lunes, 10 de octubre de 2011

Degradación laboral

Me cuenta el propietario de un pequeño negocio familiar, que cada vez es más frecuente el caso de personas que se ofrecen para trabajar, a cambio de salarios que no alcanzan el mínimo interprofesional y lo incluyen en su currículo, como si de un mérito más se tratara.
Desesperados por la imposibilidad de remontar los gravísimos problemas que sufren a consecuencia de la crisis y los largos periodos de inactividad que padecen, muestran con esta posición la verdadera crudeza de la tragedia que vivimos, e igualan a este país con los que perteneciendo al tercer mundo, denigran a los trabajadores con míseras remuneraciones de hambre, acabando con cualquier resquicio de dignidad que pudiera elevarlos a la categoría de personas.
La figura de los inspectores de trabajo, sale bastante mal parada de este trance, si, como es de suponer, más de un desalmado aprovecha el ofrecimiento y contrata al operario, cruzando la línea de la legalidad para su propio beneficio, ya que horarios y remuneraciones son bases legítimamente sentadas para todas las profesiones en nuestro territorio y no hay posibilidad de negociación cuando de estas cuestiones se trata.
Estamos también, sobre todo en el sector de la hostelería, ante casos de jóvenes que son contratados a prueba durante dos días, sin salario, y después despedidos sin explicaciones para ver con asombro cómo su sitio es ocupado por otro, en las mismas circunstancias.
Otros empresarios, ofrecen con toda claridad y sin tapujos un par de horas de cotización y sueldos de cuatrocientos euros, a cambio de jornadas de más de ocho horas, e instan a retirarse de las entrevistas, a aquellos que no acepten implícitamente sus condiciones o reclamen otras mejores.
La reforma laboral, con su facilidad para el despido, no sólo no ha conseguido paliar el desempleo que nos azota, sino que, como puede verse, ha traído consigo una situación de picaresca empresarial, que al parecer nadie vigila ni penaliza.
Tampoco hay noticia hasta ahora, de que existan denuncias a este respecto por parte de nuestros acomodados sindicatos, ni es tema de ninguna de las campañas electorales que pululan por el territorio nacional, ni está escrita su persecución en ninguno de los programas políticos de los partidos que luchan por el poder.
No es ya que necesitemos con urgencia una solución al problema del paro. Exigir que las condiciones para los trabajadores que lo encuentren estén dentro de unos límites de humanidad y respeto para ellos, es una obligación ineludible y mirar por su estricto cumplimiento, lo más prioritario para todos aquellos que aspiren a representarnos en el futuro que nos aguarda.
La degeneración de valores en que nos encontramos inmersos, la falta de escrúpulos de quienes tratan de enriquecerse por medio de la explotación descarada del esfuerzo de los demás y el viraje a la derecha de cualquier política relacionada con el ámbito laboral, abre una herida profunda en los mismos cimientos de nuestra sociedad y sienta precedentes inaceptables para los derechos ganados por los trabajadores del mundo, durante años de dura batalla.
La imagen de los operarios del futuro será, si todo sigue así, desoladora y falta de cualquier esperanza. Tal vez a Europa le convenga y convenza esta indecencia y en el fondo seamos, como desde hace tiempo se pretende, pura mercancía devaluada por decreto.






No hay comentarios:

Publicar un comentario