lunes, 28 de febrero de 2011

Elogio de la indignación

El furibundo éxito del libro escrito por el nonagenario Stephane Hessel, “Indígnate”, que acaba de llegar a las librerías de nuestro país y que parece ser un llamamiento a la juventud dormida que habita el mundo, permitiendo que nos engulla un asfixiante sistema globalizador, no deja de ser causa de rubor para quien como yo, peinamos algunas canas menos que el singular autor de estas letras.
Hemos asistido en los últimos años a una exaltación permanente del talante, palabra, que de tanto ser repetida, ha acabado por formar parte de nuestro vocabulario, con un significado de pacífico devenir, ante cualquiera de los insultos o vejaciones a los que fuéramos sometidos, lo que, de siempre se ha entendido, como poner la otra mejilla.
Cuando las vacas gordas pacían en nuestros campos y éramos capaces de aplacar la furia consumista que nos corroía, pudiendo hacer cuántas visitas nos venían en gana a los hipermercados, para ocupar a la salida, en tropel, las terrazas de los bares y los lugares de ocio, ciertamente, lo del talante nos deparaba inmensas satisfacciones y hasta nos procuraba una tranquilidad de conciencia impagable, que ayudaba a una convivencia apacible en la que movernos, sin renunciar a nuestras ideas, que incluso se debatían en los foros con aires jocosos, como si de una rivalidad trivial se tratara. Jugar a parecer rico siempre tuvo su morbo y demostrar a los amigos nuestras dotes de administración económica, traducidas a una posesión múltiple de propiedades inmobiliarias y coches de lujo, nos provocaba una impagable satisfacción y nos colocaba la autoestima en el primer puesto de todas las listas confeccionadas por los inventores de tan exitoso término.
Estuvo bien mientras duró, pero ahora que se nos ha venido abajo el negocio y hemos cambiado las colas de las discotecas por las del INEM, ahora que nos han reducido los sueldos, saqueado la bolsa de pensiones, privado de la posibilidad de vacacionar dónde se nos de la real gana y acotado el territorio del divertimento, al salón medio amueblado del único piso que hemos podido conservar, a duras penas, el maldito talante se ha convertido en un desgraciado recuerdo y su impulsor en causa de todos los males presentes.
Ahora, como nos pide Stephane Hessel, es el momento de la indignación y nadie más apropiado que nosotros, para defender y poner en práctica la teoría de este anciano guerrero, que aún tiene la valentía de enmendarnos la plana, invitándonos a olvidar con prontitud las gilipolleces aprendidas en el pasado, para subirnos, sin demora, al tren de los iracundos cascarrabias que no se callan ni debajo de agua.
Y va a tener razón. Que ya está bien de fingidas sonrisas y de disimulos falaces que hagan creer a los demás que nuestras vidas son de color de rosa, mientras nuestras sufridas mejillas se hallan enrojecidas y maltrechas, tras recibir tal suerte de mamporros, como si hubieran perdido toda su sensibilidad ante los malos tratos que nos propinan a diestro y a siniestro.
Estamos y vamos a demostrarlo, pero que muy enfadados. Por eso vamos a mandar al carajo al maldito talante, a su promotor, a sus amiguitos europeos que ya habían empezado a considerarnos como un recinto en el que depositar todo tipo de excrementos, a los señores banqueros que nos empujaron a entramparnos hasta los ojos para después dejarnos sin nada, a los líderes de la oposición que nos abruman, aún mas, con su catastrofismo apocalíptico, a los bandoleros de corbata y trajes de alta costura, a los depredadores de los dineros públicos, a los especuladores que juegan con nuestro miedo para tenernos cogidos por los huevos y a la madre que los parió a todos, para desgracia nuestra.
No se preocupe pues el señor Hessel, porque nuestra indignación va en aumento.


domingo, 27 de febrero de 2011

La agonía del pensamiento

Los cambios vertiginosos operados en nuestro mundo, atenazado por una siniestra cadena de avances científicos, centrados en el triunfo de las máquinas sobre el insignificante y limitado trabajo de los seres humanos, traen consigo un significativo olvido de cualquiera de aquellas materias que, desde la antigüedad, influyeron en la vida, abriendo camino a la humanidad con revoluciones ideológicas que cambiaron el curso de la historia.
Si miramos atrás, en cada situación crítica que ha oscurecido el mundo, hasta el punto de llevar a sus habitantes al borde del abismo, el nacimiento inesperado de alguna teoría filosófica revolucionaria, ha conseguido abrir el primer surco por el que empezar una nueva siembra, para que pudiéramos albergar la dosis suficiente de esperanza que nos permitiera un giro poderoso para escapar de nuestra propia suerte.
Han sido la filosofía y sus más ilustres representantes, revulsivos indiscutibles para las conciencias, pioneros en los caminos sombríos que nos condenaban al ostracismo, demostrando con el arma poderosa del pensamiento, que eran posibles vías distintas para un avance distinto e innovador, que dejara atrás ciertas etapas imposibles de sostener para el crecimiento de las colectividades.
Esas primeras piedras, estratégicamente colocadas en momentos puntuales, admitidas en otras disciplinas como punto de inicio, reflejadas de manera inmediata sobre la literatura, la pintura y otras artes, como avanzadilla de los movimientos populares que vendrían después, han sido las fuentes de las que ha bebido el universo y los pilares en los que se han ido asentando los logros de la humanidad.
Y todo esto, que ha surgido de manera espontánea a lo largo de los siglos, como una urgente necesidad de motivar el movimiento, para evitar que quedáramos anquilosado a las etapas, sin conseguir progresar hacia un futuro necesario, queda hoy relegado a un simple anecdotario de nuestro pasado, sin que se potencie su importancia capital, trayendo consigo una agonía del pensamiento, que pudiera ser el preludio de la desaparición de la filosofía y la sumisión absoluta a otros poderes en alza, relacionados directamente con las teorías económicas que gobiernan sin resistencia el orden de las cosas.
Sin embargo, las oscuras callejas por las que transcurre nuestra alienada existencia, están marcadas por una noche eterna en la que empezamos a acostumbrar nuestros ojos a la ausencia de luz y, por tanto, la trayectoria prevista
, se perfila cercana a la desesperanza de la especie.
Necesitamos pues, perentoriamente, un faro iluminador que nos acerque a un puerto seguro, en el que deshacernos del terror que nos produce la orfandad intelectual y la inactividad en la que se nos instala, sin permitirnos discrepar de los caminos trazados por la tiranía interesada de los poderes que nos gobiernan.
Esa luz salvadora, capaz de conseguir la unidad en tiempos de naufragio, imprescindible para la supervivencia, impulsora de un proceso de cambio que, finalmente, consiga alejarse del violento huracán que narcotiza nuestras conciencias, liberadora de las cadenas materiales que nos atan al espejismo refulgente de una época marcada por la hegemonía de un capitalismo feroz, ha de venir, indiscutiblemente, de la mano de quien consiga, con la fuerza de su pensamiento, demostrar que las capacidades humanas no han sido aniquiladas por el empeño de los defensores del sistema, y aún pueden, si se intenta, establecer una cimentación distinta, de cara al devenir de generaciones próximas.
Es primordial, recuperar la creencia perdida por las posibilidades altruistas de los teóricos, desterrar la estúpida idea de que ya está todo inventado, y el temor de lanzarse al vacío innovador de unas ideas no reflejadas hasta ahora en las páginas de los libros almacenados en los anaqueles de la memoria. Es esencial, dedicar tiempo a la reflexión, a la aceptación de los errores cometidos y al estudio de las posibilidades reales de las teorías propuestas, sin desdeñar del todo aquellas que parezcan utópicas o, sobre todo, lejanas en el tiempo.
La maledicencia siempre ha relacionado íntimamente a los filósofos con la locura, obviando que su iluminación estaba estrechamente relacionada con el triunfo temprano de la inteligencia. Los filósofos son los auténticos autores de todas las revoluciones. La puesta en práctica de sus teorías, no es otra cosa que la evolución lógica del desarrollo de su pensamiento, la traslación a la realidad de ideas que, en principio, pudieron considerarse descabelladas, pero que con la escalonada aceptación por parte de los otros, y ayudadas por el proceso normal de progreso experimentado por la especie, se han ido asumiendo como respuestas necesarias a los enigmas sin resolver que planteaban las épocas históricas en que se concibieron.
Sin embargo, el erial ideológico en el que nos movemos en la actualidad, hace imposible hallar senderos de solución a los problemas que nos afligen. Esta reiterada laxitud de los pensadores de nuestro tiempo, que quizá no hallan un lugar propicio en el universo, en el que desarrollar nuevas propuestas con las que infundir a la humanidad un motivo para el movimiento, nos tiene estancados en un punto de conformismo, que no hace otra cosa que aumentar la desazón que produce la terrible experiencia de estar flotando en la nada.
Sucumbimos agotados frente a la incapacidad de nuestros pensadores para volver a ser el faro de nuestras vidas y añoramos esperanzados, que en algún momento surja la chispa capaz de encender la mecha de nuestra indiferencia, para poder inscribir en la historia que también en nuestra época se inició una revolución.
Si esto llega a suceder, la pluma apoyará de inmediato la iniciativa del avance propuesto y también lo harán los intelectuales y los artistas, deseosos de protagonizar un episodio innovador que rompa radicalmente con un pasado de nebulosa incierta. Si esto sucede, el aspecto que tendrá el mundo del futuro, será indudablemente, diametralmente diferente al que vemos y se hallará en disposición de seguir argumentando nuevas teorías que hagan imparable la necesidad de mimar cuidadosamente al pensamiento.
Renunciar al reto vertiginoso de hacerlo, sería la demostración flagrante de que se está produciendo una agonía progresiva del pensamiento y así, puede que el futuro que se acerca, no consiga ser más que el último estertor que denigre nuestra inteligencia hasta adentrarla en la profundidad insalvable de una eternidad abismal y siniestra.


jueves, 24 de febrero de 2011

Una imperdonable indiferencia

Sería imposible describir, sin rozar claramente la grosería, la falta de moral de los políticos de occidente, en lo relacionado con los acontecimientos de Libia. Aferrados a su supuesta superioridad, a su cómodo estatus neocapitalista, que sólo concibe cómo importante lo que tenga que ver con lo económico, prácticamente hasta ahora, se han dedicado a obviar olímpicamente los gravísimos sucesos ocurridos en ese país y sólo cuando el precio del combustible empieza a alcanzar niveles alarmantes, deciden condenar con tibieza la intolerable postura de Gadafi, al que muchos abrazaban como fiel amigo, incluso proporcionándole las armas con las que ahora asesina sin piedad a su desarmado pueblo.
Acuden como corderitos a la llamada urgente del payaso Barlusconi, que teme un éxodo masivo de refugiados políticos avanzando hacia sus cercanas costas y que, dado su declarado racismo, debe estarle produciendo un terrible malestar, para el que necesita la inmediata ayuda de sus socios, en un intento desesperado por repartir lo que le resulta una carga, aunque anteayer besaba las manos del tirano libio y le llamaba hermano, igual que a Mubarak.
Si como adelantan ciertas noticias, de momento no contrastadas, la represión ha dejado en las ciudades libias mas de diez mil muertos, la cobardía de los organismos europeos, no podrá jamás tener perdón, encabezada por el líder americano, que hasta hace sólo unas horas, permanecía en el más absoluto de los silencios.
Incluso, deja mucho que desear, la diligencia de las embajadas para sacar del infierno a nuestros compatriotas, muchos de los cuales permanecen aún hacinados en unos aeropuertos situados en un fuego cruzado, sin poder escapar de una tragedia que narran como genocidio, y que, a pesar de acudir en busca de ayuda a los representantes de sus países, no logran superar, si no es por iniciativa propia, a riesgo de perder la vida, en un conflicto que no les corresponde.
Callan también las organizaciones militares, tantas veces dispuestas a intervenir, como supuestos salvadores de unos valores claramente inventados, que a la hora de la verdad, carecen de importancia, si no llevan implícitos beneficios crematísticos con los que financiar sus sofisticados armamentos, casi siempre empleados en causas nada justificadas o creadas artificialmente.
Calla la ONU, que se acoge al respeto para con los asuntos internos de un régimen que corta de raíz las comunicaciones con el exterior, que no permite a la prensa extranjera trabajar en su territorio, que utiliza bombarderos de última generación para reprimir manifestaciones pacíficas y que anima a sus adeptos a pasar a cuchillo, en la calle, a quienes se atrevan a contradecir las órdenes de su lunático presidente.
Calla la santa iglesia católica, que debe considerar cosa de infieles paganos esta revolución popular, sin considerar mártires a las víctimas, que al no pertenecer a su selecto rebaño, tendrán de seguro vedada la entrada a su cielo y, por tanto, no han de ser dignos de preocupación para la vetusta curia que gobierna en el estado más rico del mundo.
Con aparente normalidad, la vida de todos estos organismos continúa, conscientemente ajena al holocausto sangriento que se produce ante sus ojos, programando reuniones alrededor de mesas bien surtidas, entre saludos afectuosos, ocupados en la resolución de su crisis y en los altibajos de las bolsas en las que invirtieron sus jugosas ganancias, sin dejar que les roce la cara de la muerte, ni la agonía indefensa de los damnificados por una nueva locura tiránica.
Es inenarrable el profundo desprecio que produce su inhumana pasividad en las conciencias de aquellos que alguna vez creímos en ellos. Y sobre todo, la frialdad de su inactividad, su amor desmedido a la opulencia y su insaciable apetito de poder, que los instala, ineludiblemente, en un descrédito desolador que cierra cualquier expectativa de futuro que pudieran haber albergado, como representantes de nada ni de nadie.


miércoles, 23 de febrero de 2011

Memoria de aquel día

Aún me sobrecoge contemplar las imágenes del intento de golpe de estado de 1981, como si no hubiera pasado el tiempo y las imágenes estuvieran recién llegadas a la memoria, como si hubieran sucedido ayer.
Yo tenía entonces veintinueve años y mi efervescencia ideológica se encontraba todavía en plenitud, libre de las amargas decepciones que ahora arrastra, tras la contemplación forzosa del deterioro sufrido alrededor, y había puesto toda mi ilusión en conseguir una existencia plena, alejada de todas las represiones y oscuros recuerdos de la triste infancia que nos había tocado vivir.
Mi generación había conseguido saltar sobre los miedos de los que vivieron la guerra civil, y se abría paso, tras la muerte del dictador, con imparable paso hacia un cambio esperado desde hacía mucho tiempo, conseguido con concesiones importantes, con aplomo impropio de nuestra edad, ante las continuas provocaciones de los incondicionales del régimen.
He de confesar que aquella tarde, yo ni siquiera estaba escuchando la votación del Congreso. Mi hija era entonces muy pequeña y creo que estábamos pintando en la mesa del comedor cuando mi pobre padre, horrorizado, me telefoneó informándome de lo sucedido y, sin saber qué hacer, me rogó que no saliera de casa y que tuviera cuidado.
A partir de ese momento, la compañía de la radio resultó imprescindible para seguir los acontecimientos. Esa grabación que después dio la vuelta al mundo, no pudo contemplarse hasta el día siguiente y la única conexión que ató al pueblo español con los acontecimientos fueron las ondas radiofónicas que, heroicamente, se mantuvieron alerta mientras que aquella pesadilla duró.
Tengo muy presente, sobre todo, la sensación de darlo todo por perdido, la incertidumbre de no tener futuro, si el intento triunfaba, y un miedo insuperable por la suerte que pudieran correr los míos, aunque he de reconocer que no me pasó en ningún momento por la cabeza, la idea de huir.
Naturalmente, fue una noche de vigilia, de cafeteras humeantes, de cigarrillos para aplacar un nerviosismo que fue en aumento cuando conocimos que los tanques habían salido a las calles de Valencia, de confusión periodística, de no estar seguro de qué puesto ocupaba cada cual en esta terrorífica obra que se representaba ante nuestros ojos, sin que nadie tuviera noción de cuál sería su desenlace.
Confieso que, a pesar de mi declarado republicanismo, esperé con impaciencia la intervención del rey y que su imagen, con aquel alarde de condecoraciones y medallas, es uno de los recuerdos más tranquilizadores, de cuantos acumulo en mi memoria.
Aguantamos estoicamente la noche y a primera hora de la mañana, recorrimos solapadamente los alrededores de unas cuantas instalaciones militares, sin que, aparentemente, sucediera allí algo, que saliera de la normalidad.
Después, llevamos a las niñas al colegio. Había que aplicarse en el ejemplo y demostrar que la angustia de la noche, no había hecho mella en nuestros esfuerzos cotidianos por sacar adelante nuestro hermoso país.
Afortunadamente, aquel intento fallido, esperpéntico e intolerable, que pudo tener un final cruento y estar escrito en los libros de historia como una noche de cuchillos largos, pasó.
Sabemos que nunca conoceremos la escrupulosa verdad del suceso y que muchos de los nombres implicados en la operación convivieron con nosotros, sin pagar su culpa, pero hoy sólo se trata de un terrible recuerdo y de cumplir con nuestro deber docente para con nuestros jóvenes, deseándoles, que no tengan que enfrentarse jamás con episodios similares a este.


martes, 22 de febrero de 2011

Dioses de barro

La imagen aterradora de Gadafi, amenazando a su propio pueblo con el fantasma de la guerra civil, mostrando su esperpéntica figura endiosada, con un discurso ajeno a toda racionalidad lingüística, enfundado en sus símbolos étnicos mientras se escuda en las más terribles matanzas ocurridas en nuestra reciente historia, como excusa a su militarizada intervención sobre las multitudes desarmadas, que reclaman justicia en su territorio, impide que las palabras acudan a mi mente, tratando de hilar un argumento sólido que pueda describir el asco y la indignación que me produce tamaño despropósito.
La culpa es de los que se encargan de enaltecer la vanidad de estos líderes, sin advertir que de tanto hacerlo, producen en ellos un sentimiento erróneo que los lleva a considerarse a sí mismos, divinos salvadores en posesión de una verdad, de la que a menudo suelen carecer, y que los encumbra impidiendo que sean capaces de descubrir cómo se acerca su declive, transformando el amor fingido, en un odio ancestral que reclama, sin que quieran oírlo, su marcha.
Llama Gadafi “perros” a los informadores que se atreven a permanecer bajo el fuego que ordena, porque descubren con sus noticias el presente inmediato que se desarrolla bajo su mando, asombrando al mundo con los reportajes gráficos que logran burlar la férrea censura impuesta, traspasando las fronteras de su tiranía.
Como un animal acorralado, lanza sus afiladas garras al aire, sin importar las nefastas consecuencias que sus acciones puedan provocar, en un intento desesperado de aferrarse a un poder que le ha reportado jugosos beneficios, durante más de cuarenta años, llamando a sus partidarios a la extinción inmediata de cuántos osen alzar la voz en su contra, en una cruzada santa cuyo dios es el reflejo de su propia imagen dolorosamente egocéntrica.
El caos informativo que se cierne sobre este asunto, evita al resto de la humanidad la contemplación de escenas, que, sin duda, herirían profundamente la sensibilidad de cuántos deseábamos una pronta resolución del conflicto. Algunos compatriotas que aún no han podido salir del país, aseguran que ciertas ciudades han sido tomadas por el pueblo, que está empezado a armarse, tras asaltar cuarteles y comisarías, en previsión de que la represión que se les viene encima, será larga, cruda y violenta.
El gobierno del terror, instalado en las calles libias, sin insinuación siquiera, de una posibilidad de diálogo, no nos permite estar en otra parte, ni atender como prioritarias otras noticias, que no sean las de preocuparnos por la suerte que han de correr los que decidan arriesgarse a continuar en la lucha por sus usurpados derechos,
Carece de toda importancia, cualquiera de las pantomimas pre electorales de nuestros manidos políticos e importa poco, incluso, nuestro destino, frente a la mecha encendida que amenaza con el exterminio de un pueblo, sin que nadie levante la voz por detener tamaño desatino.
No voy a pedir disculpas a mis lectores por incidir en el tema un día tras otro. Me es imposible apartar la mirada de esta pobre gente que no merece la suerte que les tocó vivir, porque el azar no los colocó, por ejemplo, en mi sitio, o en el vuestro.

lunes, 21 de febrero de 2011

La cara más amarga



El cariz que están tomando los acontecimientos en Libia, da un giro vertiginoso a la alegría vivida en Egipto la semana pasada y baña, literalmente, de sangre los sueños libertarios de quienes se atreven a contradecir las órdenes de Gadafi, que se aferra al poder detentado durante treinta años, pagando la osadía de su pueblo, con una de las represiones más cruentas de las que se recuerdan en los últimos tiempos.
Ante la desconexión generalizada de los medios informáticos, las noticias que nos llegan, a través de trabajadores asentados allí, que regresan apresuradamente a casa, son desoladoras para la opinión pública y hablan de centenares de muertos producidos por el fuego abierto, por tierra y por aire.
El hijo del dictador, anunciaba anoche en un discurso televisado, mientras amenazaba constantemente con su dedo índice extendido, que si las manifestaciones se prolongaban, no habría duda de que comenzaría una guerra civil, ya que en la disposición de su padre no estaba la intención de seguir el ejemplo de Mubarak, ni en su ejército la comprensión hacia la justicia reclamada por los pobres que hemos podido ver en otros países del entorno.
Medios no identificados, sin embargo, apuntaban la posibilidad de que el líder pudiera estar volando hacia Venezuela, pero la falta de comunicaciones y la enrevesada situación que se vive en el territorio libanés, hacen tambalearse cualquier posibilidad de confirmación de los rumores, mientras la crudeza represiva sigue cebándose contra los inocentes, sin que nadie haga nada por evitarlo.
Juega en este caso un papel importante, el petróleo y, en consecuencia, es probable que la reacción de occidente sea la de procurar ocultar la verdad del conflicto durante el mayor tiempo posible. Vergonzosamente, sigue primando sobre las personas, la economía y ni siquiera importa que las fuerzas aéreas estén cargando contra la gente desarmada, hasta el punto de producirse varios desertores entre sus filas, que han pedido hoy asilo político en Malta.
La comodidad de mirar hacia otro lado, desoyendo el clamor popular que circula en Europa, no hace sino aumentar el desprestigio de nuestros encartonados gobernantes y el escalofrío que recorre la espalda de la gente de bien helando su sangre ante la inactividad demostrada por sus “democráticos” dirigentes, es un aviso descarnado que cuestiona nuestras creencias haciendo tiritar los cimientos de la poca esperanza que nos quedaba.
No se puede ser más ineficaz, ni cabe mayor frialdad en los cerebros estereotipados de aquellos que sólo saben hablar de finanzas y crisis de resolución imposible.
Tiembla el mundo y la tibieza incomprensible de sus palabras es la imagen esperpéntica de unos cuantos fantoches abducidos por la ambición de su propio ego, sordos y ciegos a la voz de los que pierden la vida reclamando, simplemente, la dignidad necesaria para vivir un poco mejor.
Es el momento de descubrir sin rubor las cartas, de tomar partido por lo que vale la pena. Es el momento de estar donde hay que estar, de desterrar el miedo y de abrir las manos, anteponiendo lo importante, a la necedad intolerable del silencio.

domingo, 20 de febrero de 2011

La estela de sus nombres

Será difícil contabilizar cuántos se quedaron en el camino, en estas revoluciones populares que asaltan a diario nuestra pasividad europea, transfigurando la imagen de un mundo que parecía estar perfectamente estructurado por una mano poderosa, cuyas divisiones clasistas acentuaban, insalvablemente, las diferencias entre los hombres.
Seguramente, se perderán los nombres de los caídos en las calles de Túnez, Egipto, Irán, Argelia, Yemen o Bahrein, sin que la historia que escribamos a partir de ahora, pueda citarlos en los libros, para que se admire su ejemplo.
Los pobres nunca estuvieron censados en los archivos de los tiranos. Sus vidas, jamás tuvieron la importancia necesaria, como para ser tenidas en cuenta, ni sus acciones valoradas a la hora de considerar las posibilidades de una nación, sino era para contar con su trabajo como medio de producción de una riqueza que llenara las arcas dictatoriales, de insaciable opulencia.
Hasta hace relativamente poco tiempo, la ignorancia propiciada por estos gobiernos, era el caldo de cultivo ideal para favorecer ese terrible olvido y la existencia de los desheredados transcurría, aún transcurre en muchos sitios, sumida en una nube de oscuridad total, sin que la luz se filtrara siquiera por una rendija que mostrara su realidad al resto del Universo. Pero la llegada de este medio por el que ahora escribo, la potenciación de este tipo de comunicaciones inmediatas que han acortado las distancias convirtiéndolas prácticamente en inexistentes, ha puesto voz a las gargantas silenciosas de los rincones más pobres de la tierra y ha conseguido mover las piernas tullidas de sus habitantes, movilizándolas hasta las mismas puertas de los palacios de los reyezuelos para gritar su hambre, su desesperación y su esperanza en acabar con la discriminación que les robaba hasta sus nombres.
No es de extrañar el pánico creado en las altas esferas de los insaciables, al ver la contundencia numérica de la multitud apiñada ante sus ventanas reclamando justicia, ni extraña el efecto dominó que corre como la espuma a lo largo del planeta, que salta ahora a los escenarios asiáticos y que, sin duda, acabará instalándose allá dónde la opresión exprima a los ciudadanos impidiéndoles disfrutar de sus derechos o amordazando sus ideas con censuras de imposición, siempre apoyadas por el peso de las armas.
En este viejo continente, caduco y acomodado al privilegio, resulta particularmente llamativo el revuelo que sacude las entrañas de otras culturas, movilizando con el poder de una descarga eléctrica, a las masas, sin que tenga ninguna importancia perder la vida en el intento.
Pero aunque no queramos recordar, también nosotros nos movilizamos contra el fascismo, algunos durante muchos años, y compartimos en su momento la fugaz esperanza de que, a su término, entraríamos en un mundo mejor. Después, nos dejamos convencer por la endiablada oratoria de los modernos embaucadores de conciencias y ahora estamos inmersos en esta crisis eterna, de desconocido final, que parece querer arrastrarnos a situaciones pasadas de las que conseguimos escapar, a base de lucha enconada y decisión manifiesta.
Es comprensible pues, que no convenga a los amos del mundo que se difundan los nombres de los que regaron con su sangre el camino de la libertad, ni que occidente pueda contagiarse del valor de los caminan sin rumbo por las calles de la pobreza. Pero nosotros queremos saberlo, conocer sus historias, llorar su pérdida y propagar su ejemplo por estas ciudades nuestras anquilosadas y conformistas en las que nos pudrimos con nuestra miseria extrema de pensamiento.
Por eso, rastreamos a diario la estela de sus identidades ocultas y no vamos a permitir que engrosen las listas de los millones de desaparecidos que ya existen, sin reclamar a gritos justicia para ellos.





jueves, 17 de febrero de 2011

Il pagliaccio

Resulta difícil describir la situación que se vive en Italia bajo el mandato de Berlusconi y, de hecho, sus vergonzosas andanzas se han visto estos días eclipsadas por los levantamientos en el Magreb, pasando a un discreto segundo plano en las noticias internacionales, aunque en su tierra natal estén padeciendo un verdadero terremoto político.
Este caricaturesco personaje, visitante asiduo de los cirujanos plásticos, metido en negocios sucios y fraudulentos, amigo declarado de dictadores y fascistas, viejo verde que denigra a las personas de su edad con escarceos sexuales de dudoso gusto y manipulador de jueces y leyes a cara descubierta, está provocando con su actitud, multitudinarias manifestaciones de mujeres que se oponen radicalmente a que permanezca un minuto mas en el poder, aunque continuamente son ultrajadas por las opiniones más sexistas que ningún mandatario actual se haya atrevido a expresar, sin ser cuestionado de por vida en los foros internacionales.
Cuenta, sin embargo, con curiosos apoyos, como el de la Iglesia Católica, que ha limitado sus críticas a suaves tirones de orejas frente a actitudes de pederastia de las que debiera abominar radicalmente, si quiere mantener su gallardo puritanismo frente a sus sufridos feligreses.
Cierto es, que su designación presidencial procede de unas urnas que inexplicablemente lo eligieron, pero su deplorable trayectoria, las múltiples causas abiertas que se ha encargado de eludir hábilmente con subterfugios y engañifas, sus abusos de autoridad manifiestos y la descarada desvergüenza con que se mofa de las instituciones y de las personas, sin duda merecen que instancias superiores se encarguen de apearlo de su pedestal de engreimiento, a la vez que de someterlo a un castigo ejemplarizante, que le recuerde que nadie es omnipotente ni eterno, por muchos recursos económicos que acumule.
Ahora busca alianzas con ligas neofascistas, cercanas a su propia ideología, en aras de volver a promulgar leyes que lo acoracen frente a las manos de la justicia y lo hace, erigiéndose como Dux de una interesada cruzada que no respeta los principios fundamentales de la Democracia y que incluso cuestiona los derechos innatos de las personas a la libre expresión de su pensamiento.
Su idea carpetovetónica de la mujer, considerada como ser inferior al que utilizar con fines sexuales, al que comprar irreverentemente, sin tener en cuenta si ha llegado siquiera a la edad adulta, para exhibir con exaltación su propio machismo, debiera ser ya considerada como flagrante delito y ser suficiente para llevarle de cabeza al banquillo de los acusados, del que sin duda, saldría esposado y en dirección a la cárcel más cercana.
Siento discrepar de todos aquellos que en su día le aplicaron el apelativo de Il Cavalieri, porque, realmente, hay otro que define a la perfección lo que en este momento representa: Il pagliaccio.

miércoles, 16 de febrero de 2011

Unos suecos muy locos




Mi nueva amiga Marie, que ha venido desde Suecia con su familia, deseosa de estar España, para practicar el idioma y conocer de primera mano nuestras costumbres, me sugiere el título de mi artículo de hoy, mientras hacemos una visita rápida a Sevilla bajo una lluvia infernal, que desluce casi todo el recorrido y acaba, de un plumazo, con la leyenda del maravilloso sol de Andalucía, como si no hubiera terminado todavía el diluvio universal.
Ya sabéis que yo me declaro ciudadana del mundo y que disfruto enormemente de estas mezclas culturales tan enriquecedoras para todos y de tener la oportunidad de aprender de cada persona que se cruza en mi camino, a la vez que de compartir lo que podamos aportar a sus vidas desde este rincón del planeta que se me antoja maravilloso.
Me ha sorprendido gratamente la alegría desbordante de estos nórdicos tan marchosos, que para nada se corresponden con el carácter frío que se les atribuye en nuestro país y que arden en deseos de confraternizar con nosotros, sin dejarse influir por ninguno de los prejuicios que se tienen de Andalucía, y, por añadidura, de España.
A pesar de la broma de la locura reflejada en el título, he de decir que hemos pasado un magnífico día juntos y que ha sido asombroso descubrir la cantidad de temas que somos capaces de tener en común y cómo coinciden las inquietudes que nos mueven, rompiendo todas las fronteras que nos separan, incluso las del idioma, haciendo que la conversación haya sido en todo momento, una simple charla de amigos que se reúnen, en algún lugar, para hablar de sus cosas.
Agradezco a la vida que, a pesar de la edad, aún me permita tener la oportunidad de conocer a gente interesante con la que aunar lazos a lo largo del tiempo, hasta hacerlos parte de mí entorno, que nunca cesará de agrandar horizontes ni pondrá freno a la ilusión de ser un poco más feliz, con la ayuda de otros.
Y es por esto, que a veces no entiendo la crispación permanente en que nos movemos en este mundo nuestro, ni la obstinación de establecer líneas divisorias entre los hombres, limitando sus posibilidades de engrandecimiento personal.
Es verdad que nos han tocado tiempos difíciles. Por eso, es una suerte que a veces nos toque la magia de determinados momentos, que nos hagan recordar la receta que necesita la humanidad para seguir adelante.
Puede que compartir ciertas dosis de locura, después de todo, no sea más que una brillante idea.




martes, 15 de febrero de 2011

De opiniones y estrategias

Hace unos días, mientras se desarrollaban los sucesos de Egipto, llamábamos la atención sobre la lucha hegemónica mantenida entre Estados Unidos e Irán, por manipular, en la medida de lo posible, un movimiento que asombraba al mundo por su frescura, e incluso deseábamos, que el protagonismo de la historia no llegara a ser falseado, en modo alguno, por ninguna de las dos partes.
Visto el desenlace y el cariz de los acontecimientos, el presidente iraní se apresuró a felicitar a los vencedores atribuyendo la gloria, a los esfuerzos de una supuesta liga islamista de carácter universal, mientras que Obama resaltaba el triunfo de la democracia sobre una tiranía que, por cierto, venía tolerando y aprovechando desde sus comienzos.
El primero, que con tan buenos ojos miraba la postura del pueblo egipcio en demanda de sus derechos, no tuvo ayer rubor en reprimir con dureza extrema las manifestaciones del suyo, demostrando que su sentido de la justicia se mide con distinto rasero cuando las críticas le rozan personalmente.
Y el otro, nos lleva a concebir la maléfica idea de que tal vez su comprensión inesperada de la caída de Mubarak, llevara implícita la intención de fomentar un efecto dominó en las calles de Irán, su mayor enemigo actual, desde que su antecesor se decidiera a intervenir en Irak, con la excusa de las inexistentes armas de destrucción masiva.
No es la primera vez que se desestabiliza un sistema valiéndose de los artificios convenientes, ni tampoco sería de extrañar, que si las protestas en Teherán continúan, el coloso americano encontrara la excusa perfecta para tomar una decisión que lleva tiempo meditando y lograr con ella la caída del régimen islamista, que tantas preocupaciones le causa.
No exime, sin embargo, este razonamiento, de su responsabilidad a quien tiraniza a una parte de su pueblo privándolo de la libertad de expresión que se opone a las directrices marcadas. La opresión es terrible en cualquiera de sus manifestaciones, del signo que sean, y sería de desear un cambio radical en cualquier forma de gobierno que pone barreras al desarrollo natural de los ciudadanos con mordazas que coartan sus movimientos.
Pero la experiencia vivida y las terribles historias protagonizadas por quienes se creen salvadores únicos de todo el universo, nos hace estar alerta ante los sucesos que contemplamos y precavidos en nuestra opinión sobre aquellos que se empeñan en hacernos pensar que todo está permitido, si la intención última lo merece.
Que el régimen iraní sea malo, no quiere decir en absoluto, que haya licencia para intervenir desahogadamente en sus asuntos internos, ni para potenciar desde la sombra un cambio, a todas luces más conveniente a los intereses de occidente.
Sobre todo, porque se está jugando con los sentimientos de miles de personas, que confiadas en su fuerza interna, salen a defender un modo de vida mejor en su propio territorio, sin pararse a pensar si son o no manipulados a placer, por los métodos sibilinos de quien lleva las riendas del mundo.
Ya veremos qué ocurre en un futuro inmediato y cuántas incógnitas se despejan cuando se constituyan los próximos gobiernos de Egipto y Túnez. De momento, la ecuación es de las difíciles y los ánimos de los magrebíes andan revueltos con esta ola de libertad que sacude su columna vertebral con tintes de ilusión y esperanza. Todavía no están todos los jugadores en la mesa: el silencio de Israel, está a punto de tocar a su fin.



lunes, 14 de febrero de 2011

Delincuentes al poder

En nuestra bendita inocencia sobre cuestiones políticas, teníamos la feliz idea de que para formar parte de una lista electoral, era estrictamente necesario ser y parecer un ciudadano ejemplar, sin motivo alguno por el que poder ser avergonzado desde las tribunas públicas, ni en el plano privado.
Antes, me consta, te sometían a una exhaustiva investigación, con la intención de que el nombre del partido al que pertenecías, no pudiera jamás ser salpicado por máculas anteriores o presentes, y hasta necesitabas una especie de acreditación ideológica, que probara que ni tú ni tus antecesores habíais formado parte de doctrinas distintas a la que predicaba la formación por la que concurrías a los comicios.
Esto daba un cierto empaque a los candidatos, que de antemano, se suponían todos honrados y cumplidores de un deber, luchadores para sus electores y sinceros en su línea, a carta cabal, sin que se admitieran rendijas que dejaran colarse el fantasma de la tentación para mejorar el status.
Hoy, sin embargo, cuando la política se ha convertido en una de las formas más rápidas de enriquecimiento, suele darse la circunstancia de que al elaborar los listados, varios de los candidatos seleccionados tengan citas pendientes con la justicia. Y es tal el descaro con que los encausados se prestan a su propia escalada de poder, que la voz de los ciudadanos, que se oponen a esta aberración., no suele llegar a sus oídos, y si llega, es ignorada reiterativamente.
Parece, que mas que una pesada losa sobre la espalda, tener cuentas pendientes con la justicia fuera para nuestros políticos una ventaja añadida de la que vanagloriarse y un honor del que presumir en los mítines, donde son coreados por los suyos con entusiasmo, un poco, alentándolos a seguir en la actitud que les llevó al conflicto, como si ser corrupto fuera implícito con los puestos de responsabilidad desde los que nos representan a todos.
Fascina, por ejemplo, ver la frescura con que se maneja el señor Camps donde quiera que acuda, luciendo palmito con esos trajes de diseño de dudosa procedencia, mientras esgrime la mejor de sus sonrisas, con la despreocupación de quien tiene asegurado un futuro vitalicio, independientemente de lo que resuelvan los tribunales, con respecto a su causa. Se permite, incluso presionar a su líder Rajoy, para que se apresure a confirmar su inclusión en la lista, no se sabe si porque guarda un órdago en la manga con el que presionar hasta conseguir su objetivo, o porque le urge la solución antes de verse aún más complicado en la trama corrupta que le rodea y en la que cuenta con demasiados amigos.
La afirmación gratuita que suele hacerse a nivel de calle de “todos los políticos son iguales”, viene un poco a colación de este tipo de circunstancias, a la vista de las cuales se agudiza la ya deteriorada opinión que se cierne sobre los aspirantes a gobernarnos, sin que su actitud, cada vez peor, parezca tener visos de cambiar hacia la normalidad que debiera rodear a su medio de vida.
Ya tendría ser inadmisible que todos los que se encuentran en este trance pudieran engrosar ninguna de las litas de ningún grupo político, y de hacerlo, como parece que va a suceder, el electorado que le otorgue su confianza, peca de un masoquismo inusitado que merece, exactamente, ser nuevamente sometido a la tortura de ser gobernado y esquilmado por estos “presuntos” delincuentes.

Excusatio non petita




A la espera de lo que pueda suceder en otros países del Magreb en los próximos días, y tras un breve receso en compañía de amigos muy queridos, me coloco delante de la pantalla nuevamente, reconociendo que hoy es uno de esos momentos, en que no sé qué tema elegir.
Suenan en el ambiente de mi ciudad, los ecos del espejismo que trata de vender a los suyos el presidente Zapatero, augurando victorias electorales que no llegarán y escudando sus espantosas medidas económicas en un conocimiento tardío de la crisis, que achaca por entero a la desinformación del propio FMI, en su momento dirigido por un Rodrigo Rato, que se limita a no contestar a las preguntas que se le hacen, con la astucia de esperar en su madriguera que pase el terremoto informativo para resurgir de sus cenizas.
Tiene este presidente nuestro un cariz de simplicidad, en el sentido peyorativo de la palabra, algo llamativo para la inteligencia de cualquier interlocutor que ponga atención a sus palabras, y que ofrece unas excusas no pedidas que no hacen otra cosa que demostrar su manifiesta culpabilidad y su nefasta gestión de la economía para los intereses de los trabajadores.
No sé siquiera si sus adeptos mas furibundos son capaces de tragar la amarga píldora que les ofrece, pero el pueblo llano hace ya tiempo que se situó a una distancia insalvable de sus intenciones y se niega a ser el coro que secunde su desafinada melodía, negándose a acompañarle en su estrepitoso fracaso.
La soberanía de las urnas, que tan bien conoce de primera mano Zapatero, desde que le otorgaron el poder en un castigo contundente hacia su americanizado predecesor, será sin duda, quien se encargue de apearle de su particularísima realidad, en cuanto llegue el momento de hacerlo.
Tal vez se lleve el desengaño de su vida cuando compruebe que todas sus promesas de victoria quedan hechas jirones en los comicios, pero lo que es seguro, es que la voz de los que le escuchamos sin poder intervenir, hablará demostrando, que los errores se pagan inexorablemente.
Nos quedará el sabor amargo de no haber podido explicarle de frente y en primera persona, todo aquello que nos ha trastocado la vida durante su mandato, pero la seguridad de que le costará tiempo y lágrimas volver a situar a su partido en primera línea de fuego, será suficiente recompensa para nuestro obligado silencio, induciéndole tal vez a pensar, ahora sí, que sus errores fueron imperdonables.
Es verdad que para muchos de nosotros, la opción que se nos viene encima, seguramente será mucho peor, pero al no esperar desde siempre su ayuda, dada su afinidad con los capitalistas, lo asumiremos como normalidad y lo combatiremos con la fuerza de estar luchando contra quien nunca estuvo del lado de la clase obrera.
Y desde luego, la historia futura se encargará de situar en su sitio a quien se atrevió a desestimar cualquiera de los principios de su supuesta ideología, igualándose con los que militan en el bando de los poderosos, siendo cómplice de sus desvaríos de opulencia y condescendiendo hasta el servilismo con sus nefastos dictados globalizadotes.
Puede buscar las excusas que quiera, pero si duda de la inteligencia de los futuros electores de este país nuestro, es que verdaderamente no ha llegado a comprender el avance que hemos sido capaces de ganar, desde que la democracia se instaló entre nosotros. Su ignorancia de la realidad circundante, perdónenme, parece no tener límites ni cordura.

sábado, 12 de febrero de 2011

A la espera de un mundo mejor

Aún con la resaca de la pasada noche, Egipto vive su primer día sin Mubarak, prolongando la celebración, como si no quisiera volver a la triste realidad que, hasta anteayer, lo marginaba.
Las caras que nos llegan en las primeras páginas de todos los periódicos, están teñidas de una esperanza que se refleja en los ojos como un torrente de agua pura, despeñándose rebelde desde la cima de los altos montes.
Se marchó el dictador por la puerta trasera y en silencio, haciendo alarde de una cobardía diametralmente contraria a la osadía de su joven pueblo, que ha sabido resistir, a pesar de las cuantiosas pérdidas, unido por la común desgracia, a las puertas de una felicidad que momentáneamente, sólo es un sueño del que oyeron hablar, sin llegar jamás a conocerlo en carne propia.
Y no deseando despertar, continúan abrazados en las calles, gritando ahora la satisfacción de una victoria, que desde lejos, parece todavía muy incierta, al no estar claro quién regirá los destinos de la nación, hasta que se consiga acudir libremente a las urnas, para que la decisión mayoritaria, abra las puertas de una nueva era.
Momentáneamente, todo queda en las manos de un ejército, que ha mantenido el tipo durante la revuelta, pero que no se ha pronunciado abiertamente sobre sus intenciones, ahora que el vacío de poder acaba de instalarse entre el oscuro pasado y lo que el devenir quiera traer a esta tierra grandiosa, tan vituperada por el mal hacer de los hombres.
No se adivina un líder mediático en quien depositar la confianza para iniciar el proceso, o al menos, por ahora, nadie se atreve a hablar del modo en que se va a encarar la situación, para que los peligros insidiosos de la ambición, no logren volver a instalarse durante otros treinta años entre las mudas pirámides de El Cairo.
La cuerda floja en que ha queda el escenario, abre innumerables brechas por las que puede escapar todo el esfuerzo invertido en estos interesantísimos días que todos hemos vivido con la respiración contenida, sin apartar los ojos de la plaza en la que se concentraban los anhelos de cuántos ansiábamos justicia.
Y es verdad, que el cuidado con que se afronten las próximas fechas ha de ser exquisito, elaborado hasta el último detalle con primorosa mano de artesano, analizado hasta el mas insignificante detalle, por pequeño que parezca, y sin permisión para las injerencias interesadas de los que pujan en la sombra para asentar posiciones al lado del vencedor.
De ello depende el cariz que después quede impreso en los libros de historia y la imagen que se transmita al resto de los que ahora van a correr riesgos idénticos para alcanzar metas similares, en otros lugares, con matices análogos.
Interiormente, compartimos el regusto a triunfo que deja la ensoñación de seguir creyendo en la fuerza de los humildes y, a lo lejos, también nosotros somos parte de la denodada labor de los sublevados que han conseguido dar un portazo a lo que consideraban injusto, pero la experiencia que aporta el hartazgo de esta ferocidad occidental, que acaba alienando las conciencias de los que habitamos en los lugares en los que se asienta, nos hace estar alerta y caminar con pies de plomo, sobre lo que parece simplemente, un camino de rosas.
Al final, las revoluciones siempre terminan dependiendo de la evolución que desarrollen, una vez conseguida la victoria.

viernes, 11 de febrero de 2011

Tal como éramos

El estallido de emoción que produce a esta hora la salida del poder del dictador Mubarak, desata los sentimientos personales evocando recuerdos de juventud basados en la credulidad de una limpieza de ánimo, que después se ha ido deteriorando, a la vista de los hechos que nos han tocado vivir.
Sin embargo, aún me reconozco como el más humilde de los participantes de esta proeza popular pacífica, ejemplo de fortaleza y resistencia, en una lucha libertaria que rompe todos los esquemas de este mundo occidental podrido que gobierna el destino de cada uno de nosotros.
No quiero ahora ahondar en la vergüenza de contemplar la tibieza de nuestros dirigentes, en su cobardía al no afrontar de cara la justicia de estos días de desesperada protesta. Hoy es momento de celebración sonora, de volver la mirada a la creencia en la fuerza de los pueblos, de olvido de economías soterradas, de crisis y de capitalismo soez, de desprecio por los que siguen el juego morboso de este sistema sin corazón que nos ahoga.
Los débiles del mundo estamos de enhorabuena. Los desheredados de la tierra estamos con los pies firmes en esa Plaza Tahrir, ahora símbolo de todas las ilusiones de los que confiamos plenamente en el hombre como centro del universo.
No nos mueve de allí la pantomima grotesca de los poderosos, atónitos ante las escenas que se suceden ante sus ojos, ni la ideología encorsetada de los que nunca se atrevieron a dar un paso adelante para defender absolutamente nada. No nos mueven siquiera, nuestros problemas personales de nuevos ricos occidentales, ni las hipotecas que no pudimos pagar, ni los sueldos basura que cobramos a final de cada uno de los meses. No nos mueve nada ni nadie, pues estamos asentados con este admirable pueblo egipcio, sin querer abandonar sus paisajes, admirando su agónica valentía frente a una causa que todos creían perdida de antemano, y que ha conseguido girar diametralmente hacia una perspectiva de futuro esperanzador, sin precedentes históricos conocidos.
Quizá ya no lo recordemos, pero en otro momento de nuestra propia historia, nosotros también fuimos así. Y no nos importaba siquiera quedarnos en el camino, igual que ellos, imbuidos en nuestros sueños libertarios, tras cuarenta años de absoluta e indecente oscuridad.
Hasta los rincones de nuestras casas, llega esta noche el clamor alegre de las voces en las calles egipcias y todos, en nuestro interior, albergamos el deseo de poder reavivar la llama de lo que perdimos para poder recuperar la dignidad de nuestras creencias y la fortaleza suficiente para plantar cara sin miedo a los males importados que nos acechan.
He corrido hasta aquí para contarlo. No tenía más remedio.

jueves, 10 de febrero de 2011

El camino de los delfines

Parece muy lejano, pero hace relativamente poco tiempo que el entonces presidente Aznar, presumía de poseer una libreta azul, en la que había escrito, de puño y letra, el nombre de su esperado sucesor.
Todo andaba entre dos miembros de su partido, que se habían esforzado duramente en hacer los deberes diarios, bastante cerca del pensamiento ideológico de su líder, aunque cada cuál, con su propia idiosincrasia, siempre dentro de un orden, como debe ser.
Para los españoles, la designación de un hasta entonces desconocido Mariano Rajoy, constituyó una sorpresa importante. Todo el mundo daba por hecho, que el brillo de que disfrutaba entre los suyos el economista Rodrigo Rato, fuera mérito suficiente para llevarle directamente, a la secretaría general de Génova.
Seguramente, el siempre desconfiado Aznar, pensó con cierta lógica de entonces, que le sería mucho más fácil manejar desde la sombra al gallego, que al inteligente ministro de Economía, al que todos ensalzaban por su agudeza, colgándole medallas, por la buena labor llevada a cabo en los años de la bonanza.
Así, Rato fue recompensado del agravio sufrido, con la presidencia del Fondo Monetario Internacional y Rajoy se dispuso a ocupar el sillón que quedaba vacante, dados los buenos augurios que deparaban las encuestas, al entonces bien encaminado PP.
Después, Aznar cometió el error de fotografiarse en las Azores, vino el terrible atentado de Madrid, y ya sabemos en qué quedó su bien urdida trama política. Todos olvidaron el cuaderno azul y le dieron una lección en las urnas, de las que hacen historia.
A partir de ahí, el candidato no resultó ser tan dócil como el ex presidente imaginaba y Rato, desde la atalaya de poder en que lo había colocado el despecho, desapareció de los medios poco a poco, inmerso en su labor lejos del territorio nacional, hasta que decidió apearse de ese carro, aduciendo motivos personales para regresar.
Ahora parece que su labor no fue, al fin y al cabo, tan productiva ni tan brillante como se nos ha querido vender desde las filas en las que milita y que en vez de hacer previsión de la crisis mundial que se avecinaba, optó por la omisión de los hechos, no se sabe si por desconocimiento o por temor al desgaste, incurriendo en un gravísimo error de terribles consecuencias y de cuya responsabilidad debiera responder inexorablemente.
Catedráticos de derecho han llegado a pedir su enjuiciamiento por esta causa y él, desde la sede central de Caja Madrid, ha obviado responder a las preguntas de la prensa, siempre con ese aire de hombre ocupado que antes llevó a pensar que su labor era encomiable.
En definitiva, el camino de los delfines no ha salido, en absoluto, tal como la meticulosidad de Aznar esperaba. De nada sirvió, a la vista de los acontecimientos, su estudio concienzudo de ambos, ni las labores designadas por él, descritas en el cuaderno de campo, ni su proyecto de futuro para quedar en la memoria de los españoles como el mejor presidente que tuvieron durante la democracia.
El uno, se ha desligado abiertamente de sus órdenes, apeando a sus fieles de su entorno cercano y chocando frontalmente con su afán de protagonismo enfermizo, evitando su presencia en variadas ocasiones, y el otro, ahora que todo iba tan bien para los suyos, acaba de traer la vergüenza de su ignorancia supina, a una palestra abierta a la posibilidad de que se haga pública toda su mala gestión en el FMI, demostrando una posición de alegría cercana a la de Zapatero, tantas veces criticada en las arengas mitineras de Cospedal y compañía. Se están quedando sin argumentos.

Nota de urgencia

Antes de publicar el artículo que había preparado para hoy, la tensa espera que se está viviendo en Egipto, nos hace estar alerta ante los acontecimientos que puedan producirse en Egipto, tras la decepcción popular que desencadenó la intervención televisiva de Mubarak anoche. Estamos, con el pueblo, en la plaza Taharir y deseamos, desde el corazón, que el empecinamiento inexplicable de este personaje, no traiga consecuencias imperdonables para la esperanza de libertad de estos valientes que nada tienen que perder. Mantenemos las líneas abiertas a cualquier novedad y deseamos que en el día de hoy, podamos dar la magnífica noticia de que empieza una nueva etapa para este pueblo milenario.

miércoles, 9 de febrero de 2011

¿Dónde está el cielo de Madrid?

Ahora que tanto se habla de los perjuicios del humo del tabaco y los que padecemos esta enfermedad, otrora glamorosa, somos desterrados a esquinas bautizadas por los perros, para poder consumir nuestra necesaria dosis de nicotina, cae una especie de castigo divino sobre los autores de la moderna prohibición y les cubre de una penumbra gris intensa el cielo de las grandes urbes, sumiéndolas en una nube irrespirable de polución, que aúna en un mismo nivel a los pecadores fumetas y a los de pulmón limpio, sin que el dedo acusador de los defensores de la vida sana, pueda hacer absolutamente nada por evitarlo.
Aquí está en juego algo más grande que una cajetilla de tabaco y no se pueden colgar letreros de dirección prohibida en las estrellas, ni mandar fuera a los productores de la catástrofe, sin hacerlos viajar obligatoriamente hacia ciudades mas pequeñas. Tampoco existen tratamientos costeados por la seguridad social para abandonar la adicción de poner el coche en circulación, ni cojones para prohibir su uso, con el fin de limpiar los espacios contaminados por la masa informe de oscuridad que se filtra por nuestras calles, convirtiendo su ambiente en invernal, aunque detrás del espesor maligno, brille un sol de justicia.
Como a las beatas, sólo les cabe a nuestros políticos, organizar rogativas a los santos mas influyentes, deseando la pronta aparición de una lluvia purificadora que les quite de encima el marrón de no saber controlar las emisiones de CO2 de nuestra moderna gama de vehículos, de país asentado en el desarrollo, y que complica el poco estado de bienestar que nos deja la crisis, con la imposibilidad de poder pasear mansamente por nuestros lugares cotidianos.
Hace ya unos de años, que Madrid perdió el cielo en aras del progreso, que lo dejó olvidado en algún rincón entre el laberinto de autopistas numeradas que lo cruzan y se rindió ante la ruidosa algarabía de los interminables atascos que se producen a cualquier hora del día y de la noche en su pobladísimo territorio.
Por mucho que busquemos en los bolsillos del recuerdo, es difícil tener una idea clara de cómo era antes la ciudad y del olor del aire puro, cuando aún no estaba impregnado de aromas procedentes de los derivados del petróleo, que tantos otros disgustos da también a nuestra economía cotidiana.
Seguramente, y a la vista de la clara influencia de la muy piadosa señora Aguirre sobre la corte celestial, podrán conseguir, en breve, una buena borrasca, de esas de gota gorda sobre los planos de los meteorólogos, pero la foto del momento, es la de una enorme boina negra que no respeta la capitalidad de Madrid y ejerce, según dicen, malos auspicios sobre sus habitantes, que se temen, si la cosa prosigue, un decreto que les impida acceder al centro en el maravilloso coche por el que pagaron, casi tanto, como por el chalet de la sierra.
Y para esto, de nada servirán las estufas instaladas en las terrazas que acogen a los fumadores estigmatizados que, cabreados como monos, aceptan a regañadientes la prohibición desfasada que contra su libertad se impone. Quizá si añadieran una gran imagen del dios Manitú al recién estrenado paisaje, se declarara un diluvio universal, que permitiera volver a ver el color del cielo de Madrid.

martes, 8 de febrero de 2011

Historias de sondeos

He de reconocer que nunca he acabado de entender los resultados de las encuestas. No se si es que la forma de preguntar no es la correcta, o si las respuestas de los encuestados derivan por los cerros de Úbeda ofreciendo unos resultados extrañamente peculiares, que en nada concuerdan con las deducciones finales de las empresas que las realizan.
En plena precampaña electoral, los últimos sondeos otorgan una ventaja de diez puntos al PP, sobre el partido ahora gobernante, que se queda, según los datos, con un treinta y cuatro por ciento de los votos, algo, por otra parte, ya previsto, dada su actitud para con los trabajadores y el resultado económico de su gestión, que ha dejado en la calle a mas de cuatro millones de personas.
Pero curiosamente, y cuando debiera considerarse su mejor momento, Mariano Rajoy no alcanza el aprobado, a criterio de los encuestados, quedando situado en este ranking de líderes, en una posición sospechosamente cercana a la del presidente Zapatero, como si no acabara de contar con la confianza del electorado que declara abiertamente la intención de votar a su partido.
Y además, como añadiendo elementos a la incógnita, aunque los socialistas perderían mandato con una caída en picado, digna de ser estudiada por los expertos, el vicepresidente Rubalcaba, se hace con el número uno de las preferencias de los ciudadanos, en una forma de rizar el rizo, que no acaba de convencer ni al más ignorante de la clase.
Por delante del líder popular se sitúan igualmente, Carme Chacón y Rosa Diez, que debe estar frotándose las manos con esta manifestación espontánea de amor que le dedica el respetable y haciendo cuentas, por si los pronósticos se cumplen y se cuela como tercera en discordia en los resultados electorales.
Si las respuestas de los encuestados están bien reflejadas, parece un absurdo que quien piensa cambiar su intención de voto hacia la derecha, prefiera sin embargo al superministro del gobierno del que abomina y como segunda opción a la ministra de Defensa, e incluso a la señora Diez, en lugar de estar encantado con quien lidera el partido al que otorgará su confianza, que queda hecho unos zorros a los ojos atónitos de los que aún no tienen decidida una opción política concreta.
Puede ser que todo responda a la terrible decepción que se expande por nuestras tierras aniquilando la imagen que de la clase política teníamos, e igualando en la mala opinión a los unos y los otros, sin distinción de la ideología que representan, como si hubiera desaparecido cualquier esperanza en cualquiera que haya elegido como profesión una política, realmente alejada de las necesidades de la calle y sumida en un mundo paralelo con otras aspiraciones que escapan a nuestra inteligencia.
Y puede, que al final todo se reduzca a una elección personalizada de candidatos, en oposición frontal con el sistema de listas cerradas imperante en nuestro país, como en un acto reflejo de rebeldía popular contra los protagonistas absolutos de la película bipartidista.
Seguramente, Zapatero no volverá a presentarse a las elecciones, pero, a la vista de los resultados de las endiabladas encuestas, queda claro que el señor Rajoy, tampoco debiera hacerlo.



lunes, 7 de febrero de 2011

El cántaro y la fuente

Los repetidos fracasos de las negociaciones para acabar con la situación en Euskadi, hacen que sea ya poco creíble cualquier iniciativa promovida por la izquierda abertzale, que acaba de presentar una propuesta, de cara a las elecciones municipales, declarándose abiertamente demócrata y contraria a cualquier tipo de violencia, incluida la de ETA.
No gozan de buena reputación los componentes de estas formaciones. Ha ido su cántaro tantas veces a la fuente, que hace tiempo que terminó quebrándose, ante el desencanto generalizado de cuántos apostamos por una solución dialogada que terminara con la larga lista de víctimas, mortales o no, de cuarenta años de apoyo a unas doctrinas independentistas, directamente relacionadas con el terror.
Es verdad que hace un par de años que nuestras vidas han mejorado considerablemente, al no tener que preocuparnos de encontrar en las noticias delitos de sangre, pero aún se alzan voces que se quejan de sufrir extorsiones económicas, a modo de impuesto revolucionario y todavía la kale borroka es, puntualmente , un hecho en las calles de Euskadi, lo que propicia sistemáticamente la huída de las personas hacia otras autonomías, aquejadas de una falta total de libertad para moverse por su propia tierra.
Es, por tanto, de esperar, que la propuesta de esta nueva izquierda abertzale, sea analizada con lupa por los organismos competentes y bastante probable, que una respuesta negativa acabe aguando la fiesta a la recién llegada coalición, si es que puede probarse cualquier indicio de que su procedencia esté ligada de algún modo, a la ilegalizada batasuna.
Las promesas incumplidas, las treguas rotas con asesinatos tan absurdos como los de la Terminal del aeropuerto de Madrid, la memoria fresca de las múltiples víctimas, son una pesada carga de la que resulta difícil desprenderse sólo con buenas palabras, cuando la credibilidad está en entredicho.
Tampoco queda claro, si esta coalición se desliga en su totalidad de las doctrinas de Eta, que permanece en silencio mientras todo sucede, o si, por el contrario, no es otra cosa más que su representación política, como hasta ahora venía sucediendo.
Los partidos nacionalistas, de momento, han acudido al acto de presentación de hoy, en un implícito apoyo al nuevo partido, aún antes de conocer en qué quedará todo esto, pero PP y PSOE, han declinado la invitación aduciendo respeto a la memoria de las víctimas.
Queremos ser bien pensados y ojala fueran ciertas, esta vez, las promesas de paz que nos venden aquellos que han inquietado nuestra existencia durante tanto tiempo. Nada nos gustaría más que ser testigos de una paz tan real, que nos permitiera olvidar el dolor de los años oscuros que han escrito con tinta de sangre muchas páginas de nuestra historia reciente, pero cabe una duda razonable que inquieta nuestras conciencias, sin dejarnos soñar con un destino mejor. Si la voluntad es cierta, ayudaría tremendamente que ETA entregara las armas.

domingo, 6 de febrero de 2011

A río revuelto...

Expectantes ante el desenlace de los acontecimientos en Egipto, Estados Unidos e Irán tratan desesperadamente de apuntarse la baza que decante la balanza hacia el lado del ganador, esperanzados con atraer hacia su bando a quien detente el poder estratégico del país de los faraones.
La multitud continúa incansable ocupando la plaza Tahrir, en espera de que el tirano Mubarak termine de apuntalar los beneficios que hasta ahora lo retienen y se decida a marcharse, mientras aún pueda hacerlo con cierta dignidad, evitando el baño de sangre que puede producirse, de prolongarse las escaramuzas callejeras.
El gran peligro de este episodio único en la historia del pueblo magrebí, ya lo decíamos en su inicio, sería cometer el error de escuchar a terceros, en la decisión de su propio destino.
Las injerencias extranjeras en los asuntos de un estado, siempre traen consigo un afán por alcanzar ciertas metas, claramente beneficiosas, para el que ofrece ayuda y una merma considerable en las aspiraciones de los nativos, que al final no acaban consiguiendo aquello por lo que arriesgaron la vida en una lucha incierta.
En las calles de El Cairo, se juega estos días la hegemonía entre Oriente y Occidente, aunque el pueblo que grita contra el tirano, ni siquiera sea consciente del tira y afloja que provoca a nivel internacional su movimiento emocionado a favor de la libertad de pensamiento.
Caer en el error de dejarse manipular por líderes de otras naciones, acarrearía o bien una occidentalización de la vida de un pueblo con costumbres ancestrales indiscutibles, o bien, una teocratización islamista que no haría otra cosa que ahondar en la brecha ya existente en la fanatización creada por la exageración del miedo, que alientan quienes, en el fondo, no quieren otra cosa que aumentar sus dosis de poder.
Es por eso que los ciudadanos egipcios sólo debieran aceptar las condiciones que respondan a sus aspiraciones concretas y evitar cualquier contaminación del conflicto basada en la palabrería de quienes, en los peores momentos, siempre se mantuvieron al margen de la miseria que soportaban, tolerando tácitamente el régimen que los tiraniza.
Nunca sabremos cómo empezó todo, ni si alguien en la sombra movió los hilos del inicio del levantamiento, pero los mecanismos que ahora están en marcha son una realidad palpable que conmueve las conciencias de las personas con principios y un terremoto de brisa fresca que se ha colado por las ventanas de los que permanecían dormidos, provocando un escalofrío del que es difícil escapar.
Deseemos que su salida de la esclavitud, no los lleve por un camino que conduzca directamente a otra forma de tiranía, que el puesto que dejan los corruptos, no sea ocupado por otros con idénticas intenciones y que las soluciones elegidas se asienten, de hecho, en una nación nueva, libre y democrática en la que poder convivir sin miedos ni presiones, de una manera digna.
Para ello, no sólo hay que matar los fantasmas del pasado, sino asegurarse que la presencia de terceros, no se instale para siempre en sus sueños, usurpando un protagonismo, que únicamente a ellos corresponde. Ojala y haya suerte.


jueves, 3 de febrero de 2011

Achtung!




Aterriza en nuestro país la madrastra de Cenicienta, enfundada en un traje sastre de corte masculino, esbozando una sonrisa cómplice mientras camina al lado de su fiel Zapatero mascullando en su idioma bárbaro oriundo, que la reforma laboral recientemente aprobada, está bien, pero estaría mejor, si las subida de sueldos de los trabajadores estuviera en relación directa con su productividad, y no con el índice de precios al consumo, como hasta ahora se viene haciendo.
Se le adivina el don de mando bajo la rigidez de su rostro, consciente de estar liderando, junto a su aliado francés, una recuperación europea que sólo a ellos favorece y demuestra ser la alumna aventajada de la doctrina capitalista, insaciable en su afán de posesión, sin dar oportunidad a considerar otros caminos, a los sufridores de la crisis que tuvimos la mala suerte de caer embelesados bajo los oropeles del ladrillo.
Cuenta la feria según le va, presuponiendo que nuestro poder adquisitivo va por la línea del de los alemanes y que nuestra idiosincrasia acabará pareciéndose a la sajona, si consentimos en obedecer como corderos a sus órdenes hitlerianas.
No extraña la dureza de esta mujer, que procede de uno de los pueblos con más capacidad de recuperación de la historia, y cuya militancia siempre estuvo al lado de las derechas, pero el idilio que pretende con ella nuestro presidente socialista, raya en la chabacanería de lo incomprensible y machaca las creencias de los votantes de izquierdas, que le otorgaron su confianza, por segunda vez, hace ahora tres años.
Dicen que viene ofreciendo ochocientos mil puestos de trabajo especializado para nuestros jóvenes, no se sabe si porque los suyos carecen de preparación, o como estrategia para dejarnos sin cabezas pensantes que puedan oponerse en la calle a sus disparatados planes económicos y sociales.
Pero aquí la reciben a bombo y platillo, y le admiten con complacencia los halagos baratos que dedica al servilismo que con sus dictados han tenido nuestros políticos, como si se tratara de una super estrella infalible, que nos trajera la solución a las largas colas del INEM y llenara la cesta de la compra de nuestros cuatro millones de parados con sus ideas milagrosas.
Sin embargo, a gran parte de la población le resulta grotesca la imagen bucólica del “todo va bien, misión cumplida”, que, según fuentes gubernamentales, nos permitirá empezar a crear empleo en el segundo semestre de este año.
De momento, a pesar de los azotazos de la madrastra, de la obediencia extrema a sus sugerencias y de la adulación de hoy hacia las medidas adoptadas, los despidos se siguen produciendo, la juventud sigue sin horizonte de futuro y el pueblo está que trina, con esta injerencia permanente en los asuntos de un estado, que está muy lejos de parecerse en nada al de la señora Merkel, afortunadamente, en muchas cosas.
Es por eso, que mientras los alemanes que han llegado se dedican a los placeres que les ofrece nuestra maravillosa tierra, entre reunión y reunión, los ojos de los trabajadores españoles, miran con esperanza y atención a los sucesos de Egipto y una voz interior grita con toda la fortaleza posible: Adelante.

miércoles, 2 de febrero de 2011

La razón de la fuerza

La revolución popular en Egipto, alcanza su punto álgido durante la madrugada, cuando los partidarios de Mubarak, haciendo uso de su fuerza, abren fuego real contra los manifestantes de la plaza Tahrir, en un intento a la desesperada de hacer prevalecer al faraón tiránico en su puesto, desoyendo los tímidos consejos de la comunidad internacional para que abandone el poder, propiciando un cambio radical en la forma de gobierno.
El ejército permanece momentáneamente al margen del conflicto, seguramente queriendo asegurarse, antes de intervenir, de que el bando elegido sea el que finalmente se alce con la victoria, aunque esta cueste un baño de sangre, inexplicable para los que miramos desde fuera.
La estancia en las calles del país, se convierte en un peligro para los periodistas extranjeros y las continuas escaramuzas que se suceden en ellas, ahora agravadas por el uso indiscriminado de las armas, pueden llegar a derivar en una guerra civil, si no se pone freno a la empecinada actitud del dictador, radicalmente en contra de los deseos expresados por su pueblo.
Nunca sabremos quién proporciona las armas a los que empuñan las pistolas contra los inocentes, o si ya se encontraban en su poder desde que empezó la revuelta, pero resulta incomprensible que una parte de los habitantes del país, pretenda el continuismo de un régimen, que atenta gravemente contra los derechos de los ciudadanos, inmersos en una miseria que destaca frente a la ampulosidad de unos cuantos que se niegan a compartir el grueso de las riquezas.
Este intento por sofocar una rebelión de justicia, por implantar un silencio ensordecedor dónde antes hubo un grito de desesperación porque las cosas cambiaran, viene a resumir las diferencias sociales instaladas en esta tiranía y los efectos que pueden traer, si la situación se prolonga por mas tiempo.
Probablemente, si la presión ejercida por Occidente sobre Mubarak, se hiciera inflexible exigiendo un inmediato abandono del poder, la transición hasta el cambio sería pacífica, del mismo modo que ha ocurrido en Túnez, y se ahorrarían las vidas de los que están cayendo en las calles, reclamando únicamente, un modo de vida mas digno.
Entretanto, Angela Merkel llega a España. Satisfecha de los acuerdos logrados por el servilismo de su alumno Zapatero, con una nueva cartera de exigencias que ahogarán aún más a nuestras clases trabajadoras, entregadas al yugo de la obediencia.
La ministra Jiménez, borra de su agenda una visita a Egipto y se limita, como los demás, a la observación desde lejos del conflicto, sin posicionarse en el mismo, con la valentía que sería de esperar de quien se proclama demócrata y socialista.
Horas negras aguardan a los que se atrevieron a alzar la voz contra los designios de la tiranía y es tan grande su soledad, que no hay palabras para describir la podredumbre que ensucia a los países civilizados, capaces de mirar a otro lado, mientras los débiles tratan de resolver su vida agónica, sólo con la fuerza de sus tímidas voces.

El camino incierto

Las desalentadoras noticias de una nueva subida en la cifra del paro, viene a probar la inutilidad manifiesta de la reciente reforma laboral, que el gobierno nos quiso vender como la panacea que curaría todos los males relacionados con la crisis.
Las promesas cayeron nuevamente en el olvido y la realidad de los que se encuentran sin empleo, supera con creces el dolor previsto, convirtiendo en desesperación, lo que se suponía como una puerta a la esperanza.
De tanto mentir –ahora otra vez con todo lo relacionado con las pensiones- la poca credibilidad que los ciudadanos prestaban a sus representantes políticos se rompe en mil pedazos relegando su imagen pública a los puestos de cola y habrá de pasar mucho tiempo o producirse un improbable milagro, para que la recuperación pueda producirse o, al menos, mejorarse hasta unas cifras medianamente aceptables.
Choca el enfado morrocotudo de las bases afiliadas a los sindicatos mayoritarios, que muestran en los foros su disconformidad con los últimos acuerdos firmados y surge la pregunta de quién ordenó, pues, a los dirigentes bajar la cerviz ante tamaño desatino, cuestionando el funcionamiento democrático de estas centrales, que empiezan a no representar ni siquiera a los suyos, entrando en franca decadencia.
La irreverencia de salir a los medios de comunicación defendiendo el acuerdo, raya en el esperpento y viene a dejar meridianamente claro, que prima algún interés que se nos escapa, sobre lo que conviene a unos trabajadores, en paro o no, que desdeñan en su totalidad la postura de los firmantes.
No se sabe bien cuánto plazo se necesita para empezar a repuntar, pero la urgencia de las familias que lo han perdido todo es prioritaria y debería considerarse como necesaria, por encima de que la dirigente alemana apruebe o no la gestión de Zapatero, con una palmadita en la espalda, pero a miles de kilómetros de aquí.
Hablar de equiparar nuestros impuestos y precios con los europeos, es una incongruencia si se tiene en cuenta la colosal diferencia que existe entre los sueldos, o el poder adquisitivo que le queda a quien se encuentra en paro y sólo recibe cuatrocientos euros de subsidio, para cubrir todas las necesidades de un mes.
Nadie, ni gobierno, ni oposición, ni sindicatos, ni todo el arco político existente, ofrece una solución visible a la contundencia de nuestro problema, ni quiere siquiera hablar de lo que ocurre, en un ejemplo de insolidaridad e ineficacia, que roza unos límites peligrosos.
No se explica que la gente no se decida a tomar las calles en una protesta categórica, sin otro ánimo que el de exigir sus derechos, mientras aún se proponen reducir los pagos de los empresarios, que son absolutamente felices de aumentar sus ganancias.
Es indescriptible la vergüenza que sentimos al ser conscientes de todas estas cosas e imprevisible lo que puede pasar si el empecinamiento de continuar a este ritmo, no mira atrás para contemplar la realidad del país.
Dice el señor Aznar que nos vamos a convertir en europeos de segunda fila. Eso, contesto, a mi me importa un bledo. Yo lo que quiero es poder decir que todos vivimos con dignidad, en Europa, o fuera de ella.