domingo, 24 de abril de 2011

La santa censura

Imagino que miles de personas en todo el mundo sintieron el otro día la tentación de formular una pregunta al Papa, en la convocatoria hecha por la televisión italiana, para tal fin.
Creyentes o no, católicos, mahometanos u ortodoxos, seguramente creyeron llegada una oportunidad única para obtener una respuesta personal de la boca del supuesto representante de Cristo en la tierra y probablemente se afanaron en desechar cuestiones banales para poder hacer la mejor elección, en la esperanza de ser seleccionados entre los participantes en el evento.
Pero a la hora de la verdad, la polvareda levantada acabó por quedar reducida a una pequeña mota perdida en un camino prefabricado y las tijeras vaticanas se aplicaron con ahínco en censurar categóricamente las intervenciones populares, dejando un escenario prefabricado en el que la figura del pontífice transmitiera una imagen edulcorada, centrada en su labor pastoral y obviando a propósito cualquier referencia al poder real que detenta quien preside el Estado más rico del mundo.
El cariz lacrimógeno de las preguntas emitidas, aderezado por imágenes melodramáticas de creyentes tocados por las desgracias mundanas más terribles, dieron sin duda pie al interlocutor para un lucimiento personal basado en promulgar la aceptación de la voluntad divina, sea cual fuere, y procuraron mostrar la vena más tierna de una sensibilización con las miserias humanas que desdice bastante de la verdadera cercanía demostrada por la curia, que ni siquiera participa en las colectas llevadas a cabo para remediar las causas de los que sufren.
Nos hubiera encantado saber, por ejemplo, en qué medida piensa El Vaticano colaborar en la reconstrucciones de Haití o Japón, del lado de quién está en los conflictos árabes, si el Papa piensa viajar a los territorios más pobres del mundo aportando parte de sus riquezas estatales para paliar la hambruna de determinados países o qué soluciones propone para la crisis, ya que su nación se ha librado de ella y campa boyante por sus sacrosantos territorios.
Sin embargo, esta puesta en escena falaz y negativamente selectiva, que contradice cualquiera de los principios que han regido desde siempre al auténtico periodismo, no ha conseguido otra cosa más que ahondar en las insalvables diferencias ya existentes entre los que se hayan enrocados en las posiciones ultra conservadoras reinantes en el reino de sus cielos y los pobres mortales que, abandonados a nuestra suerte terrenal, hemos de combatir denodadamente con nuestro oscuro presente, sabiendo que no contamos para nada con los beneficios de que disfrutan estos padres putativos que presumen de velar por nosotros.
La hipocresía que representa que ni una sola de las preguntas dirigidas al Papa vaya en contra de su política, ni esboce siquiera un asomo de crítica a su recalcitrante postura en temas actuales, ni haga referencia a los múltiples casos de pedofilia descubiertos en el seno de la iglesia en los últimos tiempos, da que pensar y nos convence de la manipulación descarada del televisivo encuentro.
Afortunadamente, ya pasó el tiempo en que se nos consideraba abiertamente rebaño y a las ovejas nos llegó hace mucho la oportunidad de tener un acceso a la educación, que hoy da sus frutos, ayudándonos a descubrir con relativa facilidad el gran filón de mentiras que se cuecen tras el falso oropel de la supuesta caridad cristiana de los altos mandos de la Iglesia.
Vade retro.

No hay comentarios:

Publicar un comentario