Todos
los acontecimientos ocurridos en los últimos días en el mundo de la Justicia,
la fragilidad del Gobierno de Sánchez, las posturas de las derechas sobre el problema
catalán, la polémica por la exhumación de los restos de Franco y los mensajes
emitidos en el Chat de Cosidó, han terminado por trasladarse, cómo no podía ser
de otra manera, al Congreso de los Diputados, dónde ayer se vivió una jornada
que llegó a alcanzar unos niveles de
tensión que motivaron una intervención de la Presidenta, que visiblemente emocionada,
se lamentaba del clima que se está instalando en el Hemiciclo.
El
momento más álgido lo protagonizó el Diputado por Esquerra Republicana, Gabriel
Rufián, que como todos sabemos no deja a nadie indiferente en ninguna de sus intervenciones
y que dirigiéndose al Ministro de Exteriores, Josep Borrell, le acusó varias veces de ser
indigno, siendo llamado al orden, hasta tres veces, por Ana Pastor y siendo finalmente expulsado de la sala, que abandonó
seguido por todos los integrantes de su propio Partido.
Fue
en ese momento y mientras Borrell se encontraba de pie presenciando la escena,
cuando el también Diputado, Jordi Salvador, hizo un extraño gesto cuando pasaba
justo al lado del Ministro, que inmediatamente le interpeló asegurando que le
había escupido, aunque el estudio detallado delas escenas que hemos visto, a
cámara lenta, en televisión, no demuestran fehacientemente que tal hecho
ocurriera realmente. Sí que se advierte en las imágenes, que Salvador hace un
ademán extraño con su boca al cruzarse con Borrell mientras se dirigía a la
salida, pero resulta del todo imposible asegurar si verdaderamente se trató
simplemente de un bufido, como después afirmaron sus compañeros de Formación o
si el Ministro dice la verdad, cuando narra, en primer persona, la escena.
El
rifirrafe, que provocó inmediatamente un enorme revuelo, fundamentalmente
protagonizado por las filas de los Diputados
de Ciudadanos y PP, que aprovecharon la ocasión para incidir en la versión que
vienen manteniendo sobre el problema de Catalunya, fue la gota que colmó el
vaso de la paciencia de la Presidenta de la mesa, que optó entonces por
prohibir a los Diputados que en el recinto volvieran a pronunciarse las mutuas
acusaciones de golpistas y fascistas , que durante varios días han
intercambiado asiduamente los representantes de las derechas y los partidarios
de la independencia de Catalunya.
Habría
que recordar sin embargo, que el nombramiento de Josep Borrell como Ministro de
Exteriores fue duramente cuestionado por los separatistas catalanes, que a raíz
de la participación del mismo, en un acto celebrado por la Sociedad Civil
Catalana, en el que intervino como orador a favor de los constitucionalistas,
se convirtió en uno de sus principales enemigos, al que tampoco han perdonado
el enfrentamiento verbal que tuvo en un programa de televisión con Oriol
Junqueras, ni su apoyo incondicional a la aplicación del artículo 155.
Quizá
es por eso, los Diputados catalanes presentes en el Congreso español no pierden
ocasión de atacar a Borrell, cada vez que pueden, en sus intervenciones y que
las respuestas que les ofrece el Ministro, suelen ser habitualmente aplaudidas,
no sólo por la bancada socialista, como sería lo normal, sino también por las
de populares y Ciudadanos, como ocurriera ayer mismo, mientras Rufián saludaba
como un torero desde su escaño, antes de ser expulsado de la sala por la
Presidenta.
No
han dado sin embargo los socialistas
demasiada importancia al hecho que denunciara Borrell y que según propias
palabras, no habría sido advertido por ninguno de sus compañeros en el momento
en que se produjo, lo que ha generado a su vez, un enorme grado de irritación
en personajes como el propio Rivera, que ha llegado a decir que muchos
catalanes contrarios al proceso separatistas, se encuentran desgraciadamente
muy acostumbrados a que este tipo de acciones, se repitan con asiduidad, dentro
de su propio territorio.
Si
Salvador escupió o no a Borrell, seguramente nunca lo sabremos a ciencia
cierta, pero que la crispación entre quiénes resultan ser nuestros
representantes en el Congreso está llegando a límites insospechados, es un
hecho real y fehaciente, por lo que no acaba de parecernos mal que la
Presidenta de la mesa empiece a tomar algunas decisiones que intenten frenar
este despropósito que se está convirtiendo en rutina, si no queremos terminar
con escenas parecidas a las que hemos visto muchas veces en Parlamentos asiáticos,
en las que los Diputados se agreden
físicamente con extrema dureza.
Ya
por la tarde, se cuestionaba la condena de la dictadura franquista, a favor de
lo cual estaban PSOE, Podemos y los nacionalistas catalanes y vascos, pero que
era sutilmente rechazado por PP y
Ciudadanos, que pedían como contrapartida la absurda idea de que se rechazara
al mismo tiempo a los movimientos
comunistas, olvidando quizá que esta ideología se encuentra en la actualidad
legalmente representada en los Parlamentos de todo el mundo.
Una,
que estaba contemplando la escena, recordó inevitablemente aquellos libros de
texto de su infancia, en los que los llamados “rojos” aparecían representados
por unas figuras demoníacas con cuernos y rabo y armadas con tridentes,
mientras que las imágenes de los “camisas azules” del llamado Movimiento
Nacional, se correspondían con unos fornidos muchachos de complexión perfecta,
que armados con la bandera del águila y un escapulario en el pecho, se
mostraban como el ejemplo que debíamos obligatoriamente seguir, todos los niños
y niñas del momento.
Así
que en cierta medida, me sentí trasladada a una época de infausto recuerdo y la
actitud de las derechas actuales, empeñadas en continuar condenando sin tregua
las teorías marxistas, demostraron que sus integrantes han sido incapaces de evolucionar,
puesto que su pensamiento sigue anclado a las premisas que ya defendían en los
años cuarenta.
Asistiendo
a esta crispación, que probablemente muchos intentarán prolongar mientras dure
esta legislatura, los ciudadanos nos preguntamos con insistencia si estos
señores son los más indicados para representar lo que realmente necesitamos y
queremos o si simplemente han decidido dedicarse al mundo de la política por pura
ambición y la respuesta es importante, porque de ella depende que en próximas
elecciones volvamos a otorgarles nuestra confianza o simplemente, podamos
decantarnos por votar a otras Fuerzas menos agresivas que en lugar de dedicar
el tiempo a ofrecer bochornosos espectáculos como los de ayer, se preocupen
realmente de los gravísimos problemas que nos afectan como ciudadanos y cuya
resolución esperamos, desde hace demasiado tiempo.
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