miércoles, 19 de junio de 2013

Puerta a puerta


Si cada español se decidiera a escribir un relato de todos los casos que ha provocado esta crisis en su entorno más cercano y lo remitiera a la Moncloa  exigiendo que el Presidente que nos gobierna los estudiara detalladamente y le ofreciera la oportuna respuesta, ni Mariano Rajoy, ni su camarilla de Ministros, volverían a tener la desfachatez de aparecer ante los medios defendiendo  la absurda idea, de que ya ha pasado lo peor.
Es fácil hablar de recuperación cómodamente instalado en un despacho, al cual solo llegan noticias de la fluctuación de los mercados y de la marcha de la macro economía, pero evitando a la vez, cualquier intento de acercamiento protagonizado por una ciudadanía a la que se le impide por todos los medios conocidos, incluida la fuerza, un contacto directo con los políticos que teóricamente la representan, y que para más inri, fueron elegidos en las urnas, por medio de sus votos.
La impresión de que esta clase política ha decidido últimamente apartarse de la realidad terrenal e ignorar olímpicamente la verdad de lo que está ocurriendo a las familias españolas, se ha extendido a la totalidad de la opinión pública, minando cualquier atisbo de confianza que se pudiera albergar en ella y que ha sido destruido artesanalmente, por las conductas adoptadas  durante la gestión de la crisis, al menos, las de los dos grupos mayoritarios que conforman el indeseable bipartidismo.
Abandonados en nuestra soledad, a nadie parece importar nuestra tragedia y parece que nos hemos  o nos han convertido en descoloridas figuras que solo tienen importancia para cuadrar las cifras del déficit, o para exprimirlas hasta sacar todo el jugo que tienen, con la única intención de liquidar nuestra larga lista de deudas.
Pero la gente sigue teniendo corazón y las necesidades apremiantes que se les han venido encima a causa de un desempleo provocado por el error de aprobar una Reforma, a la medida de las exigencias europeas, horada su psicología como una broca de gran calibre, desestabilizando las relaciones personales más cercanas y convirtiendo, por tanto, la supervivencia, en un verdadero infierno, del que es imposible salir.
Detrás de las puertas de un hogar en el que ninguno de sus miembros tiene trabajo, poco o nada soluciona que baje o suba la prima de riesgo y lo único que auténticamente se hace imprescindible, es que a Rajoy no se le pase por la cabeza retirar a golpe de decreto, la paupérrima ayuda de cuatrocientos euros que ofrece el Estado, a todos aquellos que han agotado las prestaciones de desempleo, al llevar más de dos años ocupando un lugar permanente, en las filas del INEM.
Ese populismo que tanto ha utilizado el PP durante las campañas electorales, vendría ahora de perlas, si verdaderamente existe intención de conocer por dentro la realidad del País que gobierna, aunque fuera llamando puerta a puerta a los ciudadanos que habitan en nuestras ciudades y pueblos, y que se hallan totalmente convencidos de que sus problemas personales no interesan a nadie que tenga que ver con la política…y que por eso, no se resuelven.
Puede que conociendo la verdad, nuestros políticos se convencieran de que nuestra más urgente necesidad no estriba en reflotar la Banca y sí en la creación inmediata de empleo digno, que ayude a las personas a retomar un camino que ellos destruyeron con su guerra incruenta de cifras.
Tal vez así bajaran de la nube de algodón  que les protege de las iras que provocaron sus actitudes dictatoriales y aprendieran la imprescindible lección de que los hombres han de estar, siempre, por encima de las cuestiones crematísticas.


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