Por fin, el juez Ruz encuentra indicios razonables de que la
Ministra Ana Mato se lucró de los negocios que su ex marido mantenía con la
Gurtel y es más que probable que pueda llegar a ser imputada, convirtiéndose en
la primera persona del actual Gobierno, judicialmente relacionada con una
corrupción, por desgracia demasiado extendida entre los representantes
políticos.
La noticia cae como un jarro de agua fría en la cabeza del
PP, seriamente tocado por los resultados electorales que las encuestas auguran
a Podemos, lo que constituye una pérdida más que notable del número de votos
obtenidos en las últimas elecciones y que aún pueden bajar mucho más, si
finalmente este sonado caso de corrupción se cobra víctimas que realizan
labores de Gobierno.
Ana Mato ha sido ampliamente cuestionada desde hace demasiado
tiempo, primero por las clarísimas sospechas que presuntamente la unían
estrechamente con los implicados en Gurtel y más tarde por la espantosa gestión
que está llevando a cabo al frente del Ministerio de sanidad y que alcanzaría
altísimas cotas de inutilidad, con la crisis del ébola.
Por activa y por pasiva han pedido a Rajoy todos los grupos
parlamentarios su dimisión, sin conseguir que el Presidente la apeara de su
equipo y en multitud de ocasiones hemos oído su nombre coreado por las mareas
blancas en la calle, a causa de la política de recortes que ha venido aplicando
en la sanidad Pública, como representante primera de este Ministerio.
Igualmente fue muy comentada su estrategia de apelar al
desconocimiento más absoluto de la clase de negocios que realizaba su ex
marido, llegando incluso a pasar por alto la existencia de un coche jaguar en
su propio garaje, atreviéndose a negar que lo había visto, delante de un montón
de medios de comunicación que la acuciaban mostrándole además, facturas de
viajes y de fiestas de cumpleaños, pagadas con capitales de más que dudosa
procedencia.
Rajoy perdió la oportunidad de cesarla fulminantemente
entonces y también la de hacerlo cuando en una rueda de prensa se hizo patente
su total desconocimiento de la gravísima situación que se había originado con
la cuestión del ébola.
La mantuvo y seguramente, hoy se estará arrepintiendo. Porque
si finalmente se la imputa por delito fiscal en la trama Gurtel, la poca
credibilidad que quedaba a los integrantes de su gobierno caerá
estrepitosamente derribada por una acusación que cuenta con demasiadas pruebas
de participación, como para que sea casi imposible demostrar su inocencia.
Nada le queda ya al PP para zafarse del brazo largo de la ley
y poco tiene que hacer para que su pérdida del poder se convierta en un hecho.
El capital, ese que tanto ha defendido en sus tres años de
gobierno, podría ser la chispa que prendiera toda la suerte de errores
tiránicamente cometidos con la excusa de haber obtenido mayoría absoluta,
convirtiendo esta legislatura en un polvorín que en cualquier momento podría
estallar, llevándose por delante, hasta al último miembro del Gobierno.
La cachaza de Rajoy, su inapetencia al frente del ejecutivo y
la manía de pensar durante meses cada decisión, para terminar
equivocándose de nuevo en la manera de
afrontar cada problema, va a ser al final, la penitencia que tendrá que pagar a
unos españoles, a los que ha ignorado sistemáticamente desde su atalaya de
privilegio.
Con él, la solidez de su Partido, también se marchará por la
alcantarilla, por más que le pese a otros miembros conservadores, como Aguirre
y Aznar o a los que pensaban que la permanencia en los cargos que detentaban
los suyos, sería eterna.
La encrucijada es tan clara, como cesar inmediatamente a Ana
Mato, o dejarse engullir por la apatía que ha caracterizado a este Presidente.
Auguro que va a ser imposible terminar la legislatura, a este
ritmo.
Tendrá que convocar nuevas elecciones y perderá, como no
podía ser de otro modo, porque de verdad
que lo merece.
No hay comentarios:
Publicar un comentario