domingo, 19 de diciembre de 2010

Cuento de Navidad

Hace años que adquirí la costumbre de felicitar las Navidades a mis amigos, escribiendo un Cuento de Navidad. Me pareció una alternativa diferente a la clásica postal, que todo el mundo guarda en los cajones, y lo más cercano a lo que mejor sé hacer, como muestra de cariño hacia los que considero queridos.
Este año, la nómina de personas que se han aproximado a mi círculo, ha aumentado considerablemente, desde que se me ocurrió abrir esta ventana, por la que lanzo mis opiniones al mundo y que me devuelve unas estadísticas inesperadas para la humildad de mis pretensiones.
Así que he decidido compartir también mi cuento con vosotros, sugerentes desconocidos, que me hacéis el favor de dedicar parte de vuestro tiempo a leer lo que escribo, que parece que os interesa, y que me seguís, a veces, desde sitios a los que nunca hubiera soñado llegar.
Muchas gracias por vuestra perseverancia y paciencia. Felices fiestas para todos, donde quiera que estéis.

Una pandemia misteriosa

En un viejo desván, Sara, que había cumplido treinta años en el 2045, dio por casualidad, con un amarillento y desvencijado manuscrito cubierto de polvo, que llamó su curiosidad de manera inmediata. Su contenido eran una serie de artículos, cada cuál con un título diferente, que parecían datar de un mismo tiempo, el 2010, para más señas.
Enseguida sintió una especie de magnetismo que la atrajo a hojear, por encima, la temática variopinta de la que parecía constar su hallazgo y, después de ponerse en contacto con su madre, fue informada de que el asunto no era otro, que uno más de los múltiples intentos de su abuela por encauzar la necesidad de escribir, que la había acompañado durante toda su vida.
Aquellas páginas impresas, habían sido, en origen, un ya anticuado blog de noticias diarias, de índole personal y colectiva, que había sido lanzado al mundo, sin cortapisas, pacientemente elaborado y cuidadosamente seleccionado en su temática, cuando aquella antigualla de Internet, era tecnología puntera en todos los hogares del planeta.
Sara inició con avidez su lectura, sentada en un rincón bajo la ventana de su cuarto, en la misma postura en la que solía colocarse su abuela cuando en la adolescencia iniciaba una vocación literaria narrando el tortuoso mundo amoroso de su adolescencia, o componiendo versos de clara influencia Becqueriana, sin permitir que nada ni nadie la distrajera de su ensimismamiento, hasta que la abandonaban las musas.
Enseguida llegó a la conclusión de que el año 2010 había sido un año difícil y aunque reconoció personajes estudiados en los libros de historia, la perspectiva desde la que estaban escritos los artículos, en muchas ocasiones, difería notablemente de las respuestas que había de dar en sus exámenes, si quería conseguir una nota que no manchara su brillante expediente.
Pero, en conjunto, la satisfacción de conocer de primera mano, una actualidad tan lejana y el vínculo familiar que pululaba por la habitación como un polvo mágico y envolvente, subyugó su intelecto y. por qué no decirlo, le robó el corazón causándole una indescriptible emoción que la mantuvo quieta durante una gran parte del día, absorta en una visión del pasado, que nada tenía que ver con la sosegada actualidad de que se disfrutaba, en el momento que le había tocado vivir.
Así transcurrieron las horas, en una deseada soledad, tan común a cualquier labor de investigación, y que a veces la hacían releer con asombro descripciones que ahora resultaban impensables, o hechos supuestamente probados, que de ninguna manera habrían sido tolerados por las personas que formaban parte de su generación.
Todo el año descrito en aquellas hojas macilentas, fue almacenándose en su retina, en una serie de imágenes inventadas, que adquirieron la dimensión de un realismo arrebatador, pasando instantáneamente del hondo sufrimiento a la alegría, nadando a la vez, sobre las tortuosas olas de un océano, como en la calma chicha de un mar de felicidad, si el artículo que leía trataba temas íntimos o de un humor sarcástico que definía situaciones, efectivamente jocosas.
Devorada por el ansia, apenas quedaban ya entre sus manos, seis o siete hojas del libreto, cuando descubrió el título con que había sido encabezado el artículo del día de nochebuena, y cuando concluyó, las piezas del rompecabezas que había estado manejando sin saberlo, encajaron como movidas por un resorte escondido en el fondo de uno de esos mecanismos secretos, que abren puertas ocultas en las mansiones tocadas por las leyendas de fantasmas nocturnos, que se pasean por sus pasillos sin poder alcanzar la paz de su retiro eterno.
Decía así:

Una pandemia misteriosa

Ayer, todos nos despertamos atacados por un virus de carácter desconocido, que afectó inexplicablemente a nuestros comportamientos naturales, en lo que parece ser una pandemia de carácter mundial, sin que, por el momento, los científicos hayan encontrado una fórmula para hacernos regresar a nuestra pasada realidad, ni conseguido paliar los efectos que, sobre nosotros, ha originado esta extraña experiencia.
Parece que los primeros síntomas tuvieron lugar en Asia, donde, al unísono, los millones de trabajadores que se hacinaban en las fábricas, en eternas jornadas laborales, pagadas con míseros salarios de hambre, se rebelaron contra las mafias que los dirigían, haciéndose con las empresas, en un alarde inusitado de osadía que, inmediatamente, acabó con su esclavitud, a la vista de la imposibilidad de reprimir a las nutridas masas que protagonizaron el suceso.
Mientras, los campesinos hispanoamericanos, tomaron por asalto las fértiles tierras de los magnates ,e hicieron valer sus derechos de posesión, basados en la antigüedad étnica que los avalaba como dueños, y recluyeron a los hacendados en sendos aposentos, bajo la estrecha vigilancia de nutridos grupos de indígenas, hasta que no les quedó otro remedio que aceptar una rendición incondicional a las reivindicaciones usurpadas durante tanto tiempo.
Todos los habitantes de los países considerados como integrantes del primer mundo, ocuparon desde primeras horas de la mañana las sedes bancarias más cercanas a sus domicilios, retirando los fondos celosamente guardados y administrados por los usureros del siglo XXI y paralizaron el movimiento de todas las Bolsas, en las que ya las caídas de las economías, habían empezado a manifestarse, en cuanto las noticias saltaron a los medios de comunicación del planeta
Árabes y africanos, parecieron despertar de su reiterada ignorancia y en cuanto descubrieron la tiranía a la que habían estado sometidos durante toda la vida, se instalaron cómodamente en palacios y emiratos, dándose con felicidad al goce, hasta ahora desconocido, de cuántos placeres disfrutaban sus gobernantes, estableciendo un reparto, más que justo, de las incontables riquezas que guardaban los inexpugnables muros de las fortalezas en las habitaban sus verdugos, ciegos a la miseria y desolación de sus súbditos.
Los esfuerzos de los poderosos, resultaron inútiles ante la superioridad numérica de los afectados por lo que ellos consideraron, un ataque bacteriológico de corte revolucionario, expandido simultáneamente por todos los rincones de la tierra y que, claramente, hería de muerte un sistema que, hasta ahora había puesto en sus manos las riendas del Universo y acababa, para los pobres, con la grave crisis que nos ha afectado sistemáticamente durante tanto tiempo.
Pero, ataque o no, nunca lo sabremos, el levantamiento sorpresivo de las masas, en acciones no programadas con anterioridad, pero efectivas en todos los ángulos, estaba dando resultados y aquella denostada justicia, en la que ya tan pocos confiábamos, por fin estaba colocando a cada cuál en su lugar.
Nadie acudió a su puesto de trabajo, por lo que, por un día, el mundo quedó suspendido en una atmósfera que no generó beneficios y todos los asalariados lanzaron una sonora carcajada que recorrió los cielos, tiñéndolos de un color libertario.
Y aunque cayó la noche, que suele traer intrínsecas intrigas solapadas, en su absoluta oscuridad, ya nada volverá a ser lo mismo. Por fin, el hombre ha despertado de su amnesia inducida y es el dueño de sí mismo, habiendo vencido por goleada a los depredadores de su propia especie.
Esta mañana, aún con la resaca de todo lo vivido, instalada en nuestras mentes renovadas por esta entrada de aire fresco en la tristeza de nuestra vida anterior, hemos caído en la cuenta de que es Nochebuena y que, por vez primera, hemos convertido en realidad aquello que definían en los libros como “El espíritu de la Navidad. Y, sin mirar atrás, afrontamos una nueva era que, ojala, no vuelva a conducirnos a situaciones similares a las que, hasta ayer, gobernaban nuestros actos .Lo mejor, es que ni siquiera ha habido víctimas y que los únicos perjudicados por esta pandemia misteriosa, ya adolecían de una enfermedad difícilmente curable: la ambición.

Paca Álvarez
24/12/2010



Que el próximo tiempo que nos aguarda, sea mejor y más igualitario para toda la humanidad. Felices fiestas.

1 comentario:

  1. Ojalá que "los dioses" nos concedan algún día ese sueño, el de las mentes que abandonan su letargo para retomar las riendas de sus propias vidas con dignidad, y más allá de esta insoportable deshumananización. Y que guarden con celo a nuestra autora su enorme habilidad de seguir sorprendiéndonos con su magnífica pluma. Te quiero.

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