adoptada en contra de los débiles, se pierde en una maraña de reverencias serviles, de la que quizá no podrán desprenderse nunca y suponen toda la vergüenza que soy capaz de sentir, cuando percibo los abismos que separan sus leyes, de la ideología de la que proceden.
No se puede caer más bajo y ni siquiera son capaces de alinearse en la defensa de los que reclaman, únicamente, cubrir las necesidades primarias que todo ser humano merece.
Su desidia, es el motor que pone en movimiento la necesidad de volar hacia los horizontes que merecen ser descubiertos y mi empeño, la prueba fehaciente, de que a pesar de todos sus intentos, no han conseguido minar mi capacidad de creer en utopías, ni de luchar para conseguir que sean ciertas.

domingo, 30 de enero de 2011

La ley del silencio

Nadie, ni por casualidad, podrá hoy leer este blog en Egipto. Nadie podrá tampoco, saber que su lucha denodada por avanzar en los míseros derechos que posee, tiene eco en países lejanos, como el nuestro, ni el apoyo que desde aquí les enviamos, a través del medio mas popular de comunicación de nuestro tiempo.
Por supuesto, la mayor preocupación de la dictadura en el poder en Egipto, radica en que las revueltas populares que han costado ya centenares de vidas, trascienda lo menos posible, para evitar un derrocamiento similar al ocurrido en Túnez, sin que puedan ocultar por mas tiempo la situación desesperada de una mayoría, hasta ahora silenciosa, que puebla las calles malviviendo, en un clima asfixiante de ignorancia y miseria.
Gracias a unos pocos corresponsales, que incluso arriesgan su integridad física quedándose allí, las noticias llegan al primer mundo al que pertenecemos, sesgadas e incluso manipuladas por ciertos medios, pero en cantidad suficiente, como para producir una expectación mundial, difícilmente comparable con ninguna otra que se haya podido vivir hasta ahora.
La virulencia represora de la policía, al servicio del dictador, es narrada por los turistas que regresan de una de las tierras mas visitadas del mundo, con la contundencia de quienes no están acostumbrados a este tipo de respuesta contra unos ciudadanos que se manifiestan en la calle, porque consideran un derecho legítimo hacerlo, desde hace muchos años.
Sin embargo, las medidas de silencio impuestas contra la prensa y el enmudecimiento forzoso de las redes de Internet, preludian acontecimientos imprevisibles de la mano de aquellos que se hacen fuertes en sus posiciones de poder, negándose a abandonar una fuente permanente de enriquecimiento, que en nada coincide con la pobreza extrema y denigrante de la población bajo su tutela.
Las tímidas intervenciones de los líderes de los países capitalistas, deja en entredicho la defensa de los valores democráticos que airean y abunda en el hecho probado de la desprotección absoluta de los débiles frente a los colosos adinerados que hasta ahora los explotaron, de alguna manera, y que nunca los vieron como nada más que una mano de obra barata, dispuesta a soportar sus ignominias, a precios irrisorios.
No obstante, para los amantes de la libertad, para los convencidos, por creencia, que este mundo es factible de cambio, para los preocupados a diario por un reparto equitativo de los bienes y los conocimientos, esta revolución soterrada a tiros, que crea mártires en las calles de los países del Magreb, constituye un hito a seguir y es una obligación mantener los ojos fijos en lo que allí vaya sucediendo.
Hace ya tiempo que aprendimos que nuestra soledad es manifiesta y nada esperamos de los que nos gobiernan, a pesar de que, al menos, tenemos la oportunidad de elegirlos en comicios no amañados.
Es por eso, que debemos exigir, a la mayor urgencia, que sean restablecidas las comunicaciones en Egipto y un apoyo incondicional a las clases populares masacradas impunemente, sin que nadie levante un dedo por evitarlo. Es obligación de los líderes de occidente un pronunciamiento claro a favor de la justicia social, tan olvidada por los que hace ya demasiado tiempo se subieron al carro del poder, negándose a abandonarlo, cueste las vidas que cueste.
Europa y América, han de abandonar su postura de permisividad hacia lo que podría convertirse en un nuevo genocidio, si no se adoptan medidas de contundencia contra estos dictadores eternos.
Porque si no lo hacen, se exponen a que la imaginación de los que sufrimos la crisis impuesta por sus exigencias económicas, se desborde y, en vista de su ineficacia en conflictos cuya razón es tan clara, decidamos también que es imprescindible un cambio en esta sociedad que formamos, tan incapaz de reconocer la verdad cuando la mira de frente.
Y no vale la ley del silencio, porque es principio fundamental de libertad, el conocimiento íntegro de lo que sucede en nuestro mundo y la derogación, ipso facto, de quienes se empecinan en pensar que la ignorancia lleva implícita la explotación de los seres humanos, bajo el mandato implacable de sus designios.

jueves, 27 de enero de 2011

Un canto a la alegría

Al menos, de vez en cuando, conviene descansar de los problemas que nos hacen la vida difícil y dedicarse a menesteres banales, de los que te endulzan el tiempo con su poca importancia.
Rememorando un poco la inocencia de la infancia, cuando la risa es fácil y frecuente, sin percibir los malos efluvios del entorno y todas las preocupaciones se reducen a la ubicación de los juegos, quizá resultara conveniente, como remedio del estrés, reducir las situaciones que nos rodean, a un mero anecdotario y sacar el mayor partido posible de lo bueno que puedan tener, desterrando su lado oscuro al más enérgico de los olvidos.
Es una mera cuestión de voluntad, no enfurecerse por los inconvenientes que van surgiendo en el camino y aplicar la razón al presente inmediato, procurando salir lo más airoso posible de los avatares que nos inquietan, sin que sepamos realmente por qué.
No podríamos soportar, sin duda, un arrebato permanente de ira contra quienes, formando parte de una especie común, perfilan sus afiladas garras contra nuestra bondad, elucubrando planes perversos para mantenernos en permanente alerta, minando nuestro sistema nervioso con la virulencia de sus actos.
Hay que entender, que la maldad coexiste con nosotros irremediablemente y que debe ser algo habitual cohabitar con ella en este maravilloso planeta, que algunos se empeñan en hacer desaparecer.
Esto no significa mirar hacia otro lado, ni saltar olímpicamente a una orilla segura, cada vez que se nos tuercen los itinerarios previamente trazados por nuestra voluntad individual, sino buscar un modo amable de evitar las heridas, procurando no crear daños colaterales con nuestra actitud, y si se tercia, dar la espalda al enemigo, pero con elegancia, porque es seguro que hacen mas daño las palabras que determinadas acciones, como demuestra el interés desmedido de los poderosos en mantenernos en la ignorancia y el silencio.
Hoy quisiera hacer una llamada al optimismo de la gente y ahondar en la consideración que nos debemos los humildes en esta lucha cotidiana que mantenemos para alcanzar un mínimo de felicidad.
Hoy no quiero, no me apetece, hablar de política, sino de personas. Cercanas o lejanas, soñadoras, rebeldes, capaces de mantener la creencia en los sueños de un mañana mucho mejor.
Hoy quisiera, conscientemente, dar un voto de confianza a nuestros jóvenes, decirles que su desesperación es pasajera, animarlos al esfuerzo de intentar mejorar, mostrarles la mejor cara de un mundo deteriorado por la miseria y la tristeza y ofrecer la experiencia de los mayores, como consuelo a su desdicha, que, desde luego, no será eterna.
Quisiera, orientarlos con la brújula de la alegría, que sólo señala el norte de la esperanza, evitándoles, en lo posible, la desolación de una amargura instalada en el corazón, como si ya no hubiera otro desenlace en todo el futuro que tienen por delante.
No acompaña la lluvia a los buenos deseos, pero aún así, he podido ver una estrella entre las negras nubes que pueblan el horizonte.

miércoles, 26 de enero de 2011

País para viejos

Finalmente, parece que habrá acuerdo en el asunto de las jubilaciones y las directrices marcadas por Europa serán seguidas al pie de la letra.
Vista la trayectoria de este gobierno, no se podía esperar otra cosa y aunque este acuerdo cercena de nuevo los derechos de los trabajadores y los obliga a permanecer largamente en un puesto de trabajo, por ahora ficticio, las partes legalizan el pacto agilizando con premura una reforma laboral que hubiera sido impensable para cualquiera, sólo un tiempo atrás.
Pero la razón de nuestros políticos discurre por senderos diferentes a la del resto de los humanos y , día tras día, hace alarde de un servilismo arrebatador que la somete, sin paliativos, a los mandatos de la economía.
Hablan de sacrificios permanentemente, olvidando la fragilidad que ya presenta el perfil medio de los asalariados, que ha ofrecido una gran parte de lo que poseía a este monstruo insaciable de nuestros días, que no se resigna a que disminuyan sus ganancias, aunque para ello, haya de degradar a los ciudadanos a condiciones de vida mucho menos ventajosas.
La duda que nos asalta ahora, vista la situación laboral paupérrima en la que se mueven nuestros jóvenes, es la de quién alimentará las arcas del estado para cubrir las necesidades de todas estas personas de futuro incierto y la pregunta es cómo se pretende la continuidad durante cuarenta años en un puesto de trabajo, cuando las tasas del paro juvenil se hayan situadas en un cuarenta por ciento, aproximadamente.
A esto, probablemente, seguirá una suerte de privatizaciones importantes, que descarguen al Estado de su responsabilidad para con los ciudadanos que lo habitan y un acercamiento, cada vez mas peligroso, a un modelo a la americana que hará mella en las diferencias sociales, dejando claras las distancias entre ricos y pobres.
Resulta inexplicable que las Centrales Sindicales puedan firmar alianzas como estas, demostrando una vez más su sumisión a un sistema de subvenciones que no beneficia en absoluto a los individuos que, según ellos, representan y, sobre todo, que quienes partieron de unas premisas supuestamente socialistas, se vean sumidos en el fango de un capitalismo feroz, que siempre fue considerado como un objetivo contra el que luchar y no un aliado al que reverenciar dócilmente.
Así, la soledad del ciudadano medio se hace mayor, a medida que vamos avanzando en el tiempo y lo deja a merced de una política que no eligió, sin darle siquiera, la oportunidad de expresar un malestar cercano a la agonía, ni un sitio dónde refugiarse de estas experiencias inaceptables que con él se practican.
Pero es tan grande nuestro conformismo y tan débil el espíritu de lucha que nos caracteriza, que acabaremos aceptando esta degradación y acostumbrándonos a la nueva situación, con mansedumbre, sin levantar un dedo contra quien nos perjudica de manera reiterada, quizá a consecuencia del miedo que nos produce pensar que arriesgarnos a combatir, pudiera ser aún peor.
Tal vez, una mirada al pueblo de Túnez, nos vendría bien para revisar nuestra cobardía y la unidad con el resto de los perjudicados por esta sarta de leyes vejatorias, nos daría la fuerza que ahora necesitamos para abandonar el fracaso de nuestra propia identidad, para asumir un protagonismo capaz de modificar un mundo que se nos ha puesto totalmente a la contra, reclamando un protagonismo que nos es dado por derecho. Y que caiga quien caiga.


martes, 25 de enero de 2011

El efecto dominó

A pesar de la actitud descafeinada que ha decidido adoptar la vieja Europa, la marcha de los últimos acontecimientos ocurridos en el mundo árabe, resultan de una importancia vital, si se quiere entender que el mundo, sea cual sea la tendencia que lo gobierne, es factible de ser cambiado.
A la valentía demostrada por el pueblo de Túnez, se ha unido hoy una multitudinaria manifestación en Egipto, con las mismas consignas, en un efecto dominó, que parece empezar a extenderse por una parte del `planeta, que hasta ahora permanecía anestesiado, sin atreverse a pensar siquiera, que era posible respirar un poco de libertad.
Es verdad que es fácil lanzarse al vacío cuando no se tiene nada que perder, aunque, realmente, debiera ser aún más sencillo si las pérdidas son cuantiosas y el futuro incierto, y, sin embargo, la docilidad demostrada por las clases trabajadoras de los países del primer mundo, contrasta llamativamente con la frescura de esta pequeña revolución magrebí, demostrando que, todavía, el poder de las masas es inmenso.
Si las cosas no se tuercen, probablemente tengamos que avergonzarnos ante esta humanidad, tantas veces considera como inferior, que se echa a las calles reclamando lo que considera suyo, mientras nuestras sociedades opulentas, miran caerse sus estatus de privilegio sin hacer absolutamente nada ante la devaluación paulatina de sus propios derechos.
Sería lógico entonces, preguntarse qué es lo que falla entre nosotros para vivir acobardados ante el fantasma del capitalismo, replegándonos a sus duras exigencias, como animales de una noria y en qué momento se perdió en el camino la ilusión esperanzada de la lucha por nuestros intereses, dejando un enorme vacío de alienación y conformismo asentando en nuestras privilegiadas mentes de educación exquisita.
Seguramente, algo se nos murió por dentro cuando cambiamos nuestras creencias y nos acomodamos a la bonanza de que todo estuviera hecho para ser disfrutado, sin ningún esfuerzo, cuando sucumbimos a la tentación que nos ofertaban los poderosos y entramos en la vorágine de un consumismo desmedido, en un afán loco de posesión de cosas materiales que nos nubló del todo la capacidad de pensamiento.
Y ahora, el reflejo que vemos en el espejo destartalado que retrata nuestra imagen, no nos gusta y nos sonroja que otros, con menos experiencia, con menos medios, con un alto índice de analfabetismo y muchas, muchas carencias, se atrevan a usurpar el lugar que, quizá, nos corresponde, desde que hace ya tantos años cuando otros valientes empezaron a subir los peldaños que nos sacaron de la miseria.
Naturalmente, los grandes callan. No les conviene que cunda el ejemplo, que se intoxiquen sus inmaculadas calles de progreso con arengas masivas que pudieran hacer tambalearse su tiránico poder, pero, en el fondo, parados a pensar los efectos que pudiera traer toda esta historia, la indiferencia que simulan, solo encierra un profundo temor a un contagio que acabe con la hegemonía que mantienen.
Y no les falta razón, porque si las adormecidas masas despiertan, la posibilidad de prolongar este sistema corrupto de compraventa, sería nula y un aura de nuevos vientos podría soplar sobre nuestras cabezas demostrándonos que no es tan difícil dar un corte de manga al sistema e iniciar un nuevo camino desterrando de nuestro entorno a estos nuevos tiranos, que en nada se diferencian de los que se prolongan en otras naciones sin marcharse nunca.

lunes, 24 de enero de 2011

Nadar y guardar la ropa

Raro era, que la presidenta de la Comunidad de Madrid, no hiciera alarde de protagonismo en la última reunión del Partido Popular, en Sevilla.
Mucho ha tardado en confesar públicamente su apoyo a su muy amigo Àlvarez Cascos, en su denodada huída hacia adelante, en pos de un cargo en Asturias.
Ya decíamos el otro día, que el fondo de su corazón estaba en las filas del ex ministro, y nos extrañaba su silencio sin calificativos, tratándose de quien se trata.
Pero claro, estaba aguardando su momento.
Esta señora, que seguro sueña en la intimidad con los oropeles de un cargo de mayor abolengo, no podía dejar pasar la ocasión de amargar al paciente Rajoy las mieles deliciosas de sus primeros triunfos.
A veces se duda que pueda pertenecer a la misma formación que el resto de sus compañeros, y, sobre todo, parece imposible la tolerancia que demuestra el líder de la oposición con las constantes salidas de tono de este personaje oscuro, que no perdona que nadie le robe la popularidad ni la fama.
Su apoyo, indudablemente, ha esperado a tener una repercusión mediática amplificada por el otro acontecimiento y como siempre, no ha ahorrado discurso para manifestar sus preferencias, sin acatar disciplinas de partido, sabiéndose en total impunidad.
Pronto la seguirán otros personajes como Mayor Oreja, que parece haber enloquecido, sumergido en una constante vorágine de conspiraciones en la sombra, quizá frenético por no haber sido capaz de acercarse a una situación como la actual, en su época de Ministro de Interior, en relación con el terrorismo.
Pero esta camarilla díscola, que campa por sus respetos conservando todos sus privilegios en las filas de la formación a la que pertenecen, hacen flaco favor al candidato popular, con sus intervenciones secesionistas, que lo mantienen en un permanente sin vivir, sin saber lo que saldrá de la boca de este grupo de aguerridos carcamales de ideas inamovibles.
El caso, es aguar la fiesta, y que el triunfo del imperturbable Rajoy, tenga en cuenta que una sombra alargada sedienta de cierta venganza, acecha en los rincones de su despacho, con un afilado cuchillo entre las manos.
…Y sin embargo, no llega el valor para declararse abiertamente en contra de esta candidatura, ni para echarse al ruedo a disputar el sitio al que Aznar designó, seguramente en una de las decisiones que mas arrepentimiento le han causado, en toda su vida.
En lenguaje vulgar, es nadar y guardar la ropa, advertir y esconderse, tirar la piedra y ocultar la mano.
No le auguro un futuro feliz al que ya se corona como próximo presidente de gobierno. No, con semejantes compañeros de viaje.

domingo, 23 de enero de 2011

Tahúres de nuestros días





Es una pena que no se admitan denuncias por incumplimiento de promesas electorales. Es tan fácil hablar ante la cercanía de unos comicios, enardeciendo a las masas diciéndoles lo que quieren oír, que se ha convertido en costumbre para los políticos, estudiar las demandas de los futuros electores y elaborar, al detalle, un plan exhaustivo que cubra, desde el púlpito, todos los ámbitos que resulten interesantes a aquellos, que en el fondo, otorgan con su voto el poder.
Si se hiciera un estudio detallado, de cuántas de esas promesas se cumplieron, cuando sus promotores alcanzaron la meta soñada, comprobaríamos con asombro y, sobre todo, con desolación, que la mayoría de sus palabras volaron con el viento.
Pero el elector está desprotegido contra esta plaga de charlatanes vendedores de sueños. Ya no van en carromatos de pueblo en pueblo, pero siguen vendiendo a su público, elixires curalotodo absolutamente fraudulentos, ahora con una legalidad que los respalda, sin que quienes compraron tengan, siquiera, el fundamental derecho a reclamar,a la vista de los resultados del timo que compró.
Este mismo camino, del que siempre salen bien, se repite una y otra vez, en cuanto se huele la proximidad de una nueva campaña, y nosotros, pobres diablos de natural confiado, seguimos probando a creer en sus mensajes bien adornados y dejándonos embaucar por la palabrería de quien más nos regala el ego, diciendo aquellas cosas que todos querríamos decir.
Nadie puede alzar la voz para preguntar por qué no hicieron aquello que prometen cuando pudieron hacerlo, ni amenazar con algún tipo de acción legal a quien miente con tanta naturalidad a la ciudadanía. Ni siquiera es ya posible distinguir la honradez de los que tenemos enfrente y es tanta la corrupción que se mueve a nuestro alrededor y la decepción que almacenamos contra la clase política, que la mayoría de nosotros piensa, que ni siquiera vale la pena intentar destapar lo que se esconde bajo la aparente felicidad de las fiestas mitineras.
Sin embargo, quizá desde las iniciativas ciudadanas podría nacer una necesidad de no ser sometidos a nuevos engaños y, de alguna manera, poner a funcionar la maquinaria que tenemos, para que los electores puedan llevar a los tribunales a esta nueva especie de embaucadores que, en lugar de ocupar calabozos, ocupan escaños en el Parlamento, con sueldos y pensiones superiores al resto de nosotros, a quienes continuamente zahieren con su descaro inaudito mientras se enriquecen a nuestra costa.
En nuestras manos está promover que cada uno encuentre su lugar en este mundo crítico que habitamos y en nuestros votos, está, desde luego, aleccionar a estos mafiosos de a pie para no ser considerados, de por vida, pardillos crédulos a los que manipular reiterativamente, sin que este crimen tenga nunca castigo.

jueves, 20 de enero de 2011

En cualquier esquina

La violencia sobre las mujeres, en la sociedad actual, no se encuentra sólo en el ámbito familiar y constituye un problema de extrema gravedad que más parece una lucha por la hegemonía que un conflicto por mal entendimiento, entre sexos opuestos.
A los malos tratos, muchos de ellos con resultado de muerte, que salpican las crónicas de los diarios, casi como parte habitual de los sucesos, se une la lacra de una trata de blancas, que bien podría representar una vuelta a una esclavitud, abolida, afortunadamente, hace ya mucho tiempo.
Suelen repetirse en nuestro país, narraciones que cuentan cómo muchachas emigrantes, son atraídas hacia los oropeles de un paraíso inexistente, con promesas de un futuro mejor, para acabar dominadas por individuos sin escrúpulos y ofrecidas como mercancía, en cualquier esquina, a clientes no mas honrados, obligadas a trabajar hasta la extenuación, en pago de haberse atrevido a realizar un sueño.
Son vejadas hasta la saciedad por esta nueva casta dominante que las ve como un negocio floreciente, sin atender a las razones poderosas de sus historias de pobreza, que no son más que una consecuencia colateral de un sistema corrupto que, descaradamente, mira hacia otra parte sin prestar atención a lo que sucede delante de sus ojos.
En la mayoría de los casos, estas mujeres son absorbidas por la espiral de violencia, sin poder hacer llegar su grito desesperado a las tolerantes instancias que permiten su existencia, sin poner coto inmediatamente a esta sinrazón que roba sus identidades y las mata por dentro.
Salta ahora a los periódicos, como noticia del día, el caso de una menor traída con la promesa de un reencuentro con su madre, que acaba convertida en ramera en el seno de una supuesta familia, en la que un joven de dieciséis años, además, la viola reiterativamente, como si de un juguete de uso personal se tratara.
Sabemos que este submundo es un hondo pozo de negrura de difícil acceso y que el oficio mas viejo del mundo seguirá existiendo, mientras existan las partes que participan en su práctica, pero el respeto a la dignidad humana exige que quien se decida a ejercerlo, lo haga de manera libre, sin coacciones, y que la sociedad que lo consiente, active inmediatamente las alertas que le permitan detectar y segar de raíz, casos como el que nos ocupa.
Si para esto, el estado ha de crear nuevas fuentes de investigación, que se haga, porque resulta intolerable que esta plaga de odio que se ceba con las mujeres indiscriminadamente, se extienda como la pólvora ante la pasividad de los que formamos parte de un mundo supuestamente civilizado.

miércoles, 19 de enero de 2011

La lengua de sus señorías





Puede que para los grupos nacionalistas del arco político nacional, sea una cuestión de vida o muerte poder expresarse en su idioma en el Parlamento, pero, como mínimo, resulta chocante, que en tiempos de terrible crisis como los que padecemos, esta cuestión se plantee como de primer orden, generando una polémica incomprensible para los ojos de un observador imparcial, a quien no le parece de tanta trascendencia.
No es la primera vez que una discusión de este tipo se produce, pero la gravedad del momento económico que soportamos y las nefastas consecuencias que acarrea, con casi cinco millones de parados, sin muchas perspectivas de encontrar un nuevo empleo y las arcas del Estado vacías, sin posibilidad inmediata de resolución eficaz, convierte en una nimiedad este manido tema de los idiomas, sobre todo en un marco, en el que hace ya tiempo que cada cual es muy libre de expresarse del modo que quiera.
Ya pasaron, afortunadamente, los tiempos en que estos derechos eran cercenados por la férrea dictadura franquista, ya las exigencias de las comunidades autónomas de primera división, han sido, fundamentalmente, satisfechas y ahora toca arrimar el hombro a los remos del barco común y moverlo contra corriente en esta batalla de enorme dificultad con final, por lo menos, dudoso.
Los demás territorios también tenemos carencias, en muchos casos, infinitamente mas serias que esta que se plantea hoy en el Senado con tanta estridencia y que cuesta a la bolsa común, la friolera de doce mil euros diarios, en concepto de traducciones simultáneas o similares, y no está las cuentas para fiestas.
Otra cosa sería, si los que consideran este debate como vital, en un ejemplo de generosidad sin precedentes, asumieran los costos de la operación de su hacienda propia, sin pedir el esfuerzo al resto del territorio no implicado en la operación idioma, sin lesionar así, la muy maltrecha economía que nos tiene en un sin vivir permanente, porque la realidad es que el verdadero meollo de la cuestión, no es la lengua que utilice quien ocupa un escaño, sino si su derecho a usarla, lesiona al resto de un país que se haya sumido en la miseria.
Pero claro, al final, este gasto se acabará sumando a otros muchos que, en este instante, son superfluos. Lo pagaremos todos y, en lugar de invertir en la creación de puestos de trabajo para nuestros jóvenes, seguiremos apostando por guerras increíbles, que no hacen otra cosa que ahondar en las diferencias, idiomáticas o no, obviando la indignidad que se comete con la clase obrera, al permitir el despido libre o la futura ley de pensiones.










martes, 18 de enero de 2011

Asuntos propios






No sé si será esta manera de ser nuestra, pero que algo tan simple como una mera visita a un médico de familia te ocupe una gran parte del día, impidiéndote hacer otras cosas, parece algo mas cercano a un episodio decimonónico, que a esta era de la comunicación, en la que ponerte en contacto con alguien del otro lado del mundo, es cuestión de un momento.
Uno cree que hemos avanzado muchísimo cuando se sienta delante del ordenador y es capaz de conseguir, por este medio, una cita con el doctor, incluso pudiendo elegir día y hora, sin tener que desplazarse, pero tal cosa es sólo una ilusión que pronto queda rota, en cuanto pones el pie en esos edificios que salpican todos nuestros pueblos y ciudades y en donde el tiempo parece transcurrir a una velocidad distinta a la del resto del universo: los ambulatorios.
Los habitantes de estos centros, parecen sacados de una de esas películas rodadas a cámara lenta y, si se observa, sus movimientos son tan perezosos, que jamás tropezarás con ninguno recorriendo los largos pasillos, ni siquiera a paso ligero.
Ya en principio, es rara la vez que la hora que obtuviste por medios informáticos, coincida exactamente con tu entrada en la sala dónde pasan consulta. Lo normal es empezar esperando un mínimo de media hora en la puerta para poder ver al doctor, que para no mentir, suele después tratarte bastante bien, aunque de todo hay en la viña del señor.
Si todo se reduce a un simple resfriado o a cualquier enfermedad sin demasiada relevancia, tus penas se acabaron y, a pesar de haber estado alrededor de una hora de acá para allá, lo das por bueno y te vuelves a casa hasta contento.
Pero he aquí, que tus necesidades sanitarias requieren un poco mas de atención, léase radiografías, análisis, o cualquier trámite administrativo que precise un segundo paso, fuera de la sala en la que te atendieron.
Prepárate entonces, para visitar un aparato diabólico, exactamente igual que el colocado en las carnicerías, y que te da un número que casi siempre, suele estar entre noventa y cien turnos por detrás del que aparece en una pantalla colocada encima de la oficina siniestra donde se mueven una serie de personajes grises, que, por norma, carecen de toda información y son incapaces, por naturaleza, de resolver a la primera cualquier duda razonable que quieras consultar.
Después de un siglo de espera, cuando por fin llegas al deseado mostrador, compruebas con asombro, que todo lo que se salga de una rutina de trabajo aprendida de carrerilla, es una empresa colosal inalcanzable y requiere, al menos, una larga conversación con un interlocutor que siempre te mira atónito, como si le estuvieras pidiendo algo totalmente inalcanzable.
No sé si será requisito imprescindible en la oposición que pasaron, pertenecer a esta especie de alienígenas poco familiarizados con el lenguaje coloquial, pero la impresión que te dan es la de no entender palabras tan simples como “urgente” o la de desconocer enteramente el significado que encierra, porque, incluso después de mucho tiempo de discusión, lo único que consigues es que lo que sería de obligado cumplimiento inmediato, se haga, si acaso, al día siguiente, con un poco de suerte y si quien te escucha se compadece de ti beneficiándote con un poco de misericordia.
Cuando sales de allí, ha transcurrido tanto tiempo que, o se ha hecho de noche, o es la hora de comer, o los niños ya han salido del colegio sin que nadie los recoja, o, simplemente, te has vuelto tarumba y has perdido el sentido de la orientación y ya no recuerdas ni dónde está tu casa.
Y este es el motivo, de que yo escriba hoy estas letras y no sepa nada de lo que pasó ayer en el mundo. Sólo soy capaz de recordar el tiempo que estuve ayer en el ambulatorio y que, encima, aún tengo el mismo problema que me llevó allí. Manda huevos.







lunes, 17 de enero de 2011

El futuro que viene






Para el señor Rajoy, y a colación de la agresión sufrida por el presidente de la Comunidad murciana, esta se engloba en una espiral de violencia que comenzó hace aproximadamente un mes, cuando se produjo una manifestación de funcionarios que protestaban por la bajada de sus sueldos.
Evidentemente, nos interesa, y mucho, cualquier opinión que salga de los labios de quien, con toda probabilidad, será el próximo presidente de nuestro país, sobre todo porque, sobre su pensamiento, será construido el futuro que viene y sería prudente preguntarse, ahora que aún podemos, bajo que cimientos ideológicos reposarán los actos de este líder popular y la conveniencia de otorgarle los votos en las elecciones generales.
Pues bien, en principio, considerar como un acto violento el derecho constitucional de los trabajadores a pronunciarse libremente sobre cualquier cuestión que hiera gravemente los avancesconseguidos durante años de lucha obrera, abre una duda razonable sobre las creencias democráticas de quien así opina y permite considerar que de alcanzar el poder, el señor Rajoy no será precisamente adicto a conceder permisos para la celebración de este tipo de eventos, cayendo en clara contradicción con las supuestas posiciones que airea a los cuatro vientos, desde que se declaró defensor de las clases desfavorecidas.
En realidad, esta opinión parece más propia de alguien proveniente de unas clases poderosas en total desacuerdo con cualquier cosa que pueda mermar sus intereses económicos, lo cual resulta mucho mas lógico si echamos la vista atrás y , por un momento, recordamos los orígenes del Partido Popular y de quienes lo forman, que no es otro que el de los herederos de un franquismo asentado, desde siempre, en la margen derecha del arco democrático del país.
Esa y otras lindezas semejantes, son las que nos esperan si este personaje esperpéntico, capaz de aguardar el tiempo que haga falta el desmembramiento de su rival, en un silencio sepulcral sólo roto con perlas como esta, acaba por mudarse a la Moncloa y toma las riendas de la nación para dirigir nuestro mañana.
Cabe pensar, que una vez llegado al poder, esto que ahora insinúa, acabará por convertirse en un catecismo director de su política gubernativa y que, sin perro que le ladre, su calenturienta imaginación capitalista, aún hará mas difícil la vida cotidiana de las clases populares, en claro favor hacia aquellos a los que siempre representó, por mucho que se disfrace de bienhechor ante los pobres incautos que quieran oírle.
Habrá que prestar mucha atención a lo que, en sus escasas apariciones, diga y pregonarlo a los cuatro vientos, para que luego nadie se llame a engaño con la palabrería pródiga de los mítines, que, seguramente ya se estará cociendo en las sedes populares.
Quede claro: estos son los de la foto de las Azores, los de la guerra de Irak, los del Prestige, los del accidente del Yack 42, y los que mintieron pertinazmente sobre la autoría de los atentados en los trenes de Madrid. Y en lo económico, los que hicieron que la paridad de la peseta con el euro fuera capaz de subirnos los precios un 66 por ciento, en un solo día, empezando a provocar la crisis que sufrimos. Para que a nadie se le olvide y vuelva a caer en la terrible tentación de depositar en ellos su valiosa confianza.

domingo, 16 de enero de 2011

Donde la noticia me lleve

Por supuesto que todos los días suceden cosas dignas de mención en este país nuestro, pero, a veces, los acontecimientos que nos parecen relevantes para nuestra pequeña intimidad, quedan absolutamente eclipsados por la magnitud de algo que ocurre a miles de Kilómetros de nosotros y que representa un paso gigantesco, en la historia de la humanidad.
Hay que viajar donde la noticia nos lleve. Si no es posible hacerlo materialmente, al menos, nuestra liviana pluma, nuestra imaginación y nuestra mirada curiosa, han de estar en el centro de la información, pues somos meros transmisores de una época, en la que, sin elegirlo, nos ha tocado vivir.
Así pues, aparcaremos hoy a nuestros impresentables políticos, a la banca, a la Europa amenazadora que nos asfixia, e incluso a los sindicalistas que presumen de estar luchando por la futura ley de pensiones. Hoy, la atención del mundo se encuentra en un pequeño país, que acaba de demostrar que es posible cambiar una historia de frustración y silencio, incluso en contra de la opinión internacional y de su propia idiosincrasia conformista, para transformarla en una esperanza de libertad, o, al menos, en una elección sin censura de un destino mas coherente.
No parece que haya un trasfondo religioso en las revueltas populares que en Tunez, han conseguido que el dictador Ben Alí, abandone una nación que ha esquilmado durante veintitrés años. No lo parece, porque, en la observación que hacemos de las imágenes que nos llegan, es bastante clara la participación de mujeres en los disturbios y porque esas mujeres, no portan los símbolos islámicos, apareciendo a cara descubierta, sin siquiera con un pañuelo que les cubra el cabello y luchando, codo con codo, con sus jóvenes compañeros masculinos, sin que, al menos en apariencia, se evidencie ninguna discriminación hacia ellas.
Esta rebelión, que ejemplifica cómo la fuerza popular aún puede mover alguna montaña, además de ser una primicia inaudita entre los países del Magreb, podría también ejercer como revulsivo en las dormidas conciencias de este primer mundo que habitamos, recordándonos que aquella presión que olvidamos mientras vivimos los tiempos de bonanza, todavía es de posible recuperación, aunque la dictadura que ahora nos somete sea meramente económica y nuestros tiranos ni siquiera tengan una imagen conocida sobre la que proyectar la ira que nos mueve.
Es un alivio contemplar que los desfavorecidos aún son capaces de provocar un seísmo, aunque sea en la distancia, y que el ser humano no ha perdido toda la frescura de su pensamiento, aniquilado por la coacción de unos dirigentes a los que interesa sobremanera la ignorancia y la alienación, como armas de poder.
Buscar hoy la noticia en otra parte, sería dejar pasar este episodio de largo y perder el tren de lo verdaderamente importante, en este momento de nuestra común historia.
Hoy, todos debemos ser el pueblo de Túnez y, desde luego, rogar porque esta pequeña revolución no se trunque, ni acabe transformándose en un radicalismo de cualquier signo, ni se ensucie con el engaño relumbrante de una sociedad supuestamente superior, ni permita que nadie la capitalice sacando su propio rendimiento.
Hoy, nuestra mirada, la de los creemos en unos principios de igualdad para esta humanidad nuestra, tan viciada por la avaricia de unos cuantos, debe posarse con suavidad en este importantísimo suceso, dejando que fluya, como nunca lo hizo, enteramente desde la libertad, sin abalorios que lo contaminen ni lo frenen, porque con ello, nos jugamos la poca credibilidad que le queda a nuestra especie y la escasa cordura que demostramos, con toda nuestra presunción de civilización, que nada tiene, desde luego, que ver con el civismo.

jueves, 13 de enero de 2011

El retorno

No se resigna Álvarez Cascos, a un retiro que lo acerca al olvido y comienza una cruzada, a pecho descubierto, contra los, ahora, prudentes habitantes de Génova, que lo excluyen de todos sus planes porque no encaja en el papel bien aprendido de adalides de los derechos sociales, colocados en una postura de centro, que antes nunca existió.
Se rebela el ex ministro de Aznar dando un portazo típico de la derecha mas recalcitrante y amenaza con crear un partido propio, en el que nadie le reste derecho a presentarse en las listas que quiera y que, probablemente, como ya avanza en sus comparecencias, cuenta con un gran apoyo dentro del ala ultra conservadora del Partido Popular.
No se atreven a seguirlo en su huída, personajes con archiconocida afinidad, como Esperanza Aguirre o Federico Trillo, quizá porque mandan más las tendencias religiosas cercanas al opus dei, que las políticas y porque, además, es fuerte el olor a poder que desprenden las encuestas realizadas, que no es momento de bajarse de un tren cuando en la próxima estación aguardan cargos directamente relacionados con buenas prebendas. Los varios divorcios del apodado buldog, no deben ser plato de gusto para la Iglesia Católico Apostólico Romana de los obispos recalcitrantes y arrimarse, en este momento, al cisma que se acaba de producir, por un ataque de cojones, restaría cualquier posibilidad de medrar en el hipotético gobierno de un Rajoy, que dice mucho con sus prolongados silencios y que supone que le basta con sentarse a esperar el derrumbe socialista, no sin razón.
No sería de extrañar que antiguas celebridades de la talla de Zaplana y Aceves, salieran airosamente a la palestra, en apoyo al defenestrado, cuya suerte ya cataron con anterioridad, e incluso, que en el subsuelo de toda esta historia, no estuviera, de tapadillo, el ex presidente, con la estrecha colaboración de su querido director de El mundo y cuantos enardecidos oídos se deleitan con las múltiples perlas que nos deja la estrella de la foto de las Azores, en sus múltiples comparecencias.
Está claro, que ninguno de los aspirantes a formar parte de la cohorte que arropará a Rajoy en su ansiada llegada a la Moncloa, se atreverá a declarar su amor por Cascos, al menos en algún tiempo.
Después, si se frustran sus expectativas de figuración y se caen de los sueños estrellándose contra el frío pavimento de la ignorancia, puede que se replanteen su pensamiento, según el tipo de promesas que se les haga, desde su nueva formación, este díscolo de dudosa moralidad, que en algunas cosas tanto difiere de los mandatos de su catecismo.
Mientras, don Mariano reza en su reclinatorio particular, porque Eta no entregue las armas, porque la crisis no remonte, porque no haya una creación importante de puestos de trabajo, porque la emigración no huya en desbandada y porque a Felipe Gonzalez, no se le pase por la cabeza presentarse como candidato a la presidencia. Y pide a Jesusito que si estas cosas han de suceder, sea ya en su periodo de mandato, no por el bien del país, que las necesita todas con urgencia, sino porque sientan estupendamente las medallas de oro, cuando lucen en la solapa propia, en vez de en la ajena.

miércoles, 12 de enero de 2011

Otra vuelta de tuerca

La bolsa ofrece un respiro gratificante, en esta agónica carrera contra reloj en la que competimos, frenéticamente, contra los dictados de una Europa usurera, que sólo genera beneficios para los primeros de la clase, amenazando continuamente a los rezagados, con fagocitarlos tiránicamente, si no cumplen a rajatabla sus previsiones implacables.
No hay relajo en este absurdo afán de no caer en desgracia ante los ojos de nuestra pretendida madre, de no tener que apearse de una comunidad, cuyos beneficios no acaban de reflejarse nunca en nuestras cuentas, a pesar de todos los sacrificios que a diario se nos exigen, sin contar con nuestra opinión, ni permitirnos elegir el modelo de sociedad en que, realmente, nos gustaría vivir.
Nos ofrece nuestro presidente, como quien ofrece un regalo, la posibilidad de jubilarnos a los sesenta y cinco años, con la máxima pensión, en el caso de haber estado trabajando la friolera de cuarenta y un años, como si fuera fácil, en la situación actual, encontrar un primer empleo a una edad temprana y, lo que es mejor, conservarlo hasta conseguir la meta propuesta, sin que te afecte la ley de despido libre que, últimamente, se aprobó.
No es válida, desde luego, esta propuesta para los parlamentarios, que se permiten el descaro de poder llegar al mismo punto, sólo con haber ejercido su labor política durante once años, estableciendo con esta postura, un agravio comparativo mayestático, entre los ciudadanos de a pie y sus señorías, que aún no entiendo cómo no les produce, ni siquiera, el sonrojo de avergonzarse de su egoísmo, en esta crisis que nos azota.
Esta última lindeza, deja clara la rotundidad de las intenciones que se llevan para con la futura ley de pensiones y evidencia que no existe posibilidad de negociación con los sindicatos, pues parece que las decisiones del gobierno en este tema son inapelables. Otra cosa será la versión que ofrezca, de estos encuentros, la parte contraria, que no debiera, si aún se precia de representarnos, ceder o permitirse un paso atrás en la exigencia de que sean respetados nuestros derechos, sin descartar cuantas movilizaciones hubiera menester, de no apearse nuestros regidores de esta locura moralmente represora de nuestros derechos adquiridos, en durísimos años de lucha.
Y da igual si nuestra madrastra patalea, en su avidez insaciable de riquezas, porque está claro que hemos vuelto a los tiempos en que la necesidad de batallar se hace imprescindible, suba o baje una bolsa, de la que no somos partícipes los que vivimos, exclusivamente, de un esfuerzo que no parece tener recompensa en este modelo actual.









martes, 11 de enero de 2011

La rebelión magrebí

Las condiciones de vida de las clases populares en los países del Magreb, hace tiempo que reclamaban un pronunciamiento, en vista de las enormes diferencias sociales existentes, que van de la opulencia a la miseria y a la profunda ignorancia inducida en que permanecen sus habitantes, gracias al mal gobierno de los que ostentan el poder.
No son las suyas reclamaciones caprichosas, ni se deben, como intenta hacer ver la versión oficial, a una ola de atentados terroristas inducidos desde el extranjero, sino la respuesta a un hartazgo continuado, que jamás ha visto avance alguno en un modo de subsistencia del todo insostenible.
Revienta pues, un enorme foco de infección que ha corroído los cimientos de la sociedad relegando a los seres humanos a unas condiciones vitales de angustia permanente, sin una sola comodidad facilite el transcurso de los días, condenados a un hacinamiento feroz que, por supuesto, habrá aún empeorado con la llegada de la crisis.
Y no es casualidad que precisamente en este periodo convulso, pero a la vez puntero en el área de las comunicaciones, también allí tenga repercusiones la corriente de protestas que azota al mundo supuestamente civilizado, puesto que si nuestros problemas van directamente relacionados con la pérdida del empleo, la gravedad que esta situación provocará donde se depende, al céntimo, del corto salario de unos trabajadores que nunca tuvieron derechos, han de ser de efectos devastadores para la paupérrima economía familiar que existía.
Hay que aplaudir la valentía de quienes por vez primera salen a la calle, en justa demanda de unas reivindicaciones que, por su simpleza, quizá nos parezcan antiguas, porque el riesgo que corren en su pronunciamiento es infinito y la represión que sufren al atreverse a realizarlo, no puede compararse con ninguna de las que hoy conocemos ni en nuestro país, ni en ninguno que nos sea próximo en régimen político.
Tengamos en cuenta, que la oposición Tunecí, habla de un auténtico baño de sangre en sus calles, de personas asesinadas por la policía y de un presidente con una visión desfasada del verdadero problema de sus llamados “súbditos”.
Y no se trata de una enfática postura de fanatismo contra los infieles, ni de unas exigencias nimias protagonizadas, como se quiere hacer creer, por cuatro encapuchados con fines cercanos al terrorismo. Es natural que cubra su rostro quien teme desaparecer si es identificado por las fuerzas de la represión, o ser, literalmente, masacrado sin piedad en cualquier esquina, con el aplauso de una comunidad internacional que hace tiempo los condenó al olvido.
Este paso de gigante, que iguala a los seres humanos en su exigencia de una libertad para poder vivir con dignidad, con el fruto de su trabajo, rompe conmovedoramente barreras y tabúes, colocándonos en un mismo plano, minimizando al máximo nuestras diferencias. Y por primera vez, mueve las conciencias de los más oprimidos mostrando con claridad que el inmovilismo, la subordinación o el sometimiento, no son buenos consejeros para el hombre y anulan cualquier posibilidad de crecimiento personal, en todos los sentidos.




lunes, 10 de enero de 2011

Idéntica portada

Al olor de los próximos comicios, vuelve a aparecer Eta reiterando un absoluto abandono de la violencia, proporcionando a los medios una portada idéntica a la de cualquiera de sus comparecencias anteriores.
Los tres encapuchados, que dan la impresión de ser intercambiables entre ellos, según quien convenga que sea el interlocutor, los archiconocidos símbolos que los representan, el mismo escenario lúgubre, que mas bien recuerda al Ku Kus Klan, que a una pretendida organización progresista y un discurso similar al empleado, cada vez que conviene una estrategia para reblandecer el endurecido corazón político de los que ellos bautizaron como enemigos de su patria.
Dicen, que la banda está más débil que nunca, que las múltiples detenciones de los últimos tiempos, incluidas las cuatro en que les ha sido cercenada la cabeza visible del momento, han hecho mella en la organización y que las deserciones de cierta cantidad de miembros de la izquierda abertzale, clamando por la necesidad perentoria de una salida política, puede ser el motivo de estas declaraciones de ahora, en las que no se menciona, siquiera, la entrega de las armas.
Puede que esto sea así, pero el número de participantes en la manifestación convocada hace un par de días a favor de los presos, crea una muy razonable duda sobre los verdaderos apoyos con que Eta cuenta en Euskadi, dando una primera impresión de que son multitudinarios y para nada agónicos, como desde Madrid se nos quiere hacer entender.
Si verdaderamente todas las personas que circulaban por las calles en dicha manifestación, simpatizan con las ideas de los que se esconden tras la imagen del hacha y la serpiente, la situación es más para temer que no está cerca la resolución del conflicto, que para aplaudir la estrategia seguida por el ministerio de interior y que nos asegura que el grupo está dando los últimos estertores de su dilatada vida.
Entre varias vertientes y por una mera cuestión de principios, yo siempre me declaro en contra de la violencia. Y es verdad, que en este país nuestro, no es sólo la criminalidad de la banda terrorista la que nos azota, sino que, además, nos vemos diariamente violentados por actitudes que sin empuñar arma alguna, atentan directamente contra nuestros derechos fundamentales, sin que apenas se levanten voces contra la solapada actuación de quienes provocan estos actos.
Pero estaría bien que finalmente se llegara a un entendimiento que no costara más vidas, ni produjera más rencores. Ya basta con lo que se quedó enconado en el alma de unos y otros durante más de treinta años y todos merecemos, hasta los independentistas fanatizados por su furibundo nacionalismo obsoleto, una oportunidad para defender nuestras opiniones, sin tener para ello, que poner mordazas –sangrientas o no- en las bocas de los oponentes.
Y es mi opinión, y sólo mía, que si la multicopista que genera una y otra vez la misma imagen, en cada comparecencia ante los medios, fuera capaz de ofrecer una nueva y diferente visión de lo que se pretende, quizá empezara a generarse un aire nuevo y se rompiera definitivamente el maleficio que, hasta ahora, ha enfrentado a los dos bandos en una guerra sin cuartel, porque el retrato ofrecido es terrorífico, nefasto y desolador para los ojos que miran intentando hallar un resquicio de esperanza y así, dudo mucho que nada cambie, si es que en el fondo hay interés en que dicho cambio se produzca.




domingo, 9 de enero de 2011

Un modelo a revisar




Suceden cosas en ese país, cuyo modelo tanto nos agrada imitar, que reflejan perfectamente y sin lagunas de comprensión, las consecuencias que pueden traer nutridos años de puritanismo elevado a la máxima potencia, ejercitados a base de hipocresía e idealización de costumbres imposibles, que cuando se destapan, dejan al descubierto la podredumbre de su cimentación provocando tragedias irremediables, tras el tono rosáceo con que se disfrazaban sus fachadas.
Pero se empeñan nuestros gobernantes, con reiterada obstinación, en importar el oropel deslumbrador que ofrecen al mundo los poderosos, avergonzándose a menudo de nuestros pecados veniales adjudicándoles una capitalidad que nunca tuvieron, como si todo lo bueno y maravilloso de la vida se afincara irremediablemente en los Estados Unidos de América y toda la ignorancia sobre lo que nos es favorecedor, habitara en nuestras casas, a un nivel inferior que nos transfiere un permanente olor a una miseria de la que sin la ayuda del coloso, no podremos abandonar.
Ya somos semejantes a ellos en nuestro afán de consumismo, en el montaje de nuestras campañas electorales, en las prohibiciones de contaminar los lugares públicos con el humo del tabaco, en la manera de alimentar a nuestros jóvenes salpicando nuestro espacio de hamburgueserías, en el consumo indiscriminado de todo tipo de drogas, en la violencia en los centros escolares, en el modo de vestir, en la filosofía capitalista, en el adormecimiento de las conciencias y en la especialización absoluta de los conocimientos, unido al cada vez mayor abandono de una cultura general, tan válida para moverse con desenvoltura entre los de nuestra especie.
Quizá en poco tiempo, abandonemos también nuestro sistema sanitario para sumarnos al estereotipo que promulgan los dioses del capital y que no es otro, que el de salvar exclusivamente al que puede pagarlo, en una burla evidente a los principios humanitarios que debieran mover a la medicina, para convertir a sus profesionales en estrellas al servicio del poder, ciegos a la pandemia de pobreza que padece el subsuelo de su sociedad perfecta.
Puede que también nos gustara su arraigada costumbre de adquirir armas de fuego con la facilidad con que se compran golosinas en cualquier quiosco de la calle. Así, aunque habremos evitado la muerte por inhalación de humo, una vez aplicada la ley antitabaco, podremos tal vez entretenernos en convertirnos en francotiradores, de estos que cada poco tiempo acuden a cualquier parte para ejercer, indiscriminadamente, su derecho al uso de los juguetes letales que lograron a precio de saldo.
No se sabe aún, si la matanza de ayer mismo, en un mitin electoral de los demócratas, viene teñida de tintes políticos ultra conservadores que no perdonan la modernidad intolerable de que un hombre de color haya conseguido sentarse en un despacho oval creado, en exclusividad, para disfrute de superhéroes de razas superiores, pero es seguro, que de no ser por la permisividad que caracteriza esta sociedad que continuamente imitamos, el acceso a los instrumentos utilizados para acabar con la vida de las personas, se lo habría puesto mucho mas difícil al autor o autores de una locura que, armada hasta los dientes, resulta doblemente peligrosa, aunque estos individuos, seguramente, no habrán fumado un solo cigarrillo jamás y probablemente, frecuentan alguna de las múltiples Iglesias que salpican los estados de la poderosa América.




viernes, 7 de enero de 2011

La sugerente prohibición

Ya cuando empezaba esto del mundo, en aquel paradisíaco lugar en que cuentan nos había colocado el creador, para nuestro y su propio deleite, todo se fue al carajo, en cuanto se nos hizo llegar el bando divino de la primera prohibición. Y mira que el árbol del que no debíamos comer se trataba de un simple manzano, uno de los productos más humildes dentro de esas categorías hortícolas que después se establecieron, pero el gusanillo interior que causa la intranquilidad, mirar la redondeada forma del fruto sabiendo que se encontraba al alcance de la mano y no poder comerlo, acabó por joderlo todo y creó la leyenda, aún en uso, del amor a lo prohibido como fuente de grata satisfacción para el pobre pecador humano.
Esto de la ley antitabaco es algo similar y es probable que traiga también su cola, en cuanto la imaginación de los que estamos enganchados a tan estúpida costumbre se ponga a funcionar, para buscar las vueltas a una prohibición que trata de hacernos parecer, cada vez mas, estúpidos americanos de exagerado puritanismo y no gente de sangre caliente, que es en definitiva lo que somos y seremos, con todos los excesos que esto conlleva y conllevará, puesto que nuestra historia es algo innegociable.
La exageración llevada a extremos infinitos, no da jamás el rendimiento que de ella se esperaba y además, suele resultar bastante aburrido que no exista la variedad de caracteres en la convivencia que nos vemos obligados a ejercitar y que se augura larga, ahora que todos seremos tan formales, sanos, limpios y no contaminaremos con nuestros malos hábitos, ningún lugar de nuestras ciudades o pueblos, haciendo así posible una drástica reducción de fallecimientos, que a la vez posibilitará que lleguemos a la nueva edad de jubilación sanos como peras y llenos de energía para producir más beneficios para el capitalismo.
A mi, los primeros días de esta resolución hipócrita, que por un lado prohíbe y por otro fabrica y pone la mano para recoger beneficios, me han resultado tremendamente sosos, a pesar de no haber salido de una rutina que, inclusive, me producía cierto placer, sobre todo por una compañía que ahora he de buscar bajo las inclemencias del tiempo, para poder compartir un poco de conversación, cuyo tema central en este momento, es exclusivamente, en relación con el tema que nos ocupa.
La gente, ha vuelto pues, a las calles, las ha tomado por asalto, las llena de humos y exabruptos contra la familia de la ministra de sanidad, entra y sale de los locales haciendo camino hacia las esquinas al abrigo de los vientos y mientras que antes se fumaba un cigarro delante de la taza de café, ahora se fuma tres, con la angustia de no poder hacerlo si vuelve a entrar, produciendo un efecto boomerng, que en vez de sumar en salud, resta considerablemente, incluso en energía, pues con tanta ída y venida, se cansa con mayor facilidad, con la consiguiente bajada de rendimiento en el ámbito laboral tan estupendo del que se disfruta en la actualidad.
Pero hay que reconocer, que visto lo visto, la vida de los no fumadores, se ha hecho mucho más divertida y jocosa de lo que era antes, puesto que nos hemos convertido en un punto de atención preferente de sus miradas intransigentes que, de no ser por esta aventura de buscar un huequecito para el vicio, serían solemnemente lánguidas, aunque muy decentes, en ese clima de silencio reverencial que reinará en los locales públicos, con la dichosa prohibición secesionista.
Verán, ahora la diversión está fuera, y el que quiera disfrutarla, habrá de volver a mezclarse con quienes se nieguen a pasar por el aro, con los amantes de saltarse las prohibiciones, con los empedernidos pecadores que, desde que se atrevieron a coger la manzana, no han hecho otra cosa que hacer que el mundo tenga algo que contar porque de no ser por ellos, seguiríamos en el idílico paraíso, sin habernos atrevido a hacer absolutamente nada.

martes, 4 de enero de 2011

La inteligencia desdeñada

Comparece el presidente Zapatero anunciando, a bombo y platillo, una reducción del paro, durante el mes de diciembre, que lo sitúa en una cota de aproximadamente cuatro millones y medio de personas, como si el panorama laboral español hubiera, milagrosamente, abandonado su precariedad devolviendo la tranquilidad a “esos pocos” que aún la padecen.
Inexplicablemente, al mismo tiempo, bajan los afiliados a la seguridad social, no quedando muy claro para quien escucha cómo, si se han producido nuevos contratos, descienden considerablemente los que contribuyen a las arcas del Estado haciendo posible mantener, por ejemplo, el sistema de pensiones que tanto preocupa reorganizar, ahora que nuestra magnífica sanidad pública, ha conseguido mantenernos sanos, fuertes y en edad de trabajar, por lo menos hasta los sesenta y siete años.
Es tan inusual el contenido de cualquiera de los discursos que ofrecen los políticos, cualquier día en cualquier medio, que parecen haber sido escritos para niños de parvulario, a los que impresionar con la seriedad de una jerga manipuladora de cuenta cuentos titulados, sin que adviertan que debajo del vestuario y la puesta en escena, se esconde la crudeza de una vida con la que se darán de bruces en cuanto se acabe el hechizo.
Tal vez por eso no interesa que suba el nivel educativo de los españoles e importa poco que las generaciones venideras, ahora azotadas por un pasotismo endémico que excluye cualquier interés por el aprendizaje, incluso del idioma, continúen en esa nebulosa de ignorancia supina, que, con toda probabilidad, los hará ser manejados con gran facilidad, cuando alcancen la edad propia de iniciar un currículo y se encuentren con que su situación empeoró considerablemente, con respecto a la que sus propios padres tenían.
Pero ahora, nuestros políticos recorren una y otra vez la cuerda floja del engaño, sin recordar que el proyecto de la gente de edad intermedia fue otro y que, gracias a un esfuerzo mayestático, conseguimos abandonar la terrorífica pobreza intelectual para situarnos a unos niveles que nos permiten comprender, una a una, sus palabras, sin que nos duelan prendas en gritar a los cuatro vientos que nos sentimos vilmente engañados por los juegos de malabarismo que, con sus peroratas embriagadoras, tratan de colarnos.
Y es nuestra obligación ejercer la docencia callejera para explicar por las esquinas, a quien no corrió la misma suerte que tuvimos, que la ilusión que tratan de inyectarnos a base de maledicencia, no es mas que un espejismo que desaparece, en cuanto tratamos de tocar con los dedos su belleza virtual y no encontramos otra cosa que negrura y fracaso.
Ya, ni siquiera nos mueve la irritación inicial que contra su mendacidad sentíamos, ni siquiera odiamos a muerte a quien nos condujo por el camino de la desesperanza, ahora, es tal nuestra indiferencia hacia las imágenes esperpénticas que nos ofrecen a través de los medios, que no nos cuesta nada pensar con frialdad para reinventar nuestras propias soluciones a esta crisis eterna.
Pero les rogaríamos encarecidamente, un poco de pudor a la hora de valorar a quienes dirigen sus frases, porque que nos hayan convertido en mas pobres, no ha mermado, ni un ápice, nuestro nivel de inteligencia.


lunes, 3 de enero de 2011

La cuestión sucesoria

Resulta incomprensible, para los que nunca tuvimos poder, esa fuerza invisible que se desata alrededor de los que ya cumplieron una fase en la historia, anclándolos a una posición de fuerza que les impide retirarse, aún cuando sus decisiones políticas den un fruto nefasto para quienes, una vez, les otorgaron su confianza y ahora se sienten absolutamente decepcionados.
Poco importa el ridículo, la degeneración de sus ideas, la corrupción de toda una filosofía, el incumplimiento total de sus promesas electorales o que la evolución maléfica de una suerte de acontecimientos haga integralmente imposible continuar por un camino de obcecación, sólo marcado por el orgullo personal de no aceptar los propios errores. Únicamente parece tener relevancia capital, no ceder el asiento al que accedieron, gracias a la inocente credulidad de unos votantes esperanzados en la validez de su figura, sin que después, en ningún momento, se haya considerado su opinión, ni interese verdaderamente oír la voz clamorosa que ahora reclama otras reivindicaciones distintas a las que se ofrecen desde el olimpo inaccesible en el que habitan los poderosos.
Las brechas abiertas, ante los próximos comicios de este año, e incluso ya de cara a las elecciones generales, son varias, pero finalmente concurren en la dolorosísima senda del temor al abandono o a que el olvido borre de las memorias de los ciudadanos, esos nombres que un día formaron parte de lo cotidiano pero cuyo momento de gloria pasó, dejando, en mayor o menor medida, una dosis determinada de según qué recuerdos.
Los mentideros políticos apuntan decididamente a Rubalcaba, como sucesor de Zapatero, a quien,seguro, falta valor para enfrentarse a la hecatombe que llegará en cuanto pida opinión a las masas sobre esta gestión al servicio del capitalismo feroz que se trae entre manos, tratando de disfrazarla de un socialismo llevado a tal modernidad, que no lo reconocería ni su fundador, si volviera mañana a formar parte del mundo en que vivimos. Es cierto que el ahora superministro está muy placeado, que ha lidiado con momentos históricos difíciles, que viene desde el principio de la transición, ejerciendo una labor faraónica de trabajo , que su inteligencia es envidiable y su verbo voluptuoso y convincente, pero es tal la maraña de desaciertos que se han encadenado en esta última legislatura, que si aceptara la sucesión que se le ofrece, lo haría ya a sabiendas de que sus posibilidades de vencer son inexistentes y, por tanto, cabría la posibilidad de una rotunda negativa del aspirante y, por ende, la crisis sucesoria se sumaría a los ya graves problemas que el partido en el poder padece.
Y de la otra parte, la interesante conferencia de prensa del señor Álvarez Cascos, deja intuir un regusto de amargo resentimiento, también entre las filas de la oposición, y amaga una especie de cisma entre los partidarios de Rajoy y los pesos pesados de la vieja guardia, que no se acostumbran todavía a ceder antiguos privilegios, ahora que huelen el triunfo, sin que esté claro de qué modo se repartirán los asientos en la constitución del nuevo parlamento.
A pie de calle, esta encarnizada batalla, que va movilizando de sus posturas a los que se apresuran a tratar de adquirir su dosis de protagonismo en los próximos tiempos, no hace mas que corroborar la tesis de que quienes se deciden a hacer de la política su profesión, no lo hacen por la defensa de unas ideas, sino por alcanzar una rentabilidad personal en el ejercicio de sus funciones, sin que el interés general, el de todos los habitantes de este país que siempre vivió a garrotazos, tenga la menor importancia, como si los seres humanos que lo habitamos, fuéramos títeres guardados en el cajón del ventrílocuo, hasta que llegado el momento en que nos necesita, somos desempolvados, acicalados y lucidos ante la concurrencia, eso sí, sin permitirnos tener otra voz u opinión que la que nos dicta nuestro manipulador de turno, que después nos hará volver a la oscuridad y al silencio.

domingo, 2 de enero de 2011

La fuerza de la palabra

Para mis lectores desconocidos, he de aclarar, que entré en el 2010 con una pierna enyesada hasta la rodilla, a causa de una caída tonta en mi propia casa, que me mantuvo anclada a un sofá casi cuarenta días, así que este comienzo de año nuevo, me ha ido, indiscutiblemente, infinitamente mejor que el anterior y, hasta he de confesar, que se ha producido con ánimo renovado para afrontar lo que venga, naturalmente ayudada por la poderosísima arma de esta pluma informática que tanto me ayuda a canalizar la ira y también a compartir las satisfacciones que me otorga la gran suerte de mantenerme a flote en este mundo de aguas turbulentas.
No cejaré en el intento de ir consiguiendo un diálogo con aquellos interlocutores indiscretos que se asoman a mi ventana diaria concediéndome una importancia que, probablemente, no merezco, pero que posan amorosamente sus ojos sobre lo que transcribo, tejiendo así un invisible hilo de unión entre nosotros que, al no acompañarse de imágenes físicas, pone a trabajar la imaginación construyendo quimeras lejanas a la realidad y ,casi seguro, idealizando nuestros respectivos retratos con virtudes que no poseemos.
Pero vivimos el momento que nos ha caído en suerte y esta virtualidad que disfrutamos, capaz de obrar el milagro de estar hablando desde cualquier parte del mundo en cuestión de segundos, cabalga silenciosamente por los rincones de nuestras casas sin que nos demos cuenta de que convive con nosotros irremediablemente y que su magia hace posible que conectemos a pesar de la lejanía, del idioma o de la diferencia de edad que nos separe, sin que esto constituya las barreras insalvables que una rápida ojeada vis a vis tendría, con su correspondiente pérdida de oportunidad para quien desdeñase el encuentro.
Ya se que vamos a tener por delante un periodo difícil, que nos va a tocar apencar, a cada cual desde su posición, con el oscuro devenir que nos prepara la manida crisis que ya nos ha robado el cómodo estado de bienestar que disfrutábamos para arrojarnos al frío océano de la pobreza relativa que nos minimiza el consumismo con un freno que atemoriza, pero más que luchar individualmente por nuestras particulares adversidades, quizá convendría, siguiendo la corriente al alza, globalizar el sufrimiento y canalizar los esfuerzos para que la comunidad que formamos los simples y a la vez complicados seres humanos, reflotara al unísono, en un alarde de osadía absolutamente inesperado para la élite que se encarga de organizarnos la vida.
Por eso, hoy quiero apelar a lo que une y no a lo que separa, tratar de iniciar este periodo nuevo rozando mentalmente los dedos invisibles de los que ahora, a través de este blog, ya me son próximos, rogando que esos dedos enlacen con otros y con otros, hasta lograr una cadena de pensamiento fundamentalmente humanista, desde la que empezar a retomar el camino perdido de la esperanza.
Ya está bien de cifras, de macroeconomías, de desesperación y de silencio, sin que nadie reivindique todas las posibilidades que la palabra tiene para mover conciencias y levantar los ánimos adormecidos por el dolor y el sufrimiento. Oral u escrita, pensada, transmitida, en susurro o en grito, de oído en oído, de página en página, de mi casa a la vuestra, de la vuestra a la mía, y a la de todos los que creemos en el hombre y su maravillosa suerte de poseer la facultad de hablar con todos los que compartimos su especie.