Se revoluciona el PSOE con la noticia de que Eduardo Madina
podría presentarse a las primarias, con la intención de tomar el relevo de
Rubalcaba.
La hecatombe sufrida en las elecciones generales pasadas y la
persistencia en el recuerdo de los españoles de las últimas políticas de
Zapatero, han dejado al Partido centenario en una mala posición, que no ha
mejorado en nada, según dicen las encuestas, con la gestión llevada a cabo por
quien hoy lo dirige, pero que ya formaba parte del gobierno anterior.
Las voces discrepantes han reclamado desde dentro la dimisión
de Rubalcaba por activa y pasiva, pero ya se sabe que el enganche al poder
parece nublar incluso las mentes más inteligentes y cuesta un gran esfuerzo dar
el paso atrás necesario, para que otros ocupen las posiciones de privilegio.
No es Madina precisamente un revulsivo que rompa con la etapa anterior, pero al menos
es una cara poco conocida y le acompaña el factor juventud, que hace ya tiempo
abandonó a los pesos pesados de este socialismo escorado a la derecha, que ha
conseguido decepcionar de manera continuada, a cientos de miles de españoles
que apostaban por su quehacer, como suave contrapunto del conservadurismo
recalcitrante.
Todo depende de cómo se jueguen las cartas, ya que el reto
que tiene por delante quien sea elegido nuevo Secretario General, pasa por una
regeneración absoluta de una ideología prácticamente olvidada, que en nada se
parece a la que movió a sus antecesores del pasado, a pesar de que la situación
actual se va pareciendo bastante a la que se vivía, cuando Pablo Iglesias se
decidió a fundar UGT y después el Partido, con la intención de defender los
derechos de los trabajadores.
Si es Madina el elegido finalmente, deberá enfrentarse al
dilema de desprenderse a la mayor brevedad posible de todo el que recuerde con
su presencia las últimas etapas del socialismo descafeinado que se ha rendido
con enorme facilidad a las exigencias de Europa y procurar formar un equipo de
gente nueva que en primer lugar, se halle dispuesta a admitir la enorme
cantidad de errores cometidos y después, a proponer nuevas acciones mucho más
agresivas que consigan atraer el voto perdido, sin hacer concesiones al poder
económico y centrando su interés en políticas que transformen el triste
panorama laboral que sacude al país, aunque ello suponga una ruptura con los
líderes europeos y sus macabras exigencias.
Tendrá también que renovar a fondo un discurso que por su
reiteración, resulta demasiado manido para quienes lo escuchan y olvidar la
batalla campal que mantiene con el PP, ya que las formaciones ajenas al
bipartidismo se van acercando peligrosamente al imperio electoral que durante
años han mantenido los dos grandes partidos de ahora y que con sus acciones,
han conseguido desencantar del todo a una ciudadanía, que vive presa de la
indignación y que culpa de ella a la ineptitud de sus últimos gobernantes-
A todo esto, aún no se han pronunciado los que
sostienen con su parcela de poder lo poco o mucho que le queda al PSOE en el
territorio español y que bien podrían protagonizar la sorpresa de querer dar el
salto a la política nacional, como podría ser el caso de Griñán, el actual
Presidente de la Comunidad andaluza.
De momento, parece que Madina cuenta
con la aquiescencia del sector de Chacón y sólo Patxi López y el propio
Rubalcaba, serían los más interesados en que su candidatura no prosperara, el
uno por intentar “pacificar” también las aguas revueltas del panorama nacional
y el otro, porque según palabras propias, aún no ha decidido si volverá a
presentarse, aunque todo parece indicar
que puede que lo haga y no se rinda sin presentar batalla.
Y sin embargo, unos y otros debieran
anteponer, porque su profesión así lo indica, el interés general de su partido
a sus apetencias personales, si no quieren encontrarse en las próximas
elecciones generales con una pérdida de votos aún mayor que la sufrida en las
últimas y que finalmente, al PSOE termine pasándole como a UCD y desaparezca.
Pero como es difícil la renuncia,
todo hace prever que las Primarias serán, como poco, competitivas para todos
los que decidan presentar su candidatura y que serán, en última instancia, los
militantes, los que tengan la última palabra y los que aúpen a la Secretaría
General, a quién a ellos les venga en gana.
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