miércoles, 26 de noviembre de 2014

Rumores de cese


Por fin, el juez Ruz encuentra indicios razonables de que la Ministra Ana Mato se lucró de los negocios que su ex marido mantenía con la Gurtel y es más que probable que pueda llegar a ser imputada, convirtiéndose en la primera persona del actual Gobierno, judicialmente relacionada con una corrupción, por desgracia demasiado extendida entre los representantes políticos.
La noticia cae como un jarro de agua fría en la cabeza del PP, seriamente tocado por los resultados electorales que las encuestas auguran a Podemos, lo que constituye una pérdida más que notable del número de votos obtenidos en las últimas elecciones y que aún pueden bajar mucho más, si finalmente este sonado caso de corrupción se cobra víctimas que realizan labores de Gobierno.
Ana Mato ha sido ampliamente cuestionada desde hace demasiado tiempo, primero por las clarísimas sospechas que presuntamente la unían estrechamente con los implicados en Gurtel y más tarde por la espantosa gestión que está llevando a cabo al frente del Ministerio de sanidad y que alcanzaría altísimas cotas de inutilidad, con la crisis del ébola.
Por activa y por pasiva han pedido a Rajoy todos los grupos parlamentarios su dimisión, sin conseguir que el Presidente la apeara de su equipo y en multitud de ocasiones hemos oído su nombre coreado por las mareas blancas en la calle, a causa de la política de recortes que ha venido aplicando en la sanidad Pública, como representante primera de este Ministerio.
Igualmente fue muy comentada su estrategia de apelar al desconocimiento más absoluto de la clase de negocios que realizaba su ex marido, llegando incluso a pasar por alto la existencia de un coche jaguar en su propio garaje, atreviéndose a negar que lo había visto, delante de un montón de medios de comunicación que la acuciaban mostrándole además, facturas de viajes y de fiestas de cumpleaños, pagadas con capitales de más que dudosa procedencia.
Rajoy perdió la oportunidad de cesarla fulminantemente entonces y también la de hacerlo cuando en una rueda de prensa se hizo patente su total desconocimiento de la gravísima situación que se había originado con la cuestión del ébola.
La mantuvo y seguramente, hoy se estará arrepintiendo. Porque si finalmente se la imputa por delito fiscal en la trama Gurtel, la poca credibilidad que quedaba a los integrantes de su gobierno caerá estrepitosamente derribada por una acusación que cuenta con demasiadas pruebas de participación, como para que sea casi imposible demostrar su inocencia.
Nada le queda ya al PP para zafarse del brazo largo de la ley y poco tiene que hacer para que su pérdida del poder se convierta en un hecho.
El capital, ese que tanto ha defendido en sus tres años de gobierno, podría ser la chispa que prendiera toda la suerte de errores tiránicamente cometidos con la excusa de haber obtenido mayoría absoluta, convirtiendo esta legislatura en un polvorín que en cualquier momento podría estallar, llevándose por delante, hasta al último miembro del Gobierno.
La cachaza de Rajoy, su inapetencia al frente del ejecutivo y la manía de pensar durante meses cada decisión, para terminar equivocándose  de nuevo en la manera de afrontar cada problema, va a ser al final, la penitencia que tendrá que pagar a unos españoles, a los que ha ignorado sistemáticamente desde su atalaya de privilegio.
Con él, la solidez de su Partido, también se marchará por la alcantarilla, por más que le pese a otros miembros conservadores, como Aguirre y Aznar o a los que pensaban que la permanencia en los cargos que detentaban los suyos, sería eterna.
La encrucijada es tan clara, como cesar inmediatamente a Ana Mato, o dejarse engullir por la apatía que ha caracterizado a este Presidente.
Auguro que va a ser imposible terminar la legislatura, a este ritmo.
Tendrá que convocar nuevas elecciones y perderá, como no podía ser de otro modo, porque  de verdad que lo merece.



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