Aunque
sin duda la noticia del día es la renuncia del Juez Marchena a presidir el
Consejo General del Poder Judicial, tras hacerse públicos los vergonzosos mensajes emitidos por Ignacio Cosido, a través
de un chat al que pertenece junto a muchos de sus compañeros del Senado y en
los que da por sentado que el reparto de los cargos en el CGPJ favorece
ampliamente al PP, llegando a decir que de este modo su Partido cuenta con
varias salas de justicia, dando a entender que favorecerían sus intereses, si
fuera necesario en un momento,, decido postergar el artículo correspondiente a
este caso para mañana, cuando seguramente tendremos todos mucho más claro en
qué queda finalmente esta rocambolesca historia que hunde todavía más, si cabe,
el concepto que los ciudadanos en general ya teníamos sobre el funcionamiento
real de la Justicia.
Voy
a centrarme sin embargo, en el Debate que se produjo anoche y en el que
participaron los cuatro principales candidatos a presidir la Junta de Andalucía, y lo hago,
fundamentalmente, porque para los que esperábamos ansiosamente el
enfrentamiento de estos cuatro pesos pesados, los contenidos que se trataron
durante dos horas, en la televisión andaluza y sobre todo las actitudes tomadas
por los participantes mientras que duró el enfrentamiento, resultaron ser francamente curiosas y sorpresivas.
Nos
sentamos ante el televisor, seguros de que todos los ataques iban a ir
dirigidos principalmente a la gestión de Susana Díaz y convencidos de que el
tema de la corrupción de los ERE y los Cursos de Formación terminarían por
convertirse en la mejor arma con la que contaban los representantes de las
otras Formaciones políticas, para lapidar a la Presidenta y nos encontramos con
que el desarrollo del encuentro se centró desde el primer momento en una lucha
a muerte entre el líder de Ciudadanos, Juan Marín y el representante del PP,
Juanma Moreno, dando la impresión de que teniendo asumida su derrota en las
Elecciones del 2 de Diciembre, lo único importante para ambos, en estos
momentos, es ganarse la aceptación de los votantes de las derechas.
Díaz,
con el natural desparpajo que le caracteriza, aprovechó sabiamente la ocasión
para presumir de los logros obtenidos en el transcurso de esta legislatura y
trayendo la lección bien aprendida, respetó religiosamente las opiniones de
Teresa Rodríguez, de Adelante Andalucía, ajustando su discurso a las nuevas
reglas que rigen ahora en el Gobierno central y dedicando toda su atención a
derribar todos los argumentos que se exponían, por parte de los Partidos de las
derechas.
Muy
duras fueron sus intervenciones contra hasta quiénes hace bien poco, habían
sido sus socios de Gobierno, consiguiendo contrariar seriamente a Marín, que
durante una buena parte de sus intervenciones había estado adjudicándose una
serie de triunfos, como si su partido hubiera estado gobernando en Andalucía
estos últimos tiempos.
Sosos
y faltos de un programa que ofrecer a los andaluces, sobre todo en el terreno
laboral y social, que son realmente los aspectos que a todo el mundo más les
interesan, ambos cometieron el gravísimo error de mantener como su prioridad
todo lo relacionado con la crisis en Catalunya, suponemos que tratando de
provocar que la Presidenta se pronunciase sobre lo que viene ocurriendo allí y
fracasando estrepitosamente en sus intenciones, pues Díaz no sólo no entró al
trapo, sino que reivindicó varias veces, con toda la razón, que el Debate que
estaban celebrando debía circunscribirse, exclusivamente, a temas que afectaran
a Andalucía.
Desarmados
por este flanco y mucho más aun por el otro, pues Teresa Rodríguez fue, con
mucho, la que mejor supo desarrollar los postulados correspondientes a cada uno
de los bloques que se trataron, ofreciendo además, en cada momento, las medidas
que su Partido propone para la resolución de los problemas reales de esta
Autonomía y huyendo con habilidad de un choque frontal con una Susana Díaz, con
la que seguramente se encontrará condenada a entenderse, si como auguran las
respuestas, no les quedará otra fórmula que aliarse para poder constituir un
Gobierno de progreso, el nerviosismo de Marín y Moreno quedó manifiestamente
probado y la impresión que ambos ofrecieron a los posibles votantes, fue la de dos
novatos intentando repartirse un trozo de pastel, que seguramente se llevará Marín,
pues Moreno ni siquiera supo mantenerse firme en sus afirmaciones, a lo largo
de toda la noche.
El
tono comedido de los participantes, todos mantuvieron actitudes moderadas
durante sus turnos, aunque pudo palparse una tensión permanente entre el popular y el de Ciudadanos, logró en
ciertos momentos, aburrir al espectador y sólo dejó claro que ninguno de los
dos candidatos de los Partidos de derechas, posee la talla política necesaria,
para poder gobernar Andalucía.
La
aparente conciliación entre Díaz y Rodríguez, que coincidieron en su visión de
muchos de los asuntos que se trataron, como en el de la subida del salario mínimo
o su preferencia por la Sanidad y la
Educación públicas, frente a las políticas de concierto o las privatizaciones
que se defendían desde el otro lado, ayudó en gran medida a ofrecer a los
futuros electores una imagen de responsabilidad que contrastó vigorosamente con
la inseguridad que se percibía en Marín y Moreno.
Ninguno
de los dos supo aprovechar la ocasión que se les ofrecía para potenciar a sus
respectivos Partidos en este espacio andaluz, tradicionalmente gobernado por
los socialistas y ni siquiera fueron capaces de sacar rendimiento de los
gravísimos asuntos de corrupción que han sacudido a esta Autonomía, en los
últimos años.
Brillante
y poderosa Rodríguez, en la defensa de
sus argumentos y quizá un poco demasiado comedida en sus referencias a la gestión
de la Presidenta, aceptando quizá que no le quedará otro remedio que llegar a
un acuerdo con ella, para trabajar codo con codo, durante los próximos cuatro
años, después de que se celebren las elecciones.
Díaz,
que parece haber aprendido la lección que le dio Pedro Sánchez cuando la
derrotó en las primarias, haciendo trizas todos los pronósticos de los llamados
expertos, ofreció anoche una inusual imagen de humildad, como dando a entender
que es consciente de que las órdenes de Madrid son sagradas y que está
dispuesta a cumplirlas escrupulosamente.
Si
la Campaña continúa por este camino, ya les digo yo que las derechas no tienen nada que hacer
en este controvertido territorio y que los comicios serán, el día dos, un paseo
militar para las dos candidatas de la izquierda.
Esto,
que en otros momentos podría no tener la menor importancia, es en la actualidad
un reflejo de lo que está ocurriendo en el país en general y refuerza
poderosamente el liderazgo de Pedro Sánchez y también el de sus socios de Podemos.
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